REVISTA DE ESCRITORAS IBÉRICAS Volumen 2 2014
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REVISTA DE ESCRITORAS IBÉRICAS Volumen 2 2014
REVISTA DE ESCRITORAS IBÉRICAS Volumen 2 2014 Edita: UNED http://revistas.uned.es/index.php/REI Dirección: Lucía Montejo Gurruchaga y Nieves Baranda Leturio Codirección: Vanda Anastacio Secretaria: Raquel García-Pascual Maquetación: Gabriela Martínez Pérez Colaboradora de edición: Blanca Vizán Rico ©Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid 2014 ISSN: 2340-9029 ©Imagen de cubierta y logo Carlos Pan La Revista de escritoras ibéricas está dedicada al estudio de las escritoras de la Península Ibérica de cualquier época y bajo cualquier presupuesto metodológico riguroso. Publicación electrónica con revisión por pares doble ciego. Los lectores pueden descargar, reproducir, distribuir, imprimir, realizar búsquedas y establecer enlaces a sus artículos sin previa autorización de los editores de la revista o de los autores de los textos, siempre con la debida consideración a la cita y el uso del copyright científico. A Revista de Escritoras Ibéricas é dedicada ao estudo das escritoras da Península Ibérica de todas as épocas, de acordo com todos os pressupostos metodológicos rigorosos. Os artigos serão submetidos a um sistema prévio de avaliação por pares (peer review) . Os leitores podem descarregar, reproduzir, distribuir, imprimir os seus artigos, bem como realizar buscas e estabelecer ligações para os seus artigos sem prévia autorização dos editores da revista ou dos autores dos textos, sempre prestando a devida atenção ao mecanismo da citação e ao respeito pelo copyright científico. Consejo científico de la revista. Vanda Anastacio, Universidade de Lisboa; Mercedes Arriaga, Universidad de Sevilla; Tobias Brandenberger, Georg-August-Universität Göttingen; Anna Caballé, Universidad de Barcelona; Anabela Couto, UNIDCOM/IADE - Unidade de Investigação em Design e Comunicação/ Instituto de Arte e Decoração; Anne J. Cruz, University of Miami; Ángela Ena Bordonada, Universidad Complutense de Madrid; Teresa Ferrer Valls, Universitat de València; Anna Klobucka, Univ. Massachussets Darmouth; Constância Lima Duarte, Universidade de Minas Gerais; Paula Morão, Universidade de Lisboa; Miguel Ángel Pérez Priego, Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED; José Romera Castillo, Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED; Carmen Simón Palmer, Consejo Superior de Investigaciones Científicas; Constance Sullivan, University of Minnesota; Elías Torres, Universidade de Santiago de Compostela; Inmaculada Urzainqui, Universidad de Oviedo; Francisca Vilches de Frutos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ÍNDICE Artículos 11 De la lírica a la escena: tres fiestas teatrales en el convento vallisoletano de la Concepción del Carmen (1600-1643) 43 La reescritura del discurso místico y visionario en la obra de sor Francisca de Santa Teresa (16541709) 67 Belén Molina Huete A aprendizagem da cidadania. Os tempos de juventude de uma republicana singular: Cristina Torres dos Santos (1891-1921) 121 M. Carmen Alarcón Román “Hijas de su voz y de su alma”: las Exclamaciones de sor Gregoria Francisca de Santa Teresa (16531736) 91 Esther Borrego Gutiérrez Irene Vaquinhas Negotiating censorship in the postwar Spanish novel: Divorce and civil marriage in Elena Quiroga’s Algo pasa en la calle (1954) Sarah Leggott 145 Las guerras de la ex Yugoslavia en la creación dramática femenina española 171 206 María Luisa García-Manso Carmen Servén e Ivana Rota (eds.), Escritoras españolas en los medios de prensa (1868-1936), Sevilla: Renacimiento, 2013, 372 pp. As cicatrizes de Violeta, uma heroína às avessas Alleid Ribeiro Machado 210 García-Manso, Luisa, Género, identidad y drama histórico escrito por mujeres en España (1975-2010), Oviedo: KRK Ediciones, 2013, 412 pp. Crónica de investigaciones 189 CLAUSTRA: un proyecto que germina Blanca Garí 218 Reseñas Morujão, Isabel, Por trás da grade: poesia conventual feminina em Portugal (sécs. XVI-XVIII), Lisboa: Imprensa Nacional-Casa da Moeda, 2013, 740 pp. 203 Ana Reis Horta, Maria Teresa, Poemas para Leonor, prefácios de Vanda Anastácio e Helena Vasconcelos, Alfragide: Dom Quixote, 2012, 146 pp. Fabio Mario da Silva Raquel García-Pascual Francisca Vilches-de Frutos, Pilar Nieva-de la Paz, José-Ramón López García, Manuel Aznar Soler (eds.), Género y exilio teatral republicano: entre la tradición y la vanguardia, Rodopi: Amsterdam/ New York, 2014, 360 pp. 199 Lucía Montejo Gurruchaga María Cristina Assumma ARTÍCULOS UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 DE LA LÍRICA A LA ESCENA TRES FIESTAS TEATRALES EN EL CONVENTO VALLISOLETANO DE LA CONCEPCIÓN DEL CARMEN (1600-1643) 1 ESTHER BORREGO GUTIÉRREZ Universidad Complutense de Madrid [email protected] A las carmelitas del Convento de San José de Ávila, siempre en mi corazón. RESUMEN: Como es sabido en el espacio del convento floreció en los siglos XVI, XVII y XVIII un teatro propio, de peculiares características, cuyos textos en su mayoría se han perdido. Sin embargo, conservamos abundantes referencias a celebraciones conventuales, en las que se incluyen comedias, autos, coloquios y villancicos, que estamos rescatando del olvido desde hace varios años. Tesoros textuales son varios autos y coloquios espirituales (también llamados fiesta, festejo o fiestecilla) conservados en el convento de la Concepción del Carmen de Valladolid, escritos por dos monjas carmelitas, sor María de San Alberto (1568-1640) y sor Cecilia del Nacimiento (15701646). Parece que estos “restos” dan cuenta de lo que debió de ser una actividad de ocio habitual. En este trabajo pretendo dar noticia de sendas “festecicas” escritas por estas monjas y plantear, a raíz del análisis de estos textos, el diseño de estas celebraciones, su contexto y su función. PALABRAS CLAVE: Teatro y poesía conventual, siglo XVII, carmelitas, María de San Alberto, Cecilia del Nacimiento. E ste trabajo se inserta en el proyecto La construcción de la santidad femenina y el discurso visionario (siglos XV-XVII): análisis y recuperación de la escritura conventual (MINECO FFI2012-32073). Agradezco a su directora, Rebeca Sanmartín Bastida, la revisión y coordinación de este breve monográfico. 1 DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.12004 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 12 De la lírica a la escena FROM LYRIC POETRY TO THEATRE: Three Theatrical Festivities at the Concepción del Carmen Convent at Valladolid (1600-1643) ABSTRACT: While it is well known that a special kind of theatre flourished in convents during the 16th, 17th and 18th centuries, most of these texts have been lost. Nevertheless, there exist many references to celebrations in convents, which include comedies, autos, coloquios and villancicos, which for several years have been the focus of an ongoing process of rediscovery. Such textual treasures are the autos and coloquios espirituales or spiritual colloquies (also called fiesta, festecica, festejo or fiestecilla) from the Concepción del Carmen convent in Valladolid, written by two Carmelite nuns, sor María de San Alberto (1568-1640) and sor Cecilia del Nacimiento (1570-1646). These “remnants” testify to what must have been a common leisure activity. The aim of this paper is to comment on these nuns’ “festecicas” and elucidate through textual analysis their structure, context and function. KEY WORDS: Conventual Theatre and Poetry, 17th Century, Carmelites, María de San Alberto (1548-1640), Cecilia del Nacimiento (1570-1646). E s sabido que en los conventos femeninos españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII se ejecutó un teatro propio, sin más fines que la propia diversión de las religiosas, de peculiares características y sin grandes ambiciones literarias, del que apenas se ha conocido una pequeña parte, sobre todo centrada en los textos de algunas religiosas concretas2. Sin embargo, sí se conservan abundantes referencias a las celebraciones conventuales y a las comedias y otras piezas que allí se representaban. Está documentada, por ejemplo, la puesta en escena de comedias de tipo palaciego en el convento de las Descalzas Reales de Esther Borrego Gutirérrez 13 De la lírica a la escena Madrid3 y en el de San Pablo en Toledo (Sánchez López, 2011: 954)4, en ambos a finales del siglo XVI, y también contamos con noticias dispersas de representaciones de autos o formas similares en conventos sevillanos, aragoneses, asturianos y, allende los mares, en Perú (Doménech, 2003: 1255). Y aunque merecería un capítulo aparte, no quiero dejar de apuntar el número nada desdeñable de villancicos compuestos para celebrar profesiones de religiosas o para los maitines de Navidad o Reyes en el espacio del convento5, de marcada índole teatral. Parece que estos “restos” dan cuenta de lo que debió de ser una actividad de ocio habitual en variados conventos de la geografía hispánica. Sin embargo, lo que me interesa concretamente en este trabajo, pues por fuerza es preciso acotar la investigación, es dar cuenta de ciertas representaciones que tuvieron lugar de modo ininterrumpido en el convento de la Concepción del Carmen de Valladolid, muy probablemente entre 1600 y 1643, cuyos textos fueron escritos por las carmelitas María de San Alberto y Cecilia del Nacimiento, en el siglo María y Cecilia Sobrino, hermanas de sangre y de religión. El objetivo de este artículo es el análisis crítico de esas tres fiestas concretas, centrándome en su relación con los tópicos, por una parte de la mística y, por otra, del teatro barroco del momento. Para ello procedo previamente a contextualizar la vida de las dos hermanas y su estancia en el convento, y a referir el estado de la cuestión en el ámbito bibliográfico. El convento carmelita de la Concepción del Carmen había sido fundado el 10 de agosto de 1568 por la propia santa Teresa, fruto Es el caso de las trinitarias sor Marcela de San Félix (1988), hija de Lope de Vega, sor Francisca de Santa Teresa (2007) y sor Ignacia de Jesús Nazareno (Doménech, 2003: 1255); y la capuchina limeña sor Juana María (Hormigón, 1996: 549), entre otras. Teresa Ferrer (1991) da noticia de la representación de una comedia titulada Dafne en el Monasterio de las Descalzas, hacia 1590, en la que las religiosas trataron de modo festivo los frustrados amores de Apolo hacia la ninfa. 4 Parece ser que en las Actas de la Orden se exhorta a la moderación en las representaciones con motivo de fiestas particulares de las religiosas. Hay noticias de que en 1560 la princesa Juana de Austria ofreció a Isabel de Valois en ese convento una comedia representada por las monjas (Doménech, 2003: 1254). 5 Véase el estudio de Baranda (2013b) y mis trabajos sobre la representación de villancicos en las tres Capillas Reales, dos de ellas, las de los Reales Monasterios de la Encarnación y las Descalzas (Borrego Gutiérrez, 2012, 2013a, 2013b.) UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 2 ISSN 2340-9029 3 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 14 De la lírica a la escena de la promesa que hizo a don Bernardino de Mendoza6, propietario de la primera casa donde se instalaría la comunidad del recién reformado Carmelo Descalzo7. Santa Teresa tuvo un gran cariño a ese convento, al que honró en numerosas ocasiones con sus visitas. Justo a los tres años de su muerte, en 1588, fue cuando ingresaron las hermanas Sobrino, por lo que la comunidad que las acogió era prácticamente la misma que había convivido con la fundadora y las costumbres por ende debían de ser las por ella instauradas. Entre estas usanzas figuraba la de componer una pequeña pieza dramática con ocasión de fiestas particulares o litúrgicas. Pero creo que no se trataba de algo aislado, puesto que del estudio de la producción poética de ambas religiosas se deduce que muchos de sus poemas se compusieron para ser cantados o semi-representados, lo que se explica por la íntima fusión de lo lírico con lo dramático, aunque en cada una de ellas se produce por caminos diferentes. María y Cecilia Sobrino forman parte de ese selectísimo número de “mujeres cultas” de su época, educadas desde la más tierna infancia en el aprendizaje de las letras y las artes, en este caso, gracias a una madre excepcional. En efecto, la salmantina doña Cecilia Morillas, de la que un documento de época dice que “no conoció cosa más excelente su siglo, así en prudencia y gobierno como en letras, artes, lengua y virtudes” 8, estudió filosofía y teología, destacó en las artes musicales, hablaba a la perfección los idiomas portugués, francés, italiano, latín y griego, además de Este caballero murió a los pocos meses del ofrecimiento de su palacio a la Santa, quien cuenta en Las Fundaciones, que el Señor le reveló que don Bernardino “no saldría del purgatorio hasta la primera misa que allí [en su palacio] se dijese (…). Yo traía presente[s] las graves penas de esta alma, que aunque en Toledo deseaba fundar, lo dejé por entonces y me di toda la priesa que pude para fundar como pudiese en Valladolid” (Teresa de Jesús, 2012: 707). 6 Por insalubridad del lugar, la madre del caballero fallecido, María de Mendoza, les compró el terreno y la casa donde se establecería definitivamente el convento, el 3 de febrero de 1569. 8 Fray Manuel de San Jerónimo: Reforma de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen, t. V, 1706, p. 803; citado por Alonso-Cortés (1944: 5). Esther Borrego Gutirérrez ISSN 2340-9029 De la lírica a la escena poseer un don para la caligrafía 9. Casada con el portugués Antonio Sobrino, tuvo nueve hijos a los que educó, además de cristianamente, atendiendo a lo que hoy denominaríamos su “formación integral”, sin hacer distinción de sexos, pues se dedicó con total abnegación a enseñar por igual a sus ocho hijos varones y a sus dos hijas a leer y a escribir, a aprender latín y las artes liberales. Con un empeño inusual, estudió ella a la vez que sus hijos varones disciplinas como artes, teología y hasta cosmografía, para abarcar un mayor campo de conocimiento, lo que resulta, como poco, original en una época en la que lo ordinario era que las mujeres, en el caso de aprender algo, fuera lo necesario para desempeñar sus tareas domésticas y educadoras, y, en el mejor de los casos, para ayudar a su esposo. En ese ambiente de estudio y motivación intelectual crecieron las pequeñas María y Cecilia, pero no fue menor el ejemplo de virtudes y piedad de su progenitora, al parecer mujer muy religiosa y, por tanto, orgullosa de que casi todos sus hijos siguieran el camino de la vocación divina, ya fuera en una orden o en las filas del clero secular 10. Tanto Cecilia como su hermana María sintieron tempranamente la llamada divina, y concretamente al Carmelo Descalzo, recién reformado. Herederas de la inteligencia y habilidades de su madre, ambas mostraron desde niñas significativas dotes intelectuales. Comenta su hermano de ellas que: Supieron de la gramática lo suficiente para entender lo que la Iglesia canta en sus Sagrados Evangelios. Ambas hacen bien poesía cuando se ofrece ocasión de celebrar a sus solas alguna festividad, como la del Niño Jesús en su nacimiento, y en materias espirituales andan suyas algunas versiones 6 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 15 Se le llamó en su época “afrenta de las imprentas”. Su marido fue secretario de la Universidad y era de todos conocida la colaboración de doña Cecilia en la expedición de títulos y grados y en la redacción de oficios en latín para la Curia (Alonso-Cortés, 1944: 7). 10 Fray Diego habla de su madre como una mujer ejemplar, que frecuentaba los sacramentos, dedicaba largos ratos a la oración, y practicaba la austeridad y el sacrificio de modo natural. Murió prematuramente, a los 42 años, y fue enterrada en el Real Convento de las Huelgas de Valladolid. 9 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 16 De la lírica a la escena de Salmos en versos líricos a modo de los del P. Fray Luis de León. (Alonso-Cortés, 1944: 25) 11 La propia María de San Alberto rememoraba que: A nosotras las dos hermanas nos enseñó mi madre desde tan pequeñitas la doctrina cristiana, y a leer romance y latín […]. Y otras muchas labores y música […] y el canto del órgano, y yo sabía tañer el clavicordio, que para tan poca edad era mucho. (Alonso-Cortés, 1944: 26) Fue el 17 de enero de 1588 cuando tomaron ambas el hábito del Carmelo —María con 19 años y Cecilia con 17— y a juzgar por los testimonios de sus compañeras de religión, desde ese momento y hasta el fin de sus días ejercitaron las virtudes y la práctica de la oración con suma entrega y perfección. También llamaba la atención la unidad espiritual de las hermanas, que se fue acrecentando con el paso de los años 12. Esther Borrego Gutirérrez 17 De la lírica a la escena faceta como escritora, tanto de obras prosísticas referidas a las prácticas ascéticas y a la experiencia mística 13 como de poemas de toda índole. En cuanto a su obra poética, de cronología incierta, destacan las liras agrupadas bajo el título Oh dulce noche oscura, inspiradas en la mística de san Juan de la Cruz; los numerosos poemas de circunstancias, dedicados en su mayoría a santa Teresa; algunos de los llamados “poemas de ingenio”; pero me parece especialmente expresiva su poesía popular, en la que destacan sus villancicos, muy cercanos a los que se insertaban en la liturgia de navidad, cuyos protagonistas eran personajes populares e incluso marginales. Transcribo a continuación un breve apunte de dos villancicos, uno “a lo guineo”14, entendido como la jerga de los negros, y otro “de vizcaínos”, tipo cómico fijo en las diversas formas del teatro breve coetáneo15. No se nos escapa el ritmo de estos versos, tan ad hoc para el baile, ni su marcado carácter humorístico, lo que da idea de que una de las funciones de estas composiciones no era otra que hacer reír a las religiosas: Gurugú, gurugú, mandinga, fachico que festa haber de vistir a Teresa una ropa. ¡Ay, Chechú, que mi da placher! […] Vizcaíno, qué dirías si gran milagra te muestras, un mujer hombres diestras, No puedo detenerme aquí en comentar exhaustivamente la vida de cada una de las hermanas, de escaso relieve en cuanto a hechos o aventuras se refiere, puesto que poca variedad puede hallarse entre las paredes de un convento. Sí destacaré de la madre María (1568-1640) su natural dócil y humilde, su acendrada piedad, su compasión con los débiles y las necesidades del prójimo y su resignación en los sufrimientos físicos, que fueron muchos. Priora del convento en dos ocasiones, receptora de numerosas revelaciones y mercedes divinas, su fama de santidad en vida y post mortem no menoscabó su Nótese cómo aquí ya se apunta el gusto por celebrar festividades litúrgicas como la Navidad y por la poesía de inspiración bíblica, emulando al propio Fray Luis de León. 12 “[fueron] unas en el espíritu estas dos santas hermanas, como lo fueron en la hermandad de la sangre [...] apenas se podía hacer diferencia cuál se aventajaba más en ella. Las religiosas las tenían por dechado y las amaban tiernamente” (M. Petronila de San José, Virtudes de la M. Cecilia del Nacimiento, manuscrito del Carmelo de Valladolid, citado por Alonso-Cortés, 1944: 27). La biografía de las dos hermanas se relata espléndidamente con fuentes de primera mano por Alonso-Cortés (1944), a cuyo estudio remito. Es lamentable la pérdida de casi todos estos escritos, de los que ella misma informa: “Los cuadernos que escribía años ha de cosas interiores eran dos o tres de mercedes particulares… Y aquellas mercedes que allí apunto habrá cuarenta años que comenzó el Señor a írmelas comunicando. (…)” (BNE: Ms 12738, citado por Alonso-Cortés, 1944: 49-50). Según la estudiosa, en ese manuscrito y en otro del Convento de la Concepción del Carmen de Valladolid (Favores recibidos de Nuestro Señor, por la Venerable M. María de San Alberto) se conserva prácticamente toda la prosa de la Madre María. 14 Véase Marón García-Bermejo (1989). 15 Ferrer Chivite (2001) trata la figura del vizcaíno en el teatro breve del siglo XVI, siempre con tonalidades cómicas. UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 13 11 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 18 De la lírica a la escena Jesús Teresa decías. Carmelo madre le tienes, grandes le dices cariñas, nacíasle muchas viñas de que todos le mantienes; de la bien que en él hacías la gran milagra te nuestras, un mujer hombres adiestras, Jesús Teresa decías. (Alonso Cortés, 1944: 92) 19 De la lírica a la escena así en Cecilia, pues disciplinado con estos ejercicios su entendimiento, después voló tan superior en la senda de la verdad que se avecindó al cielo desde lo grosero del barro […]16 Pero, sin duda, la producción más interesante del corpus de María de San Alberto son dos festecicas, sobre las que volveré para comentarlas junto con la de su hermana. Cecilia Sobrino (1570-1647), dos años menor que María, dice de sí misma que desde bien pequeña comenzó el Señor a darme algunas buenas inclinaciones, y la que tenía de amarme me fue dañosa, hasta que del todo le puse en Él, porque con vehemencia la ponía algunas veces en lo que me contentaba de las criaturas. (Alonso Cortés, 1944: 59) Su biógrafo, fray Manuel de San Jerónimo, destaca en ella ciertas vanidades en la adolescencia, pero lo más interesante es su faceta erudita, para el religioso tanto o más peligrosa que las citadas veleidades: quedando Cecilia en la edad dicha [doce años], se divirtió un tanto en cosas, aunque no ilícitas en la sustancia, muy forasteras del especial camino por donde Dios la quería. Cuidaba de su persona, se alegraba de ser y parecer discreta; y para radicar más este concepto, se dio más y más a las letras, aprendió bien la gramática, entró en la filosofía, supo la retórica, y se procuró emplear tanto en la inteligencia de la Sagrada Escritura, que puede entrar por el número de las que Jerónimo y el Brujense alaban de mujeres por esta prenda ilustres. Como sabe Dios sacar agua de las piedras, también sabe de nuestros descuidos fabricar nuestros provechos; y fue UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 Esther Borrego Gutirérrez ISSN 2340-9029 Pero lo cierto es que, una vez decidido su estado, a los 17 años, mostró si cabe el mismo celo que su hermana en su entrega religiosa. Tempranamente nombrada maestra de novicias, mostró unas virtudes tan acrisoladas que en 1601 fue enviada al convento de Calahorra con objeto de organizar allí el convento de la orden. Superiora, maestra de novicias y finalmente priora, en dos ocasiones (1602 y 1608), volvió a Valladolid en 1612, de donde nunca salió hasta su muerte en 1646. De salud precaria, no rechazó ningún cargo u obligación que se le pidiese, dedicó sus días a la formación de sus hermanas, a la oración, a la penitencia y a la escritura, siendo para ella una vocación inseparablemente unida a la religiosa. Sus obras, escritas sobre todo en dos periodos (1600-1603 y 1629-1643), pueden dividirse, siguiendo —si bien matizado— el criterio de Díaz Cerón (1971: 14-18), atendiendo a la siguiente clasificación: Obras ascético-místicas.- Autobiografía, Tratado de la unión del alma con Dios, comentarios a las Liras de la Transformación del alma en Dios, Primera y segunda relación de mercedes y Exposición de pasajes del Cantar de los Cantares. Obras teológicas.- Exposición teológica sobre la Inmaculada Concepción y Comentario al Credo. Obras históricas.- Interrogatorio para el proceso de Beatificación del Fr. Antonio Sobrino, O. F. M., contestado por la M. Cecilia del Nacimiento, Relación de la fundación del Convento de Carmelitas de Calahorra y Vida de María de San Alberto. Epistolario.- Diez cartas. Obra poética y dramática.- Es la que más interesa a nuestros propósitos. Dejando a un lado las Liras de la transformación del alma en Dios, compuestas hacia 1600, que por temática pertenecerían al apartado de obras ascético- Fray Manuel de San Jerónimo, Reforma de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen, t. VI, p. 361. Citado por Alonso-Cortés, 1944: 60. 16 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 20 De la lírica a la escena místicas, Cecilia del Nacimiento compuso, según Díaz Cerón, 87 poemas17, que se reducen a 68 en la crítica actual, uno de ellos de clara índole dramática. Se han transcrito —pues no se puede hablar en rigor de “edición” — algunos de ellos por mano de Blanca Alonso-Cortés, otros por Emeterio de Jesús María, y todos ellos por Díaz Cerón, como se ha dicho. En este apartado se incluye la fiesta que comentaré en la segunda parte de este trabajo. Respecto a la fortuna editorial y crítica del corpus de estas autoras, se podría hablar de “irregularidad”, sobre todo en el caso de Cecilia. Hasta 1971, año en que Díaz Cerón, con motivo del IV Centenario de su nacimiento, publica sus Obras completas, con un excelente estudio de fuentes y dando a la luz con su cuidadosa transcripción un riquísimo material inédito, apenas contábamos con los textos fiables de las obras completas de la autora. Considero muy meritoria y rigurosa, en especial en lo que se refiere a la documentación manejada, la tesis doctoral de Alonso-Cortés (1944), en la que, como hemos visto, da noticia de la vida y obras de las dos hermanas y procede a una transcripción de una selección de las obras de ambas, en las que incluye sus fiestas teatrales conventuales18. Habría Sin embargo, el registro de BIESES, siguiendo un artículo de Tomás Álvarez (1992), defiende que los 19 primeros sonetos son de su discípula Ana de la Trinidad, monja del convento carmelitano de Calahorra. En cuanto al poema épico titulado “Descripción de nuestro desierto de San José del Monte de las Batuecas”, aun mostrando dudas, Díaz Cerón se inclina por la autoría de la M. Cecilia, pues así lo indica un autógrafo de Gerardo de San Juan de la Cruz (1952) y así lo defiende Emeterio de Jesús María (1946). Para la poesía de Ana de la Trinidad véase Cáseda (1991). 18 Como se ve, hasta la publicación de Díaz Cerón apenas se tenía noticia moderna de la obra de esta religiosa. Alonso Cortés señala las siguientes citas: de Matías Sangrador a María de San Alberto (Señoras venerables, en Historia de Valladolid, 1854, t. II, p. 398); de Casimiro González García-Valladolid a las dos hermanas en sus Datos para la historia biográfica de Valladolid, 1894, t. II, pp. 384 y 460; de Narciso Alonso Cortés, que las elogió y publicó algunas de sus poesías en Noticia de una corte literaria, 1906, p. 162; de Serrano y Sanz, que en Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas, 1903, t. II, pp. 223 y 473, también las incluyó, aunque muy someramente; y de Nicolás Antonio, quien incluye a la madre de las carmelitas, Cecilia Morillas, en su Biblioteca Hispana Nova, 1783-1788, pp. 347-348, y cita los nombres de religión de las hijas. La historiografía carmelitana de las hermanas se concentra sobre todo en la obra de fray Manuel de San Jerónimo (1706), citada en la nota 8, y en la historia de la Orden de Silverio de Santa Teresa (1935). 17 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 21 De la lírica a la escena que tener en cuenta también el volumen publicado por Emeterio de Jesús María (1946), a raíz del III Centenario de la muerte de la Madre Cecilia, en el que transcribe, sin mayor comentario, una gran parte de las poesías de la carmelita, además de algunos textos en prosa; sin embargo, en un trabajo posterior redirige su atención a la obra poética de la carmelita (Jesús María, 1949: 80-84) y más ampliamente a la de su hermana María (Jesús María, 1949: 69-80), llegando a transcribir su Fiesta del Nacimiento (Jesús María, 1949: 76-80). También es reseñable la obra de Gerardo de San Juan de la Cruz (1952), que incluye algunos textos de las dos hermanas. Y en este apartado de la transmisión editorial de su corpus, hay que subrayar la excelente edición de una parte de la producción poética de ambas religiosas por dos críticos de la talla de García de la Concha y Álvarez Pellitero (1982). Hasta el siglo XX, la escasez de referencias a la obra literaria de las dos hermanas carmelitas, prácticamente todas resumidas por Alonso-Cortés (1944), se reducen a citas aisladas y escuetas tanto de historiadores y críticos literarios como de cronistas de la orden carmelitana. Llegando ya a la crítica actual, hay que decir que sí han merecido ambas la atención de biógrafos como Hormigón (1996: 133-134 y 141-143), sendos registros en el catálogo BIESES (Baranda (2013a)) y dos apartados en la tesis doctoral de Jesús Rebollo (2006), de excelente factura, pues da cuenta exhaustiva de las fuentes bibliográficas y sus sucesivas ediciones, al que se suma el trabajo de Barbeito (2007: 335-351), donde procede a un resumen biográfico y bibliográfico de las dos hermanas. La publicación más reciente sobre la obra de ambas hermanas es la de Arenal y Schlau 19 (2010: 129-184), quienes dedican un capítulo de su brillante monografía al estudio de la vida y obra de las dos religiosas y transcriben las tres fiestas teatrales objeto de nuestro trabajo, entre otros pasajes selectos en prosa y verso de su producción. Cecilia del Nacimiento, por su parte, ha merecido estudios aislados de Evelyn Toft, centrados en su mayoría en aspectos relacionados con su escritura mística en general (2010), la influencia 19 En concreto, el capítulo 2: “Two Sisters Among the Sisters. The Flowering of Intelectual Convent Culture”. UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 22 De la lírica a la escena de san Juan de la Cruz (2000) o sobre su gran poema místico en liras (1999), además del reciente artículo de Dobner (2011). En el caso de María de San Alberto, la crítica reciente no es demasiado generosa con ella: solo Schlau (1998) le dedica un estudio monográfico de su obra y la publicación de una selección de textos, a lo que se añade un artículo previo en colaboración con Arenal (1989); finalmente, Mancho y Prieto editan una pequeña parte de su obra poética, en la edición de un manuscrito de fray Andrés de la Encarnación (2003). Como se ve, las obras poéticas de ambas están aún lejos de una edición crítica rigurosa, aunque es cierto que han merecido una cierta atención en cuanto a estudios se refiere. Sin embargo, las tres fiestas teatrales (dos de María y una de Cecilia), fuera de la transcripción y breves comentarios de Alonso-Cortés (1944: 102-108, 145-154) y Arenal y Schlau (2010: 153-169, 180-184), y en el caso de la de María, la de fray Emeterio de Jesús María (1949: 76-80), y de Cecilia, de la de Díaz Cerón (1971: 639-653), están prácticamente sin estudiar. Las dos fiestas de la Madre María se representaron, sin duda, en navidad, y siguen, por una parte, el patrón de los primitivos autos del nacimiento entroncados desde tiempo antiguo con la liturgia, y por otra, también están emparentadas con formas dramáticas cómicas de extensión breve, como loas y entremeses, poblados de zagales, zagalas, simples y otros personajes rústicos. En efecto, la Fiesta del Nacimiento, de datación imprecisa, nos refiere el encuentro de dos pastoras con cuatro pastores, que en medio de un ambiente de regocijo, de canto y baile, oyen la voz de un ángel anunciando la Natividad de Cristo, y deciden ir a adorar al Niño. Como era costumbre en este tipo de piezas, especialmente en los villancicos teatrales paralitúrgicos —intercalados en la liturgia de maitines—20, todos compiten con sus regalos y sus discursos ante el divino infante; así, la pieza se convierte en un desfile de personajes, como poco, gracioso, estructura típica de muchos entremeses de la época, que buscaban la comicidad en la ridiculización de cada una de las figuras. La Madre María, con Esther Borrego Gutirérrez 23 De la lírica a la escena una atinada visión escénica, se preocupó de dar indicaciones cinésicas y expresivas en las acotaciones, que, aunque mínimas, son significativas, por ejemplo, del peso del canto y del baile en la pieza. Así, la obra comienza con música: “Entrada cantada. Cantan las pastoras [...]”. La entrada de los pastores en escena es similar: “Entran los pastores y dicen esto, cantando y bailando”. Y la obra termina de la misma forma: “Cantan y bailan”. Es evidente que estas tres acotaciones son indicativas del ambiente festivo de la propia ejecución de la Fiesta, pues las actrices, que no eran otras que las monjas, debían cantar y bailar ante el seguro regocijo de sus hermanas de religión. Pero las indicaciones escénicas no acaban aquí: los pastores “oyen una voz que dice”, en el momento del canto angélico; una de las pastoras entra en éxtasis (“arrobándose”); en escena se ha dispuesto un portal (“Se van al portal. [...] A la entrada de la cueva. [...] Entran.” ); los pastores se muestran con gesto de adoración: “Ofrece la pastora 2ª y dice”. Los signos de teatralidad son inequívocos y nos conducen a la reconstrucción de decorados, movimientos, gestos, etc. En cuanto a los pastores, aunque es cierto que la autora los ha desprovisto de cualquier asomo de rusticidad dialectal, pues su discurso está muy alejado del proverbial sayagués, conservan un discurso lírico entroncado con la antigua lírica hispánica. Así, las pastoras, por ejemplo, bien se pueden equiparar a esas serranas o mozas morenas tan frecuentes en nuestro acervo poético popular, que se quejan de su color: Entrada cantada. Cantan las pastoras y dice la primera. [Pastora 1ª] Con el aire de la sierra torneme morena21. Cuando pace mi ganado nace un aire tan helado que el color acostumbrado de perderle tengo pena: torneme morena. Para las características generales del villancico barroco inserto en la liturgia, con claros rasgos de teatralidad, véase Borrego Gutiérrez (2012: 100-102). Estas coplas siguen a la letra los versos populares recogidos por Frenk (1990: 65): “Con el aire de la sierra / tórneme morena”, y otras con motivos similares: “Blanca me era yo / cuando entré en la siega,/ diome el sol, / y ya soy morena”. UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 21 20 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 24 De la lírica a la escena Pastora 2ª No tengas pena, pastora, que la morena enamora si gracia con ella mora, de que tú no estás ajena. (Alonso-Cortés, 1944: 102)22 En esta misma línea, se nos presenta a los pastores cantando y bailando, y, como era habitual en la tradición folclórica, buscando placer: Entran los pastores y dicen esto, cantando y bailando. Agora que el ganado es ido a pacer, en este verde prado tomemos placer. [...] Con gran gozo y contento nos alegraremos, y al son de aqueste viento todos cantaremos, y un baile concertado podemos hacer; en este verde prado tomemos placer. (102-103) Sin embargo, una pastora cautelosa les advierte de que no deben reposar, en la línea de la función didáctica de estas piezas. Las figuras de las ovejas y el lobo poseen claras alusiones evangélicas: [Pastora 1ª] ¡Ea, pastores, pastores! Miremos por el ganado, no ande descarriado entre lobos robadores, que allá en viniendo la fiesta podemos muy bien bailar, Esther Borrego Gutirérrez 25 De la lírica a la escena vosotros zapatear en reposando la fiesta. (103) En ese momento oyen la voz del ángel, quien en latín evangélico (Anuncio vobis gaudio magno / qui a hodie natus est vobis Salvator) les anuncia la buena nueva. Todos se llenan de un inmenso gozo, cuyo origen y fin desconocen: Pastor 1º Pastora 1ª ¡Oh mi Jesús, qué cumplido es este gozo que siento! ¿Quién me quitará el contento donde todo estoy metido? No se te pase en gozar un tiempo tan limitado, sino, dejando el ganado, vámosle luego a buscar, que no te faltarán gozos dentro de aquel portalillo. ¡Sus, Pascual, Antón, Carillo, vamos, andad, acá mozos! (103)23 Como indica la acotación, se van al portal, llegan a la entrada, y finalmente, entran, desfilando de uno en uno con sus presentes y sus discursos. Tres de ellos le ofrecen regalos materiales (una jarra de manteca y miel, un panecillo y un cordero), mientras que los otros dos le dan por ofrenda su corazón y su alma tópicos de la piedad popular cristiana. Algunos de estos pasajes no están exentos de humor, como el de la pastora que al entregar su jarrillo a la Virgen le pide que se lo devuelva una vez vaciado: Pastora 1ª Yo os ofrezco esta jarrilla llena de manteca y miel para haceros la papilla, La de Alonso-Cortés es la única transcripción moderna del texto, que sigo directamente, ante la dificultad de acceder a la fuente, conservada en el Convento de la Concepción del Carmen. 23 Nótese el carácter rústico de los nombres de los pastores. Esta onomástica es típica de las farsas primitivas de pastores y pasará a los entremeses de los siglos XVI y XVII, con connotaciones burlescas. UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 22 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 26 De la lírica a la escena hermosísimo doncel. Y vos, Virgen consagrada, en haciendo la papilla, volvereisme la jarrilla porque la traigo prestada. (104) Por supuesto, las ofrendas espirituales van adornadas de versos de mayor calado teológico, incuso con referencias bíblicas, como no podía ser menos: Pastor 4º Yo os ofrezco el corazón sellado con vuestros nombres, pues vuestros deleites son con los hijos de los hombres para obrar su redención. Y pues, Verbo soberano, tanto amor habéis tenido a todo el género humano, estáis de carne vestido, tended vuestra larga mano y sacad de vuestro olvido un acuerdo soberano que restaure lo perdido. (105)24 El final de la Fiesta bailado y cantado era propio de los entremeses barrocos que se intercalaban entre las jornadas de las comedias, frente a los cierres a palos de las piezas breves primitivas. La acotación final emplea el plural, por lo que parece obvio que todas la “actrices” entonarían a una estos versos finales, sin privarse de la danza final: Esther Borrego Gutirérrez 27 De la lírica a la escena Cantan y bailan. ¡Oh qué gozo y alegría! ¡Oh qué gloria singular! Los ángeles desde el cielo la paz vinieron a dar. Pues que ya vimos al Hijo con gozo tan singular, en señal de regocijo comencemos a bailar. (106) La Festecica de Navidad, también de fecha incierta, reviste una mayor originalidad, pues no solo las actrices, sino que los propios personajes son las monjas del convento, que en una primera secuencia le ofrecen presentes, todos ellos simbólicos de una virtud; en la segunda escena, pensada para el lucimiento literario de las monjas, una de ellas recita unas cultas “octavas al Nacimiento”, otra un “romance a lo mismo” y otra tercera, unas “liras a lo mismo”. La festecica continúa con unos cantos y bailes de gitanas y se cierra con unas cuartetas líricas a la estrella de Belén, motivo también típico de los antiguos oficios litúrgicos de navidad. Como la propia María de San Alberto indica, se trata de “entremesicos”, pues la obra se compone de escenas que bien podrían ser independientes, si no fuera por el motivo común, y hasta escénico, del nacimiento; podríamos decir que se componen a modo de “retablo”. Así, en el manuscrito, la propia madre María apunta que: Para celebrar la festecica siguiente ha de estar puesto el Niño en alguna parte que signifique el portal, y la Virgen Santísima, y Sto. Joseph acomodado de manera que la santa comunidad vea y goce mejor lo que se ha de ir haciendo delante del divino Rey. (107) “pues vuestros deleites son / con los hijos de los hombres / para obrar su redención”: estos versos recuerdan inevitablemente las palabras de Dios recogidas en el libro los Proverbios: “Mis delicias son estar con los hijos de los hombres” (Proverbios 8, 13). Además, se alude a la Encarnación del Verbo, que se “hizo carne” (Juan 1, 14) para lograr la redención del género humano, pues “tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Unigénito” (Juan 3, 14). Nótese que en el poema, el pastor le dice al “Verbo soberano”: “tanto amor habéis tenido / a todo el género humano, / estáis de carne vestido [...]”. La paráfrasis es evidente. Por tanto, ya tenemos unas actrices “fijas”, que forman un núcleo estático hacia el que las demás se dirigen. La pieza comienza como los villancicos teatrales de la época, con una introducción a la situación: UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 24 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 28 De la lírica a la escena S alen dos monjas cantando y tañendo. E sta noche hay un gran consuelo de una fiesta singular, y quien la ha de festejar s on las monjas primitivas del Carmelo. (107) Según la acotación siguiente, entran las cuatro vírgenes, y le ofrecen sucesivamente objetos relacionados con la pobreza, la castidad, la obediencia y la penitencia. El tono ascético se rompe repentinamente con unos cantos jocosos, que incluso llegan a ridiculizar al demonio, al parecer un personaje más de la fiesta: Las octavas son presentadas como un “entremesico de complacencia” y mantienen el tono elevado propio de su forma; el tema no es otro que la encarnación y la redención. Sigue a las octavas el romance, más cercano a lo popular, que desarrolla de modo ligero el motivo de Jesús como maestro: El Maestro de maestros, en la cátedra subido, está leyendo a los hombres la lección que le ha salido. [...] Dame que aprenda siquiera algo de lo que has leído en esa lición profunda que no la alcanza el sentido. (108) El demonio está presente en todos los géneros dramáticos de corte religioso del siglo XVII, sobre todo en los autos sacramentales y en las comedias hagiográficas. A medida que avanzaban las décadas, pasó de ser una figura malvada y odiosa a ser un “pobre diablo”, una figura risible y sin ningún poder, pues las fuerzas divinas siempre le vencían. Las connotaciones moralizadoras son evidentes. Estos versos recuerdan sin duda al tan conocido poema de Santa Teresa “A la gala, gala”, cuyos primeros versos son “Pues que nuestro Esposo / nos quiere en prisión, / a la gala, gala / de la religión” (Santa Teresa de Jesús, 2012: 664). 25 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 ISSN 2340-9029 29 De la lírica a la escena Con las liras se retoma el tono elevado, pues el motivo es ahora la contraposición que supone que la grandeza de Dios llegue a su anonadamiento como niño. El contraste con la irrupción de las gitanas en escena es lo que confiere a esta fiesta su mayor originalidad. La acotación “Entran unas gitanas” da paso a un canto dirigido a estos singulares personajes, a los que se conmina a cantar y bailar al Niño: A la gala, gala, gala, a la gala del infante, pase el demonio adelante y váyase al infierno enhoramala. (108)25 Esther Borrego Gutirérrez Gitanillas de allá de Egipto, haced una danza delante del Niño. Si traéis un morteruelo, replicadlo muy sin duelo. Si traéis unas sonajas, replicadlas bien con gracia. Si traéis algún pandero, repicadle con denuedo. (110) Pero lo más gracioso es la gitana que canta los conceptos teológicos más elevados en su jerga particular. Recordemos que la gitana era un personaje típico en los villancicos y entremeses de Navidad, pero nunca trataba temas trascendentales, como la Trinidad o la Eucaristía, pues su gracia residía precisamente en su analfabetismo y su distorsión del lenguaje: Gitana Dígote, Niñu divinu, que nacez para zer grande; ninguno habrá que ti mande porque erez Hijo en el Trino. [...] Dame un poquito de pan, azí yo te vea logrado, cuando en el palo cuadrado triunfaraz de Leviatán. Dame un poquito de vino de aquello rojo en color, de lo que enrubió el amor para pazar el camino. (111) UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 30 De la lírica a la escena Esther Borrego Gutirérrez La parte final de la fiesta la componen diez seguidillas articuladas en torno a la estrella de Belén, a la que se compara con el sol divino, Jesús. El estribillo nos hace suponer que este cierre bien pudo ser cantado por todas las monjas: Ya se acerca la estrella, viene el sol divino, esparciendo sus rayos por los caminos. (112) En otro ámbito de celebración, los votos solemnes de una carmelita cuyo nombre desconocemos, estamos ante una verdadera joya literaria: la Festecica para una profesión religiosa, de la madre Cecilia, es una breve pero intensa representación alegórica, centrada en la seducción amorosa de un pastor a una pastora, el rechazo de esta, el enamoramiento súbito tras el desaire y las bodas finales. Mediante una forma dramática elemental, Cecilia del Nacimiento nos presenta el tema de la unión de la Esposa (el alma) y el Esposo (Cristo), en la línea de la poética de san Juan de la Cruz que ella misma emuló26, muy apropiada para la ocasión, pues se trata de celebrar la profesión de una religiosa, sus desposorios espirituales. Sin embargo, no podemos separar aquí la función doctrinal y moralizadora de la poética, pues estamos ante versos de una altísima calidad literaria, que, según Alonso-Cortés (1944: 145), emulan los de los mejores autos de Valdivielso, Tirso y Calderón. La obra se plantea como una historia de amor humano en la que subyace la alegoría más profunda. El Esposo, según la acotación, “en traje de pastor”, aparece en escena con el Amor divino, “con su arco y aljaba”, en clara alusión al mítico Cupido, aquí cristianizado. Cuenta al público que estando en el “soberano albergue” de su Padre, fue herido por la flecha del Amor, enamorándose perdidamente de una pastora, ante cuya puerta se halla: 31 De la lírica a la escena En un cabello enlazado de una pastora me tienes, que por su cuello esparcido fue poderoso a prenderme27. Herido a su puerta estoy, dirasla, Amor, que si quiere abrir la puerta a su Esposo, que a darla la mano viene. (Díez Cerón, 1971: 639)28 El pastor pide al Amor que sea él el mensajero de su petición de matrimonio y le exhorta a lanzar la flecha al corazón de la pastora: Esposo Amor Esposo Advierte, si la tiras que al corazón la aciertes. ¿Esa es, Pastor, la joya que robarla [le] pretendes? Por él la daré el mío; dirasla, si le quiere, que troquemos los dos, pues nada en ello se pierde. (640) El Amor despierta a la amada, recriminándole su sueño, pues en el estado de flaqueza en que se encuentra los enemigos le ganarán la batalla29, y comienza a cantarle las maravillas de su Esposo: es el más hermoso, el más rico, el más poderoso, el más sabio... El Amor pierde la paciencia ante el silencio de la Esposa, que, desconcertada, duda de esa llamada: Recordemos sus Liras de la transformación del alma en Dios, de corte sanjuanista, incluso atribuidas al propio santo (Alonso-Cortés, 1944: 113). Para la inspiración de la obra de esta autora en el insigne san Juan de la Cruz, véase Toft (1999, 2000, 2001). El amado se enamora de la amada por el cabello que ondea al aire, en clara referencia bíblica, retomada por San Juan en el Cántico espiritual. “Cautivaste mi corazón, hermana y amada mía, con una sola mirada de tus ojos, con una sola vuelta de tu cabello” (Cantar de los Cantares 4, 9). “En solo aquel cabello / que en mi cuello volar consideraste, / mirástele en mi cuello / y en él preso quedaste, / y en uno de mis ojos te llagaste” (San Juan de la Cruz, 2002: 28). 28 Sigo la transcripción de Díaz Cerón, por ser la más actualizada. 29 Recordemos la doctrina cristiana en lo que se refiere a la conveniencia de la vigilia para vencer las tentaciones. UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 26 ISSN 2340-9029 27 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez Amor 32 De la lírica a la escena Esther Borrego Gutirérrez ¿Quién es el que a esta hora a mi cabaña llama sabiendo que yo estoy en ella retirada? Entre sueño[s] oí (sin duda que soñaba) que un pastor a mi puerta que le abriese esperaba. (642) Finalmente, la Esposa reconoce al Esposo, que, con claras reminiscencias del Cantar de los Cantares, la llama “paloma mía, / querida Esposa amada”30 y le conmina a abrirle la puerta, mostrándose dolido por su tardanza: Esposo Tu amor me tiene preso y estás tan descuidada, dormida y perezosa que aun responder te cansa. (643) Esposa Si con ingratitudes tales finezas pagas, yo haré que se te acuerde. El arco, Amor, dispara. Iré a buscarle y prometo a los cielos, tierra y plantas, animales, aves, montes, a los peces y a las aguas, de no sosegar un punto hasta arrojarme a sus plantas, donde por firme merezca lo que perdí por ingrata. (644) El siguiente personaje, una ingenua pastorcilla que nunca ha tenido amores porque se ha retirado prudentemente de las saetas, entra en escena inmediatamente después de este discurso, y se tumba a dormir mientras su ganado pace. La Esposa aparece mientras la pastora duerme, se lamenta por no haber encontrado al Esposo y por las tribulaciones que ha tenido que sufrir, y despierta a la joven para preguntarle por su amado, del que da las siguientes señas, propias de la poesía de amor humano más sensual y encendida: Pero ella se resiste a salir porque no está vestida, no quiere mancharse los pies si sale descalza, y rechaza al Esposo diciéndole: “Volved a la mañana”. Ante ese desprecio de la Esposa (el alma) al Esposo (Cristo), el Amor no tarda en reaccionar: Amor Esposo De la lírica a la escena La Esposa, herida de amor, reacciona y siente una mudanza súbita. Corre y grita tras el Esposo, pero en vano. Entonces decide recorrer todos los caminos hasta encontrarle, en clara alusión a los versos del Cántico espiritual31: ¿Cómo no me responde y la grandeza alabas de tu Esposo, pues es tan digno de alabanza? Responde la Esposa, desde dentro, como que está en la cabaña. Esposa 33 Esposa Blanco y colorado es, a quien el carmín y el nácar, corales, armiño y nieve, con su hermosura no igualan. Blanca y esparcida frente, hendida y roja la barba, labios que el coral afrentan, “Paloma mía, que te escondes en las grietas de las rocas, en las hendiduras de las montañas, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz; pues tu voz es placentera y hermoso tu semblante” (Cantar de los Cantares 2, 14). “¿Adónde te escondiste, / amado, y me dejaste con gemido? / Como el ciervo huiste, / habiéndome herido; / salí tras ti, clamando, y eras ido. / Pastores, los que fuerdes / allá por las majadas al otero, / si por ventura vierdes / a aquel que yo más quiero, / decidle que adolezco, peno y muero. / Buscando mis amores, / iré por esos montes y riberas; / ni cogeré las flores, / ni temeré las fieras, / y pasaré los fuertes y fronteras” (san Juan de la Cruz, 2002: 7-9). UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 El Amor divino dispara su arco y vase con el Esposo. (643) 30 ISSN 2340-9029 31 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 34 De la lírica a la escena diente que el marfil agravian. Ojos blandos y amorosos, que con solo mirar basta[n] para matar y dar vida que a un tiempo dan vida y matan. Crespo el pelo hasta los hombros, esparcido en las espaldas, de quien envidioso el oro su perfecto color saca. Manos blancas y amorosas, tan liberales y francas que por dar, se da a sí mismo. (646)32 Tan apasionada descripción provoca en la pastora un sentimiento extraño para ella (“No sé qué siento en el alma”), que será la chispa para el clímax, si así pudiera llamarse, de la pieza. La Esposa, desesperada, se va a buscarle a otros lugares, despidiéndose de la dulce pastora, quien, una vez sola, no puede evitar reconocer que se ha enamorado solo por oír, tópico que arranca de la patrística pero que tiene una larga tradición literaria (648)33. La pastora sale de la escena y aparecen, uno por cada lado, el Esposo y la Esposa, mostrándose doloridos por la ausencia mutua: Esposo Esther Borrego Gutirérrez De mi amada pastora me causa, amor, la ausencia, 35 De la lírica a la escena tormento y soledad. ¡Mal quien ama sosiega! [...] Esposa ¡Ay dueño del alma mía! ¿Cuándo cesará el rigor de aquella penosa ausencia que mi sueño os mereció? [...] ¿Cuándo un alma y una vida, un querer y un corazón habrá entre los dos, y cuándo me abrasará vuestro amor? (649) Esposo Esposa Esposo Esposa ¡Oh cara prenda mía! ¿Por qué turbada llegas a gozar en mis brazos lo que tanto deseas? [...] ¡Oh cómo eres hermosa! Señor, tener quisiera una hermosura tal que os agradara en ella. ¿Cómo te va en mis brazos? Señor, como el que llega al puerto deseado después de la tormenta. (651) Es el Amor el primero que ve a la Esposa y el encuentro no puede ser más efusivo: el diálogo retoma los motivos bíblicos del Cantar de los Cantares (“Yo soy, paloma mía, / Esposa amada, llega”), el esposo perdona a la Esposa su ofensa y, ante su postración, le ofrece los brazos: La belleza del amado es resumida en el Cántico espiritual con estos bellísimos versos: “Mil gracias derramando, / pasó por estos sotos con presura/ e yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de hermosura” (san Juan de la Cruz, 2002: 11). 33 Para este asunto, remito al brillante estudio de Ynduráin (1983), que desarrolla una trayectoria desde la patrística hasta la literatura de los siglos de oro, con selectos testimonios, entre los que se encuentra esta conocida cita de El Quijote (II, 9): “Tú me harás desesperar, Sancho -dijo don Quijote-. Ven acá, hereje: ¿no te he dicho mil veces que en todos los días de mi vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene de hermosa y discreta?”. Tras los desposorios, en los que el Esposo le entrega un anillo a la Esposa, en sustitución de la espina y el clavo (en clara alusión a la pasión), el Esposo exhorta a su Amada a descansar, en metáfora de la muerte, que para el alma santa es liberación verdadera y unión con su Amado. La obra se cierra con la aparición del Amor, personaje que ha actuado de guía de los demás y que exulta grandiosamente por haber cumplido su función: UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 32 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Esther Borrego Gutirérrez 36 De la lírica a la escena Esther Borrego Gutirérrez 37 De la lírica a la escena Amor Imposibles allano por grandes que parezcan, omnipotente soy. Esposo Grande es, amor, tu fuerza34. Corre el Amor una cortina, y da fin, diciendo: Amor Esos dulces lazos que agora gozas, por un siglo te enlacen, bella pastora. (653) del amor divino y desplegar esa vocación por la escritura que una madre excepcional supo inculcarles. Ya es hora de afrontar la edición crítica completa de este riquísimo corpus literario. Este cierre, inequívocamente didáctico, también nos da idea de un detalle escenográfico: la utilización de una cortina. No le ha faltado a la pieza, ateniéndonos a la escasa información proporcionada, un cierto armazón decorativo, pues al principio se habla de la cabaña donde está la pastora. Ocurre lo mismo con el vestuario, pues aunque es elemental, sí se apuntan los trajes de pastores de los tres personajes humanos, mientras que del alegórico, el Amor, solo se dice que lleva flechas y aljaba. Por otra parte, es obvio que las actrices serían las propias carmelitas y que esos aderezos irían sobre el hábito. En todo caso, es evidente el interés por dotar a la representación de signos inequívocos de teatralidad. Referencias bibliográficas Frente a las fiestas escritas por la Madre María, más ceñida a “la tradición del teatro ingenuo, popularísimo, que desde Juan del Enzina había causado tanto agrado al público español” (Alonso-Cortés, 1944: 155), esta Festecica... de la Madre Cecilia resulta de índole más literaria y, aunque deja ver signos del teatro popular de su tiempo, mantiene los motivos místicos de su poesía más selecta, inspirados en san Juan de la Cruz y en los mismos libros bíblicos. Obra poética, obra dramática... Por caminos más selectos o más cercanos a las fuentes populares, en el caso de estas dos carmelitas, tanto la poesía como el teatro responden a un doble motivo: mostrar las maravillas 34 Alusión indirecta al conocido verso de las Bucólicas de Virgilio: “omnia vincit Amor”, pero también a las palabras de san Pablo sobre el amor: “El amor jamás se extingue” [...] Permaneced en estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor” (Corintios 13, 8-13). UNED. REI, 2 (2014), pp. 11-40 ISSN 2340-9029 Recibido: 29/03/2014 Aceptado: 04/07/2014 Alonso-Cortés, Blanca (1944), Dos monjas vallisoletanas poetisas, Valladolid: Imprenta Castellana35. Álvarez, Tomás (1992), “19 sonetos de una poetisa desconocida. La carmelita Ana de la Trinidad, del Carmelo de Calahorra”, Monte Carmelo, 2, pp. 241249. Andrés de la Encarnación (1993), Memorias historiales, ed. de M.R. Domínguez, M.L. García, M.J. Mancho y J. Prieto, Salamanca: Junta de Castilla y León, 3 vols. 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Sus ocasionales muestras de realismo y humor barrocos otorgan a su obra un rasgo de originalidad. PALABRAS CLAVE: Francisca de Santa Teresa (1654-1709), literatura conventual, misticismo, teatralidad, siglo XVII. El presente trabajo se inscribe en el proyecto La construcción de la santidad femenina y el discurso visionario (siglos XV-XVII): Análisis y recuperación de la escritura conventual (MINECO FFI2012-32073). Agradezco a su directora, Rebeca Sanmartín Bastida, la revisión y coordinación de este breve monográfico. 1 DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.12001 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 44 La reescritura del discurso místico THE RECONSTRUCTION OF THE FEMININE MYSTICAL DISCOURSE IN SOR FRANCISCA DE SANTA TERESA’S CORPUS ABSTRACT: This article studies the traces, in the last years of the Baroque period, of feminine mystical discourse in the theatre and the poetry of the Trinitarian nun, Francisca de Santa Teresa, which exemplifies the considerable influence of mysticism on female religious from the early Middle Ages onward. This writer’s representation of saintliness includes such recognisable themes as the suffering caused by fasting and ascetism, Christ’s body and blood as divine foods, and the mystical rapture of the Soul in her union with God. Occasional flashes of Baroque realism and humour make her work uniquely original. KEY WORDS: Francisca de Santa Teresa (1654-1709), conventual literature, mysticism, theatricality, 17th century. M. Carmen Alarcón Román 45 La reescritura del discurso místico mantenido bajo la atenta mirada de la censura eclesiástica3 y de la Inquisición, a veces con graves consecuencias, como demuestra el proceso inquisitorial de sor Luisa de la Ascensión, la célebre religiosa visionaria conocida como “la monja de Carrión”. Recientemente, el discurso visionario en relación con la experiencia mística y la construcción de la santidad desde finales de la Edad Media ha experimentado una particular atención, como demuestran las últimas publicaciones y el proyecto que lleva a cabo en la actualidad Rebeca Sanmartín. Si el siglo XVI contempló la plenitud del misticismo vivencial y literario, en el Barroco la corriente entró en decadencia, pues, en palabras de Sánchez Lora (1988: 231), “una de las teas para la aniquilación la ofreció la meditación realista” 4. En todo caso, en las postrimerías del siglo XVII todavía pueden rastrearse sus ecos en los escritos de muchas religiosas, quienes, aun no habiendo vivido episodios místicos ni habiendo experimentado visiones divinas, repiten, por imitación, los modelos de sus lecturas, ya sean los textos de santa Teresa y san Juan de la Cruz o los escritos hagiográficos, que alcanzaron gran auge en la época. De esta forma, se habría ido pasando progresivamente de la “mística experiencial” a la “mística libraria” 5 de dichas religiosas (Andrés Martín, 1975: 51), quienes, Entre la multitud de trabajos sobre autoras conventuales citaremos, a modo de ejemplos recientes, la edición de la autobiografía de sor Inés de la Encarnación (1564-1634) realizada por Eleanor Marsh (2012), así como el estudio de Clara E. Herrera sobre las místicas de Nueva Granada (2013). Como bien explica Sonja Herpoel, “cualquier desviación de la norma, por más mínima que sea, despierta casi automáticamente el recelo de autoridades, ansiosos por preservar la ortodoxia de la fe y detectar cuanto antes posibles gérmenes de herejía. Beatas, pero en ocasiones también conventuales, son sospechadas de atentados deliberados contra la religión. Como lo reflejan los incesantes procesos, el tribunal de la Inquisición no tardará en castigar severamente la loca presunción de todas aquellas representantes del sexo débil que se precian de entrar en contacto con la divinidad” (1998: 799). Esta desconfianza hacia la espiritualidad femenina se produce ya en los inicios de los movimientos místicos y visionarios en Europa en torno al siglo XIII, como prueban tantos casos de “mujer vigilada” (Sanmartín Bastida, 2012: 37-82). 4 El autor, sin embargo, no comparte la idea de decadencia en este sentido, ya que “el Barroco se define, en gran parte, por una constante, deliberada y fatal violación estructural de la norma renacentista. No se rechaza el modelo, que será vigoroso durante todo el siglo XVII, sino que se desarrolla una contradicción, que parece insuperable, entre dicha norma y la práctica a ella referida” (Sánchez Lora, 1988: 231). 5 Cf. Sánchez Lora, quien afirma que “por naturaleza, la mística que no descansa en la experiencia no es mística” (1988: 238). UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 3 C omo es bien sabido, durante el Siglo de Oro el espacio conventual significó un refugio para el desarrollo de las dotes intelectuales de muchas mujeres, especialmente en el ámbito literario. Multitud de cartas, autobiografías, poemas, piezas teatrales, etc., han salido a la luz en las últimas décadas para unirse a los textos ya conocidos2. En ellos prima un determinado concepto de religiosidad y santidad femeninos, 2 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 46 La reescritura del discurso místico llevadas por un profundo fervor religioso y un intenso deslumbramiento ante las grandes personalidades, intentan trasladar a sus escritos la impronta de esta corriente espiritual. Este podría ser el caso de sor Francisca de Santa Teresa (1654-1709) 6, monja en el convento de trinitarias descalzas de Madrid, pues, aunque, en sentido estricto, no se encuentra entre las religiosas místicas ni visionarias, parte de su obra puede entenderse dentro del ámbito del ascetismo-misticismo literario. La lectura de sus textos nos ofrece una representación de la santidad que muestra ciertas huellas del discurso visionario que, como ilustra Rebeca Sanmartín, desde finales del siglo XII hasta principios del XVI constituye el contexto común de muchas religiosas europeas. Temas y motivos como el padecimiento por el ayuno y la enfermedad, la eucaristía como alimento espiritual, la sangre de Cristo como bebida que sacia o el éxtasis místico tras el desposorio divino, aparecen en sus versos de una u otra manera, en ocasiones con una perspectiva crítica y realista propia de su época. Así, la visión barroca que impregna los escritos de sor Francisca le permitirá, por ejemplo, tratar con moderación la cuestión del ayuno e incluir recursos humorísticos al referirse a cuestiones relacionadas con este ejercicio ascético, como la escasez de alimentos en su comunidad. M. Carmen Alarcón Román No obstante, también los brotes visionarios afectaban a los hombres, seguramente por las posibilidades de “empoderamiento” que ofrecían. Así lo explica Enrique González Duro: En definitiva, fueron las necesidades ilusorias del pueblo, de la nobleza y hasta del rey, en un tiempo de crisis, las que provocaron la proliferación de estas figuras santas, que actuaban de acuerdo con las pautas tradicionales del modelo hagiográfico de las vidas de santos tan difundidas por entonces y que eran veneradas por el cumplimiento de una función social tenida por tan necesaria. Pero también proliferó el tipo del pícaro milagrero, simulador de santidad, que explotaba la excesiva credulidad de la gente y la fe ciega de los que querían que exigiesen portentos. Muchas veces un 6 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 La reescritura del discurso místico casos aislados de picaresca y los grandes escándalos, como el protagonizado por el convento de San Plácido en Madrid en la década de los veinte, que necesitaron de la investigación inquisitorial 7. Margarita Nelken ya había aludido a este fenómeno en su estudio clásico sobre las escritoras españolas. Al hablar de los dos modos de vida existentes en el Siglo de Oro para “superar la vida”, distingue entre la entrega apasionada a ella o “tipo del conquistador”, y la renuncia exaltada de la misma, correspondiente al “tipo del místico”. Este segundo camino es el elegido mayoritariamente por las mujeres, quienes, en su afán por alcanzar dicha renuncia, buscan desprenderse de la materia de prestigiosos modos particulares. Ello explica el auge de las escritoras místicas auriseculares, pero, al mismo tiempo, el surgimiento de una corriente paralela, compuesta por un “crecido número de “falsas místicas”, visionarias, cuando no herejes, arrastradas por su pasión fuera de los límites señalados por la Iglesia” (Nelken, 1930: 51-52). En este sentido, debemos empezar recordando que la corriente mística trajo consigo un problema que se vio acentuado sobre todo en el siglo XVII al producirse la decadencia del movimiento. El intenso pulular de falsos beatos, santos, místicos y visionarios y sus versiones femeninas dio lugar a un fenómeno ampliamente extendido en la época, el pseudomisticismo, que oscilaba entre los Sor Francisca es autora de una colección de 11 piezas dramáticas y 81 composiciones líricas recogidas en un manuscrito conservado en el archivo conventual: Poesías de la madre sor Francisca de Santa Teresa, religiosa trinitaria descalza en la villa de Madrid, sujeto de ejemplarísima virtud, la que premió el cielo con su feliz muerte el día 7 de abril del año 1709. Existe una copia parcial de dicho manuscrito en la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, fechada en 1840 (ms. 233). Véanse los trabajos que hemos publicado sobre la autora y su obra (Alarcón Román, 2000, 2002, 2008a, 2008b, en prensa; Francisca de Santa Teresa, 2007). 47 Para el proceso inquisitorial contra los sucesos del convento de la Encarnación Benita, más conocido como San Plácido, véase el extenso estudio de González Duro (2004). El escándalo surge del conocimiento de los escarceos eróticos entre el prior del convento y las religiosas basadas en la supuesta santidad de aquel, así como de una serie de supuestas posesiones diabólicas que siguieron a estos comportamientos. Recientemente, Laura Muñoz Pérez (2013) ha presentado una tesis sobre este tema. 7 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 48 La reescritura del discurso místico pícaro fingía santidad para sacar beneficios particulares, y tener por cierta la comida. (2004:12)8 En un mundo en el que lo teatral teñía casi todos los aspectos de la vida pública e incluso privada, las vivencias espirituales reflejadas en las autobiografías y otros escritos de las religiosas muestran una serie de experiencias (visiones, levitaciones, bilocaciones, estado de trance o éxtasis…) que contribuyen en gran medida a esa atmósfera de imperante teatralidad. A imitación de dichas vivencias, los pseudomísticos adoptan una serie de gestos para conseguir fama de santos, una imagen de beatitud que podía resultar un engaño eficaz. Sor Francisca, tal vez acostumbrada a oír hablar de estos fraudes, parece conocer bien este fenómeno de simulada santidad. Así, en uno de sus coloquios, el Discurso Humano, enemigo del Alma, pretende persuadir a esta de que afronte los innumerables trabajos de la vida religiosa sin cometer excesos. Este personaje protagoniza una intervención en la que percibimos un tono satírico con el que se ridiculiza la “puesta en escena” de la que hacían gala los llamados pseudomísticos: Alma mía, no te mates; sin que tanto te maltrates serás buena religiosa; no ha de ser siendo enfadosa a ti misma y a los prójimos. Los auxilios están próximos y no solo vinculados para los atiriciados, que así llamo yo a los místicos. De mortificarse tísicos se ponen; con los ayunos a todos son importunos; quieren infundir respeto con un afligido aspecto: M. Carmen Alarcón Román 49 La reescritura del discurso místico las acciones muy pausadas, las pestañas anudadas, la voz no es vista ni oída, la cabeza algo torcida, la risa, poquito a poco, por parecer santo, es loco. ¿A estos quieres imitar y te quieres maltratar?9 A través de estos versos advertimos que, para sor Francisca, la imagen del santo distaba mucho de la que aquí critica el Discurso Humano. Es el ejemplo que, precisamente, las religiosas no deben seguir, pues corren el riesgo de incurrir en falta de autenticidad a la hora de manifestar sus íntimas experiencias espirituales. La mortificación debe servir para alcanzar la fortaleza espiritual necesaria para llegar a Dios, pero no puede convertirse en un cúmulo de signos exteriores de aparente sufrimiento cuyo efecto no sea otro que el de provocar la risa, como ocurre con los “atiriciados” (es decir, tan demacrados por sus penitencias que parecen tener ictericia) y “tísicos” de aspecto tan poco saludable. Por su exceso, tampoco resultan creíbles ese “afligido aspecto”, la mirada perdida, los gestos lentos y la voz casi imperceptible o “la cabeza algo torcida”. Frente al hiperbólico histrionismo de estos personajes, que poco o nada tienen que ver con el verdadero místico, sor Francisca prefiere fijarse en la sencilla santidad que ella observa en algunas de sus compañeras de claustro, anónimas para el mundo exterior. La enfermedad, la pobreza, el hambre, la abnegada asistencia a sus compañeras en momentos de dificultad… son comportamientos virtuosos que admira profundamente, como el de aquella religiosa, la madre Casilda que, mientras que ella se encontraba enferma en cierta ocasión, la velaba maternalmente día y noche sin descanso, cosiendo casi a oscuras para no despertarla durante su convalecencia10. Por dos veces citará, E l autor se basa en el estudio del fenómeno del “pícaro milagrero” de Sánchez Lora, para quien “el pícaro no repugna la religión como acomodo”. Existió también el modelo de “pícara beata”, denostada ampliamente por los censores de la época (Sánchez Lora, 1988: 351-357). Coloquio espiritual a las finezas de Amor Divino. A la profesión de sor Mariana de Jesús, compañera de la autora, ff. 60vº-61rº. 10 “Siendo obligación antigua que escribamos todas versos el día de la Santa Cruz de mayo, y habiéndome mandado nuestra madre escribiésemos largo, y sobre mi enfermedad”, ff. 240vº-246rº. UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 9 8 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 50 La reescritura del discurso místico además, a una religiosa conocida como la “Santa Portuguesa” o “Gran Portuguesa”, ejemplo de callada resignación ante el sufrimiento, cuya conmovedora historia conocía bien sor Francisca y que quedó recogida más tarde en las biografías conventuales11: La hermana María Manuela de la Concepción (conocida hasta hoy con el renombre de la Santa Portuguesa) había nacido en Lisboa de padres cristianos viejos y de piadosas costumbres […] saliendo a arrojar un poco de agua a un patio que estaba lleno de nieve, resbaló y cayó en ella y, cumpliendo Dios su fervoroso deseo y aceptando la ofrenda que le había hecho, la dejó allí tan tullida que no pudo volver a levantarse ni moverse, y de allí la llevaron en brazos a enfermería y la pusieron en la cama, donde se mantuvo cinco años sin poder moverse por sí a nada. Los dos años primeros movía la mano derecha un poco, después ni aún esta y, al meterla en la cama, por inadvertencia se le quedó un pie torcido y así le tuvo los cinco años sin podérsele enderezar. Aquí dio los últimos ejemplos de su sufrimiento y paciencia a imitación del santo Job. (Francisco de Jesús, 1762: 250)12 La propia sor Francisca sufrió también una caída accidental y, al componer el poema que trata de esta circunstancia, parece que quisiese imitar en su padecimiento a la madre María Manuela de la Concepción. Según nos relata, casi agonizante y creyendo su muerte cercana (“A medianoche el Esposo / a mis viles puertas llama”), vivió el que pudo ser el momento espiritualmente más intenso de su vida, “Y pues es este festejo / una tradición antigua / de aquella Gran Portuguesa / de esta perfecta familia, / y heredera de su nombre / me hizo mi suerte y mi dicha, / de sus virtudes sea, / excepto de lo tullida” (Coloquio al Nacimiento de Nuestro Salvador, de gitanillas, f.125rº); “Y quisiera festejarla / con excesiva fineza, / y que en alegres ternuras / el alma se deshiciera, / por ser tradición antigua / de aquella Gran Portuguesa, / de quien, salvo de lo tullida, / deseo ser heredera” (Coloquio para la víspera de la Nochebuena. Año 1706, f. 87vº). 12 “Elogio de la Hermana María Manuela de la Concepción” (Francisco de Jesús, 1762: 236). Esta religiosa, de origen portugués, ingresó en el convento el 20 de mayo de 1626 y profesó el 4 de julio de1627 (Libro…, 15-16). Muere el 26 de diciembre de 1669 (“Catálogo de las religiosas que han florecido en este observantísimo convento […]”, (Francisco de Jesús, 1762, s. p., entrada 32). 11 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 51 La reescritura del discurso místico asistida en todo momento por sus compañeras, a las que contempla como las vírgenes evangélicas que esperan al Esposo con sus lámparas de aceite encendidas (Mateo 25, 1-13). Probablemente, las “antorchas” a las que se refiere fuesen reales y sirviesen para iluminar la celda de sor Francisca en la penumbra de la madrugada, pero para la autora significan el fuego divino que la llama y la abrasa. Para sor Francisca, que focaliza especialmente la vía ascética previa a la mística, la resignación ante el padecimiento físico es condición indispensable para lograr la perfección espiritual, pues se relaciona con la imitación de Cristo en su Pasión y de los santos mártires13. Más aún, el sufrimiento es algo intensamente anhelado, pues las mortificaciones purifican el alma y agradan al Señor, cumpliéndose así la vía purgativa propia del pensamiento ascético, necesaria para emprender el camino hacia la divinidad. El desprecio del cuerpo, en este caso, debe ser relativizado, pues también constituye un instrumento para alcanzar el ansiado objetivo. Como afirma Sanmartín (2012: 192), […] el castigo del cuerpo o el deseo de padecimiento físico no se relaciona tanto con una concepción dualista cuerpo/ alma, sino con una continuidad que refleja externamente las experiencias internas, y así, la tortura de cuerpo no implica siempre un rechazo de este, sino una elevación que lo convierte en medio de acceso a lo divino. Ni la misma muerte que implica la separación definitiva de los placeres mundanales puede compararse con ese padecer que, paradójicamente, resulta gozoso. Sufrir se convierte en una experiencia dichosa que contiene en sí misma la felicidad, pues se alcanza el bien supremo de la posesión divina. Estos preceptos parten de un pasaje del capítulo 40 del Libro de la Vida, a propósito de una ocasión en que la religiosa carmelita se encontraba enferma con molestos dolores: Esta que digo, estando en esta pena, me apareció el Señor y regaló mucho, y me dijo que hiciese yo estas cosas por 13 Véase el apartado “El cuerpo sufriente” en Sanmartín Bastida (2012: 192-208). UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 52 La reescritura del discurso místico amor de Él y lo pasase, que era menester ahora mi vida. Y ansí me parece que nunca me vi en pena después que estoy determinada a servir con todas mis fuerzas a este Señor y consolador mío, que aunque me dejava un poco padecer, no me consolava, de manera que no haga nada en desear travajos. Y ansí ahora no me parece hay para qué vivir sino para esto, y lo que más de voluntad pido a Dios. Dígale algunas veces con toda ella: “Señor, u morir u padecer; no os pido otra cosa para mí”. (Teresa de Jesús, 1997: 227-228) Este fragmento le inspirará a nuestra autora el poema “Sobre cuál es más fineza de amor, desear morir o padecer por el amado”, que glosa las últimas palabras de la santa abulense: Más suave fuera morir, pero mejor padecer, si se logra en el vivir el dar gusto a un buen querer. Es el trofeo de Amor hacer gloria el sufrimiento y es respirar del ardor el tolerar el aliento. El padecer y gozar contrarios efectos son y las penas del amar hacen de unirlos blasón. Morir termina el tormento, los trabajos, el ausencia; el vivir es vencimiento que acrisola la dolencia. Dulces afanes y anhelos apetece Amor constante y, suspirando a los cielos, clama firme, gime amante. Descansar en el Amado que es el morir no se duda; vivir en lo resignado estrecho lazo le anuda. Gozar de sus perfecciones UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 53 La reescritura del discurso místico es todo el fin de la Esposa y servirle en las prisiones, fineza más valerosa. “O morir o padecer” la gran Doctora decía, porque en su divino arder a no penar, no vivía. Como en llama de amor fuerte estaba Teresa herida, cada gozo era una muerte y cada pena, una vida. Al recibir los favores Javier dijo: “Señor, basta”. Perlas vierte por dolores, que en oro de amor engasta. Quien muere del que ama goza quien vive por Él padece, allí descansa y reposa, aquí trabaja y merece. Luego el Alma enamorada resigne la voluntad, pene esta larga jornada y mire a la Eternidad. (ff. 237rº-237vº) Según el poema, que se despega de la ascética para abordar ya la mística, la vida religiosa ha de basarse en el padecimiento amoroso que agrada a Dios, pues solo así se consigue la salvación en la eternidad. Ese padecer en vida es más valioso incluso que la propia muerte. En los versos destaca el tono expositivo-argumentativo y aleccionador, reflejado en el uso de la modalidad enunciativa, las oraciones copulativas, la tercera persona y el presente de indicativo. Solo en la cuarteta final percibimos el cambio a la función apelativa (modalidad exhortativa, imperativos), a través de la cual la autora expresa cuál es la conclusión obligatoria que se desprende del discurso dogmático de las estrofas anteriores. Todo el poema se halla invadido de las distintas formas de expresión de esa dualidad: el gozar es la muerte, el padecer es la vida. Así, todo lo que resulta negativo y rechazable desde UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 54 La reescritura del discurso místico el punto de vista humano se carga de positividad gracias a los potenciales traslaticios de la poética religiosa. De esta manera, “el padecer”, “el sufrimiento”, “las penas”, “el tormento”, “los trabajos”, “la dolencia”, los “afanes y anhelos”, “lo resignado”, “las prisiones”, “los dolores”…, agradan a Dios y, por eso, casan lingüísticamente con “mejor”, “dar gusto”, “trofeo”, “gloria”, “acrisola”, “dulces”, “vivir”, “vida”, “Amor”, “perlas”, “merece”, “Eternidad”. Como decíamos, el poema se cifra en esa doble ecuación en que los padecimientos de la vida perfeccionan el alma y agradan a Dios, mientras que el gozo e incluso la muerte, que elimina el sufrir, disminuyen las perfecciones espirituales. Sin embargo, la disyuntiva se resuelve en la paradoja que conlleva todo amor divino: el padecer por Dios en sí mismo es gozoso. Si los sufrimientos causados por la enfermedad y la postración pueden conducir a la santificación del alma e incluso otorgarle vuelos místicos (caso de santa Teresa), también ayuda el procedimiento del ayuno, el cual es asumido como un vehículo de mortificación gracias al cual el alma obtendrá el preciado fruto de la pureza espiritual. Como recuerda Mª Ángeles Pérez Samper, dos de los preceptos de la Iglesia Católica, como el ayuno y la abstinencia, fueron seguidos de forma radical en las órdenes religiosas, especialmente en las femeninas, las cuales “llevaron al extremo la negación del cuerpo, en su camino hacia el ideal de santidad” (1998-2000: 33). Precisamente, el ayuno será un componente que potencie la mística: en palabras de Sanmartín Bastida, “en la mística femenina el ayuno será un elemento central junto con la devoción por la eucaristía”, el cual ayuda a las religiosas a lograr el éxtasis divino, pues “implica un deseo de trascender el cuerpo (sus impulsos y materialidad) para alcanzar una pureza no corpórea” (2012: 209 & 210). De hecho, muchas visionarias ejercieron el ayuno intensamente con este fin, a veces con graves consecuencias para la salud, como la anorexia, la pérdida de la menstruación, etc. El ayuno se considera una abstinencia que se concibe como preparación para el verdadero alimento de Cristo: la eucaristía, y que, no cabe duda, tenía su halo de prestigio: el ayuno extremo era una UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 55 La reescritura del discurso místico marca de santidad, tanto en hombres como en mujeres, y, como tal, será practicado por muchas que desean transformarse en santas. (212)14 Entre las trinitarias, como en otras comunidades, el ayuno era un voto obligado para las monjas, quienes lo asumían como práctica cotidiana de la vida religiosa. El problema surgía cuando dicho ayuno se hacía involuntario y extremo, debido a la situación de crisis y decadencia durante la segunda mitad del siglo XVII, que mermaba los recursos básicos de la comunidad, especialmente la alimentación. Las rentas del patronazgo conventual, ejercido por el marquesado de La Laguna, procedían de Portugal, pero las luchas independentistas favorecían que los pagos se retrasasen o que, simplemente, no llegaran a las arcas conventuales. Si durante la Edad Media, “en la vida religiosa de nuestras visionarias la comida se convertirá en una preocupación obsesiva” (Sanmartín Bastida, 2012: 211), por el rechazo de la alimentación material, en la comunidad trinitaria es tal la carestía en algunas ocasiones que las referencias gastronómicas llegan a convertirse también en una obsesión, pero en sentido contrario, pues en este punto prima la mentalidad práctica y realista de sor Francisca, quien, en sus labores de provisora, durante periodos de gran dificultad debe enfrentarse al problema de proporcionar comida suficiente a sus compañeras, distribuyéndolas de la forma más equitativa posible, como ya le ocurrió anteriormente a sor Marcela de San Félix (Barbeito Carneiro, 1982; Alarcón Román, 2014: 353-355)15. Heredera También para María Luengo, “la abstinencia es una marca externa de santidad y por lo tanto una manera de visibilizar la espiritualidad de la religiosa”. Asimismo, según la autora, “en la obra de muchas el ayuno es también un paso que acerca a la visionaria a la contemplación de la divinidad y facilita la unión de esta con Dios. Los largos ayunos a los que se sometían las religiosas eran únicamente perdonados durante la comunión que para muchas, como lo fue para sor Juana, llegó a ser una práctica diaria” (Luengo Balbás, 2012: 225). 15 Mª Leticia Sánchez Hernández, al estudiar la alimentación en el monasterio de la Encarnación a través de las cartas de sor Mariana de San José, se hace eco de este problema, prueba de que otras comunidades también lo sufrieron: “El déficit alimenticio no sobreviene porque sea una dieta pobre, sino por la escasez de alimentos causada por las penurias económicas, de la que tampoco estuvieron exentos los conventos de fundación real” (Sánchez Hernández, 2011: 99). 14 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 56 La reescritura del discurso místico del pensamiento barroco, sor Francisca recurrirá frecuentemente al humor y a la sátira para atenuar ante sus compañeras los continuos reveses de la economía doméstica, por ejemplo en sus alusiones al chocolate, que, donado por unos y por otros, nunca faltaba en las celebraciones conventuales16. En el Coloquio para la Noche del Infante. Año de 1708, el Fervor y el Entendimiento dialogan sobre el alimento divino e, inesperadamente, el primero solicita comer para evitar la “flaqueza” y el “flato”. Ante la sorpresa del Entendimiento, que no reconoce al Fervor “tan dado a lo humano”, este responderá: Es que hay Fervor malo y bueno y el comer es cosa santa. Si no como, descaezco y dejo de ser Fervor. (f. 102 rº) Estas declaraciones de realista sensatez conviven, no obstante, con el concepto de la suficiencia del alimento divino para nutrir al Alma. En el Coloquio para la profesión de sor Rosa de Santa María, compañera de la autora, la Mentira critica la escasez de alimentos a la que tendrá que enfrentarse el Alma durante el camino que se dispone a tomar. Su contrincante dialéctica, la Constancia, responderá que “su principal alimento / será el maná de la gloria”, pero la Mentira insistirá: “Gustando solo el maná, /¿quién la dice, mi señora, / no ha habido, y es notorio, /quien suspire por las ollas?”. En otro lugar, ante las quejas del Mundo por los inconvenientes de la vida en clausura, la Alegría dirá: “El ayunar por Dios es evidencia: / alimento es del Alma, son regalos” 17. Sin embargo, a sor Rosa de Santa María le deseará, al final del coloquio compuesto con motivo de su profesión, que logre ser “santa M. Carmen Alarcón Román Ello no impide, por otro lado, que en sus dos poemas sacramentales refleje, en clave mística, la consideración de la eucaristía como auténtico alimento, el espiritual. Desde la Edad Media, muchas religiosas y visionarias experimentaron o creyeron experimentar “éxtasis eucarísticos” al tomar la comunión, lo cual les impulsaba a desear comulgar continuamente y a aborrecer los alimentos materiales, que no consideraban necesarios para la subsistencia, produciéndose situaciones extremas y cometiéndose abundantes excesos al respecto19. La eucaristía es “verdadera comida”, el “pan” necesario para alimentar el alma, cuya fe llega ciega, “sin vista”, a la mesa divina20. Asimismo, la imagen del costado de Cristo que sacia la sed con su sangre (“bebida verdadera”), habitual entre las místicas (Sanmartín Bastida, 2012: 218), la recoge también sor Francisca. Siguiendo la tradición de la iconografía cristiana, Cristo aparece bajo el símbolo del pelícano, que rasga mortalmente su pecho para alimentar a sus crías 21. Desde la cruz invoca a sus hijas para que acudan a la fuente divina: “Venid, pues, a mi costado, / que mi Amor, en sangre y agua, / ha de saciar vuestra sed, /ha de aumentaros la gracia”. 22 Observando el fervor de una compañera mientras oraba ante un crucificado, percibe en el deseo por beber la sangre de Cris Coloquio para la profesión de sor Rosa de Santa María, compañera de la autora, f. 17rº. 19 Véase el apartado “La cena que enamora” en Sanmartín Bastida (2012: 227 -240). 20 “Al Santísimo Sacramento”; “Otro al Santísimo Sacramento”. La recreación en el alimento divino se encuentra en las composiciones ascético-místicas de otras religiosas, como en uno de los sonetos de Cecilia del Nacimiento: “¡Oh pan de mis sustancia que me alientas!, / no hay a mi paladar alguna cosa / como el bocado tuyo deleitosa, / que en tu gusto mis gustos apacientas” (1971: 596.) 21 “Después de puestos los espejos, que se cantó en recreación a su divina Majestad, y después, en recreación, lo siguiente”, f. 175rº. 22 “Repartiendo a las esposas estampas del Santísimo Cristo de la Piedad”, ff. 18 238rº-238vº. UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 La reescritura del discurso místico sin ayuno” 18. Estos ejemplos reflejan la visión moderada de la autora en la concepción del ayuno como camino hacia el logro de la santidad. “De don Chocolate digo / sin el cual nada alboroza” (“A la festividad de Nuestra Señora de las Mercedes, en su Convento de Mercedarias”, f. 284vº); “lo primero, chocolate, / que es el estandarte nuestro” (“Al Santísimo Cristo el primer año que dejó de rezar de la Espina, porque, aunque la hay en casa, no se hallaba el privilegio”, f. 269rº). 17 Coloquio para representar en la profesión de sor Ángela María de San José, f. 140vº. 16 57 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 58 La reescritura del discurso místico to: “¡Cuánto afectuosa se rinde! / Subir al costado anhela, / para beber en carmín /maná de nácar y néctar” 23. En la obra de la trinitaria madrileña se percibe un continuo deseo de alcanzar la perfección espiritual. La lectura de los textos de santa Teresa y san Juan muestra su interés por unos modelos que le guiarán en la construcción de la santidad que ha de perseguir toda religiosa24. Sin embargo, sor Francisca se sabe imperfecta en su condición humana y, a menudo, deberá enfrentarse a una de sus máximas preocupaciones, la tibieza espiritual. En su autobiografía espiritual en verso (“Asomada estaba el Alma”) se contempla a sí misma en esa continua lucha con las pasiones mundanas, a las que a veces confiesa haber sucumbido. Del mismo modo, en el poema “Reparando en un girasol del jardín”, la humilde planta se transforma para ella en símbolo y lección de constancia por su incansable persecución del objetivo deseado, el sol (Alarcón Román, 2014: 349-350)25. Un cierto tono de decepción y frustración puede apreciarse en estas composiciones, tal vez por la incapacidad de la que se culpa para estar a la altura de los modelos que imita y por no haber logrado lo que casi con seguridad constituiría su deseo más íntimo, la experiencia mística26. Es entonces cuando vierte sus anhelos en su escritura y, específicamente, el teatro le otorga la oportunidad de visualizar, a través de la representación del desposorio místico de la novicia, la imagen literaturizada de dicha experiencia. De esta forma, la contemplación “Los demás que se siguen en este soberano Señor son celebrándole sor María Teresa de la Asunción el día que rezamos de la Espina”, ff. 262rº-262vº). 24 La obra de sor Marcela de san Félix bebe de idénticas fuentes. En palabras de Electa Arenal y Georgina Sabat, “reconocemos enseguida las distintas tradiciones poéticas del Cantar de los cantares y del amor cortés y petrarquista, ya fundidas en la poesía de forma más lírica de los carmelitas, sobre todo en las bien conocidas coplas y lira de santa Teresa y de san Juan de la Cruz” (Marcela de San Félix, 1988: 70). 25 Sor Marcela de San Félix escribió un romance “Al jardín del convento” que pudo inspirar el poema de sor Francisca. Como afirma Sanmartín, “las imágenes vegetales eran ya un tópico en la literatura devocional” (2012: 356). 26 Arenal y Sabat reconocen también que “en los romances amorosos de sor Marcela predomina la frustración de la unión mística” (Marcela de San Félix, 1988: 70). 23 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 59 La reescritura del discurso místico en escena del Alma, arrobada en pleno éxtasis ante la unión divina, suple la vivencia auténtica, por lo que podríamos hablar de una metagestualidad o metateatralidad en el sentido del traslado a las tablas de una realidad que ya de por sí se nutre de elementos performativos: la falta de atención a todo lo que no sea la llamada divina, la expresión arrobada, las señales de un gozoso padecer, la sensación de encontrarse ajena al mundo material, la pérdida del sentido auditivo y visual… La profesión, ritual religioso que remite al desposorio divino del Cantar de los cantares y del Cántico espiritual, se convierte en la circunstancia propicia para que sor Francisca, en sus correspondientes coloquios, concentre sus más altos conceptos espirituales y sus vuelos místicos. Gracias a la ficción teatral, en la que ella misma participaba en ocasiones como actriz, la autora puede trasladar sus ansias de elevación al ámbito representativo y así transmitirlas a su comunidad 27. Estas piezas se construyen sobre la trama alegórica del Alma (trasunto de la novicia que está a punto de profesar), que ansía unirse al Amor Divino que la invoca a través de la voz misteriosa de un Ángel o de la Música. Para alcanzar dicha unión, debe enfrentarse a sus enemigos, el Mundo, el Engaño y la Mentira y, al mismo tiempo, someter los sentidos y las potencias (Entendimiento, Voluntad y Memoria) con el fin de alcanzar su objetivo, así como cumplir los votos de pobreza, castidad, obediencia y ayuno. Solo así puede vencer al Mundo, enemigo, que suele salir acompañado de la Mentira o del Engaño. A pesar de que el Mundo intenta una y otra vez ganar para El teatro de sor Francisca era de índole privada y conventual, pues eran las religiosas, especialmente las novicias, las encargadas de poner en escena las obras. Aunque no disponemos de otros documentos que así lo confirmen, en sus textos existen referencias que nos hacen pensar en la probabilidad de que sor Francisca desempeñase ciertos papeles en sus propias obras. Por ejemplo, al final del Coloquio para la Noche del Infante del año 1708, en la despedida del auditorio (f. 117rº), aparece el personaje de la Memoria desdoblado en la figura de una monja-actriz que, por las alusiones a su ascendencia portuguesa (la madre de sor Francisca compartía este origen) y a su condición de escritora (“mi musa”), podría tratarse de nuestra dramaturga. 27 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 60 La reescritura del discurso místico sí la voluntad del Alma, en realidad se esfuerza inútilmente, pues esta ya ha superado las dificultades que comportan las continuas llamadas del Mundo (vía purgativa) y ahora se encuentra ya preparada, sorda y ciega a sus requerimientos (vía iluminativa), en ocasiones absorta en la contemplación divina (vía unitiva). De esta forma, se entiende que el Alma, en el momento del desposorio que conlleva en sí la profesión, se ha despojado ya definitivamente de los halagos mundanos y se encuentra a las puertas de una vida santa que a partir de ese momento tendrá que ocuparse en mantener, tarea nada fácil, pues el Mundo siempre acechará expectante para tentarla con sus reclamos y atosigarla con el discurso sobre los inconvenientes e incomodidades que definen la vida religiosa en clausura. En medio del parlamento dialéctico que sostiene con sus rivales, el Alma declarará su estado, al oír la llamada divina, en palabras que recuerdan las de la expresión del arrobamiento o éxtasis místico: […] mis potencias de tal manera se abrasan, el corazón me penetra, los sentidos hacen pausa, el albedrío se rinde, el atención se arrebata, y sobre todo me siento a la voz tan humillada, alegre, atenta y rendida, con seguridad tan rara, que toda contradicción mi amor no le embaraza.28 M. Carmen Alarcón Román 61 La reescritura del discurso místico entre las criaturas del campo, siguiendo las huellas que ha dejado a su paso. Al final se produce la unión, el dulce encuentro amoroso en el “lecho florido”, simbolizado a través de la ceremonia de profesión: ¿Adónde, Dueño mío, te apacientas? ¿Adónde, Bienamado, te hallará mi cuidado? Que como cierva herida, para encontrar la vida, alientos de amor fuerte se animan a desmayos de la muerte. ¿Acaso entre las flores mis ansias y dolores hallarán tu hermosura cuando a la unión más pura te buscan mis anhelos? […]29 ……………………… Hallado he a mi Querido, que es entre millares escogido, y no le soltaré, porque en mi pecho hará florido lecho. Descanse suavemente hasta que yo le goce eternamente.30 Una vez producida la unión, en el diálogo amoroso que mantiene con la divinidad también podemos ver reflejados los ecos de la tradición mística, en los que predominan las imágenes relacionadas con el fuego (esa “llama de amor viva” que tiernamente hiere), profusamente utilizadas por la autora en toda su creación: “¡Ay, mi Jesús, Sor Francisca emula directamente la arquitectura alegórica del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz, cuya influencia es más que evidente en algunos pasajes de sus coloquios. En los versos siguientes, el Alma sale en busca del Esposo, al que espera encontrar C oloquio para la profesión de sor Rosa de Santa María, compañera de la autora, f. 11rº. Coloquio para la profesión de sor Rosa de Santa María, compañera de la autora, ff. 12vº-13rº. Cfr. san Juan de la Cruz: “¿Adónde te escondiste, / Amado, y me dexaste con gemido? / Como el ciervo huyste / aviéndome herido; / salí tras ti clamando y eras ydo”; “O bosques y espesuras / plantadas por la mano del Amado!, / ¡o prado de verduras / de flores esmaltado!, / dezid si por vosotros a passado” (Juan de la Cruz, 2006: 249-250). 30 Coloquio para la profesión de sor Manuela Petronila, compañera de la autora (Francisca de Santa Teresa, 2007, p. 11, vv. 563-568). UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 28 ISSN 2340-9029 29 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 62 La reescritura del discurso místico que me abraso / con un amoroso incendio; / aunque muero en su llama, mas sin su calor me muero!”)31. Pero no solo en el teatro, sino también en sus producciones líricas, se deja sentir frecuentemente el aliento místico, en especial en aquellas composiciones dedicadas a la contemplación de la imagen de Cristo en la cruz, máximo ejemplo de padecimiento que debe ser imitado. Las señales de la Pasión provocan en la autora unas profundas ansias amorosas y el deseo de elevación espiritual, que inundan el lenguaje de referencias eróticas a lo divino (“dulce costado”; “en el oro, la escarcha, el rubí /de su pelo, sus ondas, sus crespos /adonde me anego y engolfar me vi”; “néctares de sus dientes perfectos”; “destilan sus labios dulzuras sin fin”; “nácares de sus llagas hermosas /adorad, besad, esculpid”)32. Por otro lado, la retórica de la paradoja como expresión de lo inefable, elemento inequívocamente constitutivo de la literatura mística, es uno de los rasgos que caracteriza el lenguaje espiritual de sor Francisca (Haztfeld, 1962: 323-325). Dicha inefabilidad se cifra en explicar el gozo que nace del sufrimiento y los efectos contradictorios que produce en el Alma la presencia del Amado y la unión divina, de ahí las continuas alusiones a las “flechas amorosas” que dulcemente hieren, el fuego que abrasa pero no mata, la ceguedad que hace ver o la “herida que recrea”. En definitiva, la lectura de la obra de sor Francisca constituye una muestra interesante de la influencia ejercida por el misticismo literario sobre las religiosas españolas aún a finales del siglo XVII. Puede decirse que a sus escritos los alienta una clara vocación mística y en ellos se perciben algunos motivos que muestran su similitud con los recogidos en los textos de las religiosas visionarias, aunque en ocasiones con un tratamiento muy personal, como hemos visto, na C oloquio espiritual de las finezas del Amor Divino. A la profesión de sor Mariana de Jesús, compañera de la autora, f. 52vº. 32 “A Cristo Crucificado” (“Místicos corazones amantes…”, ff. 281rº-282vº). Véase el apartado “El deseo amoroso” en Sanmartín Bastida (2012: 148-163). 31 UNED. REI, 2 (2014), pp. 43-65 ISSN 2340-9029 M. Carmen Alarcón Román 63 La reescritura del discurso místico cido de la perspectiva desencantada de finales del Seiscientos. Según Rebeca Sanmartín, dichos motivos formarían parte de un acervo común entre las religiosas peninsulares y europeas, dilatado en la geografía y en el tiempo, del que también participaría, en mayor o menor medida, nuestra autora. Es indudable que en el teatro y la poesía de sor Francisca de Santa Teresa se respira el aire ascético y místico habitual en una escritora de su época y condición, aunque creemos que, en su caso particular, el interés de su escritura radica en una curiosa y efectiva combinación de la más acendrada espiritualidad y el realismo más auténticamente barroco. Recibido: 02/04/2014 Aceptado: 25/05/2014 Referencias bibliográficas Alarcón Román, M. Carmen (2000), “Tras las huellas de Sor Marcela: Sor Francisca de Santa Teresa y el teatro conventual femenino del siglo XVII”, en Luciano García Lorenzo, ed., Autoras y actrices en la historia del teatro español, Murcia: Festival de Almagro/Universidad de Murcia, pp. 257-266. ----- (2002), “El convento como espacio intelectual en el Siglo de Oro: la dramaturga y poetisa Sor Francisca de Santa Teresa (1654-1709)”, en Mercedes Arriaga Flórez et al. eds., Entretejiendo saberes. 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El presente trabajo fija la atención en las Exclamaciones: un repaso contextual y estilístico nos ofrece claves en torno a la consolidación del género a partir del referente inmediato de santa Teresa, así como el descubrimiento de nuevos elementos que lo enriquecen. La propuesta de estudio conjunto con su poesía, y en el marco de la oración metódica carmelitana, contribuye a una apreciación más precisa de su estilo y abre puertas a la valoración global de la performatividad en sus escritos como parte de un modelo colectivo de construcción literaria. PALABRAS CLAVE: escritura conventual, Gregoria Francisca de Santa Teresa, Diego Torres de Villarroel, Exclamaciones. 1 El presente trabajo se inscribe en el proyecto FFI2012-32073. DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.11994 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 68 “Hijas de su voz y de su alma” “Hijas de su voz y de su alma”: the Exclamations of Sor Gregoria Francisca de Santa Teresa. ABSTRACT: Since its publication in the first half of the eighteenth century, Sor Gregoria Francisca de Santa Teresa’s writings (O. C. D., Seville, 1653-1736) have unveiled a new type of female conventual writing linked to mystical experience and literary practice. Mainly focused on evaluating her poetry, critics have overlooked her prose. This essay pays close attention to the Exclamations. Studying their contextual and stylistic features casts light on how the genre of conventual writing developed since Santa Teresa’s works and discovers new elements that enrich this tradition. Comparing these texts with Sor Gregoria’s poems, within the context of the Carmelite methodic prayer, contributes to establishing a more nuanced appreciation of her style and paves the way for an overall assessment of performativity in her writings as part of a collective model of literary construction. KEY WORDS: conventual writing, Gregoria Francisca de Santa Teresa, Diego Torres de Villarroel, Exclamations. L a reconocida decadencia de la literatura mística en España durante el siglo XVII tras la magna obra de santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, encuentra tímida pero sugerente excepción en la figura de la carmelita descalza Gregoria Francisca de Santa Teresa (en el mundo, Gregoria de la Parra y Queynoghe; Sevilla, 1653-1736). El privilegio de contar con la publicación póstuma de su biografía por uno de los autores más leídos de su tiempo —siendo reeditada además a lo largo de todo el XVIII (Torres Villarroel, [1738], 1752, 1798)2—, y de incluir Belén Molina Huete 69 “Hijas de su voz y de su alma” ésta la parcial trascripción del relato propio de su vida en la religión, sus experiencias místicas, sus tradicionales versos y sus exaltadas oraciones ha posibilitado sin duda el acercamiento crítico a sus escritos. Sin embargo, en discordante correspondencia con la popularidad de sus días, tales acercamientos han sido notablemente escasos y parciales, se han producido con desigual interés y también con relativo acierto3. De manera general, la identificación de la vida y la obra de sor Gregoria Francisca con las de la madre fundadora ha marcado la línea definitoria de su estimativa. Al principio, como insigne imitadora de santa Teresa, para animar la espiritualidad de los claustros y la admiración universal en una época en que los testimonios místicos atravesaban una período de relajación y, para muchos, de degeneración4; después, desplazando el interés hacia la faceta literaria, para establecer su carácter de aventajada discípula al singularizar su producción lírica. Y es que, en efecto, de entre el conjunto de textos que hoy hemos llegado a conocer de sor Gregoria han sido sus poesías las que han acaparado toda la atención, en especial desde que el hispanista francés Antonio de Latour recalara en ellas publicándolas como libro exento a mediados del XIX (Gregoria Francisca, 1865). Desde entonces, ha sido destacada con profusión la virtud de su llano y natural estilo, ajeno a los excesos cultistas que anegaron las postrimerías del XVII y a la frialdad del prosaísmo extendido en el siglo siguiente (cf. esp. Cueto, 1869; Menéndez Pelayo, 1881; Serrano y Sanz, 1905); vueltos los ojos hacia El relato de la Vida de la venerable madre sor Gregoria Francisca de Santa Teresa fue confiado a Diego Torres de Villarroel, escritor de fama incuestionable y amplio éxito editorial en su momento. De lo que se desprende de la propia obra, se trató de un encargo del último confesor de sor Gregoria, fray Julián de San Joaquín, a la sazón Definidor Provincial Andaluz de la Orden por aquellos años, quien debido a sus ocupaciones y a imposibilidades físicas no pudo acometer la redacción. Los materiales seleccionados procedían de primera mano, pues en su mayor parte pertenecían a una biografía intermitente que sor Gregoria Francisca tenía escrita a petición de sus confesores. Para los detalles sobre el proceso, cf. los preliminares de la obra y los capítulos XVI y XXXIV. Una síntesis del estado de la cuestión y el avance de las líneas de revisión crítica precisas puede leerse en Molina Huete (2013). 4 El carmelita descalzo fray Alonso de la Madre de Dios, que firma la aprobación de la Vida de sor Gregoria en junio de 1738, apunta a su perfecta imitación de “las celestiales máximas” de san Juan de la Cruz, pero ante todo a su carácter de “segunda santa Teresa en los ilustrados vuelos de su alta contemplación, en los Divinos incendios de su corazón abrasado, en las heridas Seráficas, soberanos raptos y otros favores Divinos” (Torres Villarroel, 1738: [h. 7v]). En los inicios del relato biográfico, Torres Villarroel explica: “Fue su dichoso espíritu rodeado de apariciones divinas, éxtasis amorosos, arrebatamientos soberanos, sugestiones diabólicas, sequedades terribles, agonías molestas y trabajosos desconsuelos. Fue una viva copia y un traslado tan semejante al místico original de su Doctora santa Teresa de Jesús, que es necesario acudir a la prioridad del tiempo para señalarlas o pararse muy de asiento en el examen de sus perfecciones para distinguirlas” (1752, I: 17-18). UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 2 ISSN 2340-9029 3 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 70 “Hijas de su voz y de su alma” modelos clásicos áureos, su nombre ha sido incluido en la denominada generación «preneoclásica» (Sebold, 2001). Distinguida como “la mejor poetisa” del siglo XVIII (Menéndez Pelayo, 1879) y acaso como “la primera de nuestras poetisas místicas” (Méndez Bejarano, 1907: 660), las últimas tendencias centradas en el estudio de escritoras y de literatura femenina —obviando razones estéticas o suscribiendo las ya apuntadas— han recuperado objetivamente el catálogo de sus composiciones (Romero-Palacios, s.a.); en su punto menos moderado, han unido su personalidad a la nómina de almas reprimidas que encuentran en la escritura la liberación (Perry, 1990), analizando de manera puntual alguna de sus composiciones para destacar la feminidad de su retórica (Sherman, 1996). Las valoraciones sobre sus poemas han servido, pues, para definir el escueto espacio otorgado a nuestra autora en la historia literaria española sin tenerse en cuenta el grueso de su prosa, que constituye en realidad el corpus más abundante del legado al que hasta ahora hemos podido tener acceso. Sin duda, el examen del relato de su vida devota y conventual, y en especial de las visiones descritas por sor Gregoria y recogidas por Torres Villarroel como transcripciones directas, contribuiría a nutrir ese capítulo tan importante para la historia cultural —y también insoslayable para la historia del género narrativo— como es el de la autobiografía de religiosas, efervescente durante el Siglo de Oro y venido a menos en el Siglo de las Luces5. Al mismo tiempo, contribuiría en a la consolidación de la tesis en Belén Molina Huete 71 “Hijas de su voz y de su alma” torno al reconocimiento de una identidad colectiva antes que individual en la construcción literaria de místicas y visionarias europeas a partir de la Edad Media planteada desde el ámbito de los estudios performativos6. Pero nos acercamos en esta ocasión a las “Exclamaciones”, el otro gran grupo prosístico de la obra de sor Gregoria Francisca que, por propia definición —y frente al discurso narrativo de sus otras experiencias espirituales—, se incardina a la vez con su producción lírica. Es posible asimismo —y diríase que necesario para un acercamiento integral— establecer un diálogo entre las reseñadas poesías de sor Gregoria Francisca y estas exclamaciones, tanto por razones elocutivas —con identidad de símbolos y recursos estilísticos aunque en diverso grado— como por motivos de intención, dado el carácter oral y el fin común de mover ánimos que subyace a ambas tradiciones en la praxis poética carmelitana 7. En conexión con esta última idea, no puede obviarse, pues, la naturaleza performativa que envuelve a estas composiciones como formas impregnadas de la teatralidad asociada a la oración mental y vocal y conformes a un canon ya establecido en el modelo inmediato de santa Teresa de Jesús y en la tratadística general sobre la oración metódica en la Súmense a los tradicionales trabajos de Poutrin (1995) y Herpoel (1999), los ensayos de Durán (2007, 2010). Merecería atención el estudio de la construcción de la biografía a partir de testimonios directos centrándonos en la articulación figurada por Torres de Villarroel y, por otra parte, la versión de sor Gregoria Francisca como autora a su vez de biografías, ya que a ella corresponde la autoría del manuscrito del Libro de las vidas de las religiosas ejemplares… del archivo del convento de San José de Sevilla. En otro orden de cosas, si bien desde los estudios teológicos y místicos apenas se ha reparado en la obra de nuestra religiosa por entender que sus escritos carecen de “esa nota de generalidad indispensable para salvar los límites del subjetivismo” (Méndez Bejarano, 1929: 363), convendría detenerse en aquellas visiones y diálogos espirituales que se aportan como revelaciones particulares. Por ejemplo, en el sistema de oración basado en el “Huye, Calla, Atiende, Ora, Ama, Agradece y Goza” que el Señor le descubre directamente en un momento de descreimiento, y que deja escrito para uso propio y de la Comunidad (véase ligeramente desarrollado en 1752, II: 6-7). Cf. la precisa síntesis teórica y el exhaustivo análisis concreto a cargo de Sanmartín Bastida (2012) que ha servido de inspiración al planteamiento general de este trabajo. La siguiente cita encierra la esencia del postulado referido: “se ha reconsiderado la espiritualidad femenina como un proceso en el que las religiosas, más que ser objetos pasivos del favor divino, lo construyen, y se ha hablado también de un habitus femenino específico que les garantiza esa posibilidad agencial de construir su propia experiencia personal” (89-90). No se estudian aquí, pero, como en el caso de tantas otras místicas anteriores, se recogen en la Vida de sor Gregoria Francisca abundantes muestras de performatividad, especialmente en las “visiones celestiales y soberanas representaciones”, nutridas de diálogos espirituales en que se goza del amor de Dios, y contextualizadas mayoritariamente en momentos de eucaristía y oración mental. 7 Considérese la propuesta que a este respecto plantea E. Orozco al entender las Exclamaciones espirituales de santa Teresa como “expresión término de su tendencia literaria oral, que además tienen como prolongación o desbordamiento su poesía mística concebida en la máxima expresividad del canto” (1994: 459; la misma idea en 463, 487 y 488). UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 5 ISSN 2340-9029 6 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 72 “Hijas de su voz y de su alma” orden del Carmen Descalzo 8. Además —al margen de su posterior paso por la imprenta—, estas “exclamaciones” probablemente superaran el espacio íntimo de la escritura de afectos para encaminarse a la lectura pública, ya en foros restringidos como la supervisión de ortodoxia por parte de confesores e inquisidores, ya en foros más amplios como las comunidades conventuales donde podrían leerse en voz alta para incitar a la reflexión o la oración. Belén Molina Huete […] ¡Oh, Señor! Cuando os considero vertiendo ese Licor rubicundo por tantas bocas como llagas abrieron los azotes en vuestro delicadísimo Cuerpo, mucho se alienta mi esperanza y quisiera formar de mi corazón una esponja con la cual enjugara esas preciosísimas Llagas y recogiera esa dulce Sangre, para que con ella quedase purificado y embriagado en vuestro amor. Pues si os miro en la Cruz, aunque más miserable me vea, no puedo dejar de confiar que, como a Dimas, me habéis de perdonar mis culpas, pues las reconozco y lloro arrepentida. Protestando merezco mil Infiernos; os pido que os acordéis de mí, pues estáis ya en vuestro Reino; y me lo concedáis por vuestra inmensa piedad y méritos, aunque le tengo tan desmerecido, pues no queréis la muerte del pecador sino que se convierta y viva. ¡Oh, suma benignidad de mi Dios! ¡Oh, bien eterno! Si mis culpas no derogan vuestra gloria ni el que yo me pierda la disminuye, ni el que me salve la aumenta, ¿qué os movió, Bien mío, a ejecutar tantas finezas por esta alma ingrata? […] anegada mi alma en ese inmenso e insondable Mar de vuestro Soberano Ser, me goce con vuestros escogidos con gozo, que no ha de tener fin en la Celestial Jerusalén, mi amada y deseada Patria, por quien gimo, suspiro y lloro en la miserable Babilonia de este mundo donde vivo desterrada y peregrina. ¡Oh, cuándo tendrá fin mi prolongado destierro! (I: 146-148)10 8 UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 “Hijas de su voz y de su alma” ante la búsqueda de una explicación racional a la fe y los dogmas, atormentada por tentaciones de suicidio y visiones demoníacas: Conservamos a partir del libro de Torres Villarroel veintisiete “exclamaciones” escritas por Gregoria Francisca de Santa Teresa. Así son denominadas por el autor tanto en el cuerpo de la obra como en las marginalia. Los fragmentos —que parecen responder a una selección (1752, II: 100)— se encuentran, sin numerar, dispersos a lo largo de la narración de la Vida de la venerable madre a criterio y conveniencia del biógrafo, si bien se esfuerza en afirmar traerlas a colación de los sucesos contados siguiendo la fiel historia de la religiosa o viniendo muy bien a propósito de ellos, primordialmente para cerrar capítulo9. Sin que la cronología aparezca de manera explícita, recorren toda la trayectoria de sor Gregoria Francisca como carmelita descalza. La primera de ellas nos sitúa en sus primeros años como profesa, en torno a 1673 (había tomado el hábito en 1668), en los inicios de la que será su primera crisis espiritual Entre otros muchos, se han señalado como precedentes de las Exclamaciones de santa Teresa los soliloquios del Libro de Job, los atribuidos a san Agustín, los de san Gregorio en sus Morales o los presentes en la Vida de Cristo del Cartujano Landulfo de Sajonia. A esto podemos añadir el método del confesor de santa Teresa, fray Jerónimo Gracián, en su De la oración mental y de sus partes y condiciones (1586), inspirado en el Libro de la oración y la meditación de fray Luis de Granada (1554); el presentado por la propia santa Teresa en sus escritos y sintetizado por fray Tomás de Jesús en la Suma y compendio de los grados de oración por donde sube una alma a la perfección de la contemplación… (1610); y el que presenta la Instrucción de novicias de María de San José, donde se incluyen varios opúsculos relacionados con las siete partes de la oración, con el distinto orden en que pueden aprovecharse y con las “palabras exteriores” autorizadas para avivar el fervor (cf. María de San José, 1979: 460-471). 9 Declaración de la arbitrariedad dispositiva de Torres Villarroel encontramos al categorizar la Exclamación [XV] como “segunda” (1752, II: 26). Véase el contexto de la Exclamación [XXII] para fragmentos que pudieron ser suprimidos (II: 181). 73 Dado que el ejemplar de la edición de 1738 consultado (BNE, sign. 2/54748) está falto de algunos cuadernos, empleamos para las citas de aquí en adelante —indicando únicamente volumen y página— la edición de 1752 que, si bien carece del grueso de preliminares, no ofrece variantes significativas en cuanto al cuerpo de texto. Actualizamos ortografía y puntuación, aunque respetamos el uso de la mayúscula significativa. Para distinguirlas del marco narrativo de Torres Villarroel ponemos en cursiva las palabras propias de la autora. Por otra parte, adjuntamos entre corchetes las referencias bíblicas de las citas, ausentes en el original, al tiempo que disculpamos la necesaria selección de fragmentos por razones de espacio emplazando a una edición completa en ciernes. 10 UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 74 “Hijas de su voz y de su alma” El cierre de esta Exclamación [I] nos brinda una idea de la alta estima otorgada a este género de escritos: Suplico al Lector devoto que, así en esta exclamación como en las demás que pondré en el Compendio de esta milagrosa Vida, note y admire la discreción y dulzura del estilo, los requiebros enamorados a Jesús, la prodigiosa inteligencia que se descubre en sus cláusulas, que tuvo esta sierva de Dios no solo en el idioma Latino sino en los sentidos de la Sagrada Escritura. Es cierto que yo no he leído cosa más alta, más devota ni más admirable que sus exclamaciones, por lo que deseo que los Lectores discretos y místicos se aprovechen de estas dulcísimas, admirables y peregrinas expresiones. (I: 146) Los diferentes estados espirituales de sor Gregoria Francisca quedan ilustrados con estas exclamaciones, reflejo de la exaltación con que acompañaba como desahogo irrefrenable su experiencia mística, alternando amor y dolor. Así, desde el contento en Cristo, “enamorada” enuncia la Exclamación [II]: Amorosísimo y suavísimo y dulcísimo Dios mío y Amado mío, y Señor nuestro. ¡Cuán magnífica tu grandeza! ¡Cuán incomprensible tu ser! ¡Cuán admirable tu hermosura! ¡Cuán investigable tu sabiduría! ¡Cuán profundos tus juicios! ¡Cuán justas tus determinaciones! ¡Cuán perfectas tus obras! ¡Cuán absoluto tu poder! Sin más dependencia que la de tu eterna voluntad. ¡Oh, Dios en todo infinito, en todo grande, inaccesible, inmenso! Luz, en quien no hay tinieblas. Día en quien no hay noche. Vida que carece de muerte. Fuego, que ilumina. Claridad, que deleita. Incendio de amor que suavemente abrasa. Piélago inmenso donde el alma se engolfa y, perdiéndose, se gana. […] ¡Oh, amor suave y fuerte! Amor que inflamas y no consumes, consume y aniquila en mí cuanto a ti te desagrada. Hiere mi corazón con tus Divinas saetas, abrásale en tus ardientes llamas. ¡Oh, Dios, todo amor! ¿Cuándo, cuándo llegará el deseado día de verme transformada en ti, a impulsos de tan Divino y amoroso cuanto dulce y poderoso tirano? UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 75 “Hijas de su voz y de su alma” ¡Oh! Muera yo a sus amantes violencias y acabe mi vida a heridas de sus Divinas saetas, que ésa será mi mejor y más feliz vida. (I: 158-159) También la dolorosa súplica aflora, y muy especialmente, en el áspero devenir de sus tribulaciones por enfermedades, tentaciones, conflictos conventuales… apelando a la fe y la confianza en un Dios que procura la salvación. Veamos la Exclamación [III]: ¡Oh Dios eterno! ¡Dios de toda gloria y alabanza! De gran consuelo son para mi alma las palabras de vuestro amante apóstol san Pablo: “El justo vive de la Fe” [Rom 1, 17]. Pues si ésta no vivifica a mi corazón no sé, Bien mío, cómo he de poder vivir entre tan confusas tinieblas y entre tan temerosas oscuridades como ofuscan mi entendimiento. Que muchas veces, Señor, no sé de mí ni qué camino llevo ni en qué paraje me hallo. Cércanme montañas de confusiones, de perplejidades de dudas y temores. No hayo senda donde no encuentre peligros, despeñaderos y abrojos que punzan mi corazón y piedras que no me dejan sentar el pie y me embarazan el paso, pues cuantos voy a dar parece me precipitan a la mayor perdición y ponen a riesgo la eterna felicidad a que aspira mi deseo. Entre las frías cenizas de mis tibiezas y pusilanimidad solo me alienta la Fe que os profeso, pues dentro de su oscuridad hallo el más claro seguro de que no habéis de permitir se pierda la obra de vuestras manos. […] Y así diré con vuestro profeta Rey: “Dominus illuminatio mea et salus mea quem timebo? Dominus Protector meus a quo trepidabo” [Salmos 27]. […] Amo a mi Dios, creo en mi Dios, espero en mi Dios. Gózome de que sea Dios quien es. ¡Oh, Dios y Bien mío! ¿Quién habrá semejante a ti? Todas las criaturas del Cielo y de la tierra te alaben por mí por siglos eternos. Amén. (I: 161-163) Cumplidos más de 80 años, cierra la serie de sus “Exclamaciones” recordándonos el tópico del “muero porque no muero”, triste de que aún no fuera tiempo de concluir su paso por el mundo según el propio Dios le había transmitido estando en elevada oración ([XXVII]): UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 76 “Hijas de su voz y de su alma” ¡Ay de mí! Que se ha prolongado mi destierro y en la penosa cárcel de esta mortalidad padezco dolores de muerte y desfallece mi vida en continuos gemidos que de lo profundo del centro de mi alma excita el amor de mi Dios, a quien se terminan mis ansias y suspiros, pues ni en el suelo ni en el Cielo hallará descanso mi corazón hasta que llegue a poseer el bien que adoro, amo y deseo. […] Mejor que el Santo Apóstol pudiera yo decir “¡Oh, infeliz yo! ¿Quién me librará de la muerte de este cuerpo y del cuerpo de esta muerte?”[Rom 7, 24]. Pues, para mí, el vivir en este cuerpo es muerte y la muerte de este cuerpo será mi mejor vivir; pues saliendo de cárcel tan tenebrosa lograré mi perfecta libertad y mi más dichosa vida. […] (II: 256257) Estos ejemplos escogidos como paradigma nos conducen directamente a las líneas maestras del espíritu de las Exclamaciones de santa Teresa11, como también lo advirtieron sus contemporáneos y revela la dedicatoria de Torres Villarroel a las madres carmelitas de Sevilla: Fue una Discípula tan fiel imitadora de su Santísima Maestra, que parece que la bebió todo su espíritu, como verán V. Reverencias en sus fervorosas exclamaciones y notarían en los movimientos de su devoción las veces que, a pesar de su recato, se le huían del alma los ardientes fervores de su inimitable caridad. (I: 6-7) La falta de espacio nos impide la reproducción total de los textos, pero la lectura íntegra nos conduce a los mismos predios te- Belén Molina Huete 77 “Hijas de su voz y de su alma” máticos, reiterados al extremo. En la línea de lo aludido, ambas místicas exaltan el gozo del alma por haber sido escogida por Cristo como Esposa, pero también la queja y el dolor por el Amado ausente que la ha herido profunda y ardientemente con saetas y fuego de amor. Queda la vida terrena sin sentido y solo soportable en su servicio; la soledad y la oración se ofrecen como único espacio de leve consuelo. Alaban la grandeza, la bondad, la magnanimidad… del Esposo pero también la hermosura de su cuerpo y de su rostro, la belleza de su mirada invitando a la unión aun desde el sufrimiento de la pasión por los hombres. Todo un universo de excelencias frente a la miseria del alma, que teme el haber sido y ser pecadora ante Dios y ser descartada en el Juicio Final. Invade entonces el discurso la súplica del perdón y también la impaciente esperanza de que en la muerte —que se desea pronta— se produzca la liberación del destierro de la vida, haciendo morada definitiva junto al Padre. La fe, la penitencia y el amor del alma entregada y prefigurada a imagen y semejanza del Amado —y antes que cualquier cosa el gran amor primero de Dios y su misericordia— harán aflorar la virtud precisa para la unión definitiva en la salvación eterna... Silencio y palabra en conflicto, se manifiesta en estas “exclamaciones” un acto de habla que resultaría innecesario al sentir a Dios dentro del alma, pero que se hace forzoso como alivio del dolor por la ausencia divina, más aún cuando de nada sirve el entendimiento para explicar esta experiencia de sufrido júbilo del alma en comunicación con Dios hasta la llegada del deleite último en la unión total. 11 Como opúsculo cerrando Las Moradas, aparecieron en la edición de los Libros de santa Teresa a cargo de fray Luis de León en 1588 bajo el siguiente epígrafe: “Exclamaciones o meditaciones del alma a su Dios escritas por la madre Teresa de Jesús, en diferentes días, conforme al espíritu que le comunicaba nuestro Señor después de haber comulgado, año de mil y quinientos y sesenta y nueve”. Como recuerdan sus modernos editores los testimonios autógrafos son exiguos y nada certifica su fecha de redacción, si bien dicho encabezamiento ha sido admitido aceptando el respeto de Jerónimo de San José, la afirmación de María de San José de haber visto los originales y la conservación de “copias venerables” (cf. Teresa de Jesús, 1997: 635). Desde este sólido argumento común, es posible reconocer ciertos desvíos en los contenidos de las composiciones de Gregoria Francisca que conviene distinguir para presentar su singularidad. Por una parte, la tendencia general al apartamiento de cualquier otro interlocutor que no sea el propio Cristo. El diálogo con su Majestad ocupa prácticamente la totalidad de las “exclamaciones”, de manera que apenas descubrimos el soliloquio en puridad. De entre las veintisiete, solo dos —la [IV] y la [XX] (I: 173-175 y II: 124129)— introducen a las claras en el diálogo con la Divinidad a la propia alma. Además, contrariamente a las Exclamaciones de santa UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 78 “Hijas de su voz y de su alma” Teresa (esp. de la VIII a la XIII), en ningún momento asistimos a la invocación de los cristianos mortales para advertirles sobre la ceguera que supone el alejamiento de Dios o para animarlos a militar en sus huestes; tampoco al apóstrofe dirigido a los celestiales bienaventurados, que ya disfrutan de la gloria. En la selección que nos propone el biógrafo, alejada ya de los días de la efervescente reforma y de la lucha contra la herejía, desde posiciones menos beligerantes, el alma descuida en sus reclamos la salvación del prójimo y se concentra únicamente en ella y en su Dios —“Sola para vos solo” ([V], I: 191)—, renunciando incluso a la vida en comunidad con las criaturas que sirven de camino al Padre, clamando una soledad que nos recuerda a la del Cántico sanjuanista: Nada de lo criado sea poderoso a desviarme un punto de Vos, y todo me sirva de medio para estrecharme más y más en la dulce unión de vuestro amor. Solo quiero a Vos, Amor mío, y os quiero solo y a solas de tal manera que nada, nada me impida gozaros sino como deseo y como se sufre en esta mortalidad ([VI], I: 205). Sola y a solas, y en soledad de todo lo criado viva solo para Vos, que así solo podrá descansar mi alma mientras dura mi triste vida y vuestra ausencia ([XXI], II: 150). Por otro lado, la variedad de motivos argumentales tratados en cada una de las exclamaciones de la Fundadora —acaso debida a su carácter fragmentario— desaparece en estas piezas de Gregoria Francisca, mucho más unitarias a la hora de focalizar el tema. Valga simplemente como ejemplo, la dedicación a la Trinidad en la [XIX] (II: 100-102), núcleo de todo su desarrollo. En este sentido, en gran número de ellas, son citas bíblicas las que desencadenan la argumentación. De manera que, de ser meras comparaciones o referencias ejemplares —muchas veces indirectamente sugeridas en santa Teresa—, pasan a ser citas textuales generadoras del discurso exclamativo, el cual se encamina a su amplificación. Así, entre otras, las [VIII], [IX] y [XI]… (I: 222; 224; 270). En algunas de ellas, estos versículos procuran la incorporación de símbolos muy representativos de la traUNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 79 “Hijas de su voz y de su alma” dición mística carmelitana sobre los que se fundamenta el lirismo de la composición: “Anima mea desideravit te in nocte” [Isaías 26, 9]. Dios y Señor mío, mi alma te desea, y te desea en la noche. En la noche de la tribulación, en la noche de la adversidad, en la noche del desamparo, cuando la luz de tu comunicación amorosa se retiró, cuando el Sol hermoso de tu asistencia se puso y me dejó en las tinieblas de mi ignorancia, en la oscuridad de mis temores, en la lobreguez de mis perplejidades y en el caos de mis miserias. En esta terrible noche en que, airados los vientos, braman contra mí y el mar borrascoso levanta sus olas furiosa y quiere sumergirme en sus profundos senos. Entonces, entonces, Bien mío, te desea mi alma ([IV], I: 173). “Quis mihi dabit pennas Columbae et volabo et requiescam” [Salmos 54, 7]. Desea mi alma alas de Paloma para descansar en Vos, Desea, único descanso de mi ansioso y afligido corazón. Alas como de Paloma: alas, la una de pureza y la otra de amor casto. [...]([XXI], II: 148-149). Las citas generadoras de la materia expresiva en la religiosa sevillana hacen explícitas sus lecturas más frecuentadas en las Sagradas Escrituras12 y mucho recuerdan a la fase de lección del método de oración carmelitano, en que se producía una lectura o se recordaba un texto que se entendía dicho por el mismo Dios para centrar el tema del Cuerpo de la oración. Consistía esta fase en la meditación o reflexión que deja paso a la contemplación humilde en que podría llegar a alcanzarse el “coloquio amoroso” con Cristo. En el caso de sor Gregoria delimitan por su posición inicial de arranque un repetido patrón de planificada estructura que viene a contrastar con la libertad, la variedad y la impresión fragmentaria que ofrecen las Exclamaciones de la santa de Ávila. Contribuye a consolidar esta apreciación el que la práctica totalidad de las “Exclamaciones” de nuestra autora 12 Son los libros proféticos, el Cantar de los Cantares, los Evangelios y, ante todo, los Salmos y los textos de San Pablo. UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 80 “Hijas de su voz y de su alma” se clausuren con un formulario enunciado que culmina en un “Amén” ajeno al discurso de santa Teresa y que nos sugiere la posibilidad de que estas piezas exclamatorias inspiradas en la contemplación pudieran concebirse una vez escritas propiamente como oraciones. La tradicional estructura en el método de oración mental del Carmelo Descalzo imponía, pues, en esencia el prepararse poniendo el alma en presencia de Dios, el dar gracias y alabanzas para captar su benevolencia, el suplicar las necesidades desde la fe y el concebir la humillación final (cf. Tomás de Jesús, 1693). Son todos ingredientes presentes en la estructura y articulación de estas composiciones, especialmente desarrollada por ser más extensas que las de santa Teresa. Las exclamaciones y las preguntas retóricas son para ambas carmelitas los recursos de captación inicial y también de artejo interno más frecuentados. Es, pues, común a ambas un ejercicio reiterativo de la expresividad aunque acompañado de la sensación de una relajación por sencillez léxica que, sin embargo, no es extraña al artificio poético. Las muestras reseñadas evidencian el uso también en Gregoria Francisca de todas las modalidades simples y complejas de invocación, exclamación, interrogación, repetición y amplificación (incluyendo enumeraciones, paralelismos, gradaciones, contraposiciones, paradojas, oxímoros, etc.) que se pueden reconocer en su modelo (véase Lapesa, 1988)13. Y, en su caso, se hace evidente un proceso de intensificación de dichos recursos por adición, dilatación y concentración que denuncia el paso por la historia de la estética barroca. Belén Molina Huete 81 “Hijas de su voz y de su alma” La consecuencia de ello es la caracterización de un lirismo mucho más artificioso que deja atrás el efecto nítido de la aparente naturalidad y la síntesis poética teresiana. Los apelativos con que se dirige a Dios se enriquecen, multiplican y se complican en su elocución. Las exclamaciones o interjecciones acaso se encuentren menos salpicadas a lo largo de las composiciones, pero se condensan ampliamente en los comienzos y los lugares centrales. La erudición aflora con la incorporación de abundantes superlativos entre otros muchos cultismos 14 y, aunque no podemos olvidar que se trata de testimonios indirectos, ese vulgarismo consciente reconocido en la santa carmelita como forma de humildad desaparece totalmente en sor Gregoria. Al punto, que los tiernos diminutivos que intentan emular la ternura presente en las Exclamaciones de santa Teresa se transforman en elementos llamativos y extraños al discurso construido (cf. “corazoncillo” [IX], “centellita” [XXII], “entendimientillo” [XXV]: I: 225; II: 182 223)... Aflora igualmente un sermo elevado en la proliferación de símiles y alusiones bíblicas frente a los populares ejemplos de la Madre Fundadora —así, el apelativo de “Divino Pelícano” para un Dios que en su expiación nos redime, como este pájaro que resucita a los hijos con la sangre de sus heridas ([I] y [XXV], II: 224)—, o la introducción de nuevos elementos de la tradición pagana, como el Fénix al que aspira ser el alma al renacer a la nueva vida con Dios ([XVII] y [XVIII], II: 62 y 80). Se suman a esta esfera de referencias las citas de otros autores místicos que nos informan sobre las influencias en el pensamiento y experiencia espiritual de la religiosa sevillana —así, Juan de Palafox o Magdalena de Pazzi 15— y, por supuesto, sobre su universo simbólico, con San Juan de la Cruz como máximo exponente: la cierva herida, la llama Resultan particularmente llamativas la acumulación de oxímoros: “me tiene con un gustoso delirio, un desasosiego sabroso y una apetecible pena” ([XI], I: 225). También las metáforas aliadas con la antítesis o la sinonimia: “luz sin tiniebla, día sin noche, vida sin muerte […] fuego ilumina, claridad deleita, incendio abrasa” [II]. O la plurimembración en conjunción con otros recursos efectistas como la antítesis: “tu Divino querer o no querer; o viva o muerta, o sana o enferma, trabajada o consolada, o nada a mi voluntad y toda rendida a la tuya, que amo y adoro para siempre ([XXIV], II: 211). Véase la Exclamación [II], así como [XVIII] y [XXIII] (II: 78 y 194). La Exclamación [XIX] recoge una cita de los Gemidos y afectos espirituales de una alma a su Esposo Jesucristo del obispo de Osma, Juan de Palafox y Mendoza, que se incluyeron en la edición de sus Obras en 1665 (II: 100). Una referencia a la obra de Magdalena de Pazzi, santa florentina carmelita de la antigua observancia, tenemos en la Exclamación [XXVI] (II: 246); traducciones de su Vida, escrita por su confesor Vicenzo Puccini (1611) corrían en castellano desde 1626. UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 13 ISSN 2340-9029 14 15 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 82 “Hijas de su voz y de su alma” que inflama y no consume, la fuente que mana y corre, el no sé qué, la noche, la presencia vital del Amado… Oh, Dios de Amor y Bien mío! Descubre tu presencia y hermosura y máteme tu vista y hermosura, como decía mi seráfico padre San Juan de la Cruz […]. Máteme en buena hora vuestra hermosura, que morir de amaros será mi más glorioso vivir ([XV], II: 26). Otras imágenes nutren el devenir exclamativo ausentes en el corpus exclamativo teresiano. Abunda la alusión a la “navecilla” o “bajelillo” como metaforización del alma que en confusa navegación y desaforada tormenta pide al “Piloto soberano” auxilio para alcanzar buen puerto dejándose llevar por el norte de la fe (cf. [III] y [IV], I: 161-163 y 173-175). Algunas representaciones recurrentes en santa Teresa, como la del “destierro” o la “cárcel” aplicadas al alma en la vida terrena se potencian en grado máximo sumando respectivamente los referentes de la “Babilonia” mortal y la “Sión” celestial, los nudos y las cadenas corporales ([XVI], II: 36-39; [XXVII], II: 256-257) o reuniéndose todos para mayor efectividad ([XXVI], II: 246). Por último, querríamos indicar que los recursos sonoros de aliteraciones y paranomasias, tan propios en la elocución de las Exclamaciones de santa Teresa, se diluyen en la prosa lírica de sor Gregoria y el carácter sensorial de las composiciones se desplaza hacia el espacio de la plasticidad descriptiva. Las escenas que se centran en la pasión de Cristo acogen principalmente estos efectos. Lo veíamos en la Exclamación [I], donde la mirada a la cruz parece palparse y nos sobresalta el deseo de que el corazón se haga “esponja” para absorber la sangre de Cristo; pero también está presente en la [XIII] y la [XIV] (II: 15 y 24). La práctica certeza de situarnos realmente ante un Crucificado durante un acto de oración nos la ofrece la [XX]: […] os estoy mirando en esa Cruz, pendiente de tres Clavos, coronando de Espinas y arrojado de Sangre, que vertéis por esas cinco Fuentes abiertas para mi remedio: y yo me acuerdo, dulce Jesús mío, que algún día de ellas y de todas vuestras sacratísimas Llagas salió tan de madre ese impetuoso río UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 83 “Hijas de su voz y de su alma” de vuestro amor que, vertiéndose con extraña abundancia vuestra preciosa sangre como lluvia sagrada sobre esta ingratísima alma, quedó toda letificada, bañada y anegada en el profundo mar de vuestra misericordias, donde con más claridad reconoció sus propias miserias. [...] he querido descansar con Vos y buscar en vuestros Pies benditos y vuestras divinas Llagas la mejor y más saludable Epítima. Dadme a beber de esas sacras fuentes el Licor de vuestra preciosa sangre hasta que embriagada en ella pierda todo sentimiento que impida el deseo de amaros y sean vuestras llagas mi nido y habitación, de suerte que pueda decir: “Haec requies mea in saeculum saeculi” [Salmos 131, 14] (II: 124-125). Paralelamente, los pasajes que destilan la felicidad del amor en Cristo alcanzan gran belleza en su reescritura de las tradiciones previas: […] este Fuego que más y más la enamora por ser Fuego sin humo, Fuego resplandeciente, Fuego suave, Fuego amoroso que la ilumina, la inflama y la transforma en su ser Seráfico, participado del sumo y Divino Ser de su Dios, que es todo Fuego, todo Luz todo Resplandor, como Sol eterno de inmensa e incomprehensible claridad ([IX], II: 225-226). ¡Oh, Amor fuerte que siempre ardes y siempre luces! Enciéndeme, abrásame, ilumíname y transfórmame toda en esas flameantes llamas. Sea yo una misma cosa contigo... ([XVIII], II: 80-81). Y nótese también cómo se articulan contrastes basados en estos efectos: “ablandad la [piedra] de mi corazón, que sangre del cordero labra la dureza del diamante” en [I] y otras exclamaciones ([IX] y [XX], I: 226 y II: 127). En relación con la lírica de su tiempo, la poesía de sor Gregoria Francisca hace que Menéndez Pelayo la estime como “un alma del siglo XVI” (1881: 105). El cotejo de sus “Exclamaciones” con las de santa Teresa nos revela un más que evidente avance en la artificiosidad a través, especialmente, de la amplificación, la acumulación, la erudición y la plasticidad, rasgos todos que se asocian formalmente al barroco literario, aunque los motivos “literaturizados” en sí nos conduzcan en gran UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 84 “Hijas de su voz y de su alma” parte al Medievo místico y visionario (cf. Sanmartín Bastida, 2013). En realidad, parece que la autora distinga y maneje dos códigos distintos marcados por un contexto creativo y una intención retórica distintas sin dejar de ser testimonios oratorios cotidianos de una misma inspiración y de ofrecer interconexiones temáticas y léxicas entre ellos16. Por una parte, el del texto lírico en puridad de sus poesías, ligado a su experiencia mística y sus visiones —en numerosas ocasiones son confesado fruto de una representación espiritual— y encauzado al delectare en su exposición pública (recordemos la esencial vocación de la poesía conventual carmelitana hacia el canto e incluso el baile que puede también motivar la composición de algunas de sus composiciones). Por otra, el de la prosa poética de las exclamaciones, en conexión con el teatro interior de la oración y meditación, encaminada al movere animos, acaso también para ser oída en colectividad y no solo leída individualmente. La tesis de ligar el género de las Exclamaciones a la oración y no tanto de manera directa al momento concreto de la comunión, tal como nos transmite la tradición editorial de santa Teresa, cobra sentido desde varios ángulos. Tenemos las propias palabras de la santa, quien en varias ocasiones reconoce que piensa en ponerse a escribir sobre sus uniones místicas tras haber comulgado y haber estado “en esta clase de oración”, refiriéndose al oración que llama de unión o matrimonio místico. La pena que deja en el alma el abandonar el estado de gozo en suspensión con Dios provoca la lágrima y la queja; y en otro grado de oración siente tales ímpetus que la obligan a lamentarse inexorable El propio Torres de Villarroel confirma la composición conjunta de exclamaciones y poesías (II: 113) y no deja de asociar las que comparten idéntica materia. Así, aunque las relaciones argumentales podrían ampliarse, la pena del destierro cantada en “Cuando al alegre el alba ríe” (II: 39-40) se alía con la expresada en la Exclamación [XVI]; la inspiración sobre un santo Cristo presente en “Crucificado Amor” (II: 173) con la de la Exclamación [XXI]. Las asociaciones podrían extenderse al ámbito de los símbolos: el bajel a la deriva aparece asimismo en “De mis penas, congojas y angustias” (I: 179) o en “Gózase tanto en penar” (II: 66); la motivación del famoso romance “Celos me da un pajarillo” (I: 281) podría enlazar no solo la tradición popular del prisionero de amor y la avecilla consoladora, sino también con la paloma bíblica que hemos recogido en la Exclamación [XXI]… 16 UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 85 “Hijas de su voz y de su alma” mente “con palabras de amor aun exteriores” (Teresa de Jesús, 1997: 529; cf. Tomás de Jesús, 1693: 156 y 174 & 200). Es esta pena del ímpetu una pena corporal, distinta a la pena espiritual que deja el arrobo, y que se concreta en palabras. Por otro lado, quisiéramos recordar que, en la obra de Tomás de Jesús, las Exclamaciones de santa Teresa se editan como Exclamaciones del alma a Dios compuestas por la Santa Madre… cuando salía de la oración (1693: 295), sin que con ello limitemos la oración al momento posterior a la comunión, aun conociendo el privilegiado espacio que éste tiene en la liturgia carmelitana. En el caso de Gregoria Francisca de Santa Teresa, ya hemos tratado, por un lado, las conexiones que pueden establecerse desde su estructura formal con el método de oración del Carmelo Descalzo, en cuya conclusión se exigía —tras la acción de gracias y la petición final— una “memoria de las palabras que más eficaces habían sido” (Figari, 2006: 167). Hemos advertido sobre el cierre formulario en “Amén” con que cuentan la mayoría de ellas y cómo la presencia de la pasión —recomendada para la preparación general a la oración— se encuentra presente en el discurso exclamativo de nuestra religiosa, ya como motivo argumental ya representada en la imagen de Cristo crucificado. Sabemos de la afición de sor Gregoria Francisca de Santa Teresa por la oración mental y la frecuencia con que se aplicaba a este “exclamar, ya orando, ya escribiendo o ya dando gritos amorosos que los ponía en el Cielo” (II: 26 y 39), pero en contadas ocasiones nos ofrece el biógrafo detalle sobre sus condiciones concretas de escritura17. Las Exclamaciones aparecen como actos de acción de gracias [XXIII], amor, fe y esperanza ([I-IV], [IX], [XXII]) que suman su “propio conocimiento” [XI], si bien nacen más de su afecto que de su numen (I: 281). Este ejercicio de virtud se complementa con su carácter consolatorio ([V]-[VI], [XVII]) tras la pena y las lágrimas que suelen preceder a su redacción [XVI]; son testimonios verdaderos de Nótese que la biografía de Torres Villarroel básicamente se articula en función de sus visiones, arrobos y diálogos espirituales, la mayor parte de ellos relacionados en algún punto con el momento o la sustancia de la oración. De manera textual se afirma en II: 223. 17 UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 86 “Hijas de su voz y de su alma” la unión con Dios [XII], concretan la súplica íntima del alma [XIII] y pueden servir, en su discreción y fervor, para “prepararse en una perfecta contrición” (II: 23). Pero es necesario acompañar la motivación íntima y personal que reside en estas razones con la orden de sus confesores de escribir siempre “con toda puntualidad” y no solo de confesar cualquier moción (incluidos obras, raptos y venturosos ejercicios) tanto para “hacer cabal juicio de su elevado espíritu, como para que no se quedase el Mundo sin noticias ciertas de su extática y prodigiosa vida y para que su convento tuviese la gloria de haber merecido en sus claustros un ejemplar tan virtuoso y admirable” (I: 241). El propio Torres Villarroel confirma ser guardadas estas exclamaciones por los dichos confesores como “rico tesoro” (I: 242). Perdidas entre el farragoso relato de Torres Villarroel, las Exclamaciones de Gregoria Francisca de Santa Teresa han sufrido el silenciamiento desde su impresión. Volver los ojos sobre ellas nos ha conducido a comprobar que la literatura mística clásica no se agota en el XVI (cf. Hatzfeld, 1976: 46). Que en su secuencia o “cadena de imitación” no solo nos es posible reconocer la consolidación de una modalidad “literaria” sino también los desvíos, que demuestran más que una evolución estética una modulación conforme a intenciones retóricas en el contexto propio de la tradición carmelitana y en general del lirismo místico, ajeno acaso a la periodización y catalogación asumida en los estudios literarios. Por otra parte, desarrollar en nuestra autora la propuesta que E. Orozco hizo respecto a santa Teresa de valorar la oración como punto de partida tanto de la poesía como de las Exclamaciones, siendo éstas “la traslación a la palabra —dicha en voz alta, como en desbordante soliloquio— de la íntima oración mental…” (1988: 477), nos ha conducido a focalizar en la práctica de la oración —ya sea en su prefiguración de teatro interior, de puesta en escena, de práctica individual o colectiva, mental o vocal— la razón de ser de este tipo de composiciones, no solo como motivo inspirador, sino como definidor de su estructura enunciativa y también performativa en tanto que estrategia de representación de la identidad mística. Amor y dolor, eros y muerte UNED. REI, 2 (2014), pp. 67-89 ISSN 2340-9029 Belén Molina Huete 87 “Hijas de su voz y de su alma” en unión con Dios encuentran un camino autorizado en estas palabras que hacen visible lo invisible. […] siempre tenía elevado su corazón y fuera de la tierra: no pasaba instante en que no se pusiese delante de su Esposo: con el alma, con los labios, con la pluma le hablaba y le escribía enamoradamente. Infinitos fueron los amatorios y venerables papeles que dictaba al regalado Esposo de su alma; todos los trasladaría yo para asombre, deleite y provecho de los Lectores; pero el curso voraz del tiempo y la modestia prodigiosa de nuestra Madre ocultó y deshizo algunos que podían servir de feliz pauta a muchos espíritus, y de gloriosísimo estudio y admiración de todos. (II: 18) Recibido: 27/03/2014 Aceptado: 01/09/2014 Referencias bibliográficas Cueto, Leopoldo Augusto de (1869), Poetas líricos del siglo XVIII, Madrid: M. Rivadeneyra, I, pp. XXI-XXII. Durán López, Fernando (2007), Un cielo abreviado: introducción crítica a una historia de la biografía religiosa en España, Madrid: Fundación Universitaria Española. --- (2010), “Religious Autobiography”, en H. 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Desde muito jovem se distinguiu na defesa da instrução popular, sobretudo feminina, tendo fundado e dirigido, com esse propósito, a Associação Fraternidade Feminina (1911-1915), responsável por uma escola noturna para raparigas, tendo o seu ativismo suscitado algumas reações locais de desagrado. O seu exemplo constitui um testemunho significativo da construção da cidadania feminina num período singular da história de Portugal —a I República—, ao pretender superar a realidade da discriminação laboral, política e cultural femininas. PALAVRAS-CHAVE: Autoras de língua portuguesa; mulheres e associações femininas republicanas; imprensa operária; oficinas de costura; A 1ª República na Figueira da Foz; cidadania feminina. Este artigo resulta da conferência intitulada Sob o signo do republicanismo. Cristina Torres dos Santos e o seu tempo de juventude (1891-1921), proferida no Casino da Figueira, em Maio de 2012, a convite da Direção da Escola Secundária c/3º CEB Cristina Torres (Figueira da Foz), por ocasião das Comemorações do XXV aniversário da criação da instituição escolar. 1 DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.11632 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 92 A aprendizagem da cidadania THE LEARNING OF CITIZENSHIP. The Youth of a Unique Republican: Cristina Torres dos Santos (1891-1921) ABSTRACT: This article studies the political and associative activity of Cristina Torres dos Santos (1891-1975), an educator and a pedagogue, in her youth, as one of the faces of republicanism in the city of Figueira da Foz (Portugal). Born of humble origins and coming from a working class family, within her life, her work as a tailor’s seamstress in a workshop intertwines with her associative and journalistic activity, within the framework of a committed republican militancy. From a very young age, she distinguished herself in the support for the education of the common people, especially of women, having founded and directed, for this purpose, the Associação Fraternidade Feminina (1911-1915), in charge of an evening school for girls. Her activism was met with some criticism from the local community. Her example represents a powerful testimony of the construction of women’s citizenship in a unique period of the history of Portugal -the First Portuguese Republic-, by striving to overcome the reality of the labor, political and cultural discrimination of women. KEYWORDS: Portuguese language authors; women and republican women’s associations; labor press; sewing workshops; The First Portuguese Republic in Figueira da Foz; women’s citizenship. Introdução Cristina Torres dos Santos nasceu nos anos noventa do sécu2 lo XIX , num decénio marcado por uma profunda crise económica, financeira e política a que se associa um clima intelectual de falência do universo das referências e dos valores da sociedade liberal oitocentista. Trata-se de um período que ficou conhecido como de cri Para uma biografia mais desenvolvida desta autora que se tornará conhecida como educadora, pedagoga e democrata, distinguindo-se na oposição ao regime estadonovista, consulte-se Esteves (2005: 250-252). 2 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 93 A aprendizagem da cidadania se finisecular e que marca o encerramento de um ciclo da história contemporânea de Portugal (Matos, 2002: 99-101), constituindo uma referência fundadora na memória do republicanismo português. Desde finais da década de 1880 havia sinais inequívocos de que o modelo económico e financeiro da Regeneração, traçado sobretudo pelo estadista Fontes Pereira de Melo e que se baseava no endividamento do Estado e no défice orçamental, estava a chegar ao fim. No início da década de 1890 estala a crise económica e financeira. A causas internas, associam-se factores internacionais. Na sequência da instauração da República no Brasil, em 1889, baixa drasticamente o câmbio da moeda brasileira bem como as remessas enviadas pelos emigrantes para Portugal, o que tem um efeito devastador nas finanças do Estado e nas atividades produtivas com reflexos imediatos na sociedade civil: desemprego na indústria, falência de empresas e agravamento da conflitualidade social por efeito do aumento do custo de vida. A agravar a situação, um factor político: a reacção nacionalista ao Ultimato britânico de Janeiro de 1890, aproveitada pelo republicanismo radical, para denegrir e criticar o regime da monarquia constitucional. É precisamente neste momento de profunda crise nacional, suscitada pelo sentimento de humilhação perante a Grã-Bretanha e pelas crescentes dificuldades económicas e financeiras que o republicanismo encontra as condições políticas para se implantar na sociedade portuguesa, dispondo de um conjunto de meios de divulgação acessíveis às camadas populares: clubes e associações, jornais, panfletos, comícios, cortejos cívicos, romagens... Na sequência do movimento de protesto causado pelo Ultimatum –o qual teve repercussões na cidade da Figueira da Foz, entre as quais se integra a inclusão na programação do dia 8 de Março de 1890, no Teatro Circo Saraiva de Carvalho, da “marcha patriótica de Alfredo Keil, A Portuguesa”, e a “1ª representação do episódio dramático Viva Portugal ou Brios de Portugal (aproposito da questão anglolusa dedicada a Serpa Pinto)3- pro “Espectaculo”, Correspondência da Figueira, 2 de Março de 1890; Vaquinhas (2013: 93-94). 3 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 94 A aprendizagem da cidadania gridem os sentimentos contestatários que vêm a desaguar na revolta republicana do 31 de Janeiro de 1891, na cidade do Porto. O desfecho é conhecido e a revolta claudicou perante as forças monárquicas. A repressão que se seguiu não ajudou à consolidação do movimento republicano, acentuando divergências internas. Será, sobretudo, a partir de 1896 que o republicanismo por razões várias –dissidências nos partidos monárquicos, escândalos financeiros envolvendo a família real, a emergência de organizações secretas e sobretudo a política de João Franco– assista ao revigoramento da militância e da propaganda por todo o país, ao mesmo tempo que ganha cada vez mais força e consistência a possibilidade de derrube violento das instituições monárquicas. Cristina Torres dos Santos vem ao mundo, por conseguinte, em plena crise finisecular, dois meses depois da revolta republicana do Porto, na Figueira da Foz, cidade onde, como afirma Rui Cascão, desde cedo começaram a “germinar” os princípios republicanos, os quais tiveram a sua formalização prática na criação de vários centros e agremiações como o Centro Republicano Democrático Fernandes Tomás (em 1879), o Club Republicano Arriaga (em 1886), a 1ª comissão municipal do Partido Republicano (em 1892) (Cascão, 2009: 656), e a proximidade estreita a instituições maçónicas, com peso significativo na cidade desde os primeiros anos do século XX, entre outros (Henriques, 2001A). Nascimento, infância e adolescência: entre a escola e o atelier de costura Irene Vaquinhas 95 A aprendizagem da cidadania Cruz Marques (também chamada Delfina da Cruz Marques Cardosa), dona de casa, natural da freguesia de Lavos5. É provável que tenha nascido em casa, como a maioria das crianças do seu tempo, morando os seus pais, à data do seu nascimento, na Rua do Pinhal, artéria localizada numa das zonas pobres da cidade. Os seus avós paternos eram incógnitos e os maternos eram António Marques Cardoso e Maria da Cruz. Foi baptizada na igreja paroquial da Figueira da Foz (freguesia de São Julião), com cerca de 8 meses, a 15 de Novembro de 1891, sendo seu padrinho Inocêncio Marques Cardoso, ferreiro de profissão, e madrinha Guilhermina Marques Cardoso, ambos solteiros. Tanto os seus pais como os padrinhos eram analfabetos, tendo a sua certidão de nascimento sido apenas assinada pelo pároco que a redigiu 6 . O seu meio social de origem é, por conseguinte, o universo das classes trabalhadoras, mais precisamente o artesanato urbano, sendo provável que o seu pai, alfaiate de profissão, fosse um artesão trabalhando no domicílio, por conta de uma clientela. Nos inícios de 1900, a actividade da alfaiataria encontrava-se “em estagnação”, senão mesmo em retrocesso” (Cascão, 1998: 233), sendo em número de 13 as oficinas (ou ateliers) existentes na cidade, tendo, em média, de 3 a 4 operários e aprendizes por oficina (Quadro I). Já o número de modistas, bem como o das costureiras de roupa branca, como então se designavam, parecem acusar um ligeiro aumento, o qual é, no entanto, acompanhado pela proletarização do sector e agravamento de condições de vida (Quadro I). A certidão de nascimento indica que nasceu a 25 de Março de 1891, pelas 9.30H da manhã, sendo filha legítima de Ricardo Torres dos Santos, alfaiate, exposto da roda de Coimbra 4, e de Delfina da O seu pai foi exposto em 2 de Novembro de 1870 e batizado na freguesia de Santa Cruz, em Coimbra, a 16 de Novembro de 1870. O Rol de Confessados da Freguezia da Figueira da Foz, iniciado em 1902, dá-o como tendo nascido a 31 de Outubro de 1870 (Informações prestadas pelo Prof. Doutor Rui Cascão, a quem muito agradeço). Os seus pais tiveram outros filhos: António Torres dos Santos (1892-1965), Elvira Torres dos Santos (1895-?) e Hedviges (1899-?) (informações prestadas pelo Prof. Doutor Rui Cascão, a quem muito agradeço). 6 Certidão de idade, Figueira da Foz, 23 de Novembro de 1915 (AUC, Certidões de idade, Cx 4, 1901-1925, fl. 363). UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 5 4 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas A aprendizagem da cidadania 96 Quadro I Oficinas de costura (alfaiates e modistas) na Figueira da Foz (1879-1908) 1874 1879 Alfaiatarias 11 Modistas 1 Costureiras locais 1890 1903 1907 13 3 6 1908 11 Irene Vaquinhas [...] é bastante certo que as raparigas na Figueira (mais do que em qualquer outra parte) trabalham muito e ganham pouco. Vejamos primeiro a costureira de alfaiate; vão para o trabalho às 7 horas da manhã, trabalham até ao meio dia, onde têm uma ligeira hora para jantar. Se forem mais tarde, o mestre ralha mas se o muito trabalho que aceitou se não puder fazer durante o dia, ele que não dá cinco minutos, não hesita em fazer trabalhar as pobres raparigas até à meia noite, ou mesmo até de madrugada, sem remorsos de lhes arruinar a saúde, estragar a vista e contudo não lhes dá mais por essa noite extenuante [...]9. 179 Fonte: Cascão (1998: 233-234) A costura, a meio caminho entre o trabalho doméstico e o trabalho assalariado, constituía, sobretudo para as mulheres das classes operárias, uma ocupação remunerada, embora com salários inferiores aos masculinos. Sendo comum até ao casamento, a maior parte do operariado dos ateliers de costura era constituído por jovens solteiras com idade inferior aos 18 anos de idade8. “Aspirações justas” e “Um alfaiate”, “O movimento operário na Figueira”, União e Luz, nº 3, 1 de Julho de 1913. 8 Para situações similares de organização da costura como trabalho domiciliar veja-se, entre outros, Matos (1991). 7 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 A aprendizagem da cidadania Num artigo do jornal operário das Associações Feminina, dos Caixeiros, Carpinteiros e Pedreiros Figueirenses, União e Luz, de 1913, levanta-se o véu sobre a realidade laboral da costureira de alfaiate ao se esclarecer que 6 A confecção de roupa (masculina e feminina) constituía um sector tradicional, pré-capitalista e de base domiciliária, sendo geralmente a casa a estrutura de produção dominante. No caso da Figueira da Foz, acresce-lhe a sua tendência sazonal, dadas as características balneares da cidade, correspondendo os períodos de Primavera e de Verão às fases de maior intensidade laboral, devido a festividades locais e ao afluxo de banhistas à cidade. Nesses meses, “dias bons para quem passeia, e terríveis para quem trabalha”, como se escrevia na imprensa operária figueirense de início do século XX, os horários de trabalho aumentavam, devido à prática dos serões, passando de 14 para 16 horas diárias, começando o dia de trabalho às 7 horas da manhã e prolongando-se até à meia-noite 7. De meados de Outubro à segunda quinzena de Março, pelo contrário, o trabalho escasseava, ficando, em regra, as costureiras em casa. 97 Cristina Torres dos Santos nasceu e cresceu neste meio oficinal, embora, como a própria tenha esclarecido, na entrevista concedida a Joaquim Sousa, “por ser fraquinha” viveu na companhia dos avós, sendo o avô funcionário reformado da Assembleia Figueirense (Sousa, 1983: 13). A palavra “fraquinha”, com que Cristina Torres dos Santos se auto-definiu, tem um sentido muito preciso no seu tempo: subentende o receio da tuberculose, doença insidiosa no meio operário e frequente entre as costureiras. A avaliar pelo seu próprio testemunho, o receio da tísica, nome popularmente dado à tuberculose, tê-la-á afastado, nos seus primeiros anos de menina, dos ateliers de costura, tendo frequentado a escola primária e, em seguida, cursos noturnos de algumas disciplinas da Escola Industrial. A morte do avô, aos 13 anos de idade, obriga-a a abandonar os estudos e a ingressar numa oficina de alfaiataria, empregando-se como costureira de alfaiate. Mais tarde, aprenderia o ofício de modista, trabalhando também em casas particulares. Continuaria, no entanto, a ler e a instruir-se, como auto-didata. Jeremias Coelho Bartolo, “Instrui-vos. Associai-vos”, União e Luz, nº 1, 1 de Maio de 1913. 9 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 98 A aprendizagem da cidadania A sua familiaridade com o ofício da costura é precoce, embora não tanto como das suas companheiras de trabalho, e a presença da actividade no seu universo quotidiano permite-lhe conhecer por dentro as agruras das costureiras de alfaiate e de roupa branca, às quais virá a dedicar, alguns anos mais tarde, parte do seu tempo e capacidade de iniciativa. Ela própria conhecia, pela experiência do vivido, que o aprendizado oficinal, para a maioria das crianças do meio operário do seu tempo, se iniciava por volta dos 9/10 anos de idade, começando-se por se varrer o chão e fazer recados. Sabia também como os dias de trabalho eram extenuantes, com horários de 14 horas, sem momentos de descanso, recebendo-se salários que, no máximo dos máximos, chegavam aos 200 réis ao fim de 8 anos de trabalho10, salário que ficava abaixo dos custos diários da alimentação, avaliada em 360 réis para o operariado nos inícios do século XX (Martins, 1997: 513). A sua entrada no mercado laboral, no ano de 1904, coincide com o momento em que o republicanismo dá um salto em frente, ao nível nacional, investindo-se na propaganda e na militância política, cujos grandes temas mobilizadores eram, à época, o “estado da crise” e o anticlericalismo. Na Figueira da Foz, a atuação republicana acentuou-se a partir de 1900, contando com várias associações e periódicos destinados a apoiar a luta política, sendo também frequente a realização de cortejos cívicos a partir de finais do século XIX. É o caso do Centro de Propaganda Republicana José Falcão, do Grupo de Juventude Republicana Dr. Bernardino Machado, criados respectivamente em 1904 e 1909, das associações Escola Nocturna Popular Bernardino Machado e da Associação Educativa da Mulher Pobre, entre outras, bem como vários periódicos, entre os quais, A Voz da Justiça, O Povo da Figueira e a Redenção. Existem também lojas maçónicas, tanto na Figueira como em Buarcos11, tendo-se acelerado, nos finais do século XIX, a republicanização da maçonaria. “Aspirações justas”, União e Luz, nº 3, 1 de Julho de 1913. Segundo Rui Cascão, entre 1907 e 1911, “coexistiram na Figueira três lojas de diferentes obediências: a loja Fernandes Tomás, a loja Justiça, à qual se seguiu a loja Evolução e a loja 8 de Dezembro. Na localidade de Buarcos seria instalado um triângulo, seguindo-se outros dois, dos quais nasceria a loja Luz e Harmonia, em 1911 (Cascão, 1998: 533). Irene Vaquinhas 99 A aprendizagem da cidadania Na cidade, a base social de apoio do movimento era fundamentalmente constituída por membros da pequena burguesia (comerciantes, empregados do comércio, funcionários e profissões liberais) a que acrescia um núcleo significativo de elementos das classes populares, em particular, artesãos e operários da indústria (Cascão, 1998: 528). O pai de Cristina Torres dos Santos era, segundo o seu próprio testemunho, “um republicano entusiasta”, levando-a a algumas iniciativas, tendo-a mesmo, aos nove anos de idade, feito vestir de “República”, numa festa na Associação dos Carpinteiros (Sousa, 1983: 13-14). A sua “vontade de saber”, em especial o interesse em assistir às conferências, levá-la-ia também a frequentar, desde adolescente, o Centro Republicano Democrático Fernandes Tomás, nome profano da loja maçónica Fernandes Tomás, em cujo prédio também funcionava a sede da Associação Instrução Popular, outro vector da propaganda republicana na cidade da Figueira da Foz (Sousa, 1983: 28-29). O ambiente oficinal, por um lado, e, por outro, a familiaridade com a ideologia republicana terão influído nas convicções de Cristina Torres dos Santos, a qual foi receptiva a uma retórica que apresentava a República como uma panaceia salvadora. A partir de 1909, com 18 anos de idade, também ela se tornará uma activa publicista do republicanismo, dando os primeiros passos na imprensa escrita, sendo apresentada pela direcção do jornal A Redenção, onde se estreou, como “simpática democrata” e “jovem escritora e [...] ilustrada correlegionária desta cidade” 12. Este periódico, cujo número avulso custava 20 réis, identificava-se como republicano, esclarecendo-se, no editorial, que a sua “orientação visa defender a ideia sagrada da Liberdade e [...] combater os crimes que a monarquia está cometendo” 13. 10 11 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 12 13 “D. Christina Torres do Santos”, A Redenção, ano 1º, nº 4, 15 de Junho de 1909. A. Esteves Junior, “Aviso” , A Redenção, ano 1º, nº 4, 15 de Junho de 1909. UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 100 A aprendizagem da cidadania Os inícios da mensagem republicana: da operária para “os filhos do trabalho, do povo e da oficina” O republicanismo deu às mulheres uma oportunidade para intervirem no espaço público, em prol de interesses pessoais ou coletivos, constituindo a imprensa uma tribuna de intervenção cívica e “um amplificador da voz feminina” (Lousada, 2011: 41-48; Lousada, 2013). Cristina Torres dos Santos beneficiou desse facto, assumindo voluntariamente a propaganda e a defesa da República. A palavra escrita foi também o seu principal veículo de afirmação no meio republicano figueirense, quiçá uma forma de consciencialização, e que, após a implantação da República, em Outubro de 1910, seguirá outros caminhos. No jornal A Redenção assinará com o seu nome próprio, uma coluna intitulada “Os deveres e os direitos da mulher. Conselhos a minha irmã”, e, sob o pseudónimo de “Maria República”, alguns artigos pontuais, colaborando no periódico entre 15 de Junho de 1909 e 1 de Fevereiro de 1910. Já no jornal União e Luz subscreverá alguns artigos apenas pelas suas iniciais: C. T. A opção pelo nome próprio e/ou por um pseudónimo não é arbitrária e afigura-se corresponder a duas tipologias distintas de mensagens discursivas e a públicos diferenciados. O recurso a pseudónimos, a anagramas ou a iniciais era prática comum na imprensa feminina do tempo quer como forma de amplificação do alcance da palavra escrita, servindo neste aspecto a estratégia republicana de divulgação dos seus ideais, quer como precaução contra eventuais retaliações (Vaquinhas, 2005: 87). Na 1ª crónica -“Os deveres e os direitos da mulher. Conselhos a minha irmã”- Cristina Torres dos Santos dirige-se, de uma forma propedêutica, à operária figueirense, a quem chama fraternalmente (no sentido republicano) de “irmã”. As matérias abordadas enquadram-se na problemática feminista do seu tempo, definido como de 1ª vaga, e que articulam o republicanismo com propostas higienistas e reinvindicações específicas à emancipação feminina: a instrução, a exaltação da maternidade, a relação entre os sexos, a higiene, a defesa da mulher como esposa e mãe. UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 101 A aprendizagem da cidadania A instrução e o trabalho são apontados como o meio mais seguro para a dignificação e a valorização das mulheres e como solução para muitas das formas de sujeição e de sofrimento. As palavras de Cristina Torres dos Santos são, neste campo, esclarecedoras: “o trabalho purifica e dá saúde física e moral. A par do trabalho, a educação, e teremos a completa felicidade [...]”14. “A mulher instruída –escreve– é mais competente para [...] ter aceiada e confortável e casa porque sabe que a higiene é a base da saúde” 15. Noutro ponto dos seus artigos dirá mesmo que “a mulher portuguesa, do nosso meio operário, só pensa em esgotar as forças no trabalho, sem se lembrar sequer de que a gente sem instrução é como os animais (...)”16. Não deixaria, no entanto, de apelar à participação cívica, ao escrever que “um dos grandes erros da educação que se dá às mulheres no nosso país, é afastá-la por completo dos deveres cívicos. Educar a mulher civicamente é o mais necessário dos remédios para o mal da indiferença [...]”, esclarecendo mais à frente, “a mulher deve ser liberal, deve amar a Liberdade, defendê-la e não tentar nunca desviar o homem de cumprir o dever que a sua consciência lhe dita” 17. As posições tomadas nesta crónica são moderadas, em alguns casos moralistas, reclamando a valorização do papel da mãe e da esposa, o direito à instrução e ao trabalho, o que se compagina com as preocupações tácticas, de certos sectores do feminismo republicano, de não se hostilizar a sociedade civil (Vaquinhas, 2011: 48), no momento em que o “feminismo” suscita galhofa e a feminista é descrita como sendo de “rosto macilento onde se vincaram inconvenientes Cristina Torres dos Santos, “Os deveres e os direitos da mulher. Conselhos a minha irmã”, A Redenção, ano 1º, nº 7, 1 de Agosto de 1909. 15 Cristina Torres dos Santos, “Os deveres e os direitos da mulher. Conselhos a minha irmã”, A Redenção, ano 1º, nº 4, 15 de Junho de 1909. 16 Cristina Torres dos Santos, “Os deveres e os direitos da mulher. Conselhos a minha irmã”, A Redenção, ano 1º, nº 6, 15 de Julho de 1909. 17 Cristina Torres dos Santos, “Os deveres e os direitos da mulher. Conselhos a minha irmã”, A Redenção, ano 1º, nº 17, 1 de Janeiro de 1910. 14 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 102 A aprendizagem da cidadania rugas, com o seu vestido desleixado, de feitio e mal assente no corpo desajeitado; e com os sorrisos prejudicados pelas amostras dos seus dentes ralos; camarada x com fato de homem, sem perfume e sem ternura no olhar - era quanto muito um homem feio”, como se escrevia no jornal O Radical de 9-5-1908. Já quando assina como “Maria República”, o seu discurso é mais radical, senão mesmo insurrecional, de ressonância carbonária e defensor de um republicanismo tingido de socialismo. No artigo intitulado “Porque esperamos?”, redigido cerca de um ano antes da implantação da República, afirma convicta: “A necessidade da revolução é um facto. É urgente, é inadiável [...] há muito que a Revolução vive na alma do Povo”18. As suas palavras devem ser contextualizadas à luz de decisões tomadas pelo Diretório do Partido Republicano, eleito no Congresso do partido, realizado em Setúbal, a 25 de Abril de 1909, de onde saiu a radicalização do movimento, e que dera “ao Partido e à Carbonária, “braço armado da Maçonaria”, o mandato de pôr a revolução na rua”, decisão que não foi consensual, tendo sido rejeitada por alguns elementos “ordeiros” do regime, ou seja, por algumas cúpulas do partido (Medina, 1993: 22). Cristina Torres dos Santos afigura-se conhecer essa decisão e regozija-se com ela, o que permite posicioná-la em termos políticos, do lado do republicanismo radical. No mesmo sentido, pode ser interpretado o seu artigo “Os jesuítas” 19, objectivamente anti-clerical, e sobretudo um outro intitulado “Manuel Buíça”, onde faz o elogio de um dos regicidas que, a 1 de Fevereiro de 1908, mataram o rei D. Carlos e o príncipe herdeiro, no Terreiro do Paço, em Lisboa 20. Define-o “como um Deus salvador, um homem até ali obscuro que, sacrificando a vida, salvou muitos da morte e do desespero. Era pai e sacrificava à humanidade o seu coração amantíssimo de pai. Matou, é certo, mas lavou esse assassinato com o seu sangue de már Maria República, “Porque esperamos?”, A Redenção, 15 de Setembro de 1909. Maria República, “Os jesuitas”, A Redenção, 1 de Agosto de 1909. 20 Maria República, “Manuel Buiça”, A Redenção, 1 de Fevereiro de 1910. 18 Irene Vaquinhas 103 A aprendizagem da cidadania tir e de herói” 21. Com efeito, alguma imprensa republicana, sobretudo operária, fez o panegírico dos regicidas, vistos como “heróis mortos pela causa da liberdade e da pátria”, elevando-os a heróis, e organizando-se inúmeras romagens às campas dos regicidas (Medina, 1990: 34-39). Quanto à influência e desempenho da Carbonária, na Figueira da Foz não é uma matéria ainda estudada, sendo difícil de avaliar a eventual participação e contributo de Cristina Torres nessa organização. O intervencionismo activo após a implantação da I República: a defesa do associativismo e a fundação da Associação Fraternidade Feminina A implantação da República é vivida por Cristina Torres dos Santos com grande alegria e entusiasmo, tendo transportado a bandeira nacional (pertença do Centro José Falcão) no cortejo cívico que se realizou na Figueira para homenagear o novo regime (Sousa, 1983: 15-16). Nos anos imediatos, e até cerca de 1914, terá uma atuação um pouco distinta da fase de propaganda do republicanismo, assumindo uma participação mais ativa na sociedade civil, tornando-se “apóstola” do associativismo e dos direitos sociais, sobretudo da operária figueirense. No imaginário social republicano, o associativismo é entendido como uma condição para o enraizamento da democracia (Catroga, 1991: 248), ao mesmo tempo que permite objetivar outras aspirações de carácter social, entre as quais, a intrução, a qual era interpretada como o único caminho capaz de poder emancipar de toda e qualquer forma de subordinação. A aposta na formação, em particular o combate ao analfabetismo feminino, identifica-se, como esclarece Isabel Lousada, com “um dos pilares da actividade maçónica ou para-maçónica no advento da República” (Lousa- 19 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 21 Idem, ibidem. UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 104 A aprendizagem da cidadania da, 2013: 19). A própria Cristina Torres dos Santos escreverá em Dezembro de 1910: “Hoje nada somos sem instrução. Sem ela não temos licença para expor uma ideia, nem dignidade para evitar ou impedir uma injúria” 22. Dentro desta linha de pensamento, fundará, com outras colaboradoras, em Maio de 1911, a Associação de Instrução Fraternidade Feminina ou Fraternidade Feminina, como também era referida, a qual tinha como objectivo principal, “a instrução popular das raparigas da classe popular da Figueira”23, em particular das “costureiras, as mais interessadas”, como a própria Cristina Torres dos Santos esclarecerá24. Será criada uma escola, tendo como principal professora Laurentina Dias Nogueira, que também secretariava a direcção. Nessa escola, a par da aprendizagem da leitura e da escrita, faziam-se conferências destinadas à “vulgarização de conhecimentos tendentes a instruir as associadas, quer pelo que diz respeito a sistemas de trabalho e seu aperfeiçoamento, quer a costumes domésticos segundo os preceitos da higiene e da civilização”25. Em concreto, terão sido muito poucas as conferências realizadas, justificando a Direcção da Associação com o argumento de que “[...] nestes tempos que vão correndo, em que a política apaixonou quase todos os que falam, | as conferências | são palavras que fogem rapidamente da memória” 26 - apostando-se, sobretudo, no jornal União e Luz como principal veículo de propaganda e, sobretudo, na escola, sustentada pelas quotas dos sócios, reconhecendo-se, em 1913, que os atrasos no seu pagamento tornavam difícil a sua continuação, sendo as suas principais despesas relativas ao pagamento de honorários (Quadro II). “Associação de Instrução Popular. Palavras da nossa conterrânea Cristina Torres dos Santos”, A Voz da Justiça, 13 de Dezembro de 1910. 23 Petardo, “A Fraternidade das raparigas”, Gazeta da Figueira, 17 de Maio de 1911. 24 Cristina Torres dos Santos, “Voltando”, A Voz da Justiça, 19 de Novembro de 1912. 25 A Voz da Justiça, 14 de Maio de 1911. 26 “Considerações”, União e Luz, nº 5, 7 de Setembro de 1913. Irene Vaquinhas A aprendizagem da cidadania 105 Quadro II Despesas com a escola da Associação de Instrução Fraternidade Feminina (1913) Despesas Custos % Professora 4000 38,5 Contínua e cobradora 2400 23,1 Renda de casa 1500 14,4 Luz 500 4,8 Jornal 2000 19,2 TOTAL 10400 100 Fonte: “Considerações”, União e Luz, nº 5, 7 de Setembro de 1913 Num esforço de manter a escola, no ano de 1914, abrir-se-á também aos rapazes27. Porém, a Associação terminará em 1915. Esta associação tinha grandes afinidades com uma outra, criada em 1899, em Buarcos, a Associação Educativa da Mulher Pobre, a qual, como a própria designação indica, se destinava a instruir a mulher pobre, tendo sido criada a escola denominada “Caridade”, a qual era, por volta de 1901, frequentada por cerca de 60 crianças 28. A sua fundação partiu de um grupo de senhoras, com ligações ao meio mercantil figueirense e unidas, por estreitos vínculos familiares, a elementos da Maçonaria local, mais precisamente a José Joaquim Alves Fernandes Águas, presidente do triângulo de Tavarede e pai de duas das fundadoras (Henriques, 2001a: 120). A partir do ano de 1904, no momento em que a intensificação do movimento republicano conduz à entrada de mulheres na Maçonaria, mais precisamente no Grande Oriente Lusitano Unido (Costa, s.d.d: 59), a “escola da Caridade” passa a ser tutelada pela loja feminina de adopção “8 de Dezembro”. 22 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 “Pela instrução”, União e Luz, nº 10, 1 de Maio de 1914. Irene Vaquinhas, “Associação Educativa da Mulher Pobre (1899-1908)”, Dicionário de História da I República e do Republicanismo (Lisboa, Assembleia da República) (em publicação). 27 28 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 106 A aprendizagem da cidadania É provável que a Associação de Instrução Fraternidade Feminina também tivesse ligações maçónicas, assunto que merece ser investigado. A documentação recolhida permite, no entanto, verificar que a sua fundação foi alvo de críticas, tanto na imprensa mais conservadora –caso do jornal A Gazeta da Figueira– como sob a forma de grafitis nas paredes (dizeres na terminologia do tempo), amesquinhando-se a imagem da sua presidente, apelidada de “feminista” e designada pela “Cristininha do Ricardo” e a “obra das cachopas”29. A atitude da fundadora punha à prova tabus sociais, irritando a moral pública. “As suas ideias –escrevia um tal “petardo” na Gazeta da Figueira– referindo-se ao feminismo, “não são para a Figueira, e não tente cá fazer propaganda delas, porque nunca poderá colher frutos”, admoestando-a, em tom paternalista, “juízo” 30. Para além do feminismo, Cristina Torres dos Santos era acusada de querer singrar à custa da associação e de lecionar sem ter formação académica adequada. Em resposta, redigirá um artigo intitulado “A todas as pessoas mal educadas que, infelizmente, existem nesta linda terra”31, onde afirma não ser atingida pelas críticas, argumentando com o velho ditado português “os cães ladram e a caravana passa”. Como a própria confessou a Joaquim Sousa, “(...) os elementos conservadores julgaram que era o fim do mundo, e eu apareci como uma pessoa que ia virar a sociedade”(Sousa, 1983: 18). Irene Vaquinhas 107 A aprendizagem da cidadania moral”33. Cristina Torres dos Santos tinha plena consciência de que o aumento do nível da escolarização feminina permitia às mulheres não só um reposiocionamento socioprofissional como a intensificação da sua capacidade reinvindicativa. Seja como for, a criação e a direcção desta Associação deu à jovem Cristina Torres dos Santos visibilidade, respeito e a consideração dos seus pares, tendo sido convidada, no ano de 1912, para integrar o grupo encarregado de preparar as comemorações locais da República, convite que declina pelos seus muitos afazeres34. Em nome dos direitos sociais: a questão dos horários de trabalho Uma outra vertente da sua actividade, no período imediatamente a seguir à República, é a colaboração na imprensa operária, sobretudo no jornal A União e Luz, fundado em 1913, órgão e propriedade das Associações de Instrução Fraternidade Feminina, dos Caixeiros, dos Carpinteiros e dos Pedreiros Figueirenses, e que visava constituir “um núcleo de propaganda associativa” e “um intrépido mensário dos proletários figueirenses” 35. A sede do jornal, que era de distribuição gratuita, funcionava na Associação Fraternidade Feminina. As informações recolhidas parecem confirmar que a associação não teve grande sucesso, devido sobretudo à indiferença do operariado feminino, reconhecendo a propria Cristina Torres dos Santos que o pagamento de quotas afastava interessadas 32. Não obstante continuará a afirmar que “Apesar de tão desprezada, ela estará sempre ao lado das reclamações operárias, com todo o carinho e formação Neste jornal, Cristina Torres dos Santos apenas assina um artigo com o seu nome, embora reduzido às iniciais C. T., sobre horários de trabalho36. Porém, embora omitindo a identidade, afigura-se poder concluir-se da sua colaboração assídua no periódico, ora em artigos assinados pela direcção da Fraternidade Feminina, ora na abordagem frequente de assuntos relativos às costureiras (de alfaiate e de roupa branca), ora na prestação editorial de alguém que se es- Petardo, “A Fraternidade das raparigas”, Gazeta da Figueira, 31 de Maio de 1911. 30 Idem, ibidem. 31 Cristina Torres dos Santos, “A todas as pessoas mal educadas que, infelizmente, existem nesta linda terra”, A Voz da Justiça, 17 de Setembro de 1912. 32 Cristina Torres dos Santos, “Voltando”, A Voz da Justiça, 19 de Novembro de 1912. “A Associação Feminina”, União e Luz, nº 3, 1 de Julho de 1913. Ofício de 27 de Setembro de 1912, A.H.C.M.F.F., Associação de Instrução Fraternidade Feminina. (ASS/Div. 1). 35 “Regulamento e fins do grupo editor da União e Luz”, União e Luz, nº 4, 3 de Agosto de 1913 36 C. T. “Horas de trabalho em Coimbra”, União e Luz, nº 3, 1 de Julho de 1913. UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 33 29 ISSN 2340-9029 34 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 108 A aprendizagem da cidadania conde atrás do pseudónimo “Célia”. É o caso, entre outros, do artigo intitulado “Associação Feminina. Alguma coisa”, de Setembro de 1913, no qual se congratula com a diminuição do horário de trabalho das costureiras de alfaiate, devido à suspensão dos serões (trabalho nocturno), mas onde se apela à continuação da ofensiva reinvindicativa pela elevação do salário, concluindo-se: “O salário é insuficiente. Costureiras, ânimo”37. Em rigor, a regulamentação do descanso semanal e que “reconhece a todo o assalariado um descanso semanal de vinte e quatro horas, em regra, seguidas”38, foi aprovada pelo Governo Provisório, em 5 de Abril de 1911, mas as denúncias do seu incumprimento, no meio laboral figueirense, sucedem-se39. De igual modo, o tema das costureiras “que dormem o sono dos escravos”, como se afirma em alguns artigos, é recorrente, sendo também objecto de alguns poemas, como é o caso daquele que se cita: A costureira (À Fraternidade Feminina da Figueira) N´essa quase prisão chamada atelier, A jovem proletária, a linda costureira Consome, dia e noite, a sua vida inteira, Sem que para comer Ela ganha, sequer. N´um labutar perene, atenta ao seu mister, A gentil produtora, arfante de canseira, Definha lentamente, assim d´essa maneira, Para não ter que alugar seu corpo de mulher. Como eu desejaria! Oh, sim, como eu quisera Irene Vaquinhas 109 A aprendizagem da cidadania De vez a libertar, trazer-lhe essa “quimera”. Que meu ser com loucura há muito vem sonhando! Afim de ela aspirar a “santa liberdade”; Para que enfim gozasse a pura felicidade Que os peitos lutadores andam reinvindicando... Camilo Rodrigues (A União e Luz, nº 9, 25 de Janeiro de 1914) Depreende-se também da leitura do jornal a União e Luz uma certa recomposição das forças políticas no seio do operariado figueirense, reduzindo-se o espaço de manobra do republicanismo em favor do reforço da hegemonia do Partido Socialista, apelando-se abertamente “a um governo da República que tenha no seu programa o programa do Partido Socialista”40. A própria Cristina Torres no depoimento dado a Joaquim Sousa, ao ser interpelada “se eram socialistas?”, respondeu “Era tudo à misturada...!”. Na verdade, a leitura do periódico deixa subentender a existência de vários segmentos ideológicos no seio das Associações de classe. Não consegui apurar até que ponto esta situação, a par de um certo desencanto relativamente à Fraternidade Feminina em que pusera tanto empenho, influíram no espírito de Cristina Torres e terão contribuído para a sua decisão de se afastar da Figueira da Foz e prosseguir estudos universitários. Se Cristina Torres dos Santos for “Celia”, como atrás sugeri, esta hipótese ganha maior força. “Celia” escreve o último artigo em 1 de Maio de 1914, esclarecendo que “Com este artiguelho, termino a série dos meus escritos na União e Luz. Afasto-me com saudade de todos os camaradas, de todos os amigos e, principalmente dos leitores, mas vencido por circunstâncias imprevistas, como pensamento semi-amortalhado por um véu de desalentos que tarde se dissipará, cá vou para a legião dos desiludidos [...]” 41. “Associação Feminina. Alguma coisa”, União e Luz, nº 5, 7 de Setembro de 1913. “Lei do descanso semanal”, Leis da Familia e do Descanso Semanal, Supplemento da Legislação da Republica Portuguesa, Porto: Biblioteca Juridica – Editora, 1912, p. 14. 39 Veja-se, a este propósito, o artigo “Ao de leve”, em que se denuncia o caso de uma modista que “faz com que as raparigas trabalhem ao domingo” (União e Luz, nº 5, 7 de Setembro de 1913). Para outras situações vejam-se também os artigos “Justiça!” e “Prevenção” (União e Luz, nº 5, 7 de Setembro de 1913), “Barbaro”, (União e Luz, nº 6, 13 de Outubro de 1913). Lara Martins, “A Republica e as aspirações do proletariado”, União e Luz, nº 8, 21 de Dezembro de 1913. Entre as bandeiras de luta conta-se o “sufrágio universal, o dia normal de 8 horas, os tribunais de árbitros avindores, o imposto sobre o álcool, a proteção na indústria aos menores e às mulheres, a aposentação de todos os trabalhadores sem distinção de sexo, liberdade de reunião, de associação e de pensamento. 41 Celia, “Gratidão”, União e Luz, nº 10, 1 de Maio de 1914. UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 37 38 ISSN 2340-9029 40 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 110 A aprendizagem da cidadania Irene Vaquinhas A entrada na Universidade de Coimbra: a licenciatura em Ciências Históricas e Geográficas No ano lectivo de 1915-1916, Cristina Torres dos Santos matricula-se no curso de Ciências Históricas e Geográficas da Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra. A análise dos livros de matrículas, disponíveis no Arquivo da Universidade de Coimbra, permite concluir por um precurso académico relativamente regular, tendo em conta que interrompe o curso em 1916-1917, não se matriculando em qualquer cadeira, para, no ano seguinte, se inscrever em dez disciplinas (Quadros III e IV). Quadro III Elenco das disciplinas do curso de Históricas e Geográficas da FLUC a que Cristina Torres dos Santos se matriculou (1915-16 a 1918-19) Ano lectivo Disciplinas 1ª Matrícula 2ª Matrícula A aprendizagem da cidadania 111 1917-1918 Geografia Política e Económica 31/Out/1917 1917-1918 História das Religiões 30/Nov/1916 1918-1919 Geografia Geral 25/Nov/1918 1918-1919 Geografia Física 25/Nov/1918 1918-1919 Curso de Desenho aplicado à Cartografia 25/Nov/1918 1918-1919 Etnologia 25/Nov/1918 1918-1919 Arqueologia 25/Nov/1918 9/Maio/1919 1918-1919 Filologia Clássica 25/Nov/1918 9/Maio/1919 1918-1919 Literatura Portuguesa 2ª 25/Nov/1918 9/Maio/1919 1918-1919 História da Filosofia Medieval 25/Nov/1918 1918-1919 Estética e História da Arte 25/Nov/1918 9/Maio/1919 1915-1916 Língua e Literatura Inglesa 1/Nov/1915 1915-1916 Curso Prático de Inglês 1/Nov/1915 1915-1916 Filologia Portuguesa 1/Nov/1915 1915-1916 História Geral da Civilização 1/Nov/1915 1915-1916 Filosofia 1ª 1/Nov/1915 1915-1916 5 1916-1917 0 1917-1918 História Medieval 30/Nov/1916 1917-1918 10 1917-1918 História de Portugal 30/Nov/1916 1918-1919 9 1917-1918 História Antiga 30/Nov/1917 1917-1918 Geografia de Portugal e Colónias 31/Out/1917 1917-1918 Literatura Portuguesa 1ª 31/Out/1917 1917-1918 História Moderna e Contemporânea 31/Out/1917 Teve como professores, algumas figuras prestigiadas das letras portuguesas, entre as quais, Carolina Michaellis, em Filologia Portuguesa; António de Vasconcelos, em História de Portugal e História Antiga; Magalhães Colaço, em História das Religiões, e Gonçalves Cerejeira, em História Medieval, entre outros. 1917-1918 História da Filosofia Antiga 31/Out/1917 1917-1918 Epigrafia e Paleografia 31/Out/1917 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 Quadro IV Média de cadeiras por ano Ano Lectivo ISSN 2340-9029 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 Nº ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 112 A aprendizagem da cidadania Quadro V Docentes das cadeiras da FLUC Disciplinas Carlos Mesquita Curso Prático de Inglês John Opie Filologia Portuguesa Carolina Michaellis História Geral da Civilização Francisco Martins Filosofia 1ª Alves dos Santos A aprendizagem da cidadania 113 Estética e História da Arte Docentes Língua e Literatura Inglesa no Museu Machado de Castro (Joaquim Martins Teixeira de Carvalho) No seu ano matricularam-se 57 alunos, dos quais 14 (24,6%) eram mulheres. Quadro VI Alunas inscritas no ano de 1915-1916 (FLUC) Nomes História Medieval Gonçalves Cerejeira História de Portugal António de Vasconcelos História Antiga António de Vasconcelos Geografia de Portugal e Colónias Ferraz de Carvalho Literatura Portuguesa 1ª Mendes dos Remédios História Moderna e Contemporânea Porfírio da Silva História da Filosofia Antiga Alves dos Santos Epigrafia e Paleografia António de Vasconcelos Geografia Política e Económica Ferraz de Carvalho História das Religiões Magalhães Colaço Geografia Geral Ferraz de Carvalho Geografia Física na Faculdade de. Ciências Curso de Desenho aplicado à Cartografia na Faculdade de. Ciências Etnologia Barbosa Tamagnini Arqueologia Joaquim de Vasconcelos Filologia Clássica Gonçalves Guimarães Literatura Portuguesa 2ª Mendes dos Remédios História da Filosofia Medieval Alves dos Santos UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 Irene Vaquinhas Naturalidade Alice Costa Pinto de Andrade Coimbra Alice Idalina Delgado de Oliveira Porto Alice Isabel Pires Lisboa Ana Maria Fernandes Lopes Trancoso Branca Pereira de Sousa Porto Cândida Helena Paulo Vital Fornos de Algodres (Guarda) Ema Vidal Pinheiro Porto Hermínia Augusta da Costa Machado Reguengos de Monsaraz (Évora) Lucília América da Cunha Dias Guarda Maria Henriqueta Guerra Pinheiro Freixo de Espada à Cinta (Bragança) Maria das Mercês de Figueiredo Areosa (Viana do Castelo) Palmira Isabel Guerra Pinheiro Freixo de Espada à Cinta (Bragança) Virgínia Faria Gersão Cernache (Coimbra) Fonte: AUC, Livros de Matrículas |...|. Terminaria o curso a 8 de Novembro de 1920, obtendo o grau de licenciada. A carta de curso, ser-lhe-ia passada a 12 de Fevereiro ISSN 2340-9029 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 114 A aprendizagem da cidadania de 1921. Entretanto já casara com Albano Duque, então ainda estudante42. Tinha 30 anos de idade. A sua vida em Coimbra foi “muito dura”, como a própria confessaria (Sousa, 1983: 19), com dificuldades económicas, conciliando o estudo com trabalhos de costura, aulas de instrução primária a operários, empregos temporários na imprensa da Universidade e ainda a colaboração na imprensa escrita. Conclusão No termo desta análise sobre os primeiros trinta anos da vida de Cristina Torres dos Santos importa salientar o muito que há pesquisar no conhecimento da sua personalidade e obra. É uma mulher singular, multifacetada e poliédrica, com vincados traços de carácter. Nasceu e cresceu com o movimento republicano e este, por circunstâncias do seu meio familiar, oficinal e local, marcou-a desde muito cedo. É precoce a despertar para o republicanismo, cujas causas adopta, tornando-se muito cedo, ainda uma menina, numa combatente política. Dizia-se, nos finais do século XIX, que a cidade da Figueira da Foz era “política por fora e política por dentro”. Neste aspecto, a “Cristininha do Ricardo”, como era também conhecida no meio figueirense, foi uma filha da terra... Aos 30 anos, quando conclui o seu curso na Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra, já tinha atrás de si um longo passado de intervenção escrita na imprensa, de militância e de direção cívica e associativa, de actividade oficinal que muito lhe foi útil em momentos de dificuldades económicas, recorrendo aos seus conhecimentos de costura sempre que o dinheiro escasseava. Irene Vaquinhas 115 A aprendizagem da cidadania Porém, oriunda do meio operário é, sobretudo às operárias, e muito em particular às costureiras de alfaiate e de roupa branca, que se dirige, nos seus primeiros anos de militância republicana, procurando incuntir-lhes a aspiração de mudança da sua condição e direitos por via da instrução, convertendo-se em porta-voz das questões operárias. A instrução continuará a ser a sua bandeira de luta, tornando-se, posteriormente, numa conhecida pedagoga e defensora da Escola Nova. A menina que trabalhara numa oficina irá encarar a escola como a “oficina onde se constrói o cidadão” e o local onde se pode fomentar a afectividade relativamente a ideais coletivos. A Cristina Torres dos Santos, nome com o qual assinava os seus artigos, dará lugar a Cristina Torres ou Cristina Torres Duque, nome que passará a utilizar, pelo menos a partir nos anos 1930. Os textos e as iniciativas que deixou constituem um património doutrinário do republicanismo na cidade da Figueira. Não admira, por isso, que as suas qualidades pessoais e cívicas a convertessem num símbolo e que a sua figura de mulher se transformasse em referência e modelo tutelar. Até hoje... Recibido: 11/02/2014 Aceptado: 22/04/2014 Referências bibliográficas 1. Fontes Manuscritas Arquivo da Universidade de Coimbra (AUC) Certidões de idade, Cx 4, 1901-1925. Livro de inscrição Letras 1915-1916, fl. 99. Albano Correia Duque de Vilhena e Nápoles (1894-1963), conhecido por Albano Duque, professor, jornalista, impulsionador da criação de uma delegação da Universidade Livre na Figueira da Foz, foi também um dos fundadores, nesta cidade, da loja maçónica Germinal, da qual foi Venerável (Henriques, 2001a: 7). Cristina Torres casou-se com Albano Duque a 29 de Outubro de 1914. Livro de inscrição Letras 1916-1922, fl. 126v-127. Livro de Matrículas. Carta de curso (27 de Novembro de 1921). UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 UNED. REI, 2 (2014), pp. 91-119 42 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Irene Vaquinhas 116 A aprendizagem da cidadania Arquivo Histórico da Biblioteca Municipal da Figueira da Foz (AHBMFF). Associação de Instrução Fraternidade Feminina. (ASS/Div. 1) Registo de sócios da Delegacia da Universidade Livre de Coimbra na Figueira da Foz. 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REI, 2 (2014), pp. 121-144 NEGOTIATING CENSORSHIP IN THE POSTWAR SPANISH NOVEL DIVORCE AND CIVIL MARRIAGE IN ELENA QUIROGA’S ALGO PASA EN LA CALLE (1954) SARAH LEGGOTT Victoria University of Wellington (Nueva Zelanda) [email protected] ABSTRACT: In recent years, the postwar Spanish novel has received relatively little critical attention, with much scholarship focusing instead on more contemporary works that deal with the Civil War and its legacy. My argument in this article is premised on the notion that works produced in 1950s and 1960s Spain merit renewed scholarly attention and a fresh critical approach. I focus my discussion on the works of novelist Elena Quiroga, whose works have been the focus of little scholarly attention and are generally not well-known by the reading public. My discussion considers the reasons for this neglect of Quiroga and her works, examining her narrative style and her treatment of highly contentious issues in her works, despite the strict censorship regime in place in postwar Spain. My analysis centres on Algo pasa en la calle, Quiroga’s most experimental novel of the 1950s in terms of technique, and also the most daring in terms of social criticism. I examine the author’s representation of the contentious issue of divorce and civil marriage, and her subversion of the gendered identities prescribed in Franco’s Spain. KEYWORDS: Spanish postwar narrative written by women. Elena Quiroga. DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.12949 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 122 Negotiating censorship LA CENSURA EN LA NOVELA ESPAÑOLA DE POSGUERRA. Divorcio y matrimonio civil en Algo pasa en la calle (1954), de Elena Quiroga RESUMEN: La novela española de posguerra ha recibido poca atención crítica en los últimos años, en contraste con la mucha atención dedicada a obras contemporáneas que tratan el tema de la guerra civil y sus consecuencias. Este estudio parte de la premisa de que las obras literarias producidas en la España de los 50 y 60 merecen otra visión crítica y un enfoque nuevo. El artículo se centra en las obras de la novelista Elena Quiroga, cuyas novelas han sido escasamente atendidas por la crítica y son poco conocidas por los lectores en general. Se estudian las causas por las que no se ha tenido en cuenta a Quiroga y sus obras, analizando su estilo narrativo y cómo trata en sus novelas temas altamente polémicos a pesar de la rígida censura que existía en la España de posguerra. El análisis se centra en Algo pasa en la calle, su novela de los años 50 más experimental por su innovación formal y también la más atrevida por su clara crítica social. Se examina cómo presenta en Algo pasa en la calle el debatido tema del divorcio y el matrimonio civil y la forma en que la novela subvierte las identidades de género prescritas en la España de Franco. PALABRAS CLAVE: Narrativa femenina, de la posguerra española, Elena Quiroga. I n recent years, the postwar Spanish novel has received relatively little critical attention, with much scholarship focusing instead on more contemporary works that deal with the Civil War and its legacy, works that are part of the contemporary ‘memory boom.’ This lack of interest in novels published in the first decades of the dictatorship may be attributed, at least in part, to the perception that many were lacking in literary merit, except for a small number of canonised works. This is particularly true of texts of the 1950s, many of which UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 123 Negotiating censorship were associated with the dominant trend of social realism, a term that came to be used as a negative descriptor; as Barry Jordan has noted, “novela social was frequently used in a pejorative sense to marginalize or disqualify as artistically invalid novels whose ‘social’ content was too explicit or direct” (Jordan, 1990: 18). Such preconceptions have continued to inform much critical work in this area, with most novels of this period pigeonholed as realist texts in literary histories, a tendency noted by Janet Pérez who points to the way in which such generalisations “aid grasping the dominant tone of each period but necessarily muffle other notes” (Pérez, 2004: 631). 1 Pérez’s comment alludes to the fact that not all novels produced in early postwar Spain fall within such narrow categorisations, as is the case with the novels of Elena Quiroga (1921-1995), whose literary production is the focus of my discussion in this study. My argument in this article is therefore premised on the notion that works by writers belonging to what Ana María Matute termed the “wounded generation” of postwar Spain (Matute, 1965), 2 those who lived through the Civil War and wrote their works in the repressive postwar environment, merit renewed scholarly attention and a fresh critical approach. Elena Quiroga published a total of ten novels and three novelettes over the course of her literary career; she was awarded the prestigious Nadal Prize in 1950 for Viento del norte, a work which received much critical acclaim within Spain, and the Critics’ Prize in 1960 for Tristura, and she became, in 1983, the second woman to be elected to the Real Academia Española (RAE). Despite such accolades, Quiroga’s works have been the focus of little scholarly attention and they are generally not well-known by the reading Such generalisations constitute part of a tendency by literary historians to “compress a wide variety of texts produced in the 1950s to mid-1970s into a putative evolutionary scheme, from an early tentative realism (1950s) to a more openly critical realism (late 1950s to mid-1960s) with a strand of initially revisionist and finally anti-realist writing (early 1960s onwards) giving way to yet another new realism in the 1980s” (Perriam et al., 2000: 135). 2 Writers of this generation are also known as the “generación del 50” and the “niños de la guerra”. 1 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 124 Negotiating censorship public, in comparison with those published by both her male and female contemporaries. Among these are the three other women writers who were honoured with the Nadal Prize in the 1950s — Dolores Medio, Carmen Martín Gaite and Ana María Matute —, following the bestowing of the inaugural award on Carmen Laforet in 1944. Quiroga is, without doubt, the least-studied of this group of writers, to the extent that upon her appointment to the RAE in 1983, one of the press articles on the topic was entitled “Elena Quiroga, la olvidada” (Llopis, 1983: 89). My discussion in this article will consider the various reasons for this neglect of Quiroga and her works, examining the trajectory of her literary career and the way in which her writing departs from the social realist narrative that dominated literary production at the time. I will focus in particular on Quiroga’s novels of the 1950s and 1960s, works which are complex and experimental in style, and which deal with such sensitive subjects as female sexuality, divorce, wartime violence, and the moral degeneracy of postwar Spanish society.3 My discussion will consider the narrative strategies adopted by Quiroga to allow her to present such issues, despite the strict censorship regime in place in postwar Spain. While I will make reference to a number of Quiroga’s novels in my discussion, due to constraints of space I will centre my analysis here particularly on Algo pasa en la calle (1954), the author’s most experimental novel of the 1950s in terms of technique, and also the most daring in terms of social criticism. Quiroga’s works, like many postwar Spanish novels, have received little critical attention in recent years. Early scholarly work on Quiroga’s novels is included in studies produced by José Domingo in the early 1970s and in articles by Martha Marks published in the early 1980s, among others; more recently, work by Rosa Isabel Galdona Pérez (2001) and Blanca Torres Bitter (2001) has further contributed to scholarship on Quiroga, focusing particularly on her best-known While the topic of the Civil War and its aftermath is alluded to in social realist novels of the period, Quiroga’s works differ from most such works in terms of narrative technique, and in her frank treatment of female sexuality, among other topics. 3 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 125 Negotiating censorship works, Tristura (1960) and Escribo tu nombre (1965). There has been, however, scarce attention paid to Algo pasa en la calle: this is limited to a 1954 review of the novel published by Joaquín de Entrambasaguas soon after its publication and work by Phyllis Zatlin, the critic who has considered Quiroga’s work most extensively and has published specifically on this novel. My discussion of Algo pasa en la calle in this article draws on and is indebted to existing studies on Quiroga’s writings, particularly work by Zatlin published in the 1980s and early 1990s, but seeks to offer a different approach, by focusing particularly on Quiroga’s negotiation of the strict censorship process in place in postwar Spain and on her representation of the contentious issue of divorce and civil marriage. Furthermore, I examine Quiroga’s subversion of the gendered identities prescribed in Franco’s Spain and the way in which her novel challenges notions of the existence of a single version of the past. Although born in Santander, Quiroga considered herself Galician, as she spent much of her childhood and adolescence in rural Galicia, an area that provides the setting for a number of her literary works. Quiroga’s mother died when she was very young, so she was raised by her father, later attending Catholic boarding school and studying in Rome. Quiroga began to write for publication in the late 1940s, publishing her somewhat melodramatic debut novel, La soledad sonora, in 1949. She married historian Dalmiro de la Válgoma in 1950; the couple moved to Madrid, where the author lived until her death in 1995. It was in the 1950s and 1960s that Quiroga developed her literary career and wrote her most significant works, beginning with the publication of the Nadal-winning Viento del norte in 1950. This is a traditional novel, related by a third-person omniscient narrator and set in rural Galicia, and likened by some critics to the naturalist works of nineteenth-century writer Emilia Pardo Bazán (1851-1921) —a reading of Quiroga’s work that has been dismissed by Phyllis Zatlin as representative of “a male-centred focus that tended to put all women writers, and certainly all Galician women writers, in the UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 126 Negotiating censorship same category, and a Madrid-centred focus that failed to appreciate the realities of twentieth-century Galicia” (Zatlin, 1991: 44).4 This categorisation of Quiroga’s works as out-dated, however, tended to prevail, despite the fact that her later novels bore little resemblance in style to her first literary efforts. It was the publication of Algo pasa en la calle in 1954 that marked the beginning of Quiroga’s more sophisticated and experimental literary production. 5 Adopting a stream of consciousness technique and presenting the perspectives of multiple characters through interior monologues, this novel also introduces the highly sensitive topic of divorce together with other elements of social critique, as I will discuss further below.6 The best-known and most highly-acclaimed of Quiroga’s works are her two novels featuring protagonist Tadea Vásquez, Tristura (1960) and Escribo tu nombre (1965). Tristura recounts Tadea’s childhood experiences from the perspective of the young protagonist, revealing the constraints placed on girls growing up in Spain in the 1920s and 1930s, in a society dominated by patriarchal and religious discourse and a strongly gendered moral code. The elements of social criticism that are nascent in Tristura are developed and intensified in Escribo tu nombre, with the now-adolescent Tadea presented as more rebellious, as she struggles against the repressive rules of the convent school that can be read as a microcosm of prewar Spain. The freedom for which Tadea yearns is denied by Church doctrine and strictly conservative Zatlin refers here to the fact that the critics, generally based in Madrid, who were dismissive of Quiroga’s novel lacked an understanding of rural life in Galicia at the time; they thus labelled Viento del norte as an outdated portrayal of an earlier era (hence the parallel drawn with Pardo Bazán). They were, however, unaware that the rural life depicted by Quiroga in this novel was a reality in many isolated areas well into the twentieth century. 5 Similar narrative techniques are also present in two of Quiroga’s other novels of the 1950s, La enferma (1955) and La careta (1955). 6 The question of divorce is also an important topic in the pre-Civil War works of Carmen de Burgos (1867-1932), who deals with this issue in both her theoretical writings and her fictional works. See Louis (1999) for discussion. 4 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 127 Negotiating censorship social mores, with the novel revealing the hypocrisy of both, while also daringly portraying adolescent female sexuality as part of the teenage Tadea’s first-person narrative. Tristura has been lauded by Pérez as Quiroga’s “most significant contribution” (2002: 502), and these two novels have been described by Luebering as her “crowning achievement” (2011: 82). Critics have highlighted the particular accuracy and intensity of Quiroga’s portrayal of the oppressive social environment that restricted the lives of girls and young women in early twentiethcentury Spain, praising her complex and nuanced representation of the “problems of growing up female” (Pérez, 2002: 502).7 Quiroga’s use of such varied and innovative narrative techniques in her literary works, together with her bold engagement with proscribed sexual and social issues, means that her works make an important and unique contribution to the postwar literary tradition; in fact, as Kristen Barney has affirmed, “one could easily label her the most progressive Spanish writer of the 1950s” (Barney, 1993: 105), referring to both the style and content of her novels. Given this, the neglect of Quiroga’s works is particularly lamentable, and may be attributed to a range of different factors, some of which overlap with the reasons that her novels were able to circumvent the censorship process. One important factor was Quiroga’s use of sophisticated and experimental narrative techniques, which meant that her works did not fit within the dominant social realist trend of the time, thus automatically falling outside the canon. Moreover, the use of these devices, such as stream of consciousness and temporal fluidity, resulted in her works being inaccessible to many readers, and thus rejected as too difficult. 8 Significantly, this was a factor that actually worked in Quiroga’s favour in terms of the censorship process, as publications that would reach a larger audience were subject to a more rigorous assessment: thus material for television and cinema, For extensive analysis of Quiroga’s Tristura, see Torres Bitter (2001). Quiroga’s works have been described as “Faulknerian” due to her use of these devices (Zatlin, 1977). 7 8 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 128 Negotiating censorship classified as “public” and designed to reach a mass audience, had to pass through many levels of approval in what was often a lengthy process, while novels, considered to be for private consumption and intended for a minority, elitist audience, were usually read by only one or two censors (Neuschäfer, 1994: 49). Quiroga’s novels were likely to have been considered of little interest to most of the population; moreover, the complexity of her works may well have made them inaccessible to the censors themselves, whose backgrounds and levels of education varied widely, and who generally lacked training and guidance. Censors were, for the most part, in full-time employment elsewhere, with their work as censors a secondary job that was poorly remunerated (Neuschäfer, 1994: 51-52). Scholars have indicated the resultingly arbitrary nature of the censorship process in postwar Spain, in which, Daniel Linder has affirmed, censors often acted “unfairly, arbitrarily, and in bad faith” (Linder, 2004: 161). Texts that were submitted to more than one censor often received contradictory reports (Curry, 2006: 54-56), and there were cases of manuscripts receiving differing judgements depending on the time of year at which they were submitted (Mangini, 1987: 46). Quiroga’s experiences appear to confirm the unsystematic nature of the process: Zatlin has indicated, for example, that the censor assigned to the highly contentious Algo pasa en la calle did not even read the novel, assuming that it would be similar in content and style to Quiroga’s earlier and more conservative work, Viento del norte (Zatlin, 1991: 45). Gender may also have played a role here, although the censors’ reactions to works by women was somewhat contradictory: on the one hand, critics have suggested that texts by women writers tended to be taken less seriously by the censors, who assumed that their works would be insignificant and harmless, and thus treated them more leniently. Conversely, others have suggested that works by women were scrutinised more carefully, particularly in relation to the ‘moral’ aspects of their work, as they considered supposedly questionable material to be ‘unwomanly’ and the regime was hostile UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 129 Negotiating censorship towards “cualquier tipo de intento de liberación por parte de la mujer” (López, 1995: 11). The approval of Quiroga’s later works, Tristura and Escribo tu nombre, would also have been facilitated by their use of a child’s perspective, which made the works appear unoffensive, and by their autobiographical basis, allowing them to be dismissed as an insignificant example of women’s life-writing. Finally, yet significantly, writers were often able to circumvent the censorship process through personal connections; as Mangini has noted, “Quien conociese a un alto funcionario o a un clero-censor podía negociar sus problemas censoriales”, due to the fact that “[l] os mismos que hacían reglas las deshacían si les convenía” (Mangini, 1987: 46). Quiroga herself suggested in an interview that this was indeed true in her case, indicating that she had a personal contact who approved her works for publication without going through the usual channels: “[T]uve muchísima suerte, porque la censura la pasé, y no la pasé, porque tenía un amigo en censura lo bastante noble para decirme ‘ven mañana; tráeme el libro’. Y me daba la tarjeta de censura y ponía los sellos, y se acabó” (Hermida, 1995). It is unclear which of Quiroga’s works were approved for publication in this way, but at least one was censured after publication: La careta, which portrays the long-term psychological effects of the atrocities of the Civil War and goes so far as to suggest that these were not confined to one side, was prohibited from being displayed in bookshops (Zatlin, 1991: 45). I will now turn my discussion specifically to Algo pasa en la calle, examining the narrative strategies adopted by Quiroga in this particular novel to allow her to deal with topics generally prohibited by official censorship and to present an implicit criticism of aspects of the Franco regime. The events in the narrative present of the novel — Madrid on a day in the spring of 1954— are sparked by the accidental death of university professor Ventura, who dies after falling from the balcony of the home that he shared with his common-law wife Presencia. Ventura’s body lies in the house awaiting burial, as his relatives, colleagues and neighbours come to pay their respects. This includes Ventura’s legal wife Esperanza, from whom he has been UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 130 Negotiating censorship estranged for many years; their adult daughter Ágata, who has not seen her father since she was six years old; Ágata’s husband Froilán, who never met his father-in-law; and Asís, the teenage son of Ventura and Presencia, who returns from boarding school to farewell his father. The narrative is comprised of the interior monologues of each of these characters who, together with the grieving Presencia, the priest and a few minor characters, offer the reader different perspectives on the dead Ventura and his life. Thus while the novel is set in the postwar 1950s, the characters’ memories and flashbacks take the reader back, in a jumbled and fragmentary manner, to events of the 1920s, 1930s and 1940s. The purported protagonist of the novel, the deceased Ventura, is voiceless, characterised for the reader only by the partial and often contradictory accounts of those who knew him. The narrative style adopted by Quiroga in this work is, then, innovative, characterised by the techniques of multiple perspectives, stream of consciousness, flashbacks and simultaneous time. One of the many instances of this in the work occurs when Esperanza contemplates her deceased ex-husband’s body in the narrative present, while in an internal monologue remembering conversations they had many years before: Habían sido en vida manos febriles, delgadas, muy marcados los nudos de los dedos, con uñas que se encorvaban levemente. . . . Las sintió sobre sí, espirituales y ardientes, si cabían las dos cosas. Y en Ventura las dos cosas cabían. - Quisiera que nuestro matrimonio fuese un compañerismo perfecto. No supo qué responder, no le parecieron las palabras adcuadas. Sabía que era hermosa y deseable, y la palabra ‘compañerismo’ la hirió. Era preciso, ahora, todo su oscuro conocimiento de mujer para reconocer aquellas manos expresivas y sobrias en estas pobres destrozadas manos. (27) The narrative voice also shifts between interior monologues in the first person and others in an indirect third person, as well as a brief monologue in the second person. An omniscient third-person narrative UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 131 Negotiating censorship voice appears only occasionally; for the most part, there is no coherent, guiding voice for the reader; rather, this novel calls upon the reader to make sense of the different narrative strands for him or herself, in order to be able to understand the complete picture of relationships and events and to fill in the gaps in the different versions provided by the characters. These versions are, moreover, often contradictory, as characters have only partial information about others, or may be unwilling to acknowledge the truth about their own situation or actions. Algo pasa en la calle was, as a result, a very challenging text for readers of the 1950s, accustomed to social realism. While historical events or the social context that frames the novel are not explicity outlined in Algo pasa en la calle, as is to be expected given the constraints of censorship, there is nevertheless strong sociopolitical commentary in this work. The most significant element of social critique in the novel, and the most provocative given the social and political context of 1950s Spain, is Quiroga’s treatment of the issue of marital separation and divorce; as Pérez notes, it was unthinkable in Francoist Spain to “attempt to publish writings favoring divorce, abortion, birth control” (Pérez, 1989: 74). The legalisation of divorce and the recognition of civil marriages were among the wide-ranging social, cultural and legal reforms introduced by the governments of the Second Republic between 1931 and 1936, many of which were aimed at improving women’s civil and employment rights. In addition to the major advances of the legalisation of divorce in 1932 and of abortion in 1936, women came to be acknowledged as citizens with political rights: from 1931, women could be nominated as political candidates and, following the establishment of the new Constitution, they were also granted the right to vote (Scanlon, 1986: 265, 308, 274).9 These The issue of women’s suffrage was highly controversial, even among the different Republican factions. Notably, the politicians Clara Campoamor and Victoria Kent clashed over this issue: Campoamor argued strongly for women’s right to vote, while Kent argued against it, on the basis that it would be damaging for the Republic as most women would vote for the right. 9 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 132 Negotiating censorship reforms, radical for their time, were highly controversial, and did not necessarily have wide support from Spanish women; as Helen Graham has noted, “it is probably the case that a majority of Spanish women in the 1930s were hostile to the new divorce legislation —not because their confessors of parish priests told them to be (though they did), but primarily because it was viewed as eroding their economic security and the only social environment they had experience of ” (Graham, 1995: 102). In any case, the reforms were short-lived, with the Franco regime reinstating much of the former Civil Code in 1939, thereby revoking the legality of divorce and civil marriage. As a result, couples who had been married in civil ceremonies during the years of the Republic found that they were no longer considered to be legally married, their children were declared illegitimate, and couples who had been granted a divorce were officially deemed to be still married (Torres, 2002: 14). This is precisely the situation that is presented in Algo pasa en la calle. The retroactive repealing of the Republican divorce and civil marriage laws means that Ventura, upon his death, remains legally married to Esperanza, and his relationship with Presencia is neither officially recognised nor sanctioned, leaving Asís illegitimate. However, rather than denouncing the relationship between Presencia and Ventura, who have, according to Francoist doctrine, been living in sin, Quiroga’s novel highlights instead the devastating impact that the outlawing of divorce had on families, and the anguish caused by loveless marriages. Ventura and Esperanza were clearly in an incompatible marriage: Ventura was not part of his wealthy wife’s social circle and had no interest in her materialistic life, dominated by frivolous social events; Esperanza did not understand her husband’s scholarly world, and his love of solitude to be able to read and write. Both were unhappy, yet while Esperanza saw no need for them to separate — “Con seguir como estamos, en paz” (Quiroga, 1954: 34) — Ventura refused to continue to live in an unhappy relationship, and decided that they should separate. He pays a high price for his decision to leave his wife, losing contact with his daughter, as Esperanza chooses UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 133 Negotiating censorship to tell Ágata that her father is dead. She hopes, moreover, that Ventura will be killed in the Civil War, thus dying a hero and leaving her the widow of a martyr: “Cuando la guerra ella había esperado . . . recibir la noticia. Muchas mujeres recibían la noticia; era un hecho que podía suceder” (Quiroga, 1954: 104). Quiroga thus also inserts here an oblique reference to the decimation of the male population that resulted from the conflict, a reality that had negative consequences for many families, and that tended to be downplayed in official rhetoric. The contrasting characterisation of Ventura’s two wives, Esperanza and Presencia, is significant and in itself subversive. Esperanza, the beautiful, wealthy, conservative, Church-going legal wife is a highly unlikeable character: she is portrayed as selfish, vain, and hypocritical, described from the very start of the novel as “impaciente y rencorosa” (Quiroga, 1954: 12). Esperanza repeatedly emphasizes that she is Ventura’s legitimate wife — “Soy su mujer legítima”, “era su mujer legítima, la única” (Quiroga, 1954: 25, 31) —, a position that, she believes, means that she commands respect and is admired by others: “Me admiran. . . . ‘Hay que ver qué buena: vino y rezó por él’” (Quiroga, 1954: 101). She raises her daughter Ágata to believe, first, that her father is dead, and later, that he has abandoned them to live with another woman; Ágata thus grows up in an atmosphere of bitterness, believing that her father never loved her and coming to despise his memory. The superficiality of Esperanza’s life is emphasised in the text and, significantly, is acknowledged by Esperanza herself as she reflects on her relationship with Ventura: “Tenía la vida colmada: Ágata, la casa, los amigos, su posición en sociedad… Todo un artificio montado que le ocupaba días enteros, meses, años” (Quiroga, 1954: 108). This, Esperanza muses, is precisely what Ventura used to say, as he dismissed the shallowness of her life and social environment, telling his wife that “tu medio es como un monstruoso pulpo, y no sabes desenredarte” (Quiroga, 1954: 109). The implicit criticism here of the life of the supposedly “good wife” and, by extension, of the social class of which she is a part, is daring for the time; moreover, the fact that Quiroga makes Esperanza, as the representative of the social and religious values upheld by the regime, UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 134 Negotiating censorship such an unpleasant character effectively discredits the ideology that she embodies. In contrast, it is Presencia, the non-Church-going “other woman” with whom Ventura has lived for some fifteen years in a “sinful” relationship that is not accepted by society or by the Church, who embodies the supposedly Christian virtues of love, care, respect and humility. Unlike the unsatisfying and hostile relationship that Ventura experienced with Esperanza, his marriage to Presencia is shown to be based on mutual love and respect. Presencia, an unassuming, studious young woman, lost her mother when she was a young girl, growing up in the care of her aunt and uncle, who banished her from their home when they learned of her relationship with Ventura and her pregnancy. The figure of the motherless female protagonist is a common in Quiroga’s work, with the author’s own experience giving her a particularly empathy with their plight. This is, moreover, representative of a broader trend in postwar novels by women writers, which often feature young women whose lives are deeply affected by maternal absence.10 In contrast to Esperanza, Presencia shared Ventura’s intellectual curiosity and understood his need for solitude to work; a non-believer herself, she nevertheless respected his strong religious beliefs, lamenting the fact that her husband “pasaba delante de las iglesias como un desterrado” (Quiroga, 1954: 218) as a result of his banishment from the Catholic church due to their relationship. Following the accident, Presencia selflessly leaves the dying Ventura with the priest so that he might receive the last rites. Tellingly, it is Esperanza who believes that the dying man should have been denied this comfort, criticising the priest’s actions: “¿Cómo pudo Mothers of all ages are significantly absent in many twentieth-century narratives by Spanish women writers, particularly in novels of the early postwar years which, Biruté Ciplijauskaité affirms, “se destacan por la ausencia de la figura de la madre” (1988: 77). Examples include Carmen Laforet’s Nada (1944), Rosa Chacel’s Las memorias de Leticia Valle (1945), Ana María Matute’s Primera memoria (1960) and Mercè Rodoreda’s La Plaça del Diamant (1962). 10 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 135 Negotiating censorship absolverlo? Esta mujer no era su esposa” (Quiroga, 1954: 48). In effect, the fact that the priest is willing to bless the deceased Ventura, thus contravening the Church doctrine to which he ascribes and is supposed to uphold, is a further subversive element in the novel, as is the priest’s empathy with the grieving Presencia and his criticism of the Church-going Esperanza. While the priest praises Presencia’s nobleness — “Renunció a él totalmente. Supo la grandeza de Aquel que se acercaba por lo suyo, y no se lo estorbó” (Quiroga, 1954: 50) —, he refers to Esperanza as “Aquella dura mujer queriendo regatearle su victoria a Dios” (Quiroga, 1954: 49).11 Quiroga paints, moreover, a sympathetic portrait of Presencia as a victim of the regime’s abolition of the divorce law: as Ventura’s common-law wife, she has no rights, and will now be left with nothing. Presencia has long been marginalised socially due to her marital situation, recalling “el desvío de la gente de su calle” and her awareness of “la hostilidad de los demás” (Quiroga, 1954: 91, 93). The novel clearly denounces the unfairness of this treatment, as well as the hypocrisy of the moral code, as the same people who ignore Presencia nevertheless talk to Ventura, and acknowledge her when she is with her husband. There is a clear gendered double-standard at work here, according to which the woman bears the blame, “Como si ella fuese una terrible mujer que le hubiese cautivado” (Quiroga, 1954: 91). This treatment of Presencia reflects the gender discourse espoused by the Franco regime, based on the Eve-Mary dichotomy of Catholic doctrine which posits the Virgin Mary as the “female paragon, and the ideal of the feminine personified” (Warner, 2013: xxxvi), in contrast to woman as sexual temptation, the personification of sin and responsible for the ills of humanity. Problematically, however, Presencia does not conform to stereotypical representations of the “other woman” as a sinful femme fatale: she is not portrayed as beautiful nor elegant, and is initially described as “Insignificante. Historians have explored the emergence of dissidence and opposition to Francoism among members of the Catholic clergy, particularly in the 1950s and 1960s, described as “el fenómeno de los ‘curas obreros’” (Sánchez Recio, 2003: 225). 11 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 136 Negotiating censorship Desvaída” by Froilán (Quiroga, 1954: 64). The fact that Presencia is not instantly recognisable as a “fallen” woman exacerbates the hostility towards her, as she astutely muses: “Quizá lo que menos le perdonaron fue su aspecto de muchacha decente” (Quiroga, 1954: 91). Presencia’s “decency” means that her transgression of the code of morality is particularly unforgiveable. Significantly, the injustice of Presencia’s suffering and victimisation is acknowledged in the novel by the male character of Froilán, a representative of the legal family, who nevertheless becomes sympathetic to Presencia’s plight. Having never met Ventura and thus relying solely on the one-dimensional perspective of Esperanza and Ágata regarding his father-in-law, Froilán’s visit to the deceased man’s home gives him a new understanding of the situation. He comes to realise the extent of the falsehoods that have shaped his wife’s life, seeing for himself Presencia’s love for Ventura and her grief at his death, “aquel dolor sin fondo que era ella misma” (Quiroga, 1954: 65), as well as receiving proof of Ventura’s unceasing love and longing for his lost daughter. Froilán is deeply moved by the newspaper clippings of Ágata in her wedding dress and the announcement of the birth of her twin daughters that his father-in-law carried with him until his death: “El abuelo, que nunca se lo oyó llamar, guardando aquel pequeñísimo recorte porque llevaba impreso el nombre de dos niñas desconocidas que eran sus nietas” (Quiroga, 1954: 65). Through this process, Froilán not only gains an insight into the life of the deceased Ventura, but also comes to a new understanding about his wife, realising the extent to which the legacy of her childhood continues to impact on her into adulthood: “‘Ágata está endurecida por el rencor, y me mira de una manera extraña cuando beso a las niñas. Me mira con ojos de huérfana’. Acababa de comprenderlo y le despedazaba el corazón” (Quiroga, 1954: 115). Froilán believes that his wife deserves to be told the truth about her father’s love for her, both for her own sake and to restitute Ventura’s memory, affirming that, as a father, “Yo agradecería que alguien devolviese mi memoria intacta a mis hijas en un caso como éste” (Quiroga, 1954: 118-19). UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 137 Negotiating censorship The novel thus highlights the impact that paternal absence has had on Ágata, who, having been told that her father was dead, learned when she was thirteen that he was alive and living in the same city as she and her mother. This revelation was doubly traumatic, as she had to confront both the fact that her father had supposedly abandoned her and the knowledge that her mother had lied to her for many years. The adolescent Ágata initially dreamed of her parents reuniting, a feeling that was later replaced by a deep sense of loathing and loss. The adult Ágata is presented as a spoiled and self-centred woman who has long been sheltered from the truth and the real world by her mother, who still treats her as a child. Ágata searches for a replacement paternal figure in a husband — “‘Me casaré con un hombre mayor que yo. Mucho mayor que yo. Que tenga canas’” (Quiroga, 1954: 174) —, and as a mother, she feels a lack of maternal bond with her own children: “Nacieron las gemelas y Ágata se cuidaba de ellas de una manera rápida y escrupulosa, pero sin alma” (Quiroga, 1954: 117). Through the figure of Ágata, Quiroga paints a complex and accurate portrait of the psychological effects of divorce and the impact of parental absence on children. Absence and loss similarly cloud Ventura’s life, with his separation from his daughter causing him an intense anguish that stays with him until his death. While he never spoke to Presencia of his daughter, Ágata was nevertheless a silent presence in their relationship: “Desde que estaba Asís para nacer, el hombre no volvió a nombrar a Esperanza o a la niña, y sin embargo permanecieron entre ellos. La niña sobre todo” (Quiroga, 1954: 69). The novel’s positive portrayal of the character of Ventura, a nonconformist who left his family and has fathered an illegitimate son, is a further element of the daring nature of Quiroga’s work. He is cast as a liberal, non-traditional professor, encouraging his students to think for themselves, to debate and discuss issues. Ventura also puts others first, deciding, for example, not to go to court for access to Ágata in order to save her from suffering, despite the pain this causes him: “Yo sabía que, a la fuerza, la podía ver, no había medio de impedirlo legalmente; pero así no podía hacerse, así caíamos en lo que yo había pretendido evitar UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 138 Negotiating censorship al separarnos: no sería yo el aniquilado, ni ella, pero sí nuestra hija” (Quiroga, 1954: 89-90). Ventura’s other child, Asís, is also deeply affected by the implications of his father’s separation from his first wife, as the new family is not recognised by society or the Church. Asís has only just learned from a classmate the truth about this parents’ relationship, and is thus struggling to come to terms with both this knowledge — “soy el hijo espúreo” (Quiroga, 1954: 129) — and the news of his father’s death. Asís is devastated that his parents lied to him, now understanding why they sent him away to school where nobody knew him, and likening his situation to that of a schoolmate who was “un hijo de… Bueno, la palabra no se debe decir . . . Su madre no era buena” (Quiroga, 1954: 129), a boy who is consequently victimised by the other children. This child carries the burden of his mother’s shame — “Se hacía perdonar, ¿el qué? ¿Qué culpa era la suya?” (Quiroga, 1954: 129) —, and while Asís to some extent blames both of his parents for his own situation — “sin derecho me hicisteis” (Quiroga, 1954: 126) —, it is clear that, again, it is the mother, Presencia, who is cast as the main culprit: “Ha sufrido también, pero si ella no hubiese… Nada más que se hubiese negado” (Quiroga, 1954: 126). The maternal figure is thus presented as the primary cause of her son’s misfortunes, again evoking the notion of woman as pernicious, responsible, as was Eve, for man’s downfall. In addition to Quiroga’s treatment of the controversial issue of divorce, there are other elements of more veiled social critique and references to further contentious topics in Algo pasa en la calle. As mentioned earlier, there are references to Ventura’s participation in the Civil War, where he fought on the frontlines, despite being a pacifist: “Habría empuñado las armas con dolor” (Quiroga, 1954: 104). Following the war, he was temporarily removed from his university position as part of the process of depuraciones carried out by the Nationalists during and after the war. Through this process, teachers and other civil servants who were suspected of opposing the regime were dismissed from their positions for offences ranging from UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 139 Negotiating censorship participation in left-wing political movements to alleged immoral private conduct; in the education sector, some 33% of university teachers and 25% of primary school teachers who had held teaching positions during the Republic lost their jobs as part of this process (Tusell, 2007: 25). However, in many cases the allegations made against teachers, Francisco Morente Valero argues, “no se referían a hechos concretos, sino que se limitaban al plano de las ideas, las simpatías y los sentimientos”, leading him to describe the depuraciones as a process in which “el verdadero sentido de la justicia estaba viciado desde el origen” (Morente Valero, 1997: 268. 271). In Algo pasa en la calle, both Esperanza and Prudencia note the injustice of Ventura’s removal from his position, which is described as “una vergüenza” by one of Ventura’s colleagues, who affirms that it was the result of “Una malquerencia, una ambición mezquina… Otro quería su puesto y le denunció” (Quiroga, 1954: 105). Ventura is reinstated once his army Commander confirms his service, but the episode highlights the arbitrary and unfair nature of the process. It also impacts on Ventura’s reputation, with his students assuming that his removal is a result of unpatriotic actions during the war and that he must, therefore, have been “con los rojos” (Quiroga, 1954: 181). The political retaliation inherent in the process of depuraciones was a topic that was not publicly discussed in postwar Spain. A further polemical topic that is alluded to in the novel is that of sexual relationships, with indications that there are sexual problems in the marriages of both Esperanza and Ventura, and Ágata and Froilán. Ventura was attracted to Esperanza by her physical attractiveness, but Esperanza herself acknowledges her disinterest in men and in sexual relationships: “Despreció a los hombres desde la pubertad” (Quiroga, 1954: 201). Similarly, Froilán refers to his wife’s “miedo cerval a las relaciones físicas” (Quiroga, 1954: 173). Furthermore, the novel alludes to the sexual activities of secondary characters, such as a friend of Presencia’s who is having an affair with a married man, and Esperanza’s friend Reyes, who seeks to seduce Ventura, amid veiled insinuations that her own husband may be homosexual (Quiroga, 1954: 216, 107-108). UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 Sarah Leggott 140 Negotiating censorship Sarah Leggott These indirect references to sexuality further contribute to the boldness of Quiroga’s work for a novel that appeared in the 1950s. It is, however, the novel’s representation of the central issue of marital separation that makes Algo pasa en la calle such an extraordinary work for its time. Given that at the time of the novel’s publication “not even the memory of divorce reform remained, or, if it did, censorship removed it” (Zatlin, 1984: 131), the very inclusion of this topic was in itself bold. However, in Quiroga’s novel, while the actual word “divorce” appears only at the end of the text, the clear implication is that separation and re-marriage is not necessarily sinful, but, rather, can be a preferable option to life in an incompatible marriage. The positive portrayal of the loving and respectful relationship between Ventura and Presencia stands in stark contrast to the antipathy and desolation of the officially sanctioned marriage between Ventura and Esperanza, yet the effects of the prohibition of divorce are revealed to be devastating. In particular, the injustice of the resulting social marginalisation of women and children, embodied in the novel by Presencia and Asís, is highlighted in Algo pasa en la calle, reinforced by Quiroga’s highly sympathetic portrait of the motherless Presencia as a compassionate common-law wife and a devoted mother, a depiction that makes the reader question assumptions about women in her situation. Again, Presencia stands in contrast to the hypocritical and self-centred Esperanza, and her cosseted daughter Ágata, women who supposedly fulfill expectations of women under the Franco regime, but are here cast in a very negative light. Quiroga’s innovative narrative techniques also offer the reader multi-dimensional representations of people and of past events, undermining, through the use of shifting narrative perspectives, notions that there exists a single one-dimensional version of the “truth”. Algo pasa en la calle is, then, a highly experimental novel, as well a work that presents bold social criticism, alluding to the subjects of divorce, civil marriage, illegitimate children, female sexuality, and postwar political retaliation: all highly sensitive topics in the strictly censored and socially conservative society of postwar Spain. Recibido: 22/08/2014 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 UNED. REI, 2 (2014), pp. 121-143 ISSN 2340-9029 141 Negotiating censorship Aceptado: 13/10/2014 Works Cited Barney, Kristen R. (1993), “The Quiet Revolution of Elena Quiroga”, Revista Hispánica Moderna, 46.1, pp. 103-116. Ciplijauskaité, Biruté (1988), La novela femenina contemporánea (1970– 1985): Hacia una tipología de la narración en primera persona, Barcelona: Anthropos. Curry, Richard (2006), En torno a la censura franquista, Madrid: Pliegos. Domingo, José (1971), “Del realismo crítico a la nueva novela”, Ínsula, 26.290, p.5. ----- (1973), La novela española del siglo XX, Madrid: Editorial Labor, vol. 1. Entrambasaguas, Joaquín de (1954), “Algo pasa en la calle por Elena Quiroga”, Revista de Literatura, 6.11-12, pp. 384-87. Galdona Pérez, Rosa Isabel (2001), Discurso femenino en la novela de posguerra: Carmen Laforet, Ana María Matute y Elena Quiroga, Santa Cruz de Tenerife: Servicio de Publicaciones, Universidad de La Laguna. 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REI, 2 (2014), pp. 145-169 LAS GUERRAS DE LA EX YUGOSLAVIA EN LA CREACIÓN DRAMÁTICA FEMENINA ESPAÑOLA MARÍA LUISA GARCÍA-MANSO Universität Passau. Alemania [email protected] RESUMEN: Las guerras de secesión de la antigua Yugoslavia (1991-2001) causaron una gran conmoción en la sociedad española. Las imágenes mostradas en la televisión y la prensa se convirtieron en el desencadenante de la creación dramática de varias autoras españolas que comenzaron su andadura escénica entre los años noventa y principios del siglo XXI. Las seis obras dramáticas incluidas en este estudio —Fuga (1994), de Itziar Pascual; Los días perdidos (1997), de Eva Hibernia; La ciudad sitiada (1997), de Laila Ripoll; Un lugar estratégico (2005), de Gracia Morales; Belgrado (2008), de Angélica Liddell; y laSal (2012), de Eva Hibernia— permiten plantear diversas cuestiones en torno al impacto de género de las guerras, el papel de la comunidad internacional y la representación del horror en el teatro. PALABRAS CLAVE: Teatro español contemporáneo, género, Yugoslavia, guerra. DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.12143 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso Ex-YUGOSLAV WARS dramatic works 146 IN SPANISH Las guerras de la ex Yugoslavia women writers’ ABSTRACT: The Yugoslav Wars (1991-2001) sent shockwaves through Spanish society. The images broadcast in the media triggered the creation of plays by several female Spanish playwrights, who began to publish and stage their works between the 1990s and the early 21st century. The six plays included in this essay —Fuga (1994) by Itziar Pascual, Los días perdidos (1997) by Eva Hibernia, La ciudad sitiada (1997) by Laila Ripoll, Un lugar estratégico (2005) by Gracia Morales, Belgrado (2008) by Angélica Liddell, and laSal (2012) by Eva Hibernia— raise questions about the impact of gender on war, the role of the international community and the representation of horror in theatre. KEYWORDS: Contemporary Spanish drama, gender, Yugoslavia, war L a indagación en la memoria colectiva ocupa un lugar prioritario dentro del drama histórico contemporáneo (Vilches de Frutos, 2002; Floeck, 2006). En la escena española de los últimos años es frecuente encontrar propuestas dramáticas históricas en las que se plantean reflexiones sobre las guerras que tuvieron lugar en el siglo XX y sus consecuencias en nuestros días. El interés de los autores y autoras de teatro se ha dirigido especialmente a reflexionar sobre acontecimientos que han marcado la historia española reciente, como la Guerra Civil, el exilio republicano de 1939 o la dictadura franquista. Sin embargo, existe también un importante grupo de obras en las que se plantean sucesos de acuciante actualidad que han tenido lugar más allá de las fronteras nacionales, mostrando otros escenarios de violencia. Así ocurre, en efecto, con el considerable conjunto de texUNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 147 Las guerras de la ex Yugoslavia tos dramáticos que, en un tono antibelicista y de denuncia, evocan algunas de las guerras recientes que mayor impacto han tenido en la conciencia colectiva española (Ragué-Arias, 2005: 13). En los años noventa, coincidiendo con la aparición de una nueva generación de autoras de teatro (Serrano, 2004: 567; GarcíaManso, 2013: 121), se estaban produciendo en la Europa de los Balcanes las guerras de secesión yugoslavas. Las imágenes de violencia y destrucción, transmitidas de forma cotidiana en los medios de comunicación, causaron una tremenda conmoción en la sociedad europea. El estallido del conflicto, iniciado en 1991 en la actual Eslovenia, fue mudando de escenarios, territorios y bandos contendientes hasta 2001. A lo largo de aquellos diez años, los diferentes grupos étnicos de la antigua Yugoslavia se enfrentaron en guerras de fatídicas consecuencias. Millones de personas tuvieron que desplazarse y vivir en campos de refugiados y las víctimas mortales se cuentan en cientos de miles de personas. Todavía hoy permanecen grabadas en la conciencia colectiva las imágenes del horror que, difundidas por los medios de comunicación cada día, informaban del transcurso del conflicto. La proximidad geográfica de estas guerras y la violencia infringida contra la población civil y especialmente contra las mujeres ha contribuido a despertar el interés de las creadoras españolas del ámbito escénico. Las cinco autoras de las obras dramáticas incluidas en este ensayo proceden de una generación que comienza su andadura en el teatro en los años noventa. Laila Ripoll (Madrid, 1964), Angélica Liddell (Figueras, Gerona, 1966), Itziar Pascual (Madrid, 1967), Eva Hibernia (Logroño, 1973) y Gracia Morales (Motril, Granada, 1973) cuentan en la actualidad con una trayectoria consolidada en el ámbito escénico y muestran una especial predilección por el tratamiento de temáticas comprometidas. Nos vamos a referir a un total de seis textos dramáticos en los que las guerras de los Balcanes se sitúan como trasfondo: Fuga (1994), de Itziar Pascual; Los días perdidos (1997), de Eva Hibernia; La ciudad sitiada (1997), de Laila Ripoll; Un lugar estratégico (2005), de Gracia Morales; Belgrado (2008), de Angélica Liddell y laSal (2012), de Eva UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 148 Las guerras de la ex Yugoslavia Hibernia. En ellos, las autoras parten de la terrible realidad bélica para plantear las consecuencias de la violencia sobre la comunidad y, especialmente, sobre las mujeres. Sin embargo, la representación de un conflicto tan complejo y reciente que, en algunos casos, se encontraba activo en el momento de la creación dramática, suscita cuestiones en torno al despertar de los procesos creativos y su plasmación en los textos dramáticos y en la escena. ¿Cuál fue el desencadenante de la creación de estos textos? ¿Cómo se produce en ellos la representación del horror? En este artículo nos proponemos analizar las formas dramáticas utilizadas por las autoras españolas contemporáneas para reflexionar sobre estas guerras y sus consecuencias sobre las víctimas civiles que el lenguaje ha denominado eufemísticamente como “colaterales”. El primer aspecto que cabe destacar sobre este conjunto de obras es que se trata de un teatro en el que el documento, el testimonio y la imagen difundidos a través de los medios de comunicación son determinantes para la selección del tema y la construcción dramática. Al igual que ocurre con la representación dramática de otras temáticas extraídas de la realidad social, como la inmigración y la xenofobia (García-Manso, 2012: 288-89), el acceso a los canales de información en red y las nuevas tecnologías se constituyen como fuentes esenciales de los procesos creativos. Con frecuencia, las autoras aluden en los programas de mano, los prólogos de los textos dramáticos o en entrevistas sobre los montajes escénicos al impacto que las imágenes y noticias de la prensa y la televisión produjeron en su conciencia. Itziar Pascual, una de las primeras autoras que se inspira en dichas guerras, explica en el programa de mano de Fuga cómo se vio conminada a la escritura de la obra: “en el verano de 1993 me acompañaron las siluetas del horror. Las voces de mujeres agredidas por la barbarie, las imágenes de la naturaleza abatida por la eficaz destrucción humana, se mezclaban con reflexiones más íntimas…” (Galindo, 1995: 81). También Eva Hibernia alude a motivos similares en relación a Los días perdidos, inspirada por una terrible fotografía publicada en la prensa: UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 149 Las guerras de la ex Yugoslavia Ese año [1996], el ingente bombardeo de noticias sobre la guerra de los Balcanes, dio de lleno en un lugar de mi conciencia que quiso reaccionar en la manera en que sé hacerlo como artista: escribiendo un texto. Recuerdo que el detonante fue una imagen que acompañaba esa mañana la noticia del periódico. (Hibernia, 2012: 11-12) Tal y como señala Luis Araújo en su prólogo a la edición de Los días perdidos, se trata de una imagen de un “niño mutilado de guerra en Bosnia, cuya fotografía ha dado la vuelta al mundo” (Araújo, 1997: 5). La imagen de este niño, además, se incorpora al drama a través de las alusiones de sus personajes, quienes señalan verlo en diversas ocasiones, sin que se manifieste ante el público. Laila Ripoll reconoce asimismo la influencia de las crudas noticias sobre la guerra en la escritura de La ciudad sitiada1: “era tremendamente doloroso desayunar todas las mañanas con aquello que estaba sucediendo. Era el año 95 y recuerdo las violaciones de las mujeres bosnias, a las que luego sus propios compañeros les abrían el vientre para sacar a los hijos, porque eran de otra raza. Era un grado de horror…” (Ripoll, 2011: 27). Al igual que Hibernia, Ripoll se refiere a una imagen que se convirtió en el detonante de su proceso creativo: “Recuerdo una foto de una chica musulmana muy joven y guapa, sin piernas, en un bombardeo, recuerdo unos pies que nos impresionaron… y surgió la escritura de este texto” (28). La joven mutilada aparece en la obra representada en el personaje de la Muchacha, cuyo monólogo da comienzo a la acción. Mientras que Fuga, Los días perdidos y La ciudad sitiada se escribieron al calor de los enfrentamientos bélicos, la génesis de Un lugar estratégico, de Gracia Morales, Belgrado, de Angélica Liddell, y La compañía Micomicón, fundada y dirigida por Laila Ripoll, realizó una gira de tres meses por Centroamérica en 1996. En Suchitoto, “la ciudad más castigada por la cruenta guerra civil de El Salvador”, realizaron una lectura de El cerco de Numancia, de Miguel de Cervantes. La autora se refiere a que el público se vio reflejado “en el viacrucis del pueblo numantino” y señala que fue “esta emocionante experiencia, unida a los recuerdos de su propia abuela acerca de la Guerra Civil española y a las impresiones sobre el terrible drama de la Guerra de los Balcanes”, lo que inspiró la creación de La ciudad sitiada (Guzmán, 1999: 14). 1 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 150 Las guerras de la ex Yugoslavia laSal, de Eva Hibernia, se produce con posterioridad a los mismos, cuando sus consecuencias son más perceptibles. El texto de Gracia Morales nace a raíz de un viaje que la autora realiza en 2002 a los Balcanes. Allí conoce la historia de la destrucción, en 1993, del puente medieval de Mostar, en Bosnia-Herzegovina (Martínez, 2003: 62), lo que inspiró la escritura de Un lugar estratégico y su localización en un histórico puente. Angélica Liddell, por su parte, escribe Belgrado tras una aproximación personal a un conflicto que, según señala, había pasado desapercibido para ella: “Belgrado surge porque no me di cuenta de la guerra de los Balcanes, de hacerla pasar por mi memoria o comprensión y me negaba a que eso quedara fuera de una especie de memoria especial, y la quise hacer pasar por el pensamiento, por mi experiencia individual, y surge de aspectos más filosóficos” (“Angélica”, 2008). De igual manera, laSal, segunda obra de Eva Hibernia basada en las guerras de la ex Yugoslavia, se escribe tras un concienzudo proceso de documentación, como explica la autora: “De nuevo hice una inmersión documentándome sobre el conflicto, incluso tuve el privilegio de tener una apasionante charla-conferencia con un especialista sobre el tema, Paco Veiga” (Hibernia, 2012: 13). Por otra parte, los seis textos dramáticos comparten una misma preocupación por visibilizar el impacto de género que tiene la guerra en la vida de mujeres y hombres. En todos ellos se incorporan interesantes reflexiones sobre cómo se ven agravadas las desigualdades de género en el contexto bélico o en la posguerra. Tal y como señala Carmen Herrero, “el análisis de la violencia, de lo arbitrario e irracional que hay en la misma, es el recurso del que se sirven estas dramaturgas para deconstruir el discurso patriarcal y las estructuras político-sociales que lo sustentan al mostrar a hombres y mujeres como víctimas” (2001: 355). Los personajes femeninos se convierten en víctimas de diversos abusos y violaciones cuya finalidad es resquebrajar el orden familiar, entendido como microcosmos de la nación2. María Luisa García-Manso El primer texto publicado y estrenado es Fuga, de Itziar Pascual, una obra que transcurre en un espacio casi mítico y atemporal, con personajes simbólicos, alegóricos e incluso inspirados en arquetipos de la mitología grecolatina. La autora opta así por universalizar el tema de la guerra y situarlo en la imaginaria Isla del Sueño, enfrentada en una guerra devastadora con la Isla del Aire. Contamos con dos versiones del texto dramático, la primera de ellas, impresa en 1994 por el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, y la segunda, con fecha de agosto de 2005, publicada en internet por CELCIT –Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral. La segunda versión amplía el texto dramático original añadiendo dos canciones, entonadas por los personajes de la Nodriza y Ariadna, y tres diálogos mantenidos por Cautela y Arrojo, dos personajes que no aparecen en la primera versión del drama y que le otorgan un marco narrativo3. 3 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 Las guerras de la ex Yugoslavia Si bien las autoras de estos textos comparten un mismo compromiso personal ante la dura realidad de las guerras, su manera de encarar la materia dramática y de darle forma es diferente. Todas ellas crean para sus obras personajes anónimos que, en algunos casos —Fuga, La ciudad sitiada y Un lugar estratégico—, se identifican únicamente mediante nombres comunes (Mujer, Hombre, Vagabunda, Náufrago…). Además, en la mayoría de los dramas, las autoras tienden a desdibujar el trasfondo histórico que les ha servido de inspiración, deslocalizando la acción dramática e incluso situándola en lugares y tiempos simbólicos. Esta elusión del marco histórico permite tratar con mayor libertad el tema de la guerra y universalizar el alegato antibelicista, especialmente en aquellas obras que se escribieron cuando el conflicto aún estaba activo. Tal y como señala Francisca Vilches de Frutos, esta omisión de los referentes históricos constituye una tendencia habitual del drama histórico contemporáneo: “Si bien algunas creaciones se inspiran de manera directa en hechos históricos del pasado más inmediato o del presente […], lo habitual es que estas obras no ofrezcan una referencia directa a hechos históricos concretos” (Vilches de Frutos, 1999: 90). “Women often come to symbolise national and collective honour. […] Because of this construction of womanhood as epitomising the collectivity, systematic rapes have become part of warfare, as in Bosnia” (Yuval-Davis, 1997: 196). 2 151 Dicha versión es más cercana a la utilizada en el montaje dirigido por Guillermo Womutt [Teatro Pradillo, Madrid, 20-4-1995], en el que la música y el espacio sonoro cobraron una vital importancia. ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 152 Las guerras de la ex Yugoslavia El texto se compone fundamentalmente de monólogos de marcado carácter poético. Casi todos los personajes aparecen identificados por nombres comunes que permiten situarlos en el contexto bélico como protagonistas de la guerra o como sus víctimas –la Harapienta, la Nodriza, el Vigía, el Náufrago, el Soldado…–, mientras que otros aparecen identificados con nombres alegóricos –Arrojo y Cautela–, o con nombres propios, como es el caso de Anthropos, señor de Bellver y dueño de la Isla del Sueño, y Ariadna, su hija, que como la del mito pasa su tiempo “entre brocados y agujas” y se identifica a sí misma con la paciente Penélope, conminada también a esperar por el regreso de un hombre (Pascual, 2005: 10). Cautela y Arrojo son almas en pena que se encuentran “entre el sueño y la última vigilia” (Pascual, 2005: 1). Ambas lamentan la destrucción que la guerra ha causado en la Isla del Sueño y se proponen “alumbrar” su memoria, con el fin de que “alguien inicie los nuevos tiempos […] del hombre libre” (2). A continuación, los habitantes de la obra van pronunciando monólogos que ofrecen miradas diversas sobre la guerra: desde la Nodriza que pide venganza contra los que llevaron a su hijo a la muerte, hasta el Náufrago que clama por la paz o el Soldado que cuestiona su propia sumisión a la autoridad militar. Al final de la obra, el personaje de la Harapienta lleva a cabo un alegato por la paz y la clemencia, advirtiendo que sólo la compasión por el enemigo puede poner fin a la guerra. Siguiendo la estela de la protagonista de La tumba de Antígona, de María Zambrano, la Harapienta se convierte en la voz de la conciencia colectiva. Arrojo y Cautela parecen emular las palabras de los dos Desconocidos del drama zambraniano4: María Luisa García-Manso 153 Las guerras de la ex Yugoslavia Cautela: Y lo llama. Hay preguntas que se arrastran por la Eternidad para ser contestadas. Dejémosles solos. Arrojo: ¿A quiénes? Cautela: La Harapienta envía su voz entre las sombras. Puede que esta noche alguien la escuche. (Pascual, 2005: 16) En Los días perdidos (1997) 5, de Eva Hibernia, son varios los aspectos que permiten relacionar el drama con la guerra de Bosnia y el asedio de Sarajevo, aunque no se mencionen de forma directa en el transcurso de la acción, haciendo posible de nuevo la universalización del tema de la guerra. Una breve nota introductoria de la autora apunta a la existencia de un conflicto abierto: “Tiempo después de escribir la primera versión de esta obra, llegaron más noticias sobre el horror” (Hibernia, 1997: 11). En el propio texto dramático se hallan sucintas referencias a la guerra en Bosnia. Por ejemplo, en la primera acotación de la obra se alude a una ciudad “enquistada de guerra” en el centro de Europa: Ciudad en el corazón ocasional de Europa, donde se abre una fosa común. Ciudad cementerio, enquistada de guerra, en la que rostros, nombres y bandos esperan la verdad oficial de la Historia. Pero una gran ignorancia se ha olvidado de esta ciudad, de esta calle, a pesar del atasco de noticias en la sección internacional de los periódicos, ocupados los cirujanos de la comunitaria beca en fabricar otros corazoncillos de rápida implantación en congresos y charlas y apretones de manos. Es así que verdean las patitas de Europa, la vaquita que ríe. Un tiempo artificial, ese de las máquinas que mantienen a los muertos, se posa en los deshechos y las ruinas, y porque amanece lo llaman día. (Hibernia, 1997: 17) Cautela: En la Isla del Sueño el tiempo se detuvo. La voz de la Harapienta llamó al pueblo de Bellver. Arrojo: ¿Y lo llamará? “Desconocido primero: […] ¿Quieres decir que [Antígona] va a seguir aquí sola, hablando en alta voz, muerta hablando a viva voz para que todos la oigamos? ¿Es que va a tener vida, y voz? / DESCONOCIDO SEGUNDO: Sí; vida y voz tendrá mientras siga la historia” (Zambrano 1983: 84). Esta obra dramática recibió una Ayuda de Creación de la Comunidad de Madrid en 1996. Ha sido representada “en circuitos amateurs y universitarios” (Hibernia 2012: 13), como es el caso del montaje realizado en 2002 por la compañía Watabata, conformada por estudiantes de varias facultades de la Universidad Complutense de Madrid (“No te lo pierdas”). UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 5 4 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 154 Las guerras de la ex Yugoslavia Más adelante, las repetidas referencias que hacen los personajes a los “azules” (Hibernia, 1997: 34, 80), “azulitos” (18, 20) o “soldaditos azules” (21) permiten asociar nuevamente la materia dramática con la guerra de Bosnia, donde estuvieron destinadas las Fuerzas de Paz de la ONU, también conocidas como “cascos azules”. Además, se introduce en la escena quinta (“Tarde”) un mensaje de radio que anuncia que va a haber una tregua con motivo de la visita del Papa (85), que finalmente es anulada (101). Este conato de visita estuvo a punto de producirse en 1994 durante el asedio de Sarajevo por el entonces Papa Juan Pablo II, pero se canceló por motivos de seguridad. Por último, los personajes se refieren en varias ocasiones a un niño con muletas, que el público no puede ver pero que les causa una gran conmoción. Dicho niño, tal y como explica Araújo en su prólogo, es el niño mutilado que inspiró a la autora para escribir la obra, y que ha sido introducido a modo de “obsesión” visual en la misma (Araújo, 1997: 6-7). Así pues, es posible concretar una realidad espacial y temporal de referencia para la acción dramática, si bien la autora ha optado por desdibujar dicho contexto con el fin de universalizar la repercusión del conflicto, un aspecto que se verá reforzado a través de la configuración de los personajes. María Luisa García-Manso 155 Las guerras de la ex Yugoslavia de los Mataderos escuchan en la radio el anuncio de una tregua, por lo que organizan una fiesta y banquete en la calle, con los alimentos que atesoraba la Usurera en su casa. Sin embargo, la tregua se rompe antes de lo esperado y una de las balas de los francotiradores atraviesa a Alba, con lo que la alegría se torna nuevamente en desdicha. Las mujeres y los niños son las principales víctimas de la guerra en Los días perdidos, al tener que lidiar no sólo con el hambre y la amenaza constante de las armas, sino también con las violaciones y la trata de blancas. A través del personaje de Pina, quien fue “repetidamente violada en un campo de concentración” (Hibernia, 1997: 13), se trata el tema de las violaciones masivas y las consecuencias traumáticas sobre las víctimas. La joven trata de evadirse de la cruel realidad de su embarazo y le pide a su amiga Martta que se haga pasar por su novio, consciente de que su hijo “vendrá con un pan de odio debajo del brazo” (76). Tomás, vendedor de lencería femenina, protagoniza algunos de los discursos más misóginos del drama, llevando hasta las últimas consecuencias la reducción del cuerpo de las mujeres a objeto del deseo masculino con el fin de vender su producto –“créame, señora, hasta las bestias son menos bestias ante unas bragas de algodón” (39)–. Sin embargo, no son sólo los hombres los que ejercen violencia sobre las mujeres. También la vieja Usurera intenta chantajear a Alba, ofreciéndole un cargamento de comida que evite que su madre se ponga en peligro en busca de alimentos, a cambio de su virginidad: “La inocencia sólo se pierde una vez, en verdad que es efímera, pero es necesario perderla. Mi niña, hay que arrimar el hombro. ¿Habéis comido hoy en casa?” (89). El texto dramático se estructura en siete escenas que representan cada momento del día, completando un ciclo de 24 horas (“Madrugada”, “Mañana”, “Ruleta del mediodía”, “Siesta”, “Tarde”, “Noche” y “Madrugada”). El protagonismo del drama es colectivo, aunque cada uno de los catorce personajes cuenta con una dimensión propia. Las diversas escenas muestran las dificultades que deben sortear los habitantes en su día a día: el hambre, los bombardeos y francotiradores, las colas para recibir alimentos de los “cascos azules”, el estraperlo, el dolor por los seres queridos perdidos y la añoranza de los tiempos de paz, etc., pero también se intercalan momentos en los que la solidaridad y amistad establecida entre algunos personajes arroja luz sobre la barbarie. La compleja cotidianeidad de esta ciudad en guerra se rompe cuando el Enterrador, compañero de juegos de la pequeña Alba, mata a la Usurera al descubrir sus intenciones de vender la virginidad de la niña. Al mismo tiempo, los vecinos de la calle En La ciudad sitiada (1997) 6, de Laila Ripoll, se busca la representación del drama de las víctimas de todas las guerras, situando UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 La ciudad sitiada recibió el Premio Caja España de Teatro Breve en 1996. En España el texto cuenta con dos ediciones, una de 1997 y otra de 2003. La autora dirigió el primer montaje de esta obra realizado por la compañía Micomicón [Sala Cuarta Pared, 12-2-1999] y recibió el Premio a la Mejor Dirección en el Certamen de Directoras de Escena de Torrejón de Ardoz 1999 y el Premio “José Luis Alonso” a la Mejor Dirección, de la Asociación de Directores de Escena. 6 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 156 Las guerras de la ex Yugoslavia para ello la acción en una ciudad anónima, asediada por una guerra igualmente innominada. Esta falta de concreción de unas coordenadas espaciotemporales le permite al público extrapolar el drama de los personajes a su conocimiento sobre diferentes guerras, cuyas imágenes y recuerdos se hallan presentes en la conciencia colectiva7. Algunas de las anécdotas permiten pensar en la limpieza étnica llevada a cabo en las guerras de los Balcanes, otras, en el hambre y la miseria de las ciudades sitiadas durante la guerra civil española. En la puesta en escena, además, se utilizaron “músicas tradicionales latinoamericanas o de Croacia” (Toquero, 1999), y se escucharon piezas de La pasión según San Mateo, de Johann Sebastian Bach, cuyos títulos aparecen indicados en las acotaciones del texto y que tienen la función de intensificar el dramatismo de las escenas. La intención de presentar a las víctimas civiles de las guerras desde un punto de vista universal, se hace patente a través de la inclusión, al principio del texto, de una cita de la Numancia cervantina (Ripoll, 1997: 7). Con ella, se recupera un tema muy presente en la tradición dramática española y se establece una relación entre el pasado y el presente de las guerras, en los que la población civil sigue siendo un objetivo bélico. La obra se estructura en 16 escenas breves, que transcurren en un escenario de “cascotes y ruinas entre los que los habitantes de la ciudad sitiada desempeñan sus trabajos cotidianos” (Ripoll, 1997: 11). Algunos rasgos estéticos habituales del teatro de Ripoll se observan ya en esta opera prima: la mezcla de elementos trágicos y cómicos, la corporeización de muertos vivientes en escena (Guzmán, 2012), el humor negro y la tendencia hacia lo grotesco y esperpéntico (Reck, 2012), que se hace notorio en las escenas que tratan el tema del ham Según señalan Agnès Surbezy y Monique Martinez, La ciudad sitiada “se inscribe dentro de una atemporalidad frecuente en muchas obras contemporáneas. Si bien esta participa de una dimensión simbólica (se trata de todas las ciudades sitiadas del mundo y en todas las épocas), podemos cuestionar la ausencia de referente espaciotemporal, tanto más cuanto que viene asociado con una estructura fragmentada, de microsecuencias que se suceden, que a veces reaparecen para seguir el hilo tenue del tema que las estructura (la muerte del perro, la del niño, la violación de la mujer) formando un todo, un conjunto interrelacionado […]” (2008: 318). 7 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 157 Las guerras de la ex Yugoslavia bre. El tono agridulce del texto está inspirado, según Ripoll, en las historias contadas por “mujeres como nuestras abuelas, que fueron capaces de convertir en un cuento para los niños los duros años que les tocaron vivir desde 1936, que comenzó la Guerra Civil, hasta mediados de los años 40, cuando finalizaron las hambrunas” (J.S., 1999). De manera similar a lo que ocurría en Los días perdidos, la situación gana protagonismo frente a los personajes, que actúan de forma coral. Mientras que en el texto de Hibernia existía una trama común que vertebraba las historias individuales de los personajes por su relación de vecindad, en La ciudad sitiada los monólogos y diálogos se presentan ante el público de forma aislada, sin que medie mayor trama común que la reiteración de ciertos temas y diálogos o el hecho de vivir en una ciudad sitiada. En consonancia con esto, los personajes creados por Ripoll carecen de nombres propios y aparecen identificados en función de su sexo o su edad –Hombre, Muchacha, Niño, Mujer Mayor…–. Junto con el tema del hambre, retratado en varias de las escenas, destaca el de la violencia contra las mujeres, manifestada sobre todo a través de violaciones. La Mujer Joven explica cómo fue violada y golpeada en su propia casa por varios hombres –“Cerré los ojos para no verles / y pude probar hasta cinco babas distintas / hasta cinco alientos distintos, / cinco braguetas distintas / que olían todas igual” (29)–; una Mujer Mayor le advierte a su nieta que debe huir de los hombres – “Guárdate de ellos. / Se arrastran como culebras / se meten en tu cama / como alacranes / te pican y escapan” (33)–; y una Madre explica que ha de prostituirse para poder alimentarse y amamantar a su bebé: Yo no tengo la culpa. Me limito a desnudarme, a tumbarme boca arriba, cuento los desconchones del techo y espero a que se acabe. Otras lo hacen por nada y una acaba acostumbrándose a todo. (Ripoll, 1997: 42) Al final de la obra, aparece también un Niño que representa UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 158 Las guerras de la ex Yugoslavia los casos de abortos realizados a mujeres violadas por hombres de otra etnia. En su monólogo se refiere a los recuerdos agradables de la infancia y a las historias que su abuela le contaba de la guerra, hasta que, en un giro dramático, reconoce que todo lo que ha dicho no ocurrió nunca “porque yo no he nacido. / Me arrancaron del vientre de mi madre / porque era de otra raza” (Ripoll, 1997: 46). En Un lugar estratégico (2005)8, de Gracia Morales, las coordenadas espaciotemporales cobran una vital importancia, aunque, en este caso, no se trata de una ciudad sitiada, sino, como hemos anticipado, de un puente histórico convertido en enclave estratégico durante el transcurso de una guerra étnica. A pesar de que la autora busca la universalidad del tema y omite las referencias a un conflicto bélico concreto, afirma en una entrevista publicada en la prensa haberse inspirado en la destrucción del puente medieval de Mostar en 1993 durante la guerra (Martínez, 2003: 62). Por este motivo, tanto el puente de Mostar como el puente al que se alude en la obra son puentes “con Historia”, que datan del siglo XVI (Morales, 2005: 35). Dos actrices y un actor se encargan de representar todos los papeles de la obra, que tiene lugar en tres tiempos históricos diferentes. La presencia alternante de personajes de tres generaciones diferentes y distinto sexo crea un juego de espejos en el que ambas comunidades enemistadas se posicionan frente al “Otro”, considerado tanto en su faceta étnica como en la de género. Los cambios temporales se manifiestan a través de la luminotecnia y de un giro mecánico de la orientación del puente. Tan sólo uno de los personajes aparece en los tres tiempos de forma inmutable, la apátrida Vagabunda, un personaje intemporal que repite siempre las mismas frases, cargadas de simbolismo. Los otros dos actores muestran el desarrollo del conflicto a través de tres generaciones: la primera de ellas se sitúa en el momento de la guerra y las otras dos con posterioridad a la misma. Cada generación, representada por un hombre y una mujer –el Hombre soldado La obra fue merecedora del Premio Miguel Romero Esteo en 2003 y presentada como lectura dramatizada en su traducción al italiano [Teatro Belli, Roma, diciembre 2007]. 8 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 159 Las guerras de la ex Yugoslavia y la Mujer Soldado, el Hombre y la Mujer, el Muchacho y la Muchacha–, tiene unas expectativas diferentes con respecto al “Otro”. La generación intermedia, conformada por el Hombre y la Mujer, se reúne en el puente casualmente durante un atardecer otoñal. Enseguida se identifican el uno al otro como extraños procedentes de comunidades que se enfrentaron en una guerra hace años, cuando los dos eran tan sólo unos niños. A pesar de los traumas y las diferencias que los separan, consiguen hablar del pasado, manifestando ciertas esperanzas sobre la reconciliación entre los pueblos: Hombre: Y tal vez, tal vez, llegue un día en que se pueda cruzar entero… De un lado a otro. Mujer: (Se baja del pretil). Nosotros no veremos eso. Hombre: Nosotros no… Pero más tarde, dentro de veinte años… Nuestros hijos o nuestros nietos… (Morales, 2005: 28) El Hombre y la Mujer Soldado, por su parte, se conocen en una noche de invierno durante la guerra, cuando acuden al puente que divide a sus respectivas comunidades con la misión de detonarlo. La tercera generación, que puede identificarse con la de de los nietos de estos soldados, está protagonizada por dos muchachos enamorados que se reúnen en el puente en un mediodía de primavera y que, significativamente, remedan una escena de Romeo y Julieta. La guerra ha quedado atrás en el tiempo, pero los dos adolescentes encuentran un viejo fusil en el río que recuerda su nefasta existencia. Al final del drama y contra todo pronóstico, la Mujer y el Hombre Soldado detonan el puente, mostrando cómo aquellos encuentros fortuitos y los debates sobre la posibilidad y la voluntad de reconciliarse penden de un fino hilo. El personaje de la Vagabunda, junto con el propio puente, sirve de conexión entre los tres tiempos históricos y comporta, en su inmutabilidad y en la iteración de sus frases, un halo de misterio y sabiduría. Lleva consigo un carro cargado de botas desemparejadas que simbolizan la fragmentación identitaria de las comunidades enfrentadas. Emmanuelle Garnier la considera una “metáfora del tiempo”, dado “el UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 160 Las guerras de la ex Yugoslavia aspecto cíclico de sus apariciones en la disposición de la obra” (2012: 76). La actitud de cada generación frente a la presencia de la Vagabunda –temor y desconfianza, en el caso de los Soldados, que no saben de qué bando está; sorpresa, en el caso del Hombre y la Mujer maduros, porque es capaz del cruzar el puente, algo prohibido para ellos; o complicidad, en el caso de los Muchachos– sirve también de indicador sobre los cambios producidos en la relación entre ambas comunidades. Ni el puente ni el discurso de la Vagabunda varían a lo largo del tiempo9, son las personas y su relación con el “Otro” las que cambian. Por ello, sólo los jóvenes enamorados, cuyas comunidades viven en una aparente armonía, son capaces de encontrar dos botas iguales. Belgrado (2008)10, de Angélica Liddell, es la única obra incluida en esta selección en la que las referencias a las guerras de los Balcanes son directas. Tanto el espacio como el tiempo histórico se hallan claramente delimitados. La acción transcurre en Belgrado con posterioridad a la guerra, tras la muerte de Slobodan Milosevic el 11 de marzo de 2006 en la prisión del Tribunal Penal Internacional de La Haya. La primera escena de la obra se sitúa en el Museo de la Revolución de Belgrado, capital de la República de Serbia, mientras que otras escenas se producen en la habitación de un hotel, en el interior de un taxi o en un garaje. El subtítulo de la obra, Canta lengua el misterio del cuerpo glorioso, procede de los primeros versos de un himno litúrgico para la festividad católica del “Corpus Christi”, compuesto por Santo Tomás de Aquino y titulado Pange lingua (“Canta lengua”). Las trece escenas que componen el texto dramático van asimismo encabezadas por títulos de cantos litúrgicos y gregorianos en latín, que en la mayoría de los casos van seguidos de la traducción de María Luisa García-Manso 161 Las guerras de la ex Yugoslavia algunos de sus versos. Aunque no se especifique en el texto, algunos de los cantos podrían estar pensados para escucharse o leerse durante la puesta en escena11. La sobriedad y la solemnidad litúrgica de los cantos conectan, en este sentido, con el contenido trágico de la obra dramática y la cadencia rítmica del lenguaje con que se expresan los personajes. El texto dramático combina las escenas dialogadas, casi todas conformadas por largos monólogos que no impiden la comunicación entre los personajes, con escenas en las que se introducen breves fragmentos de declaraciones de personajes anónimos, siguiendo el estilo del teatro documento. De esta manera se conjuga el drama individual de los personajes con el drama colectivo de toda una sociedad afectada por las consecuencias de la guerra. El protagonista de la obra es Baltasar, hijo de un renombrado especialista en crímenes contra la Humanidad, que ha viajado a la República de Serbia con el fin de recabar información para su padre sobre la reacción de la sociedad belgradense ante la muerte de Milosevic. Lo que inicialmente es una investigación documental, se convierte en una indagación sobre la propia identidad del encuestador, que acaba por reconocer la influencia perniciosa que su padre ha tenido en su vida y la de toda la familia. Para llegar a esta conclusión, son necesarios una serie de encuentros con diversos personajes como Agnes, una corresponsal extranjera que ha cubierto diversos conflictos; Dragan, un serbio que trabaja en el Museo de la Revolución y vive atemorizado ante la presencia de antiguos criminales de guerra en la vida pública; o Zeljko, un paramilitar perteneciente a un grupo ultranacionalista serbio que secuestra al protagonista. Como si de un héroe trágico contemporáneo se tratara, Baltasar recae en un error fatal al intentar socorrer a un hombre al que disparan en plena calle, ante la impasible actitud de los otros vian- “Vagabunda: ¿Saben cuándo fue construido? […] En el siglo XVI… Uhmmm, mucho tiempo… ¿Cuánto durará todavía? Quién lo sabe… Imagínense la de cosas que habrán visto estas piedras…” (Morales 2005: 17). 10 Belgrado recibió el Premio Lope de Vega de 2007 y fue presentada como lectura dramatizada en el XIII Ciclo de Lecturas Dramatizadas de la SGAE, bajo la dirección de Carlos Bolívar [Teatro Español, Madrid, 26-5-2008] y llevada a escena por el alumnado de la RESAD, con la dirección de Alfonso Ramos [Sala Valle-Inclán, RESAD, Madrid, 12-1-2009]. Según comenta la autora en una entrevista: “trato la música como si fuera un personaje más en las obras, y también la utilizo de una manera primitiva, para entrar en otro estado emocional que me permita llegar hasta donde yo deseo, hasta algún límite que busco en ese momento” (Leguina, 2009: 17). UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 9 ISSN 2340-9029 11 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 162 Las guerras de la ex Yugoslavia dantes. Su intervención en pro de la víctima provoca que el asesino, Zeljko, lo secuestre poco después a él. Sin embargo, los dos hombres confraternizan al experimentar una peculiar anagnórisis que cambia para siempre la vida del protagonista: ambos han padecido desde la infancia la humillación de sus progenitores masculinos, a quienes achacan gran cantidad de perversiones y maldades en el ámbito familiar, que no se corresponden con la autoridad y el respeto de los que gozan en la Esfera pública. Tras esta revelación, Baltasar mantiene una conversación con Agnes en la que esta relaciona la situación de la madre de Baltasar con los efectos nocivos de la educación sentimental de las mujeres en sociedades machistas 12, en las que estas son relegadas a un segundo plano mediante la sublimación de su función reproductiva: La moral católica divide a las mujeres en tres, Paridoras, vírgenes y rameras. La mujer vive sometida a esas tres categorías, Seis concepciones, un aborto y cinco partos, has dicho, En cualquier caso ha vivido reducida al suburbio sentimental, Excluida del mundo de las ideas […]. (Liddell, 2008: 115) De esta manera, Angélica Liddell conjuga en su obra la reflexión acerca de las consecuencias de la guerra de los Balcanes con otras formas de violencia menos evidentes que se hallan presentes en la vida pública y en la familiar. La actitud de la obra no es la de ofrecer respuestas, sino más bien la de suscitar interrogantes y cuestionar la visión difundida por los medios de comunicación sobre las guerras de la ex Yugoeslavia como un caso extraordinario o fatal. Al igual que en los otros textos, se mencionan las masacres, violaciones masivas y demás crímenes contra la humanidad que tuvieron lugar durante la guerra, además de plantearse otras cuestiones como la incapacidad del lenguaje para transmitir el sufrimiento humano, la doble moral María Luisa García-Manso 163 Las guerras de la ex Yugoslavia y la culpa del observador, representadas a través del trabajo de los corresponsales de guerra. La segunda obra dramática escrita por Eva Hibernia en torno a las guerras de los Balcanes, laSal (2012)13, opta por la configuración de un cronotopo simbólico. La acción se sitúa en el año 2023 con el fin de mostrar las consecuencias de la barbarie sobre sus víctimas y verdugos. Según explica la autora en el prólogo, “en absoluto quería hacer teatro historicista. Es más, quise que la guerra de los Balcanes fuese trascendida por algo más grande, algo que pudiera darse en todos los tiempos” (Hibernia, 2012: 13-14). No obstante, en la descripción de los Dramatis Personae queda concretada la relación de los personajes con la realidad histórica: Salma es “superviviente de la guerra de los Balcanes” y “víctima de sistemáticas violaciones y torturas” (21), Solo es el “hijo de la violación de Áyax a Salma” que fue “adoptado por los señores Andersen, de Dinamarca” (21) y Áyax es un “criminal de guerra” y antiguo “militar perteneciente al ejército serbio durante la guerra de los Balcanes” (22). Los tres personajes de la obra componen una familia fantasma, forjada por la violencia en un campo de concentración durante la guerra. Nuevamente nos encontramos con una configuración espaciotemporal determinante para la acción dramática. A pesar de las referencias a lugares concretos como autobuses, granjas o habitaciones de hotel, la ambientación sugerida por el texto dramático trasciende el espacio de lo real y logra erigirse en canal de la propia psicología de los personajes. Los espacios creados por la autora –“Soledades”, “Ficciones”, “Desiertos” y “Foto” – tienen una dimensión psico-simbólica y conforman las diferentes maneras a través de las cuales los personajes consiguen exteriorizar sus traumas. Tal y como Hibernia explica en el prólogo, en las “Soledades” se recoge el fluir de la conciencia de Las nefastas consecuencias de la educación sentimental de las mujeres aparecen tratadas a menudo en la obra de las autoras dramáticas de principios de siglo (Nievade la Paz, 2012). Presentada como lectura dramatizada bajo la dirección de Cristina Lügstenmann dentro del ciclo ‘Primavera Vaca’ [28-6-2010] y llevada a escena por la misma directora en el teatro La Caldera de Barcelona [29-11-2012]. Quisiera agradecer a Eva Hibernia que tuviera la amabilidad de facilitarme una copia del texto dramático, agotado en librerías en el momento de preparación de este ensayo. UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 13 12 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 164 Las guerras de la ex Yugoslavia cada personaje en solitario; en los “Desiertos” se reavivan sus recuerdos traumáticos del pasado; las “Ficciones” se componen de diálogos imaginarios con ese “Otro” fantasmagórico; y la “Foto” recoge la propia visión de los personajes sobre sí mismos. Así pues, aparece la figura del verdugo, Áyax, considerado un monstruo tanto por Salma como por su hijo biológico, quien imagina su pasado violento. Áyax oculta su sentimiento de culpabilidad –mató a Hasija, su esposa musulmana, y a su hijo para demostrar su fidelidad a la causa serbia– en su obsesión por la fertilidad de sus tierras y la fecundidad de sus animales, considerándose a sí mismo una especie de gran patriarca, portador de “semillas santas” (40). Por otra parte, Salma es una mujer que trabaja en las cocinas de un hospital y que está profundamente marcada por su propia supervivencia a las violaciones y maltratos que le infringieron durante la guerra, cuando además le fue arrebatado el hijo que no deseaba. El joven Solo se la representa en su imaginación como una mujer feliz, que pudo rehacer su vida en Italia, aun cuando en sus “Ficciones” permanece acechante la figura ominosa del padre chetnik. Solo completa así este trío de soledades y heridas abiertas, pues representa a esa generación de hijos no deseados, nacidos de las violaciones étnicas. Al carecer de recuerdos sobre sus padres biológicos, busca en su trabajo de fotógrafo de guerra las respuestas que le permitan completar los vacíos de su identidad: Un día, cuando tenía siete años, frente al objetivo, a bocajarro les pregunté si yo era un hijo adoptado… — Sí, dijeron. —¿Quiénes son mis padres? — La guerra. — ¿Dónde? — En los Balcanes. —¿No hay fotografías? — Sí, hay fotografías. Pero espera a verlas. Por eso me hice fotógrafo, para encontrar la imagen que se me ha perdido de mi propia historia. (Hibernia, 2012: 33) UNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 165 Las guerras de la ex Yugoslavia Como ocurría en otros textos, laSal retoma temas que preocupan a la sociedad del presente como son los intereses ocultos de las guerras — “las víctimas somos muy necesarias para el delicado equilibrio de los beneficios y el orden mundial” (56) — y reflexiona sobre la culpa del observador a través de la figura del fotógrafo de guerra, que tiene que seleccionar la foto que “mejor condense el horror” y que consiga hablarle “al corazón de los hombres” (80). Conclusiones Dado que los hechos históricos en los que se inspiraron las autoras para la composición de estas obras formaban parten de una realidad acuciante o del pasado más reciente, no es de extrañar que sus procesos creativos se basen principalmente en la información recabada a través de los medios de comunicación. Las imágenes y fotografías difundidas a través de la televisión y la prensa se convierten así en elementos desencadenantes de los procesos dramáticos. En líneas generales, las autoras muestran en sus obras una preferencia por los cronotopos simbólicos a la hora de representar el drama de la guerra. Desde la creación de espacios fantásticos de resonancias míticas, como el de la Isla del Sueño en Fuga, hasta la descontextualización de lugares reales e históricos, como el puente de Mostar en Un lugar estratégico, las autoras optan por propuestas que universalizan el drama de la guerra en un claro alegato antibelicista (La ciudad sitiada, Los días perdidos). Tan sólo en Belgrado y en laSal se introducen referencias espacio-temporales directas a los hechos históricos, aunque sus creadoras se sirven para ello de mecanismos muy dispares: por una parte, el recurso a formas dramáticas propias del drama documento en Belgrado, y por otra, la configuración de un cronotopo abstracto, sugerido por la psicología de los personajes y sus traumas, en laSal. En Fuga, Los días perdidos, La ciudad sitiada, Un lugar estratégico y laSal se da protagonismo a las víctimas civiles y anónimas de las guerras. En Belgrado, sin embargo, el protagonismo recae en la miUNED. REI, 2 (2014), pp. 145-169 ISSN 2340-9029 María Luisa García-Manso 166 Las guerras de la ex Yugoslavia rada externa sobre esas guerras, que se puede identificar como la visión mediatizada o la visión internacional y europea. Al situar el foco dramático en Baltasar, un observador “extranjero” que se halla en la zona del conflicto, las víctimas permanecen en el espacio del “Otro”, que es el espacio que ocupan en la realidad. De esta manera, el “Otro” como personaje tiene una mayor capacidad para el cuestionamiento y la crítica, pues ya no es sólo la crueldad de la guerra y sus consecuencias lo que se denuncia en la obra, sino también la imposible imparcialidad y neutralidad del observador. Este tema, además, aparece tratado en breves pinceladas en otras obras, como ocurre en Los días perdidos, cuando uno de los personajes menciona que un periodista se paró a hacerle unas fotos por estar lisiado; o en laSal, cuando Solo se refiere a su trabajo como fotógrafo de guerra y a la búsqueda de imágenes con las que conmover e impactar al receptor. Por último, cabe insistir en la relevancia que adquiere en todas las obras comentadas la posición de especial vulnerabilidad de las mujeres durante la guerra, sobre todo en lo que respecta al impacto de la violencia infringida a través de las violaciones en masa, en las que el cuerpo de las mujeres es utilizado para llevar a cabo una limpieza étnica. En las obras se hace referencia tanto al peligro y la consumación de estas violaciones (Fuga, La ciudad sitiada) como al trauma que conlleva para la vida de las mujeres y de la comunidad en la que se integran (Los días perdidos, Un lugar estratégico), llegando incluso a plantearse las consecuencias de esa desintegración familiar con el paso de los años (Belgrado, laSal). De esta manera, las autoras plantean al público interrogantes sobre la prevalencia de la violencia en las sociedades del presente e intentan suscitar en el público una reflexión sobre los prejuicios racistas y misóginos en que se basa, con el fin de generar una conciencia colectiva más proclive a la igualdad social y a la eliminación de todas las formas de violencia. 167 Las guerras de la ex Yugoslavia Obras citadas “Angélica Liddell: algunas obras me surgen de una intensa necesidad interior de confesar una experiencia personal” (2008), Artez. Revista de las Artes Escénicas – Castilla y León, 134, http://www.revistadeteatro.com/artez/artez134/Entevista Liddell.htm. [consultado: 06-05-2014] Araújo, Luis (1997), “Una jovencísima propuesta de teatro poético”, en Eva Hibernia, ed., Los días perdidos, Madrid: Asociación de Autores de Teatro, pp. 3-5. 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Além de encontramos na narrativa material e substância para elucidarmos importantes questões de gênero e corporalidade, o artigo procura ressaltar ainda uma importante discussão de cunho ideológico que atravessa o romance. Em Os meus sentimentos é possível entrevermos, mesmo que sorrateiramente, certa desilusão com a revolução portuguesa dos anos 70, algo que mais tarde será amplamente destrinçado em O retorno, de 2011. PALAVRAS-CHAVE: Literatura de autoria feminina; corporalidade; gênero; modernidade tardia; estudos culturais DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.9281 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 172 As cicatrizes de Violeta Violeta’s scars, an heroin inside out ABSTRACT: Violeta is the protagonist of Os meus sentimentos a novel by the Portuguese writer Dulce Maria Cardoso, published in 2005. This article explores this character construction because she falls out of the socially accepted ideal beauty canons for women, she lacks self-steem and in the limits between life and death she is torn between love and vindictiveness, pain and desire for escape. Apart from offering material to elucidate relevant gender and corporality questions, an important ideological question is studied. In Os meus sentimentos it is possible to glimpse, although covertly, some disillusionment with the Portuguese revolution in the seventies, something that will be openly shown in O retorno in 2011. KEY WORDS: Women writer’s literature, corporality, gender, late modernity, cultural studies N as primeiras linhas de Reflexões sobre o exílio, Edward Said aponta-nos quão maçadora é a lembrança provocada pelo exílio. Ao discorrer acerca desse local inapropriado, desconfortável e incomum, o autor procura ressaltar que, talvez, o pior não seja a simples e tangível rememoração de fatos para sempre subjugados a uma condição relativamente impossível de ser revertida, e sim a revitalização, pelos laços da memória, da assustadora condição da vivência, ou da terrível experiência que o exílio provoca. Para Said, eminentemente associada à experiência do degredo está a condição dolorosa e fatídica de se estar e se sentir “fora do lugar”, vivenciada pelo sujeito deslocado de sua terra natal - seu berço, sua casa: E, embora seja verdade que a literatura e a história contêm episódios heroicos, românticos, gloriosos e até triunfais da vida do exilado, eles não são mais do que esforços para superar a dor mutiladora da separação. As realizações do exílio são permanentemente minadas pela perda de algo deixado para trás para sempre (Said, 2003: 46). UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 173 As cicatrizes de Violeta Se alguma literatura agiu no sentido de idealizar essa desafortunada experiência, pelo menos do ponto de vista de Said, uma leitura de Os meus sentimentos (2005), de Dulce Maria Cardoso, revelar-nos-ia um contraponto interessante, ao analisar-se a experiência de exílio provada pela personagem Violeta. Isso poderia ocorrer uma vez que a própria narrativa permite-nos observar, em suas entrelinhas, a construção de uma mulher exilada não de sua nação, de cujas fronteiras jamais saiu: “nunca fui para longe de mais” (Cardoso, 2005: 89), entretanto, metaforicamente, de uma suposta identidade. Galardoado em 2005 com o Prêmio da União Europeia para a Literatura, vemos desenrolar-se em Os meus sentimentos a história de Violeta, uma mulher que, após sofrer um acidente de carro e cuja vida está por um fio, começa a rememorar o que tem sido a sua existência, de qualquer forma revelando o que ela tem sido: uma mulher completamente “inadequada” quer para os padrões de beleza, quer para os paradigmas de comportamento, considerados e elegidos como ideais pela sociedade de seu tempo. Em meio a uma narrativa que, do ponto de vista estrutural, aproxima-se da oralidade, seja pela indicação de pensamentos fluidos que insinuam flashes de memória, ou mesmo pelo uso de vocábulos e estruturas sintáticas altamente polissêmicas, em Os meus sentimentos o leitor é levado a partilhar os anseios de uma personagem que, ao longo da narrativa, vai abrindo e revelando as páginas de sua vida. Daí a explicação para um título tão intimista, claramente declarado pelo uso no plural do pronome possessivo “meus”, antecedido pelo artigo definido “os”, depois seguido do substantivo “sentimentos”. Sem dúvida alguma, Os meus sentimentos é, antes de tudo, um livro de confidencialidades, a revelar-nos os sentimentos “de Violeta”, uma heroína às avessas. Em torno do título, notamos que “os meus sentimentos” nos remete a uma expressão dita em ocasiões fúnebres, para anunciar condolências pela morte de alguém. Assim, uma leitura mais profunda em torno dele levar-nos-ia à possibilidade de interpretá-lo por um viés mais polissêmico, conforme sugerido pela teoria dos atos da fala. UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 174 As cicatrizes de Violeta Para Searle (1979), todo enunciado contém em si um aspecto imediatamente comunicável, que ele nomeia como ato proposicional, e outro, por sua vez, implicitamente colocado, chamado de ilocucional. Ao dizermos “os meus sentimentos” em uma situação fúnebre, estamos convencionalmente repetindo uma expressão exclusivamente utilizada nestas ocasiões, a fim de sermos educados. Além disso, atrelada a essa expressão, está a necessidade de “demonstramos” que somos sensíveis, que temos compaixão, que somos capazes de compartilhar a dor do próximo. A narrativa de Dulce Maria Cardoso parece flertar com os conteúdos polissêmicos dos enunciados. Vejamos como exemplo a rememoração de Violeta acerca da morte de sua mãe, D. Celeste: a compaixão é a única coisa que podemos oferecer aos outros; os meus sentimentos; obrigada, muito obrigada, um aperto de mão, um abraço, um beijo rápido na face, depende das pessoas, da intimidade, da circunstância do cumprimento, os gestos ainda reservam algumas surpresas ao contrário das palavras que se repetem numa lengalenga, as minhas condolências, ainda era muito nova, os meus pêsames, vamos sentir a falta dela, não merecia ir tão cedo, coitadinha (Cardoso, 2005: 259) Permeado por uma fina camada de ironia, principalmente quando expressa a falível condição humana: “dai-nos o sofrimento alheio e livrai-nos do nosso, amém” (Cardoso, 2005: 259), o discurso de Violeta evidencia um desgosto pertinente às relações humanas que, engendradas por palavras que se tornaram vazias, não passam de maçadoras “lengalengas” (Cardoso, 2005: 47). Em última instância, a expressão que intitula o livro também está implicada ao próprio desejo de evasão sonhado por Violeta. Ao rememorar uma vida de que, na verdade, deveria sentir “vergonha”: “é sempre de nós que temos vergonha, nunca dos outros” (Cardoso, 2005: 296), a protagonista sonha com um futuro desligado de uma realidade que lhe é insuportável. Nesse sentido, “os meus sentimentos” é uma evocação subliminar, ao mesmo que também é um anúncio, do desejo de morte, ao menos física, da protagonista. UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 175 As cicatrizes de Violeta A história inicia-se com um acidente inesperado sofrido por Violeta, numa noite de chuva torrencial, ou, mais especificamente, com a lembrança atordoada da personagem “não devia ter saído de casa, não devia ter saído de casa” (Cardoso, 2005: 9). Violeta decide viajar no mesmo dia em que, enfim, consegue vender a casa dos pais, local a todo tempo lembrado como um fardo ruim. Conhecemos nas páginas de Os meus sentimentos a história de uma mulher que jamais se sentiu amada por seus progenitores, Celeste e Baltazar. O desejo de vender a todo custo a casa onde precisou viver até a vida adulta “estou satisfeita, vendi a casa, nunca mais lhe pertenço, finalmente livre” (Cardoso: 2005: 24), reflete o desgosto que tem por um espaço que, via de regra, concentra a memória de um passado envolto em más recordações, configurado, por exemplo, no desconjuntado relacionamento entre seus pais. Os saltos finos de minha mãe de um lado para o outro no quarto, a pararem bruscamente na borda da cama, ao lado de meu pai, este país não nos merece o cabelo penteado de minha mãe muito perto do rosto de meu pai, o colar de pérolas quase a tocar no ombro dele, escuta-me Baltazar, mas o meu pai já estava longe, já se tinha exilado no hábito de ficar horas no quintal a olhar para os pássaros, o teu pai não está maluco (Cardoso, 2005: 102). Tal qual uma forma literária em evolução, como considerou Bakhtin (1988), e na esteira do conceito de contemporaneidade “líquida” e “disforme”, conforme nos orienta Bauman (2001: 9), ao referir-se a esses dois conceitos como “metáforas adequadas quando queremos captar a natureza da presente fase, nova de muitas maneiras, na história da modernidade”, o gênero romanesco em Dulce Maria Cardoso faz-se por meio do inacabamento dos sentidos. Além disso, por baixo do plano mais imediato de interpretação dos discursos que formam o tecido ficcional, há camadas mais profundas de significação, que se abrem, por exemplo, para o âmbito ideológico-político português. Nesse sentido, há na narrativa algumas referências à popularmente conhecida Revolução dos Cravos, ao trazer à tona uma reflexão relacionada ao passado nacional, localizado, mais precisamente, no período ditatorial dos anos 70. Não é demais lembrar que a ficção contemporânea porUNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 176 As cicatrizes de Violeta tuguesa tem se voltado para esse aspecto importante da vida política de Portugal. No entanto, no caso específico de Os meus sentimentos, a revolução é rememorada não exatamente como momento glorioso da democracia, mas antes pela violência de seus rastros. Conforme lembra-nos Margarida Calafate Ribeiro, esse tipo de ficção, na qual se enquadraria também a narrativa de Dulce Maria Cardoso, é formada pelo contra-discurso, de modo que “o império e sua herança” podem ser lembrados “tanto com memórias douradas [...] como com memórias cinzentas da brutalidade do colonialismo e da Guerra Colonial que pôs fim ao império” (2012: 90).Em Os meus sentimentos, as memórias em torno do 25 de abril revelam-se neste segundo aspecto referido por Calafate. São memórias cinzentas, principalmente metaforizadas na casa de seus pais. A casa da infância, que poderia ser lembrada como espaço de aconchego, serenidade e paz, é, antes, rememorada, reversamente, como espaço de más recordações, de desprezo, de violência. Da mesma maneira o rescaldo revolucionário é lembrado como uma experiência traumática da metamorfose da vida nacional portuguesa. O espaço da casa reserva-se, desse modo, como local depreciativo, pois era a habitação dos pais, Baltazar e Celeste, pelos quais Violeta guarda ressentimentos e mágoas. Em relação a eles, sabemos que Baltazar fora “um daqueles importantes que foi preso [...] um inimigo da revolução” (Cardoso, 2005: 25, 105), tornando-se depois um ser alienado, que nutria o hábito de matar passarinhos: “um dos pássaros que o meu pai perseguia na gaiola, anda cá bichinho, um dos pássaros que foi preso nos dedos em tenaz, um leve estalido e o pássaro sem outro céu para além da mão onde jazia” (Cardoso, 2005: 38). Um ser que “escolheu para se exilar um quintal cheio de gaiolas, um hábito, os hábitos são difíceis de desentranhar, o meu pai que nunca chegou a perceber como gostava do país, nem como o país precisava dele” (Cardoso, 2005: 85); já Celeste, a mãe, para quem em qualquer circunstância importava ser “chic, très chic” (Cardoso, 2005: 19), é uma mulher de família supostamente abastada, que vive de aparências, que despreza tudo o que não condiz com o espaço urbano, como por exemplo, a casa de seus sogros. UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 177 As cicatrizes de Violeta visitávamos duas vezes por ano os campónios que ficavam muito agradecidos, uns velhos ignorantes que nem sabiam o que era o joie de vivre que a nora, uma santa que salvou o filho tanto falava [...] os campónios estendiam as mãos sôfregas para nos agarrar, a minha mãe libertava-se e ia para o quarto onde se recompunha da viagem, a única divisão daquela casa que, por exigência dela, tinha algum conforto, sentava-se no banquinho de boudoir, nem na casa dos campónios perdia o hábito de meia dúzia de palavras na língua mais bonita do mundo [...] a minha mãe demorava-se no quarto, não queria sentar-se à mesa, comer o que os campónios tinham preparado, demorava-se, o meu pai chamava-a, um grito impaciente, estamos todos à tua espera, Celeste, e a minha mãe saía do quarto com um sorriso que parecia autêntico (Cardoso, 2005: 211). A transcrição da cena de visita dos pais de Violeta aos avós paternos sugere-nos, numa primeira leitura, a superficialidade de Celeste, sempre preocupada em manter uma aparência elegante e refinada, que nada mais é do que fruto da educação citadina, que despreza tudo o que se relaciona ao campo, à aldeia. Para ela, apenas Paris importava, por representar um verdadeiro paradigma de civilização. A casa dos pais de Violeta, ou o espaço em que habitam os avós, são uma pequena amostra de um espaço geográfico que, assim como a nação, perdeu o seu sentido original. Numa leitura menos rasa, observamos que nem mesmo Portugal importava a Celeste, à medida que não lhe representava um país forte e soberano, o império colonial de outrora, após a revolução engendrada por uma “cambada de oportunistas” (Cardoso, 2005: 104). Portugal era como a casa dos campônios; já a casa de Celeste e Baltazar, apenas a tentativa de fazer dela um lugar melhor: como a França, modelo de nação que Celeste esforçava-se por fazer valer, quer no uso do idioma, nos costumes da casa, ou na lembrança “minha mãe fechava as portadas da sala e pensava em Paris, na única vez que tinha ido a Paris, já que o meu pai não viu nada de especial em Paris e nunca mais quis lá voltar” (Cardoso, 2005: 106). UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 178 As cicatrizes de Violeta Segundo nos adverte Paiva (2010: 2), a representação literária portuguesa contemporânea tem procurado refratar a fatídica experiência revolucionária, conjugada, de um lado, pelo desgaste de um regime que cegamente sustentou por mais de uma década em várias frentes africanas uma guerra sem esperanças e de duvidosa justiça, e, por outro, pelo delineamento de um novo regime à procura dos caminhos da democracia. As memórias de Violeta em torno da casa como espaço de rejeição, revelam-nos não apenas o desejo de evasão de Celeste ou a alienação de Baltazar em torno de um país não mais representativamente imperial e poderoso. Antes, demonstram a alienação de um povo que, em meio a uma revolução que se mostrava libertária e a um processo de descolonização, insistia em mostrar-se insatisfeito com a ideia de voltar a ser apenas mais um país na Europa, não mais entendido como centro ou “nação colonizadora por excelência” (Lourenço, 1984: 26). Dessa forma, como o romance aponta para certa abertura à relativização da verdade: “a verdade depende do ponto de vista” (Cardoso, 2005: 104), notamos que, no plano ideológico, há no romance uma tênue crítica no que se refere aos efeitos diretos da Revolução dos Cravos na vida cotidiana, pois Violeta, como um sujeito representativo do individualismo da modernidade tardia, alienado de suas potencialidades, também irá relativizar os efeitos posteriores à conflagração. Portanto, a seu ver, mais uma vez, reversamente, para longe de qualquer mudança efetiva política ou social levada a efeito pela ou por qualquer insurreição, está a natureza humana e sua falível condição, imutável em sua essência. Quaisquer que sejam os efeitos da resistência armada pela revolução, todo o esforço viu-se diluído quando, na contemporaneidade, cada sujeito não pode levar adiante os seus projetos libertadores em meio a um sistema que, sustentado pela aura da redemocratização, por sua onipotência, anulou qualquer força de resistência. Não é por outra razão que Violeta não crê nos esforços da coletividade, colocando em xeque se tais diligências realmente terão valido a pena. A pergunta que lhe parece perturbar a razão é: o que sobrou desse UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 179 As cicatrizes de Violeta passado? “Não falo de política, falo de natureza que para o bem e para o mal não há revolução que mude” (Cardoso, 2005: 106). Ressaltemos que tal desilusão com a revolução e os seus efeitos será um tema amplamente abordado em outro livro de Dulce Maria Cardoso: O retorno, de 2011. Esse romance, que, a nosso ver, fecha uma temática que fora, paulatinamente, sendo trabalhada pela autora, desde a publicação de Campo de sangue, tem como principal mote a lembrança da guerra colonial, tingida pelo sangue derramado em África. Assim, sob o contexto do 25 de abril, n’O retorno, conhecemos a desconfortável experiência de exílio vivenciada por Rui, um adolescente retornado, obrigado a abandonar Luanda e partir com sua família, sem esperança de dias melhores, para a metrópole. Para além dessas questões ideológico-políticas, em Os meus sentimentos somos envolvidos numa atmosfera marcada pela sensação de desconforto que, de certa forma, atravessará toda a narrativa: “a posição em que me encontro, de cabeça para baixo, suspensa pelo cinto de segurança, não me incomoda, o meu corpo, estranhamente, não me pesa, o embate deve ter sido violento” (Cardoso, 2005: 9). É válido sublinhar que, se de um lado, como observamos, a protagonista é marcada por um processo de descontentamento espacial, gerado pela lembrança da casa onde viveu, de outro lado, ela será marcada pela angústia do não pertencimento, ou, em outras palavras, por um autoexílio identitário. Deslocada de uma identidade socialmente estabelecida como ideal, a narradora-personagem é o reflexo de um sujeito fora do lugar. Essa sensação, sobretudo existencial, partilhada no seio de uma sociedade, como ressalta Eduardo Lourenço (1999), ambiguamente marcada pela nostalgia saudosa e pela melancolia, é atravessada pelo sentimento de incerteza correlacionado a um tempo líquido, disforme, incerto, muito pertinente a uma época histórica: à vulgo pós-modernidade. Não é por outra razão que em Os meus sentimentos a verdade nunca é revelada totalmente “a verdade depende do ponto de vista” (Cardoso, 2005: 104), sendo apenas sugerida, “está sempre entre nós UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 180 As cicatrizes de Violeta e os outros, não pertence a ninguém” (Cardoso, 2005: 105). Partilhamos, assim, versões organizadas pelos fios da memória de Violeta, de modo que, ao chegarmos ao próximo parágrafo, não temos certeza de nada. Aí está umas das faces mais interessantes de Dulce Maria Cardoso. Habilmente a autora instaura a ambiguidade como traço marcante da narrativa, aliada à ideia de incerteza. Nesse sentido, é válido lembrar que Os meus sentimentos refrata certos traços social e culturalmente presentes em nossa contemporaneidade. O mal estar vivenciado por Violeta e a própria condição de incerteza a que somos expostos, representam, em última instância, a “pós-modernidade”, período que, conforme Terry Eagleton (1998) tomaria corpo como representação de uma fase adiantada do capitalismo global, tardio. Em consonância a um dos desejos engendrados pelo romance português contemporâneo, que é o de retratar o mundo caótico e instável por uma perspectiva subjetiva e individualista, o romance de Dulce Maria Cardoso faz-se, sobretudo, pela fragmentação do enredo que, engendrado num foco narrativo em primeira pessoa, permite-nos ir acompanhando a condução da narrativa sob a perspectiva do discurso de uma mulher que, em todo o caso, não está em estado sóbrio, quer porque acabara de sofrer um acidente, quer porque temos a informação de que conduzia possivelmente embriagada: “sempre vais viajar esta noite [...] não devias beber tanto” (Cardoso, 2005: 84). Dessa forma, o texto ficcional de Dulce Maria Cardoso instaura e partilha com os seus leitores a ideia da desconfiança da verdade, porque em Os meus sentimentos somos afrontados pela ideia de que a verdade é uma versão elaborada sob a óptica de quem a conta. Uma verdade é a versão contada, outra é a verdade vivenciada, ainda outras são as versões contrárias, reversas, que os que conviveram com Violeta contam segundo a rememorização dela. O jogo da verdade entra em cena como uma possibilidade de despertar desconfiança, desconforto, de modo que tanto a narradora-personagem quanto nós, leitores, ficamos imersos no campo da indeterminação. UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 181 As cicatrizes de Violeta É válido ressaltar que a narrativa evidencia ainda uma fina camada crítica em torno de gênero e corporalidade. Já nas páginas iniciais do livro, sabemos que Violeta está inconsciente, mas apenas suspeitamos que esteja morta. De qualquer maneira, a única certeza é que desde as primeiras linhas imediatamente adentramos a sua memória agonizante, em que se vai passando, multifacetada e disformemente, as cenas da vida que viveu, que se habituou a viver e que, por muitas razões, a levou até o momento do acidente. De qualquer forma, observarmos, no desenrolar da narrativa, as feridas pessoais e as desilusões de uma mulher possivelmente frustrada. Há em torno de Violeta uma atmosfera de isolamento que resulta na visualização da imagem de um sujeito “inadequado”, tanto para os padrões de beleza socialmente estabelecidos como ideais: “sou tão ridícula com os sapatos de salto alto e a saia justa”; “[...] no meu corpo, se aperto aqui arrepanha dali” (Cardoso, 2005: 39, 198); como no que tange aos modelos de comportamento esperados para o gênero feminino “uma mulher das mais ordinárias”; “[...] conheço de cor o meu aspecto de puta barata” (Cardoso, 2005: 65, 139). O sentimento de inadequação em Os meus sentimentos, no que se relaciona à construção da personagem protagonista, que, aliás, está longe de ser um modelo idealizado do feminino, abrange, assim, tanto a esfera corporal quanto a comportamental; e projeta-se na rejeição que sente pela sociedade, que a vê como uma mulher promíscua e esteticamente out: “olha aquela gorda perdida de bêbada” (Cardoso, 2005: 12). O mesmo sentimento pode ser alargado para a sua própria família, ou seja, para os seus pais: “está miúda é impossível”; “está miúda só diz disparates” (Cardoso, 2005: 160, 209); assim como para sua filha, Dora: “esta noite no restaurante a minha criança repreendeu-me, tem vergonha de mim” (Cardoso, 2005: 37). Não é por outra razão que, na fronteira da vida e da morte, Violeta acredita que a libertação das frustrações que marcaram os seus dias deve existir num outro plano, numa outra vida, em que poderá flanar levemente, desligada de todo o peso (inclusive corporal) que fora a sua vida terrestre. Esse anseio reflete a inabilidade de lidar UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 182 As cicatrizes de Violeta com a frustração de “não ter sido o que esperavam dela”; e representa a única possibilidade, talvez, de descanso, como também de completude, na busca por um amor possível: desde sempre, em todo o lado, a qualquer hora, um entendimento, ele está à minha espera na estalagem sobre o mar, avanço, não tenho medo de nada, nem sequer do amor, os meus olhos rasos de felicidade, na minha pele as cicatrizes de todos os meus sonhos, a partir de hoje nada vai ser diferente, à minha frente um mar de tempo sempre igual, a minha canção a tocar eternamente (Cardoso, 2005: 304-305). “Eu creio que a senhora sonha talvez demais [...]. Digo-lhe que faz mal, que é melhor, muito melhor contentar-se com a realidade; se ela não é brilhante como os sonhos, tem pelo menos a vantagem de existir”, diria a empregada inglesa, Mrs. Oswald, em A mão e a luva, de Machado de Assis, nos finais do século XIX. Contudo, se o desejo de evasão de Violeta soaria muito mal aos ouvidos de um realista como Machado de Assis, no século XXI, esse desejo parece familiar para aqueles que ocupam o espaço do desprezo, do afamado bullying. Violeta é uma mulher que tem na bebida e no sexo desenfreado os escapes para as suas frustrações. Para ela não existem relacionamentos efetivamente duradouros, por isso, nesse âmbito, notamos certo ceticismo em seu discurso: “conheço o amor de ouvir falar” (Cardoso, 2005: 41). A protagonista jamais acreditou na possibilidade de uma união pautada em sentimentos recíprocos: “ainda não deixei de me espantar com os que não conseguem comer ou dormir sozinhos, com os que se queixam da solidão, talvez sejam felizes os que conseguem suportar os outros” (Cardoso, 2005: 22). Os relacionamentos furtivos de Violeta são uma espécie de dom juanismo apressado, vazio, terminados logo após a conquista. estacionada no parque para camionistas, com os máximos acesos, aguardando a minha presa desta noite, o camionista mais curioso, mais inquieto, uma vez identificada a presa ajo segundo as regras que a minha experiência neste UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 183 As cicatrizes de Violeta tipo de caça me permitiu construir, sou sempre cautelosa, e numa noite destas não me convém espantar a presa, os homens são os animais mais medrosos que conheço, a minha primeira regra consiste numa troca de papéis, torno-me a presa perfeita de qualquer caçador, mesmo do mais inexperiente, quando tiver saciado a carne não me incomoda que descubram a verdade, até me divirto quando isso acontece (Cardoso, 2005: 29) O uso do corpo não parece condizer com uma conquista efetiva da liberdade feminina em torno do prazer. Na verdade, o que se nota é o uso negativo e exacerbado do direito de fazer uso de sua sexualidade, de relacionar-se com o outro, ou mesmo com o próprio corpo. O sexo e o prazer realizam-se como um risco a correr-se, ou mais propriamente como um ato de violência contra o desprezo estúpido dos pais, ou dos rapazes com os quais mal se relacionou na juventude “os rapazes gostavam de mim nas matinês [...] quando as luzes do cinema se apagavam os rapazes vinham ter comigo” (Cardoso, 2005: 41, 43). Esse comportamento acompanha Violeta desde a sua adolescência, quando se fazia presa fácil para os garotos. As lembranças de Violeta são a tradução de suas frustrações e estão intimamente ligadas ao passado, recuperado pelo próprio trabalho da memória. Tal rememoração faz-se em meio à narrativa, de forma fragmentada, resultando num romance propositalmente desestruturado. A historiadora Ecléa Bosi em Memória & sociedade: lembrança de velhos, livro que trata da memória social, ancorado na velhice, afirma que “na maior parte das vezes, lembrar não é reviver, mas refazer, reconstruir, repensar, com imagens e ideias de hoje, as experiências do passado” (2009: 55). Violeta faz sua rememoração, já a certa altura de sua vida. Ela volta ao passado “refazendo-o” à luz do presente, pois: a lembrança é uma imagem construída pelos materiais que estão, agora, à nossa disposição, no conjunto de representações que povoam nossa consciência atual. Por mais nítida que pareça a lembrança de um fato antigo, ela não é a mesma imagem que experimentamos na infância, porque nós UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 184 As cicatrizes de Violeta não somos os mesmos de então e porque nossa percepção alterou-se e, com ela, nossas ideias, nossos juízos de realidade e de valor. (Bosi, 2009: 55) No fim das contas, a narrativa traz à superfície a imagem de uma mulher talhada pela frustração e pelo desamor, que decidiu viajar, inapropriadamente, numa noite de temporal, a fim de levar as ceras depilatórias que prometera às suas clientes: “viajo na noite do temporal” (Cardoso, 2005: 11). Como consequência, acabou por ser “vítima” de um acidente de automóvel, ficando a dúvida, nas entrelinhas da história, se, de fato, ela fora vítima ou responsável por sua morte. As memórias de Violeta são talhadas por angústias. Surpreendentemente vemos emergir das entrelinhas de Os meus sentimentos a denúncia dos jogos de aparências que permeiam os relacionamentos humanos, das futilidades cotidianas, da superficialidade dos sentimentos. As memórias de Violeta são voláteis. Inesperadamente, transitam pelo perigoso terreno das incertezas, em que precisão e estabilidade soam como um clichê, discurso vazio ou lengalenga. Vemos, assim, assuntos tão ligados a nossa contemporaneidade perscrutarem as páginas desse livro. Consoante nos lembra Said, “o exílio é uma fratura incurável entre um ser humano e um lugar natal, entre o eu e seu verdadeiro lar: sua tristeza essencial jamais pode ser superada” (Said, 2003: 46). Para Violeta não houve cura para as tristezas que moveram cada um dia de seus dias até o momento do acidente. Ao adentrar a autoestrada na noite de chuva, a protagonista, a heroína de Dulce Maria Cardoso, sabia que empreendia uma última viagem: “rolo sobre as trevas” (Cardoso, 2005: 11); e que tal empresa terminaria com a elucidação da última lembrança “rolo pela luz” (Cardoso, 2005: 303). nenhuma manhã me vai roubar este sonho tão bonito, nunca mais nenhuma manhã, a minha vida um sobressalto no sono continuado do universo, fecho os olhos por um bocadinho, um sono tranquilo, aqui dentro, aqui onde estou, aconteça o que acontecer nada acontece inesperadamente (Cardoso, 2005: 307). UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 185 As cicatrizes de Violeta Na fronteira da vida e da morte, Violeta acreditou que a libertação das frustrações que marcaram a sua trajetória deveria existir num outro plano, numa outra vida, onde poderia flanar levemente, desligada de todo o peso (inclusive corporal) que fora a sua vida terrestre. As memórias traçadas em Os meus sentimentos são contrárias em si mesmas, reversas - memórias que se iniciaram em trevas, mas que se fecharam iluminadas. Podemos considerar, portanto, que a rememoração/viagem de Violeta pode ser entendida em dois contrapontos. Se de um lado, ela lhe rendeu uma experiência sediciosa; por outro, não seria demais forçoso se tentássemos encontrar em meio à história de Violeta algum subsídio que nos desse alguma sensação de conforto. Assim, em meio à tão traumática experiência de mal estar em face de uma identidade fora dos padrões, as rememorações dessa heroína às avessas, também lhe trouxeram, ao menos, a possibilidade de enfrentar seus fantasmas e medos, funcionando como um bálsamo acalentador. De qualquer forma, após a leitura do texto, e de conhecermos as cicatrizes de uma mulher frustrada pelo desamor, ficamos com a sensação de que a matéria principal a ser tratada é a vida; e, para além dela, só nos resta o inesperado com que é tecido os nossos dias “os meus sentimentos”. Recibido: 13/10/2013 Aceptado: 22/04/2014 Referências bibliográficas Bakhtin, Mikhail (1988), Questões de literatura e de estética: a teoria do romance, trad. Aurora F. Bernardini et al., São Paulo: Hucitec. Bauman, Zygmunt (2001), Modernidade líquida, São Paulo: Jorge Zahar. Bosi, Ecléa (2009), Memória e sociedade. Lembrança dos velhos, 15 ed. São Paulo: Companhia das Letras. Cardoso, Dulce Maria (2005), Os meus sentimentos, Asa: Alfragide. Eagleton, Terry (1998), As ilusões do pós-modernismo, Zahar: Rio de Janeiro. UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 Alleid Ribeiro Machado 186 As cicatrizes de Violeta Lourenço, Eduardo (1984), “Da ficção do império ao império da ficção”, Diário de Notícias, Suplemento 10 anos de democracia, 24 de abril, pp. 26-27. ---- (1999), Mitologia da saudade: seguido de Portugal como destino, São Paulo: Companhia das Letras. Paiva, José Rodrigues de (2010), “Revolução, renovação: Caminhos do romance português no século XX”, en Elizabeth Dias Martins, Roberto Pontes, Patrícia Elainny Lima Barros, orgs., Falas & textos: Escritos de literatura portuguesa, Fortaleza: Universidade Federal do Ceará. Ribeiro, Margarida Calafate (2012), “O fim da história de regressos e o retorno a África: leituras da literatura contemporânea portuguesa”, em Itinerâncias - percursos e representações da pós-colonialidade. Disponível em: http:// www.ces.uc.pt/myces/UserFiles/livros/1097_MCR_fim_hist_reg_Itinerancias.pdf (consulta: 3-06-2014) Said, Edward (2003), Reflexões sobre o exílio e outros ensaios, Trad. Pedro Maia Soares, São Paulo: Companhia das Letras. Searle, John R. (1979), Expression and meaning, Cambridge: Cambridge University Press. UNED. REI, 2 (2014), pp. 171-186 ISSN 2340-9029 CRÓNICA DE INVESTIGACIONES UNED. REI, 2 (2014), pp. 189-194 CLAUSTRA Un proyecto que germina BLANCA GARÍ [email protected] Universitat de Barcelona E l proyecto CLAUSTRA nace del interés por comprender en el marco de la espiritualidad medieval las experiencias, procesos y prácticas del monacato femenino. La razón de ser de este proyecto residió desde un principio en el convencimiento de que, más allá de espacios y formas compartidas, si algo caracterizaba el monacato occidental de la Edad Media era el diferente recorrido seguido por los monasterios masculinos y femeninos y, más en general, por las formas y experiencias espirituales de los hombres y las mujeres medievales. El interrogante histórico que se nos planteó desde un principio fue el del papel de las mujeres en los importantes y rápidos cambios de la espiritualidad en Europa a partir del siglo XII. Es indudable que desde esta fecha las transformaciones en la espiritualidad medieval se hicieron patentes de forma general y a través de manifestaciones muy diversas en todo el conjunto de la cristiandad latina y en todas las regiones de Occidente y que, en este contexto, la proliferación no sólo de monasterios sino también de otras formas y espacios de espiritualidad femenina modificaron por completo el paisaje de la geografía sagrada de Occidente. DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.13337 ISSN 2340-9029 Blanca Garí 190 CLAUSTRA En todo caso, al principio el proyecto se limitaba al área de influencia catalana. Hace ya unos diez años un grupo formado por investigadoras de la Universidad de Barcelona, interesadas en el estudio de la espiritualidad femenina medieval en los condados catalanes, emprendimos la tarea de buscar caminos nuevos para la comprensión del monacato femenino como hecho diferencial. Pensábamos que para entender este cambio y seguirlo en sus dinámicas de fondo era necesario un nuevo y doble acercamiento al tema: por un lado el monacato femenino debía insertarse en las transformaciones de conjunto, pero por otro era necesario también sexuar esa aproximación. Solo así, otorgando a la espiritualidad femenina un lugar específico en el paisaje general, no como simple variante de los estándares masculinos sino difiriendo de ellos en sus objetivos, en su función y en sus formas, podríamos comprender los desarrollos complementarios de ambos en el conjunto de un paisaje global. De ahí nació hacia 2004 la idea de poner en marcha un primer proyecto de catalogación y cartografía de los espacios de espiritualidad femenina de la Cataluña medieval. Desde sus comienzos el equipo potenció la descripción y estudio de fondos de archivo, custodiados por distintas comunidades religiosas todavía hoy en activo, y el seguimiento de archivos dispersos o desplazados, fondos de bibliotecas antiguas, patrimonio arquitectónico, arqueológico y artístico etc. y, al mismo tiempo, fomentó el debate interdisciplinar sobre el papel de las mujeres en los procesos socio-religiosos medievales, impulsando la realización de trabajos de investigación en torno al tema: monografías, encuentros, artículos específicos de investigación puntera y obras colectivas de estado de la cuestión y debate, trabajos de máster y tesis de doctorado. Blanca Garí 191 CLAUSTRA do Topografía de la espiritualidad femenina, la idea del diseño de un Atlas/Catálogo que abarcara los reinos de la Península Ibérica de la Edad Media hasta el comienzo del Concilio de Trento. El Atlas de los Reinos Peninsulares se pensó desde un principio como una plataforma de acceso abierto en internet con la doble orientación de transferencia e investigación. El Atlas parte del diseño de una serie de mapas engarzados en una barra cronológica con una periodicidad de veinticinco años conectados a un catálogo de fichas de descripción de los diferentes espacios de espiritualidad. A partir de 2011, y en el marco ya de un proyecto específico para la elaboración del Atlas (CLAUSTRA: atlas de espiritualidad femenina en los Reinos Peninsulares), el grupo se ha visto ampliado con la incorporación de nuevas investigadoras e investigadores de ámbito nacional e internacional, y especialmente por la de un número importante de colaboradores y colaboradoras de Italia que en primera instancia habían de aportar al Atlas de los Reinos Peninsulares la catalogación y cartografía de espacios de espiritualidad femenina de los territorios de la Corona de Aragón en Sicilia, Nápoles y Cerdeña. Este trabajo, sin embargo, constituye al mismo tiempo el germen de un ulterior desarrollo del Atlas. Desde esa perspectiva y partiendo del Atlas de los Reinos Peninsulares CLAUSTRA pretende avanzar hacia la creación de una red de investigación internacional sobre monacato femenino en la Europa Mediterránea. Con el tiempo el núcleo inicial de investigadoras y los objetivos de la investigación se fueron expandiendo y transformando hasta perfilarse como un proyecto de amplio espectro espacial y disciplinar con carácter internacional. Así, en el año 2008 y en colaboración con investigadoras de otras universidades e instituciones nacionales e internacionales, germinó, en el marco de un primer proyecto titula- El planteamiento metodológico de este proyecto, que parte de la investigación erudita en fuentes documentales, artísticas, archivísticas, librarias y arqueológicas, pretende al mismo tiempo dar un paso adelante en la resignificación de estas fuentes a través de dos líneas claramente establecidas: por un lado la reinterpretación de las fuentes en la elaboración de fichas de descripción desde los fundamentos teóricos de la historia de las mujeres para demostrar que no puede hablarse de la espiritualidad medieval sin situar en primera línea la aportación femenina; por otro lado la priorización de metodologías interdisciplinares de trabajo, así como la incorporación de las perspectivas innovadoras de las recientes aportaciones al campo UNED. REI, 2 (2014), pp. 189-194 UNED. REI, 2 (2014), pp. 189-194 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Blanca Garí 192 CLAUSTRA de la historia y de la historia del arte procedentes de la historia de las mentalidades y, sobre todo, de la antropología religiosa. Este trabajo en equipos interdisciplinares e internacionales nos parece además especialmente factible en el marco de las nuevas tecnologías y de las articulaciones en red. Por ello, desde la perspectiva de las innovaciones tecnológicas y del uso de la red en la investigación, CLAUSTRA tiene muy en cuenta las metodologías ligadas a las estrategias de articulación de grupos con la finalidad de crear espacios de intersección y redes académicas de intercambio, cooperación, debate y difusión de resultados. El actual equipo de trabajo, liderado desde el IRCVM (Institut de Recerca en Cultures Medievals) de la Universitat de Barcelona, está formado por diecinueve miembros del equipo de investigación del proyecto y por más de medio centenar de investigadoras e investigadores, procedentes de universidades y centros de investigación nacionales (de Cataluña, Valencia, Zaragoza, Andalucía, Galicia, Castilla-León, Castilla la Mancha, Navarra) e internacionales (Portugal, Canadá, Estados Unidos, Italia y Alemania). Blanca Garí 193 CLAUSTRA 3. Real Monasterio de Santa María de Pedralbes-Institut de Cultura (ICUB): Anna Castellano Tresserra, Carme Aixalà Fabregas 4. Biblioteca de Cataluña: Tania Alaix Gimbert 5. Universidad Pontificia de Comillas: María de Mar Graña Cid 6. Istituto di Studi sulla Societá del Mediterraneo ISSM CNR (Nápoles): Gemma Teresa Colesanti 7. University of Toronto: Jill Webster 8. University of Colorado Boulder (USA): Nuria Silleras Fernández 9. Universidade de Lisboa: Ana Maria Seabra de Almeida Rodrigues 10.Universidade Aperta de Portugal: Maria Filomena Pimentel de Carvalho Andrade Duración: hasta 2015 Dirección web: www.ub.edu/claustra Ficha descriptiva Algunas publicaciones destacadas: Título del proyecto: Claustra: Atlas de Espiritualidad femenina en los Reinos Peninsulares, Ministerio de Ciencia e Innovación, HAR2011-25127. IP: Blanca Garí de Aguilera Universitat de Barcelona, Centros de investigación implicados/ investigadores 1. Universitat de Barcelona: Núria Jornet Benito, Marta Sancho Planas, María Soler Sala, Delfina Isabel Nieto Isabel, Pau Castell Granados, Concepción Rodríguez Parada, Lucila Mallart, Sebastian Roebert (Universität Leipzig) 2. Universitat Autònoma de Barcelona: Cristina Sanjust Latorre UNED. REI, 2 (2014), pp. 189-194 ISSN 2340-9029 Garí, Blanca, Maria Soler Sala, Marta Sancho Planas, Delfi Isabel Nieto Isabel, Araceli Rosillo Luque (2014), “CLAUSTRA. Propuesta metodológica para el estudio territorial del monacato femenino”, Anuario de Estudios Medievales,44,1 [monográfico Blanca Gar, coord., Espacios de espiritualidad femenina en la Europa medieval. Una mirada interdisciplinar], pp. 21-50. En el mismo volumen se publican artículos de Anna Castellano pp.103-139; Sebastian Roebert 141-178; Maria del Mar Graña 179-213; Nuria Jornet 227-308. Accesible en red: http://estudiosmedievales.revistas.csic.es/index.php/estudiosmedievales/issue/current/showToc [consulta: 10/10/2014] Garí, Blanca (2014), “The Sacred Space of Meditation: Nunneries and UNED. REI, 2 (2014), pp. 189-194 ISSN 2340-9029 Blanca Garí 194 CLAUSTRA Devotional Performance in the Territories of the Crown of Aragon (Fourteenth–Fifteenth Centuries)” The Journal of Medieval Monastic Studies, 3, pp.71-95. Garí, Blanca, coord. (2013), Redes femeninas de promoción espiritual en los Reinos Peninsulares (s. XIIIXVI) / Women’s Networks of Spiritual Promotion in the Peninsular Kingdoms (13th-16th Centuries), Roma: Viella [contiene 12 contribuciones del equipo] Garí, Blanca (2013), “La Ciudad de las mujeres: Redes de espiritualidad femenina y mundo urbano” en J. A. Solórzano, B. Arízaga y A. Aguiar (Eds.), Ser mujer en la ciudad medieval europea, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, pp. 349-370. Además de esta ponencia el equipo pesentó para la cuarta sección [La mujer en la religiosidad] tres comunicaciones más: Delfina-I. Nieto Isabel, “Ministerio, refugio, modelo: el rol activo de las mujeres en un entorno de persecución urbano”, pp. 389-406; Filomena Andrade, “O Convento e a Cidade: desafios e diálogos”, pp. 407- 438; María del Mar Graña, “Beatas y monjas: redes femeninas y reforma religiosa en la ciudad bajomedieval”, pp. 371-38. UNED. REI, 2 (2014), pp. 189-194 ISSN 2340-9029 RESEÑAS Ana Reis 199 Reseñas Morujão, Isabel, Por trás da grade: poesia conventual feminina em Portugal (sécs. XVI-XVIII), Lisboa: Imprensa Nacional-Casa da Moeda, 2013, 740 pp. (Manuais universitários) ISBN: 978-972-27-1950-6 DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.12742 Recensão de ANA REIS Faculdade de Letras da Universidade do Porto O ito anos volvidos desde a apresentação da tese de doutoramento que lhe deu origem, sai finalmente Por Trás da Grade: Poesia Conventual Feminina em Portugal (Séculos XVI-XVIII), da autoria de Isabel Morujão. Isabel Morujão tem sido uma estudiosa consistente da literatura de mulheres religiosas da Época Moderna em Portugal, com diversos artigos publicados sobre o tema. Por Trás da Grade traz consigo uma análise exaustiva e condensada num volume precioso para quem se dedica à investigação neste âmbito da literatura. Se, por um lado, em Portugal, o estudo e publicação de textos sobre autoras religiosas tem sido muito parcelar, com intervalos maiores do que o que seria desejável, por outro, a história da literatura em Portugal tem “maioritariamente silenciado (...) a existência dos contributos da literatura feminina produzida nos conventos” (p. 26). Estes motivos, mais recentes, aliados a outros, mais antigos, que se prendem com o esquecimento no qual a literatura conventual tem vindo a cair desde 1834, com a ordem de extinção dos conventos (a qual levou ao abandono, à pobreza e, por vezes, à pilhagem de conventos, contribuindo assim para a perda de documentação importante para o estudoX desta literatura), explicam por que é importante não parar este estudo. É fácil perder o fio condutor da história dos conventos de mulheres em Portugal, com a ausência ou perda de documentação relevante. E é surpreendente como esta literatura ainda é desconhecida para um público muito vasto. Por Trás da Grade é, assim, uma obra que facilmente ganhará lugar nas estantes de muitos investigadores da história das mulheres UNED. REI, 1 (2013), pp. 199-224 ISSN 2340-9029 Ana Reis 200 Reseñas da Idade Moderna, da história da literatura feminina e da história da literatura religiosa. E ste trabalho reúne uma análise exaustiva da literatura conventual feminina, dedicando-se primeiramente a uma apresentação geral do percurso destas obras e da sua receção. Neste primeiro capítulo de Por Trás da Grade analisa-se a leitura e a escrita dentro do convento, começando pela formação da mulher ainda no núcleo familiar, na casa. De facto, muitas mulheres seiscentistas e setecentistas beneficiavam de instrução, enquanto outras eram permeáveis ao ambiente que as rodeava, “captando os ensinamentos que eram ministrados aos irmãos pelos preceptores, absorvendo o clima literário da vida de corte, assistindo a certames, etc” (p. 70). Esta educação dificilmente cessava de dar frutos quando estas mulheres integravam a vida do mosteiro, sobretudo nos casos em que nele entravam aos dezassete ou dezoito anos. Os hábitos de leitura “extra-conventuais”, se os havia, “mesmo após a quebra dos laços com o mundo, perduravam nas religiosas mais eruditas” (p. 82), quer através das bibliotecas dos conventos, quer através da oralidade “das leituras em voz alta, partilhadas por um círculo de ouvintes” (p. 81). Qualquer trabalho nesta área não deverá nunca esquecer a comunicação entre o espaço do convento e o espaço da corte, e Por Trás da Grade não é exceção, dedicando a este tema o Capítulo III. Em primeiro lugar, Isabel Morujão lembra-nos que uma grande parte das religiosas que publicaram e que tiveram sucesso tinham origem de corte. Por outro lado, também os conventos tinham a sua influência, uma vez que muitos estavam “vinculados à corte e ao patrocínio das fundações régias” (p. 98). Tal ligação determina “uma ampla interação entre a sociedade e a vida claustral” (p. 98), bem como a influência social de algumas religiosas, que poderia dever-se a factores como “a origem social, os amigos, os parentes, os laços familiares com religiosos afamados e respeitados, etc.” (p. 99). Por outro lado, a existência destas ligações cria “uma produtora de textos cada vez mais assídua e consciente da sua função social”, que constrói uma rede de leitores que “insiste na continuidade da produção” (p. 132). UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Ana Reis 201 Reseñas Na Parte II e na Parte de III de Por Trás da Grade, Isabel Morujão faz uma análise pormenorizada das diferentes formas adotadas pela literatura conventual feminina, e depois dos tempos e ritmos. Nas formas, interessa sobretudo verificar a variedade de estilos usados por estas autoras, pois quase todos tiveram “expressão nesse universo monástico”, independentemente da popularidade de umas ou outras, “seja pela recorrência e pela mancha que ocupam nesta mancha literária, seja pela sua raridade no contexto da literatura nacional, seja ainda pela renovação que traziam consigo, ao serem transportadas para novos contextos e molde para novas temáticas” (p. 139). Nesta parte encontram-se então formas tão comuns como o soneto, a canção, a décima ou a oitava, bem como outras mais surpreendentes, como o poema épico, com uma utilização bastante representativa. O Capítulo I da Parte III aborda com detalhe os temas religiosos, iniciando-se com os textos litúrgicos. As vidas de santos e os seus exemplos de fé também encontravam uma grande presença na literatura conventual feminina, bem como a vida de Cristo. A literatura conventual feminina constitui, também, uma janela para o interior do convento. Assim, no Capítulo II da Parte III surgem outros temas abordados pelas religiosas, que incluíam “estímulos quotidianos”, como “a festa do santo patrono, a eleição de uma abadessa, a entrada de uma noviça, a eleição de Mestra de Noviças, a tomada de hábito de uma religiosa [...] que despertavam o fazer poético” (pp. 597-98). Estas descrições do dia a dia dentro do convento são uma contribuição de relevo para o conhecimento dos hábitos dentro do convento e para percebermos como funcionava a convivência entre as religiosas. Em segundo lugar neste passo, Isabel Morujão retoma o tema das ligações entre o convento e a corte, examinando diversas correspondências entre religiosas e o mundo exterior. A título de exemplo, veja-se o caso de Soror Maria do Céu, que manteve uma longa e duradoura correspondência manuscrita com a Duquesa de Medinaceli, ou de Soror Violante do Céu, que e dedicava, com alguma frequência, composições a elementos da corte e da família real. Estas correspondências determinam uma rede curiosa de socializações, mais ou menos, íntimas, entre o interior UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Ana Reis 202 Reseñas do convento e o seu exterior. Curiosos são também os textos analisados em “Intercâmbios poéticos”, ou recensões poéticas de obras. Soror Violante do Céu, novamente, foi decerto uma leitora bastante crítica, com várias composições enquadradas neste âmbito literáriosocial. Estas composições de louvor integram os preliminares das obras impressas, constituindo uma espécie de consentimento social do trabalho do autor. Por esse motivo, a presença de escritoras religiosas nestes preliminares determina-lhes um valor de relevo no panorama cultural e literário da época. Isabel Morujão dedica ainda algumas páginas deste estudo à existência de alguma literatura erótica e maliciosa com possível origem nos conventos. No meio da santidade do espaço conventual, surgiram “indícios da existência de uma produção literária conventual feminina de natureza erótica e provocatória” (p. 656), aos quais Isabel Morujão não dá, contudo, valor real. Tal literatura, por vezes quase pornográfica, poderá ter germinado de “uma fantasia erótica masculina, justificada pelo inacessível que envolve a figura da religiosa” (p. 656). Tal não significa que por vezes não tenha havido a violação dos votos da clausura e da castidade, mas tal terá sido aproveitado por muitos autores, assinando como religiosas (pois é comum não surgir na composição o nome da religiosa em questão), como uma transgressão jocosa da moralidade da época. Em jeito de conclusão deste estudo, Isabel Morujão relembra a importância da dicotomia convento/corte, tendo sido da corte que as escritoras tinham colhido o conhecimento da escrita, mas sendo também este depois um dos maiores receptores das suas obras. Esta interação tem de estar sempre presente nesta literatura. Finalmente, estas obras revelam-nos mais sobre aquilo que as religiosas sentiram do que sobre aquilo que fizeram. E é esse patamar do ser e do sentir que interessará sobretudo para história da mulher. Voltando a insistir aqui na importância de manter acordada a memória desta literatura, é necessário continuar a investigar e publicar sobre esta área ainda tão desconhecida da literatura ibérica. Mais do que estabelecer um final de um estudo e uma análise fechada da literatura conventual feminina, Por Trás da Grade levanta questões e sugere caminhos de UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Fabio Mario da Silva 203 Reseñas investigação e publicação que não se devem perder. Nas palavras de Isabel Morujão, urge não perder de vista “as pontas para desenrolarmos tão denso novelo”. Horta, Maria Teresa, Poemas para Leonor, prefácios de Vanda Anastácio e Helena Vasconcelos, Alfragide: Dom Quixote, 2012, 146 pp. ISBN 978-972-20-5135-4. DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.10803 Recensão de FABIO MARIO DA SILVA Universidade de São Paulo/FAPESP E xistem, na literatura portuguesa, casos flagrantes de obras que favoreceram a inspiração ou motivação para outras, escritas posteriormente, pelo mesmo autor. Refira-se, como exemplo, o conto “Civilização”, de Eça de Queirós, embrião óbvio do romance A Cidade e as Serras, ou as novelas, de Camilo Castelo Branco, A Filha do Arcediago e A Neta do Arcediago, ou ainda Eusébio Macário e A Corja, sendo que as segundas desenvolvem os enredos das primeiras. Poemas para Leonor nasce de um processo similar já que foi uma obra poética escrita durante doze anos, praticamente em simultâneo com o romance As Luzes de Leonor. E em parelha, estas obras deflagram duas faces distintas da produção literária de uma mesma autora: a que todos conhecemos, da Maria Teresa poetisa; outra, praticamente desconhecida, a da Maria Teresa investigadora. Um elo de ligação importante entre estas obras de Maria Teresa Horta, para além da figura central, D. Leonor de Almeida Portugal (1750-1839), 4.ª Marquesa de Alorna, é o conjunto de referências, em verso, que se reportam a personagens (históricas e ficcionais) de As Luzes de Leonor, como, por exemplo, Leonor de Távora, Filinto Elísio, Gonçala, Philippe Tournier, Théroigne de Méricourt, Henri Forestier, figuras essas muitas vezes evocadas, UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Fabio Mario da Silva 204 Reseñas como explicita Vanda Anastácio, quase como uma continuação em verso de pontos de vista avançados na narrativa (16), conduzindo o leitor, inevitavelmente, a sentir a necessidade de complementar as duas leituras. Mas desde logo os próprios títulos de Poemas para Leonor e As Luzes de Leonor, se aproximados por um mesmo nome, simultaneamente avançam uma distância. N’As Luzes de Leonor a preposição “de” expõe a subordinação do pressuposto regente ao pressuposto regido, neste caso, Leonor às suas “luzes”, isto é, a sua razão (“Põe a razão e a Luz/ na própria fala”, em “Devassa”, 39), a sua ciência (a iluminista, evidentemente), a sua recusa à intolerância e à obscuridade, já que Leonor é uma “poetisa/ de Luzes/ trespassada” (“Personagem”, 30) que se revela uma mulher notável num percurso de vida desvelado pela obra de Maria Teresa, em passagens quer verosímeis, quer ficcionais. Em Poemas para Leonor a preposição “para” manifesta um sentido de finalidade, tratando-se esta a de comunicar ao leitor o objetivo da obra: destinar versos em homenagem, quase como uma declaração sincera e poética de amor, a essa autora cuja obra Maria Teresa Horta desde cedo perscruta (“Escuto o seu sentir”, em “Construção”, 32), sentindo-se incitada (“Quanto mais/ pesquiso e te procuro/ mais tu baralhas os sinais”, em “Sinais”, 29) a refletir sobre ela no seu próprio processo criativo e literário: “Vou passar/ a vau/ os anos da tua vida/ A inventar-te/ na escrita/ com o tempo de permeio” (em “Passar a vau”, 31). Fabio Mario da Silva 205 Reseñas compreende no texto poético da Marquesa um rigor formal e uma multiplicidade de lexemas que denotam a austeridade de uma mulher-poetisa, a partir de uma identificação dos seus próprios sentimentos nos textos da sua antepassada através de uma cumplicidade promovida por meio de uma identificação projetiva. Isto quer dizer, que esta obra evoca um passado tornando viva uma ascendente (Marquesa de Alorna) no tempo presente de uma descendente (Maria Teresa Horta) que nela se recria, reiventando-se na sua escrita, numa quase total fusão de diálogo outorgada por uma continuidade sanguínea, poética e de género (“Tu/ és fruir/ és porvir/ do poema sua origem/ Mesmo sangue/ e mesmo laço/ de nos atarmos à escrita”, em “Origens”, 68). A linha divisória entre as duas mulheres-poetisas é tão ténue em certos versos, que nos escapa a certeza de se o “eu” lírico fala de/sobre Leonor ou de/sobre si próprio: “Não sei mais se é com/ o meu olhar, ou através/ do teu que vejo o Tejo” (“Olhar”, 44). Poemas para Leonor encontra-se dividida em quatro capítulos (“I - Personagem-Leonor”, “II - Poetisa-Luz”, “III - Mulher-Fogo” e “IV - In Aevum”) acompanhados de prólogos e epílogos, recurso que, nas palavras do prefácio de Vanda Anastácio, não invalida a sua verdadeira vocação de demonstrar uma “progressão emocional” (16), ou aquilo que Helena Vasconcelos descreve como “linguagem espontânea, ditada pelo bater do coração, pelo pulsar do sangue, pelas visões assombradas e persistentes de Leonor” (10). Se desde o liceu a autora escrevia sobre esta sua antepassada, como revela Helena Vasconcelos num dos prefácios da obra, facilmente nos apercebemos da importância da Marquesa de Alorna como figura que lhe desperta uma enormíssima atração e curiosidade: Maria Teresa sente, identifica e Se, efetivamente, em termos de conteúdo e estilo, as duas autoras se distanciam, já no que diz respeito à emancipação feminina cada escritora, dentro do seu contexto, traz o seu contributo: “Usava as pernas nuas/ quando era rapariga/ debaixo das saias longas/ Só ela sabia ter/ da nudez a ousadia” (“Nudez”, 80). Um outro aspeto importante é a alusão que a poetisa faz entre a luz e a lua, referindo à sua antepassada (“E a tua saia longa ia erguendo:/ A luz/ A lua”, em “Dilema”, 132), numa estreita relação entre o entendimento do feminino e a lua que traz alguma luminosidade à escuridão. Recorde-se que as fases pelas quais a lua transita tornaram-se imagens simbólicas de características atribuídas historicamente às mulheres; a lua é um símbolo de significados profundos, enraizado na cultura ocidental quase sempre como arquétipo do feminino. Na pré-história predominava a adoração e o culto ao cosmo e à natureza, e as fases lunares, porque associadas ao ciclo feminino, eram cultuadas como símbolo de fertilidade. A lua esteve também, durante muitos séculos, associada ao poder maléfico, já que a noite seria o habitat natural da primeira mulher, segundo a tradição judaico-rabínica, Lilith – bruxa aterrorizadora de homens casados e comedora de crianças inocentes – que precedeu a criação divina de Eva. Contudo, e simultaneamente, a lua sempre representou a abun- UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Fabio Mario da Silva Reseñas 206 dância, associada à ideia de fertilidade, bem como a pureza, na imagem da ninfa e da Virgem. Por isso, esta associação que Maria Teresa Horta faz com a figura da Marquesa de Alorna, conscientemente ou não, é capaz de abarcar em si mesma a multiplicidade do feminino: “Tu foste as fases da Lua/ um cometa em desatino” (“Vulcão”, 131). A última parte da obra, desde logo pelo título, “In Aevum”, desvela-se numa ideia quase de filosofia escolástica, refletindo os conceitos de eternidade, de divino e terrestre, que são, à medida que lemos os últimos poemas desta obra, de uma eterna existência de Leonor, não apenas na vida pessoal de Maria Teresa Horta, mas também na sua escrita: “Sinto a dor da tua falta/ Agora que terminou/ Esta aventura e tumulto/ (…)/ Como vou continuar/ A perseguir-te, a contar-te/ A dar-te luz e fulgor/ O resto da minha vida?” (“Falta”, 140). Em suma, Maria Teresa Horta, ao questionar-se como dará ainda “fulgor” e “luz” à vida de Leonor, na sua própria vida, responde a si mesma a partir do momento em que encerra, grandiosamente, o diálogo entre a sua Leonor-romance e a sua Leonor-poesia, eternizando-a na história da literatura portuguesa como personagem central da sua obra, histórica e ficcional, trazendo-a do século das luzes para iluminar os leitores do nosso século. Escritoras españolas en los medios de prensa (1868-1936). Carmen Servén e Ivana Rota (eds.), Sevilla: Renacimiento, 2013, 372 pp. (Colección Iluminaciones. Filología, crítica y ensayo) ISBN: 978-8484728351 DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.12977 Reseña de LUCÍA MONTEJO GURRUCHAGA Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) E sta obra colectiva, que estudia la incorporación de las escritoras españolas a los medios de comunicación entre 1868 y 1936, recoge UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Lucía Montejo Gurruchaga 207 Reseñas los resultados de un proyecto de investigación financiado por el Instituto de la Mujer y el Fondo Social Europeo. El volumen reúne trece ensayos de especialistas de formaciones y procedencias muy diversas, que ofrecen propuestas versátiles sobre el acceso y participación de algunas escritoras a los medios de comunicación más acreditados de su tiempo como profesionales del periodismo. Aunque algunas han sido estudiadas y valoradas y cuentan con abundantes antecedentes críticos, otras son hoy casi desconocidas; todas participan de la incipiente incorporación a profesiones cualificadas y van afianzando la presencia creciente de la mujer en la esfera pública. La serie se inicia con el artículo de Concepción Bados Ciria, “Escritoras, educación y género en la prensa anarquista española (1898-1936)”, que ahonda en el sustancial papel que ha jugado la incorporación de las escritoras españolas a la prensa anarquista en España desde finales del siglo XIX, tanto en el terreno ideológico, con la difusión de un ideario progresista, como en el literario y cultural, y pone el punto de mira en las contribuciones de tres intelectuales consideradas precursoras del pensamiento ácrata femenino —Teresa Mañé, Teresa Claramunt y Federica Montseny— en La Revista Blanca, en su segunda época, editada en Barcelona entre 1923 y 1936, donde reflexionaron de forma sistemática y constante sobre la cambiante condición social femenina de sus contemporáneas. El estudio de Rhian Davies persigue el objetivo de analizar la presencia de escritoras españolas y extranjeras en la prestigiosa revista cultural La España Moderna, fundada por José Lázaro Galdiano en 1889. Además de prestar atención a algunas de las colaboraciones de Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Blanca de los Ríos y Soledad Acosta de Samper, la autora recoge reflexiones y comentarios sobre la situación y alcance de la literatura femenina vertidos en la revista por importantes colaboradores varones. La profesora Ángela Ena Bordonada dedica su artículo a una de las parcelas menos atendidas en la producción de Carmen de Burgos Colombine. El periodismo de Carmen de Burgos, siendo una constante en su vida y un seguro fundamental en su economía, no UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Lucía Montejo Gurruchaga 208 Reseñas ha sido tratado como merece, y menos aún su aportación a la prensa cultural y literaria, una de cuyas muestras más personales es la fundación de Revista Crítica. La estudiosa divide su trabajo en tres secciones: en la primera, que titula “Carmen de Burgos, primera periodista profesional”, detalla la labor periodística de la escritora desde sus primeros pasos en los medios más prestigiosos de su tiempo; en la segunda, destaca sus aportaciones en el terreno de la crítica literaria y cultural y, en la tercera, la de mayor extensión, describe y analiza pormenorizadamente la Revista Crítica, fundada por Carmen de Burgos en septiembre de 1908, que editará siete números, el último en abril de 1909. Aunque de vida breve, la revista tuvo gran calidad, mantuvo el interés de sus contenidos y agrupó un importante elenco de colaboradores. Se trata de un trabajo muy bien documentado, lúcido y solvente; uno de los mejores de cuantos componen el volumen. “Mujer y prensa: artículos periodísticos de Isabel Oyarzábal Smith (1907-1921)” es la colaboración de Amparo Quiles Faz. Isabel Oyarzábal escribe en las páginas de la revista La Dama y la Vida Ilustrada, y de los periódicos El Día y El Sol, entre 1907 y 1921, una serie de artículos en los que queda reflejada su militancia feminista, su compromiso a favor de ideales irrenunciables para la mujer: libertad, independencia económica, derechos civiles, justicia social y plena ciudadanía. La propuesta de revisar la labor de Celsia Regis —seudónimo de Consuelo González Ramos—, una mujer casi desconocida que durante quince años sería la editora de La voz de la Mujer, cuyo primer número salía en Madrid el 1 de mayo de 1917, nos la ofrece Ivana Rota. Esta revista, que siguiendo la estela de distintos críticos, la autora clasifica en la categoría de “prensa para mujeres”, puede ser incluida en la tradición periodística de prensa femenina reformista y revolucionaria que se remonta al siglo XIX y cuyo discurso pretende cambiar la condición social, económica, educativa y política de la mujer. Este estudio aborda, además, el asunto de la reflexión teórica que la revista hizo sobre la prensa femenina y la peculiaridad de la prensa de / para mujeres. UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Lucía Montejo Gurruchaga 209 Reseñas Carmen Servén analiza la colaboración de María Luz Morales en la Revista Paramount, prensa cinematográfica especializada, y en el diario La Vanguardia, de Barcelona, como periodista experta en literatura y cine. Este trabajo ilumina la faceta pionera de una escritora especialmente interesada en desentrañar las relaciones entre la literatura y el arte emergente del cine. Morales fue la primera periodista española especializada en cine y se responsabilizó de espacios fijos sobre el séptimo arte en periódicos diarios del mayor prestigio nacional. Sus reflexiones sobre las relaciones entre cine y literatura son un testimonio excepcional de los grandes cambios que experimenta la industria cinematográfica durante la Edad de Plata. Este estudio constituye un documento original, de interés y cumple con creces el objetivo propuesto. Las escritoras y la prensa catalanista es el tema del que se ocupa Carmen Simón Palmer. En la Cataluña de entre siglos van a convivir dos tipos de escritoras y de prensa femenina, no solo diferentes, sino antagónicos. Por una parte, surge un movimiento de carácter rupturista republicano, que aglutina a mujeres socialistas, masonas, espiritistas, anarquistas, etc., de distintos puntos de España en el barrio de Gracia de Barcelona: aquellas que, de modo genérico, la crítica ha denominado librepensadoras, y por otro lado, y en el mismo lugar, escritoras de la burguesía catalana que continúan la corriente iniciada en el último tercio del XIX por un sector que defiende la identidad nacional catalana y el autogobierno. Es el caso de Josefa Massanés, que servirá de modelo a sus sucesoras. Carmen Simón presenta dos revistas femeninas, una continuación de la otra, en las que escribieron las autoras catalanistas conservadoras de comienzos del siglo XX: Or y Grana, cuyo fundamento era la patria y la familia, y Feminal, especialmente interesada en la defensa de la cultura femenina catalana. El ensayo se extiende a la labor de numerosas periodistas catalanistas de la época. Se trata de una aportación documental interesante, de un acercamiento original a este asunto que presenta distintas perspectivas. El núcleo central de dos de los estudios del volumen es la labor periodística de Emilia Pardo Bazán. José Manuel González HeUNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Lucía Montejo Gurruchaga Reseñas 210 rrán reflexiona sobre la reescritura que la autora gallega hace de algunas crónicas periodísticas —como artículos necrológicos dedicados a Menéndez Pelayo y reseñas del estreno de Parsifal de Wagner en Madrid, y de una comedia de Linares Rivas—, para ajustar los textos a los diferentes públicos a los que estaban dirigidos. Dolores Thion Soriano-Mollá se centra en la etapa temprana de la creación de la autora, entre 1875 y 1880, para analizar los comienzos de su labor en la prensa regional gallega, su afirmación personal y profesional en la vida privada y en la pública. Se trata de un volumen de colaboraciones desiguales y no todas responden al pacto de lectura propuesto por el título. Hay planteamientos novedosos, que proporcionan información útil y documentación inédita, otros que empujan al lector a revalorar la posición de las escritoras españolas y desvelan diferentes aspectos de su integración en periódicos y revistas de prestigio, otros que revisan y reformulan trabajos precedentes, pero que no suponen la apertura de nuevos itinerarios de análisis. No obstante, el volumen ahonda y pone de manifiesto una cuestión fundamental: la incorporación creciente al trabajo profesional, periodístico, de muchas escritoras que pretendían incorporar otras realidades a la trayectoria vital de las mujeres. García-Manso, Luisa, Género, identidad y drama histórico escrito por mujeres en España (1975-2010), Oviedo: KRK Ediciones, 2013. 412 págs. ISBN: 978-84-8367-451-2 DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.13247 Reseña de RAQUEL GARCÍA-PASCUAL Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) L os pilares de este volumen se construyen sobre la base de tres conceptos clave: género, identidad e historia, que son puestos UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Raquel García-Pascual 211 Reseñas en relación con el teatro contemporáneo en lengua española escrito por autoras, en concreto en la cota temporal 1975-2010. Aplaudimos la novedad de esta publicación, ya que no hay hasta el momento un estudio de estas características que cubra el periodo iniciado en la etapa democrática. Pero quisiéramos subrayar que no sólo se trata de una continuación de las monografías que han trabajado el drama histórico en épocas precedentes, sino que supone una revisión del estado de la cuestión sobre este tema y una ampliación del mismo al aportar una visión panorámica, diacrónica e integradora de tendencias y de sellos autoriales. Añadimos a las virtudes del mismo el que se haya orientado desde los Estudios de Género, ya que se analizan en él las características del drama histórico de las últimas tres décadas teniendo en cuenta a las autoras que lo han cultivado, las estrategias que han desarrollado para publicar y estrenar sus textos, así como la contribución de estas obras a la construcción de la identidad colectiva. Este ensayo estructura el estudio del drama histórico contemporáneo en tres grandes capítulos. El primero, de orientación teórica, desvela bajo el título de “El drama histórico contemporáneo: los límites de un género” las características de esta modalidad teatral con una definición adaptada a las nuevas formas dramáticas que está adquiriendo. Además de hacer mención a otros campos que estudian el discurso historiográfico como son la filosofía de la historia, la sociología o la antropología social, se da cabida en estas páginas a la diferenciación del drama histórico de otros subgéneros, ya que frente a ellos, éste se basa en criterios fundamentalmente temáticos. Además de integrar aquí los estudios esenciales sobre el drama histórico, García-Manso propone adoptar una perspectiva teórica amplia, que recoja las formas diversas con las que la historia se ha planteado en el teatro de las últimas décadas. Ofrece por lo tanto una definición sincrónica, adaptada a nuestros tiempos fundamentalmente por relacionarse con la cosmovisión de nuestra época —como señala, en una perspectiva histórica y sociológica— y por tener en cuenta las nuevas tendencias de la escena —en su perspectiva artística. En esta sección se documenta cómo el drama histórico puede adoptar formas tan diversas como la tragedia, la comedia o la farsa, pero en todas UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Raquel García-Pascual 212 Reseñas las ocasiones construye discursos sobre la historia o hace referencia a acontecimientos, situaciones, figuras y procesos históricos como materia dramática. Se erige así como portador de una “capacidad única para condensar un gran número de signos, ideas, imágenes y motivos que, dependiendo de la intención creadora, refrendan, revisan o desmontan las visiones asentadas sobre la Historia” (p. 34). De esta forma, en este género las ideas se comparten, se intercambian, se debaten o se distancian de las heredadas. Raquel García-Pascual 213 Reseñas El segundo capítulo de este volumen, titulado “Creación dramática y proyección escénica: las autoras ante la Historia”, hace una disposición en cuatro epígrafes de toda una genealogía de sellos autoriales ordenados por promociones según franjas de edad y épocas de creación, de acceso a la publicación y al estreno. Están sucesivamente destinados al estudio, en primer término, de la recuperación del legado de las autoras teatrales exiliadas (María Teresa León, María Zambrano, Luisa Carnés, Carlota O’Neill, María Luisa Algarra, Teresa Gracia), cuyas obras fueron censuradas por el régimen y se han ido recuperando durante la democracia gracias a acciones tan decisivas como la promulgación de la Ley del Teatro de 1985, la incorporación de profesionales del Teatro Independiente a la gestión de los teatros públicos, la intervención de las editoriales españolas, la recuperación de la memoria histórica y del legado cultural del exilio por parte de la crítica académica, o los homenajes de autores y autoras más jóvenes. A continuación son analizadas las obras de autoras formadas durante el franquismo (Maria Aurèlia Capmany, Ana Diosdado, Lidia Falcón, María José Ragué-Arias, Carmen Resino, Concha Romero, Maribel Lázaro, Pilar Pombo, Lourdes Ortiz, Paloma Pedrero, Petra Martínez, Antonia Bueno, Maite Agirre, Margarita Borja, Diana Raznovich, María Manuela Reina), cuyos dramas históricos comprometidos fueron teniendo acceso a la escena y a la publicación gracias, entre otros, a los posibles contactos familiares con el gremio teatral, a la creación de galardones a favor de la dramaturgia femenina —como el Premio Lisístrata—, el interés del hispanismo internacional por las autoras al calor de los Women Studies, el asociacionismo de mujeres en las Artes Escénicas —se citan la Associació Teatro-Dona y la Asociación de Dramaturgas Españolas, pp. 105-113—, la práctica de la dirección de escena en el teatro independiente o su participación en la gestión y promoción cultural. Tras estas creadoras es estudiado un corpus de dramaturgas formadas en los sesenta (Angels Aymar, Lluïsa Cunillé, Beth Escudé, Laila Ripoll, Yolanda Pallín, Angélica Liddell, Itziar Pascual), en las que destaca su perfil académico específicamente teatral por sus estudios en escuelas de arte dramático y talleres de dramaturgia, su profesionalización escénica y su relación continuada con los escenarios, su participación como gestoras culturales o su trabajo como directoras de sus propias compañías, así como su participación en montajes de creación colectiva y su colaboración en asociaciones y redes de mujeres creadoras, formas diversas que han contribuido a dar a conocer sus creaciones en los escenarios. En este periodo, García-Manso subraya que en el sistema teatral español han tenido lugar cambios tan trascendentes como la potenciación del teatro en las diversas comunidades autónomas, la intervención del estado con subvenciones a la creación escénica y la creación del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas (CNNTE), aunque las autoras dramáticas tuvieron una mayor facilidad para llevar a cabo montajes de sus obras en los escenarios de las salas de teatro alternativo UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 García-Manso señala asimismo que es de especial interés la capacidad que tiene el drama histórico de relacionarse con el teatro mitológico contemporáneo, sobre la base de que los mitos son frecuentemente utilizados para reflexionar sobre nuestro pasado. Destacamos en este punto el epígrafe destinado a “la construcción de la identidad colectiva en el drama histórico contemporáneo” (pp. 55 y ss.), en el que se explica que el teatro, como portador de imágenes y creencias, está también modelando la construcción identitaria. De este modo, si las autoras pueden proponer reconstruir identidades colectivas, entre los procesos individuales de construcción identitaria García-Manso destaca aquellos que incorporan al discurso dramático “una indagación —normalmente protagonizada por personajes jóvenes, los “descendientes” de la memoria— sobre la historia familiar” (p. 70). ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Raquel García-Pascual 214 Reseñas como espacios para una escena comprometida con la actualidad y con la indagación en nuevas formas de expresión. Se analiza de forma personalizada el modo en que algunas de ellas han dado el salto al circuito teatral público, y en que han participado asimismo en creaciones colectivas firmadas por todos sus realizadores, que ofrecen visiones poliédricas, que suscitan la reflexión y el debate, además de hacerlo con lenguajes expresivos novedosos. Explica García-Manso que por ello estamos ante iniciativas con gran proyección en los medios de comunicación, que son fundamentales como plataforma de visibilización de los autores contemporáneos (p. 132). Cierran esta sistematización las últimas generaciones de creadoras teatrales (Victoria Szpunberg, Lola Blasco, María Velasco, Zo Brinviyer, Pilar Campos Gallego, Diana de Paco Serrano, Vanesa Sotelo, Marga Llano, Autora Materos, Vanessa Montfort), que han podido estudiar dirección escénica y dramaturgia en las escuelas de arte dramático y han conocido programas dirigidos a promover la investigación en el ámbito escénico —como el Projecte T6 del Teatre Nacional de Catalunya, el ETC de la Cuarta Pared o “Escritos en Escena” del CDN— gracias a los cuales se ha podido favorecer en algunos casos su acceso a salas de teatro alternativo más consolidadas y a teatros de titularidad pública, en un momento en el que es mayor el apoyo institucional a la comunidad de autores españoles vivos. García-Manso ofrece datos precisos del dominio de las nuevas tecnologías por parte de esta comunidad creadora, lo que les permite proyectar con mayor alcance sus creaciones y difundir las mismas a través de páginas web que las dan a conocer o autoeditan los textos, a través de blogs sobre obras teatrales o gracias al recurso a las redes sociales como plataforma de divulgación de sus propuestas. Desde este punto de vista, este epígrafe relaciona a las creadoras con sus textos y con los montajes de estas obras, de forma que pone de relieve las estrategias de visibilización y de empoderamiento de las dramaturgas. Este volumen invita asimismo a entablar un diálogo intergeneracional, ya que estudia cómo las autoras de épocas posteriores se miran en el espejo de las más veteranas, ya no sólo UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Raquel García-Pascual 215 Reseñas en las temáticas, sino para inspirarse en sus figuras o para dirigir títulos creados por ellas. De las autoras de la Transición se destaca la dramatización de los procesos históricos del pasado reciente y la presencia de seres anónimos como protagonistas de sus obras, una visión que engloba los dramas de la intrahistoria y el teatro de la memoria. A lo largo de esta diacronía han ido cambiando los enfoques y las formas con las que las autoras han reflejado la historia. Pero es común a todas las épocas que tras todo avance puede venir un retroceso. GarcíaManso recuerda que ha habido hitos históricos en el empoderamiento femenino en las artes escénicas, pero pone también énfasis en señalar que el teatro escrito por mujeres sigue padeciendo “el doble olvido de la invisibilización política y la invisibilización de género” (p. 78). Por esta circunstancia, porque sigue siendo necesario actuar a favor de la igualdad y en contra de la discriminación de género, en sus incursiones en el género histórico las autoras siguen reivindicando una óptica femenina sobre los hechos, subrayan mensajes emancipistas y modelos de mujer emancipatorios, escogen en muchas ocasiones patrones identitarios proclives a la tolerancia hacia lo diferente, recuperan la intrahistoria que marginó o escondió el discurso oficial, participan en encuentros comprometidos con el feminismo y/o la igualdad, además de defender el asociacionismo femenino en el ámbito escénico. En este punto se explica que en los ochenta el movimiento asociativo sacó del territorio de lo invisible sus trabajos y reivindicó sus mensajes, y posteriormente ha ayudado a consolidar la presencia de mujeres en el sistema teatral al calor de leyes que lo apoyan, como es el caso de la plataforma virtual Paso Cebra, el Teatro de las Sorámbulas, la asociación Teatre-Dona, el Proyecte Vaca, la asociación “Federikas”, la AMAE de Málaga, las “Marías Guerreras”, Donesenart o “Clásicas y Modernas” (pp. 135 y ss.). En el tercer capítulo, “El drama histórico de autoría femenina y la construcción de la identidad colectiva en España (1975-2010)”, la agrupación es temática y da detalle del momento en el que estas temáticas han ido teniendo un espacio propio. En esta sección, las UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Raquel García-Pascual 216 Reseñas autoras cuyas creaciones han sido anteriormente ordenadas de forma cronológica, se ven convocadas ahora en relación con unos contenidos de tanta envergadura como los que reseñamos a continuación. Abren esta agrupación la revisión de episodios traumáticos del siglo XX, en la que se sistematizan títulos que muestran que con la llegada del siglo XXI es cada vez más frecuente la presencia de la historia española reciente (la guerra civil, el franquismo, el exilio republicano de 1939) en nuestros escenarios. Para ello, las obras recurren a historias inspiradas en fuentes documentales y testimoniales (p. 184), con las que sus autoras buscan hacer justicia a sus antepasados, honrarlos con su recuerdo y con su rememoración escénica, de ahí que haya en estas propuestas tanta presencia de la memoria espectral del pasado para materializar la memoria, es decir, “presencias fantasmales, sombras, seres surgidos de la imaginación, el delirio o el recuerdo de personajes de carne y hueso, convertidos en metáfora y personificación de la memoria” (p. 185). Se integran así las memorias individuales y las memorias compartidas en el imaginario colectivo, y lo hacen con una amplia gama de registros y técnicas que, como señala García-Manso, pueden ser la intertextualidad, la metateatralidad, el teatro-documento, el discurso autorreferencial, la estética grotesca y paródica, la superposición de planos temporales, los espacios liminales y simbólicos, la creación del espacio escénico a través de recursos sonoros y lumínicos o la presencia de fantasmas que dan cuerpo a los testimonios del pasado para incorporarlos al imaginario del presente (pp. 204-219). Raquel García-Pascual 217 Reseñas de las exiliadas al denunciarlo en primera persona en sus piezas, la mirada retrospectiva de autoras de generaciones siguientes que las convierten en protagonistas de sus obras, y el enfoque de un teatro de recuperación de la memoria que escoge a personajes anónimos y pasajes de la intrahistoria (pp. 220-221). Acto seguido, la tercera de las temáticas de este capítulo la protagonizan los modelos emancipatorios para la Democracia, en esta ocasión en obras que recuperan vidas de reinas que rompieron barreras sociales del género y en otras que ensalzan a las doncellas guerreras y las amazonas, dos muestras de cómo se revaloriza el papel de los personajes femeninos en espacios de poder predominantemente masculinos. A continuación, ocupan el cuarto lugar de esta sección la indagación en los conflictos identitarios y la violencia política y social en la actualidad, en piezas que tratan el racismo, el terrorismo, los conflictos étnicos o las guerras y su impacto en mujeres y niños (p. 323). Nos parece también muy relevante la tesis de García-Manso que subraya que una forma de “mover hacia la identificación con el otro” es la “tendencia a relacionar los movimientos migratorios hacia España de finales del siglo XX con otros momentos de la Historia, entre los que destaca el pasado medieval como puente de unión entre la España de las tres religiones y la España multicultural del presente” (p. 324). Se ofrecen también ejemplos paradigmáticos de la forma con la que las autoras se han interesado por temas candentes en relación con nuestra historia reciente y con la realidad política y social de las últimas décadas. Aparece sistematizado que lo han hecho especialmente en torno a tres temas: los flujos migratorios en España, la violencia terrorista y las guerras, entre otras las de los Balcanes y el conflicto árabeisraelí especialmente en su vertiente palestina. Por esta causa se han basado en la prensa y en imágenes extraídas de diferentes medios de comunicación, por lo que se incide en “la influencia mediática en la selección de los temas y los enfoques brindados” (p. 376). La recuperación de la memoria del exilio republicano de 1939 es el segundo de los ejes temáticos centrales de este capítulo. El interés por este tema se deja sentir tanto en los autores y autoras consagrados como en las nuevas promociones, una tendencia que coincide con el debate suscitado por la Ley de Memoria Histórica y por la indagación en el pasado familiar de la generación de los descendientes, de los nietos (p. 220). Así, las voces de los exiliados se suman a las voces de quienes se interesan por el exilio de sus antepasados. En este sentido en las autoras son destacados tres enfoques: la perspectiva Quisiéramos detenernos también en otro de los puntos fuertes del volumen, como es la selección bibliográfica que lo cierra. Va seguida de dos apéndices, en el primero de los cuales se ofrecen unas UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 ISSN 2340-9029 Raquel García-Pascual 218 Reseñas tablas que con datos estadísticos sobre el alumnado matriculado y titulado en las escuelas de arte dramático en España revelan un notable aumento de las mujeres en las áreas de dramaturgia y dirección de escena, una información obtenida del Ministerio de Educación y del Instituto Nacional de Estadística. El segundo de los apéndices ofrece una cronología de las autoras y de sus textos dramáticos, en los que se ordenan sus piezas en función de las fechas de publicación y de estreno o primera lectura dramatizada. Un centenar de obras pertenecientes a más de cuarenta autoras han sido analizadas en este estudio panorámico del drama histórico creado por mujeres desde la Transición hasta nuestros días y en este estudio de la contribución de las autoras al proceso de construcción de la identidad colectiva española. Entre sus muchos valores destacan las labores de documentación y de catalogación desarrolladas, el intenso trabajo de sistematización y de análisis comparado de las obras y la certeza de que estamos ante un mapa ejemplar del drama histórico más reciente de creación femenina y a su vez ante una hoja de ruta que lanza ideas iluminadoras como punto de partida para investigaciones posteriores. Francisca Vilches-de Frutos, Pilar Nieva-de la Paz, JoséRamón López García, Manuel Aznar Soler (eds.), Género y exilio teatral republicano: entre la tradición y la vanguardia, Rodopi: Amsterdam/ New York, 2014, pp. 360. ISBN: 978-90420-3802-8 DOI 10.5944/rei.vol.2.2014.12728 Reseña de MARIA CRISTINA ASSUMMA Universidad IULM Milán A cargo de dos especialistas en la literatura del exilio republicano de 1939 —los profesores de la Universidad Autónoma de UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Maria Cristina Assumma 219 Reseñas Barcelona Manuel Aznar Soler y José-Ramón López García— y de un binomio intelectual más que experimentado en estudios de género y artes escénicas —Francisca Vilches de Frutos y Pilar Nieva de la Paz, investigadoras del CSIC— este libro colectivo de veinticuatro contribuciones acierta en su propósito de ahondar en el papel que el teatro de la diáspora republicana desempeñó en la defensa de valores igualitarios. Arrancando del supuesto de la potencial diferencia de las creaciones en relación con la identidad sexual de sus autores, Género y exilio teatral republicano aspira a rescatar y dar visibilidad a la labor artística femenina, generalmente silenciada en las historias de la escena, de cuyo discurso ideológico se resalta el alcance innovador. Efectivamente, una vez sustraídas al retroceso iniciado en España en la posguerra, que halla en la censura una de sus armas más afiladas (como ilustra Berta Muñoz Cáliz al estudiar el caso del teatro de Gregorio Martínez Sierra y María del O Lejárraga, cuya obra dramática del exilio es aquí estudiada por Julio E. Checa Puerta), las republicanas exiliadas actuaron como vehículo de valores progresistas acordes con el ideario feminista que en España se había abierto paso en la preguerra, y ello no obstante su difícil socialización en las realidades latinoamericanas de acogida, fuertemente androcéntricas (Nieva de la Paz). El amplio abanico de contribuciones destaca, pues, la puesta en escena de modelos de feminidad disidentes, que cuestionan los ejes del paradigma identitario femenino en la sociedad patriarcal —la maternidad, la conyugalidad y la domesticidad (véase la María Teresa León de las piezas radiofónicas La madre infatigable y La historia de mi madre y de las piezas teatrales Historia de mi corazón y Sueño y verdad de Francisco de Goya, analizadas por Francisca Vilches de Frutos; y véase también la puesta en escena en Buenos Aires en 1963 de una pieza consagrada al tema de la maternidad, como Yerma de Lorca, que ve unidas a Margarita Xirgu, como directora y a María Casares, como intérprete, como ilustra Aznar Soler)— y promueven la imagen de la “mujer moderna”, en contraposición con la imagen del “ángel del hogar” y en conflicto con hombres incapaces de interiorizar los cambios identitarios experimentados por las mujeres. A este propósito Nieva de la Paz trae a colación a la protagonista UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Maria Cristina Assumma 220 Reseñas de Primavera inútil (1944) de María Luisa Algarra, cuya lectio feminista descansa sustancialmente en la desmitificación de la visión tradicional del amor femenino como sacrificio y en la plasmación de una mujer sui generis, trabajadora, económicamente independiente y políticamente comprometida. Asimismo, “mujeres raras” son las que pueblan la producción dramática de Martín Perea Romero, encarnaciones de valores como la igualdad social y la desobediencia para con las convenciones sociales (Francisca Montiel Rayo). Inmaculada Plaza-Agudo pone de realce, en la pieza Circe y los cerdos (1974) de Carlota O’Neil, la arquetípica polarización de la imagen femenina, dividida entre el prototipo de la mujer-madre pasiva y desexualizada y el de la mujer-amante activa y sexualizada. Prototipos que subyacen respectivamente en la figura de Penélope y en la de la maga Circe, que la autora somete a una relectura actualizadora al reivindicarla como modelo alternativo de feminidad. Fernando Doménech Rico toma en consideración otras dos mujeres fatales, esta vez de procedencia bíblica, Judith y Salomé, quienes se prestan, respectivamente, a la revisitación de Pedro Salinas en Judit y el tirano (1945) —la protagonista se enamora del tirano a quien tiene que matar— y a un paralelismo contrastivo con la imagen de Santa Catalina en Tanto tienes cuanto esperas (1941) de José Bergamín (de cuyo teatro del exilio Teresa Santa María Fernández destaca el exclusivo protagonismo femenino). Efectivamente la santa, que recoge la cabeza del asesino decapitado a quien consigue convertir a punto de morir, es una mujer redentora en el ámbito de una religión sacrifical “que encuentra la salvación precisamente en la sangre y la muerte” (p. 273). Ambos casos suponen una quiebra de la imagen de la mujer fuerte como depredadora. Sobre la dicotómica imagen femenina sigue reflexionando Yasmina Yousfi López, quien opina que tanto la esposa ideal como la femme fatal son el producto de una proyección masculina. La imagen real de la mujer se recama, pues, de superposiciones imaginarias, configurándose como una ficción en aras de las expectativas del hombre. Precisamente la sumisión identitaria de la mujer es el eje UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Maria Cristina Assumma 221 Reseñas argumental de la pieza Amada y tú (1955) de Amparo Alvajar, donde la protagonista, mujer fantasmal, es una imagen camaleónica en función de los deseos de tres hombres. En términos sthendalianos es fruto de un proceso de cristalización. Tan es así que al desvanecerse la fantasmagoría muere el amor que dichos hombres le profesaban, mientras ella reivindica metamorfosearse de mujer objeto a sujeto autocreándose, abogando por una redefinición de su propio ser. Un prejuicio tradicional se vislumbra en la representación de la mujer como virgen o prostituta en la obra dramática de Álvaro Custodio, donde —observa Juan Pablo Heras González— si el hombre maneja el poder político, religioso y económico, la mujer es su titiritera en el ámbito privado gracias al poder de su sexo, del cual es más (prostituta) o menos (virgen) consciente. Incluso don Juan, representado como un burlador burlado, tiene que ceder el cetro de la tentación a Eva (Eva y don Juan). A su manera es anticonvencional la Marú de La isla de tesoro (1944) de Pedro Salinas, capaz de ser ella quien protagoniza la aventura (algo de signo tan decididamente masculino en la tradición literaria) en su isla virtual: un viaje en busca del tú masculino esencial a costa de dinamitar las convenciones sociales (María Teresa González de Garay). Y hasta beligerante es la sirvienta Guacolda en El viaje de Sig y Frido (1986) de Monserrat Julió, cuyo telón de fondo es el golpe de estado de Pinochet. Precisamente ella, que ha criado a sus reaccionarios señores desempeñando un papel típicamente femenino, es quien acaba por asesinarlos bajo el acicate de una conciencia indigenista y de clase (Verónica Azcue). Un personaje cambiante, no dotado de un yo definitivo, de una identidad inalterable, es la Elvira de Zamora bajo los astros (1959) de Tomás Segovia, quien de mujer sumisa llega a ser una mujer autónoma hasta convertirse en el personaje más emblemático de la libertad. Una evolución que Eugenia Houvenaghel e Dagmar Vendebosch colocan bajo la perspectiva del existencialismo, la cual, no exenta de ciertas reminiscencias de la estética barroca, ve el ser no ya como una esencia fija sino como una existencia, es decir un proyecto in fieri. Otra mujer UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Maria Cristina Assumma 222 Reseñas fluctuante es la mujer guerrera de Españoles de Francia de Álvaro de Orriols, quien se singulariza por el tandem domesticidad/violencia, que en ella sigue apoyándose en la dualidad femenino/masculino tratándose de un hermafrodita (Juana/Juan), cuya identidad genérica oscila en función de los acontecimientos. Sin embargo, lo trangresor en su caso consiste en el hecho de que dicha dualidad sexual/genérica resulta coexistir en un mismo personaje (Diego Santos Sánchez). Si la homosexualidad femenina aparece legitimada en El sexo en la sombra (1961) de Sigfredo Gordón (José C. Paulino Ayuso), otra mujer varonil es la así llamada “monja alférez”, personaje histórico que inspira una película mexicana co-escrita por Max Aub (La monja alférez, 1944, Emilio Gómez Muriel), en la que Marie-Soledad Rodriguez ve reflejarse la postura progresista del autor exiliado. Efectivamente, si esta mujer vestida de hombre y capaz de actuar como hombre representa una enseñanza ex contrario —tanto es así que al final vuelve a la normalidad— no puede menos de vehícular un mensaje de disconformidad con el papel tradicionalmente reservado a la mujer. El disfraz masculino parece funcional en la ruptura de las barreras comportamentales establecidas por la sociedad androcéntrica; es el vehículo para eludir la tradicional subalternidad femenina producida por el sistema patriarcal; la llave de acceso al espacio público, arma de conquista de ese afuera prohibido a las mujeres, tan sólo habilitadas al adentro doméstico y conventual, si bien trasgredir los límites impuestos a la identidad femenina haciéndose hombre quiere decir interiorizar el punto de vista dominante: para ser activa en la esfera pública Catalina acepta disfrazar su propia identidad de género. Semejante doble lectura, en equilibrio entre la actitud conformista del cine comercial y un sistema ideológico alternativo, se puede aplicar a la otra película co-escrita por Aub, Cárcel de mujeres (1951, Miguel Delgado), donde por un lado las mujeres encarceladas representan la pérdida de feminidad, identificada positivamente con la docilidad y con la sumisión a las normas; por otro lado el guión acerca a los espectadores a un “enjuiciamiento equitativo de las culpas y de las circunstancias atenuantes de estas mujeres” (p. 298): la violencia y UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029 Maria Cristina Assumma 223 Reseñas la infidelidad maritales, las injusticias sociales, la desigualdad, etc. La violencia de género es asimismo el blanco polémico de la Carlota O’Neil de Cuarta dimensión (1974), junto a otras varias formas de violencia como el maltrato infantil, la guerra, la represión política, los regímenes autoritarios, etc. (Luisa García-Manso). Asimismo susceptibles de una disparidad interpretativa entre subversión y sumisión al sistema de valores de tipo conservador son la comedias costumbristas del dúo Isabel Fernández, exiliada republicana en Cuba, y Cuqui Ponce de León, cubana: El que dirán (1944) y Lo que no se dice (1946), comedias para las cuales López García no duda en reclamar un espacio en la genealogía del feminismo teatral cubano por representar un pequeño paso hacia reivindicaciones más patentes. Gracias a su articulado conjunto de contribuciones, el presente libro ilustra con creces la función desempeñada por el exilio teatral como canal de difusión de modelos de género distintos a los convencionales del teatro burgués, priorizando la agencia femenina de la que se ponen de realce, además del ideario progresista, las innovaciones estéticas y la multifactorialidad, puesto que dicha agencia no se limitó a abarcar la creación textual, sino también, dentro de lo artístico, la dirección, el decorado, la coreografía (la labor de la Agentinita como bailarina, coreógrafa y directora es estudiada por Idoia Murga Castro), etc., y, fuera de lo artístico, la gestión, la promoción, la didáctica (la pedagogía teatral de Margarita Xirgu es estudiada por Carmen Menéndez-Onrubia y la de María Solà de Sellarés por José Angel Ascunce Arrieta), etc. Junto a Raquel GarcíaPascual es interesante subrayar el hecho de que un proceso análogo de concienciación de la labor cultural del colectivo femenino exiliado ha sido emprendido por la misma escena española del siglo XXI (Borja Ortiz de Gondra, Itziar Pascual, Laila Ripoll, Miguel Murillo, Jerónimo López Mozo, etc.), al calor de la Ley de Memoria Histórica y de la Ley Orgánica de Igualdad. UNED. REI, 2 (2014), pp. 199-223 ISSN 2340-9029