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1 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho Año 11, Nº 18 - 2006 Políticas de trabajo y empleo 3 / Nota de los editores ARTICULOS 5 / La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías • Consuelo Iranzo y Jacqueline Richter 33 / Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005: el consenso improbable • Hugo Baretto Ghione 53 / ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso argentino 2003-2006 • Marta Novick DOSSIER ESPECIAL: LOS EFECTOS DE LOS MALENTENDIDOS . 79 / Aproximación metodológica para circunscribir una ceguera organizacional • Delphine Mercier, Pierre Tripier EL MUNDO DEL TRABAJO: 97 / A informalidade e a apropriação do direito: considerações sobre a cidade de Brasília • Carolina Cassia Batista Santos; Marcia de Melo Martins Kuyumjian 2 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 121 / Flexibilização do mercado de trabalho e Novas formas de mobilidade: Carreiras femininas no setor terciário • Isabel Pauline Hildegard Georges 147 / La política social del nuevo siglo en Argentina: entre el desempleo y la marginación, el mecanismo del clientelismo político. • Leopoldo Halperin Weisburd 171 / Teoría y práctica de las relaciones industriales. Reflexiones sobre los cambios recientes de las relaciones laborales en Argentina • Cecilia Senén González 199 / Género e Ingeniería: la identidad profesional en discusión. Reflexiones a partir del caso de la Ingeniería de Sistemas en la Universidad Nacional de Colombia. • Luz Gabriela Arango Gaviria. 225 / R ESEÑAS • El Trabajo Recobrado. Una evaluación del Trabajo realmente existente en España. Ed. Miño y Avila 2005, Argentina. Dirección de Juan José Castillo. 229 / R ESEÑAS • Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo, Prólogo de István Mészáros, Editado por TEL (Taller de Estudios Laborales) y Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2005, 250 páginas. Ricardo Antunes Diálogo con Ricardo Antunes: El trabajo y la convicción del cambio Alberto L. Bialakowsky 235 / CONVOCATORIAS 239 / DATOS DE LOS A UTORES 3 Nota de los Editores En este nuevo número de la RELET hemos recopilado distintos trabajos orientados a mostrar los nuevos desafíos existentes en materia de políticas de Trabajo y empleo en algunos países de América latina en los últimos años. Los cambios políticos en América latina, y con ellos los cambios de orientación socioeconómica y cultural de los últimos años en este continente, traen también, o son correlativos, a cambios potencialmente profundos en materia de políticas de Trabajo y de empleo. Por ello nos interesaba ver cuáles nuevas tendencias, preocupaciones, dificultades y aún expectativas, aparecen relacionadas específicamente con este campo de la política. Ello, porque de una forma implícita o más o menos explícita, los estudiosos del trabajo consideramos que todo cambio profundo en la sociedad tiene su expresión en los cambios en el mundo del trabajo. Particularmente teniendo en cuenta que una de las características que tienen en común las nuevas orientaciones en materia socioeconómico y cultural las fuerzas políticas que están accediendo al poder en América latina es que no consideran al trabajo o al empleo como un simple factor de una ecuación económica. El mundo del trabajo se percibe como base sobre la cual se estructuran instituciones que tiene potencialmente un papel importante a jugar en los proyectos de desarrollo, tanto como palanca o freno de los mismos, y por ello mismo son objeto de políticas. A su vez, las políticas de Trabajo y empleo con modalidades distintas en cada país, intentan colocar al Trabajo en un lugar central en la organización e integración de las sociedades, tanto como motor de la búsqueda de una mayor equidad o para relanzar las producciones nacionales. En este sentido tanto los trabajo de Consuelo Iranzo y Jacqueline Richter, Hugo Barretto Ghione y Marta Novick, con trabajos sobre Venezuela, Uruguay y Argentina respectivamente, dan cuenta de las potencialidades de las políticas de trabajo y empleo y las dificultades que ellas deben tener en cuenta para alcanzar los objetivos que buscan alcanzar. Acompaña al bloque central de la RELET Nº 18, un dossier especial realizado por Delphine Mercier y Pierre Tripier que aborda de manera original el problema de la falta de capacidad de las organizaciones para dar cuenta de sus propios defectos así sean visualizados por los actores individualmente. Para ello pone en práctica una metodología que les permite dar cuenta de las causas cognitivas de esos defectos. Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 3-4 4 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Finalmente, se presentan informes de avance de investigaciones realizados por, Carolina Cassia Batista Santos y Marcia de Melo Martins Kuyumjian sobre el sector informal en la ciudad de Brasilia, de Isabel Pauline Hildegard Georges sobre las características del mercado de trabajo y nuevas formas de movilidad en las carreras femeninas del sector terciario, de Leopoldo Halperin Weisburg sobre los mecanismos de clientelismo político, de Cecilia Senen Gonzalez sobre los cambios recientes de las relaciones laborales en Argentina y finalmente de Luz Gabriela Arango Gavirivia sobre Género y Ingeniería en la Universidad Nacional de Colombia. 5 La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías Consuelo Iranzo y Jacqueline Richter 1 La política laboral del actual gobierno debe analizarse tomando en cuenta dos elementos básicos: el lugar secundario que ocupa el trabajo asalariado en el proyecto de transformación social que impulsa el Presidente Chávez y la crisis política que ha acompañado a su gestión como resultado de la dramática polarización creada desde los inicios de ésta. La cronología de la crisis política permite situar las etapas de la acción gubernamental en materia laboral, pues ella ha sido determinante en su formulación: un primer período que va desde sus inicios en 1999 hasta finales de 2001 y un segundo período comprendido entre 2002 y 2005; a lo largo del análisis podrá apreciarse con claridad las diferencias entre ambos lapsos. Para el abordaje de la política laboral desplegada en estos años se ha dividido el texto en dos grandes puntos: las políticas en materia de empleo y salarios, y las políticas en materia de relaciones laborales. Dadas las críticas que han recibido las cifras oficiales en materia de mercado de trabajo y las propias incongruencias que nos ha tocado encontrar, optamos por presentar un análisis de carácter cualitativo y ofrecer la mínima data posible2 . 1 Consuelo Iranzo es doctorada en Sociología del Trabajo en La Universidad de Paris VII y es Profesora-investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) de la Universidad Central de Venezuela. Jacqueline Richter es abogada laboral con Maestría en Políticas Públicas en la FLACSO y es profesora investigadora de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la misma universidad. Este artículo forma parte de una investigación en el marco del proyecto “Redefinición de la democracia y la ciudadanía en Venezuela” del área sociopolítica del CENDES. 2 “Con todo respeto, pienso que el INE necesita respaldar su data sobre desempleo’ sentenció Domingo Maza Savala, director del Banco Central de Venezuela en una entrevista que concedió a Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 5-32 6 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo I. Políticas en materia de empleo y salarios 1. Las orientaciones predominantes El tema del trabajo asalariado no es central en el proyecto de transformación del país que propone el actual presidente de la república. En su propuesta electoral, contenida en el documento titulado “Propuesta de Hugo Chávez para transformar Venezuela. Una Revolución Democrática” (1998), la acción sobre el mercado de trabajo no aparece como prioritaria en ninguno de los cinco ejes de intervención formulados. La única acción prevista al respecto se refiere al desempleo juvenil, pero visualizada como una estrategia para enfrentar la pobreza y no como una acción para mejorar la calidad del empleo en el país. De igual manera, si bien en dicho programa está presente una propuesta en materia de seguridad social es también formulada como parte de la política social. Esta misma concepción se manifiesta en el Informe de Gestión del Gobierno 2000-2003 (2004) donde se desarrollan los éxitos alcanzados en dichos cinco ejes de intervención, pues el tema de los logros en la situación del mercado de trabajo formal está ausente. El informe es rico en detalles sobre avances en otros campos, pero la creación de empleo productivo, cuando se enuncia, aparece como subproducto, casi intrascendente, dentro de objetivos más importantes. El lugar secundario que ocuparon en un inicio los programas dirigidos al mercado laboral o las metas de empleabilidad y de capacitación laboral, centrales en los planes quinquenales de los gobiernos anteriores, no quiere decir que no existiese una política laboral. De hecho, en los primeros años se implementaron numerosos programas de empleo temporal (de uno, tres o seis meses) promovidos desde el Estado central y desde los gobiernos locales, a los que se les dedicaron muchos recursos (Plan de empleo rápido, Plan Bolívar 2000, Plan de trabajo ocasional, Plan Avispa, Plan de empleo Simón Rodríguez). Pero tales programas fueron creados para dar respuesta coyuntural a los altos índices de desempleo y en virtud de la forma como fueron concebidos, y quizás por la inexperiencia e ineficiencia en su conducción, no tuvieron un verdadero efecto generador de empleo. El trabajador asalariado no ha estado y sigue sin estar dentro de las preocupaciones centrales del actual gobierno, y esta ausencia de centralidad del trabajo asalariado no es casual. Ella responde a una concepción, la cual se refleja en numerosos trabajos realizados por los más importantes personeros del gobierno. En uno de ellos, que sirvió de base a las discusiones de la Asamblea Constituyente en esta materia (Rivas, 2000) encontramos la explicación de dicha postura: un periodista extranjero pocos días después que el INE anunciara que la tasa de desempleo se redujo a un dígito. Su opinión viene a respaldar las críticas que desde hace meses hacen economistas a las estadísticas oficiales” (Rodríguez Pons, 2006) La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 7 “Uno de los obstáculos relevantes en el proceso de democratización del mercado y de la economía es el elevado posicionamiento que tiene el paradigma del trabajo asalariado o dependiente (…) Se ha estigmatizado al sector informal urbano, como algo negativo, que es necesario superar (…). Tampoco se ha valorado lo suficiente el empleo independiente propio de las organizaciones cooperativas y demás experiencias económicas de carácter asociativo. En definitiva, el esfuerzo del pueblo venezolano de autocrearse su propio empleo necesita una valoración positiva. (…) La concepción del trabajo en la Constitución del 61 es la del empleo o trabajo subordinado o dependiente, lo cual es congruente con la idea de que existen unos que son emprendedores y otros condenados a ser asalariados (…) Según la concepción de empleo subordinado otro tiene que crearme mi empleo ¿acaso no es más digno que yo como trabajador emprendedor, sólo o asociado con otros, cree mi propio empleo? (Rivas, 2000:2,3) El sujeto que claramente se visualiza en los programas e informes de gestión gubernamental es la población en condiciones de pobreza extrema y es a ésta que va dirigido el centro del discurso estatal. Pero la estrategia no está diseñada para incorporar a esa masa excluida al mercado de trabajo formal porque, independientemente de la factibilidad de tal propósito, el empleo subordinado es concebido como una rémora del pasado que impide el verdadero desarrollo de las potencialidades humanas, adquiriendo el trabajo autónomo una nueva valoración. Ubicados en esta perspectiva, no se prioriza la creación de empleo productivo en el marco de las relaciones laborales y es por eso que la política de empleo que mayor impulso ha tenido es la formación de microempresarios y, en los últimos tres años, la promoción de cooperativas de trabajo asociado. No obstante, el gobierno intentó poner en marcha dos programas de incentivo fiscal para la creación de empleo asalariado en el sector privado (Portillo, 2004). El primero, que fue en 1999, tenía como finalidad crear 200 mil nuevos empleos, a través de un crédito fiscal equivalente al 50% de los salarios de los nuevos empleados, siempre y cuando la empresa aumentase por lo menos el 10% de su nómina. El segundo plan, lanzado en el 2002, utilizaba la modalidad de asumir ciertos costos en materia de prestaciones sociales, utilidades y pagos a la seguridad social. Ambos intentos fracasaron y, aparte de la tímida promoción de la que fueron objeto, parecen haberse conjugado varios factores para que el empresariado no hiciese uso de dichos programas. Una primera razón que pudo haber influido para el fracaso de dicha política fue la incertidumbre existente sobre el rumbo que tomaría el país y la promesa presidencial de retornar al anterior régimen de prestaciones sociales, amén de la de modificar la regulación de la jornada de trabajo y de crear una nueva ley de seguridad social; es proba- 8 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo ble que los empresarios valoraran que los incentivos propuestos no compensarían las posibles cargas laborales que deberían asumir si esas reformas se efectuaban. Una segunda razón pudo ser que las empresas venían de procesos de reducción de nóminas, de manera que la oferta gubernamental de pagos por aumentos de las mismas fue valorada como contraria a sus propias políticas de ajuste a las cambiantes condiciones económicas. Aparte de esas dos propuestas3 , es clara la prioridad que desde un principio ha tenido el fomento a la actividad autónoma dentro de la política gubernamental y ella queda evidenciada en el número de entes y programas que han sido creados a lo largo de estos años para la concesión de microcréditos: Fondo de Desarrollo Microfinanciamiento (Fondemi), Banco del Pueblo Soberano, Banco de la Mujer, Programa Monta tu Negocio, Programa Fabrica de Fabricas, Programa Avanzado de Capacitación para el Desarrollo de Tecnología de Negocios en la web, Programa Plan Zamora, Misión Piar. En materia de salarios, la acción estatal se ha concentrado en la fijación anual del salario mínimo que, según las propias declaraciones oficiales, ha tenido como norte tratar de recuperar la capacidad de consumo de los asalariados y, de hecho, varios aumentos han estado por encima de la inflación, tratando de acercarse al valor de la canasta alimentaria. Los datos oficiales reportan un éxito en la recuperación del poder adquisitivo del salario, pues ha mejorado más de 10 puntos en menos de cinco años. La política salarial se ha basado en la tesis de que la elevación del salario mínimo tiene un efecto sobre toda la escala salarial, distinta a la vigente hasta los ochenta, basada en aumentos generales de sueldos y salarios. Sin embargo, esta política puede ser catalogada de flexible, pues no se ha recurrido a aumentos homogéneos, sino que se ha establecido un salario mínimo inferior para aquellas empresas que ocupan menos de 20 trabajadores, que son la mayoría. 2. La política de empleo de mayor envergadura: las cooperativas La política en materia de empleo que rige en la actualidad comienza a ser puesta en práctica básicamente a partir de la crisis política que se desata en abril de 2002 con el intento de golpe de estado y posteriormente se profundiza con el paro nacional de actividades de diciembre de ese mismo año. Este paro, realizado con el objetivo explícito de presionar al Presidente de la República a aceptar la realización 3 El fracaso de esta política pudo haber tenido algún peso para que la acción gubernamental profundizara su inclinación hacia la creación de empleo autónomo, siendo un aspecto que requiere mayor indagación. La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 9 de un referéndum consultivo y el implícito de forzar su renuncia, fue promovido por el mayor organismo empresarial, Fedecámaras y la mayor central sindical, la CTV, y a él se le sumó la gerencia y parte de la fuerza laboral de la empresa petrolera, Pdvsa. Después de dos meses de una semi parálisis nacional, se reiniciaron las actividades con un saldo de un país en una situación económica sumamente delicada, numerosas empresas del sector privado quebradas y un rotundo fracaso para la oposición. A partir del año 2002, pero fundamentalmente de principios de 2003, la acción del Estado en materia de empleo la podríamos resumir en tres estrategias: a) la conservación de los puestos existentes a través de decretos ejecutivos que prohiben el despido sin autorización previa de la inspectoría del trabajo (inamovilidad laboral); b) la promoción del trabajo informal y de los microempresarios; c) la promoción de cooperativas de trabajo asociado y la creación de las misiones como forma de redistribución del ingreso en sustitución a la creación de puestos de trabajo productivos. a) Los decretos de inamovilidad laboral fueron parte de las respuestas a la crisis política desatada en abril del 2002 para ampliar el apoyo de las bases obreras. Desde ese momento hasta la actualidad el ejecutivo nacional ha mantenido la inamovilidad de todos aquellos trabajadores, regidos por la Ley Orgánica del Trabajo, que ganen hasta casi dos salarios mínimos urbanos. Los decretos prevén la posibilidad de reducciones de personal en caso de concertación con el sindicato, por lo que si bien reflejan una forma de intervención en el mercado laboral, se podrían situar dentro de las modalidades de flexibilización concertada. Tales decretos, en el marco de un ambiente de incertidumbre económica y política, han tenido el efecto perverso de incentivar la externalización y la subcontratación laboral como forma de evadir tanto la misma exigencia de inamovilidad como la acumulación de prestaciones sociales. b) Hasta el 2003, la posición del gobierno respecto a los trabajadores informales, aparte de reivindicar su condición, se manifestó en una casi total pasividad frente a la invasión de espacios públicos que ellos protagonizaron. Después del paro y ante la súbita alza del desempleo, el propio Presidente estimuló a los desempleados, a través de sus alocuciones dominicales, a buscarse un nicho dentro de la informalidad. Las principales calles de Caracas fueron tomadas y, a finales de 2003, algunas fuentes oficiales llegaron a reconocer que la economía informal había alcanzado el 55%. En la actualidad, aún cuando las cifras han disminuido, solamente en las zonas cuyos alcaldes pertenecen a la oposición se ha controlado la ocupación de las aceras por parte del comercio informal. c) Pero el mecanismo más importante a través del cual se ha incrementado el empleo no asalariado ha sido la creación de nuevas 10 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo cooperativas, hacia lo que se ha dirigido un enorme esfuerzo, al punto de constituirse en uno de los principales ejes de la gestión gubernamental. En el año 2001 se reformó la Ley de Cooperativas y con ello se facilitó el funcionamiento de las cooperativas de trabajo asociado, pues se estableció el carácter no laboral del vínculo de los asociados (art. 34). En las anteriores legislaciones se establecía expresamente la condición de asalariado por parte del asociado cuando prestaba servicios personales subordinados a la cooperativa y por ende estaba protegido por la legislación del trabajo. Ahora, además se reconoce la posibilidad de que la cooperativa subcontrate otros trabajadores, siempre y cuando sea por períodos inferiores a seis meses porque de lo contrario pasan a ser asociados. La creación masiva de cooperativas se inició en la industria petrolera para cubrir las áreas paralizadas en los meses que duró la huelga petrolera. Ellas entraron a sustituir a las empresas contratistas e incluso a trabajadores de nómina que se habían sumado al paro. Pero de seguidas esta política se continuó en todas las dependencias estatales, en donde se induce a ciertos empleados, por lo general los de más baja calificación, a abandonar su condición de asalariados y a constituirse en cooperativistas; esto ha significado un crecimiento exponencial de esta modalidad de empleo. Los datos estadísticos oficiales reportan que de 82.5000 personas en trabajo cooperativo en 1998 se pasó a 480.100 asociados en cooperativas en el segundo semestre del 2002 (Molina, 2005) y a 94.643 cooperativas registradas a finales de 2005 según la Superintendencia Nacional de Cooperativas (Sunacoop). Desde el punto de vista de la calidad del empleo, las cooperativas están teniendo consecuencias de gran envergadura: primero, en un número importante de casos, son creadas a instancias de las empresas y dependen de éstas para su subsistencia, lo que les resta autonomía y posibilidades de sobrevivencia en el largo plazo; segundo, los trabajadores que las componen, si bien puede ser que pasen a percibir mayores ingresos mensuales que antes, no gozan de los beneficios que representa el salario indirecto (prestaciones sociales, vacaciones, seguro, etc); tercero, con ellas no sólo se han sustituido puestos que antes pertenecían a la nómina regular, sino que además multiplican las relaciones de trabajo precarias a través de las subcontrataciones temporales que llevan a cabo; cuarto, de acuerdo a los sindicalistas entrevistados, las cooperativas que están recibiendo créditos y un trato privilegiado en la asignación de los contratos, son las conformadas por militantes o personas afectas al gobierno, por lo que ellas servirían como canalizadoras de nuevas relaciones clientelares y como dispositivos para la transferencia de recursos a los grupos afectos el régimen4 ; y sexto, las cooperativas se están convirtiendo en un instrumento eficaz para el 4 Entrevistas a sindicalistas y secretarios generales de varias federaciones de la CTV. La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 11 debilitamiento del movimiento sindical, aspecto que retomaremos más adelante. El informe anual de la Asociación Nacional de Defensa de los Derechos Humanos confirma parte de las apreciaciones formuladas: “La mayoría de las cooperativas que han contratado con el Estado lo han hecho para trabajar con Pdvsa, Cadafe y la compañía Metro de Caracas, en funciones que usualmente realizaban personas que trabajaban en calidad de contratados. Provea alerta que, bajo esta positiva modalidad de promoción del acceso al derecho al empleo, se podrían estar presentando casos de simulación o fraude en la relación laboral, lo que significa que bajo la apariencia de contratos mercantiles se lleva a cabo una relación de tipo laboral” (Provea, 2004:88,89). Otro aspecto que denunciaron los entrevistados es que hay casos en que para agilizar los trámites y otorgar los créditos, los funcionarios han exigido el pago de comisiones que pueden alcanzar el 20% del total del proyecto de la cooperativa. Aparte de todos esos problemas, la mayor parte de estas cooperativas tiene un destino incierto, pues no cuentan con proyectos económicos que les den viabilidad y no son concebidas por quienes las crean con una finalidad socio-económica a futuro, sino como una forma de sobrevivencia en el corto plazo. 3. La misión5 “Vuelvan Caras” y el desarrollo endógeno Si bien la creación de cooperativas sigue su propio curso, a principios de 2004 se creó una misión denominada “Vuelvan caras” con el objetivo de capacitar personas de escasos recursos para la creación de cooperativas y microempresas que se adecuen a lo que se considera que deben ser las bases de un proyecto económico alternativo. “La misión “Vuelvan Caras” persigue crear en todo el país centros de producción que redunden en bienestar económico y mejores servicios, además de la generación de productos terminados de óptima calidad, que permita depender menos de la industria foránea y de los oligopolios internos. La misión se enmarca en una visión del desarrollo endógeno es decir ‘un modelo productivo, económico y social del país” (Alvarado, 2004). Desde un principio se dijo que esta misión no constituía un plan de empleo, sino un programa dirigido a propiciar la inclusión social y económico-productiva, aunque uno de sus efectos indirectos espera5 Las misiones se convirtieron en el pilar de la acción gubernamental a partir del paro petrolero. Son programas de atención a la población más necesitada y que suponen un estipendio por participar en determinada actividad, en la mayoría de los casos de capacitación. Su objetivo sería el de propiciar la integración social. 12 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo dos era la baja del desempleo en un 5%. De hecho la reducción opera en forma automática, pues las personas que están adscritas a cualquiera de las misiones salen de las estadísticas de desempleados. La Misión “Vuelvan Caras” se diseñó para ser ejecutada dentro de las áreas turística, agrícola, infraestructura, industrias básicas y estratégicas del Estado y servicios. Durante el período de capacitación, que dura seis meses, los participantes reciben una beca correspondiente aproximadamente a la mitad del salario mínimo y luego deben organizarse para constituir cooperativas en alguno de los sectores mencionados. Una vez que presentan el proyecto los integrantes de las cooperativas cuentan con los siguientes beneficios: a) un salario mensual 6 , b) créditos para la adquisición de maquinaria; c) activos en comodato totalmente gratuitos; d) asesoría técnica (D’Elía, 2006). La Misión “Vuelvan Caras” es la más importante dentro del proyecto de creación del “Modelo de Desarrollo Endógeno Bolivariano”, el cual ha sido definido por trece principios: “La democracia participativa, la organización popular, la desconcentración territorial, la redistribución de la tierra, un ambiente sano y productivo, producción nacional, independencia y pertinencia tecnológica, soberanía alimentaria, cooperativismo, trabajo no dependiente, cultura local, equidad de género y una comunicación libre y alternativa” (D’Elia, 2006). (Subrayado nuestro). De acuerdo a Carlos Lanz, uno de los principales ideólogos del gobierno de Chávez, el modelo de desarrollo endógeno está asentado sobre las siguientes cuatro bases (referido por D’Elia, 2006): “En primer lugar, este nuevo tejido productivo incorpora en la producción de bienes y servicios otro tipo de racionalidad y valores. De lo que se trata es de satisfacer las necesidades colectivas por encima del afán de lucro y de los intereses particulares (…) En segundo lugar, se hace necesario la alianza estratégica entre las empresas del Estado, la economía asociativa, el sector no monopolista del capital nacional, la pequeña y mediana empresa (…) En tercer lugar, la economía asociativa tiene que apuntalar la construcción de un nuevo tejido productivo para lo cual se fomentará el desarrollo del sistema cooperativo (…) Por último, el nuevo tejido productivo requiere cambiar la división social del trabajo caracterizada, por un lado, por la división entre el trabajo manual e intelectual, que separa la teoría de la práctica, y por el otro, por la separación entre la ciudad y el campo”. (D’Elia, 2006). (Subrayado nuestro). 6 Lo que resulta contradictorio con la idea de que son asociados a una cooperativa autónoma. La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 13 Los datos proporcionados por las fuentes gubernamentales (2006) señalan que dentro de la Misión “Vuelvan Caras” se logró incorporar en los programas de capacitación para finales del 2005 a 300.000 desempleados y que se llegaron a crear 6.814 cooperativas De acuerdo a una investigación realizada (D’Elia, 2006) con miembros de las cooperativas adscritas a dicha misión, sus debilidades más importantes son: su improvisación, el despilfarro de recursos y la existencia de casos de corrupción, producto de la inexistencia de mecanismos transparentes de control; la ausencia de compromiso por parte de los afiliados, la falta de sistematización y de calidad en la capacitación impartida; la relativamente alta deserción, la falta de liderazgo de los capacitadotes y los retrasos en la entrega de materiales y alimentos. A ellas hay que agregar las señaladas por el propio Superintendente Cooperativo: “Uso de las cooperativas como instancia de flexibilización laboral. Por ejemplo, las alcaldías y las empresas privadas contratan a las cooperativas porque es mano de obra barata. Trabajo no asociado. Las cooperativas se han conformado entre 5 o 10 personas y luego contratan a 20 o 40 personas más. Según su opinión eso es lucro y explotación. (…) Exclusiones ilegales. Comenta al respecto que en muchos casos cuando existen ciertos conflictos entre los cooperativistas se vota a los socios violando la ley. Gestión administrativa. La mayoría de las cooperativas no llevan libros de cuentas. En su opinión, esto es un problema de valores, sigue reinando el egoísmo, el individualismo. Sigue existiendo el afán de lucro. Toma de decisiones unilaterales. Existe un autoritarismo en el funcionamiento de las cooperativas (…) La cultura política se caracteriza por ser clientelar, individualista y egoísta. Precariedad de integración, tanto a lo interno como a lo externo de las cooperativas. No tienen relación con las comunidades (…) Señala que son las mismas instituciones las que han promovido ese atomismo (…). Falta de mecanismos de seguimiento al funcionamiento de las cooperativas” (D’Elia, 2006). (Subrayado nuestro) Este diagnóstico tan crudo explica que el Ministerio de Economía Popular, encargado del programa, haya comenzado a hacer un seguimiento de las cooperativas que componen la misión y de 1.500 fiscalizadas, 628 fueran sancionadas por presentar irregularidades (El Nacional 05/12/2005). 14 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Sin pretender restarle toda posibilidad de desarrollo futuro, las deficiencias detectadas evidencian las enormes dificultades existentes para poner en marcha un programa de carácter masivo con objetivos tan ambiciosos como las de crear un nuevo modelo de desarrollo en el corto plazo. II. Política en materia de Relaciones laborales. Las acciones más importantes en materia de relaciones laborales por parte del gobierno actual han sido, en primer lugar, el intento de desmontar la estructura sindical mayoritaria representada en la Confederación de Trabajadores de Venezuela (la CTV) que fue la que disfrutó de una relación privilegiada durante los gobiernos de la IV República 7 ; en segundo lugar, el favoritismo hacia un nuevo actor sindical; y, en tercer lugar, la promoción de la cogestión como el modelo a establecer tanto en las empresas del sector público como del privado. 1. Política frente al sindicalismo representado en la CTV La reconstrucción que hacemos del comportamiento estatal respecto al movimiento sindical mayoritario nos ha conducido a hablar de cuatro estrategias que se fueron desplegando sucesivamente en el tiempo, no de manera intencional y planificada, sino como resultado de la forma como se fueron desarrollando los acontecimientos y de los tropiezos que fue encontrando un objetivo que estuvo claramente formulado en el proyecto de Chávez desde un principio: cooptar todas las organizaciones de la sociedad civil a favor de su proyecto revolucionario. Tales estrategias fueron: 1) El control desde afuera. 2) El control desde adentro. 3) El desconocimiento de la CTV como actor laboral. 4) El desmantelamiento del movimiento sindical desde abajo. El control desde afuera Con la denominación “el control desde afuera” nos queremos referir a todos los intentos de controlar, encasillar e impedir la acción por parte del movimiento sindical mayoritario, durante el período 1999 y 2001. En ese lapso se tomaron un gran número de disposiciones, que por limitaciones de espacio, tan sólo podemos enunciar: Disposiciones constitucionales: Obligatoriedad de elecciones universales, secretas y directas controladas por el organismo estatal (CNE) 7 A raíz de la constituyente se dio paso a la V República. La CTV es una central sindical de carácter plural, es decir, conviven en su seno todas las tendencias políticas, pero históricamente fue dirigida fundamentalmente por AD. La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 15 Disposiciones legislativas: De la Asamblea Nacional Constituyente (ANC): Suspensión negociación colectiva Pdvsa. Se faculta al Estado para establecer las condiciones de la negociación colectiva en todo el sector público Creación de una Comisión Electoral Sindical para inducir la renovación de todos los sindicatos Investigación penal de todos los dirigentes sindicales Intervención del Poder Judicial y establecimiento de medidas contra su sindicato De la Asamblea Nacional: Proyecto “Ley de democratización Sindical” Convocatoria a un Referéndum Sindical con la participación de toda la población. Delegación en el CNE del control de las Elecciones sindicales Medidas gubernamentales: Eliminación de los subsidios a los sindicatos Exclusión de la CTV de todas las comisiones – No concertación del salario mínimo Consulta impuesta a los trabajadores, con resultados manipulados sobre un “contrato moderno” en Pdvsa. El intento de “control desde afuera” resultó tan avasallante para el conjunto de la sociedad que terminó revirtiéndose contra el gobierno y permitió en el corto plazo el resurgimiento de la CTV, gracias a las respuestas que ésta le dio, concretamente: a) desarrollando luchas por la base, tales como las que tuvieron lugar en diferentes ámbitos del sector público y en la industria petrolera, cuyo triunfo permitiría la consolidación del liderazgo del futuro presidente de la CTV, Carlos Ortega; b) empleando un discurso de carácter clasista, dentro del cual la lucha por el ejercicio de un derecho consagrado como es el de la libertad sindical fue la bandera más importante; c) demostrando voluntad de adquirir autonomía frente a los partidos al contrariar las órdenes de éstos y llamar a abstenerse en el referéndum sindical; d) conquistando el apoyo de los sectores medios y de las organizaciones de la sociedad civil que vieron la posibilidad de ser ellas mismas víctimas de acciones interventoras en el futuro; e) integrando dirigentes anteriormente adversos a la CTV, ganados por la fuerza de los argumentos empleados y que vinieron a profundizar la pluralidad del movimiento sindical opositor. 16 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Este conjunto de factores fueron decisivos para el fracaso de la estrategia gubernamental, la cual se manifestó, entre otras cosas en la imposibilidad de aplicar los decretos de la ANC, la congelación de la Ley de democratización sindical, la muy alta abstención que se produjo en el referéndum sindical8 y, posteriormente, en la derrota en las elecciones sindicales. Habiendo ganado la respuesta afirmativa en el referéndum, los sindicalistas aceptaron renunciar a sus cargos. Fue entonces cuando los propios trabajadores tuvieron la oportunidad de evaluar la importancia de sus sindicatos ya que tanto en el sector público como en el sector privado se pretendió aprovechar la deslegitimación de la dirigencia para cometer diferente tipo de atropellos; fue un período de alta conflictividad en el campo laboral. Finalmente, el gobierno, ante la consciencia de que habían fracasado en su intento de destruir a la CTV desde afuera, opta por participar en sus elecciones internas a través de la FBT (Fuerzas Bolivarianas de Trabajadores), con lo que dan inicio a su nueva estrategia: el control desde adentro. El control desde adentro A lo largo de la campaña electoral se pudo apreciar como las fuerzas sindicales de la oposición llevaban una importante ventaja. El candidato pro-gubernamental fue mal acogido, ya que fue visto como externo al movimiento sindical e impuesto con el objetivo de subordinarlo al gobierno. En cambio la CTV dio muestras de pluralidad al tener a todas las tendencias políticas representadas y al lograr conformar planchas con tendencias diversas en su seno. No obstante, en ese período existieron importantes factores de perturbación que impidieron una verdadera recuperación del movimiento sindical. En primer lugar, el estatuto electoral impuesto por el CNE logró desmontar la estructura electoral interna de la confederación, favoreciendo, paradójicamente, al sindicalismo de Acción Democrática, el cual dio muestras de gran sectarismo, generando enfrentamientos internos y el descontento de las otras tendencias sindicales. Y en segundo lugar, el hecho de que se estuviese luchando contra un candidato gubernamental perjudicó la discusión de los problemas propiamente laborales, centrando la campaña en el apoyo o el rechazo al Presidente de la República. De manera muy sintética, el balance del proceso electoral fue: a) quedó claro que la CTV era la central mayoritaria9 y todas las tenden8 Se le preguntó a toda la población si estaba de acuerdo con que todos los sindicalistas renunciaran a sus cargos para llamar después a unas elecciones sindicales directas y secretas. Ganó el SI, pero con muy pocos votantes. 9 “La CTV agrupa al 68,73% del total de las organizaciones sindicales” (CNE, 2002) La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 17 cias reconocieron que AD era la primera fuerza dentro del movimiento sindical, pero, b) la imagen pública de la misma CTV se vio lesionada por las numerosas irregularidades que tuvieron lugar durante los escrutinios, los cuales dieron la impresión de una confederación caótica y con una gran fragilidad institucional. Ante su derrota electoral, el gobierno supo utilizar muy bien estos hechos y se apoyó en ellos para desconocer al Comité Ejecutivo de la CTV. El desconocimiento de la CTV como actor laboral A partir de entonces, la CTV fue tratada por el gobierno más como un actor político que laboral, pero la propia confederación reforzó esa imagen al centrar su actividad en el campo de la oposición política. A ello la impulsaron: el incremento en las trabas para ejercer la actividad sindical; la aprobación del estatuto de la Función Pública que perjudicaba el ejercicio sindical en varios terrenos10 ; el desconocimiento gubernamental de la condición mayoritaria de la CTV tanto para la discusión del salario mínimo como para la conformación de la misión a la Conferencia de la OIT. Pero no se puede desconocer otro factor que tuvo una importancia decisiva en el camino por el que optó la dirigencia cetevista, como era el que la presidencia la ocupaba Carlos Ortega, militante político de AD, quien utilizó la organización sindical para proyectarse en su enfrentamiento radical con el gobierno de Chávez. Pareciera que en ese momento la máxima dirigencia de la CTV tenía dos estrategias posibles: bajar a las bases para fortalecer lo conquistado con las elecciones sindicales y construir una agenda laboral de oposición, o asumir el liderazgo de la agenda política de ésta, que fue lo que hizo, dejando de lado su condición de dirigentes sindicales para asumir la de dirigentes políticos. La recuperación de la legitimidad de la CTV frente a los trabajadores, obtenida hasta el momento de las elecciones sindicales, comenzaría a resquebrajarse una vez que se alió con Fedecámaras para pasar a ser junto con ella la instancia más importante de oposición al gobierno. El inicio de este camino se dio con el paro de actividades del 10 de diciembre de 2001 y posteriormente firmaron un pacto conjunto. Estas iniciativas, independientemente de su explicación en medio de las amenazas a la vivencia democrática, serían muy bien manejadas por los sindicatos afectos al gobierno para denunciar una alianza contra natura entre sindicatos y patronos, más grave aún cuando en muchas empresas ya se adelantaba una fuerte política de externalización para reducir costos laborales y se manifestaban actitudes antisindicales. 10 La acción sindical tuvo su efecto pues este estatuto fue posteriormente reformado por la asamblea nacional, eliminando la mayoría de las disposiciones que afectaban la libertad sindical. 18 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Los prolegómenos de la marcha del 11 de abril de 2002 (día en que se produjo el golpe de Estado) tendrían un sesgo laboral mucho más claro, pues el conflicto petrolero tuvo sus orígenes en el profundo malestar que se venía abrigando por varios años dentro de la industria por la forma de gestionar el personal, favoreciendo a los simpatizantes del gobierno y desconociendo la meritocracia, pilar de la cultura petrolera. El último antecedente fue la expulsión de destacados miembros de la nómina mayor de Pdvsa, dada a conocer por boca del propio Presidente de la República mediante el uso de un pito y el grito de “¡fuera!”. Pero el hecho es que la CTV pasó a ocupar una posición estelar en un conflicto que derivó en un golpe de Estado (con el que no estuvo comprometida) y después se embarcó junto con Fedecámaras en el paro nacional de diciembre 2002-febrero de 2003, de carácter más político que laboral, lo que acarreó que tuviese que cargar con los fracasos de tales iniciativas frente a sus afiliados. Los trabajadores fueron las primeras víctimas del paro que finalizó en febrero de 2003. Aparte de que los más pobres fueron quienes más sufrieron los problemas de desabastecimiento, muchos no cobraron los días que estuvieron parados, otros tanto se quedaron sin empleo por las quiebras sucesivas y los sindicatos, por su lado, tuvieron que aceptar negociaciones a la baja. Una de las lecciones que extrajo el gobierno de esta experiencia fue que, si la CTV había sido uno de sus pilares, era indispensable quebrarla de manera definitiva. De esa forma, derrotado el actor político, se pasó a una nueva estrategia mucho más eficaz para derrotar al actor sindical. El desmantelamiento del movimiento sindical A partir del 2003 se observa un cambio en el manejo gubernamental de las relaciones sindicales, el cual no es ajeno a los nuevos rumbos que tomó la política laboral en materia de empleo. Las nuevas acciones que han tenido un sensible efecto sobre el movimiento sindical organizado en la CTV son: a) la promoción de cooperativas de trabajo asociado, b) el fomento al paralelismo sindical y c) el despido de los trabajadores públicos adversos al Presidente. b) Las cooperativas de trabajo asociado y la Misión Vuelvan Caras, fueron analizadas previamente como parte de las políticas de empleo; no obstante, han jugado también un rol muy importante dentro de la estrategia de confrontar al movimiento sindical. La razón de base es la misma que actúa en los casos de subcontratación laboral: el desmembramiento de un proceso de trabajo, que antes era realizado por individuos en condiciones similares y concentrados en un mismo espacio físico, para pasar a ser ejecutado por una miríada de pequeñas asociaciones autónomas y desconectadas entre sí, implica eliminar la La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 19 posibilidad de la actuación colectiva en aras de mejores condiciones de vida y de trabajo. Pero además, son trabajadores que al perder su condición de asalariados dejan de ser sindicalizados y de allí que los sindicatos hayan sido testigos de la pérdida progresiva de afiliados, lo que supone a su vez el vaciamiento de las convenciones colectivas. Las cooperativas de trabajo asociado, tal como están siendo puestas en práctica, representan un serio problema para los sindicatos, sea cual sea su afiliación política. Ellas tienen efectos devastadores sobre el trabajo asalariado y protegido, y sobre la organización sindical, pero, a pesar de ello, enfrentarlas es una tarea sumamente compleja: en teoría son la base de la economía social o la economía popular como la denomina el gobierno, y en esa medida se presentan como una solución idílica a los problemas del empleo y a las expectativas de superación económica. b) El fomento al paralelismo sindical ha sido una de las denuncias que sistemáticamente vienen realizando los sindicatos de la CTV desde principios de 2003. Las vías que estarían siendo utilizadas por el gobierno son: i) facilitando el proceso de inscripción y reconocimiento del sindicato que le es afecto y a la inversa, dificultando o entorpeciendo el registro del que no lo es; ii) dándole tratamiento preferente al sindicato oficialista en el momento de la negociación colectiva, independientemente del grado de representación del cual goce y de que sea o no la organización mayoritaria; iii) creando especies de inspectorías del trabajo paralelas para atender los requerimientos de los sindicatos oficialistas y rechazando los de la CTV. De hecho, los datos oficiales reportan un crecimiento atípico de la inscripción de nuevas organizaciones sindicales, sobre todo a partir de 2001, llegando a duplicarse en comparación con los datos existentes en años anteriores: mientras que entre 1994 y el 2000 el promedio de creación de sindicatos era de 227, en el 2001, año de las elecciones sindicales, se crearon 519 y desde entonces la cifra no baja de 430 por año, al punto que entre 2002 y 2004 se crearon 1335 sindicatos, casi la mitad de los que existían en el 2001(Memorias del Ministerio del Trabajo). El derecho a la libre asociación y a la creación de las organizaciones que los trabajadores consideren convenientes, impide calificar esta política como atentatoria contra los principios propiamente sindicales. No obstante, es un juicio admitido que la multiplicación de los sindicatos, en vez de reforzar la defensa de los derechos de los trabajadores, los perjudica y debilita. Pero lo más cuestionable en este caso es que se está empleando el paralelismo sindical como un arma para eliminar al adversario político. c) El despido de los trabajadores públicos adversos al Presidente tuvo dos momentos. El primero fue con la finalización del paro pe- 20 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo trolero, cuando se despidieron casi 20.000 trabajadores de PDVSA (entre empleados y obreros), sin que hasta hoy hayan podido cobrar prestaciones sociales o sus ahorros. El segundo momento comenzó a producirse a raíz de la solicitud de un referéndum para decidir sobre la permanencia del Presidente en su cargo. La lista de firmantes se hizo pública una vez que fue colocada en Internet por un diputado de la Asamblea Nacional y desde comienzos de 2004, personeros del gobierno o simpatizantes, a través de los medios de comunicación, promovieron y legitimaron los despidos de todos aquellos que hubiesen firmado dicha solicitud. El 16 de abril de 2005, el Presidente Hugo Chávez reconoció que se le estaba negando el derecho a trabajar a quienes habían firmado, por lo que pidió que se enterrase dicha lista, añadiendo que ya había cumplido su función. El número de despedidos por esta causa nunca se ha podido determinar con precisión, pero podría estar entre los 3.500 (que es el número de denuncias con respaldo que fueron entregadas a la OIT) y los 7.000 que fue la cifra que manejó públicamente el Comité Ejecutivo de la CTV. Pero, independientemente de la cifra en concreto, la vía de los despidos ha sido seguramente la más efectiva para amedrentar a los funcionarios públicos frente a cualquier tipo de disidencia11 . Pero además, ha sido muy útil para impedir la contratación en las dependencias estatales de personas adversas al mandatario. Las nuevas políticas tienen la peculiaridad que afectan al movimiento sindical porque le restan fuerza desde abajo. La que tiene mayores consecuencias sobre él son las cooperativas, ya que a través de ellas se está extrayendo trabajadores de la relación formal de trabajo para convertirlos en trabajadores subcontratados no sindicalizados. No obstante, las otras vías también han mostrado su efectividad para debilitar fuertemente a lo que fuera el sindicalismo mayoritario en el país al menos hasta el 2001. Perder la titularidad de la convención colectiva, así como resultar impotente para frenar despidos por razones de orden político, han sido factores que lo han herido gravemente. 2. El favoritismo hacia un nuevo actor sindical La actitud de la administración del trabajo del gobierno de Chávez ha favorecido desde el inicio del gobierno a las tendencias sindicales que no forman parte de la CTV. Es decir, la política laboral tiene un marcado sesgo político respecto a sus beneficiarios. Hicimos referencia al respecto cuando analizamos el funcionamiento de las cooperati- 11 El reclamo de incondicionalidad es un hecho fácilmente constatable en las dependencias públicas, habiendo instituciones (como por ejemplo en el Instituto de la Vivienda) donde se les exige a todos los empleados presentarse los viernes vestidos con la camiseta roja que identifica a los partidarios del gobierno. La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 21 vas y el comportamiento del Estado frente a la CTV. Es necesario, por tanto, hacer una caracterización de las fuerzas sindicales que se han visto más favorecidas con el ejercicio de la política laboral. Hasta el momento en que el gobierno decidió llevar a cabo el referéndum sindical, contaba con una fuerza sindical respetable, pero después de esa decisión se quedó solamente con el apoyo de las FBT, brazo sindical del movimiento político del Presidente. Entre Chávez y éstas se estableció una relación muy estrecha y ellas tuvieron en los primeros tiempos un notorio papel. Todo parecía indicar que serían las que ocuparían el lugar que ocupó la CTV en los gobiernos anteriores, pero con la peculiaridad de tener una relación mucho más dependiente con el Presidente de la República que la que nunca antes tuvo la CTV en su época de gloria y las FBT respaldaron todas y cada una de las iniciativas gubernamentales. Sin embargo, tal como ya viéramos en el punto anterior, las FBT, forzados por las circunstancias, decidieron participar en las elecciones internas de la CTV con un candidato ajeno por muchos años al movimiento sindical y Chávez se comprometió a fondo con la campaña de éste. Pero los resultados electorales, reconocidos o no por el gobierno, hicieron patente para todos que el sindicalismo oficialista no tenía fuerza dentro de los trabajadores organizados. Desde ese momento, las FBT perdieron completamente el lugar privilegiado que habían tenido hasta ese momento y la posibilidad de construir un nuevo corporativismo, si llegó a estar dentro de los objetivos del Presidente, desapareció de la escena política. No obstante, como ya dijéramos, dado todos los acontecimientos ocurridos posteriormente a las elecciones, el sindicalismo cetevista ha venido mermándose progresivamente. Las irregularidades ocurridas en la elección del Comité Ejecutivo, pero sobre todo el involucramiento e incluso liderazgo de la CTV en las acciones opositoras al gobierno de Chávez parecieran haber sido elementos de mucho peso para producir la migración de dirigentes sindicales hacia las filas del oficialismo, pero no ya hacia la constitución de un sindicalismo incondicional sino hacia otro algo más independiente. Las declaraciones de trabajadores y dirigentes sindicales contra el paro del 2002, coincidían plenamente con los argumentos dados por el Ejecutivo. Particularmente los calificativos de “empresarios golpistas” y de “saboteadores petroleros” adquirieron una fuerza expresiva que borró toda otra consideración posible. No está de más anotar que el hecho de que Chávez hubiese sido también un golpista no tuvo para ellos ninguna significación12 ; tal vez no sólo porque en aquél momento 12 Es decir, al menos en el caso venezolano, el juicio sobre un golpe de Estado no parece derivar del hecho en sí mismo, sino del contenido simbólico con que logra imponerse. 22 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo dijo hacerlo en pro del pueblo, sino además porque en este caso quienes lo lideraron representaban a sus ojos al “patrón explotador”; así mismo, la idea de que ese paro atentó contra la principal riqueza de todos los venezolanos resultó mucho más poderosa que la noción abstracta de pérdida de la libertad, enarbolada por la oposición contra Chávez. La matriz de opinión que se creó en torno a las causas de los sucesos de abril y luego del paro petrolero dejaron atrás los temores frente al intervencionismo estatal (que llevaron, por ejemplo, al fracaso del referéndum sindical), demostrando la eficiencia simbólica de los argumentos empleados. Los sindicalistas que estuvieron en contra del largo paro nacional crearon a comienzos de 2003, con el apoyo del Estado, una nueva central sindical, UNT, la cual quedó bajo la coordinación de dirigentes provenientes de las fuerzas políticas tradicionales y de dirigentes independientes, algunos de ellos con largos años de lucha en el movimiento sindical. Esta central se declaró desde un inicio a favor del proceso que adelanta el Presidente Chávez, pero sus dirigentes siempre han insistido que no son el brazo sindical del gobierno (Caripa, 01/05/ 2004). Un rasgo que la ha caracterizado desde sus inicios es una permanente lucha entre las cinco tendencias que se desenvuelven en su seno, en cuyos extremos están, por un lado, los convencidos de que el sindicalismo debe apoyar el proceso revolucionario en forma incondicional y, por el otro, aquellos preocupados por crear un movimiento sindical realmente independiente y autónomo del Estado. A lo largo del conflicto polarizado que se dio en el país entre el 2002 y el 2005, la UNT se mantuvo del lado del gobierno, he hizo campaña a favor del Presidente de la República (al igual que lo hizo la CTV en su contra) con motivo del referéndum presidencial, llegando incluso a coparticipar directa o indirectamente, con la cacería de brujas que se desató contra las firmantes del referéndum. Consecuentemente, sus integrantes han sido los principales interlocutores del Ministerio del Trabajo y los que han sido favorecidos en casi todos los conflictos en los que se ha buscado dirimir cuál es el sindicato que tiene derecho a sentarse en las mesa para negociar una convención colectiva, fundamentalmente cuando el patrón es el Estado. Igualmente, han sido los principales protagonistas de las tomas de empresas (aspecto que tocaremos en el punto siguiente). Pero por más que UNT ha demostrado ser un aliado del gobierno, su relación con éste no es similar a la que tuvo las FBT en el pasado. Por una parte, porque si bien sus dirigentes son los principales interlocutores del Ministerio del Trabajo, no lo son del Presidente, quien es el que diseña la política laboral y no tienen, por tanto, ninguna ingerencia sobre ésta. La única iniciativa sobresaliente que han tenido en esta materia fue la propuesta de ley de cogestión (todavía sin aprobar), pero ella fue posterior a la promoción presidencial de este modelo de gestión. Por otra parte, porque en la práctica sindical de UNT es La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 23 posible identificar momentos de disidencia y en algunas declaraciones han criticado la conducta gubernamental13 . Como la lucha de las tendencias al interior de esta central es encarnizada y las diferencias relevantes, hay aspectos en los que no es posible hacer generalizaciones, pero algunos de sus más connotados dirigentes han llegado a protagonizar conflictos de importancia dentro del sector público o donde éste tiene participación. Pero además entre sus filas se han hecho fuertes críticas a la política de creación masiva de cooperativas y las han denunciado como mecanismo de precarización laboral. Es decir, hay conciencia en cuanto a que la generalización del modelo de las cooperativas supone acabar en el mediano plazo con el movimiento sindical. En el marco de lo que es el proyecto gubernamental, tal como lo dibujamos desde el inicio de este artículo, no es posible pensar en el fortalecimiento de ningún tipo de sindicalismo, al menos mientras éste represente fundamentalmente a los asalariados, tal como es el caso en nuestro país y en particular de UNT que tiene un marcado discurso clasista. Además, dentro de la cultura política que ha impuesto el gobierno actual, según la cual todos los proyectos, programas, resoluciones e iniciativas provienen del Presidente, quien marca la pauta semanalmente a través de su programa televisivo, es casi imposible que ningún grupo social que lo respalda pueda adquirir fuerza e identidad propia. No obstante, gracias a la política de impulsar la cogestión y al espacio que han obtenido dentro del sector público, los dirigentes de UNT son quienes más han copado en los últimos meses la escena pública sindical. 3. La promoción de la cogestión El tema de la cogestión surgió también a raíz de los problemas políticos del año 2002. Ante las amenazas de la CTV y Fedecámaras de realizar una huelga indefinida hasta tanto el gobierno no aceptase la convocatoria a un referéndum consultivo, el propio Chávez respondió con otra: “empresa cerrada, empresa tomada”, y después cogestionada entre el Estado y los trabajadores. En esa misma época se introdujo una reforma al reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo, según la cual cualquier empresa que pretendiese despedir a sus trabajadores alegando dificultades financieras tendría que justificarlo mediante un informe judicial que declarase el estado de atraso o la quiebra del negocio, y en caso de no lograrlo, pasaría a ser cogestionada. Si bien hubo alguna que otra empresa que fue tomada antes del paro nacional de diciembre 2002, la mayoría de los casos tuvo lugar más tarde, cuando un número importante de empresas se fue decla13 Dentro de la tradición de lo que ha sido la conducta de los partidarios del gobierno, las críticas son algo rarísimo y suelen anteceder la pérdida de la condición de tales (por voluntad propia o no). 24 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo rando en quiebra después de dos meses de paralización. El procedimiento que se ha seguido es que el sindicato realiza la toma de la empresa y después obtiene la declaratoria de interés público, para luego pasar a ser propiedad del Estado y de los trabajadores. Las tomas fueron promovidas por los dirigentes de UNT, quienes a finales de septiembre del 2003 crearon el “Comité de Trabajadores de Empresas Tomadas y en Conflicto”, con el objetivo de diseñar una política centralizada al respecto. De acuerdo a uno se sus principales dirigentes, las tomas respondían a la pretensión de las empresas que participaron en el paro de imponer una “nueva relación flexibilizada, no apegada a la Ley del Trabajo” (Lares Martiz, 01/10/2003). Para finales de 2003 había 10 empresas tomadas que estaban comenzando a ser cogestionadas, pero eran muchas más las que temían ser objeto de esa política, pues el presidente de la Cámara de Industriales del Estado Aragua, informó en septiembre de 2003 que más de 100 empresas de esa entidad estaban corriendo el riesgo de ser manejadas por sus trabajadores bajo el esquema de cogestión (El Universal 16/09/03) Dado el marco en el que se promovieron estas tomas, en empresas cuyos dueños formaban parte de la oposición y habían participado en el paro, es casi imposible deslindarlas de la finalidad política de destruir al adversario político. En tales casos, la cogestión no ha sido el resultado de un acuerdo previo sino de una imposición, a menudo promovida por sindicatos paralelos apoyados por la administración del trabajo. Pero el proyecto cogestionario como tal ha ido más allá de lo que pareciera haber sido su motivación política inicial y ha ido adquiriendo su propio vuelo. El caso en el que se ha llevado más lejos la cogestión ha sido el de la empresa estatal Alcasa, la cual comenzó en febrero 2005, inmediatamente después de ser nombrado como su presidente Carlos Lanz, figura ya mencionada. Esta es una empresa con tecnología obsoleta y que históricamente le ha dado grandes pérdidas al Estado venezolano. En este caso, la cogestión llevó a escoger al personal directivo a través de elecciones directas y secretas con el objetivo de propiciar “una mayor identificación y mayor compromiso” por parte de éste. Lo más polémico de dicha elección fueron los criterios establecidos para poder aspirar a algún cargo, para lo cual se debía tener el siguiente perfil: estar comprometido con el proceso de cambio, tener conocimiento teórico del proceso de cogestión, contar con dominio técnico del área a desempeñar, ser honesto, poseer enfoque de gerencia participativa y tener ascendencia moral y política sobre los trabajadores (El Universal 10/02/05 – 06/03/05) Tales criterios fueron muy criticados por el gran peso que tenían los rasgos de carácter político y la fidelidad a la revolución. Para el presidente de la empresa, tales criterios eran indispensables por la significación que le otorga al proceso cogestionario. La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 25 “Conozco teóricamente la cogestión como un intento de la socialdemocracia de reintegrar a los obreros a la administración de la empresa, para hacerlos corresponsables de la red de explotación de su propia condición de trabajadores. Estamos hablando de algo distinto, de tomar en cuenta el compromiso, el proceso integral. Ya no es un problema tecnocráticamente planteado, es un problema abiertamente político, en el buen sentido político. Alguien podría decir que es un problema ideologizante. Entendemos la cogestión como un cambio en las relaciones de producción, es distinto a aquellas cogestiones administrativas. Estamos en la onda de que los obreros asuman el poder de la fábrica” (León, 13/06/05) Una perspectiva similar de la cogestión, que vendría a ser la más radical, es la que tienen algunos dirigentes de UNT. Concretamente para Orlando Chirino, la cogestión no es sino una estrategia transitoria en el camino hacia el socialismo y en esta perspectiva, el fin último del proceso que tiene lugar es acabar con la contradicción entre el capital y el trabajo, lo que exige la desaparición de la propiedad privada mediante su expropiación y el establecimiento del control obrero absoluto. La cogestión, en la medida en que supone compartir el poder con los empresarios, vendría a ser una experiencia de carácter conflictivo y provisional cuya principal finalidad sería representar una fase de aprendizaje durante la cual los trabajadores podrán: aprender a gerenciar una empresa, tomar conciencia de la imposibilidad de entendimiento con los dueños del capital y descubrir su capacidad para dirigir la producción por su propia cuenta (Gómez et al, 2005) En opinión de Chirinos todo esto es posible en la medida en que los procesos de cogestión sean el resultado de una lucha de los propios trabajadores, lo que no es el caso de todas las empresas cogestionarías en la actualidad. Por ello critica fuertemente los casos en que lo que se ha hecho simplemente es colocar representantes de los trabajadores en la dirección de las empresas, quienes a la larga lo que hacen es corromperse y convalidar las políticas de sus dueños. Ello sería lo que ha ocurrido en PDVSA: “Eso explica de alguna forma por qué rápidamente el control obrero degeneró y terminó en la adaptación de los “representantes” puestos por el Presidente Chávez, a la fiesta de la corrupción que todos conocen que existe en PDVSA” (Gómez et al, 2005:49). Pero éste no es el único caso que ha recibido fuertes crítica por parte de partidarios del Presidente. En la primera empresa estatal donde se decretó, en Cadafe, desde un inicio ha habido una fuerte confrontación entre sindicato y gerencia. La crítica de la federación sindical es que la directiva de la empresa ha instaurado una cogestión de 26 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo cúpulas. No confía en los trabajadores pues limita la cogestión a que éstos se comprometan a trabajar más, menospreciándolos. Dicha federación reclama mayor poder de decisión por considerar que se lo merece al haber demostrado su fidelidad al presidente cuando se opuso al golpe de Estado (El Universal, 06/03/05), con lo que se consagra tal razón como de fuerza mayor. El presidente de Cadafe, por su parte, hace varios señalamientos que son interesantes para develar las diferentes concepciones en juego: en primer lugar, que la cogestión no es un acuerdo empresa- sindicato sino empresa-trabajadores y en segundo lugar, que esta es un empresa que no puede darse el lujo de parase cuando lo quieran los trabajadores y por ello considera que debe limitarse el poder de éstos: “Una cosa es la participación del trabajador y otra cosa es que el patrono ceda sus competencias y se las entregue a los trabajadores, pasándose de un proceso cogestionario a uno autogestionario” (El Universal, 05/03/05). El otro gran problema en discusión es el de la propiedad accionaria, sobre lo que no hay acuerdo. UNT introdujo un proyecto de ley sobre cogestión, pero aún no se ha aprobado. De acuerdo a éste, el ámbito de posible aplicación de la cogestión es sumamente amplio, lo que ha despertado muchos temores en el empresariado. Entre tanto, el Estado sigue promoviendo el establecimiento de la cogestión, ya no solamente mediante el apoyo a las acciones de fuerza de algunos sindicatos sino también ofreciendo apoyos financieros a empresas en malas condiciones que estén dispuestas a implantarla (El Universal, 01/11/2005). A modo de conclusión Hemos intentado hacer una presentación equilibrada y sucinta de las líneas más relevantes de la acción de la política laboral del gobierno de Hugo Chávez. No pretendemos dentro de las severas restricciones de espacio hacer un balance general, más aún cuando, por las razones que expusimos inicialmente, no contamos con datos ciertos sobre el mercado de trabajo, pero nos parece importante cerrar con algunas consideraciones de carácter cualitativo sobre la política laboral del gobierno más largo en la historia de la democracia venezolana. Inicialmente señalamos que no ha existido propiamente una política laboral dirigida a la promoción del trabajo asalariado. Ello habría supuesto una direccionalidad distinta de la política económica en el entendido de que el desenvolvimiento del mercado de trabajo depende estrechamente de ésta. El incremento del trabajo asalariado exige medidas conducentes a la reactivación y diversificación del aparato productivo, apuntaladas con una capacitación técnica de la mano de obra La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 27 en función de sus requerimientos a futuro. Lo que se ha puesto en práctica ha sido más que una política laboral una política social porque se han invertido cantidades ingentes de recursos, priorizando criterios de carácter social, por lo demás con una clara intencionalidad política. Esto se compadece con el hecho de que la mayoría de las cooperativas creadas tienen poco futuro al no estar respaldadas por proyectos económicos que les den viabilidad propia. Inclusive las pertenecientes a la Misión Vuelvan Caras, por la forma en que se ha implementado ésta, amén de las debilidades que presenta desde su propia conceptualización (como la pretensión de eliminar el interés de lucro), tienen pocas posibilidades de generar un nuevo tejido productivo sustentable en el largo plazo. Este esfuerzo gubernamental, focalizado en las poblaciones en condiciones de pobreza, pareciera más adecuado catalogarlo como un intento de tejer una red de apoyo social para los sectores excluidos con el fin de compensar la falta de empleos en el mercado de trabajo. Es por ello que, más allá del discurso que lo respalda, este intento termina asemejándose a los programas sociales compensatorios de carácter neoliberal. Con esto no se pretende negar que exista un proyecto a futuro que inspira parte de esas políticas, aunque aún muy vago y retórico, como es el llamado Modelo de Desarrollo Endógeno, dentro del cual la economía popular, compuesta básicamente por los microempresarios y las pequeñas cooperativas, sería su base de sustentación. Pero, aparte de la factibilidad de semejante proyecto, lo que se aprecia hasta los momentos es la conformación de una estructura motorizada directamente por el Estado, principal dinamizador de tales pequeñas unidades productivas, no habiendo signos de que se esté consolidando un sistema económico capaz de generar por sí mismo empleo estable, productivo y protegido. Como se pudo observar a lo largo de toda la presentación realizada, la variable política ha ocupado un lugar central en el desenvolvimiento y en los fines que han guiado a esta política socio-laboral. La fuerte oposición política confrontada a partir de 2002 llevó al gobierno a profundizar su arraigo social mediante la construcción de una nueva institucionalidad, al margen de la que existía previamente, cuyo rasgo más resaltante es su casi total dependencia del Estado y de sus recursos. Dentro de ella es muy difícil la consolidación y articulación de nuevas fuerzas sociales capaces de generar espacios de poder autónomos. Este es, a nuestro entender, el factor decisivo a tomar en consideración para realizar un balance de las políticas gubernamentales y no solamente de la política laboral. Llámese Modelo de Desarrollo Endógeno o Socialismo del Siglo XXI, en el proyecto societal que orienta las acciones gubernamentales no tiene cabida la existencia de actores independientes, capaces de negociar entre sí la prosecución de sus diversos intereses, ya sean clasistas, sociales o políticos. Consecuente- 28 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo mente con esta perspectiva, existe un único y verdadero liderazgo, personificado por Hugo Chávez, de quien emanan todas las iniciativas y cuya sola figura representa la cristalización de ese modelo a futuro; razón por la cual sus partidarios aceptan gustosamente su aspiración de mantenerse en el poder hasta el 2031. Visto en estos términos, el movimiento sindical es un actor poco apreciado y, si es un opositor político, con mayor razón. A menos que pierda su condición intrínseca, el sindicalismo representa una institución que sólo tiene cabida dentro del ejercicio pleno de la democracia, porque actúa en representación de los intereses particulares de una clase social. En cambio, el cooperativismo, tal como está siendo promovido, es una estrategia que se compadece con la orientación gubernamental en tanto significa la desintegración de todos los espacios de acción organizada en el campo laboral y con ello la pérdida de toda protección social como derecho adquirido. Las nuevas cooperativas actúan como interlocutoras e intermediarias con las bases, pero de manera dispersa y personalizada; están conformadas mayoritariamente por trabajadores con baja calificación, que vienen de procesos de exclusión social y cuya identificación con intereses colectivos resulta difícil de establecer. Las diversas áreas en las que se están constituyendo muestran realidades tan heterogéneas que difícilmente puedan construir un discurso común o propiciar articulaciones de carácter nacional o local, salvo las indispensables para preservar el flujo de recursos por parte del Estado. Los cooperativistas, así como los microempresarios, son eventuales competidores entre sí por la repartición de la renta y del capital privado. Por su parte, la cogestión tiene en si misma, al igual que las cooperativas, un destino poco prometedor desde el punto de vista económico, ya que se ha procedido a decretarla en empresas cuya mayoría cierra por falta de mercado o por un entorno desfavorable y no porque los empresarios sean intrínsecamente malévolos; para sobrevivir, tendrán que, una vez más, depender del soporte estatal. Pero además, la cogestión en marcha desdibuja la condición del sindicato al convertirlo, en caso de permanecer, en corresponsable de la gerencia de la empresa. Esta vía pudiera ser muy eficaz para terminar con los rasgos de autonomía que aún preserva el sindicalismo afecto al proceso. A través de las políticas puestas en práctica se está destruyendo una institucionalidad y un tejido productivo creado después de muchos años, lo que compromete severamente no sólo el futuro laboral del país. Se está desmontando el trabajo protegido, se están desarticulando las redes sociales autónomas, se está quebrando la voluntad de muchos a través de la riqueza fácil e incluso, los mismos proyectos puestos en práctica, en la medida en que son transitados con graves deficiencias y dependientes de la renta estatal, están deformando su propio sentido, como ha venido ocurriendo con el cooperativismo, cerce- La política laboral en la Venezuela de Hugo Chávez Frías 29 nando quizás hasta sus posibilidades de un desarrollo distinto en el futuro. En el modelo de sociedad en construcción no parece haber lugar para la contradicción entre capital y trabajo o, para ser más específicos, entre capital estatal y trabajo, pero no porque el trabajo se vaya a imponer sobre el capital. Será el Estado, visto no como entelequia, sino encarnado en hombres concretos que aspiran perpetuarse en el poder por su condición de iluminados, el que se erija a sí mismo como representante del bien común. En esta perspectiva, el Estado no puede ser concebido como patrono, como lo es para el sindicalismo del sector público, sino como el representante de los desposeídos, sin condición de clase y con quienes mantiene una relación unilateral y consensual. No obstante, es indispensable señalar también que a través de su política, más social entonces que propiamente laboral, el Estado venezolano ha logrado cooptar a una masa históricamente marginada y menospreciada por las élites anteriores, a la que le ha abierto nuevos espacios de actuación, haciéndola sentirse protagonista del cambio social. Sin la manipulación clientelar y el populismo que les caracteriza, muchos de esos programas sociales que existen hoy deberían ser puestos en práctica, con un horizonte temporal, bajo cualquier régimen que aspire facilitar la integración social en el tránsito a una sociedad con una distribución equitativa de las oportunidades de acceso a la riqueza. Desconocer esa realidad y sus consecuencias ha sido uno de los grandes errores de la mayoría del sindicalismo cetevista y de la oposición, al fin y al cabo corresponsable, en mayor o menor medida, de la exclusión social que facilitó la llegada de Chávez al poder. Visto en el mediano y largo plazo, con el llamado a la participación y al protagonismo del pueblo, elemento recurrente en su discurso, el gobierno corre el riesgo de que sus receptores lo lleven hasta sus últimas consecuencias y que se asuman como los actores autónomos que pueden ser, para pasar a transgredir los límites que les impiden cuestionar al poder estatal. Pero sólo podrá saberse lo que verdaderamente se construyó y se destruyó a lo largo de este proceso revolucionario cuando el volumen de recursos no sea suficiente para mantener indefinidamente esas políticas socio-laborales tan costosas. Será entonces cuando quizás pueda revelarse que el rey realmente estaba desnudo. 30 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Referencias bibliográficas Alvarado Chacin, Neritza (2004): “Gestión social, pobreza y exclusión en Venezuela a la luz de las misiones sociales. Balance y perspectivas (2003-2004)” en Revista venezolana de Análisis de Coyuntura, Vol. X, N° 2 (jul-dic). 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Rivas, Orangel (2000): “La economía del trabajo en la nueva república” http://www.ucv.ve/parroquia/X2.htm 32 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Resumen La política laboral del gobierno de Chávez se ha caracterizado por promover diversas formas de trabajo autónomo más que por la generación de empleo asalariado. En los primeros años se impulsaron varias medidas con la finalidad de incentivar la creación de empleos en el sector privado, todas ellas tuvieron muy poca receptividad por parte del empresariado. Desde entones, la política laboral se ha centrado en promover las cooperativas de trabajo asociado, destinadas a los sectores menos calificados de la clase trabajadora y, en tal sentido, ha sido sobre todo una política social dirigida a la población en condiciones de pobreza y en menor medida a los asalariados. Los intentos de desmantelar el sindicalismo no afecto al proyecto gubernamental, lo que sumado a la promoción de todas las formas de trabajo autónomo, muestra que el gobierno intenta resquebrajar la identidad de una clase trabajadora que pudiese contradecir el proyecto nacional que encarna la figura de Chávez, en el cual no se visualizan espacios para intereses particulares. Abstract The laboral policy of the Chavez gover nment has been more characterized by i) the promotion of diverse ways of autonomous work than by ii) the generation of salaried employment. In the first years several policies were implemented to encourage the creation of jobs i n t h e p r i v a t e s e c t o r. T h e s e policies had a cold reception by the business sector. Since then, labour policy has been focused in the promotion of associated work cooperatives, specially oriented to less qualified sectors of the working class. Therefore, policies have been more oriented to poor population than to salaried sectors. Attempts to dismantle unions, which did not affect the gover nment project, plus the diverse kinds of promotion of autonomous labor show that the government tries to deteriorate the identity of a working class that could contradict the official project embodied in Chavez, who allows no room for private interests. 33 Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005: el consenso improbable Hugo Barretto Ghione I. Introducción El presente artículo pretende reflexionar sobre las políticas y las prácticas laborales implementadas por el gobierno electo en octubre de 2004 y asumido en marzo de 2005, con especial referencia a la aprobación de una ley sobre libertad sindical que puede significar el quiebre (¿definitivo?) de una tradición de abstencionismo legislativo en materia de regulación de las relaciones colectivas de trabajo. La omisión del legislador de reglamentar los fenómenos emergentes de las relaciones colectivas de trabajo constituyó una marca peculiar del modelo uruguayo, que lo diferenció fuertemente del resto de los países de la región (puntillosamente reguladores de las relaciones de trabajo, y por ello casi siempre limitativos de la libertad sindical) asimilándolo mas bien al ejemplo italiano. A partir de una breve síntesis histórica, se señalarán las principales características de este modelo uruguayo, para luego seguir el itinerario de las primeras decisiones sobre política laboral adoptadas por el gobierno, las que se procura enmarcarlas teóricamente, para finalmente abordar las estrategias de los actores y los debates producidos acerca de los contenidos de la ley sobre libertad sindical. Por último, se realizan unas consideraciones que no presentan la nota de conclusiones, por lo provisional y contemporáneo del proceso que se trata de describir. Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 33-52 34 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo II. La construcción de un modelo de relaciones laborales peculiar En octubre de 2004 se produce un cambio político histórico en el Uruguay, en tanto se asiste al triunfo en las elecciones nacionales presidenciales y parlamentarias de una coalición de partidos y sectores de izquierda, en tanto en el pasado se habían alternado en el gobierno del Uruguay los partidos tradicionales Blanco y Colorado. El lento pero persistente ascenso de la izquierda que la llevó finalmente al gobierno se viabilizó mediante un proceso de unidad política de mas de treinta años, que fue precedido de un proceso de unidad sindical sellado a mediados del decenio de los sesenta. La coincidencia de procesos dista de ser casual, pero intentar siquiera una somera explicación demandaría desarrollos que es imposible plantear en este momento; no obstante, la vinculación del proceso de unidad de la izquierda política y del movimiento sindical sí resulta oportuna para destacar el paralelismo y las interferencias que históricamente han tenido esas categorías en el Uruguay. La evolución del sindicalismo puede ser vista en panorámica a partir del surgimiento de la “cuestión social” en el último cuarto del siglo XIX, fuertemente mediatizada por la débil implantación industrial, en una economía muy dependiente de la producción primaria. En ese contexto, el temprano aporte inmigrante europeo significó insuflar una “conciencia” y unos contenidos ideológicos contestatarios, de raigambre anarquista, que pronto entró en debate con las tendencias socialistas, socialcristianas, y sobre el fin de su incompleta hegemonía, con las orientaciones comunistas. Dando cuenta de la importancia del debate sobre los temas laborales a principio de siglo XX, el destacado intelectual José E. Rodó (Rodó, 1958: 232 – 233) dirá que “la reducción de los horarios excesivos, o conceptuados tales por los obreros, es una de las reivindicaciones que, en Montevideo, más han servido de acicate a las huelgas, y a menudo con éxito favorable. Los maleteros y bauleros, que hasta setiembre de 1905 trabajaban diez y seis horas, desde la huelga de esa fecha trabajan sólo nueve; los toneleros, que trabajaban trece horas hasta hace pocos años, obtuvieron por la huelga el horario de once; y apelando al mismo recurso, los constructores de varales lograron cambiar, en 1906, su horario de catorce y quince horas por el de diez, y los lustradores de muebles, en el mismo año, el de diez por el de nueve”. El reformismo social Batllista, prohijado dentro del tronco del tradicional partido Colorado (donde también encontró su límite o freno), ubicó al Uruguay junto a Costa Rica y Chile entre los países pioneros en América Latina en materia de legislación social, si bien en el marco de una persistente línea evolutiva pautada por los acuerdos y otros compromisos y dinámicas que Real de Azúa denominó eficazmente como “sociedad amortiguadora”. La aplicación de un modelo de modernización e industrialismo y luego de “sustitución de importaciones” hacia mediados de siglo XX, a diferencia de otros ejemplos de compo- Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 35 nente populista en el continente (caso del varguismo y peronismo), nunca tuvo una apoyatura, ni siquiera un reflejo, en el nivel sindical. Muy por el contrario, el sindicalismo se construyó al margen de los favores y condicionamientos del aparato estatal, dando lugar al fenómeno muy anotado por la historiografía acerca de las “lealtades divididas” del ciudadano, que optaba por apoyar una dirigencia sindical proveniente de sectores de la izquierda en el nivel laboral, pero votaban por los partidos tradicionales en el plano político. La situación se mantuvo en esos márgenes hasta fines de los años cincuenta, en que la crisis económica y el agotamiento del modelo comenzó a hacerse sentir y los sectores de la izquierda política y sindical comenzaron a converger hacia procesos de alianzas y unidad. El proceso se vio suspendido durante el período de dictadura cívico – militar (1973 – 1984). Esta sumarísima información trata de servir de marco para abordar un fenómeno peculiar del sistema de relaciones laborales en Uruguay: el abstencionismo legislativo en lo relativo a la regulación de los aspectos básicos del derecho colectivo, a saber, la organización sindical, la negociación colectiva y la huelga. En efecto, es tradicional en los estudios del derecho del trabajo referir al modelo uruguayo, caracterizado por un amplísimo margen librado a la autonomía colectiva, que solo encuentra límites en el marco de las garantías mínimas prescriptas por la vía heterónoma, fundamentalmente en el orden constitucional y legal. Junto al ordenamiento jurídico de origen estatal, se conforma un ordenamiento autónomo, dando forma así a un ordenamiento intersindical (Mantero, 1995: 281) singular, en el cual las partes acuerdan y dirimen sus conflictos. Se trata, como se dijo, de un “pluralismo jurídico” bien diferenciado de los existentes en países vecinos y de “quizás de casi todos los del mundo, si exceptuamos el italiano”(RELASUR, 1995: 75). Al respecto, se han propuesto algunas explicaciones para dar cuenta de esta pregonada “arregulación” legal de los fenómenos colectivos que operan en el sistema. En concreto, se han vertido como razones que explican la falta de regulación legal de la negociación, la organización sindical y la huelga1 : a) el origen anarquista del movimiento sindical; b) la inexistencia durante mucho tiempo de un movimiento sindical fuerte vinculado o con afinidad a grupos políticos con posibilidad de llegar al gobierno; c) el dualismo entre la actitud político electoral y la actitud en materia gremial y sindical; y d) la existencia de normas constitucionales e internacionales que protegen la libertad sindical en términos suficientemente amplios y genéricos como para constituir un respaldo suficiente (Plá Rodríguez, 1999: 19). 1 La afirmación debe morigerarse si reparamos que existen algunas normas de origen legal que establecen, por ejemplo, quienes pueden celebrar un convenio colectivo o que la huelga debe estar precedida de un preaviso al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Estas escasísimas regulaciones de ningún modo componen una sistemática ni relativizan la afirmación de que estamos ante un modelo básicamente abstencionista. 36 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Si bien algunas de las “marcas” señaladas hace ya años que desaparecieron sin que se modificara la característica central del modelo (repárese en las referidas en a. b. y c), en el caso restante (d) cabe advertir que nunca existió una siquiera cercana concordancia entre la postura de casi toda la academia de concebir como plausible la aplicación automática de la protección sindical emanada del art. 1º del Convenio Internacional núm. 98 y la pertinaz negativa de los pronunciamientos judiciales en proceder a imponer el reintegro en su empleo del trabajador discriminado por motivos sindicales (Raso, Dono, Santestevan, 2004: 193). En concreto, ante un despido motivado en la actividad sindical del trabajador, los jueces adujeron históricamente que no existía una norma jurídica que permitiera obligar al empleador a proceder al reintegro del trabajador, y así, sólo sancionaban al empleador infractor con una indemnización por despido suplementaria por concepto de “despido abusivo”. Esta debilidad del sistema jurídico para garantir el goce y ejercicio de la libertad sindical comportó una de las mayores limitaciones del modelo, que aseguraba en el resto de los casos amplios márgenes de libertad sindical. La conducta de los jueces en la (falta de) lectura de todo el ordenamiento jurídico, y su apego a la norma individualizada, a la “ley” como voluntad de un ente, y en la que se pretende encontrar respuestas para todos los casos, merecerían otros desarrollos sobre las concepciones de fondo que pesan en la consideración de los cuadros judiciales y lo refractarios que resultan para amparar teorías mas modernas y garantistas para los derechos de las personas, que por otra parte tienen amplio cauce en otros países de la región. El método judicial de la búsqueda (infructuosa) de un texto de origen legal que admitiera la reinstalación, comportó una fetichización de la ley como expresión de la voluntad del legislador, constituyéndose en definitiva en un obstáculo para una interpretación basada en los derechos de la persona y en la justicia material, que tenían, por otra parte, también buenas razones desde el punto de vista jurídico - formal, si así se hubiera querido argumentar. Esa indeterminabilidad o falta de previsión concreta y “objetiva” del ordenamiento jurídico, que resulta mas aparente que real, dejó espacios a la lucha simbólica de los operadores jurídicos en pos de significados que reflejaran sus intereses e ideologías (Tarello, 2002), ocultos tras formulaciones teóricas pretendidamente científicas. Así por ejemplo, Gobierno nacional, adhiriendo a cierta doctrina, llegó a sostener en un informe a la Comisión de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones de la OIT que “en Uruguay se ha cumplido con las obligaciones emergentes del Convenio (refiere al núm. 98) y que el reintegro no se ha aplicado como sanción en caso de despidos antisindicales debido a la falta de base normativa para exigirlo” y añade que “la prohibición del despido no necesaria- Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 37 mente implica que el mismo sea nulo”(Informe, 2001). El juego argumentativo forzaba una interpretación interesada. Es claro que el derecho no es otra cosa que un conjunto de normas jurídicas que se obtienen a partir de los textos (enunciados normativos) y de interpretaciones prevalentes, y que de ese modo, el operador participa en el proceso de elaboración del derecho efectivamente aplicable. Las interpretaciones, a fuerza de repetidas, adquieren visos de permanencia y de “cientificidad”, mediante un mecanismo que Perelman ha llamado “principio de inercia”. Pero si bien el texto (enunciado) y la norma que emerge de la lectura interpretativa son distintos ontológicamente, ello no se traduce en que los significados atribuidos al texto puedan ser arbitrarios (Streck, 2004: 121) ni antojadizos, a fuerza de desconocer el orden jurídico. Existe siempre una obligación del decisor judicial de fundar sus pronunciamientos en normas, y de presentar como legítima toda sentencia. Lo significativo del caso es que esa imposibilidad “jurídica” de imponer el reintegro del trabajador despedido por motivos sindicales terminó siendo uno de los principales contornos del sistema mismo de relaciones colectivas de trabajo. La interpretación judicial de las normas se erigió así en uno de los caracteres definitorios del “modelo” de relaciones colectivas de trabajo. El manejo simbólico de las normas incidió en la conformación de las estrategias y las luchas sindicales. En la disyuntiva extrema de optar por una reparación ante el hecho incontrastable de la acción antisindical del empleador, la jurisprudencia optó por no obligar al reintegro y se recluyó en bloque en el estrecho margen que le dejaba cierto vacío normativo, trasparentando su imposible neutralidad, y sin arriesgarse a buscar el sentido general (y alternativo) que le otorgaba el cuadro de derechos consagrados constitucionalmente, del cual la protección “especial” del trabajo (art. 53º) es su insignia. Pese a estas notas, la situación de desprotección se estiró hasta la sanción de la reciente ley Nº 17.940, que establece la declaración de nulidad del acto antisindical y el restablecimiento de la situación alterada, prescribiendo el reintegro del trabajador afectado por el acto antisindical. También a similitud del caso italiano, la inactividad legislativa comportó en el caso uruguayo una condición objetiva para la creación doctrinaria. Esto a tal punto que puede decirse que la “escuela uruguaya de derecho laboral” fue sostén de la resistencia a los esporádicos empeños limitacionistas y reglamentaristas del derecho colectivo que procuraron imponerse a principios del decenio de los noventa, y además ocupó la labora de “completar” las escasas normas existentes mediante elaboraciones teóricas (como en el caso de atribuir un contenido a la conceptuación de la huelga). El reconocimiento a esa labor cuasi legislativa de completar el ordenamiento mediante elaboraciones 38 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo teóricas, nunca alcanzó la fuerza como para crear la figura de la obligación de reinstalar al trabajador despedido por motivos sindicales; pudo mas la fetichización de la ley y la sombra del poder directivo y el derecho de propiedad del empleador. III. La instauración de una racionalidad “comunicativa”2 Antes de encarar el estudio de la política laboral y de las acciones tomadas en orden a producir la transformación de la situación que viene de glosarse, conviene atender al marco teórico que pueda dar alguna apoyatura para la interpretación del proceso. Como ya tuvo oportunidad de decirse, el cambio mas significativo de los operados en las relaciones laborales en el período que se inicia en marzo de 2005, es la multiplicidad de ámbitos abiertos de participación y consulta de los actores sociales en los temas laborales. La voz “diálogo social” ha estado presente fundamentando esta modalidad de política laboral, si bien ha de reconocerse que no hubo una práctica de convocar a un ámbito suficientemente amplio como para acordar los grandes temas de la producción y las relaciones laborales. Muy por el contrario, mas que generar un ámbito jerarquizado de debate sobre estos aspectos centrales, la estrategia del gobierno fue abrir espacios específicos para debatir una panoplia de temas que interesaban a las partes, fundamentalmente a la organización sindical; los empleadores, que también plantearon sus iniciativas, al parecer se recostaron a esos ámbitos como estrategia para ralentizar los cambios, según se verá mas adelante. El diálogo social así implementado revela su naturaleza bien procedimental, de fijación de reglas y agendas de debate, a diferencia de las experiencias y los términos hasta hace quince años empleados, como el de “concertación social”. Piénsese por ejemplo en las inocultables diferencias entre la política de diálogo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (en adelante, MTSS) y lo que fue la actividad en la CONAPRO a la salida de la dictadura. No obstante esta debilidad respecto de contenidos anteriores, que puede advertirse en las relaciones de trabajo comparadas, lo cierto es que “diálogo social” ha hecho su camino, y la propia OIT lo incluye como componente de primer orden del concepto de trabajo decente, y recientemente como parte del programa para “superar la pobreza mediante el trabajo” ( Memoria, 2004). 2 Los desarrollos del presente capítulo se basan en el artículo del autor: “¿Interlocutores y Diálogo Social o Sindicatos y Negociación? Una pregunta y otras cuestiones sobre ética, derecho, y mundo del trabajo”, publicado en el volumen en memoria de Ricardo Mantero Alvarez, FCU, 2004 Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 39 Ermida Uriarte (2003, 61) advierte que en el lenguaje común, en el político y en diversos documentos internacionales se supone su contenido pero no se lo define: en definitiva, el diálogo social puede traducirse en un simple “intercambio de impresiones”. Ciertamente, la ausencia de una noción precisa de diálogo social permite incluir en el mismo a “todas las formas de relación entre actores, distintas al conflicto abierto” parece concluir el autor. Así, diálogo social aparece como una expresión mas débil en comparación con las anteriores, en tanto no prejuzga sobre su resultado, sino que antes bien se presenta como un procedimiento para encarar la comunicación entre los actores sociales. A nuestro juicio, ese es el marco teórico que explica mejor las iniciativas y las omisiones del MTSS del período, con algunas limitaciones que se verán de inmediato3 . El diálogo social promovido por el MTSS, muy acorde con estas resonancias, revela un origen mas procedimental que sustantivo, de atención mayor a las formas que a los contenidos, que por otra parte nunca quedaron bien delimitados, o se superpusieron o postergaron de acuerdo a la coyuntura y las urgencias. Una tan marcada nota procedimental en la política laboral objeto de estos comentarios parece vincularse con corrientes de la teoría social como la ética del discurso, la búsqueda de los consensos, la democracia deliberativa y la ética comunicativa. III.1 La participación de los interesados en la construcción de los consensos Este diálogo social y este conjunto de procedimientos y convocatorias a ámbitos tripartitos emprendido por el MTSS, entendidos como expresiones de la ética comunicativa, tratan de generar acuerdos que contemplen la diversidad de intereses en forma participativa. Dice Habermas debe descartarse que, para la formulación de soluciones a la acción colectiva de la sociedad, el experto deba situarse en una posición ficticia, que excluya las posiciones de poder e ignore cada una de las posiciones que habrá de tener en el orden social futuro (aquí aparece su crítica a Rawls), sino que “en lugar de proponer a todos los demás una máxima como válida y que quiero que opere como una ley general, tengo que presentarles mi teoría al objeto de que que- 3 Esta especie de “pensamiento débil” que está en el trasfondo de la expresión, se denota también en la designación de los partícipes, denominados ahora como interlocutores, en desmedro de los aspectos sustantivos o materiales, si se tiene en cuenta que los términos tradicionalmente empleados en el ámbito de las relaciones laborales eran “organizaciones de trabajadores” o de “empleadores”, o directamente “sindicatos” y “empresarios”. 40 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo pa hacer la comprobación discursiva de su aspiración de universalidad (...) El peso se traslada desde aquello que cada uno puede querer sin contradicción alguna como ley general, a lo que todos de común acuerdo quieren reconocer como norma universal” (Habermas, 1998: 88)” Esta ética argumentativa constituye también una forma de legitimar los resultados del discurso, en tanto las normas sólo son válidas si consiguen la aprobación de todos los destinatarios, ya que “se excluyen como inválidas aquellas normas que no consiguen la aprobación cualificada de todos los posibles destinatarios” (Habermas, 1998: 83) Así, “una norma únicamente puede aspirar a tener validez cuando todas las personas a las que afecta consiguen ponerse de acuerdo en tanto participantes de un discurso práctico - en que dicha norma es válida”(Habermas, 1998: 86) Se trata de una ética de los procedimientos mas que de los contenidos: “por tanto, una teoría que se extiende a ámbitos de contenido – como la teoría de la justicia de Rawls – debe entenderse como una aportación al discurso que se da entre ciudadanos” (Habermas, 1998: 118), o sea, “la aportación de un participante en la argumentación a la construcción de la voluntad discursiva sobre las instituciones fundamentales del capitalismo tardío” (Habermas, 1998: 87). La participación del conjunto de los afectados (piénsese en el ámbito de las relaciones laborales y en el caso de la negociación instaurada sobre la ley de libertad sindical objeto de estos desarrollos) posibilita superar las limitaciones de la perspectiva monológica (unilateral), en la que la universalización de los preceptos queda librada al ejercicio portador de esa racionalidad. Ahora no se trata solamente de un “experimento mental” por el que se unilateralmente se consideran y resuelven los intereses afectados por la norma, sino de escuchar a los interesados (Andreoli, 1993: 45), gracias al cumplimiento de lo que Habermas llama postulado de universalidad: “regulación de una materia con igual consideración de los intereses de todos los participantes” (Habermas, 1998: 86). El postulado se fundamenta según las reglas de la argumentación, por lo cual, en definitiva, la ética del discurso puede formularse diciendo que únicamente pueden aspirar a validez aquellas normas que consiguen la aprobación de todos los participantes. Pero tratándose de una ética de los procedimientos, y en su condición de regla de argumentación, no prejuzga ninguna relación de contenido: todos los contenidos han de hacerse posibles de discursos reales, y como tales, forman parte de la intersubjetividad. Los sujetos, libres de coacción, argumentarán en procura de obtener un consenso y por consiguiente, formular una regla que sea aceptada por todos (condición de legitimidad). Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 41 Ahora bien: en el caso en estudio, corresponde interrogarse si la libertad de los sujetos (la libertad sindical), es posible someterla al procedimiento de los acuerdos y los consensos o es por el contrario un presupuesto de esa participación. Palabras mas, palabras menos, con mayor o menor pertinencia teórica, el argumento estuvo presente en muchos de los debates ante la opinión pública. III.2 Etica del discurso y creación del derecho Resulta coherente con esta postulación que la cuestión de la validez de las normas e instituciones jurídicas también pueda verse a través de la teoría de la acción comunicativa. En esta perspectiva, la validez se resuelve en una tensión entre la facticidad (validez social) y legitimidad (validez racional). Las normas jurídicas tienen una dimensión fáctica representada por los elementos de cumplimiento habitual y coacción que la respalda. Pero la finalidad de integración social que el derecho tiene en sociedades complejas “solo puede cumplirse efectivamente si las normas poseen un elemento de legitimidad que rebasa su pura imposición coactiva y posibilita la mínima aceptación necesaria para su seguimiento. Esta legitimidad de las normas depende del modo en que esas normas sean creadas. Son legítimas cuando sus destinatarios pueden al mismo tiempo sentirse, en su conjunto, como autores racionales de esas normas, es decir, cuando el procedimiento de creación de las normas reproduce el procedimiento argumentativo y consensual de la razón comunicativa; o dicho de otro modo, cuando se sigue el procedimiento democrático sin distorsiones (García Amado, 1993: 235) Aceptando que parte sustantiva de las regulaciones laborales provienen de la voluntad y los acuerdos directos de las partes (repárese, por ejemplo, en los convenios colectivos), la asunción de este aserto de Habermas parece muy adecuado a la lógica de los actores sociales: las normas que directamente acuerdan son de mas fácil cumplimiento y contralor porque quedan a merced de las partes que las pactaron. Sobre cuales pueden ser esas “distorsiones” en la elaboración de los consensos, es uno de los frentes en que se asientan las críticas centrales a esta construcción de las éticas procedimentales, y la falta justamente de parámetros de libertad sindical bien puede comportar una de esas distorsiones o aporías. III. 3 ¿ Es posible negociar los presupuestos básicos del diálogo social? En la ética comunicativa los sujetos de diálogo , por medio del lenguaje, desempeñan la coordinación de la acción social (Rebellato, 42 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 2000: 99), pero por definición los participantes no pueden soslayar el presupuesto de que la estructura de su comunicación excluye necesariamente toda coacción que influya sobre el proceso de comprensión. Las reglas básicas del proceso comunicativo y deliberativo serían: a) la inclusión de todos los sujetos con capacidad para participar en condiciones de simetría; b) la igualdad de oportunidades para expresarse y garantías suficientes para contribuir y poner de manifiesto los argumentos propios; c) el acceso y derecho a la participación sin ningún tipo de coacción. El dato es fundamental para comprender la teoría de la acción comunicativa: para Habermas, las reglas básicas señaladas no comportan simples convenciones, sino que constituyen presupuestos inexcusables de la participación (Habermas, 1998: 112 –113). III.4 Crítica del enfoque comunicativo en clave laboral Ciertos críticos del enfoque comunicativo dan a estas interrogantes un alcance mas general, y cuestionan la pertinencia del mismo como para resultar idóneo para abarcar materias como las relaciones laborales. Así, se ha sostenido que la ética comunicativa se revela insuficiente y prescindente de ciertos fenómenos inmanentes a las relaciones de trabajo como para tener un alcance explicativo del diálogo social o de la formulación de acuerdos entre los actores de esas relaciones. En concreto, debemos referirnos a tres órdenes de factores que patentizan las críticas que pueden hacerse a estos enfoques: III. 4.1 La falta de contenidos materiales de justicia social Se ha dicho que la racionalidad procedimental conduce a un discurso de carácter abstracto y procedimental, insuficiente en relación al ejercicio concreto de la justicia social, para lo cual debería contener criterios indispensables para definir una justicia en sentido material (Rebellato, 2000: 123) Por otra parte, el enfoque comunicativo desvaloriza la dimensión económica, resaltando la importancia de la democracia formal por encima de la exclusión: una democracia inspirada en la teoría de la acción comunicativa y en la utopía del consenso dejan fuera del discurso a los excluidos y propende a la elaboración de consensos donde éstos no tienen potencial incidencia (Rebellato, 2000: 141). Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 43 III. 4.2 La asimetría de los participantes La ilusión de prescindir de la coacción encubre – en la esfera de las relaciones laborales - la naturaleza de hiposuficiente que tiene el sujeto trabajador, elemento no totalmente neutralizado por la acción colectiva sindical. Esta opacidad de la asimetría de los participantes en el diálogo que presenta la teoría comunicativa, es resultado del ocultamiento general que hace del diferendo, del antagonismo. El ocultamiento del conflicto social y la ficción de la igualdad de los sujetos hace que la diferencia no sea reconocida, por lo cual el diálogo se hace en el idioma de una de las partes, mientras que la posición de subordinación social que sufre la otra parte no se significa ni aparece en el lenguaje. El antagonismo – cuando no la injusticia que está en el trasfondo de las relaciones laborales no es reconocida en el lenguaje del consenso, mas preocupado en establecer esos acuerdos y en fijar las reglas para los puntos de partida incondicionados (Scavino, 1999: 112) y sin atisbo de hegemonía alguna. La ausencia de esta perspectiva parece definitiva como para mostrar la incapacidad de la ética comunicativa para fundar el diálogo social en materia socio-laboral. En el ámbito de las relaciones laborales el diferendo entre las partes es tan consustancial, que la existencia misma de uno de los sujetos del diálogo social, se debe a la existencia de un determinado sistema que le obliga a vender su fuerza de trabajo. De ese modo, la existencia misma del sujeto “trabajador dependiente” es una forma de manifestación de la disparidad, cuando no de la injusticia y la contradicción subyacente a esas relaciones. III.4.3 Consensualismo y conflicto Atendiendo a estas vicisitudes, el consensualismo “a secas” puede transformarse en la negación de la conflictividad social (Rebellato, 2000: 141). Pero el pluralismo de los valores y la cuestión del poder no pueden erradicarse de la realidad social; el antagonismo de intereses y valores es consustancial a la democracia moderna y el conflicto en el mundo del trabajo no puede resolverse racionalmente al estilo de la ética discursiva sino solo alcanzar acuerdos transitorios y precarios (Barbagelata, 1995: 17) Por esta razón, dice Mouffe (2003: 117), “el ideal de una democracia pluralista no puede consistir en alcanzar un consenso racional en la esfera pública. Ese consenso no puede existir. Tenemos que aceptar que todo consenso existe como resultado temporal de una hegemonía provisional, como una estabilización del poder, y que siempre implica alguna forma de exclusión”. La dimensión de antagonismo es inherente a las relaciones humanas, y en las relaciones de trabajo se manifiesta de diversas formas, mas o menos visibles, pero siempre presen- 44 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo tes; ello no significa que los adversarios no puedan superar su desacuerdo, pero tal eventualidad no prueba de ningún modo que se haya superado la diferencia (Mouffe, 2003: 115). Los críticos mas radicales de las tesis habermasianas de construcción de consensos a través de mecanismos meramente procedimentales expresan, en definitiva, que “como la participación de los dominados y excluidos en la elaboración de un consenso supone introducir una dimensión que no es simétrica, su reconocimiento requiere la desestructuración del orden de la dominación. No hay consenso con dominación. La elaboración de consensos puede ser valida como estrategia transitoria, fruto de determinadas circunstancia históricas, pero no puede ser planteada como un ideal por encima del conflicto histórico – estructural” (Rebellato, 2000: 141). Con estos aportes y reparos, es posible ahora reflexionar con mayor pertinencia sobre el alcance de la política laboral de los primeros meses del 2005, sobre esta especie de dialogo social “diversificado” y procedimental, sobre el proceso de discusión de la ley de libertad sindical y sobre las razones que impidieron obtener un consenso entre los actores. IV. Datos para seguir un itinerario de la política laboral Como ya quedó dicho, el gobierno asumido el 1º de marzo de 2005 abrió desacostumbrados espacios de discusión de los temas laborales, dando cauce así a expectativas contenidas y acumuladas durante los años noventa en que primó la tesis del retiro del Estado de la negociación salarial, con la consiguiente caída de los niveles de adhesión sindical y de agudizacón de algunos problemas del mercado de trabajo, como la desocupación sobre el final de los años noventa, y la informalidad y precariedad durante todo el período. Entre ese elenco de medidas que dinamizaron las relaciones laborales deben citarse: a) la convocatoria a los Consejos de Salarios, órganos tripartitos de fijación de salarios mínimos por categoría laboral y por sector de actividad, creados en noviembre de 1943 y que, como consecuencia ya dicha del retiro del Estado de la intervención en material salarial, habían dejado de emplearse, lo cual se había traducido en un fuerte decaecimiento de la actividad sindical. Nótese que en los períodos de plena vigencia de los Consejos de Salarios (1943 a 1968 y 1985 a 1991) fueron aquellos en que se registró un mayor crecimiento del salario y una mayor participación y adhesión sindical; b) la creación del Consejo Superior de Salarios, como órgano de representación de las cúpulas empresariales y sindical, con una agenda temática amplia que trata de obtener consensos en determinados temas de la reforma laboral de gran amplitud; Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 45 c) la convocatoria de un Consejo Tripartito para el Sector Rural, que nunca antes había conocido un ámbito de discusión de los temas laborales de un sector básico de la economía del país; d) convocatoria a negociar colectivamente al sector público, que en el pasado también estaba al margen de todo diálogo, en virtud que los gobiernos anteriores habían mantenido una posición muy rígida de negar la negociación en estas materias en la Administración Central; e) la creación de una Comisión Tripartita en el ámbito de la Inspección del Trabajo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social; f) la convocatoria al “Compromiso Nacional”, hecha por el propio Presidente de la Republica, mediante el cual el gobierno informaba acerca de las políticas que pensaba implementar en diversas materias, entre ellas, el empleo y la legislación laboral; g) a todo este inventario debe agregarse la derogación del decreto 512/66 que permitía la desocupación de los lugares de trabajo mediante el uso de la fuerza pública. Del conjunto de iniciativas, y atendiendo a la fecha de cierre de esta comunicación (mediados de marzo de 2006) puede (provisoriamente) concluirse: a) que los diversos ámbitos tuvieron también muy diverso comportamiento: los 20 grupos de actividad en que trabajaron los Consejos de Salarios obtuvieron acuerdo en su enorme mayoría, y la práctica negociadora se vio dinamizada y robustecida por esta experiencia; en el sector rural los resultados fueron nulos en cuanto a la posibilidad de acordar márgenes de actividad sindical y de limitar la jornada de aquellos trabajadores que aún mantienen sin regular ese aspecto, y el Consejo Superior Tripartito tuvo diversos avatares pero escasos acuerdos, según se verá mas adelante; b) el período considerado también comportó el de menor conflictividad en los últimos diez años, aunque paradojalmente también fue el de mayor cantidad de ocupaciones de los lugares de trabajo como modalidad de lucha gremial4 ; c) los cambios operados se hicieron bajo el signo de la provisoriedad, en tanto en ningún caso se modificó la normativa de fondo, sino que el instrumento por antonomasia empleado fue el de4 Esta circunstancia motivó en los primeros meses de 2006 un muy fuerte debate a nivel de la opinión pública sobre la necesidad de regular (o prohibir, en la consideración de ciertas representaciones patronales) las ocupaciones de los lugares de trabajo y más particularmente, la huelga. A mediados de marzo de 2006 el gobierno terminaba de delinear un proyecto de ley de regulación de mecanismos de prevención de conflictos colectivos y de desocupación de los lugares de trabajo, en medio de paradigmáticos casos de procesamiento de trabajadores que habían echado a andar la producción de una empresa gráfica durante la ocupación, de actos de violencia de un empleador para forzar el reingreso a una planta ocupada por sindicalistas, y de una opinión pública que parecía dispuesta a aceptar algún margen de regulación legal (y consecuente limitación de estos aspectos). 46 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo creto del Poder Ejecutivo, instrumento fácilmente revertible en el futuro; paradojalmente, el único cambio normativo de significación no fue la sanción de una ley, sino la derogación de un decreto, como el caso ya mencionado del que permitía la desocupación por la fuerza pública; d) derivado de lo anterior, se puede concluir que no existió un orden general ni preordenado para dar origen a un modelo distinto de relaciones colectivas, sino que al parecer mas bien se operó en base a dar solución a los aspectos puntuales que se iban planteando. Tampoco quedó claro, en muchos casos, cual era la concepción del MTSS sobre algunos de los puntos objeto de debate. V. ¿ El tránsito hacia un cambio del modelo de relaciones laborales? En este esquema apoyado en la voluntad política mas que en un proyecto de largo plazo, irrumpe a mediados del año 2005 un proyecto de ley de protección a la actividad sindical, que tiene un rápido proceso parlamentario en la Cámara de Diputados, y que determina que se vote con la mayoría conformada por los representantes del oficialismo. El fuerte reclamo empresarial surgido a raíz de esta inusitada movida parlamentaria, se fundó en aspectos sustantivos y procesales. En lo sustantivo, los empresarios no compartían el alcance del proyecto, que amparaba a una universalidad de trabajadores que podían verse perjudicados por su actividad sindical; en este punto, estaban dispuestos sólo a aceptar algún grado de “fuero sindical”, o sea, acordar cierta protección a aquellos trabajadores que tuvieran el rango de dirigentes sindicales. En un documento de fecha 15 de setiembre de 20055 los empresarios abundan sobre las soluciones que técnicamente consideran mejor para el proyecto, vinculados a aspectos tales como la posibilidad de operar el reintegro del trabajador despedido por discriminación antisindical, sobre las cargas de la prueba en juicio, sobre las eventuales sanciones a las empresas incumplidoras, etc. Pero a efectos de nuestro tema dicen algo mucho mas importante. Así en el cap. I “Marco de la propuesta” puede leerse que “siendo nuestro propósito alcanzar un acuerdo negociado sobre estas materias, una vez concretado, manifestamos nuestra disposición a examinar conjuntamente los demás temas que integran un sistema de relaciones colectivas de trabajo”. Y agregan: “por este mismo motivo estos aportes deberán ser considerados como una aproximación en la búsqueda del acuerdo que sólo podrá alcanzarse en caso de un consenso integral”. 5 Las principales cámaras suscriben este documento que lleva por título “Aportes para un documento consensuado”. Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 47 El documento es en esta parte totalmente diáfano en cuanto a la estrategia de los empleadores: en tanto se postula una visión sistémica de las relaciones laborales, se considera que la afectación de una de las partes de ese sistema (en el caso, la sanción de un mecanismo de protección de la actividad sindical) no debe soslayar las modificaciones a introducir en otras de las partes del sistema, a fin de guardar los necesarios equilibrios. Por tanto, y sin decirlo expresamente, los empresarios manifiestan que no obstante se llegara a un acuerdo sobre la regulación de la protección de la libertad sindical, el acuerdo no podrá estar completo hasta que no se obtengan asimismo acuerdos en otras materias como la regulación de la huelga y la negociación colectiva, aspectos en los cuales ciertamente los empleadores consuetudinariamente han expresado su interés de “colmar el vacío” legislativo existente. En el aspecto procesal los empresarios señalaron que por un lado habían sido convocados a diversos ámbitos de negociación y tripartismo, y que por otro, inopinadamente, el mismo gobierno les birlaba la posibilidad de debatir sobre uno de los temas fundamentales (el de la libertad sindical), dado que, en lugar de llevarlo al Consejo Superior Tripartismo, le daba un rápido trámite parlamentario. El argumento y la crítica no dejaba de tener cierta lógica en la racionalidad “comunicativa” que había inaugurado el Gobierno en sus políticas laborales a partir de marzo de 2005. O existía cierto quiebre en el diálogo social (por la actitud del gobierno de no “colocar” en el ámbito tripartito el tema de la libertad sindical), o los actores – en particular, los empresarios – aceptaban la tesis no dicha de que alguno de los temas sustanciales escaparan al tripartismo y se sustanciaran con otra lógica, la de política parlamentaria, al margen de la participación de los actores. La conducta asumida por los empresarios siguió el primero de los derroteros: la denuncia de la falta de coherencia del criterio seguido por el MTSS y la amenaza (velada en principio, y luego explicitada), de retirarse del resto de los escenarios edificados por el Gobierno. La respuesta del lado del MTSS consistió en peticionar (¿ceder?) la suspensión del trámite parlamentario del proyecto de ley de libertad sindical y su remisión a un ámbito “cuatripartito” (a los tradicionales actores sociales se agregaron algunos legisladores) en el cual debía discutirse en profundidad y consultar el punto de vista de los actores sociales para hacer un último esfuerzo en la obtención de los consensos. La búsqueda de los acuerdos sobre un proyecto de libertad sindical como medio de salvar del riesgo de naufragio al resto del proyecto de diálogo social, seguramente hizo que no fuera clara (o no existiera) la solución de fondo que el MTSS postulaba, a tal punto que preguntado especialmente un jerarca del MTSS sobre sus ideas al respecto, manifestó que “dependerá de lo que se negocie”. 48 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo La suspensión del trámite parlamentario por dos meses significó un éxito módico de los empresarios pero aleccionador hacia el futuro desarrollo de las relaciones laborales; dicho de otro modo, la composición parlamentaria que podía asegurar un proceso rápido de aprobación del proyecto (o de cualquier otro) determinaba que el tripartismo fuera la última trinchera de los empresarios para mantener cierto control sobre los procedimientos y los contenidos de la política laboral del Gobierno. Desde el punto de vista de la organización sindical, la negociación en el ámbito generado por el MTSS enfrentó un inesperado e inédito “handicap”: la discusión debería hacerse acerca de un tema sustantivo y muy demandado en el pasado, que tenía además en el horizonte a la vista un proyecto de ley con sanción en la Cámara de Diputados y que resultaba sumamente protector de los intereses sindicales. Paradojalmente, ese punto de partida restringió el margen de intercambio con la contraparte: cualquier negociación podía verse como un renunciamiento al terreno ya obtenido en el nivel parlamentario. Con todo, hubieron sectores del movimiento sindical proclives a algún tipo de acuerdo aún con estas limitantes. La expiración del plazo fijado por el MTSS para la obtención de los consensos en torno a un proyecto de ley sobre libertad sindical marcó el retorno del tema a la discusión parlamentaria, pero con una serie de modificaciones según pautó el propio MTSS de acuerdo a una tesis que en su momento rechazaron los trabajadores y empresarios: que se habían alcanzado ciertos acuerdos sobre aspectos parciales del proyecto. VI. Consideraciones Finales: desdramatizar los límites del consenso La preocupación del MTSS por tejer acuerdos entre los actores sociales sobre temas que se encuentran en el centro mismo de la controversia capital/trabajo se tradujo en un esfuerzo quizá tardío y seguramente algo desmedido, que supuso y puso de relieve otras dos vertientes de análisis: Por un lado, la importancia de lo procedimental, lo coyuntural, y las estrategias jugadas por los actores con una mirada muy atenta por ganar la opinión pública y a la vez, el marcar el escenario para el inmediato futuro. Estas consideraciones desplazaron o por lo menos se solaparon con el debate sustantivo sobre los contenidos del eventual proyecto. Por otra parte, dejó abierto el planteo de otras cuestiones, como por ejemplo si no estamos asistiendo al inicio de un cambio en el modelo “desregulado” de relaciones colectivas de trabajo, y finalmente, si la política laboral obedece a un plan predeterminado o a Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 49 determinantes del momento y al vaivén de las situaciones que genera el conflicto laboral. Desde el punto de vista de los actores, los empresarios pudieron a lo sumo ralentizar el trámite de inexorable aprobación de una ley sobre libertad sindical, mientras que los trabajadores quedaron atrapados entre un proyecto favorable a sus intereses del “Gobierno amigo” y las indispensables señales de salvaguardar la histórica autonomía de los poderes públicos. Sobre los desafíos del funcionamiento inmediato del sistema de relaciones laborales puede todavía señalarse: a) que la norma de protección de la actividad sindical deberá integrarse a un sistema que hasta ahora ha sido básicamente desregulado, y en consecuencia corresponde interrogarse sobre el encuadramiento y encastre de esta nueva pieza en el engranaje de las relaciones colectivas de trabajo; b) la observación del funcionamiento del sistema podrá demandar ciertos ajustes y aún verificar nuevas adaptaciones de los institutos del derecho colectivo del trabajo, en un proceso sobre cuyos contornos finales no parece haber claridad en los actores gubernamentales y laborales (a contrario de los empresarios, que parecen tener en claro que se trata de mantener la situación lo mas controlada posible a través del tripartismo); c) la obtención de un mecanismo jurídico de protección de la actividad sindical podrá operar como un sucedáneo de la conflictividad si los sindicatos recurren al reclamo judicial en lugar de emplear los mecanismos autónomos clásicos (huelga y otro tipo de acción gremial) para reclamar acerca de las violaciones a la actividad sindical. No obstante, debe considerarse también la posibilidad que, como ocurrió en Italia, la implementación de un sistema de protección heterónomo suponga que muchos sindicatos rechacen su utilización por entender que puede interpretarse como debilidad en su poder de resolver los conflictos a través de la acción gremial; d) el diálogo social no constituye un fin en si mismo (Quiñones, 2005: 28) y la falta de acuerdo en el proceso de negociación de la ley de libertad sindical connota una serie de cuestiones sobre las que es necesario seguir reflexionando: d.1 ) en primer lugar, debe soslayarse una visión optimista y “cándida” sobre el diálogo social como mecanismo para superar las controversias centrales en las sociedades pluralistas; d.2) esa circunstancia es todavía mas marcada en casos como el estudiado, en que el actor estatal pretendió encontrar consenso en un tema – como el de la libertad sindical – que constituye uno de los pre- 50 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo supuestos de la participación igualitaria y “sin restricciones”; d.3) esas consideraciones señalan, además, los límites de las teorías procedimentales o comunicativas, en tanto la obtención de los consensos no depende exclusivamente de aspectos formales y procesales; d.3) por último, en esa dispersión de intereses, el Gobierno debe arbitrar soluciones, encontrar espacios para la cooperación, y optar con mayor claridad por un (¿nuevo?) modelo de relaciones laborales. En el esfuerzo por ser objetivo y racional, es ilusorio – cuando no artificioso - pretender permanecer neutral. Bibliografía Andreoli, Miguel.( 1993) “Los límites de la ética del discurso en cuestiones de justicia”. Cuadernos del CLAEH, 2a serie, Montevideo, año 18, Nº 1-2 Barbagelata, Héctor – Hugo. (1995) El particularismo del derecho del trabajo. Montevideo. FCU Barretto Ghione, Hugo “¿Interlocutores y Diálogo Social o Sindicatos y Negociación? Una pregunta y otras cuestiones sobre ética, derecho, y mundo del trabajo” (2004), en el volumen en memoria de Ricardo Mantero Alvarez, FCU. Ermida Uriarte, Oscar. “Diálogo social: teoría y práctica”. (2003) Revista Derecho Laboral T. XLIV Nº 209 Garcia Amado, Juan Antonio. (1993) “La filosofía del derecho de Jürgen Habermas”. Doxa – 13 Habermas, Jürgen. (1998) Conciencia moral y acción comunicativa. Barcelona. Península. Informe de la 72º reunión del Comité de Expertos de la OIT (2001). Informe de Relasur (1995) Las relaciones laborales en el Uruguay. Madrid. OIT Mantero, Ricardo. (1995) “El ordenamiento intersindical y las fuentes del derecho del trabajo”. En el vol. Treinta y seis estudios sobre las fuentes del derecho del trabajo. Montevideo. FCU Memoria del Director General a la 91º reunión de la Conferencia internacional del Trabajo Cambio político y relaciones laborales en el Uruguay 2005... 51 Mouffe, Chantal. (2003). La paradoja democrática. Barcelona. Gedisa. Pla Rodríguez, Américo. (1999) Curso de derecho laboral. Montevideo, Idea T. IV, vol. I. Quiñónez, Mariela (2005) “Las nuevas dimensiones del diálogo social”. Boletín Cinterfor. Nº 156. Montevideo Raso Delgue, Juan y otros. (2004) “La libertad sindical: una puesta al dia en el derecho uruguayo (1995 – 2004)” en el vol. Veinte Estudios en Memoria de Ricardo Mantero Alvarez. Montevideo. FCU. Rebellato, José Luis. (2000) La encrucijada de la ética. Neoliberalismo, conflicto norte – sur, liberación. 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Desde el punto de vista teórico, puede interpretarse que la búsqueda de consensos entre los actores se funda en planteos como el de la ética comunicativa. La raigambre procedimental y los límites de la teoría se advierten cuando se aprecia el proceso de discusión y aprobación del proyecto de ley sobre protección a la actividad sindical, un tema que refiere a uno de los presupuestos de la participación de los actores. Se concluye que la falta de consenso en torno a los temas conflictivos de las relaciones laborales debe ser reconocido y que la administración laboral debe operar arbitrando el sistema. Abstract The new government, a coalition of leftist parties and sectors that took power in March 2005, constituted a significative change in the political life of the country, long ruled by the traditional parties Blanco and Colorado. In terms of labor policy, it was defining the partaking way in which action was implemented through the opening of multiple threeparty circuits with a large agenda on diverse topics. From the theoretical viewpoint, the players’ search for consensus rests on a communicative ethics perspective. Procedural and theoretical limits become evident during the discussion and approval of the union activities law. All in all, the lack of consensus about conflicting interests on labor relations must be identified and labor administration must arbitrate the system. 53 ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso argentino 2003-2006 Marta Novick 1 Introducción Luego de un período de más de dos décadas en el que parecía emerger un paradigma de crecimiento, basado en el correcto funcionamiento de los mercados, las limitaciones del mismo han dado lugar a un debate que aspira a la definición de un nuevo modelo indicativo que supere las restricciones de lo que fue el denominado Estado de bienestar y del de desregulación, apertura y ajuste estructural que le sucedió. Este debate, que se desarrolla en la siguiente sección y que engloba a un abanico de países y regiones -centrales y periféricas- con características estructurales disímiles y de inserción dispar en el contexto de un mundo globalizado, no presenta ninguna salida mágica ni recetas abarcativas. Implica la discusión de puntos que afectan los niveles macro, meso y micro de las economías, así como las particularidades sociales y culturales que permitirán un diseño ajustado a las necesidades de sociedades que no pueden tolerar los niveles crecientes de exclusión que se han evidenciado. En este documento se analizará la experiencia de la Argentina desde la recuperación de la crisis que estalló en el año 2001, la cual puso un 1 Socióloga, investigadora CONICET en el IDEI de la Universidad Nacional de General Sarmiento, actualmente Subsecretaria de Programación Técnica y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la República Argentina. Agradezco especialmente la colaboración, los comentarios y las sugerencias de Carlos Tomada, Ministro de Trabajo, empleo y Seguridad Social, y de Daniel Kostzer, Director de Estudios y Coordinación Macroeconómicos de esa Subsecretaría. Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 53-78 54 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo signo de interrogación, no sólo a la viabilidad económica del país, sino también a la democracia como forma de organización política. Asimismo se vinculará el patrón de crecimiento que la economía ha tomado con la forma de ingreso a un círculo virtuoso de mayor demanda agregada, aumento del empleo y la inversión, nacimiento de empresas, crecimiento de las existentes, etc. El debate Es interesante analizar que mientras se debate sobre la eventual crisis del "modelo social europeo" -modelo económico y social- y las características que tuvo en términos de crecimiento, inclusión social, de protección y en la conformación del denominado Estado de bienestar, en la actualidad, muchos de los países de América Latina están atravesando importantes cambios que parecerían ir en una nueva dirección. En Europa hay voces que se elevan en defensa de su actual modelo considerando a su modificación como un ataque a la identidad y a un sistema económico y social que otorgó, simultáneamente, crecimiento, protección social y seguridad para sus habitantes. Esta línea argumenta que se trata de una sociedad en la que el libre y buen funcionamiento del mercado es sólo una herramienta y no una finalidad en sí misma. En este marco, la economía como disciplina es definida como el estudio de un objeto real en un contexto específico, y no como una adopción acrítica de un cuerpo de supuestos y técnicas (Reinert, 2006). Otras posturas, en cambio, sostienen que sólo la práctica del libre mercado es la que permitirá la mejor asignación de los recursos a la producción y sostener el crecimiento y la competitividad europea frente a EEUU o a algunos de los países asiáticos (Japón, China, etc., aunque en sectores muy diferentes). El debate no es menor. La Conferencia de Lisboa de 2000 -aunque sus metas hayan sido redefinidas en 2005- puso en cuestión las dificultades de combinar la integración económica con el progreso social, mostrando las restricciones para lograr simultáneamente la profundización de este proceso en términos económicos, políticos y sociales (Schweiger and Wickman, 2004) Por otro lado, proponer como objetivo brindar empleo "lo más rápido posible" (perspectiva norteamericana) e introducirlo en las sociedades europeas, este propósito de que "cualquier trabajo es mejor que ningún trabajo", pone en peligro lo que fue tradicionalmente rechazado en Europa (Schweiger and Wickman, op cit). De esta manera, autores como los mencionados señalan una contradicción obvia entre la ambición de crear un modelo de cohesión social europeo reformado para el siglo XXI con una aproximación neoliberal en lo económico. ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 55 Muchos de los países latinoamericanos -sobre todo los del sur del continente- están cambiando las grandes líneas económicas y políticas que prevalecieron en la década del 90. ¿Se trata de una estrategia -una vez más- desacompasada del "main stream"? ¿O, efectivamente, recuperar una mejor calidad de vida para la población latinoamericana? Las etapas del desarrollo latinoamericano Es verdad que el proceso de la región latinoamericana fue considerablemente diferente al que se desarrolló en Europa y debe reconocerse que el Estado de bienestar tuvo características muy distintas a las de esos países. Lo que se llamó Estado de bienestar en América Latina estuvo signado por políticas que no pudieron cumplir ni sistemáticamente ni con la inclusión social sobre el conjunto de la población. Algunos países avanzaron hacia un grado de homogeneidad social mayor que otros, pero el Estado tuvo un rol más determinante en lo económico, no sólo como regulador general de la economía, sino también como empleador. La aplicación del llamado "fordismo" en América Latina, no cumplió con dos de sus características básicas: producción en masa y amplios mercados de consumo, que existieron sólo de manera restringida (limitado a algunas regiones y a algunos sectores industriales) (Novick, 2000). Del mismo modo, el llamado "modelo neoliberal" en el marco de la globalización tuvo características diversas en los países latinoamericanos cuyas economías habían quedado muy debilitadas como consecuencia de la "década perdida" de los 80. La última década del siglo XX, cuando se introdujeron acríticamente estrategias de apertura económica indiscriminada, provocó un achicamiento -y debilitamiento del Estado- en sus funciones económicas, pero, sobre todo en materia de política social. La desregulación de los mercados, en particular las restricciones en materia de derechos colectivos, laborales y de protección social, tuvo como consecuencia un aumento en las tasas de desempleo, en un crecimiento de la precarización laboral, deterioro de la distribución del ingreso, y, por ende, un aumento considerable de la magnitud y la proporción de la población en niveles de pobreza y de indigencia. La brecha económica, social y tecnológica con los países desarrollados se agravó. Los actores del mundo del trabajo (los sindicatos especialmente) quedaron muy debilitados tanto en su concepción reivindicativa como en su rol de "agencia social" (el desempleo y la precariedad golpearon también a ellos al reducir afiliación, ingresos, etc.). América Latina fue, claramente, la región del planeta que aplicó, desde fines de los años 80 hasta la actualidad, más profundamente políticas de ajuste estructural a partir de liberalización económica, privatización de empresas públicas, apertura comercial acelerada y retiro del Estado. Simultáneamente, de 1980 a 2000 el número de po- 56 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo bres creció en toda América Latina en 75 millones de personas, superando en la actualidad la cifra de 200 millones. Del total de los nuevos pobres de la región, casi el 95% son pobres urbanos. Los programas de liberalización económica, inspirados en gran medida en el llamado Consenso de Washington2, generaron no sólo pobres e indigentes, sino que acentuaron dramáticamente los índices de inequidad económica y social, dispararon las tasas de desempleo a cifras superiores al 15% y promovieron -con la salida del Estado del rol rector mantenido en las décadas anteriores- el incremento de los niveles de analfabetismo y abandono escolar producto de la falta de recursos para la educación pública, así como un deterioro nunca visto de los sistemas de salud pública3. Como indicador puede señalarse que en los inicios de los 70 el incremento del producto regional era el 6% anual. A fines de esa década retrocedió a 1.5% y en los 80 las economías latinoamericanas no crecieron. En el primer lustro de los 90 el producto regional estuvo en 3% y llegó al 5,3% en 1997 pero volvió a caer en 1998 y 1999. El crecimiento promedio anual durante los 90 fue de 3.2%. La tasa anual media del crecimiento del ingreso per cápita fue de 3.1% entre 1945 y 1980, de 1.9% en los siete años que siguieron a la década perdida y de 0.5% entre 1998 y 2004 (Cimoli et al, 2006). Si bien hubo una recuperación del crecimiento durante los años 2003-2004, éste debería incrementarse significativamente y mantenerse en forma sostenida para comenzar a revertir las consecuencias económicas y sociales de la década del 90. Del ajuste estructural a la crisis Los modelos económicos y sociales implementados a lo largo de los 90 en gran parte de los países de América Latina (aunque con diferencias importantes entre ellos) afectaron significativamente las formas de organización (productivas, sociales y económicas) existentes previamente. A nivel agregado, las diversas políticas contaron con un eje común centrado en la necesidad de mejorar aceleradamente la competitividad y la productividad bajo la estrategia de una apertura a los mercados internacionales de bienes, servicios, tecnología y capitales. Se sostenía que la libre circulación de bienes, servicios y capitales introduciría en la estructura productiva cambios capaces de cerrar la brecha con los países desarrollados. Se suponía que estas acciones permitirían recuperar el dinamismo productivo que había entrado en 2 Conjunto de mandatos políticos y económicos que, desde fines de los 80, definió prioritariamente la doctrina promovida por los países centrales y los organismos de crédito multilaterales hacia los países del llamado Tercer Mundo. 3 Taller sobre inequidades económico-sociales en América Latina, 29 de mayo al 2 de junio de 2003, Bariloche, la Argentina. ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 57 crisis en la última etapa del modelo de sustitución de importaciones4. En particular afirmaban que la desregulación del mercado laboral induciría a mejorar tanto la cantidad como la calidad del empleo, en el marco de una reasignación de recursos y de una nueva especialización productiva. El interés se desplazó desde el objetivo previo de lograr el pleno empleo, hacia una subordinación del mercado laboral a los requerimientos emergentes de las modificaciones en la estructura de la economía (signadas por la idea del libre mercado). Como resultado de ello, los indicadores de desempleo treparon hasta niveles inéditos mientras que las actividades más relevantes ingresaron a un severo proceso de (des ó re) estructuración en lo referido a sus encadenamientos productivos (debilitamiento o desaparición de la red de proveedores, mayor importación de insumos, etc.) (Bisang et al, 2005). Durante esos años, en el plano internacional se fueron creando las condiciones para que la economía mundial dejara de ser un agregado de economías nacionales vinculadas por flujos de comercio, inversión y financiamiento para convertirse progresivamente en un conjunto de redes globales de mercados y producción que cruzan las fronteras nacionales. Sin embargo, estos procesos de indudable y creciente empuje no estuvieron acompañados de un desarrollo equivalente de la institucionalidad global, cuya agenda es incompleta y asimétrica (Ocampo et al, 2004). La globalización no produjo una homogeneización de la economía mundial, y no se constituyó en una dinámica integradora única y uniforme. Por el contrario, se tradujo en un proceso desigual y multidimensional. Para la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización que convocó la OIT, a consecuencia de esta globalización desigual se produjeron brechas en el empleo, en la protección social y en el diálogo social. Desde principios de 2000, una nueva etapa política llega a los países de la región, básicamente como resultado de las crecientes demandas de la sociedad, y se comienzan a rever no sólo los modelos y las políticas de la pasada década, sino que hay un replanteo sobre la noción misma del Estado y su rol en materia económica y en materia de política social. El empleo, variable considerada como un elemento de ajuste "automático" que debía acompañar las transformaciones macro sociales retoma -en parte y en algunos países- un rol central5. El "empleo en el centro de las políticas" o como fuera el nombre la Cumbre Hemisférica 4 Debe señalarse que estas modificaciones tuvieron lugar en simultáneo con la creciente consolidación de cambios técnicos y organizacionales tendientes a establecer actividades y patrones de organización de la producción diferenciados respecto de los establecidos en la etapa anterior. 5 Puede verse en tanto como factor de mejora económica como factor de inclusión, de ciudadanía o de vigencia de los derechos. 58 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo de Mar del Plata en noviembre del 2005: "Crear trabajo decente para erradicar la pobreza y garantizar la gobernabilidad democrática", se transforma en una nueva meta en el cambio de escenario político y económico, reivindicando el concepto de "trabajo decente" que la OIT vuelve a resignificar a fines de los 90. La pregunta que intenta responder este artículo es si el retorno a ciertas políticas activas, los procesos tendientes a la articulación de políticas económicas y sociales, la recuperación del mercado interno como elemento dinamizador, y los datos resultantes en materia de trabajo, de empleo y de distribución del ingreso, constituyen el inicio de un nuevo modelo económico y social, o, por el contrario, se trata sólo de un conjunto de medidas y políticas que aprovechan un ciclo favorable de la economía (alto precio de las materias primas como soja, cobre, petróleo, etc.) que permite un crecimiento económico que facilita la aplicación, por otro lado de diferente tipo de políticas. Esta pregunta es la que intentaremos responder centrándola en el caso de la Argentina. Después de haber transitado la mayor crisis de su historia, en la que la anarquía económica y social atravesaba todos y cada uno de los sectores de la población, cuando los índices de desocupación, de pobreza, de inestabilidad monetaria, hacían suponer una sociedad inmanejable por los próximos decenios, la Argentina retoma un ritmo de crecimiento elevado e impensable: en menos de tres años baja en forma abrupta la tasa de desempleo, la pobreza y, aunque en menor medida, la precariedad laboral. Al mismo tiempo se recupera la inversión de la mano de las empresas medianas y del ahorro doméstico6, y comienza a atravesar un período de mayor gobernabilidad democrática. ¿Se trata de un contexto macroeconómico favorable y los guarismos sociales son sólo una consecuencia? ¿Se trata de decisiones de política macroeconómica, y el resto de las políticas es una consecuencia? ¿Estamos en presencia de un nuevo modelo económico y social? ¿O sólo de la aplicación de un conjunto de políticas activas laborales y sociales en un momento favorable del ciclo macroeconómico? ¿Se trata de un modelo sustentable en el tiempo? Una breve historia de las etapas del desarrollo argentino La primera etapa de desarrollo económico argentino -fundado en el modelo agro-exportador- se basaba en una actividad central que era la ganadera, producto de la posesión de grandes extensiones de tierra; el modelo económico requería escasa innovación local ya que se movía al ritmo de las tecnologías desarrolladas en el exterior. Sin embargo, se 6 Inclusive de retorno de capitales previamente salidos del país. ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 59 pueden observar estrategias de innovación y de cambio técnico que permitieron mejorar la productividad, el producto, etc. El modelo de sustitución de importaciones (1930-1976) que permitió tasas significativas de crecimiento (considerablemente mayores a las obtenidas en la década pasada cuando se cumplían con las normas de la economía ortodoxa) no fue acompañado por políticas estimuladoras de la competencia, la innovación y la productividad. En el caso argentino, si bien hubo crecimiento, el desempeño general fue menor al esperable (López, 2006), sea en el PBI per cápita, en la productividad laboral y en las exportaciones. En éste la innovación estuvo asociada a modelos incrementales y de adaptación más tradicional (Katz, 1986). Fue un resultado relativamente pobre -a pesar de la percepción generalizada- en un contexto internacional que atravesaba una "Edad de oro", con las tasas de crecimiento del producto y de la inversión más altas de toda la historia en un contexto de pleno empleo, baja inflación y mejora continua del nivel de vida de la población (López, 2006). En este esquema existían articulaciones sociales, sectoriales y espaciales sistemáticamente integradas, un sistema semejante a las "cajitas chinas" que se encastran mutuamente. Empleo y condiciones de trabajo estaban ligados al ciclo económico, con leves y breves episodios de desempleo friccional y bajas tasas de desempleo estructural. Lo que caracteriza también a la Argentina en ese período -y a muchos de los países de la región- es una fuerte volatilidad institucional, resultado de los vaivenes políticos y las rupturas de los ciclos democráticos que fueron acompañados de inestabilidad e incertidumbre económica producto tanto del "stop and go" de la economía argentina como de la falta de consensos claros (López 2006). En general estos ciclos estaban asociados a la perfomance externa del país, y las crisis estaban asociadas a la balanza de pagos (Díaz-Alejandro, 1975). Esta debilidad institucional -y por ende del sistema democráticola inestabilidad política, la falta de consenso en lo económico, los sectores claves de la economía en manos del Estado -e incluso de las Fuerzas Armadas- y una economía considerablemente cerrada fueron la contraparte de una actitud favorable del Estado hacia la industria, incluso al surgimiento de agencias e instituciones estatales destinadas a regular distintos e importantes espacios de la actividad económica (INTI, INTA, CNEA, etc.). Ajuste, liberalización, estancamiento y crisis en la Argentina Entre 1976 y 2001 el período que Andrés López caracteriza como de "reformas" y que él mismo subdivide en dos grandes subetapas que van de 1976 a 1990 y un segundo subperíodo de la "convertibilidad", se caracteriza por albergar en su interior no sólo segmentos de diferen- 60 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo te tipo de política económica, sino también de vaivenes políticos dramáticos por la ruptura del régimen democrático en 1976 y la feroz represión atentada a los derechos humanos que tuvo consecuencias no sólo económicas, sino éticas, morales y sociales. Se produce un quiebre del modelo económico (apertura, desregulación) cuyas consecuencias -al haber sido continuadas años después- llegan hasta hoy y del modelo político (quiebre de la institucionalidad democrática, represión feroz) en un momento en que la economía mundial sufría un shock importante (crisis del petróleo y cambio de paradigma tecnológico) marcando un punto de inflexión en la economía y en la sociedad argentina. Cómo destaca López, el PBI per cápita en el período 1976-1990 era un 23% inferior al de 1975. En la primera etapa de la convertibilidad (1991-1995) se retoma el sendero del crecimiento (5% de promedio anual) que, sin embargo, no se vio en modo alguno reflejado en los índices o tasas de empleo, sino que por el contrario, convivieron altas tasas de crecimiento económico con triplicación de los índices de desempleo. La recuperación del crecimiento se detiene, primero en el efecto post tequila y luego con un período de estancamiento, el PBI cae a un 3% anual acumulativo (1998-2000). La crisis de 2001 que hace estallar la convertibilidad y a otro gobierno, llevó a una mega-devaluación, al default más importante de la historia económica internacional, a la caída estrepitosa del PBI y a crisis del sistema financiero. El desastre social alcanzó magnitudes inimaginables. La desregulación del mercado de trabajo de los 90 tuvo, además, otras consecuencias "perversas", ya que a la vez que se reducía el costo laboral, la tasa de empleo no registrado aumentó del 29.6% entre 1991 y 2000 a 37.3%, (ondas octubre EPH) y siguió incrementándose hasta el 44.8% en mayo de 2003. Comienzan a generalizarse en el mercado laboral formas de contratación atípicas y precarias, en muchos casos de alta fragilidad lo que termina de configurar un mercado laboral fuertemente polarizado y heterogéneo. Las instituciones de protección social (jubilaciones, salud y desempleo) sufrieron, por otro lado, importantes reajustes -como se observa en el gráfico superior- en consonancia con estas nuevas formas de relaciones de trabajo e incorporaron en sus espacios nuevas lógicas como la privatización y la individualización. En este sentido hubo un avance hacia formas de gestión individual de los riesgos sociales como la enfermedad, la vejez, el desempleo, etc., rompiendo, de esta forma, uno de los principios básicos de la seguridad social como la solidaridad intra e intergeneracional, características de los sistemas más avanzados (Roca, 2005). ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 61 Tasa de empleo no registrado y alícuota promedio de contribuciones y patronales El impacto que el patrón de crecimiento tuvo sobre el nivel de empleo fue dramático, llegando a elevar la tasa de desempleo a niveles nunca registrados previamente, alcanzando en octubre de 1995 un 18.5%. Luego de la crisis de 2001-2002 este porcentaje trepó hasta el 21.5%. El incremento de la tasa de desocupación y el fuerte crecimiento del trabajo precario actuaron, también, en el sentido de reducir la cobertura de la negociación colectiva y aumentar la desprotección de los trabajadores. Se observa una dinámica contradictoria en la negociación colectiva de la década del 90 entre un aumento de la negociación en cantidad, calidad y renovaciones de convenios y una permanencia de la "ultraactividad" de los convenios más importantes pactados en la ronda negocial de 1975. Asimismo, el nivel de negociación converge a la baja del ámbito de actividad o de rama al de la empresa: entre 1991 y 1994, el 65% de los convenios y acuerdos colectivos eran de rama o de actividad y entre 1995-1999 el 78% de las negociaciones eran de empresa y sólo el 22% de rama o de actividad. La negociación se concentró sólo en algunos grupos de convenios: empresas privatizadas y sectores dinámicos de la década: petróleo, automotriz, etc. (Novick y Trajtemberg, 1999). Por último, las consecuencias de la carencia de trabajo produjeron el debilitamiento de las instituciones históricamente atadas a él: salario digno, seguridad social, negociación colectiva, etc. y fueron devastadoras en la sociedad argentina. Los hogares pobres se incrementaron del 16.3% en 1993 al 41.4% en 2002 y los hogares que no podían acceder a una canasta básica de alimentos, los indigentes, más que se quintuplican desde un 3% en 1993 a un 18% en 2002. 62 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Asimismo, el incremento en la desigualdad a niveles inéditos para los valores históricos registrados7 fue segmentando a la sociedad y excluyendo a vastos sectores de la población, a pesar de estar en presencia de tasas de crecimiento económico significativas. Tasa de empleo no registrado y alícuota promedio de contribuciones y patronales En otras palabras, las políticas implementadas implicaron la marginación y exclusión de numerosos sectores de población, y derivaron en una crisis política, económica y social sin precedentes, minando las bases de la ciudadanía social previamente alcanzada. En este sentido, puede decirse que más de la mitad de los argentinos perdieron en esa década su status de ciudadanos, en su visión integral, al perder empleo, protección social, deterioro de la salud pública, etc. Nuevo modelo de crecimiento y políticas implementadas El nuevo contexto macroeconómico vigente desde 2002-2003, genera un cambio en los precios relativos que permite dirigir el patrón de crecimiento hacia una dirección más progresista, más inclusiva de los sectores rezagados por medio de la generación de empleo, considerando al trabajo como el principal factor dador de ciudadanía. Implica una nueva concepción del trabajo, no ya como un problema de mercado, sino como un articulador entre las esferas económica y social, como base de la cohesión social, como fuente de dignidad de las personas y 7 El índice de Gini pasó de 0.455 en 1993 a 0.502 en el año 2002. ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 63 como constitutivo de la ciudadanía. El empleo es el principal impulsor de la generación de riqueza, a través del cual hombres y mujeres mantienen a sus familias y es un instrumento básico de progreso social (Carnegie Council, 2005). Para que ello sea posible se requiere, simultáneamente, aplicar una serie de medidas de carácter macroeconómico, pero también de cambio en la orientación de las políticas, una recuperación y resignificación del rol del Estado (aunque no se trata de un Estado ineficiente y empleador), líneas de política activa, etc. Implica, básicamente, la necesidad de articulación de políticas económicas, laborales y sociales, requiere una coordinación entre las dimensiones macroeconómicas y las sociales, para transformar la producción, los patrones de consumo e impulsar la movilidad social. Modelo de crecimiento y el rol del trabajo: una política económica que favorece el empleo El nuevo perfil de la recuperación y el crecimiento de la economía favorecen la generación de puestos de trabajo. En este sentido, los nuevos precios relativos que privilegian la producción doméstica, el reestablecimiento de encadenamientos productivos, la recuperación de la capacidad ociosa, mayores inversiones (duplicación desde la crisis llegando a un 24% del PBI, y pasando de los 29 mil millones de dólares en 2004 a 41 mil millones en 2005) que posibilitan la expansión del potencial productivo y el incremento de la elasticidad empleo-producto, delinean el nuevo patrón de crecimiento que establece condiciones más propicias para la generación de empleo de calidad. El reconocimiento de la deuda social contraída en las décadas pasadas y la recuperación del empleo como un derecho fundamental de los ciudadanos de este país, constituye la fundamentación ética de una estrategia de desarrollo fuertemente centrada en la creación de trabajo y la inclusión social. Para salir del contexto de recesión con capacidad instalada subutilizada, se requiere una política vinculada al tipo de cambio competitivo frente a los socios comerciales, flotante y estable en su poder de compra a lo largo del tiempo. Frenkel (2003), Frenkel y Taylor (2006) y Frenkel y Ros (2004) muestran que el tipo de cambio tiene diversos impactos sobre el empleo. Los mismos pueden observarse a partir de tres canales de influencia. El primero de ellos, el canal macroeconómico está dado por las firmas locales que recuperan competitividad internacional en el corto plazo. Este canal facilita -con el acompañamiento de políticas fiscales y monetarias apropiadas- un nuevo nivel de actividad, que permitirá la 64 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo incorporación de nuevos trabajadores luego de agotada la extensión horaria8. Un segundo canal que es el de desarrollo, se asemeja a la utilización de estímulos de promoción industrial que logran una virtual sustitución de importaciones, tanto porque protege de hecho la producción doméstica, como por el impulso que genera a la conquista de mercados externos, que permite actuar en el empleo a largo plazo por el incentivo a la producción y exportación de bienes transables, manufacturados y con encadenamientos hacia delante y hacia atrás (clientes y proveedores). Este canal opera en el mediano plazo. El tercer canal, de más largo plazo, que los autores caracterizan como de intensidad laboral y que podríamos identificar como de productividad, ya que redefine el rol del trabajo vis a vis la tecnología, protegiendo de hecho a la producción doméstica, induciendo al uso de tecnologías apropiadas que no discriminen la mano de obra (que no se eligen porque eliminan trabajadores). En materia de política tributaria y fiscal deben contemplarse instrumentos básicos para la mejora de la infraestructura, apoyo a las instituciones financieras de desarrollo, perfeccionamiento de recursos humanos y políticas de ciencia, tecnológicas y de investigación. Políticas progresivas en materia tributaria pueden -señalan diferentes autores- por medio del incremento del consumo, la inversión y el desarrollo de los recursos humanos, impulsar significativamente la creación de empleo. En ese sentido, el Estado recuperó importantes grados de libertad en materia de políticas impositivas, distribución del ingreso, crediticia, etc. Por ejemplo a través del Plan Jefes Hogar -que comenzó en 2002 y per mitió contrarrestar parcialmente los efectos contractivos de la devaluación- con un costo que era cercano al 1% del PBI, financiado en parte a través de la imposición a las exportaciones primarias que recibieron ganancias extraordinarias a causa de esa misma devaluación. Los efectos multiplicadores del mismo operaron para conseguir una más rápida y homogénea recuperación económica. El superávit fiscal, se originó precisamente por la política tributaria que permitió contar con recursos que dieron lugar a la formulación de políticas de ingresos para activos y pasivos; los que, a su vez, generaron efectos dinamizadores en la economía doméstica. El proceso activo de renegociación de la deuda externa, que culminó con una reducción importante de su monto (del 8% al 2% del PBI), se ligó, a su vez, a la capacidad de pago en función del desempeño económico del país. 8 Esta afirmación se comprueba a través de un estudio longitudinal de los datos de la EIL (Encuesta de Indicadores Laborales), "Dos años de crecimiento del empleo", Trabajo, ocupación e ingresos N° 1, abril de 2005, Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, donde se analiza que en la primera etapa de crecimiento sube el número de horas trabajadas para convertirse posteriormente en nuevos puestos de trabajo. ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 65 El impacto del crecimiento económico, además de los ya conocidos datos de crecimiento del PBI, se puede analizar en su verdadera dimensión a partir de la creación y la destrucción de empresas en las diferentes etapas, así como del impacto que la misma tuvo sobre el empleo a nivel agregado. Evolución de las empresas privadas y su empleo. Industria, comercio, servicios. Terceros trimestres, en miles. Luego de un período de destrucción de empleo y de empresas, se observa la recuperación que comienza a acontecer a partir del año 2002, y que se acelera desde 2003, tanto en términos de creación de Tasas de crecimiento del empleo por sector Variaciones entre terceros trimestres, en % 66 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo empresas como de empleo. Al mismo tiempo, el número de trabajadores promedio por empresa se va incrementando paulatinamente como resultado de la suma de ampliaciones en las dotaciones existentes así como en la cantidad de firmas ofreciendo puestos de trabajo en la economía. Cuando se observa el comportamiento sectorial de la recuperación del empleo, llama la atención lo homogéneo del mismo para todas las ramas de la economía, como resultado del nuevo patrón de crecimiento liderado por la producción de bienes, con múltiples encadenamientos hacia adelante y atrás. En esta materia de dinámica de empleo puede hacerse referencia a dos resultados importantes de este modelo de crecimiento: el desempeño "virtuoso" tanto en materia de cantidad como de calidad del empleo. La tasa de desempleo que -en mayo del 2003 llegaba a 20.4%bajó a la mitad a fines de 2005. Evolución de la tasa de desempleo en % Asimismo, como puede observarse en el siguiente gráfico, el empleo en el sector formal ha venido creciendo ininterrumpidamente y a un ritmo acelerado: entre 2002 y 2003 crece un 5.8%, entre 2003 y 2004 un 6.8% y en el último año a una tasa del 9.7%, la más alta registrada desde 1995. ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 67 Fuente: EIL (Encuesta de indicadores laborales), SSPTyEL, MTEySS. Estos datos por supuesto ejercen una influencia directa sobre la reducción de la pobreza y la distribución del ingreso. Evolución de la pobreza y de la distribución del ingreso entre 2003 y 2005 68 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Políticas en materia laboral: objetivo y estrategias ¿Cuál es el rol de un Ministerio de Trabajo en un esquema que requiere crecimiento y políticas activas? En el modelo anterior el Ministerio de Trabajo (Tomada, 2005), tenía un rol virtualmente subsidiario y dependiente de las políticas macroeconómicas en un contexto de flexibilización laboral, a pesar del aumento del desempleo, del trabajo no registrado y de la pérdida de empleos de calidad. Había cedido capacidades fiscalizadoras, se había convertido virtualmente en el órgano administrador del Plan Jefes de Hogar, cuyo objetivo se enmarcaba más en una política de contención social, que en una estrategia de empleo. En materia de relaciones laborales, la negociación colectiva había tenido una dinámica interesante en los 90, aunque circunscripta únicamente a los sectores privatizados y dinámicos de la década, como automotriz, petróleo, energía, transportes, etc. (Novick y Trajtemberg, 1999). Durante 2001 y 2002 se caracterizó por ser una "negociación para la crisis" a partir de los mecanismos de "Procedimientos Preventivos de Crisis" (PPC), que facilitan la negociación en situaciones de quiebras, achicamientos o situaciones extremas de las empresas. Mientras que habitualmente la relación entre PPC y convenios colectivos era baja y pocas veces superaba el número de convenios; en 2002 los procedimientos de crisis triplicaron el número de convenios (664 PPC y 202 CCT) (Novick y Trajtemberg, 2005). En materia salarial, el salario mínimo se mantenía sin cambios desde agosto de 1993; aunque se habían otorgado lo que se denominó "aumentos de suma fija" en 2002 y en 2003 que implicaban un monto de incremento establecido por el Poder Ejecutivo para todos los trabajadores en actividad. En esta nueva etapa era imprescindible recuperar capacidad tanto para la formulación de políticas específicas, como en materia de articulación y coordinación. El diseño y la gestión de políticas laborales y de empleo en su sentido más amplio dejan de ser una resultante de otras variables y pasan a ser un eje central en el apoyo a la consolidación del nuevo patrón de crecimiento descrito anteriormente, fundamentado en la decisión de colocar al empleo en el centro de las políticas económicas y sociales. En un marco de crecimiento económico (con tasas cercanas al 9% anual) las políticas laborales se constituyen en un instrumento importante del conjunto de las políticas. En ese sentido, no puede afirmarse que la aplicación de políticas laborales en este período sean neutras ni que sólo puedan actuar como acompañamiento. En realidad, demuestran que la creación de más y mejores empleos y las relaciones laborales modernas y equilibradas, no son automáticas ni responden sólo a estrategias macroeconómicas. Se requiere de la selección, la adopción ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 69 y la adaptación de estrategias y medidas que no están "dadas", sino que deben ser elaboradas y adaptadas al contexto actual en función de las metas de mediano y largo plazo deseadas. Implica, por un lado, la instauración de ámbitos de coordinación de políticas basados en diagnósticos precisos y en la evaluación exante, el monitoreo y el seguimiento ex-post de los impactos de las diferentes decisiones en el empleo y el modo en el cual este interactúa con las variables centrales del crecimiento económico, la distribución del ingreso y el combate de la pobreza y la exclusión. En el modelo de crecimiento en gestación, la certeza se basa en que el empleo y las remuneraciones, así como su distribución, tienen un rol central para consolidarlo de una manera más equitativa. En términos prácticos, el empleo tiene una elasticidad producto inferior a la unidad. Esto quiere decir que por cada punto porcentual que crezca el PBI, el empleo también lo hará pero en menor medida. Por lo tanto, para mejorar la distribución funcional del ingreso, la política salarial cumple un rol fundamental. Así es que, entre otras cosas, se pasó de un Ministerio de Trabajo que atendía a la demanda social de base, producto de la crisis y la falta de ingresos de la población, a uno que administra un conflicto de tipo laboral, más coherente con una economía que crece a elevadas tasas, donde la puja distributiva es un reflejo del conflicto mismo. Los instrumentos de la gestión actual del Ministerio de Trabajo se basan en dos pilares, uno de reformulación de las instituciones del trabajo (eje institucional), y otro de política de ingresos. Estos tienen que ver con los instrumentos de fortalecimiento institucional del mundo laboral y con los que generan las políticas de ingresos complementarios, compatibles y sustentables con la etapa de crecimiento económico que muestra el país. Instrumentos de fortalecimiento institucional El abandono por parte del Estado de algunas de sus funciones privativas en las relaciones laborales dejó, por un lado, su marca más evidente en la precarización y la exclusión de vastos sectores de la población, cuyos signos emergentes fueron tanto el crecimiento del empleo no registrado -la porción de la PEA sin protección social actual o futura- como la falta de ámbitos orgánicos para la resolución de los conflictos. Por otro, el debilitamiento y la casi desaparición de muchos de los institutos del mundo del trabajo. El reordenamiento laboral con el objetivo de tener un set de instrumentos legales y formales compatible con los requerimientos actuales, no solo coyunturales, sino también estratégicos, se expresan en Ley 25.877 que incentiva la promoción del trabajo decente como ob- 70 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo jetivo de las políticas de gobierno y desmantela algunas de las instituciones más regresivas del mercado de trabajo sancionadas en los 90, pero sin olvidar las nuevas formas de organización del trabajo en un mundo más complejo por efectos de la globalización. Con un marco legal más acorde, el diálogo social y la promoción de la negociación colectiva, se convirtieron en el mejor modo de alcanzar resultados que comiencen a reequilibrar la distribución de la riqueza generada en el nuevo contexto económico. El vigor que tomó la negociación colectiva se evidencia en los 1.064 convenios y acuerdos firmados entre enero de 2004 y marzo de 2006. La cobertura de trabajadores registrados9 (1.200.000 en 2004, 2.100.000 en 2005 y 786 mil en el primer trimestre de 2006) que alcanza actualmente es producto también de la recuperación de la negociación colectiva por actividad, que había caído de manera estrepitosa durante los 9010. El ejercicio del poder de contralor respecto del trabajo no registrado, busca reformar patrones de comportamiento y recuperar una institución virtualmente destruida por voluntad del Estado y por el predominio de la "cultura" del incumplimiento. La recuperación y el fortalecimiento de la inspección del trabajo, tiene por meta -en el contexto de crecimiento y mayores ganancias para las empresas- reducir la vulnerabilidad de los sectores con menor capacidad de negociación y proveer protección y seguridad social, tanto para el trabajador como para su familia, ahora y en el futuro. Simultáneamente, mejores condiciones económicas y de empleo permitieron también recuperar la capacidad de protesta y de lucha por los derechos de los trabajadores organizados. La intermediación laboral y los servicios de empleo -institución poco extendida en la Argentina desde el ámbito público- pretenden ser una herramienta para acercar la demanda y la oferta de trabajo en los diferentes ámbitos, en especial en aquellos estratos de tareas y trabajadores no cubiertos por los sistemas tradicionales de búsqueda laboral. Ésta es complementada con programas de capacitación y formación profesional que coadyuvan a satisfacer los requerimientos del nuevo perfil productivo, más basado en calificaciones técnicas específicas, muchas de ellas abandonadas durante la pasada década. En este sentido, el actual "Seguro de Empleo y Capacitación" y la "Red de Oficinas de Empleo" -instituciones "en construcción"- tratan de recuperar y utilizar la dinámica local e involucrar a las fuerzas del territorio específico para esta tarea. 9 En parte por haberse renegociado viejos convenios que seguían vigentes desde 1975 por la "ultraactividad". 10 De esa manera, los salarios de convenio -a diferencia de los años 90- constituyen una referencia precisa del salario medio sectorial. Anteriormente, predominaba la estrategia empresarial de asignación individual que alejaba los salarios de convenio de los sueldos promedio. ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 71 Instrumentos de políticas de ingresos Como se mencionó, para mantener el circuito de crecimiento centrado en empleo=>consumo=>inversión y en producción=>empleo es central que se promuevan políticas activas de ingresos, ya que con las altas tasas de desempleo y de trabajo no registrado que encontró la actual gestión y la capacidad negociadora reducida por parte de los trabajadores, los frutos del crecimiento económico se hubiesen distribuido de forma muy inequitativa, y era necesario poner marcos contenedores que ayudaran a una mejora en la distribución del ingreso (asignatura compleja y aún no superada). En esa línea, debe señalarse que se mantuvo y reformuló el Plan Jefes de Hogar que constituyó una transferencia de ingresos con contraprestación laboral y que promovió el consumo durante las primeras etapas de la recuperación económica en las regiones más golpeadas por el desempleo y la falta de oportunidades. Este programa cumplió un rol anti-cíclico, ya que a medida que los beneficiarios se fueron incorporando al mercado de trabajo y fueron disminuyendo en número, el PJH fue rediseñado para atender las necesidades de los hogares con mayor cantidad de dependientes de manera diferenciada de los que requieren una mejora en sus calificaciones laborales para acceder a un empleo de calidad. La política de ingresos salariales se centró, primero, en aumentos de suma fija, que tuvieron en los inicios de la recuperación económica el objetivo de defender el poder de compra de los estratos de asalariados de menores ingresos (al trasladar esas sumas a los básicos de convenio que generó una altísima actividad negociadora) y el salario mínimo, vital y móvil, instituto central en el mercado de trabajo que había sido abandonado en el año 1993, perdiendo todo valor referencial en la economía. Con la puesta en funcionamiento del Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil -organismo tripartitose logró mejorar el poder adquisitivo del salario mínimo, consiguiendo un valor compatible con las necesidades de los hogares más desprotegidos en términos de ingresos, con un incremento del 215% a la fecha. En términos reales, deflactado por el índice de precios al consumidor, la recuperación fue del 90% con relación a los valores de los precios al momento de la devaluación. En la actualidad el SMVM genera un efecto señal a las otras remuneraciones de la economía no registrada, que tuvieron un incremento similar al de los trabajadores declarados a la seguridad social entre 2003 y la actualidad. Como dato complementario, debe señalarse que el salario real de los trabajadores registrados tuvo un incremento del 15% entre los años 2003 y 2005. 72 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Evolución del Salario Mínimo Real Deflactado por IPC Adicionalmente a las medidas anteriores se utilizaron los incrementos de asignaciones familiares y de jubilaciones y pensiones; en una primera etapa la gestión recompuso las jubilaciones y pensiones de menor ingreso relativo, para otorgar aumentos tendientes a recomponer el poder de compra de la clase pasiva a posteriori. Transversal a los dos pilares mencionados -y como eje de la política de articulación interna y externa- está la generación de información para apoyar la toma de decisiones tanto del sector público en el diseño de políticas, planes y programas, como de respaldo a los agentes privados en los procesos de negociación colectiva, evitando los consabidos juegos de suma cero que ponen trabas al crecimiento económico. Conclusiones Una vez más, América Latina se encuentra en una encrucijada. Es cierto que si bien el cambio de aires es generalizado en la parte sur del continente, las estrategias de los nuevos gobiernos en la región no son idénticas. A grandes rasgos presentan una mirada que podemos caracterizar como de mayor "introspección", dirigida hacia la sociedad civil, hacia la población. La deuda social está más visualizada y explicitada y los "nuevos" gobiernos junto con la reivindicación de las identidades nacionales, tienen mayor preocupación hacia la protección social. El empleo de calidad actúa como un valor convergente, como lo muestra la Declaración de la Cumbre de las Américas (2005) aunque con estrategias de implementación muy diferentes. La segmentación social y la inequidad del ingreso en América Latina han crecido enormemente y no será fácil en el contexto actual desandar el camino rápidamente. ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 73 El análisis realizado en este documento para el caso argentino, muestra un cambio de rumbo en el modelo de crecimiento, sin lograr perfilarse aún -al menos con precisión- hacia un nuevo paradigma, con estrategias y metas claras, y con alguna definición sobre el patrón de especialización productiva a futuro. Al igual que en el debate sobre el modelo económico y social europeo con el que se inició este artículo, la pregunta central es si estamos en presencia de un modelo cuya estrategia económica y social tienda a recuperar el tipo de sociedad, que -con mayor equilibrio interno y equidad- tenía la Argentina años atrás, fundado en el empleo y el ascenso social. Una primera afirmación factible de realizar es que aún no ha transcurrido el tiempo suficiente para determinar si se trata de un nuevo paradigma. Podemos decir, que hay un acople significativo entre políticas económicas y sociales, y, por otro lado, que no se trata del conocido "derrame" ni sólo de "fundamentos" macroeconómicos, ya que tampoco se trata de un modelo "ortodoxo", al combinar estrategias heterogéneas y de diferente nivel. Las políticas macroeconómicas han virado de manera importante: manejo del tipo de cambio, la política tributaria, un aumento significativo de la inversión en ciencia y tecnología y una fuerte tendencia hacia la articulación de políticas macroeconómicas, sociales y laborales. Ha cambiado, sin duda, el rol del Estado, que ha recuperado un papel activo, pero que aún oscila entre la ausencia, el intervencionismo o la regulación según el tema y la coyuntura (con suerte dispar). La sustentabilidad de este esquema, preocupación para todos, parecería posible en el corto plazo en el caso de la Argentina, ya que por primera vez se observan cubiertas las tres brechas económicas básicas. Actualmente hay superávit comercial, ahorro interno suficiente para cubrir las necesidades inmediatas de inversión y un sector fiscal que se maneja con prudencia generando excedentes para un uso anticíclico futuro. Si bien esto sólo no es garantía de éxito, por lo menos revierte algunos de los determinantes del ciclo de "stop and go" de la industrialización sustitutiva de importaciones, o la dependencia, casi adicta, a los volátiles flujos externos de los 90. Queda por definir el modelo de especialización productiva -tarea no menor- a desarrollar entre la exportación de commodities o el avance en competencias endógenas para aumentar el valor agregado de los productos. En realidad, para definir si se trata de un nuevo modelo hay cuestiones estructurales "duras", la necesidad de una reestructuración del aparato productivo en torno a sectores más complejos y con mayor uso intensivo en tecnología, ya que las opciones entre la renta derivada de recursos naturales abundantes o la derivada del conocimiento, tienen su correlato no sólo en el modelo de desarrollo, sino sobre todo en la 74 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo inclusión (Cimoli et al, 2006). La alta y persistente informalidad en la región no va a solucionarse sólo con acciones de inspección o suponiendo que la flexibilidad y la desregulación van a facilitar el ingreso a la formalidad de esos sectores de baja productividad. Esta alta informalidad -donde además se concentra la pobreza- resulta de la escasa complejidad de la estructura productiva, de la baja circulación de conocimiento y aprendizaje, de una modernización del sector formal basado en innovaciones de carácter incremental, y en una mera racionalización de procesos productivos más que en el aumento de capacidades tecnológicas endógenas (CEPAL, 2004). Por ello, y a pesar del crecimiento sostenido de los últimos años, desde lo doméstico no se tiene claridad aún en lo que respecta a la forma que tomará la distribución del ingreso con el transcurso del tiempo, no sólo en lo referente a la personal, sino también a la funcional, ya que definirá en el largo plazo las características de la acumulación. Hasta ahora presenta cierta volatilidad por las condiciones iniciales y por la forma en que se da la negociación y la puja en un contexto de crecimiento elevado. En los primeros momentos, predominó el aumento de rentabilidad empresaria (dólar alto, salarios bajos), pero hoy, a raíz de la fuerte puja distributiva que incitó al aumento salarial, el sector del trabajo recupera, en parte, lo perdido. Pero el alto número de trabajadores no registrados o en la economía informal, marcan las dificultades que aún persisten en la materia. No menor es la incertidumbre que surge sobre cuales pueden ser los cuellos de botella en términos de sectores productivos y de qué modo se superan con eficacia y eficiencia. Viniendo de una recesión larga y una depresión profunda, estos datos deben ser monitoreados con mucha proximidad para evitar equivocaciones (sea por omisión o sea por acción). Adicionalmente, el desarrollo sostenido en un patrón de crecimiento nuevo -pero no necesariamente de una nueva estructura productora- y un contexto global, presenta desafíos en lo referente a las instituciones que pueden ser sus apuntaladoras. Esto implica, no sólo marcos legales y normativos, sino instancias orgánicas de mejor vinculación entre lo público y lo privado, entre el contralor y la promoción, entre la asistencia y la seguridad social, así como entre la formación y el desarrollo y la apropiación de tecnologías, que no están presentes hoy en la agenda de discusión en toda su dimensión. Hay aún intentos fragmentarios, que arduamente podrán ser integrados en consideraciones más abarcadoras. El nuevo patrón de crecimiento está basado en el sector manufacturero -con sus encadenamientos hacia atrás y hacia adelante- con un aumento de la inversión de la mano de empresas nacionales medianas, y en la construcción con fuerte peso de la obra pública, como forma de creación y mejoramiento de la infraestructura en el nivel nacional. Ambos sectores son importantes creadores de empleo, generalmente de cali- ¿Emerge un nuevo modelo económico y social? El caso ... 75 dad, aunque persisten en muchas actividades altas tasas de importación, con un fuerte componente de valor agregado, ecuación que es necesaria revertir para consolidar este modelo incipiente que permita el cambio estructural al que hacemos referencia. En materia laboral, específicamente, deben reconocerse, también las dificultades que presenta un sistema de relaciones laborales de origen netamente jurídico, altamente normatizado, con un modelo que tuvo vigencia más allá del período sustitutivo, de carácter "instituido" (Catalano y Novick, 1994), para pasar a una "flexibilidad negociada" en el lenguaje de Ermida Duarte (1997) como lo fue la década del 90, y de ahí a procesos de alta heterogeneidad, recuperación de la negociación colectiva, de la puja distributiva para que se perfile un nuevo modelo de relaciones laborales. En esta lógica de tradición pendular es difícil encontrar un equilibrio que no sea de neutralidad valorativa y que responda a una equidad que respete equilibrios no sólo coyunturales sino de más largo plazo. Es un desafío tanto para el Estado como para los actores: los interlocutores no se reconocen, emergen nuevos: es necesario reconstruir relaciones de confianza, de reconocimiento, establecer nuevas y claras reglas de juego y saber que van a ser respetadas, lo que todavía es complejo y difícil de lograr, etc. Una dificultad adicional es la vigencia de "imaginarios", de representaciones diferentes por parte de los actores sociales, sea de los tradicionales -cámaras, empresas, sindicatos- como de los nuevos -organizaciones sociales, de desocupados, movimientos sociales, etc.-. Con importantes diferencias se asemeja al debate europeo que planteábamos al principio de este artículo. Mientras unos -sectores empresarios y corporaciones económicas y/o financieros, grandes ganadores de la década del 90- siguen defendiendo las leyes del libre mercado y la visión de un Estado teóricamente prescindible, pero garantizando importantes márgenes de rentabilidad y ausencia de control en intercambios financieros a nivel nacional o inter nacional, además de desregulación laboral y bajos costos en la materia. Otros, actores sociales y gremiales, plantean el retorno a una figura del Estado omnipresente, regulador, interventor y también empleador de última instancia, no siempre tomando en cuenta temas de competitividad o productividad. En ese sentido, podemos decir que el gobierno y la sociedad civil deben encontrar caminos alternativos e innovadores, ningún retorno es posible ni mucho menos, deseable. Se trata de construir, de innovar, de consolidar procesos que vayan hacia estructuras productivas más cercanas a la frontera tecnológica que permitan avanzar hacia una sociedad más inclusiva y equitativa en un contexto de globalización justa. Buenos Aires, mayo de 2006 76 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Bibliografía Bisang,R, Novick, M. Sztulwark,S. Yoguel, G: LAS REDES DE PRODUCCIÓN Y EL EMPLEO: Elementos básicos para la formulación de políticas públicas, en Casalet, M, Cimoli, M y Yoguel, G: Redes, jerarquías y dinámicas productivas, México, FLACSO, OIT, 2005. Carnegie Council on Ethics and Economics Affaires, (2005) Las Américas en una Encrucijada: hacia la reinserción del trabajo digno en la Agenda del Desarrollo, Serie del Foro Globalización y Desarrollo, New York. 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Crecimiento económico y empleo, Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad SocialOficina de la OIT en la Argentina. 78 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Sumario El artículo intenta responder si la Argentina está en presencia de un nuevo modelo económico y social o si sólo se trata de la aplicación de un conjunto de políticas laborales y sociales activas en un momento favorable del ciclo económico trazando un paralelo la discusión en torno al modelo social europeo. Analiza la recuperación de la Argentina con posterioridad a la crisis de 2001-2002 y las estrategias implementadas, repasando críticamente el desarrollo socioeconómico y los paradigmas de crecimiento pasados y su correlato con la situación latinoamericana. Desarrolla las políticas laborales recientemente implementadas y su contexto abriendo un debate sobre el rol que éstas deben cumplir para sostener a largo plazo el esquema actual de crecimiento, para recrear y fortalecer las instituciones, promover la inclusión social y reducir la desigualdad. Plantea la necesidad de integrar los niveles macro, meso y micro de las economías con la organización política y las particularidades sociales y culturales en un contexto global, haciendo hincapié en la necesidad de transformación de la estructura productiva. Abstract The article aims to answer if Argentina is facing a new economic and social model or if it only is the application of a set of active labor and social policies in a favorable wave of the economic cycle, drawing up a parallel to the discussion around the European social model. It analyzes the recovery of Argentina after the crisis of 2001-2002 as well the strategies implemented, reviewing critically the socioeconomic development and the past paradigms of growth and their relationship with the overall Latin American situation. It develops the labor policies recently implemented and their context opening up a debate on the roll that these must fulfill to maintain in the long term the present scheme of growth, to recreate and to fortify institutions, to promote the social inclusion and to reduce the inequality. It raises the need to integrate the levels macro, meso, and microeconomic with the political organization and the social and cultural particularities in a global framework, focusing on the goal to transfor m the productive structure. 79 Dosier especial: Los efectos de los malentendidos: Aproximación metodológica para circunscribir una Ceguera Organizacional1 Delphine Mercier Pierre Tripier Prólogo En el marco de este artículo quisiéramos explicar los principios metodológicos del proceso de investigación para analizar los efectos de las «cegueras» propias de las organizaciones. Estos principios se apoyan sobre dos hipótesis: por un lado, la vida organizacional, aunque compleja, es siempre simplificada. Por otro lado, los defectos organizacionales son de naturaleza sistémica e interrogarlos permite comprender la matriz organizacional. Apoyándose en estas dos hipótesis que describiremos más tarde, el procedimiento de encuesta consiste en partir de los defectos señalados por los actores de la organización haciendo de ellos la vía de acceso al tejido organizacional. Los defectos se convierten en reveladores de incomprensiones y malentendidos, a condición de no dejarse engañar por las evidencias falsas que los actores de la organización presentan para explicarlos. En efecto, ciertas reglas y procedimientos pretenden asegurar la eficacia en una organización: formalización de procedimientos, referenciales de acción, compartir un lenguaje común, entre otros. A menudo estos dispositivos son vistos como infalibles al eliminar los defectos, y sus causas atribuidas a factores externos: zonas no proporcionadas de dispositivos o personas. A través de un análisis 1 Este artículo es un resultado del trabajo incluido en la obra La ceguera organizacional. O ¿cómo luchar contra los malentendidos? [L’aveuglement Organisationnel. Ou comment lutter contre les malentendus ?] Los autores son Valérie Boussard, Delphine Mercier y Pierre Tripier. Ediciones CNRS, 2004. Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 79-95 80 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo de los elementos organizacionales que reducen la complejidad, cargados de representaciones simplificadas y parciales, es posible remontarse a las causas cognitivas de esos defectos. El análisis estará, por lo tanto, particularmente atento a los indicadores de administración, al equipamiento material y simbólico de los lugares de trabajo, a los discursos repetitivos de la organización, etc. Introducción La vida organizacional es una sucesión y yuxtaposición de reducción de la complejidad: los individuos, los diversos dispositivos que forman la organización, expresando visiones simplificadas de diferentes fenómenos organizacionales. El espíritu humano no funciona sin reducir la complejidad, transfor mando el diálogo en monólogo, esquematizando las interacciones complejas. Pero esta complejidad no puede ser expresada “en papel”, ya que las fricciones y las contingencias secundarias no son predecibles ni cobran forma fuera del campo. La acción a llevar a cabo es difícil de anticipar, y la disciplina, entendida en esta compleja situación como el uniformizar respuestas, no es la solución. Sin embargo, la disciplina es, junto con la planificación, una de las condiciones para el éxito, porque si no lo fuera, los peligros originados de la discordancia (fricciones de cada individuo) se multiplicarían. Pero la disciplina no dice nada sobre la conducta que el estratega, aquel que debe conducir la acción colectiva, debe seguir. De esta forma, aquello que llamamos la «ceguera organizacional», pone en evidencia la paradoja de la acción organizada: simplificación necesaria en vistas de la acción e imposible supresión de la complejidad que resurge sin cesar contradiciendo las previsiones. I - La hipótesis cognitiva: la simplificación de la complejidad En la vida cotidiana del trabajo no se conoce, ya sea por ceguera o por imposibilidad, el complejo ambiente en el cual se desarrolla la acción. En la organización “todo baja de nivel” y aparece la distancia entre el proyecto y su realización o, como dicen los sociólogos, entre lo prescripto y lo real. Esta reducción de lo múltiple a lo único, de lo complejo a lo simple, es reforzada paradójicamente por todos los esfuerzos consentidos desde la irrupción de los principios de gestión en el siglo XIX para ordenar, jerarquizar, disciplinar o medir la organización. Aunque estos principios buscan tomar en cuenta a la complejidad naciente, las actividades que proponen producen necesariamente arbitrajes, clasificaciones y simbolizaciones parciales. M. Berry señala a los instrumentos de Aproximación metodológica para circunscribir una ... 81 gestión de una organización como reducciones “abreviadas” del bien y de lo verdadero. Lo mismo piensa de los indicadores de actividades. Cada indicador ilumina algunos procesos de la organización. La elección de un indicador funciona como un espejo, aclara la realidad organizacional que resume. Sin embargo, al expresar sólo uno de los múltiples procesos presentes, deja otros igual de vitales sin representación alguna2. Vemos entonces como el hecho de establecer indicadores y ponerlos sobre un programa de actividades establece las condiciones para la ceguera organizacional en la organización: a pesar de los esfuerzos de formalización, más bien a causa de ellos, las “incontables contingencias secundarias” permanecen en la sombra. Esta hipótesis sobre la reducción de la complejidad se relaciona con ciertos enfoques de la psicología social y de la psicología cognitiva. Así, algunos trabajos muestran que el individuo organiza su evaluación de situaciones a partir de estructuras simplificadas que contienen tan poca inestabilidad y contradicción interna como le sea posible (Heider, 1958). Esta tendencia contribuye a simplificar una realidad compleja. Otros trabajos profundizan estos principios y deducen que los individuos buscan evitar la incertidumbre y la complejidad. La teoría de la disonancia cognitiva (Festinger, et ali., 1960) explica que la existencia de elementos de conocimiento que no concuerdan (disonancia) desembocan en un esfuerzo por parte del individuo de hacer que concuerden (reducción de la disonancia). Es así como la complejidad, fuente evidente de disonancias, es reducida a un modo plano y estable. El seguimiento y la aplicación de estas hipótesis al análisis de los modos de resolución de problemas en la organización, ofrece un apoyo a los conceptos de “modelos mentales” y de “mapas cognitivos”, con una explicación complementaria a la nuestra de fenómenos de reducción de la complejidad. Estos aportes parecen confirmar aquello que pudimos constatar a través de nuestros distintos ejemplos: en una situación organizada todo concurre a ocultar la complejidad de las interacciones, a resumir lo multidimensional en unidimensional, las múltiples lógicas en una. De esta forma pudimos actualizar en la obra de la ceguera organizacional diferentes definiciones de la situación. Cada una de ellas es una reducción de la complejidad: ella no expresa más que una de las formas de abordar la situación. Sin embargo, en la acción cada definición produce fricciones chocando con la complejidad que había olvidado. 2 Por ejemplo, los agentes administrativos son juzgados según el indicador de stock de asuntos dejados pendientes. El hecho de que los responsables fijen su mirada sobre este indicador los hace indiferentes a los problemas de accesibilidad, de igualdad de trato para los que tienen el derecho de utilidad de las informaciones requeridas. Al concentrarse solamente en la duración de las actividades y al querer reducir, como en el Taylorismo, la actividad múltiple a un único proceso, la organización no considera otras fuentes y criterios de actuación. Boussard V. (1998). 82 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 1. El análisis sistémico La ignorancia de la complejidad produce defectos organizacionales cuyos orígenes son de naturaleza sistémica. Perrow (1984) demuestra como la acción organizada, fundada sobre esta visión reducida de la realidad, provoca sin querer defectos sistémicos y crea zonas de peligro. En nuestros propios ejemplos, la disfunción observada no se deriva de las responsabilidades individuales, sino de la articulación conjunta y no regulada de ignorancias individuales y colectivas. Por lo tanto, el defecto de funcionamiento se convierte en una fuente muy valiosa para el análisis. En la cultura colectiva del extremo oriente, donde nadie de un mismo rango debe humillar a su igual, encontramos un ejemplo de este proceso. Para mejorar un sistema o un mecanismo mejor, nada es mejor que lo aprendido de una experiencia negativa. Cuando el cohete Ariana 5 despega con su primer encargo de un cliente es un éxito rotundo. Sin embargo, durante las pruebas se perdió un cohete a causa del sistema informático que se llevaba a bordo perteneciente a Ariana 4. El responsable del programa declaró al ser entrevistado: “fue gracias a las disfunciones anteriores, a la información que nos proporcionaron, que pudimos hacer funcionar este cohete. Ahora es confiable” Para este responsable las disfunciones distinguidas, estudiadas, analizadas, comprendidas, son sin duda informantes valiosos que permiten avanzar, mejorar y hacer más confiable un sistema complejo. Concebir la disfunción, el defecto como un recurso benéfico a condición de ser estudiado y de sacarle lecciones, está estrictamente y frontalmente opuesto a la cultura de explotación escolar, a la filosofía y al derecho de la responsabilidad individual, a la concepción cristiana de la perfección, del pecado y de la falla personal, a la idea de que un estatus superior le da más peso a la palabra de alguien. En esta perspectiva, el defecto siempre tiene una responsabilidad personal que debe ser señalada, culpada y corregida. El procedimiento de análisis que proponemos se apoya en una concepción sistémica de las disfunciones: buscar sus causas sacude el principio de la responsabilidad de la falla para favorecer una interrogación sobre el sistema de interacciones. Partir del defecto permite remontarse a las interacciones y, partiendo de ellas, a las reducciones de la complejidad operadas por cada definición de la situación, pero confrontadas unas con otras en el campo de la acción. Es por ésto que el sistema cognitivo retiene nuestra mayor atención. Aproximación metodológica para circunscribir una ... 83 2. Teorías profesadas, teorías en uso Para aprehender el sistema cognitivo hay que deshacerse de explicaciones autóctonas que ocultan las causas reales más de lo que las revelan. Estas explicaciones atribuyen a la disfunción causas funcionales, individuales, culturales, políticas, entre otras. Sin embargo, estas explicaciones deben ser entendidas como productos del sistema cognitivo, de la matriz organizacional. Son las causas aparentes, profesadas. Deben entonces ser al mismo tiempo entendidas e ignoradas. Entendidas, en tanto que reveladoras del sistema cognitivo, ignoradas, en tanto que respuestas a la cuestión de las disfunciones. Para ir aún más lejos, la disfunción, es decir, el problema en sí mismo, es significativo del paradigma del grupo social que lo señala. Un problema no existe más que como resultado de la aplicación de un modelo de observación y de análisis de elementos. En función de los instrumentos de observación y de las teorías utilizadas, algunos problemas científicos aparecen y otros no (Kuhn, 1967). Nuestro análisis partirá entonces de la disfunción observada y de sus explicaciones para remontarse a las diferentes definiciones de la situación. Sin embargo, más allá de estas primeras pistas, ¿cómo aprehender las definiciones de la situación, las representaciones simplificadas de la complejidad organizacional? Nuestros análisis no se derivan de la psicología social o cognitiva, utilizando las experiencias de laboratorio para actualizar modelos mentales, planos cognitivos y procesos de influencia social sobre estos últimos. Nuestro terreno de investigación es el de la organización, el material de análisis son los discursos provocados o espontáneos, las interacciones sociales y su contexto. Pero, ¿cómo estar seguro de que las definiciones expresadas (y aprehendidas por el observador) son las definiciones del grupo observado? En efecto, sabemos bien que el individuo no hace lo que dice, ni dice lo que hace. La diferencia entre teoría profesada y teoría en uso (Argyris y Schön) explicita esta separación entre las representaciones expresadas y las representaciones que operan. Si nos quedamos con las representaciones expresadas, aprehendemos aquello que el individuo dice de la justificación de sus actos. Podemos, por ejemplo, registrar una representación muy negativa del racismo bajo la forma de enunciados inequívocos como “No soy racista”. Sin embargo, esta misma persona puede tener comportamientos racistas al evitar, por ejemplo, sentarse junto a una persona de color en un autobús. Comprender una situación requiere en estas circunstancias retomar las teorías en uso que aunque son no-dichas, estructuran. No son inconscientes, sino “seen but unnoticed”. Aprehender las definiciones de la situación es, por lo tanto, aprehender más de lo que el individuo declara; es también desconfiar de las teorías profesadas en tanto que son justamente discursos producidos por el investigador. 84 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo II - Prácticas de investigación Las hipótesis previas nos llevan a proponer un modo de análisis en tres grandes puntos: actuar sobre una disfunción observada por los actores de la or ganización para hacer de ella la entrada al cuestionamiento, interrogar las explicaciones generales propuestas para la disfunción, hacer emerger elementos materiales y simbólicos que simplifican la realidad. Estos tres ejes permiten, al reunir y trabajar de forma específica con los datos (observaciones de tipo etnográficas, análisis discursivos de las entrevistas, entre otros), reconstruir el tejido organizacional y las consecuencias en términos de ignorancia. 1. Los defectos percibidos Partimos de un defecto percibido por el coordinador de la investigación y tomamos nota de las causas percibidas si las hubiera. Hemos listado aquí una serie de preguntas que han sido el punto de partida de la investigación. Pregunta 1: “tengo la impresión de que diferentes puntos de atención al cliente en mi organización no responden a las expectativas de los usuarios”. Causa percibida: “no hemos informado a los usuarios lo suficiente y los agentes no están bien capacitados”. Pregunta 2: “diseñé un programa de actividades para el Director de Recursos Humanos y de mecanismos de ascenso para el personal pero el procedimiento difícilmente se aplica”. Causa percibida: “no somos lo suficientemente emprendedores. Un procedimiento que proviene de una cultura americana no puede aplicarse en el marco “franco-francés”. Pregunta 3: “las relaciones entre el corporativo y la sucursal son muy malas. Causa percibida: “hay enemistades personales”. Pregunta 4: “la cantidad de quejas por paquetes no enviados aumentó”. Causa percibida: los procedimientos y las promesas no se cumplen. El defecto y la causa percibida son interrogados como efectos sistémicos de ignorancia y procedemos a reconstituir la matriz organizacional generatriz de este efecto en particular. El defecto percibido se convierte en un punto de entrada para el trabajo de investigación que tiene como objetivo ir más allá de él. Es ahí donde las causas percibidas son valiosas porque permiten entender cómo son analizados los problemas y cuáles son las definiciones de la situación que en- Aproximación metodológica para circunscribir una ... 85 carnan. Al interrogarnos sobre el defecto hacemos emerger progresivamente un conjunto de causas percibidas que nos informan sobre el estado del tejido organizacional. 2. Las explicaciones generales Un cierto número de explicaciones generales o propuestas por miembros de la organización tienden a esconder las causas de los defectos. Aquí listamos algunos, sin intentar ser exhaustivos, para mostrar que nuestro procedimiento de análisis interroga las evidencias, cuestiona aquello que parece claro, en la medida en que debido a su naturaleza la complejidad jamás es descrita. Si pudiera serlo, las cosas no serían ni evidentes ni claras. La primera de estas evidencias concierne a los dispositivos de formalización y de control: los actores piensan que entre más sometamos los procesos a lógicas de formalización y de control (las normas ISO son un ejemplo), menos pueden residir estas causas en los procesos. Piensan que entre más describan los procesos, más transparente será la organización. Sin embargo, ésto implica olvidar que los intereses de las personas, de los grupos, de las profesiones y de los sectores pueden estar en conflicto. Es en el conflicto, en el secreto, en la opacidad, en donde la falsa transparencia es una ventaja importante. La segunda de estas evidencias concierne a la existencia de reglas que enmarcan los procesos. Los actores piensan que entre más reglas tengan, más se ajusta la actividad a sus funciones. Pero las reglas son métodos de resolución de problemas relativos al contexto para el cual fueron diseñados. Este contexto puede cambiar y la regla puede volverse inútil, ineficaz. Uno de los grandes resultados de la sociología del trabajo y de las organizaciones ha sido mostrar que las reglas y la autonomía no son contradictorias. La tercera evidencia concierne el compartir un lenguaje común. Los actores piensan que al utilizar las mismas palabras que sus interlocutores estos últimos los van a entender y que no hay lugar para imaginar defectos posibles. Sin embar go, es posible que los interlocutores no le den el mismo significado a las palabras y que vivan en un malentendido permanente, tendiendo a provocar malas interpretaciones. La cuarta evidencia concierne a la aplicación de herramientas de gestión. Se concibe que estas últimas puedan hacer de la administración algo técnico, la tecnicidad da prueba de la racionalidad. Pero los actores olvidan que las herramientas de administración también son armas micro-políticas3 y albergan tentativas de persuasión, de seduc3 Cuq F., Sehili D., Tripier P., (1999), «Forme, contenu et dynamique des dispositifs de gestion» in Utinam, nouvelle série Numéros 1&2. 86 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo ción, de violencia simbólica, estrategias personales, lejos del aspecto claro que muestran4. La quinta evidencia concierne a la jerarquía. Los actores piensan que la or ganización, como un cuerpo, funciona con la complementariedad de un todo (encarnado por la dirección) y de sus partes. Pero las partes o la dirección pueden desarrollar lógicas particularistas que arruinan cualquier esfuerzo real de consenso. Lo mismo sucede si introducimos una lógica contractual. Ya que las condiciones de un contrato son rara vez voluntarias, no podemos esperar que los resultados fijados sean considerados por cada uno como una meta. Las organizaciones desarrollan también un espíritu de clan que crea barreras invisibles entre los diferentes grupos. El primer trabajo de análisis consiste en separar las evidencias organizacionales que disfrazan las causas reales de los defectos. A menudo mostramos también que estas evidencias participan de la ceguera organizacional. Las creencias en los dispositivos de gestión, en los dispositivos de comunicación o de coordinación, son a menudo índices de definiciones de la situación organizacional muy cerradas o auto referenciadas. Reducen la complejidad y contribuyen aún más a su opacidad. 3. Los elementos que simplifican la realidad La investigación debe también incluir los elementos materiales y simbólicos que reducen la complejidad. Ya hemos citado los indicadores de gestión sobre los cuales es necesario trabajar. Sin embargo, podemos incluir en el análisis cualquier herramienta de gestión. Llamaremos herramienta de gestión al conjunto de herramientas formalizadas (textos, informática…) destinados a coordinar operaciones de gestión (del trabajo, de productos, de procesos, de personal…) a manera de procedimientos considerados como eficientes. Normalmente aquello que distingue a las herramientas de trabajo de las formas anteriores de gestión son: 1) los principios y los modelos a los cuales se refieren, 2) los procedimientos que aplican y desarrollan, 3) los actores que movilizan. Si los objetivos permanecen iguales (mejorar los resultados económicos de la empresa), los medios difieren profundamente. Las herramientas de gestión en el caso que nos interesa se presentan de distintas formas, simples enumeraciones en la mayoría de los casos, pero también pueden tomar formas más complejas (software, herramienta de evaluación con informaciones acumulativas). 4 Maugeri S. (sous dir.), Délit de gestion, Paris, La dispute, 2001 ; Boussard V., Maugeri S., (sous dir.), La gestion dans tous ses états, Paris, L’Harmattan, 2002. Aproximación metodológica para circunscribir una ... 87 En la actualidad, las reflexiones sociológicas sobre las herramientas de gestión son lo suficientemente numerosas y valorizan el hecho de que “toda herramienta revela, al usarla, ser una muleta provisional que se vuelve obsoleto rápidamente”5. Estas herramientas son dispositivos reales utilizados por diferentes actores, individuales o colectivos, para ejecutar y desarrollar estrategias variables, sin ninguna relación real con el objetivo atribuido a la herramienta (Boussard, Maugeri, 2002). Una de las dimensiones de estas estrategias se apoya en la capacidad de estas herramientas a “conformar” la realidad, a imponer un sentido a cada una de las actividades a través de la elección de categorizaciones, de conteos, de aclaraciones, etc. Cada herramienta de gestión, sea referencial de la calidad o de las capacidades, software de producción o de planificación, procedimiento de control o de descentralización, conlleva una reducción de la complejidad organizacional. En cada uno de los niveles en los cuales se utiliza la herramienta, es necesario aprehender las representaciones particulares para después confrontarlas. Uno de los ejes de análisis consiste entonces en observar las herramientas de gestión desarrolladas por la organización, identificarlas, ver cómo son utilizadas realmente y sobre todo identificar para aquellos que permanecen en vigor en la organización las transformaciones que experimentan o los deslices con respecto a los objetivos que se fijaron en un inicio. Podemos identificar otros elementos de reducción de la realidad, como la infraestructura de las situaciones, que dicen mucho sobre las percepciones de unos y otros. Por ejemplo, la presencia de un portavoz, como el punto de contacto de una organización con su público. La organización de los espacios, la señalización visual de las funciones y de los roles (ausencia o presencia de ésta), los códigos de vestimenta, son elementos que conllevan definiciones simbólicas de situaciones. Estos elementos se vuelven con el tiempo tan naturales que los propios interesados dejan de percibirlos. Este es el caso de un portavoz o de un código de vestimenta en relación a la jerarquía o a las funciones. La ingenuidad de la mirada exterior permite hacer emerger representaciones sociales fuertemente incorporadas en estos elementos simbólicos. Una última pista de reflexión concierne a las definiciones incluidas en los actos del lenguaje de los diferentes actores: ya sean denominaciones oficiales (verificador) como en las taxonomías indígenas (“el jefe”). La manera en que los espacios, las personas, los roles, las actividades, los procesos, los hechos históricos son nombrados indica con bastante claridad la manera en la que son percibidos y el filtro con el que la realidad es reducida. 5 F. de Coninck,» La gestion du changement, comme art de slalomer entre des outils contradictoires », La gestion dans tous ses états, Boussard V., Maugeri S., (sous dir.), Paris, L’Harmattan, 2002. 88 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo III - De la matriz al defecto El procedimiento de investigación parte entonces del defecto para hacer aparecer las rupturas en las definiciones de las situaciones. La formalización que realiza el observador de los paradigmas al permitir explicar los conjuntos coherentes de definiciones de la situación y los modos de acción y de interacción, permite tomar distancia con respecto a las observaciones. Esta fase, cercana a la constitución de los tipos ideales apreciados por M. Weber, al esquematizar la organización revela las incoherencias entre los paradigmas, el principio de la matriz. Como ya lo hemos mencionado, esta esquematización es una reducción de la realidad en sí misma, por lo que no es válida sino en el caso de una disfunción dada. Siempre es posible dar sentido a otras definiciones que se aplican a otros círculos y que son explicativas de otros malentendidos. La organización nunca puede resumirse en un nivel de realidad, ¡incluso el de un sociólogo! La matriz descubierta puede ser explicativa del defecto percibido al inicio. En el proceso puede explicar otros, descubrir algunos que no habían sido percibidos. Sin embargo, puede no tener relevancia sobre otros defectos para los cuales será necesario reconstruir otro prisma. En este procedimiento hay que ahondar en el principio de desdoblamiento organizacional, o sea, pasar de la realidad organizacional a la explicación sociológica. Como lo hemos demostrado en nuestra obra, una de las formas de identificar una definición de la situación y de aprehender la constitución de un círculo acompañado de principios de justicia es la escala de posiciones. Estos tres elementos pueden estar presentes por separada, aunque sean interdependientes: no pueden funcionar sin los otros y se justifican mutuamente. El círculo siempre se encuentra asociado a los principios de justicia e implícitamente a una clasificación. Por cierto, la noción de inclusión/exclusión es una clasificación en sí misma. La definición de principios de justicia asienta la legitimidad de las fronteras del círculo, al igual que de clasificaciones internas y externas. Cuando una escala es expresada, revela por ende sus círculos. Lo recíproco también es verdadero. Lo recíproco es también válido. A menudo la definición de los miembros del círculo contiene implícitamente una escala de clasificación. 1. Definiciones de términos de la investigación: Círculos. Las situaciones son interpretadas por los actores sociales a partir de su definición de las fronteras que delimitan el círculo social al cual creen pertenecer. Estas fronteras definen un mundo, un conjunto al cual pertenecen. Los actores hacen públicos los criterios que permiten Aproximación metodológica para circunscribir una ... 89 reconocer a los miembros de este círculo. La distinción entre los miembros y los no miembros se funda sobre tipologías y categorización de sí mismos y de los otros. Este término marca un sentimiento comunitario que rechaza hacia el exterior todos los que no están dentro. Las fronteras del círculo pueden ser aprehendidas por el observador a partir de las distinciones entre los miembros y los no miembros. Cada individuo tiene una percepción del círculo al que pertenece que puede no corresponder a la percepción que se hacen los demás. Retomando la terminología de Merton6, podemos hacer una distinción entre círculo de referencia y círculo de pertenencia. Esta distinción distingue entre la definición para sí mismo y la definición para el otro de la situación7. Comunidades de justicia La pertenencia a un círculo implica la construcción y el compartimiento de valores que hacen explícito aquello que es justo o injusto. Las fronteras dentro de las cuales se inscriben estos sentimientos sobreponen al círculo una comunidad de justicia. Todas las acciones, ya sean internas o externas al grupo, son consideradas como justas si están en conformidad con estos valores. Al inverso, son acusadas de injustas si contradicen los principios que fundan la comunidad. Las organizaciones ven cohabitar comunidades de justicia con múltiples percepciones que se pueden aplicar a un mismo evento; lo que es considerado justo por unos no es sino deshonestidad, degradación, perfidia para otros. Las comunidades de justicia son aprehendidas a partir de la enunciación de valores y de sentimientos de justicia y de injusticia a los que están ligados. Escala Finalmente, los elementos previos justifican una escala social que clasifica los individuos según sus círculos de pertenencia: cada círculo se atribuye una posición fundada sobre una percepción del prestigio, del poder, de la influencia, de la importancia, entre otros. Cada escala distingue así aquellos que están en lo alto de aquellos que están abajo, aquellos que están al centro de aquellos que son periféricos, aquellos que están incluidos de aquellos que están excluidos. Sin embargo, esta escala es propia a cada círculo y no puede corresponder a una escala tal como es definida por otro círculo. Aquellos que piensan estar en lo alto pueden ser considerados como los que están abajo por otro círculo que invierta las posiciones. Las escalas son percibidas gracias a las 6 7 Merton R.K., (1953). Éléments de théorie et de méthode sociologique. Paris: Plon. Nous reprenons à C. Dubar la distinction pour soi/pour autrui qu’il a dégagée pour l’analyse des identités .C. Dubar, La socialisation, construction des identités sociales et professionnelles, Paris, Armand Colin, 1991. 90 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo posiciones que se atribuyen los miembros de un círculo y gracias a aquellas que atribuyen a otros círculos. IV - Conclusión: Ceguera y revelación El interés principal de nuestro procedimiento es hacer emerger las causas insospechadas y sistémicas de las disfunciones organizacionales. Insospechadas, porque nuestro procedimiento revela aquello que es menos visible en la vida organizacional, su nivel cognitivo. Sistémicas, porque es en las interacciones entre los diferentes sistemas cognitivos que encontramos las dificultades de una organización. Es entonces en este doble nivel de interacciones y del inter-conocimiento de los paradigmas presentes que pueden encontrarse soluciones para mejorar los defectos. La idea es pasar de la ceguera a la clarividencia, de la misma forma en que resolvemos malentendidos y sobreentendidos explicando las interpretaciones de cada uno. Este principio está incluso en el centro del análisis etnometodológico e interaccionista, ya que estos enfoques han, entre otras cosas, observado la forma en la que los protagonistas de una situación buscan comprender como deben interpretar la situación en función de los protagonistas ya en escena. De la misma forma, el concepto de definición de la situación, incluye la idea esencial de una dinámica reproductiva: si un stock de definiciones existe para calificar una situación, pero cada nueva interacción provoca nuevas definiciones como consecuencia de la propia fuerza de las interrelaciones. El papel de este tipo de investigación es aclarar cada paradigma con otro. Al tipificar las actitudes, descubriendo las incoherencias, mostrando similitudes donde los actores ven diferencias, podemos imaginar la creación de nuevas dinámicas. La investigación produce la posibilidad de interacciones reales donde los protagonistas operan en mundos cerrados. En términos de procedimientos de cambio, nuestra práctica de la sociología aplicada al funcionamiento organizacional, se sitúa entre el mundo de las transferencias y el mundo experimental, como lo define R. Sainsaulieu: provocar nuevas definiciones de la situación es a la vez actuar sobre el aprendizaje de nuevas identidades y culturas (círculos y principios de justicia), pero también, y ambos están íntimamente ligados, operar actuar sobre las relaciones de los actores desde que concierne a una modificación subjetiva o objetiva, de posiciones de unos o de otros. Sin embargo, aunque no dudemos que los efectos de estas dos formas cruzadas de aprendizaje, pensamos que conviene subrayar los límites de una aproximación que sería estrictamente demasiado cognitiva. Hemos insistido sobre la heterogeneidad de formas de conocer el mundo, sobre las rupturas entre los niveles. Sin embargo, la Aproximación metodológica para circunscribir una ... 91 ausencia de un nivel único tampoco significa la ausencia de un nivel dominante. El descubrimiento de paradigmas centrales dominantes también nos ha enseñado ésto. Algunos paradigmas parecen ser más activos que otros, son objetos de denuncia. Hemos renunciado a utilizar el término ideología que nos parece demasiado connotado para permitir una presentación correcta de nuestras hipótesis. En esta etapa de nuestra reflexión, nos parece necesario reabrir el debate. El proceso que desde K. Marx nombramos ideología implica una distorsión de la realidad de las relaciones sociales de clase a través de argumentos de naturaleza cuasi-científica: las supuestas leyes del mercado esconderían a los trabajadores su posición de clase dominada. En esta perspectiva, la ideología es superior, es total. Distorsiona la realidad, haciendo suponer que esta última pueda ser revelada en toda su verdad. El conjunto de trabajos que hemos expuesto en esta obra nos conduce a renunciar a la idea de esta verdad única. De la realidad, no podemos hablar sino en plural. Cada definición es una elección y una renuncia a otra mirada también válida. En este sentido, todo descubrimiento es también una operación de disimulación: no hacemos emerger más que una representación de la realidad que a su vez disimula todas las demás. ¿Debemos entonces renunciar a analizar la organización como un campo ideológico? No, pues hacerlo sería adoptar una definición demasiado restrictiva de la ideología. Este concepto, concebido de forma más amplia, particularmente por P. Ansart8, permite aprehender de forma precisa aquello que se está en juego en el apilamiento de niveles de realidad organizacional. P. Ansart ve en toda ideología la construcción de una imagen de la sociedad. Esta última precisa el lugar de cada elemento, presentando a la vez una visión ordenada y normada de la sociedad. La ideología distingue fronteras que designan los actores sociales, individuales o colectivos, dándoles un sentido, una razón de ser, una identidad. Asigna poderes, define sus dueños y su ejercicio, determina un modelo global de relaciones sociales. Proclama un conjunto de valores mayores que permiten distinguir lo positivo y lo negativo, el bien y el mal, juzgar las conductas. Esta presentación de la sociedad se presenta como verdad y legitimidad. Aún más, es un discurso de legitimación donde los principios son justificados por su conformidad con la justicia. P. Ansart subraya el carácter pragmático de las ideologías: dicen a la vez aquello que debe ser y aquello que debe ser logrado. Implican ciertas formas de acción y condenan otras. Encontramos en esta definición las principales dimensiones de los paradigmas organizacionales tal y como los hemos presentado: círculos, comunidades de justicia y posiciones, expresan bien las imágenes ordenadas y normadas de la organización donde se justifica el sentido de los roles y de los modelos de 8 Ansart, P., Les idéologies politiques, Paris, PUF, 1974. 92 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo acción. Aún más, los paradigmas, ciegos los unos a los otros, cubren a aquellos que los aceptan las diferentes formas, contradictorias, de percibir las mismas situaciones. En cada uno de los casos, se pretenden generales mientas que son incompletos y parciales. Es otra característica de la ideología “proceder a la totalización de la experiencia social, reducir la complejidad a algunas relaciones simples y expresar a través de ellas lo esencial de la totalidad”9. Esta noción es interesante en la medida en que supone la coexistencia de tensiones entre sistemas ideológicos. Hacer un análisis sociológico de las ideologías es mostrar la dinámica que se establece entre los productores de ideologías y los receptores, portadores a su vez de ideologías propias. Esto hace que Ansart hable de una “red ideológica concreta”, compuesta de subsistemas rivales que atañen a grupos diferentes según modalidades particulares e intensidades variables, dividiendo eventualmente a una misma clase, reconstituyente otras integraciones. La red ideológica concreta supone un tejido ideológico y el análisis de interrelaciones entre los elementos del tejido. Supone un sistema de autoridad en el cual los agentes se encuentran insertos, pero también de reinterpretaciones y de reacciones a ideologías producidas. La forma en que hemos caracterizado las matrices organizacionales, no nos parece tan alejada de estas dinámicas ideológicas. Pero nos queda por entender de qué manera este acercamiento entre la matriz organizacional y la red ideológica nos conduce a predecir con prudencia las posibilidades de abrir los tejidos organizacionales y suprimir los efectos de la ignorancia. Las ideologías aunque sean vistas dentro de un marco ideológico, no son neutras. Su dimensión paradigmática proyecta a los individuos en una acción normada y controlada. Los principios de ésta son el objeto de una legitimación, es decir, de una justificación de aquello que pudiera ser tomado como injusto, de una defensa contra los cuestionamientos10 en cause. De una ideología a otra hay órdenes sociales diferentes que se enfrentan. Cuando hablamos aquí de orden, no es para reducirlo a una cuestión de dominación o sumisión. Hemos insistido lo suficiente sobre la complejidad del orden social, para poder decir aquí que no se resume a la cuestión del poder. Fronteras, justicia y posiciones definen cada vez un orden diferente en el cual los actores sociales son situados de forma distinta. Estas asignaciones no son equivalentes. Esto también nos lleva a decir que los órdenes no son intercambiables. Desconocer los otros paradigmas que no son el propio es el resultado tanto de un proceso de encierro cognitivo, como de un proceso político de legitimación del orden social propio. Desconocer e ignorar es también 9 10 Ansart P. op.cit. P. Berger et T. Luckman, 1966, La construction sociale de la réalité, Paris, Masson/Armand Colin, , trad. franç 1996. Aproximación metodológica para circunscribir una ... 93 seguir siendo y actuando en virtud de disposiciones que definen, colocan y juzgan al sujeto. Para concluir, la matriz organizacional muestra tensiones políticas y no sólo cognitivas. Para decirlo de otra forma, porque hay fenómenos cognitivos hay fenómenos políticos. El análisis de la relatividad de las definiciones de situaciones, de la construcción social de realidades, debe emparentarse con los procesos de la sociología del conocimiento. Donde hay conocimiento hay política. Sin embargo, aquí entendemos política en un sentido amplio, ligado a la constitución de órdenes sociales complejos y en un sentido dinámico, tal como lo deja entender la noción de red ideológica. Desearíamos que nuestro lector, de igual forma, considerara todas las implicancias políticas tanto del desconocimiento como del conocimiento. El proceso sociológico que proponemos es modesto. Puede señalar cegueras. Puede esclarecer los paradigmas presentes y su tensión. Puede ayudar a unos a enriquecerse con los otros. Puede desencadenar dinámicas de redefinición de paradigmas. Sin embargo, la revelación puede también no corresponder al fin de las cegueras si es que estas últimas son capaces de solidificar órdenes sociales complejos. Nuestra aproximación refuta que para los actores sociales las construcciones cognitivas sean neutras. Las definiciones y representaciones nos reenvían a elementos políticos de lo social como la inclusión, la justicia, la equidad y la legitimidad, las clasificaciones y las posiciones. La ceguera organizacional es también un producto de la construcción, diferenciada y desconocida, de órdenes sociales superpuestos llevados a confrontarse los unos con los otros. Para concluir, aunque el cambio organizacional no parece imposible, tampoco puede reducirse a una cuestión de revelación. Actualizar las diferentes definiciones de la situación en co - presencia puede efectivamente desembocar sobre nuevas definiciones y una reducción, localizada, del apilamiento organizacional. Sin embargo, la aparición de estas nuevas definiciones no es el resultado de una reorganización al aparecer nuevos elementos, sistemas cognitivos. También es, y en esto nuestras conclusiones no difirieren de una sociología de las organizaciones más clásica, una reorganización de juegos políticos. 94 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Bibliografía Ansart, P. (1974): Les idéologies politiques. Paris: PUF Argyris, C. y Sehon, D. (1978). Organizational Learning: A Theory of Action Perspective. Reading, Massaehussets, Menlo Parr Addison-Wesley Publishing Company Berger, P. y Luekman, T. (1966): La construction sociale de la réalité. Paris, Masson/Armand Colin, [traducción francesa de 1996] Berry, M. (1983). Les technologies invisibles. Paris: Éditions du Centre de Recherches en Gestion de l’Éeole Polyteehnique Bouilloud, J. y Lecuyer, B. (cord.), (1994). 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Por otro lado, los defectos organizacionales son de naturaleza sistémica e interrogarlos p e r m i t e c o m p re n d e r l a m a t r i z organizacional. Apoyándose en estas dos hipótesis que describiremos más tarde, el procedimiento de encuesta consiste en partir de los defectos señalados por los actores de la organización haciendo de ellos la vía de acceso al tejido organizacional. Los defectos se convierten en reveladores de incomprensiones y malentendidos, a condición de no dejarse engañar por las evidencias falsas que los actores de la organización presentan para explicarlos. En efecto, ciertas reglas y procedimientos pretenden asegurar la eficacia en una or ganización: for malización de procedimientos, referenciales de acción, compartir un lenguaje común, entre otros. A menudo estos dispositivos son vistos como infalibles al eliminar los defectos, y las causas de estos últimos atribuidas a factores externos: zonas no proporcionadas de dispositivos o personas. A través de un análisis de los elementos organizacionales que reducen la complejidad, cargando representaciones simplificadas y parciales, es posible remontarse a las causas cognitivas de esos defectos. El análisis estará por lo tanto particularmente atento a los indicadores de administración, al equipamiento material y simbólico de los lugares de trabajo, a los discursos repetitivos de la organización, etc. 95 Abstract In this paper we would like to explain the methodological principles of research process useful to analyze the effects of blindness that characterize organizations. These principles are based on two hypothesis related to the organizations: on the one hand, organizational life, though complex, is always simplified. On the other hand, organizational defects are of systemic nature, and questioning them allows us to comprehend the organizational matrix. Based on these two hypotheses, the survey procedure starts by taking into account the defects detected by organization actors, using them as a way to access the “organizational tissue”. These defects reveal misunderstandings and misinterpretations, but with the precaution of not being deceived by false evidence that actors present to support their explanations. For that reason, some rules and procedures pretend to assure or ganizational efficiency: formalization of procedures, sharing a common language, etc. As these elements eliminate the defects and their determinants associated to external factors (non proportional zones of elements or persons), frequently are seen as infallible. Through an analysis of organizational elements that reduce complexity, taking into account simplified and partial representations, it is possible to go back to cognitive causes of these defects. Therefore, the analysis will be particularly focused on administration indicators, material and symbolic equipment in workplace, repetitive discourses of the organization, etc. 96 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 97 El Mundo del trabajo: A informalidade e a apropriação do direito: Considerações sobre a cidade de Brasília – Capital Federal do Brasil1 Carolina Cassia Batista Santos & Marcia de Melo Martins Kuyumjian 1- Introdução Este texto é parte integrante de um projeto de pesquisa interdisciplinar, cujo eixo analítico é o trabalhador na informalidade. Traçamos como objeto de estudo a apropriação/contraposição do trabalhador informal sobre direito/dever no processo de regulação do trabalho e como plano de observação sua vivência na cidade de Brasília. Investigamos o mundo do trabalho como cenário no qual interação e conhecimento se articulam como força cultural em sintonia, pouco harmoniosa, com as políticas públicas por sua ineficácia na promoção da inserção social. Situação que acelera os dilemas entre o campo jurídico e a realidade social, pelo contraponto regulação/precarização, e compromete a possibilidade de participação cidadã. Emergem desta realidade o sofrimento, o medo e a insegurança social. A compreensão deste embate perpassa as percepções que os sujeitos em informalidade têm das políticas públicas, o modo de apropriação dessas políticas, bem como o potencial de sua participação na gestão local. Partimos do pressuposto de que o trabalho social só pode ser desenvolvido a partir da análise da realidade e da redefinição de conceitos centrais para a compreensão dos sentidos que estes conceitos adquirem nas práticas dos diferentes atores sociais. Portanto, esta discussão privilegia a compreensão dos modos de organização de 1 Este trabalho contou com a mais valiosa contribuição dos alunos Viviana Rodrigues Costa e Júlio Leopoldo Silva Prina, bolsistas do Programa Institucional de Bolsa de Iniciação Científica - PIBIC. Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 97-120 98 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo categorias ocupacionais diferenciadas e suas possíveis articulações com o campo das políticas públicas e sociais. O referencial teórico que fundamenta esta discussão é de caráter plural e interdisciplinar, isto porque nasce de diálogos com autores da política social, da história cultural, da sociologia e da psicologia do trabalho. 2 – A informalidade abre uma ferida na concepção de Política Social Administrar os interesses político-econômicos e a dignidade dos cidadãos é pressuposto básico da política social, mas esse perpassa uma malha de interesses sociais conduzindo a um campo de conflito que recusa a possibilidade de qualquer unidade social. Os desequilíbrios, advindos desta condição inalienável do ser social, qual seja, o direito à diferença e à palavra, posto que cada um tem o direito de se manifestar publicamente e de consolidar um modo de viver, engendram forças sociais que o Estado pretende reter e conter no âmbito das instituições estatais. Esse Estado idealizado, ao evocar o poder de defensor da ordem pública, confronta-se com a não imparcialidade dos agentes estatais, responsáveis pela definição de padrões e critérios de redistribuição de riqueza e valores sociais. Assim, o Estado convive com esta incômoda ambigüidade que se manifesta nos modos como os interesses são incorporados às reivindicações. O jogo de interesses compromete a adoção de políticas sociais posto que o Estado não é imparcial. A relação Estado/mundo do trabalho está incorporada na lógica das políticas públicas, por isso o tratamento analítico dado a este texto incorpora a concepção de Pereira (1994) que estabelece a distinção entre políticas sociais e políticas públicas. Assim, a política social é entendida como uma programação estatal resultado de uma conquista pelo reconhecimento da existência de necessidades sociais, mesmo que atendendo a segmentos específicos. Representa o aumento da sensibilidade para as desigualdades sociais. A política pública, por sua vez, remete ao campo conflitual, pela consolidação de interesses barganhados tendo por lastro as decisões coletivas. Aqui, a noção de política pública é entendida a partir do modo como esta se articula com a informalidade presente no cenário urbano, ou seja, políticas públicas que carregam um determinado conteúdo social, mas que, no entanto, não se configuram propriamente como políticas sociais, porque o trabalhador informal enquanto estiver na disputa por uma fatia do mercado é objeto de políticas públicas. Sua incorporação nas políticas sociais depende do reconhecimento social Considerações sobre a cidade de Brasília ... 99 da existência de necessidades a serem atendidas e, portanto, fora da concepção de trabalho e incluído entre os carentes. Essa dicotomia aponta para o fato de os benefícios concedidos não equalizarem a participação, mas demarcarem e reforçarem a desigualdade social. De modo geral, as políticas sociais têm por objetivo compensar o “mal-estar social” gerado pelo capital, garantindo a todos o mínimo indispensável à sobrevivência. Reside aqui uma importante contradição: enquanto as políticas sociais dão visibilidade às necessidades sociais, elas também são expressão do reconhecimento de que reina na sociedade a injustiça social gerada pela expropriação e pela exploração humana. Ao estar fora da lógica do mercado, posto que não realiza trocas recíprocas, o sujeito social é reduzido a sujeito dependente, assistido pelo Estado. Assim, a inserção no mercado de trabalho e a capacidade de autosustentação atuam como um vaticínio à participação política e social. E a ação estatal é capitaneada por critérios de necessidade de correção dos desequilíbrios sociais, tendo por base o entendimento de justiça social e de garantia dos direitos sociais da cidadania. Isso significa, segundo Balibar (1992), que a desigualdade deve ser pensada como um fracionato e não como um continuum, posto que comporta muitas rachaduras. São as desigualdades que se acumulam pelo mercado de trabalho, pela participação no consumo, pelo espaço de habitação, pelas preferências culturais, pela inserção em um mercado educativo etc. Essas geram exclusões diversas que também se acumulam e que, mesmo adotando políticas de correção, não conseguem mudar as regras do jogo, porque a inclusão em políticas não resulta em inclusão social. A interiorização da condição de dependente dificilmente permite que estes indivíduos se vejam como sujeito de direito. Conforme instiga Balibar, eles não existem para eles mesmos, existem como a imagem da assistência e das políticas sociais. O desenvolvimento das forças produtivas no século XIX erigiu um Estado protetor do trabalho contra o modo de funcionamento do mercado, regulador da forma de exploração do trabalho assalariado. O trabalho é colocado no cerne da organização social e a integração do sujeito é hierarquizada, visto ser fundamental para a renda, a identidade social e a participação social. Emerge daí uma campanha contra o não-trabalho, entendido como desemprego. Mas é somente em meados do século XX que se articula a proteção aos desempregados com a adoção de uma política econômica que promova o pleno emprego, corporificado no Welfare State. Cria-se, assim, nos trinta gloriosos a mística do crescimento. Esse debate coteja a questão social que está no cerne das políticas sociais, uma vez que é da consolidação do mercado de trabalho regular e do nascimento da classe operária moderna que surge a pobreza como 100 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo fenômeno de massa. Pobre não é apenas quem não trabalha, porque atinge também o operariado. A partir da década de 90, do século XX, o mundo do trabalho deixa de ser o passaporte para a integração social. Suas profundas mutações quebram o vínculo entre progresso econômico e progresso social. Assim, o fantasma do desemprego é substituído pela avassaladora exclusão social, posto que os mais frágeis ficam “à deriva” na medida em que a economia se moderniza. A sociedade do século XXI está se erigindo sob a chancela da flexibilização do mercado com efeito direto sobre o trabalho. Mantém um número reduzido de trabalhadores assalariados estáveis e produz uma massa de trabalhadores precarizados e excluídos. Para Balibar, isso está ocorrendo porque o mercado está saturado, não conseguindo repor os postos de trabalho destruídos pelo avanço do modo de produção, nem criar novos que absorvam a massa de desempregados. A diversidade e a descontinuidade das formas de emprego estão em vias de suplantar o paradigma do emprego homogêneo e estável. O desemprego não é mais um aspecto das relações de trabalho que pode ser resolvido. É um problema da dinâmica atual da modernização. As novas formas particulares de emprego se parecem mais com as antigas formas de contratação, quando o status do trabalhador se diluía diante das pressões do trabalho. A flexibilidade é uma maneira de nomear essa necessidade de ajustamento do trabalhador moderno à sua tarefa, estando imediatamente disponível para se adaptar às flutuações da demanda. A dinâmica da empresa capitalista não permite que esta arque com o peso da solução da questão social atual, visto que, mesmo havendo políticas de capacitação para os sem qualificação, ainda assim, haverá uma gama de desempregados ou não empregáveis qualificados. Se o domínio da questão social não é da esfera exclusiva da empresa ou da economia, é porque sua dinâmica atual produz efeitos desastrosos do ponto de vista da coesão social, produzindo uma dualidade do mercado de trabalho, com indivíduos qualificados, melhor pagos; e outros submetidos às flutuações da demanda. Há um excesso de efetivos em concorrência direta com os subempregados. Portanto, o problema atual não é apenas o da constituição de uma periferia precária, mas também o da desestabilização dos estáveis. Como o padrão de acumulação impõe restrições à política social, diferentes opções políticas só se realizam a partir da correlação de força, por pressões populares que reivindicam junto ao Estado o desenvolvimento de programas de redistribuição dos recursos e, principalmente, reconhecimento de práticas sociais e culturais no escopo das propostas de políticas. Por conseguinte, a coisa pública só pode ser compreendida se se referir ao que é visível a todos, adverte Grau Considerações sobre a cidade de Brasília ... 101 (1998), e, portanto, evocar o coletivo, cuja mediação só pode ocorrer na esfera pública em oposição à esfera privada. Mas o pacto Estado/ sociedade civil assentado no trabalho inviabilizou a mobilização dos trabalhadores e fragmentou o processo de luta por direitos sociais. O estatal se insere nesta esfera que envolve o público/político/ coletivo, segundo Grau (1998). Essa divisão só se consolida na sociedade moderna pela separação e autonomia do Estado da sociedade civil. Entretanto, esta separação não pode ser entendida como definitiva, posto que é na prática social, da experiência na esfera privada que a coisa pública adquire sentido, porque é ali que as necessidades e as negociações tomam corpo e os conflitos também adquirem fórum de realidade. Inserir estas novas demandas no embate político significa dar visibilidade e notoriedade às ações políticas no cenário da esfera privada, como intervenção do Estado. Se o Estado se intitula mantenedor do contrato social e o mercado matizador das relações sociais e reprodutor da ordem social, a história do campo social, conforme salienta Filgueiras (1995), responde, por meio das práticas sociais, às fragilidades vividas pelos membros da sociedade, sendo estas anteriores à concepção e à implementação das políticas sociais. Do mesmo modo, a centralidade do trabalho é anterior à formação da sociedade moderna. O trabalho informal vem para imputar sentido à impossibilidade do Estado em consolidar a representação de responsabilidade social. Desse modo, ganham destaque as representações sobre o Estado que vêm sendo construídas e re-construídas na esfera da informalidade, já que é no interior de tal relação que novos conflitos pela conquista da cidadania emergem e são negociados. Por conseguinte, a questão norteadora refere-se às formas pelas quais os “sujeitos em informalidade” definem novas práticas coletivas frente às novas configurações do mercado, refletindo sobre como as medidas concretas adotadas pelo Estado estão em sintonia com as expectativas dos sujeitos/grupos alvos aos quais se destinam. Castel (1995) corrobora com este debate ao enfatizar a reconfiguração da questão social na contemporaneidade. Segundo o autor, o enfraquecimento da condição salarial tem solapado as bases sociais e colocado em risco a coesão social. Se o trabalho não perde sua centralidade, a percepção de trabalho entre os diferentes grupos sociais varia de modo a impedir a imediata identificação da atividade trabalho e do sujeito trabalhador. A isso se agregam o desemprego estrutural, o enfraquecimento do Estado-nação e a globalização econômica. O conjunto das mudanças na esfera da produção e da organização social implicou um redirecionamento das ações do Estado, em especial 102 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo nos mecanismos de regulação da produção material e da gestão estatal e privada da força de trabalho, cujos destaques são as privatizações, o “estreitamento” dos direitos dos trabalhadores e as pressões do empresariado e da burocracia estatal nesta direção, além de uma naturalização por parte dos trabalhadores da superexploração do seu próprio trabalho, ou seja, seu consentimento e adesão às novas exigências da produção capitalista. Na recusa de uma visão maquiavélica das políticas sociais, como organização do espaço social para submeter a classe operária, Faleiros (2000) chama a atenção para sua função como gestora estatal da força de trabalho, articulando as pressões e os movimentos sociais dos trabalhadores com as for mas de reprodução exigidas pela valorização do capital e pela manutenção da ordem social. Assim, as políticas sociais devem ser vistas de forma contraditória, pois realizam não só uma valorização do capital, mas interferem diretamente na valorização e na validação da força de trabalho, como mercadoria especial, produtora de mais- valia e como sujeito de direitos no pacto da cidadania democrática. No entanto, a dinâmica do mundo do trabalho nos indica que o Estado não conseguiu reter o conflito social na relação capital/trabalho, porque há agora um enorme contingente de pessoas excluídas do trabalho formal e, portanto, de difícil controle pelo Estado. Aqui reside uma questão interessante, o Estado no campo da política pública abandona o desempregado, fora da regulação estatal, e o recupera no campo da política social, como sujeito carente que necessita do apoio estatal. Portanto, se o trabalhador informal não fica fora das políticas, estas não o absorvem integralmente como trabalhador em dificuldade, ou é sujeito da regulação estatal ou da assistência estatal. Então, o Estado contribui para a fragmentação do indivíduo social e o retira do campo da participação política como sujeito reivindicador. Dessa forma, a nova questão social tem a mesma amplitude e a mesma centralidade da questão suscitada pelo pauperismo na primeira metade do século XIX, repercutindo na perda de identidade dos indivíduos pelo trabalho. Este fato remete à discussão de Sennett (1999) sobre a ilegibilidade do trabalho no processo de acumulação flexível, uma vez que a identificação das pessoas com o trabalho é fraca e superficial. Desemprego, exclusão e desigualdade conduzem a análise da questão da cidadania cada vez mais multifacetada e menos relevante na vida social. Temos uma grande e constante dramatização da questão social, pois tudo se processa de maneira avassaladora sem bem se chegar ao mínimo de igualdade civil e social. É aí que entram em jogo as tendências em curso de flexibilização e de crescente precariedade do mercado de Considerações sobre a cidade de Brasília ... 103 trabalho. A desmontagem das formas estatais de regulação das relações de trabalho e os conflitos trabalhistas vêm dando lugar a uma segmentação jurídica que joga muitas pessoas no pior dos mundos, um mundo no qual não existem garantias de um contrato de trabalho regular. Os direitos estão cada dia mais fragmentados e as formas de representação política dos trabalhadores cada vez mais precarizadas. A cidade de Brasília não está inume às transformações econômicas e a seus efeitos sociais. As mais diversas unidades produtivas, nos mais diversificados ramos, estabelecem assim, em conjunto, uma teia de ligações de maior ou menor intensidade, cujo funcionamento é em parte determinado pelo quadro jurídico-institucional, assim como por um conjunto amplo de códigos e regras de conduta formal ou informalmente estabelecida. 3 - Informalidade – reafirmando a condição marginal Para compreender o movimento do trabalho informal na cidade de Brasília, levamos em conta o conceito e sua incorporação nas práticas brasileiras. De início, nos sintonizamo-nos com Antunes (1995; 2000) e Laranjeira (1999) sobre a estreita relação entre informalidade, metamorfoses do mercado e relações trabalhistas no Brasil. Os indivíduos mais afetados por essas metamorfoses são aqueles com pouca formação, não se constituindo em profissionais adequados ao novo modelo produtivo (Pochmann, 1999). Aos desempregados ou estreantes resta a fatia do mercado nãolegalizado na forma de camelôs, eletricistas como prestadores de serviço autônomos, vendedores de frutas, sapateiros e muitas outras pequenas atividades que escapam do crivo regulador do sistema no que concerne aos encargos sociais e, conseqüentemente, ficam fora dos padrões de proteção social. Não obstante este seja o segmento mais afetado pelo desemprego, a precarização tem batido à porta de trabalhadores com alta qualificação, com curso superior completo, induzindo-os também a se encaixarem em atividades informais para auferir rendimentos maiores sem a contrapartida previdenciária e taxações. Isso gera um duplo ônus: para o trabalhador, a crescente precarização e uma velhice desamparada; para o Estado, a implementação de políticas sociais de combate à exclusão e de garantia dos mínimos sociais (Dupas, 1999). O Estado, ao regular as relações sociais, não pode prever nem impedir que o modelo desenvolvimentista atinja de cheio a lógica da proteção social, os direitos trabalhistas conquistados e a legitimidade do Estado intervencionista. Assim, a intervenção estatal vem salientar a dualidade do mercado de trabalho, formal/informal, posto que a política adotada se restringe a uma árdua campanha para estabelecer 104 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo critérios que formalizem a informalidade e sustente as prioridades do formal. Principalmente pelo fato de os trabalhadores informais afetarem diretamente o mercado legalizado. Na defesa de suas atribuições de guardião da ordem social, o Estado cria a figura de fiscais ambulantes com o propósito de retirar de circulação as mercadorias ilícitas, ou seja, que não passaram pelo crivo e controle do Estado. A resposta a esta medida não tem sido a inibição de ações repreendidas pelo Estado, mas, contrariamente, confrontos, por vezes violentos, entre trabalhadores da informalidade e agentes do Estado fiscalizador. O embate entre norma e situação real coloca o Estado no centro do conflito social por duas razões: não suavizar as regras do mercado para os trabalhadores desprovidos de relações empregatícias estáveis; e, ainda não absorver a lógica de sobrevivência e de manutenção dos elos sociais, por meio das práticas, das experiências e de comunicação das “pequenas histórias locais”. O resultado é a ausência de políticas capazes de ampliar a concepção de trabalho e de participação, uma vez que não há a proposta de rever os critérios do jogo mercadológico para além da preservação dos direitos e garantias do capital. Ao afirmar que “há relativismo no ar”, Maffesoli (1997) nos informa que os grandes impérios ideológicos, que repousam na lógica da unidade e da centralização, cedem em face da pulsão gregária do “nós comunitário”. Isso significa que todo o fundamento do Estado-nação que se assentar no racionalismo é questionado pela ação cotidiana e inquietante dos sujeitos que desejam mais ter uma identidade construída a partir dos sentimentos partilhados do que da observância de leis que promovem mais desconfiança do que pacifica os desafios atuais. Se, de um lado, o sistema econômico se modifica para sobreviver às suas próprias contradições, de outro, reproduz no trabalhador da informalidade, que muda de ponto para poder continuar com seu negócio sem perturbação, uma certa versatilidade, um despojamento revelador da existência de um ritmo social subalterno que se junta contra a “unidade rígida” do sistema. Então, nem há o domínio total da racionalidade, nem a subalternidade total da subjetividade. A unidade rígida do Estado capitalista precipita a flexibilidade da comunidade. A abundância de supérfluo faz emergir das “liberdades intersticiais” a lógica societal em contraposição à lógica e dogma da sociedade. Assim, os indícios dos modos como ocorre a vinculação comunitária podem ser extraídos da organicidade e da lógica que domina a ordem de ocupação espacial do trabalho informal. Em primeiro lugar, há de se reconhecer o incômodo do próprio termo informal para localizar uma modalidade, uma manifestação da realidade empírica que não pode ser obliterada pela “tagarelice” acadêmica ou política. Em segundo, o campo de intervenção estatal Considerações sobre a cidade de Brasília ... 105 deve estar atento para a efervescência destas manifestações e o sentido impresso tanto no que fazem os trabalhadores como no modo como apreendem as soluções e/ou políticas públicas. Ao se inserir na tônica política, os modos como a sociedade se constrói para além das bases legais, os trabalhadores da informalidade adquirem outra conotação. Aludem, esses trabalhadores, a uma realidade contemporânea e presente, com suas particularidades e problemas, com estruturas próprias de inter-relações, capacidades e demandas, que procura responder às necessidades criadas por mais uma metamorfose do sistema de produção capitalista. A reestruturação produtiva, ao modificar todo o processo de trabalho, altera também os significados construídos pelos indivíduos ou grupos sobre o valor social do trabalho e o papel do Estado. Agora os indivíduos vivem na incerteza porque os valores tradicionais foram descartados e as bases de sustentação comunitária colocadas à prova. Com isso, preferem recolher-se à certeza do que já é conhecido e aos acordos face a face das relações comunitárias a ficar exposto a uma agenda política que tende à abstração. Não é, pois, por acaso que Freire (1999), utilizando um trocadilho, afirma que a reestruturação produtiva provocou a desestruturação social ao flexibilizar não somente as estratégias de produção e racionalização, pelo emprego de novas tecnologias, políticas, tempo de giro do capital, produtos, padrões de consumo, como também as condições de trabalho, os direitos conquistados no período fordista e os compromissos do Estado para com a população. A celebração do individualismo e da desigualdade na distribuição da riqueza, da renda e do consumo por meio do mercado auto-regulável tem substituído cada vez mais a ética da solidariedade pela ética da eficiência, tolhendo as alternativas democráticas e coletivas. Em nome da eficiência, os indivíduos rompem seus compromissos com a preservação ou a ampliação da cidadania e com a solidariedade nacional ou regional, mediante o combate ao uso público de transferências fiscais ou tributárias. Em nome da concorrência e graças ao enfraquecimento de formas de organização coletivas (sindicatos, partidos, organizações comunitárias), deterioram-se as anteriores relações de trabalho e manifesta-se maior indiferença e intolerância em relação aos excluídos que a economia continua a criar, sobretudo nas grandes cidades (Mattoso, 1995; Sennett 1999). As contínuas exigências por uma diminuição do custo da força de trabalho, a fim de que as empresas consigam competir com o mercado externo, cria o efeito da precarização dos contratos trabalhistas, menores salários e falta de garantias. Entretanto, a redução do assalariamento não deve ser atribuída exclusivamente à crise econômica, podendo estar relacionada com outras causas, tais como a tendência estrutural à terceirização da produção de bens e serviços. Fato é que o emprego, com carteira assinada, foi substituído pelo trabalho por conta 106 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo própria, em que a remuneração média é menor e a proteção previdenciária praticamente inexistente. O trabalho informal passa por um enorme crescimento nas décadas de 70, 80 e 90, quando ocupa quase metade do mercado de trabalho. As antigas concepções de trabalho informal, como a da OIT, na década de 70, apresentavam-no como conseqüência do analfabetismo e desqualificação, que obrigava as pessoas a desempenharem qualquer tipo de atividade porque não encontravam espaço nas atividades tradicionais (Fuentes, 1997). A década de 80 é um período da economia brasileira caracterizada pelo baixo crescimento populacional aliado à entrada da mulher no mercado de trabalho. Neste período ocorreu o aumento dos trabalhadores no setor secundário, principalmente na construção civil e nas indústrias de transformação, com maior entrada para a mão-deobra desqualificada. O crescimento de atividade de serviços e comércio ganhou espaço na informalidade, incrementando o emprego por conta própria: “A informalização da ocupação não-agrícola nos anos oitenta está associada, portanto, ao lento crescimento do emprego formal e à proliferação de pequenos negócios e do trabalho autônomo” (Baltar e Henrique, 1994: 609). Nesta “década perdida”, houve grande concentração de riqueza com redução de empregos, pois a cada 100 novos empregos gerados, 85 eram informais. Com o governo Collor, implementaram-se as reformas neoliberais que aprofundaram a desigualdade, a exclusão social e o trabalho informal. Esse processo pode ser observado na análise do crescimento do PIB desde 90, quando começa uma queda anual na taxa de crescimento seguida de um pequeno período de estagnação e só em 2001 é que o mercado começa a dar sinais de recuperação. O resultado é uma queda na renda média, desta forma os mais pobres entram na informalidade como alternativa aos empregos formais que não estão disponíveis. A classe média, por sua vez, percebe uma tendência de seus jovens entrarem no mercado tecnológico informal, ou seja, trabalharem como «estagiários» ou «técnicos» de lojas que necessitam de serviços de informática, porém de modo precarizado, sem direito à carteira assinada ou outras formas de contrato. O mercado informal situa-se como um desdobramento do desenvolvimento do processo produtivo, que “cria, recria e redimensiona o espaço econômico, suas formas de organização, os postos de trabalho e as atividades disponíveis”, onde cada vez mais são reduzidas as possibilidades de inserção das pessoas em situação formal de emprego (Dalbosco e Kuyumjian, 1999). A informalidade em si é uma condição que coloca o sujeito em conflito com as normas sociais vigentes, não necessariamente as negando, mas sinalizando para a dificuldade do seu cumprimento. Isso Considerações sobre a cidade de Brasília ... 107 revela a complexidade e a amplidão da informalidade, cuja natureza não se restringe aos parâmetros legais, e sim às estratégias cotidianas. Para o trabalhador informal está claro que o processo de inserção social não se limita à disponibilidade de recurso financeiro que permita sua participação no mercado consumidor. Vincula-se sobremaneira na capacidade de participar de uma rede de informação e de confiança que ainda se espelha na localização do sujeito na estruturação do trabalho. A identidade social ainda deriva do mundo do trabalho e do vínculo empregatício que chancela a compra a prazo. Deste modo, não possuir uma carteira de trabalho, que assegure renda, limita a credibilidade no mercado consumidor e em empréstimos bancários. Desconfiança e desvalorização rebatem na auto-estima do indivíduo e de sua família. Mediante sua condição social e econômica desfavorável, os trabalhadores informais utilizam a experiência de vida, seja como indivíduo ou como grupo, para criar formas de contornar os problemas, garantir a sobrevivência e manter os elos sociais. Essas condutas não se reduzem aos papéis nem às estratégias de interesses, considerase a distância subjetiva que mantêm com o sistema: não porque não tenham nada a ver com a sociedade, mas como uma distância de si que procede da heterogeneidade das lógicas da ação que crescem hoje na experiência social. Soma-se a esta heterogeneidade a fragmentação que reside na alma do indivíduo, posto que o sistema não permite a construção da coerência interna (Dubet,1994). São, por conseguinte, suas representações sociais que podem nos apresentar o conteúdo de suas atividades, os possíveis sentidos impressos nos seus atos e nos intermináveis diálogos e embates políticos. Pensar o trabalho na tônica das representações sociais significa apreender a atividade produtiva como básica para a socialização que confere tonalidade à inserção social e à identidade cultural, para além dos princípios da economia de mercado. O trabalho é o lugar de humanização, construído e reconstruído socialmente, que permite aos grupos legitimarem táticas particulares e alocação específica no tempo e no espaço. Estão incluídas nessas táticas a percepção e a apropriação de políticas, com o intuito de ocupar as fissuras do próprio sistema. Compreender a organicidade do trabalho informal implica destacar como a relação Estado/sociedade civil vem sendo construída e reconstruída, já que é no interior de tal relação que novos conflitos pela conquista da cidadania emergem e são negociados. Cabe aqui considerar as formas pelas quais os “sujeitos em informalidade” definem novas práticas coletivas frente às novas configurações do mercado, que refletem nas medidas concretas adotadas pelo Estado e afetam as expectativas dos sujeitos/grupos. Para tanto, mais do que sopesar as instituições detentoras do poder de decisão e a esfera de planejamento 108 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo estatal, pondera-se sobre a questão da cidadania como fenômeno que engendra a emergência de novos atores sociais e políticos no espaço público. Com isso, queremos dizer que qualquer análise sobre a relação Estado/sociedade civil deve se ater ao modo como os atores se beneficiam de determinadas políticas públicas e como se articulam para o exercício da cidadania, para a construção da identidade coletiva e o sentido de pertencimento ao grupo e à sociedade envolvente, principalmente os que estão na informalidade. O desenho da cidade de Brasília imprime marcas e realça a condição de informalidade. A densidade populacional, menos numerosa no Plano Piloto, centro do poder político nacional, e mais abundante nas cidades-satélites, informa como têm ocorrido o processo de periferização e as distorções no plano original de desenvolvimento do Distrito Federal (DF). A partir da década de 80, foram criadas em Brasília onze novas regiões administrativas, totalizando, em 1998, 1.822.218 habitantes. Contribui para tanto o avanço das invasões (ocupações irregulares do espaço urbano). A pulverização da metrópole visa maior controle da cidadania pelo Estado. Fragmentando a cidade, criando núcleos múltiplos, desencorajam-se pressões populares, estimula-se a ideologia da casa própria, exalta-se a beleza do bairro administrativo, tomba-se o patrimônio arquitetônico, congela-se a imagem das belas formas paisagísticas, erguem-se panteões e signos ideológicos ostentatórios. Brasília, sobretudo o Plano Piloto, evidencia algo que se pode captar em qualquer cidade, o esparramamento urbano. Esse contém um controle geopolítico, atenuando os ímpetos de massas oprimidas e reivindicantes (Paviani, 1989). A cidade tem, portanto, suas próprias características em termos de ocupação espacial e empregatícia, gerando um quadro de desqualificação da maioria composta por migrantes e superqualificação de segmentos específicos, principalmente dos escalões superiores do funcionalismo público. Não obstante a grande variedade de ocupações, o informal detém características comuns. Participam deste uma maioria de adultos de meia idade, entre os 45 e 60 anos, mas os jovens começam a se infiltrar e ocupar espaços. O nível de escolaridade é baixo, em geral não superando a quarta série do Ensino Fundamental. No estudo sobre São Paulo estes dados são semelhantes e as considerações apontam para uma mesma conclusão: a população de baixa escolaridade é a principal formadora do informal, haja vista a residual absorção do mercado de trabalhadores desqualificados. O cotidiano cria no grupo a capacidade de elaborar regras, crenças e tipos de condutas próprias. Isso promove a reação interna bem como externa ao grupo, sendo necessárias negociações constantes no processo de interação social. É nessa situação de embate que o conhecimento adquirido imprime uma identidade grupal, justificando-a Considerações sobre a cidade de Brasília ... 109 e legitimando-a. Com o tempo, esse conhecimento tende a ser naturalizado, parte do senso comum, sendo uma ação quase mecânica nas interações diárias. A relação deles como empregadores reflete uma ambigüidade que aparece principalmente nas feiras, lugar de concentração e “fácil” controle da informalidade pelo Estado. Os donos das barracas muitas vezes possuem firma registrada e podem se comprometer a assinar a carteira de trabalho de seus empregados, mesmo que seu comércio seja em última instância ilegal, posto que na maioria das vezes seu produto é contrabandeado ou “pirateado”. Além disso, muitos trabalhadores não apresentam uma perspectiva quanto ao seu futuro do ponto de vista previdenciário, mesmo porque, apesar de conhecerem a vantagem da carteira assinada, boa parte ignora o trabalho regulamentado e tampouco concebe o funcionamento da aposentadoria, ainda mais por ser uma contribuição que pesa enormemente e que acreditam render muito pouco. Afinal, ninguém respeita uma aposentadoria que se aproxima dos 30 dólares. Ademais, a juventude que procura a inserção no mercado de trabalho encontra suas expectativas frustradas e acaba por se alocar na informalidade. Desqualificação, falta de experiência e uma concorrência muito agressiva no mercado, somados à escassez de vagas são as causas deste problema (Pochmann, 2000). Ponderar sobre a trajetória da informalidade pressupõe localizar a representação do Sistema Nacional de Emprego – SINE/DF, uma das iniciativas do governo nas políticas de emprego. Porém, é uma instituição que procura a inserção formal e, desta maneira, não tem ligação direta com a informalidade. O percurso do jovem no mercado de trabalho começa por sua inscrição no SINE, cuja intermediação fica difícil para os que não possuem uma boa qualificação. Isso rebate na permanência do trabalhador no posto de trabalho bem como no salário e na qualidade de vida. Apesar dos objetivos do SINE, em intermediar a relação empresa/trabalhador, este pouco pode fazer para conter as expectativas do mercado quanto à exigência de qualificação e à dificuldade dos trabalhadores em romper com a baixa escolaridade para se adequarem às regras do mercado. Mesmo que isso venha a ocorrer, supondo-se, com uma imensa campanha educacional e de formação profissional, não significa que estancaria a atividade informal, posto que a competição entre os trabalhadores é muito maior e mais avassaladora do que entre as empresas. Há mais demanda do que oferta por postos de trabalho. Isso coloca a empresa em privilégio e com autonomia de criar critérios de seletividade, muitas vezes alheios às necessidades do posto a ser ocupado. Um exemplo: a exigência de conhecimentos básicos de inglês para concorrer a um posto de auxiliar de limpeza. Há ainda que se ponderar sobre a disposição das pessoas a se submeterem novamente ao sistema educacional, que representa esforço e dedicação, quando a 110 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo realidade reclama por comida na mesa para si e para os filhos. A sobrevivência não é subsidiada pelo Estado ao se optar pelo retorno à escola. Além de todas estas considerações, há ainda o fato de não ser evidente para esses trabalhadores que a aquisição de um certificado e a preferência pela formalidade vá resultar em melhor salário. Logo, não existe política pública específica para atender aos trabalhadores em informalidade porque a legislação não o abrange, nem reconhece suas formas de organização. Conforme salienta um alto funcionário do SINE/DF, em entrevista concedida, não existe um interesse real por parte do poder público para inserir a informalidade. As agruras diárias do trabalho informal ganham visibilidade na jornada de trabalho, em média 60 horas semanais, somadas 4 horas de locomoção entre a residência e o local de trabalho. Os efeitos mais imediatos são a difícil convivência dos diferentes interesses no centro da cidade; há um embate constante pelo espaço, que se compõe como um mosaico fragmentado, construindo ambientes desiguais, de disputa e de atuação, no qual as desigualdades sociais são re-elaboradas (Kuyumjian, Negrão de Mello e Santos, 2001). A distância da residência não teria significado não fosse pelo efeito disso para a organização familiar. A nocividade é colocada na responsabilidade, principalmente materna, de abandonar a prole à própria sorte, corroborando para a crescente violência social. Todavia, a principal preocupação dos trabalhadores informais está nos fiscais do governo. Esses são a materialização da imprevidência estatal, cuja função histórica tem sido, em 500 anos, a de engordar os cofres públicos extorquindo o trabalhador. Imagem que persevera a qualquer discurso institucional sobre a importância da contribuição individual para o bem estar coletivo. O cerne da questão está na legitimidade do Estado, que pouco avançou na construção do Estado de Direito e menos ainda conteve as apropriações indevidas do patrimônio público, evadido para “paraísos fiscais”, consoante denúncias levadas a efeito pela mídia. Não surpreende, portanto, que, embora muitos jamais tenham sequer visto um fiscal, a ira seja intensa e generalizada. No entanto, existe uma certa compreensão de que esse serviço é uma obrigação do fiscal enquanto empregado do Estado. O que é absolutamente inaceitável para os trabalhadores informais é a atitude gover namental que pr omete lugares fixos, regularização e reconhecimento, mas reduz sua ação à punição da fiscalização. Desse modo, resta a eles a instabilidade econômica e social, o que impede a estes trabalhadores programarem a adesão previdenciária.O que fica retido é que a falta de apoio institucional, o excesso de exigências regulatórias, a instabilidade financeira e a perseguição incondicional lançam o trabalhador informal à marginalidade, ao desrespeito e à desvalorização. Embora se digam portadores do mais nobre sentido social, de se identificarem como trabalhadores que ganham a vida de- Considerações sobre a cidade de Brasília ... 111 centemente e, portanto, muito distantes dos vagabundos e criminosos. O peso dos alicerces legais impede que se absorva o trabalho em si, como valor social, para além do seu conteúdo mercadológico. Eles se reconhecem como trabalhadores dignos e requerem o reconhecimento público como tais. A identificação de sua experiência pessoal em outros indivíduos, também na informalidade, rompe com a distância entre a situação legal do exercício de uma atividade e o direito natural à sobrevivência e à dignidade. Assim, a representação que emerge desse embate toma expressão pela subjetividade do indivíduo e pela sua distância em relação à sociedade como um todo, não atuando como negação da norma, mas sim como reconhecimento de que a situação de informalidade engendra uma lógica particular. Sua individualidade constrói um corpo particular de representações que engloba as relações cotidianas, os espaços de circulação, inventariando um referencial particular que germina no trabalho mútuo. Dessa forma, de modo contingente, a cooperação adquire forma e evolui para solidariedades que incluem do local de trabalho ao transporte e, finalmente, a residência do trabalhador. São arranjos também informais mantidos pela lógica doméstica (Maffesoli, 1997), da ajuda mútua e do compartilhar do “nós comunitário”, construindo um sentido para a vida da comunidade, mesmo que distante dos propósitos do Estado. No cenário da cidade de Brasília, as representações elaboradas pelos trabalhadores infor mais produzem uma “encenação dramática”(Goffman, 1985), na qual os atores identificam seu próprio personagem e localizam seu lugar no cenário para interagir com seus pares e com outros atores, seja o Estado, o trabalhador formal ou os empresários. Funcionam, as representações de si e do social como estruturas cognitivo-afetivas (Moscovici, 2001) que nascem das interações cotidianas e a montagem de estratégias para enfrentar a mobilidade e a diversidade do mundo (Farr, 1995). Portanto, estar na informalidade significa aprender a ler o social, assumindo posição para melhor indicar sua adequação e distância da norma e, ao mesmo tempo, evidenciar sua natureza versátil. Todo o campo conflitual que essa situação produz, bem como a comunicação que veicula, não podem ser entendidos como efeito unicamente da visão dicotômica da sociedade, mas, e principalmente, devem ser assimilados como um processo de mediação social que as representações incorporam. No fluxo de aceitar/rejeitar, o indivíduo aprende, pelo conhecimento reflexivo sobre a atuação e a expectativa, a adequação ao grupo e/ou ao social, a colocar em pauta sua vivência e como interagir com diferentes atores sociais. A isso nenhuma política social ou pública pode se contrapor, porque, em efeito, é um conhecimento obtido e compartilhado pelo grupo e repassado de geração a geração de forma dinâmica. 112 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 4 – A apropriação do direito – a difícil relação com o estado Ao considerar o direito do trabalho, deve-se antes apreciar o trabalho como um fenômeno social em movimento (Leite, 1997; Reimann e Kuyumjian, 2001) e, portanto, um direito do homem exercer sua humanidade. Enquanto o movimento do trabalho na modernidade centrou-se na demarcação dos campos de atuação e na definição das profissões, a pós-modernidade nos ofereceu imagens múltiplas sobre as modalidades de trabalho, o contratual, o autônomo, o artesanal, o precarizado, o informal, o doméstico e o voluntário como expressões das descontinuidades e da dinâmica social. Destaca-se dessa dinâmica o tempo virtual com implicações na re-conceitualização do emprego e na definição de parâmetros de validação e controle do trabalho. Lembrando um caleidoscópio, a dimensão do trabalho-emprego, como referência fundamental das relações sociais capitalistas, não responde nem às novas práticas, nem às novas demandas. A flexibilização abriu um buraco no coração do sistema regulador, posto que existem alternativas para as categorias empregado/empregador que a lei tenta incorporar em sua seara, desnudando o próprio limite do Estado como depositário de uma razão social. Assim, o trabalho tem de ser visualizado em dois aspectos, no jurídico, que se refere aos direitos do trabalho e ao direito ao trabalho (Reimann e Kuyumjian, 2001) e seus fundamentos sociais e econômicos. O âmbito do jurídico, caucionado pela Constituição Federal, assegura o trabalho como direito social e prescreve normas jurídicas rígidas para o exercício de uma atividade. A liberdade individual está submetida ao sancionado por lei. Isso não tem impedido o exercício do trabalho, e mais, não pode ser argumento para a redução do direito do trabalho. Se o trabalho é um direito humano e também um direito social, em nada justifica a redução dos direitos incorporados na forma da lei via processos de desregulamentação para atender às exigências da flexibilização. A desregulamentação não tem implicação direta na absorção dos desempregados e/ou subempregados, porque o problema não se fundamenta no trabalho, mas na racionalidade empresarial. Não é por acaso que Giddens (1991) chama a atenção para o caráter da transformação da vida social impulsionada pela complexa divisão do trabalho que a ordem industrial impõe. São mudanças que afetam as noções de classe social, de categoria profissional e, a bem da verdade, de direitos trabalhistas. O que se pretende salientar aqui é que o trabalho não se reduz à racionalidade empresarial. O trabalho é uma exemplaridade da dinâmica social, dos diferentes modos como os homens se manifestam e se organizam, produzindo e ampliando o universo simbólico. Nessa linha de raciocínio, defende-se a ampliação do campo jurídico para cobrir as diversas formas de trabalho e não negar este direito sob o pretexto de defender o direito ao trabalho. Incorre-se no equívoco de retirar da cena política todo o esforço das lutas trabalhistas que simbolizam a Considerações sobre a cidade de Brasília ... 113 conquista de condições mínimas e justas de trabalho, pautadas na concepção de justiça e de cidadania. Afirmar que o Brasil não realizou o projeto de pleno emprego não é um jogo de linguagem, é descortinar o modo como os lugares sociais foram sendo construídos no contexto histórico, pelo fato da nor matividade do assalariamento não atingir a maioria dos trabalhadores. Ao ouvir a voz das principais matrizes capitalistas, que uniformizavam os métodos e desintegravam as diferenças, abafou-se a vitalidade e as múltiplas vozes e fazeres que vão existindo de modo periférico e sob condições desconhecidas. Então, a questão a ser colocada, não está nem na dicotomia direito ao trabalho/direito do trabalho, uma falseta, nem na contraposição entre trabalho formal e informal, mas na capacidade do Estado de ampliar o campo jurídico para dar visibilidade e regularidade a diferentes modos de produção, objetivando o direito à vida, à dignidade e à cidadania, porque participar do mercado produtor, mais do que produzir riqueza, significa ter a senha de passagem para diferentes esferas do social, mediada pelo dinheiro. Quando os trabalhadores em informalidade afirmam desconhecer o trabalho formal porque dele nunca participaram e porque na história familiar ele foi periférico, estão nos informando a distância abissal entre o Estado e a realidade social. Tais trabalhadores contam com a rede de solidariedade e a indicação de amigos e familiares para encontrar um espaço de trabalho, claro na informalidade. Trabalhar e sobreviver são a meta principal das famílias, agora em “situação”, posto que não contam com o apoio institucional. Não há, pois, surpresa no fato de começarem ainda muito jovens a trabalhar. A surpresa está no entendimento que possuem da valorização do trabalho formal ao afirmarem que os que se submetem a empregos formais geralmente percebem menos pelo trabalho. O Estado não foi capaz de, em quase um século de trabalho regulamentado, sintonizar os trabalhadores com o discurso da legalidade e da previdência. O que lhes escapa deste vago discurso são benefícios que desconhecem nas práticas e hábitos comunitários, como férias, 13º salário e aposentadoria e que só fazem sentido se agregados à massa de dinheiro disponível para reduzir as dívidas acumuladas. Nesse sentido, compreendem mais a idéia de receber de modo regular um salário, o que facilita ter crédito na praça e planejar aquisições em longo prazo. Apesar das imagens distorcidas que emergem dos discursos dos trabalhadores informais, estes identificam, e corretamente, como vantagem o “status” que o emprego com vínculo pode proporcionar, em especial no funcionalismo público. Avaliam o cumprimento da jornada de trabalho imposta, metaforizada no relógio de ponto, como um peso do qual se está livre ao trabalhar informalmente. Recurso discursivo que só se explica como justificativa psicológica, uma vez que a informalidade cobra com mais rigor a permanência no local de trabalho. 114 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Situação complexa que absorve as mazelas do sistema e se contrapõe ao trabalho formal, como o outro que o aliena e o distancia. A essa leitura se junta a idéia de independência por estar livre da figura do patrão. Isso revela duas coisas: a imagem negativa do patrão que se constrói no interior das classes subalternas; a falseta que esta idéia gera nos sujeitos agora submetidos à impiedosa regra do mercado consumidor, que se nutre do desejo fabricado pelos compradores. Contra isso nada podem, porque não controlam, nem têm acesso a essa fatia do mercado, o marketing. Sobrevivência, vulnerabilidade e fiscalização sobressaem na dinâmica da atividade informal. A concorrência interna não é regulada, a fiscalização ganha fórum de autonomia, a renda é duvidosa. Assim, a vida também se torna incerta e pouco a pouco a alma e o caráter do sujeito vão sendo minados, sucumbindo os valores éticos que dão sustentáculo ao social. Este é o grande risco que atemoriza os governos do primeiro mundo, mais uma realidade a ser confrontada no terceiro mundo. Essa situação coloca em cena dois discursos, a defesa da formalidade e a circunstancialidade da informalidade, que na condição de desvantagem assimila e joga com o discurso da formalidade, como uma forma de se apropriar do direito que só se concretiza na formalidade. Dito de outra forma, o trabalhador não se reconhece no discurso proferido pelo Estado e se apropria deste discurso para validar suas ações. Por exemplo, ao discorrerem sobre as reações espetaculares contra o confisco da mercadoria, ao denunciarem o desrespeito às suas atividades associativas ou comunitárias, ao evidenciarem as atitudes de colaboração interna, ao destacarem a prioridade com a educação, de qualidade, para os filhos, estão manifestando mais do que uma crença, mas a sintonia que mantêm com o discurso oficial, da importância desses elementos para a vida social. Entretanto, a fala denuncia também a inexistência de uma postura mais crítica, posto que ao se remeterem a essas questões o fazem salientando a atenção individual para elas e em hipótese alguma a relacionam com a idéia ou com o ideário coletivo. São discursos desarticulados, até porque estes sujeitos estão soltos sem nenhuma orientação ou norte institucional que funcione como referência e segurança, portanto, manifestam o imediatismo. Um pasticho, por desconhecerem a essência do que falam, embora saibam que este é um discurso autorizado e de autoridade que promove reconhecimento e funciona como um fio condutor que oferece o direito de falar. Nós estamos falando aqui da produção de sentidos, da articulação discursiva como dispositivo do capital simbólico. É no campo da linguagem que as imagens e a realidade são ditas. Estrategicamente, a formalidade ocorre ao nível da associação, legalmente registrada enquanto pessoa jurídica. Isso facilita a convivência Considerações sobre a cidade de Brasília ... 115 no ambiente comum a todos que ocupam um determinado espaço, pela sistematização da limpeza e da segurança do local de trabalho, além de se constituir como uma forma de representação junto ao governo no que concerne à ampliação da tolerância estatal e à redução da fiscalização, como garantias de sobrevivência e manutenção do grupo. Esse pacto de silêncio e de cordialidade produz a autoconfiança nos trabalhador es infor mais de que sua atividade detém o reconhecimento informal do Estado, o que não deixa de ser verdade, principalmente porque este sabe da natureza das atividades e faz vistas grossas. O orgulho que salta dos discursos é o fato de serem economicamente ativos e não dependerem de programas de assistência social. Há, pois, a consciência de que as políticas assistenciais atuam como forma de estigmatizar e controlar os indivíduos, escondendo destes as relações dos problemas sentidos com o contexto global da sociedade (Faleiros, 2000). O que se constata de mais dantesco é o fato destes existirem para o fisco, mas serem desconhecidos das políticas públicas. Assim, além de re-atualizarem o discurso oficial que procura consagrar um limite arbitrário, que, neste caso, refere-se à distinção entre o formal e o informal, ainda institui e atribui uma competência e um direito que promove uma hierarquização na cidadania exercitada e afeta a identidade. O imperativo está na fórmula que define prestígios e imposições e marca territórios. O discurso proferido pelos trabalhadores informais não indica disposições duradouras, é signo exterior que adquire sentido no fluxo do movimento da lógica do mercado e, conseqüentemente, por estarem fora do vínculo funcional, re-atualizam o discurso oficial que não poderia ser outro. Até para lembrar a contribuição de Bourdieu (1996), o discurso proferido não é e não pode ser autêntico, paira a exigência da eficácia simbólica do discurso, como um ritual que legitima e media as relações entre os que proferem e os que recebem o discurso. Assim sendo, a performance é mais ou menos esperada porque o locutor detecta da própria prática social o que se espera que seja dito. Portanto, as políticas públicas servem mais como balizamento de quem está dentro e de quem está fora da política e, também, de acesso ao Estado do que como um instrumento eficaz de inclusão social. 5 – Conclusão O debate sobre os modos de apropriação do direito, na abrangência da experiência dos trabalhadores informais, aponta para a quase inexistência de políticas públicas direcionadas para estes trabalhadores e para os dilemas do Estado em organizar e mobilizar ações que respondam às crescentes demandas postas por esse segmento. Permanece no corpo social a imagem do Estado repressor, dificultando sua 116 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo capacidade de conduzir a novos pactos coletivos. Os sujeitos percebem as políticas públicas sob um aspecto imediatista, não manifestando a compreensão dessas políticas como direitos do cidadão e não se identificando com este cidadão que o Estado reclama. Sua existência lacunar ganha vivacidade à medida que se vêem como parte integrante do corpo social ou quando se submetem à especificidade do assistencialismo. Esse é um problema novo especialmente por ser fruto do crescimento agravado da infor malidade. Não reconhecendo a informalidade como uma manifestação que emerge das práticas sociais, o Estado coloca o trabalhador na informalidade em oposição às atividades formais. Conseqüentemente, as estratégias de intervenção governamental tendem a ser seletivas e exclusivistas, reforçando a segregação e a desigualdade social. Talvez essas intervenções fossem mais condizentes com a realidade, caso considerassem a informalidade como um espaço do mercado de trabalho e não concentrassem suas análises apenas nos movimentos cíclicos da formalidade. Nesse novo cenário, a sociedade civil poderia ser entendida como incorporada ao Estado, rompendo com a separação abstrata entre Estado/sociedade civil, porque o Estado não seria entendido como uma transcendência à sociedade, mas como uma manifestação desta sociedade. Locus no qual emerge a autoridade estatal como demonstração do reconhecimento e da legitimidade auferidos pelos cidadãos. Infelizmente, o que emerge do embate da complexa situação do mercado de trabalho contemporâneo é o fato do Estado lançar o trabalhador, em desvantagem, desprotegido e desempregado, para fora da arena pública. Agrava o quadro o fato deste trabalhador não ter perfil condizente com as exigências da assistência, ficando assim lançado à própria sorte. Isto impulsiona a continuidade da informalidade. Coexiste, por trás da relação Estado/sociedade civil, no novo cenário social e político brasileiro, a questão dos atores sociais que, por meio de novas práticas sociais, vão incidir sobre a gestão da coisa pública. Trata-se de um novo movimento a partir do qual os atores exigem o reconhecimento e a valorização do que fazem, mas com a certeza de que nenhum benefício será concedido pelo Estado. Estabelece-se um campo de luta, no qual novos interesses podem ser negociados. Para tanto, a sociedade civil deve reconhecer a importância política do Estado e o Estado, por seu lado, deve incorporar na noção de sociedade civil os segmentos que se fazem representar no campo político, embora não se constituam como categoria organizada. Essa é uma reflexão que remete à análise do político elaborada por Maffesoli (1997) como instância que determina a vida social, porque é de lá que se garante a coesão e a coerção social. Isso permite, de um lado, compreender a servidão voluntária, cuja lógica repousa na Considerações sobre a cidade de Brasília ... 117 idéia de cimento social e violência e, de outro, a ampla concepção do político por se referir à relação com o outro. Por se remeter aos modos como os conflitos emergem e são resolvidos. Bibliografia Abranches, Sérgio Henrique.(1994) “Política social e o combate à pobreza”, em Abranches, S.H., Santos, W.G. dos & Coimbra, M.A. (eds.), Política social e o combate à pobreza 3ª ed, Rio de Janeiro, Zahar, 9-32. Antunes, Ricardo. (1995) Adeus ao trabalho? Ensaio sobre as metamorfoses e a centralidade do mundo do trabalho. 3ª ed, São Paulo, Cortez. Antunes, Ricardo. (2000) Os sentidos do trabalho. Ensaio sobre a afirmação e a negação do trabalho. 2ª ed, São Paulo, Boitempo. Balibar, Etienne. (1992) “Inégalités, fractionnement social, exclusion, nouvelles formes de l’ antagonisme de classe ?” em Affichard, Joëlle e Foucauld, Jean-Baptiste de. 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Os resultados da análise dos dados empíricos correlacionados à discussão conceitual apontam para a quase inexistência de políticas públicas direcionadas para esses trabalhadores, para os dilemas do Estado em organizar e mobilizar ações que respondam às crescentes demandas desse segmento. Ao mesmo tempo, os resultados informam sobre o modo imediatista como os trabalhadores percebem as políticas públicas. Abstract The analysis of this text is based on the results of an interdisciplinary research, whose main analytical development is the workers in the informality. The object of the present study refers to the way workers organize themselves in the voids generated by the process of work regulation. The city of Brasília is considered as the focus of observation, in order to understand informal labor movement in relation to legal conception and public policies. It is of interest the knowledge as how workers preempt social policies and civil rights. The results of the analysis of empirical data correlated with conceptual discussion points out to the almost inexistency of public policies directed toward these workers; to the State dilemmas in organizing and mobilizing actions that respond to the growing demands of this segment. At the same time, results inform about “immediatist” ways as how workers perceive public policies. Palavras-Chave: trabalho informal, Estado, representação social, políticas sociais, direitos sociais. 121 Flexibilização do mercado de trabalho e Novas formas de mobilidade: Carreiras femininas no setor terciário1 Isabel Pauline Hildegard Georges 1. Introdução No contexto atual da globalização da estrutura produtiva e das relações de trabalho, observa-se uma série de transformações, relativas à oferta e à procura de trabalho, com repercussões particulares sobre a atividade feminina. Essas tendências gerais, como a terciarização da economia, a diversificação dos estatutos de emprego e do emprego formal, contribuíram para o desaparecimento progressivo das carreiras profissionais contínuas «tradicionais» dos dois lados do Atlântico, até mesmo para os homens — o que certos autores chamaram de «brazilianização do Oeste» (Beck, 2000)2. Tratar-se-ia realmente de uma evolução paralela nos dois continentes? Enquanto na Europa — apesar de uma perda relativa de importância — a ascensão profissional dos(s) trabalhadores(as) está relacionada principalmente ao empo de serviço e às qualificações adquiridas na mesma empresa, ou eventualmente na mesma área, no Brasil, em particular nos empregos subalternos, a mobilidade profissional 1 Artigo baseadoeu seminário realizado no dia 15 de agosto de 2003, no Cebrap. Agradecemos, notadamente, à Profa. Doutora Helena Hirata e à Profa. Doutora Márcia de Paula Leite, entre outros(as), por seus comentários e sugestões. 2 «The unintended consequence of the neoliberal free-market utopia is a Brazilianization of the West (…) As new developments show in the so-called highly developed economies, this nomadic ‘multiactivity’ – until now mainly a feature of female labour in the West – is not a premodern relic but a rapidly spreading variant in the late work-societies, where attractive, highly skilled and well-paid full-time employment is on its way out.» (Beck, 2000: 1-2). Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 121-145 122 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo está associada especialmente ao grau de formalidade do emprego (com ou sem «registro em carteira») e, mais particularmente, às vantagens sociais a ele vinculadas, como nível de salário, seguro desemprego, 13°, licença-maternidade e convênio de saúde, isto é, a um mínimo de direitos sociais. Nesse sentido, segundo nossa hipótese de trabalho, do lado europeu os padrões de mobilidade se referem, de forma geral m num primeiro momento, à classificação do emprego segundo o nível hierárquico (mobilidade vertical), inclusive nos níveis subalternos. No Brasil, esstes padrões estariam ligados ao grau de formalidade do emprego e às vantagens sociais a ele relacionadas (mobilidade horizontal) (Hughes, 1937) 3. Levando em conta uma temporalidade diferente destsas evoluções, seriaé possível considerar o Brasil como um laboratório social de novas formas de mobilidade? Na França, os estudos feministas introduziram a distinção fundamental entre o status social do trabalho e do emprego4 no campo da Sociologia do trabalho desde os anos 70. Nessa linha de pesquisa — a Sociologia do emprego — um primeiro conjunto de estudos sobre o setor de telecomunicações na França e na Alemanha (Georges, 2000) confirmou que o estatuto estatuto do trabalho e do emprego é uma das determinantes das trajetórias socio-profissionais das mulheres (Georges, 2002). Entretanto, no contexto brasileiro, que se caracteriza por uma grande heterogeneidade das de situações individuais e de status estatutos de emprego, essa diferenciação entre o trabalho e o emprego é pertinente? Se for o caso, como esses diferentes do trabalho e do emprego se articulam com as formas de heterogeneidade do mercado de trabalho? Tendo como pano de fundo as evoluções da atividade feminina na Europa, e mais particularmente na França e na Alemanha, o objetivo deste artigo é analisar os padrões de mobilidade de mulheres no mercado de trabalho brasileiro nos seus segmentos menos qualificados. Todavia, como nosso interesse é pesquisar as formas de mobilidade vertical/horizontal, analisaremos esses padrões a partir de um subsegmento relativamente qualificado do setor dos serviços5, o setor de telemarketing. Nesse sentido, este artigo se propõe a analisar as formas de mobilidade num segmento formal da economia — caso da 3 O conceito de «carreira horizontal» (entre atividades do mesmo nível hierárquico) foi elaborado por Hughes (1937) notadamente para a análise de atividades de baixo status social, com o objetivo de incluir tanto a carreira objetiva do indivíduo quanto sua percepção subjetiva sobre o conjunto de sua trajetória. 4 Esses conceitos definem o trabalho como «a atividade de produção de bens e serviços e o conjunto das condições de exercício dessa atividade» e o emprego como «as modalidades de acesso ao mercado de trabalho e a tradução da atividade laboriosa em termos de status sociais» (Maruani, 1989, 1993, 2003). 5 Em comparação com outros segmentos, como o emprego doméstico. Flexibilização do mercado de trabalho e ... 123 maioria dos empregos no setor de telemarketing. Nosso objetivo aqui é partir das considerações de Lautier (1991), que criticou a distinção dos conceitos de formal e informal da economia baseando-se em uma análise da diversidade do trabalho informal no Brasil que mostrou a sua enorme heterogeneidade. O argumento de Lautier, ao criticar o argumento de informalidade para o caso brasileiro justificava-se pelo fato de que frente à enorme heterogeneidade de situações que poderiam ser enquadradas na informalidade, o conceito perdia sua capacidade analítica. Quadro semelhante encontramos agora no que se refere a situações relacionadas ao emprego formal: trabalhos cooperativados; exercidos em empresas terceirizadas, ainda que com careira assinada; ou que associam empregos registrados e sem registro expressam uma realidade também bastante heterogênea que aponta para diferentes graus de formalidade. Outro aspecto interessante é a masculinização recente desses empregos: poderia ela ser considerada como a generalização de formas de mobilidade tradicionalmente femininas, no contexto atual de precarização do conjunto da população ativa, inclusive suas camadas mais qualificadas? A pesquisa empírica, as observações e entrevistas em que é baseada a análise apresentada neste artigo foram realizadas entre março e novembro de 2002, no quadro de minha pesquisa de pós-doutorado, Trabalho e emprego: comparação internacional entre trajetórias de atividade feminina (Alemanha, França, Brasil) (Georges, 2003b)6, vinculado ao projeto temático Gestão local, empregabilidade de gênero e raça: uma experiência de política pública na região do ABC paulista do Programa de Políticas Públicas da FAPESP (Guimarães e Leite (org.), 2003a). A diversidade crescente das relações de trabalho gerou a necessidade de realização da pesquisa de campo em quatro empresas de telemarketing e duas agências de intermediação de emprego. As entrevistas (32 no total; nove com sindicalistas e gerentes, 23 com operadores(as) de telemarketing, sendo 17 mulheres e 15 homens, cf. anexo) e as observações das situações de trabalho foram conduzidas em seis lugares diferentes: I) em um banco situado em São Paulo (Organização A: três visitas — dois gerentes, um empregado); II) em uma grande empresa terceirizada situada na região do ABC, em São Bernardo (Organização B: quatro visitas — um gerente, duas supervisoras, seis empregados(as)7); III) em uma empresa terceirizada de fim de linha, atuando no setor bancário, situada em São Paulo (Organização C: uma visita — um gerente, dois empregados(as)); IV) no sindicato 6 7 Relatório de pesquisa de setembro de 2003 para a FAPESP (Proc. FAPESP N. 01/10162-0). O principal cliente desta empresa é a antiga empresa das telecomunicações, em situação de monopólio até o final dos anos 1990. 124 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo único do setor do telemarketing, Sintratel (Sindicato dos Trabalhadores em Telemarketing e Rádio Chamada do Estado de São Paulo) 8 (Organizações D e E: sete visitas — um presidente, seis operadores(as) de empresas de telemarketing terceirizadas, localizadas em São Paulo); V) em uma agência pública e sindical de emprego situada em Santo André (Organização F: quatro visitas — um diretor executivo, um gerente e sete operadores(as) de telemarketing empregados(as) pela central); VI) em uma ONG (Organização G: uma operadora). O objetivo deste artigo é, em um primeiro momento, evidenciar as particularidades do contexto da atividade feminina no Brasil numa perspectiva comparativa (França, Alemanha, Brasil). Dentro deste quadro, em um segundo momento, trata-se de trazer à luz alguns elementos característicos da diversidade das relações de trabalho no Brasil, a partir da análise do setor de telemarketing. Num terceiro momento, analisaremos , os laços entre a diversidade das relações de emprego e as novas formas de mobilidade dos(das) trabalhadores(as). As evoluções da atividade feminina numa perspectiva comparativa: o crescimento do trabalho das mulheres e suas for mas de precarização Além da constatação de algumas similitudes entre os três países pesquisados (Alemanha, França, Brasil), quanto às evoluções do perfil e do comportamento das mulheres em relação ao trabalho como um movimento generalizado de aumento do trabalho das mulheres, apesar de uma temporalidade e uma amplitude dos fenômenos diferentes, observam-se no contexto atual da globalização novas formas de precarização da mão-de-obra dos dois lados do Atlântico. Quais são as dinâmicas dessas evoluções e, mais particularmente, as similitudes e diferenças entre essas formas de precarização? Na maioria dos países europeus, como Alemanha e França, mas também no Brasil, o fato social mais importante das últimas décadas, em relação ao trabalho das mulheres, é o aumento do trabalho assalariado. As mulheres não se retiram mais do mercado de trabalho, mesmo durante períodos de crise. Contudo, enquanto se trata de uma tendência longa no caso da Alemanha e da França, onde as taxas de atividade das mulheres em idade de trabalhar (entre 15 e 65 anos na Alemanha; entre 15 e 64 anos na França) estão hoje próximas às do início do século, com parênteses nos anos 1950 (Marry, 1998a), no Brasil trata-se de uma evolução mais recente. Além disso, o perfil da mão-de-obra mudou: as mulheres não param mais. Trabalham de maneira contínua e permanente, assim como são mais escolarizadas e mais velhas. 8 Trata-se de empresas mencionadas nas entrevistas realizadas com sócios do sindicato. Flexibilização do mercado de trabalho e ... 125 No Brasil, desde o início dos anos 1970, e mais particularmente desde a primeira metade dos anos 80, a proporção de mulheres ativas aumentou de maneira contínua (Lavinas, 1997, 1999; Bruschini et al., 2002). O número de mulheres ativas em idade de trabalhar (entre 10 e 65 anos) passou de 36,9% em 1985 para 48,9% em 20019, e na RMSP (Região Metropolitana da São Paulo), para 49,8% 10 . Essa mudança parece ainda mais importante quando se considera a crise de desemprego que marcou esse período: mesmo durante as crises, as mulheres também procuram mais freqüentemente um trabalho. Em 2001, a taxa de desemprego das mulheres era de 11,9%, contra 7,5% dos homens; no mesmo ano; na RMSP11, ela era de 15,1%, contra 11,6% dos homens 12 (Bruschini et al., 2000). Essas evoluções correspondem às transformações gerais da atividade feminina. Na Alemanha e na França, a taxa de atividade das mulheres era, respectivamente, de 49% em 1925, 44% em 1950 e 56% em 1990 (Frevert, 1986; Maier, 1993), e de 55% em 1911, 43% em 1954 e 56% em 1990 na França (Marchand et al., 1997). Em 2000, a proporção de mulheres na população economicamente ativa subiu de 40,9% em 199113 para 43,9% na Alemanha, e de 44,3% para 45,8% na França14. Embora os estudos feministas mostrem que as mulheres sempre trabalharam (Battagliola, 2000; Rogerat, 1998; Perrot, 1978), é apenas a partir do final dos anos 60 que a norma do trabalho assalariado se generalizou. Essa mudança estrutural está vinculada às transformações da oferta de trabalho, isto é, às necessidades das empresas (Huet, 1982), mas também às mudanças do comportamento das mulheres. As orientações das mulheres para empregos do setor público, mesmo de baixo status, como os empregos administrativos do correio e do setor das telecomunicações, por causa da estabilidade do emprego, contribui para essa transformação (Georges, 2000, op. cit., 2001). Esse movimento não foi interrompido pela crise do desemprego dos anos 80 (Bouillaguet-Bernard et al., 1981). Na França, como na Alemanha, as taxas de desemprego das mulheres continuam sendo maiores que as dos homens (em 2000, respectivamente, 11,5% para 9 Fonte : IBGE-PNAD, 2001. 10 Nesta região, segundo a PED (2001), a taxa de desemprego (desemprego com trabalho precário, desemprego aberto e desemprego pelo desalento) era de 20,6% para as mulheres, contra 14,7% dos homens. 11 Segundo a PED (2001), a proporção de mulheres ativas em idade de trabalhar passou para 45,5%, o que corresponde a 45% da PEA ocupada. 12 IBGE/PNAD, 2001, número de não ocupados/PEA. 13 Nesta data, os dados se referem à Alemanha Ocidental, antes da reunificação, enquanto em 2000 trata-se da Alemanha reunificada. 14 Fonte: Eurostat, Alemanha reunificada; na França, no mesmo ano e para a mesma faixa etária, para 61,7%, segundo a Enquête-Emploi da INSEE. 126 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo as mulheres e 7,8% para os homens, assim como 8,3% para as alemãs e 7,6% para os alemães) 15. Além disso, as mulheres que resistem no mercado de trabalho, de uma maneira geral, sofrem uma alteração de suas condições. Como observa Margaret Maruani, elas «pagam um preço alto para ficar de uma maneira ilegítima no mercado de trabalho. A crise do emprego não expulsou as mulheres do emprego, mas transformou as condições de trabalho» (Maruani, 1996). Essas evoluções, porém, seguem dinâmicas diferentes: na Europa, as formas de desqualificação do trabalho feminino estão ligadas, num primeiro momento, ao trabalho assalariado. De fato, com o aumento do desemprego, diversos estudos começam a chamar a atenção para formas de exclusão dos indivíduos dos sistemas de proteção social do Estado providência, construídos de forma concomitante com a generalização da norma do trabalho assalariado (Schnapper, 1989; Castel, 1995). Nessa linha de pesquisa, os trabalhos mais recentes apontam para a grande variedade dos tipos de uso do conceito de precarização (précarité em francês), inclusive na França e na Europa (Barbier, 2002), assim como para as diferenças entre as categorias de trabalhadores(as) e seus direitos. No Brasil, o aumento do trabalho feminino está sendo acompanhado de um movimento de «desassalariamento». Dessa forma, enquanto no contexto europeu aparecem formas de desqualificação do trabalho feminino assalariado — por exemplo, com o aumento do trabalho em tempo parcial, uma forma de trabalho chamado atípico nesse contexto, cujos efeitos sobre a evolução da atividade feminina já foram analisados (Angeloff, 2000; Daune-Richard, 1993; O’Reilly, 1995 ) —, e crescem os «trabalhadores(as) pobres» (Maruani, 2002), que indicam uma pauperização dos assalariados, no Brasil, como mostram muitos estudos, a análise da atividade das mulheres necessita de uma ampliação e de uma redefinição do quadro de análise em relação ao caso europeu em razão do peso da informalidade. A comparação da evolução das taxas de atividade dá uma visão parcial desse processo. No início dos anos 90, aproximadamente 40% da população economicamente ativa brasileira, fora a agricultura, trabalhava sob relações de informalidade, definida pela «pequena escala e pelo baixo nível de organização e inexistência de separação entre capital e trabalho» (Abreu et al., 1994: 154) 16. Em um contexto de forte queda dos empregos regidos por contratos em curso nos anos 90, principalmente no setor industrial, as atividades informais (os assalariados sem registro em carteira e os trabalhadores por conta própria) garantiram o essencial da flexibilidade do emprego: eles representam hoje mais da metade dos empregos (Guimarães (org.), 2002a, 2000). A ausência da carteira de trabalho 15 16 Desemprego no sentido do BIT. Fonte : Eurostat, Enquêtes sur les forces de travail. Os autores se referem aos suplementos da «Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios», que concernem às condições de trabalho (porte da empresa e tamanho do local de trabalho). Flexibilização do mercado de trabalho e ... 127 significa a perda dos direitos mínimos de cidadania do trabalhador. Em 2001, 50,5% da população economicamente ativa do país (49,5% de mulheres e 51,1% de homens) e 41,5% da PEA da Região Metropolitana de São Paulo (43,3% de mulheres e 40,1% de homens) não tinham registro em carteira 17. No entanto, o uso do conceito de «setor informal» da economia necessita de algumas observações prévias. A expressão nasceu no início dos anos 1970, no contexto dos estudos clássicos sobre o Quênia, e foi criada pela Organização Internacional de Trabalho (OIT, 1972). Portanto, segundo Dedecca e Baltar (1997), nos anos 70, a heterogeneidade do mercado de trabalho parecia o resultado de uma oferta excedente de trabalho pouco qualificado, formada pelos trabalhadores recentemente chegados aos centros urbanos, enquanto nos anos 80 e 90 ela é a consequência da assim chamada reorganização produtiva do setor formal e das demissões consecutivas. Na ausência de uma proteção social ao desemprego eficaz, a redução da oferta do trabalho assalariado, para esses autores, parece provocar um aumento das atividades informais. Todavia, conforme já explicitamos, tendo em vista a diversidade de situações de trabalho (de remuneração, de proteção social, de tamanho da empresa etc.) dos(das) trabalhadores(as) no setor informal da economia, nada indica a consistência científica desse conceito (Lautier et al., 1991, op. cit.). Nessa mesma direção, consideramos um achado importante do nosso estudo a evidência da enorme heterogeneidade do emprego no setor de telemarketing. Além da distinção entre trabalho formal e informal, e as suas influências sobre as condições de trabalho, a literatura aponta uma variedade de formas de trabalho, as assim chamadas formas de trabalho atípico, como o trabalho a domicílio, o trabalho em tempo parcial e o trabalho terceirizado. De acordo com essa literatura, as condições de trabalho das empresas terceirizadas e as do setor informal são parecidas, notadamente por causa dos seus efeitos sobre a saúde dos(as) trabalhadores(as) (Hirata, 1998: 19). Por exemplo, em 1996, o salário médio dos trabalhadores(as) das empresas terceirizadas era apenas a metade do salário médio do total da população ativa ocupada 18 . Também, como mostraram os nossos próprios estudos no Brasil sobre o trabalho no setor de telemarketing — em grande parte terceirizado 17 Fonte: IBGE/PNAD, 2001. Inclusive empregados-outros, domésticos sem carteira, trabalhadores por conta própria, trabalhadores na produção para o próprio consumo e trabalhadores na construção para o próprio consumo. A categoria dos trabalhadores por conta própria inclui tanto aqueles que escolheram esta situação por iniciativa própria como os constrangidos a essa situação (por iniciativa do empregador, por exemplo, a fim de não pagar os encargos sociais). Levando em conta só as categorias dos empregados-outros e os(as) domésticos(as), a proporção de homens e mulheres invertese em relação ao conjunto das diferentes categorias de trabalhadores(as): no nível nacional, 24,2% da PEA não têm registro em carteira (26,7% de mulheres e 22,4% 18 Fonte : PED, 1996, in: Posthuma (org.), 1999: 137. 128 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo — o trabalho, embora predominantemente formal, se assemelha, pelas condições de acesso19 e em que é exercido, ao trabalho informal (Georges, 2003b, op. cit.). Vale destacar a forte presença do trabalho feminino nas empresas terceirizadas do setor dos serviços. Dessa forma, enquanto na Europa, a crise dos anos 80 e 90 provocou uma mudança das condições de trabalho, em particular das mulheres, assim como uma interrogação sobre as formas de acesso ao sistema de proteção social dos indivíduos, no Brasil, a crise dos anos 90 incitou, de um lado, uma ampliação do assim chamado trabalho informal, ao mesmo tempo em que provocou, de outro lado, uma diminuição das vantagens salariais (níveis de salário, convênio médico etc.) de parcelas importantes do setor formal. Nesse sentido, infelizmente, pode-se considerar que o Brasil de certa forma cumpre um papel precursor em relação às tendências atuais do mercado de trabalho global, apesar das evoluções históricas e amplitudes diferentes dos fenômenos observados — motivo pelo qual o caso brasileiro estará no centro da análise. Paradoxalmente, no Brasil, esse enfraquecimento dos laços salariais formais estimulou uma valorização crescente do trabalho formal, isto é, um aumento da demanda por esse tipo de trabalho, como atesta, por exemplo, o aumento das taxas de desemprego — e da procura de emprego 20 . Neste contexto, vale perguntar como, num segmento específico do mercado de trabalho brasileiro — o setor de telemarketing — se manifesta concretamente essa heterogeneidade crescente, inclusive do trabalho formal? E quais as suas relações com as formas de mobilidade dos(as) trabalhadores(as), em particular das mulheres? 2. A diversidade das relações de trabalho: o setor de telemarketing brasileiro No início do século XXI, o setor de telemarketing brasileiro ou, mais particularmente, a área da telemática, constituem um segmento do mercado de trabalho emergente, na ponta do progresso da tecnologia, muito dinâmico em termos de volume de emprego e em vias de expansão 21. Ao contrário da Europa, em particular França e Alemanha, ele tem um peso significativo na economia nacional. Todavia, esse setor se caracteriza por uma grande heterogeneidade interna, neste 19 Para aceder aos empregos formais neste setor, é preciso passar pela informalidade (trabalho em cooperativas fraudulentas, em agências de trabalho temporário etc.), como veremos mais adiante. 20 O aumento das taxas de desemprego atesta que os(as) trabalhadores(as) estão tomando a iniciativa de fazer a sua inscrição nos órgãos oficiais de procura de emprego (agências públicas de emprego, por exemplo) para poderem se beneficiar das vantagens do seguro-desemprego,. 21 Convém destacar, porém, que se trata, na maioria desses empregos, de uma transferência de empregos de segmentos mais protegidos do mercado de trabalho para os seus segmentos menos favorecidos, e não de uma criação de empregos. Segundo esta tese, observamos uma desqualificação crescente dos empregos (Venco, 1999). Flexibilização do mercado de trabalho e ... 129 ponto emblemática das evoluções atuais do mercado de trabalho brasileiro e, em particular, da atividade feminina. Como caracterizar a relação entre essa heterogeneidade e as formas de mobilidade dos(as) trabalhadores(as)? Neste contexto, focalizaremos, notadamente, a importância que as mulheres conferem a seu trabalho e ao seu emprego neste setor. O papel precursor deste setor moderno na economia brasileira (Segnini, 2000), em comparação com a Europa, transparece através do seu volume relativo e da sua taxa de crescimento: enquanto na França e na Alemanha o setor representava, respectivamente, entre 130.000 e 250.000 (2001)22 e 120.000 (1999) 23 pessoas, no Brasil, em 2002, no total, cerca de 400.000 pessoas trabalhavam na área de telemarketing no nível nacional e 100.000 pessoas no estado de São Paulo24. A taxa de crescimento anual do setor é de 30%. Como já dissemos, na maioria dos casos são empregos formais e de um nível de escolarização relativamente elevado (segundo grau completo ou terceiro incompleto), notadamente tomando em conta o nível de formação geral muito mais baixo da população no Brasil em comparação com a Europa. É preciso saber escrever, ler, falar de forma educada e usar um computador. Entretanto, a rotatividade dos(as) trabalhadores(as) é muito importante: a duração média de um emprego na mesma empresa é de um ano e meio, e a duração no mesmo ramo de atividade é de 4 anos25. Nesse sentido, estruturalmente, é um segmento que se caracteriza por uma mobilidade ascendente dos(as) trabalhadores(as), especialmente em direção a outras atividades, mais prestigiadas, do setor terciário e também, em certos casos, de uma mobilidade descendente, no caso de reconversões profissionais de pessoas oriundas de atividades que se encontram em declínio no momento (como o secretariado, por exemplo). 3. Primeiro elemento de diversidade: o telemarketing, um setor residual e emergente Ao contrário de uma representação comum nos países do centro — em particular a França e a Alemanha — , de que se trata de uma população homogênea, jovem e feminina, em uma situação de trabalho temporária, no Brasil, essa população se caracteriza por uma grande variedade de casos, de situações de trabalho e trajetórias. Aqui, o contexto das privatizações no setor das telecomunicações, que dividiu o 22 Pesquisas Cesmo e Datamonitor. 23 Pesquisa Michel Media Research and Consulting (MMB), 1999, in: Michel, 2001. 24 Segundo informações do sindicato único deste setor, Sintratel. Entretanto, levando-se em conta que se trata de um setor muito recente, o tempo de permanência no mesmo ramo não pode ultrapassar essa duração, já que antes o setor não existia. 25 Fonte: Sintratel. 130 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo país em três regiões (Norte-Leste, Centro-Oeste-Sul e parte das Região Norte e S;ão Paulo), da venda da concessão da exploração telefônica para uma companhia estrangeira, a Telefónica de España, e da terceirização do conjunto das atividades de serviço para uma outra empresa estrangeira (Larangeira, 2003) ajudou a criação de um meio de trabalho intersetorial (setor das telecomunicações, bancário, viagens etc.). Essa situação de transição poderia ser favorável à utilização de uma mão-de-obra temporária ou com características semelhantes à européia. Todavia, os nossos resultados mostram uma grande variedade interna da população entrevistada (32 pessoas, no total, em seis empresas e intermediárias de emprego — sindicato, cooperativa etc.) em termos de sexo (ver Tabelas 1, 2 e 3), de idade, de cor (ver Tabela 3) e de tempo de empresa. Tabela 1- Entrevistas realizadas por sexo Mulheres Homens Total Organização A 0 3 3 Organização B 6 3 9 Organização C 1 2 3 Organizações D e E (no sindicato) 4 3 7 Organização F 5 4 9 Organização G 1 0 1 17 15 32 Total Tabela 2 - Entrevistas realizadas por sexo e nível hierárquico Nível hierárquico Sexo Gerência Subtotal Mulheres Homens Organização A 0 2 Organização B 2 1 Organização C 0 Organizações D e E (no sindicato) Operadores (as) Subtotal Total Mulheres Homens 2 0 1 1 3 3 4 2 6 9 1 1 1 1 2 3 0 1 1 4 2 6 7 Organização F 0 2 2 5 2 7 9 Organização G 0 0 0 1 0 1 1 Total 2 7 9 15 8 23 32 Flexibilização do mercado de trabalho e ... 131 Tabela 3 - Entrevistas realizadas por sexo e raça Raça/sexo Branca Negra Total Mulheres 13 4 17 Homens 11 4 15 Total 24 8 32 O grupo dos(as) operadores(as) e da gerência imediata (25 pessoas no total) caracteriza-se por várias divisões internas. Assim, encontramos dois grandes grupos distintos por idade: um primeiro grupo, de «jovens» entre 19 e 29 anos (16 pessoas), e um segundo grupo de indivíduos com idade entre 31 e 50 anos (9 pessoas). O primeiro grupo é composto por oito homens e oito mulheres; o segundo é exclusivamente feminino. O primeiro grupo de mais jovens tem uma segunda subdivisão por idade, nível de qualificação e estado matrimonial. Entre os homens, tem um grupo com mais idade (mais perto dos 30 que dos 20 anos), casados e/ou com filho, que pararam os estudos no segundo grau. Os mais jovens (mais perto dos 20 que dos 30 anos) são solteiros, vivem ainda com os pais e estão na perspectiva de ingressar na Universidade. Entre as mulheres do primeiro grupo, observa-se a mesma diferenciação. Entretanto, as mulheres mais jovens possuem níveis de escolarização mais elevados (terceiro grau incompleto, estudos de engenharia etc.). As mulheres do segundo grupo, com mais idade, são divididas por nível de estudos: uma minoria tem o terceiro grau completo (3), e as outras (6) têm o segundo grau completo. Elas são casadas e/ou têm filhos. No conjunto, relativamente poucas pessoas (7) se encontram no início de sua trajetória profissional (entre as quais 5 homens), evidenciando que o trabalho de telemarketing não pode ser considerado um trabalho complementar, temporário etc., o que poderia justificar, do ponto de vista dos gestionários, os baixos salários e a quase ausência de possibilidades de promoção. De uma for ma geral, a sobreescolarização das mulheres dos dois grupos, em comparação com os homens, reflete a sua situação geral em relação à escolaridade no mercado de trabalho: o nível de escolaridade das mulheres é, de uma forma geral, superior ao dos homens. As mais novas cultivam como horizonte profissional uma inserção correspondente ao seu ramo de estudos; as com mais idade ocupam, em dois terços dos casos, um emprego de nível de gerência. Os(as) operadores(as) negros(as) e com uma origem social mais baixa (filho de empregada doméstica, de almoxarife, faxineiro etc.) (5) encontram-se entre os homens do primeiro grupo, mais perto dos 30 anos, e entre as mulheres do segundo grupo (entre 31 e 50 132 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo anos), com um nível de escolarização mais baixo (segundo grau completo). Nestes casos, são quase exclusivamente trajetórias de reconversão profissional, com uma mobilidade ascendente, a partir de outras atividades do setor terciário e/ou industrial, consideradas menos prestigiadas (garçom, operadora de máquina na indústria têxtil), geralmente ligadas ao acesso tardio ao segundo grau completo (condição básica para o recrutamento). Nestes resultados, é analiticamente interessante observar a heterogeneidade interna do setor no momento de sua constituição: de um lado, a população dos(as) trabalhadores(as) é composta por pessoas jovens, com um nível de formação relativamente elevado, no início de sua vida profissional, que estamos chamando de «emergentes»; mas, de outro lado, na sua grande maioria, no caso do Brasil, são pessoas com experiências profissionais, sociais e escolares anteriores importantes e diversas, que estamos denominando de parte «residual» 26. Em parte, é a diversidade de suas perspectivas sociais e profissionais que contribui para o valor social deste trabalho ainda pouco determinado, assim como para o seu status futuro. 4. Segundo elemento de diversidade: a organização sindical intersetorial As dificuldades de organização e de intervenção sindical no setor de telemarketing contribuem para sua heterogeneidade27. Elas estão associadas a vários fatores. Em primeiro lugar, diferentemente da França, no Brasil, a intervenção dos sindicatos depende de sua territorialidade: os(as) trabalhadores(as) de uma empresa serão representados por um único sindicato, o que pode facilitar a escolha de um sindicato mais vantajoso do ponto de vista patronal, em caso de dúvidas sobre o setor de atuação da empresa. Em segundo lugar, a taxa de sindicalização e o grau de informação dos(as) trabalhadores(as) são pouco importantes28, ao contrário de sua mobilidade intersetorial. Em terceiro lugar, a diversidade de relações de emprego e de situações individuais concorre para a dificuldade de definição setorial, isto é, da área de intervenção dos sindicatos. Por exemplo, um(a) trabalhador(a) empregado(a) por uma empresa terceirizada do setor bancário pode, em alguns casos, tanto ser representado(a) pelo sindicato dos 26 Diferentemente da situação européia, a maior proporção de pessoas com um passado profissional variado reflete certamente o aumento dos níveis de escolarização ainda recente no Brasil, notadamente dos(as) trabalhadores(as) de mais idade, com acesso tardio à escolaridade. 27 Porém, trata-se de uma relação de reciprocidade : a heterogeneidade setorial dificulta a intervenção sindical. 28 O sindicato da categoria — Sintratel (Sindicato dos Trabalhadores em Telemarketing e Empregados de Empresas de Telemarketing da Cidade de São Paulo e Grande São Paulo), filiado à CUT, foi fundado em 1992 pelos funcionários do serviço de pesquisa da Folha de São Paulo e funciona desde 1994. O sindicato existe por meio das contribuições dos sócios com empregos formais, isto é, 16.000 trabalhadores(as) no Estado (dos cerca de 100.000), que contribuem com 1% do salário mensal. Flexibilização do mercado de trabalho e ... 133 trabalhadores(as) do setor de telemarketing quanto pelo sindicato do setor bancário. O mesmo se aplica ao caso dos(as) trabalhadores(as) cooperados(as). Um quarto elemento tem parte nesses problemas de delimitação: o conteúdo do trabalho, especialmente para algumas categorias de trabalhadores(as) subalter nos(as), como os(as) teleatendentes, -assim como as tecnologias utilizadas nos diferentes setore - é muito parecido. Por exemplo, as tecnologias utilizadas no setor das telecomunicações, mas também no setor bancário (Georges, 2003a), assim como no setor de viagens e transporte (entrega de alimentos em domicílio) são muito semelhantes. De forma adicional, as relações de trabalho transformam-se muito rapidamente. O conjunto desses fatores favorece uma aplicação pouco rigorosa das leis trabalhistas e o uso abusivo da mão-de-obra por parte das empresas. 5. Terceiro elemento de diversidade: a rotatividade dos(as) trabalhadores(as), e as condições de trabalho Assim como as dificuldades de organização sindical, as condições de trabalho estão sendo definidas por um conjunto de fatores. É possível considerar que elas representam um dos motivos da rotatividade dos(as) trabalhadores(as)? Apesar do grau importante de formalidade dos empregos nesse setor — a quase totalidade dos contratos de trabalho é do tipo CLT — o tempo médio de empresa é de um ano e meio, e no mesmo ramo de atividade de quatro anos, como já mencionamos. Segundo a nossa hipótese de trabalho, os(as) trabalhadores(as) tomam a iniciativa de mudar de emprego em parte por causa das condições de trabalho, como o baixo nível de salário. O piso salarial determinado pela Convenção Coletiva da categoria era de R$ 416,00 para o mensalista e de R$ 381,00 para o comissionado e passou, na campanha salarial de 2002, para R$ 441,00 e R$ 404,00 respectivamente, o que significa um aumento de 6%. O horário de trabalho, determinado também pela Convenção Coletiva, é de 6 horas por dia, com uma pausa de 15 minutos, de segunda a sábado. Em geral, os horários de trabalho são das 8 às 14 horas, das 14 às 20 horas ou das 20 às 2 horas da manhã. As formas de controle têm igualmente um papel importante na definição das condições de trabalho: a terceirização das atividades de serviço aumenta as formas de controle do trabalho por meio da multiplicação dos seus níveis. Mais precisamente, os(as) trabalhadores(as) nas empresas terceirizadas, cooperados(as) ou não, são submetidos não só a monitoria por parte da supervisão na própria empresa — audição das comunicações com o cliente sem aviso prévio ao(à) operador(a) — mas também por parte da empresa cliente para a qual estão prestando serviço. Além disso, existem práticas de gestão de mão-de-obra que associam a produtividade aos horários de trabalho. Por exemplo, os 134 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo níveis de produtividade por mês estabelecidos pelas empresas (que pode ser uma determinada quantidade de vendas por faixasalarial 29) podem ser em alguns casos tão altos, que os(as) trabalhadores(as) precisam trabalhar mais do que as 6 horas permitidas sem receberem uma remuneração por essas horas extras 30. Embora a jornada de trabalho determinada pela Convenção Coletiva seja 6 horas de trabalho diárias, é muito freqüente as empresas pedirem algumas horas «extras» em outros serviços, sem declará-las. De uma forma geral, o ritmo de trabalho é muito elevado, isto é, as ligações chegam diretamente na posição de trabalho do(a) operador(a) e no seu headphone uma atrás da outra, sem intervalo. Além disso, muitas vezes o teleatendente necessita pesquisar na internet para solucionar o problema: essa atividade é desenvolvida enquanto o cliente continua na linha o que o sujeita comumente a pressões de todo tipo por parte deste último. Os(as) teleatendentes beneficiam-se de uma pausa de 20 minutos, dentro das 6 horas, para um lanche, além dos 5 minutos para irem ao banheiro. Aqui, a única possibilidade que os(as) trabalhadores(as) têm de se distrair da pressão durante os horários de pico é excluindo o cliente da comunicação, isto é, ficando em «pausa» 31 para pedir auxílio ao vizinho, por exemplo. Essa prática, porém, é também limitada por causa da supervisão instantânea das operações realizadas no posto de trabalho individual. No conjunto, mesmo que os(as) trabalhadores(as) sempre consigam achar novas maneiras de burlar as formas de controle, as margens de atuação dos(as) teleatendentes sobre o trabalho são bem mais restritas no Brasil, em comparação com a França, por exemplo, 32 e os efeitos sobre a saúde dos(as) trabalhadores(as) podem refletir essa realidade: em média, cada trabalhador leva cerca de um ano antes de ficar doente, em geral com LER (Lesões por Esforço Repetitivo) (Sintratel, 2001). A diversidade de relações de trabalho nesse segmento moderno e dinâmico do mercado de trabalho brasileiro depende portanto de um conjunto de fatores interdependentes, como a estrutura da população ativa no setor, os modos de organização sindical intersetorial e a rotatividade importante dos(as) trabalhadores(as), em parte induzida pelas difíceis condições de trabalho. 29 Este complemento do salário baseado na produtividade, sob a forma de comissões ou de vários níveis salariais, pode até dobrar o salário de base. 30 No caso concreto referido, a empresa que pagava salários muito altos em comparação com a média do setor, aumentou os níveis de produtividade necessários para poder atingir um nível salarial considerado mais interessante (acima de R$ 1500,00) em troca de uma reivindicação dos(as) trabalhadores(as), por intermédio do sindicato, que foi aceita — a declaração do conjunto do salário no holerite (em vez de apenas a parcela referente ao salário de base) e o pagamento do total dos encargos sociais. 31 32 Isolação técnica do cliente da comunicação, que fica sem ouvir o(a) operador(a). Na França, até recentemente, havia um intervalo mínimo de 15 segundos entre cada ligação garantido pela Convenção Coletiva. O intervalo para uma refeição é de 40 minutos, e há uma pausa de 10 minutos por hora para descanso da vista, embora a jornada de trabalho seja de 7 horas. Flexibilização do mercado de trabalho e ... 135 6. As relações de emprego e as formas de mobilidade dos(as) trabalhadores(as) De certa forma, esta parte faz a síntese dos três tópicos precedentes: de um lado, são discutidas as características da mão-de-obra, do outro, os tipos de relações de trabalho no setor de telemarketing, tanto no nível de sua organização sindical e das condições de trabalho, já analisados, quanto nas relações de emprego (empresas terceirizadas, de fim de linha, agências de trabalho temporário, cooperativas, ONGs etc.) (ver Tabela 4), que contribuem para as formas de mobilidade da mão-de-obra 33 . Vale destacar que, além desses fatores, os(as) trabalhadores(as) contribuem também para a mobilidade, por meio de suas práticas. Segundo a nossa hipótese de trabalho, essas formas de mobilidade, características, no passado, de um certo segmento do mercado de trabalho brasileiro — das mulheres de um nível de qualificação relativamente baixo — estão ganhando uma amplitude maior. No mercado de trabalho global atual, elas não estão mais reservadas a esses segmentos particulares, mas ganhando importância inclusive nos segmentos mais qualificados. São formas de mobilidade tanto intersetoriais quanto entre várias espécies de atividade e de inatividade (Guimarães, 2002b). Entre as diversas relações de emprego, distinguem-se, primeiramente, as antigas empresas de telecomunicações, os bancos etc. Também as empresas de aviação fazem parte desse primeiro grupo. São as empresas mais antigas e estáveis. Elas terceirizaram uma parte de suas atividades no processo de privatização no final dos anos 1990 (Organização A). Com freqüência, durante esse processo, as empresas do primeiro tipo criaram uma empresa terceirizada, que se tornou uma subsidiária, a exemplo do que ocorre comumente no Japão. As empresas terceirizadas podem ou não empregar uma parte dos(as) antigos(as) assalariados(as) das empresas do primeiro tipo. Essas empresas do segundo tipo se transformam muitas vezes em fornecedoras de serviços, isto é, além dos serviços que prestam para a empresa que a terceirizou, fornecem serviços para outras empresas, como o caso de uma das empresas pesquisadas (Organização B). Um terceiro grupo é formado por pequenas empresas terceirizadas, de fim de linha, que não continuam prestando serviço para a empresa que a terceirizou ou nunca prestaram serviço só para uma empresa, mas sempre para várias. A maioria dos(as) trabalhadores(as) entrevistados(as) por intermédio do sindicato trabalham ou trabalhavam 33 Enquanto outros trabalhos sobre o setor automobilístico focalizaram a análise das relações de poder entre as diferentes empresas da assim chamada «cadeia» (tradicionais, terceirizadas, de fornecedores etc.), identificado-as como causa das condições de trabalho e das relações de trabalho dos trabalhadores(as) (Leite, 2003), aqui partiremos do ponto de vista dos(as) trabalhadores(as). 136 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo em uma empresa desse tipo, assim como os(as) trabalhadores do setor bancário (Organização C). Um outro grupo contém as empresas fornecedoras de mão-deobra temporária. Todos os tipos de empresas mencionadas até aqui podem usar essa forma de mão-de-obra de vez em quando. Portanto, muitos(as) trabalhadores(as) de telemarketing começam sua carreira na área por intermédio dessas agências de mão–de-obra temporária antes de conseguirem uma vaga mais estável em uma empresa. Eles(as) também usam essas agências durante os períodos de desemprego temporário (Organização D). Além disso, existe nesse ramo de atividade uma forma de relação de emprego mais informal, que é a cooperativa 34. Em muitos casos, os(as) trabalhadores(as), isto é, os(as) cooperados(as) não têm um contrato de trabalho, nem se beneficiam das leis trabalhistas, como, por exemplo, licença-maternidade, aposentadoria, assistência médica pública etc. Trata-se de uma sociedade sem fins lucrativos, de pessoas físicas, que busca benefícios socioeconômicos para os(as) participantes 35 . A cooperativa funciona por meio de uma assembléia de cooperados(as) na qual se decide os rendimentos de cada um. Ela não necessita, portanto, seguir a Convenção Coletiva. Os(as) trabalhadores(as) de telemarketing têm o costume de acumular um emprego registrado e a associação a uma cooperativa. Também, passam por períodos de trabalho cooperado, antes de encontrar um outro emprego. Os(as) entrevistados(as) no sindicato têm, frequentemente, uma experiência de cooperado(a) (Organizações E). Muito diferente com relação à estabilidade do emprego, há também os empregos de telemarketing no setor para-público e/ou público, isto é, financiados, total ou parcialmente, pelo setor público. Neste caso, a estabilidade do emprego é maior, como também a autonomia no trabalho. Foram entrevistadas pessoas que se acham atualmente nessa situação (Organização F). Foi encontrada, também, uma telefonista, antiga trabalhadora de telemarketing, trabalhando para uma ONG (Organização não governamental) (7), beneficiária de recursos financeiros privados e públicos. O pessoal administrativo tem, neste caso, uma grande estabilidade no emprego, assim como uma forte autonomia no trabalho (Organização G). 34 Há evidência sobre o assunto: o fenômeno das falsas cooperativas, assim como o uso da terceirização numa perspectiva de mundialização da economia, já foi pesquisado (Lima, 2002; Schmidt e Perius, 2003). O trabalho de Lima trata, notadamente, da história e da difusão dessas falsas ou pseudo cooperativas no Brasil, assim como da história do cooperativismo internacional, a partir do exemplo concreto da indústria do vestuário no Nordeste. Nessa perspectiva, o autor faz a crítica dessas práticas. Ele mostra o uso dessas falsas cooperativas, dentro da lógica da mundialização, como uma estratégia de competitividade regional, implicando a responsabilidade do Estado, para disponibilizar uma mão-de-obra abundante, com custos reduzidos e pouco organizada. 35 Folha de São Paulo, domingo, 7 de abril de 2002. Flexibilização do mercado de trabalho e ... 137 Tabela 4: As relações de emprego e as formas de mobilidade dos(as) trabalhadores(as) Pesquisa de campo Relações de emprego Características das organizações Formas de mobilidade dos(as) trabalhadores(as) Organização A Empresas de telecomunicações, de aviação, bancos Antigos e estáveis Organização B Empresas terceirizadas Subsidiária,fornecedora Estabilidade de serviços profissional reduzida (emprego formal), mobilidade entre empresas do mesmo ramo Organização C Pequenas e medias empresas de fim de linha Prestador de serviços para várias empresas Organização D (através do sindicato) Empresas de trabalho Agências de trabalho temporário, terceirizado fornecedoras de mão-de-obra para todos os tipos de empresas Rotatividade da mãode-obra importante, multiplicação de empregos e de estatutos, modo de entrada nas empresas para um emprego formal Organização E (através do sindicato) Cooperativas Associação de trabalhadores(as) em sociedade sem fins lucrativos Rotatividade da mãode-obra importante, multiplicação de empregos e de estatutos (emprego formal e trabalho como cooperado(a)), modo de entrada nas empresas para um emprego formal Organização F Setor público ou para-público Financiamento público, grande estabilidade de emprego Estabilidade profissional relativa, emprego formal Organização G ONG Recursos financeiros privados e públicos, estabilidade de emprego do pessoal administrativo Estabilidade profissional relativa, emprego formal Estabilidade profissional relativa (emprego formal) Estabilidade profissional pequena (emprego formal), mobilidade entre empresas do mesmo ramo, multiplicação de empregos Vale destacar a importância dos laços entre as relações de trabalho — definidas como o resultado conjunto das relações de emprego, mas também das formas de organização sindical e das condições de trabalho — e as formas de mobilidade dos(as) trabalhadores(as). Esses dois elementos se condicionam mutuamente: tanto a heterogeneidade e a 138 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo instabilidade das relações de trabalho no tempo quanto a diversidade das situações individuais e sua transformação ao longo do tempo possuem uma relação de causa a efeito. Essas formas de mobilidade caracterizam-se, pelo estabelecimento do que chamamos de «carreiras informais» ou «horizontais», isto é, no mesmo nível hierárquico (Hughes, 1937, op. cit.). É possível considerar que estas carreiras informais estão sendo estruturadas, do ponto de vista dos(as) trabalhadores(as), pelo grau de formalidade dos empregos e pelos direitos sociais a ele vinculados. Dessa forma, aparecem duas seqüências essenciais de mobilidade nas trajetórias socioprofissionais dos(as) trabalhadores(as): 1) a primeira se organiza em torno do acesso ao emprego; 2) a segunda em torno das vantagens sociais a ele vinculadas e das condições de trabalho. Essas trajetórias, em particular das mulheres, têm a particularidade de repetir essas seqüências várias vezes em seguida, segundo os momentos do seu ciclo de vida e/ou da situação familiar, assim como de associar as duas estratégias. Em relação ao acesso ao emprego, o modo de entrada mais comum atualmente no setor de telemarketing são as agências de trabalho temporário e/ou as cooperativas de trabalhadores (ver Tabela 4). No caso das primeiras, elas agem por conta dos empregadores, como atores de recrutamento, treinamento e seleção da mão-de-obra. Os(as) trabalhadores(as) passam freqüentemente, durante determinado período de tempo, com um contrato de alguns meses, por intermédio de uma agência de trabalho temporário, por exemplo, dentro de uma empresa terceirizada, antes de ser eventualmente efetivado(a). Nesse momento da trajetória socioprofissional, as mulheres estão sendo favorecidas, em comparação com eventuais candidatos masculinos: o nível de escolarização formal requisitado sendo relativamente elevado para poder aceder a essas ocupações — no mínimo, o segundo grau completo — atribui uma vantagem aos candidatos do sexo feminino, como já mencionamos, mais escolarizado do que os do sexo masculino. A naturalização das assim chamadas «qualidades femininas» (Perrot, 1978, op. cit.), como a capacidade de criar e gerenciar relações, inclusive de classe (Schatzman e Strauss, 1955), constitui outra vantagem das mulheres, em comparação com os homens, para o acesso a esses empregos. Por outro lado, o horizonte dessas carreiras de entrada é o trabalho dentro de uma das empresas chamadas tradicionais, com acesso a melhores condições de trabalho, o que muitas vezes, não acontece. Em alguns casos, o valor que as mulheres conferem ao trabalho pode contribuir para o fortalecimento das relações de emprego, notadamente por meio de formas de especialização profissional, aumentando suas chances de empregabilidade. Além da busca de melhores condições de trabalho, há uma série de elementos extraprofissionais que contribuem para a construção das trajetórias socioprofissionais, especialmente das mulheres. Esses fatores Flexibilização do mercado de trabalho e ... 139 são mais diretamente ligados aos modos de atividade das mulheres: elas cuidam, nesses meios sociais, dos outros membros da família, por exemplo, em caso de doenças, além do trabalho reprodutivo quotidiano36. Dessa forma, a possibilidade de sair e de voltar facilmente ao emprego é um dos elementos constitutivos do valor que elas atribuem ao emprego. Nesse contexto, uma estratégia possível para os(as) trabalhadores(as), notadamente por causa dos horários de trabalho reduzidos, de 6 horas diárias37, é o acúmulo de diversos status ao mesmo tempo, como o de cooperado e assalariado em uma outra empresa, possibilitando uma transição mais suave entre as empresas — inclusive de setores diferentes —, relações de emprego, situações de atividade e de inatividade. É nesse sentido que o trabalho no setor de telemarketing, apesar das difíceis condições de trabalho, inclusive o baixo nível de salário, constitui uma vantagem para as mulheres em relação a outros setores da economia na conjuntura atual38: a grande facilidade não só das saídas, mas também das entradas no emprego. Nessa perspectiva, o valor que elas conferem ao emprego determina, em um primeiro momento, o valor do trabalho. A masculinização recente dessas atividades confir ma, em contraponto, a construção do gênero feminino: além dos casos de alguns jovens em situação de espera, os homens, nas ocupações de telemarketing, assumem por um determinado período de tempo, por exemplo, a criação de filhos pequenos. Para outros, essa atividade pode permitir a constituição de um pequeno patrimônio, por causa dos horários limitados e das possibilidades de comissões de vendas, e a condição de acumular dois empregos — viável, igualmente, por um período determinado de tempo. De uma forma geral, os homens voltamse para essas atividades por falta de alternativas (enxugamento de empregos na indústria), mas notadamente por que eles consideram essa atividade mais valorizada e/ou mais interessante que outras realizadas no setor terciário, como balconista, garçom ou alfaiate. De uma certa forma, a heterogeneidade crescente do tipo de população que ingressa e permanece nesses empregos testemunha, de um lado, o enxugamento das vantagens sociais a eles vinculados, inclusive os empregos formais. Do outro, indica a generalização de certas formas de mobilidade, como a passagem por situações de instabilidade para aceder a empregos estáveis, assim como a generalização de um padrão de mobilidade ca36 É interessante notar, nesses meios sociais mais baixos, a importância das relações familiares, em particular entre pais e filhos, e sua responsabilidade e solidariedade mútua, cuja continuidade se opõe à instabilidade das relações conjugais. 37 Além dessa possibilidade, o horário de trabalho diário de 6 horas pode facilitar, para essas mulheres, a dupla jornada trabalho, profissional e domiciliar. 38 Em abril de 2004, na RMSP, a taxa de desemprego afeta 20,7% da população economicamente ativa, segundo a Seade/DIEESE (PED). Fonte: Folha de São Paulo, dia 21 de maio de 2004. De fato, enquanto nos anos 1980 ainda era possível «escolher», em uma certa medida, os tipos de emprego e praticar formas de descontinuidade de emprego voluntário, no contexto atual essas práticas provocam, geralmente, situações de desemprego, se não de inatividade (Guimarães et. al., 2003b). 140 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo racterizado por passagens recorrentes por períodos de atividade, de inatividade e de desemprego — determinados por causas profissionais e extraprofissionais. Neste caso, estes últimos se co-condicionam. Anotações finais Neste artigo, tentamos mostrar, a partir de uma abordagem comparativa (França, Alemanha, Brasil), o papel do contexto brasileiro, isto é, o caráter emblemático do mercado de trabalho nacional para o estudo de novas formas de mobilidade. Porém, enquanto no contexto atual da globalização da estrutura produtiva e das relações de trabalho na Europa a precarização das relações de trabalho se refere, primeiramente, ao desaparecimento progressivo de carreiras profissionais ligadas à aquisição de qualificações, no Brasil ela está ligada ao enxugamento da parcela formal do emprego, assim como à diminuição das vantagens sociais a ele associadas. Nesse sentido, o mercado de trabalho brasileiro pode ser considerado um precursor de novas formas de mobilidade, orientadas para o acesso a direitos básicos por meio do emprego. Pode-se considerar que as relações de emprego predeterminam as carreiras profissionais. É importante destacar, porém, que, os deter minantes socioeconômicos e profissionais da heterogeneidade do setor de telemarketing se co-condicionam com os padrões de mobilidade dos(as) trabalhadores(as) do setor. Mais particularmente, a organização sindical intersetorial, as condições de trabalho e a heterogeneidade das relações de emprego contribuem para a significativa rotatividade dos(as) trabalhadores(as). Ao mesmo tempo, o caráter residual e emergente do setor — composto por uma população que se divide entre os casos de reconversões profissionais e os jovens trabalhadores(as) —, assim como as práticas de mobilidade profissional da mão-de-obra, contribuem para a permanência desses padrões. A ampliação desses padrões de mobilidade — caracterizados tanto por períodos de precariedade das relações de emprego quanto por passagens pelo desemprego e pela inatividade — para segmentos modernos e centrais da economia constitui a novidade neste contexto de mercado de trabalho global. Populações femininas, com experiências anteriores diferenciadas, mais idade e um nível de formação superior, assim como os homens, se submetem e contribuem para as transformações dos elementos estruturais da mobilidade profissional. As relações de emprego sobrepõem-se ao valor conferido ao trabalho: as trajetórias socioprofissionais dos(as) trabalhadores(as), notadamente das mulheres, mas também de homens, desorganizadas em aparência, são estruturadas pela busca de acesso a direitos sociais vinculados ao emprego registrado. Flexibilização do mercado de trabalho e ... 141 Bibliografia Abreu, Alice R. de P., Jorge, Angela F., Sorj, Bila (1994) «Desigualdade de gênero e raça. O informal no Brasil em 1990»,. Estudas feministas, N° especial, out., p.153-177 Angeloff, Tania (2000), Le temps partiel : un marché de dupes ?, Paris: Syros, 2000. 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Essas trajetórias vêm sendo determinadas tanto pela diversidade das relações de trabalho quanto por uma série de elementos extraprofissionais, como, por exemplo, as relações de gênero e o nível de escolaridade. 145 Abstract In the context of globalization of productive structure and laboral relations, the article deals with the new forms of mobility in a modern segment of brazilian laboral market – the telemarketing sector (more specifically, activities related to selling, assistance, phone information and use of new technologies). In Brazil, traditional professional careers have been generating socio – professional trajectories oriented to access to jobs and correspondent social rights. These trajectories have been determined by both the diversity of laboral relationships and some extra professional elements such as gender relations and education level. p a l a v r a s - c h a v e : trabalho, emprego, mercado de trabalho global, gênero Wo r k , e m p l o y m e n t , g l o b a l labour market, gender 146 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 147 La política social del nuevo siglo en Argentina: entre el desempleo y la marginación, el mecanismo del clientelismo político1. Leopoldo Halperin Weisburd 1. A modo de introducción Los regímenes estatales de «bienestar», en las economías capitalistas de posguerra, procuraron articular los requerimientos específicos del modelo de acumulación -propio del sistema productivo imperantecon la necesidad funcional de legitimación político-estatal, es decir con el mantenimiento de un clima de mínima armonía, requerido para un desenvolvimiento «aceitado» de la sociedad. Esta importante condición puede destacarse tanto desde el punto de vista que subraya la tendencia de la economía capitalista a crecer en forma fluctuante y en condiciones de desempleo o de la existencia de una contradicción esencial entre la producción social y la apropiación privada del excedente. En el caso argentino, dentro del marco internacional de sociedades «occidentales» con algún grado de desarrollo industrial, varió históricamente la atención a las demandas socioeconómicas de su población, 1 El presente artículo es parte integrante del proyecto en ejecución: «Transformaciones en el régimen de acumulación social, cambios en las estrategias de inversión pública y las políticas focalizadas en la década del ‘90` en la Argentina», proyecto E022, sede Académica CEPED, Fac. Cs. Económicas, UBA, director Leopoldo Halperin Weisburd, co-director Juan Antonio Labiaguerre, investigadores Cecilia Delpech, Marita Gonzalez, Berta Horen, Liliana Siffredi, Jose Villadeamigo. Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 147-169 148 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo sobre todo de aquella desprovista de recursos materiales elementales, factor correlativo a los papeles sucesivos -y diversos- asumidos por el Estado en términos de la regulación de las leyes del mercado. En el contexto de la dinámica impulsada por los sectores del capital, a partir del deterioro gradual de los «Estados Benefactores»2, cuyo inicio devino hacia fines de los años sesenta del siglo pasado, declinó la aplicación gubernamental de recetas keynesianas. Desde entonces, en forma creciente, emergieron estrategias estatales desregulatorias, que alcanzaron su apogeo con la expansión transnacionalizada del neoliberalismo, durante las dos últimas décadas del milenio. Tales políticas económicas 3 impactaron de modo decisivo en el ámbito sociolaboral, sobre todo en el sentido de un proceso radical de informalización progresiva de las relaciones de producción, más allá de la «subutilización de la fuerza de trabajo» encarnada en los niveles crecientes de desocupación y subempleo, de disminución relativa de la retribución salarial –manifestada en un descenso de la participación de los salarios en la renta y en el aumento de la concentración de ésta- lo cual desembocó, en no pocos casos del mundo subdesarrollado o de la periferia, en una super-explotación de los trabajadores. El sector informal de la economía, en lo referente al uso de mano de obra, comprende no sólo al segmento de trabajadores no registrados o en negro, cuyos niveles de ingresos y condiciones laborales experimentan una degradación notable justamente debido a ese carácter «oculto o clandestino», sino que presenta otras modalidades, incluyendo algunos tipos de contrataciones estimados legales. Al respecto, mientras que determinadas corrientes teóricas aluden al desarrollo de 2 Tal deterioro puede ser visto como un comportamiento resultante de la reaparición o acentuación de los aspectos económicos básicos o centrales señalados (la prolongación de la fase descendente del ciclo, la debilidad de las etapas de recuperación, el desempleo ascendente o la «agudización de la contradicción principal del sistema») en el Centro y muy especialmente, en la Periferia. O bien, como un factor que, a su vez, al debilitar la demanda agregada de la economía capitalista, se constituye en un generador, no despreciable, de ese comportamiento. Además, debe tomarse en cuenta la mutación en las condiciones políticas internacionales, devenidas del derrumbe del modelo de planificación centralizada en la ex Unión Soviética y su entorno, asociado al desenlace de la llamada guerra fría, así como el debilitamiento de las fuerzas políticas de izquierda y de sus propuestas en las principales economías del Occidente europeo. 3 Basadas en una concepción de teoría económica que intenta reverdecer los postulados previos a la demoledora crítica contenida en la obra keynesiana. Intento que no ha conseguido, de ningún modo, establecer una corriente principal consolidada y de aceptación generalizada sino que desemboca –hoy- en una situación general a la que R. Heilbronner y W. Milberg denominan como una torre de Babel de la teoría económica («La crisis de visión en el pensamiento económico moderno»; Paidós, 1998). Llama la atención que aún ante este comportamiento que tiende a aumentar la porción de la renta destinada a los propietarios del capital, la visión conservadora esté reclamando, además, la introducción de cambios en el sistema de seguridad social, en el sentido de aumentar la edad del retiro jubilatorio y estrechar la relación entre la retribución a los pasivos y al personal en actividad. Se toma como un justificativo para ello el aumento, absoluto y relativo, del número de personas en edades avanzadas, omitiendo la incidencia de los otros factores que integran la ecuación que sustenta a los regímenes de jubilaciones y pensiones. La política social del nuevo siglo en Argentina... 149 ocupaciones basadas técnicamente en la «especialización flexible», los análisis regulacionistas hacen hincapié en la extensión de alternativas «postfordistas» del empleo. La inestabilidad y precarización en aumento de los puestos de trabajo disponibles, que implican la marginación del sistema de seguridad social y previsional, así como la desprotección de los asalariados sin representación sindical, conforman la variable de ajuste de los entes empleadores, a fin de mantener o incrementar sus márgenes de ganancias. De allí que las políticas estatales recurren a medidas sistémicas, teniendo en cuenta la amenaza de eventuales conflictos derivados del ensanchamiento de las franjas empobrecidas de la población; dentro de este escenario el mero asistencialismo apunta a legitimar parcialmente a los gobiernos que amparan una situación de creciente desigualdad al interior de la sociedad. En nuestro país, el fraccionamiento de la PEA -respecto de sus modos diversificados de inserción ocupacional- redunda en una segmentación de la sociedad de cara a la implementación de políticas públicas por parte del Estado, segmentación que resulta una verdadera «fragmentación» del conjunto de la sociedad argentina. De manera que, junto a la tendencia hipotéticamente «universalista» de cobertura estatal en educación y salud, coexisten un sistema de seguridad social convencional (el cual abarca básicamente a la fuerza de trabajo contratada en forma regular dentro del mercado laboral «formal») y programas de mera contención, dirigidos a atender de manera parcial las necesidades fundamentales de grupos estructuralmente pobres y aquellas correspondientes a trabajadores pauperizados debido a la escasez o inexistencia de ingresos obtenidos mediante el empleo, programas de contención y a sus consecuencias a los que dedicaremos una parte central de nuestro trabajo. El incumplimiento generalizado de normativas institucionales que aseguraban el ejercicio de derechos mínimos por parte de los trabajadores, en la era fordista del capitalismo regulado, así como también la temporalidad e intermitencia del asalariamiento proclives a partir de la legalización de la flexibilidad contractual (junto al cuentapropismo descapitalizado o precario), amplían el radio del empleo «informal», a través de distintas expresiones del mismo, más allá de su caracterización jurídica. Ello incide en la proliferación de ocupaciones frágiles y vulnerables, por lo cual las reconversiones profundas del mercado de trabajo repercuten directamente en el diseño de políticas públicas estatales. El análisis del Estado y gestión de las políticas sociales, especialmente las destinadas a combatir la pobreza, en la Argentina actual, exige adoptar una visión que contemple una permanente referencia al contexto histórico, tanto de aquellas políticas en sí mismas durante décadas pasadas, como así también de la evolución paralela del mercado de trabajo y, sobre todo, enfocar los cambios que, a partir de la dictadura militar y el auge liberal-conservador de los años noventa, 150 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo fueron la antesala de la crisis iniciada en el año 1998, que culmina dramáticamente en 2002. 2. El mercado de trabajo antes de los ‘90’ A modo de sintética introducción a los temas de mercado de trabajo, pobreza y políticas sociales en la Argentina de hoy, creemos sumamente esclarecedor intentar una apretada síntesis de lo ocurrido en el mercado de trabajo y sus relaciones con la estructura social en las décadas precedentes. Todos los autores coinciden, en que la década de los cuarenta marca un punto de ruptura significativo al respecto, con los casi ochenta años precedentes de la Argentina agroexportadora e importadora de bienes manufacturados. En efecto, a partir de la «crisis mundial del ‘30" y luego de la interrupción debida a la Segunda Guerra Mundial, en el país urbano, (Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba, etc.) comienza un crecimiento de las actividades directamente ligadas a la producción destinada a cubrir una demanda no satisfecha -ahora- del mercado interno. Si en los años precedentes el salario medio y la participación de los trabajadores en el ingreso nacional eran reducidos, desde mediados de los años cuarenta la organización sindical, junto a las políticas públicas proteccionistas y redistributivas generan cambios veloces, elevando salarios y participación y generando políticas de bienestar social amplias y extendidas, que se mantendrían luego durante varias décadas. Por cierto, junto a éstas, se extendieron como políticas públicas las políticas de «ayuda social», en reemplazo de las acciones de beneficencia privada ejercitadas por los reducidos sectores socialmente privilegiados de la era agro – exportadora. Pero debe aclararse, que los sectores «residuales» objeto de una política asistencial, en una Argentina en proceso de industrialización y de casi pleno empleo, eran acotados (ancianos, discapacitados, minoridad de hogares sin recursos, etc.) El empleo, casi pleno, que acompañó al incremento de las migraciones internas rural-urbanas, tuvo como motor inicial y principal al sector fabril: los acelerados cambios condicionaron un sistema productivo mano de obra intensiva, con notables aumentos salariales, generalizados, aunque con mejoras diferenciales para las actividades de mayor calificación. Hacia fines del decenio citado (1948) este impulso ascendente para la oferta de mano de obra se traduce en que la participación del 4 BCRA ,Sistema de Cuentas del producto y del ingreso de la Argentina, Cuadro 11, Pág. 70). La política social del nuevo siglo en Argentina... 151 salario -en general- que pasa de menos de un 30% a significar el 50% del Ingreso Nacional4. El crecimiento del sector secundario es constante y tiene un efecto multiplicador en el mercado interno, ya el Censo Industrial de 1946 muestra un crecimiento respecto a su precedente (1935), registrando un total de cerca de un millón de trabajadores en dicho sector5. Debido a diversos factores -que escapan a esta breve síntesis- ese impulso, favorable dentro y fuera de la industria para la oferta de trabajo, tuvo un breve periodo de retracción a principios de los cincuenta, recuperando los niveles anteriores entre 1953 y 1955. Con los cambios introducidos por la dictadura militar en el último año citado, la distribución del ingreso comenzó a tornarse cada vez más desfavorable para los trabajadores en general, situación que sólo se revierte por un breve periodo, durante el gobierno radical, en el lapso 1963-66, cuando se registran tanto mejoras en el salario como en la participación. Aunque durante el quinquenio siguiente y hasta 1975, existieron variaciones periódicas que acompañan las alternancias en el poder político, de gobiernos tanto constitucionales como de facto, la industria pierde su rol hegemónico en la generación de nuevos empleos, sobre todo en la década de los ochenta, a pesar de que mantiene aun un papel significativo. Indudablemente, con independencia de otros factores distorsivos, el aumento de la capacidad productiva a través del crecimiento del modelo capital intensivo en algunas ramas del sector secundario y el accionar -contradictorio a lo largo del tiempo- de la planificación social a partir de las políticas públicas, provocaron que una proporción cada vez mayor de población activa se trasladara a la rama de comercio y servicios y a actividades no productivas (estudiantes, jubilados y pensionados, etc.). Un tema a destacar es el rol diferencial que el «trabajador autónomo» corrientemente llamado cuentapropista cumple dentro de la estructura ocupacional de la Argentina, en las décadas arriba mencionadas. En el resto de América latina esa categoría ocupacional constituye, desde siempre, una actividad de refugio para el subempleo y la desocupación disfrazada para el conjunto de aquellos que no logran insertarse bajo relación de dependencia, vendiendo su trabajo a un valor relativamente aceptable y sumándose por lo tanto, de hecho, a la masa de desempleados estructurales. En cambio, dentro de la Argentina, los cuentapropistas constituían un conjunto de pequeños empresarios o trabajadores independientes, con o sin capital, caracterizándose 5 En 1951, el personal ocupado remunerado en la Industria Manufacturera era 1.445,3 miles y el correspondiente al sector secundario –Industria manufacturera, Electricidad, Gas y Agua y Construcción- 1824,7 miles, es decir, el 27,3% y 34,5% del total, respectivamente. (BCRA, idem ant., Cuadro No. 49, Pág. 168). 152 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo por tener un ingreso promedio más elevado que el percibido por los trabajadores en relación de dependencia y mantener continuidad en sus actividades con una alta integración en la sociedad. Durante todo el periodo considerado -en su mayoría- pertenecían a los sectores sociales medios, con presencia en todas las ramas, y en el mercado de trabajo urbano llegaron a absorber casi el 16% del mismo para 1980 (Censo Nacional de Población)6. Las políticas públicas asistenciales a todo lo largo de ese período – a partir de 1955- pese a la fuerte permanencia en el tiempo de las dictaduras militares y el condicionamiento y limitaciones, que el conjunto de las fuerzas armadas ejercieron sobre los gobiernos civiles, continuaron dirigidas a grupos residuales, como acciones flanqueadoras de las relaciones con los sectores sindicales representativos de una enorme masa de asalariados encuadrados en organizaciones únicas por rama de actividad. 3. Algunas hipotesis macroeconomicas de la situación laboral actual El comportamiento del empleo en Argentina durante los años noventa fue peculiar, teniendo en cuenta la experiencia histórica de la economía nacional en la materia, debido al registro de los bajos niveles de desempleo y subocupación desde la posguerra, como vimos en el punto anterior. Si bien durante la década de los ochenta, especialmente en la segunda mitad de la misma, tuvo lugar un ascenso de los índices de desocupación abierta -pasando del 2,3% del año 1980 al 6,1%/ 7,1% a fines del decenio- a partir de 1993/4 ese indicador operó un incremento aun más brusco7. En el primer trimestre de 1998, comienzo del fin del período feliz del neoliberalismo, la masa de desempleados alcanzaba a 1.750.000 de personas dentro de la población económicamente activa; posteriormente, a través del quiebre definitivo del sistema de «patrón dólar» y en el transcurso de la prolongada recesión iniciada en el año citado, la cifra de desocupados continuó aumentan- 6 La presente síntesis se realizó en base a los siguientes textos: Germani, Gino, Estructura Social de la Argentina, Ed. Raigal, Buenos Aires, 1954; Torrado, Susana, Estructura Social de la Argentina 1945-1983, Ed. De la Flor Bs. As., 1994; Canitrot, Adolfo, et. al., Libro blanco sobre el empleo en la Argentina, Ed. MTSS, Buenos Aires, 1995; Palomino, Héctor, Pobreza y desempleo en la Argentina, problemática de una nueva configuración social, Ed. Cespa, Buenos Aires, 2003; Beccaria, Luis, et. al., Sin Trabajo,. Ed. UNICEF/Losada, Buenos Aires, 1996. 7 En cuatro años -entre 1992 y1996- dicha tasa aumentó 12 puntos, implicando ello una suba de 1.246.000 personas desempleadas; sin embargo, en el lapso 1997-1998 casi medio millón de trabajadores se reinsertaron efectivamente en el mercado laboral, lo cual representó una retracción de 6 puntos en la tasa de paro abierto. La amplia difusión del trabajo informal, junto al número elevado de subempleados horarios, variables superpuestas al paro abierto, indican la existencia de una gran distorsión de las condiciones imperantes en el mercado de trabajo, razón por la cual ese tipo de reacción difícilmente podía restañar tal situación. La política social del nuevo siglo en Argentina... 153 do, produciéndose un fuerte salto en 2002. Cabe destacar que contradiciendo el pensamiento clásico del desarrollismo el crecimiento productivo a lo largo de los años noventa fue acompañado por un ascenso del desempleo8; luego, cuando la producción bruta interna tendió a descender, no cambió la proclividad ascendente del paro, lo cual -aunque previsible- sorprende en cuanto a un rasgo específico del fenómeno, esto es la magnitud de la variación del indicador de referencia. En aras de explicar dicho proceso, es preciso considerar la conjunción de una serie de factores, a saber: a) el estrechamiento del mercado interno, debido a la caída del salario promedio y de la masa salarial total; b) la extracción de una parte significativa de la renta interna para dirigirla hacia el exterior, publicitada posteriormente en los medios de comunicación como «fuga de capitales»; c) la acentuada concentración de la propiedad del capital productivo nacional, combinada con la extranjerización de una parte significativa del mismo; y d) la baja tasa media de inversión, factor tendiente a provocar una acumulación de capital lenta y demasiado desigual en su composición. Este comportamiento sumado a una tendencia hacia el aumento de la relación marginal (macroeconómica) entre el capital y el trabajo 9relación que genera básicamente una demanda laboral menor que la oferta, sobre todo en la medida en que paralelamente se incrementó el porcentual de la PEA que intenta insertarse ocupacionalmente10. Los antedichos factores tendenciales se refuerzan en sus efectos negativos sobre el mercado de trabajo con las de las modificaciones exógenas, tales como las abruptas mutaciones experimentadas en los mercados financieros internacionales y el descenso en la actividad económica mundial a partir de 1997, lo cual genera consecuencias constrictoras sobre el nivel interno de actividad, en gran parte a raíz de la vigencia del «plan de convertibilidad». Desde el año 2003 comenzó un descenso sistemático de la elevadísima tasa de desempleo, reduciéndose en nueve puntos porcentuales al cabo del tercer trimestre de 2004 (descontando entre los empleados a los perceptores de los planes de ayuda estatal); la subocupación también decreció en ese periodo, aunque en una dimensión mucho 8 El economista Okun enunció una relación positiva entre la producción y el empleo en una economía capitalista (la llamada «ley de Okun» a la que J. Tobin consideró una de las regularidades empíricas más confiables de la macroeconomía); así, el crecimiento de la producción se corresponde con el incremento del empleo en una proporción de 3 a 1 (una disminución de un punto en el desempleo requiere un crecimiento de 3 puntos en el PBI) 9 Comportamiento este que puede aparecer merced a la señalada modificación de los precios relativos y también a la necesidad de importar tecnología del Centro (la dependencia tecnológica) 10 La pérdida del empleo regular por parte del jefe de hogar obligó a que en no pocos casos uno o dos miembros de la familia, al menos, salieran a buscar trabajo para cubrir la carencia o reducción de ingreso sobreviniente. Esto significaba el aumento de la tasa de actividad media. 154 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo menor. Al estimar ambos índices de modo superpuesto, la proporción de trabajadores con dificultades laborales severas alcanzaba a un tercio de la PEA. Corresponde vincular la situación precitada con las medidas macroeconómicas aplicadas durante la etapa «post-convertibilidad», dado que la política fiscal aplicada entonces contiene un carácter dual y efectos sorprendentes sobre la situación social de los sectores más empobrecidos de los hogares argentinos que no mejoraron su situación, económicamente por un lado se incrementaron los gastos estatales y, por el otro, tuvo lugar un excedente financiero notable, estrechamente asociado al aumento veloz de la recaudación tributaria. No obstante ello, el gasto público consolidado no mostró una reestructuración significativa, ni tampoco introdujo, a pesar de la suba considerable de la inversión nacional, erogaciones adicionales de capital cuantitativamente suficientes como para modificar sustancialmente su participación en el PBI, o que lo elevaran de manera apreciable respecto al gasto total. Más allá de tal evidencia, el aumento del gasto público -junto al tipo de selección realizado para su destino- seguramente repercutió en el nivel de actividad y, por ende, en el correspondiente a la ocupación aunque, partiendo de lo señalado, no parece haber sido dicho gasto el motor principal -inicialmente, al menos- de la recuperación del empleo y del cambio de relación que se viene observando entre crecimiento de la producción (mostrado por el PBI) y personal incorporado por las empresas y el cuentapropismo. El aumento de la producción iniciado en el último trimestre de 2002 y que prosiguió en los siguienSíntesis de datos económicos y ocupacionales Rubros / I Trimestre 1998 2004 2005 PBI en millones de pesos (1er. Trimestre) 271.702 254.350 272.037 0,10% Tasa de Desempleo 13,20% 14,40% 12,10% -8,30% 1.750.106 2.258.810 1.973.001 12,70% 36,90% 36,60% 38,20% 3,50% Población desocupada Tasa de Empleo sin planes Población ocupada sin planes Variación (%) 2005/1998 11.741.619 12.718.838 13.458.683 14,60% Tasa de Desocupación sin planes 13,00% 19,40% 17,30% 33,40% Población desocupada sin planes 1.750.106 3.058.081 2.818.572 61,10% Tasa de Pobreza 29,80% 44,40% 40,40% 35,60% Población Pobre 10.765.230 17.251.145 15.877.909 47,50% 7.521 6.546 6.922 -8,00% 36.124.933 38.853.931 39.301.755 8,80% PBI Población Total Fuentes: Instituto de Estudios y formación Dir. C. Lozano y elaboración propia a partir de: www.indec.mecom.ar; www.mecom.gov.ar 2005 La política social del nuevo siglo en Argentina... 155 tes, trajo consigo una incorporación de personal cuyo grado de intensidad contrasta con el correspondiente a los años noventa. Conviene diferenciar, adicionalmente, dos aspectos íntimamente ligados a la cuestión del empleo: el aumento del nivel de actividad y la magnitud de horas de trabajo incorporadas (adicionalmente) por unidad de valor de producto generado, en términos de incremento del mismo11. En ese sentido, el crecimiento del nivel de actividad económica constituye una condición necesaria para la incorporación de horas de trabajo a la producción, pero la proporción mediante la cual el aumento productivo genera una variación del grado de ocupación representa el elemento complementario de la problemática. Teniendo en cuenta que las subas de la demanda agregada redundan en una producción creciente física o nominal, según las condiciones imperantes, la identificación de la fuente del crecimiento sirve para establecer cuál o cuáles componentes de aquella demanda han incidido en la ampliación productiva y, por lo tanto, del aumento del empleo. Sin embargo, cabe el interrogante acerca de la evolución de qué sector permite explicar la modificación de la proporcionalidad entre horas de trabajo y producto adicionales. Puesto que las actividades productivas que experimentaron el grado más alto de reactivación fueron aquellas dedicadas a la producción de mercancías o bienes -en contraste con las de servicios, en promedio- allí debería ubicarse la fuente principal del aumento del PBI y, por ende, de la incorporación de trabajadores a partir de 2002. Más allá de lo expuesto precedentemente, corresponde preguntarse también cuáles factores impulsaron el crecimiento productivo en la instancia depresiva más acentuada, cuando el consumo privado y la inversión se encontraban en su punto mínimo. Al respecto la recuperación, expresada en el nuevo empuje dado a la producción y a la creación de puestos de trabajo eventualmente puede responder a las siguientes causales: 1) la modificación de los precios relativos después de la devaluación de la moneda; 2) el inicio consecuente de un proceso de cierta sustitución de importaciones; 3) el fortalecimiento de algunas actividades intensivas en el uso de mano de obra; 4) las ventajas logradas por las actividades exportadoras con su repercusión -directa e indirecta- en el mercado, por vía de la reactivación de la demanda de horas de trabajo. Considerando lo señalado, opera un nexo entre la reactivación de los sectores productores de bienes y la modificación de los precios relativos internos, generándose contraposiciones del aumento de pre- 11 Esta relación es conocida como la elasticidad-empleo del producto e indica la variación del empleo cuando varía el producto o ingreso agregado de la economía (relación entre la variación porcentual del empleo y la variación porcentual del producto). 156 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo cios de los productos exportables frente al de aquellos otros destinados casi exclusivamente al mercado doméstico, del encarecimiento de los bienes de capital importados respecto de las horas trabajadas en el ámbito nacional, y del precio más elevado de las importaciones de bienes de consumo e intermedios ante bienes similares producidos en el país. Estos contrastes se iniciaron a partir de la reconversión cambiaria que llevó el precio de la divisa al triple del vigente antes del año 2002; asimismo, han continuado a posteriori, sobre la base de los movimientos ulteriores de los precios de los bienes y servicios, junto a los laborales. Tales variaciones afectaron la relación beneficiocosto de distintas actividades productivas y, debido a ello, emergió la dinámica de la recuperación y la mutación de la proporcionalidad mencionada. Debe resaltarse que dichos cambios obedecieron, como señalamos en párrafos anteriores, fundamentalmente, a la alteración cambiaria, en un contexto -como fue apuntado anteriormente- de altísimo desempleo y de una crisis financiera mayúscula. Una cuestión central que surge, inmediatamente, consiste en establecer si el tipo de cambio puede modificarse ad-libitum en pos de conseguir el efecto que, naturalmente, corresponde al rendimiento de los recursos productivos, es decir la tierra y el trabajo que utiliza los instrumentos apropiados, tanto el capital como la tecnología. La respuesta a este problema plantea una discusión que ha conducido a determinar si el tipo de cambio, en cuanto precio básico, pero uno más entre los vigentes para los intercambios, puede -en una economía capitalista con apertura y liberalización financiera- ser «fijado» con mayor o menor arbitrariedad, o si por el contrario debe responder a las fuerzas del mercado12. El sistema económico capitalista no posee el atributo de conducir sistemática y regularmente a un estadio de pleno empleo, así como tampoco al equilibrio «automático» de sus cuentas externas. La pretensión de alcanzar dicho estadio a través, principalmente, del comercio internacional, utilizando herramientas como el abaratamiento artificioso de la moneda nacional, puede conducir al uso generalizado de la misma política por los distintos países, la que desembocaría, de un modo u otro, en su neutralización. El pleno empleo debe procurarse mediante el uso de los procedimientos más adecuados sin desdeñar, de ninguna manera, la intervención estatal apropiada; además, el equilibrio de las cuentas externas requiere una acción de política nacional específica sustentada en una estrategia internacional coordinada. 12 Puede sostenerse que existe un tipo de cambio tal que refleja la relación «justa» o de equilibrio que aparecería como identificable, la cual eventualmente concierne al largo plazo, que remite a aquel nivel del tipo de cambio que se corresponde con el rendimiento medio del trabajo en una economía determinada. Sin embargo, esa correspondencia implica, además, que la economía en cuestión registre una utilización plena de los recursos disponibles y que no existan tendencias sistemáticas a la generación de déficit de las cuentas externas. La política social del nuevo siglo en Argentina... 157 De hecho, existe un tipo de cambio efectivo que debe corresponderse con el rendimiento medio del trabajo, y también cabe la posibilidad de alterarlo, en un cierto grado y por un determinado periodo, lo cual permitiría consecuentemente realizar políticas cuya esencia y finalidad resulten precisas a fin de corregir distorsiones y obtener un rendimiento creciente. La modificación del rendimiento medio pasa por el de los particulares componentes y las políticas específicas deben tomar en cuenta los objetivos nacionales con relación al sesgo buscado del crecimiento de la producción y el desarrollo socioeconómico. Por otra parte, las formas de uso de la fuerza de trabajo, y la distribución de la renta, dado su carácter fundamental en toda sociedad capitalista que procure algún grado aceptable de equidad social, debe constituir un capítulo explícito de una política de desarrollo. Hasta ahora, el gobierno nacional no ha presentado un programa taxativo tendiente a lograr objetivos y metas sectoriales de producción, ni ha diseñado una estrategia y plan de acción de desarrollo económico-social. Tampoco ha trazado -en concordancia con ello- una política de empleo, más allá de las rectificaciones formuladas a los lineamientos de desregulación-flexibilización trazados en la década de los noventa y a su implementación concreta en ese periodo13. Esa enmienda conllevó asimismo el aumento de las retribuciones mínimas (salariales y beneficios jubilatorios), suba improbablemente concretable mediante el mero funcionamiento del mercado, teniendo en cuenta el alto nivel de desempleo y subocupación persistente todavía en nuestros días. En vistas del proceso indicado, el tipo de cambio elevado -o generador de una protección comercial efectiva-, la política monetaria activa asociada al mismo por medio de la intervención compradora del excedente de divisas emergente del balance de comercio favorable -no absorbido por el rubro «rentas» de la cuenta corriente-, y la búsqueda del fortalecimiento progresivo del sistema financiero, encaminado a restablecer el mercado de crédito, en el contexto de la reactivación productiva, constituyen el núcleo esencial de una política macroeconómica que incida sobre el desenvolvimiento desempleo. Por otro lado, el aumento del gasto público -en el marco de un fuerte crecimiento de la recaudación tributaria- confluyó en la reactivación de la demanda agregada, con su efecto previsible sobre el nivel de actividad económica, pero sin que se concretara, aun, un plan de inversión pública robusto íntimamente vinculado a la problemática ocupacional. Queda en pie, sin embargo, la cuestión de la magnitud alcanzada por el tipo de cambio y la posibilidad de sostenerlo en el tiempo. Por otro lado, es preciso señalar que otros aspectos importantes de la política económica vigente provienen del modelo aplicado en los ’90. La privatización de los monopolios estatales y la desregulación o 13 En la denominación «de los noventa» incluimos la política del Gobierno de la Rúa-Álvarez. 158 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo bien, una regulación «light» de los mercados de bienes estratégicos; la política tributaria, basada principalmente en impuestos indirectos cuyas alícuotas no han variado, la aplicación –hoy más acentuada- del principio de ampliación de la base tributaria en el caso de los directos –como el impuesto a las ganancias- y la desgravación de rubros como los intereses producto de la actividad financiera y las ganancias de capital; la liberalización financiera –acotada sólo en el período inmediato post-crisis- y la apertura comercial; una deuda externa acrecentada respecto a su nivel del año 2001 y el pago de voluminosos intereses – a pesar de la reestructuración con quita de una parte sustancial del principal a los bonistas privados-; el mantenimiento de la relación con los organismos internacionales de crédito –aún cuando el trato negociador con el FMI haya variado respecto al vigente durante el último período del modelo del Patrón Dólar-; una política fiscal que ha introducido un nivel de superávit primario inédito y cuya composición del gasto no ha experimentado variaciones relativas significativas –a pesar de la incorporación adicional desde el año 2002 de los rubros destinados a aliviar la pobreza-. Así, los hitos de la política económica de los ’90 se mantienen... Con ello, el proceso de redistribución regresiva de la renta que se hizo notorio en la segunda mitad de los ’90, se agudizó fuertemente después de las grandes transferencias de ingresos operadas desde el 2002. Las compensaciones que fue preciso otorgar a los sectores dueños de porciones no menores de capital como consecuencia de la modificación de las reglas del juego monetario-cambiario y bancario tuvieron una magnitud significativa y que lo son más si se las compara con las entregadas a los grupos sociales empobrecidos. El aumento de la proporción de los beneficios brutos de explotación, especialmente, en rubros estratégicos como el petróleo y el gas, no fueron demasiado afectados por las retenciones establecidas. En suma, los elementos que están en la base del proceso de concentración de la propiedad y a partir de allí, de la renta, a los que se suma la política fiscal y tributaria vigentes, terminan inclinando la balanza en el sentido contrario al producido por el proceso de aumento del empleo, cuyas características hacen que el empleo informal y el alto nivel de desempleo, todavía, imperantes restrinjan el nivel medio del salario. 4. Pobreza y programas sociales de contención La sociedad argentina ha atravesado, como dijimos, en los últimos años un proceso de empobrecimiento muy agudo, resultante de las políticas económicas implementadas, el proceso de desindustrialización y los cambios en la distribución de la riqueza nacional. Es preciso señalar que un mecanismo nodal de este devenir del La política social del nuevo siglo en Argentina... 159 «pauperismo», hacia fines del siglo XX, reside fundamentalmente en las transformaciones del mercado de trabajo y sus consecuencias sociolaborales deteriorantes para una porción inmensa de la población económicamente activa y los grupos familiares o domésticos respectivos. Evolucion de la pobreza y la indigencia de los hogares en la argentina entre 1988 y el 2004 Fuentes: elaboración propia en base a las ondas de hogares de EPH, INDEC de cada año. El gráfico siguiente ilustra la situación antedicha mediante guarismos correspondientes a indicadores sobre indigencia y pobreza de los hogares durante el período 1988-2004: Durante el año 2004, el cuadro expuesto corrobora la persistencia de una proporción enorme de hogares sumidos en la condición de pobre e indigente, a pesar del considerable avance logrado en su neutralización. No obstante ello, debe hacerse hincapié en las connotaciones implícitas del criterio adoptado a los efectos de determinar la cuantía de la población inmersa respectivamente en la pobreza o la indigencia, consistente en el trazado de la línea ideal que separa a los sectores pobres de aquellos que no revisten en ese estado. Tal límite se ha fijado a través del parámetro establecido por un ingreso mensual de $ 735 14 Por lo tanto, el ingreso de $ 735, cifra estándar que delimita la pertenencia a los estratos pobres, únicamente permitiría adquirir menos de la mitad de dicha canasta, lo cual significa que con el ingreso promedio por hogar, percibido por la población comprendida hasta el decil octavo de la tabla de distribución de la renta -equivalente al 80% del conjunto de hogares con ingresos-, resulta inaccesible la obtención de la canasta precitada en su totalidad. 160 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo por hogar; sin embargo, el actual costo mensual de la canasta básica familiar «completa», correspondiente al tipo medio de las unidades domésticas. alcanza el monto de $ 1.580 mensuales 14. Por otro lado no puede omitirse entre estas observaciones la diferencia entre ese parámetro promedio de $ 735 por hogar y la simple observación de la distribución del ingreso en los 28 aglomerados urbanos en que el Instituto de Estadística y Censos releva su información, allí se detalla – entre otros datos - el ingreso total de los hogares: al 1er. decil ( el 10% más pobre de los hogares que declara ingresos) le corresponden 172 $ mensuales, al 2º decil 312 $ y al 3er. decil 442 $ de ingreso familiar total.15 En la medida en que la apuntada degradación socioeconómica de grupos crecientes de la población argentina responde al funcionamiento del mercado ocupacional, es decir a la reconversión gradual y regresiva de las inserciones laborales de las personas «activas», resulta ampliamente esclarecedor asumir un enfoque retrospectivo sobre la participación porcentual de la fuerza de trabajo respecto del valor producido nacional, en el contexto histórico del último medio siglo, tal como es gráficamente representado a continuación: Participación de los Trabajadores en el total del PBI Fuente Ministerio de Economía Serie 1950-2004 Un aspecto sumamente grave que conlleva el diagnóstico anterior remite a las condiciones de vida que experimenta la franja etaria más joven de la sociedad argentina, debido en una parte crucial a la situación del «empleo» correspondiente a los miembros activos de las familias, lo cual se expresa por medio de la siguiente ilustración: 15 Fuente Encuesta Permanente de Hogares Contínua, 2º trimestre 2004. La política social del nuevo siglo en Argentina... 161 Distribución de la Población de 0-14 por Pobreza e Indigencia Fuente Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Observatorio Social Asimismo, otra franja social vulnerable se ubica en las personas de la «tercera edad» en condición de pobreza o indigencia que, si bien representan un porcentaje notablemente inferior de la población general en términos proporcionales (estimando la composición de la pirámide etaria), padecen en su mayoría serias carencias debido al desmantelamiento del sistema previsional. El porcentual de individuos en edad jubilatoria en las dos condiciones señaladas es graficado a continuación: Distribución de la Población mayor de 65 años por pobreza Fuente Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Observatorio Social 162 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo En cuanto a las políticas, o medidas, de «contención social» llevadas a cabo por el Estado, los programas actualmente en ejecución son los siguientes, discriminados por áreas o dependencias de la administración pública: ¾ Ministerio de Desarrollo Social16 El MDS ha instituido tres Planes Nacionales que subsumen los programas que venían ejecutándose con anterioridad, según la problemática a la que atiendan. En cuanto al presupuesto ejecutado por el MDS, la única información disponible lo consigna en forma agregada sin discriminación por Plan o línea de acción. El total ejecutado en el año 2004 alcanza a $ 2.334.555.363. • Plan nacional de desarrollo local y economía social «manos a la obra» Constituye un sistema de apoyo a las iniciativas de desarrollo socioeconómico local destinado prioritariamente a personas de bajos recursos y desocupadas, con el objetivo de promover la inclusión social a través de la generación de empleo y la mejora de los ingresos de las familias. Los componentes del Plan son: - Apoyo Económico y Financiero Destinado a emprendimientos productivos unipersonales, familiares, asociativos, comunitarios o comerciales en forma directa o a través de unidades de financiamiento y microbancos. - Fortalecimiento institucional A través de actividades de capacitación y asistencia técnica destinada a espacios de concertación local, Consejos Consultivos Locales y Provinciales, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y los espacios de intercambio de la economía social en las localidades, provincias y regiones. - Asistencia Técnica y Capacitación Para la formulación y ejecución de proyectos productivos promoviendo la sustentabilidad de los emprendimientos. 16 Fuente: Informe de gestión 2004. www.desarrollosocial.gov.ar La política social del nuevo siglo en Argentina... 163 Se ejecuta a través de diversas líneas de acción: Emprendimientos productivos: comprende el otorgamiento de subsidios con el objetivo de fortalecer y desarrollar emprendimientos unipersonales, familiares, y de otras instancias asociativas para la producción y procesamiento de productos alimentarios, la elaboración de manufacturas y el desarrollo de servicios y actividades comerciales. «Herramientas por trabajo»: promueve la inserción laboral y la mejora de los ingresos de los beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados a través del financiamiento (subsidio) de proyectos productivos. Fondos solidarios para el desarrollo: A través de un subsidio a un municipio u OSC se instituye un fondo rotatorio que presta asistencia financiera (préstamos) a emprendimientos productivos llevados a cabo por sectores vulnerables de la sociedad que no tienen acceso al sistema financiero. Fondo de Capital Social (FONCAP): se orienta posibilitar el acceso al crédito favoreciendo la creación o fortalecimiento de instituciones que provean de financiamiento –crédito y microcrédito- a grupos de microempresas o pequeños productores. Proyectos estratégicos: orientada al financiamiento de proyectos que se constituyen como un polo articulador de actividades productivas con potencial impacto económico y social trabajando sobre cadenas de valor agregado horizontales y/o verticales. Resultados: Se financiaron 33.861 unidades productivas, que involucraron a 425.000 pequeños productores. Se constituyeron 249 fondos de crédito y microcrédito que otorgaron 17 mil créditos y microcréditos. Se realizaron 758 actividades de capacitación que alcanzaron a 160.914 integrantes de OSC, equipos municipales y provinciales. Se llevaron a cabo 300 talleres con 42.000 integrantes de OSC y consejos consultivos. Del total del financiamiento, el 75% corresponde a créditos y/ o microcréditos y el 25% a subsidios. 164 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo • Plan nacional «familias» El desarrollo de este plan comprende acciones de protección, prevención, asistencia, acompañamiento y promoción a las familias en situación de vulnerabilidad. Se instrumenta por medio de distintas líneas de acción que comprenden un plan de ingreso, pensiones asistenciales, trabajo con adolescentes y jóvenes. Programa Familias para la inclusión social: Brinda apoyo monetario a familias pobres y promueve la asistencia escolar y el cuidado de la salud de los niños, así como el desarrollo de capacidades en las madres a través de acciones específicas. Esta línea de acción se desarrolla en 17 provincias, 24 aglomerados urbanos y 74 municipios. Componente de ingresos: ofrece un ingreso mensual de hasta $200 por familia según la cantidad de hijos que la integren. A modo de contraprestación las beneficiarias tienen que presentar constancias de concurrencia de sus hijos a la escuela y de haber realizado los controles de salud correspondientes. Componente Gestión asociada: comprende la participación de las beneficiarias en planes de actividades elaborados por las OSC y los municipios que participan del proyecto. Los planes de actividades se refieren a: proyectos de difusión e información; proyectos de acompañamiento y de desarrollo de capacidades. Cobertura: Durante el año 2004, el componente de ingresos alcanzó a 196.156 familias y 486.798 personas participaron en los 50 planes de actividades llevadas a cabo en 52 municipios de 14 provincias correspondientes al componente Gestión asociada. Programa «Incluir»: Tiene por objeto mejorar los ingresos de las familias con jóvenes de entre 18 y 25 años a través de su participación en actividades socioproductivas mediante actividades de capacitación y la generación de emprendimientos productivos. Cobertura: Durante el año 2004 (el programa se inició hacia mediados del año) 61.597 jóvenes participaron en actividades de capacitación. Instituto Nacional de Asuntos Indígenas: atiende diferentes situaciones problemáticas que atañen a la población indígena. • Se otorgaron 6.000 becas de estudios secundarios • Se financiaron proyectos tendientes a mejorar la producción tradiciones y las condiciones de vivienda y el hábitat, alcanzando a 56.000 beneficiarios de 16 pueblos indígenas. • Regularización de tenencia comunitaria de aproximadamente 300.000 hectáreas de tierra. La política social del nuevo siglo en Argentina... 165 Programa Arraigo: • Regularización dominial de 5.464 familias ocupantes de tierras fiscales a través del ofrecimiento de planes de pago que les permita el acceso a la propiedad. • Plan nacional de seguridad alimentaria «el hambre más urgente» Todos los programas y planes que se encontraban destinados a la problemática alimentaria se unificaron en una estrategia articulada del gobierno Nacional, los gobiernos provinciales y municipales, escuelas, centros de salud y organizaciones de la sociedad civil. Las líneas de acción comprenden: asistencia alimentaria bajo distintas modalidades fijadas por cada jurisdicción; comedores escolares y comunitarios; apoyo para la autoabastecimiento y autoproducción de alimentos y actividades de capacitación, información y difusión sobre prácticas alimentarias. Cobertura: • Asistencia alimentaria (módulos alimentarios, tickets para la compra de alimentos, tarjetas magnéticas para la compra de alimentos): 1.115.000 familias. • Comedores escolares y comunitarios: 1.985.470 asistentes. • Autoabastecimiento y autoproducción de alimentos: 3.133.000 personas ¾ Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social 17 En el ámbito del Ministerio de Trabajo se implementa el Plan «Jefes y Jefas de Hogar Desocupados» que tiene por objetivo otorgar un subsidio mensual de $ 150 y contribuir a incrementar las posibilidades de empleabilidad de los beneficiarios a través de sus distintos componentes: • Formación profesional: capacitación en oficios, • Terminalidad educativa: terminación de los estudios primarios o secundarios, • Materiales: realización de obras de infraestructura social en los municipios empleando a los beneficiarios como mano de obra, • Proyectos comunitarios: realización de proyectos y Actividades Socioproductivas (Programa Herramientas x Trabajo, componente que integra el Plan Manos a la Obra) 17 fuente: www. trabajo.gov.ar (informes y estadísticas). 166 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Cobertura: El programa alcanzó el máximo de cobertura en mayo de 2003 con 1.990.735 beneficiarios que fueron disminuyendo paulatinamente, alcanzando en diciembre de 2004 a 1.587.261 Jefas y Jefes y a 1.538.038 en abril de 2005. Presupuesto: $ 3.337.657.252 (de los cuales $ 792.699.000 corresponden a financiamiento externo). • Programas nacionales de empleo P.E.C. (Programa de Empleo Comunitario) e Interzafra (destinado a personas que trabajan en la zafra y en el período interzafra reciben el subsidio y asisten a actividades de capacitación): son dos programas que también brindan un ingreso mensual de $ 150 a familias en situación de desocupación y que no están incluidas en el Plan «JJHD». Estos dos programas contaban en junio de 2003 con 191.519 beneficiarios y en abril de 2005 llegaron a 220.840 personas incluidas. Falta citar fuentes de donde salieron los datos Si bien a partir del 2002, los planes incrementaron las erogaciones y lógicamente extendieron su cobertura en términos absolutos, debe señalarse que la estrategia general de «contención de la pobreza» no ha introducido – salvo contadas excepciones – grandes modificaciones en el abordaje del problema respecto a las acciones previas al estallido de la crisis. Algunas conclusiones en torno al ejercicio de las politicas sociales hoy En nuestro país, luego de una evolución de varias décadas en que la vigencia del modelo de industrialización sustitutiva se acompañó de una política pública social íntimamente vinculada al mercado de trabajo, instaurando un Estado de Bienestar, la reconversión -desde los años ochenta- hacia una focalización de éstas políticas en la contención de la pobreza, sólo pueden entenderse en la perspectiva arriba enunciada. La misma, creemos, es la única que permitirá comprender los cambios y alcances de las políticas públicas sociales diferenciales aplicadas en el presente, en un país con una acentuada fragmentación social, creciente concentración del ingreso y fuertes condicionamientos financieros externos. Al respecto, más allá de los cambios efectuados por la actual administración en un contexto de formulaciones críticas de las políticas neoliberales de los años noventa, expresadas desde los máximos niveles de la conducción del Estado, no se visualiza todavía una sólida implementación de políticas sostenidas dirigidas hacia las transformaciones que permitan superar la situación actual de vastos secto- La política social del nuevo siglo en Argentina... 167 res de la sociedad. Éstos, que comprenden el 40% de la población urbana, constituyen lo que habitualmente se reconoce como población pobre o carenciada, ó simplificando, de aquellos grupos sociales que debido a sus reducidos o inexistentes ingresos- no logran acceder a niveles mínimos de bienestar y consumo. Tales sectores, caracterizados -ya en la década de los setenta- como «cadenciados», engloban tanto a los numerosos trabajadores del sector informal, marginados de los sistemas vigentes de la seguridad social y con ingresos muy reducidos -por debajo de la denominada línea de pobreza- como a aquellos cuya base material de existencia se mantiene exclusivamente mediante asignaciones públicas de recursos y cuya vida está prácticamente desmercantilizada y determinada casi exclusivamente por medidas de políticas públicas. Para este subsector la correspondencia entre trabajo y remuneración no juega papel alguno. Sin extremar los niveles críticos, debe reconocerse que paralelamente a ciertas mejoras en los niveles salariales y jubilatorios (que por cierto no tuvieron efecto en la redistribución del ingreso muy polarizado del país, en que el 10% de los perceptores de ingresos concentra más del 34% del ingreso total), las políticas públicas de contención de la pobreza, reforzadas tras la crisis del año 2002, se han mantenido, ya sea como transferencias monetarias directas, como programas de salud dirigidos a los grupos más vulnerables (materno infantil, etc.), como entregas de alimentos a niños y ancianos, etc., y alcanzan a un alto porcentaje de los hogares pobres (bajo línea de pobreza). Sin embargo, debemos destacar que, según las propias estadísticas del sistema estatal (INDEC), la brecha entre el ingreso promedio de estos hogares y la canasta básica total (que mide el acceso a los bienes y servicios mínimos necesarios)) es mayor que a comienzos de la crisis ya que estos ingresos apenas representan el 50% de la mencionada canasta, lo que limita seriamente los alcances reales de dicha cobertura. Por otro lado, independientemente de la complejidad de los fenómenos de corrupción que no deben ser objeto de fácil y ligera generalización, el permanente señalamiento de que el manejo de estas políticas sociales de contención de la pobreza es fuente básica de manejo «clientelar», señala a ambos, corrupción y clientelismo, como constituyendo uno de los problemas más sensibles y relevantes de la sociedad argentina pobre y no pobre. Asimismo, las transferencias hacia los sectores carenciados, ya se trate de pesos, bienes o servicios, no son percibidas por la generalidad de los destinatarios como un derecho social, producto de la falta de inserción de los miembros activos del hogar en el mercado de trabajo y/o de una retribución no acorde a las necesidades mínimas del grupo familiar. Salvo contadas excepciones -expresadas en algunos movimientos autónomos de carenciados y/o desocupados- en la generalidad de los casos, cualquier forma de transferencia es recibida por los hogares 168 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo como una ayuda del poder político, que mediante este acto se hace merecedor de retribución y adhesión política por parte de los asistidos (movilización de apoyo, voto, etc.), generándose una suerte de intercambio en el que la asistencia efectiva o la expectativa de recibirla, tiene como contraparte formas de adhesión hacia quién ejerce el poder de asignación de esa asistencia. En todas las situaciones antedichas, sean programas nacionales (financiados por el Estado federal), provinciales o aún municipales, se genera una estructura piramidal en la que, hasta que llega el beneficio a manos del destinatario, recorre una serie escalonada e inevitable de jerarquías políticas que culminan en el operador (puntero, manzanera, u otros) contactos finales y directos, barriales, zonales, de los hogares objetos de la transferencia. Como ha sido exhaustivamente analizado en múltiples trabajos, esta metodología política para contener la pobreza, cualquiera sea su nivel de sofisticación y refinamiento, no es sólo contradictoria con el concepto de derechos sociales, sino que limita y condiciona además el nivel de autonomía y participación crítica que al menos teóricamente debe rodear el concepto de derechos políticos y por ende de ciudadanía política elemental, generando para los sectores más carenciados una condición especial que, sin audacia alguna, podríamos denominar como ciudadanía de «segunda», en la que cualquier acción u omisión al margen de las reglas establecidas con la jerarquía beneficiante pone en peligro la continuidad del beneficio. Independientemente de que estas sanciones grupales o individuales se concreten o no, en la conciencia del pobre, la sola posibilidad de poner en riesgo lo que recibe por su fidelidad a la jerarquía política, limita y condiciona su el imaginario. Este condicionamiento agrega, al problema de la marginación social señalada, un serio reparo al funcionamiento del sistema político en general marcando para casi la mitad de la población límites a la participación y decisiones esenciales para el funcionamiento elemental de una democracia. La política social del nuevo siglo en Argentina... 169 Bibliografía General Auyero, Javier, «Favores por votos», Bs. As., Ed. Losada, 1998. Beccaria, Luis y López, Néstor, comp. «Sin trabajo, las características del desempleo y sus efectos en la sociedad argentina.», Bs. As., Ed. UNICEF/ Losada, 1996 Beck, Ulrich, et. al., «Presente y futuro del Estado de Bienestar», Bs.As., Ed. Siempro/ Niño y Dávila, 2001. Canitrot, Adolfo et. al., « Libro blanco sobre el empleo en la Argentina», Bs. As., Ed. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1995. Capella, Juan Ramón. «Los ciudadanos siervos», Madrid, Ed. Trotta, 1993 Germani, Gino, «Estructura Social de la Argentina» Bs. As., Ed. Raigal, 1954. 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El primero, focalizado especialmente en el proceso de globalización y atento a percibir similitudes y diferencias en cada experiencia, lo formulamos a partir del siguiente interrogante ¿en qué medida las presiones globales (factores competitivos, desregulación, privatización) condicionan o determinan la convergencia y/ o la divergencia de los sistemas nacionales de relaciones laborales? 1 Cecilia Senén González es Dra. en Estudios Sociales por la Universidad Autónoma MetropolitanaIztapalapa, México D.F, Investigadora del CONICET. Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales, Carrera de Relaciones Laborales, Universidad de Buenos Aires. Email. [email protected] 2 Nos referimos a la desarrollada en la tesis de Doctorado “Relaciones laborales, desregulación y modernización en los sectores de telecomunicaciones, agua y saneamiento y gas. El caso Argentina (1990-2002)” defendida en Marzo de 2004 en la Universidad Autónoma MetropolitanaIztapalapa, México D.F. de la que presentamos la síntesis de algunas conclusiones. Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 171-198 172 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Esta discusión en la que intervienen investigadores que pertenecen a diversas disciplinas en ciencias sociales, entre ellos estudiosos en relaciones industriales, fue predominante en muchos países desarrollados, en particular de Europa Occidental y ha sido el tema central en los estudios comparados sobre sistemas de relaciones laborales en la última década (Bamber y Lansbury 1998; Ferner y Hyman 1998; Van Ruysseveldt, y Visser, 1997; Locke, Kochan, y Piore, 1995, Rehfledt, 2000, entre otros). Teniendo en cuenta la importancia de las instituciones, contextos o entornos en que se producen los procesos y los resultados de las relaciones laborales, nuestro segundo debate sugiere identificar las reflexiones sobre la transformación de los sistemas de relaciones laborales y sobre la capacidad de las instituciones nacionales para responder a una economía crecientemente globalizada, en las que se considera el papel que juegan los actores dominantes (empresa, sindicato, estado) y la interacción entre actores y marcos institucionales. Proponemos organizar el debate en torno a esta pregunta ¿cuál es el peso que ejercen los marcos institucionales y/o las opciones estratégicas adoptadas por los actores sobre la transformación de los sistemas de relaciones laborales en cada contexto nacional?. En esta discusión confluyen diferentes perspectivas predominantemente norteamericanas, algunas de las cuales se agrupan en la corriente neo institucionalista, por ejemplo, la trabajada por cientistas políticos y desarrollada en dos vertientes: histórica (Hall y Taylor, 1999; Telen, Steinmo, Longstrem, 1992), y de la elección racional (Shepsle,1989) 3. Confluye también la propuesta proveniente de las teorías de análisis estratégico en los estudios sobre relaciones laborales (Kochan, Katz y Mc. Kerise, 1986; Kochan, Piore, y Locke, 1995) y que tienen como elemento clave, el concepto de “strategic choice.” El tercer debate se centra en reflexiones que estudian la lógica empresaria y sus estrategias. Concretamente, busca respuestas a la pregunta: ¿son las estrategia de los actores y/ o las estructuras las que condicionan o determinan las relaciones laborales a nivel de las empresas?. Aportan a este debate las investigaciones de cientistas sociales neomarxistas como Hyman (1987), Giddens (1995), además de Turner (1999), Streeck (1992), Van Montfort (2000). Estos trabajos se originan en teorías que no necesariamente provienen de la relaciones laborales, sino de disciplinas conexas. Estos debates resultaron indispensables a la hora de plantear y responder los ejes de nuestro problema de investigación, ¿existe con3 Dado que la corriente neoinstitucionalista no constituye un cuerpo teórico uniforme de pensamiento, existe una importante variación en la definición y alcance que cada línea teórica le otorga. Pueden distinguirse también otros dos enfoques analíticos diferentes: institucionalismo económico (North, 1990) e institucionalismo sociológico (Powell y Di Maggio, 1991). Teoría y práctica de las relaciones industriales... 173 vergencia o divergencia en las relaciones laborales en el contexto de la privatización de las empresas de Telecomunicaciones, Gas y Agua en Argentina?, ¿qué factores explicarían dicha tendencia? 4. La segunda parte del artículo tiene un carácter más empírico, está orientada a mostrar el modo en que a partir del estudio de un caso nos inscribimos en los debates señalados y como los resultados de nuestra investigación nos permitieron elaborar respuestas a los interrogantes planteados. 1. Los debates I. ¿ Convergencia o divergencia en los sistemas nacionales de relaciones laborales? De acuerdo a Bamber y Lansbury (1998), el interés central para una buena parte de la investigación comparativa de relaciones industriales, ha girado en torno al debate acerca de si ha habido convergencia o divergencia entre los diferentes patrones de comportamiento institucional dentro de diversos países, especialmente los industrializados. Dichas posturas, han variado a los largo del tiempo. El origen de la tesis de la convergencia se remonta a las investigaciones comparadas de relaciones industriales efectuadas en los años ´60 tal como la defendieron Dunlop y Kerr (“Industrialism and industrial man”). Según la premisa principal de esta teoría existe una tendencia global de la tecnología y del mercado asociadas con la industrialización, que impulsan a los sistemas nacionales de relaciones industriales hacia la uniformidad o “convergencia”, desembocando en un modelo común, no sólo entre el Norte y Sur, sino también entre Este y Oeste, denominado industrialismo pluralista 5. Aunque la tesis de la convergencia de las sociedades fue exitosa durante períodos de crecimiento, la crisis de los años ’70 puso más bien de manifiesto la variabilidad y diferenciación de las soluciones escogidas por los diferentes países enfrentados a problemas análogos (Maurice, 1989). De hecho, en la coyuntura de los años ‘70 y ‘80, las comparaciones internacionales fueron objeto de un renovado interés, más allá de la forma y la metodología que adoptaron cada uno de estos estudios. Entre éstos pueden destacarse como significativos en el campo de las relaciones industriales, el de Dore en los ’70 6 y las investigaciones del 4 En la investigación más amplia también se estudió un tercer eje de la pregunta no desarrollada en este artículo ¿cómo se conforma el nuevo campo estructural de las relaciones laborales? (Senén González, 2004). 5 Según Lucena (1999), una década más tarde estos mismos autores admitieron que en los países en vías de desarrollo se presentaron algunos problemas en la búsqueda de la convergencia. Fueron identificados como el estancamiento rural, crecimiento desordenado de las subclases urbanas, altas tasas de crecimiento y de la fuerza de trabajo, entre otros. Por esta razón, Kerr modificó sus opiniones originales argumentando que la convergencia era sólo una tendencia y que probablemente nunca se desarrollen sistemas idénticos entre los países industrializados. 6 Dore (1973) confronta las características de los sistemas de relaciones industriales en Japón y Gran Bretaña. Atribuye la diversidad, a los factores culturales presentes en cada país. 174 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo equipo francés LEST (Maurice, Sellier y Silvestre, 1982 en los ’80 7. Estos estudios refutaron la teoría de la convergencia al desarrollar análisis comparativos que enfatizaron las particularidades de la organización industrial y los sistemas de relaciones industriales en distintos países. En los ’90, se asiste a un renacimiento de los estudios comparados de sistemas de relaciones laborales, lo cual puede atribuirse a la globalización y apertura de las economías. La emergencia de un “mundo sin fronteras” y una “economía integrada”, tenderían a minar los fundamentos de la autonomía de los sistemas nacionales (Hyman, 1999, Rehfledt, 2000). Este supuesto, sumando a una mayor descentralización de la negociación y un declive mundial de la fuerza sindical refuerza la creencia de una nueva convergencia para el mundo de las relaciones laborales. A partir de las investigaciones reseñadas, (Bamber y Lansbury, 1998; Ferner y Hyman, 1998; Van Ruysseveldt, y Visser 1997; Locke, Kochan, y Piore, 1995, Rehfledt, 2000) propusimos clasificar dichas tendencias en tres categorías: 1. Convergencia pura Dentro de esta clasificación, se ubican a quienes tienen una visión optimista y determinista sobre el futuro y afirman que las relaciones laborales están convergiendo en la dirección de las prácticas de estilo japonés (Katz, 1996). Entre los que comparten esta postura, se destaca la propuesta de Womack et all. (1992). Su argumento asume con certeza que las relaciones japonesas de empleo están vinculadas a las prácticas de producción y organización y que juntas, generan un desempeño económico superior. Esto último se da a partir de brindar una mayor atención a la calidad, flexibilidad y a los costos laborales relativamente bajos. Womack considera que el efecto final de esa “japoneización” está asociada a lograr un movimiento que transforma a las relaciones de empleo en un modelo de tipo empresarial, con estructuras de negociación más descentralizadas, prácticas de trabajo en grupo y empleo vitalicio. Según esta propuesta, más allá de las características que tenga cada marco institucional el traslado a cualquier contexto tendría idénticos resultados (Humphrey, 1995). Afirman además que los sistemas nacionales están perdiendo sus características distintivas y aún 7 Maurice, Sellier y Silvestre (1982) proponen el enfoque conocido como “efecto societal”. Constatan coherencias específicas propias de cada sociedad: entre estructuras de educación, de organización industrial y de relaciones industriales al comparar Francia y Alemania. Señalan la importancia que los desarrollos históricos y la influencia de las instituciones tienen en los patrones de relaciones industriales (Rehfeldt,2000). Teoría y práctica de las relaciones industriales... 175 más, su habilidad para controlar o estructurar procesos y resultados de las relaciones industriales dentro de sus fronteras (Kochan, 1999). 2. Convergencias / Divergencias En esta categoría se concentran la mayor parte de los estudios de la década del ´908. En líneas generales, coinciden en señalar que existe un patrón común de cambios en el nivel de los sistemas de relaciones laborales (cambio de regulación del Estado, descentralización) que tendería a una convergencia entre ellos. Mientras que dicho patrón, se combina con una profunda divergencia dentro de los niveles nacionales dependiendo de como esas fuerzas de cambio son mediatizadas por diferentes instituciones con sus propias tradiciones históricas y culturales. El estudio realizado por Katz y Darbishire (2000) indica que hay tendencias comunes -lo que denominan convergencia- de cambio en los sistemas de relaciones laborales (descentralización de la negociación, individualización de la negociación, aumento de la comunicación directa entre empleados y gerentes). Estas tendencias dan origen a cuatro modelos de prácticas de empleo en los diferentes países analizados: modelo de empleo de bajo salario, modelo basado en la gestión de recursos humanos, orientación japonesa y modelo de grupos articulados. Sin embargo, afirman, existe una sustancial variación entre los países en el significado, la modalidad de implementación y las consecuencias de esas prácticas de empleo así como significativas diferencias entre sectores no sindicalizados y sindicalizados, dependiendo del contexto institucional e histórico en que estas prácticas se insertan. En otras palabras, el marco institucional de cada país, sigue jugando un rol muy importante en explicar las diferencias entre países. Otra de las investigaciones destacadas fue la efectuada por Locke (1992) en Italia. Locke comprueba que la mundialización de la economía y la fragmentación de los mercados, han multiplicado los sistemas de relaciones industriales existentes dentro de un mismo país, cuestionando así, la primacía de los análisis centrados en los sistemas nacionales de relaciones industriales que descuidan la importancia de considerar en los estudios las diferencias dentro de un mismo país. Locke subraya que la variación en las prácticas de relaciones industriales son resultado de la presencia o ausencia de coaliciones de productividad en cada empresa o planta, hecho que podría asociarse con el fin de los sistemas nacionales de relaciones industriales causado por la multiplicación de las diferencias dentro de cada país (Katz, 1996). De ese modo, define la fuerte heterogeneidad de respuestas nacionales y el impacto de esos cambios, ya sea entre países como dentro de un mismo país. 8 Aunque sólo nos referiremos a una selección de investigaciones, pueden incluirse también Kuruvilla (1996), Crouch and Streeck (1997), entre otros. 176 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Por último, Smith y Elger (1999) desafían las reflexiones y fundamentos sobre las “nuevas convergencias” causadas por la competencia internacional y por las operaciones globales de las corporaciones transnacionales. La investigación, realizada en tres países europeos, Alemania, Francia y Gran Bretaña, remarca la importancia de los diferentes marcos institucionales en cada uno de los países, mostrando que efectivamente han sido fundamentales a la hora de mediar los efectos de la competencia internacional. Este argumento refuerza la crítica de los autores sobre la tesis de la globalización y el diagnóstico de un nuevo paradigma dominante de producción. 3. Contingencia Podemos incluir en esta categoría a quienes identifican una extrema diversidad de situaciones dentro de un mismo país e incluso en un mismo sector o empresa, no pudiéndose observar tendencias específicas. Ilustran esta última clasificación, Ferner y Hyman (1998), cuando ejemplifican los cambios de actividades de las corporaciones multinacionales. Al respecto señalan que éstas impulsan a adoptar patrones comunes de relaciones de empleo a nivel internacional, de lo cual emergen “sistemas de empleo” a nivel de las empresas. Sin embargo, existen considerables diferencias en las estrategias que implementan las corporaciones multinacionales. Una de las implicancias de esta tendencia establece que los patrones de relaciones industriales dentro de los países y aún dentro de un mismo sector tienen rasgos sumamente heterogéneos. En tal sentido, existe más similitud entre “el modelo de la General Motors o de la Toyota. o de la Peugeot” que entre el sistema de relaciones laborales Británico o el del Suizo. Por esa razón, las prácticas de empleo en la empresa Ford de Alemania, España o Inglaterra, se parecen cada vez más unas con otras. Ferner y Hyman denomina esta tendencia “isomorfismo de las corporaciones”. En esta línea, el trabajo de Quiñonez (2000) sobre las políticas de gestión de recursos humanos en los ’909 argumenta a favor de los estudios que pongan el acento en los recursos de poder con que cuenta cada actor, en sus poderes relativos y en sus alianzas. Así, definen que las políticas de recursos humanos desarrolladas por las empresas son resultados de negociaciones, de contradicciones, de procesos, que provocan fracturas en el proceso de toma de decisiones, en contraste, con las posturas que asumen que dichas políticas tienen un papel “monolítico e inmutable”. Asimismo, postulan que los actores deben estar “convencidos” de la necesidad de efectuar cambios que son a la vez una 9 De acuerdo a Quiñónez estas posturas se incluyen en el trabajo de Ferner (1993) quien incorpora las opiniones efectuadas por Pollert, Marginson, Sisson, Edwards. “Multinational Companies and Human Resource Management: An Overview of Research Issues”. Paper for European Community Human Capital & Mobility Conference on Multinational and Human Resource Management. Barcelona, 19-21 de Noviembre. Teoría y práctica de las relaciones industriales... 177 manifestación en términos de intereses de los actores que ven en su implementación una oportunidad de conseguirlos y de sortear obstáculos. En suma, “lo que estos autores están planteando es la contingencia del entorno local” (Quiñonez, 2000). En síntesis, las contribuciones provenientes de la literatura comparada de relaciones industriales, no permiten reconocer tendencias unívocas, ya que las posturas han variado a lo largo de las décadas. En lo que respecta a la década del ’90 las posiciones son sumamente heterogéneas, van desde la aceptación parcial o total de la convergencia hasta la negación o relativización. II. ¿Marcos institucionales u opciones estratégicas? En los años 1980 / 1990 muchos cientistas sociales utilizan un enfoque “neoinstitucionalista” aunque parten de presupuestos epistemológicos distintos (Coller y Garvía, 2004). En particular, los cientistas políticos utilizaron como enfoque dominante desde los años ‘40 el conductismo con el objeto de estudiar comportamientos y actitudes políticas10. El rechazo a este enfoque da lugar a una reevaluación del papel de las instituciones y las reglas de juego político. Distinguimos dos importantes contribuciones en el campo de las relaciones laborales. Por un lado, el “nuevo institucionalismo” desarrollado en la vertiente histórica (Hall y Taylor, 1999; Thelen, Steinmo, Longstrem, 1992; Berthanou, 1995), y de la elección racional (Shepsle,1989). Por otro, la propuesta proveniente de la teoría del strategic choice (Kochan, Katz y Mc. Kerise, 1984) retoma del conductismo el énfasis puesto en los actores para analizar los cambios en los sistemas de relaciones industriales. Proponen que los actores en el sistema de relaciones industriales pueden ejercitar elecciones estratégicas, un concepto que introducen de la teoría de las organizaciones a través de John Child (1972). Agrupamos en tres diferentes categorías estos estudios: 1. Neo Institucionalismo Para el institucionalismo histórico el énfasis está puesto en el papel central de las instituciones, en la conformación de determinados resultados de política pública, en la estructuración del conjunto de ideas que delimitarán las opciones de política pública, y en los mecanismos de interacción entre los actores políticos principales (Thelen y Steinmo 10 Este enfoque le otorga a la acción y al comportamiento de los actores un énfasis ausente en la tradición institucionalista. 178 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo (1992), Berthanou 1995). Entre sus características destacan que no trabajan con un actor racional maximizador, sino con uno que se comporta siguiendo reglas y buscando una elección satisfactoria. Consideran además que las instituciones no solo intervienen en la determinación de las estrategias de acción, sino en la definición de los fines mismos de la acción. Es decir, las instituciones orientan las preferencias de los actores. Al moldear las preferencias y las estrategias de los actores, se convierten en el fundamento explicativo más importante de la actividad política, es decir en la instancia de influencia más importante. Por último, es notable el prominente papel concedido al poder y a las relaciones asimétricas de poder. En tal sentido, han puesto especial atención en la manera en que las instituciones distribuyen el poder en forma desigual entre los grupos sociales remarcando como algunos grupos pierden mientras otros ganan. Por otro lado, los institucionalistas de la elección racional, entienden las instituciones como sistemas de reglas procedimentales que determinan las opciones estratégicas de los actores, y así a los posibles resultados que pueden llegar dadas aquellas reglas, que no siempre son los más favorables u óptimos (Coller, Garvía, 2004)11. 2. Instituciones y opciones estratégicas El grupo de investigadores de relaciones laborales del MIT (Locke, Kochan y Piore, 1995) fue quien inició la discusión acerca de cuales son los marcos analíticos apropiados para orientar los estudios comparados sobre las relaciones laborales. Explícitamente, se buscó romper 12 con la teoría tradicional relativa a los estudios comparados expresada en el clásico estudio de Kerr et al. quienes tomaron como principal unidad de análisis el “sistema nacional”, enfatizando la importancia ejercida por los marcos políticos institucionales como factores de diferenciación entre los países. Dicha ruptura se manifiesta esencialmente en la incorporación como unidad de análisis no sólo del nivel del sistema nacional de relaciones laborales, sino también del nivel micro o del lugar de trabajo. Para ello, el grupo del MIT promovió una metodología diferente para explicar comparativamente las transformaciones de las relaciones laborales en distintos países. Este método basado en la teoría del strategic choice constituyó un mo11 Según Coller y Garvía (2004) dentro de este institucionalismo se comienza a incorporar la dimensión cultural y nor mativa de las instituciones generando puntos en común con los neoinstitucionalismos sociológicos. 12 Ruptura que consistió en superar algunos supuestos teóricos refutables (Lianza, 1999): una comprensión de los cambios de la sociedad mundial como réplica de las ocurridas en Estados Unidos (etnocentrismo); una visión de los sectores productivos como fruto de un modelo único de producción – sea fordista o lean production, (determinismo tecnológico) y la presunción de un equilibro de las sociedades que requería solo de algunos ajustes para que se llegase a un equilibrio sistémico entre los actores sociales (funcionalismo). Teoría y práctica de las relaciones industriales... 179 delo de interpretación en el cual se puso el énfasis en considerar las opciones estratégicas tomadas por los actores sociales ante las transformaciones de los mercados internacionales y la tecnología. Definieron como opción estratégica de los sindicatos, empresarios y el estado “aquellas decisiones que afectan el curso y la estructura de los sistemas de relaciones industriales” (Kochan, Katz y Mc. Kerise, 1984) y la “comprensión del contexto, el rol del entorno, las instituciones” constituyen una fuerte referencia para comprender las diferentes opciones estratégicas que adoptan los actores. Aplicaron el método a un estudio comparado de los sistemas de relaciones laborales en doce países de la OCDE cuyo objetivo fue explicar porque las relaciones laborales en diferentes países toman diversos rumbos frente a presiones semejantes. Además buscaron trascender el debate entre los partidarios de dos explicaciones opuestas acerca de la transformación de los sistemas de relaciones laborales. La primera, adoptada por los investigadores del MIT, remarca la importancia que tienen las decisiones que toman los actores, mientras que la segunda, apoyada por muchos de los investigadores europeos enfatiza la restricción que ejercen los marcos institucionales al limitar las decisiones que podrían tomar los actores en el campo de las relaciones laborales. Como resultado del estudio, las experiencias de los países presentan casos polares: en algunos se acentúa el peso de las opciones estratégicas de las empresas como inductoras de los cambios en las relaciones industriales (Estados Unidos), en otros: el peso de la tradición de las instituciones centralizadas y fuertes movimientos sindicales funcionaron como aspectos que restringieron el accionar de los empresarios (como Australia). Más allá de estas diferencias, puede concluirse que la historia, las instituciones así como las opciones estratégicas tienen todas importante consideración en explicar la naturaleza y extensión de los cambios en cada país. El estudio de Van Ruysseveldt y Visser (1997) también reúne una serie de investigaciones sobre la transformación de los sistemas de relaciones industriales en Europa. El foco de análisis del estudio enfatiza la particular dinámica de la relación entre cambio institucional y opciones estratégicas. En opinión de los autores, las relaciones industriales pueden ser tratadas en forma combinada, como variables dependientes e independientes. Esta posición permite comprobar el peso de las instituciones de relaciones industriales y cómo las opciones y los conflictos entre actores son mediatizados por esas instituciones. Los autores señalan que en la adaptación institucional frente a las presiones externas incide el path dependence (trayectorias pasadas o patrones anteriores) como constelación de poder y opciones en el pasado las cuales han generado, creado o excluído, por acción o por omisión, los potenciales y posibles cursos de acción en el presente. Al analizar la transformación de las relaciones industriales en Europa a mediados de los ‘90, se observan marcadas diferencias entre países de acuerdo a la variación en el rol de los actores como agentes del 180 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo cambio y al grado de éxito logrado en función de los objetivos perseguidos. Con respecto a los actores, señalan que los sindicatos prácticamente no tuvieron participación en los cambios (con la excepción del caso de Italia). A su vez, son los gobiernos en la mayoría de los países (y no los empleadores) los actores decisivos en lograr el cambio institucional (Italia, Holanda, Francia). Respecto del cambio institucional propiamente dicho, sostienen que Inglaterra es el país que más se asemeja a Estados Unidos en avanzar hacia objetivos – exitosos- de descentralización y flexibilidad laboral. En Francia e Italia se observa lo opuesto. Los gobiernos aunque introdujeron una mayor flexibilidad, buscaron instrumentos compensatorios con el objeto de regular el poder de la negociación colectiva. En cambio en Alemania, las presiones hacia la flexibilidad y descentralización, se combinan con la influencia y el control de poderosas organizaciones sectoriales, y en el marco de un sistema legal y estable. 3. Institucionalismo y constructivismo político Locke y Thelen (citados por Araujo Castro, 1996) subrayan la consolidación en el medio intelectual americano de dos grandes líneas de interpretación en los estudios sobre relaciones laborales: el institucionalismo y el constructivismo político. Para los primeros, la ecuación teórica se centra en un punto clave: es suficiente entender las condiciones de renegociación de los marcos institucionales antes vigentes, para entender por ejemplo, como las empresas son presionadas para incrementar su capacidad competitiva. En el segundo caso, “concentran su atención en el contexto socio-económico en que se mueven los actores (sindicatos, empresas, estado), redefiniendo los grados de libertad en función de las fronteras organizacionales y de la construcción de identidades” (Araujo Castro, 1996). Nuevamente, las instituciones son un punto crucial para los adeptos al primer enfoque, en la medida que ellas establecen los parámetros, y en ese sentido, definen los objetivos por los cuales se dan las disputas entre el trabajo y el capital, estructurando sus interacciones estratégicas. Con esto se enfatiza el contexto institucional de la acción y de los actores, es decir, de las empresas y sindicatos y el marco legal e institucional del cual emergen las relaciones industriales y sus nexos con el Estado. En el segundo enfoque, el constructivismo político, el énfasis se traslada de las estructuras formales (donde estaba puesto para los institucionalistas) hacia el propio proceso político y la naturaleza discursiva de las relaciones sociales. Las “identidades”, “visiones del mundo”, “mapas cognitivos” de los actores antes que sus intereses se tornan en las categorías analíticas de interpretación (Araujo Castro, 1996). En la medida en que las identidades son forjadas a partir de la experiencia social, los análisis enfatizan la contingencia his- Teoría y práctica de las relaciones industriales... 181 tórica, la cultura y la plasticidad de los marcos institucionales en busca de explicar las tendencias de las acciones colectivas en el mundo de las relaciones industriales. La atención se desplaza entonces hacia el modo en como los contextos sociales, políticos y culturales afectan la operación de las estructuras formales. Así, partiendo de la fusión teórica de ambos enfoques, en un estudio posterior al analizado por Araujo Castro, Locke y Thelen (1998) comparan experiencias de conflictos sindicales en cuatro países industrializados. Se proponen demostrar que los conflictos que se configuran a primera vista como diferentes son de hecho, manifestaciones de un mismo fenómeno subyacente. Avanzan en una propuesta metodológica proponiendo comparaciones contextualizadas de la política sindical comparada. Las comparaciones contextualizadas no pretenden reemplazar sino complementar las comparaciones simétricas tradicionales13, procurando incorporar nuevos conceptos para el sindicalismo y las relaciones industriales al enfatizar semejanzas entre casos considerados diferentes en la literatura convencional y a la inversa, al subrayar diferencias significativas entre casos considerados semejantes. En síntesis, hemos confrontado las posturas de quienes ponen el énfasis en las instituciones como variable explicativa de los cambios en las relaciones laborales y los que concentran su atención en las opciones estratégicas. En el mismo sentido, analizamos las corrientes institucionalistas y constructivistas destacando que las diferencias entre estas corrientes pueden ser vistas como una cuestión de énfasis y no tanto de principio analítico, tal como ha señalado Araujo. III. ¿Estrategias o estructuras? En relación a las dos primeras líneas de debate recientemente aludidas, es necesario considerar que se trata de discusiones teóricas originadas en base a la experiencia de países desarrollados, por lo cual fue necesaria una relectura de las mismas a la luz de las modalidades nacionales y regionales específicas que adquieren los procesos de transformación de los sistemas de relaciones laborales en contexto de cambio estructural. De hecho, es retomada y redefinida en América Latina por algunos investigadores14 . Nos proponemos clasificar en el marco de identificar diferentes categorías, una serie de trabajos de acuerdo a la posición que asumen respecto al peso que tienen las estrategias y/o las estructuras en condi13 Conocidas como “Matched comparison ” equivalentes a comparar “manzanas con manzanas”, Locke y Thelen (1998). 14 Entre muchos otros, De la Garza (2001); Guadarrama (1999); Romo Beltrán (2004); Geyser (2000), Bialakowski; Battistini y el equipo del Area identidades del CEIL-PIETTE. 182 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo cionar o determinar las relaciones laborales a nivel de las empresas. Las categorías propuestas se clasifican en cuatro: 1. Estructuralista De acuerdo a Chandler (1962), la estrategia se define como “la determinación de las metas básicas a largo plazo, los objetivos de una empresa y la adopción de planes de acción junto con la localización de los recursos necesarios para lograr esas metas”. Mientras que la estructura, refiere a “el diseño de una organización a través de la cual ésta es administrada”. El trabajo de Chandler ha sido y aún sigue siendo fuente de un importante debate acerca de la naturaleza de las estrategias empresariales. La polémica en particular se centra en reconocer si los cambios estructurales determinan las estrategias de los actores – en especial la de los empresarios- o a la inversa, si las estrategias crean estructuras. En opinión de Chandler, las estructuras determinan las estrategias seguidas por las empresas (De la Garza, 1998). De hecho, entre las estructuras determinantes más comunes se encuentran no sólo las internas a la organización sino las externas provenientes de los clientes, proveedores, competidores, instituciones reguladoras gubernamentales o sindicatos. 2. Contingentes Storey y Sisson (1993) denominan enfoques de estrategia empresarial contingente al referirse a algunos modelos de gestión de recursos humanos. Estos modelos se caracterizan por enfatizar la variabilidad de la estrategia empresaria, cuyas decisiones se toman de acuerdo a la adaptación a las condiciones cambiante del contexto. El primer modelo conocido como ciclo de vida de negocios (bussines life-cycles stages), busca establecer relaciones entre las políticas de recursos humanos (selección, ingreso, capacitación, etc.) con diferentes “estadios”que incluyen cuatro momentos: de inicio, de crecimiento, maduración y por último, de declinación. Cada “estadio” del ciclo de vida supone distintas prioridades que a su vez requieren de políticas específicas de recursos humanos. En suma, el ciclo de vida es la variable crítica que tiene injerencia en la elección o no de un tipo apropiado de política de recursos humanos. El segundo modelo apunta a la relación entre estructura y estrategia. Según una de sus premisas , la “mejor estrategia de recursos humanos ” variará dependiendo de cada situación particular ya que no existe “one best way”. La relación entre estrategia y estructura está muy cerca de la concepción de Chandler y el debate acerca de si “strategy follows structure” o “structure follow strategy”. Mas allá de la postura que cada uno adopte, este modelo muestra que ambas están Teoría y práctica de las relaciones industriales... 183 evidentemente interrelacionadas en el momento de elegir cual es la política de recursos humanos más efectiva. Considerando el aporte de Hyman (1987) podemos clasificarlo también dentro de una perspectiva contingente aunque con énfasis marxista. Para Hyman, el concepto de estrategia “puede ser entendida, sólo en el marco de un proceso contradictorio ”. Según el autor, desde los ’80 la literatura gerencial ha incorporado y popularizado la noción de estrategia; aunque con frecuencia su significado es elusivo e impreciso Convencionalmente, el término estrategia tiene un origen histórico militar - está dirigida a derrotar a un enemigo - y se la atribuye al planeamiento y la organización empresarial en contraste con el concepto de táctica. Los análisis en términos de estrategias empresariales se confrontan con - o más bien evaden - un problema teórico mayor: si la producción capitalista está sujeta al determinismo de las fuerzas económicas o de leyes externas a la empresa individual, ¿que opción hay ahí para las decisiones estratégicas?. Sin embargo, Hyman apunta que “la clave para cualquier tratamiento creíble de la estrategia dentro de un análisis marxista es seguramente el énfasis en las contradicciones. La decisión estratégica existe, no por ausencia o debilidad de determinaciones estructurales sino porque esas determinaciones son contradictorias por sí mismas”. En efecto, “el cambio estratégico” en las organizaciones viene acompañado de negociaciones intra-administrativas y luchas micro-políticas que finalmente dan como resultado un proceso de cambio incierto o al menos “negociable”. Las ambigüedades del proceso estratégico significan que las implicancias de la estrategia en las relaciones laborales son también inciertas, provisionales y complejas. 3. Interpretativa De acuerdo a De la Garza (1998), los empresarios hacen intervenir en sus estrategias empresariales, estimaciones subjetivas, con sus prejuicios, supuestos, esquemas cognitivos. Algunos estudios acerca de como toman decisiones los empresarios ponen de manifiesto como intervienen la intuición, experiencia e incluso la personalidad como factor ineludible en la conformación del “gestalt de datos” en el cual toman decisiones. Asimismo incide el campo de las emociones como el stress, envidia, celos y frustración. Otro aporte dentro de esta perspectiva, es la contribución que proviene de la psicología para las relaciones industriales Hartley (1992). De acuerdo a Hartley, la psicología no sólo contribuye en forma individual con las personas sino también a nivel grupal e incluso dentro de una organización. Hartley distingue diferentes áreas donde la psicología puede aportar al campo de las relaciones industriales. Concretamente, a partir de considerar algunos datos del comporta- 184 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo miento de cada uno de los actores (sindicatos, empresarios y empleados) dentro de las empresas, subraya en base a ello el peso que tienen las creencias y actitudes entre ellos en los procesos y resultados de las relaciones industriales. Por otro lado, señala la incidencia que ejerce el contexto político y económico sobre los actores. En este último sentido, la psicología contribuye con la posibilidad de explicitar la percepción subjetiva que cada actor realiza del contexto que en definitiva, funciona como marco de posibilidades y/o restricciones para el comportamiento individual y grupal. En el mismo sentido opera el impacto de la socialización (económica, política, ocupacional) en los actores. Efectivamente, empleados y empresarios están condicionados de esperar y aceptar por ejemplo, cierta desigualdad en la distribución del poder dentro de la empresa. Por último, la propuesta de Storey y Sisson (1993) se centra en un modelo interpretativo en el cual la estrategia es visualizada ante todo como un resultado social, acorde a la ideología, ritos, mitos y símbolos que prevalecen en la cultura organizacional en contraste con las estrategias formalmente planificadas. Los cambios en la estrategia empresarial, entonces, estarían ligados al significado que los empresarios le consagren. Sin embargo, las posibilidades de cambiar las estrategias y a su vez diseñar nuevas políticas de recursos humanos, no es sencillo. Esto se debe a que tanto los empresarios como los otros integrantes de la organización, operan dentro de una estructura profundamente arraigada de “mapas causales”, “scripts” o “ideologías” que no son percibidas de manera conciente. En el marco de esta postura deben considerarse entonces la complejidad de los procesos internos: ¿cómo perciben los empresarios la necesidad de cambiar?, ¿qué factores conforman el rango de opciones consideradas para el cambio?. Las motivaciones de los empresarios, sus fuentes de información, sus marcos de referencia, todos son factores críticos que moldean sus opciones estratégicas. 4. Sujetos sociales y subjetividades Según De la Garza, la discusión relativa al predominio de las estrategias de los actores o de las estructuras está inserta en un problema sociológico más general: el de las relaciones entre estructuras, subjetividades y acciones (individuales y colectivas). Su propuesta recupera algunas de las premisas de los enfoques señalados e incorpora otras: “es pensar que hay presiones estructurales, globales y locales que presionan a las empresas hacia el cambio, pero que los sujetos sociales –empresarios, gobiernos y sindicatos, trabajadores - siempre dan sentido a esas presiones antes de actuar”. Un camino viable es tratar de recuperar los avances que des- Teoría y práctica de las relaciones industriales... 185 de las ciencias sociales han indagado en diversos campos de la subjetividad, entendida como proceso de dar sentido y decidir. En esta salida “no habría una sola forma de dar sentido y por lo tanto una sola forma de decidir – y tampoco un solo modelo de producción - aunque las presiones estructurales fueran semejantes” (De la Garza 1999 y 2001). Si a lo anterior se suma que “los sujetos no sólo transforman la realidad de acuerdo con las presiones estructurales y su subjetividad sino que entran en interacción de determinadas maneras, se completa el triángulo de la relación entre estructuras- subjetividades y acciones“. Este modo de encarar el análisis permite reconocer la diversidad de modelos de producción y abrir opciones de transformación más allá de la lógica positivista que permea a casi todas las teorías actuales. Efectivamente, las teorías actuales confunden diagnóstico y normatividad 15 y a su vez están fuertemente influenciadas por el estructuralismo al considerar central que las presiones del mercado globalizado conducirán, finalmente, al modelo de producción considerado como deseable. Estas teorías reflejan, la poca importancia de los sujetos en el desenlace de los acontecimientos16 . En síntesis, hemos podido observar, no hay un solo concepto de estrategia ni uno solo de estructura, aunque ambos han ocupado un lugar importante en estudios realizados en no sólo en Estados Unidos y Europa sino en A. Latina. Se destaca que al ser esta discusión una de las matrices que dan significado a las ciencias sociales, la manera en que han ido cambiado y evolucionando estos ejes conceptuales está ligada y remite a un debate mayor como hemos tratado de demostrar. 2. La investigación sobre el caso argentino: resultados alcanzados e implicancias teóricas A continuación mostramos de que modo los debates teóricos de los ´90 orientaron la investigación que llevamos a cabo en la Argentina sobre la transformación de las relaciones laborales producto de la privatización, desregulación y modernización de las empresas públicas entre 1990-2002. A partir del primer debate -que se interroga sobre la convergencia y/ o la divergencia de los sistemas nacionales de relaciones laborales- observamos similitudes y diferencias en los procesos de cambio de las relaciones laborales en las empresas privatizadas. 15 Al respecto, De la Garza (1999) señala: “en las investigaciones empíricas normalmente se escogen casos que de antemano se sabe que justificarán, al menos en parte, las tendencias deseables por estas teorías. Pero ninguna de ellas puede presumir de ser representativamente verificada en ningún país. Sin embargo, la no verificación no lleva a falsear las teorías sino a postular que se está en un período de transición que finalmente seguirá el curso deseado”. 16 Aún más apunta De la Garza (1999), estos modelos, caen en una suerte de evolucionismo, “al postular alguna sucesión de modelos - por ej. del fordismo al posfordismo o al neotaylorismo -. No obstante, aunque niegan tal evolucionismo, plantean la convergencia hacia algún tipo de modelo ideal –como el lean production- 186 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo A diferencia de la literatura teórica que participó de este debate, en que la convergencia / divergencia se identifica entre países, en nuestro estudio realizamos una comparación en un solo país, aunque entre los procesos desarrollados en tres sectores clave de la economía como las telecomunicaciones, gas y agua y saneamiento que además representaron cinco empresas cuyo origen de capital es diferente. Hicimos una comparación que contempló dos cuestiones: 1. el período previo y posterior a las privatizaciones (entre 1989 y 2002); 2. los niveles de observación y análisis - macro, meso y micro- que preconfiguraron el predomino de distintos actores –estado, sindicato, empresa-. Esta doble dimensión nos permitió ver la dinámica de interacción entre actores. Cabe señalar que pese a que el escenario normativo jurídico e institucional que concretó las privatizaciones 17 tuvo una lógica homogeinizadora que pretendió otorgar un punto de partida común de todo el proceso privatizador, no obstante, al analizar en forma focalizada cada nivel, comprobamos que el proceso de reforma que tuvo como eje a las privatizaciones originó divergencias en cada uno de los sectores privatizados. A continuación mostraremos como cada uno de los actores se hace más visible que otro según cual sea el nivel de análisis. En el nivel macro –en el que se halló el grado más alto de convergencia- distinguimos el sistema nacional de relaciones laborales que se expresa en el contexto histórico – político de la privatización y en la interacción de los principales actores: estado y central sindical mayoritaria (CGT). En el momento previo a la privatización, analizamos las condiciones macroeconómicas de las empresas públicas previas al traspaso a manos privadas así como al contexto socio-político en que se realizó la privatización y al posicionamiento de la CGT frente al proceso. Mientras que, en el momento posterior, coincidente con la consolidación del proceso privatizador se realizó un balance de la privatización a los diez años de iniciada (año 2001) y su impacto en las organizaciones y estructuras sindicales . 17 Contó con dos leyes: la de reforma del Estado y la de Emergencia Económica. La primera de ellas modificaba sustantivamente la concepción del rol del Estado abarcando distintos ámbitos: reforma administrativa, descentralización, reforma tributaria y privatización de empresas públicas. En cuanto a las privatizaciones, autorizaba al Poder Ejecutivo a intervenir las empresas públicas suprimiendo sus directorios y otros órganos de control, a modificar su forma social, a dividirlas y, obviamente, a privatizarlas. Ley de Emergencia Económica concedía al Poder Ejecutivo una amplia capacidad de decisión, derogando todas las normas que diferenciaban al capital extranjero del nacional, permitiendo el ingreso de aquél a áreas privatizables antes restringidas y suspendiendo el régimen de compre nacional (Schvarzer, 1993). Teoría y práctica de las relaciones industriales... 187 En síntesis, en este nivel y durante todo el período pudimos constatar que la preservación de institutos básicos18 constituyó un objetivo central de la acción política del sindicalismo oficial (CGT), mientras el gobierno lograba imponer con firmeza el plan de reformas estructurales, del que las privatizaciones formaban parte. De este modo se verifica que entre estos actores se desplegó una estrategia basada centralmente en el intercambio de favores políticos. El nivel meso – donde percibimos ya un grado de divergencia importante- remite al espacio que permite reconocer la aparición de “nuevos” actores – empresas privadas - así como la reconfiguración de “viejos” actores - los sindicatos. El análisis de este nivel nos facilitó la identificación de dos estilos de gestión sindical diferenciados: estilo reactivo 19, en telecomunicaciones y gas y estilo propositivo20en agua. Estos diferentes estilos no se debieron ni a la pertenencia sindical al oficialismo, ni a la participación de algunos dirigentes sindicales en organismos públicos ligados a las privatizaciones21, ni al origen común de pertenecer a sindicatos de empresas públicas. Sino que la historia previa de cada sindicato redujo los márgenes de libertad del actor sindical y modificó su trayectoria en el período post-privatización22. Por último, el nivel micro – también un nivel divergente-, involucra a las empresas dominantes de los tres sectores y los principales actores que comparten dicho espacio: empresarios y representantes sindicales. En este nivel, se evidenciaron particularmente las estrategias del actor empresarial. Más allá de los diferentes orígenes de capital de las empresas23, el punto de partida de la privatización tuvo un rasgo en común: la situación de monopolio natural. Pero cada una de las empresas tuvo luego trayectorias divergentes: a diferencia del caso de agua y gas, las políticas iniciales de innovación tecnológica 18 Estos son el manejo de las Obras Sociales que aseguraban la disponibilidad de recursos económicos y el encuadramiento sindical que garantizaba el monopolio de representación de la CGT. Ambos institutos facilitaron la permanencia en el poder de los dirigentes nacionales. 19 Considerando siempre a la gestión sindical en su interacción con la parte empresarial, se designó reactivo al estilo que pese al bajo reconocimiento empresarial mantuvo una ruptura y división interna del sindicato. 20 En este caso, combinó alto reconocimiento empresarial y unificación y cooperación interna del sindicato. 21 En el caso de agua, su máximo líder sindical asume como titular de la Administración Nacional del Seguro de Salud (ANSSAL) institución que maneja los aportes realizados por empresarios y trabajadores en actividad el mismo año en que se inicia la privatización. En el de telecomunicaciones, el Secretario General del sindicato fue quien ocupó durante la transferencia a manos privadas el cargo público de Subsecretario de Comunicaciones. 22 Como se explica extensamente en nuestra investigación las estrategias de los actores sindicales han estado fuertemente condicionadas por las características endógenas del propio sindicato, sus trayectorias pasadas y su acción política, todo lo cual denominamos historia previa. (Senén González, 2004). 23 En telecomunicaciones, una empresa de capital español y otra de capital francés; en gas, una de capital inglés y otra norteamericano y francés, y en agua, de capital francés. 188 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo instrumentadas en telecomunicaciones se caracterizaron por un extremo dinamismo innovativo que funcionó de condicionante para el resto de las políticas en relación al personal (por ej. en los cambios en los perfiles de ingresos, en los programas de capacitación, etc.). En cambio, la modernización tecnológica parcial en gas y agua no se presentó como una opción condicionante del resto de las elecciones relacionadas con el personal. Sin embargo, con independencia de los condicionantes tecnológicos, los estilos de gestión se diferenciaron notoriamente: en telecomunicaciones y gas se manifiesta un estilo de gestión unilateral, con renovación de personal y exclusión, mientras en agua se expresa en un estilo de gestión relativamente consensuado con reconversión e inclusión. Estas diferencias pueden explicarse por la correlación existente con la percepción empresaria: desfavorable hacia los trabajadores (en telecomunicaciones y gas) y favorable (en agua). En conclusión, nuestro estudio de caso nos llevó a distanciarnos de las teorías cuya base es el determinismo que suponen la convergencia hacia modelos universales. A pesar de algunos aspectos que podrían haber mostrado resultados convergentes, nosotros encontramos una marcada divergencia . Para ello fue necesario el análisis por nivel. Como se mencionó no tuvieron una incidencia determinante las reformas neoliberales y la privatización, que supusieron una lógica homogeinizadora en la cual podrían reconocerse, en un principio, resultados convergentes. Ni tampoco el origen común de los sindicatos ni los condicionantes tecnológicos de cada empresa. De hecho el análisis más profundo hacia los niveles meso y micro nos permitió encontrar algunos factores que explican tendencias divergentes tales como los diferentes estilos sindicales (explicados por historia previa ) y empresariales (explicados por la percepción favorable o no al actor sindical). En suma, las tendencias de convergencia o divergencia no pueden decretarse a priori sino que deben revelarse sobre la base de investigación empírica, que fue lo que propusimos hacer. Profundizar la explicación de la divergencia fue posible en la medida en que acercamos a la investigación el interrogante del segundo debate: ¿cuál es el peso que ejercen los marcos institucionales y/o las opciones estratégicas adoptadas por los actores sobre la transformación de los sistemas de relaciones laborales en cada contexto nacional?. Para lograr una observación exhaustiva de nuestro caso consideramos las opciones estratégicas desplegadas por cada uno de los actores – estado, sindicato, empresa- en cada uno de los tres sectores en los diferentes momentos -antes y después de la privatización- y en su relación con las instituciones entendidas como entorno o contexto. Teoría y práctica de las relaciones industriales... 189 A continuación sintetizaremos los resultados obtenidos en relación a las opciones estratégicas del actor sindical y la interacción con las instituciones. Con respecto a las opciones estratégicas del actor sindical tomando el sector de Telecomunicaciones, previo a la privatización en 1990, se destacan dos estrategias contrapuestas por parte del gremio telefónico que afectaron sensiblemente su unidad de acción: la p a r t i c i p a c i ó n en el proceso privatizador, sostenida por la FOEESITRA24 y la confrontación, más dura y antiprivatista que expresaba la postura de FOETRA- Sindicato Buenos Aires, el sindicato más importante en términos de afiliados. Esta seccional, lideró unos meses antes que se concretara la privatización un conflicto que se plasmó en una huelga por tiempo indeterminado. La extrema dureza con que respondió el gobierno, culminó con el despido masivo de delegados y personal, totalizando así a más de 400 trabajadores. Finalmente, una vez resuelto el conflicto sólo se incorporó a 90 de los despedidos (Walter y Senén González, 1999). Sin duda, el sindicato estuvo sujeto a un fuerte condicionamiento del entorno. De hecho su historia, valores y costumbres característicos del antiguo modelo de relaciones laborales, nada tenían que ver con las «nuevas reglas de juego» propuestas por la coyuntura de la privatización. Además, el hecho de ser el primer sector privatizado y que el gremio no hubiera logrado una postura común facilitó la acción del gobierno en concretar la privatización de la empresa pública ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones). Considerando el caso de agua representado por el sindicato SGBATOS - Sindicato de Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias- y privatizada tres años después, el papel del entorno fue también un dato importante, pero en otro sentido. La experiencia – fracasada- de confrontación de un sector gremial de los telefónicos, incidió en la respuesta adoptada por el SGBATOS, el que optó por una política activa de participación en el proceso de concesión. Esta participación tendió a consensuar los pasos a seguir ya sea con la nueva empresa como en el plano interno del gremio. En cambio para el sector sindical de gas, también privatizada tres años después que telecomunicaciones, la derrota de los telefónicos tuvo un e f e c t o disciplinador que funcionó como “barrera” ante una eventual confrontación. En el momento posterior a la privatización pudimos identificar una continuidad más que una ruptura con el posicionamiento previo pese los años transcurridos: en telecomunicaciones y gas las dispu24 Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina que nuclea a los sindicatos de todo el país (aunque en aquel momento la denominación del sindicato era FOETRA (Federación de Obreros y Empleados Telefónicos). 190 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo tas entre las organizaciones sindicales internas profundizaron la división sindical. En contraste en agua se mantuvo la actuación conjunta de las organizaciones gremiales impactando positivamente en la cohesión sindical. Así, pudimos mostrar fehacientemente que frente a contextos idénticos -la privatización- las opciones estratégicas de los actores sindicales, se diferenciaron en cada uno de los sectores en los diferentes momentos del proceso privatizador, aspecto que explica la divergencia general de los procesos . Resultó particularmente productivo para nuestro trabajo discernir el protagonismo de las instituciones o el contexto y los actores ya que comprobamos la interrelación entre ambas. De hecho, ni lo que denominamos contexto o entorno, ni las opciones estratégicas de uno u otro actor, han jugado un rol determinante sino de condicionantes del proceso. No obstante, hemos subrayado el peso de alguno de ellos más o menos considerable en relación a otros, en función de las distintas dinámicas en que se han ido produciendo las transformaciones de las relaciones laborales. Por otra parte, la incorporación de un razonamiento en los términos del “strategic choice” utilizado en los estudios sobre relaciones laborales (Kochan, Katz y Mc. Kerise, 1986; Kochan, Piore y Locke, 1995) desde una perspectiva académica e investigativa, constituye un aporte en el medio intelectual de las relaciones del trabajo. Muchos investigadores han criticado la falta de teoría en los estudios de relaciones laborales (Barbash and Barbash, 1989; Giles 1996, citado por Bamber, 1998; Strauss 2000), campo donde han prevalecido estudios que tienden a ser predominantemente descriptivos, careciendo de un marco analítico e interpretativo. En América Latina, la tradición de estos estudios, ha sido desplegada en su mayoría, por abogados laborales de indudable calidad y reconocidos internacionalmente, aunque con un predominio de enfoques profesionalistas y con fuerte énfasis en la rama del derecho laboral (De la Garza, 1993, Neffa, 1999). Posteriormente ha tomado el relevo de esta temática la Sociología del Trabajo, con una perspectiva más propiamente académica. El “strategic choice” se inscribe en esta nueva orientación, pero en el seno de ella se distingue por un enfoque centrado en los actores, no en su situación, como ha sido tradición en la Sociología del Trabajo25. Por último, para poder comprender los factores que definen las estrategias divergentes de los actores fue indispensable considerar 25 Queremos decir que nuestros aportes originados en el campo de estudio de las Relaciones Laborales parten de paradigmas teóricos diferentes a los de Proceso de Trabajo que son los que han tenido un lugar destacado en el campo de la Sociología del Trabajo en América Latina (De la Garza, 1996). Teoría y práctica de las relaciones industriales... 191 el tercer debate que al interrogarse sobre si son las estrategia de los actores o las estructuras las que condicionan o determinan las relaciones laborales a nivel de las empresas, aporta una serie de dimensiones que permiten profundizar el análisis de las tendencias divergentes en el proceso de transformación de las relaciones laborales en el contexto de la privatización, desregulación y modernización. Nuestra investigación comprobó que la dimensión cultural, los parámetros de interpretación, los valores, los procesos, juegan un papel importante en la determinación de las estrategias que cada uno lleva adelante aún cuando no son independientes de las estructuras en las que estas se gestan. A continuación mostraremos solo algunos factores, los endógenos que son los que más nos acercan a las estrategias de los actores26. Entre los factores endógenos observamos el cambio de pertenencia e identidad del actor sindical. El cambio de naturaleza empresaria- de pública a privada- constituye un cambio contundente respecto al sentido de pertenencia -“sentimiento de familia”- que había caracterizado las relaciones entre actores en la empresa pública. Esta ruptura genera un sentimiento de pérdida y un fuerte condicionamiento en la respuesta frente al proceso. La forma en que se construyó la subjetividad en la empresa pública es clave para explicar la desarticulación del modelo de relaciones laborales posterior. De hecho, la representación dominante en los trabajadores es la de la pertenencia a una familia, la cual fue drásticamente combatida por las nuevas empresas. De este modo, las empresas tuvieron que transformar el terreno concreto de las representaciones. Así, encontramos adecuado el concepto de habitus ...”debido al hecho de que el habitus tiende a asegurar su propia constancia, es un mecanismo de defensa contra el cambio. Al incorporarse como esquema de percepción y apreciación de prácticas, operará una selección sistemática de las informaciones nuevas: rechazando aquellas que los cuestionen -o reinterpretándolas a través de sus esquemas- y limitando la exposición del agente a aquellas experiencias sociales, a aquellos grupos sociales, en los cuales su habitus no sea adecuado...” (Bourdieu, 1980, citado por Martín Criado, 2002). Otro factor endógeno observado fue la atribución diferenciada de sentido al proceso privatizador. Por el lado del actor sindical, el mismo hecho de la privatización y las contradicciones que generó se configuraron como estructuras adversas que no pudieron ser contrarrestadas de manera homogénea por los sindicatos intervinientes. Cabe resaltar también que la privatización se llevó a cabo bajo una 26 Identificamos en nuestro estudio también factores exógenos y otros sólo localizables como resultado de la interacción entre ambos (exógenos y endógenos). 192 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo administración peronista27, por lo que la identificación de la dirigencia sindical con el oficialismo no permitió organizar una respuesta unificada en contra de la privatización como sí había sucedió con el anterior gobierno28. No puede descuidarse, en torno a esto último, que la identificación de la dirigencia sindical con el peronismo, socavó, en parte, su propia identidad. Así las fuertes contradicciones que generó la acción misma de la privatización, produjo una atribución diferenciada de sentido (De la Garza, 1999) al interior de cada sector que explica así, la heterogeneidad de las respuestas. Por el lado del actor empresa, la percepción empresaria se expresó diferenciadamente en cada uno de los casos. De hecho, las opciones empresarias han estado impregnadas de estimaciones subjetivas, prejuicios, supuestos, esquemas cognitivos, (Hartley, 1992, De la Garza,1998). Al momento de tomar decisiones, la incidencia de la valoración del actor sindical debe subrayarse, ya que como comprobamos tuvo marcadas diferencias según cada sector. De este modo, podemos corroborar que frente a las mismas presiones -desarrollo de las políticas empresarias, condicionamientos dados por el período de explotación- las subjetividades de los empresarios (entendidas como procesos de dar sentido, decidir y actuar) se han diferenciado notablemente. 3. Conclusiones El trabajo realizado permite sacar conclusiones de distintos orden. En primer lugar, a partir de la sistematización de la reflexión teórica se organizaron los aportes de tres debates presentes en el período estudiado, centrales en el terreno de las relaciones laborales y se propusieron categorías conceptuales para la reflexión de las relaciones laborales en contextos de cambio estructural. En segundo lugar, las categorías conceptuales construidas se aplicaron a la investigación del caso argentino. En este sentido, cabe destacar que pese a que las categorías construidas de cada debate fueron varias, al menos tres categorías que daban cuenta de las diversas miradas teóricas, finalmente en la investigación se aplicaron solo algunas. 27 Representada por el gobierno de Carlos Menem a través del Partido Justicialista -expresión partidaria del movimiento peronista-. En el caso argentino, como en otros países, México (con el PRI liderado por Carlos Salinas) y Venezuela (con el partido de Acción Democrática liderado por Carlos Andrés Pérez), se trató de partidos de origen populista, que en los ’30 y ’40 impulsó modelos sustentados en políticas proteccionistas y de marcado intervencionismo estatal. Paradójicamente, estas últimas serían las políticas que en los ‘90 se encargarían de desarticular. 28 En 1988 durante la administración radical de Alfonsín la propuesta de venta del 40% de la empresa de telecomunicaciones, generó resistencias y oposiciones de todo tipo por parte del actor sindical incluyendo solicitadas publicadas en los diarios y numerosas huelgas. Teoría y práctica de las relaciones industriales... 193 Así, del primer debate, la investigación tomó la categoría que hemos designado combinación convergencia / divergencia. Respecto del segundo la categoría aplicada fue la que analiza las instituciones/ opciones estratégicas. Por último del tercer debate se utilizaron dos categorías, la interpretativa y los sujetos/ subjetividades. En tercer lugar, si los debates nos permitieron formular el interrogante central de nuestra investigación - ¿existe convergencia o divergencia en las relaciones laborales en el contexto de la privatización y desregulación de las empresas pertenecientes a los sectores Telefónico, Gas y Agua y Saneamiento en Argentina? y ¿que factores explican dicha tendencia? – la consideración global de los tres debates y la dinámica de las categorías conceptuales entre si es lo que nos permitió elaborar las respuestas a nuestra pregunta atendiendo a la profundidad y complejidad del problema estudiado. Así, comprobamos que predomina la tendencia divergente en las relaciones laborales en las empresas privatizadas y que pudimos explicar las razones de esta divergencia atendiendo a la imbricación conceptual en los debates ya que el caso muestra la confluencia de variables en la resolución de la transformación de las relaciones laborales. Esta imbricación se desprende de la consideración de aspectos teóricos relativos a la literatura sobre investigación comparada en relaciones industriales en los debates uno y dos, incluso al papel -restrictivo o facilitador- que ejercen los marcos institucionales, aunque, en la medida que el segundo debate enfatiza en la diversidad institucional, el primero explica la divergencia por la existencia de las instituciones. Así también el tercer debate amplía la explicación de las opciones estratégicas divergentes entre actores reconociendo la heterogeneidad y conflictividad entre ellos. En cuarto lugar, pudimos comprobar claramente una ruptura teórica con los estudios tradicionales de relaciones laborales descriptos en el clásico estudio de Kerr et al. Dicha ruptura se manifestó esencialmente en la incorporación como unidad de análisis no sólo del nivel macro -sistema nacional de relaciones laborales-, sino también del nivel meso y micro o del lugar de trabajo. Al delimitar los tres niveles de observación y análisis, pudimos observar como variaban los resultados a partir de incorporar los tres niveles y las diferencias que hubiéramos obtenido en los resultados si la mirada sólo se centraba en un nivel. De hecho, sin considerar el nivel meso y micro, los resultados respecto a las estrategias sindicales en el proceso privatizador, hubieran sido sólo los obtenidos en el análisis de la relación entre el estado y la central sindical mayoritaria . Queremos decir con lo anterior que si bien es posible identificar tendencias convergentes de cambio –globalización, políticas neoliberales 194 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo y comportamientos similares de los actores a nivel macro- así como efectuar comparaciones que permitan arribar a cuadros comunes, ni bien se desciende a un nivel de análisis menos agregado, considerando los aspectos sectoriales, las empresas, las opciones estratégicas y el rol de la subjetividad, la realidad comienza a tomar matices que permiten efectuar diferenciaciones. Omitir ésto sería quedar en un plano simplificador que poco aporta al conocimiento y la comprensión de las dinámicas de interacción entre variables que es lo que justamente nos propusimos observar. Bibliografía Araujo Castro, Nadia (1996), Reestructuracao Produtiva e relaccoes Industriais: Desafios e Interpretacoes a Luz do debate Norte – Americano Atual, Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, año 2, nro 2, México D.F. 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Abstract This article is a contribution to the systematization of the theoretical considerations that took place during the last decade in the field of “labor relations”. There are three debates admitted: ¿convergence or divergence in the labor relation systems?, ¿institutional frames or strategic choices? and, ¿strategies or structures?. These were essential debates to aim the research, that is carried out in Ar gentina, at the transformations of labor relations as a result of privatizations, deregulation and modernization of public companies between 1990-2002. This systematization organize the contributions of every debate and propose fundamental conceptual categories to study the labor relations in contexts of structural changes. Palabras claves Argentina – Privatización - Sistematización teórica - Debates teóricos - Relaciones laborales Argentina – Privatization - Theoretical systematization - Theoretical debates - Labor relations 199 Género e Ingeniería: la identidad profesional en discusión. Reflexiones a partir del caso de la Ingeniería de Sistemas en la Universidad Nacional de Colombia1. Luz Gabriela Arango Gaviria. Las ingenierías clásicas: la formación de una elite masculina La ingeniería, una de las profesiones más valoradas en nuestras sociedades, tiene los más bajos porcentajes de mujeres y proyecta una imagen fuertemente masculina. De acuerdo con la socióloga australiana Judy Wajcman (1991), es un ejemplo interesante de cultura masculina pues se encuentra en los límites entre el trabajo físico e intelectual pero mantiene fuertes elementos del dualismo mente/cuerpo. Las dicotomías entre ciencia y sensualidad, entre lo duro y lo blando, las cosas y las personas son elementos centrales en la construcción de esta profesión y se inscriben dentro de sistemas de símbolos más amplios, que identifican mujer y naturaleza y oponen razón y emoción. En el mundo industrial avanzado, en el cual la racionalidad técnica y científica son altamente valoradas, estas asociaciones juegan un importante papel en la construcción de la inferioridad de las mujeres. La socióloga francesa Catherine Marry quien ha dedicado buena parte de sus investigaciones al estudio de las mujeres ingenieras y de 1 Las siguientes reflexiones se apoyan en la investigación “Universidad, movilidad social y cultura: trayectorias sociales, género e identidad entre estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia”, realizada en 2001-2002 en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional, con el apoyo de Colciencias. La investigación se propuso estudiar los procesos de construcción de una identidad profesional y su relación con el género, la clase social y la condición juvenil, por parte de las y los estudiantes de últimos semestres de las carreras de Sociología e Ingeniería de Sistemas de dicha universidad. Además de una encuesta a 179 estudiantes destinada a conocer las características sociodemográficas y algunos elementos de sus trayectorias sociales, se adelantó un análisis cualitativo a partir de entrevistas en profundidad a 32 estudiantes (16 de cada carrera, 8 hombres y 8 mujeres). Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 199-223 200 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo las relaciones entre género e ingeniería, nos recuerda que el origen de la palabra engignour se remonta a la Edad Media pero su denominación moderna emerge en el siglo XVI y se afirma en el XVIII con la creación de las primeras “Grandes Escuelas” en Francia. El ingeniero era el oficial y matemático que sabía aplicar los principios de la geometría al arte de la guerra y de sus maquinaciones, más tarde a los puentes y calzadas, artes todas que aseguraban los poderes del Príncipe y luego los del Estado republicano (Marry, 2004). La escuela del Génie de Méziéres fundada en 1748 llevaba en germen el modelo de la gran escuela de ingenieros que dará lugar a la escuela politécnica. Fue creada bajo la Convención para ofrecer una preparación común a todos los cuerpos de ingenieros de Estado. Estos se reclutaban entre los jóvenes de las clases altas mediante concurso, después de una larga y difícil preparación y la formación se orientaba por el primado de las matemáticas. En su investigación sobre la historia del Instituto Real de Tecnología de Suecia entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, Boel Berner (2002) parte del supuesto de que los estudios de género sobre la ingeniería se han interesado por lo excepcional, es decir, por la participación de las mujeres, pero han dejado de lado el lugar aparentemente “natural” ocupado por los hombres en esta profesión. “La dificultad del estudio de los mundos masculinos reside en que la masculinidad reina pero en un silencio que es la señal de una operación constantemente renovada de mantenimiento de las mujeres a distancia” (Cohen 2002:91) Berner sostiene que el carácter sexuado de la profesión de ingeniero –como el de todos los oficios- es un proceso histórico. La identidad del ingeniero se construyó siguiendo una lógica sexuada, a través de las prácticas cotidianas, la organización institucional y las representaciones simbólicas propias de determinados medios sociales. Fue moldeada por relaciones rutinarias e institucionalizadas. “la masculinidad constituye una cultura que estructura a la vez las relaciones de los hombres entre ellos y las de los hombres con las mujeres, y que se inscribe dentro de prácticas situadas e institucionalizadas” (Berner, 2002:159) Así, en el Instituto Real de Tecnología, las prácticas cotidianas contribuían a crear solidaridad y distinción a la vez, solidaridad entre los varones elegidos y distinción con respecto al mundo de las mujeres Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 201 y de otras categorías de hombres que no tenían el mismo capital cultural y científico. La distinción resultaba de la transmisión de conocimientos matemáticos y científicos. Los ingenieros del Instituto Real se definían como portadores de una “tecnología científica”; su posición se basaba en el conocimiento teórico pero implicaba también poder aplicar sus competencias a la solución de problemas prácticos. Tenían que adquirir competencias de cálculo y mando, poseer un conocimiento tan profundo de las máquinas como de los obreros. La combinación de teoría y práctica les daba la capacidad de dirigir y decidir, justificaba la jerarquía pública entre los diferentes profesionales de la técnica. Los métodos pedagógicos construían y reforzaban el carácter masculino de la ingeniería. La formación era dura, estructurada, controlada y dirigida. En Colombia, la Escuela Nacional de Minas, modelo en la formación del ingeniero durante un siglo (Mayor, 1984), presenta semejanzas y contrastes sugestivos con el caso del Instituto Real de Tecnología, analizado por Berner. La comparación permite destacar rasgos comunes en el ideal del ingeniero de finales del siglo XIX e inicios del XX que remiten a modelos de masculinidad. El ejemplo sueco es una variante particular de un modelo europeo de ingeniero mientras el caso de la Escuela Nacional de Minas constituye una variante –histórica y singular- de este mismo modelo, inicialmente europeo, especialmente francés, y luego norteamericanizado -trasplantado a Colombia. En su libro Dreams of development. Colombia’s National School of Mines and Its Engineers, 1887-1970, (1997) ampliamente inspirado en el trabajo de Mayor, pero en el cual introduce interrogantes relativos al género, Pamela Murray muestra cómo el egresado de la Escuela encarnaba un ideal masculino, el del ingeniero prometeico, agente del progreso y el desarrollo. Esta imagen estaba inspirada parcialmente en el ingeniero-sociólogo Herbert Spencer por su visión positivista de la sumisión de la naturaleza y los seres humanos a leyes científicas. De acuerdo con Tulio Ospina, primer rector de la Escuela Nacional de Minas, los latinoamericanos debían emular el carácter anglosajón que había forjado tanta riqueza y cuyas cualidades eran para él el orden, la energía, la constancia. El modelo de ingeniero que promovió en sus inicios la Escuela Nacional de Minas, combinaba elementos del ideal del burgués gentleman y práctico, -que pretendía reemplazar el antiguo ideal del hidalgo-, con una ideología regionalista que elogiaba a la “raza” antioqueña, el papel que Antioquia y la Escuela de Minas debían jugar en el desarrollo del país. El lema de la Escuela Nacional de Minas, Trabajo y rectitud, exaltaba el dinamismo y el espíritu empresarial de la elite de Medellín. El trabajo era visto como trabajo duro, como vocación y devoción hacia su profesión, como fuente de honor personal. Carlos Cock, rector de la Escuela, exaltó al ingeniero honorable, noble, activo misionero, semejante a los caballeros cristianos de las cruzadas. Su propósito era servir a la humanidad con “constancia y energía en la lucha honrada por la vida” (Murray, 1997:18). Ospina veía a 202 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo los ingenieros como una fuerza capaz de contrarrestar las tendencias de la sociedad colombiana hacia la destrucción y el desorden. El imperativo de buena conducta se hacía sentir dentro y fuera de la escuela. El trabajo aludía al hombre de organización auto-disciplinado pero también significaba dedicación y valentía para enfrentar las dificultades prácticas. Los trabajos de campo durante la formación buscaban desarrollar esas habilidades. Tulio Ospina advertía que aquellos que sufrían de “nerviosismo femenino” no podrían cumplir con las exigencias de la profesión y la escuela; nunca serían ingenieros viriles. El trabajo se relacionaba igualmente con una masculinidad musculosa. Sólo los estudiantes decididos a trabajar duro, esforzarse, someterse totalmente a regulaciones que incluían un ciclo riguroso de exámenes -algunos de ellos en público, ante autoridades locales como el gobernador-, podrían sobrevivir a ese programa de cinco años. Mujeres ingenieras: una minoría A finales de la década de 1940, aumenta el ingreso de estudiantes de sectores medios emergentes a la Facultad Nacional de Minas. El origen social de los primeros egresados muestra que se trataba de un grupo selecto, que provenía de los colegios más prestigiosos de Medellín como San Ignacio, San José, Liceo Antioqueño. La primera mujer, Sony Jiménez, admitida en 1941, provenía del célebre Instituto Central Femenino. Será la primera ingeniera del país, graduada en 1946. Ella y su hermana se graduaron como ingenieras civiles y de minas mientras otras estudiantes se graduaron de arquitectas. En su libro sobre las mujeres en la universidad, Lucy Cohen (2001) menciona el caso de Maria Teresa Berdugo de Alvarez, ingeniera civil y profesora en la Facultad Nacional de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, quien se orientó hacia la ingeniería, buscando una carrera centrada en las matemáticas y animada por su madre a que siguiera su vocación. Se graduó con tesis laureada y recibió la Orden Trabajo y Rectitud, concedida por la Asociación de exalumnos de la Facultad Nacional de Minas. Lucy Cohen (1971) calcula que en 1954, había en el país 107 mujeres odontólogas, 32 médicas, 37 abogadas y 46 farmaceutas y estima que hacia 1965, las mujeres representaban el 10% de los ingenieros y arquitectos. La feminización de la facultad de Minas fue muy lenta y limitada: en 1965 se graduó apenas la cuarta mujer ingeniera. Esta lentitud no es exclusiva de Colombia: en Estados Unidos sólo a finales de la década de 1960 empieza a aumentar el número de ingenieras que pasa de 0,8% en 1968 a 2,3% en 1975 (Murray, 1989). Era difícil atreverse a penetrar en un campo tan celosamente masculino, casi tan hostil a las mujeres como el ejército. En Colombia, en 1966, las mujeres representaban 3,8% de los inscritos en ingeniería en el país. En la Facultad Nacional de Minas, entre 1965 y 1979, el número de mujeres que Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 203 terminó el programa se multiplicó por 25, pasando de 0,8% a 19,8% del total de egresados. Eran mujeres excepcionales, con gran capacidad académica, mucha seguridad en si mismas, determinación y ambición; mujeres que por su historia anterior y sus capacidades, estaban preparadas para tener éxito en un ambiente masculino. La Facultad parece haberles ofrecido un entorno de camaradería y amabilidad. Murray no encontró rastros de una agresividad similar a la que experimentaron algunas norteamericanas. El origen social de estas mujeres era similar al de sus colegas varones. Provenían de sectores medios: 43% tenía padres profesionales, 20% negociantes, 13% artesanos. La mayoría había nacido en Medellín y al menos uno de los padres provenía de un pueblo antioqueño. Estudiaron en colegios de secundaria privados religiosos pero la institución que más estudiantes mujeres proporcionó a la Facultad de Minas fue el Instituto Central Femenino, lo cual coincide con los resultados de Cohen (1971). Las ingenieras de la Facultad fueron académicas exitosas. La mitad de ellas continuó sus estudios después de graduarse, especializándose en el exterior. Entre 1946 y 1970, muchas estudiaron ingeniería civil (25%), ingeniería administrativa (25%) o industrial (22%). El resto entró a ingeniería eléctrica o geológica pero ninguna se inscribió en ingeniería metalúrgica o mecánica. Una de las que estudió geológica recibió un permiso especial para hacerlo, como una concesión, a pesar de las resistencias de los instructores que insistían en que no era apta para el trabajo de campo “por ser una dama”. Murray destaca el papel de estas mujeres en la elaboración de un nuevo ideal femenino, con base en la capacidad de las mujeres para contribuir con el desarrollo y la modernización de la sociedad, es decir, con el “Progreso”. Diversificación de la ingeniería en Colombia A comienzos del siglo XX, en Colombia, la ingeniería empieza a diversificarse lentamente. La ingeniería química, como campo especializado de la ingeniería en general, se desarrolla en la década del treinta, ligada al surgimiento de una industria química en el país (Poveda Ramos, 1993). En 1939, la Universidad Nacional crea su facultad de química, en el mismo año en que se fundó en Bogotá la primera industria química propiamente dicha. En los inicios de la década de 1950, todavía la palabra ingeniería era considerada sinónimo de ingeniería civil o de minas. La década del cincuenta es un período de intenso crecimiento y diversificación de la profesión. En 1954, el número de ingenieros, su diversificación en especialidades, su importancia como gremio profesional y su intervención en asuntos públicos condujo a que el gobierno de Rojas Pinilla emitiera el decreto 1782 de 1954, que reformaba la reglamentación legal de las profesiones. En ese mismo año, se instala la televisión en Colombia, demandando nuevos especialistas en electricidad, electrónica, ingeniería eléctrica y electrónica, pro- 204 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo ceso que se agudiza con el impulso general a los sistemas de radiocomunicaciones y telefonía. Durante los años sesenta, la industria nacional incorpora un buen número de tecnologías nuevas, inicialmente aplicadas por ingenieros extranjeros pero rápidamente dominadas por los ingenieros nacionales en las fábricas. Poveda Ramos (1993) destaca algunas tendencias de la evolución de la ingeniería en Colombia a partir de la década del setenta durante la cual aumenta considerablemente el número de ingenieros. En 1983, había cerca de 25 mil en todas las especialidades. Se diversifican las ocupaciones y se multiplican los puestos de trabajo para ellos, se eleva el nivel promedio de preparación en pre-grado y aumenta el número de magísteres, proliferan las especialidades de ingeniería en las universidades e institutos técnicos. Algunos ingenieros se desvinculan de la “verdadera ingeniería” y se convierten en negociantes, administradores, gerentes, políticos, agricultores, vendedores y practicantes de otros oficios. Lucy Cohen proporciona algunos datos sobre la participación de las mujeres en las ramas de ingeniería civil e ingeniería mecánica entre 1985 y 1995. En la primera había 974 graduados en 1985 y 1.100 en 1995 y el porcentaje de mujeres era respectivamente de 15% y 23%; en ingeniería mecánica, el número de graduados pasa de 440 en 1985 a 672 en 1995, con una participación femenina del 1% y el 11% respectivamente (Cohen 2001: 281). La ingeniería de sistemas La ingeniería de sistemas surge a nivel mundial como una disciplina ligada al avance tecnológico propiciado por la segunda guerra mundial y el período de postguerra en la década del cincuenta (Wallace y Ericsson, 1992). El la década del 60 aparece de una manera formal como rama especializada y profesional (Pérez Gama, 1983). La Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia crea el postgrado en Ingeniería de Sistemas en 1967 y paralelamente se abren los primeros programas de pregrado en otras universidades. Este inicio de la educación de la Ingeniería de sistemas se basó en la idea de que “el ingeniero de sistemas en Colombia desarrollara su actividad en todos los aspectos relacionados con el proceso y transmisión de datos e información [...] Por ésta razón los programas curriculares son una combinación de ciencias de la computación, Ingeniería de software, Ingeniería de computadores, Ingeniería de telecomunicaciones” (Departamento de Ingeniería de Sistemas, 2001: 5). Su desarrollo en la Universidad Nacional estuvo ligado con las necesidades de la misma de actualización tecnológica y organización de los procesos informáticos. Es así como en 1963 se adquirió el primer computador y se creó el Centro de Cálculo Electrónico. Este avance tuvo como resultado la sistematización del proceso de registro de estudiantes en 1967. Una vez identificadas las necesidades y creadas las bases institucionales mediante Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 205 el Centro de cálculo, la idea de formar una carrera profesional comenzó a gestarse en 1972. Ya en 1978 se creó formalmente el Departamento de Ingeniería de Sistemas. Algunas teóricas feministas han analizado la ingeniería de sistemas y computación como un tipo completamente nuevo de tecnología, diferente de las ingenierías tradicionales y que anunciaba rupturas frente al dominio masculino en estas profesiones. La socióloga australiana Judy Wajcman (1991) argumenta que esta tecnología podría haberse desarrollado, hipotéticamente, siguiendo tres posibles patrones de división sexual del trabajo. Podría haber sido neutral en cuanto al género sin diferenciaciones básicas entre usuarios hombres y mujeres. También podría haber sido una tecnología apropiada para las mujeres en la medida en que es limpia, sedentaria, con tareas rutinarias, detalle, precisión, dedos ágiles… Sin embargo, las investigaciones han señalado que nuestra cultura le ha otorgado un signo masculino. Para explorar el proceso de construcción cultural de la computación como actividad masculina, Wajcman parte de la idea de que si bien las culturas del trabajo tienen sus propias dinámicas, también son el resultado de procesos culturales que ocurren por fuera del trabajo. Apoyada en investigaciones adelantadas en Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, Wajcman se interesa por dos niveles de socialización primaria que van preparando el terreno: la escuela y la casa. El sistema educativo reproduce y produce desigualdades de género a pesar de los programas de igualdad de oportunidades. En Gran Bretaña, por ejemplo, el número de niñas que estudian ciencias de la computación ha venido bajando (de 28% en 1978 a 13% en 1986). Isabelle Collet (2001) proporciona cifras en ese mismo sentido: en Francia, las mujeres ingresaron con fuerza en la profesión pero al parecer, encontraron obstáculos en el mercado para avanzar en sus carreras. Por ejemplo, el departamento de informática del Instituto Universitario Tecnológico de Caen solo tenía 13% de mujeres, el de Reims, 10%. La gran escuela de ingenieros EPITA (Ecole pour l’informatique et les techniques avancées) solo tenía 5% de mujeres a finales de la década de los noventa. En las escuelas, las niñas aprenden rápidamente que los computadores son para los varones. Los computadores han sido relacionados con cosas científicas y matemáticas, temas tradicionalmente masculinos. Aunque es generalmente reconocido que la habilidad en matemáticas no es un indicador de la aptitud para la computación, todavía se tiene en cuenta para acceder a los cursos de computación. Los computadores son vistos como parte del campo de la maquinaria y las matemáticas, una combinación intimidante para las niñas. Wajcman menciona cómo algunas investigaciones han mostrado que las niñas llegan a creer que los varones poseen naturalmente una profusión de habilidades esotéricas masculinas como ser capaces de manejar un carro, un tractor o un helicóptero. Cuando las niñas están interesadas en los 206 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo computadores, les resulta difícil acceder a estos porque los varones, de manera activa y agresiva, se apropian del tiempo de computación, y generalmente, hay pocos computadores en las escuelas. El acoso a las niñas continúa en la educación superior, en donde puede tomar la forma de mensajes obscenos por Internet como ocurrió en el Instituto Tecnológico de Massachussets –MIT-, en donde las mujeres estudiantes de ciencias de la computación tuvieron que organizar un comité para defenderse de los ataques de sus compañeros. En la casa las cosas no son más equitativas. El computador y los videojuegos se incorporan como nuevas tecnologías a un espacio doméstico sexualmente codificado. La tecnología doméstica está organizada de acuerdo con una clara división del trabajo y el ocio: la externa a la casa, como el carro, corresponde al esposo mientras a las mujeres les toca la tecnología de la cocina y la limpieza. El control sobre las tecnologías de entretenimiento es generalmente masculino. Los computadores se inscriben en ese orden sexuado: hay una tendencia a que el “micro” sea comprado para los varones. Una investigación de la Comisión por la Igualdad de Oportunidades de Gran Bretaña, realizada en 1985, mostró que en las casas en las cuales había un computador, la posibilidad de que los niños varones lo usaran era 13 veces más alta mientras sólo el 4% de los computadores era usado por las madres, lo cual reproducía la idea de la escasa aptitud de las mujeres para la tecnología. Por otra parte, varios estudios han mostrado como los videojuegos son hechos para atraer a los varones, con relatos de guerra y aventuras. Las niñas, especialmente las que provienen de sectores más desfavorecidos, tienen menos oportunidad de acercarse a éstos y a los computadores porque su tiempo libre es menor ya que participan en las tareas de la casa. Los varones, en cambio, aprenden de sus padres que tienen el derecho a concentrarse en el computador si lo desean, olvidándose del entorno doméstico. Además, las actividades extracurriculares de las niñas son mucho más reducidas que las de los varones. Estos salen a jugar maquinitas, antecesoras de los videojuegos. De este modo, la nueva tecnología entra en el molde de una subcultura masculina ya existente. Isabelle Collet (2002) rastrea el imaginario social en torno al “informático” y para ello analiza los estereotipos presentes en la literatura de ciencia ficción más popular. El informático encubre muchas realidades distintas: es el que “hace” informática, término ambiguo, neologismo construido por P. Dreyfus en 1962 a partir de las palabras información y automático. La informática es una disciplina que se ocupa del tratamiento automático de la información. En informática, existe una “nobleza de espada” y una “nobleza de toga”; la de toga es la informática de gestión. Allí se encuentran informáticos “razonables” Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 207 que consideran que la suya es una profesión como otra, generalmente lucrativa. La gran mayoría de los informáticos trabaja en la gestión: bases de datos, informática bancaria, administración… En cambio, la “nobleza de espada” la conforman los informáticos científicos o industriales. Se ocupan de la imagen, de la informática aplicada a las matemáticas o la física, de la seguridad informática. Entre estos se encuentran los apasionados de la programación conocidos como hackers. Los “informáticos de espada” son los más cercanos a la técnica y la máquina. Anteriormente, eran los informáticos peor pagados y se ubicaban en la escala baja de la jerarquía, pero el “boom” de la informática y de internet los puso en un primer plano. Se volvieron indispensables para las empresas y empezaron a ganar los salarios más altos. Su popularidad creció recientemente con la de los hackers, vistos como piratas informáticos anarquistas o como genios que pueden hacer lo que quieren con sus máquinas. Collet elabora un tipo ideal del informático que habita en el imaginario social, a partir de la revisión de 100 relatos de ciencia ficción. Se trata de un hombre joven pero no necesariamente adolescente, poco sociable, a quien sólo lo apasiona el hack, es decir la programación en sistemas, redes, la codificación y la piratería... Al hacker no le importa el éxito profesional; le gusta su lugar como programador mientras lo dejen trabajar en paz. Convencido de que pertenece a la raza de los verdaderos informáticos, no busca el reconocimiento sino de sus pares. El hacker encarna una cultura masculina y toda la fuerza del mito informático: es el que controla ese formidable instrumento de poder que es el computador. Más acá del mito del informático, Nicolas Auray (2002) estudia las formas de “sociabilidad informática” y la diferencia sexual. Como otros autores, parte de la constatación de que el uso de pantallas digitales es muy desigual entre hombres y mujeres. La difusión de los computadores, paradójicamente, refuerza la división entre los sexos cuando se supone que debilita las jerarquías y flexibiliza las organizaciones. Auray distingue tres corrientes interpretativas: algunos estudios analizan la sub-representación de las mujeres en las carreras profesionales de informática y señalan como principal factor explicativo la selección escolar. Un segundo grupo de trabajos estudia la deserción de las niñas de los lugares de socialización juvenil en los productos informáticos: la preocupación heurística se dirige hacia los contextos de aprendizaje y las dinámicas sociales de utilización. Algunos autores se refieren a las dinámicas de aprendizaje: las niñas son excluidas debido al papel central que juegan los iniciadores y a la dificultad que ellas encuentran para movilizar una red personal de mentores. Otras explicaciones aluden a la construcción social del usuario prescrito por el artefacto: los juegos de video exigen señales de agresividad como disparar, matar o combatir. Una tercera perspectiva destaca el contenido cultural de los artefactos marcado por estereotipos sexuales que generan rechazo en 208 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo las niñas: los personajes femeninos son representados como objetos sexuales, en posturas de sumisión, con físico de Lolita y mirada cándida; o sino de femmes fatales astutas... Todo esto despierta miedos y angustias entre las niñas que son la contrapartida de la exaltación de los valores masculinos. Estos trabajos contribuyeron a generalizar la problemática de la “reticencia”, término de Sherry Turkle (1998) para concebir la relación de las mujeres con la informática. Según Turkle, aún las estudiantes más competentes, manifiestan distancia con el estilo dominante de practicar la informática; no quieren ser identificadas con los “enamorados del computador”. Las mujeres ejercerían una resistencia a la cultura de los fanáticos del computador que enfatizan la programación estructurada como única aproximación. Estudiar ingeniería de sistemas en la Universidad Nacional hoy Con el desarrollo desaforado de los establecimientos privados de educación superior en Colombia, a partir de la década del setenta, la participación de la universidad pública en la matrícula universitaria se redujo considerablemente. La Universidad Nacional de Colombia, que tenía una participación del 27% en la matrícula universitaria de pregrado del país en 1960, en 1996 apenas alcanza el 4%. En el año 2002, la Universidad Nacional contaba con 11 facultades, 49 programas de pregrado y 136 programas de postgrado entre especializaciones, maestrías y doctorados; tenía 3.212 profesores a nivel nacional y 2.207 en Bogotá, 11 centros de investigación, 113 grupos de investigación y 22 grupos promisorios avalados por Colciencias (Oficina Nacional de Planeación, 2001). Factores como el carácter público de la universidad, especialmente sus bajos costos, el buen nivel académico y el reconocimiento como una de las mejores del país, hacen que la demanda sea muy alta con respecto a los cupos que la universidad ofrece. Para el segundo semestre de 2001 la Universidad Nacional contaba con 37.070 estudiantes matriculados en sus seis sedes. En la sede de Bogotá este número correspondía a 23.173 estudiantes (Oficina Nacional de Planeación, 2001). Durante la última década, ingeniería de sistemas ha sido uno de los programas con mayor demanda en la Universidad Nacional después de medicina. Entre 1999 y 2004, cerca del 30% de las/os aspirantes a ingresar a la Universidad Nacional en ese programa eran mujeres pero sólo representaban entre 11% y 16% de las/os admitidas/ os. En 2004, las mujeres eran el 16.5% de las/os matriculadas/o en ingeniería de sistemas, porcentaje mediano si se le compara con otros programas de la misma facultad con mayor participación femenina como ingeniería química con 41%, ingeniería agrícola con 34% o ingeniería industrial con 30%; o con programas con un porcentaje menor de Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 209 mujeres como ingeniería mecánica e ingeniería mecatrónica (8%)2. La encuesta que realizamos en una muestra de 100 estudiantes de ingeniería de sistemas que se encontraban al final de su formación de pregrado permitió desarrollar la idea de una relativa “sobre-selección” social y escolar de las mujeres en relación con los varones ya que éstas provenían de familias con mayor nivel educativo y económico, tenían trayectorias escolares más estables y rápidas, venían en una alta proporción de colegios privados y religiosos3. En relación con las dimensiones subjetivas de la inserción en el programa de ingeniería de sistemas y la construcción de una identidad profesional, un aspecto importante de la investigación era conocer los motivos que llevaron a las/os estudiantes a escoger esta carrera. Las entrevistas en profundidad siguieron una lógica que buscaba invitarlas/ os a hacer un balance de sus estudios, en un momento en que todos/as se encontraban, en principio, a pocos meses de culminarlos. Para ello, les pedí que se ubicaran en el momento en que escogieron su carrera y explicaran cómo habían tomado esa decisión. Al explorar algunos antecedentes familiares en relación con la técnica y la ingeniería, no necesariamente mencionados como causas directas por las y los estudiantes, es interesante anotar que de nuestros/as 16 entrevistados/as, sólo cuatro (dos mujeres y dos hombres) tenían padres ingenieros o técnicos en máquinas y herramientas. De las cinco madres de la muestra que tenían estudios profesionales, cuatro eran licenciadas en educación y una era socióloga, ninguna madre era ingeniera o técnica de modo que la relación relativamente directa que encontramos en ciertas familias con la ingeniería proviene de adultos hombres: el padre o los tíos. Otra relación con la ingeniería o la técnica proviene de la experiencia de los progenitores en empresas industriales. Dos de los varones tienen padres empresarios que les brindaron oportunidades prácticas de familiarizarse con las máquinas, uno de ellos “cacharreando” tempranamente con los computadores. El tercer antecedente técnico está en la educación secundaria, mediante el acceso a un bachillerato técnico, que concierne a cuatro varones y una mujer. Escogencia de carrera Entre los motivos que señalan los varones para estudiar ingeniería de sistemas, el más frecuente es el gusto o interés temprano por los computadores que puede haberse desarrollado en el colegio, especialmente en los colegios técnicos y eventualmente en la oportunidad de manipular computador en la casa o empresa familiar. Algunos dudaron 2 Datos suministrados por la Dirección Nacional de Admisiones, cálculos de la Oficina Nacional de Planeación, noviembre 2004. 3 Para una ampliación de esta idea ver: XXXX 210 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo entre la ingeniería de sistemas y la electrónica y su escogencia de sistemas se relaciona con la ausencia de una carrera de ingeniería electrónica en la Universidad Nacional en ese momento. De manera secundaria, la escogencia se atribuye a consideraciones relativas al futuro de la carrera y la posibilidad de encontrar un buen empleo. Entre los hombres también hay quienes llegaron menos convencidos y de manera indirecta, a ingeniería de sistemas. En el caso de las mujeres, en tres de las familias había ingenieros, -eléctricos, electrónicos o de sistemas-. Algunas descartaron otras opciones antes de decidirse por ingeniería de sistemas y una decidió cambiar un poco la “tradición familiar” de estudiar ingeniería eléctrica. En la decisión intervino la valoración del futuro laboral, la posibilidad de estudiar en la Universidad Nacional, el hecho de que fueran buenas en matemáticas y una actitud positiva hacia la tecnología y el desarrollo tecnológico. Rosario supo de ingeniería de sistemas por su tío ingeniero quien le enseñó a manejar el computador: “eso fue hace pues, como 15 años imagínate, que de los primeros computadores, él lo compró, entonces él me decía venga mija, no le tenga miedo, esto se hace así, pues el típico temor de todo el mundo a un computador, pues tenaz, entonces él como que me vivía diciendo, no, pues al final eso es una máquina, no sé que, eso no muerde y si se lo tira, pues se lo tira, no hay nada que hacer, entonces como que me iba abriendo, como que fresca, eso no es tan complicado. Entonces si, pues por ese lado, más o menos por el cuento de los computadores, a ver que hay qué hacer, qué hay que pensar y que hay que ser medio matemático y eso, más o menos era mi idea”. Las mujeres tuvieron una mayor dificultad para escoger su carrera que los varones. El hecho de que muchas de ellas fueran buenas estudiantes, con intereses en muy diversas materias influyó sin duda. Probablemente también el hecho de que, como mujeres, no experimentaran la misma presión familiar, escolar y social hacia la ingeniería que podían sentir los muchachos. Aunque muchas parecen identificarse sin mayor problema con una ingeniería y una opción tecnológica; otras dudaron entre otras carreras más tradicionalmente aceptadas para las mujeres como psicología, administración, arquitectura, odontología, medicina: “ pues si uno cuando es buen estudiante, me acuerdo que los psicólogos del colegio estaban asustados porque a mi me interesaban muchas cosas, me interesaban como tres carreras que eran totalmente opuestas, me interesaba la biología marina, porque me Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 211 encanta el mar, … me gustaba la odontología, yo no sé porqué, yo no sé, yo decía yo quiero, yo quiero, pues de pronto. Y me interesaba la ingeniería de sistemas […] él es [profesor] de los cálculos, de los últimos cursos entonces él como que él vio en mi también como mi orientación, como a los sistemas y yo la verdad estaba en una confusión, yo no sabía por qué meterme” (Helena). Descubriendo la carrera: entre programación y gerencia A pesar de haber sido buenos/as estudiantes en sus colegios, la mayoría enfrenta dificultades con las matemáticas y la física durante los primeros semestres: “…yo diría que al comienzo es mucho más duro, o sea, las matemáticas, por más que uno es ingeniero y de todo, las matemáticas a uno le dan muy duro, si?, y no son, o sea, el… yo creo que el 80% de los estudiantes que se retiran de ingeniería es por las matemáticas o física […] ya después de que uno sale de matemáticas, ya la universidad es un paseo completo si a uno le gusta eso, porque ya uno inscribe las asignaturas que uno quiere, se mete por la línea que uno quiere, entonces ya es como más suelto, más relajado, ya uno puede empezar a pensar en conseguir trabajo, ya es como más la vida” (Rosario). Poveda Ramos señala cómo la enseñanza de la ingeniería en Colombia, durante la primera mitad del siglo XX, estuvo marcada por una elevada exigencia académica en los estudios de ciencias básicas, especialmente de matemáticas y física. Esto establecía mecanismos de selección bastante rígidos. Solamente en los años sesenta, las universidades empiezan a graduar matemáticos y licenciados en matemáticas, de modo que hasta entonces, las matemáticas se enseñaban en las facultades de ingeniería y los profesores de matemáticas eran ingenieros. En el documento de auto-evaluación del programa de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Nacional, se señala una dificultad grande en la identificación de su objeto de estudio y de su pertinencia social, debido al ritmo vertiginoso de la profesión que abarca tanto a instituciones educativas como a estudiantes de bachillerato y universidad a quienes se les da “una imagen sobre las posibilidades y el futuro del ejercicio profesional bastante confusa y a veces contradictoria” (ICFESACOFI, 1997: 14). Los autores del informe explican lo anterior por las características comunes de los distintos currículos de Ingeniería de sistemas en el país, en la mayoría de los cuales se establece un alto porcentaje de matemáticas y físicas, lo cual se convierte en una “tortura académica” para los estudiantes (CORTÉS AMADOR, 1999). 212 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo A pesar de las dificultades iniciales, la mayoría de los estudiantes va descubriendo con agrado que la ingeniería de sistemas es mucho más que computadores: “…la ingeniería de sistemas que al principio se cree, y como la mayoría de las personas lo deben tener conceptualizado está dirigido a los computadores, no, yo creo que la parte de computadores está dirigido es para la ingeniería electrónica, el computador es un medio para nosotros poder materializar toda la abstracción que tenemos del medio, y eso, y en vista de que tiene un gran poder de manejo de información y velocidad, entonces se acude a esa herramienta […] pero los sistemas van más enfocados al análisis de las variables, del entorno, de la empresa, de un objeto que uno quiera y que acudimos al computador para poder relacionar eso de una mejor forma y mostrar un producto” (Julián). En la segunda mitad de la carrera los estudiantes se van “perfilando” al ir conociendo las distintas áreas de desarrollo de la ingeniería de sistemas. La relación con la programación, la electrónica y la gerencia va a señalar algunas diferencias de género. Es así como algunas mujeres experimentan una dificultad poco frecuente entre los varones frente a la programación: “…hubo cambios cuando, digamos, uno vio un semestre que solamente es programación, luego ve otro que como que es gerencia, luego ve otros semestre que es telecomunicaciones, […] lo que es programación hay gente que le gusta mucho, y hay unos que no nos gusta, entonces a veces como que uno como que no le gusta ir, como que, cuando ya uno ve, se enfoca ya en la carrera, empieza a como alejarse un poco de programación e irse, empieza a ampliar líneas, ya uno empieza como a buscar qué es lo suyo […] Y ya la última etapa es ya cuando uno escoge, que son las profundizaciones y todo eso, entonces ya uno como que se ubica más en lo suyo y ya, todo es estable, porque ya todo le gusta” (Elisa). La experiencia de Helena con la programación y con la electrónica ayuda a entender mejor las dificultades de algunas mujeres en esta área. Inicialmente, Helena dudaba en estudiar ingeniería porque no quería “pasarse la vida sentada frente a un computador”, quería tener contacto con las personas. Helena también tuvo dificultades con la electrónica pero con la ayuda de unos amigos terminó volviéndose “una dura” en la materia: Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 213 “en electrónica, yo también sufrí mucho, el primer semestre, nosotros empezamos a ver elementos de computación –eso es como en tercero o cuarto semestre- y para mi fue muy duro, porque yo no sabía nada, yo no sabía ni como soldar un cable por ahí, nada, eso si nada de nada, entonces ahí estuvo mi amigo, él me enseñó, conocí otro amigo en esa materia, me ayudó muchísimo y me di cuenta que esto tampoco es que sea nada del otro mundo, pues entender un poquito las cosas, saber que hay que tener cuidado y eso, y no pues me puse juiciosa, ellos me ayudaron bastante; y si pues eso era lo que como que a mi me asustaba, porque me asustaba y fui capaz de hacerlo y no sé, de ahí en adelante me di cuenta también que me volví una dura en eso. Los compañeros iban a preguntarme, ¿ey cómo te fue?, ¿me explicas tal cosa?, yo les explicaba, ¿ay que cómo se hace tal cosa? y yo les explicaba” (Helena). En contraste, Elsa, Lucía y Helena tienen una orientación más “técnica”. Les gustan los sistemas operativos, hacen programación, les gusta la investigación. A Lucía le atraía la administración desde un comienzo pero primó su gusto por la tecnología de vanguardia y por las “ciencias de la computación”. Entre las preferencias de las mujeres, se destaca claramente un interés por el área gerencial que solo encontramos en uno de los muchachos entrevistados. Esta preferencia está asociada con la preocupación por tener contacto con la gente, el rechazo o temor a quedarse encerradas frente a un computador, la búsqueda de aplicaciones prácticas en el mundo concreto de las empresas: “en el primer semestre, nosotros tenemos una materia que se llama introducción a la ingeniería y esa materia afortunadamente me tocó con un buen ingeniero, el ingeniero le explicaba a uno cual era la historia de la ingeniería […] luego él le explicaba a uno, le mostraba todo lo que, las ramas en las que uno se podía desempeñar, que la auditoria, que el desarrollo de software, que el apoyo a las empresas, que la transferencia tecnológica y ya, yo dije esto me gusta, sobre todo esta parte, o sea, porque a mi me gusta la administración de empresas y cuando yo vi que eso se puede, o sea, que yo podía migrar muy fácilmente allá, estar en los dos campos moviéndome, bueno, o sea, lo que es gerencia, lo que es auditoria eso fue lo que más me motivó a seguir y me gustó y es lo que pienso salir a hacer” (Sofia). 214 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Es interesante constatar cómo la identidad de los ingenieros de sistemas de la Universidad Nacional se construye en estrecha comparación y competencia con los de la Universidad de los Andes, universidad privada de prestigio. Los segundos son percibidos como preparados para ser gerentes y “mandar” desde que se gradúan mientras en la Nacional se busca desarrollar fortalezas técnicas claramente superiores a las de un tecnólogo. Aunque también se les imparte una formación gerencial, el conocimiento y la experiencia técnica son considerados requisitos para alcanzar niveles gerenciales. Esta política, reafirmada por los profesores, es aceptada en buena medida por los estudiantes, aunque algunos desearían un énfasis mayor en gerencia para ponerse en el mismo nivel de los Andes. “.. de los Andes también, he conocido algunos, me parecen muy buenos, pero digamos que ellos se educan como a gerenciar, si ellos quieren gerenciar desde que salen, […] yo considero que para uno saber mandar tiene que haber hecho lo que está mandando a hacer, si es fácil uno decir tiene que hacerme esto, pero uno a veces le explica al jefe pero es que esto no es como usted piensa que es tan fácil de hacer, o sea, yo pienso que para uno mandar tiene que tener experiencia en hacer lo que está mandando y ese es el problema que le veo a ellos, a los de los Andes, no?” (Ismael) Las “disputas de género” en ingeniería de sistemas La percepción de los varones Las percepciones de las y los estudiantes de ingeniería de sistemas sobre las relaciones entre los sexos son bastante diversas. Aunque la participación de las mujeres en esta carrera en la Universidad Nacional es del orden del 17%, fueron numerosos los estudiantes, especialmente varones, con la sensación de que las mujeres no representaban más del 10%. Varios de ellos recuerdan incluso haber hecho la cuenta cuando entraron. Es posible que se haya tratado de promociones con una participación especialmente baja de mujeres. Otros son más optimistas y perciben una buena participación de las mujeres. En el mismo sentido, hay un contraste llamativo entre las percepciones y los datos de la encuesta y es que aunque no existe mayor diferencia en el tiempo que llevan hombres y mujeres en la universidad ni en el promedio de notas, algunos/as, especialmente varones, tienen la percepción de que las mujeres se demoran más y les cuesta más trabajo la carrera. Algunas de las percepciones comunes de los varones sobre las mujeres parecen ser: que las mujeres se interesan por los temas de gestión y administración; que son muy juiciosas, muy estudiosas; que no les gusta la programación ni lo técnico. Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 215 Es importante aclarar que este tema fue introducido en la entrevista aunque causara resistencias: algunos muchachos respondieron prudentemente, tratando de conciliar su deseo de responder honestamente a las preguntas y el temor a parecer “machistas” ante una profesora de ciencias humanas, especialista en temas de género. Roberto tiene la percepción más “catastrófica” desde nuestro punto de vista. De acuerdo con ésta, las mujeres que entraron eran muy poquitas y las dos terceras partes no pudieron con la carrera. Roberto compensa su observación inicial asegurando que él se entiende muy bien con las cuatro que quedan. Se refiere entonces a ciertas condiciones que les son desfavorables a las mujeres a pesar de sus capacidades, en las cuales los hombres y los profesores tienen alguna responsabilidad. Aunque ha visto que las mujeres son muy capaces y también cacharrean, se imagina que “la gente” espera que sea un ingeniero y no una ingeniera. Piensa que es más difícil para ellas. Algunos, como Julián y Mauricio, se relacionaron muy poco con las mujeres durante la carrera. A Mauricio le parece que a las mujeres no les gusta mucho la parte de la tecnología de computadores pero se relacionó con muy pocas mujeres. Julián tuvo la posibilidad de trabajar con mujeres pero “no se respondió al perfil”… Ismael señala que durante su experiencia en la carrera, le dio la impresión de que las mujeres no eran tan buenas técnicamente; les quedaba difícil hacer programación de computadores. Encuentra una explicación objetiva a este problema: posiblemente porque nunca le cacharrearon a un computador. La opinión de Alberto es un poco distinta a la de sus colegas varones en la medida en que estima que hay una buena participación femenina, y si bien coincide con la idea de que las mujeres se orientan más hacia la gerencia que hacia la programación, invierte la valoración de esta oposición, identificando gerencia con “pensar” y programación con “cacharreo”: las mujeres “se orientan más hacia líneas como de gestión, como que sea de menos cacharreo y más de pensar”… La percepción de las mujeres La aparente preferencia de las mujeres por la gerencia o su poca inclinación por la programación aparece de manera recurrente entre las mismas mujeres. Mientras algunas se limitan a constatar el hecho como una simple diferencia en las preferencias; otras han reflexionado un poco más sobre el asunto y han intentado enfrentarlo de manera práctica o conceptual. Rosario coincide en afirmar que a las mujeres no les gusta la parte técnica e incluso llega a admitir como una verdad “indiscutible” ese hecho, aparentemente validado por la generalidad de la percepción: 216 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo “ en sistemas se nota mucho, y si es así, o sea, las mujeres de sistemas, como yo, no nos gusta la parte técnica, o sea, para que una mujer programe, son muy poquitas y todos los ingenieros lo saben, si?, entonces hasta los de aquí nos dicen, no pues usted sabe y la mayoría de viejas no sabe, eso es indiscutible, a las mujeres no nos gusta meternos en el cuento técnico y eso.” (Rosario) Del mismo modo, Sofía piensa que la proporción de mujeres en ingeniería de sistemas es más equilibrada que en otras ingenierías. Ella nunca sintió que hubiera discriminación pero si algunas diferencias entre hombres y mujeres pues a los primeros les gusta más desarrollar e instalar redes y a muy pocos les llama la atención la gerencia. A pesar de la coincidencia con la opinión de los varones, se observa un matiz interesante y es que las mujeres destacan el poco interés o disposición de los varones para la gerencia. Las mujeres equilibran un poco las carencias: si a las mujeres no les gusta mucho la programación a los hombres les gusta aún menos la gerencia… Esto es argumentado de manera más reflexiva por Lucía y Elisa. Lucía analiza la aparente desventaja de las mujeres frente a los hombres en el área de programación: las habilidades de las mujeres tienen que ver con una etapa importante del proceso de sistematización e involucran aspectos relacionales, lo que Lucía llama “inteligencia social”: “Quizás uno coja cosas más, por ejemplo hay, pues es un área donde, donde uno tiene campo que es en análisis y diseño de cosas, de ciertos sistemas de información, en donde todo el tiempo uno tiene que interactuar mucho con la gente para consultar qué cosas entran o qué cosas salen de un sistema, entonces uno dice, listo las fortalezas de las mujeres es hacer ese tipo de cosas, de hacer eh… primero saber hablar con una persona, saber quién está en donde y esas cosas, segundo tomar toda la información que a uno le dan y poder organizarla lógicamente en cada uno de los componentes del sistema, y en donde entrarían los hombres es a coger cada uno de esos componentes del sistema y volverlos software […] entonces en este momento uno piensa que es una desventaja, pero yo pienso que después va a ser una ventaja, pues que son diferencias, que son diferencias nada más”. (Lucía) Elisa, más sensible que otras al “machismo” en ingeniería de sistemas cuenta como lo experimentó “a ratos” cuando esperaban que ella digitara o prestara los apuntes mientras ellos “pensaban”. Pero se dio cuenta de que finalmente, la preferencia de las mujeres por el análisis es una ventaja que hay que saber mostrar, “el análisis está encima de la programación”: Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 217 “A veces uno siente machismo, a ratos, cuando no sé, digamos uno va a hacer una tarea y ellos yo hago esto, o sea, lo pesado, yo hago esto y a uno lo dejan como la parte, ah y usted digita, yo hago la idea y usted digita […] y que la niña es la que tiene que prestar los apuntes y todo eso, entonces lo tienen a uno como relegado, o ellos tienen un proyecto o algo, y no, ella es la recepcionista y no más, y pero uno se da cuenta de que ellos son muy dados a la programación, mientras que uno al análisis. El análisis está encima de programación, entonces ese es un punto que nosotras tenemos a favor y que también tratamos como de que, cuando uno va a buscar trabajo de que se den cuenta de que uno tiene como esa ventaja no?” (Elisa) Helena enfrentó de manera práctica la famosa desventaja de las mujeres en el área técnica y el cacharreo, y se dedicó a superarla en su caso, poniéndose “juiciosa” a la tarea. En electrónica, por ejemplo, aprendió a “coger el cable y pelarlo” y los compañeros la admiraban por eso. Johana no solamente se esfuerza por desarrollar su capacidad “técnica” sino que explica objetivamente la dificultad de las mujeres por el hecho de que los compañeros hombres no las dejan hacer las cosas y algunos profesores las tratan con mayor dureza en los controles: “Entonces es como una carrera un poquito difícil en ese aspecto para las mujeres, porque pues uno como que no se halla, si la mayoría [de los hombres] si, si ya tienen como más seguridad en lo que quieren hacer […] porque por ejemplo la amiga que yo te digo, ella no programa pero nada, y a estas alturas de la vida uno también ya, pues no es que sea un experto, pero uno ya debe conocer más o menos, pero ella nada y es por eso, no es porque uno no pueda ni quiera, sino porque se hace con un grupo y los hombres “si, si” y hacen todo y uno se queda como en el aire, como que no lo dejan hacer nada.[…] [un profesor], de la línea de electrónica precisamente, entonces ay!! a uno le da rabia, porque pues uno si sabe, pero el señor, pues lógicamente uno se asusta, porque el señor como supone que uno no hizo nada, entonces le hace las preguntas más difíciles, todo lo más, entonces uno, entonces por ese lado si es un poquito feo”. (Johana) Helena opina que Colombia es un país muy machista y los hombres piensan que las mujeres no son capaces de hacer nada y ellos se encargan de hacer las cosas. Ella les ha demostrado que si es capaz y se quedan callados. Pero ella no lo hace por competir sino que su objetivo es “poder darle lo mejor a la sociedad”… Helena está orgullosa de competir con éxito con los varones pero compensa, sin calcular- 218 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo lo, esta “igualación” o identificación con los hombres (que amenaza su feminidad), defendiendo el altruismo (ese si, femenino) que está en el fondo de su actitud. En una manifestación de la dominación simbólica masculina, Rosario hace un elogio espontáneo de la supuesta superioridad moral de los varones. Aunque se adjudica a si misma los defectos propios de las mujeres (“las mujeres somos..”), también se distancia de “las mujeres” al afirmar su preferencia por trabajar con varones… “ creo que por allá en civil se verán cuatro y en mecánica se verán tres, sistemas tiene hartas, bueno no sé industrial, las nuevas como serán, esas si no las conozco. Pero no, a la final es muy rico, o sea, porque, o sea, trabajar con hombres, a mi me encanta trabajar con hombres, ¿si? Porque los hombres, primero como personas me parecen que son maravillosos, son más abiertos, son más sinceros, más limpios de corazón, no tienen tanto metederos por allá en la cabeza que las mujeres nos inventamos, y segundo son como más abiertos, o sea, generalizando, ¿no?, pero a ellos no les molesta explicarte, enseñarte, arrastrarte, lo que sea, las mujeres somos como más, o sea, más quieto ahí, mantenga su espacio, es lo que yo sé, usted no tiene porque saberlo, me parece de alguna manera” (Rosario) Reflexiones finales La interpretación de las experiencias y relatos de las y los estudiantes de ingeniería de sistemas de la Universidad Nacional a la luz de los debates sobre género, ciencia y tecnología, y en particular, sobre género e ingenierías, permite destacar algunos aspectos que pueden ser útiles para desarrollar nuevas investigaciones dentro de esta problemática. A pesar de que la ingeniería de sistemas lleva el sello dominante de ser una profesión “masculina”, este carácter está siendo cuestionado activamente por las mujeres que deciden convertirse en profesionales en esta especialidad. El carácter “masculino” de la carrera se expresa, por una parte, en la presencia ampliamente mayoritaria de varones en la misma, resultado de mecanismos sociales de selección y exclusión que requiere otro tipo de investigaciones para identificarlos y explicarlos. Por otra parte, el carácter “masculino” de la profesión no corresponde a un discurso explícito que la sustente o legitime sino que éste es creado y recreado sutilmente a través de las prácticas pedagógicas y las estrategias no conscientes de diversos actores –estudiantes y profesores- por construir, reafirmar y confirmar la mayor habilidad de los varones para esta profesión y las dificultades de las mujeres para Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 219 desempeñarla a cabalidad. Los relatos de los/as estudiantes muestran, por una parte, cómo muchos de los varones participan en la construcción del carácter masculino de la ingeniería de sistemas por varios medios: tienden a “reducir” la presencia númerica femenina –ven menos mujeres de las que realmente hay-, no se interesan por ellas –solo tienen amigos hombres y hay quienes descubren con sorpresa que las mujeres son personas como ellos-, menosprecian su desempeño académico –consideran que les da mucho trabajo la carrera- o al contrario, admiran con condescendencia su “juicio” –las mujeres tienen que trabajar mucho para compensar su falta de talento-, las ayudan “caballerosamente” a realizar las tareas que a ellos más les gustan –manipular el computador, programar-. Indudablemente, no se trata de atribuirles a los varones intenciones maquiavélicas, me refiero a “estrategias inconscientes” en el sentido de Bourdieu, a la activación de un “sentido práctico” orientado a defender sus posiciones y a mantener una distancia simbólica que preserve la supremacía masculina, en este caso, en el control técnico. No todos los varones actúan de la misma manera, ello dependerá de su propia posición frente a la profesión y su propia orientación como ingenieros o futuros ingenieros. Mientras algunos se afirman asertivamente como ingenieros de sistemas con dominio pleno y “duro” de su profesión, otros sienten fuertes dudas sobre sus competencias y algunos desarrollan perspectivas profesionales atípicas, más cercanas a las de las mujeres, orientadas hacia la docencia o la investigación. Ello está relacionado sin duda con la posición más o menos dominante que ocupan en función de la distribución desigual de las ventajas académicas y sociales de los estudiantes. Por otra parte, si bien las mujeres participan activamente en la afirmación de su competencia en esta profesión y en la valoración de sus mayores habilidades en el análisis, por ejemplo, sus prácticas no son pura resistencia. Muchas se adhieren a la construcción dominante de la profesión y se orientan hacia una forma “menor” o “blanda” de ser ingenieras de sistemas. La oposición entre programación y análisis así como la que encontramos entre la competencia técnica y la gerencial revelan las ambivalencias de estas disputas porque de alguna manera, si la gerencia aparece como una posibilidad legítima de desempeñar la profesión en el caso de las mujeres, implícitamente se entiende que quien no hace programación no es un ingeniero en el sentido pleno del término. Implícitamente, “está bien” –desde el punto de vista dominante- que las mujeres no lo sean ya que el papel de encarnar al “verdadero ingeniero de sistemas” se le deja a los varones. El asunto se vuelve más complejo cuando se trata de oponer a los ingenieros “técnicos” de la Nacional y los ingenieros “gerentes” de los Andes pues en este último caso, no se trata de la misma “gerencia” que se asocia con las mujeres; se trata de una gerencia “dura” que domina a la competencia técnica de los egresados de la Nacional. Aquí opera una lucha simbólica entre hombres ingenieros en la cual los estudiantes y profe- 220 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo sores de la Universidad Nacional buscan deslegitimar el ejercicio gerencial de los ingenieros de los Andes que no han probado sus competencias técnicas. Nos situamos entonces en el campo más amplio de la profesión en el país y en la lucha entre facultades y universidades por imponer la definición legítima de la ingeniería de sistemas. Las dimensiones de clase y género constitutivas de esta definición no son secundarias y valdría la pena considerarlas en investigaciones que permitan interpretar un proceso como el que observamos en Colombia: la contratación por parte de las empresas de ingenieros con formación gerencial y egresados de universidades privadas para los puestos más altos y la relegación de los ingenieros técnicos formados en las universidades públicas a puestos de menor poder y remuneración… El rechazo manifiesto de las mujeres al modelo del ingeniero “esclavo del computador” recuerda las observaciones de Turkle sobre el hacker como el arquetipo del informático. Podemos pensar que la defensa vehemente que hacen las mujeres de un ejercicio profesional en contacto con la gente, radicalmente distinto al encierro frente a la máquina, es también una manera de defender su feminidad frente a las amenazas de “virilización” que conlleva la incursión de una mujer en una profesión masculina. Otra de las ambivalencias que enfrentan las mujeres se refiere a la ganancia simbólica que obtienen por el hecho mismo de desempeñarse en una profesión considerada masculina. Ello condiciona su interés en que la profesión siga siendo relativamente cerrada a las mujeres, lo cual les per mite mantener su propia excepcionalidad. El carácter “masculino” de la ingeniería de sistemas o más bien, la construcción de una versión “dura” y una versión “blanda” del ejercicio de la profesión, -forma recurrente de abrir una profesión a los grupos dominados conservando las distancias con los dominantes-, no se realiza únicamente en la universidad. Buena parte del “trabajo” ha sido realizado previamente en ámbitos como la familia, la escuela, los grupos de pares o los medios masivos y otra parte se reafirmará o transformará posteriormente en el mercado de trabajo. De ahí la necesidad de profundizar en la investigación de las experiencias previas de estos/as estudiantes y en el desarrollo de sus trayectorias profesionales. Género e Ingeniería: la identidad profesional en ... 221 Bibliografía Auray, Nicolas. 2002. « Sociabilité informatique et différence sexuelle ». En L’engendrement des choses. Des hommes, des femmes et des techniques. D. Chabaud-Rychter et D. Gardey (ed.) : 123-148. Editions des Archives Contemporaines, Paris. Berner, Boel. 2002. “L’ingénieur ou le génie du mâle : masculinité et enseignement technique au tournant du XXe siècle ». En L’engendrement des choses. Des hommes, des femmes et des techniques. D. ChabaudR y c h t e r e t D . G a r d e y ( e d . ) : 1 5 7 - 1 7 2 . E d i t i o n s d e s A rc h i v e s Contemporaines, Paris. Bourdieu, Pierre. 1979. La Distinction. Les Editions de Minuit. Paris. Bourdieu, Pierre. 1998. La Domination Masculine. Seuil. Paris. Bourdieu, Pierre. 1984. Homo Academicus. Les Editions de Minuit. Paris. Bourdieu, Pierre et Passeron, Jean-Claude. 1964. Les Héritiers; les étudiants et la culture. Les Editions de Minuit. Paris. Departamento de Ingeniería de Sistemas. 2001. Autoevaluación Programa de Ingeniería de Sistemas. Facultad de Ingeniería. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Cohen, Yves. 2002. « Raison hiérarchique, raison sexuelle, raison ethnique ». En L’engendrement des choses. Des hommes, des femmes et des techniques. D. Chabaud-Rychter et D. Gardey (ed.): 89-95. Editions des Archives Contemporaines, Paris. Cohen, Lucy. 1971. Las colombianas ante la renovación universitaria. Tercer Mundo. Bogotá. Cohen, Lucy. 2001. Colombianas en la vanguardia, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín. Collet, Isabelle. 2002. “Les hackers comme idéal-type ». Biennale de l’éducation. Paris. COLLET Isabelle. 2001. “Informatique et science-fiction. Quelques clés pour comprendre l’absence des femmes ». Actes du 4e Congrès International de la Recherche en Education et en Formation. Lille. Cortés Amador, Carlos. 1999. Elementos de análisis. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. ICFES- ACOFI. 1997. Actualización y modernización del currículo en Ingeniería de Sistemas, Bogotá. Marry, Catherine. 2004. Les femmes ingénieurs. Une révolution respectueuse, Editions Belin, Paris. Mayor Mora, Alberto. 1984. Etica, trabajo y productividad en Antioquia. Ediciones Tercer Mundo. Bogotá. Murray S., Pamela. 1997. Dreams of development. Colombia’s National School of Mines and Its Engineers, 1887-1970. The University of Alabama Press. Tuscaloosa and London. 222 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Oficina Nacional de Planeación. 2001. Estadísticas e indicadores de la Universidad Nacional de Colombia. Revista de la Oficina Nacional de Planeación, No. 5 y 6, Bogotá. Pérez, Alfonso. 1983. “La ingeniería de sistemas y la informática en Colombia”. Revista sistemas. 14: 15-20. 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Resumen El artículo aborda los procesos actuales de construcción de una identidad profesional como ingeniero/a de sistemas durante el proceso de formación universitaria, desde el punto de vista de sus dimensiones de género. Para ello se presentan algunos antecedentes históricos de la construcción de las ingenierías clásicas (ingeniería civil y de minas) como profesiones masculinas y se analiza la experiencia subjetiva de las y los estudiantes que están culminando sus estudios de ingeniería de sistemas en la universidad pública más importante de Colombia:la Universidad Nacional, sede Bogotá. Con base en relatos biográficos de estudiantes, se identifican algunas prácticas y representaciones que contribuyen a reproducir o modificar el carácter masculino de esta especialidad. La aproximación teórica se apoya en los debates actuales (anglosajones y franceses) sobre género y tecnología y en la sociología de Pierre Bourdieu. 223 Abstract T h i s p a p e r, f ro m a g e n d e r perspective, deals with actual processes of construction of professional identity such as system engineers during the university for mation process. Hence, some historical antecedents about the construction of classic engineering (civil and mines) as masculine professions are presented and subjective experience of students that are ending their engineer careers in Universidad Nacional of Colombia are analyzed. Based on biographical stories of the students, some practices and representations that contribute to reproduce or modify the masculine character of this specialty are identified. The theoretical approximation is founded in actual debates (anglo-saxon and french) about gender and technology, and Pierre Bourdieu´s sociology. 224 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 225 Reseñas El Trabajo Recobrado. Una evaluación del Trabajo realmente existente en España. Ed. Miño y Avila 2005, Argentina. Dirección de Juan José Castillo. Esta compilación de trabajos es el resultado de un conjunto de monografías realizadas en el marco de un programa de investigación llevado adelante bajo la dirección de Juan José Castillo durante varios años de investigación académica. El objetivo del programa, del cual el libro es el resultado, es hacer emerger el trabajo real existente. Trabajo que se ha poco a poco obscurecido e “invisibilizado” social y aún políticamente. Simultáneamente y, quizás en consecuencia, se ha hecho un tópico secundario en materia de investigación social. La idea que subyace a la nominación “trabajo recobrado”, remite a la imagen de Marcel Proust de “tiempo recobrado” que desarrolla en el último volumen de su libro: “A la búsqueda del tiempo perdido” y corresponde a este esfuerzo de darle una nueva visibilidad al Trabajo. La recopilación que presenta J. J. Castillo conforma pues una extraordinaria variedad de trabajos en contextos realmente existentes en la España de hoy. No parte pues, de grandes modelos sintéticos, de interpretaciones canónicas, y menos se esfuerza por tratar de hacer “encajar” a la evidencia empírica en estas teorías. Por el contrario, da cuenta de la enorme cantidad de situaciones particulares y específicas que componen hoy en día el Trabajo en ese país - como señalábamos. Uno de los puntos fuertes de El Trabajo recobrado es que se percibe en él, el trabajo en equipo colectivo que subyace a cada monografía particular. Ello se percibe tanto en la preocupación que motiva la investigación, en su estilo, como en la metodología utilizada. Esta Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 225-227 226 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo mirada colectiva sin dejar de ser de autores, le da una coherencia al texto global como pocas veces se encuentra en este tipo de recopilación. Ello porque la recopilación no se hizo a partir de acuerdos previos generales, para que luego los distintos investigadores realizaran sus actividades de investigación autónomamente, sino investigando como equipo programado más allá que los artículos sean personales, como señalábamos Pero además, el Programa de Investigación realizó la selección de casos en función de los problemas definidos como fundamentales y se complementó con un auténtico proceso de reflexión colectiva en todo el proceso de producción y el planeamiento conjunto de de las distintas monografías. Todo ello, sin embargo, sin caer en un esquema uniforme que indujera a hacer más “aparentes” las convergencias y más “convergentes” las transformaciones. Por el contrario, se intentó que en cada estudio de caso, cada problema abordado pudiera iluminar aspectos poco desarrollados en otros casos. Pero aún así, se hizo hincapié en “aspectos transversales”, aspectos que se reiteran o que se despliegan con mayor detalle en algunos casos más que en otros. Se busca algo así como una “descripción teóricamente orientada” tomando distancias de estereotipos, de las ideas hechas y compartidas, erróneas en muchos casos, mitos, etc. Pero la idea no es sólo dar cuenta de la realidad del trabajo hoy en día, sino también de dar cuenta de las interpretaciones de los cambios sociales que esta realidad conlleva. La filosofía de la investigación es no sólo dar cuenta de hallazgos, de descubrir lo desconocido, sino también de dar una lucha contra las interpretaciones dominantes en la sociedad. Es así como son abordados temas como la fragmentación empresarial, la subcontratación generalizada, la destrucción de la relación contractual y de la capacidad de negociación de los trabajadores, y más aún, de las trabajadoras. Las tendencias que poco a poco van delineándose son el de un marco de degradación sistemática de las condiciones de trabajo, el incremento de la intensificación del trabajo, tanto en los trabajos manuales como en el creciente mundo “inmaterial”, entre otras tendencias. Del conjunto de la recopilación emergen ciertas convicciones fuertes, originales y que serán tenidas en cuenta en futuras investigaciones, tanto en España como en América latina, seguramente. Porque salvando las distancias, los lectores de nuestro continente latinoamericano encontrarán situaciones fuertemente análogas a las descriptas en el libro. No se trata por lo tanto, de una lectura de lo que “le pasa a otros”, que deja al lector con un sentimiento de exterioridad, sino, por el contrario, procesos que con mayor o menor intensidad se dan o pueden darse o estar dándose en nuestro continente. 227 Afirmaciones tales como que “los fragmentos de la cadena productiva, que ahora son las empresas, solo pueden competir, en este modelo, descalificando e intensificando el trabajo”. O que: “con mayores ritmos, con mayores cargas, con mayor disponibilidad, hasta en el trabajo de servicios y la atención personal a velocidad, la intensificación y la normalización acaban pronto con la calidad, y de (buen) trato al cliente” forman parte de las constataciones antes mencionadas. 228 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 229 Reseñas Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo, Prólogo de István Mészáros, Editado por TEL (Taller de Estudios Laborales) y Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2005, 250 páginas. Ricardo Antunes Diálogo con Ricardo Antunes1: El trabajo y la convicción del cambio Alberto L. Bialakowsky2 Es algo más: la clase obrera, madre del sol de la mañana. Rafael Alberti, Pasionaria para Dolores. Lejanos milenios Partió frágil Sediento de espacio. Vinicius de Moraes, El río. Esto se trata de la reseña de un libro, aunque su título invite a otro tipo de lectura más que a una descripción sucinta, magra; ello se debe en realidad a nuestra indecisión si describir o si dialogar como lo que 1 Ricardo Antunes es actualmente profesor de sociología en el Instituto de de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de Campinas, Brasil, entre su extensa trayectoria señalemos que se doctoró en sociología en la Universidad de San Pablo y entre sus actividades de postgrado citamos especialmente su estadía como profesor visitante en la Universidad de Sussex en la que tuvo oportunidad de dialogar e intercambiar extensamente con István Mészáros, su prologuista, punto de inflexión investigativa y enlace con las temáticas volcadas en la obra que se reseña. Entre las obras que anteceden temáticamente se destaca sin duda: ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre la metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo que ha sido recogidas en ediciones en castellano (Cortez Editora, San Pablo y Ediciones Herramienta, Buenos Aires). Entre otras colaboraciones académicas participa activamente de la Revistas Margem esquerda y Latin American Perspectives como así comparte la coordinación del Grupo de Trabajo de ALAS (Asociación Latinoamericana de Sociología): Reestructuración productiva, trabajo y dominación social. Si bien su valía intelectual es reconocida quizás no lo es tanto su alto compromiso social y político, tal como ha sido pionera su militancia en las etapas fundadoras del PT (Partido de los Trabajadores) y sus contribuciones al MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) de Brasil, actualmente se encuentra abocado a la refundación de una organización partidaria que pueda albergar la recuperación crítica que diera nacimiento al PT. Recientemente ha aparecido otro libro suyo publicado por la Editorial Boitempo de San Pablo: O caracol e sua concha. Ensaios sobre a nova morfología do trabalho, que esperamos se publique prontamente también en castellano como las obras citadas pues en nuestra opinión componen una trilogía. E-mail:[email protected] 2 Profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, integrante del Comité Directivo de ALAS (Asociación Latinoamericana de Sociología), e-mail: [email protected] Revista Latinoamericano de Estudios del Trabajo • Año 11, Nº 18, 2006, pp 229-234 230 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Ricardo Antunes coloca en gran espectro3 en escena, esto es ampliar el horizonte del debate desde la perspectiva marxiana y hendir en el fragor de las luchas intelectuales, y políticas, que él libra frente a tanto papel oscurantista recubierto de ilustración. La cuestión a decidir es si descomponer la obra, deglutirla y como mal traductor reseñarla o bien emprender dialógicamente otros giros a las volutas que emana. Su obra, me refiero a Los sentidos del Trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo, constituye una catedral de diálogo y un debate abierto, un encuentro y un symposium, una asamblea con invitados a exponer-se en la arena del juego de verdad social y sociológica. Por ello ser consecuentes con esta obra de indelegable y necesaria lectura, es intentar dialogar con ella como me apresto, emulando, como diría Jean-Luc Nancy a propósito de prologar Communitas de Esposito: “... entiendo estas palabras en sus sentidos más fuerte, puesto que se trata de nosotros (todos) y de lo que ahora está entre nosotros”. Diremos nosotros: el trabajo con su absoluta polisemia, corte de significados, trazos y revueltas, punto de partida entre la “afirmación y la negación”, entre “la perenidade y la superfluidade” 4 como dirá persistente, amartillando Ricardo Antunes. Claro, poseo una ventaja, al leer la obra las imágenes habitan entretejidas su decir en su escribir, pero no es difícil imaginarlo, este libro habla. Los primeros son los referentes Karl Marx, Georg Lukács e Itsván Mészáros, de aquí arranca el diálogo más dilemático acerca de los sentidos del trabajo, de la fuente ontológica del trabajo como creatividad, como posibilidad generativa de lo social mismo y al propio tiempo de la destructividad sistémica capitalista, la conversión de un más allá del capital, de la elección entre el socialismo o la barbarie. La dilemática se encuentra trazada, como surcos que se abren en Campinas. Antunes el sembrador, señala las huellas profundas en que se traza la historia de clase de los trabajadores, de los que sólo viven de su trabajo, contra toda reificación, extrañamiento, dominio o destructividad. Luego vienen los debates especialmente con Anthony Guiddens y Jürgen Habermas. Nada como medirse en la palestra con estos grandes palestrantes para establecer claridad en la confusión que los envuelve, interrogar ese cúmulo teórico o acúmulo, vaya desafío, establecer que Inglaterra y Alemania siguen y se perpetúan como modelo y como relato acerca de la caída del imperio del keynesianismo, y que a esos grandes autores se les ha escapado. Vaya sorpresa, un latinoamericano que dice lo que ellos han quedado sin palabras, al compartir de uno u otro modo los enunciados sobre el fin de la historia con el 3 4 Véase infra al respecto el índice temático de capítulos y apéndices que abarca el libro. En adelante las cursivas aplicadas en esta reseña se refieren literalmente a conceptos utilizados en la obra. Reseñas 231 advenimiento de la “conciliación de clases” y la reestructuración productiva en la era neoliberal de la acumulación flexible, en la ingenuidad de suponer socialmente que lo acoplado del sistema se trate de la acción comunicativa o de la tercera vía, advienen para significar la desaparición del sentido trascendente y genérico de los sentidos del trabajo lukacsianos. No hay autor sin contexto podríamos afirmar, el inmaterialismo comunicativo al parecer los ha obnubilado a aquellos, Antunes contribuye conceptualmente a re-situarlos, ésta es su interpelación y al propio tiempo su construcción teórica materialista y dialógica, dialéctica. Antunes nos ha puesto en dilema rápidamente: debemos acelerar las conceptualizaciones que guardan relación con el fin del trabajo o debemos preservar los conceptos que sujeten la centralidad del trabajo tanto para la crítica social del capitalismo como para proyectar el socialismo. La respuesta no es simple, aunque el autor opta, dada la perspectiva ontológica, por resguardar la perpetuación de la centralidad del trabajo, desmadejando argumentaciones en contrario, sin embargo reconoce esta duplicidad actuante y destructiva devastadora del capitalismo aplicada sobre la fuerza de trabajo y la naturaleza, de ahí la afirmación y la negación dialécticas que conforman una dinámica en constante mutación entre las tensiones de la opresión y de resistencia, la alienación y la lucha por la desalienación. Allí la aclaración que se señala es que no debemos confundir entre trabajo concreto y trabajo abstracto, como valor de cambio, como mercancía, es éste justamente como mercancía el que se encuentra en crisis y no aquél que como valor de uso, socialmente útil, preserva su razón de ser social genérico estructurante. Y es en este límite histórico que nos encontramos en una etapa del capitalismo ampliamente librado a sus fuerzas, ya no confrontado como otrora el siglo XX, con bloques del socialismo y la socialdemocracia reales, más allá de que sus logros y fracasos operaban como límites a la expansión del capitalismo tardío salvaje. Con sus palabras: “... entiendo que el trabajo se presenta como la llave analítica para la aprehensión teleológicas más complejizadas... El trabajo se constituye en una categoría central y fundante, forma originaria del ser social, porque posibilita la síntesis entre teleología y causalidad, que da origen al ser social.” (página: 151); y más adelante precisará: “No puedo coincidir, por lo tanto, con la tesis del fin del trabajo y mucho menos con el fin de la revolución del trabajo. La emancipación de nuestros días es centralmente una revolución en el trabajo, del trabajo y por el trabajo. Pero éste es un emprendimiento societal difícil, en la medida en que no es fácil rescatar el sentido de pertenencia de clase, que el capital y sus formas de dominación (incluyendo la decisiva esfera de la cultura) procuran enmascarar y nublar.” (página: 199) 232 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Desde estas perspectiva histórica, opinamos se produce un cambio de época, y la emergencia de nuevas formulaciones históricas sobre los procesos productivos y la fuerza de trabajo e implican redefiniciones operativas que se concatenan imprevisiblemente con la implantación de los modelos organizativos toyotistas liofilizantes, lean production, bajo una máscara retórica. “De este modo –dirá- el pregonado desarrollo de los procesos de ´calidad total´ se convierte en la expresión fenómenica, encubridora, aparente y superflua de un mecanismo productivo que tiene como uno de sus pilares más importantes a la tasa decreciente del valor de uso de las mercancías, como condición para la reproducción ampliada del capital y sus imperativos expansionistas.” (página: 37) En esta línea de análisis de comprensión global de la fuerza de trabajo Antunes diseña una subcategoría que, entendemos, es clave para comprender la fracción y la fragmentación dentro de la clase trabajadora: el subproletariado. Comprendemos que no se trata de una mera descripción de las innumerables formas de subproletarización o precarización del trabajo sino de una redefinición al mismo tiempo del sistema capitalista que se aleja del modelo taylorista-fordista keynesiano, y que con el descubrimiento de esta clave es necesario profundizar. Si este concepto tiene en su fondo la densidad que sospechamos descubre un magma de interrogaciones. Así el abordaje queda iniciado, por ejemplo para repensar la relación que define las conexiones teóricas y conceptuales (tríada: capital, trabajo y estado), acerca del análisis para comprender nuevas variantes postcapitalistas. Así los apéndices 5 conclusivos de la obra resultan esenciales a la misma, subrayan lo enhebrado a lo largo de todo lo textualizado. América Latina y Brasil en particular encarnan en este análisis los motivos para fundar una reflexión crítica acerca del metabolismo metódico que atraviesa a todo el sistema en su praxis despótica en la desagregación de la clase trabajadora en clave de la liofilización organizacional y la succión del trabajo social combinado. Pero nada de esto tendría importancia si una segunda centralidad no se interpusiera como se interpone en el texto: la resistencia a la explotación y al despotismo capitalista, en última instancia su evolución no implica más que una involución genérica al trasvasar todas las fronteras: de territorios, de géneros, de generaciones, de migraciones y de expropiaciones. Alejado ya el capitalismo tardío de formas legitimables en las estructuraciones de los propios procesos de trabajo productivos, imponiendo las formas de lo descartable y lo superfluo en el corazón y en los bordes que componen fuerza de trabajo social en proporciones inéditas, signando en el interior de la fuerza productiva la hibridez entre el trabajo cristalizado en la maquinaria científico5 Véase infra. Reseñas 233 tecnológica, muerto y el trabajo vivo, llevando al sistema a la agudización de sus contradicciones originarias. De ahí que centralidad del trabajo y centralidad de resistencia se perpetúan y retroalimentan permanentemente. Así concluirá, en su punto discursivo más alto Ricardo Antunes: “Sin embargo, al contrario de aquellos que propugnaban por el “fin del papel central de la clase trabajadora” en el mundo actual (Habermas, 1989; Gorz, 1990; Offe, 1989), el mayor desafío de la clase-que-vive-del-trabajo, en este pasaje del siglo XX al XXI, es soldar los lazos de pertenencia de clase existentes entre los diversos segmentos que comprenden el mundo del trabajo, procurando articular desde los segmentos que ejercen el papel central en el proceso de creación de valores de cambio hasta los que están más al margen del proceso productivo pero que, por las condiciones precarias en las que se encuentran, se constituyen en contingentes sociales potencialmente rebeldes frente al capital y sus formas de (des)sociabilización. Condición imprescindible para oponerse hoy al brutal desempleo estructural que afecta al mundo en una escala global y que se constituye en el ejemplo más evidente del carácter destructivo y nefasto del capitalismo contemporáneo.” (página: 186) No cabe duda que nos ha quedado mucho material deshojado pendientes de dialogar, a modo de reseña esperamos haber contribuido a señalar lo que el autor (de)muestra una y otra vez para construir una crítica radical a los pilares sobre los que se asienta el sistema de metabolismo social del capital. Por nuestra parte sólo nos cabe entonces invitar entusiastamente ahora, y dar lugar a su lectura, con el íntimo de deseo de sumarlos a un diálogo hecho symposium entre “cobebedores” al que los convoco para nutrir y avivar el debate sobre temas cruciales de la teoría y la práctica de las ciencias sociales del trabajo y de la sociología laboral, como he experimentado con su lectura. Ricardo Antunes: LOS SENTIDOS DEL TRABAJO. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo. Prólogo de István Mészáros Índice del libro Capítulos: I. El sistema de metabolismo social del capital y sus sistema de mediaciones II. Dimensiones de la crisis estructural del capital III. Las respuestas del capital a su crisis estructural IV. El toyotismo y las nuevas formas de acumulación de capital 234 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo V. Del neoliberalismo a Thatcher a la “tercera vía” de Tony Blair. La reciente experiencia inglesa VI. La clase-que-vive-del-trabajo. La forma de ser actual de la clase trabajadora VII. El mundo del trabajo y la teoría del valor. Las formas vigentes del trabajo material e inmaterial VIII. Acotación sobre la centralidad del trabajo. La polémica entre Luckács y Habermas IX. Elementos para una ontología de la vida cotidiana X. Tiempo de trabajo y tiempo libre: Por una vida llena de sentido dentro y fuera del trabajo XI. Fundamentos básicos de un nuevo sistema de metabolismo social Apéndices: I. La crisis del movimiento obrero y la centralidad del trabajo hoy II. Los nuevos proletarios del mundo en el cambio de siglo III. Socialismo y mundo del trabajo en América Latina IV. Por dónde recomenzar: Luchas sociales y diseño societal socialista en Brasil reciente V. La nueva morfología del trabajo y el diseño multifacetado de las luchas sociales 235 Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo CONVOCA AL V Congreso Latinoamericano de Sociología del Trabajo “Hacia una nueva civilización del trabajo” 18 al 20 de abril del 2007 Montevideo, Uruguay Las sociedades latinoamericanas han tenido importantes cambios en buena parte de sus países, en los cuales han surgido liderazgos de oposición a las políticas económicas de los últimos años que han tenido un fuerte impacto en el mundo del trabajo. En algunos casos se han implementado políticas laborales y se han desarrollado espacios de negociación colectiva. La Sociología del Trabajo latinoamericana no ha estado ajena a estos cambios, generando una profusa actividad de investigación que pretende ser contemplada en este Congreso El V Congreso pretende también ser un espacio de interacción entre disciplinas y quehaceres afines con la sociología del trabajo tales como la Psicología, la Economía, la Historia, la Ingeniería Industrial, la Medicina, la Pedagogía, el Derecho y otras ciencias. En tal sentido se proponen los siguientes bloques temáticos (Mesas) susceptibles de ampliarse con las propuestas que nuestros(as) colegas formulen: • Teoría, espistemología y metodología de estudios sobre el trabajo • Enclaves, clusters y cadenas productivas. Estrategias regionales de desarrollo. 236 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo • Reestructuración productiva, trabajo y actores laborales en el medio rural • Estructura ocupacional, pobreza y mercados de trabajo • Salud, condiciones y medio ambiente de trabajo • Reestructuración productiva y nuevas desigualdades en el mundo del trabajo». • Identidades, cultura y formas de representación simbólica en el proceso de trabajo. • Legislación del trabajo, relaciones laborales y negociación colectiva. • Actores sindicales y empresariales: organización, estrategias, desafíos. • El mundo del trabajo desde una perspectiva histórica • Formación y empleo. Presentación de trabajos: Los resúmenes pueden enviarse hasta el 1 de setiembre del 2006 a la Secretaría del Congreso (e-mail: [email protected]), con copia a ALAST ([email protected]). Su recepción no implica automáticamente la aceptación de los trabajos. Las ponencias deberán enviarse a esa misma dirección electrónica no más allá del 28 de febrero del 2007, a fin de hacer posible su inclusión en el CD-R del evento. El resumen, una carilla A4, deberá incluir nombre/s del/los autor/es, título de la ponencia, afiliación institucional del/los autor/es, dirección postal, número telefónico y dirección de correo electrónico. Deberá especificar a qué bloque temático (Mesa) se presenta y hará referencia a los objetivos, metodología, resultado del trabajo y fuentes utilizadas en la ponencia. La Comisión Científica podrá reasignar la ponencia a la Mesa que considere más pertinente. Comité Organizador IV Congreso ALAST Marcos Supervielle (Presidente) Francisco Pucci, Ema Massera, Inés Carlesi, Mariela Quiñones, Geyser Margel, Karina Pagés. Comisión Científica Marcos Supervielle (Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales), Ema Massera, (Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales) Francisco Pucci, (Departamento de Sociología, 237 Facultad de Ciencias Sociales) Pablo Guerra (Instituto Cuesta Duarte, PIT CNT) Luis Senatore (Departamento de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales) Mariela Quiñones, (Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales) Rodolfo Porrini ( Facultad de Humanidades) Geyser Margel, (Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales) Fernando Casanova (CINTERFOR, OIT) Diego Piñeiro, (Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales) Marcelo Boado, (Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales) En una próxima comunicación se informará sobre quienes tendrán a su cargo la coordinación de cada bloque temático. Como ya es de práctica en los Congresos de ALAST, las coordinaciones estarán a cargo de dos calificados investigadores, uno del país donde se realizará el Congreso, en este caso Uruguay, y uno de otro país latinoamericano. Cuotas de inscripción: Hasta el 01/12/05 Después del 01/12/05 Socios ALAST USD 100 USD 120 No socios USD 120 USD 140 USD 20 USD 40 Estudiantes Todas las comunicaciones en torno a la realización del evento deberán dirigirse a la dirección electrónica presentada. COMITÉ EJECUTIVO ALAST Marcos Supervielle Presidente Francisco Pucci Vicepresidente Ema Massera Secretaria Inés Carlesi Tesorera Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo Martínez Trueba 1300 / CP11200 / Montevideo / Uruguay/ Tel. (5982) 4115429 e-mail: [email protected] / Página web : www.alast.org 238 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Convocatorias 239 Datos de los autores HUGO BARRETTO GHIONE Doctor en Derecho y Ciencias Sociales Magister en Derecho opción Derecho del Trabajo y la Seguridad Social Profesor Adjunto en Derecho del Trabajo en la carrera de derecho y en Introducción a las Relaciones Laborales en la carrera de relaciones laborales Caldas 1890 (cp 11400) Montevideo Uruguay correo: [email protected] DELPHINE MERCIER Laboratoire d’Economie et Sociologie du Travail Laboratoire Printemps 13626 Aix-en-Provence Cedex Francia 78023 Tel./ Fax 331 46 04 53 26 [email protected] CEBRAP (Centro Brasileiro de Análise e Planejamento) Rua Morgado de Mateus, 615 04015-902 São Paulo S.P. tel. (11) 5574-0399 fax. (11) 5574-5928 e-mail: [email protected] CECILIA SENÉN GONZÁLEZ Dra. en Estudios Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México D.F, Investigadora del CONICET. Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales, Carrera de Relaciones Laborales, Universidad de Buenos Aires. Dirección: E-mail: . [email protected] PIERRE TRIPIER CNRS et Université de Provence CNRS et Université de Versailles-Saint Quentin 35, Avenue Jules Ferry 47/49 Boulevard Jourdan Tel. 334 42 37 85 40 Fax 334 42 26 79 37 [email protected] LUZ GABRIELA ARANGO GAVIRIA Doctora en Sociología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, de Paris. Profesora Asociada del Departamento de Sociología e Investigadora del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia –sede Bogotá-. Dirección E-mail ISABEL PAULINE HILDEGARD GEORGES Bolsista de pós-doutorado FAPESP (Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo) LEOPOLDO HALPERIN WEISBURD CEPED, Fac. Cs. Económicas, Universidad de Buenos Aires E- mail: [email protected] 240 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo CAROLINA CASSIA BATISTA SANTOS Assistente Social, Mestre em Política Social, Professora do Departamento de Serviço Social da Universidade de Brasília, DF, Brasil. e- mail: [email protected] CAROLINA CASSIA BATISTA SANTOS Instituição: Departamento de Serviço Social da Universidade de Brasília - UnB, DF, Brasil. Endereço residencial: QS 07 Rua 800 Lote 6/8 Condomínio Roma Bloco D Apto. 203, Águas Clara, Taguatinga, DF, CEP: 71971-540. Fones: 061 – 33564534 / 061 – 81740038 Endereço eletrônico: [email protected] MARCIA DE MELO MARTINS KUYUMJIAN Instituição: Departamento de História da Universidade de Brasília - UnB, DF, Brasil. Endereço residencial: SMPW, Quadra 18, Conjunto 06, Lote 01, Casa “A”, Brasília, CEP.: 71741-806 Fones; 061 – 3380 3474 / 061 – 8401 5305 Endereço eletrônico: [email protected]. MARTA NOVICK Socióloga, investigadora CONICET en el IDEI de la Universidad Nacional de General Sarmiento, actualmente Subsecretaria de Programación Técnica y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la República Argentina. e-mail: [email protected] CONSUELO IRANZO Doctorada en Sociología del Trabajo en La Universidad de Paris VII Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), Universidad Central de Venezuela. Dirección: E. mail: [email protected] JACQUELINE RICHTER Abogada Laboral, doctoranda en Sociología del Trabajo en la Universidad Autónoma de Barcelona Profesora-investigadora de la facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la misma universidad. E-mail: [email protected] 241 Corresponsales nacionales Argentina Titular: Jorge Walter [email protected] Suplente: Claudia Jacinto [email protected] Bolivia Titular: Silvia Escobar [email protected] Suplente: Thomas Kruse [email protected] Cuba Titular: José Luis Martin Romero [email protected] Suplente: Rafael Alhama México Titular: Javier Melgoza [email protected] Suplente: Luis Vazquez Brasil Titular: Adalberto Moreira Cardoso [email protected] Suplente: Marco Aurelio Santana [email protected] Perú Titular: Denis Sulmont Samain [email protected] Suplente: Carmen Vildoso Chirinos [email protected] [email protected] Chile Titular: Helia Henriquez Riquelme [email protected] [email protected] Suplente: Rosalía Todaro [email protected] Puerto Rico Titular: Carlos Alá Santiago [email protected] [email protected] Suplente: Guadalupe Perez Hiram [email protected] Colombia Titular: Edgar Valero [email protected] Suplente: Oscar Quintero [email protected] Uruguay: Titular: Marcos Supervielle [email protected] [email protected] Suplente:: Francisco Pucci [email protected] Costa Rica Titular: María Eugenia Trejos [email protected] Venezuela Titular: Oscar Hernandez Alvarez [email protected] Suplente: Esther Gamus [email protected] [email protected] 242 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo 243 Instrucciones para los colaboradores Convocatoria para la presentación de artículos para la Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo La Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo acepta colaboraciones que aborden cuestiones relacionadas con el campo de los estudios del trabajo, pertinentes a América Latina, independientemente de la nacionalidad del/la colaborador/a. Las propuestas deberán responder a los siguientes requisitos formales: 1. Los trabajos deberán ser enviados en disquete (preferentemente en word versión 6.5 o compatibles) acompañados de una copla irnpresa. 2. La extensión máxima de los textos no puede superar las 30 páginas (incluidas bibliografía, notas, cuadros, gráficos y anexos) a doble espacio en Times (o Times Roman, Times New Roman, etc) cuerpo 12. 3. Los/las autores/as deberán adjuntar en hoja aparte los siguientes datos: nombre completo, pertenencia institucional, dirección, teléfono y dirección de correo electrónico. 4. Las notas al pie de página deberán reducirse al mínimo posible y su contenido se limitará a ampliaciones o precisiones de asuntos elaborados en el texto. Dichas notas no deben usarse en reemplazo de citas bibliográficas. 5. Las citas bibliográficas deberán integrarse en el cuerpo del artículo a través del siguiente formato: (Autor/es, año: página). En caso de haber varias referencias a los/las mismos/as autores/as, en el mismo año, la distinción se hará de la siguiente forma: . Primer texto: (Autor/es, año a: páginas) . Segundo texto: (Autor/es año b: páginas) . Tercer texto: (Autor/es año c: páginas) 6. La bibliografía correspondiente a las citas bibliográficas deberá incluirse al final del texto, siempre en Mayúscula/minúscula, respetando el siguiente formato. · Libros: Autor/es (año de publicación), Título. lugar de edición, editorial, páginas. · Capítulos en obras colectivas: Autor/es (año de publicación), 'Titulo" (compilador/es o editor/es), en Título de la obra colectiva, lugar de edición, editorial, páginas del capítulo. · Artículos en Revistas: Autor/es (año de edición). "Título", nombre de la Revista. lugar de edición. volumen o tomo, número, páginas del articulo. Ejemplos: Jobin. C. (1995). En/re les sctivités professionelles et domestiques: la discrimination sexuelle. Lausanne. Editions d´en Bas. 244 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Nash, M. (1993b) . "Identidad cultural de género, discurso de la domesticidad y la definición del trabajo de las mujeres en España del siglo XIX", en E. Duby y M. Perrot (eds.), Historia de las mujeres, Madrid, Taurus, v.4. p.585. Bahamonte y Toro, J. (1978). "Mendicidad y paro en el Madrid de la Restauración", Estudios de Historia Social. nº 7, oct.-dic., 353-384. 7. Volumen se escribirá: v.: tomo: t.; númrto: nº; página/as: p./pp. 8. Los cuadros y gráficos deberán presentarse en hoja aparte y estos últimos en formato digital, en el programa en que fueron realizados. Los lugares aproximados de su inserción deberán señalarse en el texto. 9. Los textos deberán acompañarse con un resumen de hasta 10 líneas en dos versiones, una en el idioma en que fue escrito (castellano o portugués) y otra en inglés. Se incluirán las palabras clave. 10. La Revista acepta reseñas sobre libros con un máximo de siete páginas a doble espacio y en cuerpo 12. Acepta también notas críticas sobre eventos de relevancia para la comunidad científica latinoamericana, como Congresos o Seminarios sobre temas del área. 11. Todas las propuestas enviadas a la Revista estarán sujetas al sistema de arbitraje por consultores especializados, a cuyo resultado los autores tendrán acceso, respetando el principio de no identificación del evaluador. Suscripción Nombre y Apellidos: Dirección: Calle: Ciudad: Código Postal País: E-mail: Tel: Fax: 1) Cuota social anual. ALAST (incluye suscripción a dos números de RELET) U$S 25 2) Suscripción anual a la RELET (incluye suscripción a dos números de RELET) América Latina U$S 20 + U$S 8 (envío) Resto del mundo U$S 20 + U$S 19 (envío) 3) Precio por ejemplar: América Latina Fuera de América Latina TOTAL U$S 28 U$S 30 U$S 12 + U$S 4 (envío) U$S 16 U$S 12 + U$S 5 (envío) U$S 17 U$S……………. Cheque a nombre de Inés Carlesi. Alast; Constituyente 1502 5to piso, Montevideo, Uruguay Tel: (5982) 410-38 - 55 y 57 245 246 Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo Se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2006 en ICONOPRINT PRINT FANELCOR S.A. Minas 1376 - Tel.: 408 3686 [email protected] Dep. Legal N° 341.842 Impreso en Uruguay