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ISSN: 2362-2148 Año II, Nº4 Agosto de 2015 Tomo II Queda hecho el depósito previsto por la ley 11.723. Esta obra está disponible bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercialSinDerivar 4.0 Internacional. Se permite la copia o redistribución total o parcial de la presente obra por cualquier medio exclusivamente bajo el cumplimiento de la totalidad de las siguientes condiciones: (a) atribución: debe constar claramente: (a.i) la referencia a EN LETRA, con indicación del nombre de la publicación, volumen, año de publicación, nombre del autor citado o referido, número de páginas de referencia, nombre del artículo; (a.ii) contener un hipervínculo operativo a esta obra; y (a.iii) dejar constancia de si se han introducido cambios respecto del texto original; (b) uso no comercial: esta obra no puede ser total ni parcialmente reproducida con fines comerciales; y (c) forma originaria: la copia o redistribución total o parcial de la presente obra no estará autorizada si su contenido hubiera sido modificado. ISSN: 2362-2148 Publicación confeccionada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina, por la ASOCIACIÓN CIVIL CENTRO DE ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES (CEICJUS). Editor responsable / correspondencia epistolar: Alejandro Ezequiel COTO Mahatma Gandhi 234, piso 2° (C1414EFB) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina Correspondencia digital: [email protected] Diseño original de las tapas confeccionado por Luciana PAPAZIAN. Las ideas y términos expresados en esta obra pertenecen exclusivamente a sus autores. EN LETRA y sus miembros no necesariamente los comparten, ni se responsabilizan por ellos. Ningún contenido de EN LETRA debe interpretarse como un intento de ofrecer o proporcionar asesoramiento profesional. En caso de dudas o necesidad de asesoramiento profesional, consulte a un profesional matriculado en la materia correspondiente. EN LETRA y su logotipo es una marca registrada ante el Instituto Nacional de Propiedad Industrial bajo el Registro N° 2.753.234. CONSEJO EDITORIAL Director Alejandro E. Coto Universidad de Buenos Aires Argentina Subdirector Jonathan M. BRODSKY Universidad de Buenos Aires Argentina Secretaria Editorial Secretario Ejecutivo Secretaria de Desarrollo Institucional Secretario de Presupuesto y Finanzas Luisina LÓPEZ HIRIART Univ. Nac. de Rosario Argentina Enzo E. DONATO BRUN Univ. de Buenos Aires Argentina Georgina RICCI Universidad de Belgrano Argentina Carlos A. GARAVENTA Univ. de Buenos Aires Argentina Editores Sofía A. AGUILAR Universidad de Buenos Aires Argentina Pablo E. BALÁN Harvard University Estados Unidos Pedro A. ALURRALDE Univ. Católica de Salta Argentina Héctor G. ANA DOBRATINICH Univ. de Buenos Aires Argentina Sofía M. CASTILLÓN ARANCIBIA Leandro A. DIAS Univ. Nacional de Quilmes Univ. Torcuato Di Tella Argentina Argentina Karina A. ANDRIOLA Univ. Nacional de La Plata Argentina Tadeo L. FERNÁNDEZ Universidad de Buenos Aires Argentina Julia FIORESE REIS Pontificia Univ. Católica Rio Grande do Sul – Brasil Juan M. GALINDO ROLDÁN Univ. de Buenos Aires Argentina Patricio N. GIRALT Univ. de Buenos Aires Argentina Romina IBARRA Univ. Nacional de Rosario Argentina María V. INOSTROZA Universidad de Buenos Aires Argentina Ezequiel JIMÉNEZ Macalester College Estados Unidos Juan M. LITVACHKES Univ. Nacional de Córdoba Argentina María S. MANÍN Univ. de Buenos Aires Argentina Santiago MOLLIS Universidad de San Andrés Argentina Marcos D. NISCOVOLOS Univ. Arg. de la Empresa Argentina Ludmila A. PETRINELLI Univ. de Buenos Aires Argentina Carla SALVATORI Universidad de Buenos Aires Argentina Bárbara STEIMBERG Universidad Nacional de Tucumán Argentina Martín A. TESTA Universidad de Buenos Aires Argentina Daniela M. J. ZAIKOSKI BISCAY Universidad Nacional de La Pampa Argentina CONSEJO ACADÉMICO Marisa Sandra AIZENBERG Paola BERGALLO Martín Federico BÖHMER Martín Diego FARRELL Marcelo Alberto SANCINETTI Luciana Beatriz SCOTTI CONSEJO ESTUDIANTIL Francisco Ignacio ARAS Pontificia Universidad Católica Argentina Argentina Olga Lucía CAMACHO GUTIÉRREZ Universidad de la Gran Colombia Colombia Joaquín Alberto Oscar COTO Universidad de Buenos Aires Argentina Franco DE GRANDIS Universidad Nacional de Córdoba Argentina Ramiro KIEL Universidad de Buenos Aires Argentina Luisina LÓPEZ HIRIART Universidad Nacional de Rosario Argentina Georgina RICCI Universidad de Belgrano Argentina María Macarena SEOANE ARCEO Universidad de Buenos Aires Argentina María Agustina VOUK Universidad de Buenos Aires Argentina EN LETRA es una publicación semestral fundada en 2014, y dirigida por jóvenes graduados de distintas universidades nacionales y del exterior. Su premisa es fomentar una cultura democrática basada en el debate académico de los asuntos públicos. *** Tres declaraciones y garantías: 1. EN LETRA está diseñada de manera hipervinculada para facilitar su navegación interna y a destinos externos (fuentes referenciales on-line, EnLetra.com, correos electrónicos, etc.), los cuales están destacados por el color azul. 2. CEICJUS (proyecto EN LETRA) garantiza la publicación de todas las réplicas a los artículos publicados en la edición anterior, siempre que cumplan con una extensión máxima de 30 páginas y se ajusten a los estándares y requisitos de publicación. 3. CEICJUS (proyecto EN LETRA) es un espacio abierto y considera periódicamente todas las postulaciones de incorporación de estudiantes a su organización, sin más requisito que la proactividad y la excelencia académica. Los interesados deberán enviar su curriculum vitae a [email protected]. *** El CEICJUS agradece a María Dolores CAVOTI por su asistencia en nuestra protección marcaria. *** EN LETRA está actualmente indexada en E-REVIST@S (Plataforma Open Access de Revistas Científicas Electrónicas Españolas y Latinoamericanas - Consejo Superior de Investigaciones Científicas Ministerio de Economía y Competitividad - Gobierno de España) y OPEN ACADEMIC JOURNALS INDEX (Federación Rusa). ÍNDICE EDITORIAL ................................................................................................................................................................................. 1 COLUMNAS EN LETRA “La triste historia del vikingo Sigurd Haraldsson. O de cómo si algo anda mal, suele convenir cambiarlo”, Ricardo RABINOVICH-BERKMAN ............................................................................... 5 “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, Mauro BENENTE ..................................................12 “El derecho a la buena administración y el control de las facultades discrecionales”, Jorge L. MAIORANO ..............................................................................................................................................................25 ARTÍCULOS “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía: notas para repensar el lenguaje con el que se expresan los abogados”, Pablo LARSEN ........................................................37 “Tribunales híbridos como forma de desarrollo de capacidad jurisdiccional: ¿una manera de reducir la brecha de impunidad?”, Ezequiel JIMÉNEZ......................................................................62 “Del estado natural al estado regional: genealogía de la integración en Europa”, Carlos A. GARAVENTA .............................................................................................................................................................. 106 “Breves notas sobre la Ley Anticorrupción brasileña”, Julia FIORESE REIS ............................. 123 “La evolución de la administración del presupuesto federal brasileño tras la promulgación de la Constitución Federal de 1988 y la discusión sobre la naturaleza del presupuesto: imperativo o autorizativo”, Isidro J. FORTALEZA, Maria do Carmo BEZERRA MACIEL BÉDARD, Giovana LUSTOZA SERAFIM y Jefferson DA SILVA LIMA .............................................. 152 “El interés moratorio y el daño moral: incidencia y término inicial”, Pedro R. LUCIETTO PICCININI y Plínio SARAIVA MELGARÉ ............................................................................................................... 168 PAUTAS DE PUBLICACIÓN ............................................................................................................................... 191 PROCEDIMIENTO DE EVALUACIÓN............................................................................................................ 197 INDEX EDITORIAL ..................................................................................................................................................................................1 COLUMNS EN LETRA “The Sad Story of the Viking Sigurd Haraldsson or How if Something Goes Wrong, It Is Generally Better to Change It”, Ricardo RABINOVICH-BERKMAN ........................................................... 5 “Government without State and Rights without Government”, Mauro BENENTE ...................12 “The Right to a Good Administration and the Control of Discretionary Powers”, Jorge L. MAIORANO ...................................................................................................................................................................25 ARTICLES “Towards a Better Connection between Law and Society: Notes for Rethinking the Language that Lawyers Use”, Pablo LARSEN .............................................................................................37 “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, Ezequiel JIMÉNEZ ......................................................................................................................................................................62 “From the State of Nature to a Regional State: Genealogy of the European Union”, Carlos A. GARAVENTA ......................................................................................................................................................... 106 “Brief Notes on the Brazilian Anticorruption Act”, Julia FIORESE REIS ...................................... 123 “The Evolution of the Management of the Brazilian Federal Public Budget after the Enactment of 1988’s Federal Constitution and the Discussion about the Nature of the Budget: Impositive or Authoritative”, Isidro J. FORTALEZA, Maria do Carmo BEZERRA MACIEL BÉDARD, Giovana LUSTOZA SERAFIM y Jefferson DA SILVA LIMA ............................................................. 152 “Default interest and Extra-Patrimonial Damages: Incidence and Initial Term”, Pedro R. LUCIETTO PICCININI y Plínio SARAIVA MELGARÉ ............................................................................................ 168 GUIDELINES FOR SUBMISSION OF ARTICLES ....................................................................................... 191 EVALUATION PROCESS ..................................................................................................................................... 197 EDITORIAL A principios del año 2013, asumimos la misión de fomentar una cultura democrática basada en el debate académico de los asuntos públicos, porque advertíamos que los esfuerzos en este sentido de las instituciones tradicionales no eran suficientes. A tal fin, creamos una organización moderna, capaz de fomentar, canalizar y difundir la producción intelectual de la comunidad académica. Este proyecto inició formalmente con el lanzamiento de EN LETRA en febrero de 2014. Hoy publicamos este segundo tomo de la cuarta edición, símbolo que cierra nuestra etapa fundacional. El pequeño espacio que conformábamos ahora está integrado por más de treinta miembros de distintas partes del país y las más variadas afiliaciones institucionales, pero al amparo de una misma institución: la ASOCIACIÓN CIVIL CENTRO DE ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES (CEICJUS). Mientras nuestra red de corresponsales ya cubre prácticamente a toda América, nuestra actividad continúa expandiéndose y hemos publicado a más de sesenta autores, sin haber comprometido la periodicidad programada que nos caracteriza. Este desarrollo interior nos permite proyectar un futuro trascendente. El cambio de paradigma que propiciamos requiere la ejecución de acciones conjuntas para la producción de efectos a escala. Esta nueva etapa está signada por la generación de espacios comunes con otras publicaciones la aplicación de políticas colaborativas a fin de que el fomento del debate académico de los asuntos públicos sea una política editorial transversal. Que pensemos en las revistas académicas como un actor central no es algo casual. La producción intelectual es siempre el resultado de una actividad intersubjetiva, puesto que cualquier avance parte de lo realizado por quienes nos antecedieron, ya sea que procuremos no reincidir en sus errores o continuar el camino que trazaron. Para que esto ocurra es condición que sus esfuerzos hayan dejado un testimonio, trascendido de la intimidad del autor y sido puestos a disposición pública (es decir, publicados). Las revistas académicas cumplen esta función en el sentido amplio: inducen, legitiman y difunden la producción intelectual. Estas funciones implican una seria responsabilidad para quienes editamos revistas académicas. La existencia de publicaciones capaces de inducir, legitimar y difundir condiciona el cumplimiento del ciclo y su continuación. Así, por ejemplo, no se puede aspirar a la proliferación de producción intelectual de excelencia mientras se acumulen a granel los 1 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II Editorial trabajos que aguardan el día de su publicación porque las revistas no cumplen una periodicidad cierta.1 Tampoco puede pretenderse que el acto de publicación sea tenido por trascendente y valorado mientras no se corresponda a los autores con evaluaciones comprometidas, dignas del esfuerzo intelectual que realizan.2 Sin valor no hay incentivo, y sin incentivo no hay inducción. Como editores es nuestra responsabilidad cuidar el valor que tiene la producción intelectual para que ésta sea reconocida transversalmente por el grueso de la comunidad académica y la sociedad. Conscientes de la importancia que reviste nuestra tarea académico-editorial, a través del CEICJUS profundizamos nuestro compromiso con la promoción de la producción intelectual. Así, en noviembre nuestra organización lanzará su segunda revista académica, con un Consejo Editorial independiente pero inspirado en los mismos principios. EN LETRA 1 Toda publicación que pretenda servir seriamente de referencia en el debate académico está compelida a publicarse con una frecuencia cierta y alta. Los retrasos de las publicaciones devalúan gravemente el valor epistémico de las obras y su relevancia para el debate académico. Esto hace de la periodicidad algo elemental, puesto que es una manera de respetar y valorar el trabajo de los autores, es decir, otros miembros de la comunidad académica. 2 El referato es el punto de inflexión donde se decide si una obra merece trascender de la privacidad a la publicidad o no por un determinado medio. Sin embargo, este juicio no debe limitarse a su mera instrumentación por un formulario estandarizado. La evaluación debe ir más allá para que el autor reciba una verdadera devolución, una crítica circunstanciada de su trabajo que le permita agregarle valor, se apruebe o no su publicación. A veces la evaluación objetiva de las obras no es simple, porque el autor aparece en una posición de privilegio. Significamos por ésta a cualquier circunstancia que condicione favorablemente la publicación de su obra. Este tipo de prácticas editoriales debe ser desterrado, puesto que implican tratamientos asimétricos que corrompen al espíritu académico. El desarrollo de una nueva cultura académica requiere tanto que los autores depongan sus pretensiones de autoridad cuanto que las publicaciones estén verdaderamente dispuestas a enfrentar a los autores en pie de igualdad (y sean capaces de hacerlo). El debate académico debe girar nuevamente en torno a ideas, hechos, obras, relaciones, pero no a nombres o conveniencias. Por el contrario, un referato comprometido exige que las obras sean evaluadas anónimamente y que los árbitros estén a la altura de la tarea que ejecutan. La legitimación de la producción intelectual no tiene porqué ser fácil ni generosa. Si el exceso y la insuficiencia en la evaluación son inconvenientes, la segunda también es inadmisible. La responsabilidad que subyace al referato es enorme y no sólo compromete a los editores, sino también al autor evaluado (que corre el riesgo de que se publique un trabajo deficiente con su nombre), a los otros autores publicados (que corren el riesgo de que se devalúe su publicación en una revista que no valida seriamente sus contenidos) y a los lectores (que están expuestos a argumentaciones legitimadas que no sirven de cimientos para construir sólidamente). Si el referato falla, toda la cadena de la producción intelectual se devalúa. Recordemos: sin valor, no hay incentivo; sin incentivo, no hay inducción. Como editores, somos los primeros responsables de cuidar el valor que tiene la producción intelectual para que ésta vuelva a ser reconocida transversalmente por la comunidad académica. 2 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II Editorial PENAL es el primer paso de un programa editorial innovador que prevé la expansión a través de la desconcentración de contenidos en espacios especializados y de excelencia académica. **** En lo que respecta al contenido de este tomo, aquí por primera vez publicamos artículos en tres idiomas diferentes (español, inglés y portugués). Decidimos ampliar el debate con perspectivas de más allá de las fronteras porque cada vez son más las cuestiones que trascienden los límites tradicionales y requieren respuestas regionales integradas. Como hemos señalado anteriormente, la aplicación de políticas colaborativas requiere la previa formación de espacios de confluencias, y EN LETRA está dispuesta y capacitada para servir como un foro intelectual anfitrión de debate que nuestra hora necesita. El tomo abre con tres columnas. En la primera, RABINOVICH-BERKMAN proclama la necesidad de un cambio de paradigma en la enseñanza del Derecho, a fin de que se estimule la creatividad de los estudiantes y el aprendizaje deje de basarse en su memoria. Luego, BENENTE advierte que, contrariamente a lo que suelen sostener los constitucionalistas, la actividad gubernamental no se agota en el Estado; y, a partir de ello, insinúa que las declaraciones de Derechos Humanos pueden inscribirse dentro de las racionalidades de gobierno. Finalmente, MAIORANO explica el desarrollo del concepto de buena administración en el Derecho Administrativo como una nueva forma de tutela de los ciudadanos contra el ejercicio arbitrario de la discrecionalidad estatal. En el mismo sentido de las columnas, el primero de los artículos plantea la necesidad de un cambio del lenguaje que usan los operadores jurídicos a fin de acercar a la justicia a la ciudadanía (LARSEN). Seguidamente, JIMÉNEZ analiza a los casos de tribunales híbridos en Sierra Leona, Camboya e Bosnia-Herzegovina como una manera de desarrollar la capacidad jurisdiccional en los países después de los conflictos. En el tercer artículo se analiza el proceso de genealogía de la integración europea desde la revolución francesa hasta después de la posguerra con el cambio de paradigma de la nacionalidad a la posnacionalidad (GARAVENTA). Luego, FIORESE REIS realiza un comentario a la Ley Anticorrupción de Brasil a la luz de sus fuentes internacionales y sus notas más salientes. En quinto lugar, se desarrollan la evolución del presupuesto federal brasileño después de la última reforma constitucional y la discusión de su naturaleza (FORTALEZA, BEZERRA MACIEL BÉDARD, LUSTOZA SERAFIM y DA SILVA LIMA). Finalmente, LUCIETTO PICCININI y SARAIVA MELGARÉ analizan la incidencia y el comienzo del cómputo del plazo para el devengo del interés moratorio por daño moral. De esta manera cierra nuestro ciclo fundacional, con un reflejo de la innovación que encarnamos. En este segundo tomo son flagrantes las presentaciones de nuevos paradigmas y la necesidad de aplicar políticas colaborativas —en especial, de integración— para que la 3 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II Editorial evolución sea posible. Que esto suceda depende de nosotros, y estamos decididos a dar el paso adelante. Por eso hacemos EN LETRA. 4 Columnas EN LETRA LA TRISTE HISTORIA DEL VIKINGO SIGURD HARALDSSON O DE CÓMO SI ALGO ANDA MAL, SUELE CONVENIR CAMBIARLO Ricardo RABINOVICH-BERKMAN Contaba en sus perdidas memorias el antiguo vagabundo Rikardhr Karlsson Svarthar que una vez, en el noble Althing de Islandia, la asamblea de los libres, le contaron la historia de Sigurd Haraldsson el Bastardo. Le dijeron que era tan, pero tan testarudo que quiso, en una expedición vikinga, llegar a Inglaterra desde Noruega navegando hacia la salida del sol. Como era de esperarse, arribó a Rusia. Lo recibió en Nóvgorod su amigo Rurik el Varego. Pero Sigurd era tan terco que lo saludó diciendo: “¡por Thor, hermano, cómo de nevada está Londres, y qué cambiados veo a los anglosajones!”. ¿Es posible hacer un ejercicio de autoengaño tan eficaz que acabemos creyendo y afirmando y jurando sobre siete Biblias que Rusia es Inglaterra? La experiencia documentada por esa obra teatral trágica con momentos dulces que es la historia humana, responde que sí. Los inquisidores estaban seguros de salvar las almas inmortales de sus condenados a la hoguera. Los nazis no dudaban que no mataban personas, porque a sus ojos los judíos no eran en realidad homo sapiens sapiens. Los esclavistas juraban que nunca cargarían de cadenas a sus iguales, sino sólo a criaturas muy inferiores, nacidas para realizar tareas duras. Y podríamos seguir por libros enteros. ¿Es gratuito convencerse de que Rusia es Inglaterra? Cuentan que a su regreso a Noruega, cuando Sigurd el Bastardo volvió con los barcos vacíos, porque no pudo saquear a los varegos de Rurik como hubiera saqueado a los anglosajones, se le Doctor de la Universidad de Buenos Aires (área: Filosofía del Derecho) (Argentina). Director del Departamento de Ciencias Sociales (Facultad de Derecho - UBA). Profesor titular de cátedra de la UBA y del Ciclo Común Básico de la UBA. 5 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II RABINOVICH-BERKMAN, R. (2015) “La triste historia del vikingo Sigurd Haraldsson…”, pp. 5-11. rieron todos, hasta los niños. Y que le fue necesario beber barricas y barricas de hidromiel, hasta quedar completamente ebrio y no poder distinguir una espada de un escudo, para sobreponerse a la vergüenza. Porque no hubo terquedad que le valiera frente a la realidad de las cosas. Y porque, en el fondo de su fiero corazón de vikingo temible, Sigurd Haraldsson era un hombre honesto. Preguntemos a graduados de las facultades de Derecho, preferentemente recibidos hace varios lustros, si realmente lo que han obtenido de su carrera les ha servido en proporción al tiempo que han dedicado (aunque sea, los años que impone la mínima duración de los cursos) y el esfuerzo correspondiente. Si recibes un “¡sí!” efusivo e inmediato, de esos que da la gente cuando le preguntan si aceptarían un viaje a París todo pago, hay tres opciones: o te has confundido y estás interrogando a un egresado de otra disciplina, o te está cargando, o es oportunidad de tomar la foto de tu entrevistado para confeccionarle un monumento. Lo que te vas a encontrar (y lo sabemos todos, que es lo peor) va desde una demorada y vaga afirmación a medias o a tercias, muy condicionada y filtrada por peros y sin-embargos, hasta la negativa tajante. Es muy común que sobrevivan los nombres de dos o tres profesores, y no necesariamente para ser objeto de elogios. El resto, junto a sus enseñanzas, se ha dormido en la oscura noche mítica de los tiempos. En cambio, no es raro que nuestro interlocutor destaque espontáneamente, como valiosos para su aprendizaje, el pasaje por un tribunal como empleado, o su trabajo en un estudio jurídico. O las lecciones caseras de una madre o un padre abogados, o sus lecturas autodidactas. Ahí, al evocarlas, le cambia el rostro, y los ojos se llenan de reconocimiento (de paso, una vez más: gracias, Papá, y gracias, mis dos abuelos). Hace tiempo que vengo haciendo esa investigación sociológica casera, y algo me ha llamado especialmente la atención. Me refiero al empleo, que reiteradamente aparece en los interrogados, del verbo “acordarse”. Respuestas tales como “no me acuerdo nada de lo que vi en la Facultad”, o “a los seis meses de dada una materia, ya no te acordás de nada de ella”, o “uno no se acuerda ni un cuarto de lo que estudió”. Porque esto lleva a una pregunta punzante: ¿puede una carrera universitaria basarse en la memoria? ¿Es importante para un graduado de una facultad de derecho recordar cosas concretas y minuciosas? ¿Resulta relevante acordarse de los plazos 6 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II RABINOVICH-BERKMAN, R. (2015) “La triste historia del vikingo Sigurd Haraldsson…”, pp. 5-11. procesales, las definiciones de términos, los artículos legales, hasta las frases en latín (res ipsa loquitur, prior in tempore potior in iure, iuris tantum, iuris et de iure…) en el contexto de una formación científica? Pregunta retórica, si las hay. Sin embargo, si es tan absolutamente evidente la respuesta negativa, al punto de que cualquiera se da cuenta que siempre fue tiempo inútil el que se dedicó (o, por lo menos, gran parte de él) en un ámbito universitario a memorizaciones. Y si eso fue así antes, ¿qué no decir de nuestra época, donde todos estamos en línea, y se accede a toneladas de datos desde cualquier lado con mínimos dispositivos? Entonces, ¿por qué hemos seguido insistiendo con eso? Veamos algunos corolarios, y me cuentan si alguien se siente reconocido como alguno de los personajes de esta casuística: “Fernández, su examen tiene un 8”. Sorpresa: “caramba, Doctora, pero si me tomó Nulidad absoluta y yo puse todo lo que está en el Manual de la Cátedra bajo ese título”. “Más o menos, Fernández, más o menos. Porque se olvidó de un par de párrafos. El primero de la página 382 del Manual del Titular y el tercero de la página 385. Lo demás sí lo puso. Por eso sacó un 8, que no está nada mal”. “Buenos días, señor Pérez, es el primero de la mesa examinadora de hoy. Háblenos del delito de homicidio”. “Sí, Doctor. Aquí está el Código Penal, ¿me permite utilizarlo?”. Miradas sólidas entre los integrantes del tribunal. Carraspeos. Gestos de estar tomando Cirulaxia: “Bueno, Pérez, no es un buen comienzo. ¿Para qué necesita ver el Código?”. Ojos de hormiga a punto de ver un zapato desde abajo: “Es que… para tener los artículos…”. Su Eminencia, el Adjunto de la Derecha, mira con gesto inquisitorial a Su Majestad, el Titular, mientras Su Gracia la Adjunta de la Izquierda atiende una oportuna llamada en su celular. “Pensamos que, de una figura tan visceral como es el homicidio, al menos conocía el articulado del Código. Bien. Veo que estábamos equivocados. Déle. Agarre el Código, nomás”. Y agrega Su Eminencia, el Adjunto de la Derecha, hablándole a Su Majestad, el Titular, como si Pérez hubiera desaparecido por arte de magia: “¡ah, Dios mío, si resucitara hoy el Maestro X, se muere de nuevo!” Por supuesto, al Maestro X lo vio una vez de lejos en una conferencia, cuando él aún era adolescente, y no tiene ni idea de lo que hubiera hecho en estas circunstancias, pero asume que, como él es un Reverendo Zapallo, todos los grandes juristas que lo precedieron eran hortalizas también. ¿Es necesario narrar el fin de la historia? ¿Alguien apuesta algo a favor de Pérez? El culto de la memoria entroniza los códigos y las leyes, que son lo recordable y que transmiten una falsa sensación de inmutabilidad. Por eso están tan 7 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II RABINOVICH-BERKMAN, R. (2015) “La triste historia del vikingo Sigurd Haraldsson…”, pp. 5-11. desesperados hoy tantos profesores de Derecho Civil, con el cambio del código, y si se les ofreciera una jubilación anticipada se vaciarían las cátedras en tres minutos y medio. Indirectamente, pero con fuerza, se genera la identificación derecho-ley y se fomenta la idea de que estudiar derecho es conocer las normas vigentes. Esto ha llegado a su cúspide en nuestro vecino hermano, el Brasil, donde la mayoría de las facultades se ha transformado en centros de preparación para el patético examen da la Ordem dos Advogados do Brasil (OAB), un colegio público obligatorio de abogados nacional. Los rankings internos y las calificaciones de los órganos de control se derivan de la tasa de éxito de los egresados respectivos en esa prueba, por lo que cada universidad se mata para que sus graduados la aprueben. Y es claro, el examen en cuestión se basa en la memorización de artículos, con cero de filosofía, de sociología, de historia, de economía y de pensamiento. Es una prueba para descerebrados, con lo que las facultades, al preparar a sus alumnos para ella, tienden a convertirse en centros de lavado y destrucción mental. Con nobles excepciones, obvio. Y todo eso en el país de Paulo Freire, el más colosal pedagogo que hubo en este sector del universo, después de Sócrates… La reverencia de la memoria para aprenderse a la línea los textos sacrosantos escritos por los catedráticos de hoy y los beneméritos maestros de ayer (esos cada vez menos), es una bomba de hidrógeno lanzada sobre la libertad de pensar. Es un agujero negro que succiona draculianamente (no sé qué tiene el Word contra los neologismos, menos mal que Borges no lo usaba) la energía crítica de los estudiantes. Es un asteroide que aplasta todo vestigio de creatividad personal. Para peor, es corriente que el pobre adjunto que impone el Manual (el Titular sea loado) también obedezca a una bajada de línea. Y, claro, como él o ella no lo han escrito, no les queda espacio para debatirlo con los alumnos. Además, toda postura que pudiera ser interpretada como objeción abierta de su parte a las excelsas Ideas inspiradamente plasmadas por escrito en el Corán de la Cátedra (espero que ISIS no lo tome a mal, no quisiera a todos en la UBA con cartelitos “Je suis Rabinovich”), le da pavor, porque podría llegar a afectar su relación con su autor, el Titular (Dios sea loado por habérnoslo dado, aunque en la intimidad lo cortemos en feta fina como al salchichón primavera), y eso tendría la aristotélica potencia de perjudicar su ascenso y su felicidad académica. Entonces: 8 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II RABINOVICH-BERKMAN, R. (2015) “La triste historia del vikingo Sigurd Haraldsson…”, pp. 5-11. “Buen día, González, lo lamento, le fue mal, va a recuperatorio”. Cara de asombro: “Pero, ¿cómo? Si escribí once páginas. Si me tocó mi tema preferido. Si sabía un vagón…”. Negativa larga sin parpadear: “González, sí, mi amor, es verdad, escribió un tratado, pero no lo que se le pedía”. Lágrimas en puerta: “me tocó el tema de federalismo, y como me había encantado leí un montón, y desarrollé mis ideas…” “¡Ese es el asunto, González! ¡Sus ideas! A ver, González, ¡usted está en segundo año! ¿Qué ideas? Usted está acá para aprender, no para enseñar. ¿Me entiende?” Pucha, se escapó una lágrima: “pero es que yo no estoy de acuerdo con lo que dice el Titular… Me parece muy bien planteado, es obvio que es un grosso, que sabe mucho más que yo, es un grande. Pero yo estuve investigando…”. Cara de mártir a la hora de salir a los leones en el circo romano (pobre docente, las tribulaciones que le depara el destino): “¿Investigando? ¡Media hora de Internet, contra décadas de quemarse las pestañas! M’hija, González, atiéndame un consejo: paciencia. ¿Quiere tener sus propias ideas? Estudie, estudie y estudie. Aprenda. Sea humilde, no soberbia. Recíbase y haga un posgrado. Sea Doctora [ojalá que no me pregunte si yo soy Doctor, porque ahí sí que ando complicado] y después exponga sus ideas. Hágame caso”. Por suerte, con los profesores y profesoras jóvenes que han ido accediendo a la docencia en los últimos años, y el acceso al decanato de personas con otras ideas, estas tristezas se ven cada vez menos. Pero siguen pasando. ¿Qué estamos evaluando en las facultades de derecho? En innumerables casos, el acierto y el error. Las preguntas tienen una respuesta correcta. Es decir, la que esperamos recibir. Todas las otras son equivocadas, están mal y las reprobaremos. Por eso están los alumnos parados en la puerta, en ascuas, a la salida de los exámenes. A cada uno que emerge, le inquieren: “¿qué pusiste en la tres? ¿Y en la seis?”. Y los profesores gozan de correcciones tranquilas, porque la mayoría de los exámenes que recibe resultan iguales o muy parecidos. Es obvio que con esa manera de evaluar se premia al previsible, al memorista, al que anda en piloto automático. Exámenes así, en cambio, son horcas caudinas para el pensador, para el intelectual, para el alumno profundo. No es raro que le vaya mal en esas pruebas, mientras sus compañeros de cerebro artesanalmente destruido se regodean en calificaciones altas. Esos exámenes generan miedo al error, terror de equivocarse. Su corolario más obvio es que el error es algo malo. Pero, ¿es verdad eso? 9 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II RABINOVICH-BERKMAN, R. (2015) “La triste historia del vikingo Sigurd Haraldsson…”, pp. 5-11. Me dijeron una vez (y me lo creí fuerte, tanto que lo sigo creyendo) que una universidad es un sitio donde se forma gente de ciencias. Ahora: resulta que el error en ciencias no sólo no es malo, sino que además es muy normal, y estadísticamente mucho más frecuente que el acierto. Si no fuera por los errores, no habría luego aciertos, en realidad. Claro, si la mujer o el hombre de ciencias tienen miedo de equivocarse, entonces mejor que se dediquen a otra cosa. De modo que una forma de evaluar (y la evaluación es una instancia pedagógica, no lo olvidemos) que genera e incentiva el temor al error es destructiva de los temperamentos científicos. Las facultades en las que se siguen esos criterios, se transforman en crematorios masivos de los futuros mujeres y hombres de ciencia. Además, el sistema de acierto y error se basa en una falacia. La de que conocemos siempre qué es lo correcto, qué es lo verdadero, y qué no lo es. En fin, que el profesor siempre tiene razón (igualito que el Duce Mussolini, ¿se acuerdan?). Aquí, colegas docentes que estén leyendo y aún no hayan arrojado estos humildes párrafos al éter del desprecio, por favor, ¡que alce la mano el que siempre estuvo en lo correcto, que nunca se equivocó, que jamás cambió de opinión! Si alguno alzó la mano, le ruego me disculpe. Como dirían los antiguos jurisconsultos romanos, usted es un monstruo o un prodigio. Como diría Aristóteles, usted es un dios o un ser sin polis. Y no se enoje, pero las posibilidades de que sea un dios son estadísticamente muy bajas. Así que debe ser un prodigio. Pero… le recomiendo que lea un poquito, de vez en cuando. Que viaje (se paga en doce cuotas a precio oficial). Que escuche a sus alumnos y colegas. Y nos encontramos de acá a dos años, y va a ver que ya no alza la mano (pero va a sonreír más a menudo). Podemos aceptar que existen algunos enunciados que podrían soportar un análisis de acierto y error bastante objetivo en nuestras ciencias. Tales como “que Vélez Sársfield vivió antes que Kelsen”, o “que Descartes era racionalista y no positivista” o “que el homicidio no es un delito económico”. Pero menester sería reconocer que, si vamos a limitar los exámenes a esas cuestiones, entonces volvemos a lo que decíamos antes: deberíamos dejar de considerarnos universitarios. ¿Y si evaluáramos por el trabajo? Es decir, si encontrásemos maneras de calificar al alumno por lo que ha leído de manera crítica y libre, de darle su nota por la formulación creativa de propuestas (por ejemplo, de reformas legales fundamentadas)… ¿Y si buscáramos formas de incentivarlo a introducirse y perfeccionarse en la investigación, y evaluásemos las tareas realizadas y los 10 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II RABINOVICH-BERKMAN, R. (2015) “La triste historia del vikingo Sigurd Haraldsson…”, pp. 5-11. productos resultantes? Entonces, un curso de cincuenta alumnos tendría cincuenta respuestas diferentes. Y los estudiantes se esperarían a la salida del examen para comentarse sus respuestas, pero no para saber si dijeron o no lo que se esperaba unívocamente que dijeran. Es cierto, para el docente eso implica más trabajo. De hecho, es un desafío grande. Incluso debería revisarse la norma reglamentaria que impone para el Ciclo Profesional Común una sola forma de evaluación, la de los parciales que pueden ser recuperados, abriendo la posibilidad de otras maneras de hacerlo. En definitiva, creo que debemos dar un giro a las formas tradicionales de la enseñanza jurídica. Desterrar la memoria, tanto como sea posible. Basar la pedagogía en tres grandes columnas: la investigación, la crítica y la creatividad. Sin el fomento de esa tríada en los estudiantes, no se genera una formación científica verdadera. La respuesta no debe ser “me acuerdo de todo” o “no me acuerdo”, sino “me sirvió”. Los códigos cambian (ya se ve), las constituciones también cambian (en Argentina poco, es cierto), las leyes se derogan, se modifican, la jurisprudencia dice un día lo contrario de lo que aducía el día anterior… pero, ¿qué importa? Si lo que se trabaja en la facultad son los grandes dilemas, si el graduado egresa preparado para leer y juzgar críticamente, para concretar sus propias investigaciones, para crear alternativas nuevas, la universidad habrá cumplido su tarea. Si no, si nos obstinamos en mantener un legado de poco provecho, y en imaginar una mitológica época de oro, poblada por profesores semidioses y alumnos heroicos de rigurosa corbata, estaremos como Sigurd Haraldsson, que para no ver que había llegado a Rusia se convenció a sí mismo de que aquello era Inglaterra. Y, volviendo a Sigurd el Bastardo, Rikardhr Svarthar preguntó qué había sido de él. “Dicen que dejó de ser terco y así llegó a rey de Noruega”, le respondió un viejo vikingo, “pero no es así: siguió igual de testarudo, de cerrado y de ciego. En otro de sus viajes llegó a Italia, recibió el bautismo, se hizo monje, y estudió derecho”. El anciano guerrero escupió a un costado: “lo último que de él se supo, es que era profesor de ciencias jurídicas”, murmuró. “¡patrañas!”, dijo Rikardhr Svarthar, “¡todo patrañas!”. Y se dedicó a su copa de hidromiel en silencio. 11 Columnas EN LETRA GOBIERNO SIN ESTADO Y DERECHOS SIN GOBIERNO Mauro BENENTE I. Introducción Buenos Aires, Argentina. 2015. El 5 de mayo Manuela dio a conocer por los medios de comunicación una escalofriante carta en la que relataba haber sido violada en un taxi. En la noche del 18 de abril se había subido a un taxi en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para volver a su casa en Sarandí y el viaje terminó de la peor manera. Cuando la noticia se conoció, una de las grandes demandas que afloraron en los medios de comunicación se vinculó con el control estatal sobre el servicio de taxis. Muy rápidos de reflejos, las autoridades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires re-lanzaron la utilización de códigos QR en las ventanillas y en los asientos de los acompañantes de los taxis. Los sistemas QR pueden ser scanneados con aplicativos que se descargan en dispositivos Android e IOS —presentes en buena parte de los celulares inteligentes—, y con ello se puede obtener la información del auto, sus licencias, autorizaciones, y también la identidad de los conductores. Ante una demanda por mayor control estatal de los servicios de transporte, las autoridades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires derivaron esa política de control gubernamental en los propios ciudadanos y usuarios. Lima, Perú, 2015. El 2 de agosto el jefe de gabinete ministerial Pedro Cateriano anunció el dictado de dos leyes con el objetivo de avanzar en la privatización del sistema carcelario. Si bien pueden rastrearse antecedentes remotos, al menos en el siglo XX el sistema de cárceles privadas emerge en la década del ochenta en los Estados Unidos, y en la actualidad una de las empresas más Doctor en Derecho por la Universidad de Buenos Aires (UBA) (Argentina). Becario postdoctoral del CONICET. Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Gioja.” Profesor adjunto interino en la Facultad de Derecho (UBA) y Profesor titular ordinario en la Universidad Nacional de José C. Paz. 12 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. importantes del rubro es el GEO Group —una fusión entre Corrections Corporation of America y Wackenhut—, que en su página Web se presenta como el líder mundial en la prestación de servicios de detención y corrección, con 106 instalaciones, 85.500 camas y 20.000 empleados en Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Sudáfrica. ¿Por qué presentar estos dos casos que a primera vista parecen compartir solamente y azarosamente el año de los acontecimientos? ¿Qué similitud tienen estos ejemplos que en una lectura inicial lucen completamente desvinculados? Se enuncian situaciones tan cotidianas como el control del servicio de taxis, y algo tan extremo como la pena de encierro. En una primera aproximación al asunto, podría pensarse que el control de un servicio de transporte que se desarrolla en un espacio público y el encierro de una persona por haber cometido un delito, son actividades estrictamente estatales, que hacen a la esencia del Estado, a su naturaleza, que forman parte de sus rasgos constitutivos. Sin embargo, las situaciones que reseñé muestran que esas actividades de gobierno no son practicadas por los Estados. En un caso son los particulares, los propios usuarios, quienes despliegan la política de control. En el otro estamos frente a consorcios de empresas que tienen por función encerrar a los individuos, hacer uso del monopolio legítimo de la fuerza que desde el paradigma weberiano parece constitutivo de la estatalidad (WEBER, 1944: 54). Creo que estos ejemplos pueden ser útiles para avanzar en una línea que aunque aquí no podré desarrollar, presenta al menos las siguientes bifurcaciones: a) por un lado pensar que las prácticas de gobierno pueden ser desarrolladas por el Estado, pero también por organizaciones no estatales; b) por otro lado sugerir que buena parte del discurso del constitucionalismo peca de numerosas incomprensiones cuando ilusiona que reglando la actividad del Estado encauza las prácticas de gobierno; c) además, tal vez sea interesante analizar si no pueden pensarse las declaraciones de derechos como formas de gobernar; y d) finalmente, quizás habría que descartar el supuesto juego de suma cero entre gobierno y agencia individual, o entre gobierno y libertad, y postular que haciendo uso de nuestras libertades podemos estar llevando adelante acciones de gobierno. No podré profundizar demasiado en cada uno de estos aspectos, que deben leerse como disparadores de futuras investigaciones todavía no desarrolladas. Asimismo, sin estar completamente cómodo con el marco conceptual que utilizaré, presentaré estos lineamientos a partir de las nociones foucaulteanas de gubernamentalidad y crítica. 13 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. II. Del Estado al gobierno. La perspectiva de la gubernamentalidad La noción de gubernamentalidad no es trabajada en ninguno de los libros publicados por FOUCAULT y fue acuñada por primera vez en la clase del 1 de febrero de 1978 del curso Seguridad, territorio, población. Aunque el curso recién fue publicado en octubre del 2004, la clase fue traducida por Pasquale Pasquino e incluida en el número 167-168 de la revista italiana Aut-Aut de septiembrediciembre de 1978, y la traducción al inglés apareció en el número VI del periódico Ideology and Consciousness en el otoño europeo de 1979. A partir de la publicación de la clase, son muy numerosos los trabajos que dentro la comunidad académica anglosajona emplearon y (re)conceptualizaron la noción de gubernamentalidad.1 Foucault entiende por ella un conjunto de instituciones, procedimientos, análisis, reflexiones, y tácticas, que permiten ejercer una forma de poder que tiene como blanco la población, como saber la economía política y como técnica específica los dispositivos de seguridad. También alude a la tendencia por la cual el gobierno — una tecnología de conducir la conducta de los individuos a través de un control sobre los ámbitos en los cuales actúan— comenzó a tener preeminencia por sobre la soberanía y las disciplinas. Finalmente refiere al proceso por el cual el Estado “se encontró poco a poco «gubernamentalizado»” (FOUCAULT, 2004a: 111-2). La problemática de la gubernamentalidad está estrechamente ligada el Estado, pero notablemente separada de cierta aproximación clásica. Posiblemente como consecuencia del estalinismo, el fascismo y el nazismo, en la segunda posguerra se desplegó una “fobia al Estado”, una “sobrevaloración del «problema del estado»” (ROSE y MILLER, 1992: 174), una fuerte crítica al Estado por su omnipresencia, su desarrollo burocrático y su crecimiento indefinido. Además, en la reflexión política el Estado se encuentra sobrevaluado de dos grandes formas: a) la que lo concibe como un monstruo frío;2 y b) aquella que lo contempla como un 1 Una buena reseña de la consolidación e institucionalización de estos estudios, en ROSE, O´MALLEY, VALVERDE (2006: 92-7). Sobre la recepción de la obra de Foucault en Gran Bretaña puede consultarse GORDON (1996). 2 Aquí es clara la referencia a Así hablaba Zaratustra de Friedrich Nietzsche, donde en la primera parte, bajo el acápite “Del nuevo ídolo”, afirmaba: “Pueblos y rebaños todavía existen en alguna parte. Entre nosotros, hermanos míos, únicamente existen estados. ¿Qué es estado? ¡Atención! ¡Abrid los oídos! Voy a hablaros de la muerte de los pueblos. De todos los monstruos fríos, el más frío es el estado. Miente fríamente y he aquí la mentira que sale arrastrándose de su boca: «Yo, el estado, soy el pueblo»” (NIETZSCHE, 2005: 72). 14 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. conjunto de funciones que desarrolla las fuerzas productivas, reproduce las relaciones de producción, etc. No obstante, el Estado no tiene ni ha tenido esa unidad ni esa rigurosa funcionalidad, y si actualmente tiene esta forma es debido “a esta gubernamentalidad que es a la vez exterior e interior al Estado” (FOUCAULT, 2004a: 112). Lo que define qué depende o no del Estado, qué es público y qué privado, son las técnicas de gobierno y por ello puede decirse que la supervivencia y los límites del Estado “no deben comprenderse más que a partir de las tácticas generales de la gubernamentalidad” (id.). Estudiar al Estado desde la grilla de la gubernamentalidad supone: a) pasar al exterior de las instituciones —que tanto privilegio tienen en la teoría y ciencia política, y en la teoría del Derecho— y encontrar por fuera de ellas “una tecnología de poder” (FOUCAULT, 2004a: 121); b) pasar al exterior de la función y focalizar las estrategias y tácticas y las tácticas que se ponen en juego (id.); c) pasar al exterior de los objetos, es decir no tenerlos —en este caso al Estado— como cosas dadas sino como resultados de prácticas. La apuesta de pasar a la exterioridad del Estado se realiza en el marco de una pregunta por la posibilidad de reubicarlo dentro de una tecnología general de gobierno sobre los hombres: la gubernamentalidad (id.). Esta noción fue construida para ahorrarse “una teoría del Estado, como podemos y debemos ahorrarnos una comida indigesta” (2004b: 78). Esto último significa no iniciar los análisis por la naturaleza y las funciones del Estado, no tenerlo como un universal político y centrar su atención no sobre él sino en el gobierno (VALVERDE, LEVY, 2006: 8). Esto es así porque “el Estado no es en sí mismo una fuente autónoma de poder” (FOUCAULT, 2004b: 78), es la resultante de estatizaciones que son modificadas, desplazadas y transformadas: “no es otra cosa que el efecto móvil de un régimen de gubernamentalidades múltiples” (p. 79). El “Estado no es más que una peripecia del gobierno y no es el gobierno un instrumento del Estado. O, en todo caso, el Estado es una peripecia de la gubernamentalidad” (2004a: 253). Es patente la vinculación que existe entre la noción de gubernamentalidad y el Estado, pero también es claro que se trata de una aproximación que no lo presenta como un objeto dado sino que la intención es hacerlo inteligible a partir de las técnicas de gobierno que lo exceden. ROSE y MILLER (1992) postulan que respecto del Estado es menester adoptar una posición nominalista y tener presente que no tiene 15 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. ninguna necesidad funcional ni esencial (p. 176).3 Lo que subyace a estas miradas es que “el gobierno es una práctica generalizada y dispersa más que una cuestión acerca de lo que los Estados hacen” (O´MALLEY, 2007: 155). El esfuerzo de la noción de gubernamentalidad por despegar el gobierno del Estado —aunque sin negar que este desarrolle las principales actividades de gobierno—, y hasta incluir al Estado dentro del paradigma más amplio del gobierno de los hombres, contrasta notablemente con el discurso de los constitucionalistas argentinos que circunscriben el gobierno —o el poder— solamente al Estado. De este modo, en su Tratado de derecho constitucional, el profesor EKMEKDJIAN (2000) afirmaba que “el objetivo nuclear del derecho público es juridizar el poder, esto es, ponerle límites de modo tal que el poder no se sobredimensione, no se hipertrofie siguiendo su tendencia natural” (p. 4). Más allá de esta supuesta naturaleza del poder, lo notable es cómo el afamado constitucionalista limita el Derecho Constitucional al poder estatal, y se desentiende de los poderes no estatales. Es así que en una afirmación bastante tosca postula que (p. 5): el poder oficial es ejercido por los detentadores visibles del poder, es decir por los órganos del Estado, que lo ejercen con arreglo a los límites y prescripciones de la norma constitucional. El estudio de su organización, funcionamiento, competencia y relaciones, corresponde al derecho público y primordialmente al derecho constitucional. Por su lado, quienes ejercen un poder no oficial “se valen de medios metajurídicos, generalmente presiones de diversa índole sobre quienes ejercen el poder oficial” (id.). Lo notable es que su estudio no corresponde al Derecho Público sino a la sociología y a la ciencia política (id.). En el mismo orden de ideas SAGÜÉS (1999) postula que el Derecho Constitucional “es el sector del mundo jurídico que se ocupa de la organización fundamental del Estado” (p. 33). Si bien asume que la noción de fundamental es relativa a cada contexto socio-histórico, centralmente 3 En este orden de ideas, agregan que hay que entender al Estado como algo que codifica el problema del gobierno, y por ello, en lugar de conceptualizar al gobierno en los términos de poder del Estado, la apuesta teórica es mostrar que “el Estado está articulado dentro de la actividad de gobierno” (ROSE y MILLER, 1992: 177). 16 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. alude a “la estructura de los poderes básicos de ese Estado y a la delimitación de facultades, competencias y atribuciones de éste” (id.). Asimismo, SABSAY y ONAINDIA (1998) afirman que la Constitución aspira a “lograr la prevalencia del derecho por sobre el Estado” (p. 9) y su objetivo principal es “limitar el accionar de los gobernantes a través de marcos jurídicos situados por encima de ellos” (id.). Por su lado, con un discurso más sofisticado y con anclajes filosóficos notablemente más sólidos, en Fundamentos de derecho constitucional NINO (2002) se refería a un sentido mínimo del constitucionalismo, entendido como “un conjunto de normas que dispone la organización básica del poder político y la relación entre el Estado y los individuos” (p. 2) y a un sentido pleno del constitucionalismo que emerge del resultado de dos ideales que pueden entrar en tensión: “el ideal de un proceso político participativo en el que toda la gente afectada por ese proceso tiene intervención en esa decisión, y el ideal liberal de un gobierno limitado, según el cual la mayoría debe detenerse frente a intereses protegidos” (p. 4). Incluso con una mirada notablemente más lúcida que las anteriores, también el foco se limita a las prácticas de gobierno y poder que despliega el Estado. Si volvemos a los ejemplos con los que inicié el trabajo, y que creo que podrían multiplicarse, me parece que la perspectiva de la gubernamentalidad resulta mucho más adecuada para dar cuenta de las prácticas de poder y de gobierno que las miradas ensayadas por buena parte de los constitucionalistas argentinos. Éste no es un dato menor puesto que si el constitucionalismo tiene por objetivo encauzar las tecnologías de poder y de gobierno, ello no puede realizarse a partir de una inadecuada grilla de análisis. Si bien es algo que tendría que desarrollar con mayor precisión, pareciera ser que el discurso del Derecho Constitucional apela a ese Estado sobredimensionado del cual trataba de desprenderse FOUCAULT. De todos modos, si el Estado ya no es el único agente que despliega las prácticas de gobierno sino que es uno de los tantos agentes involucrados, rápidamente emergen una serie de preguntas que por el momento no estoy en condiciones de responder pero que aun así me parece importante enunciar: ¿Qué papel puede desplegar el constitucionalismo respecto de prácticas de gobierno y poder desarrolladas por agencias no estatales? Si el Estado no es el único foco de gobierno, y hay prácticas de gobierno desarrolladas por grandes corporaciones ¿Puede el Estado ser, ya no un monstruo macizo del cual cuidarse y al cual temer, sino un campo para desarrollar prácticas de resistencia que hagan frente a ciertas formas de gobernarnos? ¿Si la actividad de gobierno ya no se despliega solamente con acciones estatales, pueden 17 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. los individuos y las corporaciones gobernar a través de los derechos? Dicho de otro modo, ¿es posible pensar la declaración de (ciertos) derechos como una forma de gobierno? Si bien no estoy en condiciones de abordar con rigurosidad ninguna de estas preguntas, sí quisiera susurrar algunas palabras sobre los derechos como forma de gobierno. III. La crítica como (otra forma de) gobierno Así como el abordaje de la noción de gubernamentalidad fue relativamente sorpresivo, lo mismo puede predicarse de la conferencia que FOUCAULT dictó el 27 de mayo de 1978 en la Sociedad Francesa de Filosofía con el título “¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung),” donde abordó la noción de crítica. En los trabajos de la década de 1950, 1960 y del primer lustro de 1970, no tematizó sobre la crítica.4 Su tesis complementaria de doctorado había sido la traducción y una “Introducción” a la Antropología en sentido pragmático de Kant, en Las palabras y las cosas la noción de episteme en tanto a priori histórico puede presentar alguna vinculación con la crítica kantiana,5 lo mismo podría predicarse de su obsesión por la experiencia de los límites (CASTRO ORELLANA, 2004: 171), e incluso menciona el concepto en el prólogo de El nacimiento de la clínica (FOUCAULT, 2001a: 10), pero a pesar de todo ello nunca fue desarrollado. Por el contrario, en los trabajos de fines de 1970 y de la década de 1980 abordó la noción de crítica y en “Foucault”, una breve autobiografía intelectual que redactó en 1984 con el seudónimo de Maurice Florance, inscribió su labor en una historia crítica del pensamiento (2001b: 1450). Son varios los trabajos de este período (2001c, 2001d, 2008, 2014) en los cuales marcó distintas bifurcaciones de la crítica, y se inscribió en una tendencia que, supuestamente continuando los pasos de Immanuel Kant, intenta realizar una ontología del presente, una ontología de nosotros mismos. De todos modos aquí quisiera concentrarme en aquella presentación de 1978. 4 A contrapelo de lo que aquí menciono, Javier DE LA HIGUERA (2006) encuentra resonancias de la crítica en los conceptos de arqueología y genealogía. 5 Podría sostenerse que Foucault enuncia su proyecto con un lenguaje kantiano, puesto que refiere a las condiciones de posibilidad del saber —del conocimiento sería en términos de Kant—. Sin embargo para el autor de la Crítica de la razón pura condiciones son universales y necesariamente constitutivas de toda experiencia de conocimiento, mientras que la arqueología las presenta como contingentes y variables en el tiempo (GUTTING, 2005: 36). 18 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. Primeramente la crítica es descripta como subordinada a aquello a lo que se dirige, como un concepto que guarda relación con otra cosa, pero luego FOUCAULT avanza hacia una concepción más amplia y piensa “la actitud crítica como virtud en general” (FOUCAULT, 1990: 36). Simultáneamente a que desde los siglos XV y XVI comenzó a plantearse la cuestión de “¿cómo gobernar?”, se esbozó la problemática de “¿cómo no ser gobernado?”, pero no en el sentido de no ser gobernados en absoluto sino en “cómo no ser gobernado de este modo, por eso, en nombre de esos principios, en vista de tales objetivos y por medio de tales procedimientos, no de este modo, no para eso, no por ellos” (1990: 38). La crítica refiere al arte de no ser gobernado de cierto modo y a determinado precio, y a lo largo de la historia asumió diferentes formas: a) cuando el gobierno de los hombres transitaba por la autoridad de la Iglesia, no querer ser gobernado de determinado modo implicaba rechazar la autoridad del magisterio y volver a la lectura de la escritura; b) a partir del siglo XVI la crítica apunta a no querer ser gobernado por leyes injustas, marcando límites provenientes del Derecho natural al arte de gobernar. En este contexto, a la pregunta “«¿cómo no ser gobernado?» se responde diciendo «¿cuáles son los límites del derecho de gobernar?»” (p. 39). Desde este punto de vista, frente al gobierno y su exigencia de obediencia la crítica implica “oponer derechos universales e imprescriptibles, a los cuales todo gobierno, sea cuál sea, que se trate del monarca, del magistrado, del educador, del padre de familia, deberá someterse” (id.); c) no querer ser gobernado implica también no aceptar como verdadero aquello que la autoridad predica como verdad. De este modo, “el foco de la crítica es el conjunto de relaciones que anuda uno a otro, o uno a los otros dos: el poder, la verdad, el sujeto” (id.). Si la gubernamentalización alude a un movimiento que intenta sujetar a los individuos a mecanismos de poder que apelan a un discurso verdadero, la crítica es la estrategia mediante la cual el sujeto “se atribuye el derecho de interrogar la verdad por sus efectos de poder y al poder por sus discursos de verdad” (id.). Es por esto que puede afirmarse que la crítica es “el arte de la inservidumbre voluntaria, el de la indocilidad reflexiva” (id.). Se caracteriza centralmente por la desujeción de “la política de la verdad” (id.) Si bien podría seguir desarrollando la (re)conceptualización foucaulteana de la crítica, quisiera enfatizar que ella no implica una ausencia de gobierno, sino una apelación a una forma distinta de ser gobernado. Bajo este prisma es interesante situar los límites que los Derechos Humanos imponen al gobierno, no en vistas de una ausencia total de gobierno, sino como una apelación a ser gobernados de otro modo. Dicho de otra manera, resulta muy estimulante pensar que las declaraciones 19 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. de derechos no dejan de ser una forma de gobernar —aunque una forma distinta de aquella que no contempla derechos—. Esto no implica negar que los derechos efectivamente operen como un límite a ciertas formas de gobierno, sino que supone admitir que limitar ciertas prácticas de gobierno, desarrolladas por determinados agentes (por ejemplo, el Estado) y tal vez no por otros, no es más o no deja de ser una forma de gobernar a los individuos. En sus estudios sobre el liberalismo FOUCAULT plantea que en los siglos XVII y XVIII los juristas enunciaron a los derechos naturales como anteriores al soberano, y por ello como límites al accionar del Estado. Desde el Derecho se construyó un límite al Estado, pero exterior, lo que significaba que: a) provenía de una voluntad divina u origen remoto; b) si los límites eran avasallados el gobierno se transformaba en ilegítimo (FOUCAULT, 2004b: 10-2). Frente a esta limitación externa, los economistas, que no eran opositores sino consejeros de las autoridades, construyeron una limitación interna: 1) era una regulación no de Derecho sino de hecho, por lo que si el gobierno avasallaba ese límite no se transformaba en ilegítimo sino en torpe; 2) establecía una distinción entre las acciones que convenían y no convenían realizar; 3) no se construía por fuera de los objetivos del gobierno sino que era “uno de los medios, y quizás el medio fundamental, de alcanzar precisamente esos objetivos” (p. 13); 4) la limitación no era impuesta ni por los gobernantes ni por los gobernados, sino que emergía de una transacción construida alrededor de conflictos, discusiones y acuerdos. El liberalismo no propone una ausencia de prácticas de gobierno sino su refinamiento, guiado por un principio muy novedoso: una limitación que se inscribe dentro de la propia racionalidad gubernamental. El liberalismo no es solamente una teoría económica, ni un simple discurso ideológico de una burguesía con pretensiones de dominación (MALETTE, 2006: 87) sino que además es “un principio y un método de racionalización del ejercicio del gobierno” (C ASTRO, 2004: 14), cuyo principal problema y objetivo es ponerle límites (HINDESS, 1996: 67). Es por ello que la libertad no debe ser tenida solamente como un límite al poder, sino que se constituye como un elemento estrictamente necesario de la racionalidad liberal de gobierno. Esta racionalidad indica que sólo se puede gobernar correctamente a condición que un “determinado número de formas de libertad, sean respetadas. No respetar la libertad no es solamente ejercer abusos de derecho en relación a la ley, sino que es sobre todo no saber gobernar como se debe” (2004a: 361). Es interesante la lectura que propone FOUCAULT del liberalismo económico, un liberalismo que no se articula protestando desde la plaza pública que enfrenta al 20 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. monarca sino al interior del gabinete real y en vistas de mejorar sus prácticas de gobierno. De todos modos, me parece que no resulta tan atractiva la distinción entre un liberalismo jurídico que piensa los límites a partir de los derechos y los criterios de legitimidad, y un liberalismo económico que los concibe como criterios de conveniencia o inconveniencia de las acciones de gobierno. Según creo, ambas variables se encuentran entrelazadas y los mismos valores que pueden enarbolarse como parámetros de legitimidad o arbitrariedad son también criterios para distinguir las prácticas de gobierno correctas de las incorrectas, las prácticas ajustadas a ciertos fines de gobierno de las que no lo son. Esto último, a diferencia de la tajante separación enarbolada por FOUCAULT, puede leerse en la obra del propio John LOCKE, uno de los referentes del liberalismo político clásico. En sus trabajos se puede advertir que los criterios de legitimidad del gobierno, y las finalidades que estipulan la conveniencia o inconveniencia de las prácticas, se encuentran estrechamente vinculados. En el capítulo XI del Segundo tratado sobre el gobierno civil, titulado “Del alcance del poder legislativo” LOCKE enuncia que el poder legislativo no puede ser absoluto y arbitrario, sino que debe estar limitado. No puede ejercerse absolutamente sobre la vida y las fortunas del pueblo porque al tratarse de un poder delegado no puede ser más extenso que el que existía en el estado de naturaleza. Pero además, la finalidad del gobierno no es el maltrato sino la preservación de los súbditos: el poder de los legisladores “está limitado al bien público de la sociedad. Es un poder que no tiene otra finalidad más que la preservación, y por lo tanto nunca puede tener el derecho de destruir, esclavizar o empobrecer intencionadamente a los súbditos” (LOCKE, 1980: 71). Si el gobierno tiene una finalidad establecida, los límites no tornan solamente ilegítimos su avasallamiento sino que atentan contra esa propia finalidad. Es así que “el poder absoluto y arbitrario, o gobernar sin leyes establecidas, puede ser compatible con los fines de la sociedad y el gobierno. Los hombres no abandonarían la libertad del estado de naturaleza, ni se atarían a sí mismos, si no fuera para preservar sus vidas, sus libertades y sus fortunas, y para que reglas establecidas de derecho y propiedad aseguren su paz y tranquilidad” (p. 72).6 Si la finalidad del gobierno es mantener la vida y la libertad, la paz y la seguridad, los límites no son un freno a los objetivos de gobierno, sino una manera de alcanzarlos. 6 Las itálicas me pertenecen. 21 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. De acuerdo con este recorrido, que debe ser caminado con más precisión y detenimiento, me parece que es posible comenzar a concebir a los Derechos Humanos no solamente como criterios que los gobiernos deben respetar si quieren mantenerse en un registro de legitimidad, sino que declarar tales o cuales derechos no deja de ser una forma de gobernar. IV. Interrogantes finales No me resulta posible cerrar este trabajo más que con una apertura, con una serie de interrogantes. Me parece que frente a cierta mirada que localiza las prácticas de gobierno y de poder solamente en el Estado, es momento de avanzar en un análisis más refinado y advertir que una buena parte del gobierno de los individuos se desarrolla a través de tecnologías que están motorizadas en lugares distintos y distantes al Estado. Si esto es así se abren una serie de preguntas: ¿qué puede hacer el constitucionalismo con estas formas de gobierno no estatales? ¿Tiene sentido seguir limitando solamente el accionar del Estado cuando hay prácticas de gobierno no estatales? ¿La liberación de ciertas limitaciones estatales puede ser una vía para encauzar las tecnologías de gobierno no estatales? Por otra parte, si asumimos que las declaraciones de derechos forman parte del diagrama de gobierno, si las declaraciones de derechos como límites al accionar del Estado forman parte del programa de gobierno del liberalismo ¿Podemos pensar en otras formas de derechos o en otros derechos acordes a programas de gobierno no-liberales? ¿Tendría ello sentido? ¿Es posible establecer formas de gobierno en las cuales las limitaciones articuladas por los derechos se dirijan a agentes no estatales? Según entiendo, la problemática que el constitucionalismo debería resolver, o al menos enfrentar, refiere al modo de delimitar su función en un contexto en el cual ya no es posible circunscribir en el Estado todas las prácticas de gobierno y parece necesario advertir en las declaraciones de derechos humanos no simples límite al gobierno sino, también, una forma de gobernar. Bibliografía CASTRO, E. (2004) “Categorías de la filosofía política contemporánea: gubernamentalidad y soberanía”, en Revista de Filosofía y Teoría Política, número 35, La Plata. 22 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II BENENTE, M. (2015) “Gobierno sin Estado y derechos sin gobierno”, pp. 12-24. CASTRO ORELLANA, R. (2004) “Foucault y el retorno de Kant”, en Teorema: Revista internacional de filosofía, número 23, pp. 171-9. DE LA HIGUERA, J. (2006) “Estudio preliminar”, en FOUCAULT, M., Sobre la ilustración. Madrid, Tecnos. EKMEKDJIAN, M. (2000) Tratado de derecho constitucional, Buenos Aires, Depalma. FOUCAULT, M. (1990) “Qu´est-ce que la critique? (Critique et Aufklärung)”, en Bulletin de la Société Française de Philosophie, número 84, pp. 35-63. — (2001a) El nacimiento de la clínica. 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Sin esta conjunción no habría nacido el Derecho Administrativo. Con el perfil liberal y tutelar con que nació en Francia se fue perfilando de manera acentuada el reconocimiento de los derechos fundamentales de la persona. Por eso, nadie puede negar que hoy que esta disciplina sea, fundamentalmente, un derecho de garantía. Pero esos presupuestos también son condicionantes ya que, si no hay división de poderes, no hay derechos individuales ni colectivos y, si no hay Estado de Derecho, habrá Derecho de Estado. Esto último es la negación de un sistema jurídico garantista. Abogado con Diploma de Honor graduado de la Universidad del Salvador (USAL) (Argentina). Abogado Especializado en Derecho Administrativo profundizado por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Doctor en Jurisprudencia por la USAL. Profesor Titular Honorario en Derecho de la Universidad de Ciencias Jurídicas y Políticas de China. Presidente del Instituto Internacional del Ombudsman (I.O.I.) con sede en Canadá (1998-1999). Profesor Titular de Derecho Administrativo en la Universidad de Belgrano (UB) (Argentina) y la USAL; Profesor Titular de la materia “Nuevas formas de control de la Administración Pública” en el Curso de Especialización de Postgrado en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. Profesor Invitado en las Universidades de La Sapienza y Roma Tor Vergata (Roma, Italia). Procurador del Tesoro y Jefe del Cuerpo de Abogados del Estado Argentino (1990-1991). Secretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación Argentina (1991-1992). Ministro de Justicia de la Nación Argentina (1992-1994); Primer Defensor del Pueblo de la Nación Argentina (1994-1999). Defensor del Asegurado (primer Ombudsman privado corporativo) designado por la Asociación Argentina de Compañías de Seguros desde el año 2007. 25 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. La Administración Pública (en adelante, “AP” o la “Administración”) es el complejo orgánico y funcional más condicionado normativamente: tanto el Poder Judicial como el Poder Legislativo sólo están subordinados a la norma máxima, la Constitución; en cambio, la AP está sujeta a la Constitución, a los tratados internacionales, a las leyes y a los propios reglamentos administrativos que constituyen la fuente cuantitativamente más importante del Derecho Administrativo. Es una actividad caracterizada por la sumisión al bloque de legalidad y por su función activadora de la Constitución. Una verdadera paradoja: es el complejo orgánico más sumiso y, a la vez, el más activo y con mayor protagonismo, por tratarse de aquel del cual depende la calidad de vida de las sociedades modernas. Esa tarea permanente se enfrenta ante los nuevos retos y desafíos que suponen marcar un territorio al poder, esforzarse porque la AP transite por la autopista del Derecho y no utilice caminos alternativos que conducen a la ilegalidad, arbitrariedad y responsabilidad del Estado. El maestro GARCÍA DE ENTERRÍA (1962) dijo hace mas de 50 años que la lucha contra las inmunidades del poder es siempre una tarea permanente para los juristas; el objetivo último es que el ejercicio del poder esté presidido —yo agregaría condicionado— por el Derecho y no que éste sea la justificación del poder, pues si el Derecho se convierte en la envoltura del poder, estamos ante el gran fracaso del Derecho (GARCÍA DE ENTERRÍA, 1962). II. Las potestades administrativas Una consecuencia del Estado de Derecho, que estuvo en el origen de nuestra disciplina y que nos permite calificar a un Estado como de Derecho o no, es el principio de legalidad en virtud del cual la AP debe actuar sujeta al bloque de la legalidad. Este principio se expresa en un mecanismo técnico específico: la legalidad, la cual atribuye potestades a la Administración; es decir, confiere facultades de actuación, define sus límites, habilita a la Administración a ejercer poderes jurídicos. Sin una atribución legal, una autorización normativa que atribuya potestades, la Administración no puede actuar. Las potestades, reflejo cualificado del poder —según MARIENHOFF—, títulos de acción administrativa —según Luciano PAREJO ALFONSO— o bien, instancia intermedia 26 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. entre la función y la competencia —en mi opinión—, puede clasificarse en dos clases diversas: regladas y discrecionales: a) la potestad reglada muestra que una norma jurídica prevé puntual y exhaustivamente todas y cada una de las condiciones de ejercicio de esa potestad; dicha norma es plena, integra y autosuficiente, configurando la acción de tal modo que el agente administrativo solo debe ejecutar la norma. En el ejercicio de este tipo de potestad hay una única solución correcta que se deriva de la aplicación en dicho ejercicio de la técnica jurídica. Por ello, tal ejercicio es susceptible de control judicial pleno en todos sus aspectos y sin reservas o limitación alguna. b) la potestad discrecional, en cambio, muestra a una norma habilitante que define solo algunas de las condiciones de ejercicio de esa potestad pero remite a la Administración el resto de las condiciones en cuanto al contenido concreto; es decir, la integración última del supuesto de hecho. Aquí, la Administración desarrolla una actividad volitiva y de valoración. III. El control de la discrecionalidad SCHMIDT-ASSMANN (2003) señala que “discrecionalidad no significa total libertad de elección”. La Administración no elige libremente una opción determinada, ya que como poder en todo momento dirigido por el Derecho, debe orientarse según los parámetros establecidos en la norma jurídica y en su mandato de actuación, ponderándolos autónomamente en el marco de la habilitación actuada; por consiguiente, la discrecionalidad encierra un mandato de actuación a la Administración enderezado a la consecución de racionalidad y estructurado a través de una serie de variados parámetros (p. 221). La discrecionalidad no es equivalente a indiferencia para el Derecho. Como no existe la potestad absolutamente discrecional que implicaría que cualquier agente pudiera tomar cualquier medida en cualquier circunstancia, hay necesariamente algunos aspectos reglados en todo acto dictado en ejercicio de potestad discrecional: así, en tanto se trate de elementos esenciales reglados, el juez deberá establecer el grado de cumplimiento de los requerimientos normativos exigentes de una conducta administrativa predeterminada concretamente. 27 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. Esos requisitos normativos están previstos en nuestro país desde 1972 cuando fue sancionada la Ley Nacional de Procedimientos Administrativos (ley 19.549), cuyo artículo 7 prevé los requisitos esenciales del acto administrativo. Allí se enumeran la competencia, causa, objeto, procedimientos, motivación y finalidad. Por su parte, el artículo 8 incluye la forma como recaudo esencial para que esa decisión administrativa adquiera eficacia a través de la publicidad mediante la notificación, si es de alcance particular, y de la publicación, si es de alcance general. Competencia (quién), causa (por qué), objeto (qué) forma (cómo) y fin (para qué) constituyen elementos esenciales del acto que, en caso de estar afectados por vicios graves excluyentes del elemento o de gravedad equivalente, se impondrá la nulidad absoluta del acto. Con este control, la elección discrecional no es examinada en sí misma. Se trata sólo de un juicio lógico jurídico de comparación entre la norma y los requisitos del acto en tanto aquélla determina, respecto de éste, regladamente, su marco competencial. La motivación, como elemento esencial del acto administrativo y que constituye la expresión de las razones que indujeron a su dictado, adquiere importancia en el caso de los actos dictados en ejercicio de facultades regladas ya que permite conocer los fundamentos del acto y su correcto encuadramiento, pero su estricta configuración es particularmente exigible cuando aquél es dictado en el marco de facultades discrecionales ya que éstas deben hallar en la motivación el cauce formal convincentemente demostrativo de la razonabilidad de su ejercicio. En la motivación de los actos discrecionales, la autoridad se justifica ante el administrado y se justifica también ante sí misma. Con acierto se ha sostenido que una administración democrática es de calidad cuando la motivación de los actos del poder es de calidad (SCHWARTZ, 1991: 652). Con la causa —o antecedentes de hecho y de derecho que dan origen al acto— se configura la hipótesis más amplia de discrecionalidad normativa —en el supuesto de hecho y en el consecuente—; por ello debe ser construida, necesariamente, sobre la base de hechos, conductas o acontecimientos verificables objetivamente y susceptibles, por consiguiente, de pleno control judicial. Ello implica que si los hechos, conductas o acontecimientos previstos por la norma no existen el acto será, inevitablemente, inválido. No cabe, en este aspecto, elección discrecional: el mundo de los hechos no puede ser y no ser al mismo tiempo. En este terreno el control judicial debe ser también pleno imponiéndose, en su caso, la nulidad absoluta del acto. 28 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. Una cuestión singularmente controvertida que ha merecido desarrollos importantes en la doctrina italiana es la relativa a lo que se ha dado en llamar “discrecionalidad técnica”. En su momento, MARIENHOFF (1993) señaló la inexistencia de la denominada discrecionalidad técnica, pues, a su juicio, en tanto un acto deba basarse en informes científicos o técnicos incontrovertibles, él es, respecto de su contenido, reglado y no discrecional, porque las conclusiones de ese informe o dictamen configuran los hechos a considerar para la emisión del acto (MARIENHOFF, 1993). Sin embargo, salvo los casos de conclusiones científicas o técnicas unívocas, y excluyentes de toda controversia, lo cierto es que no es descartable la existencia de varias soluciones, de entre las cuales la Administración debe elegir una, con criterio no técnico. En mi opinión, la necesidad de acudir a la ciencia o a la técnica para la emisión de un acto administrativo no excluye, necesariamente, la discrecionalidad. IV. Un nuevo horizonte: la buena administración Una de las preocupaciones existentes en algunos estudios doctrinales de los últimos años, sobre todo en España, es la de reivindicar el papel del Derecho en la gestión pública como una perspectiva necesaria, aunque no suficiente, de aquélla. Se afirma que la perspectiva legal debería abandonar el acartonamiento de la doctrina que considera la discrecionalidad como el Caballo de Troya del Estado de Derecho y considerarla como una necesidad indisociable de la gestión pública en las sociedades modernas y una oportunidad para satisfacer con calidad los intereses generales. 1 CASSESE en un interesante artículo publicado recientemente reflexiona sobre los nuevos caminos del Derecho Administrativo. En su opinión, “el derecho administrativo debe restablecer su lugar en el campo de las ciencias sociales”, con un planteamiento metodológico plural (legal, económico y político), aunque evitando el riesgo de un empirismo ciego, sin categoría jurídicas básicas (CASSESE, 2009). Este enfoque de la doctrina administrativista más moderna muestra preocupación ante una actitud extendida entre algunos intérpretes del Derecho Administrativo que son reacios a mirar hacia fuera del ordenamiento jurídico para interpretar éste. También conecta con una reivindicación creciente del papel del derecho administrativo en la 1 En este sentido, aunque referidas al Derecho alemán, son elocuentes las palabras de HUBER considerando a la discrecionalidad administrativa “caballo de Troya del derecho administrativo del Estado de Derecho”, citadas por BULLINGER (1987: 899). 29 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. gestión pública, como instrumento habilitador de la calidad de ésta con el respeto de los derechos implicados en aquélla. Como señalaré a continuación aquella lucha jurídica contra las inmunidades del poder va camino a desarrollarse en el campo de la búsqueda de la buena administración. El principio de buena administración, que ha ido ganando espacio y fuerza en las últimas décadas, encuentra su opuesto de “malaadministration” como fundamento de la institucionalización de la figura del Ombudsman. Nacida en Suecia en 1809 y difundida sin cesar desde entonces en todo el mundo, la figura del Ombudsman, Defensor del Pueblo, Comisionado Parlamentario o denominación equivalente estuvo asociada en sus orígenes y desarrollo hasta la segunda mitad del siglo pasado, al control de las disfuncionalidades administrativas o mala administración (MAIORANO, 1999: 7). Solo después de su incorporación al ordenamiento jurídico español en la Constitución de 1978, con el nombre de Defensor del Pueblo, resultó comprometida con una función adicional y de mayor alcance cual es la protección y tutela de los derechos fundamentales o humanos. Pero aun en países donde las asimetrías sociales son profundas y marcadas y su labor en defensa de las minorías o grupos vulnerables luce más visible, la misión de controlar el buen funcionamiento de la AP no se ha perdido. Por ello puede encontrarse una primigenia preocupación por alcanzar una “buena administración” ya en los comienzos del siglo XIX (MAIORANO, 1999). Cuando el Tratado de Maastricht de 1992 introdujo el concepto de ciudadanía europea y creó la institución del Defensor del Pueblo Europeo, se definió la “mala administración” (malaadministration) como causa para presentación de reclamaciones de los ciudadanos comunitarios ante dicho organismo contra las actividades de las instituciones de la Comunidad Europea. A fin de facilitar el cumplimiento del mandato del Defensor del Pueblo Europeo, el Parlamento Europeo le requirió que definiera el concepto de mala administración y aquel, en su Informe Anual correspondiente al año 1996, señaló que: “la mala administración se produce cuando una entidad pública no actúa de acuerdo con una norma o principio vinculante para ella”. La versión positiva de la malaadministration está de actualidad en el mundo jurídico europeo desde su introducción –como “derecho a una buena administración”- en el artículo 41 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea adoptada en Niza en diciembre de 2000. Dicho artículo reconoce la 30 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. buena administración como el derecho de todas las personas a que se gestionen sus asuntos de forma imparcial y equitativa, dentro de un plazo razonable. También menciona ciertos elementos específicos, incluido el derecho de una persona a ser escuchada, a tener acceso a su expediente y la obligación de la Administración de justificar sus decisiones y responder a la correspondencia de los ciudadanos. El Consejo de Europa ha sido activo en el ámbito del deber de buena administración. Así, la Recomendación CM/REC (2007) 7 del Comité de Ministros a los Estados Miembros sobre buena administración incluye varias sugerencias a los Estados Miembros para promoverla. Entre ellas, hay una sobre la adopción de los estándares establecidos en un código modelo que se acompaña como apéndice a la propia Recomendación. También el Derecho a la buena administración se encuentra incorporado en diversa normativa española. La Constitución española de 1978 prevé implícitamente un auténtico deber jurídico de medios lo que se ha denominado, siguiendo la línea clásica de la legislación, jurisprudencia y doctrina más avanzadas, deber de buena administración. Este deber se explicita en los artículos 9.3 (principio de interdicción de la arbitrariedad), 31.2 (principios de economía y eficiencia) y 103.1 (principios de objetividad, coordinación y eficacia) y que afecta a todo desarrollo de la función administrativa. Modernos Estatutos de Autonomía han recogido el derecho a una buena administración. Lo encontramos en diversas leyes autonómicas: la ley catalana 26/2010;2 en Andalucía, la ley 9 del 22 de octubre de 2007 también refiere a los 2 “El derecho a que la actuación administrativa sea proporcional a la finalidad perseguida.1. El derecho a participar en la toma de decisiones y, especialmente, el derecho de audiencia y el derecho a presentar alegaciones en cualquier fase del procedimiento administrativo, de acuerdo con lo establecido por la normativa de aplicación; 2. El derecho a que las decisiones de las administraciones públicas estén motivadas, en los supuestos establecidos legalmente, con una sucinta referencia a los hechos y a los fundamentos jurídicos, con la identificación de las normas de aplicación y con la indicación del régimen de recursos que proceda; 3. El derecho a obtener una resolución expresa y a que se les notifique dentro del plazo legalmente establecido; 4. El derecho a no aportar los datos o los documentos que ya se encuentren en poder de las administraciones públicas o de los cuales estas puedan disponer; 5. El derecho a conocer en cualquier momento el estado de tramitación de los procedimientos en los que son personas interesadas; 6. Las administraciones públicas de Cataluña deben fomentar la participación ciudadana en las actuaciones administrativas de su competencia, a fin 31 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. principio de buena administración.3 En el caso de Castilla y León, el derecho a una buena administración reconocido en su Estatuto es desarrollado por la ley de la Comunidad Autónoma de Castilla y León 2 del 11 de marzo de 2010, de Derechos de los Ciudadanos en sus relaciones con la Administración y de Gestión Pública, que tiene, según su artículo1 “por objeto fundamental regular y desarrollar el derecho a una buena Administración reconocido en el artículo 12 del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, en el marco del propio Estatuto de Autonomía y de la legislación básica del Estado”. Por su parte, la Ley Balear 4 del 31 de marzo de 2011, lleva el expresivo título “de la buena administración y del buen gobierno”. En septiembre de 2009, el Sindic de Greuges (Ombudsman o Defensor del Pueblo) publicó un Código de Buenas Prácticas Administrativas. V. La buena administración y el control judicial Ya adelanté que la actuación discrecional no es indiferente para el Derecho puesto que éste puede y debe señalar que la actuación discrecional sea el resultado de un comportamiento sometido al cumplimiento de una serie de deberes jurídicos positivos (organizativos y procedimentales) con un determinado estándar de diligencia que debe ser respetado en garantía de la buena gestión pública (o de la buena administración, constituida ahora en derecho positivo en determinadas legislaciones). ¿Podría entonces el Poder Judicial controlar que el ejercicio de facultades discrecionales se desarrolle de conformidad con los deberes de comportamientos constitucionales y legales si ellas atentan contra la buena administración? Entiendo que la respuesta es afirmativa y ello debería conducir a un replanteamiento epistemológico del Derecho Administrativo cuando éste se aplica de recoger las propuestas, sugerencias e iniciativas de la ciudadanía, mediante un proceso previo de información y debate” (art. 22, ley 26/2010 de Cataluña). 3 “Principio de buena administración: En su relación con la ciudadanía, la Administración de la Junta de Andalucía actúa de acuerdo con el principio de buena administración, que comprende el derecho de la ciudadanía a: 1.Que los actos de la Administración sean proporcionados a sus fines; 2.Que se traten sus asuntos de manera equitativa, imparcial y objetiva; 3. Participar en las decisiones que le afecten, de acuerdo con el procedimiento establecido; 4. Que sus asuntos sean resueltos en un plazo razonable, siguiendo el principio de proximidad a la ciudadanía; 5. Participar en los asuntos públicos; 6. Acceder a la documentación e información de la Administración de la Junta de Andalucía en los términos establecidos en esta Ley y en la normativa que le sea de aplicación; 7. Obtener información veraz; 8. Acceder a los archivos y registros de la Administración de la Junta de Andalucía, cualquiera que sea su soporte, con las excepciones que la ley establezca.” (art. 5, ley 9/2007 de Andalucía). 32 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. en el siglo de la “buena administración”. En esa línea no debiera bastar ya con que la actuación pública no sea arbitraria; es posible exigir además que respete el Derecho a una buena administración que posibilite la calidad de la gestión. La calidad se refiere no sólo a los resultados sino también a las relaciones entre los distintos niveles de gobierno con las organizaciones empresariales y la sociedad civil y, por lo tanto, se da la mano con la idea de lo que se denomina “buena gobernanza”. Estos concepto de “buen gobierno”, “gobernanza” y “buena administración” vienen utilizándose con frecuencia en sociedades más avanzadas desde hace varias décadas, siempre vinculados a los sucesivos intentos de modernización administrativa. Por lo que se refiere a la “gobernanza” (governance) son numerosos los estudios que se han realizado (en particular desde el campo de la Ciencia de la Administración) hasta el punto de pretender conformar un nuevo paradigma sobre la manera de gobernar en el actual horizonte de la globalización, ante los profundos cambios y complejidad crecientes experimentados en la sociedad. La nueva manera de gobernar se debe caracterizar por un modo más cooperativo y consensuado en las relaciones entre la AP y los diversos actores sociales que contribuya a la legitimidad democrática de los Gobiernos. La “buena gobernanza” está orientada por los principios de participación, transparencia, rendición de cuentas (accountability), eficacia y coherencia. Resulta esencial para este paradigma la existencia de “redes de actores” sobre los que la gobernanza se proyecta con el conjunto de normas, principios y valores que pautan la interacción entre los actores que intervienen en desarrollo de una determinada política pública. Como señala RODRÍGUEZ ARANA (2006) “la buena administración, el buen gobierno, aspira a colocar en el centro del sistema a la persona y sus derechos fundamentales. Desde este punto de vista, es más sencillo llegar a acuerdos unos con otros porque se trata de hacer políticas de compromiso real con las condiciones de vida de los ciudadanos, no tanto hacer políticas para el ascenso en la carrera partidaria” (p. 34). La jurisprudencia europea ha acompañado este proceso. Así, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (“TEDH”) mantiene una continua invocación al principio de buena gobernanza como instrumento jurídico para limitar la discrecionalidad de las autoridades de los Países Miembros del Convenio de 1950. De las decisiones “Cazja contra Polonia” (02.10.2012), “Rysovskyy contra Ucrania” (20.10.2011) y “Öneryildiz contra Turquía” (30.11.2004) se deduce que, aunque el 33 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. ejercicio de la discrecionalidad administrativa incluya una multitud de factores locales inherentes en la elección, implementación de políticas públicas (como, por ejemplo, las urbanísticas) y en las medidas que resulten, ello no significa que las autoridades puedan legítimamente apoyarse sólo en su margen de apreciación, el cual de ningún modo les dispensa de su deber de actuar conforme al principio de buena gobernanza, que impone un actividad pública que debe ser: 1. ágil y rápida y en debido momento (promptly, speedily, in good time) desarrollada de una manera apropiada y sobre todo consistente, especialmente cuando afecta a derechos humanos fundamentales, incluyendo el derecho de propiedad; 2. llevada a cabo con sumo cuidado, en particular cuando se trata de materia de vital importancia para los individuos, como beneficios sociales y otros derechos parecidos; 3. mediante el desarrollo de procedimientos internos que permitan la transparencia y la claridad de las operaciones, minimicen el riesgo de errores y promuevan la seguridad jurídica en las transacciones entre particulares afectando intereses relativos a la propiedad; 4. correctora de errores cometidos con el pago, en su caso, de una adecuada compensación y otro tipo de reparación apropiada para el ciudadano afectado por los mismos. La “buena administración” constituye entonces un verdadero “principio rector” de las Administraciones Publicas que ha calado en la legislación y la jurisprudencia de países más desarrollados como expresión aglutinante de su buen funcionamiento, no solo desde una perspectiva interna en su faz organizativa y funcional sino también –y en particular- desde el punto de vista de sus relaciones con los ciudadanos. Este principio rector se ha positivizado en el Derecho comparado en una serie de mandatos y directrices para las Administraciones Públicas generando incluso verdaderos derechos subjetivos y colectivos de los ciudadanos con concretas garantías para su salvaguardia. Aquí traigo a colación un lema que promoví durante la gestión fundacional que llevé a cabo como Defensor del Pueblo (1994-1999), en todos los ámbitos de la institución lucia un cartel que indicaba: “[a]quí no tratamos con expedientes sino con seres humanos”. Si bien el Defensor del Pueblo es una institución con “alma” por la 34 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. propia índole de sus funciones, sería deseable que todas las actuaciones públicas también tuvieran en cuenta esta reflexión. Siempre detrás de un expediente administrativo hay un ser humano a quien una decisión administrativa puede impactar decididamente en su vida, tanto si es adoptada en ejercicio de una potestad reglada como discrecional. Dicho de otro modo, el comportamiento de los funcionarios en su trato diario con los ciudadanos afecta profundamente a la cultura administrativa, por medio de la cual las autoridades que representan al Estado se relacionan y se comprometen con la sociedad. El derecho a una buena administración, al imponer obligaciones jurídicas en el núcleo del ejercicio de la discrecionalidad, actúa como límite más allá de la mera arbitrariedad y se constituye, además, en una guía para las autoridades administrativas en la toma de sus decisiones. De esta forma el Derecho Administrativo trasciende la visión meramente positiva y se compromete con la calidad de la gestión administrativa asumiendo así un papel propio en la promoción de ésta expresada en normas jurídicas que garantizan el desarrollo de una buena administración. He aquí, en mi opinión, uno de los retos del Derecho Administrativo (y de los administrativistas nacionales) del siglo XXI: seguir siendo útil y valioso, manteniendo su esencia y rigurosidad e introduciendo la flexibilidad necesaria para avanzar hacia conceptos que en Europa ya son moneda corriente, como el de la buena administración, que contribuirá decididamente a un mayor control de la discrecionalidad administrativa. Así las cosas, la concepción de la discrecionalidad identificada con la falta de norma determinante y que acarrea la disvaliosa consecuencia del limitado o nulo control judicial, pronto pasará a constituir una página más en la fecunda historia del derecho administrativo. Bibliografía BULLINGER, M. (1987) “La discrecionalidad de la Administración. Evolución y funciones, control judicial”, La Ley. Revista jurídica española de doctrina, jurisprudencia y bibliografía, año 1987, número 4, p. 899 y ss. CASSESE, S. (2009) “Il diritto a la buona admministrazione”, en European Review of Public Law, vol. 21, número 3, otoño, p. 1037 y ss. 35 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II MAIORANO, J. (2015) “El derecho a la buena administración y el control de…”, pp. 25-36. GARCÍA DE ENTERRÍA, E. (1962) “La lucha contra las inmunidades del Poder en el Derecho Administrativo”, en Revista de Administración Pública, número 38, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, pp. 159-205. MAIORANO, J. 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Uno de ellos está dado por el hecho de que varias de las medidas que pueden facilitarlo —como el juicio por jurados— suponen un necesario contacto entre juristas y ciudadanos sin formación técnica en Derecho y obligan a analizar las dificultades de comunicación que podrían llegar a generarse. Este artículo pretende tomar dicho dato como punto de partida para analizar, de un modo que excede el ámbito estricto del juicio por jurados, los problemas que genera el uso de un lenguaje excesivamente técnico por parte de los juristas, las causas a las que esto podría obedecer y, adicionalmente, explorar cuáles serían las vías apropiadas para poder solucionar dicha problemática. Su superación, en caso de lograrse, significaría acortar una de las tantas manifestaciones que hoy asume la brecha que separa al Derecho de la sociedad. Palabras clave Juicio por jurados – democracia deliberativa – lenguaje claro – transparencia – enseñanza del Derecho – acceso a la justicia Estudiante de Abogacía de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), y ayudante de la comisión 3 de Derecho Penal I de dicha casa de estudios. Integrante de Asociación Pensamiento Penal. Correo electrónico de contacto: [email protected] / unlp.academia.edu/PabloLarsen 37 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. TOWARDS A BETTER CONNECTION BETWEEN LAW AND SOCIETY: NOTES FOR RETHINKING THE LANGUAGE THAT LAWYERS USE Abstract The discussion about the ways to follow in order to reduce the space that separates justice from the people opens numerous questions. One of them is related to the fact that many of the options that can be followed in order to accomplish that goal —like trials by jury— suppose a necessary contact between lawyers and people who do not have legal knowledge, and it generates the need of analyze the communication problems that can be generated. This paper takes that point in order to analyze, from a point of view that goes beyond the trial by jury, the problems that are generated by the excessive use of a technical language by lawyers, the causes of such use, and, additionally, approach to which may be the most effective ways to follow in order to solve those problems. Keywords Trial by jury – deliberative democracy – plain language – law teaching En realidad —como dice Sábato— el pensamiento científico parece tener mayor poder cuando menos se lo comprende. Por eso se suele decir: “¡Qué bien que habla este hombre…! No alcanzo a entender ni una sola de sus palabras” DOLINA (2014: 324) I. Introducción La utilización de un lenguaje extraño o excesivamente técnico por gran parte de las personas que están vinculadas a las profesiones jurídicas parece ser, al día de hoy, un rasgo bastante común. No resultaría exagerado afirmar que ésta es una de las primeras características que advierten aquellas personas que toman contacto con cuestiones jurídicas por primera vez, ya sea en el caso de un ciudadano que lee un contrato antes de firmarlo o que recibe una citación judicial, o la situación en la que está un estudiante de abogacía al leer sus primeros libros —con la diferencia, claro está, de que este último progresivamente irá “adiestrándose” en la comprensión y posterior reproducción de la muchas veces oscura jerga jurídica—. El empleo de fórmulas sacramentales, la recurrente utilización de frases en latín y el uso abusivo de términos excesivamente técnicos en aquellos casos donde pueden ser fácilmente reemplazados por palabras más sencillas constituyen uno de los varios 38 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. factores que inciden en la ampliación de la brecha que separa al Derecho de aquellos que deberían ser sus principales destinatarios.1 Esta situación, presente en todos los ámbitos del Derecho, se torna especialmente relevante en el caso del Derecho Penal, tanto por el lenguaje oscuro que muchas veces predomina en la academia y en los tribunales, como por tratarse de la rama del Derecho que regula, nada más y nada menos, la aplicación de la fuerza más brutal del Estado a los ciudadanos. Tal como resume HENDLER (2005: 1-2): [a]demás de intolerables –por ser intolerantes–, los penalistas somos insoportables por el lenguaje que empleamos. Las expresiones que nos son más familiares resultan incomprensibles, no solamente para el común ciudadano de a pie, sino también para los hombres de derecho dedicados a otras ramas jurídicas que, como todos los que no han sido iniciados en la así llamada “teoría del delito”, ignoran el significado de vocablos y giros como “error de tipo”, “atribuibilidad”, “exigibilidad”, “error de prohibición invencible”, “conciencia de la antijuridicidad”, “desvalor de acción”, etc. No faltan entre ellas los abusos idiomáticos como el de dar significado de sustantivo a palabras que en castellano sólo existen como adjetivos: “el ilícito” o “el injusto” que, cabe suponer, son la traducción incorrecta de alemán “unrecht” que sí tiene una acepción de sustantivo […]. Es cierto que el vocabulario técnico y hermético que se emplea en distintas ramas de la ciencia puede ser ignorado por quienes no se interesan en esa precisa disciplina científica. Quien no se preocupa por la navegación espacial puede vivir toda su vida sin informarse de los términos técnicos creados por los ingenieros del espacio. Pero en derecho penal, la despreocupación es un problema realmente grave. No es, como algunos podrían creer, una cuestión meramente idiomática. Se 1 El caso particular del empleo de frases en latín ha sido destacado en algunas obras literarias. Así, por ejemplo, se ha escrito que “[e]mpezó denunciando la opresión que ejercían los ricos sobre los pobres mediante el uso, en los tribunales, de una lengua incomprensible como el latín: Yo soy de la opinión de que hablar en latín es un desacato a los pobres, ya que en los litigios los hombres pobres no entienden lo que se dice y se hallan aplastados, y si quieren decir dos palabras tienen que tener un abogado” (GINZBURG, 1999: 97, citado en RIVES, 2014: 1). 39 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. interesen o no por ellas, las coerciones penales se imponen a todos por igual, entiendan o no lo que los expertos en esa rama del derecho quieren decir. Frente a tal circunstancia, institutos como el juicio por jurados, por suponer una obligada comunicación entre los operadores del sistema jurídico y los “ciudadanos comunes”,2 puede resultar sumamente útil para analizar la problemática. El debate en torno a la adopción de este sistema, pese a estar en la Constitución Nacional desde sus inicios, genera grandes resistencias y posiciones fuertemente encontradas. En lo que aquí interesa destacar, entre los argumentos que suelen emplearse en contra de su instalación se encuentra aquel que apunta al supuesto hecho de que los ciudadanos sin formación jurídica no se encuentran capacitados para comprender las dificultades que supone la aplicación e interpretación del Derecho. Por otro lado, en la posición contraria se encuentran aquellos que, lejos de ver a esta crítica como algo negativo, la toman como algo sumamente beneficioso. Como con suma claridad advierte el profesor citado en los párrafos anteriores (HENDLER, 2006: 87): [u]na consecuencia beneficiosa del juicio por jurados —nada despreciable por cierto— es la de suscitar la preocupación de los profesionales del derecho por expresarse en forma entendible, prescindiendo de términos técnicos y de la jerigonza del mundillo judicial. Con ella se favorece la comprensión por los ciudadanos en general sin mengua para la vigencia del derecho que se ve, por el contrario, fortalecida con la difusión y la clarificación de sus preceptos. Innecesario es añadir que también se favorece el buen uso del lenguaje, librándolo de ciertas peroratas que, muchas veces, con el pretexto de ilustrar el discurso jurídico, no solamente 2 El error de la expresión “ciudadano común” salta a la vista si se medita detenidamente sobre la misma, ya que sería difícil sostener que, al menos en una sociedad democrática, existan ciudadanos “especiales” por oposición a “comunes”. No obstante, por el arraigado uso que la misma tiene en nuestro medio, de aquí en más se la empleará como sinónimo de lego o de “persona sin formación técnica en derecho”. 40 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. aburren a cualquier lector sino que terminan por sacrificar el buen decir en aras de la cursilería.3 Partiendo de esta segunda postura, y por suponer un necesario contacto entre el ciudadano común y los profesionales del Derecho, este trabajo pretende tomar al juicio por jurados como disparador para analizar las distintas dificultades que genera el uso de un lenguaje excesivamente técnico por parte de los juristas, por un lado, y las causas a las que ello puede obedecer, por el otro. Se sostendrá que dicha problemática, que excede con creces el ámbito estricto del juicio por jurados, obedece fundamentalmente al carácter de “científico” del que históricamente se ha querido dotar al Derecho y al muchas veces aislado y autorreferencial proceso de formación y discusión que predomina en la academia. Adicionalmente, se argumentará que el inentendible y cerrado modo de hablar con el que muchas veces se expresan los juristas tiene impactos negativos en una sociedad democrática, tanto por disminuir el “diálogo democrático” como por dificultar el acceso de los ciudadanos a la justicia. Finalmente, se analizarán distintas vías que, partiendo desde la enseñanza del Derecho en las universidades –punto en el que convergen la gran mayoría de los futuros operados jurídicos, con independencia del ámbito en el que luego se desempeñen–, podrían ayudar a disminuir este problema. Si bien la mayoría de los temas serán tratados desde la óptica del Derecho Penal, no resulta difícil trasladar las críticas y conclusiones que se formulen al resto de las áreas del Derecho. II. Derribando mitos: el ciudadano común y la “ciencia jurídica” Una de las críticas más arraigadas en nuestro medio respecto de la participación ciudadana en la administración de justicia —que se manifiesta muchas veces respecto del juicio por jurados, pero que puede tener proyecciones hacia otras áreas— es aquella que afirma la imposibilidad del ciudadano común de comprender los términos y los problemas jurídicos que se desarrollan en el ámbito judicial (en esta línea, GAROFALO, 1885: 328 y ZAFFARONI, 2006). Esta toma de posición, además de manifestarse en críticas académicas, ha tenido la posibilidad de trascender al ámbito de las decisiones judiciales. Por ejemplo, con motivo de la reciente adopción del sistema de juicio por jurados en materia penal en la 3 Del mismo modo, MAIER (2013) agrega que “[e]l jurado contribuirá, ciertamente, a desentronizar una justicia de clase, a deshacer el lenguaje encriptado con el que ella se expresa, en ocasiones sin posibilidad de ser entendido fuera de un círculo menor de ciudadanos, ininteligible hasta para el propio justiciable, a similitud de aquello que sucede con una casta sacerdotal”. 41 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. provincia de Buenos Aires, una curiosa sentencia que decidió pronunciarse por la inconstitucionalidad de dicho sistema,4 incluyó, entre otros, el siguiente argumento: [e]l derecho penal es una ciencia que no está al alcance del jurado: Los miembros del jurado no son personas preparadas ni capacitadas para juzgar. El derecho penal es una ciencia muy sofisticada, de la cual el jurado no tiene ningún conocimiento. Y el juzgamiento es una tarea nada sencilla, de la cual el jurado carece de toda preparación y práctica. Un sistema de juzgamiento que coloca en cabeza de personas inexpertas una verdadera ciencia, como lo es la ciencia penal, no puede menos que ser tachada de retrógrada, oscurantista, medieval. El “sentido común” es inidóneo para aplicar la ciencia penal: No es cierto que cualquiera pueda juzgar mediante la aplicación del llamado “sentido común”. El “sentido común” no es otra cosa que un relleno de conocimientos generales que todas las personas colocamos en nuestro juicio, para suplir la falta de conocimientos específicos. El “sentido común” no está nada mal para desempeñarse en la vida cotidiana, pero para juzgar es necesario el conocimiento científico. El razonamiento que adopta esta postura podría reducirse a la siguiente premisa: el Derecho es una ciencia compleja, para la cual inevitablemente se requiere una formación técnica o “científica” en la que el denominado “sentido común” resulta extraño, y el ciudadano común carece de ella. Aunque no se lo mencione de manera expresa, es posible deducir de ello que el peligro que se pretende evitar es que los ciudadanos, por carecer del conocimiento científico que se requiere, se aparten del Derecho a la hora de intervenir en su aplicación.5 4 Tribunal en lo Criminal 2 de Azul, causa Nº 51/3399 caratulada “Barboza, Diego Javier. Homicidio simple en concurso real con homicidio en grado de tentativa”, resolución del 27 de abril de 2015. Disponible en [http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/04/fallos40987.pdf] 5 En este sentido, cabe adelantar una respuesta que a esta crítica ha formulado BINDER (2013:64), al replicar que: “[s]e acepta como obvio que el profesional está mejor preparado para aplicar la ley y llevar adelante los juicios. Sin embargo, en la práctica de nuestros tribunales, debemos insistirles a los jueces ideas muy elementales, tales como que la leyes superiores —es decir, las normas constitucionales—, se aplican con superioridad a las leyes dictadas en su consecuencia, o que cuando las leyes ponen un plazo 42 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. Tal como se adelantó, esta manera de concebir al Derecho puede ser uno de los factores que más haya colaborado a que, a la hora de expresarse, aquellos que poseen dicho “conocimiento científico” se inclinen por la utilización de un vocabulario técnico específico y por expresiones complejas que merezcan el mismo calificativo. La búsqueda de los juristas por lograr que el Derecho —es decir, su campo de conocimiento— obtenga el status de ciencia y su correspondiente “rigor científico” puede haber influido en el uso de modos de expresarse sumamente complejos que aparten al Derecho de toda posible apelación al “sentido común” a la hora de ser aplicado. Si se comparte esta posición, también sería posible sostener una de las principales premisas que aquí se intentará refutar: si los ciudadanos comunes no se encuentran formados en Derecho, resulta prácticamente imposible que ellos comprendan los argumentos jurídicos, ya que el empleo de términos más sencillos o “no científicos” implicaría una pérdida de rigor que traería graves consecuencias para la “ciencia” del Derecho. No obstante, es posible afirmar que este argumento resulta, a medida que se lo analiza en profundidad, exagerado en sus temores y alertas. Cabría preguntarse, tal como lo hace RIVES (2014a: 2), si “el uso de lenguajes engorrosos es una actitud republicana o si, por el contrario, representa un afán de obtención de status intelectual, científico, de distinción o de élite”. Algún tiempo atrás, NINO (1980: 320) supo advertir la esterilidad que acompañaba al debate acerca de si el Derecho es o no una ciencia, señalando que eran otros los motivos que se escondían detrás de tal discusión. En sus palabras: [e]s conveniente preguntarse acerca de la utilidad de tomar demasiado a pecho la tarea de adoptar una decisión a propósito de describir o no como científica la actividad de los juristas. Al fin y al cabo incluir o no un fenómeno en una cierta clase depende de la necesidad de satisfacer determinados propósitos. No parece que haya otro propósito más importante en juego en la pugna por es para cumplirlo —por ejemplo, si dice ‘tres meses’ esa frase no significa ‘tres años’, o cinco, o diez—, que los jueces no pueden hacer de acusadores, o que el juicio debe ser oral y público y no alcanza con firmar un acta que así lo dice, o que si la ley dice que se deben hacer audiencias eso significa una audiencia hecha por el juez y no por el secretario o un empleado, o que si se cita a todos a una hora deben estar en la sala de audiencia a esa hora —porque también se cita a otras personas— o que hay que ir a trabajar todos los días… En fin, podría cubrir páginas con ejemplos palmarios de la falta de profesionalismo y de descuido en la aplicación de la ley, que no es un mal de la actualidad sino que ha sido una constante de nuestros cuerpos de jueces permanentes”. 43 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. poner a la jurisprudencia al lado de las actividades reconocidas como científicas, como la física, la biología, la sociología, etc., que el siguiente: atraer para la actividad de los juristas el halo de prestigio y aprobación que rodea a toda actividad que puede designarse con la palabra “ciencia” […]. El término “ciencia” tiene una carga emotiva favorable. Su aplicación a una actividad es una especie de condecoración que atrae hacia ella el respeto y el aprecio de la gente. Si observamos que la discusión sobre el carácter científico de la actividad de los juristas está motivada en muy importante medida por ese anhelo de apropiarse de un rótulo laudatorio, podemos despreocuparnos de la disputa. En última instancia, la supuesta importancia de la jurisprudencia habrá que determinarla, no mediante este o aquel manipuleo verbal, sino a partir de las necesidades sociales que satisfaga, para lo cual será necesario detectar que funciones cumple. Tomar partido por estas críticas no implica, como una lectura apresurada podría sugerir, un rechazo por todo planteo sistemático o técnico respecto de la interpretación y aplicación del Derecho. Por el contrario, lo que interesa no es criticar al estudio técnico del Derecho en sí mismo, sino algunos de los enfoques y desarrollos que éste muchas veces ha seguido, siendo su lenguaje empleado para transmitir los resultados de dichos estudios uno de ellos. En suma, ya que “la utilización del lenguaje vulgar tiene el inconveniente de ciertas imprecisiones que sólo se consiguen superar con el empleo de términos técnicos cuya significación convencional se encuentre preestablecida” (HENDLER, 2005: 4), de lo que se trata es de evitar el empleo de términos oscuros cuando ellos son fácilmente reemplazables por expresiones más comprensibles –algo que sucede en un frecuente número de casos–,6 o en tratar de adecuar los términos del discurso de acuerdo al contexto en el que se comunica. Se trata, también, de demostrar que el empleo de un lenguaje llano y sencillo no implica, bajo ningún punto de vista, la pérdida de seriedad o de precisión en la transmisión del conocimiento.7 6 Volveré sobre este punto en particular más adelante, dando ejemplos concretos de cómo es posible “traducir” porciones de sentencias judiciales logrando que ellas puedan ser comprendidas por un mayor número de personas sin que por ello pierdan rigor técnico. 7 Un ejemplo de la posibilidad de explicar conceptos teóricos abstractos en términos sencillos puede verse en algunos pasajes de la obra de SANCINETTI (1997: 20; 2014: 165). 44 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. El equilibrio ideal se encontraría haciendo un esfuerzo para lograr que el lenguaje sencillo y el muchas veces necesario vocabulario técnico confluyan hacia una mejor comprensión del Derecho. Resulta claro que, por ejemplo, frente a lo que algunos penalistas consideran un “error de tipo psíquicamente condicionado”, ello puede ser explicado a una persona sin formación en Derecho diciendo que “el sujeto no puede merecer una pena porque, producto de una alteración psíquica, no sabía que estaba cometiendo un delito”. Vemos, de este modo, que es posible explicar cuestiones jurídicas sin caer en oscurantismos ni en un uso de términos que, por ser coloquiales o excesivamente vagos, incurran en una errónea expresión de la idea que se pretende transmitir. También puede resultar esclarecedor realizar algunas precisiones respecto del argumento que resalta la inconveniencia del uso del “sentido común” del cual se valdrían, por carecer de conocimientos “científicos”, los ciudadanos comunes al analizar cuestiones jurídicas, ya que este rechazo suele construir una frontera que impide una adecuada comunicación entre ambos. En el caso específico del Derecho Penal, donde su manifestación como “ciencia” se materializa, principalmente, a través de la llamada “teoría del delito”, alguien podría sostener que involucrar a ciudadanos sin preparación técnica en la materia podría significar una crisis o un peligro para los avances que dicho sistema ha realizado respecto de una aplicación segura y previsible del Derecho Penal,8 ya que aquél “al menos en apariencia, parece enunciado a la medida de la lógica de los jueces técnicos” (SILVESTRONI, 2004: 109). No obstante, frente a ello es posible replicar que establecer un contacto entre las teorías desarrolladas por los profesionales del Derecho y los ciudadanos sin preparación técnica, lejos de ser contraproducente, es algo que podría resultar sumamente beneficioso para el avance mismo de la teoría. Frente a los males que muchas veces pueden generar las abstracciones y el aislamiento en las reflexiones teóricas, institutos como el juicio por jurados, por suponer un obligado contacto entre profesionales y ciudadanos comunes, “pueden ser vistos como la herramienta perfecta para abandonar, de una vez por todas, la alienación de los dogmáticos y conectar definitivamente el Derecho con la realidad” ya que “ser juzgado por los propios pares trae como ventaja el conectar el sentido común y la realidad cotidiana con el mundo jurídico” (pp. 110-2). 8 No obstante, también es posible sostener, con razón, que la dogmática penal muchas veces ha resultado contraproducente respecto de una aplicación coherente, previsible y no arbitraria del Derecho Penal, siendo posible afirmar que sus construcciones oscilan “entre la estética intelectual, el arbitrio de los jueces y la seguridad jurídica” (LARSEN, 2015). 45 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. Por otro lado, también existen puntos relevantes dentro de las teorías que contienen juicios de valor que se pueden efectuar tanto desde el punto de vista dogmático —o “científico”— como desde la óptica “intuitiva” del ciudadano común sin que ello implique ningún riesgo. Se trata de casos donde el sujeto decisor puede llegar a resultar intercambiable, ya que da lo mismo que decida el juez sobre la base de una interpretación técnica de los principios o que decida el jurado a través de la interpretación profana de aquéllos —enunciados y explicados previamente por el juez al jurado—, o casos donde el sentido común resulta más fiable que el juicio “pseudo-jurídico” del juez (p. 113).9 Adicionalmente, también es útil destacar que algunos estudios empíricos realizados sobre el jurado en Estados Unidos han arrojado como conclusiones que los ciudadanos sin preparación técnica pueden entender plenamente conceptos abstractos del Derecho (HASTIE, PENROD y PENNINGTON, 1986), y que el hecho de que a veces las decisiones de los jurados sean las mismas que, hipotéticamente, hubiese adoptado un juez técnico en el mismo caso, puede deberse —entre otros factores— a que no existe una gran diferencia entre las valoraciones legales o las populares, y a que la naturaleza grupal de la decisión del jurado modera y evita los criterios excéntricos que puedan presentarse por algunos de sus integrantes a la hora de decidir (KALVEN y ZEISEL, 1966). III. El hermetismo de la academia De acuerdo con lo descripto hasta el momento, es posible arribar a la conclusión provisoria de que la necesidad de dotar al Derecho del carácter de “científico”, la consiguiente necesidad de encontrar un lenguaje técnico específico que se encuentre a la altura de dicho adjetivo, y la desconfianza de los juristas hacia el ciudadano sin preparación técnica y su “sentido común”, son rasgos que se han constituido en una suerte de obstáculo insuperable a la hora de tender un puente de diálogo entre los profesionales del Derecho y el resto de los ciudadanos. 9 Se trata de casos donde el juez profesional, por más que lo pretenda disimular bajo un ropaje técnico, decide aplicando puntos de vista valorativos que no poseen, al menos hasta el momento, una estructuración técnica precisa y objetiva. Podrían citarse, por ejemplo, el hecho de decidir si un determinado “error de prohibición” —el caso donde el sujeto pudo haber realizado una conducta prohibida penalmente, pero no ser penado por desconocer la existencia de dicha prohibición— resulta relevante, o la decisión, al analizar la posible existencia de una “legítima defensa”, de si el medio empleado por el sujeto que se defendía fue “racional”, entre otros. 46 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. Esta separación y ausencia de diálogo se manifiesta desde las mismas universidades, que son precisamente la “cuna” en la cual crecen y se forman los posteriores operadores del sistema jurídico, reproduciendo y manteniendo el “alejamiento” del ciudadano común que experimentaron desde sus primeros años de formación. A modo de diagnóstico de este aspecto del problema, ZAFFARONI (2015: 16-7) sostiene lo siguiente: [t]odo se queda en el mundo académico. Pareciera que no tenemos la capacidad de comunicarlo o —más bien— de que la comunicación es contaminante, que la pureza científica debe mantenerse al margen de la comunicación, que perdemos nivel académico cuando pretendemos explicar algo a eso que hoy llaman la gente, sin percatarnos de que la gente somos nosotros cuando nos duele el hígado o cuando vamos a comprar empanadas. Por supuesto que el pensamiento académico o universitario es importante, pero creo que llegó la hora de comunicarlo. La utilización de un lenguaje oscuro y complejo como parte del proceso de aprendizaje académico se traduce en un ciclo que acentúa la gravedad del problema de manera progresiva: el estudiante, poco a poco, se “inicia” en las formas y la terminología compleja que predomina en las aulas universitarias y posteriormente, al discutir y dialogar con colegas que poseen su misma formación, no se advierten grandes problemas de comunicación. Sin embargo, la gravedad del asunto se percibe cuando trasladamos el ámbito de discusión a otro punto: difícilmente pueda mantenerse un diálogo adecuado cuando uno de los interlocutores no domina ni comprende el lenguaje técnico con el que se expresa el otro. Esto último parece ser lo que muchas veces se genera cuando se quiere trasladar la discusión académica hacia afuera de los mismos claustros universitarios, ya que muchas veces, al predominar la discusión entre personas que “dominan” el lenguaje específico de la materia, no se suelen advertir los problemas de comunicación que pueden llegar a generarse. Ello no sería preocupante si aquel que domina el lenguaje técnico no lo percibe como un problema o, en sintonía con las críticas formuladas en el punto anterior, entiende que ello es una consecuencia inevitable y necesaria del lenguaje “científico” del Derecho. Sin embargo, si entendemos que son precisamente los juristas aquellos que cargan con la responsabilidad del problema, el panorama cambia radicalmente. Al respecto, de manera muy ilustrativa OTERO ha dicho que (2008: 94-5): 47 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. [e]l discurso académico es un discurso generado, preponderantemente, por una “elite intelectual” que, como tal, suele desconfiar de las enseñanzas que los “otros” podrían llegar a proveerle a su reflexión teórica. El jurista, en el mejor de los casos, construye su discurso en aulas, revistas especializadas, conferencias, seminarios. Lo construye a través de un proceso autorreferencial, en el cual todo funciona, aun cuando poco funcione fuera de él […]. No creo que se obtengan respuestas satisfactorias a problemas concretos de nuestra sociedad sólo a partir de la reflexión aislada y particularizada de un reducido grupo de académicos. Considero, por el contrario, que no pudiendo negarse la tendencia de todo grupo a crear sus propias reglas de pertenencia, se deben generar correctivos para atenuar ese riesgo siempre presente. Creo que es necesario abrir el juego de los argumentos “posibles”, de los problemas “proponibles”. Creo que es necesario generar instancias –y, en este caso, la Universidad juega un papel fundamental–, en donde nuestra particular e inevitable cultura jurídica intente “permearse”, ser desafiada y, entonces, ser contrastada con el “mundo de allá afuera”. Si el aislamiento y el carácter autorreferencial que actualmente predomina en los ámbitos académicos es una de las causas que genera que, una vez trasladadas sus fronteras, los operadores jurídicos tengan problemas para expresarse en términos entendibles para los ciudadanos comunes, uno de los correctivos que podría atenuar dicho problema — además de los que se mencionarán en la Sección V de este trabajo— es la ampliación del ámbito de discusión de un modo tal que necesariamente intervengan personas sin formación técnica en Derecho. De ese modo, el jurista se vería obligado a expresarse de manera clara y sencilla de modo más frecuente. En esta sintonía pueden realizarse algunas observaciones, tal como señala la cita anterior, respecto de los medios tradicionales donde los miembros de la academia suelen comunicar su conocimiento, como las revistas científicas y los seminarios o congresos de especialistas. Si bien los debates surgidos en el seno de dichos medios generan avances sumamente significativos en sus respectivas áreas, no menos cierto es que el público “no especializado” rara vez interviene en dichas discusiones, ya sea como un espectador “extranjero” o bien como principal destinatario del mensaje. El uso más frecuente de medios 48 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. de comunicación como las páginas web o los blogs, así como también las publicaciones en revistas “no especializadas”, entre otras, pueden colaborar a que el espectro de los receptores del mensaje se amplíe considerablemente, y a que el jurista se esfuerce por expresarse de manera más comprensible. Lo anterior no debería ser tomado como una “degradación” o pérdida de rigor en la transmisión del conocimiento. El prejuicio que ve al uso del lenguaje sencillo como una pérdida de calidad en el discurso puede operar como uno de los principales obstáculos a la hora de proponer soluciones a este problema. Sin embargo, la experiencia de otras áreas puede ayudar a mitigar dichas preocupaciones. VARGAS LLOSA (2012: 95), por ejemplo, advierte sobre ello en el campo de la crítica literaria al analizar la obra de Edmund Wilson, diciendo que dicho autor: [e]n verdad, ejerció un magisterio mucho más amplio del que acotan los recintos académicos. Sus artículos y reseñas se publicaban en revistas y periódicos –algo que un critico deconstruccionista consideraría una forma extrema de degradación intelectual– y algunos de sus libros fueron reportajes para The New Yorker. Pero el escribir para el gran público profano no le restó rigor ni osadía intelectual; más bien lo obligó a tratar de ser siempre responsable e inteligible a la hora de escribir. Esta perspectiva es la que debe adoptarse si se quiere tomar en serio el problema del lenguaje complejo con el que se expresan los abogados. Por otro lado, el aislamiento del discurso académico y el hecho de que el resto de la ciudadanía no pueda comprenderlo a causa de dificultades de comunicación puede traer serios perjuicios para el desarrollo de la teoría misma —al menos si se pretende, como debería ser en toda construcción de tipo jurídico, que éstas tengan un impacto en el plano de la realidad y de los problemas de la ciudadanía—, ya que se corre el riesgo de que la misma termine “relegada a los anaqueles de las bibliotecas” (HENDLER, 2005:3). 49 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. IV. Lenguaje oscuro y democracia Otra de las perspectivas desde la que puede resultar interesante analizar la problemática del lenguaje de los juristas es a través de la relación que ello puede tener con la promoción de una sociedad democrática. Una de las formas de entender a la democracia es aquella que la caracteriza como “democracia deliberativa” (NINO, 1997). Esta concepción considera que el sistema político de toma de decisiones debe basarse, primordialmente, en la discusión (GARGARELLA, 1998), alejándose de aquellas concepciones que consideran que la sola intervención de las mayorías, manifestada en el voto, es suficiente para dotar de validez y legitimidad democrática a una determinada decisión. Entre sus virtudes pueden destacarse, por ejemplo, que la deliberación puede contribuir a descubrir errores fácticos y lógicos en el razonamiento de aquellos que están tomando parte en la discusión; que ella puede tener un efecto positivo al brindar información a los participantes de la misma, expandiendo el panorama de las alternativas entre las cuales optar; y que posee un potencial carácter “educativo”, ya que el proceso deliberativo, por el cual la gente intercambia opiniones y escucha los argumentos de otros, provee una excelente oportunidad para la autoeducación de quienes debaten, así como también el mejoramiento de su habilidad de razonamiento y el desarrollo de su capacidad para convivir con otros. Uno de grandes atractivos que la concepción deliberativa de la democracia trae consigo es la posibilidad de demostrar sus virtudes, del modo en que fueron destacadas en el párrafo anterior, trasladando la cuestión a la discusión entre un grupo de personas —ya que la toma de decisiones en una democracia sería, nada más y nada menos, fruto de un proceso de discusión en una escala mucho más grande—. El problema del lenguaje de los juristas, en este punto, sale a la luz sin mayores dificultades: los argumentos que éstos puedan aportar el debate, si son manifestados con un lenguaje excesivamente complejo, difícilmente puedan ser comprendidos por parte de los otros interlocutores del diálogo democrático, y se corre el riesgo de que un valioso argumento sea rechazado por no poder ser comprendido o, también, de que un argumento peligroso sea aceptado por la indiferencia que puede generar el no comprender lo que se está debatiendo. Este aspecto del problema también sale a la vista si se considera que, al menos en Argentina, una enorme parte de los miembros del parlamento —aquel órgano del gobierno donde, al menos en teoría, se debe producir gran parte del debate democrático— son 50 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. abogados, o se encuentran asesorados por personas con formación técnica en Derecho. Un ejemplo de cómo puede verse frustrado el diálogo democrático, entre muchos otros casos, podría ser el caso de la realización de audiencias públicas —instrumento típico de la democracia deliberativa— donde los funcionarios deben debatir con los ciudadanos que pueden verse afectados por una decisión que se pretende tomar, como la sanción de una ley o la adopción de una determinada medida de gobierno. Si la forma de expresarse de aquellos que finalmente van a decidir está plagada de términos incomprensibles y oscuros, difícilmente los ciudadanos puedan comprender de qué se trata el asunto y, como consecuencia, pueden verse imposibilitados de emitir opiniones al respecto. Otra de las formas en las que el diálogo democrático se ve “entorpecido” a causa de la oscuridad del lenguaje empleado se observa a la hora de ver una de las principales formas a través de las que se expresa el Poder Judicial —es decir, las sentencias—, ya que ello minimiza los aportes que los jueces, a través de ellas, pueden realizar al diálogo democrático. Sin embargo, existe otro aspecto vinculado a las sentencias judiciales —más grave que el anterior— que genera que las personas que son, al final del día, las principales destinatarias de las mismas, no puedan comprenderlas, algo que las afecta ya sea por no saber por qué motivos han sido condenados, ya sea por no poder controlarlas y criticarlas. Ello conspira contra los ideales democráticos y republicanos de la transparencia en el ejercicio del poder y, fundamentalmente, del acceso a la justicia por parte de los ciudadanos, razón por la cual el lenguaje empleado por los jueces en las sentencias ha sido considerado como “un curioso modo de hablar que poseen y que los pone a buen resguardo de preguntas y respuestas impertinentes” (DOMENECH, 2012:75). El asunto también puede ser planteado desde la óptica de los “costos” que genera este peculiar modo de expresarse de los jueces. ARBALLO (2014) plantea el asunto en los siguientes términos: [e]n primer lugar, un costo "interno" para los operadores del derecho, en el sentido de dificultar la identificación de la regla aplicable. En la medida en que —se reconozca o no— la jurisprudencia "crea" derecho, esto es un problema serio de seguridad jurídica. Además de precisión, está el factor "costo" en términos de tiempo y relecturas. 51 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. No es menos importante el costo "externo" que es el costo de alienación de la ciudadanía que literalmente no entiende las decisiones y las razones de los fallos, lo que socava la legitimidad del sistema judicial. Nótese que este es un costo "orgánico", ya que no se distingue o se atribuye la responsabilidad en términos puntuales, sino que se agrega al pasivo del "sistema judicial" y que genera desconfianza en la ciudadanía. Nuevamente, el debate en torno a la adopción de medidas que promueven la participación ciudadana en la administración de justicia —como el juicio por jurados— ha hecho que los mismos operadores del sistema judicial puedan reflexionar acerca de función y realizar algunas autocríticas. En esta línea, por ejemplo, se ha dicho que “[l]os jueces trabajamos generalmente en silencio y no hemos aprendido a comunicar la tarea que realizamos, al menos no es nuestra práctica corriente. Las decisiones siguen siendo en gran medida entendidas sólo por algunos, ya sea por la dificultad en el lenguaje, el excesivo tecnicismo, o por su forma de transmisión” (LEDESMA en GRANILLO FERNÁNDEZ, 2013: 11). El asunto también ha sido debatido en algunos encuentros internacionales de magistrados, donde se han adoptado algunas “reglas” modelo que dan cuenta del “derecho a entender” que tienen los ciudadanos respecto de las resoluciones judiciales. 10 Algunos ejemplos pueden echar algo de luz sobre la argumentación que se viene desarrollando. Una buena práctica tendiente a eliminar el uso excesivo de términos complejos por parte de los operadores del sistema jurídico podría ser la de “traducir” 10 Cabe destacar, por ejemplo, la Carta de los Derechos de las Personas ante la Justicia en el Espacio Judicial Iberoamericano (2002), en tanto estableció, bajo el título “Una justicia comprensible”, que: “6. Todas las personas tienen derecho a que los actos de comunicación contengan términos sencillos y comprensibles, evitándose el uso de elementos intimidatorios innecesarios.- 7. Todas las personas tienen derecho a que en las vistas y comparecencias se utilice un lenguaje que, respetando las exigencias técnicas necesarias, resulte comprensible para todos los que no sean especialistas en derecho. Los Jueces y Magistrados que dirijan los actos procesales velarán por la salvaguardia de este derecho.- 8. Todas las personas tienen derecho a que las sentencias y demás resoluciones judiciales se redacten de tal forma que sean comprensibles por sus destinatarios, empleando una sintaxis y estructura sencillas, sin perjuicio de su rigor técnico. Se deberá facilitar especialmente el ejercicio de estos derechos en aquellos procedimientos en los que no sea obligatoria la intervención de abogado”. Por otro lado, el Código Iberoamericano de Ética Judicial (2006), dispone en su artículo 27 que “Las motivaciones deben estar expresadas en un estilo claro y preciso, sin recurrir a tecnicismos innecesarios y con la concisión que sea compatible con la completa comprensión de las razones expuestas”. 52 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. porciones de sentencias o fragmentos de manuales universitarios para demostrar que es posible transmitir el mismo mensaje y aumentar el número de personas que puedan comprenderlo sin que ello implique una pérdida de rigor técnico o precisión. Tomemos, por caso, los siguientes fragmentos de sentencias. En primer término se transcribirá la porción original y, en segundo lugar, se incluirá una posible “traducción”: La sentencia omnímoda dictada a fs. x procrastinó fijar emolumentos en favor del los Sres. profesionales que dieran asistencia en la acumulada "litis contestatio". Traducción: la sentencia dictada a fojas x postergó la fijación de los honorarios de los abogados que prestaron sus servicios en la conformación de la causa. De otra banda, no es ocioso el señalamiento de que la pena de encierro institucionalizado no se edifica exclusivamente sobre el dato normativo que informa de la relativa restricción a la libertad de circulación del sujeto, habida cuenta que comprende una amplísima —y en la mayor de las veces ilegítima— limitación de derechos. Traducción: por otro lado, no está de más recordar que la pena de prisión no representa únicamente una restricción a la libertad de circulación del sujeto, ya que ella implica una amplísima —y muchas veces ilegítima— limitación de derechos. Vemos, entonces, que existe la posibilidad de transmitir el mismo mensaje “depurándolo” de una terminología excesivamente técnica que impide su comprensión por parte de un mayor número de personas. Otra de las buenas prácticas que han sido adoptadas en algunos casos son aquellas sentencias que han incluido, en su mismo texto, un apartado dirigido específicamente a su destinatario, redactado en un modo tal que pueda ser comprendido sin dificultades.11 Ello, si 11 Esto se ha dado, fundamentalmente, en procesos donde se discutían restricciones a la capacidad de algunas personas. Un ejemplo puede verse en una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de México (disponible en [http://www2.scjn.gob.mx/red2/comunicados/comunicado.asp?id=2715]). En 53 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. bien puede ser considerado una práctica saludable, demuestra con claridad la existencia del problema de la comprensión del lenguaje jurídico. V. Posibilidades de cambio a través de la enseñanza del Derecho La descripción y crítica de la situación actual quedaría incompleta si no se mencionaran cuáles pueden ser los posibles caminos a seguir para ayudar a revertirla. Tal como se mencionó con anterioridad, las aulas universitarias son el ámbito en el cual coinciden, independientemente de su desarrollo profesional posterior, casi la totalidad de los futuros operadores del sistema jurídico. También se destacó que, gracias a ello, el predominio de un lenguaje oscuro en la academia colabora a su posterior reproducción y mantenimiento al momento de tomar contacto con los “ciudadanos comunes”. Si se lleva esta línea argumental un poco más allá, también resulta claro que introducir determinados cambios en la enseñanza universitaria resulta crucial si se pretende modificar el modo en que se expresan los futuros profesionales. Los cambios que con miras a modificar la actual situación podrían introducirse en la enseñanza universitaria, son de lo más variados y estas reflexiones no pretenden agotarlos. Sin embargo, a continuación se destacarán tres propuestas a considerar que, como punto de partida, pueden colaborar a formar las bases de un cambio más profundo. El primero de ellos se vincula con aspectos que calan profundo en las concepciones que se encuentran fuertemente arraigadas en la enseñanza jurídica en nuestro medio. Como muchos estudiantes de las universidades argentinas pueden advertir, los procesos de formación académicos en nuestro medio se encuentran teñidos de aspectos propios del estudio “sistemático” o “dogmático” del Derecho, tales como los conceptos, las “naturalezas jurídicas” y las categorías abstractas. Si bien la elaboración de sistemas dogmáticos que faciliten la comprensión y aplicación del Derecho pueden ser herramientas sumamente útiles, existen algunos rasgos que, fundamentalmente como consecuencia de la excesiva “abstracción” que los caracteriza, pueden resultar problemáticos. BOVINO y COURTIS (2000: cita 35) lo caracterizan de la siguiente manera: Argentina, puede destacarse una sentencia similar emitida por el Juzgado Civil Nº 7 de Capital Federal, disponible en [http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/Fallos40419.pdf]. 54 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. [e]n algunos casos, los modelos desarrollados llegan a tal grado de abstracción y complejidad que pueden ser considerados un ejercicio de demostración de capacidad teórica antes que la reexpresión coherente de un sistema de soluciones para decidir casos reales. Estos desarrollos aumentan la complejidad del modelo innecesariamente, haciéndolo cada vez más oscuro e incomprensible, generando una multiplicación geométrica de categorías, sutilezas y distinciones […]. Esta circunstancia produce consecuencias negativas, pues, además de cumplir con la función de reducir las posibilidades de comprensión del derecho por parte de las personas no entrenadas para ello y de aumentar aún más la brecha entre esas personas y el sistema jurídico, aumenta la necesidad de recurrir a los profesionales del derecho y el círculo de problemas que exigen su participación y, por ende, brinda más poder a aquellos que detentan ese tipo de saber. El énfasis que, como se observó, este método de enseñanza del Derecho pone en las categorizaciones y conceptualizaciones abstractas —las cuáles, muchas veces, carecen de consecuencias prácticas—,12 genera que se reproduzcan vicios que, posteriormente, pueden dificultar el diálogo a la hora de comunicar los conocimientos a personas sin formación técnica en la materia. Un posible camino a seguir para superarlo podría darse si el énfasis, sin perder de vista los beneficios que puede reportar el estudio sistemático o dogmático del Derecho, también es puesto en el plano axiológico o de los “valores” que respaldan una determinada teoría o decisión jurídica. De ese modo sería posible construir un diálogo entre el jurista y el ciudadano común, ya que el explicitar las razones o los valores concretos que respaldan una determinada postura, en lugar de acudir a conceptos vacíos o abstracciones innecesarias, traslada la discusión a un plano en el que la persona sin conocimientos 12 Al respecto, en un artículo muy lúcido de BULLARD y MAC LEAN (2009:26) se narra una pintoresca anécdota en la que un profesor formado en el estudio de los conceptos y abstracciones dogmáticas intenta, fracasando estrepitosamente, explicarle a otro docente proveniente de una cultura jurídica distinta la utilidad de varios de éstos. En sus palabras: “[a]l terminar mi explicación el profesor me dijo: ‘Muy interesante. ¿Para qué sirve?’ Luego de una breve discusión sobre la utilidad práctica, no supe qué contestar pues su única utilidad era para hacer más complejos los conceptos. Es que el acto jurídico no es ni siquiera un concepto, sino un ‘supraconcepto’, es decir, un concepto de conceptos. Trata de explicar qué tienen en común cosas totalmente distintas. Sus reglas, en lugar de ayudarnos a encontrar soluciones prácticas, sólo alejan el lenguaje de los abogados del lenguaje de los hombres. Con ello no se crea ciencia, se crea metafísica”. 55 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. jurídicos técnicos puede discutir casi del mismo modo que el jurista. En unas líneas donde se retoma la clásica expresión de “explicarle las cosas a Doña Rosa”, MARINO (2009) sintetiza lúcidamente esta idea: [s]i un profesor hace una pregunta didáctica sobre si algo está bien o está mal, y el alumno chocho grita "está mal, porque eso es derecho penal de autor", lejos de decir el docente "muy bien" — cosa que podría pasar tranquilamente—, debería rápidamente refutársele diciendo que eso es una mera explicación conceptual o dogmática y no una justificación. Debería inmediatamente solicitársele que diga por qué está mal aplicar el derecho penal de autor en ese, otros o todos los casos y que respecto de ello sí de una respuesta acabada y completa. Que se convenza a él mismo — y que pueda convencer a otros— de que el derecho penal de autor es verdaderamente una alternativa disvaliosa, brindando amplias razones para ello. Si sólo explica, deja feliz al docente y al discurso, pero en el fondo no habrá dicho absolutamente nada. Si sabe justificarlo, allí creo que habrá aprendizaje y un discurso loable. Entonces, frente al clásico cliché del docente de “explicarle algo a Doña Rosa”, cabría concluir que ello no es un chiste para el discurso penal que recoge el alumno de sus clases, sino cuanto menos un gran desafío. El sentido común no es menos valioso que la bola de términos cargados de emotividad con la que un dogmático puede explicar la realidad; todo lo contrario. Esa falsa imposibilidad de explicarle a Doña Rosa un domingo en la mesa el porqué de las viscerales afirmaciones a las que llega el discurso penal –y que tan poco entendibles le resultan al lego– va a ser superada justamente cuando comiencen a plantearse esas otras cuestiones; que se lleve el discurso al plano valorativo, ético, deliberativo y racional. La imposibilidad del lego de "comprender" al derecho penal es en esencia tramposa: esconde un desafío que muchos no quieren asumir puesto que el mismo discurso penal que se reproduce en las aulas es el que no quiere "bajar" —cuando en verdad es subir— al nivel que Doña Rosa le reclama. Ese miedo, imposibilidad teórica, incapacidad, o falta de talento —la verdad ignoro cuál de todos y no es mi intención subestimar— es 56 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. trasladado a los alumnos en una aceptación acrítica de un discurso que tan solo en apariencia se vislumbra como completo y perfecto; su choque con la realidad es parte de la incomprensión del lego y jamás culpa de la insuficiencia de razones que éste tiene para aceptar las conclusiones de aquél. Una segunda alternativa se encuentra vinculada con la necesidad de suplir determinadas falencias de los propios planes de estudios universitarios. Al respecto, se ha advertido que (ÁLVAREZ, 2008:137): [t]radicionalmente, en las carreras de Derecho no aparecen asignaturas que aborden la problemática lingüística del discurso jurídico ni las técnicas de expresión oral y escrita, a pesar de que el lenguaje es la herramienta principal en el trabajo del abogado, en cualquiera de las incumbencias profesionales en las que se desempeñe una vez graduado. Este aspecto tan importante para el desarrollo profesional queda relegado a las capacidades naturales de cada individuo y al bagaje de conocimientos, aptitudes y destrezas que ha adquirido en los estudios formales anteriores a su ingreso a la universidad. Estas falencias podrían ser suplidas incorporando cursos o asignaturas que se vinculen a desarrollar en el estudiante lo que se conoce como “competencias comunicativas”, entendidas como “el saber que tienen y ponen en juego los individuos en una situación concreta para comunicarse apropiadamente y con éxito, lo cual incluye la capacidad para manejar con solvencia los diversos modos de comunicación de la comunidad en la que se vive” (COMEZAÑA, 2010: 2). VI. Reflexiones finales Repasando lo dicho hasta este punto, cabe la posibilidad de extraer algunas conclusiones que deben ser tenidas en cuenta a la hora de analizar la problemática que supone el lenguaje en el que se expresan los abogados. En este sentido, es posible establecer, a modo de “golpes de martillo”, las siguientes pautas: 57 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. 1. Los problemas que genera el uso de un lenguaje excesivamente técnico por parte de los operadores jurídicos constituye un problema que debe ser atendido si se pretende tomar en serio la tarea de acercar el Derecho a la sociedad. Las dificultades generadas al momento de fomentar el debate y diálogo democrático, y a la hora de comprender las sentencias judiciales por parte de aquellos que son sus principales destinatarios, constituyen una clara muestra de ello. 2. Uno de los principales obstáculos que surge a la hora de tratar el problema son los prejuicios que existen en torno a la posibilidad de que el ciudadano común comprenda los argumentos y razonamientos jurídicos, los cuáles se acentúan al poner énfasis en el carácter “científico” del Derecho y en considerar que las personas sin formación técnica no pueden aportar nada al progreso de la misma. Esto se reproduce, entre otras cosas, como consecuencia del carácter aislado y hermético que muchas veces predomina en la academia. 3. El prejuicio anterior debe ser superado “invirtiendo” el punto de partida: si el ciudadano común no logra comprender muchos de los problemas que supone el razonamiento jurídico, el problema, en la gran mayoría de los casos, no es de éste sino de los mismos operadores jurídicos, quienes debemos replantearnos el modo en que nos expresamos cuando dialogamos con el resto de la sociedad. En este punto, hay que evitar que este prejuicio sea replicado con otro prejuicio igual de negativo, tal como podría ser afirmar que “el estudio del derecho en un sentido técnico es totalmente inútil”. Demostrar que es posible emplear términos sencillos sin perder la precisión técnica que muchas veces el Derecho requiere, y que el contacto de la teoría con los ciudadanos comunes puede colaborar a promover el progreso de aquélla, son dos vías que deben ser profundizadas para permitir que la tarea arribe a buen puerto. 4. La enseñanza del Derecho, en este aspecto, juega un papel crucial. Por ser el lugar en el que muchas veces se adquiere y reproduce la peculiar forma en la que se expresan aquellos que posteriormente van a desempeñar las funciones jurídicas, es claro que un cambio de perspectiva dentro de la misma influiría decisivamente en el modo en que se expresen, en la vida profesional, aquellos que de las mismas egresen. A la luz de todo lo anterior, tal como se anticipó al comienzo del trabajo, la adopción de medidas como el juicio por jurados tiene el atractivo de obligar a poner estos temas en la agenda de discusión. Superarlos, además de facilitar que el desarrollo de dicha modalidad de enjuiciamiento cumpla con su cometido, generaría efectos positivos mucho más allá de esas fronteras, ya que es una de las tantas tareas a asumir si se pretende construir una 58 EN LETRA – año II, número 4 (2015), tomo II LARSEN, P. (2015) “Hacia un mayor contacto entre el Derecho y la ciudadanía…”, pp. 37-61. sociedad democrática y facilitar el acceso a la justicia por parte de todos los ciudadanos, evitando que su contacto con el “mundo jurídico” se encuentre plagado de obstáculos y tribulaciones como los que tan lúcidamente Franz Kafka supo retratar en su novela El Proceso. Bibliografía ÁLVAREZ, G. (2008) “La enseñanza del discurso jurídico oral y escrito en la Carrera de Abogacía” en Academia. Revista sobre enseñanza del derecho, Buenos Aires, Eudeba, año 6, Nº 11, pp. 137-148. ARBALLO, G. (2014) “Hacia la mensuración del costo de escribir mal: un ejemplo –y un contraejemplo–” en Saber Derecho, entrada del 9 de enero de 2014, consultada en [http://www.saberderecho.com/2014/01/hacia-la-mensuracion-del-costo-de.html] el 07.07.2015 BINDER, A. 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Ezequiel JIMÉNEZ Fecha de recepción: 26 de julio de 2015 Fecha de aprobación: 19 de agosto de 2015 Abstract Although the doctrine of jus cogens or non-derogable norms calls on every state to prosecute gross violations of human rights, a combination of power politics and lack of institutional capacity has denied the right of access to justice to countless victims, creating an impunity gap. Identified as one of the main challenges for the current international legal architecture protecting human rights, hybrid tribunals have been put forward as a novel approach narrowing the impunity gap in post-conflict states. Tasked with prosecuting atrocity crimes, hybrid tribunals also have the potential to re-build domestic judicial capacity. Indeed, hybrid tribunals and their premise of capacity building can be understood as a contributing factor creating conditions for sustainable human rights compliance. In this context, this essay analyzes how hybrid tribunals might contribute to narrowing the impunity gap through their capacity building premise. It asks what capacity building recommendations can be drawn from the Special Court for Sierra Leone, the ongoing trials in the Extraordinary Chambers in the Courts of Cambodia and the unique judicial set up in the Bosnian War Crimes Chamber. Understanding that closing the impunity gap must begin at the domestic level, the extent of capacity building mechanisms developed by these tribunals will be a key parameter to conceptualize how they might create a strong domestic human rights normative framework equipped to uphold jus cogens. Politólogo con enfoque a las Relaciones Internacionales y Derechos Humanos (Macalester College, EE. UU) con un Magister en Políticas de Derechos Humanos como becario de la Union Europea en las Universidades de Gotemburgo (Suecia), Roehampton (Inglaterra) y Tromsø (Noruega). Graduado de Bachiller Internacional como becario de United World Colleges (Noruega). Miembro asesor y consultor para varias organizaciones publicas y privadas incluyendo la Organización Mundial de la Salud, la Comision de Derechos Humanos de la Honorable Camara de Diputados de Salta, TECHO y Amnistía Internacional (Secretariado Internacional en Londres), entre otras. Correo electrónico de contacto: [email protected] 62 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. Keywords Human Rights Law - International Criminal Justice - hybrid tribunals – impunity - capacity building TRIBUNALES HÍBRIDOS COMO FORMA DE DESARROLLO DE CAPACIDAD JURISDICCIONAL: ¿UNA MANERA DE REDUCIR LA BRECHA DE IMPUNIDAD? Resumen Aunque la doctrina del jus cogens o leyes no derogables insta a cada Estado a procesar a individuos sospechados de graves violaciones a los Derechos Humanos, la combinación de un escenario geopolítico dictado por pretensiones políticas y la falta de desarrollo técnicolegal en países post-conflicto ha creado un vacío de impunidad en el mundo. Identificado como uno de los problemas actuales de mayor complejidad en la arquitectura legal global de protección de los derechos humanos, la aparición de tribunales híbridos internacionales intenta cerrar la brecha de impunidad creada a partir de intereses políticos. Establecidos para juzgar crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio, el modelo de los tribunales híbridos internacionales también cuenta con la posibilidad de generar herramientas de desarrollo técnico-legal en países post-conflicto con sistemas judiciales débiles. De esta manera, la función de los tribunales híbridos, como esquemas de desarrollo de capacidades judiciales en países post-conflicto, abre también la posibilidad de establecer un ecosistema centrado al respeto a los derechos humanos. En este contexto, este trabajo busca dilucidar qué lecciones se pueden rescatar de los tribunales híbridos en Sierra Leona, Camboya y Bosnia y Herzegovina en cuanto a su rol en el desarrollo de capacidades en sistemas judiciales locales afectados por conflictos. De esta manera, este trabajo plantea que, al desarrollar capacidades locales creando una cultura legal que se centre en la protección de derechos humanos, tribunales híbridos alrededor del mundo pueden abordar situaciones de impunidad aplicando la doctrina de jus cogens para llevar justicia a víctimas de violaciones a los derechos humanos. Palabras clave Derechos humanos - justicia internacional criminal - tribunales híbridos – impunidad desarrollo de capacidad 63 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. I. Introduction: From Theory to Practice The project of human rights has become a modus vivendi and a modus operandi for states, individuals and multilateral entities. The centrality of this project, Amartya SEN (2004) would note, is the urgent need for dignity among the human race. As he states, there is notably “something deeply attractive in the idea that every person anywhere in the world, irrespective of citizenship or territorial legislation, has some basic rights, which others should respect” (p. 315). Indeed, the human rights normative framework has been indispensable to advance notions of equality, freedom and protection from violence around the world. As the eminent legal scholar Antonio CASSESE (2004, 2012) puts it, significant progress has been achieved by legislating human rights laws internationally and domestically. In fact, since the Vienna Convention on the Law of Treaties in 1969, 1 the creation of the category of jus cogens (or preemptory norms) not permitting any objection or derogation by treaty (FELLMETH & HORWITZ, 2009) has given way for the supremacy of a set of principles that, in turn, command the legality of certain state behaviour (CASSESE, 2012). The doctrine of jus cogens has developed today including key human rights norms such as: banning genocide, slavery, torture and upholding the principle individual criminal responsibility and the right of access to justice (CASSESE, 2004, 2012; SIKKINK, 2011, 2012). These preemptory norms2 are codified in a collection of human right treaties including the Universal Declaration on Human Rights, the Convention on the Prevention and Punishment of the Crime of Genocide, the International Criminal Court (hereinafter, “ICC”) statute and the large body of jurisprudence developed by the ad hoc tribunals for the former Yugoslavia and Rwanda as well as the vast number of opinio juris by the International Court of Justice (hereinafter, “ICJ”). 1 Jus cogens are codified under Articles 53 and 64. In the words of Jiménez de Aréchaga, rapporteur of the Vienna Convention, jus cogens means that: “[t]he international community recognizes certain principles which safeguard values of vital importance for humanity and correspond to fundamental moral principles” (CASSESE, 2012: 171) . 2 For a full list of treaties codifying jus cogens norms, see: GHANDI (2012). 64 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. II. The Right of Access to Justice Based on the right of access to justice, tribunals around the world have used and upheld jus cogens norms to fight impunity and guarantee victims’ redress. In fact, since the Second World War’s Nuremberg and Japanese tribunals there has been a ‘justice cascade’ where human rights prosecutions have influenced international politics raising the status of the fight against impunity worldwide (SIKKINK, 2011). Guaranteed under international law, the right of access to justice has reached a pinnacle with the creation of the ICC in 1998, extending its jurisdiction for crimes against humanity, genocide and war crimes to 123 member states,3 with the latest party to the Rome Statute being the State of Palestine. Indeed, in cases of war crimes, genocide or crimes against humanity (also known as atrocity crimes), the doctrine of jus cogens obligates states to prosecute such violations of human rights (CASSESE, 2004). In this sense, several judicial arrangements in places like Argentina, South Africa and Tunisia have succeeded in prosecuting human rights abuses. Together with critical pressure exerted by civil society, the human rights normative framework developed within jus cogens has become an integral part of the international community (FINNEMORE & SIKKINK, 1998; KECK & SIKKINK, 1999; SIKKINK, 2011). However, there are more than a few examples in practice where the right of access to justice –let alone any justice mechanism– has been available for victims of human rights abuses. Since the early 2000s, the human rights normative framework has suffered significantly due to geopolitical and capacity constraints in the international system. Key events signaling the deterioration of the right of access to justice include the widespread use of torture by states, the emergence and re-emergence of complex conflict situations, the denial of justice for General Franco’s crimes during the Spanish Civil War, impunity in Mexico’s drug war, Russia’s annexation of Crimea and continued fighting in East Ukraine, instability in the Middle East, violence in Libya and Yemen and the ongoing war in Syria and Iraq. These examples point at a current crossroad regarding the place the right of access to justice occupies in the international system and raises worryingly questions regarding impunity worldwide. 3 As of March 2015. See: [www.icc-cpi.int/]. 65 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. III. The Impunity Gap and the Current Debate The ongoing crisis in Syria is a fitting example of impunity in the current global judicial architecture. According to the 9th Report from the UN Human Rights Council’s Syrian Commission of Inquiry published in March 2015, since March 2011 “war crimes and crimes against humanity have been committed on a massive scale”(COI, 2014, 2015: 8). Deliberate shelling of civilians, torture and indiscriminate attacks from non-state armed parties like the Islamic State are examples of the widespread violations of jus cogens norms. Indeed, other organizations like Human Rights Watch and the International Center for Transitional Justice (hereinafter, “ICTJ”) have documented gross violations of human rights in Syria (HUMAN RIGHTS WATCH, 2013; SEILS, 2013). Remembering that attaining jus cogens is the primary responsibility of states and secondly of the international community, the lack of political will from each of the sides creates a dangerous impunity gap in the human rights normative framework. This impunity gap is constituted simply because sovereign governments, for example Syria, have not acted to fulfill their duty under international law to prosecute atrocity crimes while lack of membership to the ICC prevents the prosecutor from opening a case in Syria. And, even when Chapter VII powers were invoked by the United Nations Security Council (hereinafter, “UNSC”) to refer Syria to the ICC, countries like Russia and China have exercised their veto. Therefore, this inaction at the state level, combined with an ineffective and politically ridden UNSC leaves the Syrian victims, like many other around the world, with no other choice than to suffer impunity (DAWLATY & NO PEACE WITHOUT JUSTICE, 2013; RADZIEJOWSKA, 2013). In this somber context, the failure of the international community to act has been partially answered during a recent debate organized by the International Center for Transitional Justice (hereinafter, “ICTJ”). Taking a long-term historical view, the UN Human Rights Chief, Prince Al Hussein, argued that “state ownership of the fight against impunity” is paramount (ICTJ, 2015). Similarly, ICC prosecutor Bensouda noted that departing from the Rome Statute states have the primary responsibility to prosecute human rights offenses (DANCY & MONTAL, 2014; ICTJ, 2015). On this point, Harvard’s Professor Ignatieff agreed that although the international community cannot escape the tyranny of “the vital interests of powerful states”, access to justice for victims is better served when “citizens of the same country [face] each other” (ICTJ, 2015). In this sense, we are reminded that an effective human rights normative framework is primarily a domestic one. 66 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. However, acknowledging that post-conflict states willing to adhere to the human rights normative framework typically inherit judicial systems unfit for a process of transitional justice, the international community has a role to play under the jus cogens doctrine (KERR & MOBEKK, 2007). By transitional justice, we mean a “range of judicial and non-judicial mechanism aimed at dealing with a legacy of large-scale abuses of human rights” (KERR & MOBEKK, 2007, p.3). In this context, hybrid tribunals have been used in recent years as a mechanism to narrow the impunity gap. Bearing in mind the crucial allocation of political will from post-conflict states behind hybrid tribunals, these have the potential to create opportunities for reform and domestic capacity building of the judicial sector in order to create the conditions for access to justice for victims of atrocity crimes domestically (KERR & MOBEKK, 2007; UNHCHR, 2008; WEIFFEN, 2012). Indeed, hybrid tribunals were specifically designed to “contribute to sustainable peace and the rebuilding of a society based on the rule of law” (KERR & MOBEKK, 2007: 3). As will be explained throughout this essay, hybrid tribunals’ mandate was envisioned part judicial and part developmental, harnessing the legal technical knowledge domestically while carrying out human rights prosecutions (DICKINSON, 2003). IV. Defining Hybrid Tribunals Hybrid or ‘internationalized’ tribunals “blend the international and the domestic as a product of judicial accountability-sharing” (HOLVOET & DE HERT, 2012: 229) between a host state and international organizations. To date, hybrid tribunals have been used in the context of transitional justice in Sierra Leone, East Timor, Kosovo, Bosnia Herzegovina, Cambodia and Lebanon. Born out of the experience of the ad hoc tribunals for the Former Yugoslavia and Rwanda, hybrid tribunals are mutually agreed between the post-conflict state and, typically, the United Nations (hereinafter, “UN”). This type of agreement renders an accountability-sharing scheme where both the state and the international community design and implement the court’s mandate. Explained in detail below, hybrid tribunals are designed to “offer legitimacy by providing ownership without affecting independence and impartiality […] while also building domestic capacity” (HOLVOET & DE HERT, 2012: 229). Moreover, key to their name, as COSTI (2005) and DICKINSON (2003) also explain, these tribunals mix domestic with international law in line with fair trial international standards. For example, in Sierra Leone this meant the domestic provision of prosecuting individuals below the age of eighteen 67 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. years old (PERRIELLO & WIERDA, 2006; SCHABAS, 2008). Another key hybrid element is the inclusion of international and domestic judicial personal. All hybrid tribunals to date have included this mix preserving the tribunal’s independence and transparency while assuring domestic legal fluency (SCHRÖDER, 2005). These three elements of hybrid tribunals, namely: proximity to victims, blending domestic and international law as well as combining international with domestic judicial personal, is coupled with a fourth element: the premise of domestic capacity building. As explained above by KERR and MOBEKK (2007), post-conflict states enabling a transitional justice process, typically inherit broken and ineffective justice institutions and begin a process of rule-of-law reforms to address past human rights abuses. From the adjudication of complex human rights legal cases, hybrid tribunals have the potential to spur institutional learning at the different levels of the judicial system (CHEHTMAN, 2013). Hence, hybrid tribunals are considered an advantageous way of supporting weak postconflict institutions while locating human rights prosecutions domestically (MCAULIFFE, 2009; UNHCHR, 2008). In this context, the purpose of hybrid tribunals is to “impact […] local institutions [by] building capacity; rebuilding judicial systems and promoting international human rights standards throughout the local community” (HOLVOET & DE HERT, 2012: 230). Emphasizing the fact that domestic prosecutions tend strengthen local judiciaries (KIM & SIKKINK, 2013; ICTJ, 2015; DANCY et al., 2014), even in the tragic case of Syria, HUMAN RIGHTS WATCH (2013) argues that “a dedicated and specialized judicial mechanism embedded in the national justice system with support from international judicial experts could work to narrow the existing impunity gap” (p. 15). Thus, hybrid tribunals and their premise of capacity building have the potential to play a critical role in domestic capacity building in order to narrow the impunity gap. The purpose of capacity building mechanisms within hybrid tribunals is to embed domestically the human rights normative framework creating ownership and locating jus cogens responsibilities within the state V. Hybrid Tribunals as Capacity Building Tools? In this context, this essay analyzes how hybrid tribunals might contribute to narrowing the impunity gap through their capacity building premise. It asks what capacity building recommendations can be drawn for situations where hybrid tribunals might aid narrowing the impunity gap. Thus, the essay analyzes the Special Court for Sierra Leone (hereinafter, “SCSL”), the ongoing trials in the Extraordinary Chambers in the Courts of Cambodia (“ECCC”) and the unique judicial set up in the Bosnian War Crimes Chamber (“BWCC”) within the Court of Bosnia Herzegovina (“BiH”) with backing of the International 68 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. Tribunal for the Former Yugoslavia (“ICTY”). Understanding that closing the impunity gap must begin at the domestic level, the extent of capacity building mechanisms developed by these tribunals will be a key parameter to conceptualize how they might create a strong domestic human rights normative framework equipped to uphold jus cogens. However, an important point of clarification must be made. As explained by KERR and MOBEKK (2007), in any post-conflict effort, multiple national and international agencies participate in diverse capacity building programs, hybrid tribunals being only one of them. In this regard, borrowing from them: “is it unrealistic to expect one single mechanism” (p. 177) to rebuild the whole of the judicial system. In fact, what this essay treats hybrid tribunals as a key mechanism within the universe of many others tasked with post-conflict reconstruction. This clarification is of utmost importance to keep in mind throughout the essay because, as the reader might alert, re-building states after conflicts is a process beyond any one institution or capacity building effort. In sum, by understanding how hybrid tribunals might contribute through their capacity building premise, we might be able to learn useful lessons for on-going conflicts in places like Syria and Yemen. In this sense, the essay begins with a discussion about human rights compliance for the right of access to justice to later analyze our case studies. It concludes with possible avenues for policy development in the field of international criminal justice and hybrid tribunals. VI. The Return to Norms: Human Rights Compliance In the context of jus cogens, the constructivist school of international relations led by FINNEMORE, KECK, RISSE, ROPP, and SIKKINK has tried to develop models describing the conditions in which compliance with human rights norms occurs among states. By examining the pressure of transnational networks as well as socialization strategies among states, the above-mentioned authors highlight the importance of norms and reputation in the international system (FINNEMORE & SIKKINK, 1998; RISSE et al., 1999, 2013). Indeed, in a seminal paper published in 1998, FINNEMORE and SIKKINK explained that “shared ideas […] about appropriate behavior are what give the world […] order and stability” (p. 894). Challenging the presumption that international relations scholarship should not enter normative debates, the objective of norm theory is to show “how the ‘ought’ becomes the ‘is’” (p. 916). As a striking difference with realist conceptions of international relations, FINNEMORE and SIKKINK (1998) force an “ideational turn” (p. 888) in the study of state behavior by trying 69 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. to understand how norms are created and what are the mechanism for compliance, beyond simple state strategic interest. Building on institutional sociology (p. 907), they argue that states’ particular strategic interests can be challenged by larger normative framework developed by international organizations such as the UN and transnational activist networks4 (KECK & SIKKINK, 1998). For them, the language and policies of human rights developed since 1948 constitute a powerful normative framework states cannot escape without considerable diplomatic damage. Using human rights treaties as an example, when states face conditionality in the international system regarding their accession to certain norms, their reputation and legitimacy as relevant actors might be jeopardized (FINNEMORE & SIKKINK, 1998). Examples of this include states such Argentina during the 1970s, Belarus in the context of the European Union and Sudan, where the ICC has investigated genocide in Darfur, indicting President Omar Al-Bashir (SIKKINK, 2014). FINNEMORE and SIKKINK (1998) have famously coined this process of norm recognition as a “norm cascade”. This is when “norms may become so widely accepted that they […] achieve a ‘taken-for- granted’ quality” (p. 904). With the creation of the UN and the subsequent codification of a variety of treaties, the right of access to justice has cascaded significantly throughout the international system creating a ‘justice cascade’ (FREEMAN, 2011; SIKKINK, 2011). This framework has been referred as the ‘spiral’ model. However, the assumption of exclusive willingness as the only factor needed opaque the reality that states also need to be able to follow and implement human rights norms in order to narrow the impunity gap. Indeed, new research has shown that compliance with human rights norms depends not only on willingness of states but also on their institutional capacity (RISSE et al., 2013). Thus, the authors conclude that capacity building processes must be included as one of the mechanisms to garner compliance with these norms. Mechanisms Coercion Model of social (inter-) actions Use of force Legal Enforcement Underlying logic of action Hierachical authority (Herrschaft) Incentives Sanctions Rewards Logic of consequences 4 Examples of them include Amnesty International, Human Rights Watch, the Federation of Human Rights and certain UN-specialized bodies. See: ALISON BRYSK (2012: 11, 4-16). 70 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. Persuasion Arguing Naming/ shaming Discursive power Logic of arguing and/ or logic of appropriateness Capacity-building Institution-building education training Creating the preconditions so that logics of consequences or of appropriateness can apply Source: RISSE et al. (2013: 16) Thus, while the spiral model employed modes of socialization such as coercion, incentives and persuasion to change state willingness to comply with human rights norms, the revised model focuses on institutional building, education and training. Therefore, in order to understand better what capacity building for human rights compliance means, the next section delves into the main ideas used by RISSE, ROPP and SIKKINK. From this analysis we are able to locate the question whether hybrid tribunals can contribute creating the conditions for human rights compliance narrowing the impunity gap. VII. Building Capacity for Compliance For RISSE, ROPP and SIKKINK, capacity building means a “highly institutionalized process of social interaction aiming towards education, training and the building up of administrative capacities to implement and enforce human rights law” (RISSE et al., 2013: 15). This definition is in line with earlier scholarship developed by CHAYES and CHAYES in the ‘management school’ of compliance research. For them, issues of capacity have been infrequently recognized as the root cause for non-compliant behavior of human rights norms (CHAYES & CHAYES, 1993; CHAYES et al., 1998). In the context of human rights prosecutions, this means a strong judicial system able to adjudicate complex crimes involving, in some instances, the complicity of the state. However, states committed to transitional justice usually inherit a broken judiciary (KERR & MOBEKK, 2007) where involuntary non-compliance with human rights norms can be understood as the “lack of administrative capacity to enforce decisions” (RISSE et al., 2013: 15) rather than their unwillingness to abide by such norms. In the same vein, limited statehood theory posed by RISSE (2013) utilizes the concept of “involuntary non-compliance” (CHAYES & CHAYES, 1993), noting that states might be unfairly judged for low compliance impact when they do not possess the right governance 71 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. capabilities to enforce any type of laws (KRASNER & RISSE, 2014). Hence, as opposed to consolidated statehood presupposing full capacity to implement and enforce rules throughout the territory, RISSE and BORZEL point out to the necessity of capacity building initiatives for “democratic regimes with weak institutions” (RISSE, 2013: 18). In this sense, limited statehood theory complements the spiral model insofar it explains issues of involuntary non-compliance pointing out at failing governance structures and the critical role of capacity building for long-term human rights compliance. VIII. Limited Statehood and Shared Sovereignty: Compliance Investment? RISSE derives the notion of statehood from Max Weber’s ideas of institutional authority and the ability of states to “steer hierarchically” (Herrschaftsverband) (RISSE et al., 2013: 65) legitimately controlling the monopoly of violence. From this, consolidated statehood corresponds with the ability to make, implement and enforce rules throughout the territory using the institutional channels previously established by the machinery of the state. Areas of limited statehood, on the other hand, corresponds to several dimensions where the central authority lacks the ability to enforce rules (p. 66). The ability to enforce rules can be restricted along three dimensions: (1) territorial, (2) sectoral “with regard to specific policy areas” (RISSE et al., 2013: 68), and (3) social “with regard to specific parts of the population” (id.). For RISSE and BORZEL most countries in the world have areas of limited statehood where laws from the central authority cannot be enforced in relation to certain parts of the territory, a specific segment of the population or in connection to a particular policy area. For example, access to justice has been identified as a policy area of limited statehood in Sierra Leone, Bosnia Herzegovina and Cambodia corresponding with the creation of hybrid tribunals in each of these countries as means to build institutional capacity in their judicial systems (p. 71). In this context, external actors such as the UN play a significant role building domestic capacity for the right of access to justice as a policy area of limited statehood (LAKE, 2014). Indeed, limited statehood scholarship in countries undergoing a process of transitional justice, such as Congo (id.), Georgia (RISSE et al., 2013), and states with severe administrative capacity constraints, such as Kosovo (BÖRZEL, 2011) and the Salomon Islands (MATANOCK, 2014), have emphasized the participation of external actors assisting with the process for consolidating statehood (RISSE & LEHMKUHL, 2006). KRASNER and RISSE call this “state-building” efforts aimed at complementing state functions “where [it] does not have 72 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. the administrative capacity to exercise effective control” over the territory (KRASNER & RISSE, 2014: 546). If we take the example of the Cambodian hybrid tribunal, KRASNER and RISSE’s terminology would apply as the UN and the government identified deficiencies in the state’s judicial system precluding the adjudication of human right abuses during the Khmer Rouge, thus, proposing the creation of a hybrid tribunal (ECCC, 2015). The same could be mentioned in Bosnia Herzegovina with the UN and the ICTY assisting the hybrid court and the government over human rights prosecutions. These examples show how external actors engage in a process of co-governance with the host state sharing sovereignty over human rights prosecutions as a policy area of limited statehood. In fact, coined as “delegation agreements” (MATANOCK, 2014), external actors bring multiple resources and expertise in an effort of state building. For RISSE, such delegation agreements represent “multilevel governance” (RISSE, 2013: 3) where local, regional and international actors delineate a program for joint action. In regards to our case studies, the agreements signed between the UN and the government of Sierra Leone, Cambodia and Bosnia Herzegovina, could be seen in effect as multilevel governance (BiH, 2014b; SCSL, 2015; ECCC, 2015). Therefore, with the objective of strengthening the rule of law and supporting domestic capacity, hybrid tribunals can be understood as external actors engaging in state building. However, before moving to the second part of the literature review examining the main features of hybrid tribunals focusing on their premise of capacity building, we must highlight the following three points. First, based on the new model we learn that noncompliance with jus cogens norms might be an issue of institutional capacity of states rather than one of willingness. Therefore, mechanisms involving capacity building (education, training, administrative capacities) are needed. Secondly, that limited statehood theory explains involuntary non-compliance as states lack central enforcement powers. We also learn from limited statehood theory that right of access to justice is an area of limited statehood in Sierra Leone, Bosnia Herzegovina and Cambodia, our three hybrid tribunal examples (RISSE et al., 2013: 71). Third, we observe from KRASNER, RISSE and MATANOCK that capacity building activities in areas of limited statehood need to be based on shared sovereignty agreements that are legitimate, aim for low complexity of tasks and are institutionally designed for local adaptability. These three lessons are important to remember as they confirm that hybrid tribunals might be seen as capacity-building institutions creating conditions for jus cogens compliance. 73 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. IX. Core Elements of Hybrid Tribunals As explained in the introduction, hybrid tribunals have been created as a direct response to geopolitical and capacity constraints of the international and domestic legal architecture creating an impunity gap (UNHCHR, 2008). The core elements of hybrid tribunals tackling access to justice as a policy area of limited statehood can be divided in four: (1) proximity to victims, (2) domestic and international applicable laws, (3) mix of local and (4) international judicial personal and capacity-building. a) Proximity to Victims As seen in Sierra Leone, Bosnia Herzegovina and Cambodia, hybrid tribunals have been created through negotiations between governments and the UN in order to secure a legitimate and transparent mechanism for victims’ redress (UNHCHR, 2008; PILPG, 2013). Unlike the ICC, located in The Hague, the advantage of hybrid tribunals is their proximity to victims and what this means for the effective exercise of their right of access to justice. Indeed, attending and participating in court proceedings can “allow the affected population to better understand the conflict and can contribute to the social reconstruction process” (PILPG, 2013: 6). Moreover, witnessing the proceedings in the local language adjudicating international and domestic law may improve the perceived legitimacy of the tribunal (PILPG, 2013). In this sense, MENDEZ (2009) also argues that this reinforces the “moral imperative to make victims and affected communities the primary focus of international humanitarian law enforcement”5 (p. 73). Others like RAUB and NOUWEN argue that local trials can lead to a cathartic process for victims and have the advantage of unrestricted and immediate access to evidence and witnesses for complex human rights prosecutions (NOUWEN, 2006; RAUB, 2008). In relation to hybrid tribunals as domestic capacity building institutions, COSTI (2005) clearly points out that “an international tribunal located far away from the affected country and operated by foreigners cannot train local actors in necessary skills” (p. 11). Indeed, capacity building can only take place if the seat of the court is invariably located 5 Even the ICC struggles with this. In a recent novel decision, the trial chamber of Bosco Ntaganda of the Democratic Republic of Congo, requested the Registrar of the Court to evaluate the possibility of hosting the opening of the trial in Ituri. The trial chamber argued that the change of trial location is in line with the Rome Statute and “serve to meaningfully bring the proceedings closer to those most affected” (ICC, 2015: 12). 74 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. within the post-conflict state and in proximity to victims. b) Applicable Laws and International Standards A second core element of hybrid tribunals is the applicability of international and domestic laws. In practice this means the combination of international law covering war crimes, genocide and crimes against humanity with domestic laws equally important for the adjudication of human rights abuses. For example, in Cambodia the statute of the ECCC included genocide and crimes against humanity as well as “three specific crimes under the 1956 Penal Code of Cambodia: homicide, torture and religious persecution” (NOUWEN, 2006: 206-7). In Sierra Leone, domestic laws in the Special Court included lowering the age of trial from 18 to 14 years old in response to the use of child soldiers during the civil war (KERR & MOBEKK, 2007). One advantage of including jus cogens norms into the legal statutes of hybrid tribunals is the avoidance of non-retroactivity or ex post facto judgments where individuals cannot be tried for crimes that were not outlawed at the moment they were committed. As explained before, through the jus cogens doctrine, every state is obligated to prosecute such crimes irrespective if these are present in their domestic legal code (PILPG, 2013: 20). This way, the right of access to justice for victims of human rights abuses is always guaranteed (DE GREIFF, 2014). Moreover, by applying international and domestic laws in parallel, hybrid tribunal secure international trial standards while moving away from a victor’s justice characterization by local skeptical actors (COSTI, 2005: 25). In terms of capacity building, DICKINSON (2003) and GIBSON (2009) point out how the interaction between these two sets of laws offers the opportunity to develop local jurisprudence on atrocity crimes using international law while adding expertise and further case law for the validity of jus cogens domestically. c) Judicial Personal: Transparency, Impartiality and Local Fluency Closely related with the mix of international and domestic laws, hybrid tribunals are also characterized by the mix of international and domestic judicial personal. All hybrid tribunals to date have followed this composition. The hybrid nature of the judicial personal corresponds to two main objectives: ensure the international standards of transparency and impartiality of the procedure while warranting local fluency of domestic laws. The presence 75 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. of international judicial personal contributes to the objective of safeguarding international trial standards at the same time domestic judicial personal might be protected from government interference of their own investigations (PILPG, 2013). For example, in Cambodia, international judges have constantly battled with the Cambodian government in order to preserve impartiality and the appropriate application of international law (SCULLY, 2011). On the other hand, the inclusion of international judges and prosecutors enhances the “perception of the independence of the judiciary and therefore its legitimacy” (DICKINSON, 2003: 306). Moreover, authors like MENDEZ (2009) and COSTI (2005) argue that collaboration between local and international personal may enable a process of institutionalization of international norms within domestic judicial systems. This, in turn, raises domestic trial standards to ensure impartiality and transparency for the accused and victims alike. Similarly, domestic judicial personal is crucial to garner local fluency of laws and judicial culture needed for appropriate prosecutorial and defense investigations (COSTI, 2005: 18-9). In terms of capacity building, as noted by MENDEZ, COSTI and DICKINSON, working side by side with domestic and international judicial personal contributes to cross-fertilization of advocacy and legal expertise. In this sense, the UN Office on Drugs and Crime argues that capacity building amongst judicial personal is inherently a two-way process “with internationals joining a hybrid initiative being required to learn about a country’s history, culture and legal tradition” (UNODC, 2011: 35) and domestic personal learning new investigative and trial techniques. Nonetheless, it is worth mentioning that crossfertilization can happen at any time and without any planning or capacity-building design. Thus, it is hard to quantify or monitor in the daily activities of hybrid tribunals. However, when planned, capacity building activities between local and international judicial personal might render positive results (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b; CHEHTMAN, 2013). d) Capacity Building: Judicial Romanticism? The last and most important core element of hybrid tribunals for this essay is their capacity building dimension. Bearing in mind that post-conflict states typically suffer from systemic problems including a broken judiciary “too poor to deliver meaningful postconflict justice” (HOLVOET & DE HERT, 2012: 238), hybrid tribunals were envisaged to, while carrying out human rights prosecutions, build domestic capacity within the judiciary (UNHCHR, 2008). From the literature, we gather that hybrid tribunals “have the potential 76 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. for greater impact on nation-building” (MENDEZ, 2009: 73) while “promoting international human rights standards throughout the local community” (HOLVOET & DE HERT, 2012: 230). However, there has not been a systematic process of defining what capacity building means in the context of hybrid tribunals. Thus, while all of the authors surveyed in this section mention capacity building in some ways, their definition and application of the term varies according to the examples they use or the point they are trying to convey. It seems that capacity building is a byproduct of hybrid tribunals’ inclusion of international and domestic judicial personal and the material resources earmarked for infrastructure. For example, while STROMSETH argues that “capacity-building is important […] to [prevent] future atrocities and to building a stable rule of law” (STROMSETH, 2009: 89), her assessment and that of DICKINSON (2003), COSTI, (2005) RAUB (2008), KERR and MOBEKK (2007), MENDEZ (2009) and HOLVOET and DE HERT (2012) does not go further enough to explain what is meant by capacity building, what kind of specific activities contribute to building the rule of law and how they measure human rights impact and internalization. Similarly, despite that a 2008-policy tool published by the UN High Commissioner for Human Rights describes in some detail what capacity building might entail, it does not offer concrete evidence or programmatic details (UNHCHR, 2008: 2). In this context, one wonders whether authors dealing with the capacity building dimension of hybrid tribunals have engaged in “judicial romanticism” (AKHAVAN, 2001: 31) idealizing what courts engaged in complex human rights prosecutions can achieve vis-à-vis substantial constraints on the ground. Certainly, we can agree at the conceptual level that hybrid tribunals possess the potential to be capacity building tools in the context described by limited statehood theory. Yet, more research is needed to understand the range of activities carried out and their intended impact on human rights compliance narrowing the impunity gap. Nevertheless, the literature does points out at a clear trend considering hybrid tribunals as capacity building actors in post-conflict states. Departing from this trend, the following section examining our case studies utilizes empirical data published by the Impact of International Courts on Domestic Criminal Procedures in Mass Atrocity Cases (hereinafter, “DOMAC”) research group. Their data on Sierra Leone, Cambodia and Bosnia Herzegovina allows this essay to evaluate the opportunities and challenges of capacity building activities in the context of the impunity gap. For that, in an attempt to unify concepts with the findings of this literature review, the next section employs RISSE, ROPP and SIKKINK’s capacity building definition on our case studies. 77 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. X. Applying Definitions From the analysis presented above, we gather that hybrid tribunals have been created as a direct response to geopolitical and capacity constraints of the international and domestic legal architecture creating an impunity gap (UNHCHR, 2008; ICTJ, 2015). In the context of the spiral model and limited statehood theory, hybrid tribunals can be considered as external actors born out of shared sovereignty agreements engaged in domestic judicial capacity building activities in order to create the conditions for consolidated statehood (RISSE et al., 2013). This institutional building process, as explained by RISSE, ROPP and SIKKINK, contributes to human rights compliance in states willing to adhere by such norms (RODMAN, 2014). However, in instances of involuntary non-compliance, enforcing jus cogens norms -including the right of access to justice- might be an issue of institutional capacity of states rather than one of willingness (SAMUELS, 2006; RISSE et al., 2013). Therefore, mechanisms involving capacity building (education, training, administrative capacities) are needed (CHAYES et al., 1998; RISSE et al., 2013). For the authors of the spiral model, capacity building means a “highly institutionalized process of social interaction aiming towards education, training and the building up of administrative capacities to implement and enforce human rights law” (RISSE et al., 2013: 15). Their definition does not qualify specific context-dependent changes but offers a generalist view of what capacity building activities might entail in order to create the conditions for human rights compliance of willing states constrained by institutional weakness. In this sense, as explained in the literature review, hybrid tribunals and their premise of capacity building can be understood as a factor advancing the creation of conditions for compliance. Indeed, the purpose of capacity building mechanisms within hybrid tribunals is to embed domestically the human rights normative framework creating ownership and locating jus cogens responsibilities within the state (KATZENSTEIN, 2003; HALL, 2005; SRIRAM, 2005). However, capacity building as a programmatic aim of hybrid tribunals has not been specifically defined. The authors surveyed in this project offer ample examples of capacity building activities in light of RISSE, ROPP and SIKKINK’s explanation, yet, an ontological definition is lacking from their analysis. Indeed, in order to avoid this issue, DOMAC research group uses a definition by the Organisation for Economic Co-operation and Development (hereinafter, “OECD”) (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b: 12). In this definition, capacity building simply means “the ability of people, organisations and society as a whole to manage their affairs successfully” (OECD, 2006: 12). Unlike RISSE, ROPP and SIKKINK’s 78 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. definition naming education, training and administrative capacity activities, DOMAC employs an even more general description of capacity building. Therefore, this section explores capacity building in light of RISSE, ROPP and SIKKINK’s definition dividing it into knowledge transfer (education, training) and investment in critical infrastructure (administrative capacities). In this context, evaluating Sierra Leone, Cambodia and Bosnia Herzegovina’s hybrid tribunals will be crucial to dispel the level of policy importance assigned to capacity building activities by the architects of these tribunals at the state and international stage. Keeping in mind the theoretical background of this project, capacity building activities are as important as applying jus cogens for the right of access to justice. Thus, while some authors claim that states’ engagement in hybrid tribunals could be “considered a reclamation […] of its […] duty to live up to its international commitments […] under Article 14 of the ICCPR” (MCAULIFFE, 2011: 16), the right of access to justice equally depends on the sustainability of domestic capacities for long term success (NOUWEN, 2006; SKINNIDER, 2007). XI. Three Hybrid Experiences: Implementing Capacity Building? A report from the UN High Commissioner for Human Rights notes that hybrid tribunals should not be considered “a quick fix in tackling the immense challenges of building or restoring justice systems in the post-conflict context” (UNCHR, 2008: 2). However, as identified above, hybrid tribunals have the potential to develop domestic capacity for lasting impact in collaboration with an active state and with the support from other actors. What follows next is an evaluation whether the capacity building premise of hybrid tribunals in Sierra Leone, Cambodia and Bosnia Herzegovina has been implemented with the appropriate resources and seriousness it requires. By doing so, this essay intends to develop recommendations aimed at policy experts, practitioners and researchers of hybrid tribunals. Each case study starts with a brief discussion of the history of the conflict and the creation of the court to later describe the main capacity building activities. XII. The Special Court for Sierra Leone (SCSL) Between 1991 and 2002, Sierra Leone went through one of the most notorious civil wars of the decade. Fuelled by the invasion of the Liberian Revolutionary United Front (RUF) in 1991 commanded by Foday Sankoh, but de facto controlled by the now-convicted Charles Taylor, it claimed the lives of more than 75,000 people (HIGONNET, 2005). Although 79 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. there is disagreement over what started the civil war, PERRIELLO and WIERDA (2006) claim that competition over natural resources (namely, diamonds) attracted different militias into the conflict. Throughout the civil war, the various factions engaged in systematic war crimes and crimes against humanity, including widespread and indiscriminate killing, the pervasive use of an estimate of 7,000 child soldiers (PERRIELLO & WIERDA, 2006: 9), and horrific gender crimes including “opening the abdomens of pregnant women in order to settle bets of rebels concerning the sex of the fetus” (HOROVITZ, 2009: 17). Other infamous crimes committed during the civil war in Sierra Leone are the intentional amputation of extremities and largescale destruction of civilian property (PERRIELLO & WIERDA, 2006: 9). International and regional pressure culminated in the Lomé Peace agreement in 1999. This included a power-sharing structure for the various factions as well as amnesties for all crimes for all fighters (PERRIELLO & WIERDA, 2006: 7). However, following the doctrine of jus cogens, the UN refused to recognize the amnesties for crimes against humanity, war crimes and other serious violations to international law (COHEN, 2007; SCSL, 2015). Through resolution 1315, the UNSC requested Secretary General Annan to negotiate the creation of a special court tasked with prosecuting human rights abuses. After less than two years of negotiations, the agreement creating the SCSL was signed in 2002 (PERRIELLO & WIERDA, 2006). The court was tasked to prosecute those who bear the greatest responsibility for “crimes against humanity, war crimes, and serious violations of international humanitarian law, as well as crimes under relevant Sierra Leonean law” (HIGONNET, 2005: 32). The SCSL was created as an independent entity from the UN and outside the national court system (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b: 31). In terms of capacity building, the agreement between the UN and the government of Sierra Leone did not mention any specific activities to be carried out nor the roles to be taken by the local and hybrid judiciary (MCAULIFFE, 2011: 30). Yet, in 2004, Robin Vincent, the first Registrar of the court, noted that the hybrid would improve the “capacity of Sierra Leoneans working at the Special Court” (HUSSAIN, 2004: 570). However, MCAULIFFE (2011) argues that, despite the impressive infrastructure erected for the court chambers in Freetown, capacity building was minimal because so few nationals were involved” (p. 36). In the next two sub-sections we examine this claim for activities related to knowledge transfer (training, education, mentoring, etc.) and investments in critical infrastructure (buildings, IT systems, etc.). 80 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. a) Knowledge Transfer In a field mission to Freetown in 2003, key stakeholders delineated the expectations of the court’s capacity building program. According to the report by the UN Development Programme (hereinafter, “UNDP”) and the ICTJ, the Special Court was supposed to provide “(1) courses at the law school taught by the Chief Prosecutor; (2) court-based trainings in advocacy tools; (3) training for media, prison guards, and judges; and, (4) a Legal Reform Initiative" (UNDP & ICTJ, 2003: 5-7). Departing from these benchmarks, capacity building in the SCSL has not been specifically emphasized as provided by the 2003 field mission and, according to PERRIELLO and WIERDA (2006), these activities have mainly been “on the job” as incidental learning (pp. 39-40). As documented by DOMAC, lectures given by the Special Court’s prosecutor to local law students at the Fourah Bay College Law School have been, at best, “on an ad hoc basis rather than through a formal program” (HOROVITZ, 2009: 60). Furthermore, although the Defence and Prosecution offices did recruit legal interns and volunteers, the lack of funding and further training precluded successful internships “because they had to keep other jobs” (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b: 24). In regards with training, the Special Court carried out several sessions on “elements of war crimes, crimes against humanity and genocide” (CHEHTMAN and MACKENZIE, 2009b: 15). However, such trainings were not open for domestic legal personal working in other courts in Sierra Leone. As DOMAC documents, whenever such trainings were offered, they were mostly available for specific target groups including judges and prosecutors, excluding mid-level professionals (p. 16). In other words, not only the trainings were restricted to personal working inside the Special Court, but also within, other relevant key actors in the delivery of justice such as mid-level investigators were excluded. For example, two years after the establishment of the court, defence investigators did not receive a single training course on substantive matters of international criminal and humanitarian law (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b). In other words, only high-ranking judicial personal such as judges and prosecutors benefited from trainings carried our in the court. Thus, unlike the UNDP and the ICTJ report, capacity building did not reach domestic personal within and outside the hybrid tribunal. On the other hand, training of police and prison officers has been considered as positive. According to DOMAC, Sierra Leone’s police force assigned to the court was trained 81 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. in witness protection while prison officers received courses on detention standards and treatment of prisoners (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b). Nonetheless, contrary to the premise of ‘spill over’ effect into domestic capacities, police and detention training was only set up for personal working within the Special Court. It is unclear whether all police officers trained were from Sierra Leone, but PERRIELLO and WIERDA (2006) note that the initial policing of the court and the subsequent training was done by professionals from the United Kingdom. In terms of overall legal reforms, the Sierra Leonean Parliament has been successful in criminalizing human rights abuses and promoting gender and protection for women (PERRIELLO & WIERDA, 2006: 39). Moreover, accession to the ICC and the subsequent talks to incorporate the Rome Statute into domestic legislation can be added as progress (HOROVITZ, 2009, 2013). Nonetheless, the Special Court has not been directly involved in any of these improvements in overall legal reform, thus, failing to deliver the robust capacity building program promised in 2003. However, the most apparent failure to live up to the premise of capacity building has been the limited relationship between the tribunal and the domestic judiciary. As explained before, the SCSL was established as a separate entity from the UN and the national judiciary. However, the government of Sierra Leone was entitled to nominate and appoint four Sierra Leoneans to three judgeships and to the influential position of deputy prosecutor (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b). Yet, the government chose to appoint a foreign deputy prosecutor, only two judges and pushed for an amendment to the agreement granting the possibility to appoint foreign judicial personal over domestic ones (MCAULIFFE, 2011). As such, the inability by choice to influence the agenda of the court further weakened the prospects of a robust capacity building program directed towards the domestic judiciary. In fact, if a limited number of Sierra Leoneans participate in the hybrid tribunal, the purpose of their expertise later to be applied domestically falls completely in jeopardy. This arrangement created a tense relationship with the local judiciary which “has felt removed from the workings of the Special Court and resentful of the funds donated to it” (PERRIELLO & WIERDA, 2006: 40; CHEHTMAN, 2013). Interviews carried out with domestic legal personal reveals two concerning conclusions. First, that “lessons and techniques learned in the international setting cannot necessarily be put to use when staff members return to the national system” (CRUVELLIER, 2009: 35-6) and “there are too few national legal practitioners involved in the SCSL process to be able to influence national criminal proceedings” (HOROVITZ, 2013: 364). These two 82 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. conclusions point at the lack of strategic planning of capacity building activities for an improved judicial system in Sierra Leone. The impossibility to take on the skills learned in a hybrid context to the domestic roam defeats the entire purpose of hybrid tribunals. In fact, as HORVITZ (2013) documents, former SCSL local lawyers have been rejected from national courts because their “approach was too foreign” (p. 264). Abdul Tejan-Cole, former member of the SCSL’s Office of the Prosecutor and current executive director of the Open Society Initiative for West Africa, argues that despite the fact the court “was expected to be an instrument for transforming the local judiciary, sadly, the impact […] on the local judiciary has been minimal” (CRUVELLIER, 2009: 33). Antonio CASSESE also shared this somber assessment on a special report for the Secretary General in 2006. CASSESE (2006) wrote “I do not think that it is realistic to expect that the Court’s legacy will directly: (a) ensure greater respect for the rule of law in Sierra Leone; (b) promote or inspire substantive law reforms” (p. 61). Regarding CASSESE’s report we wonder whether the UN and the government of Sierra Leone considered capacity building as a necessary and relevant objective of the court. It is unclear from this analysis whether the narrow mandate of the court to only prosecute human rights abuses and the absence of a mandate to fulfill the capacity building premise has resulted in failure described by CASSESE. Nonetheless, we can argue that the court was not the appropriate institution to develop and carry out capacity building activities in the country. Despite the fact that the literature on hybrid tribunals points out at their capacity building potential, evidence from Sierra Leone shows that, in the absence of strategy, hybrid tribunals are ill-equipped to support domestic capacity building in situations of limited statehood. b) Infrastructure The agreement between the UN and the government of Sierra Leone included the construction of a state-of-the-art courthouse. As PERRIELLO and WIERDA (2006) note, apart from the building, the court has been fully equipped with furniture, computers and electric generators (p. 39). Yet, following the lack of strategic planning for the court’s capacity building program, the government of Sierra Leone is unsure what to do with the modern building given it costs $ 1,066,300 per year to maintain (CRUVELLIER, 2009: 40). With such astronomical costs for a country like Sierra Leone, the building can be seen as the symbol of the failure to address the critical importance of capacity building strategically. As CRUVELLIER 83 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. argues, the court was built “with little regard to the country’s ability to take care of it” and not fit “for the specific needs of the national judiciary” (id.). PERRIELLO and WIERDA (2006) have called this “the spaceship phenomenon” as the court is seen by Sierra Leoneans “as an irrelevant, alien anomaly” (p. 2). Unfortunately, as explained in the last sub-section, the ‘spaceship phenomenon’ can be applied to most of the Special Court’s capacity building premise. XIII. The Extraordinary Chambers in the Courts of Cambodia (ECCC) In the height of the Cold War, between April 1975 and January 1979, the Khmer Rouge regime led by Pol Pot in Cambodia was responsible for the death of 1.7 million Cambodians either by execution, starvation or disease (HIGONNET, 2005: 36). As the regime carried out its plan to turn the country into a completely agrarian society, policies of extermination and force migration were implemented disregarding human rights law completely (BERTELMAN, 2010: 334). In 1978 a Vietnamese armed intervention prompted the fall of Pol Pot and the Khmer Rouge regime capturing Phnom-Penh in 1979. Although the regime suffered a military defeat, it was not until 1996 with a law granting amnesties in exchange for mass defections, that the Khmer Rouge regime finally perished. The disintegration of the movement came after the death of Pol Pot in 1998 (ECCC, 2015). In 1997, a year after the amnesty laws, then co-prime ministers Hun Sen and Norodom Ranariddh requested assistance from the UN to set up a transitional justice mechanism for individuals responsible for atrocity crimes, including genocide (HIGONNET, 2005; ECCC, 2015). The negotiations between the government of Cambodia and the UN suffered from a series of setbacks because of substantial disagreement over the balance between the international and domestic component of the hybrid court. While the government pushed for more control of the tribunal, the UN remained suspicious of the willingness of the government to prosecute all responsible perpetrators of atrocity crimes. In 2002 the UN withdrew from the negotiations claiming the court’s structure put forward by Cambodia “would not guarantee the independence, impartiality and objectivity that a court established with the support of the UN must have” (MCAULIFFE, 2011: 27). However, pressure from the UN General Assembly and some changes in the proposed structure re-launched the negotiations in 2003. Unlike the SCSL created by the UNSC through a binding resolution, the ECCC was the result of a bilateral agreement between the UN and the government of Cambodia (COHEN, 2007; BERTELMAN, 2010). Such agreement was 84 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. signed in June 2003, entered into force in 2005 and paved the way for the office of the prosecutor to start its work in 2006 (ECCC, 2015). In terms of capacity building, similarly to the Sierra Leonean hybrid, the agreement in Cambodia did not include any specific provisions mandating the development of institutional capacity or inclusion of infrastructure. Nonetheless, within months of the 2003 agreed memorandum between the UN and the government of Cambodia, then-Secretary General Kofi Annan forecasted that the ECCC would have “considerable legacy value, inasmuch as it will result in the transfer of skills and know-how to Cambodian court personnel” (CIORCIARI & HEINDEL, 2014: 66). The following two sub-sections will address this claim and describe the main activities and barriers to capacity building in the court. a) Knowledge Transfer Departing from Kofi Annan’s claims, DOMAC’s documentation of capacity building in the ECCC points at a series of training activities since the court became operational in 2006. These include introductory training courses in international humanitarian law and atrocity crimes (2005, 2006 and 2007) and several discussion roundtables or colloquiums on topics crucial to the development of international criminal law (2007 and 2006) (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009a: Sec. E). In total, DOMAC documents less than 15 trainings or roundtable activities in four years of the court’s existence. In a recent article, CIORCIARI and HEINDEL (2014) add to this list: internships for young Cambodian legal professionals and training sessions for local prosecutors and defence counsels wanting to appear in front of the ECCC. However, lack of strategic and systematic planning of capacity building activities within the ECCC has meant the limited cooperation between different court organs. For example, as MARTIN-ORTEGA and HERMAN (2010) show, many of the successful capacity building activities carried out within the hybrid were largely dependent on the leadership of a particular head of section. While the Defence Support Section developed a strong program of weekly briefings about international justice issues for both mid-level and high-level positions (defense counsel and investigators), other sections like the Office of the Prosecutor did not offer a similar program (CIORCIARI & HEINDEL, 2014: 68-9) On this point, DOMAC’s conclusion of the assessment of capacity building in the ECCC is that “on the whole, little interaction appears to have taken place between local and international staff” (MARTIN-ORTEGA & HERMAN, 2010: 18). Indeed, DOMAC’s data suggests 85 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. that trainings and roundtable discussions were overall targeting either domestic judicial personal preparing to enter the ECCC or international staff learning about the court, jurisprudence and Cambodian culture (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009a: Sec. E). Hence, similar to our analysis of the SCSL, it appears that government and UN officials expected the ECCC’s domestic legal staff and the whole of Cambodia’s judiciary to benefit from capacity building as a mere byproduct of the hybrid characterization of the judicial personal. However, without previous need assessments, serious planning for effective delivery and strong monitoring and evaluation frameworks, capacity building is unlikely to succeed in the context of the ECCC. On this point, DOMAC strongly criticizes the belief that judicial capacity building can occur without systematic planning as if supporting weak judiciaries “could occur by osmosis” (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b: 19-20). Despite claims in 2013 from Cambodia’s Deputy Prime Minister that “Cambodian judicial staff have gained considerable experience in working in an environment of modern judicial administration” and that “practices and procedures are being introduced in domestic courts” (SPERFELDT, 2013: 1125), there is little evidence supporting this statement. For example, BERTELMAN (2010) explains that experienced foreign lawyers typically take forward most of the everyday judicial work. This is seen in the documents submitted at the ECCC where English and French documents dominate over Khmer ones even though the three languages are of official use. And, when decisions or documents are submitted by Cambodian legal staff, these “tend to be very short” unveiling “little legal reasoning involved” (MARTIN-ORTEGA & HERMAN, 2010: 15). The absence of active participation of domestic legal personal perhaps points out at a lack of appropriate training on substantive international law and trial proceedings for atrocity crimes. However, it has been noted that interaction with international trial standards including the need for transparent procedures has influenced the local legal community (CIORCIARI & HEINDEL, 2014: 68-70). This has included, as pointed out before, the involvement of young Cambodian legal professionals in the ECCC through internships and entry-level jobs replacing older generations of “incompetent and corrupt political appointees” (SCULLY, 2011: 314). In fact, rampant corruption in the Cambodian legal system precludes the talent developed at the ECCC to spill over domestic structures. Indeed, the Cambodian judiciary and the ECCC have been marred with accusations of corruption (KENT, 2013; CIORCIARI & 86 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. HEINDEL, 2014: 70). This includes, for example the current President of the ECCC, Judge Nil Non who has been accused of taking bribes6 (BERTELMAN, 2010: 374). Another barrier facing institutional capacity has been political interference threatening the independence and impartiality of the ECCC. The most eloquent example are the words of Prime Minister Hun Sen in 2009 stating: "I would pray for this court to run out of money and for the foreign prosecutors and judges to walk out. That would allow for Cambodia to finish the trial by itself” (BERTELMAN, 2010: 373). In this context, even if capacity building were systematically tackled, the program would be seriously compromised by political interference. Moreover, in the political context described by Prime Minister Hun Sen, there are minimal incentives for Cambodian judicial personal to evoke their skills and knowledge acquired at the ECCC in front of domestic legal proceedings. Thus, even if capacity building at the ECCC were ultimately successful, the skills developed by domestic judicial personal would represent a risk rather than an advantage. In this sense, while words from Kofi Annan and the Deputy Prime Minister of Cambodia point at an initial willingness to plan for capacity building, the ECCC suffers from serious political setbacks and lack of strategic planning. CIORCIARI and HEINDEL (2014) also add the confusion as to whose responsibility it is to develop capacity building in a hybrid context. However, as explained before, the political and administrative context in Cambodia precludes any further planning in terms of capacity building. In fact, there is agreement between non-governmental organizations that corruption and political interference leaves the ECCC with little hope it will enable a genuine change in Cambodia’s judiciary (SCULLY, 2011). b) Infrastructure In terms of infrastructure with potential impact on the local judiciary, Cambodia’s hybrid tribunal has also been disappointing. Data from DOMAC suggest that several buildings have been rehabilitated to host some offices and the main ECCC headquarter has been newly constructed (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b). However, it has already been determined that the Royal Cambodian Armed Forces will occupy this brand-new building once the court’s mandate concludes (SPERFELDT, 2013: 1125). This points out at the little value seen in critical and adequate infrastructure for the domestic judiciary by the 6 See: ANA (2005). 87 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. government. Nonetheless, on the positive side, and unaware of a change of occupancy plans, the Government of Cambodia received donations from India and Japan to build a new detention facility (2007) in consultation with the Red Cross (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009a: Sec. E). In addition to the detention unit, the ECCC has planned a new building to be a repository of all legal and historical records, including digital copies, from the justice process for educational and remembering purposes. Although plans for its location and future maintenance have not been completed yet, the Government of Cambodia has already received funds from the Japanese government (SPERFELDT, 2013: 1125). However, despite the importance of keeping historical and legal records from the Khmer Rouge regime and their criminal convictions, the UN has manifested certain reservations to the project alerting the Cambodian government’s ability to decide on the content of the site and its public representation (SPERFELDT, 2013). XIV. The Bosnian War Crimes Chamber (BWCC) Following the disintegration of the former Yugoslavia in 1991, Bosnia Herzegovina was one of the countries most affected by the multi-lateral conflict. In total, 100,000 people were killed, including 16,000 children, 2.2 million became refugees and 1.3 million were internally displaced (IVANISEVIC, 2008) in what is considered the worst armed conflict in Europe since World War II (GOW et al., 2013). The conflict in Bosnia Herzegovina is infamous for its horrific human rights violations including widespread rape, imprisonment in concentration camps, ethic cleansing and, as ruled by the ICTY, genocide when 8,000 Bosniak men were killed in Srebrenica in 1995 (GOW et al., 2013). After the Dayton Peace Agreements in 1995, with the establishment of the ad hoc ICTY, violations of human rights were mainly investigated in The Hague. However, in 2003, with Resolution number 1503, the UNSC mandated the ICTY to develop an exit strategy commencing preparations to end all its operations by 2010 (IVANISEVIC, 2008; BiH, 2015). Alleging donor fatigue, partial ineffective delivery of justice away from victims and the conclusion of high-level trials, the UNSC’s mandate included “transferring cases involving those who may not bear [the highest] level of responsibility to competent national jurisdictions” (MCAULIFFE, 2011: 25-6). Therefore, the establishment in 2005 of the BWCC within the Court of Bosnia Herzegovina (hereinafter, “BiH”) and the subsequent creation of the Special Department for War Crimes in the BiH Prosecutor’s Office was the result of the 88 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. exit strategy (IVANISEVIC, 2008; BiH, 2012; GOW et al., 2013; BiH, 2014b). Similar to the ECCC, the BWCC was located within the national judiciary structure and enjoys from the support of several other national judicial institutions, like the above-mentioned offices (CHEHTMAN, 2011). The BWCC, however, has not been the only domestic judicial institution investigating the crimes committed during the Balkan war. Very much in line with the doctrine of jus cogens, abuses committed between 1992 and 1995 have also been investigated by 10 cantonal (or municipal) courts (IVANISEVIC, 2008; CHEHTMAN, 2013). Thus, with the creation of the BWCC, human rights abuses have been prosecuted at the international level with the ICTY, at the national or federal level with the BWCC and at the local level with cantonal district courts. In fact, as it will be further explained below, cantonal courts have acquired significant experience in the prosecution of human rights, though, “they [have] never been provided with the appropriate resources to process war crimes cases effectively” (BARRIA & ROPER, 2008; IVANISEVIC, 2008: 7). Currently, the BiH including the BWCC is comprised of 246 employees, including hybrid judicial personal with 50 national judges (BiH, 2012: 9). In terms of capacity building, DOMAC’s Alejandro CHEHTMAN (2011), who has carried extensive empirical work on the BWCC claims that progress “has been impressive” (p. 2). Moreover, Tarik ABDULHAK (2009), former Head of Court’s Management and Senior Advisor sustains that in comparison with the SCSL and the ECCC, the BWCC has a significant capacity building focus completing a higher number of cases at a much lower cost (p. 347). Perhaps, a suitable explanation for the higher degree of success attributed to the BWCC can be found in early and continuous support from the European Union paving the way for improved systems of capacity building (CHEHTMAN, 2011; BÖRZEL, 2011). But, as it is explained below, without disregarding the important progress achieved by the BWCC, capacity building as conceived by RISSE, ROPP and SIKKINK has not been fully actualized. On this, DOMAC’s assessment mentions the lack of “a clear long-term or coherent approach to training” (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b: 14). Thus, despite its characterization as the most successful of the three hybrid tribunals explored here, the BCWW also suffers from the lack of strategic planning and overall coordination of capacity building activities. 89 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. a) Knowledge Transfer On the initiative of two foreign judges, the BWCC established in 2006 its own judicial education committee (BiH, 2012). Comprised by six national members and two international judicial staff, the committee organizes training sessions on topics selected by national staff in an effort to foster national ownership (SCHRÖDER, 2005; MARTIN-ORTEGA & HERMAN, 2010: 17). In fact, some of the issues covered since 2006 correlate directly with the handover process from hybrid to national, for example: efficiency in proceedings, credibility of witnesses and jurisdiction of the court (BiH, 2012). Furthermore, beyond the judicial college, national and international judges, legal advisors, legal officers and interns have benefitted from seminars and professional development sessions organized by nationally owned centers for the training of judicial personal sponsored by the European Commission, the Norwegian Bar Association and the Dutch Government (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009a: Sec. A; BiH, 2012: 59). In addition to in-house training and external support, judges have benefited from study visits to the ICYT and other institutions like the ICC. However, it is not clear whether such visits contributed to any form of knowledge transfer apart from attending relevant proceedings at the ICTY (CHEHTMAN, 2011: .20-1). However, several flaws have been identified in the training scheme including irrelevance of some topics based on needs, overlap with previous trainings and lack of technical knowledge of some of the lecturers (CHEHTMAN, 2011: 4, 20). Furthermore, capacity and time constraints at the BWCC meant less rigorous training for national judicial personal outside the court hampering the development of sustainable skills beyond the hybrid tribunal (id.). These issues can be added to the fact that international judges have not been offered the same training intensity leaving out key topics like “how to transfer knowledge […] and a formal briefing on the cultural, professional and personal issues” (p. 6) within the BWCC. In this sense, it is not surprising the claim by some national judges saying that “the most difficult part is to explain [to my foreign counterpart] the mentalities [and] the way things are perceived here” (IVANISEVIC, 2008: 40). Therefore, while more opportunities have been afforded to training in comparison to the SCSL and the ECCC, the lack of strategic planning, the needed assessment and the impact of monitoring has weakened the prospects of capacity building in Bosnia Herzegovina. Better results can be found on the design and development of institutional structures. On this, the BWCC’s Registry and the Criminal Defence Section (hereinafter, the “Registry” and the “OKO”, respectively) have been remarkable. Created in 2004 to provide project management expertise and absorbed by the BiH in 2006, the Registry’s main 90 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. responsibilities include the overall management of the court as well as overseeing the appropriate handover from a hybrid court to a national one. Indeed, the Registry has created internal processes that “[build] into the state institutions sustainable capacity” (ABDULHAK, 2009: 340). This has meant the creation of the Administrative Section of the Registry responsible for professional development in terms of inductions, career development and performance evaluation (BiH, 2012: 55). Moreover, the Legal Department Section of the Registry has engaged in further legal training and research support for judges and trial panels. Within this section, it is worth noting the decision of the Registry to include interns providing them “an opportunity to gain the necessary knowledge and experience” for domestic work (BiH, 2012: 46). Similarly, the Criminal Defense Support Section (OKO) created in 2005 has been lauded as an example to follow in other tribunals (IVANISEVIC, 2008: 15; CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b: 14-5). OKO has supported defence counsel inside and outside the BWCC with training in substantive and procedural issues, case analysis, expert witness examination, strategies for effective advocacy, and classes on the role of defence counsel in upholding fair trial standards (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b: 15). Between 2005 to 2007, a critical time for the newly established BWCC, OKO trained more than 350 defense lawyers (BARRIA & ROPER, 2008: 327; MCAULIFFE, 2011: 38). Some of them have appeared in front of the BWCC while others have taken roles at the federal and cantonal level (IVANISEVIC, 2008). On the other hand, the Office of the Prosecutor also created an internal structure meant to support the work of law clerks and prosecutors by reviewing the quality of all indictments produced in the office. This activity was meant for national prosecutors to develop their “understanding and experience with the legal and evidentiary elements of complex cases” (CHEHTMAN, 2011: 20). However, as seen in the ECCC, this activity was the result of the active leadership of a particular judge wishing to raise the quality of indictments (CHEHTMAN, 2011). In this sense, contrary to the structural steps taken by the Registry and OKO, the Office of the Prosecutor failed to establish an internal mechanism that incorporates capacity building in its daily activities. Yet, there is good reason to think the BWCC might solve these issues in due time. One important piece of evidence is the National War Crimes Strategy developed in 2008 with the support of the Organization for Security and Co-operation in Europe’s mission to Bosnia Herzegovina. According to the BiH 2014-2016 strategic plan, the following issues will be tackled (IVANISEVIC, 2008: 32; SCHROEDER & FRIESENDORF, 2009; BiH, 2014a; OSCE, 2015): 91 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. a) The overall number of courts, prosecutorial offices, judges, and prosecutors in BiH necessary to deal with war crimes cases. b) The allocation of funds to various courts and prosecutorial offices, depending on their caseload. c) Coordination between the relevant ministries, judicial institutions, law enforcement agencies, penitentiaries, and civil society on investigation and prosecution of war crimes. Aiming at replacing all international judicial staff with local expertise by 2016 (CHEHTMAN, 2011; BiH, 2014a), the strategy has received praise from local judicial personal benefiting from capacity building opportunities and investment in critical infrastructure (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b). In the words of an international judge, he claimed it is positive “nationals take responsibility [because…] in the long-term it is the only way to restore public confidence in the judiciary” (MCAULIFFE, 2011: 38). Indeed, with similar financial and technical resources poured into the SCSL and the ECCC, the positive results achieved in Bosnia Herzegovina point at the active involvement of the state and multilateral organizations investing time and resources into developing a coherent strategy. Here, the main difference between the BWCC and the Sierra Leone and Cambodia’s hybrids has been the deliberate attempt to tackle capacity building in an organized, strategic and sustainable manner.7 The clear vision from the BiH also enabled a process of capacity building planning and execution from the highest administrative levels of the court as seen with the Registry. This, in turn, benefited the appropriation of the court as national project extended beyond the hybrid tribunal with the National War Crimes Strategy. It is, therefore, apt to conclude that Bosnia Herzegovina’s hybrid tribunal is perhaps the most successful model to date in terms of domestic capacity building. b) Infrastructure The investment in critical infrastructure has also been impressive. Photos of new and re-developed buildings can be appreciated at the website of the court and its brochure online (BiH, 2012, 2014b). The current buildings occupied by the BiH will remain assigned 7 As mentioned before, European governments like Norway and Germany have significantly invested in establishing robust foundations for the BiH in comparison to the SCSL or the ECCC. See: IVANISEVIC (2008) and CHEHTMAN (2011). 92 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. to host the all-national courthouse. The legacy aspect of infrastructure was planned at the same time proceedings were taking place in the ICTY, giving ample time for edifice refurbishments. Moreover, DOMAC has documented the increasing use of information technology in court proceedings and for administrative capacities (CHEHTMAN & MACKENZIE, 2009b). Resources donated from European multilateral agencies have signified the modernization of the BiH with hopes to transform paper record keeping and document administration into digital archiving (OSCE, 2015). Nonetheless, the progress of infrastructure remains ultimately located in the BiH disregarding cantonal district courts also engaged in prosecuting atrocity crimes (BARRIA & ROPER, 2008). With the danger of creating animosity between different court jurisdictions, like in the case of Sierra Leone, investment in infrastructure as capacity building for human rights prosecutions needs to be equitable throughout all jurisdictions. XV. Barriers and Options Forward: Narrowing the Impunity Gap through Capacity Building? Despite BWCC’s successes, the premise of capacity building in light of RISSE, ROPP and SIKKINK’s definition lacked strategic planning, coordination and appropriate investment of resources in Sierra Leone, Cambodia, and to a lesser extent, in Bosnia Herzegovina. In sum, we can conclude that while hybrid tribunals have the potential to develop local judicial capacity, these institutions are ill equipped to carry out such activities. Thus, the lessons boarded here can be useful for thinking about new models of hybrid tribunals that include capacity building at its core mandate with appropriate internal structures able to deliver on domestic needs. a) Have hybrid tribunals (SCSL, ECCC and BiH) implemented capacity building programs within their jurisdictions? The literature on hybrid tribunals and the case studies point out to the initial plans to develop capacity building programs in our case studies. Despite the vast differences of scope, implementation and impact between them, we can answer our first research question affirmatively. However, we can only arrive at this answer by unifying the meaning of what capacity building means for narrowing the impunity gap under RISSE, ROPP and SIKKINK’s definition. This is done because, as explained in the literature review, policy makers and 93 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. academics consider capacity building as a core tenant of hybrid tribunals but fail to define markers of success or give concrete examples of what this means for the right of access to justice. Therefore, bearing in mind the right of access to justice as a human right embedded in jus cogens, both the spiral model and limited statehood theory provides tools to understand capacity building for compliance of norms through a “highly institutionalized process of social interaction aiming towards education, training and the building up of administrative capacities to implement and enforce human rights law” (RISSE et al., 2013: 15). In this context, all three cases have implemented capacity building to some extent. However, competition between a mandate to prosecute human rights and another to build domestic capacity has hindered the potential of these tribunals to narrow the impunity gap in the long run. Ill equipped for domestic capacity building, hybrid tribunals have neglected an opportunity to narrow the impunity gap through adequate national institutions. From our case studies, we might conclude saying that only the BWCC has succeeded in transitioning from a hybrid to a national model prioritizing the fight against impunity. The 2008 National War Crimes Strategy is a testament of Bosnia Herzegovina’s intention to secure the legacy of the ICTY continuing with their jus cogens obligations. However, the complementary work between the ad hoc, hybrid and domestic tribunals is rather unique. In Cambodia issues of corruption and political interference threatens the ability of the court to fulfill its even most narrow mandate of human rights prosecutions. And, in Sierra Leone, the disengagement of the national government from the workings of the court represented the other extreme of what is observed in Cambodia. If hybrid tribunals are to narrow the impunity gap, these issues must be seriously considered. b) What has been the impact of hybrid tribunals’ capacity building programs? Continuing with the analysis above, our findings indicate that hybrid tribunals have the potential to achieve substantial impact in narrowing the impunity gap when capacity building is deemed as a strategic objective of the court. The BWCC has successfully diffused knowledge centered at the hybrid tribunal to judicial personal at the federal and national level. In this instance, national ownership has been strengthened by the development of key capabilities in terms of knowledge transfer and investment on critical infrastructure in the local judiciary. Bosnia Herzegovina’s success is also the result of continued support from key external actors investing in a process of judicial reconstruction. 94 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. Furthermore, recalling KRASNER and RISSE’s determinants of success for capacity building activities, the BWCC has been successful in developing institutional channels, like the Registry, between international and domestic legal staff. With the National War Crimes Strategy supported by external actors, tasks to transition from a hybrid to a national model have been completed despite their complexity. This, in turn, has allowed national actors to view the court’s working as legitimate welcoming the capacity building program and the process of national ownership. In sum, the application of KRASNER and RISSE’s benchmarks on the BWCC points out at the success of the model. In comparison, several barriers explained above have hindered the impact of capacity building in the local judiciary in Sierra Leone and Cambodia. In both cases capacity building activities were seen as a byproduct of the hybrid personal assuming that mere interactions between domestic and legal professionals would rebuild the national judiciary. In Sierra Leone, lacking institutional channels between the Special Court and the national judiciary meant that domestic legal personal, despite if appropriately trained, could not use their expertise at the local level. This, in turn, damaged the legitimacy of the Special Court among legal professionals skeptical of the purposes of the hybrid tribunal. The premises of the court –the spaceship phenomenon– are the perfect example of how strategic capacity building was not deemed a priority in the mandate of the court. In Cambodia, systemic corruption and political interference hindered the capacity building agenda. With the challenges facing the ECCC on its primary mandate of human rights prosecutions, capacity building has not been considered a priority. A clear example has been the impossibility of young Cambodian professionals to join the court to replace “incompetent and corrupt political appointees” (SCULLY, 2011: 314). In this sense, the task of strengthening national judicial systems through capacity building in order to narrow the impunity gap has been seriously compromised. However, despite these issues, this does not mean that the hybrid tribunal model per se is at fault. In fact, as explained in the introduction, hybrid tribunal’s capacity building must be understood as complementary to other rule of law efforts. The BWCC is an example of this where international and multilateral aid agencies worked in tandem with the court and government officials to deliver the National War Crimes Strategy. In this instance, coordination and strategic planning of all actors involved was a key variable for success. In fact, the absence of this very strategic input for long-term objectives in Sierra Leone and Cambodia resulted in ad hoc capacity building with little impact on the national judiciary. 95 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. Therefore, we can conclude saying that while hybrid tribunals have the potential to develop local judicial capacity, these institutions have been ill equipped to carry out such activities. In this sense, the author proposes the institutional design and creation of a capacity building unit within the Registry of all hybrid tribunals in charge of strategic planning, coordination, impact monitoring and evaluation as well as effective delivery of capacity building activities to meet local needs. The main precedent for such recommendation is based on the positive experience of the Registry of the BWCC. This recommendation would ensure that in the long run the national judiciary truly benefits from the hybrid model narrowing the impunity gap. In other words, the right of access to justice for victims of human rights violations might encounter redress when states, and by extension local judiciaries, are able and willing to abide by the jus cogens doctrine. If this principle is respected, hybrid tribunals must be seriously considered as an option for post-conflict situations where the impunity gap persists. XVI. Concluding Thoughts The problem of the impunity gap has been presented as one of the main challenges for the current international legal architecture protecting human rights. Although the doctrine of jus cogens calls on every state to prosecute gross violations of human rights, a combination of power politics and lack of institutional capacity has denied the right of access to justice to countless victims. Thus, in an attempt to transcend instances when repressive governments are not members of the ICC or realpolitik dominates the UNSC, the novel approach of hybrid tribunals has been used as a strategy to prosecute atrocity crimes in Sierra Leone, Cambodia and Bosnia Herzegovina while emphasizing the role of domestic capacity building. However, aware that post-conflict states willing to adhere to the human rights normative framework typically inherit judicial systems unfit for a process of transitional justice (KERR & MOBEKK, 2007), re-building domestic judicial systems is key to narrow the impunity gap (KIM & SIKKINK, 2010; ICTJ, 2015). Hence, this project has asked whether hybrid tribunals can be seen as capacity building tools in post-conflict rebuilding efforts. In sum, noting their strategic location within the judicial system and expertise based on jus cogens, hybrid tribunals have the potential to carry out transformative capacity building activities narrowing the impunity gap. 96 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. Yet, evidence from the SCSL, the ECCC and the BWCC has proven that hybrid tribunals are ill equipped to carry out effective capacity building. Based on the case studies explored here, two main reasons have been identified. First, when hybrid tribunals do not include substantial capacity building programs as part of the mandate of the court, critical transfer of knowledge and investment in key infrastructure falls short of meeting the local needs for a strong judiciary. The second reason is the lack of strategic planning, coordination and needs assessment of capacity building activities. With the exemption of Bosnia Herzegovina benefiting from the previous work of the ICTY, the hybrid tribunals in Sierra Leone and Cambodia did not tackle capacity building as a strategic objective of the court. Seen, as a byproduct of the interaction between international and domestic legal personal, capacity building was not considered as an investment for long-term human rights compliance. These barriers have precluded principally Sierra Leone and Cambodia and Bosnia Herzegovina to a lesser extent from developing sustainable domestic judicial capabilities. On this point, hybrid tribunals must be seen as a key mechanism within the universe of many others strategies tasked with creating the conditions to narrow the impunity gap. In this sense, the lack of coordination between hybrid tribunals and other rule-of-law development agencies represents a huge missed opportunity. Thus, this essay has recommended the need to design and create institutional channels located in the Registry of hybrid tribunals tasked with planning effective capacity building programs based on local needs and in cooperation with other relevant actors. This has to be done in order to facilitate a handover process where the local judiciary is empowered to enforce jus cogens in the long run. This way, hybrid tribunals can be seen as capacity building tools narrowing the impunity gap. In fact, as mentioned in section four, the hybrid tribunal model continues to be relevant in the fight against impunity. At the time of writing this essay, a new hybrid tribunal has been proposed in the Central African Republic (hereinafter, “CAR”) (AMNESTY INTERNATIONAL, 2015). With the special note to the active jurisdiction of the ICC in the Central African Republic, the proposed hybrid court would focus on cases not already investigated in The Hague (KERSTEN, 2015; CICC, 2015). Beyond the reservations this author might have on whether a system of shared accountability between an international and hybrid tribunal might work, it is worrying that not a single mention of the importance of capacity building has been noted in the draft law setting the CAR special court (PROSPERI, 2015). 97 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II JIMÉNEZ, E. (2015) “Hybrid Tribunals as Capacity Building: Narrowing the Impunity Gap?”, pp. 62-105. Thus, as a timely reminder of the need for strategic planning and coordination around capacity building in hybrid tribunals, this essay intends to bring forward questions of sustainability and long-term thinking for effective human rights compliance. Therefore, further research on this topic should concentrate on developing institutional models that foster planning and coordination of capacity building activities within hybrid tribunals. As proposed in this project, the role of the Registry could be a starting point. As such, reclaiming the importance of justice delivery as an objective beyond mere human rights prosecutions including domestic capacity building, hybrid tribunals will be better equipped to close the impunity gap. Bibliography ABDULHAK, T. (2009) “Building Sustainable Capacities From an International Tribunal to a Domestic War Crimes Chamber for Bosnia and Herzegovina”. International Criminal Law Review, vol. 9, pp. 333-58. AKHAVAN, P. (2001) “Beyond impunity: can international criminal justice prevent future atrocities?”. American Journal of International Law, vol. 95, no. 1, january 2001, pp. 7-31. ALISON BRYSK, A. (2012) “The Globalization of Law: Implications for the Fulfillment of Human Rights”. Journal of Human Rights, vol. 11, 4-16. AMNESTY INTERNATIONAL (2015) “Central African Republic Key Step Toward Justice” [Online]. London: Amnesty International. Accessed at [www.amnesty.org] on April 2015. ANA, P. (2005) “Nine Court Officials Face Corruption Charges” [Online]. 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Con el objetivo de mostrar cómo en este caso la dimensión política superó a la jurídica haciendo posible la firma de este tratado, se parte de la hipótesis de que los Estados europeos estuvieron en un estado de naturaleza entre 1870 y 1945, y que el período temporal que va desde 1945 a 1951 significó la negociación y celebración de un contrato social que constituyó una nueva institución regional. Palabras clave Integración regional europea - contrato social - posnacionalidad FROM THE STATE OF NATURE TO A REGIONAL STATE: GENEALOGY OF THE EUROPEAN UNION * Abogado graduado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) (Argentina) y Diplomado Superior en Desarrollo, Políticas Públicas e Integración Regional (FLACSO). Docente de Derecho de la Integración (UBA). Investigador de apoyo del Programa de Proyectos de Investigación DeCyT en temas de habilitación constitucional de la supranacionalidad. Cualquier duda, crítica o comentario son siempre bienvenidos. Correo electrónico de contacto: [email protected]. Twitter: @CarlosGaraventa. 106 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. Abstract This essay applies the genetic explanation method to study the facts that were probably the grounds for the execution of the Treaty establishing the European Coal and Steel Community, given that some of the participating countries were not constitutionally empowered to do so. In order to explain why in this case politic aspects prevailed over legal ones, making this treaty possible, we depart from the hypothesis that between 1870 and 1945 European States were in a state of nature, and that the period from 1945 to 1951 involved the negotiation and execution of a social contract that constituted a new regional organization. Keywords European regional integration - social contract - postnationality I. Introducción Desarrollé el presente ensayo a partir de mi participación en el Proyecto de Investigación DeCyT titulado “La habilitación constitucional de la supranacionalidad y la experiencia de la integración europea” (DCT1209), dirigido por el profesor Alberto Biglieri. Este proyecto consistió en una investigación de carácter descriptiva de la situación constitucional de tres de los seis Estados que comenzaron el camino de la integración regional en el continente europeo. El objetivo mediato fue mostrar que cuando se firmó el primer tratado de integración en Europa algunos de sus firmantes no estaban habilitados constitucionalmente para hacerlo; sin embargo, el objetivo final era reforzar la hipótesis de que no es necesaria la existencia de una cláusula constitucional que habilite al Estado a realizar un proceso de integración regional. En este trabajo se utiliza el modelo de explicación genética (también denominado genealógico), que consiste en “determinar la secuencia de sucesos principales a través de los cuales un sistema se ha transformado en otro posterior” (KUNZ y CARDINAUX, 2005: 54-5), para explorar la situación de Europa en los años previos a la constitución de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, origen de la actual Unión Europea. Se comienza por mencionar los efectos colaterales que tuvo la Revolución Francesa, origen de un grave conflicto político entre Francia y Alemania. Este conflicto luego se convertiría en económico y causaría las dos guerras mundiales que destrozaron al continente, y que al mismo tiempo 107 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. terminaron por aniquilar los nacionalismos para dar paso a un nuevo paradigma social y político de posnacionalidad. Sostengo en este trabajo la hipótesis de que en el período temporal que va desde la guerra franco-prusiana hasta el final de la Segunda Guerra Mundial se constituyó en Europa un auténtico estado de naturaleza como el que describió Thomas HOBBES en De Cive (2010). De igual manera, afirmo que el período temporal que va desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la firma del Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero significó una etapa de negociación y firma del contrato social que afianzó la paz en el continente. De esta forma, contradigo a aquella doctrina que ve en la integración regional un mero acuerdo comercial y trato de mostrar por qué fue posible que estos Estados participaran de un proceso de integración regional aún cuando sus constituciones nacionales no los habilitaban expresamente para hacerlo. II. La ilustración y la Revolución Francesa Por la simple arbitrariedad de poner una fecha, decimos que la revolución comienza en 1787 cuando el rey Luis XVI convocó a los Estados Generales, 1 en un intento aristocrático de salvar a una monarquía que estaba sumida en una profunda crisis política (HOBSBAWM, 1971: 58-9).2 Lo que el rey no tuvo en cuenta entonces era que el Tercer Estado ya no era el de 1614, cuando se había enterrado a los Estados Generales. Entre 1614 y 1787, se habían publicado el Discurso del método de René Descartes (1637), el Ensayo sobre el gobierno civil de John Locke (1690) y el Contrato social de Jean Jaques Rousseau (1762), entre muchísimas otras obras de la ilustración a favor de una nueva ciencia y una nueva forma de gobierno. Todas éstas estaban destinadas al pueblo, por lo que el Tercer Estado se había convertido en una clase ilustrada que defendía las ideas de libertad e igualdad. Serían dichas ideas las que, junto con la de fraternidad, originarían la revolución que cerró su primera etapa en 1789, cuando se decapitó al rey Luis XVI y a su esposa María Antonieta de Austria. Eric HOBSBAWM (1971) resalta el carácter ecuménico de la Revolución Francesa —lo que la distingue del resto de las revoluciones burguesas de su época (p. 55)—, el cual se 1 Vieja asamblea feudal donde se representaba a los tres estamentos de la sociedad francesa: el clero, la nobleza y el Tercer Estado. 2 Esta crisis había comenzado con la crisis económica desatada por la decisión del rey de asistir a los norteamericanos en su levantamiento contra Inglaterra. 108 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. manifiesta en su internacionalismo, dado que Francia lleva su revolución al mundo. Esto se debe a que, una vez producida la Révolution, muchos aristócratas escaparon de Francia para evitar ser guillotinados y, una vez instalados, comienzan un movimiento reaccionario. Los destinos preferidos por estos aristócratas franceses fueron los principados que luego conformarían a los Estados Alemanes. De esta forma, el origen de los conflictos entre Francia y Alemania significa, en realidad, un conflicto entre la ilustración y la reacción contra ésta. Para 1793, Francia estaba en guerra con la mayor parte de Europa; entre los conflictos internos y el constante estado de guerra exterior, no resulta extraño que se destacara la figura de un hábil militar: Napoleón Bonaparte. Luego de dos años de guerra, KANT publicó su ensayo La paz perpetua (1795), que en el año siguiente debió ser reeditado puesto que la primera edición se agotó en pocas semanas. En esta obra, el filósofo alemán expone una forma para que Europa salga del camino interminable de confrontaciones en el que estaba. La salida no era otra que la firma de un nuevo contrato social, pero esta vez los firmantes debían ser los Estados creados mediante los contratos sociales celebrados por sus habitantes. En La paz perpetua se ensaya un modelo de constitución internacional basada en la cesión de soberanía por los Estados (así como el contrato social desarrolla una constitución nacional basada en la cesión de derechos por las personas). Constituye el primer intento moderno de integración europea y se basa en los siguientes principios: respeto a los tratados, eliminación de los ejércitos, organización política de los pueblos sobre principio de libertad e igualdad, federación de naciones, constitución de un derecho de ciudadanía mundial, respeto a las naciones menos poderosas, publicidad de todos los acuerdos y supresión de la diplomacia secreta (KANT, 1919: 6). III. Un siglo contrarrevolucionario Los nobles franceses exiliados en los principados que luego conformaron los Estados Alemanes comenzaron una serie de movimientos anti-iluministas. Louis de Bonald fue de los primeros en representar estos movimientos, y caracterizaba a la Revolución Francesa como producto del paganismo y origen del caos. Bonald proponía regresar al antiguo régimen feudal con un monarca absoluto y una nobleza hereditaria que administrara el reino y garantizara la armonía. Estas ideas fueron complementadas por Joseph de Maistre, que tildaba a la Révolution como un castigo divino por el protestantismo y la filosofía de la ilustración. Según ANTÓN y ESTEBAN (2006: 120): 109 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. Maistre afirma que los hombres son por naturaleza irracionales, anárquicos y destructivos. Con ellos sólo vale la fuerza y el terror que nadie sabe aplicar mejor que la monarquía y la iglesia, instituciones curtidas en la materia a través de los tiempos. La Revolución Francesa, por el contrario, ha impuesto autoridades racionales y ha dinamitado las tradicionales sembrando el caos. Sin embargo, esta prédica no bastaba por sí sola para frenar el avance de los ideales franceses, y entonces comienza a desarrollarse el nacionalismo. Éste fue utilizado a principios del siglo XIX para que los alemanes no aceptaran las ideas políticas de la Révolution por ser inferiores a lo alemán —ser lo anti-alemán— y rechazaran la invasión francesa que se produjo con la llegada al poder de Napoleón Bonaparte. De la idea de nación —y de naciones superiores e inferiores— comienza a forjarse la idea de la raza —y de razas superiores e inferiores—. Al respecto, ANTÓN y ESTEBAN (2006: 125) señalan que: Barrès concibe a la nación como el lugar trascendente en el que el hombre recibe tradiciones, historia, costumbres, seguridad y sentido de permanencia. Estar arraigado es una necesidad para el individuo, porque el hombre no es dueño de sus pensamientos y emociones, sino tan sólo un vehículo de las fuerzas producidas por la colectividad. La raza y no el individuo, es la unidad de grupo histórica y viva. El racismo se apoyaba sobre teorías pseudocientíficas. Un ejemplo de éstas es, sin dudas, la de los caracteres físicos de la criminalidad de Cesare Lombroso, pero la más conocida es el darwinismo social que predica la superioridad de la raza más evolucionada. Sin embargo, no fue Darwin sino Herbert Spencer quien acuñó la idea de la supervivencia de los más aptos; de la misma forma que el conde galo Arthur DE GOBINEAU publicó su Essai sur i´négalité des races humaines en 1853, varios años antes de que Darwin publicara su obra en 1859 (ANTÓN y ESTEBAN, 2006: 121-2). Los racistas sostenían la superioridad de la raza blanca, luego venía la amarilla y, finalmente, la negra. Las ideas del racismo calaron profundamente en la sociedad de la época e, incluso, sirvieron de sustento ideológico para la expansión imperialista y el avance europeo sobre África y Asia. Esto se puede ver representado en el poema The White Man’s Burden de Rudyard KIPLING, que refiere a la tortuosa carga del hombre blanco llevando su cultura (superior) al mundo incivilizado. Empero, se oculta que en realidad el hombre blanco iba a asesinar y a oprimir a los pueblos de las razas amarilla y negra, al mismo tiempo que robaba sus riquezas. 110 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. De esta manera, el nacionalismo devino en racismo y, luego, en antisemitismo. De éste se nutriría principalmente el fascismo alemán, que llegaría a cometer el asesinato en masa de seis millones de judíos con la solución final de Hitler, a través del desarrollo y perfeccionamiento de una industria de la muerte. Toda una ciencia puesta al servicio de cómo matar más —y más rápido— a la mayor cantidad de judíos. Este antisemitismo, si bien se nutría del antisemitismo religioso creado por la Iglesia Católica —que definía a los judíos como los asesinos de Dios, con argumento en la crucifixión de Cristo—, no se sustentaba sólo en una cuestión religiosa, sino en la idea de que la raza judía se mezclaba con la blanca y la hacía decaer. “El antisemitismo fascista quiere prescindir de la religión. Afirma que se trata de la pureza de la raza y la nación” (HORKHEIMER y ADORNO, 2009: 221). Conocer este caldero de ideas del siglo XIX es fundamental para comprender el surgimiento del fascismo, porque las ideas siempre tienen consecuencias. Las del siglo XIX tuvieron por efecto a dos guerras mundiales con más de sesenta millones de muertos a causa de los enfrentamientos, un continente destruido —dos veces—, y seis millones de personas asesinadas en masa sin ninguna razón más que la molestia de su existencia. “El pensamiento contrarrevolucionario se construyó sobre las ruinas del viejo pensamiento reaccionario, mero exponente de la inmemorial defensa del privilegio por parte de las clases dominantes” (ANTÓN y ESTEBAN, 2006: 118). La transformación reaccionaria del nacionalismo culminaría con Charles Maurras, quien odiaba profundamente al capitalismo por imponer el culto al dinero; y a la democracia, por corroer la nación, la familia y la tradición. Maurras proponía la vuelta a una monarquía tradicional, hereditaria (aunque no por la sangre), antiparlamentaria y descentralizada (para evitar el crecimiento de un Estado republicano o socialista). Sin embargo, la monarquía que proponía Maurras no se basaba en reyes concretos con mandato divino, sino en la selección natural. El rey debía ser un funcionario de la nación, al servicio de los intereses nacionales (p. 126). Pasada la primera mitad del siglo XIX, Francia y los Estados Alemanes representaban puntos ideológicos completamente antagónicos. Mientras Francia era libertad e igualdad, los Estados Alemanes eran aristocracia, nacionalismo y racismo. Hacia 1870, estos enfrentamientos dejarían de ser meramente filosóficos: comenzaría en Europa la nueva era del terror bélico, caracterizada por la unificación definitiva de Alemania y el auge de las ideas que representaba. 111 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. IV. Europa en estado de naturaleza Alemania llegó a ser un Estado unificado tardíamente en comparación con otros Estados europeos. Antes de que se constituyera el Imperio Alemán, existían en su territorio múltiples principados bajo la influencia de dos grandes reinos: el de Austria y el de Prusia. La unificación alemana ocurrió dentro de la órbita prusiana y el primer paso fue el establecimiento del Zollverein, una unión aduanera ideada por Bismarck. La principal mercancía que se comerciaba en la región conformada por los principados del Zollverein era el carbón, que en aquel momento era la materia prima esencial para la producción de acero. Esto le permitió a Prusia conformar una importante industria armamentista y obtener un gran poder militar. Es imposible concebir la unificación alemana y el conflicto con Francia sin considerar los yacimientos de carbón que existen en Europa y al desarrollo de la industria siderúrgica. La mayor parte de la producción de carbón se concentraba en el límite entre Francia y Alemania, más precisamente, entre el Zollverein y la región francesa de Alsacia y Lorena. En 1870, Prusia entra en guerra con Francia para obtener el dominio de estos territorios y el monopolio de la producción de carbón. La guerra franco-prusiana fue por el carbón pero significó mucho más que eso: también estaban en pugna dos modelos políticos antagónicos y, en este sentido, la victoria de Prusia fue también la de un modelo de Estado aristocrático, nacionalista y racista. La victoria de Prusia en 1871 permitió unificar el Imperio Alemán y prácticamente monopolizar la producción de carbón y acero de Europa, lo que también la hizo convertirse rápidamente en una superpotencia mundial. Sin embargo, la crisis deflacionaria de la década de 1880 la afectaría fuertemente, puesto que generó que las grandes potencias cerraran sus mercados y comerciaran únicamente con sus colonias. A nueve años de su unificación, Alemania había conseguido convertirse en una de las grandes potencias comerciales; pero la unificación tardía le impuso un límite insuperable para su expansión imperialista. Así, comenzó la necesidad de expandirse colonialmente y para ello se valió de su gran industria armamentista. Comenzaba entonces la paz armada, que consistió en una carrera armamentista entre las principales potencias del mundo, el cual sólo se mantenía en paz por el temor al poder de destrucción que tenía el enemigo. La paz armada concluyó con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Para comprender el por qué de esta guerra es necesario entender lo que significó la crisis 112 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. económica de la década de 1880. El modelo de producción de Taylor —mejorado por Ford— estaba en auge y la industria capitalista había logrado producir mercancías a gran escala en muy poco tiempo, lo cual incrementó de manera descomunal la oferta de productos. Por la ley de la oferta y la demanda, cuando la primera sube y la segunda se mantiene, el precio de venta baja; en consecuencia, cuando se incrementa exageradamente ceteris paribus, los precios se desploman. Esto genera una crisis económica deflacionaria, en la que los precios caen tanto que no alcanzan a cubrir los costos de producción y las empresas empiezan a quebrar. A raíz de esta crisis, las diferentes potencias comenzaron a cerrar sus fronteras al libre comercio y se dedicaron a intercambiar mercancías solamente con sus colonias (a excepción de Estados Unidos, que lo hizo con Latinoamérica a través de la doctrina Monroe). Entonces Alemania estaba en un problema: se había desarrollado muy rápido y era una superpotencia, pero no tenía ninguna colonia y no había lugar en el mundo que colonizar. Así es que comenzó a reclamar territorio a las otras potencias imperialistas. Además, la dinámica de la paz armada la había llevado a sobreproducir armamento: la excesiva oferta de armas que no era absorbida llevaba a que los precios de la industria cayeran, y a comienzos del siglo XX amenazaba con causar una nueva crisis deflacionaria. Los libros de historia mencionan al asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria como la causa de la Primera Guerra Mundial, pero eso sólo fue una excusa para que Alemania desatara un conflicto que le era útil ya que por un lado lograba que se absorbiera la oferta de armas y evitaba la crisis. Además, si ganaba la guerra, lograría convertirse en un imperio y exigir la entrega de colonias de las otras superpotencias. La primera y la segunda guerra marcan el final y el comienzo de dos eras en la historia bélica. La Primera Guerra Mundial puede considerarse la última guerra de trincheras ya que, aunque se habían desarrollado métodos modernos de destrucción masiva (p. ej, la guerra química con la utilización de gases tóxicos y los bombardeos aéreos), lo cierto es que éstos eran aún métodos muy nuevos y la guerra se llevó a cabo en su mayor medida como una guerra de trincheras. Después de que Alemania es derrotada se la culpa por la guerra y se la obliga a pagar la reconstrucción del continente. Sin embargo, esto no es todo: también se regresa a Francia el dominio sobre Alsacia y Lorena; por lo que Alemania no solo es condenada a pagar los gastos de la guerra, sino que se la despoja del control de la producción de carbón y, por lo 113 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. tanto, de su industria. Todo esto la lleva a una profunda crisis económica que la azotará hasta que la crisis de la década de 1930 lleve al resto del mundo a estar en su misma situación, y así se irá recuperando poco a poco junto con las otras potencias gracias al modelo del Estado de Bienestar. Respecto a esto último, Eric HOBSBAWM (1995) afirma que el nacionalsocialismo se nutre no sólo de los filósofos e intelectuales románticos del siglo XIX sino también de un gobierno implacable decidido a terminar con el desempleo y la crisis económica a cualquier precio (p. 114-5). Por esto es que el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei era un partido que recibía sus votos desde todos los sectores sociales de Alemania y lleva a Hitler al poder en 1933 con un enorme apoyo popular. Apoyo que le permitirá conformar un gobierno tan poderoso capaz de utilizar la maquinaria estatal para lo que se propusiera. Así, Alemania, recuperada económicamente gracias a un modelo económico y político estadocéntrico y gobernada por un líder poderoso decide recuperar lo perdido y da comienzo a la Segunda Guerra Mundial. De la misma forma que la primera guerra marcó el fin de una época, la segunda es el comienzo de una nueva. Alemania desarrolla la llamada guerra relámpago (blitzkrieg) gracias al poder y la versatilidad de su poderoso tanque blindado, el Panzer. Los científicos e ingenieros alemanes habían logrado evolucionar más el armamento en los años entre guerras que en todos los años de la paz armada. El resultado fue la elaboración de tanques como el Panzer que le dieron a Alemania una ventaja indiscutible durante los primeros años de la guerra, pero también el desarrollo de la aviación y los submarinos. Inclusive, recordemos que las primeras investigaciones sobre energía atómica fueron alemanas, y que éstas llevan a Estados Unidos a desarrollar las bombas que lanza en Hiroshima y Nagasaki como último acto de la guerra. A diferencia de la guerra de trincheras, el nuevo método alemán consistía en un ataque veloz con bombardeos aéreos a las ciudades que abrían paso a la invasión terrestre encabezada por los tanques. El objeto era causar el mayor daño posible en el menor tiempo y con el menor número de bajas (propias). En definitiva, lo que hace Alemania es aplicar la teoría capitalista a la guerra, obtener el máximo beneficio con el menor costo gracias a la innovación tecnológica. Este principio es lo que hace que la industria capitalista requiera cada vez más y mejor tecnología; el período de la Segunda Guerra Mundial fue el de mayor desarrollo tecnológico de la humanidad, todo puesto a favor de una industria de la muerte. Toda la tecnología que hoy conocemos encuentra su origen en las investigaciones desarrolladas durante esa época, las grandes y reconocidas empresas alemanas que hoy lideran la industria farmacéutica, automotor o electrónica fueron concebidas y apoyadas por el gobierno de Hitler. Industria que no sólo se desarrolló para los actos bélicos, sino también 114 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. para llevar a cabo la Solución Final de Alemania. Hitler fue educado bajo la influencia del Völkisch, un movimiento romántico de un populismo cultural y filosófico de tono místico, que abarcaba una especie de racionalismo muy abstracto divorciado del pensamiento analítico. El Völkisch apelaba a la unidad del pueblo pues era esencialmente ultranacionalista. Esta característica de unión y fraternidad caracterizará al fascismo, término que viene del italiano fascio y deriva etimológicamente del latín fascis, del cual proviene la palabra castellana haz, utilizada para mencionar el conjunto de algo —en el caso del fascismo, conjunto de nacionales iguales—. La pregunta que Hitler logró responder para obtener su gran poder fue ¿cómo unir a estos nacionales iguales a su favor? En este sentido había observado la influencia de las ideas racistas en el pueblo alemán y desarrolla el concepto de la raza aria superior a las demás. Pero el racismo no era lo único, también había observado que la crisis económica que se produce en Alemania después de la Primera Guerra Mundial había beneficiado en gran medida a los banqueros ya que la moneda alemana se había depreciado abruptamente y era el terreno propicio para la especulación financiera. Hitler se percata que los dueños de los principales bancos en Alemania pertenecían a la comunidad judía y utiliza el resentimiento del pueblo contra los banqueros, convirtiéndolo en un revanchismo racial contra los judíos. Como señaláramos anteriormente, el antisemitismo alemán acusa que el judío constituye la peor de todas las razas porque se asemeja a la suya y por eso le es fácil mezclarse. En esta inteligencia, es necesaria su rápida eliminación antes de que el parásito consuma a la nación alemana. De esta forma, comienzan a desarrollarse métodos de exterminio masivo de personas que logren el máximo beneficio con el menor costo. Así se pasa de asesinarlos en masa disparándoles en la nuca (método artesanal) a conformar enormes guetos provistos de cámaras de gas (método industrial). La Segunda Guerra Mundial fue la prueba empírica de hasta dónde puede llegar el poder destructivo de la humanidad, la cual responde a “un perpetuo e incesante afán de poder, que cesa solamente con la muerte” (HOBBES, 2014: 79). Estas palabras de Thomas HOBBES responden a la concepción negativa del hombre que desarrolló en su obra De Cive (1642), casi una década antes de publicar su reconocido Leviathan (1651). En la primera de estas obras pone de manifiesto que el hombre sólo responde a la maximización de beneficios al menor costo; de esta forma afirma que está dispuesto a violar la ley (no importa lo que implique) siempre que obtenga un mayor beneficio o le provoque una menor pérdida que respetarla. “De este modo, la esperanza de la seguridad y de la propia conservación reside en que cada uno pueda anticiparse a su prójimo con las fuerzas y habilidades propias, sea abiertamente, sea mediante la insidia” (HOBBES, 2010: 175). Esto lleva a un estado de guerra de todos contra todos, el cual es denominado “estado de 115 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. naturaleza” en De Cive, expresión que no vuelve a utilizar en Leviathan, donde sólo hace referencia a “la condición natural del hombre”. Sin embargo, Lukac DE STIER (1999) -una de las mayores comentaristas de HOBBES en la actualidad- opina que el pensador inglés no deja en claro a qué hace referencia con la voz “estado de naturaleza”: si a un estadio primitivo del hombre o a una característica de los hombres civilizados; y explica que es un error considerarlo como un momento primitivo de la humanidad. Por el contrario, afirma que los hombres que caen ese estado “son hombres civilizados, con deseos civilizados de una vida conveniente y gustos civilizados de sentirse superiores” (p. 110). Algunos pensadores se han dedicado a criticar el contractualismo hobbesiano con el argumento de que el estado de naturaleza que describe es completamente irreal, que nunca sucedió. Vale la pena citar un pasaje de Jeremy BENTHAM (1975) en el que sostiene (p. 77-8): [n]o podemos creer, según afirman algunos teóricos, que hubiera un tiempo en que no existiese nada semejante a una sociedad, y que, por impulso de la razón y a través de la conciencia de sus necesidades y flaquezas, los individuos, reunidos en una vasta llanura, otorgaban un contrato originario y eligiesen al más fuerte de ellos como su jefe. Esta noción del estado de naturaleza inconexo y existente en la realidad es demasiado fantástica para ser seriamente admitida. Sin embargo, sobran evidencias de que el período histórico que va desde 1870 hasta 1945 constituye un claro estado de naturaleza como el descripto por HOBBES; de la misma forma que el período que va desde 1945 hasta 1951 podría ser interpretado como una época de negociación y establecimiento de un nuevo sistema institucional dedicado a terminar con aquél estado de guerra. Incluso el propio BENTHAM reconoce, más adelante en su obra, la existencia de un “estado perfecto de naturaleza” en los conflictos entre Estados (p. 90). V. La paz perpetua se hace realidad Del acápite anterior podemos concluir que el “estado de naturaleza” hobbesiano no refiere a un estadio primitivo de la humanidad sino a un estado de guerra absoluto dentro de una sociedad civilizada. Así, el período histórico que se desarrolla entre 1870 y 1945 constituyó un auténtico estado de naturaleza. Veamos ahora si el período desarrollado entre 116 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. los años 1945 y 1951 puede interpretarse como el de la negociación y firma de un nuevo contrato social. Como vimos en el segundo acápite de este trabajo, el primer proyecto moderno de integración para Europa fue La paz perpetua de KANT, en el que basaba la necesidad de paz justamente en su creencia de que existía un estado de naturaleza entre los Estados. Así nos dice que (1919: 31): [l]os pueblos, siendo Estados, pueden considerarse como individuos en estado de naturaleza —es decir, independientes de toda ley externa—, cuya convivencia en ese estado natural es ya un perjuicio para todos y cada uno. Todo Estado puede y debe afirmar su propia seguridad requiriendo a los demás para que entren a formar con él una especie de constitución semejante a la constitución política, que garantice el derecho de cada uno. Francesco CARNELUTTI retoma esta idea y en Cómo nace el Derecho (2004) explica que, así como el Derecho crea un Estado que elimina la guerra fronteras adentro y la convierte en delito, el Derecho Internacional debe hacer esto mismo entre los Estados (p. 75). El problema que señala CARNELUTTI es que si éstos no ceden su soberanía, el Derecho Internacional no es estrictamente Derecho; mas encuentra una interesante oportunidad en el modelo de los Estados Unidos de Europa (p. 76). En el período que va de 1871 a 1945 es cuando más proyectos de integración se desarrollaron. Podemos mencionar los Estados Unidos de Europa de Víctor Hugo o de Mijail Bakunin a mediados del siglo XIX; la Pan-Europa de Richard Coudenhove Kalergi de 1923; o los Estados Unidos de Europa de Édouard Erriot de 1930, idea retomada por Winston Churchill en 1946, en la que proponía la asociación entre Alemania y Francia como el primer paso de esta unión. Todos estos proyectos se conocieron como los “proyectos de paz perpetua” y fueron pensados dentro de una corriente ideológica que intentaba federalizar el continente. Pero fue recién en 1950 cuando el sueño de la paz perpetua comenzó a ser una realidad aunque no se debió a un proyecto como los anteriores. El 9 de mayo de 1950, el Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Robert Schuman, asesorado por el neofuncionalista Jean Monnet, pronunció una fuerte declaración en la que exhorta a unificar bajo un mismo régimen la industria carbosiderúrgica franco-alemana por 117 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. la importancia estratégica que tenía para la reconstrucción del continente (GRANILLO OCAMPO, 2007: 175-6), además de que esta industria fue el origen de tantos años de enfrentamientos entre estos dos países. La idea de Monnet se apartaba del viejo federalismo europeo y proponía la integración de Francia y Alemania a partir de pequeños puntos estratégicos, por ello recibió el nombre de “la doctrina de los pequeños pasos”. Ésta no sólo fue bien recibida por el Canciller alemán Konrad Adenauer, sino también por sus pares de Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Así es que en 1951 los seis Estados firman el Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (en adelante, “TCECA”), que establece la primera Alta Autoridad supranacional y da comienzo a lo que hoy es la Unión Europea. El TCECA fue el primer paso, pero el sueño de la paz perpetua no se quedó allí: el descubrimiento de la energía atómica y su poder destructivo, sumado a la carrera nuclear que se llevaba a cabo producto de la Guerra Fría, llevó a estos mismos seis Estados a decidir que no era suficiente con ceder su soberanía respecto de la regulación de la industria carbosiderúrgica únicamente. Así es que en 1957 se firma un nuevo tratado por el que se constituye la Comunidad Europea de la Energía Atómica (en adelante, “TCEEA”). Una investigadora de la Universidad de Oviedo que actualmente se dedica a estudiar los “proyectos de paz perpetua” afirma que el establecimiento de las Comunidades Europeas significó el abandono y olvido de éstos (VALVIDARES SUÁREZ, 2010: 241). Esto se explica porque después de 1945 los intentos de alcanzar la paz en el continente se incrementaron de forma tal que las negociaciones internacionales llevaron a que se concibiera un nuevo tipo de acuerdos fuera de la teoría federalista. Acuerdos en los cuales los Estados comenzaran a ceder lentamente su soberanía a organizaciones supranacionales. Sin embargo, puede considerarse que este sólo fue el vehículo para alcanzar el objetivo de la paz perpetua. Incluso, puede afirmarse que si bien el neofuncionalismo fue la teoría política que se utilizó en un principio porque era la única de aplicación posible, lo cierto es que con los años la Unión Europea terminó por convertirse en una verdadera “comunidad federal inhabitual” (HABERMAS, 2012: 69). VI. La posnacionalidad: un continente avanzado con un Derecho atrasado Con el final de la Segunda Guerra Mundial, comienzan a entrar en crisis las concepciones de la identidad nacional y la soberanía nacional. Podemos afirmar que se produce un profundo cambio de paradigma que va del nacionalismo a la posnacionalidad. La identidad nacional era la ilusión que había creado el nacionalismo y se configuraba de dos 118 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. formas: en primer lugar las características propias de la nación y, en segundo, la oposición a las características de los extranjeros. El extranjero es visto como el diferente, y el diferente es considerado el enemigo. El nacionalismo se funda en la premisa de que la nación propia es superior a las otras. En su perfección, los seres que pertenecen a una nación superior no deberían padecer ningún problema y es allí donde aparece el extranjero —el enemigo—, como la causa de los problemas de la nación. Pero fueron las catastróficas consecuencias de este paradigma las que terminaron por romper la idea de la supremacía del propio pueblo y facilitar así la desarticulación de las identidades nacionales para dar paso a la posnacionalidad (HABERMAS, 1998: 92). La posnacionalidad va a ser la que permita disociar a la soberanía de la nación. Al momento en que se desarrolla la Segunda Guerra Mundial, los Estados —ya sea que estuvieran de un lado o del otro de la trinchera— compartían una característica común: eran Estados elefantiásicos que se caracterizaban por ser muy poderosos e influyentes en la vida privada, además de que todo ese poder estaba concentrado en los gobiernos centrales. De un lado esto era así por el fascismo y, del otro, por el keynesianismo y el comunismo. Cuando la guerra concluye se declara a dos grandes culpables: el nacionalismo y la elefantiasis estatal. Por lo tanto, la posnacionalidad traerá consigo un nuevo modelo de Estado conocido como “Estado Posmoderno”. Éste implementa un nuevo modelo institucional que consiste en la desconcentración del poder (de la soberanía) que se desarrolla en dos planos: hacia abajo con la descentralización y hacía arriba con la integración. La descentralización consiste en que el Estado Nacional delegue parcelas de soberanía a las unidades subfederales; y la integración consiste en la cesión de parcelas de soberanía a entes supranacionales. En resumidas cuentas, el Estado Posmoderno se caracteriza por la erosión de los elementos intrínsecos que lo componen. Las nuevas tecnologías contribuyen a que se desdibuje el territorio, las constantes migraciones hacen que la población se torne inestable y el poder (soberanía) es sacudido por la atomización de las funciones del Estado, que se trasladan a órganos internacionales o internos de menor jerarquía (ORTIZ y LESCANO GALARDI, 2006: 5). Podemos decir, entonces, que en el período que va de 1945 (final de la guerra) a 1950 (Declaración Schuman) se produce uno de los cambios sociales y políticos más profundos de la historia de la humanidad. La pregunta que surge indefectiblemente es dentro de qué paradigma se ubicaba el Derecho: el del nacionalismo o el de la posnacionalidad. 119 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. Determinar esta cuestión es de fundamental importancia puesto que el TCECA que se firma en 1951 será un documento jurídico revolucionario, distinto a lo que se había visto hasta entonces en materia de tratados internacionales. A través del TCECA, los Estados ceden parcelas de su soberanía a entes supranacionales; si bien esto se inscribía dentro del nuevo paradigma posnacional, ¿estaban jurídicamente habilitados para hacerlo? Todo lo que un Estado puede hacer debe estar determinado por su constitución nacional, ésta es el contrato social mediante el cual se lo crea y se establecen los límites de su poder. Para responder a la pregunta anterior, lo que debemos hacer es indagar en las constituciones de los seis firmantes del TCECA para ver si existía alguna cláusula que los habilitara a aprobarlo. No analizaré aquí los seis casos, sino sólo los dos más importantes: Alemania y Francia. En el caso de Alemania, se había reformado su constitución un año antes de la declaración Schuman y, al momento de firmar el TCECA su artículo 24 establecía que: 1. La Federación podrá transferir por ley derechos de soberanía a instituciones internacionales. 2. La Federación podrá encuadrarse en un sistema de seguridad colectiva y reciproca para la salvaguardia de la paz y consentirá con este motivo en las limitaciones a sus derechos de soberanía que sean susceptibles de conducir a un orden pacifico y duradero en Europa y entre los pueblos del mundo y de garantizar dicho orden. 3. La Federación se adherirá, para la solución de conflictos internacionales, a las convenciones sobre una jurisdicción de arbitraje internacional de ámbito general y obligatoria. El artículo citado no deja dudas de la habilitación constitucional de la que gozaba Alemania para firmar el TCECA, desde el primer inciso se aclara que puede transferir, por ley, soberanía a instituciones internacionales. El inciso dos menciona claramente cuál es el objetivo que debe buscar Alemania al conformar una institución internacional en Europa. Finalmente, el inciso tercero la habilita a que la cesión de soberanía no sea sólo de competencias, sino también de jurisdicción. El caso de Francia es muy distinto. La única disposición constitucional francesa que podría aparecer como una clausula habilitante de la supranacionalidad se encontraba en el 120 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. Preámbulo de la constitución de 1946, en el que se decía:“[a] condición de que haya reciprocidad, Francia acepta las limitaciones de soberanía necesarias para la organización y la defensa de la paz”. Sin embargo, el Consejo Constitucional de Francia entendió siempre que aceptar limitaciones a la soberanía no significaba lo mismo que cederla, así es que en el caso “Elecciones del Parlamento Europeo” de 1976 concluyó que “ninguna disposición de naturaleza constitucional autoriza transferencias de todo o parte de la soberanía nacional sea a la organización internacional que sea” (GORDILLO PÉREZ, 2012: 56). Las contradicciones entre Alemania y Francia son muy interesantes. El primero, antiguo enemigo de la democracia y representante histórico del nacionalismo, introdujo en su Constitución una cláusula habilitante de la supranacionalidad antes que el padre de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Sin embargo, y lo que es más interesante aún, la propuesta de firmar el TCECA surgió de Francia, el Estado que no estaba habilitado jurídicamente para aprobarlo. VII. Conclusión En este punto de nuestro análisis, podemos concluir que no resulta necesaria la existencia de una cláusula constitucional expresa que habilite al Estado a firmar un tratado de integración regional. A diferencia de otras ramas jurídicas, el Derecho de la Integración no es una mera construcción normativa, sino que es esencialmente empírico. La vida pública transciende constantemente los límites que le impone el Derecho; en especial cuando se lo concibe como un régimen estricto, porque la esencia de nuestro sistema político y social es la fluidez (BAUMAN, 2012: 8-9), el Derecho es una estructura sólida difícil de adaptar a una realidad líquida. En esta inteligencia, es un error pensar que el Estado sólo está habilitado a hacer lo que la constitución diga; tiene otras funciones que pueden no estar escritas. Por ejemplo, asegurar la paz es una de las funciones más importantes que tiene el Estado. Si estamos de acuerdo en esto, no importa realmente que la constitución no posea una cláusula expresa que habilite al Estado a hacer algo que en última instancia le sirve para cumplir con este objetivo. 121 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II GARAVENTA, C. (2015) “Del estado natural al estado regional: genealogía…”, pp. 106-122. Bibliografía ALVIDARES SUÁREZ, M. (2010) La búsqueda del Leviatán europeo. La construcción de la Unión Europea en los proyectos de paz perpetua, Madrid, Trea. ANTÓN, J. y ESTEBAN, M. (2006) “Pensamiento contrarrevolucionario (de Maistre a Maurras)”, en MELLON, J. (coord.) Ideologías y movimientos políticos contemporáneos, Madrid, Tecnos. BAUMAN, Z. (2012) Modernidad líquida, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. BENTHAM, J. (1985) Fragmento sobre el gobierno, Madrid, Sarpe. CARNELUTTI, F. (2004) Cómo nace el Derecho, Bogotá, Temis. GORDILLO PÉREZ, L. 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Na esteira das leis norte-americana (Foreign Corrupt Practices Act) e britânica (Bribery Act), bem como dos tratados internacionais atinentes à matéria (Convenção Interamericana contra a Corrupção, Convenção sobre o Combate da Corrupção de Funcionários Públicos Estrangeiros em Transações Comerciais Internacionais e Convenção das Nações Unidas contra a Corrupção), a lei brasileira inovou ao tratar de temas como a punição de empresas envolvidas em casos de corrupção de funcionários públicos, a responsabilidade objetiva de empresas e a inclusão do sistema de compliance como mitigador das penas previstas na lei. O presente trabalho procurará explorar as relações de semelhança existentes entre as referidas legislações e seu impacto no Brasil da atualidade. Buscaremos, igualmente, de forma breve e sucinta, investigar as razões culturais, sociais e jurídicas do incremento da corrupção no Brasil. Palavras chave Corrupção – Lei 12.846/2013 – Foreign Corrupt Practices Act – Bribery Act – Convenção Interamericana contra a Corrupção – Convenção sobre o Combate da Corrupção de Funcionários Públicos Estrangeiros em Transações Comerciais Internacionais – Convenção das Nações Unidas contra a Corrupção Advogada formada pela Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (Brasil). Pósgraduada em Direito Público pela Faculdade IDC (Brasil). Mestranda pela Universidade de Buenos Aires (Argentina). Email para contato: [email protected] 123 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. BREVES NOTAS SOBRE LA LEY ANTICORRUPCIÓN BRASILEÑA Resumen La ley 12.846/2013 introdujo importantes innovaciones al sistema legal brasilero en lo que se refiere a la lucha contra las prácticas de corrupción. Siguiendo el ejemplo de las leyes norteamericana (Foreign Corrupt Practices Act) y británica (Bribery Act), así como de los tratados internacionales referentes a la materia (Convención Interamericana contra la Corrupción, Convención sobre la Lucha contra el Cohecho de Funcionarios Públicos Extranjeros en las Transacciones Comerciales Internacionales y Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción), la ley brasilera innovó al tratar temas como la punición de empresas involucradas en casos de corrupción de funcionarios estatales, la responsabilidad objetiva de empresas y la inclusión del sistema de compliance como mitigador de las penas previstas en la ley. El presente trabajo buscará explorar las relaciones de semejanza existentes entre las legislaciones citadas y su impacto en el Brasil actual. Buscaremos, igualmente, de manera breve y sucinta, investigar las razones culturales, sociales y jurídicas del aumento de la corrupción en Brasil. Palabras clave Corrupción – Ley 12.846/2013 – Foreign Corrupt Practices Act – Bribery Act – Convención Interamericana contra la Corrupción – Convención sobre la Lucha contra el Cohecho de Funcionarios Públicos Extranjeros en las Transacciones Comerciales Internacionales – Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción BRIEF NOTES ON THE BRAZILIAN ANTICORRUPTION ACT Abstract Law No. 12,846/2013 implies important advancements for the Brazilian legal system regarding the prevention and combat of corruption practices. Following the example of British and American statutes on the matter (Foreign Corrupt Practices Act and Bribery Act, respectively), and also international treaties (Inter-American Convention against Corruption, Convention on Combating Bribery of Foreign Public Officials in International Business Transactions, United Nations Convention against Corruption), the Brazilian Anticorruption Law innovates by disposing sanctions to the legal persons involved in corruption cases with public officers, establishing objective responsibility for companies 124 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. and considering the performance of compliance duties as a mitigation factor in the appliance of penalites. This essay explores the similarities between the referred laws and its impact in the nowadays Brazil, and also inquires briefly the cultural, social and juridical reasons for the increasement of corruption in Brazil. Keywords Corruption – Law No. 12.846/2013 – Foreign Corrupt Practices Act – Bribery Act – InterAmerican Convention against Corruption – Convention on Combating Bribery of Foreign Public Officials in International Business Transactions – United Nations Convention against Corruption Negociata é um bom negócio para o qual não fomos convidados. BARÃO DE ITARARÉ (1985) I. Introdução. Origens da corrupção: uma breve tentativa de compreensão do fenômeno O fenômeno da corrupção é algo que, segundo nos alcança a memória, esteve sempre presente na sociedade brasileira — desde que o Brasil era uma colônia de Portugal — permeando todos os estratos e âmbitos sociais. Embora os escândalos de corrupção possuam maior visibilidade no circuito político e na vida pública, a verdade é que as práticas corruptas estão tão profundamente arraigadas na cultura brasileira que certos hábitos considerados menos relevantes podem ser, também, identificados como corrupção — ainda que em menor escala e que os resultados sejam menos graves que aqueles obtidos em um âmbito político e que envolva dinheiro público. É o caso do famigerado “jeitinho brasileiro”, que se traduz em uma forma de agir que implica em características tidas como positivas, como a capacidade que o brasileiro tem de sobrepor-se criativamente às adversidades da vida — também conhecido como “jogo de cintura”, e, por outro lado, remete também a aspectos negativos da nossa cultura: o “jeitinho” pode ser utilizado, igualmente, com o objetivo de obter vantagens ou benefícios de forma não tão honesta (BARBOSA, 2005). Raymundo FAORO (2001), em sua clássica obra Os donos do poder, assevera que a corrupção que impregna a sociedade brasileira atual encontra suas origens no período colonial. Segundo o autor, a estrutura patrimonialista do estado absolutista português foi levada ao Brasil durante o período colonial, tornando-se a base da cultura econômico- 125 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. política brasileira. Sérgio BUARQUE DE HOLANDA (1995) também identifica a origem da corrupção naquele mesmo berço colonial. Herança persistente da colonização portuguesa é a corrupção, portanto, já que “o que o português vinha buscar era, sem dúvida, a riqueza, mas riqueza que custa ousadia, não riqueza que custa trabalho” (p. 49). Aduz, portanto, o autor, que o pensamento que norteava a produção de riquezas em solo brasileiro – e a colonização em si – era o de “grandes resultados com pouco esforço” (p.49). Nesse sentido, “[o] princípio que, desde os tempos mais remotos da colonização, norteara a criação da riqueza no país não cessou de valer um só momento para a produção agrária. Todos queriam extrair do solo excessivos benefícios sem grandes sacrifícios” (p. 52). Assim, segundo estes autores, a corrupção é uma herança da metrópole ibérica. As práticas duvidosas relacionadas à corrupção e suas similares – como o nepotismo – já teriam chegado ao Brasil com a primeira caravela. A famosa carta de Pero VAZ DE CAMINHA (1500)1 é um irônico exemplo, já que, após narrar a longa viagem e a chegada a terras brasileiras, o autor expressa ao Rei um pedido de cunho pessoal – divorciado, portanto, dos propósitos de sua função: [e] pois que, Senhor, é certo que tanto neste cargo que levo como em outra qualquer coisa que de Vosso serviço for, Vossa Alteza há de ser de mim muito bem servida, a Ela peço que, por me fazer singular mercê, mande vir da ilha de São Tomé a Jorge de Osório, meu genro -- o que d'Ela receberei em muita mercê. Anos depois o Padre Antônio VIEIRA (1655),2 denunciava os atos de duvidosa moralidade praticados pelos administradores do Brasil: [s]uponho finalmente que os ladrões de que falo não são aqueles miseráveis, a quem a pobreza e vileza de sua fortuna condenou a este gênero de vida, porque a mesma sua miséria, ou escusa, ou alivia o seu pecado [...]. O ladrão que furta para comer, não vai, nem leva ao inferno; os que não só vão, mas levam, de que eu trato, são outros ladrões, de maior calibre e de mais alta esfera [...]. Não são só ladrões, diz o santo, os que cortam bolsas ou 1 2 Consultado em: [dominiopublico.gov.br] em 03.06.2015. Consultado em: [dominiopublico.gov.br] em 03.06.2015. 126 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. espreitam os que se vão banhar, para lhes colher a roupa: os ladrões que mais própria e dignamente merecem este título são aqueles a quem os reis encomendam os exércitos e legiões, ou o governo das províncias, ou a administração das cidades, os quais já com manha, já com força, roubam e despojam os povos. — Os outros ladrões roubam um homem: estes roubam cidades e reinos; os outros furtam debaixo do seu risco: estes sem temor, nem perigo; os outros, se furtam, são enforcados: estes furtam e enforcam. Edson NUNES (2003), em uma acurada analise das características do cenário político brasileiro, busca explicitar os aspectos que orientam as relações entre a sociedade e suas instituições. Segundo o autor, o clientelismo brasileiro encontra suas origens no sistema patriarcal e se caracteriza como um subsistema de relação política, no qual uma pessoa recebe proteção — aqui entendida em sua mais ampla acepção — em troca de apoio político. O sistema de trocas de favores é, então, a marca mais significativa do clientelismo: ele opera, assim, através de uma complexa rede de favores e favorecimentos, estando imiscuído em diversos setores da sociedade. O capitalismo moderno e o clientelismo assemelham-se vagamente por estarem baseados em um sistema de trocas; entretanto, no clientelismo este intercâmbio ocorre de forma generalizada, marcada principalmente por uma expectativa de relação pessoal a futuro. Assim, a prática do clientelismo é facilmente identificável na concessão de cargos políticos, empregos públicos, linhas de crédito bancário, entre outros. Por sua vez, a burocracia, que já não pode funcionar sem este esquema clientelista, termina por legitimálo, caracterizando, assim, a retroalimentação deste sistema. Como todos sabemos, este cenário grassa inexoravelmente pelo território brasileiro. Por fim, NUNES (2003) afirma que o desenvolvimento do capitalismo e a excessiva presença dos governos na economia possibilitaram o crescimento de oportunidades de negócios dependentes de decisões do Poder Público. Identifica-se, portanto, que o apoio político depende da “colaboração” de setores do governo. Trata-se, sem dúvida, de uma relação de poder paralela ao poder público, um verdadeiro poder. O clientelismo é a base de um dos maiores problemas do Brasil: a corrupção. Debilita-se, inexoravelmente, a democracia. 127 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. Por outro lado, a respeito das origens da corrupção, Héctor MAIRAL (2007) realiza uma interessante análise acerca de suas raízes no âmbito legal. Segundo o autor, diversos são os motivos que fomentam a insegurança jurídica que, por sua vez, é denominada como “caldo de cultivo da corrupção”. Senão, vejamos: 1. Desconhecimento das normas vigentes: a excessiva produção legislativa, aliada a revogações indiscriminadas (bem como a ausência de revogação expressa por norma nova e a revogação de leis sem que se modifiquem outras leis que se remetem às revogadas), resultam numa perniciosa sobreposição de normas. Esta situação redunda numa verdadeira confusão jurídica, tendo como resultado o fato de que o cidadão desconhece quais normas estão vigentes e, por este motivo, não sabe como atuar. 2. Normas ambíguas ou obscuras: esta característica dá azo a interpretações confusas por parte do funcionário da administração, fazendo com que o administrado não saiba o que se espera dele. 3. Duvidosa validade das normas: não se sabe se a norma é valida ou nula. 4. Restrição no acesso à justiça: o acesso limitado por entraves legais ou alto custo dos processos, a lentidão dos procedimentos e as decisões que só têm eficácia inter partes também fomentam a insegurança jurídica. 5. Violência do estado contra os cidadãos: as penas não são equânimes, visto que um crime contra a vida pode ter menor pena que um crime de evasão fiscal. Por outro lado, o Código Penal é benevolente com relação aos crimes perpetrados pelos funcionários públicos. As multas são altíssimas, o que faz com que seja mais barato para uma empresa pagar propina a um funcionário do que quitar a multa devida ao poder público. 6. Desrespeito à lei pelo próprio Estado: o Estado reconhece a impossibilidade de assumir os altos custos de cumprir a determinação das leis de sua própria autoria. Ademais dos fatores que contribuem diretamente para fomentar a insegurança jurídica, e, de quebra, facilitam um comportamento corrupto, MAIRAL (2007) sustenta que há outras características próprias do sistema jurídico argentino (em nossa opinião, compartilhadas pelo brasileiro) que incidem diretamente sobre a corrupção. Em primeiro lugar, as normas muito ambiciosas — de difícil cumprimento ou de alto custo — dão azo à corrupção, especialmente quando a fiscalização é precária. Impor leis ambiciosas sem considerar a sua fiscalização é fazer da lei letra morta desde o seu nascimento, e, ao mesmo tempo, fomentar a corrupção. Em segundo lugar, a excessiva discricionariedade das 128 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. decisões redunda na utilização da máquina pública em favor de benefícios próprios ou de terceiros mais chegados. Além disso, a excessiva regulamentação, o excesso de habilitações especiais, a grave burocracia estatal e a alta precariedade de habilitações e alvarás são práticas comuns que estimulam a corrupção. Finalizada esta breve introdução ao tema, passaremos à análise do corpus legislativo internacional e convencional que serve de base à lei brasileira. A Lei Anticorrupção (Lei 12.846/2013), promulgada em um momento de grande agitação social, insere-se em um marco internacional de absoluta intolerância com relação aos atos de corrupção. Cabe ressaltar que os atuais julgamentos resultantes das investigações realizadas no âmbito da Petrobras (e seus escândalos de corrupção bastante conhecidos por todos) vêm aplicando as disposições da lei sob análise, obtendo resultados satisfatórios na apuração dos responsáveis pelos delitos e sua correspondente punição. Finalmente, espera-se que a Lei Anticorrupção não atue somente como um mitigador de situações já ocorridas, senão que também sirva como uma ferramenta de prevenção de delitos futuros. II. Antecedentes legais da Lei 12.846/2013 Superada a primeira e breve exposição a respeito dos motivos e origens do fenômeno da corrupção no Brasil, passaremos agora à análise dos antecedentes legais oriundos do Reino Unido e dos Estados Unidos da América (em adiante, “EUA”), bem como dos compromissos assumidos pelo Brasil a nível internacional, que tiveram profunda influência na criação da Lei brasileira anticorrupção, a qual finalmente será analisada no Ponto 3 deste trabalho. a) Foreign Corrupt Practices Act (FCPA) A lei norte-americana denominada Foreign Corrupt Practices Act (em adiante, “FCPA”)3 é a pioneira no tratamento do assunto e foi promulgada no ano de 1977. Esta lei visa fomentar o combate e a prevenção à corrupção internacional e cria sanções a nível civil, administrativo e penal. Tais sanções aplicam-se a pessoas e empresas norte-americanas atuantes no exterior, que utilizem de corrupção de funcionários públicos estrangeiros a fim de obter vantagens em transações comerciais. 3 Disponível em [http://www.justice.gov/criminal-fraud/statutes-regulations]. 129 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. Em linhas gerais, a FCPA define como ilícito o ato de suborno mediante dinheiro em espécie ou qualquer outro bem, praticado por empresa norte-americana com o intuito de obter negócio ou vantagem, em relação a estrangeiros funcionários públicos, partidos políticos ou candidatos públicos, de forma direta ou por meio de um intermediário. Além disso, também define como crime o pagamento não registrado de forma clara e precisa feito por empresas registradas na bolsa de valores ou na Securities and Exchange Comission (Comissão de Valores Mobiliários norte-americana, em adiante, “SEC”).4 4 § 78dd-1 [Seção 30A da Lei de Mercado de Capitais (Securities & Exchange Act) dos EUA, de 1934.: “Práticas comerciais proibidas a emissores no exterior. (a) Proibição.- É proibido a um emissor que possua uma classe de valores mobiliários registrados de acordo com a seção 78l deste título ou que seja obrigado a apresentar relatórios nos termos da seção 78o(d) deste título, ou a qualquer dirigente, diretor, funcionário ou agente de tal emissor, ou a qualquer acionista do mesmo que aja em nome do dito emissor, fazer uso dos correios ou de qualquer outro meio ou organismo governamental de comércio interestadual, de forma corrupta, para promover uma oferta, pagamento, promessa de pagamento ou autorização de pagamento de qualquer soma em dinheiro, ou oferta, doação ou promessa de doação, ou ainda uma autorização de doação de qualquer item de valor a -- (1) qualquer dirigente estrangeiro, com o fim de -- (A) (i) influenciar qualquer ato ou decisão de tal dirigente estrangeiro em sua capacidade oficial, (ii) induzir tal dirigente estrangeiro a realizar ou deixar de realizar qualquer ação em violação à sua obrigação legal, ou (iii) garantir qualquer vantagem indevida; ou (B) induzir tal dirigente estrangeiro ao uso de sua influência perante um governo estrangeiro ou organismo governamental para afetar ou influenciar qualquer ato ou decisão de tal governo ou organismo e, assim, ajudar tal emissor a obter e manter negócios para qualquer pessoa ou direcionar negócios a essa pessoa; (2) qualquer partido político estrangeiro ou a dirigente do mesmo ou a qualquer candidato a cargo político estrangeiro para fins de -- (A) (i) influenciar qualquer ato ou decisão de tal partido, dirigente ou candidato em sua capacidade oficial, (ii) induzir tal partido, dirigente ou candidato a realizar ou deixar de realizar um ato, em violação da obrigação legal de tal partido, dirigente ou candidato, ou (iii) garantir a obtenção de alguma vantagem indevida; ou (B) induzir tal partido, dirigente ou candidato a usar sua influência perante um governo ou organismo governamental para afetar ou influenciar qualquer ato ou decisão de tal governo ou organismo governamental e, assim, ajudar o dito emissor na obtenção ou manutenção de negócios para qualquer pessoa ou direcionar negócios para essa pessoa; ou (3) qualquer pessoa, sabendo que toda ou parte de tal soma em dinheiro ou item de valor será direta ou indiretamente oferecido, doado ou prometido a qualquer dirigente estrangeiro, partido político estrangeiro ou dirigente do mesmo, ou a qualquer candidato a cargo político estrangeiro, para fins de -- (A) (i) influenciar qualquer ato ou decisão de tal dirigente, partido político, dirigente de partido político ou candidato de partido político no exterior, em sua capacidade oficial, (ii) induzir tal dirigente, partido político, dirigente de partido, ou candidato de partido no exterior a realizar ou deixar de realizar qualquer ato, em violação da obrigação legal de tal dirigente, partido político, dirigente de partido ou candidato de partido político no exterior, ou (iii) garantir a obtenção de alguma vantagem indevida; ou (B) induzir tal dirigente, partido político, dirigente de partido político ou candidato de partido político no exterior a usar sua influência junto a governos ou organismos governamentais no exterior para afetar ou influenciar qualquer ato ou decisão de tal 130 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. Referido diploma legal exige às empresas registradas como emissoras de valores mobiliários a manutenção de suas informações junto à SEC, por meio da entrega de documentos e relatórios contábeis anuais. Caso a empresa opere junto à bolsa de valores, tais informações deverão ser igualmente fornecidas à mesma.5 A FCPA tem aplicabilidade extraterritorial, ao autorizar a persecução criminal do agente alcançado pela lei, ainda que esteja fora do território norte-americano. As penalidades previstas pela lei alcançam tanto a empresa (por meio da aplicação de multas e sanções administrativas) quanto a pessoa física (através da imposição de multas e prisão). Vale ressaltar que esta lei não se aplica somente às empresas norte-americanas: ela incidirá igualmente sobre empresas estrangeiras presentes nos EUA, que desenvolvam negócios ou possuam subsidiárias naquele país, ou, ainda, que estejam presentes na bolsa de valores norte-americana. Uma empresa estrangeira também se sujeitará às penalidades da FCPA quando não estiver sujeita a nenhum dos casos acima listados, porém for prestadora de serviços de uma empresa estadunidense, na qualidade de representante ou agente. As holdings norte-americanas serão responsáveis por suas subsidiárias estrangeiras quando hajam autorizado ou controlado a atividade ilícita.6 A lei estadunidense, enquanto um dos principais antecedentes inspiradores da norma anticorrupção brasileira, também demonstra uma preocupação com os programas de compliance realizados pelas empresas privadas, determinando que os registros contábeis devam ser fieis à realidade financeira da instituição, tanto no plano nacional como no internacional. Por fim, e demonstrando a preocupação do legislador daquele país em incrementar o arcabouço jurídico com ferramentas destinadas ao combate à corrupção, aprovou-se, em 2010, a lei federal denominada Dodd-Frank Act. Esta lei objetiva proteger investidores de valores mobiliários através do incentivo a denúncias de atos ilícitos, por meio de benefícios governo ou organismo governamental e, assim, ajudar o dito emissor na obtenção ou manutenção de negócios para qualquer pessoa ou direcionar negócios a essa pessoa”. 5 Segundo se extrai do § 78m (Relatórios periódicos e outros) da FCPA. 6 As penalidades trazidas pela lei em comento, conforme determinado no item g do § 78dd-2, impõem multas que variam de US$ 10.000 a US$ 2.000.000, aplicáveis tanto às pessoas jurídicas como às pessoas físicas, com a importante ressalva de que as multas aplicadas a dirigente, diretor, funcionário, agente ou acionista não poderão ser pagas pelas empresas. 131 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. financeiros calculados sobre uma porcentagem do valor da multa aplicada às empresas violadoras. b) Convenção Interamericana contra a Corrupção No âmbito internacional, destaca-se a adoção, pela Organização dos Estados Americanos (em adiante, “OEA”), da Convenção Interamericana contra a Corrupção, de 29 de março de 1996 (em adiante, “Convenção Interamericana”). O texto —promulgado no Brasil por meio do Decreto 4.410/2002— é o resultado da união dos esforços das nações que compõem a OEA de unir-se no combate à corrupção. Ademais, cumpre salientar que a Convenção foi o primeiro instrumento internacional a tratar da matéria, buscando tratar a questão de forma ampla, com a previsão de elementos não somente punitivos e de cooperação interestatal, mas também preventivos e assistenciais. A Convenção Interamericana tem como propósito a promoção e fortalecimento de mecanismos destinados à prevenção, detecção, punição e erradicação da corrupção; destinase, igualmente, a realizar a promoção, facilitação e regulação da cooperação entre Estados, no afã de assegurar a eficácia de medidas destinadas à prevenção, detecção punição e erradicação da corrupção. Seu texto é amplo e busca alcançar as mais diversas manifestações do fenômeno da corrupção; cabe aqui, entretanto, cingirmo-nos somente aos pontos de encontro com a Lei Anticorrupção no marco do sistema jurídico brasileiro. A Convenção Interamericana contra a Corrupção aplica-se tanto aos indivíduos que exercem funções públicas, como aos particulares em suas relações com a esfera do poder público.7 Neste ponto específico, entendemos que a Convenção constitui-se em verdadeiro antecedente legal do assunto que viria a ser tratado pela Lei Anticorrupção, que trata, conforme veremos, da responsabilização objetiva administrativa e civil de pessoas jurídicas pela prática de atos contra a administração pública, nacional ou estrangeira. Nesse mesmo sentido, o disposto no artigo XI, inciso I, alínea c da Convenção, que determina que os 7 “Atos de corrupção.- l. Esta Convenção é aplicável aos seguintes atos de corrupção: […] b. a oferta ou outorga, direta ou indiretamente, a um funcionário público ou pessoa que exerça funções públicas, de qualquer objeto de valor pecuniário ou de outros benefícios como dádivas, favores, promessas ou vantagens a esse funcionário público ou outra pessoa ou entidade em troca da realização ou omissão de qualquer ato no exercício de suas funções públicas […]” (artigo VI, Convenção Interamericana contra a Corrupção). 132 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. Estados Partes atuem no sentido de tipificar as condutas que viriam a ser tratadas pela lei anticorrupção. Por fim, o ponto dedicado às medidas preventivas apresenta uma importante semelhança com a Lei Anticorrupção, quando institui como medida a exigência de que as sociedades mercantis e associações mantenham registros e controles contábeis internos, os quais permitam a detecção de ocorrência de atos de corrupção.8 Tal previsão pode ser encontrada no artigo 7º, inciso VIII, da lei brasileira, relativo aos programas de compliance, conforme analisaremos posteriormente de forma mais minuciosa. A adoção da Convenção Interamericana contra a Corrupção pela OEA representa um importante passo na união de esforços dos países-membros, no sentido de coordenar ações efetivas no combate e prevenção da corrupção, evitando assim um aprofundamento na perda de credibilidade das instituições públicas, bem como uma maior debilitação do sistema republicano e das instituições democráticas. c) Convenção sobre o Combate da Corrupção de Funcionários Públicos Estrangeiros em Transações Comerciais Internacionais A Convenção sobre o Combate da Corrupção de Funcionários Públicos Estrangeiros em Transações Comerciais Internacionais,9 concluída em dezembro de 1997, foi promulgada no Brasil por meio do Decreto 3678/2000 e representa mais um ato da comunidade internacional no sentido de unir esforços no combate e prevenção à corrupção, especificamente no âmbito comercial internacional. O texto da Convenção enumera diversos dispositivos neste sentido. Preliminarmente, determina que os Estados devem legislar no intuito de tipificar penalmente os atos de oferecimento de vantagens pecuniárias ou de outra natureza a funcionário público estrangeiro, com o fim de obter vantagem ilícita, ou mesmo realizar ou dificultar transações comerciais. Estabelece, em seguida, que deve ser objetivo das legislações locais determinar a responsabilização das pessoas jurídicas envolvidas em casos de corrupção de funcionários públicos, bem como a necessidade de fixação de penas criminais efetivas, proporcionais e dissuasivas. 8 9 Artigo III, inciso 10, da Convenção Interamericana contra a Corrupção Consultado em [www.planalto.gov.br] em 25.06.2015. 133 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. Encontra-se também, no mesmo texto, a orientação aos Estados com relação à legislação acerca do controle dos livros contábeis, declarações financeiras e sistemas de contabilidade e auditoria. Mais uma vez, verifica-se a presença em um instrumento internacional da remissão à imperativa necessidade de programas internos nas empresas de controle de suas ações e funcionários. Referida orientação foi também reproduzida pela Lei 12.846/2013, relativamente aos programas de compliance. d) Convenção das Nações Unidas contra a Corrupção Adotada pela Assembleia Geral das Nações Unidas (em adiante, “ONU”) em 2003 e promulgada no Brasil em 2006, por meio do Decreto 5.687/2006,10 a Convenção das Nações Unidas contra a Corrupção (em adiante, “Convenção da ONU”) constitui o mais abrangente instrumento internacional dedicado à prevenção e ao combate da corrupção. Referido texto legal possui as seguintes finalidades: promover e fortalecer medidas mais eficazes de prevenção e combate à corrupção; promover e facilitar a cooperação internacional (inclusive no que se refere à recuperação de ativos desviados); e, finalmente, promover a integridade, a obrigação de render contas e a devida gestão dos assuntos e bens públicos (art. 1º). O texto desta convenção divide-se em quatro principais eixos: (a) prevenção, (b) criminalização e sanção de atos de corrupção, (c) cooperação internacional, e (d) repatriação de ativos indevidamente transferidos. O capítulo II, que trata da prevenção de delitos de corrupção, elenca um extenso rol de medidas que devem ser adotadas pelos Estados contratantes. Dentre as mais importantes, destacam-se a criação de instrumentos jurídicos e administrativos, a formulação de eficazes políticas públicas com a participação da sociedade, a colaboração internacional, a transparência do setor público, a criação de códigos de conduta, a criação de órgãos (ou designação daqueles já existentes) destinados à fiscalização e combate à corrupção. Nesse ínterim, e consoante a análise pontualmente realizada no presente artigo, importa trazer à colação o disposto pela Convenção da ONU no capitulo de medidas 10 Consultado em [www.planalto.gov.br] em 25.06.2015. 134 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. preventivas, especificamente quanto às medidas destinadas ao setor privado. Seu texto dispõe que cada Estado deverá atuar no sentido de adotar sanções civis, administrativas ou penais, bem como de aperfeiçoamento das normas contábeis e de auditoria (art. 12). Ainda sobre esse ponto, o texto da Convenção dispõe a adoção de medidas que foram especificamente abordadas na Lei Anticorrupção. Tal disposição pode ser verificada no item 3 do artigo 1211 da Convenção da ONU, que determina que cada Estado deverá adotar medidas tendentes à divulgação de estados financeiros e relativas às normas de contabilidade e auditoria das empresas privadas, com o fito de coibir ações que redundem em atos ilícitos. Por fim, com relação à criminalização de condutas, o capítulo III da Convenção da ONU elenca uma série de medidas que devem ser adotadas pelos Estados contratantes. Da análise de tais disposições encontrar-se-ão determinações convencionais que foram seguidas pelo legislador nacional quando da elaboração da lei brasileira anticorrupção, quais sejam: a tipificação do delito de oferecimento de suborno a funcionário público (nacional ou estrangeiro) com o objetivo de recebimento de vantagem indevida (arts. 15 e 16); a responsabilidade (civil, penal e administrativa) da pessoa jurídica, sem prejuízo da responsabilidade penal da pessoa física autora do delito, bem como a aplicação de pena de multa à pessoa jurídica (art. 26). Em suma, a Convenção das Nações Unidas contra a Corrupção constitui um importante marco jurídico internacional na luta contra a corrupção e também um importante antecedente da Lei Anticorrupção (Lei 12.846/2013). Nesse sentido, há uma união de esforços da comunidade jurídica internacional para que os Estados atuem no fortalecimento de suas instituições e de seus sistemas jurídicos responsáveis pela prevenção e combate à corrupção. 11 “A fim de prevenir a corrupção, cada estado parte adotará as medidas que sejam necessárias, em conformidade com suas leis e regulamentos internos relativos à manutenção de livros e registros, à divulgação de estados financeiros e às normas de contabilidade e auditoria, para proibir os seguintes atos realizados com o fim de cometer quaisquer dos delitos qualificados de acordo com a presente Convenção: a) O estabelecimento de contas não registradas em livros; b) A realização de operações não registradas em livros ou mal especificadas; c) O registro de gastos inexistentes; d) O juízo de gastos nos livros de contabilidade com indicação incorreta de seu objetivo; e) A utilização de documentos falsos; e f) A destruição deliberada de documentos de contabilidade antes do prazo previsto em lei” (art. 12.3, Convenção das Nações Unidas contra a Corrupção). 135 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. e) Bribery Act O Bribery Act, promulgado no Reino Unido em 2010, foi criado com o objetivo de promover uma atualização e melhoria na legislação daquela região acerca do suborno estrangeiro, com base na Convenção anti-suborno da Organização para a Cooperação e Desenvolvimento Econômico (OCDE) de 1997. Uma das mais importantes medidas introduzidas por esta norma é a responsabilidade objetiva das empresas em casos de suborno. Neste caso, a lei ainda prevê que o ônus da prova recairá sobre as empresas, que deverão comprovar que possuem e fazem uso dos procedimentos adequados para a prevenção desse delito — os programas de compliance. As infrações previstas no Bribery Act são as seguintes: ofertar, prometer ou conceder vantagem, com o recebimento (ou aceitação de recebimento) de beneficio; corrupção de funcionário público estrangeiro; falha da organização em prevenir o pagamento de suborno ou o recebimento de vantagem ilegal (ou seja, não contar com os procedimentos de controle adequados). Ao prever a responsabilização objetiva das pessoas jurídicas, a lei britânica prevê como ferramenta de defesa das empresas a prova de que as mesmas levem a cabo programas de compliance adequados à prevenção de atos ilegais. O Bribery Act tem alcance jurisdicional tanto sobre empresas britânicas, operando dentro e fora do Reino Unido, como sobre empresas estrangeiras que atuam no Reino Unido. As empresas registradas no Reino Unido devem tomar as devidas precauções, uma vez que podem incorrer em ato ilícito quando funcionário, filial, agente ou prestador de serviços subornarem um agente em qualquer parte do mundo, a fim de obter vantagem comercial. Ainda, a matriz de uma empresa localizada no Reino Unido pode ser responsabilizada se sua subsidiária estrangeira cometer ato infracional no contexto de execução de serviços para a matriz. No entanto, a responsabilização da matriz não ocorrerá caso fique provado que a filial no exterior agiu inteiramente por conta própria. Outrossim, as disposições desta lei aplicam-se inclusive às empresas estrangeiras — que exerçam uma parte de seu negócio no Reino Unido — quando o ato de corrupção ocorrer no exterior e a vantagem obtida deste ato permanecer no exterior. III. Lei 12.846/2013 Sancionada em agosto de 2013, ao sabor dos inúmeros conflitos de uma sociedade marcada pelo desgosto dos rumos que a política vinha tomando, a Lei 12.846/2013 136 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. (denominada “Lei Anticorrupção”) tem por propósito principal ser mais uma ferramenta no combate a um dos maiores males que castiga a sociedade brasileira. Referido instrumento legal, conforme veremos adiante com mais vagar, propõe pautas de comportamento de empresas no seu relacionamento com o setor público, define condutas passíveis de punição, determina sanções aplicáveis àqueles que se desviem do bom comportamento e incentiva as empresas a manterem um eficiente programa de compliance. A lei tem por objetivo principal a responsabilização, a nível administrativo e civil, das pessoas jurídicas que incorram em práticas lesivas à Administração Pública nacional ou estrangeira, trazendo inovações como a responsabilidade objetiva de pessoas jurídicas, o compliance, o acordo de leniência e o Cadastro Nacional de Empresas Punidas. Para bem compreender tais aspectos, cumpre que nos detenhamos a analisar minuciosamente os pontos inovadores do referido diploma legal. a) Responsabilização das pessoas físicas e jurídicas A Lei Anticorrupção dispõe acerca da responsabilização objetiva das pessoas jurídicas, nas esferas civil e administrativa, em decorrência de atos lesivos à administração pública nacional ou estrangeira (art. 1º). Destaque-se que a possibilidade de a empresa figurar no polo passivo de uma ação por improbidade, desacompanhada de seus sócios, já vinha sendo contemplada pela Jurisprudência do Superior Tribunal de Justiça (em adiante, “STJ”) antes da entrada em vigência da lei que ora analisamos. O voto exarado no Recurso Especial nº 970.393 – CE dispunha que: “[c]onsiderando que as pessoas jurídicas podem ser beneficiadas e condenadas por atos ímprobos, é de se concluir que, de forma correlata, podem figurar no polo passivo de uma demanda de improbidade, ainda que desacompanhada de seus sócios”.12 Outros precedentes daquela Corte embasam o entendimento explicitado, como os Recursos Especiais 1.122.177/MT e 1038762/RJ. Dessa forma, uma vez comprovados o fato, o resultado e o nexo causal, haverá responsabilização da pessoa jurídica, sem a necessidade de comprovação da existência de dolo ou culpa e independentemente da responsabilização da pessoa física que tenha dado causa ao ato. Neste caso, no que tange à responsabilidade da pessoa física, é necessária a comprovação do dolo. A responsabilidade das pessoas jurídicas independe, no entanto, da comprovação de elementos subjetivos, conforme a redação do artigo 3º. 12 Disponível em [stj.jus.br]. 137 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. Ainda sobre a responsabilidade objetiva das pessoas jurídicas, cabe destacar um excerto que representa o entendimento de boa parte da doutrina administrativista, de forma a bem esclarecer e assentar o ponto sob análise (GARCÍA et al, 2010: 827-8): [d]e notar-se que, a partir da teoria da realidade técnica, conferese às pessoas jurídicas a capacidade de aquisição e exercício de direitos, capacidades para a prática de atos e negócios jurídicos, enfim. [...]. Assim, ao praticarem atos ilícitos, responderão com seu patrimônio, sujeitando-se ao sancionamento adequado à sua realidade jurídica. Entra pelos olhos, desta forma, que ao degradar o meio ambiente ou ao violar os direitos do consumidor, por exemplo, responderá a pessoa jurídica pelos seus atos autonomamente, o mesmo ocorrendo no campo da improbidade sempre que se verificar a concorrência, de qualquer modo, para a prática do ilícito, dele se beneficiando sob qualquer forma (art. 6º da Lei 8.429/92). Resta clara a possibilidade de cominação de sanções exclusivamente pecuniárias às pessoas jurídicas, buscando uma plena reparação do dano causado, mormente em face da maior capacidade econômica de uma empresa em comparação com uma pessoa física. [e]m muitas hipóteses, como não se ignora, somente o acionamento da pessoa jurídica será capaz de possibilitar a cabal reparação do dano causado ao patrimônio público, não só em razão da sua possível maior envergadura patrimonial como também pela comum dificuldade de identificação daqueles que tenham, em seu nome, dado ensejo ao dano. Imagine-se o caso no qual figuram como sócios da empresa apenas pessoas jurídicas, o que é comum nos grandes conglomerados [...]. A inclusão da pessoa jurídica no polo passivo, repita-se, não impede figurem também como réus os seus sócios e gestores, que sempre respondem com o se patrimônio pessoal, subsidiariamente, quando ilegal e indevidamente praticam atos em seu nome [...]. Dessa forma, ainda que a lei remeta-se a elementos subjetivos, no caso da pessoa jurídica não há necessidade de comprovação do dolo e sua responsabilização independe da 138 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. responsabilização das pessoas físicas (art. 5). Esta estratégia legislativa busca evitar que as empresas não sejam punidas por condutas ilegais. Da mesma maneira, a responsabilização das pessoas físicas envolvidas no ato ilícito deve dar-se de forma independente da responsabilização objetiva da pessoa jurídica. b) Tipificação de atos considerados lesivos praticados por pessoas jurídicas Por outro lado, o artigo 5º elenca um rol taxativo de atos considerados lesivos praticados por pessoas jurídicas, e que atentem contra a administração pública nacional ou estrangeira. Vejamos o que a lei dispõe neste particular: Art. 5° Constituem atos lesivos à administração pública, nacional ou estrangeira, para os fins desta Lei, todos aqueles praticados pelas pessoas jurídicas mencionadas no parágrafo único do art. 1 o, que atentem contra o patrimônio público nacional ou estrangeiro, contra princípios da administração pública ou contra os compromissos internacionais assumidos pelo Brasil, assim definidos: I - prometer, oferecer ou dar, direta ou indiretamente, vantagem indevida a agente público, ou a terceira pessoa a ele relacionada; II - comprovadamente, financiar, custear, patrocinar ou de qualquer modo subvencionar a prática dos atos ilícitos previstos nesta Lei; III - comprovadamente, utilizar-se de interposta pessoa física ou jurídica para ocultar ou dissimular seus reais interesses ou a identidade dos beneficiários dos atos praticados; IV - no tocante a licitações e contratos: a) frustrar ou fraudar, mediante ajuste, combinação ou qualquer outro expediente, o caráter competitivo de procedimento licitatório público; b) impedir, perturbar ou fraudar a realização de qualquer ato de procedimento licitatório público; 139 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. c) afastar ou procurar afastar licitante, por meio de fraude ou oferecimento de vantagem de qualquer tipo; d) fraudar licitação pública ou contrato dela decorrente; e) criar, de modo fraudulento ou irregular, pessoa jurídica para participar de licitação pública ou celebrar contrato administrativo; f) obter vantagem ou benefício indevido, de modo fraudulento, de modificações ou prorrogações de contratos celebrados com a administração pública, sem autorização em lei, no ato convocatório da licitação pública ou nos respectivos instrumentos contratuais; ou g) manipular ou fraudar o equilíbrio econômico-financeiro dos contratos celebrados com a administração pública; V - dificultar atividade de investigação ou fiscalização de órgãos, entidades ou agentes públicos, ou intervir em sua atuação, inclusive no âmbito das agências reguladoras e dos órgãos de fiscalização do sistema financeiro nacional. Cumpre destacar que este rol de condutas não é inovador, posto que alguns atos já ostentavam a qualidade de ilícitos auferida pelo Código Penal, pela Lei de Licitações e pela Lei de Improbidade Administrativa. Senão, vejamos alguns exemplos a seguir. O Código Penal já previa o delito de corrupção ativa, estabelecendo penas de dois a doze anos, cumuladas com multa (art. 333).13 A Lei de Licitações (Lei 8666/1993) confere ao crime de fraude a licitação a pena de detenção de dois a quatro anos, cumulada com multa (art. 90). 14 Por fim, no âmbito da Lei de Improbidade Administrativa (Lei 8429/1992), determina-se que as disposições legais previstas estender-se-ão a indivíduos que concorram ou se beneficiem da prática do ato de improbidade, e ainda que referida lei trate especificamente 13 “Oferecer ou prometer vantagem indevida a funcionário público, para determiná-lo a praticar, omitir ou retardar ato de ofício: Pena - reclusão, de 2 (dois) a 12 (doze) anos, e multa” (art. 333, Código Penal). 14 “Frustrar ou fraudar, mediante ajuste, combinação ou qualquer outro expediente, o caráter competitivo do procedimento licitatório, com o intuito de obter, para si ou para outrem, vantagem decorrente da adjudicação do objeto da licitação: Pena - detenção, de 2 (dois) a 4 (quatro) anos, e multa” (art. 90, Lei 8.666/1993). 140 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. de condutas levadas a cabo por agentes públicos, abre-se uma exceção para permitir a punição de particulares que concorram para tais atos lesivos ao erário público (art. 3º). 15 Em assim sendo, entendemos que não há inovação na seara da tipificação de novas condutas, já que diversas delas já estavam previstas em outras leis. O que em realidade ocorreu foi a ampliação da possibilidade de punição dos envolvidos no ato delituoso, já que, até então, somente estava legalmente prevista a punição da pessoa física. Atualmente, a Lei Anticorrupção, conforme já frisado, amplia o espectro de punição para abarcar também a pessoa jurídica. c) Sanções e cominação de sanções No que se refere à cominação de sanções, a Lei 12.846/2013 prevê a responsabilização administrativa e civil da pessoa jurídica. No plano administrativo, fixaram-se as sanções de multa e publicação extraordinária da decisão condenatória, aplicáveis de maneira isolada ou cumulativa, e que não possuem o condão de excluir a obrigatoriedade de reparar, de forma integral, o dano ocasionado. A multa aplicável no âmbito administrativo fixar-se-á no valor de 0,1% a 20% do faturamento bruto do último exercício anterior ao da instauração do processo administrativo, excluídos os tributos, a qual nunca será inferior à vantagem auferida, quando for possível sua estimação. Caso não seja possível utilizar o critério do valor do faturamento bruto da pessoa jurídica, a multa será de R$ 6.000,00 a R$ 60.000.000,00. Por outro lado, a sanção de publicação extraordinária da decisão condenatória consiste em tornar público, por meio de extrato de sentença, o decisum que condenou a empresa pela prática danosa. Tal publicação dar-se-á (art. 6º, § 5o): em meios de comunicação de grande circulação na área da prática da infração e de atuação da pessoa jurídica ou, na sua falta, em publicação de circulação nacional, bem como por meio de afixação de edital, pelo prazo mínimo de 30 dias, no próprio estabelecimento ou no local de exercício da atividade, de modo 15 “As disposições desta lei são aplicáveis, no que couber, àquele que, mesmo não sendo agente público, induza ou concorra para a prática do ato de improbidade ou dele se beneficie sob qualquer forma direta ou indireta” (art. 3, Lei 12.846/2013). 141 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. visível ao público, e no sítio eletrônico na rede mundial de computadores. Trata-se, claramente, de um meio de pressão baseado em uma espécie de escárnio ou exposição públicos, buscando impor uma ameaça à imagem da empresa frente a seus clientes e fornecedores. Eficiente, portanto, uma vez que não há empresa que não se preocupe em manter imaculada sua imagem. Verifica-se, pois, a severidade das sanções previstas a nível administrativo, tanto no valor das multas impostas, como no instituto da publicação extraordinária da decisão condenatória. As sanções aplicáveis no âmbito judicial consistem em perdimento de bens, direitos ou valores que representem vantagem ou proveito direta ou indiretamente obtidos da infração, suspensão ou interdição parcial de suas atividades, dissolução compulsória da pessoa jurídica e proibição de receber incentivos, subsídios, subvenções, doações ou empréstimos de órgãos ou entidades públicas e de instituições financeiras públicas ou controladas pelo poder público. Importa ressaltar que a responsabilização na esfera administrativa não afasta a responsabilização na esfera judicial. Além disso, o artigo 30 da Lei Anticorrupção deixa clara a possibilidade de cumulação de sanções por ela previstas e na Lei de Improbidade Administrativa (Lei 8429/1992), Lei de Licitações (Lei 8666/1993) e Lei de Regime Diferenciado de Contratações Públicas (Lei 12.462/2011), que trata do regime diferenciado de contratações públicas. Sobre o ponto acima, cabe realizar um breve comentário. Ainda que a lei preveja tal possibilidade, o consenso doutrinário dominante manifesta-se acerca da sua impossibilidade, uma vez que, efetivada tal cumulação, afetar-se-ia os princípios da razoabilidade e proporcionalidade. Ademais, o principio da proibição do bis in idem determina que ninguém poderá ser sancionado mais de uma vez pelo mesmo fato. De todas maneiras, cremos que o Administrador, ao apreciar a causa, deverá analisar a extensão do dano causado e o proveito econômico obtido pela empresa transgressora, uma vez que o princípio do non bis in idem não impede a cumulação de sanções administrativas, de sanções penais ou de sanções civis, ou de qualquer delas entre si, desde que haja proporcionalidade entre o ato praticado e suas consequências. Nesse sentido (MUNHOZ DE MELLO, 2007: 212), o princípio do non bis in idem, por outro lado, não veda ao legislador a possibilidade de atribuir mais de uma sanção administrativa a uma mesma conduta [...]. a sanção que atende ao 142 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. princípio da proporcionalidade é a prevista no ordenamento jurídico: o legislador, observadas as normas constitucionais, define as medidas sancionadoras adequadas e proporcionais para cada situação de fato. Se estabelece a lei formal múltiplas sanções para uma mesma conduta, são elas as sanções adequadas e proporcionais, não sendo sua aplicação ofensiva ao princípio do non bis in idem. O desentendimento doutrinário e jurisprudencial a respeito da cumulação de sanções por um mesmo fato e autor é anterior à lei anticorrupção. Cabe destacar que a Lei 8429/1992 prevê também a possibilidade de cumulação de sanções (art. 12). 16 Não há, então, consenso a respeito desse ponto em particular, embora a jurisprudência do STJ incline-se à impossibilidade dessa cumulação. Senão, vejamos alguns excertos abaixo colacionados: [o] art. 12, parágrafo único, da Lei n.º 8.429/92, fundado no princípio da proporcionalidade, determina que a sanção por ato de improbidade seja fixada com base na “extensão do dano causado” bem como no “proveito patrimonial obtido pelo agente”. No caso dos autos, o dano causado aos cofres municipais é de pequena monta, já que se trata de ação civil pública por ato de improbidade decorrente da acumulação indevida de cargo e emprego públicos. E, também, o acórdão recorrido reconheceu não haver “indícios de que o agente tenha obtido proveito patrimonial”. Não devem ser cumuladas as sanções por ato de improbidade se for de pequena monta o dano causado ao erário e se o agente não obteve proveito patrimonial com o ato.17 Consoante a jurisprudência desta Corte, as penas do art. 12 da Lei 8.429/92 não são aplicadas necessariamente de forma cumulativa, do que decorre a necessidade de se fundamentar o porquê da 16 “Independentemente das sanções penais, civis e administrativas previstas na legislação específica, está o responsável pelo ato de improbidade sujeito às seguintes cominações, que podem ser aplicadas isolada ou cumulativamente, de acordo com a gravidade do fato” (art. 12, Lei 8429/1992). 17 Recurso Especial nº 794.155-SP. Consultado em [stj.jus.br] em 04.07.2015. 143 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. escolha das penas aplicadas, bem como da sua cumulação. Para as sanções pecuniárias se faz necessária a motivação da sua aplicação além do mínimo legal. 18 [a] aplicação das sanções da Lei n. 8.429/92 deve ocorrer à luz do princípio da proporcionalidade, de modo a evitar sanções desarrazoadas em relação ao ato ilícito praticado, sem, contudo, privilegiar a impunidade. Para decidir pela cominação isolada ou conjunta das penas previstas no artigo 12 e incisos, da Lei de Improbidade Administrativa, deve o magistrado atentar para as circunstâncias peculiares do caso concreto, avaliando a gravidade da conduta, a medida da lesão ao erário, o histórico funcional do agente público etc.19 [h]avendo, na Lei 8.492/92 (Lei de Improbidade Administrativa), a previsão de sanções que podem ser aplicadas alternativa ou cumulativamente e em dosagens variadas, é indispensável, sob pena de nulidade, que a sentença indique as razões para a aplicação de cada uma delas, levando em consideração o princípio da razoabilidade e tendo em conta "a extensão do dano causado assim como o proveito patrimonial obtido pelo agente" (art. 12, parágrafo único).20 [r]econhecida a ocorrência de fato que tipifica improbidade administrativa, cumpre ao juiz aplicar a correspondente sanção. Para tal efeito, não está obrigado a aplicar cumulativamente todas as penas previstas no art. 12 da Lei 8.429/92, podendo, mediante adequada fundamentação, fixá-las e dosá-las segundo a natureza, a gravidade e as conseqüências da infração, individualizando-as, se for o caso, sob os princípios do direito penal. O que não se 18 Recurso Especial nº 713.146-PR. Consultado em [stj.jus.br] em 04.07.2015. 19 Recurso Especial nº 300.184-SP . Consultado em [stj.jus.br] em 04.07.2015. 20 Recurso Especial nº 507.574-MG. Consultado em [stj.jus.br] em 28.06.2015. 144 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. compatibiliza com o direito é simplesmente dispensar a aplicação da pena em caso de reconhecida ocorrência da infração.21 Verifica-se, dos trechos acima transcritos, que o Superior Tribunal de Justiça adota o principio da proporcionalidade como norte interpretativo, determinando a não cumulação de sanções. Entendemos, entretanto, que tal orientação destina-se ao Juiz quando da análise do caso e sua posterior decisão. Em se tratando de sanções a nível administrativo, resguardados os princípios da proporcionalidade e do non bis in idem, e em especial no que se refere à lei anticorrupção, a partir da premissa interpretativa assentada pelo STJ, entendemos que caso a infração prevista na lei anticorrupção esteja sancionada por outras leis, o Administrador deverá restringir sua atuação com base no respeito aos princípios supracitados, verificando a existência prévia de sanção do fato típico com base em outra lei — ainda que não haja consenso doutrinário acerca do tema. d) Acordo de leniência O acordo de leniência, previsto no artigo 16 da lei anticorrupção, consiste numa espécie de pacto celebrado entre a autoridade do órgão administrativo e a pessoa jurídica autora do ato lesivo à Administração Pública. Trata-se de uma faculdade do administrador público, que poderá celebrar referido acordo com a pessoa jurídica que colabore com as investigações, e que de tal colaboração resulte a identificação de eventuais terceiros envolvidos e a célere obtenção de informações que auxiliem na investigação. Ressalte-se que o acordo de leniência previsto na lei anticorrupção não é inovador, já que diversos outros diplomas legais já traziam instituto semelhante com distinta denominação — o que conhecemos como delação premiada, prevista na Lei 12.850/2013,22 21 Recurso Especial nº 513.576-MG. Consultado em [stj.jus.br] em 25.06.2015. 22 “O juiz poderá, a requerimento das partes, conceder o perdão judicial, reduzir em até 2/3 (dois terços) a pena privativa de liberdade ou substituí-la por restritiva de direitos daquele que tenha colaborado efetiva e voluntariamente com a investigação e com o processo criminal, desde que dessa colaboração advenha um ou mais dos seguintes resultados: I - a identificação dos demais coautores e partícipes da organização criminosa e das infrações penais por eles praticadas; II - a revelação da estrutura hierárquica e da divisão de tarefas da organização criminosa; III - a prevenção de infrações penais decorrentes das atividades da organização criminosa; IV - a recuperação total ou parcial do produto ou do proveito das infrações penais praticadas pela organização criminosa; V - a localização de eventual vítima com a sua integridade física preservada” (art. 4°, Lei 12.850/2013). 145 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. na Lei dos Crimes contra o Sistema Financeiro Nacional (Lei 7492/1986), 23 Lei dos Crimes de Lavagem de Capitais (Lei 9613/1988),24 na Lei dos Crimes contra a Ordem Tributária e Econômica (Lei 8137/1990),25 na Lei do Sistema Brasileiro de Defesa da Concorrência (Lei 12.529/2011),26 entre outros diplomas legais. A fim de obter o beneficio do acordo de leniência, a pessoa jurídica autora da infração deverá cumprir — obrigatória e cumulativamente — os seguintes requisitos: (a) ser a primeira a se manifestar sobre seu interesse em cooperar para a apuração do ato ilícito, (b) cessar completamente seu envolvimento na infração investigada a partir da data de propositura do acordo, e (c) admitir sua participação no ilícito e cooperar plena e permanentemente com as investigações e o processo administrativo, comparecendo, sob suas expensas, sempre que solicitada, a todos os atos processuais, até seu encerramento (art. 16, § 1o). Com respeito aos efeitos da celebração do acordo de leniência, cumpre ressaltar que a pessoa jurídica autora do fato lesivo, ao se comprometer a respeitar e cumprir o acordo, terá isenção das sanções de publicação extraordinária da decisão condenatória e de proibição de receber incentivos, subsídios, subvenções, doações ou empréstimos de órgãos 23 “Nos crimes previstos nesta Lei, cometidos em quadrilha ou co-autoria, o co-autor ou partícipe que através de confissão espontânea revelar à autoridade policial ou judicial toda a trama delituosa terá a sua pena reduzida de um a dois terços” (art. 25, § 2º, Lei 7492/86). 24 “A pena poderá ser reduzida de um a dois terços e ser cumprida em regime aberto ou semiaberto, facultando-se ao juiz deixar de aplicá-la ou substituí-la, a qualquer tempo, por pena restritiva de direitos, se o autor, coautor ou partícipe colaborar espontaneamente com as autoridades, prestando esclarecimentos que conduzam à apuração das infrações penais, à identificação dos autores, coautores e partícipes, ou à localização dos bens, direitos ou valores objeto do crime” (art. 1, § 5º, Lei 9613/1988). 25 “Qualquer pessoa poderá provocar a iniciativa do Ministério Público nos crimes descritos nesta lei, fornecendo-lhe por escrito informações sobre o fato e a autoria, bem como indicando o tempo, o lugar e os elementos de convicção.- Parágrafo único. Nos crimes previstos nesta Lei, cometidos em quadrilha ou co-autoria, o co-autor ou partícipe que através de confissão espontânea revelar à autoridade policial ou judicial toda a trama delituosa terá a sua pena reduzida de um a dois terços” (art. 16. p.u., Lei 8137/1990). 26 “O Cade, por intermédio da Superintendência-Geral, poderá celebrar acordo de leniência, com a extinção da ação punitiva da administração pública ou a redução de 1 (um) a 2/3 (dois terços) da penalidade aplicável, nos termos deste artigo, com pessoas físicas e jurídicas que forem autoras de infração à ordem econômica, desde que colaborem efetivamente com as investigações e o processo administrativo e que dessa colaboração resulte: I - a identificação dos demais envolvidos na infração; e II - a obtenção de informações e documentos que comprovem a infração noticiada ou sob investigação” (art. 86, Lei 12.529/2011). 146 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. ou entidades públicas e de instituições financeiras públicas ou controladas pelo poder público. A pena de multa, uma vez celebrado o acordo de leniência, terá seu valor reduzido em até dois terços (artigo 16, parágrafos 3º, 4º e 5º). Entretanto, cumpre esclarecer que o acordo de leniência não exime a empresa da obrigação de reparar o dano causado, e seus efeitos somente serão extensíveis às pessoas jurídicas do mesmo grupo econômico que firmem o acordo em conjunto. Ele ainda poderá ser estendido aos ilícitos previstos na Lei de Licitações, para fins de atenuação das sanções administrativas previstas nos artigos 86 a 88 daquela lei (art. 17). Assim, verificamos que o legislador atuou de forma muito ambiciosa ao pugnar a possibilidade de celebração do acordo de leniência, visando garantir a efetividade do processo administrativo e um resultado final satisfatório. Entretanto, cabem dúvidas acerca da factibilidade do acordo, uma vez que os benefícios oferecidos às empresas colaboradoras são escassos e ficam sujeitos ao arbítrio do administrador público. e) Cadastro Nacional de Empresas Punidas Outro mecanismo trazido pela Lei Anticorrupção foi a criação do Cadastro Nacional de Empresas Punidas (em adiante, “CNEP”) no âmbito do Poder Executivo Federal. O cadastro objetiva reunir e fazer públicas as sanções aplicadas às empresas autoras de atos lesivos à administração pública e contará com os seguintes dados: razão social e número do Cadastro Nacional da Pessoa Jurídica da empresa, o tipo de sanção aplicada e a data de aplicação e vigência da sanção. O descumprimento do acordo de leniência anteriormente celebrado também deverá constar do CNEP. O CNEP objetiva especialmente dar a devida e necessária publicidade dos atos do Poder Público envolvendo a aplicação da Lei Anticorrupção. Isto é, com a manutenção do referido cadastro, a sociedade civil terá acesso ao rol de empresas investigadas e punidas por atos de corrupção. A exposição destes dados possibilita o controle da atuação dos órgãos públicos na efetivação dos comandos normativos e a salutar publicidade dos nomes das empresas, resultando em uma maior capacidade de informação adequada por parte da sociedade (o que constitui um direito básico do consumidor, segundo o artigo 6º do Código de Defesa do Consumidor). 147 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. f) Programas de compliance Por fim, cabe tecer algumas considerações a respeito dos programas de compliance27 aplicados pelas empresas. A lei determina que a existência de mecanismos e procedimentos internos de integridade, auditoria e incentivo à denúncia de irregularidades e a aplicação efetiva de códigos de ética serão levados em consideração quando da aplicação de sanções (art. 7º, VIII). Assim, contarão com a mitigação de eventuais penas as empresas que tenham um efetivo programa de compliance por meio da implementação de um código de ética e conduta, de realização de auditorias frequentes e um efetivo controle sobre os atos e condutas de seus agentes, de forma a culminar numa verdadeira mudança de cultura no que respeita ao relacionamento da esfera privada com o poder público. O Decreto 8420/2015 (regulamentador da Lei 12.846/2013) trata a respeito do programa de compliance – denominado pela lei de “programa de integridade”, estabelecendo pautas que deverão ser observadas pela empresa quando da instauração de referido programa no seio de sua instituição (arts. 41 e 42). Nesse sentido, o decreto define o programa de integridade como um conjunto de (art. 41): mecanismos e procedimentos internos de integridade, auditoria e incentivo à denúncia de irregularidades e na aplicação efetiva de códigos de ética e de conduta, políticas e diretrizes com objetivo de detectar e sanar desvios, fraudes, irregularidades e atos ilícitos praticados contra a administração pública, nacional ou estrangeira. Referido texto legal não apresenta um rol das medidas especificas que devem ser postas em prática pelas empresas a fim de enquadrarem-se no âmbito do que é considerado um eficiente programa de compliance. Ao contrário, certamente ciente de que cada empresa tem particularidades de acordo com a atividade desenvolvida, determinou apenas que o compliance deverá ser desenvolvido de acordo com as atividades de cada pessoa jurídica, 27 O termo compliance significa obedecer a uma ordem, acordo ou pedido e se origina do verbo em inglês to comply, que significa cumprir um acordo ou uma regra, em outras palavras, “fazer o que deve ser feito” (SUMMERS, 1995: 271). Nesse sentido, e dentro do âmbito empresarial onde se utiliza o jargão, as orientações de compliance conformam um conjunto de regras que obrigam a atuar de acordo com as leis e regulamentos internos (normas da própria empresa) e externos (leis nacionais e internacionais). 148 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. asseverando, para tanto, que o programa deve ser constantemente atualizado e aperfeiçoado, com vistas a garantir o objetivo preconizado pela lei anticorrupção. Neste sentido, o artigo 5º, § 4º , assevera que, em existindo programa de integridade na pessoa jurídica investigada por dano ao poder público, e para fins de dosimetria da pena, aquele deverá ser avaliado segundo os parâmetros elencados no artigo 42. Tais parâmetros dizem respeito a inúmeros aspectos do programa de compliance de empresas, tais como: código de ética e conduta, registros contábeis completos e precisos, treinamentos periódicos do corpo de funcionários, implementação de ouvidorias, medidas disciplinares no âmbito da empresa, dentre outros mecanismos de controle interno da pessoa jurídica. O compliance no âmbito empresarial significa um conjunto de ações levadas a cabo com o objetivo de fazer cumprir a normativa legal respectiva, bem como as políticas corporativas especificas para a área de atuação da empresa. As medidas podem possuir diversos aspectos (como o contábil, principalmente) que visam detectar e evitar quaisquer desvios na política da empresa. Geralmente os departamentos de compliance atuam no sentido de garantir o cumprimento das diretivas legais e corporativas, buscando, ao fim e ao cabo, manter incólume a reputação da empresa. As atividades de compliance, ou programa de integridade, não são novidade no âmbito de inúmeras empresas que atuam no Brasil. Com efeito, inúmeras organizações já o vêm desenvolvendo há algum tempo, em especial aquelas empresas de caráter multinacional, atendendo às exigências e especificações da FCPA. A Lei Anticorrupção, entretanto, deverá fomentar esta cultura e estimular a criação do programa de integridade no bojo das empresas que ainda não o fazem. De fato, em países como os EUA, os programas de compliance já são uma realidade há algum tempo. IV. Conclusão A Lei Anticorrupção representa um relevante marco no âmbito legal brasileiro, uma vez que inova ao tratar de temas até então ignorados, introduzindo no sistema novos conceitos, ilícitos e sanções. Trata-se, ademais, do cumprimento de compromissos assumidos internacionalmente, quando da adesão aos tratados de combate e prevenção à corrupção. Verifica-se que a comunidade internacional compromete-se a envidar esforços e envolver a sociedade civil e o setor político de cada uma das nações signatárias de forma a institucionalizar soluções permanentes e eficazes ao problema da corrupção por meio da 149 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. ratificação de estes tratados. Bem assim com as leis britânica e estadunidense, que, conforme vimos no desenvolvimento deste trabalho, irradiam efeitos sobre o sistema jurídico de outros países. Nossa lei condensa o desejo de uma sociedade e os esforços do poder público em um único sentido, ainda que tardia e aprovada às pressas — como infelizmente sói acontecer — de forma a funcionar como um paliativo que tranquilize a opinião pública. Outrossim —e para além das fronteiras da produção legislativa— é urgente e imperioso que ocorra uma profunda mudança estrutural e cultural. O que queremos dizer é que não cremos que a solução em longo prazo para tão grave problema resida exclusivamente na cominação de penas, pura e simplesmente. Ademais de uma mudança legislativa — e quiçá até mais importante que isso — é necessário que tenhamos um maior envolvimento da sociedade civil em um sério debate, com vistas à implantação de reais políticas públicas e ao aperfeiçoamento das instituições. Não é possível que a única solução para os graves problemas que assolam a sociedade brasileira seja a mão dura do direito penal. Não consideramos viável a criação de um debate polarizado —com a divisão da sociedade a partir de um pensamento simplista e maniqueísta— com uma nova proposta de criação de crime ou endurecimento da pena a cada problema social que esteja na ordem do dia. Medidas populistas de caráter mais simbólico que efetivo acabam solapando as possibilidades de uma mudança estrutural, como o seriam uma maior transparência das instituições públicas, maior controle no uso do orçamento público, uma séria e profunda reforma política e tributaria, entre outras medidas de maior urgência e eficácia. Por outro lado, é interessante pensar que ainda que diversos autores localizem a origem da corrupção brasileira no período colonial, é intrigante constatar que a luta interna para afastar este mal tampouco renda frutos severos e permanentes. Atualmente, a lei ora estudada e seus dispositivos vêm sendo aplicados no âmbito da Operação Lava-Jato, que investiga os esquemas de corrupção ocorridos em licitações da Petrobras. Diversas empresas de grande envergadura nacional, investigadas na citada operação e envolvidas em processos judiciais, têm lançado mão dos acordos de leniência previstos na Lei 12.846. Nesse sentido, firmado o acordo, a Controladoria-Geral da União (“CGU”) determina o valor que a empresa deverá devolver pelos prejuízos ocasionados aos cofres públicos. Ainda que sujeito a criticas —não somente pela ausência de previsão legal 150 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FIORESE REIS, J. (2015) “Breves notas sobre a Lei Anticorrupcion brasileira”, pp. 123-151. de alguma forma de cooperação entre as diversas instâncias que levam a cabo o procedimento, como a CGU e o Ministério Público, mas também pela concessão do acordo de leniência a mais de uma empresa, o que supostamente obstaria o bom caminhar das investigações— o procedimento referente à firma de tais acordos entre empresas investigadas e poder público terá o condão de possibilitar o aprofundamento das investigações, bem como o futuro ressarcimento dos valores desviados aos cofres públicos. Esperamos honestamente que esta lei não se converta em mais um diploma legal a abarrotar as estantes dos estudiosos do direito, mas sim que se constitua em valiosa e efetiva ferramenta que contribua a mudar os rumos de nossa sociedade, de acordo com os objetivos e princípios plasmados na Constituição Federal. Bibliografia BARÃO DE ITARARÉ (1985) Máximas e Mínimas do Barão de Itararé. Rio de Janeiro, Editora Record BARBOSA, L. (2005) O jeitinho brasileiro: A arte de ser mais igual que os outros, Rio de Janeiro, Campus Elsevier. BUARQUE DE HOLANDA, S. (1995) Raízes do Brasil, São Paulo, Companhia das Letras. FAORO, R. (2001) Os donos do poder: formação do patronato político brasileiro, São Paulo, Globo. GARCIA, E. et al (2010) Improbidade Administrativa, Rio de Janeiro, Lumen Iuris. MAIRAL, H. (2007) “Las raíces legales de la corrupción: o cómo el derecho público fomenta la corrupción en lugar de combatirla”, Buenos Aires, RAP. MUNHOZ DE MELLO, R. (2007) Princípios constitucionais de direito administrativo sancionador: as sanções administrativas à luz da Constituição Federal de 1988, São Paulo, Malheiros. NUNES, E. (2003) A gramática política no Brasil: clientelismo e insulamento burocrático, Rio de Janeiro, Jorge Zahar. SUMMERS, D. (dir.) (1995) Longman Dictionary of Contemporary English, Essex, Longman Group, 1995 151 A EVOLUÇÃO DA GESTÃO DO ORÇAMENTO PÚBLICO FEDERAL BRASILEIRO COM A PROMULGAÇÃO DA CONSTITUIÇÃO FEDERAL DE 1988 E A DISCUSSÃO ACERCA DA NATUREZA DO ORÇAMENTO: IMPOSITIVA OU AUTORIZATIVA Isidro J. FORTALEZA, Maria do Carmo BEZERRA MACIEL BÉDARD,** Giovana LUSTOZA SERAFIM*** y Jefferson DA SILVA LIMA **** Fecha de recepción: 8 de julio de 2015 Fecha de aprobación: 16 de agosto de 2015 Resumo O presente artigo, elaborado por meio de pesquisa bibliográfica, objetiva analisar a evolução da gestão orçamentária no Brasil, desde a colonização do país até a promulgação da Constituição Federal de 1988. Analisa as principais leis e diretrizes que o norteiam a gestão orçamentária brasileira, sua evolução, balizada pela atual Constituição, e a Lei de Responsabilidade Fiscal (Lei Complementar nº 101/2000). Investiga-se se a existência de consonância ou discrepância entre a atual legislação e prática correlata à gestão orçamentária da esfera pública brasileira, identificando se existe autonomia ou vinculação do Gestor Público no atual modelo de execução orçamentária. Outrossim, este artigo objetiva discutir sobre a adequação aos moldes do contexto socioeconômico atual, concluindo que a natureza da gestão orçamentária brasileira é autorizativa. Doutorado em Ciências Empresariais pela Universidad del Museo Social Argentino (UMSA) (Argentina) (2010), Mestrado em Economia das Empresas pela Universidade Federal do Ceará (Brasil) (2008), Especialização em Gestão Pública pela Faculdade de Jacarépaguá (Brasil) (2007), Bacharelado em Administração pela Université Laval Quebec (Canadá) e outorgado pela Universidade Estadual do Piauí (Brasil) (1998). Email para contato: [email protected] ** Pós-Doutorado em Ciências Sociais - Sorbonne - Paris V (Francia) (2001). Doutorado em Sociologia - Université Quebec (Canadá) (Brasil) (1995). Graduação em Sociologia pela Universidade Federal da Bahia (1976). *** Bacharela em Direito pelo Instituto de Ciências Jurídicas e Sociais Professor Camillo Filho (Brasil) (2011). Especialista em Gestão Pública pela Universidade Federal do Piauí (2014). **** Bacharel em Ciências Contábeis - Centro Universitário Diocesano do Sudoeste do Paraná (Brasil) (2005). Especialista em Gestão Pública pela Universidade Federal do Piauí (Brasil) (2014). 152 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. Palavras chave Orçamento público – Constituição Federal de 1988 – impositiva - autorizativa - gestão orçamentária LA EVOLUCIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN DEL PRESUPUESTO FEDERAL BRASILEÑO TRAS LA PROMULGACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL DE 1988 Y LA DISCUSIÓN SOBRE LA NATURALEZA DEL PRESUPUESTO: IMPERATIVO O AUTORIZATIVO Resumen Este artículo analiza la administración presupuestaria brasileña desde la colonización portuguesa hasta la promulgación de la Constitución Federal de Brasil de 1988, además de abordar a las principales leyes y lineamientos en la materia referida y su evolución por la última reforma constitucional y la sanción de la Ley de Responsabilidad Fiscal (ley complementaria 101/2000). Se investiga la existencia de consonancias y discrepancias entre la legislación actual y la práctica de la administración presupuestaria de la esfera pública, tratando de identificar la autonomía o la vinculación de la gestión pública en el actual modelo de ejecución presupuestaria. Finalmente, se considera la adecuación de los moldes antes referidos al contexto socioeconomico actual, concluyendo que la naturaleza de la gestión presupuestaria brasileña es autorizativa. Palabras clave Presupuesto – Constitución Federal de Brasil de 1988 – imperatividad – carácter autoritativo – administración presupuestaria THE EVOLUTION OF THE MANAGEMENT OF THE BRAZILIAN FEDERAL PUBLIC BUDGET AFTER THE ENACTMENT OF 1988’S FEDERAL CONSTITUTION AND THE DISCUSSION ABOUT THE NATURE OF THE BUDGET: IMPOSITIVE OR AUTHORITATIVE 153 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. Abstract This article was elaborated upon a bibliographical research and aims to analyze the Brazilian budgetary management, since its colonization until the Promulgation of Brazilian Federal Constitution in 1988, besides this work analyses the main Laws and Guidelines about Brazilian budgetary management and its evolution, buoyed by the current Constitution and the Fiscal Responsibility Law (Complementary Law 101/2000). It is investigated the existence of consonance and discrepancy between the current legislation and the practice correlated to budgetary management of Brazilian public sphere, trying to identify the existence of autonomy or influences of Public Manager on the practice of the present budgetary management. Furthermore, this article aims to discuss about the nature of budgetary management (authorizing or authoritative) and its adaptation to the molds of socio economical context. In the conclusion it was observed budgetary management nature requires authorization. Keywords Public budget – Federal Constitution of 1988 – impositive – authoritative – budgetary management I. Introdução Mesmo nos primórdios da construção da sociedade brasileira, já se falava em orçamento. Certamente, não se conceituava como o faz Alexandre VASCONCELOS (2009) que o “[o]rçamento público é um ato de previsão de receita e fixação da despesa num determinado período de tempo, normalmente um ano” (p. 16); ainda, segundo o mesmo autor, já naquela época havia a onerosidade excessiva da sociedade com a cobrança de tributos. Para o autor Aliomar BALEEIRO (1997: 411): [o] orçamento é considerado o ato pelo qual o Poder Legislativo prevê e autoriza ao Poder Executivo, por certo período e em pormenor, as despesas destinadas ao funcionamento dos serviços públicos e outros fins adotados pela política econômica ou geral do país, assim como a arrecadação das receitas já criadas em lei. 154 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. A nossa primeira Constituição, datada de 1824, tratava sobre orçamento público e já havia a preocupação com a discriminação de rendas e a divisão da arrecadação tributária entre o Governo e as províncias, o que se alongou pelas Constituições subsequentes; estas foram aperfeiçoando os aspectos da matéria orçamento público em suas abordagens, bem como as leis e decretos-leis elaborados ao longo dos anos, até chegar à Constituição Federal de 1988, que trouxe as bases para elaboração de planejamento do Orçamento (CARVALHO, 2010). Segundo KOHOMA (2003) o orçamento público, sob o prisma econômico, proporciona através do uso das informações sobre a situação socioeconômica, diretrizes para o gestor público tomar suas decisões e identificar as áreas prioritárias de investimentos. O orçamento público demonstra, por exemplo, em quais setores devem ser implantados projetos de crescimento econômico e/ou desenvolvimento social. Estes parâmetros são especialmente importantes para os países subdesenvolvidos ou em fase de desenvolvimento, visto que proporcionam um melhor controle do planejamento a longo prazo, ajudando a minimizar o impacto dos câmbios eletivos. Nesse sentido, o crescimento dos gastos públicos significa, em tese, expansão da infraestrutura, da prestação de serviços governamentais e da concessão de benefícios públicos, que são demandas feitas pela sociedade. A título de exemplo, ilustramos através da Figura 1 que, por meio quase que exclusivamente de investimentos públicos, a malha viária municipal brasileira cresceu exponencialmente entre 1940 e 2005, interligando o território nacional. 1940 2005 Figura 1: Evolução da Malha Municipal Brasileira 1940-2005 (SANTOS: 2010) 155 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. O objetivo geral da pesquisa é analisar, principalmente, a evolução da Gestão do Orçamento Público no Brasil com a promulgação da Constituição de 1988, identificando a legislação pertinente à gestão da execução do Orçamento Público Federal e os mecanismos orçamentários existentes. Por fim, os objetivos específicos da pesquisa buscam analisar a vinculação ou discricionariedade do Gestor Público no tocante à execução orçamentária. O problema do trabalho gira em torno da análise da natureza autorizativa ou impositiva do orçamento público, e a hipótese levantada é se realmente a Constituição Federal de 1988 restabeleceu o instrumento do Planejamento no Orçamento Público Federal. Na lógica orçamentária atual, existe uma discrepância entre a teoria sobre Gestão do Orçamento Público e sua prática, tendo em vista que os tribunais, no caso do Supremo Tribunal Federal (STF), por exemplo, entendem que o Orçamento Público é de natureza autorizativa, enquanto outras situações demonstram que devido à discricionariedade do gestor público, ou seja, análise da conveniência e oportunidade do que deve ou não ser executado, confere natureza impositiva ao orçamento público (CONTI, 2014). A metodologia aqui utilizada é a bibliográfica. Através do estudo de obras já publicadas na área da contabilidade pública e orçamentária, leitura e análise da Constituição Federal e legislação pertinente e consultas a artigos científicos, partiu-se de conceitos gerais para os conceitos particulares, com a coleta de dados indiretos, ou seja, dados teóricos. A estrutura do trabalho apresenta a discussão do tema em três tópicos: (a) um breve histórico do Orçamento Público Federal: do Brasil colônia aos dias atuais; (b) disposições da Constituição Federal de 1988 relativas ao Orçamento Público, especificando o Plano Plurianual (em adiante, “PPA”), Lei de Diretrizes Orçamentárias (em adiante, “LDO”) e Lei Orçamentária Anual (em adiante, “LOA”); e (c) natureza do orçamento público: impositiva ou autorizativa. É importante citar que a constante busca do modelo orçamentário ideal se faz a partir de um modelo de planejamento voltado para resultados, que mostre a eficiência da máquina governamental e a efetividade de execução de políticas públicas, desde que haja a colaboração dos gestores públicos, seja na demonstração da transparência de seus atos, seja contribuindo nas inovações atinentes à pesquisa, práticas de planejamento, gestão e avaliação orçamentária, sempre buscando equilíbrio de receitas e despesas. Um dos principais dilemas da atual economia brasileira é encontrar o equilíbrio entre os benefícios gerados pela atuação do Estado e os custos arcados pela sociedade para 156 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. prover as fontes de financiamento desses gastos. Nesse contexto, é de suma importância ter um instrumento que deixe claro à sociedade os termos desse dilema. Esse instrumento é o orçamento público. II. Um breve histórico do orçamento público brasileiro: do Brasil colônia aos dias atuais O Orçamento na Administração Pública desempenha uma das mais antigas ferramentas de planejamento e execução de finanças públicas. Para Rita de Cássia SANTOS (2010), o planejamento sempre se fez presente na história da humanidade a partir do momento em que o homem passou a constituir uma sociedade, mesmo que de modo incipiente. No curso de seu processo histórico, o sistema orçamentário esteve em constante evolução. A administração pública brasileira acompanhou a tendência mundial, trazendo na legislação a elaboração de planejamentos e orçamentos. Desde a época do Brasil-Colônia, já se delineava o perfil do orçamento público em nossa sociedade, porém, não da maneira como se tem nos dias atuais, sob os moldes do chamado orçamento-programa. A Coroa portuguesa já cobrava tributos excessivos da população e despertou na sociedade mineira um sentimento insatisfatório em relação ao alto nível de tributos, o que desencadeou a Inconfidência Mineira, movimento que foi abortado pelas autoridades da época (VASCONCELOS, 2009). Em seguida, as finanças brasileiras começaram a se organizar; foi quando em 1808 criou-se o Tesouro brasileiro, ou seja, o Erário Público, e o regime de contabilidade (id.). No ano de 1827, a primeira lei orçamentária foi criada no Brasil, porém, por diversos fatores de ordem logística, administrativa e de infraestrutura, não foi implantada. Somente em 15 de dezembro de 1830 foi aprovado o primeiro decreto legislativo, fixando assim as despesas e orçando receitas para o exercício dos anos 1831 a 1832 (SANTOS, 2010). Nos anos seguintes, pode-se observar que o descontrole nas despesas é um verdadeiro impacto no orçamento público, proveniente da evolução da dívida externa brasileira, impulsionada pelos empréstimos contraídos no Período Regencial e durante os primeiros anos do governo de Dom Pedro II. Apenas no ano de 1889 o país consegue um relativo equilíbrio nas finanças (CARVALHO, 2011). A Carta Magna de 1891 introduziu inovações no tocante à distribuição de competências em relação ao orçamento público. Foi criado o Tribunal de Contas da União, 157 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. órgão importante para auxiliar na fiscalização do Poder Legislativo no exercício do controle externo (SANTOS, 2010). A Constituição Federal outorgada em 1934 centralizou as funções estatais no Poder Executivo, conferindo àquele poder a função de elaborar a proposta orçamentária, ficando a cargo do Congresso Nacional a função de discutir e aprovar o orçamento, bem como de julgar as contas do Presidente da República. Nesta época, o orçamento ganha posição de destaque (CARVALHO, 2011). Nos anos subsequentes, o orçamento continuou sendo elaborado pelo Parlamento, e não houve alterações significativas. Mas, no ano de 1964, o orçamento passou por modificações, através da edição da Lei 4320/64 (Lei do Direito Financeiro), que trouxe alguns princípios a serem seguidos na edição da proposta de orçamento público, e que foram adotados pela Constituição Federal de 1988, em vigor até os dias atuais. A Lei 4320/1964 instituiu o orçamento-programa. Foi nessa época que ocorreu a divisão entre os orçamentos tradicionais ou clássicos e os orçamentos de desempenho ou de realizações. A partir de então, o governo brasileiro passa a adotar o orçamentoprograma, que tem como característica principal o sistema de planejamento com base nas necessidades de cada órgão ou unidade orçamentária (Lei 4320, de 17 de março de 1964). Figura 2: Cronologia das Leis Orçamentárias Brasileiras (SANTOS, 2010) Finalmente, com a Constituição Federal de 1988, que trouxe em seus artigos 165 a 169 os contornos do Orçamento Público Federal, este passou a ser regido por três leis —Lei 158 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. do Plano Plurianual (PPA), Lei de diretrizes orçamentárias (LDO), e Lei Orçamentária Anual (LOA)—, e continua sendo regido pelos mesmos dispositivos na atualidade. A relação cronológica entre estas leis é representada por SANTOS (2010) através da Figura 2. III. Disposições da Constituição Federal de 1988 relativas ao orçamento público Pode-se afirmar que com o advento da Constituição Federal de 1988 (em adiante, “CF/88”) consolidou-se a figura do planejamento na administração pública brasileira. Ocorreu a integração entre plano e orçamento com a criação do Plano Plurianual (em adiante “PPA”) e da Lei de Diretrizes Orçamentárias (em adiante, “LDO”), ou seja, inovações trazidas pela CF/88. Antes da promulgação da Carta Magna de 1988 (e do PPA) existiam outros instrumentos de planejamento estratégico similares como, por exemplo, o Orçamento Plurianual de Investimentos (em adiante, “OPI”), o Plano Nacional de Desenvolvimento (em adiante, “PND”).1 Nesse sentido, Alexandre VASCONCELOS (2014: 15) afirma: [a]tualmente, as principais normas gerais que disciplinam os orçamentos públicos no Brasil são as seguintes: Constituição Federal de 1988: seção II (artigos 165 a 169), do capítulo de Finanças Públicas; Lei nº 4.320/64; Lei de Responsabilidade Fiscal- LC nº 101 de 4 de maio de 2000. Segundo o artigo 165 da Constituição Federal de 1988, “[l]eis de iniciativa do Poder Executivo estabelecerão: I – o plano plurianual; II- as diretrizes orçamentárias; III- os orçamentos anuais”. Os três dispositivos legais definem os instrumentos de planejamento. Representam uma integração harmônica entre si, porém distinta. Estão dispostos na seção denominada “Dos Orçamentos” na CF/88 e são leis de iniciativa do Poder Executivo. a) Plano Plurianual (PPA) O Plano Plurianual (PPA) é conceituado como (CARVALHO, 2006: 113): 1 É importante frisar, ademais, que estes não se confundem com o PPA. 159 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. [o] plano de governo, nele estando inserto tudo o que deverá ser realizado nos próximos quatro anos. Nesse sentido, deverá conter a previsão de receita anual para o período mencionado e todos os programas de trabalho que serão realizados. É, na verdade, o grande instrumento de planejamento, a partir do qual serão confeccionadas as LOA [...]. É no artigo 165, § 1º da Constituição que o PPA está previsto genericamente, e versa o texto constitucional que através do PPA o Governo Federal estabelece, de modo regionalizado, “as diretrizes, objetivos e metas da Administração Pública Federal, para as despesas de capital, e outras delas decorrentes, e para as relativas aos programas de duração continuada”. É um retrato das intenções que o gestor público terá para o período estipulado de quatro anos, e por conveniência, pode ser revisado anualmente. Para uma boa compreensão, é necessário que se faça uma breve definição e comparação entre os PPA que já foram vigentes no Brasil e o que está vigente no ano de 2014 (ou seja, aquele previsto para os anos de 2012 a 2015) e seus programas. O sistema brasileiro de orçamento era pautado em programas e ações, definições estas aplicadas ao PPA Federal dos anos de 2008 a 2011 conforme disposto na Lei 11.653 de 07 de abril de 2008. Existia a figura dos Programas Finalísticos e os Programas de Apoio às Políticas Públicas e Áreas Especiais (Lei 11.653, de 07 de abril de 2008). Com a chegada do PPA Federal 2012 a 2015, a ação torna-se categoria exclusiva dos orçamentos, se sobrepondo à figura dos Programas. Aparecem os Programas Temáticos, de Gestão, Manutenção e Serviço ao Estado. O PPA está, sobretudo, focado nas ações de governo em níveis tático e estratégico, enquanto o orçamento responde pela organização a nível operacional (SANTOS, 2010). Aqui é visível a evolução dos valores estipulados no PPA anterior para os estipulados no PPA atual. O que antes (PPA 2008-2011) era empregado de forma individualizada por ação (ou seja, havia um valor padronizado para todos os Programas). No cenário atual (PPA 2012-2015), cada Programa tem seu valor padronizado, ou seja, individualização da iniciativa, que é um nível aquém da ação (assim, por exemplo, um valor relevante a um Programa de Ensino Superior pode ser baixo ou insignificante para o Programa de Energia Elétrica). b) Lei de Diretrizes Orçamentárias (LDO) A Lei de Diretrizes Orçamentárias (LDO), criada pela atual Constituição, trouxe algumas inovações no sentido de estabelecer um elo entre os planejamentos de médio e 160 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. longo prazo estimados no Planejamento Plurianual (PPA) com o orçamento anual referente ao planejamento de curto prazo, o do orçamento anual. É importante afirmar que a LDO conseguiu minimizar a distância entre o plano estratégico e as Leis Orçamentárias Anuais (em adiante, “LOAs”), as quais dificilmente conseguiam agregar as diretrizes dos planejamentos estratégicos anteriores à criação da CF/1988. Segundo o § 2.o do artigo 165 da CF/1988, as finalidade e conteúdo da LDO são os seguintes: [a] lei de diretrizes orçamentárias compreenderá as metas e prioridades da administração pública federal, incluindo as despesas de capital para o exercício financeiro subsequente, orientará a elaboração da lei orçamentária anual, disporá sobre as alterações na legislação tributária e estabelecerá a política de aplicação das agências financeiras oficiais de fomento. A LDO é um plano prévio à Lei Orçamentária, bem como o Plano Plurianual é um plano prévio à LDO. Sua vigência é de um ano e deve garantir que o PPA seja concretizado, de forma que as metas prefixadas sejam realizadas com a maior celeridade possível, dentro do exercício financeiro seguinte. Ressalte-se que as funções da LDO não se findam apenas na realização do PPA. O PPA apresenta os programas de trabalho que devem ser executados no decorrer dos quatro anos, e a LDO vem apontar as prioridades, definir o que será feito primeiro. Quanto à sua vigência, o prazo para encaminhamento da LDO do Poder Executivo para o Poder Legislativo é de oito meses e meio antes do encerramento do exercício financeiro (em 15 de abril) e a devolução ao Poder Executivo deve ser realizada até o encerramento do primeiro período da sessão legislativa (em 17 de julho). Além dos dispositivos referentes à LDO previstos na CF/1988, a Lei Complementar 101 de 04 de maio de 2000 (Lei de Responsabilidade Fiscal), em seu artigo 4º e parágrafos, trouxe dispositivos que ampliaram o rol de características e objetivos atinentes à LDO, podendo ser citados: (a) o equilíbrio entre receitas e despesas, (b) critérios e formas de limitação de empenho, (c) controle de custos e avaliação de resultados, (d) transferências a entidades públicas e privadas, todos voltados para a responsabilidade na gestão fiscal (Lei Complementar 101 de 04 de maio de 2000). 161 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. c) Lei Orçamentária Anual (LOA) Conceituada como “lei orçamentária mais concreta de todas, na medida em que dispõe, quase que exclusivamente, acerca das receitas e despesas para o exercício financeiro seguinte” (PISCITELLI, 2011: 56), a LOA é o instrumento por meio do qual o poder público prevê a arrecadação de receitas e fixa a realização de despesas estipuladas no período de um ano. Daí, a ideia de ser o orçamento propriamente dito. Tem por finalidade básica tornar concretos aqueles objetivos e metas traçados no PPA, com o cumprimento anual de suas etapas em observância às metas e prioridades estabelecidas na LDO. Quanto à vigência, segue os Atos das Disposições Constitucionais Transitórias (ADCT). Como regra, o projeto da LOA deverá ser encaminhado ao Legislativo quatro meses antes do término do exercício financeiro (em 31 de agosto), e devolvido ao Poder Executivo até o encerramento da sessão legislativa (em 22 de dezembro) do exercício de sua elaboração. Esta lei orçamentária está basicamente disciplinada no artigo 165, inciso III, §§ 5º, 6º, 7º e 8º. Segundo o § 5º, do artigo 165 da Constituição Federal de 1988: § 5º - A lei orçamentária anual compreenderá: I - o orçamento fiscal referente aos Poderes da União, seus fundos, órgãos e entidades da administração direta e indireta, inclusive fundações instituídas e mantidas pelo Poder Público; II - o orçamento de investimento das empresas em que a União, direta ou indiretamente, detenha a maioria do capital social com direito a voto; III - o orçamento da seguridade social, abrangendo todas as entidades e órgãos a ela vinculados, da administração direta ou indireta, bem como os fundos e fundações instituídos e mantidos pelo Poder Público. A Lei de Responsabilidade Fiscal (em adiante, “LRF”) também trouxe dispositivos referentes à LOA, o que complementa a Constituição e traz as exigências quanto ao conteúdo da Lei Orçamentária Anual. Segundo a LRF, o projeto de lei orçamentária anual deve ser elaborado de forma compatível com o plano plurianual e com a lei de diretrizes orçamentárias, assim vejamos (art. 5º): 162 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. [o] projeto de lei orçamentária anual, elaborado de forma compatível com o plano plurianual, com a lei de diretrizes orçamentárias e com as normas desta Lei Complementar: I - conterá, em anexo, demonstrativo da compatibilidade da programação dos orçamentos com os objetivos e metas constantes do documento de que trata o § 1o do art. 4o; II - será acompanhado do documento a que se refere o § 6o do art. 165 da Constituição, bem como das medidas de compensação a renúncias de receita e ao aumento de despesas obrigatórias de caráter continuado; III - conterá reserva de contingência, cuja forma de utilização e montante, definido com base na receita corrente líquida, serão estabelecidos na lei de diretrizes orçamentárias, destinada ao: a) (VETADO) b) atendimento de passivos contingentes e outros riscos e eventos fiscais imprevistos [...]. Deste modo, entendemos que o orçamento público está totalmente voltado para apenas um determinado exercício financeiro, o qual conterá todas as suas receitas e despesas e demais recursos, e a LOA deve obedecer, obrigatoriamente, a um conjunto de princípios orçamentários, elencados pela doutrina ou instaurados por lei, sempre com o objetivo de simplificar a gestão e controle do orçamento. IV. Natureza do orçamento: orçamento impositivo ou autorizativo Na conjuntura orçamentária brasileira moderna, vigora o orçamento-programa, assim conceituado (VASCONCELOS, 2009: 26): [p]õe em destaque as metas, os objetivos e as intenções do Governo. Consolida um grupo de programas que o Governo pretende realizar durante um período. É aquele que discrimina as despesas segundo a sua natureza, dando ênfase aos fins, de modo a demonstrar em que e para que o 163 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. Governo gastará e também quem será o responsável pela execução de seus programas. Ele preocupa-se em enfatizar os fins e não os meios. Depois de se delinear as características das leis orçamentárias, um embate que deve ser discutido, é sobre a impositividade ou não do orçamento público, ou seja (PISCITELLI, 2011: 50): [a] questão aqui é a de saber se as disposições relativas a receitas e despesas serão necessariamente cumpridas pelo Poder Público, ou se, ao contrário, trata-se de mera sugestão de gastos, sem que haja o dever legal de implementá-los. A discussão acerca da natureza do orçamento público é fruto de debates na doutrina e jurisprudência. Não há um consenso entre os doutrinadores com relação à natureza do orçamento público. Para Ricardo LOBO TORRES, o orçamento é um pré-requisito para realização das despesas, e as atividades de arrecadar receitas e realizar despesas são decorrentes de regras, leis, contratos (PASCOAL, 2005: 17). Assim, do ponto de vista jurídico, no Brasil, o orçamento é apenas autorizativo e como não há, nesse caso, criação de um direito subjetivo ou modificativo, não há a efetiva obrigação de realizar as despesas, pelo simples fato de estarem dispostas no orçamento (id.). Os orçamentos públicos podem ser classificados de acordo com duas naturezas: impositiva e autorizativa. Segundo a natureza impositiva, o orçamento deve ser cumprido rigorosamente devido ao seu caráter legal. Uma vez que a despesa é consignada no orçamento, necessariamente ela deve ser executada. Os países da América Latina adotam o modelo autorizativo, enquanto que os países europeus, sob aos moldes do parlamentarismo, adotam o modelo impositivo. Quanto à natureza autorizativa, não existe obrigatoriedade de execução das despesas consignadas no orçamento público, tendo em vista a discricionariedade conferida ao Poder Público, para avaliar a conveniência e a oportunidade do que deva ou não ser executado. O que se tem é uma simples previsão de gastos, que serão executados de acordo com disponibilidade das receitas que são arrecadadas no exercício (CONTI, 2013). De acordo com PISCITELLI (2011: 51): 164 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. [n]ão obstante, a existência de receitas vinculadas não pode ser considerada suficiente para alterar os efeitos das leis orçamentárias: mesmo com receitas vinculadas, de um ponto de vista geral, é possível afirmar que o orçamento é autorizativo e não impositivo, embora haja impositividade em relação a algumas receitas. Neste sentido, o Supremo Tribunal Federal já se manifestou, por meio de Ações Diretas de Inconstitucionalidade que, via de regra, em nosso país o orçamento é autorizativo e não impositivo (ADI n° 4663 Referendo-MC/RO. Rel. Min. Luiz Fux, Data do julgamento: 07.03.2012). Portanto, atualmente, a regra é de que o orçamento é autorizativo salvo quando há vinculação expressa. Diante do exposto, é equivocado afirmar que o orçamento brasileiro seja impositivo. A fixação de uma despesa na lei orçamentária anual não obriga nem exige a sua realização por via judicial, já que o Executivo tem a discricionariedade de alinhar os gastos públicos às necessidades apresentadas ao longo do exercício (BEZERRA FILHO, 2014). Como exemplo, cita-se a questão das contribuições destinadas ao Financiamento da Seguridade Social, nas quais todos os valores arrecadados em função destas contribuições serão destinados à saúde, previdência e assistência social, necessidades públicas elencadas no artigo 194 da Carta Magna, e vinculadas à Seguridade. Assim, do ponto de vista das receitas de contribuições, a natureza orçamentária é impositiva, a vinculação das entradas é obrigatória, não há qualquer margem de discricionariedade por parte do Poder Público neste ínterim (SANTOS, 2010). V. Figura da proposta de Emenda Constitucional 565/2006: percurso transcorrido até aprovação no ano de 2015 Tramitando no Legislativo Federal desde o ano de 2006, a Proposta de Emenda à Constituição nº 565/2006 (em adiante, “PEC”), trouxe à tona o embate acerca da natureza impositiva do orçamento público, evidenciando o que durante muito tempo foi objeto de discussão. A referida emenda constitucional, que terminou sendo arquivada, não tinha o condão de tornar o orçamento rigorosamente impositivo. A PEC fará uma diminuição expressiva da discrepância comumente vista entre a teoria da gestão e a prática da execução orçamentária. 165 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. No ano de 2013, propôs-se nova emenda constitucional (PEC nº 358/2013), a qual se transformou na Emenda Constitucional 86/2015. Esta foi aprovada em março do corrente ano, alterando os artigos 165, 166 e 198 da Constituição Federal, que na prática, limita a discricionariedade do Poder Executivo, antes facultativa. Nesta emenda constitucional, que apresenta pontos causadores de controvérias, mencionam-se limitações às manobras de execução orçamentária. Estas limitações, no entanto, não constituem uma efetiva barreira à execução de referidas manobras. VI. Conclusão O orçamento é um artifício que conduz ao cumprimento de metas estabelecidas pela Lei de Diretrizes Orçamentárias. Os orçamentos autorizativos descrevem a realidade dos fatos, e incrementam a autonomia entre os Poderes Executivo, Legislativo e Judiciário, bem como consagram o exercício das funções estatais. Por meio deles, o governo reavalia as contas públicas periodicamente e programa os gastos até o final do ano, baseando-se na arrecadação tributária. Ao contrário, um orçamento impositivo limitaria a atuação do Poder Executivo, bloqueando o livre exercício de poder dos seus representantes, acarretando no indevido controle do legislativo sobre os demais Poderes. Sob este modelo, o gestor não pode gastar mais do que arrecada (desviar o curso natural de execução da lei orçamentária). A regra é que tudo o que lei dispõe deve ser cumprido de forma íntegra pelo gestor público, de forma a garantir o respeito e credibilidade à lei orçamentária e sua eficácia, assegurando o interesse da coletividade, acatando as necessidades públicas, e investindo corretamente as receitas arrecadadas. Quando um orçamento executado diverge daquele que foi inicialmente aprovado, torna a lei praticamente sem efeitos substanciais. As emendas parlamentares evidenciam a construção ativa do Poder Legislativo na pauta orçamentária, e os projetos de lei que tramitam no Senado tentam findar a discussão, para exigir deste poder uma postura mais rígida quanto à fiscalização dos atos do Poder Executivo na execução das leis orçamentárias, outorgando maior segurança jurídica à administração pública e à sociedade como um todo. Neste sentido, a aprovação da Emenda Constitucional 86 de 2015 não foi suficiente para que o orçamento público deixasse de ser um assunto controverso, nem trouxe à lei orçamentária a segurança jurídica e credibilidade esperados, atributos inerentes à figura de uma lei. 166 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II FORTALEZA, I. et al. (2015) “A evolução da gestão do orcamento público federal brasileiro”, pp. 152-167. Obediência e respeito à lei orçamentária são princípios ao respeito à democracia, independência e autonomia dos poderes, conscientizando o gestor de sua obrigação em atender os interesses coletivos em detrimento dos individuais, priorizando sempre o aperfeiçoamento do orçamento público, a qualidade dos gastos públicos e a efetividade das políticas públicas. Embora ainda não se tenha alcançado esse desiderato, caminha-se nessa direção, tendo em vista que cada dia mais o cidadão e o Poder Judiciário têm se empenhado em exigir o cumprimento das determinações do Executivo e do Legislativo no aspecto orçamentário. Referências ARANTES TEIXEIRA FILHO, S. (2012) Orçamento impositivo no Brasil: impactos na administração pública e no processo legislativo orçamentário. Acessado em [portal2.tcu.gov.br/ portal/pls/portal/docs/2550140.pdf] em 12.07.2015. BALEEIRO, A. (1997) Uma Introdução à Ciência das Finanças, Rio de Janeiro, Forense. BEZERRA FILHO, J. (2014) Orçamento Aplicado ao Setor Público: abordagem simples e objetiva, Rio de Janeiro, Atlas. CARVALHO, J. (2006) Orçamento Público: teoria e questões atuais comentadas, Rio de Janeiro, Campus. — (2010) Orçamento e Contabilidade Pública, Rio de Janeiro, Campus. CARVALHO, D. y CECCATO, M. (2011) Manual Completo de Contabilidade Pública, Rio de Janeiro, Campus. CONTI, J. (2013) Orçamento impositivo é avanço para administração. Acessado em [www.conjur.com.br] em 12.07.2014. DA SILVA, J. (2014) Contabilidade Pública, Rio de Janeiro, Elsevier. KOHAMA, H. (2003) Contabilidade Pública: teoria e prática, São Paulo, Atlas. PASCOAL, V. (2005) Direito Financeiro e Controle Externo, Rio de Janeiro, Campus PISCITELLI, T. (2011) Direito Financeiro Esquematizado, Rio de Janeiro, Método. SANTOS, R. Plano plurianual e orçamento público, Florianópolis, UAB. VASCONCELOS, A. (2009) Orçamento Público para concursos: inclui a Lei de Responsabilidade Fiscal. 2 ª ed. Rio de Janeiro, Editora Ferreira. 167 OS JUROS MORATÓRIOS E O DANO MORAL: INCIDÊNCIA E TERMO INICIAL Pedro R. LUCIETTO PICCININI e Plínio SARAIVA MELGARÉ** Fecha de recepción: 10 de julio de 2015 Fecha de aprobación: 22 de agosto de 2015 Resumo O presente estudo tem por escopo demonstrar a correta fixação do termo inicial para a incidência dos juros moratórios nos casos de indenização extrapatrimonial. Esta temática é fundamental, visto que procura definir qual seria a correta fixação deste termo inicial, confrontando a aplicação da Súmula nº 54 do Superior Tribunal de Justiça como ocorreu no julgamento do Recurso Especial 903.258/RS sob a relatoria da Ministra Maria Isabel Gallotti. Para tanto, torna-se importante uma maior compreensão acerca de alguns institutos que tangenciam predominantemente o tema, a saber: responsabilidade civil, dano moral, mora e juros moratórios. Ao final, não obstante a aludida inovação jurisprudencial proporcionada pela Ministra, como resultado da pesquisa do posicionamento atual predominante, tanto na doutrina como nos tribunais pátrios, concluímos que os juros moratórios correrão a partir do evento danoso em se tratando de responsabilidade extracontratual, seguindo o entendimento Sumulado. Advogado graduado no curso de Bacharelado em Direito na Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (Brasil) (2015). Email do contato: [email protected] ** Advogado graduado no curso de Ciências Jurídicas e Sociais pela Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (Brasil) (1990) e mestrado em Ciências Jurídico Filosóficas pela Universidade de Coimbra (Portugal) (2001). Atualmente, é palestrante da Escola Superior da Magistratura da Associação dos Juízes do Rio Grande do Sul (AJURIS), assim como da Escola Superior da Magistratura Federal do Rio Grande do Sul. Ademais, é Coordenador do Departamento de Direito Privado da Faculdade de Direito da Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (Brasil), onde igualmente é professor assistente e Professor no curso de Direito da Faculdade do Ministério Público. Tem experiência na área de Direito, com ênfase em Direito Civil (teoria geral) e Filosofia do Direito, atuando principalmente nos seguintes temas: pensamento jurídico, hermenêutica jurídica e teoria da argumentação, teoria geral do direito civil e constitucionalização do direito privado. 168 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. Palavras chave Danos morais – juros moratórios – termo inicial EL INTERÉS MORATORIO Y EL DAÑO MORAL: INCIDENCIA Y TÉRMINO INICIAL Resumen El estudio busca demostrar la correcta fijación del término inicial de la incidencia de los intereses de demora en los casos de indemnización extrapatrimonial. La temática es fundamental porque busca definir cuál sería la correcta fijación del término inicial, confrontando la aplicación de la Súmula nº 541 del Superior Tribunal de Justicia de Brasil como ocurrió en el Recurso Especial 903.258/RS, específicamente en el voto de la Ministra Maria Isabel Gallotti.2 Para esto, es importante una mayor comprensión sobre algunos institutos que se relacionan con el tema, como la responsabilidad civil, el daño moral, la demora y los intereses de demora. Al final, no obstante la referida innovación jurisprudencial proporcionada por la Ministra, como resultado de la investigación del posicionamiento actual predominante, tanto en la doctrina como en los tribunales brasileros, concluimos que los intereses de demora tendrán su término inicial a partir del evento dañoso cuando se trate de responsabilidad extracontractual, de acuerdo al entendimiento fijado en la referida Súmula. Palabras clave Daño moral – intereses moratorios – término inicial DEFAULT INTEREST AND EXTRA-PATRIMONIAL DAMAGES: INCIDENCE AND INITIAL TERM Abstract This study has the scope to demonstrate the correct setting of the initial term for the incidence of default interest in the case of non-contractual damages. This issue is critical 1 N. do E.: las súmulas son enunciados que contienen un resumen del entendimiento mayoritario del STJ acerca de un determinado tema y que se editan después de de repetidas decisiones iguales. 2 Os juros moratórios fluem a partir do evento danoso, em caso de responsabilidade extracontratual. 169 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. because seeks to define what would be the correct setting of this initial term confronting the implementation of Precedent No. 54 of the Supreme Court as in the judgment of the Trial No. 903258/RS under the judge of the Minister Maria Isabel Gallotti. Therefore, it becomes important to a greater understanding about some institutes predominantly tangent the subject, namely liability, moral damages, arrears and default interest. In the end, despite the aforesaid judicial innovation provided by the Minister as a result of research of the prevailing current positioning, both in doctrine and in patriotic courts, it was that the default interest shall run from the damaging event in the case of non-contractual liability, following the Precedent understanding. Keywords Moral damages – default interest – initial term I. Introdução Quando da ocorrência de algum ilícito é premente a necessidade de responsabilização por parte do ofensor, vez que a reparação é o principal efeito da responsabilidade civil. Reconhecido o merecimento à reparação, quando analisadas as circunstâncias do caso concreto pelo juiz, este irá arbitrar uma quantia suficiente para reparar o ofendido. Isso é cediço. Contudo, há um tema que gera debate e divergências jurisprudenciais e doutrinárias: o marco inicial da fixação dos juros moratórios. O objeto deste estudo é analisar esta divergência com base em definições conceituais fundamentais, mormente quando se está diante de um dano moral. Assim, ter-se-á em vista o previsto na Súmula nº 54 do Superior Tribunal de Justiça (em adiante, “STJ”) bem como os dispositivos do Código Civil Brasileiro (em adiante, “CCB”). E, como pano de fundo, o julgamento do Recurso Especial (em adiante, “Resp”) 903.258/RS sob a relatoria da Ministra Maria Isabel Gallotti, que jogou novas luzes acerca do termo inicial da fluência dos juros moratórios, o que, ao fim e ao cabo, é o objeto do presente estudo. Para o bom desenvolvimento do trabalho, são perscrutados alguns institutos originários das Ciências Econômicas (juros) e das Ciências Jurídicas (danos morais e mora frente ao inadimplemento), os quais detêm suma importância para a boa compreensão da temática. Em um primeiro momento, serão analisadas as matérias atinentes à responsabilidade civil, buscando demonstrar sua evolução histórica, suas espécies bem 170 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. como os pressupostos para que haja o dever de indenizar. Na sequência será analisado o dano moral no ordenamento jurídico brasileiro para, posteriormente, adentrar com segurança no instituto dos juros e da mora, permitindo uma compreensão da melhor fixação do referido termo inicial do marco moratório. Pretende-se, portanto, com o presente trabalho, clarear entendimento, fins de analisar qual seria a correta fixação do marco moratório quando da reparação por ilícitos extracontratuais. II. O dano e a responsabilidade civil Reprimir o ilícito é um dos principais objetivos da ordem jurídica e, quando da sua ocorrência, é premente a necessidade de responsabilização por parte do ofensor. Esta premissa está positivada nos artigos 1863 e 9274 do Código Civil, respectivamente. Neste sentido é o magistério de CAVALIERI FILHO (2010: 2): [a] violação de um dever jurídico configura o ilícito, que quase sempre, acarreta dano para outrem, gerando um novo dever jurídico, qual seja, o de reparar o dano. Há, assim, um dever jurídico originário, chamado por alguns de primário, cuja violação gera um dever jurídico sucessivo, também chamado de secundário, que é o de indenizar o prejuízo. A responsabilidade civil, pois, traduz a ideia de contraprestação, restabelecendo o equilíbrio social afetado por um ato lesivo.5 Na lição de Maria Helena DINIZ (2008: 33): [o] vocábulo responsabilidade tem origem do latim respondere, significando o fato de alguém ter se constituído garantidor de algo. 3 “Aquele que, por ação ou omissão voluntária, negligência ou imprudência, violar direito e causar dano a outrem, ainda que exclusivamente moral, comete ato ilícito” (art. 186, CCB). 4 “Aquele que, por ato ilícito (arts. 186 e 187), causar dano a outrem, fica obrigado a repará-lo” (art. 927, CCB). 5 Conforme Carlos Alberto BITTAR (1999: 20), havendo dano, produzido injustamente na esfera alheia, surge a necessidade de reparação, como imposição natural da vida em sociedade e, exatamente, para a sua própria existência e o desenvolvimento normal das potencialidades de cada ente personalizado. É que investidas ilícitas ou antijurídicas no circuito de bens ou de valores alheios perturbam o fluxo tranqüilo das relações sociais, exigindo, em contraponto, as reações que o Direito engendra e formula para a restauração do equilíbrio rompido. 171 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. Tal termo contém, portanto, a raiz latina spondeo, fórmula pela qual se vinculava, no direito romano, o devedor nos contratos verbais. Decerto que para haver a responsabilidade civil, alguns pressupostos devem estar presentes, dentre os quais se destaca o dano,6representando a lesão de um direito ou de um bem jurídico qualquer. Na origem, o vocábulo dano provém do latim damnum e tem como acepção estrago, prejuízo, ruína (HOUAISS, 2008: 210). Na seara jurídica, o dano é considerado como a lesão no patrimônio de alguém contra a sua vontade, podendo ocorrer tanto na esfera contratual, como na extracontratual. Há de se observar que o Código Civil Brasileiro (CCB) não conceitua o que seja dano. Cabe, pois, essa tarefa à doutrina. Então, conforme CAVALIERI (2010), “dano é a subtração de um bem jurídico, qualquer que seja a natureza, quer se trate de um bem patrimonial, quer se trate de um bem integrante da própria personalidade da vítima, como sua honra, a imagem, a liberdade, etc” (p. 73).7 O dano se afirma como um pressuposto para que se configure a necessidade de uma reparação (responsabilidade civil). Sem a sua presença não existe a possibilidade de ocorrer a responsabilização do ofensor e a posterior reparação do ofendido ou de seu bem (reintegração do status quo antes de sofrer o abalo).8Decerto que nem todo o dano é passível de indenização. Por regra, tem-se por indenizável9 o dano certo e atual: um dano determinado ou determinável (excluindo-se de qualquer indenização uma hipótese de 6 Sobre os pressupostos da responsabilidade civil, sugere-se, entre outros, a obra de Fernando NORONHA (2003). 7 No mesmo sentido,“[d]ano consiste no prejuízo sofrido pelo agente. Pode ser individual ou coletivo, moral ou material, ou melhor, econômico ou não econômico. A noção de dano sempre foi objeto de muita controvérsia. Na noção de dano está sempre presente a noção de prejuízo. Nem sempre a transgressão de uma norma ocasiona dano. Somente haverá possibilidade de indenização, como regra, se o ato ilícito ocasionar dano” (DE SALVO VENOSA, 2004: 33-4). 8 Em relação ao caráter indispensável do dano para fins de responsabilização civil, tem-se a clássica doutrina de Rui STOCCO (2007): “[o] dano é, pois, elemento essencial e indispensável à responsabilização do agente, seja essa obrigação originada de ato ilícito ou de inadimplemento contratual, independente, ainda, de se tratar de responsabilidade objetiva ou subjetiva”(p. 128). No mesmo sentido, CAVALIERI FILHO (2010): “[p]ode haver responsabilidade sem culpa, mas não pode haver responsabilidade sem dano [...]. Indenização sem dano importaria enriquecimento ilícito; enriquecimento sem causa para quem a recebesse e pena para quem a pagasse” (p. 73). 9 Sobre o dano indenizável, sugere-se a obra de Paulo de Tarso VIEIRA SANSEVERINO (2010). 172 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. dano), cuja ocorrência tenha já se dado à época da responsabilização (TEPEDINO, 2010: 334).Nada obstante, danos futuros igualmente podem ser objeto de indenização, flexibilizando-se a noção de atualidade do dano. Para tanto, há de haver uma probabilidade considerável da ocorrência do dano, ainda que o mesmo não tenha sido plenamente caracterizado quando proposta a ação que pretende a indenização. III. O dano moral Primeiramente, é adequado firmar a distinção entre dano patrimonial e dano moral. Nessa linha, destaca-se o que é patrimônio, que pode ser compreendido como “o conjunto das relações jurídicas activas e passivas (direitos e obrigações) avaliáveis em dinheiro de que uma pessoa é titular” (DA MOTA PINTO, 2005: 344). A partir da conceituação de patrimônio, faz-se clara a compreensão do significado de dano patrimonial. E será patrimonial o dano suscetível de avaliação econômica. Este pode ser uma perda ou deterioração, sendo uma lesão passível de quantificação do dano em dinheiro – o que a torna indenizável. Então, o dano patrimonial é aquela ofensa que incide sobre interesses de ordem material, refletindo-se sobre o patrimônio do lesado. Na lição precisa de DE SALVO VENOSA (2004), tem-se que “o dano patrimonial, portanto, é aquele suscetível de avaliação pecuniária, podendo ser reparado por reposição em dinheiro, denominador comum da indenização” (p. 36). Nesse diapasão, entendem-se como danos patrimoniais (também denominados de danos materiais) aqueles que atingirem os bens integrantes do patrimônio da vítima, ou seja, afetando o conjunto de relações jurídicas suscetíveis de valoração econômica. Os danos patrimoniais se dividem em duas modalidades: danos emergentes e lucros cessantes os quais estão previstos no artigo 402 do Código Civil.10 Recorta-se o magistério de SERPA LOPES (1989), “o dano patrimonial é o que afeta a um interesse patrimonial, a um bem considerado como de ordem patrimonial, tradicionalmente estimável em dinheiro. Assim, entende-se por dano toda diminuição do patrimônio do credor, quer consistente na perda sofrida (damnum emergens), quer num lucro, de que haja sido privado (lucrum cessans)” (p. 371). 10 “Salvo as exceções expressamente previstas em lei, as perdas e danos devidas ao credor abrangem, além do que ele efetivamente perdeu, o que razoavelmente deixou de lucrar” (art. 402, CCB). 173 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. O dano emergente (ou dano positivo) pode ser definido como aquilo que a vítima efetivamente perdeu, sendo o desfalque ocorrido no patrimônio da vítima. Este tipo de dano produz efeitos diretos e imediatos, tratando-se de uma perda mensurável economicamente, sendo perfeitamente possível a apuração do quantum debeatur para que haja a restitutio in integrum. Nesse sentido, DE SALVO VENOSA (2004) define que (p. 36), o dano emergente, aquele que mais se realça à primeira vista, o chamado dano positivo, traduz uma diminuição de patrimônio, uma perda por parte da vítima: aquilo que efetivamente perdeu. Geralmente, na prática, é o dano mais facilmente avaliável, porque depende exclusivamente de dados concretos. No que respeita a quanto aos lucros cessantes podem ser compreendidos como o que a pessoa afetada com o dano deixou de lucrar, no dizer DE ALMEIDA COSTA (2011), “o lucro cessante refere-se aos benefícios que ele deixou de obter em consequência da lesão, ou seja, ao acréscimo patrimonial frustrado” (p. 596). Nessa hipótese, “quantifica-se o prejuízo, fazendo um cálculo que leva em conta o estado atual do patrimônio e a sua situação se o dano não tivesse ocorrido” (DO COUTO E SILVA, 2011: 1099). Este evento danoso produz efeitos mediatos e futuros, acarretando uma redução nos ganhos e dificultando os lucros do ofendido, sendo uma frustração da expectativa do lucro. Nos termos definidos por DE SALVO VENOSA (2004: 36), o lucro cessante traduz-se na dicção legal, o que a vítima razoavelmente deixou de lucrar. Trata-se de uma projeção contábil nem sempre muito fácil de ser avaliada. Nessa hipótese, deve ser considerado o que a vítima teria recebido se não tivesse ocorrido o dano. Em síntese,o objetivo maior da reparação nos danos patrimoniaisé a reposição do bem lesionado ao seu estado anterior, de forma a permitir ao prejudicado a satisfação integral daquilo que se danificou ou se perdeu total ou parcialmente, de forma que vítima se sinta efetivamente ressarcida. De outra banda, os danos extrapatrimoniais são aqueles causados injustamente à outra pessoa, fazendo-a sofrer psíquica e moralmente, afetadando seu intelecto, ofendendo 174 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. a sua honra, privacidade, intimidade, imagem, etc. De modo objetivo, PONTES DE MIRANDA (1971) apresenta uma conceituação que distingue perfeitamente os dois tipos de danos aqui referidos: “[o] dano patrimonial é o dano que atinge o patrimônio do ofendido; dano não patrimonial é o que, só atingindo o ofendido como ser humano, não lhe atinge o patrimônio” (p. 30). Portanto, a lesão não pode ser expressa em dinheiro, nem em algo comercialmente redutível a dinheiro.11 Daí a se dizer com correção que o dano moral não é precisamente indenizável, pois indenizar provém etimologicamente do latim in dene, cujo significado indica a eliminação do prejuízo, repondo o patrimônio à situação anterior. Ora bem, tal situação não é possível diante de um dano moral, de onde se conclui que a vítima do dano moral faz jus a uma satisfação de ordem compensatória.12 A Constituição Federal de 1988 ancora a dignidade da pessoa humana no patamar dos fundamentos da nossa ordem republicana. Por essa via, densifica-se a normatividade jurídica, colorindo-a com uma dimensão humana que ultrapassa os meros interesses patrimoniais. Sem embargo, e “um dos aspectos mais importantes da responsabilidade civil é constituído pelos danos à pessoa” (DO COUTO E SILVA, 2011: 8). Ora bem, a partir dessa perspectiva, a temática do dano moral evidencia a sua relevância. Considerando esta perspectiva constitucional, Maria Celina BODIN DE MORAES (2003) percebe o dano moral nas situações em que violação houver à cláusula geral de proteção à pessoa humana reconhecida na própria Constituição Federal. Assim, o dano moral “tratarse-á sempre de violação da cláusula geral de tutela da pessoa humana, seja causando-lhe um prejuízo material, seja violando direito (extrapatrimonial) seu, seja, enfim, praticando, em relação à sua dignidade, qualquer mal evidente ou perturbação” (p. 184). Após a ocorrência do ato lesivo, paira a questão sobre como provar que aquele fato resultou em danos para o ofendido. A prova do dano moral é dispensável vez que o dano ocorre internamente no ofendido, ferindo seu intelecto. Esta característica da prova do dano gera o que chamamos de presunção absoluta (dano in re ipsa), sendo desnecessária a prova 11 No Brasil, conforme acima salientado, a Constituição Federal de 1988 elevou à condição de garantia dos direitos individuais a reparabilidade dos danos extrapatrimoniais. O legislador constituinte positivou em seu artigo 5º, inciso V que “é assegurado o direito de resposta, proporcional ao agravo, além da indenização por dano material, moral ou à imagem”. No inciso X, igualmente, está positivado que “são invioláveis a intimidade, a vida privada, a honra e a imagem das pessoas, assegurado o direito a indenização pelo dano material ou moral decorrente de sua violação”. 12 Nesse sentido, ver Maria Celina BODIN DE MORAES (2003). 175 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. do abalo psicológico sofrido pela vítima. Registre-se que a pessoa jurídica também guarda condições de sofrer danos morais, contudo, “impende destacar a necessidade de que a violação ao seu direito personalíssimo esteja estreita e inexoravelmente ligada à sua honra objetiva, haja vista não ser ela dotada de elemento psíquico”. 13Sobre o tema, a jurisprudência ressalva que na relação entre pessoa jurídica e dano moral tem-se em causa “resguardar a credibilidade mercadológica ou a reputação negocial da empresa, que poderiam ser paulatinamente fragmentadas por violações a sua imagem, o que, ao fim e ao cabo, conduziria a uma perda pecuniária na atividade empresarial.”14 Portanto, o dano moral não pode ser confundido com o dano patrimonial, devendo sua tutela jurídica ser tratada de maneira independente. Essencialmente, esse abalo afeta a subjetividade do ofendido, ficando demasiadamente difícil mensurar o sofrimento que é suportado em cada pessoa diante desse caráter interno. Este é o raciocínio de Humberto Theodoro JÚNIOR (2007: 2): [d]e maneira mais ampla, pode-se afirmar que são danos morais os ocorridos na esfera da subjetividade, ou no plano valorativo da pessoa na sociedade, alcançando os aspectos mais íntimos da personalidade humana (o da intimidade e da consideração pessoal) ou o da própria valoração da pessoa no meio em que vive e atua (o da reputação ou da consideração social). Contemporaneamente, não se restringe a definição de danos morais somente como aqueles abalos psíquicos relacionados à dor e sofrimento, estendendo-se a tutela jurídica aos direitos integrantes da personalidade da vítima, como, por exemplo, a intimidade, a imagem, o bom nome e a privacidade. Quanto a esta nova visão de dano moral, CAVALIERI FILHO (2010: 82) assegura que à luz da Constituição vigente, podemos conceituar o dano moral por dois aspectos distintos. Em sentido estrito, dano moral é a violação do direito à dignidade. E foi justamente por considerar a 13 Recurso Especial Nº 1.022.522 - RS (2008/0009761-1). Rel. Min. Luís Felipe Salomão. 4ª. Turma. Data do julgamento: 25.06.2013. Disponível em [stj.jus.br]. 14 Recurso Especial 2011/0133579-9. Rel. Min. Luís Felipe Salomão. 4ª. Turma. Data de Julgamento: 17.12.2013. Disponível em: [stj.jus.br]. 176 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. inviolabilidade da intimidade, da vida privada, da honra e da imagem corolário do direito à dignidade que a Constituição inseriu em seu artigo 5º, V e X, a plena reparação do dano moral. Este é, pois, o novo enfoque constitucional pelo qual deve ser examinado o dano moral, que já começou a ser assimilado pelo Judiciário. Duas classificações de danos morais podem ser identificadas: o direto e o indireto. O dano moral direto é aquele que ocorre uma lesão específica de um direito imaterial. Por outro lado, entende-se como dano moral indireto aquele que há um dano extrapatrimonial em consequência de um dano ocorrido na esfera material. Noutros termos, o dano moral direto constitui-se na lesão a um interesse cujo escopo é a satisfação ou o gozo de um bem jurídico que não é passível de uma avaliação econômica. Por seu turno, o dano moral indireto decorre de uma lesão a um bem patrimonial do ofendido que causa prejuízo a algum interesse não patrimonial. Não se pode confundir, entretanto, o dano moral indireto com o dano em ricochete, também chamado de reflexo. Neste último, o dano não é causado diretamente na pessoa afetada e, sim, oriundo de um ato lesivo a outra pessoa a ele ligada intimamente (sendo este dano tanto de natureza moral ou material).15 IV. A mora e os juros (em especial, os moratórios) Prefacialmente, a palavra juro é oriunda de uma adaptação do latim jure (jus, -is) que significa direito. Na definição de SCAVONE JUNIOR (2009), “[a]plicadono plural —juros—, exprime os interesses, ganhos ou lucros que o detentor do capital aufere pela inversão, ou seja, pelo uso por alguém que não possui o capital” (p. 47). 15 Quanto ao dano em ricochete, segue jurisprudência da Décima Câmara Cível do Tribunal de Justiça do Estado do Rio Grande do Sul: “[n]o que diz respeito ao dano em ricochete, restou configurado. É indiscutível o transtorno, a preocupação e a angústia suportados pelos pais da criança que, como já mencionado, sofreu grave lesão, necessitando de atendimento hospitalar e diversos comparecimentos a consultas médicas, para tratamento. O fato é apto a gerar o dano moral reflexo, atingindo não só a vítima, como seus parentes próximos” (Rio Grande Do Sul. Tribunal de Justiça. Décima Câmara Cível. Apelação Cível nº 70055561104. Desembargador Relator Paulo Roberto Lessa Franz. Data de julgamento: 28.11.2013. Publicado em: 27.01.2014. Disponível em: [www.tjrs.jus.br]. Acesso em: 16.05.2014). 177 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. A partir de uma conceituação economicista, os juros 16 advêm da relação entre um credor e um devedor, sendo a remuneração (correção) do capital o qual foi emprestado pelo credor ao devedor, ou seja, o valor cobrado pela utilização do capital de alguém por outrem. Na visão jurídica, juros17 são caracterizados como “frutos cíveis”, consistindo em obrigação acessória18 a uma obrigação principal. Nesse sentido conceitua Judith MARTINSCOSTA (2009), “do ponto de vista do Direito os juros, nas relações de crédito, [refletindo] a contrapartida que alguém paga por temporária utilização de capital alheio” (p. 569). Como já referido, a natureza jurídica dos juros é a de bem acessório, especificamente, da modalidade das pertenças, e são pertenças os bens que, não constituindo partes integrantes, destinam-se, de modo duradouro, ao uso, ao serviço ou ao aformoseamento de outro (art. 93, Código Civil). Portanto, caracterizados como pertenças, os juros podem facilmente ser identificados e computados distintamente do valor principal devido. Salientase que este valor cobrado a título de juros, normalmente é fixado em dinheiro (pecúnia), 16 Os juros e sua aplicação evoluíram historicamente no Brasil, vez que desde a declaração de independência, por orientação da Igreja Católica, era proibido a incidência de juros em qualquer operação financeira, sendo este quadro mudado apenas com o Alvará de 5 de maio de 1810 expedido pelo Príncipe Regente o qual permitia a cobrança de prêmio nos empréstimos mutuários para o comércio marítimo. Com a entrada em vigor do Código Civil em 1916, marcado por uma influência do liberalismo econômico de Adam Smith (1723-1790), ficou estabelecida a autonomia contratual às partes para que fixassem as taxas de juros utilizadas. Porém com a crise econômica do café surgiu o Decreto 22.626, no ano de 1933, conhecido como Lei de Usura, o qual limitou os juros a 1% ao mês (12% ao ano) vedando a cobrança da usura (fixação de juros convencionais em percentuais superiores ao limite legal). Vedou, ainda, a prática de aplicação de juros sobre juros mensal (juros capitalizados) denominado anatocismo (somente sendo permitido o anatocismo anual). Sobre esta evolução histórica, discorre Jorge Cesa FERREIRA DA SILVA (2007): “[p]or um conjunto de fatores que se explicam pela história, notadamente no que toca ao desenvolvimento religioso e moral da cultura ocidental, os juros foram ordinariamente objeto de regulação jurídica, o que já redundou na vedação absoluta de sua cobrança, na imposição de limites, na proibição genérica da prática do anatocismo (cobrança de juros sobre juros, ou “juros capitalizados”), na criminalização da prática de usura (juros exagerados), na liberação geral e ilimitada da sua prática, na liberação de limites a apenas algumas práticas, e assim sucessivamente” (p. 219). 17 Na concepção de Roberto Senise LISBOA (2004): “[j]uros são os rendimentos fixos ou periódicos oriundos de alguma causa jurídico” (p. 738). 18 Sobre esta característica de obrigação acessória, Roberto Senise LISBOA (2004) é esclarecedor: “[a]natureza jurídica dos juros é a de bem acessório, da modalidade pertenças, ou seja, destina-se a facilitar o uso do bem principal, apesar de não se integrar a ele”. 178 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. porém nada obsta que seja fixado qualquer outro bem fungível.19 Na caracterização dos juros, importa destacar a definição de juros legais e convencionais. Os juros legais são aqueles que são devidos por força de lei, independentemente de existir convenção entre as partes, decorrendo da mora na restituição do capital ou da compensação pela utilização do capital de outrem, ou seja, é a taxa de juros autorizada pela lei. Esta modalidade de juros está regulamentada pelos artigos 40620 e 40721 do Código Civil. Nesta linha são os ensinamentos de Jorge Cesa FERREIRA DA SILVA (2007: 220): [o]s juros legais são fixados em lei, sendo aplicáveis para as hipóteses em que as partes não dispuserem de modo distinto ou simplesmente nada regularam acerca deles, ou ainda quando a lei ou a sentença determinar a sua incidência, sem dispor sobre a respectiva taxa. Por seu turno, os juros convencionais são fruto de um ato de autonomia, estabelecidos pelas partes, seja em relação à mora, seja em relação à remuneração do capital emprestado. Porém essa convenção está limitada a uma taxa limite, quando se tratade juros civis. Releva salientar duas distinções entre estes dois tipos de juros: a origem e o âmbito de aplicação. Quanto à origem, como o próprio nome já designa, os juros legais serão aplicados quando a lei determinar, enquanto os convencionais dependem de as partes pactuarem. Quanto ao âmbito de aplicação, os casos em que se aplicam os juros legais são extremamente restritos. Já os convencionais, dependem da vontade das partes na pactuação. Ainda, surgem os denominados compensatóriosno campo dos juros. Igualmente chamados de remuneratórios, são aqueles que prestam à retribuição pela privação do bem material ou imaterial. Sua fluência começa após a efetivação da utilização do capital alheio. 19 Nesse sentido Caio MÁRIO ensina que os juros são “as coisas fungíveis que o devedor paga ao credor, pela utilização de coisas da mesma espécie a este devidas. Pode, portanto, consistir em qualquer coisa fungível, embora, frequentemente, a palavra juro venha mais ligada ao débito em dinheiro, como acessório de uma obrigação principal pecuniária”(SCAVONE JUNIOR, 2009: 50). 20 “Quando os juros moratórios não forem convencionados, ou o forem sem taxa estipulada, ou quando provierem de determinação da lei, serão fixados segundo a taxa que estiver em vigor para a mora do pagamento de impostos devidos à Fazenda Nacional” (art. 406, CCB). 21 “Ainda que se não alegue prejuízo, é obrigado o devedor aos juros da mora que se contarão assim às dívidas em dinheiro, como às prestações de outra natureza, uma vez que lhes esteja fixado o valor pecuniário por sentença judicial, arbitramento, ou acordo entre as partes” (art. 407, CCB). 179 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. Quanto a esses juros, leciona SCAVONE JUNIOR (2009: 111): “[o]s juros compensatórios são devidos em razão da utilização do capital pelo devedor na exata medida em que constituem frutos civis do valor empregado. Espelham a paga pela utilização do capital alheio”. Ainda, na procura da melhor conceituação, para Roberto Senise LISBOA (2004), juros compensatórios “são aqueles que compreendem o prêmio (fruto ou renda) do capital empresado. Os juros compensatórios se prestam à retribuição pela privação do bem material ou imaterial” (p. 742). Entretanto, há uma ressalva a ser feita: para que esta modalidade de juros seja devida é necessária a convenção entre as partes ou a obrigatoriedade prevista em lei, sendo então, respectivamente, juros convencionais compensatórios ou juros legais compensatórios.Após as definições apresentadas, segue-se para a definição de mora e, então, a definição de juros moratórios. Preliminarmente, destaca-se que as obrigações nascem para ser cumpridas, sendo o adimplemento obrigacional o seu destino natural. O descumprimento é patológico e merece ser punido, vez que impõe prejuízos ilegítimos. A partir do artigo 394,22 o Código Civil brasileiro conceitua mora,23 cuja ocorrência advém de uma obrigação não cumprida no tempo, no lugar e no modo estabelecidos, quer seja pela lei, quer seja por convenção. Frise-se: os requisitos elencados não são cumulativos, exigindo-se somente a configuração de um deles. Mora não significa tão somente o atraso, o retardamento no cumprimento da obrigação, mas, também, o não cumprimento pela maneira que era esperada. Quanto a esta distinção entre mora e atraso, esclarece Jorge Cesa FERREIRA DA SILVA (2007: 73): [i]mporta ter claro que a mora, de qualquer modo, não se confunde com mero atraso da prestação ou com o mero atraso da satisfação dos interesses objetivos do credor [...]. Importa perceber que o mero atraso, ainda que não caracterize mora, já possui efeitos jurídicos, como é o caso da prescrição, da oponibilidade da exceção do contrato não cumprido (artigo 476) 22 “Considera-se em mora o devedor que não efetuar o pagamento e o credor que não quiser recebê-lo no tempo, lugar e forma que a lei ou a convenção estabelecer” (art. 394, CCB). 23 Segundo Pontes DE MIRANDA, mora advém etimologicamente de memor, que significa memória, logo, a mora seria o “esquecimento” gerado por esta perda de memória (MARTINS-COSTA, 2004: 325-6). 180 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. ou da suspensão da exigibilidade (pretensão) por impossibilidade temporária não imputável a nenhuma das partes. Sem embargo, a mora é uma das formas de inadimplemento, dando-se pelo nãocumprimento da obrigação conforme pactuado entre as partes ou determinado em lei. Leciona Judith MARTINS-COSTA (2004: 324): a mora não é nem a simples ausência de cumprimento, nem a mera não-realização da prestação devida: é a não-realização da prestação devida no tempo, lugar e forma convencionados, ou especificados na lei, na medida em que essa não-realização corresponda à violação da norma, legal ou convencional, que era especificamente dirigida ao devedor (cominando o dever de prestar) ou ao credor (cominando o dever de receber). De fato, a mora se caracteriza por ser um inadimplemento relativo, vez que, mesmo com o descumprimento, ainda há a possibilidade de a obrigação ser prestada. Nesse ponto, distingue-se do inadimplemento absoluto: nessa modalidade, o cumprimento da obrigação não é mais possível ou deixa de ser útil para o credor. Portanto, a mora é o meio pelo qual a obrigação (prestação debitória) deixa de ser cumprida no tempo (retardamento do cumprimento), ou lugar e forma que a lei ou o contrato estabelecem, mas de modo que ainda é possível o seu cumprimento, seja pela possibilidade da prestação, seja por esta ainda ser útil ao credor. Pelo visto e ponderado, percebe-se que o não-cumprimento pode ocorrer tanto por parte do devedor (mora solvendi), pelo credor (mora accipiendi) ou, ainda, por ambas as partes. Após a conceituação de mora, ainda que às rápidas, resta facilitada a compreensão da modalidade de juros que decorre do retardamento no cumprimento das obrigações, ou seja, da própria mora. Em conformidade com a doutrina de DINIZ (2008), “[o]s juros moratórios consistem na indenização pelo retardamento da execução do débito. Constituem pena imposta ao devedor pelo atraso no cumprimento da obrigação, atuando como se fosse uma indenização pelo retardamento no adimplemento da obrigação” (p. 250). Outrossim, FERREIRA DA SILVA (2007) define que “[o]s juros moratórios são devidos a partir da constituição em mora e, em razão desta, independem de disposição negocial, de comprovação de efetivo prejuízo (art. 407) ou de pedido judicial” (p. 221-2). 181 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. Isso posto, juros moratórios são conceitualmente aqueles pagos pelo devedor como forma de indenizar o credor pelo atraso no cumprimento da obrigação. Eles têm natureza de sanção, visto que mesmo que não haja prejuízo eles serão devidos. De fato, os juros moratórios afirmam-se como uma punição àquele que está em mora, tanto quanto visam compensar o credor pelo atraso do devedor. Quanto à origem da taxa cobrada nos juros moratórios, esta é dividida em dois tipos: convencional ou legal. Conforme explicado anteriormente, serão considerados juros moratórios convencionais aqueles estipulados pelas partes na elaboração do contrato, porém, sempre respeitando o Decreto 22.626/33, o qual proíbe a cobrança de juros convencionais abusivos (usura), sendo fixada a taxa limite no patamar de 1%. 24 De outra banda, serão legais quando as partes não estipularem, o que não isenta a cobrança da parte devedora, segundo os artigos 389, 395, 404, 406 e 407 do Código Civil. Conclui-se que esta modalidade de juros tem a finalidade de desestimular o inadimplemento da obrigação assumida. V. O termo inicial dos juros moratórios, o dano moral e o Recurso Especial 903.258/RS A correta fixação do termo inicial dos juros moratórios, cujo cômputo deve se dar a partir da caracterização da mora, é tema tormentoso. De fato, não há por parte do direito positivo uma definição uniforme – o que contribui para um campo de incertezas doutrinárias e jurisprudenciais. Esta dificuldade em uniformizar o termo inicial da fluência dos juros moratórios conduz a um estudo casuístico, considerando a singularidade de cada obrigação prevista no ordenamento civil. Em outras palavras, devem ser discriminadas as várias situações existentes e possíveis diante de cada obrigação para a adequada definição do marco inicial dos juros moratórios. 24 Nesse sentido, SCAVONE JUNIOR (2007): “[e]m suma, as partes podem convencionar até um por cento de juros moratórios nos contratos, ainda que esse limite, hoje, corresponda exatamente aos juros legais moratórios, que independem de convenção. Em outras palavras, enquanto subsistir o limite do qual tratamos, dos juros legais moratórios, imposto pelo §1º, do art. (sic) 161, do Código Tributário Nacional, a taxa de juros convencionais será exatamente a mesma dos juros convencionais moratórios” (p. 101). 182 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. O artigo 405 do CCB25 estabelece como marco inicial dos juros moratórios a citação inicial. Contudo, esse dispositivo apresentaria uma divergência em relação ao entendimento sumulado do Superior Tribunal de Justiça, que estabelecera com a Súmula 54: “os juros moratórios fluem a partir do evento danoso, em caso de responsabilidade extracontratual” (VIEIRA SANSEVERINO, 2010: 319). Importa compreender, contudo, o contexto histórico da respectiva súmula. Forte no artigo 962 do Código Civil de 1916,26 a Corte Especial do Superior Tribunal de Justiça sumulou o entendimento jurisprudencial no ano de 1992, segundo o qual, então, a fluência dos juros moratórios, nas hipóteses de responsabilidade extracontratual, dar-se-ia a partir do evento danoso. O artigo do Código Civil vigente à época da Súmula empregava a palavra “delito”. Tal vocábulo gerou incerteza sobre o seu alcance e sua natureza: a norma legal referia-se a delitos de natureza patrimonial ou extrapatrimonial? A partir de uma interpretação extensiva, a utilização do artigo deu-se para ambos os casos, sem qualquer diferenciação. Contudo, questiona-se esse entendimento. Veja-se, a título de exemplo, o ponderado no Tribunal de Justiça do Paraná: “[a] Súmula 54 do STJ foi idealizada para os danos materiais, não os morais. Não se justifica, em se tratando de danos morais, retroagir à data do evento, pois não se pode dizer que há mora a partir deste marco”.27 De outra parte, retornando-se ao artigo 405 do CCB, questiona-se se a sua aplicabilidade alcançaria todos os casos de responsabilidade civil. E a resposta há de ser negativa. Afinal, há outras linhas temporais presentes no próprio CCB. Cita-se, por exemplo, o artigo 398, segundo o qual, “nas obrigações provenientes de ato ilícito, considera-se o devedor em mora desde que o praticou”. Em síntese, não se pode estabelecer de um modo geral como critério balizador a regra do artigo 405 do Código Civil, a qual estabelece que a fluência dos juros de mora se dá 25 “Contam-se os juros de mora desde a citação inicial” (art. 405, CCB). 26 “Nas obrigações provenientes de delito, considera-se o devedor em mora desde que o perpetrou” (art. 962, CCB de 1916). 27 Paraná. Tribunal de Justiça do Estado do Paraná. Apelação Cível nº 841579-2. Desembargador Relator Albino Jacomel Guerios. Data de julgamento: 02.02.2012. Publicado em: 13.02.2012. Disponível em: [portal.tjpr.jus.br/jurisprudencia]. Acesso em: 14.05.2014. 183 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. desde a citação inicial. Afinal, há distintos marcos temporais presentes no direito civil brasileiro.28 Portanto, tem-se que a fluência dos juros moratórios nas obrigações provenientes de ilícitos extracontratuais segue o disposto no artigo 398 do Código Civil e a Súmula nº 54 do STJ. Por essa via, os juros de mora provenientes de ato ilícito fluem desde a ocorrência do evento danoso. É o entendimento de RUI STOCO (2007): “[s]ignifica que na responsabilidade extracontratual os juros de mora são contados desde a data em que tenha ocorrido o dano” (p. 1308). Em igual sentido, o entendimento de DE SALVO VENOSA (2004): “[o]s juros moratórios fluem a partir do evento danoso, em caso de responsabilidade extracontratual. Essa posição é finalmente adotado pelo vigente Código, que no artigo equivalente refere-se a ‘ato ilícito’” (p. 262). Nada obstante, questiona-se qual o termo inicial adequado para a incidência dos juros moratórios diante de danos morais. Para tanto, traz-se a lume o Recurso Especial (em adiante, “Resp”) 903.258/RS,29 que, com a existência da Súmula nº 54 do STJ, apresenta novo entendimento sobre esta temática. Este REsp versa sobre uma indenização ajuizada por um paciente contra o Hospital Moinhos de Vento de Porto Alegre, no Estado do Rio Grande do Sul. O autor narra que, internado no referido hospital, nos primeiros dias após o seu nascimento, contraiu uma infecção hospitalar que lhe deixou graves e irreversíveis sequelas motoras e estéticas. Em sede de sentença, a ação fora julgada parcialmente procedente, condenando o réu pagar a título de danos morais a quantia de R$ 150.000 com juros de mora na base legal (0,5% ao mês até a entrada em vigor do Código Civil de 2002 e, a partir de então, 1% ao mês, na forma do artigo 406 do novo Código Civil, a partir da citação), além de arcar com todas as despesas médico-hospitalares e tratamentos que se fizessem necessários para a correção ou diminuição dos problemas físicos e estéticos que vierem a ser comprovados em liquidação de sentença. Inconformados, autor e réu interpuseram recurso de apelação com o escopo de reforma da sentença do juízo a quo. Quando do julgamento da apelação cível no Tribunal de Justiça do Estado do Rio Grande do Sul ficou mantida a sentença na íntegra. As partes 28 Ainda como exceções ao artigo 405, são referidos os seguintes dispositivos do Código Civil: o artigo 390 e o parágrafo único do artigo 397. 29 A relatoria do Recurso Especial, julgado pela 4ª Turma do Superior Tribunal de Justiça, ficou sob a responsabilidade da Ministra Maria Isabel Gallotti. Inteiro teor disponível em: [stj.jus.br]. 184 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. recorrem. A ação é remetida à superior instância para nova apreciação do colegiado, o Superior Tribunal de Justiça (STJ). Conclusos os autos no STJ, a Magistrada relatora votou no sentido manter a condenação dos danos morais no patamar arbitrado em sentença sob o fundamento de que seriam moderados e proporcionais à situação vivenciada pelo ofendido. De outra parte, condenou o réu ao pagamento de pensão vitalícia de um salário mínimo. Porém, a questão decidida mais importante e que se coaduna com este artigo foi a fixação do termo inicial dos juros de mora no tocante à indenização por dano moral. E definiu-se a data da fixação da verba reparatória em sentença. Nas palavras da Ministra Relatora: “o presente caso presta-se como uma luva para o reexame da questão, sem que a mudança de jurisprudência seja prejudicial aos interessados, pois há recurso especial de ambas as partes”. A Ministra Gallotti sustentou que a incidência de juros moratórios na indenização por dano moral só passa a ter expressão em dinheiro a partir da decisão judicial que a arbitrou.30 Logo, não há como incidirem, antes deste momento processual, juros de mora. Afinal, sobre uma quantia que ainda não fora estabelecida em juízo, como incidir juros moratórios? Ora, sendo a obrigação ilíquida, não há como se precisar o valor da dívida – tampouco seria razoável imputar ônus de mora ao ofensor. Nesse sentido, também se manifestou a Ministra Relatora: [d]essa forma, no caso de pagamento de indenização em dinheiro por dano moral puro, entendo que não há como considerar em mora o devedor, se ele não tinha como satisfazer obrigação pecuniária não fixada por sentença judicial, arbitramento, ou acordo entre as partes.31 Ademais, o julgador utiliza critérios de equidade no arbitramento da indenização, tendo em vista a data do evento danoso e o tempo transcorrido até o julgamento, sendo este um argumento também forte para a justificativa da mudança do marco moratório. 30 O entendimento exposto pela Ministra Relatora acarretou em divergência aberta pelo Ministro Luis Felipe Salomão Contudo, o Ministro não foi acompanhado pelos demais colega, que se aliaram ao entendimento da Relatora. 31 Recurso Especial nº 903.258 - Rio Grande do Sul. 185 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. Note-se que há jurisprudências em Tribunais Estaduais que se alinham com o entendimento apresentado pela Ministra Gallotti, aplicando os juros moratórios desde a data do arbitramento do valor reparatório pelo Magistrado. Assim, o que restou verificado nas 13ª e 17ª Câmaras Cíveis do Tribunal de Justiça do Estado do Rio Grande do Sul: [n]o tocante aos juros moratórios, devem incidir a partir da sentença que fixou o valor da dívida, nos termos do disposto no art. 407 do Código Civil e conforme novo entendimento do E. STJ por meio do REsp n. 903258. O referido julgado inaugurou novo entendimento sobre o tema, sendo adotado por esta Câmara. Por fim, vai mantido o termo inicial da correção monetária na data do arbitramento do quantum indenizatório, ou seja, na data da sentença condenatória, atendendo-se à Súmula nº 362 do STJ.32 Com a mesma linha argumentativa, há decisões recentes no Tribunal de Justiça do Paraná,33 São Paulo34 e Distrito Federal.35 Sem espaço para dúvidas, a partir da ilustração jurisprudencial apresentada, evidencia-se que o entendimento sumulado deve ter aplicação direta nos casos 32 Rio Grande Do Sul. Tribunal de Justiça do Estado do Rio Grande do Sul. Décima Sétima Câmara Cível. Apelação Cível nº 7005549523. Desembargadora Relatora Liege Puricelli Pires. Data de julgamento: 31.10.2013. Publicado em: 18.11.2013. Disponível em: [www.tjrs.jus.br]. Acesso em: 13.05.2014. 33 “Tratando-se de responsabilidade fundada em relação extracontratual, os juros de mora devem ser aplicados a partir da data do arbitramento” (Tribunal de Justiça. Décima Câmara Cível. Apelação Cível nº 1109104-2. Desembargadora Relatora Elizabeth de F. N. C. de Passos. Data de julgamento: 03.04.2014. Publicado em: 28.04.2014. Disponível em: [portal.tjpr.jus.br/jurisprudencia]. Acesso em: 14.05.2014). 34 “Com efeito, em se tratando de fixação de indenização por danos morais, os juros moratórios de 1% ao mês, também devem incidir a partir do arbitramento, uma vez que ‘a indenização por dano moral puro (prejuízo, por definição, extrapatrimonial) somente passa a ter expressão em dinheiro a partir da decisão judicial que a arbitrou’ (STJ, REsp nº 903258/RS, 4ª T., Rel. Min. Maria Isabel Gallotti, DJ. 21.06.2011)” (São Paulo. Tribunal de Justiça. Décima Nona Câmara de Direito Privado. Apelação Cível nº 0061227-79.2010.8.26.0506. Desembargador Relator Mauro Conti Machado. Data de julgamento: 16.12.2013. Publicado em: 15.01.2014. Disponível em: [esaj.tjsp.jus.br]. Acesso em: 14.05.2014). 35 “Os juros moratórios, em se tratando de dano moral, a exemplo da correção monetária, são contados desde o momento da fixação do valor da condenação, porque a partir de então se constitui a mora” (Tribunal de Justiça. 5ª Turma Cível. Apelação Cível nº 2009011069474-4 APC. Acórdão nº 779481. Desembargador Relator Luciano Moreira Vasconcellos. Data de julgamento: 09.04.2014. Publicado em: 22.04.2014. Disponível em: [pesquisajuris.tjdft.jus.br]. Acesso em: 14.05.2014). 186 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. provenientes de danos materiais, nos quais a recuperação pecuniária é direta (pois é fácil a apuração do quantum debeatur, tendo em vista a lesão patrimonial). Mas, diante de um dano moral puro, sua indenização só passará a ter expressão em dinheiro a partir da decisão judicial que a arbitrar. Diante disso, não haveria como os juros moratórios incidirem antes desta data. Afinal, seria correta a incidência de juros de mora sobre a quantia que ainda não fora estabelecida em juízo? Seria correto, por exemplo, o ofensor dever juros de mora sem nem ter sido condenado a pagar tal indenização? Releva destacar, ainda, que o referido “não pagamento” desde a data do ilícito não pode ser considerado omissão imputável ao devedor, para efeito de tê-lo em mora. Demais disso, como destacado pela Ministra Gallotti, mesmo que o quisesse, o devedor não teria como satisfazer obrigação decorrente de dano moral não traduzida em dinheiro nem por sentença judicial, nem por arbitramento e nem por acordo. Nesse sentido, entende-se que os juros de mora devem ser contados da data de sua fixação definitiva,36 considerando que o julgador vale-se de critérios de equidade no arbitramento da indenização, conforme a data do evento danoso e o tempo transcorrido até o julgamento. VI. Conclusão O presente trabalho, como se propôs, buscou analisar qual seria a correta fixação do termo inicial para a fluência dos juros moratórios quando da reparação por ilícitos extracontratuais. Frisou-se que, atualmente, a reparação por danos morais tem previsão 36 Este é o magistério de Cahali: “[n]a mesma linha, os juros moratórios, na reparação do dano moral, cabível o início de sua contagem a partir a fixação o quantum indenizatório, ou seja a contar do julgamento no qual foi arbitrado o valor da condenação: considerando que o magistrado se vale de critério de equidade no arbitramento da reparação, data do evento danoso e o tempo decorrido até o julgamento são utilizados como parâmetros objetivos na fixação da condenação, de modo que o valor correspondente aos juros integra o montante da indenização. Tal posicionamento não afronta o enunciado da Súmula 54 do STJ [...]; antes destaca que a reparação civil por dano moral deve possuir um tratamento diferenciado na sua quantificação em razão ao dano material, dado o objetivo pedagógico, punitivo e reparatório da condenação. Em igual compreensão, segue decisão da 9ª Câmara Cível do Tribunal de Justiça do Estado do Rio Grande do Sul: “[n]a hipótese de reparação por dano moral, cabível o início da contagem a partir da fixação do quantum indenizatório, ou seja, a contar do julgamento no qual foi arbitrado o valor da condenação. Tal posicionamento não afronta o verbete da Súmula nº 54 do STJ. Ao revés, harmoniza-se com o entendimento do STJ, segundo o qual a indenização por danos morais deve ser fixada de forma equitativa” (9ª Câmara Cível do Tribunal de Justiça do Estado do Rio Grande do Sul (Apelação Cível Nº 70030266605, Nona Câmara Cível, Tribunal de Justiça do RS, Relator: Odone Sanguiné. Data de julgamento: 30.09.2009. Inteiro Disponível em: [www.tjrs.jus.br]). 187 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. legal, na forma de garantia constitucional, insculpida na Carta Magna em seu artigo 5º, incisos V e X. Trabalhado inicialmente pelos pressupostos da responsabilidade civil, ficou clara a necessidade da configuração do dano, nexo causal e culpa pelo ofensor. Procurando a conceituação de dano latu sensu e posteriormente a distinção entre danos patrimoniais e morais, restou concluído que o dano patrimonial é aquele que irá afetar o patrimônio da vítima, já os danos morais são aqueles que afetam a subjetividade do ofendido, sendo tutelas jurídicas que devem ser tratadas separadamente. Merecida a reparação, analisadas as circunstâncias do caso concreto pelo juiz, este irá, guiando-se pelos artigos 944 e 946 do Diploma Civil, arbitrar uma quantia suficiente para reparar o ofendido, observando critérios para efetuar o arbitramento do quantum debatur, vez que não há no Brasil a adoção do tarifamento das indenizações como ocorre na jurisprudência americana. Após, foi feita a análise dos juros legais previstos no ordenamento jurídico brasileiro com enfoque principal nos juros moratórios e na sua relação direta com a mora, frisando que os juros moratórios são utilizados para quando há um inadimplemento relativo, ou seja, ainda há possibilidade de cumprir com o avençado, diferentemente do inadimplemento absoluto. Quanto à análise da fixação do termo inicial para fluência de juros moratórios, em se tratando de condenação em dano moral, seguimos o entendimento de que não há falar-se em juros a partir do evento danoso conforme a Súmula nº 54 do STJ. Isto porque não há como incidirem, antes do arbitramento pelo Magistrado, juros de mora sobre a quantia que ainda não fora estabelecida em juízo, ficando, por exemplo, o ofensor devedor de juros de mora sem nem ter sido condenado a pagar tal indenização. A partir dessa fixação é que, não cumprindo o devedor a determinação judicial, naturalmente ser-lhe-ão cobrados juros moratórios, a incidirem a partir da decisão que fixou, em definitivo, o quantum indenizatório. Nesse sentido foi o voto da Ministra Relatora Maria Isabel Galotti no julgamento do Recurso Especial 903.258/RS, acarretando na mudança jurisprudencial acerca deste termo inicial da fluência dos juros moratórios no caso concreto. Porém, o que ficou observado é que existem poucos Magistrados que coadunam com o entendimento da Relatora, ficando a jurisprudência praticamente unânime quanto à aplicação da Súmula nº 54 do STJ. 188 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II LUCIETTO PICCININI, P. et al. (2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. Bibliografía ALMEIDA COSTA, M. (2011) Direito das obrigações, Coimbra, Almedina. BITTAR, C. (1999) Reparação civil por danos morais, São Paulo, Revista dos Tribunais. BODIN DE MORAES, M. (2003) Danos à pessoa humana – uma leitura civil-constitucional dos danos morais, Rio de Janeiro, Renovar. CAHALI, Y. (2011) Dano moral, São Paulo, Afiliada. CAVALIERI FILHO, S. (2007) Programa de responsabilidade civil, São Paulo, Atlas. DA MOTA PINTO, C. (2005) Teoria Geral do Direito Civil, Coimbra. DE SALVO VENOSA, S. (2004) Direito civil: responsabilidade civil, São Paulo, Atlas. DE SERPA LOPES, M. (1989) Curso de direito civil: obrigações em geral, Rio de Janeiro, Freitas Bastos. DA SILVA PEREIRA, C. (2000) Responsabilidade civil, Rio de Janeiro, Forense. — (2012) Instituições de direito civil: teoria geral das obrigações, Rio de Janeiro, Forense. DINIZ, M. 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(2015) “Os juros morátorios e o dano moral…”, pp. 168-190. STOLZE GAGLIANO, P. y PAMPLONA FILHO, R. (2013) Novo curso de direito civil: responsabilidade civil, São Paulo, Saraiva. TEPEDINO, G. (2005) Obrigações: estudos na perspectiva civil-constitucional, Rio de Janeiro, Renovar. THEODORO JÚNIOR, H. (2007) Dano moral, São Paulo, Juarez de Oliveira. VERÍSSIMO DO COUTO E SILVA, C. (2011) Doutrinas essenciais: obrigações e contratos, São Paulo, Revista dos Tribunais. VIEIRA SANSEVERINO, P. (2010) Princípio da reparação integral – indenização no Código Civil. São Paulo, Saraiva. 190 PAUTAS GENERALES PARA LA REMISIÓN DE TRABAJOS 1. La REVISTA EN LETRA mantiene una convocatoria abierta con carácter permanente para estudiantes, graduados, docentes, profesores, investigadores e interesados en general, para el envío de artículos inéditos con miras a su publicación en ediciones subsiguientes de la Revista. Tales artículos deberán ajustarse a las pautas sustanciales y formales aquí indicadas. 2. Es también abierta, permanente y con idénticos destinatarios la convocatoria a remitir réplicas a artículos ya publicados en la edición inmediata anterior de la Revista. La publicación de una o más réplicas a un artículo habilitará a su autor a remitir, a su vez, una réplica propia (dúplica) para la edición inmediata siguiente. Con la publicación de esta última se agotará el debate. Tales réplicas y dúplicas deberán ajustarse a las pautas sustanciales y formales aquí indicadas. 3. Sin perjuicio del idéntico procedimiento para su evaluación, la remisión de trabajos para la sección Columnas EN LETRA, y para cualquiera otra distinta a la de Artículos y Réplicas en que no se especifique lo contrario, se admite exclusivamente por invitación de la Revista. Tales trabajos deberán ajustarse a las pautas sustanciales y formales que la Revista indicará en su oportunidad a los autores invitados. PAUTAS SUSTANCIALES PARA LA REMISIÓN DE ARTÍCULOS 4. EN LETRA se define como un espacio editorial cuya premisa fundamental consiste en fomentar el debate institucional a partir de la crítica informada de materias actuales de interés general, desde una perspectiva académica. De allí que son pautas sustanciales para la remisión de artículos para la REVISTA EN LETRA: a. Carácter inédito del texto. No debe estar publicado, total o parcialmente, en soporte papel ni digital alguno, lo que incluye —aunque no se limita a—: libros, capítulos de libros, artículos, compilaciones, revistas impresas o electrónicas, 191 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II Pautas generales para la remisión de trabajos suplementos digitales, blogs y sitios de Internet en general. b. Originalidad y relevancia. Se pretende el análisis de temáticas relevantes a partir de aportes y perspectivas originales, tales que permitan un debate académico e informado de materias actuales. c. Sistematicidad y rigurosidad académica. Es preciso que las ideas manifestadas en el texto formen un todo coherente, cohesivo y articulado. El desarrollo y la conclusión deben presentar una extensión razonable y ser acordes a los objetivos planteados en el trabajo. Y a su vez, deben respetarse las reglas gramaticales y ortográficas de la lengua española, y los parámetros generalmente aceptados del discurso académico-científico. PAUTAS FORMALES PARA LA REMISIÓN DE ARTÍCULOS 5. Deben redactarse en soporte digital: procesador de textos Microsoft Word 2003 o posterior. Fuente Times New Roman, tamaño 12 puntos, interlineado de 1,5 líneas, hoja tamaño A4 (210 x 297 mm.) y márgenes por defecto (superior e inferior 2,5 cm.; izquierdo y derecho 3 cm.). Las notas a pie de página deben redactarse en tamaño 10 puntos e interlineado simple. La extensión del trabajo —incluyendo notas al pie, citas en el cuerpo del trabajo y bibliografía al final del artículo— debe ser de 15 a 25 páginas. 6. El orden a seguir en la presentación es el siguiente: a. Título del trabajo en español. Es posible consignar, en nota al pie, cualquier agradecimiento, dedicatoria, aclaración y/o comentario sobre el texto. b. Nombre completo del/de los autor/es. Es necesario consignar, en afiliación institucional, un correo electrónico de contacto y una curricular (máximo 10 líneas) de cada uno de los autores grado/posgrado, antecedentes profesionales, de docencia e instituciones en las que se desempeña, etcétera). c. Resumen del trabajo en español (5 a 15 líneas). d. Palabras clave en español. e. Abstract del trabajo en inglés (de ser posible). f. Key words en inglés (de ser posible). 192 nota al pie, la breve reseña (estudios de investigación, EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II Pautas generales para la remisión de trabajos g. Cuerpo del trabajo. h. Bibliografía. 7. Las notas a pie de página se numerarán consecutivamente en el cuerpo del trabajo y no al final del documento. Deberán utilizarse exclusivamente para los comentarios que el autor considere ilustrativos o secundarios, y no para las referencias bibliográficas. 8. Las referencias bibliográficas en el cuerpo del trabajo deberán consignarse con el apellido del autor (en versales) y el año de la publicación entre paréntesis. Ejemplos: ... [idea referida] (ALTERINI, 1998). Según ALTERINI (1998), ... [idea referida] Si la cita fuera una reproducción textual, deberá indicarse entre comillas y señalar además el/los número/s de página correspondiente/s. Ejemplos: … [texto citado entre comillas] (ALTERINI, 1998: 55-6). Según ALTERINI (1998: 55-6), [texto citado entre comillas] Según ALTERINI (1998), [texto citado entre comillas] (pp. 55-6) En ambos casos, de citarse más de una obra del mismo autor y del mismo año, se consignará sucesivamente una letra del alfabeto detrás del año: p. ej. ALTERINI (1998a), ALTERINI (1998b), ALTERINI (1998c), etc.; o (ALTERINI, 1998a: 55-6), (ALTERINI, 1998b: 225-9), (ALTERINI, 1998c: 3), etc. Las citas textuales que superen las cinco líneas de extensión deberán introducirse en párrafo aparte, indentado y sin sangría. La referencia al autor se consignará al final del párrafo y antes de la cita. 193 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II Pautas generales para la remisión de trabajos Ejemplo: Las nuevas técnicas de reproducción humana asistida potencian las posibilidades de encontrar un elemento extranjero en una controversia sobre filiación. Tal como sostiene RUBAJA (2012: 302), por ejemplo para los supuestos de donantes con residencia habitual en un país distinto del de la madre, o que el país en que se lleve adelante la técnica de reproducción sea otro que aquel de la residencia habitual de los padres y luego ése constituya un punto de conexión relevante para regir el caso por tratarse del lugar de la concepción; o en los supuestos de maternidad subrogada llevada a cabo en el extranjero, pero cuyos progenitores y el niño residan en un país que no permita dicha técnica; entre muchas otras posibilidades… 9. Las referencias bibliográficas al final del artículo deberán consignarse de la siguiente manera: a. Libros. Apellido (en versales), iniciales del/de los nombre/s, año de la publicación entre paréntesis, título del libro (en itálicas), ciudad de edición, editorial. De existir director/es, coordinador/es, compilador/es o editor/es que figuren en primer lugar en la obra, se solicita aclararlo con la abreviatura correspondiente. Si hubiese cuatro o más coautores, codirectores, etcétera, en pie de igualdad, puede consignarse el apellido y la inicial del/de los nombre/s del que aparezca primero, seguido de la fórmula “y otros” o “et al.”. Se ruega no consignar “”AA.VV.”, “VV.AA.” o similares, excepto que la obra sea plenamente colectiva, sin un coautor o director, coordinador, etcétera, que figure en primer lugar. De haber más de una obra del mismo autor y del mismo año, se consignará sucesivamente una letra del alfabeto detrás del año, del mismo modo que en las referencias en el cuerpo del texto. Ejemplo: LORENZETTI, R. L. (2008) Teoría del Derecho Ambiental. Buenos Aires, La Ley. Ejemplo: CIFUENTES, S. (dir.) y SAGARNA, F. A. (coord.) (2003) Código Civil. Comentado y 194 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II Pautas generales para la remisión de trabajos anotado. Buenos Aires, La Ley. b. Capítulos de libros. Apellido (en versales), iniciales del/de los nombre/s del autor del capítulo, año de la publicación entre paréntesis, título del capítulo (entre comillas), “en”, apellido (en versales), iniciales del/de los nombre/s del primer autor, director, coordinador o compilador del libro (si difiere total o parcialmente del del autor del capítulo), título del libro (en itálicas), ciudad de edición, editorial, páginas que abarca el capítulo completo del libro en la obra. Se aplican las pautas del punto (a), segundo, tercer y cuarto párrafo. Ejemplo: ALEGRE, M. (2012) “¿Quién le teme a la igualdad?” en ALEGRE, M. y GARGARELLA, R. (coords.) El Derecho a la Igualdad. Aportes para un constitucionalismo igualitario. Buenos Aires, Abeledo Perrot, pp. 47-75. c. Artículos publicados en revistas. Apellido (en versales), iniciales del/de los nombre/s del autor del artículo, año de la publicación entre paréntesis, título del artículo (entre comillas), “en”, nombre de la revista (en itálicas), número/año/volumen/tomo de la revista, ciudad de edición, editorial, páginas que abarca el artículo completo en la revista. Se aplican las pautas del punto (a), segundo, tercer y cuarto párrafo. Ejemplo: SCOTTI, L. B. (2012) “El reconocimiento extraterritorial de la ‘maternidad subrogada’: una realidad colmada de interrogantes sin respuestas jurídicas”, en Pensar en Derecho, año 1, N° 1, Buenos Aires, Eudeba, pp. 267-289. d. Artículos publicados en Internet. Apellido (en versales), iniciales del/de los nombre/s del autor del artículo, título del artículo (entre comillas), “consultado en”, dirección del vínculo entre corchetes, “el”, fecha de consulta, cita online (de ser posible). Ejemplo: KRAUT, A. J. y DIANA, N. (2013), “Sobre la reglamentación de la Ley de Salud Mental”, consultado en [http://www.laleyonline.com.ar] el 29.12.2013. 10. El envío deberá realizarse exclusivamente por correo electrónico a la dirección [email protected]. Dentro de las 48 horas se contestará con un acuse de recibo. 195 EN LETRA - año II, número 4 (2015), tomo II Pautas generales para la remisión de trabajos 11. Recibido el artículo, el Consejo Editorial procederá a evaluarlo para su publicación en el próximo número de la Revista, de acuerdo al procedimiento establecido. En todo caso, podrá solicitar al autor que realice modificaciones formales o sustanciales en su trabajo con anterioridad a su publicación. PAUTAS SUSTANCIALES Y FORMALES PARA LA REMISIÓN DE RÉPLICAS Y DÚPLICAS 12. Son de aplicación las señaladas para el envío de artículos, a excepción de las siguientes: a. El objeto de la réplica viene constituido por el texto replicado y la temática abordada por éste. El objeto de la dúplica resulta igualmente de la réplica y la temática en cuestión. b. La extensión de la réplica o la dúplica será de 15 a 30 páginas (aprox.). CESIÓN DE DERECHOS DE AUTOR Y ASUNCIÓN DE RESPONSABILIDAD 13. El envío de material a EN LETRA con fines a su publicación en la Revista supone el conocimiento y aceptación de las presentes pautas por parte del o de los autor/es, la declaración formal de que dicho material es inédito y de su autoría, la cesión irrevocable a EN LETRA de los derechos de autor sobre aquél y la asunción exclusiva de responsabilidad por eventuales daños que la publicación del material pudiera causar a EN LETRA, sus integrantes o a terceras personas. A tal fin, en ocasión de notificar la aprobación del trabajo y previo a su publicación, se requerirá del o de los autor/es el envío de un compromiso firmado que se les hará llegar oportunamente. *** 196 PROCEDIMIENTO DE EVALUACIÓN El procedimiento de evaluación es idéntico para todos los tipos textuales enviados a EN LETRA (artículos, réplicas, Columnas EN LETRA y cualquiera otra que se establezca en cada edición), ya sea que se remita en virtud de la convocatoria editorial abierta y permanente o a través de una invitación a publicar del Consejo Editorial de la revista. Todo original es sometido a un proceso de dictamen por pares académicos bajo la modalidad doble ciego (peer review double blind). Así, los trabajos de estudiantes de grado son evaluados por miembros del Consejo Estudiantil, los artículos de graduados son considerados por integrantes del Consejo Editorial, y en el caso de las contribuciones de doctores, catedráticos o autores con méritos equivalentes intervienen los consejeros académicos. Cada dictamen concluirá con el voto por la aprobación o rechazo del trabajo, o el condicionamiento de su publicación a la realización de modificaciones por el autor. El resultado se alcanza por mayoría simple de votos, y en cualquier supuesto de empate, se estará por solicitar al autor las modificaciones señaladas. En todos los casos, los dictámenes fundados son remitidos al autor. En cuanto al sistema de doble ciego (double blind), el procedimiento de evaluación es anónimo en dos sentidos. Por un lado, los árbitros ignoran la identidad del autor del material que evalúan; a tal fin, previo a la asignación del trabajo, la Secretaría Editorial remueve todo dato o indicio que pudiera conducir a conocer la autoría (nombre, afiliación institucional, agradecimientos, dedicatorias, etc). Por otra parte, los dictámenes individuales no son suscriptos por los evaluadores, de modo que éstos permanecen anónimos para el autor que recibe el resultado del arbitraje. *** 197