lectura y escritura para jovenes
Transcrição
lectura y escritura para jovenes
Lectura y escritura para jóvenes Camacho, Adriano; Celis, Fátima; Rivas, Marlon [email protected] [email protected] [email protected] Universidad del Zulia. Facultad de Humanidades y Educación. Instituto de Investigaciones Literarias y Lingüísticas. Escuela de Letras. Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt”. Departamento de Lengua y Literatura. Eje temático: Hombre, Historia y Sociedad Tema: Ética, Estética y Lenguaje. 1 Resumen: Lectura y escritura para jóvenes La revisión del proceso de lectura y escritura que realiza cada individuo, la práctica de la lectura comprensiva y la escritura -mediante ejercicios de lectura y escritura creativa- permitirá que los jóvenes organicen sus ideas expresándolas con claridad al mismo tiempo que desarrollen y amplíen su capacidad de comunicación escrita, lo cual redundará en la mejora de sus competencias comunicativas. La investigación se centra en el estudio de estos procesos en los jóvenes universitarios de la Universidad del Zulia. A partir de ello se propone la elaboración de un módulo útil para iniciar el acercamiento de los jóvenes a la lectura y la escritura a través de talleres de escritura creativa que favorezcan la comunicación efectiva, a la vez que desarrollan su capacidad lúdica y les estimulan a leer, comentar -desarrollando su espíritu crítico-, y expresarse haciendo uso de la escritura. Palabras clave: lectura, escritura, comunicación, espíritu crítico, expresión. Introducción: Leemos por razones análogas porque emprendemos búsquedas parecidas en la vida práctica. Leer significa comprender, relacionar, asociar, entender, conocer, saber, disfrutar, producir. Esta actividad nos lleva por caminos intransitables en la vida real, nos libera por momentos de nuestra condición humana para trascenderla, cuestionarla, reflexionarla, pensarla. Es una forma válida para imaginar las posibilidades que nos ofrece nuestra vida; pero sobre todo la lectura nos enseña a pensar, a juzgar, a formar nuestras propias opiniones, a reconocer los discursos ajenos de los nuestros, identificar los lugares comunes y, lo mejor, a emprender la construcción de nuestro propio discurso, nuestro propio texto. Un texto que hable de la vida del lector, de sus experiencias vividas, que exprese los saberes y lo que agrega el lector a las lecturas que ha hecho. Texto discurso que identifique al lector. Texto que es habla, fabla, fábula y, en coalescencia con estas últimas y el discurso, muestre las peculiaridades de cada lector, su manera única, identificable, definible de concebir y usar el lenguaje. Un texto-imaginario 2 construido de palabras y retazos, de trizas y trazos, de tópicos, de fragmentos, de lecturas que configuran lo que cada lector es y siente en cada nueva lectura. El lector ‘autómata’ lee como si estuviera en un sueño, en una especie de sonambulismo sin timón ni brújula, lee sin comprender, y lo que es peor aún, lee sin importarle la comprensión o el proceso mediante el cual se construye la comprensión. Algunos jóvenes universitarios suelen leer sin revisar, sin concentrar su atención en las palabras o en el juego de sentido o polifonía que el texto ofrece al descifrarlo. No se atreven a desplegar las posibilidades significativas que el texto ostenta, no suelen investigar textos de consulta que ayuden a construir la interpretación, y cuando lo hacen, lamentablemente, el “texto de consulta” o el “hipertexto secundario” terminan sustituyendo toda experiencia personal que el alumno pueda llegar a tener con la obra que intenta leer e interpretar. De igual manera, los educandos desaprovechan sus experiencias personales como hablantes de la lengua como vía para la aclaración y la reflexión en torno al lenguaje de las obras o textos que se les asignan. Por el contario, por lo general, desconfían enormemente de ellos mismos, de lo que ellos mismos pueden aportar en la constitución de la interpretación del texto, aparentemente no desean correr riesgos en la construcción de hipótesis tentativas que les acercarían a ese proceso y evaden los posibles errores que se presenten o a las hipótesis tentativas inválidas o no soportadas en las pruebas que los textos detentan1. 1 Vicio no sólo percibido en los educandos, sino también en los docentes. Esto se relaciona con lo que es el aprendizaje significativo, con esa negación que padece la persona al momento de ser escolarizado, imponiéndosele un discurso ajeno, y es obligado a negar el beneficio de sus experiencias personales con respecto a las experiencias escolares. Una de estas negaciones tiene que ver con el lenguaje, en donde lo que la persona que piensa, muestra o manifiesta con el lenguaje, lo que es, lo que siente, es penalizado como discurso deslegitimado ante la preceptiva académica o escolar. Lo que sucede posteriormente es que la confianza del que aprende está minada con respecto a su discurso y prefiere copiar discursos de los textos porque están legitimados, aprobados y/o bendecidos por la academia. Y además de todo eso, el docente universitario, por lo general, “espera” ese tipo de discurso, y cuando se aparece algún estudiante que ha superado esa negación a la que nos referimos anteriormente, es penalizado, castigado y reprobado. 3 Entonces ocurre un proceso que es harto monótono y conocido por los docentes: los alumnos se limitan, muchas veces, a una mera decodificación del texto, una lectura mecánica, descontextualizada de las condiciones de producción de la obra, desconociendo, por añadidura, los marcos culturales de referencia que actúan como fondo en la aclaración del significado. Generalmente, el estudiante universitario no busca confrontar lo que lee, a veces “cree” a pie juntillas todo lo que lee, en ese caso el texto se convierte en una biblia, es decir, en un dogma cuya función enraizada por los sistemas educativos es la de concebir la lectura como medio en la adquisición de conocimiento o medio instruccional, y en donde la escritura sólo representa, en el mejor de los casos, una mera estrategia sin trascendencia en la vida del estudiante que justifica la evaluación y/o promoción del sujeto que conoce. Los procesos de la lectura y de la escritura son para los jóvenes dos prácticas separadas y disociadas. Generalmente, en ningún momento del acto de escribir, el estudiante pone en práctica lo leído y lo vivido durante la lectura de un texto.2 Intenta, normalmente, parafrasear textos para producir el suyo, entendiendo la paráfrasis como mera copia, y olvidando por completo que su experiencia lectora contribuye a su producción. Los recuerdos de sentimientos, de emociones y saberes presentes en un escrito no se convierten, en ningún momento, en el punto de partida de su producción. Cuando se les habla de la imitación como una de las estrategias para desarrollar la escritura, piensan en la transcripción de un texto determinado, y no en la identificación de una perspectiva basada en el manejo de la estructura de un texto. Imitar para ellos es sinónimo de copia –en realidad, escribir para ellos es copiar–, no es la identificación con la organización de un texto, con el manejo del lenguaje, del tiempo, con la descripción de espacios mucho menos el manejo de un tema. Objetivos 2 Nos referimos con esto a la utilización de figuras retóricas que permiten al escritor de cualquier tipo de texto escrito expresar unas ideas precisas, aunado a ello, la organización sintáctica, las sensaciones evocadas, la asociación de ideas –con textos leídos previamente, experiencias vividas, etc.-, la coherencia con relación al sentido y el uso adecuado del lenguaje. 4 Aproximarse a los procesos de la lectura y la escritura de estudiantes universitarios implica asumir una posición lo suficientemente amplia para prever las posibles concepciones y operaciones (in)conscientes que los sujetos aplican durante el ejercicio de la lectura y de la escritura. Por consiguiente, nuestro objetivo en esta investigación ha sido estudiar los procesos de lectura y escritura en jóvenes universitarios. Esto nos ha permitido conocer los procedimientos que son utilizados para leer de manera comprensiva y, a su vez, los procedimientos utilizados en la elaboración de textos escritos. De igual manera, los propósitos secundarios de esta investigación son: 1. Analizar la lectura como un proceso complejo en el que actúan distintos elementos (autor-lector-texto-contexto); 2. Revalorizar la importancia del lector como constructor de sus conocimientos y significados; 3. Analizar el proceso de escritura diferenciando la “escritura” (herramientas) del “lenguaje escrito” (producción); 4. Analizar la escritura como proceso de construcción y representación de significados mediante los cuales se expresan pensamientos y sentimientos dirigidos hacia la comunicación y la producción de textos literarios; 5. Analizar la escritura creativa como un instrumento para el conocimiento de uno mismo y de los otros que permite al joven conocer el mundo y a sí mismo; 6. Diseñar un módulo de estudio: Taller de escritura creativa para jóvenes. Fundamentación Es conocida la escasa formación de nuestros jóvenes en lo que a la utilización de la escritura se refiere. Esto aunado a la problemática de una comprensión e interpretación de textos escritos sumamente débil (Finol y otros, 1992). Esto lo hemos comprobado como docentes universitarios: la mayoría de los jóvenes que ingresan a la universidad enfrentan grandes dificultades para leer, interpretar y comentar textos escritos, así como para expresar, mediante la escritura, ideas propias que pueden ser interesantes pero que se hayan limitadas por la escasa formación de sus autores y las limitantes en la formulación y creación de ideas originales. Los talleres de escritura creativa van tomando cabida en actividades que no pasan de ser 5 actividades extracurriculares que conllevan a una disciplina generada en primer lugar por el gusto por la lectura y la escritura y, aunque tenemos noticias de experiencias anteriores y libros editados dirigidos a la expresión creativa, estos, además de ser publicados en otros países, como España, por ejemplo; no están ordenados de manera que el mismo joven pueda seguir su secuencia y dirigir por sí mismo su experiencia. La investigación acerca de los procesos de lectura y escritura en los jóvenes nos mostrará la forma en la que éstos leen, al mismo tiempo que expresan o materializan sus ideas en la escritura. 1. La lectura como proceso complejo (autor-lector-texto-contexto) En primer lugar debemos tomar en cuenta que la lectura obligatoria, la que se hace para responder las preguntas necesarias que requiere el proceso de educación, suele estar teñida de poca reflexión; es decir, el acto repetitivo de localizar una respuesta, realizado durante diez u once años desde el aprendizaje de las primeras letras, hace que el individuo no busque más allá de lo leído, sino que subrayando los textos localice (guiándose por alguna palabra clave) la respuesta directa, precisa que le lleve a contestar las interrogantes. Esto se aplica tanto a las áreas académicas dedicadas a estudios de la naturaleza por ejemplo como a las clases dedicadas al estudio de la literatura. Posteriormente al hallarse frente al texto literario les resulta sumamente difícil realizar inferencias relacionadas con lo narrado. El sentido se encuentra oculto bajo capas y capas de respuestas automáticas que les han invadido desde la infancia. A partir de esto, ciertamente, podemos hablar de un “enfrentamiento”, por esto solemos decir que el estudiante se “enfrenta” al texto; y esto se traduce en una especie de batalla en la que el objetivo es dominar, con pocas armas, este animal móvil y transparente, que es el lenguaje. ¿Cómo lee una persona cuyo interés por la lectura está centrado en hallar una respuesta predestinada? Lee solo buscando esta respuesta. Por ejemplo si la pregunta es “¿qué es una hoja?” buscará en el libro de texto exactamente donde diga “una hoja es...”, la copiará para responder la pregunta pero, probablemente, no comprenderá lo que es. Si la pregunta es “¿Qué es el sujeto y qué es el predicado?” buscará donde diga “el sujeto es...”, el 6 predicado es…” y repetirá la operación. Por esto cuando se le pide “localice el sujeto y el predicado en esta oración” puede resultarle difícil hacerlo. Sabemos que estos son ejemplos muy sencillos pero queremos hacer notar que la comprensión, el sentido no solo está ubicado en el texto leído sino que está sujeto a la idea que tenemos de este sentido. A partir de esto la copia de “sentidos” o simplemente copia invade nuestro ámbito intelectual y nos amodorra tanto que somos incapaces de hacer una simple interpretación. “Tal vez los alumnos adolescentes sean muchas veces herméticos al atractivo de la literatura porque para ellos las palabras no representan percepciones sensoriales, emocionales e intelectuales intensas. Esto indica que en todo el curso de su educación el elemento de percepción y experiencia personal se he descuidado a favor de abstracciones verbales”. (Rosenblatt, 2002: 76). Una vez en la universidad las exigencias de la lectura pasan - no en todos los casos pues la práctica de la pregunta-respuesta precisa continúa - a constituir un gran problema para el estudiante. “esto que estoy acostumbrado a hacer, con lo que me iba tan bien, ya no me sirve”, pero ¿cómo hacerlo de otra manera? Nuestros jóvenes estudiantes universitarios se enfrentan al texto escrito con un aprendizaje que los ha llevado a verlo fragmentado y solo útil para la respuesta y, por otro lado, una exigencia que les indica que deben “saber” interpretar y reflexionar acerca de los sentidos que el texto nos muestra como una totalidad. Este “deber saber” da por supuesto que un ser humano es capaz de realizar las operaciones mentales que requiere este tipo de lectura y que debe resultarle, si no fácil, por lo menos no tan difícil leer y comprender. Es el ejercicio de estas operaciones mentales que, coaccionado por la necesidad, no ha sido ni puesto en práctica ni valorado en el proceso educativo. Otro problema estriba en la lectura rápida mal orientada. Un fogonazo de ojos que hace que el lector salte párrafos enteros de la lectura y que posteriormente sea incapaz de, por lo menos, nombrar lo que está sucediendo en la misma. Esta lectura apresurada solo permite entrever algunos de los contenidos del texto y por lo tanto 7 deja abandonadas en el camino algunas cuestiones vitales para la comprensión del mismo. Por ejemplo, según los objetivos de lectura, el lector puede prescindir de trozos enteros de escritura que no coinciden con las búsquedas que lleva a cabo o los intereses que lo mueven. Simplemente lee lo que le importa, fragmentando el texto en partes disímiles que le ayudan a satisfacer su objetivo previo. Como resulta obvio esto es una pérdida para el proceso de lectura y para la construcción de conocimiento. 2. El lector constructor de conocimientos Hablar acá de niveles de lectura o de interpretación es, de antemano, un exabrupto. Sin embargo, la lingüística y la lecto-escritura han desarrollado distintos niveles referidos a la enseñanza y el aprendizaje de la lectura, que no nos proponemos discutir. La noción que manejamos acerca de niveles de lectura es la que desde el sujeto lector todos hemos experimentado, de diversas maneras y en momentos distintos, según la madurez fraguada por la experiencia y la práctica de la lectura. En otras palabras la lectura que no busca aprender ni enseñar nada, sino que se realiza para el disfrute, el goce y la reflexión individuales. Desde esta perspectiva nos resulta obvio que mencionados niveles son distintos en cada lector. Cada persona experimenta el texto de manera diferente, y por tanto, la comprensión e interpretación del mismo variará según quien lo esté leyendo y el momento cuando lo haga. Un niño, un hombre adulto y un anciano leen distintamente, han vivido situaciones diferentes, han experimentado cosas distintas, y por consiguiente, comprenden cosas heterogéneas. Desde esta mirada la lectura es un acto tan plural y particular a un tiempo, tan lleno de sugerencias y dispersiones que incluso las lecturas de un libro hechas por un sujeto durante un mismo día resultan diferentes. Ante esta visión parecería que nos topamos de frente a una especie de torre de Babel en donde sería imposible el entendimiento de la obra literaria. No obstante al leer siempre le damos sentido a lo leído (ya sea sentido denotado o connotado). Siguiendo a Barthes el sentido denotado “pasa por ser el sentido verdadero”, mientras que el connotado “permite instaurar un derecho al sentido múltiple y liberar así la 8 lectura” (2002:41). Esta multiplicidad de sentido se origina, precisamente, desde la perspectiva del lector. Es él quien se permite detener sus lecturas, es él quien puede vacilar al leer, entrechocar sentidos, liberar imágenes que lo agobian u obsesionan, atravesar o perforar el texto según su ánimo, según su arbitrio, según su derecho; es él quien decide incluso prescindir de la lectura. El problema del sentido radica en que siempre se parte desde el punto de vista del autor, y jamás se toma en cuenta la percepción y los sentimientos que la lectura evoca en el lector. En realidad, leemos para identificarnos, para reflejarnos en los libros, para confrontar nuestra vida con la vida que dentro del libro arranca al emprender nuestra lectura. Leemos para distinguir nuestros gustos y preferencias, para aclarar lo que rechazamos, para enfrentar nuestros prejuicios y miedos. Nosotros como lectores somos los que decidimos el sentido del texto, ya sea que nos reflejemos o nos distraigamos con el mismo, ya sea que el libro que leamos satisfaga nuestra búsqueda en la unión de las voces que en nuestro interior expresan lo que amamos y odiamos, y que confluyen en una unidad, en un susurro que sólo el lector puede escuchar en el transcurso de su vida y sus lecturas. Así la lectura se transforma en un juego de espejos y de máscaras en donde el lector es el anfitrión y artífice de la interpretación, es el que desentraña y atraviesa el libro en busca del solaz y el encanto, pero en el camino, casi por añadidura, va comprendiendo e interpretando lo que el sistema de los signos dicta u omite en ese entramado que es el texto, ya sea narrativo, poético, ensayístico, entre otros. “Abrir el texto, exponer el sistema de su lectura, no solamente es pedir que se lo interprete libremente y mostrar que es posible; antes que nada, y de manera mucho más radical, es conducir al reconocimiento de que no hay verdad objetiva o subjetiva de la lectura, sino tan sólo una verdad lúdica; y además, en este caso, el juego no debe considerarse como distracción, sino como trabajo, un trabajo del que, sin embargo, se ha evaporado todo esfuerzo: leer es hacer trabajar a nuestro cuerpo (...) siguiendo la llamada de los signos del texto, de todos esos lenguajes que lo atraviesan y que forman una especie de irisada profundidad en cada frase” (Barthes, 2002:37-38). 9 3. La escritura (herramienta) y el lenguaje escrito (producción) Desde hace muchos años en la Educación Venezolana la escritura y el uso del lenguaje escrito están perdiendo una de sus características más importantes: servir de herramienta para la reflexión y producción de conocimientos. Emilia Ferreiro en muchas ocasiones ha manifestado sus preocupaciones con respecto a esta problemática y considera que el proceso de escritura se transformó en un proceso cotidiano que ella denomina “objeto de propiedad escolar”: “La escritura se ha transformado de objeto social en objeto escolar. Esta transformación de la escritura en un objeto de propiedad escolar exclusiva hizo que perdiera algunas de las funciones que la justifican como objeto de importancia social. La escritura se transformó en un instrumento para pasar de grado. Hay que ser enfáticos: la escritura es importante en la escuela porque es importante fuera de ella, y no al revés”. (Ferreiro, 1999:45) Se ha olvidado el valor social que tiene la escritura para la construcción personal de cada individuo en los procesos comunicacionales de orden social y cultural, siendo la lectura constante y la práctica persistente del lenguaje los elementos que permiten que este proceso se desarrolle. No podemos olvidar en el proceso de escritura el desarrollo del lenguaje escrito que permite la formación del pensamiento, obliga a observar el entorno, a establecer relaciones con los otros, adquirir saberes, recordar experiencias y utilizar el contexto cultural para la producción escrita. Entonces, el lenguaje se forma gracias a la práctica cotidiana de la escritura que implica a su vez la puesta en marcha de los procesos mencionados con anterioridad, pero no vistos como hilos separados, sino como un tejido de hilos que construyen la cuerda madre en la producción de un texto. Podemos entender el lenguaje como la llave indispensable que nos abre la puerta para conectarnos con el universo externo y con nuestro mundo interno hasta convertir la realidad personal y la que está fuera de nosotros en medios con significados que permiten conquistarlo y formarlo. La escritura vista de esta manera, como un proceso en el que se pone en práctica el uso del lenguaje y las relaciones íntimas de cada escritor con su entorno 10 permite que cada texto abra paso a la reflexión crítica poniendo sobre el tapete diferencias entre lo que aparentemente es propio de quien escribe el texto y de quien hace la interpretación del mismo. Es en este proceso de reflexión tanto del escritor como del lector donde el lenguaje se configura en cuerpo, adquiriendo su valor más importante que consiste en generar la reflexión sobre el mundo. Desde esta perspectiva, la producción escrita no sólo convierte a los escritores en lectores para la adquisición de conocimientos, sino también genera la reflexión ante lenguaje del mundo para configurar un lenguaje personal que se alimentará de la práctica sostenida de la escritura. 4. La escritura como proceso de construcción y representación de significados El proceso de escritura académica se ha convertido en un proceso mecánico cuyo eje principal es el cumplimiento o no de unas fases que configuran la escritura correcta. Es cierto que el acto de escribir implica un acto de reflexión que genera preguntas como qué escribiré, a quién escribiré, cuál es mi propósito y otras preguntas aunadas a una organización y selección de ideas, sin olvidar la revisión y corrección del texto. No negamos que lo anterior tenga su peso, sino que el cumplimiento o no por parte de los estudiantes se configura como las fases que consolidan el desarrollo de una escritura generadora de saberes. Muchos de nuestros alumnos universitarios no sólo dejan de lado estas fases, sino que además olvidan que la importancia de producir un texto generaría la construcción de nuevos significados y la representación de otros ya expuestos. El aprendizaje y el desarrollo de la escritura provoca una labor ardua que requiere vivenciar y sistematizar con disciplina y reflexión sobre diversos temas que se relacionan con el contexto real que percibimos. La escritura se convierte de esta manera en el medio que matiza los aprendizajes adquiridos de quien está detrás del papel. Serán sus lecturas de textos, sus interrelaciones con los demás, sus conocimientos culturales, sus experiencias, sus saberes y sus aprendizajes adquiridos hasta el momento los instrumentos esenciales para la producción y representación de conocimientos. Existe además la necesidad de que el pensamiento del escritor esté 11 relacionado con el lenguaje del mundo, cuya relación no exige una misma manera de ver las cosas, si no la representación de conocimientos experimentados o la producción de nuevos saberes que sean los suficientemente verosímiles para que en algún momento el lector los comparta. Pensamos que la escritura y no sólo la escritura cotidiana, sino también la creativa necesitan de la confluencia de muchos saberes, el manejo de técnicas que le permitan al escritor pensar en su lector, imaginar ideas, seleccionarlas y posteriormente revisar su producción. Pero además de ello, será necesario el desarrollo de una imaginación estética que busque resaltar lo conocido y dar a conocer lo nuevo, lo ficticio, partiendo de experiencias reales, de sueños, de imaginaciones que de alguna manera u otra representan significados. 5. La escritura creativa como un instrumento para el conocimiento de uno mismo y de los otros La escritura creativa es una forma de comprender el universo, es una forma de mostrar, a partir de una serie de signos, las representaciones del mundo que incurren en los problemas del hombre en cualquier época. Es una fotografía que acerca tanto al escritor como al lector a la expresión y contemplación de su ser. La importancia de la escritura creativa radica en la naturalidad y espontaneidad de su expresión, en la facultad que posee para develar, presentar y exteriorizar al hombre. Es, entonces, un arte de exteriorización y de comprensión de nuestro ser porque nos quita la máscara, nos habla de los conflictos y goces sin límites y fronteras. Cuando hablamos del lector de escritura creativa 3nos referimos a aquel que desde su perspectiva ante el universo le aporta sentido al texto para esclarecer aquello que está oculto y establecer una conversación constante con el texto hasta convertir su proceso de lectura en una entrevista4, recordemos aquellas conocidas palabras de 3 Estaríamos hablando de los lectores de literatura de ficción, o estamos hablando de las lecturas de los textos manuscritos producidos en un taller en donde se socializan los productos generados. 4 Generalmente el lector al aproximarse a un texto propone una conversación con el mismo, conversación estructurada en preguntas que durante el proceso de lectura se satisfacen o no. Estas 12 Frank Kafka que decían que el ser humano “lee para preguntar”. Desde esta plática constante la escritura creativa se convierte en el instrumento que examina los secretos y vacíos del lector, que justifica los lugares por los que transita, para presentarlo a él y al malestar que provoca la consciencia de sí mismo, para determinar el silencio, expresar las preocupaciones, los goces y las satisfacciones del hombre. Entonces, el lector se convierte en un personaje más del texto, lo construye y reconstruye desde su percepción de la realidad y de lo literario, desde su tiempo y su espacio, sin olvidar el tiempo y el espacio del texto y del autor. Es en esa relación de tiempos donde se esbozan contextos reales similares o disímiles que proponen distintas formas de percibir la vida del hombre. En esta relación el tiempo no es solo tema, es materia, cuerpo y alma de la escritura creativa que le permite al lector retornar al pasado, iluminar el presente e imaginar el futuro. Para nuestro escritor creativo es necesario el manejo de una lengua, pero más allá de ello parece ineludible la práctica constante de la expresión interna, el viaje de regreso que lo ayuda rememorar sucesos, la experiencia del otro, la posibilidad de representar lo cotidiano con palabras, imaginando lo no visto, lo no vivido. No se trata del desarrollo de una técnica para el aprendizaje de unos métodos que posibiliten la creación de un personaje o un espacio para la conformación de una historia. La historia de un relato no se forma gracias al seguimiento de un modelo, es la experiencia, la imaginación, la capacidad de representar al otro y la facilidad de ficcionar los que abren paso a la llamada escritura creativa. Entonces, será necesario un poco de talento y mucho trabajo, éste último entendido como una práctica constante de la escritura que configura la voz del escritor y no la voz del yo, es intentar con disciplina y constancia el ejercicio de una búsqueda que propicie el encuentro con un estilo propio para contar, en algunos instantes, lo vivido falseando esa realidad, evitando la biografía. Es por otra parte, una práctica constante para preguntas surgen de manera inconsciente de la relación natural entre el lector y el texto. Estas preguntas son, a la vez, motivadas por la identificación que el lector experimenta en su interacción con la obra. 13 contar lo imaginado y lo inventado, siempre y cuando éste último sea lo suficientemente verosímil para atrapar al lector del texto. Desde la visión planteada anteriormente, el lector y escritor de textos creativos encuentra en ellos un instrumento para el conocimiento y la representación de sí mismo y de los otros que les permite desde diversos sentidos conocer el mundo. La escritura como expresión de la creatividad Al hablar de la escritura como proceso, es ineludible abordar la perspectiva creativa de la escritura. Ésta involucra varias vertientes y varios tipos de metodologías de aplicación. En general, se suele hablar de Escritura Creativa o escritura como expresión de la creatividad a la tendencia de enseñar y aprender a escribir aplicando ciertas estrategias que favorezcan la producción de textos con fines estéticos, poéticos o literarios. Cuando hablamos de producir textos con fines estéticos estamos hablando de textos cuyos efectos en el lector sean desde generar una emoción por la belleza con la cual están escritos (piénsese, por ejemplo, en la poesía), hasta estimular el juego con las palabras y la búsqueda de nuevas formas de decir y de expresarse (piénsese, por ejemplo, en las canciones de la infancia, las retahílas, las adivinanzas, etcétera). Esta vertiente puede viabilizarse de muchas maneras y a través de diversos ejercicios. Por ejemplo, se puede trabajar a partir de las narraciones tradicionales, orales o escritas, de modo que los participantes puedan buscar soluciones creativas para construir el inicio, el desarrollo o el desenlace de una narración. La Escritura Creativa busca beneficiar las capacidades expresivas y creativas que toda lengua puede ofrecer a sus usuarios a través de actividades que incrementen y aprovechen las posibilidades lúdicas del lenguaje. Busca que el niño, el adolescente o el adulto aprenda, sin las presiones impuestas por la institución escolar, el uso adecuado de su lengua, de forma que sea capaz de emplear los mecanismos técnicos y estilísticos que el sistema de la lengua le puede procurar. Al mismo tiempo la Escritura Creativa favorece el distanciamiento de la autoridad que impone el texto y la palabra escrita, puesto que estimula en las personas 14 el desarrollo del espíritu crítico, la formulación de ideas y la creación de soluciones creativas. Y quizá lo más importante, cuando se asumen Talleres de Escritura Creativa sea el desarrollo de la sana convivencia entre personas de distinto origen, clase, género y formación. Por todos estos motivos, es necesario que la escuela y los maestros asuman retos didácticos serios, que los comprometan en la adecuada aplicación de las propuestas que desde la Escritura Creativa se han generado, para la enseñanza divertida y creativa de la lengua y la literatura en la primera y segunda etapas de Educación Básica. Referencias bibliográficas BARTHES, Roland (2002). El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Barcelona, Paidós FERREIRO, Emilia (1999). Cultura escrita y educación. Conversaciones de Emilia Ferreiro. México. Fondo de Cultura Económica. FINOL, José E., COLETTA, Victoria; PÉREZ, Susana (1992). El neoanalfabetismo: la expresión escrita y nivel de información de los bachilleres que ingresan a LUZ. Maracaibo, Venezuela, Fac. Experimental de Ciencias, Universidad del Zulia ROSENBLATT, Louise (2002). La literatura como exploración. México, Fondo de Cultura Económica. 15
Documentos relacionados
serie Unesco_volumen 08_AAVV. - RDU
de decir que se filtra en la construcción de una arquitectónica específica (Bajtín, 1991),3 la literatura se incorpora como parte del trabajo con la lengua y adquiere carta de ciudadanía en el aula...
Leia mais