Revista Latinoamericana de Psicoanálisis

Transcrição

Revista Latinoamericana de Psicoanálisis
 INDICE
Nota Editorial,
pág. 5
PARTE 1: Premios
Premio FEPAL 2004 (compartido)
BENZION, W.,
pág. 7
“¿Qué contribuciones relevantes fueron aportadas por los psicoanalistas a la
comprensión y tratamiento de las depresiones?”
pág. 27
IACUZZI, A.
“Poniendo a trabajar el psicoanálisis en una institución penitenciaria”
Premio Niños y Adolescentes 2004 (compartido)
ZÁRATE, Y.
pág. 48
“El discurso de las heces”
pág. 70
BRAGA, M. C.
“Do assimbolico ao simbolico: a formaçao da mente em ma criança como estados
autísticos”
Premio Sigmund Freud 2004
DUKES COHEN, I.
pág. 97
“El impacto de la violencia social sobre la estructuración psíquica desde a
experiencia intra-uterina hacia la vinculación madre-hijo
Premio FEPAL 2006
pág. 123
JARAST, G. M.
“En contra de la pulsión de muerte”
Premio Niños y Adolescentes 2006
NAZARE ROCHA, N. J.
pág. 147
“O enactment como instrumento de comprensão de um processo psicoanalítico”
Premio Sigmund Freud 2006
PORT RODRIGUES, A. M.; SILVA KLOCHNER, L. M., ITURBIDE PUIATTI, R.; BRANDÃO
SKOWRONSKY, S.
pág. 177
“O candidato e a instituicão psicanalitica”
Premio Comunidad y Cultura 2006
BOARI, D.; PON DE BOARI, O.
pág. 202
“Abordaje psicoanalítico del síndrome de Down y otras deficiencias mentales”
PARTE 2 : Producción psicoanalítica Latinoamericana
ALTMANN DE LITVAN, M.
pág. 226
“La observación de bebés: un campo de preguntas y desafíos para el psicoanálisis
contemporáneo”
CHAIT TRACHTENBERG, A. R.
pág. 253
“Édipo: configuração e complexo: um adolescente no desfiladeiro*
CHUSTER, A.
pág. 262
“As origens do inconsciente - Janelas da Mente FIGUEIREDO, S. VASSIMON DE
pág. 286
“Configurações de prisão e de liberdade. Considerações técnicas com adolescentes”
GALLI, V.
pág. 317
“Psicoanálisis-Psicoterapias psicoanalíticas. Sobre diferencias de grado y de
cualidad”
GODOY BARRIO, T.
pág. 334
“Edipo y religión en la obra freudiana”
HERNÁNDEZ, M.
pág. 342
“Los cachorros / Pichula Cuellar y la cuestión de la castración”
pág. 352
HERRMANN, F.
“As três faces de Eros: ensaio sobre o amor contrario”
KAHTALIAN, A.
pág. 368
“Seqüestro da representação e trauma”
LEVÍN, R. E.
pág. 379
“El círculo de la niñez y la fragata misilística”
LÔBO SOLLBERGER, Â. M.; MARQUES SOARES, M. F.
“O analista didata como Administrador”
pág. 391
LÔBO SOLLBERGER, Â. M.; MARQUES SOARES, M. F.
“Sobre a educação psicanalítica: a supervisão”
pág. 404
pág. 417
MEURER, J. L.
“Crime e violência: aspectos clínicos*
QUILELLI CORRÊA, C. DE A.A.
“Trauma”
pág. 425
SINÓPOLI, M. E.
pág. 441
“Los psicoanalistas y sus prácticas actuales. Vigencias y desafíos”
SOCCI DE GÓMEZ, A.; ROSAS DE SALAS, C.
pág. 451
“Subjetividad, realidad psíquica y contratransferencia”
VELASCO KORNDÖRFFER, S.
pág. 466
“Efectos acumulativos del complejo de la madre muerta: conviviendo con el
fantasma*
YAMÍN HABIB, L. E. pág. 505
“El psicoanálisis aplicado”
ZUSMAN, W. pág. 532
“De volta a Tebas (uma leitura sígnica do Oráculo de Delfos)”
PARTE 3: Formación psicoanalítica
FRANCISCHELLI, L. pág. 542
“Alrededor de la formación”
HAISSINER, J.; CATZ DE KATZ, H.; GÓMEZ PIÑEIRO DE NITSCHE, B.; GUMAN, G. D.;
LEICACH, E.; ROZENFELD, A.
pág. 544
“La admisión al ‘Instituto de Psicoanálisis Ángel Garma (APA)’ como proceso en un
equipo de trabajo”
ROSSI, L.
pág. 556
“Cómo estimular la creatividad y el pensamiento crítico en la formación
psicoanalítica?
SOCCI, A.
pág. 565
“Problemas importantes que enfrentan la transmisión y la formación psicoanalítica”
TANIS, B.
pág. 578
“Considerações sobre a formação psicanalítica: desafios atuais”
Nota Editorial
La Revista Latinoamericana de Psicoanálisis inicia una nueva etapa con su
publicación electrónica en la WEB. En virtud de las mayores posibilidades que brinda
la tecnología actual y para aprovechar las ventajas de fácil accesibilidad, inmediata
distribución
a
prácticamente
todos
los
colegas
que
integran
Sociedades
componentes, ágil renovación y ampliación del material publicado y muy marcada
reducción de costos, la actual Comisión Directiva de FEPAL decide que la
publicación electrónica viene a suplir con creces a la anterior publicación en papel.
El gran esfuerzo de trabajo y económico que implicaba el diseño gráfico para la
imprenta, la impresión y la distribución por correo cede lugar a una comunicación
más dinámica y amplia entre colegas y una difusión de mayor alcance para abarcar
a otras regiones más allá de los confines latinoamericanos. El pensamiento
psicoanalítico de América Latina resulta ahora y de este modo más accesible y se
proyecta, multiplicándose en su posibilidades de ser leído. A pesar de los esfuerzos
realizados en la elaboración y distribución de los números anteriores eran muchos
los que no recibían su Revista y muchos los ejemplares que quedaban en depósito
sin trasladar. Actualmente quienes lo prefieran podrán imprimir los textos
directamente desde la página Web en vez de leerlos en pantalla y aquellos lectores
que quieran recibir la versión de algún artículo en papel pueden solicitarlo para que
se les haga llegar por correo postal. Con facilidad se instalarán foros de discusión y
contacto veloz con los autores. Los textos que configuran el contenido de este
primer número electrónico se han incorporado a lo largo de un proceso de
publicación en tres partes. La primera incluye los trabajos premiados por FEPAL en
2004 y 2006. La segunda parte está constituida por una colección de artículos
provenientes de todas y cada una de las Sociedades miembros de FEPAL.
Dichos artículos elegidos por los Directores de Publicaciones o Directores de
Revistas de cada Sociedad reflejan lo que es más significativo, más relevante o más
característico de la actividad científica local de modo que la
colección de trabajos un vivo fresco de la producción original de Latinoamérica. La
tercera parte textos que informan, debaten y reflexionan acerca de la formación
psicoanalítica según las orientaciones, los modelos y las peculiaridades de cada
Instituto. De este modo se configura un dossier que ilustra sobre las posibilidades
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vigentes de formación y transmisión del saber psicoanalítico y las innovaciones, las
variedades y las vicisitudes de los resultados y los estilos. En nombre de la Comisión
Directiva, que entiende la misión de FEPAL centrada en la integración y la
interacción de las Sociedades componentes que difunda y fecunde la producción
psicoanalítica, saludo a los lectores con el firme de deseo de acentuar el
intercambio, compartir los hallazgos y los problemas y el propósito de dialogar
abiertamente en aras de una discusión prolífica y creativa entre psicoanalistas.
Roberto Doria – Medina
Director de Publicaciones
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WINOGRAD, Benzion
-1917-2004 ¿QUE CONTRIBUCIONES RELEVANTES….
Premio FEPAL 2004
1917- 2004 ¿QUÉ CONTRIBUCIONES RELEVANTES FUERON
APORTADAS POR LOS PSICOANALISTAS A LA COMPRENSIÓN
Y TRATAMIENTO DE LAS DEPRESIONES?
Benzión Winograd - SAP
Introducción
En un reportaje publicado en La Nación del 14 de Abril de 2003, sostiene el Dr.
Stuart Montgomery, presidente del colegio europeo de neuropsicofarmacología “las
terapias psicoanalíticas pueden ayudar al individuo a una mejor comprensión de su
vida, pero no mejoran la depresión. Al impulsarlo a volver una y otra vez sobre sus
problemas, algunas de las terapias psicoanalíticas incluso agravan el cuadro y
pueden aumentar las tendencias suicidas.”
Sin pretender polémicas panfletarias o corporativas, creo que los psicoanalistas
necesitamos intentar un examen de las contribuciones de nuestra disciplina en los
casi 100 años a partir de “Duelo y melancolía” de Freud. En efecto, las múltiples
contribuciones y trabajos de colegas de diferentes pertenencias geográficas y
distintos modelos conceptuales, no pueden menos que cuestionar por limitativa,
abusiva y desinformada, la hipótesis sostenida por el entrevistado, que “unifican” las
terapias psicoanalíticas, desconociendo la existencia de múltiples propuestas,
algunas hasta polémicas entre sí.
Es por ello que creo relevante examinar algunas de las contribuciones,
indagando sobre posibilidades de convergencias, articulaciones teórico clínicas y
alternativas de abordaje.
Plan de la exposición
1)
Intentaré realizar una breve síntesis de lo que considero una matriz
básica de los aportes de Freud que parecen mantener una vigencia clara como
núcleo conceptual, compartido por las generaciones postfreudianas con énfasis y
matices diferenciados.
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Premio FEPAL 2004
2)
Intentaré luego mencionar distintos aportes que ubicaré según una
cierta pertenencia geográfico cultural, que no supone coherencia total. Se trata
de ofrecer reflexiones que nos permitan intercambios críticos que presenten más
coherencia y discusión de ideas en relación a los debates panfletarios o
mediáticos, tal el comentario inicial mencionado.
I) Los aportes de Freud
Por razones de síntesis y limitaciones de espacio, intentaré armar mi visión de
las contribuciones básicas de “Duelo y Melancolía” a través de cuatro esquemas
gráficos.
Tan solo quiero agregar que le adjudico a las descripciones de Freud,
diferenciando “Duelo y Melancolía”, una modelización de lo que sería procesamiento
saludable o productivo (caso del duelo) y la otra ejemplificaría las modalidades
psicopatológicas de las depresiones como problemática estructural básica (no le
adjudico al término melancolía una connotación absoluta), cuyos grados de variedad
podrán variar desde las depresiones más neuróticas hasta las formas más
complicadas y amenazantes. También cabe mencionar que a la noción de duelo
patológico tampoco le adjudico especificidad, se trata de que con este término se
designa una modalidad no productiva del duelo, cuyas consecuencias en grado y
especificidad dependerán de las combinatorias de cada sujeto.
En cuanto a lo que llamo modelos explicativos, podría sostenerse que los
primeros tres (vicisitudes del narcisismo, procesamiento de las pérdidas y procesos
identificatorios) están bastante consensuados en cuanto a su relevancia en distintas
publicaciones psicoanalíticas, varían si los grados y predominios que cada autor les
asigna. También hallamos perspectivas que no han sido incluidas en esta
modelización, como el tipo de regresión libidinal o los problemas de la culpa o
agresión, por considerar que convendría ubicarlas en otros niveles de la
conceptualización.
Pero naturalmente se trata de formulaciones personales sujetas a la discusión
crítica. Lo mismo cabe sostener del cuarto factor (el inconsciente ampliado) que ya
no presenta el consenso mencionado, y cuya introducción considero muy
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significativa para una ampliación y complejización del concepto de inconsciente, al
abordar las problemáticas depresivas.Es por ello, por tratarse de una propuesta más
compleja y personal que intentaré una muy breve fundamentación. Se trata de que el
propio Freud extiende su conceptualización del inconsciente de la primer tópica (que
coincidía con las experiencias pulsionales reprimidas), cuando en “El yo y ello”
(1923) sostenía que tanto el yo como el superyó presentaban sectores o aspectos
inconscientes. Lo que se propone para una mayor especificidad (en el campo de las
depresiones), es ampliar el modelo inicial de un espacio con representaciones
originadas en vicisitudes pulsionales, incluyendo representaciones valorativas,
ideales y vínculos. Estas representaciones, sin perder su carácter pulsional en tanto
reflejaran a deseos, tensiones y ansiedades correspondientes, presentan otros
“contenidos” problemáticos y necesariamente implican formas diferentes de estudiar
la inconscientización y su modificación a través del proceso terapéutico. Queda así
abierta la discusión acerca de los modos y propuestas de la clínica psicoanalítica en
el campo de las depresiones para que la conscientización respete los
funcionamientos “diferentes” de las producciones sintomáticas (ver gráficos 1, 2, 3 y
4).
II) Los aportes postfreudianos
Por las finalidades de síntesis mencionadas descartaré un análisis exhaustivo,
para privilegiar una visión panorámica.
Agrupar las contribuciones postfreudianas por áreas geográfico culturales, a
sabiendas de que la pertenencia a un ámbito compartido no supone una identidad
compartida de las propuestas, también que las épocas pueden marcar diferencias
entre autores que podrían considerarse más clásicos (Abraham, Fenichel) y otros
plantean perspectivas más diferentes (M. Klein, Bibring, Bergeret, Jacobson, Aslan y
muchos otros).
Por ello cabe insistir en el objetivo global de esta comunicación, descartando
exámenes más pormenorizados cuyo valor es destacable.
Intentaremos así proponer la siguiente esquematización.
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Autores anglosajones
Ha sido muy extensa la contribución de lo que llamo aportes anglosajones. Cabe
discriminar contribuciones que podrían llamarse “clásicas” (Abraham, Fenichel),
otras de diferentes autores ubicados en la perspectiva de las teorías de las
relaciones objetales (M. Klein, Kohut, Winnicott, Kernberg y otros), aunque con
notorias diferencias entre si, como otros que han tenido contribuciones relevantes a
este campo problemático (Spitz, Sandler, Joffe, Bibring, Edith Jacobson, Bowlby).
Por la finalidad de síntesis explicitada intentaré formular un panorama sintético
en perspectivas de aportes relevantes, algunas convergencias y diferencias o
posturas más polémicas.
Consensos y convergencias
1- La importancia del proceso del duelo
Esta problemática presenta un acuerdo semántico casi universal. Ha sido
explícitamente abordada (como vicisitud del desarrollo psíquico temprano) por
Melanie Klein y alguno de sus continuadores como Herbert Rosenfeld. John Bowlby
la refiere a un núcleo fundamental dentro de su introducción de la perspectiva del
apego, señalando que las distorsiones y las patologías de los duelos constituyen uno
de los aspectos explicativos de los sufrimientos depresivos.
Cabe agregar que el trabajo de Freud “Duelo y melancolía” condensa las
características de un texto básico de valor actual, relevante en el campo
psicoanalítico de las depresiones. Esto puede registrarse tanto en las menciones
explícitas (por ejemplo Kernberg), así como por la jerarquía otorgada a las
problemáticas de las pérdidas y sus consecuencias y las diferencias entre los
procesos más saludables, hasta los duelos patológicos y su incidencia en
sufrimientos depresivos de distintos grados.
2- El concepto de M. Klein de posición depresiva, muestra acuerdos con
autores que cuestionan otros aportes kleinianos como E. Zetzel. Esta rescata la
coexistencia de modalidades positivas o amorosas y negativas o agresivas con
cierta posibilidad de síntesis denominada en léxico kleiniano “posición depresiva”.
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Sintéticamente Zetzel valoriza dentro de la contribución kleiniana el vínculo
significativo entre depresión y el desarrollo de conflictos en la relación objetal
temprana. Este mismo aspecto es enfatizado por Rosenfeld , quien resalta la
importancia de la posición depresiva y la conexión que Melanie Klein realiza
entre vicisitudes de tal posición infantil y la problemática de la depresión adulta,
pues parece que Melanie Klein no realiza una analogía absoluta, entre ambas
situaciones y se insinúa una relación explicativa causal entre las mismas.
A estas perspectivas podría agregarse la postura de Otto Kernberg en
comunicaciones más contemporáneas, para quien el concepto de posición
depresiva puede aludir a la escisión en el psiquismo infantil entre las relaciones
idealizadas y las persecutorias. Agrega que al predominar los aspectos agresivos
se impide la consolidación de un objeto bueno internalizado.
3- La importancia de la autoestima herida como expresión de sufrimientos
narcisísticos y sus impactos psicopatológicos, uno de los núcleos de mayor
relevancia en las contribuciones de E. Bibring, encuentra resonancias acordes en
distintos autores como uno de los segmentos centrales en la explicación causal
psicopatológica del sufrimiento depresivo. Así, Jacobson coincide en la
importancia del conflicto de la autoestima, la ubicación del yo y los conflictos
narcisísticos subyacentes.
Otros autores (Bichovsky) aun con terminologías diferentes, parecen
centrarse también en el valor de la autoestima cual “nódulo conceptual”, producto
del vínculo entre el registro que el sujeto posee de si mismo y la internalización
de aspectos de las figuras significativas que se instalan dentro de sus estructuras
tendientes a la idealización. Tal función (autoestima) alterada es la que
constituye uno de los núcleos explicativos de mayor universalidad en la práctica
psicoanalítica al abordar sufrimientos depresivos.
4- Los mecanismos introyectivos en la estructuración psíquica, dentro del
campo peculiar de la problemática depresiva, también resultan generadores de la
estructuración y los conflictos de la “autoestima”. Esta modalidad, que llamamos
“introyectiva”, formulada por Freud al estudiar los procesos identificatorios, es
también abordada por Edith Jacobson y refiere particularmente a las nociones de
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introyecciones de aspectos buenos y malos de la madre y aspectos simbólicos
de la relación materno infantil. Esta línea de aportes puede vincularse con las
relevantes contribuciones de Winnicott y Kohut a la psicopatología de las
depresiones, es decir, que la importancia de las experiencias “introyectivas”,
dentro de las cuales el término y concepto identificación puede resultar una
expresión de las mismas (a la manera de la internalización transmutativa en la
relación self- objetos del self en Kohut o las funciones maternas incidiendo en el
procesamiento témporo espacial del desarrollo temprano en Winnicott). Tales
perspectivas pueden constituir un núcleo paradigmático de convergencias de
aportes psicoanalíticos anglosajones a la comprensión y abordaje terapéutico de
los sufrimientos depresivos.
Contribuciones más divergentes
1- Algunos autores enfatizan la relevancia de la regresión y vicisitudes del
desarrollo libidinal a la manera de lo planteado por Freud y peculiarmente por
Abraham, mientras otros como Bibring cuestionan tal importancia, enfatizando los
conflictos y alteraciones dentro de la esfera del yo (término con matices
polisémicas en el ámbito psicoanalítico). Tal postura supone el énfasis explicativo
ubicado en el conflicto dentro de los componentes representacionales o
mediatizadores, sin descartar la influencia de las vicisitudes del narcisismo. En
cambio Edith Jacobson reivindica la jerarquización de la regresión libidinal,
conectándola con las vicisitudes tempranas de los vínculos objetales del niño, o
sea, pretende un concepto más abarcativo con los términos “regresión libidinal”.
2- Pueden registrarse polémicas puntuales tal como la crítica de Spitz a la
posición kleiniana en relación a establecer nexos muy significativos entre
posición depresiva (en el desarrollo infantil) y enfermedades depresivas en el
adulto. En mi opinión, no resulta muy convincente, pues la posición kleiniana no
parece sostener una analogía total entre el funcionamiento psíquico infantil y el
sufrimiento depresivo psicopatológico.
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Contribución de autores franceses
Pueden registrarse convergencias en la explicación de las depresiones:
relevancia del narcisismo patológico, la cuestión de las modalidades introyectivas y
sus códigos resultantes, la importancia de las pérdidas, la relación del sujeto con sus
ideales y los ideales de los otros, las vulnerabilidades en diferentes tramas
vinculares.
En la sinopsis de Andre Haynal se plantean reflexiones interesantes en cuanto a
las conexiones entre sufrimientos depresivos y conflictos cotidianos (en la misma
línea
pueden
registrarse
contribuciones
de
Kohut
y
colegas
rioplatenses
contemporáneos).
En contribuciones más próximas (D. Widlocher), se da prioridad a una
concepción interdisciplinaria, teniendo el psicoanálisis su campo propio y específico
de explicación (los duelos, la lógica del sentido en el sentimiento de pérdida, el
conflicto inconsciente), pero articulado con otros provenientes de la Neurobiología, el
entorno social, etc.
También resulta de interés la mención que formula Widlocher referente a “la
respuesta depresiva ante distintos tipos de situaciones traumáticas”, prefiriendo este
término (“respuesta”) al de “enfermedad”. En otros enfoques psicobiológicos también
hallamos el término “reacción”, sugiriendo que “las problemáticas del sufrimiento
depresivo junto a sus connotaciones de conflicto y dificultad existencial, suponen
también posibilidades y oportunidades para proyectos de cambio.
Enfoques más puntuales o polémicos
Podemos hallar posturas que cuestionan el valor de la regresión (Leibovici),
quien refiere en depresiones de los niños la existencia de organizaciones yoicas
precoces. Otros por el contrario (Bergeret), describen la regresión como
organización con matices propios que incluyen problemáticas anales “complejizadas”
al articular tal noción libidinal regresiva con modalidades vinculares en los
desenlaces relacionales edípicos.
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También resultan de interés en la sinopsis de Haynal (citando a Francois Pache)
mencionando sufrimientos depresivos en sujetos quienes para ser valorados
dependen de los “ratings” (productos y realizaciones) y no por algo inmanente a la
propia identidad o al hecho de “existir” (cuestiones hallables en padecimientos
llamados sobreadaptados en el campo de la psicosomática).
Aportes rioplatenses
En una visión general, puede registrarse cierta compatibilidad de los distintos
enfoques aunque se trate de una cualidad parcial.
El abordaje freudiano basado en la problemática de la pérdida, la regresión a
ciertas etapas, la relevancia de los procesos identificatorios, las vicisitudes del
narcisismo, el conflicto intrapsíquico entre el registro del sujeto y el del ideal,
denotan una perspectiva relativamente consensuada. Asimismo, la incorporación de
teorías de relaciones objetales (M. Klein, Winnicott), enfatizando la estructura
“relacional” como causal de variados sufrimientos depresivos.
Podría sostenerse:
1) Que en una visión histórica del desarrollo psicoanalítico rioplatense se
complementan aspectos de las teorías básicas de Freud con otras de las relaciones
objetales, derivando luego en un énfasis de las cuestiones de la intersujetividad y los
vínculos con los personajes significativos en la producción de síntomas y
sufrimientos depresivos.
1) Se pueden registrar consensos con producciones de otros ámbitos en
relación a la polisemia del término depresión, pues se advierten modalidades
muy diferentes con distintos niveles de gravedad y extensión. También puede
conjeturarse
que
los
psicoanalistas
abordan
situaciones
depresivas
enmascaradas que no se ubican claramente en los cuadros del DSM IV
(planteado por M. Baranger, R. Paz y H. Bleichmar, en diferentes contextos
conceptuales.
2) La posibilidad de nuevas perspectivas al acentuarse por un lado el valor
de las combinatorias singulares en relación a las categorías totalizantes
(claramente formulado por Hugo Bleichmar).
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3) Parece
cada
vez
más
notoria
la
necesidad
de
abordajes
interdisciplinarios, tanto en el campo clínico como en la fundamentación
psicopatológica. Esta perspectiva, clínicamente enfatizada en comunicaciones
del
Dr.
Zieher
(ex
titular
de
psicofarmacología)cuestiona
afirmaciones
simplificadoras (como las del colega inglés, citado en la introducción).
4) En la bibliografía de autores rioplatenses se jerarquiza notoriamente el
estudio procesal del duelo, en particular del duelo patológico (Aslan, D. G.
Reinoso, Grinberg).
Cuatro perspectivas actuales
Para concluir este bosquejo panorámico mencionaré cuatro trabajos sin dejar de
reconocer que en el campo psicoanalítico el término “actualidad” no posee una
connotación tan inmediata como en otras disciplinas. Tres de los autores citados
pertenecen a la división “geográfica” ya introducida, el cuarto corresponde a un
destacado colega latinoamericano.
Concretamente me referiré a:
1) El libro cuyo título traduje como “Beneficios de la depresión” (2001), del
francés Pierre Fedida.
2) El trabajo “Contribuciones del psicoanálisis a la comprensión y tratamiento
de la depresión” (1997), de Sidney Blatt, psicoanalista norteamericano que ha
estudiado el tema durante los últimos 30 años.
3) El “Modelo modular transformacional y los subtipos de depresión”,
capítulo del libro “Avances en psicoterapia psicoanalítica” (1997), del argentino
Hugo Bleichmar ya mencionado en comentarios anteriores.
4) “El tratamiento psicoterapéutico de la depresión, una visión crítica
integrada” (2003), del colega chileno Juan Pablo Jímenez.
Con la limitación de toda síntesis extrema, señalaré algunas conjeturas que
brindan estos aportes.
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Primero algunas posibles convergencias. En las tres primeras contribuciones se
puede notar un énfasis en las vicisitudes del desarrollo temprano, particularmente en
las internalizaciones vinculadas a la valoración y construcción de la identidad nuclear
(mencionada en la versión anglosajona como “self”).
También en estas tres perspectivas se postula la relevancia del concepto
autoestima generado por las internalizaciones de los vínculos con los personajes
significativos y su transformación en códigos internos del sujeto.
Otro factor de interés se refiere a la aceptación de ayuda psicofarmacológica
explícita e implícita, aunque también de sus limitaciones en el caso de Fedida.
También puede registrarse que en los tres autores primeros se insiste en la
importancia de las cualidades “emocionales” del terapeuta (empatía, compromiso
emocional), lo cual cuestiona la conducta pasiva o la espera de las asociaciones que
algunos críticos le cuestionan al psicoanálisis en los abordajes terapéuticos de los
sufrimientos depresivos.
Si se trata de registrar algunas diferencias, puede mencionarse que Blatt se
respalda más en investigaciones empíricas (cuestión también privilegiada por
Jiménez), casuísticaS o de interrelaciones con la Neurobiología y las terapias
cognitivas. El colega francés se conecta con planteos antropológicos o humanístico
filosóficos, sin dejar de citar a estudiosos como Ronald Kuhn, quien articula
cuestiones psicofarmacológicas con otras psíquicas y fenomenológico existenciales.
También cabe señalar que mientras Blatt y Bleichmar insisten en diferenciar
modalidades depresivas para articularlas con tipos de abordaje, coinciden con
Fedida en un análisis intenso con tiempos abiertos y alta frecuencia, en el caso de
Blatt para lo que el llama depresiones “introyectivas” y en el caso de Fedida para las
problemáticas depresivas en general.
También vinculado a las taxonomías del campo depresivo, mientras Blatt
considera dos grupos, Fedida se refiere a las depresiones en general y Bleichmar
formula una minuciosa categorización de diferentes subtipos delimitados por
variados parámetros y combinatorias.
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En cuanto a los aportes de Juan Pablo Jiménez , los he separado ex profeso,
pues sin plantear alternativas contrastantes, examina algunas perspectivas
diferentes, que pueden resultar ampliaciones de los aportes psicoanalíticos citados.
Se trata de un colega interesado en cuestiones de la investigación empírica, en
estudios comparados de distintas técnicas psicoterapéuticas, en la inserción del
psicoanálisis en el campo de la salud mental.
Uno de los territorios abarcados (conectado con la “medicina basada en la
evidencia”) propone una fundamentación más rigurosa de la práctica clínica y la
terapéutica.
En el campo de las problemáticas depresivas, Jiménez examina y discute como
se articulan las explicaciones psicoanalíticas de las depresiones con el
funcionamiento clínico, los problemas terapéuticos, los estudios de investigación
sobre resultados provenientes de otros ámbitos conceptuales y psicoterapéuticos.
Conclusiones
Habiendo iniciado esta comunicación con una cita de un reportaje (en un medio
de circulación masiva), a un especialista de notorio curriculum formal en el campo
psicofarmacológico, caben algunas reflexiones tras este somero examen de
contribuciones psicoanalíticas a lo largo de varios decenios:
1- Si bien las producciones de los autores psicoanalíticos no representan
convergencias y discusiones globales y ordenadas, existe la posibilidad de inferir
perspectivas de aportes en los planos psicopatológico, explicativo, clínico y de
abordaje, con un armado laxo de consensos y diferencias.
2- Pretender (como lo realiza el entrevistado) ofrecer un modelo unificado y
simplista de lo que se llama “psicoanálisis”, es desconocer que se trata de una
disciplina, cuyos practicantes en sus estudios sobre el tema en los últimos
ochenta y tres años han discutido, desarrollado y también modificado sus propias
hipótesis.
3-
Del reportaje pueden surgir conclusiones desorientadoras. Así si se
sostiene como finalidad terapéutica la exclusiva “supresión” de la depresión, se
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minimiza la posibilidad (sostenida también por jerarquizados integrantes del
campo psiquiátrico y psicobiológico) de que crisis y sufrimientos depresivos,
procesados terapéuticamente, pueden implicar una oportunidad de “replanteos”
de crisis vitales.
4-
Pero también este tipo de críticas (o descalificaciones) pueden
constituir una oportunidad para un examen crítico respaldado en argumentos,
indagando nuestro propio campo (a veces muy polisémico), pero también con
múltiples producciones y aportes, algunos de los cuales intentamos examinar.
Pueden surgir de tal intento ciertas conclusiones:
a) Cuando los psicoanalistas mencionamos las problemáticas depresivas,
aludimos a una red compleja de fenómenos que incluyen la temática de
deseos y valores en el campo del narcisismo (paradigmáticamente
expresados en el concepto auoestima), su relación con procesamientos de
las pérdidas, su adquisición a través de los procesos identificatorios, sus
peculiares funcionamientos inconscientes. Para tal finalidad se registra la
utilización de teorías básicas freudianas, junto a otras de distintas fuentes que
enfatizan las cuestiones de la intersujetividad y los vínculos del sujeto con sus
personajes significativos.
b) En este contexto hablar de “la” depresión en singular, pierde interés
operativo. Al referirnos a la temática depresiva en el sujeto tal, estaremos
aludiendo a la mencionada red compleja de fenómenos. Tal formulación se
articula (en la bibliografía examinada) con consensos en cuanto a la polisemia
del término “depresión”, advirtiéndose modalidades diferentes con distintos
grados de gravedad y extensión.
c) Surge la posibilidad de nuevas perspectivas terapéuticas (que también
intentaré resumir en el gráfico 5 por la mencionada necesidad de síntesis), al
privilegiarse el valor de las combinatorias singulares sobre las categorías
totalizadoras a priori.
d) Continuando
con
diferentes
debates
acerca
de
los
aportes
psicoanalíticos, surgen preocupaciones compartidas en relación a la
necesidad de abordajes interdisciplinarios, investigación de procesos
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psicoterapéuticos, conexión con aportes psicofarmacológicos y de conflictos y
dinámicas familiares.
En cuanto a la polémica que disparó esta comunicación, espero (como
señalara en la introducción) haber evitado análisis panfletarios o corporativos
para utilizarlos cono recurso motivador para un examen panorámico de nuestro
campo disciplinario.
LAS PROBLEMÁTICAS DEPRESIVAS:
CONTRIBUCIONES PSICOANALÍTICAS
CUESTIONES SEMIOLÓGICAS
MODELO S. FREUD
Aflicción (duelo)
•
•
•
•
•
Melancolía (duelo
patológico-depresión)
Pérdida de interés
en el mundo
externo.
Pérdida más
consensualizada
Mantenimiento de
funciones vitales
(sueño).
Tristeza
Mantenimiento del
sentimiento del SI
•
•
•
•
•
Pérdida de interés en
el propio yo.
Pérdida en código
más personal.
Insomnio.
Autorreproche.
Relajamiento y
ataque a la imagen
de SI
Gráfico 1
S. FREUD
DINAMISMOS
Duelo
•
•
•
•
Melancolía
Trabajo de aislación
del objeto perdido.
Procesamiento a través
del registro de afectos
penosos.
Aceptación de la
pérdida como
conclusión productiva
del trabajo.
Redistribución de las
investiduras libidinales
objetales vinculadas al
objeto perdido.
•
•
•
•
Regresión narcisística
despertada por la
pérdida.
Instalación del objeto
perdido en un sector
del sujeto.
Ataque del sector
ocupado por el objeto
hacia el sujeto.
Creación de una herida
que absorbe energías
del sujeto y genera
necesidades de
compensación y
sufrimientos varios.
Gráfico 2
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S. FREUD
EXPLICACIONES METAPSICOLOGICAS
Duelo
•
•
Melancolía
Por la índole objetal de
lasinvestiduras el trabajo
del duelo mantiene una
conexión de accesibilidad
con el sistema consciente.
Tiene lugar en el ámbito
yoico en el espacio
relacional de las
vinculaciones con el
objeto.
•
•
•
La herida presenta
investiduras no
conectables con la
Consciencia.
La oposición entre los
componentes
introducidos en el sujeto
ante las resultantes
regresivas de la pérdida
y sus predisponentes
implican un sistema de
ataque entre el ideal y el
yo.
Es fundamental
etiológicamente el vínculo
con el objeto perdido
basado en una elección
narcisística de objeto
dominante (narcisismo
primario).
Gráfico 3
LAS PROBLEMÁTICAS DEPRESIVAS: CONTRIBUCIONES
PSICOANALÍTICAS
MODELOS EXPLICATIVOS EN S. FREUD
Vicisitudes del Narcisismo: Sistema conceptual que intenta dar
cuenta acerca de cómo construye el psiquismo del sujeto sus
categorías valorativas acerca de si mismo y los otros significativos, sus
interferencias y conflictos.
Procesamientos psíquicos de las pérdidas: Vinculado a la noción
de trabajo psíquico puede tener matices elaborativas o interferentes
con la salud psíquica (duelo patológico).
Los procesos identificatorios como estructurantes del psiquismo:
Refiere a la influencia de las relaciones entre el sujeto y sus
personajes significativos sobre la estructura psíquica del mismo y sus
consecuencias productivas o psicopatológicas.
Gráfico 4
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LAS PROBLEMÁTICAS DEPRESIVAS: CONTRIBUCIONES
PSICOANALÍTICAS
CUESTIONES DE ABORDAJE
PERSPECTIVA CLÍNICA GLOBAL
•
•
•
•
Cuando se tratan sufrimientos depresivos, el proyecto
terapéutico implica intervenir en el complejo circuito productor
de la función llamada autoestima que incluye la representación
que el sujeto posee de si y sus expresiones a través de
indicios discursivos.
Los cambios conectados con las explicaciones
psicopatológicas no se reducen a la conscientización de los
conflictos sino abarcan la renarcización producto del vínculo
intersujetivo contenido en la relación terapéutica.
La desidentificación se concibe como cuestionamiento de
códigos allenantes más que de personajes o figuras.
La interpretación necesita presentar modalidades diferentes a
los enunciados posibilitadores de funcionamientos depresivos
(descalificación, desvalorización, parte por el todo, binarismo),
para ello son relevantes la forma, el contenido (concientización
de reglas y códigos identificatorios) y el dosaje.
Gráfico 5
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Vol. 7 Año 2006 Página 26
IACUZZI, Alicia B.
- PONIENDO A TRABAJAR EL PSICOANALISIS
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PONIENDO A TRABAJAR EL PSICOANÁLISIS
EN UNA INSTITUCIÓN PENITENCIARIA
Alicia B. Iacuzzi - APA
“Quien pretenda aprender por los libros el noble
juego de ajedrez, pronto advertirá que solo las
aperturas y los finales consienten una exposición
sistemática y exhaustiva, en tanto que la rehusa la
infinita variedad de las movidas que siguen a la
apertura...”
Freud, 1913
A modo de introducción
El Psicoanálisis está siendo problematizado desde la demanda de decodificar,
comprender y otorgar significados a los fenómenos de ‘frontera’, al mas allá de las
neurosis y la consulta. Estamos inmersos en una profunda crisis de humanidad,
agravada por una progresiva desintegración de las instituciones y por ende gran
dificultad para confiar en ellas. El encuadre psicosocial está en quiebre. El
Psicoanálisis participa en el compromiso ético de re-establecer la valoración de la
dignidad humana interviniendo en pro de reducir los múltiples abusos y la crueldad
en los espacios públicos ante la ruptura del contrato de solidaridad social, la
desocupación, el desamparo. La actual realidad
traumática ocasiona dolores,
sufrimiento y padecimiento psíquico, con efectos desvastadores. Se ha instalado el
miedo no solo a la desorganización sino también a ‘esta’ organización ante el peligro
de poner en riesgo el ejercicio de la función simbólica. Podríamos hablar de distintas
máscaras de la violencia: la del apremio de la vida o Ananké y la que se presentifica
en los traumas sociales (siendo uno de sus correlatos la marginalidad) con la
consecuente necesidad de expulsar de algún modo los contenidos psíquicos
desorganizantes al claudicar las defensas ante la imposibilidad de representar lo que
acontece.
Ahora bien, las particularidades de una ‘práctica social’ hostil y violenta son
suficientes para explicar los actos de maldad, perversión y sadismo? La hipótesis de
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IACUZZI, Alicia B.
- PONIENDO A TRABAJAR EL PSICOANALISIS
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Green (1990) acerca de la defusión de la pulsión de muerte instalando una función
desobjetalizante merece ser considerada. Resulta particularmente pertinente
investigar las fuerzas destructivas y los complejos procesos intervinientes en la
fusión-defusión de las fuerzas libidinales en lo social y en cada caso individual.
Sabemos que el Superyo se instituye en abogado del Ello y fiscal del Yo, pero
también en su función de juez tiene puesta la toga de los ideales. El Superyo
instaura ideales que aseguran la existencia de la cultura y el individuo, dando lugar
a la conciencia moral. La instancia superyoica se constituye a partir de una ley que
trasciende al sujeto. En estas épocas asistimos a un deterioro de la función de la ley
y de la autoridad que es preocupante y esto no es sin consecuencia en lo social.
Etimológicamente autoridad comparte sentido con paternidad: estimular el
crecimiento. Teniendo alcances diferentes se ha confundido autoridad y poder
siendo saludable -sobre todo para las organizaciones- revisar lo referido al ejercicio
del poder en cuanto a que conlleva más responsabilidades que derechos. La
‘función padre’ se deslizó hacia una arbitraria violencia y/o un desmoronamiento, una
declinación tal que ha traído aparejado síntomas que aluden a añoranza de retorno
de padres suficientemente consistentes. En este momento de la historia estaría al
descubierto un modo de organización generadora de una ‘novela familiar’ que
peticiona
recomponer
las
indispensables
murallas
protectoras
para
las
constituciones subjetivas.
Desde los efectos de la cultura en la constitución de la subjetividad y como
factor desencadenante de diferentes expresiones de las patologías (Marucco, 2002)
sería relevante estar dispuestos también a repensar
nuestras “matrices
disciplinarias” (Kuhn), 1969) respecto de la cultura como promovedora de cambios
en nuestro dispositivo psicoanalítico.
Hoy las realidades laborales efectivizan convocatorias que nos conciernen, para
que se habiliten otras prácticas (incluídas las institucionales) inaugurando fecundos
campos de investigación referidos a la constitución de los diversos entramados
psíquicos en escenarios complejos y a los modos de hacer frente al sufrimiento del
ser humano. La realidad externa en tiempos de crisis nos invita a estar prestos y
aprestarnos
porque
también
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puede
socavar
las
prácticas
psicoanalíticas,
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IACUZZI, Alicia B.
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debiéndonos cuidar a su vez de no ser ‘usados’ como psicoanalistas como así
también cuidar de usar el psicoanálisis como justificación y disculpa (Peskin, 2000).
Estamos recorriendo caminos de exploración teórico-clínicos apostando a la
esperanza a sabiendas de los deslizamientos posibles hacia el furor curandis. Pero
también sabemos que el sostenimiento del trípode es clave en la construcción de
los basamentos éticos y deontológicos, preservando y resguardando nuestra labor,
dándole vitalidad y vigencia a nuestro instrumento. Como profesionales de la salud
¿podemos abdicar de las regiones ‘riesgosas’, de las zonas ‘lúgubres’ de nuestra
actividad?. A los efectos de acercar un atisbo de respuesta no sería desdeñable
recordar que el Psicoanálisis nació, se desarrolló y expandió en medios y
circunstancias
adversas,
logrando
una
trayectoria
prolífera.
Personalmente
enfatizaría que el modelo conjetural psicoanalítico ha facilitado –motivada por las
circunstancias- principiar una travesía, que sin pausa, aún hoy prosigue el viaje.
En otros países han habido experiencias que evidencian un fuerte compromiso
con la humanización penal en contraposición a un sitema carcelario definido como
‘sádico y vengativo’. La brecha siempre estuvo en el no lograrse ir mas allá de los
lindes teóricos y las buenas intenciones por el estigma que portaban las prisiones
tradicionales. Perfilándose un camino factible de transitar en el ámbito penitenciario
es que se intentó abrir senderos a través de esta experiencia, dejar alguna huella.
No perder la identidad de analista fué y es el desafío. En el ir deviniendo
psicoanalista se va conformando el anclaje, la vocación y la actitud analítica; el
encuadre interno (Alizade) como dispositivo que sustenta el que-hacer, para dar
respuestas en diferentes contextos, estando atentos inclusive al ‘Superyo analítico’
que silenciosamente labora en pro de quietismos.
Prejuicios propios y compartidos acerca de la pureza del Psicoanálisis
dificultaban
personalmente transmitir cuestionamientos y planteos que resonaran
en los colegas para abrir un diálogo acerca de este territorio de la clínica poco
explorado. En mucho contribuyeron las palabras de Joyce Mc Dougall en el Prefecio
de su “Alegato por una cierta anormalidad”; particularmente la cita de Novalis: “...he
tendido, por lo tanto, algunas redes (hipótesis)...a la espera de que otros me ayuden
a recogerla y a
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evaluar lo que contienen. Esta región límite de lo realizable me ha llevado a la
apreciación de la vitalidad psíquica en todas sus formas...”
Siendo un riesgo iatrogénico la instalación de baluartes (Baranger) que obturan
inclusive el lugar del profesional de la salud es que pensé el espacio de este
Congreso y el pluralismo que particulariza hoy el escenario psicoanalítico para dar
cuenta y categorizar una praxis peculiar.
Freud en “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica” (1918) enuncia la
posibilidad de la labor de adaptar nuestra técnica a nuevas condiciones. La presente
experiencia alude a la tarea personal de procurar vertebrar, ubicar, explorar
funciones y recontextualizar el pensamiento psicoanalítico en una institución
penitenciaria durante dieciocho años de inserción laboral como psicóloga dentro de
una Unidad Penitenciaria de Régimen Semiabierto (con dos modalidades: limitada y
amplia) provincial.
Escuchando historias, durante estos años también fue posible recoger datos
de interés criminológico y particularizar
algunos alcances antropológicos del
concepto de crimen y/o delito, exediendo los objetivos de esta ponencia hacer
refrencia a ellos.
La mencionada unidad penal fue inaugurada en 1992. Está ubicada en el
interior de la provincia de Buenos Aires (Argentina) y es considerada cárcel modelo
por su funcionamiento, formando parte de un Complejo Penitenciario con una
Unidad de Régimen Abierto. Aloja varones (de edades variadas) penados por la ley
en su condición de primarios, reincidentes y reiterantes, en un número que ronda los
cien. La población es inestable y fluctuante al oscilar los tiempos de permanencia en
virtud del cuantum de la condena según el tipo de delito de que se trate (Robo, Robo
de automotor, Homicidio, Violación, Estupro, Abuso deshonesto, Lesiones, Privación
ilegal de la libertad, Asociación ilícita, Secuestro extorsivo, Rapto, y otros).
Ediliciamente
posibilita
la
internación
en
cinco
pabellones
colectivos
diagramados con el sistema denominado peine y en celdas-habitaciones para 3-4
persona, no existiendo las tan mentadas celdas de castigos (calabozos). Cuenta con
espacios para actividades específicas, campo de deportes y un predio anexo
destinado a tareas agro-ganaderas.
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Además de realizarse tareas laborales en
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distintos sectores (intra y extramuros perimetrales) están previstas actividades
académicas (escolaridad primaria, secundaria terciaria y extensiones universitarias),
culturales, deportivas, recreativas, aprendizaje de oficios (peluquería, carpintería,
mecánica de automotor, plomería, electricidad, jardinería, etc.), cursos (lenguaje
brayle, reparación de PC, entrenador deportivo, etc.). Mediante autorización judicial
algunos internos realizan tareas comunitarias, siendo también contratados en forma
privada por particulares. Cuentan con dos teléfonos públicos , aparatos de T V en
cada sector, acceso a material periodístico (diarios, revistas). El horario de visitas
en los días semanales previstos abarca casi toda la jornada, contándose con un
amplio espacio para tal fin, amén del sector destinado a los encuentros familiares
privados. El estado de conservación e higiene del establecimiento es muy bueno
abocándose los internos mismos al mantenimiento de las instalaciones. A cargo de
ellos está asimismo el lavado y planchado de pertenencias personales como de
útiles de uso colectivo en el sector lavandería. Se dispone de una cocina colectiva
con internos dedicados a esta función específica.
Les es provista asistencia médica general, siendo conducidos al hospital de la
ciudad para estudios de complejidad y atención de especialistas.
Por lo precedentemente descripto es dable observar que
institucional es muy activa
la dinámica
El personal no porta armamento alguno, hallándose las
mismas en una sala destinada específicamente a ese fin a los efectos de su
utilización en casos de emergencia de seguridad (no se han registrado episodios de
esta índole en la historia de este penal).
Acerca de la institución penitenciaria
“ Lo que has heredado de tus padres
conquístalo para poseerlo...”
Goethe
Todas las instituciones tienen desde sus orígenes sociales fundacionales sus
contratos, pactos y acuerdos. También portan sus leyendas, mitos y tradiciones. Si
bien no es nuestra función y no nos detendremos en ello tampoco podemos
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ignorar que el aparato penitenciario por ser un organismo de ‘ejecución’ penal es
muy sensibe a variables que van mas allá de la institución en sí.
La Criminología en las distintas épocas y a través de sus escuelas -al abocarse
a la interrogación etiológica individual y social del delito- no está ajena a la
temática del sistema penal al plantearse qué medidas penales sirven para disminuir
la criminalidad. Cuando en esta ciencia la mirada se desplazó del crimen a la
persona que ha cometido un acto criminal se salió de cierto estancamiento para
pasar
por la confusión y el desánimo hasta llegar a un hoy donde el debate
parecería estar centrado en las funciones simbólicas del derecho penal (incluída la
función simbólica de la ‘ausencia’ del derecho penal) y sus modos de
instrumentación. Estas posiciones simultáneamente representan una tentativa de
legitimar un derecho penal cada vez mas desacreditado por entenderse que no dá
cumplimiento a los fines específicos. Con estas concepciones vuelven a
vislumbrarse otras perspectivas respecto a las prisiones ya que en la última década
éstas habían quedado atrapadas en el objetivo de asegurar su ‘funcionalidad’. De
todas maneras sigue vigente la polémica en torno a si las prisiones están al servicio
de una gestión de ‘asistencia’ (en todas sus acepciones)
punitiva.
Como psicoanalistas
problemáticas y discusiones
y / o de una gestión
no es nuestra intención participar en las
específicas de ( y con ) los criminólogos pero la
Criminología y el Psicoanálisis son disciplinas que tuvieron su nacimiento en la
misma época pero han mantenido una compleja relación : de casi desconocimiento
mutuo y recíproco o bien de sostenimiento de divergencias significativas hasta casi
la actualidad.
Quizás por habitar el terreno compartido de la impotencia en los
intentos de esclarecimiento de las psicodinámicas de las personalidades delictivas
estaría dándose a luz –no sin opositores- a una Criminología Clínica. Ésta hallaríase
ensayando integrar nociones psicoanalíticas en sus teorizaciones, siendo deseable
que dentro de la diversidad
emerjan entrecruzamientos interdisciplinarios
enriquecedores que a su vez den impulso a ambas ciencias.
Esto
por ende
posiblemente conlleve en un futuro a una auténtica y profunda reforma de la
institución penitenciaria al cuestionarse en el paradigma causal los determinismo
(biológicos, psicológicos o sociológicos)
y
el
modelo
lineal excesivamente
simplificado y simplificante.
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La prisión en el imaginario social anima discursos varios pero comparten el
sentido de ‘lo ominoso’. El hermetismo del horror de lo que allí dentro acontece
siempre ha convocado a su vez la pulsión escópica. Más allá de las diversas ulturas
existiría una especie de ‘organización cultural’ intrínseca del sistema penal que le es
propia.
Históricamente las instituciones penitenciarias se mantuvieron cerradas a planes
de mejoramiento de la vida carcelaria y al funcionamiento psicológico de quienes por
haber cometido un delito cumplían una condena privativa de libertad, y, de sus
‘custodios’. Vigilar y castigar (M. Faucault, 1976) era el fundamento y la razón de ser
de una cárcel. Dentro de la lógica de la segregación y la exclusión el psicólogo era
declarado prescindente, colocado en las sombras y/o en el lugar del sometimiento
masoquista. Su rol se reducía a plasmar informes diagnósticos, que, al no producirse
intervención alguna, a su vez tornaba rutinaria y desgastante la tarea. Con la puesta
en vigencia de la nueva Ley de Ejecución Penal (1999) quedaron reformuladas,
potenciadas y valorizadas sus funciones de asesoramiento, orientación y asistencia,
sacándolo del encierro burocrático al incluírse una suerte de ‘función clínica’.
Abriéndose la posibilidad de la interdisciplina y cuidando preservar la especificidad
de cada campo, se articularon los diversos discursos en la elaboración y concreción
de proyectos humanizantes, integrales de abordajes penitenciario. Estos se basan
en la creación de ambientes facilitadores que favorezcan el mejor completamiento
posible del proceso de subjetivación de los detenidos basándose en que
las
condenas privativas de libertad restringirían algunas libertades pero no deberían
incluir mantener prisioneros los aspectos mas ‘sanos’ del self.
Esta labor ‘artesanal’ es controvertida y en ocasiones teñida de utopías o
pesimismos impotentizantes en este objetivo princep de la legislación: promover que
ese sujeto realice una insersión social en condiciones diferentes.
Paulatinamente se comenzó a confiar e incluír también a los profesionales en
las determinaciones punitivas que también fueron reemplazadas por un sistema
progresivo. El efecto de la privación de libertad enfoca la mirada hacia el pre-venir y
al por-venir. La modulación de la condena se pauta acorde a cada infractor, su
historia,
las
circunstancias
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pero
se
incluye
además
los
efectos
de
la
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institucionalización en ese individuo, ampliándose el carácter ‘disciplinario’ de la
misma.
Se concibe un aparato penitenciario que facilite considerar
integralmente al
sujeto a través de un tiempo para que la condena porte un efecto personalizante.
La prisión recobrando su objetivo estructural, excediendo la función de albergar
delincuentes con trayectorias y habilidades transgresoras diversas, conjugando
espacios colectivos con espacios privados, desplegó componentes paranoides y
conflictivas que reclamaron revisión para que se dinamicen funcionamientos de
autogestión responsable tal como lo prevee la legislación. Abordar las vallas de
hierro que separan pero a su vez unen al preso – personal penitenciario y sus
respectivas leyes y códigos de honor es
una tarea harto compleja.
Fue
imprescindible asumir la hostilidad institucional manifiesta y latente, inclusive la
escindida para poner en marcha algún circuito libidinal, para que Eros retorne o haga
su aparición. Son de observación frecuente las contradicciones entre la finalidad rehabilitadora de la doctrina y los funcionares per-vertidos de las instituciones. Pensar
una cárcel donde autoridad confiable y necesaria no se homologue a atmósfera
dictatorial, donde los componentes impulsivos puedan trocarse por espontaneidad,
donde no es esperable tampoco identificaciones proyectivas sino la consideración
del interjuego de las dinámicas humanas como dispositivo para comprender lo que
está sucediendo
y ‘operar’ sigue generando aún resistencias institucionales.
Articular estas aristas con los aspectos básicos que hacen a una cárcel y que están
previstas por el Reglamento interno de la Ley Penitenciaria en cuanto a la seguridad
(de la institución, del preso, del personal, etc.) por momentos parecen cuestiones
imposibles. No sin consecuencias (inquietantes y subversivas?) fue la incorporación
y la presencia cotidiana de mujeres (en roles administrativos y profesionales)
trabajando en estos intrincados laberintos carcelarios.
Tánatos y sus manifestaciones dicen presente en una cárcel ofertando estados
vivenciales, no siendo precisamente las lecciones académicas de psicoanálisis ni las
actuaciones las que tienen que acudir a la cita. En una prisión circulan por los
pasillos con diversos ropajes la hipocrecía, el ocultamiento, la mentira, la mala fe, el
como si, el engaño, el hacer creer, la complacencia, la desconfianza, el dominio, el
abuso de poder, las humillaciones, burlas y ofensas, el inferiorizar, el tiranizar, las
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rivalidades, la indiferencia, el odio, la crueldad, la agresión, el enojo, el reclamo, el
reproche, el lenguaje corporal, resentimientos , frustración, angustia, seducción,
etc.
Para participar responsablemente en esta comunidad humana es prioritario remover los múltiples prejuicios que se expanden en este tipo de establecimiento ya
que comprometen severamente nuestra labor. No escapa que estos fenómenos
responden a verdaderas necesidades narcisistas (de vida o tanáticas) del individuo y
de los dogmas institucionales. Inclusive el pensar ‘sin custodia’ pasa a tener lecturas
transgresoras y/ o de traición. En estos lugares precisamente los pre-juicios toman
la forma de enunciados impregnados de juicio de valor cargados con intensas
fuerzas agresivas sustentadas en juicios que adquieren el estatuto de certezas con
connotaciones de oráculo o de profesías autocumplidas realmente peligrosas por la
potencialidad que portan de promover acciones.
Cómo abordar este ‘imperativo paradojal’ definido por P. Aulagnier (1982) como
la circunstancia que acontece cuando el yo se vé obligado a investir un objeto o
fenómeno que se presenta conjunta y paradojalmente como condición de vida y
como causa de muerte? Siguiendo sus pensamientos se diría que el sufrimiento
provendría del reconocimiento de la realidad, lo que la propia realidad impone al
individuo proponiendo que el psicoanalista en un primer término tome una posición
de testigo; atestiguando la existencia de los afectos, compartir las vivencias para
luego tornarlas decible.
Si bien no hace referencia específicamente a la temática que nos ocupa, los
aportes de Michel Tort (“El deseo frío”, 1994) iluminan aristas filosas del rol del
psicoanalistas dentro de sistemas. Alerta respecto del peligro siempre al acecho
de desdibujar con vocabulario psicoanalítico objetivos institucionales referidos al
dominio y control de aquellas variables que puedan interferir o perturbar el éxito de
procesos que persiguen objetivos expúreos, sugiriendo prudencia y cautela.
Nuestra práctica deviene ética justamente por la abstinencia de enjuiciamiento
moral pero ...cuáles son los límites para no sentirnos cómplices o partícipes
necesarios de las variadas modalidades de inmoralidad y a su vez no caer en la
paralización?
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Si bien los postulados psicoanalíticos han sostenido la presente experiencia,
todas
estas
zonas
metapsicológicos
plantean
la
necesariedad
de
revisitar
desarrollos
y paradigmas psicoanalíticos para que se avance en la
jerarquización de nuestra práctica y en el reconocimiento del ejercicio profesional de
nuestra disciplina. En esta tierra de nadie lo inquietante y lo aterrador está ahí, a la
espera a veces de objetos ‘suficientemente malos’, a la búsqueda de satisfacciones
perversas con partenaires en condiciones de ubicarse con eficacia en ‘asociación
ilícita’ para la comisión de este objetivo. Es un campo en el que se establecen
complejas relaciones de objeto que no pueden ser dejadas de lado y ejercen efectos
en el analista por estar ahí, disponible, ofreciendo el soporte de una posibilidad, en
el lugar de la ‘resonancia’. Este podrá en mayor o menor medida poner a ‘operar’
sus
estados, reacciones y ocurrencias transferenciales y contratransferenciales
situándose ‘entre’: próximo pero ajeno, a mano pero distante porque esto marcaría
la inscripción del tercero (R. Hellbrunn, 1982). Por cierto, el analista creando lugares
objetales como una forma de mantener un discurso vivo y no quedar preso de una
inmovilización e improductividad mortífera,
aspirando solo a sobrevivir en un
contexto tóxico. Al decir de N. Marucco (2004) el analista pudiendo recurrir en
ocasiones a la desmentida estructural y erógena (no patológica), esa posibilidad
psíquica que Mannoni (1969) resumió en la expresión “...ya lo sé, pero aún así...”
ante realidades que amenazan destruir el mundo pulsional, los deseos, los
proyectos, la vida misma.
Etchegoyen planteó que como correlato de múltiples transferencias la
contratransferencia podría tomar forma psicótica, adictiva, perversa, psicopática. Nos
propone sortear esta dura prueba auspiciano una ‘alianza terapéutica’ como alianza
de trabajo, no dejando de lado el cuidado que tenemos que tener por nosotros
mismos ante el peligro de la folie á deux que siempre está al acecho.
Los ‘canales comunicativos’ dentro de la institución revistió y aún reviste sus
dificultades, sobre todo transmitir la naturaleza de lo que está siendo ‘escuchado’ y
es menester ‘escuchar’ ya que para la mayoría es como un acta fundacional de otros
posibles (o imposibles?) ‘lenguajes’. El posicionamiento y dispositivo clínico
colabora frente a verdaderos dilemas que ponen escollos en relaciones objetales lo
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suficientemante
satisfactorias
para
sostener
una
atmósfera
de
trabajo
lo
suficientemente buena que promueva proseguir con el proceso .
Lenta y dificultosamente se fué considerando la subjetividad en los protagonistas
de esta obra (incluyendo a las autoridades del penal, personal de seguridad,
guardiacárceles),
percibiéndose
incipientes
cambios
de
actitudes
en
los
participantes, promoviendo mejores índices de salud mental en todos los
intervinientes. La formación que venía recibiendo el agente penitenciario (en el
escalafón de oficiales) resultaba muchas veces insuficiente pero se podría
reconocer que actualmente estarían avizorándose otras perspectivas, avanzándose
hacia una profesionalización. Los escollos y disyuntivas que se le presentan en su
actividad son muchos y generalmente quedaban en penumbras, clamando por
algún tipo de ‘salvoconducto’. Con el correr del tiempo estos sórdidos murmullos
pudieron trocarse en discurso, saliendo al encuentro de interlocutores para que
en la escucha inclusive se refrendaran los vericuetos de un quehacer abarrotado de
desafíos. La capacitación de los guardiacárceles hasta el momento se venía
realizando en la escuela de suboficiales y guardias. Recientemente se implementó
una modalidad mas personalizada que podría evaluarse como favorecedora de un
renovado ejercicio de las funciones. La misma es teórico-práctica, a cargo de los
profesionales de las diversas áreas y se lleva a cabo en el mismo establecimiento
penal donde el guardia desempeñará su rol .
Como es dable observar la idea directriz sería propender a una modificación en
el marco de referencia interno que aluda no solo a la disminución o incremento de
rejas y cerrojos en el montaje del sistema sino a entender la complejidad de la
conducta humana, sin desprenderla del factor social. A sabiendas de los espinosos
procesos intervinientes en la dialéctica pulsión-objeto y
que la psicogénesis va de
la mano de la sociogénesis, no son detalles menores los extravíos psicologizantes o
sociologizantes, habiendo suscitado desgastantes polémicas y confusión.
Este intento de promover otra subjetividad ¿podrían suponer el propiciamiento
de nuevas investiduras? Diríamos con Green que estaríamos considerando la
capacidad de Eros para amortiguar la fuerza descomplejizante de la pulsión de
muerte.
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Una psicoanalista trabajando en una institucion penitenciaria
“Si a un hombre se le confiere poder, difícil le
resultará no abusar de ese poder...”
Freud: “Análisis terminable e interminable” (1937)
La ejecución de las condenas legales y sus vicisitudes es lo que se constituye
en la realidad con la que trabajamos utilizando las herramientas psicoanalíticas.
Investir esta realidad a pesar de sus limitaciones,
escuchar al declarado
‘delincuente’ en estos tiempos de crisis no resulta fácil . Contraponer la presencia
libidinal a las manifestaciones de la pulsión de muerte para que circule Eros requiere
compromiso, responsabilidad social y perseverancia en el ejercicio profesional.
El delito es un hecho social y las penas privativas de libertad conjuntamente con
las cárceles han surgido de un contrato social consensuado, de un pacto para poner
coto a lo pulsional disruptivo, la renuncia necesaria para vivir en comunidad.
El descrédito actual de las instituciones penitenciarias y policiales no es una
variable menor. Se está atravesando una profunda crisis institucional y de identidad
que hace imperioso un debate de fondo acerca de la discordancia entre la razón de
ser, los objetivos que se persiguen y los procedimientos que se emplean. Podrá el
pensamiento psicoanalítico contribuir a dilucidar estos oscuros y tenebrosos
laberintos del ser humano?
Freud en Totem y Tabú explicita que el instinto humano necesita ser reforzado
por una ley externa que ponga un orden, que prohíba lo que el ser humano realizaría
en contra de sí y de los demás. La propuesta es acceder a una subjetividad
responsable que resigne el goce (salida del narcisismo) ante la promesa de un
placer desiderativo. En El porvenir de una ilusión dice que son necesarias las
prohibiciones establecidas por las normas. En otros escritos hace referencia a la
función estructurante de le ley en la constitución del sujeto y de la sociedad.
Sabemos que constituye un factor de humanización la prohibición del incesto y el
parricidio, marcando el ingreso al orden simbólico.
Esta interdicción con fuerza de ley se constituye en una matriz simbólico-
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estructurante, un ordenador de un sistema de parentezco que hace a deberes y
derechos, interdicciones, posiciones y funciones que funciona como matriz
organizadora del psiquismo.
Si bien el fundador de nuestra ciencia no escribió puntualmente sobre la
delincuencia nos legó Dostoievski y el parricidio, Los que fracasan al triunfar, Los
delincuentes por sentimiento de culpabilidad. Así mismo leemos en el final de la
Nota Introductoria (Strachey) de La indagatoria forense y el psicoanálisis: “..Freud
descalificó cualquier aplicación inexperta de las teorías psicoanalíticas a los
procesos judiciales..” La pregunta que asoma es ....a la luz de investigaciones
postfreudianas, el Psicoanálisis podría procurar otro fundamento y matices a la
aplicación de las leyes penales?
Las consecuencias psíquicas de la ley y sus avatares, incluyendo los efectos de
los abusos o de una ley que no opera son aristas de nuestra labor profesional. De
todas maneras hay
interrogantes que insisten: qué ‘cura’? ... el crimen ?... el
castigo?
Winnicott opina que otro objetivo de la ley es proteger al delincuente de la
venganza privada. Milmaniene sostiene que todo sujeto debe posicionarse ante la
ley como palabra normativa en desmedro del acting. Nos alerta acerca de posiciones
y
sistemas perversos de pseudoigualitarismos que intentan erradicar la jerarquía
paterna afirmando que la ley no enferma, sí su no implementación o su
instrumentación despótica. ¿Podrán las leyes reordenar la ‘violencia pulsional’
desde nuevas transcripciones?
El Psicoanáisis reivindicó a través de los tiempos la potencialidad del humano
de trans-figuración pero es substancial plantearse con qué modelo de psiquismo,
con qué concepto de sujeto psíquico y de sufrimiento se trabaja.
Para Freud en el Ello podría haber una potencialidad evolutiva transformacional.
Para que un humano devenga como tal es imprescindible la presencia psíquica de
otro humano que lo sustente. En un mas acá del principio del placer, ¿la repetición
buscaría
aquello
que
instaure
inscripciones
psíquicas,
que
inaugure
representaciones? ¿Sería posible pensar alguna transformación psicológica
de
estos tras-tornos?
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En base a las series complementarias como múltiples componentes en interacción se intenta un encuadre institucional reafirmador de una otra supervivencia,
trabajo psíquico de por medio .
Winnicott
se inclina a ver en cada delincuente a una persona enferma que
necesita tratamiento o un manejo reparador, agregando que no podemos olvidar que
la sociedad necesita un tratamiento para los agravios. La ley no puede renunciar al
castigo pero no se puede dejar de lado el promover que el vivir tenga otro sentido.
Alude a la provisión de un contexto de confianza y confiabilidad, de un sostén
(holding) suficientemente bueno donde la actitud moralista quede por fuera de las
técnicas psicoterapéuticas fundamentado en que el sujeto necesitaría resarcimiento
de la deprivación generada por el derrumbe del ambiente. Ubicaría las causas del
trastorno en una falla ambiental en el área del soporte del Yo. De allí que haga
hincapié en un ambiente facilitador a la vez que se intenta llegar al trauma original,
si es posible a través del trauma transferencial desde el investir la función analítica
y a la institución. Apuesta a que al encontrarse el sujeto con un contexto fuerte y
seguro, que a la vez porte nuevas significaciones tendrá mejores oportunidades
para una otra socialización. Advierte que esta tarea no es fácil, que hay que poder
tolerar y sobrevivir a los fracasos para poder asir éxitos ocasionales.
La población carcelaria requiere ser pensada desde
la desposesión y la
exclusión y en su mayoría quizás como la matriz misma de la existencia;
generalmente al borde de una angustia inconcebible. Son sujetos con marcas
tatuadas de precariedad de recursos personales en quienes los excesos de realidad
y acto con efectos tóxico dejaron verdaderos agujeros psíquicos y huellas que
irrumpen disruptivamente.
Son individuos sujetados a la pobreza en sus
investiduras libidinales, al borde de todo al no cualificarse los excesos. Seres
algunos con estados mentales poblados por objetos internos enloquecedores
(García Badaracco, 1990), que paradojalmente apelan a “conductas de rasgos
autárquicos” (Chasseguet-Smirgel, 2001) como intento de prescindencia e
independencia del otro humano.
La institución penitenciaria como realidad, mas allá de ser uno de los vasallajes
del yo, ¿podría portar connotaciones de ‘oportunidad’, de momento privilegiado en
donde pudieren inaugurarse e instaurarse procesos con una otra eficacia simbólica?
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Dentro de nuestra realidad laboral y en auxilio de una escucha en teorización
flotante (Aulagnier,1984) vienen a nuestro encuentro conceptualizaciones tales como
la de apego a lo negativo (Anzieu); o los esclavos de la cantidad (M’Uzan); o el
trabajo de figurabilidad (Botella); o lo sabido no pensado (Bollas); o zonas psíquicas
(Marucco); o la clínica de lo abyecto (Levin de Said) y tantas otras que hace varias
décadas vienen enriqueciendo el corpus teórico ante la necesariedad de referentes
que den cuente de la compulsiva reproducción de lo destructivo y autodestructivo.
El analista y sus equipamientos interviniendo en un campo donde los aspectos
perversos (sado-masoquistas, voyeurista-exhibicionista, homosexuales, etc.) y
psicopáticos jaquean muchas veces la neutralidad necesaria. La persona del
psicoanalista como instrumento de trabajo siendo objeto de transferencias, con
todas las variedades contratransferenciales: directas e indirectas, específicas e
inespecíficas, identificaciones concordantes o complemetarias. El peligro inadvertido
de influencias sugestivas y de erotizaciones transferenciales-contratransferenciales,
conformismos, lealtades, complicidades (resistenciales y defensivas) con el sistema
y/o con sus integrantes pueden contaminar también el campo. Dentro de estos
contextos las inseguridades y ambiguedades, los abusos, los aspectos no
discriminados, la no conflictividad, la intensidad y violencia de las constelaciones
situacionales que se dramatizan nos
pueden tornar muy sensibles o indiferentes
ante el sufrimiento. Requiere perseverancia el recuperar permanentemente la
identidad, la memoria, el deseo, los valores, la moral y la ética para que no quede
anulada la indispensable ‘alarma elaborativa ‘.
Hoy tras el muro se teje una trama muy compleja (adicciones al alcohol y
drogas, HIV, Sida, ex personal policial, población muy joven, hijos de la clase media,
etc.) evidenciando aspectos narcisistas e ideales tanáticos, diversas intensidades de
auto y heteroagresión,
masoquismo moral y sexual, sadismo y toda la gama y
grados de expresión de la pulsión de muerte en lucha y acción permanente dentro
de la interioridad humana. Situaciones que reclaman intervención y abordaje de
aspectos internos, incusive promover otras modalidades de detención (domiciliarias,
semidetención, salidas transitorias, libertad asistida, etc.)
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Hacia una propuesta carcelaria diferente
“...Todas las teorías son legítimas
y ninguna tiene importancia,
Lo que importa es lo que se hace
con ellas ...”
J. L. Borges
Está comprobado que existen facetas del encarcelamiento que degradan al ser
humano que ha delinquido.
Al
ingresar a este
establecimiento el interno es
recepcionado conjuntamente por los integrantes del Grupo de Admisión que está
conformado por el director y subdiractor de la unidad penitenciaria, los
coordinadores del
área
médica, psicología, asistencia social, visita, trabajo,
seguridad, tratamiento, educación, etc. Entrevistándoselo interdisciplinariamente con
una escucha personalizante se intenta restiruírle su identidad desde los referentes
simbólicos que forman parte de ella. A través de este intercambio (en el que
participa activamente el sujeto) se esboza para cada quien el tipo de abordaje
institucional que se considera oportuno, reformulándoselo a partir de un seguimiento
periódico.
La función familia (Alizade) adquiere un rol relevante en cuanto al sostenimiento
de lazos libidinales, siendo relevante el obrar como red de contención durante el
período de detención y en el proceso de insersión social. Constituyéndose el
‘ambiente familiar’ en un resorte fundamental se aspira a que los integrantes de la
misma tengan una participación activa (visita, correspondencia, comunicación
telefónica) para poner en movimiento envolturas que funcionen como potenciales
organizadores de configuraciones mas funcionales, trazando también rutas
libidinales para las generaciones venideras, apuntando a no sellarlas a destinos
inexorables. Dentro de esta línea de trabajo la recuperación del contacto con figuras
significativas, la recomposición del ‘lugar’ del ‘detenido’ representan verdaderos
nutrientes emocionales para algunos de estos psiquismos desvastados y sus
respectivas genealogías. En algunos casos y ante situaciones significativas
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(festividades,
enfermedades,
interdisciplinariamente
la
fallecimientos,
factibilidad
de
salidas
etc.)
suele
especiales
evaluarse
como
medida
excepcional. Los encuentros familiares en algunos alivian las tensiones pero en
ocasiones agudizan la situación de deprivación sexual . La proscripción sexual torna
mas difícil aún la convivencia incluyéndose prácticas ‘desviadas’ adquiridas
derivadas de un ambiente nocivo. En pro de preservar lazos afectivos y de no
‘condenar’ al sujeto a la abstinencia forzada de la genitalidad heterosexual están
contemplados también encuentros sexuales estando previsto espacios específicos
para que el interno pueda compartir a solas con su pareja –con el consentimiento
de ambos- momentos de intimidad, Inclusive en algunos casos en los que la pareja
también se encontraba detenida se han promovido visitas intercarcelarias.
Estas
propuestas (teñidas de controversias en todo el mundo por las cuestiones conexas
que traen aparejadas ) requirieron todo un tiempo de adaptación en virtud de los
múltiples aspectos que tuvieron que tenerse en cuenta (referidos a lo sanitario, la
seguridad, etc.) para su instrumentación, estando sujeta a reformulaciones
periódicas por las complejas situaciones que se suscitan.
No escuchar al delincuente sería otra marginación mas. A través de las
representaciones palabra se ofrecería la oportunidad de ligar pulsionalidades y
favorecer la actividad de representación (Aulagnier) ante el intenso sufrimiento
psíquico. Así es que se le ofrece al detenido espacios de escucha de su singularidad
aspirándose a promover el proceso secundario, el pensar, el interrogarse, reflexionar, obteniéndose efectos diferentes a posiciones profesionales asistencialistas
que auspician sobreadaptaciones o proponen proyectos pigmaliónicos. Se intentan
promover el armado de una ‘story’ posibilitando la ligadura de estados, vivencias,
sensaciones, emociones, malestares (Levin de Said); construir nuevas escenas ,
construir(se) un pasado (Aulagnier) para tener chance de construir(se) un futuro
diferente, más aún en la población de adultos-jóvenes. La tarea no es para nada
sencilla por las fuerzas inconcientes que se oponen a la ‘conciencia de enfermedad’
(como reconocimiento de la ‘naturaleza motivacional’ del acto delictivo), al encuentro
con los padecimientos, con los traumas ; y, el riesgo siempre al acecho del pasaje a
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la acción. Dentro de este marco se ofertan propuestas que inauguren tránsitos
elaborativos, que estimulen un nuevo contrato narcisista (Aulagnier) a travéz de la
reparación, sublimación, otorgándosele otro sentido al saber y al hacer (ya sea
trabajar, realizar actividades académicas, culturales o deportivas, aprender
oficios
), lo que simultáneamente irá en favor de un otro sentimiento de sí, mas acorde a
reales posibilidades y potencialidades, menguando el riesgo de caer en tentaciones
ilusorias. Se hace imperativo descifrar mensajes para que devengan discurso,
apostando a la emergencia del conflicto y la angustia en el mejor de los casos.
Cierta precisión diagnóstica es necesaria para guiar las intervenciones, el interjuego
transferencia-contratransferencia es el instrumento brújula para que éstas porten
representabilidad. En ocasiones asistimos a un miramiento de sí que sitúa de otro
modo al sujeto, pero también asistimos -no sin angustia- a inmovilidades tenebrosas.
También se proponen encuentros grupales semanales, espacio receptivo de lo
colectivo como dispositivo para otros modos de vincularidad e intercambio, otras
formas de convivencia basadas en la reconsideración del valor ‘otro’ (como
contrapartida de la afirmación narcisista de las necesidades individuales y de las
tendencias dominadoras), cimentada en la necesariedad de negociar la satisfacción
y la co-existencia con otros. Dentro de los pabellones carcelarios se organiza una
suerte de contracultura con nucleamientos que proveen un fuerte sentido de
pertenencia y de propiedad con códigos de intercambio, lealtades y un lunfardo
carcelario que les brinda una protección de supervivencia. Los subgrupos dentro de
la sociedad carcelaria (adictos, violadores, homosexuales, ex uniformados,
’pesados’, ‘inteligentes’, ‘parias’) funcionan como verdaderas castas que conviven
en permanente estado de tensión. En la propuesta de encuadre grupal se concibe el
grupo
como
posibilitador
de
otro
encuentro
soporte
de
transformaciones
psicológicas, el encuentro con otros humanos facilitando la dimensión intrasubjetiva,
intersubjetiva y transubjetiva (horizontal y vertical). Siguiendo ideas del Dr. Marucco
el propósito es rescatar otras funciones yoicas al no tener que estar el Yo abocado
permanentemente a
protegerse
de esta realidad traumática para muchos
(la
carcelaria) anulándose la escucha de reclamos libidinales que están a la espera de
ser
reanimados,
no siendo esto
sin consecuencias por cierto. El trabajo grupal
está pensado como espacio para el pensamiento, la reflexión , el debate y para
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hacer explícito lo implícito, conferir sentidos a lo que les sucede, a la realidad en
sus múltiples acepciones, apostando a producir ‘marcas’ que mitiguen la
cristalización de devenires siniestros. Como una forma de atemperar la violencia
secundaria (Aulagnier) y no auspiciar ‘adoctrinamientos’ o individuos ‘amaestrados’
el analista ocupando un lugar de liderazgo funcional y asimétrico (Pichon Riviére,
1972) procura que se aborden los emergentes grupales incluyendo lo metaverbal y
mensajes subliminales, aquello inaudible (la ‘atmósfera’ emocional, los silencios)
que conforma el campo no representacional. A favor de la discriminación y del
reconocimiento de la alteridad , de la existencia de una separación entre self y objeto
se ambiciona que el sinceramiento, los planteos y la solidaridad primen por sobre
la mera denuncia y la queja, dándose una interesante relación entre singularidad –
relación de objeto y vínculo entre sujetos. En estos encuentros afloran las
problemáticas humanas del intra y extramuro (en lo institucional, personal, familiar ,
socio-económica ) , generalmente situaciones que causan disrupciones tales que
ponen la funciones del yo y la mediación yoica fuera de una posibilidad reguladora.
Sentires y sentimientos insoportablemente agobiantes, profundas vivencia de caos
interno y externo, miedos prominentes que claman encontrar texto congregan a los
privados de libertad a reunirse con el analista para que sostenga la circulación de
la palabra como canal de expresión . Según las fuerzas que operen en la estructura
y dinámica
interaccional nos encontramos
con transferencias múltiples que
buscan ‘ enlaces’ contratransferenciales para lograr cierta regulación como soporte
que sustenta la tarea en el aquí y ahora.
Palabras finales (pero no últimas)
Debates, reflexiones, discensos acompañaron este camino emprendido.
Estimularon el pensar individualmente y en el equipo de trabajo la conjunción de
variables múltiples y heterogéneas que interactuaron e interactúan dando por
resultado ‘esta’ institución. Las experiencias cotidianas nos instan a ocuparnos de
modular los diversos esquemas referenciales que conviven en la institución para
que no
sobrevengan situaciones caóticas que siembren desconcierto,
incertidumbre y confusión con eficacia conspirativa, a favor del consabido deseo
de
no-cambio que también habita
los túneles subterráneos de la naturaleza
humana. Casi todo resulta
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complicado y laborioso al momento de la implementación. Nos anima participar
en la edificación de una otra realidad penitenciaria la convicción de que podrá
ejercer otros efectos en la realidad psíquica en esta inter-acción dialéctica de los
universos objetivo – subjetivo en la interioridad del humano. El esfuerzo se sostiene
poniendo
la mira en una aspiración: promover una institución penitenciaria con
efecto humanizante en defensa de la pulsión de vida que tiene matices diferentes a
‘tratamiento’ en la concepción clásica. Con la presente experiencia se pretendería
contribuír simultáneamente - en una dimensión social- a mejorar los índices de
salud mental. Se ambicionaría sembrar alguna otra alternativa para que la vida
valga la pena ser vivida, factible de ser extendible a otros ámbitos;
psicoanalistas
la oportunidad de
servicio de la validación de
dando a los
no instituírnos en observadores imparciales al
deshumanizaciones. Green (1983) nos alerta que
tenemos que estar atentos a la desmesura del ideal y que solo podemos oponerle
un ideal de mesura, puesto que la medida es inevitable conviene evitar lo
inconmesurable.
Agrega que el análisis de los ideales no es algo cómodo pero nos transmite
tranquilidad al escuchar que
el reconocimiento del Otro funcionaría como límite
irreductible al designio dominador del sujeto.
Cada institución tiene sus movimientos y sus
laborando
propios
ritmos. Estaríamos
en un afianzamiento cotidiano en pro de la ejecución de una pena
portadora de todo un orden simbólico personalizante. Ya el hecho de salir del muro
del silencio y reflexionar favorece desenmascaramientos en pro del sostenimiento
de la mesura necesaria ante la proclividad humana a deslizarse hacia distintas
formas y magnitudes de violencias. Es imprescindible no caer en espejismos de
omnipotencia ni en la utopía de la erradicación de la delincuencia pero vale señalar
que en estos años no se han dado situaciones de motines, fugas, revueltas, huelgas
de hambre, suicidios. Superando actitudes escépticas, es un proyecto que vale la
pena. Cuando de humanización se trata -dentro de las necesarias renunciasintentamos re-enunciar. La palabra está pudiendo traspasar estas rejas, no hace
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falta espiar para saber que acontece tras este muro: estaríamos interviniendo en pro
de un mal – estar tolerable dentro del consabido malestar em la cultura.
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EL DISCURSO DE LAS HECES
Yubiza Zárate de Escartin - ASOVEP
Resumen
En este trabajo me dedicaré a explorar las similitudes y diferencias que existen
en el discurso de las heces de cada niño, características que se desplegarán en las
sesiones de juego y en el vinculo transferencial que se instale, con la finalidad de
establecer si su comportamiento corresponde a un mismo fenómeno psíquico en los
tres niños, y si existen diferencias de género en su expresión psíquica, ya que el
síntoma se presenta en dos niños de cuatro años y una niña de siete años. Si bien
existen diferencias en la fase del desarrollo psicosexual en que se encuentran estos
niños, pareciera que las heces en estos tres niños, bien sea por fijación o regresión
al erotismo anal, pareciera servir para decir algo al otro que pudiera estar
relacionado con la reacción a la castración. Es de preguntarse ¿Cuál es la
participación del funcionamiento familiar en esta manifestación? Esta interrogante
permite suponer que en el grupo familiar existe un discurso ligado a las heces,
donde el niño entra en esta circularidad.
Este trabajo nace del cuestionamiento sobre la alta frecuencia de consulta por
problemas de control de esfínter anal en este último tiempo. La mayoría de los niños,
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en edades comprendidas entre cuatro y siete años que he recibido para terapia
psicoanalítica en estos dos últimos años, ha sido por este síntoma. Si bien algunos
autores psicoanalíticos refieren este síntoma a una problemática de niños más que
de niñas(Olivier, Ch. 1984). M. Klein en su libro Psicoanálisis de Niños menciona la
manipulación y uso del excremento como una expresión del sadismo tanto en niños
como en niñas.
Creo que las condiciones de vida de este siglo veintiuno ha generado cambios
en la estructura familiar, no sólo porque los padres se sienten presionados por
mantenerse en el campo laboral para mantener un estatus de vida promedio, sino
que la pareja refleja un conflicto entre el eje marido-mujer y el eje padres-hijos
afectando la crianza de los hijos, pues existe la necesidad de que el niño ingrese
más temprano al colegio, institución pre-escolar que pone como requisito que a la
edad de tres años el niño haya controlado el esfínter, además de que los padres
exigen como ideal a su hijo un comportamiento social que no se corresponden a
veces con la madurez emocional. Esta escisión conflictiva entre lo sexual y la ley del
deber ser muestra esa condición propia de la naturaleza del hombre donde lo sexual
se rebela contra el orden social que se le impone.
Abraham (1924), relaciona el síntoma anal con una problemática de negación de
la autonomía del objeto, y trata a sus objetos a la manera como trata sus productos
fecales. Freud (1905), dice que a los cuatro años de edad, a más tardar a los cinco,
es que sobreviene el período de latencia que se caracteriza por formaciones
reactivas en la vida anímica. Estas formaciones reactivas son la vergüenza, el asco,
la moral que actúan como diques ante el quehacer pulsional, aspecto que no ocurre
aun en estos tres niños, por lo menos en lo manifiesto. Cuando este dique no se
instala, es considerado como uno de los signos de nerviosidad, para Freud esta
dificultad para el control de esfínter tiene que ver con la ganancia de placer al
evacuar y al retener las heces, pues coexisten dos tendencias pulsionales opuestas
que buscan su gratificación. Creo que se podría decir que la ganancia autoerótica
se complementa con la objetal, pues observando la relación que se establece entre
estos niños y sus padres, pareciera que el producto fecal lo usan para determinadas
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transacciones con las personas significativas, Freud señala que el niño renuncia
a un producto corporal altamente valorado por el amor al objeto, esta entrega de sus
heces es la máxima expresión de amor por la madre, lo que nos evidencia que muy
posiblemente estos niños presentan un conflicto con la madre.
La red de fantasías inconscientes asociados al par antitético de retener-expulsar
las heces se ordenan en forma de ecuaciones simbólicas con predominio libidinal o
destructivo. Esta ecuación simbólica de heces=, pene=regalo=niño, encadena las
heces al pene del padre, a los bebés representantes del si mismo, como también a
los bebés que se le quieren dar a la madre o al padre en la relación edípica. Cuando
predominan los derivados destructivos en la ecuación simbólica, los equivalentes a
las heces van ligados al daño que se le quiere infringir al objeto y sus contenidos,
para ello usa el músculo esfinteriano para apresar los objetos, asfixiarlos y
someterlos con doloroso placer. Igualmente en este par antitético de retener y
expulsar el contenido anal puede solaparse la fantasía inconsciente, que se
manifiesta por identificación proyectiva, de deseo de atacar al objeto usando la vía
del esfínter como orificio incorporativo por medio del cual introduce forzadamente
equivalentes a las heces= bombas = gases venenosos.
Es curioso que esta modalidad de ataque disociado que realizan los niños hacia
sus
objetos
se
combine
con
un
comportamiento
conciente
francamente
complaciente, aplacatorio y sumiso hacia la madre, que muy posiblemente se
corresponda con la forma como viven el aprendizaje de control del esfínter y las
reacciones que tiene cada niño a este aprendizaje. Una de las reacciones es
desafiar la autoridad que le quiere, según él imponer una normativa en su placer
autoerótico y la otra actitud es el de someterse pasivamente a la autoridad. Estas
reacciones al entrenamiento para adquirir el hábito de control de esfínter
nos
permite observar cómo el niño entra al orden social que regula los placeres
autoeróticos para dar paso a las relaciones edípicas que comprenden tanto las
relaciones afectivas que se dan con los demás como la entrada al aprendizaje y al
saber. Aspecto que en los tres niños está presente pues son excelentes alumnos,
pero esta disociación de la problemática afectiva mantiene la fijación anal y la
reacción antitética de desafío y sometimiento a la autoridad representativa de la
castración sin poder entrar en una construcción
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simbólica, mental, donde padres e hijos se regulan por la misma ley socialedípica.
Los tres niños que reseño más adelante, llegan a consulta después de un largo
tiempo que se inició el síntoma. Es más vienen porque el colegio obliga a los padres
a buscar tratamiento, pues los niños están viviendo el rechazo de sus compañeros.
El síntoma de estos niños, como veremos mas adelante en las viñetas pareciera
manifestar primeramente la resistencia a crecer, a persistir en la problemática de la
castración imaginaria escenificando en el retener y controlar las heces su relación
sádica con los objetos edípicos evitando sentir la pérdida de un estado.
Mauro
Mauro es hijo único de una familia oriunda de Canarias. Vive con sus padres en
un apartamento que colinda con el apartamento de los abuelos, donde este abuelo
funge como acompañante de la madre para cualquier salida de la madre con el niño,
aludiendo ésta que ella es sorda y muy nerviosa para salir sola. El padre es poco
nombrado por la madre, como si hubiera un secreto alrededor de éste. Su verbatum:
“trabaja mucho, no puede dejar su trabajo, estoy dependiendo del horario del abuelo
para que me traiga porque yo soy muy nerviosa para manejar”. El niño es muy
inteligente doctora, ya se aprendió las letras y los números, y nos da unas
respuestas que no esperamos... Mi vida con mi esposo fue muy violenta en los años
de antes de embarazarme y fue así como hasta el año y medio de edad del niño, mi
esposo tomaba mucho y hasta golpes me daba, yo sufrí mucho, me daban ataques
de pánico, el doctor me recetó Prozac y el niño vio todo eso,... ahora ya pasó eso
pero tenemos este problema con el niño, que no controla la caca, lo llevamos al
neurólogo y dice que el niño no tiene nada orgánico que le impida controlar. Mi
esposo no lo aguanta, igual le ocurre a mi suegro porque el niño se hace caca en
todas partes. La otra vez la esparció dentro del carro del padre, así también se lo
hizo al abuelo, se lo esparce por los muebles lo que casi hizo que casi se infartara.
Yo se lo limpio y le lavo todos los días el colchón y la ropa, le hemos comprado
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cuanta bacinilla de color y tapas de retrete adaptables que aparece en el mercado y
nada. El hace parado detrás de una mata o dentro de los closets y no dice nada…”.
Este extracto del discurso de la madre evidencia su depresión ansiosa y el
posible uso que hace de Mauro para tapar la depresión, mantener el equilibrio
narcisista y afectivo que le priva su pareja. Esta situación personal de la madre
impide la autonomía afectiva del niño pues al ser sorda, ella relata que muchas
veces requiere ir a ver al niño cuando duerme y lo huele y lo toca para ver si está
vivo, pudiendo sentir el niño que la madre le invade sus espacios corporales y
sociales con sus angustias de muerte. También el verbatum de la madre nos permite
observar cómo su actitud hacia el comportamiento evacuativo de Mauro es
ambivalente, por un lado muestra una actitud colérica y violenta, que escinde y
proyecta en el padre y el abuelo que dan muestras de saber que el niño con su
conducta anal les caga los objetos valiosos que le pertenece y por otro muestra ante
la autoridad (escolar y el analista) una actitud pasiva y hasta justifica el “hacerce
caca de Mauro” dentro del closet (ropero) y dentro del auto del padre, que
simbólicamente es como si Mauro escenificara la escena primaria queriendo estar
dentro del vientre materno para llenar de caca sus contenidos.
El que Mauro se esconda detrás de la mata para evacuar parado, nos plantea la
posibilidad que Mauro sabe que está haciendo mal pero que tiene algún problema
con exponer el ano al contacto con el orificio de la tapa del retrete o bacinilla.
Mi primer encuentro con Mauro
Me sorprendió su belleza de niño blanco y rubio con bucles en el cabello, entró a
mi consultorio como si nos conociéramos de hace mucho, exploró el ambiente,
preguntó ¿porque está la ventana abierta? Me inquirió que la cerrara, fue a prender
la luz porque según él no se veía bien, aunque la luz natural entra bastante bien por
el ventanal. Continúa: “excúsame oye, vengo porque me hago caca” me causó
simpatía su forma de presentarse... “mamá me dio una nalgada por hacerme caca
en el cuarto de la abuela y excúsame, mi mamá debe estar loca para que yo me
haga en los pantalones... Como si Mauro me aclarara que el hacerse caca no tiene
que ver con dañarse él y donde yo entraría en su mundo de objetos que como
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posesión sen controlables, pues en primera instancia niega las ansiedades que le
puedo producir como extraña que soy para él.
Algunas de las fantasías asociadas al control de esfínter se observan en el
siguiente actuar de Mauro: “tuve que hacer pipí en la mata de afuera” . El niño hace
la salvedad que “mientras hacía pipí la mata hizo un gesto de estremecimiento” que
es el mismo que reporta su madre cuando él se enfada, y continúa “hice pipí en la
mata porque ella no tiene ojos ni boca”.
Este extracto nos devela que en realidad Mauro tiene problemas para usar el
retrete no solo para defecar sino también para orinar. También pareciera que él no
sólo se orina por necesidad biológica sino que usa el orine como una forma erótica
y también para agredir, y que esta asociación ya está enlazada al orinar y defecar
pues teme que sus ataques hacia los objetos se le devuelva por vía de la
identificación proyectiva. Este percatarse que el objeto ‘mata’ no le va a ‘comer’ ni
mirar su pene, significa que hay un objeto devorador que circula y hay que temerle
pues “mata”, al comer por los ojos, por la boca y tal vez por el ano.
Otro Extracto
Mauro eligió una hoja para dibujar: dibujó primero a su abuela, la representó
como unas pelotitas desarticuladas, la cara separada del cuerpo y de los pies...,
dibuja seguidamente a la mamá, que es un garabato de puros ‘dientes’ que
continúan más allá del límite de la hoja, su trazo en ese momento se hace marcado,
repetitivo y compulsivo”, como si estuviera usando la actividad para descargar su
esfínter (pelotitas de caca) excitación y su rabia, y a la vez proyecta el devorador en
esa boca llena de dientes.
Extracto de sesión de los Objetos temibles
La sesión ocurre en la bandeja de arena, “explora los objetos y los ubica y dice”:
(M)” las que se mueven hay que temerlas porque te pueden comer”
(A)
¿y las que no se mueven?
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(M)”se fijan cuidadosamente (las inmoviliza en la arena) (silencio)... pero pueden
tener encerrado una bomba que te mata como los muñequitos de la tele” [pienso que
no hay ninguna cosa de las que muestra que no sean amenazantes]
(A)¿cómo te proteges entonces de las cosas, ya que todas son peligrosas según
tú?
(M)”escapando, escondiéndome”
Aquí vuelve a aparecer el objeto devorador, a quien teme, él trata de defenderse
inmovilizando, controlando a los objetos y si no lo logra huye o se esconde. Es de
plantearse si este objeto devorador podría ser la madre, a quien dibujó como si ella
fuera un objeto boca con dientes sin límites que puede tragárselo. Sin embargo este
objeto devorador podría ser una proyección de su propia ansia de devorar a los
objetos, como se verá más adelante, y que Mauro le tiene miedo a su voracidad.
Sesión “Me cago en la puta madre”
Mauro toca el timbre insistentemente, entra como una tromba al consultorio y me
mira persistentemente a los ojos como buscando a la analista que el dejó la semana
pasada, o para chequear si me he transformado en un objeto amenazante, lo que
me permitiría suponer que en la ausencia de sesión me ha atacado en su fantasía.
Mauro me ayuda a poner el mantel en el piso y dice: vamos a jugar con la plastilina,
(plasticina) le ayudo a sacar su caja y empieza a sacar sus muñecos de tela,
“descuartiza al monito de peluche que se chupa el dedo, le desprende la cabeza sin
embargo le conecta la mano a la boca y lo deja botado en el mantel”, [pienso que así
debe haberse sentido este fin de semana, ‘botado’, ‘desarticulado’ por la tensión de
sus impulsos edípicos e impedido de contenerse, sin embargo aún vinculado al
pecho que lo gratifica y alivia su tensión], toma otro muñeco de tela, lo desmembra
en tres partes: cabeza, cuerpo y patas, (es un muñeco armable que tiene en la
cabeza la boca, un ojo y pelo), lo llama “monstruo” y termina poniéndole Drácula.
Saca la plasticina y la coloca como mojones en el trasero del mono y del león.
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(M)” Han hecho mucha caca hoy”, saca la plastilina roja y se encuentra con un
pedazo de plastilina naranja, la amasa dice que es una culebra y después dice que
es una pilina (nombre que le da al pene), y se la lleva a la boca, la moja con la
lengua con cierto placer que babea y rápidamente se la saca de la boca, la pica en
pedacitos y dice: “ caca, mojones, tómalos y ponlos en tu caja”
Al parecer el pene del padre le atrae, quiere llevárselo a la boca y succionarlo, tal
vez es uno de los objetos que quiere devorar para poseer internamente, pero su
ambivalencia rápidamente lo hace cambiar de idea, le produce rabia y envidia pues
lo destruye y lo transforma en caca. Así me lo entrega para que me quede con el
pene-mojón roto del padre dentro de mi. En base a esto yo le digo:
(A) a ti te gusta comerte la pilina de papá pero te da rabia no tenerla así que la
rompiste en pedacitos y así vuelta caca me la devuelves como si supieras que es
mía.
(M) hace una pilina que hace pipí en un vaso ... si, yo tengo una pilina así,
(gesto de pequeña), mi papá la tiene así (gesto con las manos de enorme) y abuelo
la tiene así” (tamaño intermedio). ... Agarra un pocotón de plastilina y se la pone al
león en la boca, y dice: “se lo está comiendo, caca rica” y se sonríe “yo no me la
como porque es negrita”, (en ese momento tiene la boca bien cerrada) ... aparece
en escena Drácula y dice: “quiere comer”… se excita y hace como que va a comer a
los animales y a la vez protege a los demás animales, mete a drácula en una bolsa
para que no coma, saca a drácula otra vez, me lo acerca a la cara y se ríe
placenteramente, [está ambivalente]
Drácula aparece sorpresivamente y arrasa con los animales, se queda pegado al
león porque tiene cierre mágico, él lo desprende violentamente y empieza a hacer
una gran bola de caca y trata de espantar a Drácula mostrándole la caca que se lo
quiere meter en la cara. Lo descuartiza y lo entierra en un pote de plastilina
tapándolo...... ya lo matamos… sigue empujando más plastilina en la cabeza de
drácula. me dice “sabes, vamos a conquistar el mundo como el ratón de spinky pero
no pudo, y vamos a conquistar la luna pero tampoco”. … sigue amasando, sabes
que había una niñita que no quería nacer, no iba a nacer y pum nació y la mataron.
En su excitación saca la cabeza de drácula y me la tira..”nació lleno de caca” (me
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mira),” mi abuelo dice ¡que canario! ¡me cago en la puta madre! cuando está
enfadado”
Este extracto muestra la escenificación del coito, entendido inicialmente por
Mauro como un pene que se come y luego que se orina dentro de un continente
vaso, como si quisiera incorporar el pene del padre para orinar a la madre pero teme
la castración, y no está muy claro que Mauro en su fantasía reconozca la castración
de la madre, ya que por los garabatos que la representan como una gran boca
devoradora pareciera ser ella una figura combinada parental y el coito una gran
devoración. Sin embargo la ambivalencia que siente hacia el pene que posee el
padre y por ende la madre, lo hace oscilar entre el ansia devoradora de poseerlo y a
la vez destruirlo y transformarlo en caca, pero teme la retaliación del devorador de
pilinas (penes) que quiera penetrarlo por algún orificio metiéndole bombas como
hace él.
El devorador está muy bien representado en la escena por Drácula, que en
ecuación simbólica puede ser el pene como la boca con dientes que le da el carácter
oral canibálico a la escenificación edípica y que quiere repetir en transferencia al
querer comerme a mi haciendo movimientos para acercarse y alejarse. En esa
oscilación ambivalente quiere protegerme encerrando a su aspecto devorador
puesto en el pene-diente en una bolsa que puede simbolizar su calzoncillo,
mostrando su deseo edípico oral-canibálico, así se asoma y se esconde el penedrácula-devorador. Tan solo que en uno de esos juego el pene=drácula entra en
coito con el león pues se queda pegado y la furia que le despierta la escenificación
de la escena primaria y su exclusión lo lleva a hacer mucha caca (plastilina) y
embadurnar con caca todos los orificios por donde puede penetrar el pene-drácula
(boca y trasero) para terminar matando el aspecto devorador del objeto y suyo
propio (deseo). Ahora se entiende más el por qué me miraba al inicio de sesión,
porque el fin de semana se sintió excluido de la escena primaria y la atacó en su
fantasía sufriendo una regresión oral por temor a la retaliación. De esta forma de
enfrentar el edipo con lo oral y anal sádico pareciera provenir su temor a cualquier
objeto que se asemeje en forma con el orificio del retrete pues se asemeja a la boca
y al ano, por ello se cuida de no exponer el ano a una situación de pasividad como
es sentarse en el retrete que simboliza el ser penetrado, castrado.
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Una vez saciada la rabia vengativa, fragmentando y enterrando al pene-dráculadiente-mojón, que incorpora la madre, cuenta la historia edípica en su doble versión.
Fue frustrado pues no pudo conquistar ni al padre mundo ni a la madre luna y
muestra su deseo ambivalente de ser niña, tal vez para seducir al pene del padre
para incorporarlo, pero ese deseo fue aniquilado al momento de sentirlo y revive al
pene-drácula lleno de caca con el que se caga a la madre, supuestamente esto
simbolizaría la fantasía de Mauro de un coito embadurnado de caca del cual nació
él.
Estos extractos reseñados evidencian cómo Mauro se protege de la castración
sufriendo una regresión a la fase anal sádica y desde allí enfrenta las mociones
ambivalentes que siente al sentirse excluido del comercio sexual de los padres que
lo vive como un acto oral-incorporativo, sintiendo gran excitación al verla y deseando
devoradoramente ocupar el
lugar de cada uno de los integrantes de la escena
primaria para incorporar los objetos y al no poder hacerlo, destruye la escena
embadurnándola de caca.
Marcelo
Marcelo es un lindo niño rubio de ojos verde, dulce y suave en sus maneras de
comportarse a la vez que ansioso. Casi al comienzo de las primeras sesiones
preguntaba constantemente si ya se podía ir, como si la ansiedad no lo dejara
mostrarse y llenaba el tiempo con un juego estereotipado, de andar en carro con la
mamá de la casa de la abuela a su casa y el padre siempre salía de mañana al
trabajo y no regresaba hasta tarde. La escenificación se correspondía con la
realidad, pues él iba continuamente a la casa de la abuela con su madre y tal vez
ese era el problema de Marcelo, que el padre no estaba presente lo suficiente para
separarlo de esta madre depresiva que quería controlar su mas mínimo movimiento
anal, en ausencia del padre Marcelo huye a la falda del abuelo. Tal vez su actuar
estereotipado se correspondía con la idea de que yo iba a ser parecida a la madre,
demandándole que me diera mucha caca, como lo amenazaba la madre cada día y
si pasaban tres días le introducía enemas en el ano para que defecara. Esta actitud
de retener de Marcelo y la madre de someter para obtener la defecación, traía por
consecuencia que el niño se sentía violado por la madre y ésta se sentía sumamente
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culpable de cómo el niño le lloraba y le decía que no lo iba a hacer más, que él la
quería mucho. Esta situación de sentirse violado es la idea que trae la madre a
sesión preocupada de estar haciendo mal con el introducirle enemas a Marcelo y
asocia su preocupación a que el niño le encanta ir donde el abuelo materno a
recostarse en su barriga velluda, lo que le despierta a la madre temores
homosexuales en Marcelo.
Extractos de sesión: juego de escenas dislocadas
A Marcelo le encanta jugar con pintura cremosa, cada sesión es un vaciar los
tubos de crema de colores y la vuelca en las hojas de su bloc, que termina siendo
una gran masa pegajosa que esparce más allá de los límites del bloc de hojas. Sus
realizaciones terminan siendo un pegoste de papeles desechables que guarda en su
caja, la cual contiene una serie de papeles rotos llenos de pintura. Otras veces juega
con arcilla y hace mas o menos el mismo despliegue de placer que se babea, se
trata de amasar, aplastar y transformarlo en una verdadera plasta de caca que se
lleva para su casa porque no quiere dejarla y se irrita si le digo que no puede
llevársela.
Marcelo al parecer es un “niño desecho” que come plasticina con gran placer una
vez que se ha embadurnado la ropa y el cuerpo con pintura. Después de un tiempo
de estar así en sesión, me pide que lo lave. Este acto de dos tiempos, llenarse de
sucio y después limpiarlo yo, fue una constante por mucho tiempo, donde le
señalaba que el se sentía así, una caca, Marcelo me corregía y me decía: un mojón.
Yo continuaba diciéndole que venía para que yo viera como él se transformaba en
“niño caca” y para que me ocupara de curarlo, es decir quitarle la caca.
Este juego de embadurnarse se intercalaba con un juego estereotipado que muy
pocas veces le agregaba cambios, sin embargo me empecé a percatar que
intercalaba frases o actos que no encajaban con la escenificación. La secuencia es:
saca la casita, donde el padre siempre se va a trabajar, y la madre es la protagonista
que va y viene de la casa de la abuela, dice Marcelo siendo la mamá: “me voy p’al
carajo”. Esto es un trozo de su vida real, así dice la madre cuando se enfurece. Este
decir de Marcelo se entremezcla con actos que no encajan, por ejemplo: un niño se
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lanza del techo, y Marcelo dice: “se suicida”. Yo dudo de si entendí bien. Le pregunto
a Marcelo qué dijo, pero no responde más y sigue con su juego real, de visitar a la
abuela. Luego, cambia de juego, como si el juego anterior ya hubiera cumplido su
función
que
era
liberarse
de
estas
palabras-cosas
que
le
angustian
proyectándomelas a mi y varió el juego. Saca las pinturas de dedos y empieza a
embadurnarse entero con pintura, las piernas, las manos, la cara, después comienza
a pintar una hoja, a la cual le pinta un niño que es pura mano, al lado de él anda el
loco y la malvada bruja que le mira el culo, luego con la mano borra todo y la hoja
queda embadurnada del mismo color caca. Para Marcelo la madre es la bruja
malvada, el gran ojo que se mete en su culo, una madre que amenaza con dejarlo
cada vez que no hace lo que ella quiere y donde la castración que sufre Marcelo la
visualiza como suicidio. Esta salida de Marcelo “el suicido” ante una madre
castradora, invasiva de los orificios corporales no es la primera vez que me toca
observarlo en hijos varones y especialmente cuando el padre no está presente. Esta
escenificación de lanzarse al vacío es como una forma de matar a la madre
“malvada” que se le mete por el ano y tal vez reencontrarse con la madre
idealizada..
Marcelo tiene mucho miedo que se vaya la mamá y lo deje, como si esa relación de
sometimiento y ataque por la vía de no entregarle sus cacas a ella sino al
padre/abuelo como se verá más adelante significara que la madre no lo va a querer.
Este sentimiento se le confirma porque en esos días la madre se operó los senos y
se quedó en la casa de la abuela y él se quedó con el papá. En ese tiempo Marcelo
si evacuaba en el retrete, pero se manifestaba muy ansioso, quería ir a ver a la
mamá continuamente y cuando iba le preguntaba muchas veces cuándo regresaba
a casa, como si darle las heces al padre fuera algo que daña a la madre pues
genera angustia. Cuando regresó la mamá a la casa Marcelo comenzó a hacerse
caca en la ropa otra vez, así que el hacerse caca en los pantalones está ligado a la
relación con la madre, como si al padre le puede entregar sus cacas=tesoros= amor
, sin embargo con la madre su relación es de tapón de la falta de la madre, como si
así se tapara la falta del padre hacia la madre y ella no se deprimiera por la falta de
atención y amor del padre. Marcelo entonces se tiene que quedar pequeño en este
vínculo fecal con la madre para preservarla.
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Extracto de sesión: el cambio
Marcelo se enoja porque la casa con la que juega la dejó en la arena y está llena
de arena, yo le digo que le molesta ver que él tiene una casa sucia. Le muestro su
caja de guardar juguetes que está en ese mismo estado, puros deshechos y él como
si por primera vez se diera cuenta, me repite enojado: no, yo no soy desordenado ni
sucio y empieza a limpiar la casa y ordenarla, coloca a los familiares donde van y
juega a cerrar y abrir el estacionamiento. No quiere que yo intervenga esta vez en el
juego. Le digo que eso quiere decirle a su mamá, que él puede controlar su culito,
que no necesita que su mamá se meta con su hacer caca. Marcelo me queda
mirando
Estas sesiones se entremezclaron con la venida de la madre y el padre a sesión
donde se le sugirió al padre que tratara de pasar más tiempo con el niño y que la
madre se abstuviera de ponerle enemas al niño. Se les sugirió que cambiara a
Marcelo al colegio grande donde iba el primo con quien jugaba y aun cuando la
madre se resistió aceptó la sugerencia. El niño se ambientó al nuevo colegio, donde
fue muy bien recibido por las niñas y maestras. El vigilante del colegio regañaba a la
madre porque no seguía las normas y Marcelo le puso un límite a los lamentos
sutiles de la madre, me refiero con esto a que la madre le menciona que ahora que
él se va al colegio grande ella puede tener otro hijo, y Marcelo le contestó que
entonces él se iría a la casa de sus abuelos y ellos serían sus papás.
Esta es la reacción de la madre al crecimiento de Marcelo que se une a otras
palabras que dice la madre y que él ha escuchado y no puede significar: “me voy p’al
carajo”. Esta carga emocional, traumática, que tiene Marcelo por la madre, a quien
tiene que acompañar diariamente, no es algo que a él le competa hacer. Además
Marcelo tiene la necesidad de ser rescatado por el padre poniendo orden en su
relación con la madre para que no penetre su intimidad, como es el ano, haciéndolo
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sentir identificado con ella. Este orden es el que se instaló en terapia con la
sugerencia de que volvieran a reactivar el cambio de colegio de Marcelo, donde la
madre acepta las nuevas normas que le impone la autoridad.
Esta relación fecal marca una forma de vínculo de mal-trato bilateral, que se
caracteriza por el control y sometimiento al objeto, que le produce a Marcelo un plus
de placer al ser tocado, manipulado agresivamente en la zona anal erógena y sus
alrededores, las nalgas, fijando una modalidad de acceder al placer. Esta relación
anal muestra lo que obtiene el niño y quizás también lo que escenifica la madre
proyectando en el hijo sus temores, rabias hacia el padre que no le da sus productos
seminales a ella actuando sus fantasías inconscientes en la exploración del ano del
hijo.
¿Qué de esta repetición compulsiva en el síntoma de Marcelo tiene que ver con
la necesidad de un padre que limite el poder de la madre que invade su Yo
corporal?. Un padre que ejerza la ley, representante psíquico, adecuadamente para
darle lugar a Marcelo como sujeto castrado simbólicamente a la vez que le narcisiza
su pene como representante mental del si mismo. ¿Qué significa que Marcelo en el
orden simbólico del otro, quiera dejar constancia continuamente que es el falo fecal
de la madre? ¿Qué de este síntoma de Marcelo deja al descubierto una
problemática transgeneracional de los hombres de la familia de Marcelo frente a las
mujeres madres?.
Marcela
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Marcela llega a consulta bastante resistida a venir, la madre acota que ella
siempre está triste y ensimismada, que ella no sabe qué le pasa pero que este
comportamiento de hacerse caca en la bañera, en la ropa y en la sala de la casa de
sus amiguitos ya es algo insoportable para ambos padres. En las primeras sesiones,
Marcela mantenía un comportamiento educado de tipo escolar, quería copiar figuras
de libros que traía y cualquier actividad que saliera de esos parámetros no la quería
hacer, manifestando “no saber”. En el transcurrir de las sesiones, Marcela se fue
comportando más retadora a la norma, se salía del consultorio alegando que quería
ir al baño y permanecía allí por bastante tiempo, regando el papel higiénico y cuando
regresaba al consultorio saltaba en las butacas con el claro propósito de
maltratarlas, además golpeaba las paredes generándome ira, y ansiedad,
volviéndose insoportable el momento de sesión con ella.
Sus comportamientos en el consultorio cambiaban rápidamente de lo tierno a la
desvalorización. Un día podía llegar muy tranquila, amorosa queriendo jugar
respetando el encuadre y otras veces era la niña díscola, desafiante, maltratadora
provocando mi ira, donde tenía que intervenir para detener su violencia y maltrato.
En un primer momento le señalaba lo rabiosa que estaba con mamá, las ganas que
tenía de maltratarla y dañarla pero eso no ayudaba a que su agresividad se
verbalizara más que la actuara, sólo cuando mostraba mi enojo, mi molestia por el
maltrato que le hacía a mis cosas, entonces ella se calmaba y se comportaba como
bebé, que se recoge sobre si misma, se succiona el dedo y se envuelve con los
cojines, como si se metiera en el útero. Esta reacción última de ella me hacía pensar
si lo hacía por temor a mi enojo o porque por fin conseguía que se ocuparan de
cómo se sentía ella. Empecé a tomar conciencia de mi contratransferencia, cuando
anticipaba su llegada y me generaba rechazo, deseando que no viniera, o tomando
medidas, como controlando los espacios donde ella pudiera estar sin generar daño y
molestia a los demás profesionales del centro. Esto me hizo pensar que Marcela se
comportaba conmigo igual que con los padres, produciendo rechazo hacia ella, pues
con su actuar quería maltratarnos públicamente y yo reaccionaba igual que ellos
poniendo restricciones y silencios.
No servían de nada los razonamientos ni limitar los espacios pues ella se ponía
peor en su descontrol con el ambiente generando un estado de incertidumbre “de no
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saber qué hacer con ella y cómo entendernos”.. Decidí elaborar las ansiedades que
me producía y empecé a esperar y a entrar en su juego escenificado, hasta que esta
espera continente surtió sus efectos, comenzó a dibujar más y a actuar menos en el
ambiente, sus dibujos eran cada vez más creativos a medida que se vinculaba
afectivamente conmigo, me escribía que me quería y hacía dibujos para
regalármelos. Creaba cuentos entrecortados, la gran mayoría siniestros que más
adelante reseñaré.
El divorcio de los padres de Marcela, que ocurrió un año antes de venir a
consulta, lo vivió Marcela como un abandono doble, tal vez la tristeza de ella es que
la fantasía inconsciente de separación de los padres, natural de los niños a cierta
edad, no resultó como ella esperaba. En la realidad sus padres ahora estaban más
preocupados por resarcir su herida narcisista con una nueva pareja que ocuparse de
ella, por lo tanto no los veía mucho pues ambos padres tenían planes con su nueva
pareja, así que Marcela pasaba con el servicio de su casa o con los hermanos
mayores la mayor parte del tiempo. Los padres de Marcela son mayores, se han
separado por segunda vez. Ambos padres son exitosos profesionales preocupados
por si mismos, con hijos bastante mayores. Muchas veces se olvidan de ir a buscarla
al colegio o llegan cuando todos sus amigos ya se han ido.
Sus dibujos, a grandes rasgos se caracterizan por tiburones de grandes dientes
que se la quieren comer y ella se dibuja escapando de ellos; arañas aferradas a un
vampiro; el interior de la boca de una niña donde se regodea en resaltar las muelas
y la sangre que fluye. Estos dibujos se parecen mucho a los dibujos de niños
traumatizados o violentados sexualmente. Otros dibujos tratan de hombres adultos
vistos por detrás, sentados en el retrete mostrando sus genitales mientras defeca.
La terapia de Marcela fue interrumpida por el padre, quien se sintió amenazado
por el reclamo que comienza a verbalizar Marcela por las ausencias de ellos que la
hacen sentirse abandonada, lo que queda bastante visible cuando un día el padre
llega a buscarla una hora mas tarde de la hora de término de la sesión de Marcela, y
yo le hago referencia a esta situación que ya había ocurrido en anteriores ocasiones
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y Marcela le muestra sus cuentos de arañas solitarias pegadas al ala del vampiro.
Marcela en sus momentos de transferencia amorosa relata cuentos como: “En
una casa grande vivía una mamá y un papá, ellos tenían un bebé que tenía tres
meses. Le habían comprado una cuna grande muy grande y todas las noches al
bebé le daba miedo dormir solo, muchas cosas negras que le daban miedo. Un día
se salió de la cuna y fue a dormir a la cama de los padres y estos se pusieron
furiosos, pero no tanto porque era pequeño. Entonces al siguiente día la mamá le
enseñó las palabras a su hijo, y las primeras palabras que le enseñó fue: perro,
mamá, casa, papá, hijo, y la más especial que le enseñó fue familia y el bebé creció
mas fuerte y fue un bebé educado y se sintió feliz y la familia también.
Otra Historia es el del bebé sucio, el bebé que tenía tres, cuatro, cinco, seis
añitos, y en una fiesta de un amiguito se ensució jugando futbol y la mamá quería
limpiarlo y él no quería porque estaba jugando nintendo. Entonces la mamá lo agarró
fuertemente y lo fue a limpiar al baño y el niño pataleaba. Al bebé le dieron ganas de
hacer pipi y como no dijo nada se hizo encima y la mamá le regañó ¡hijo malo! Así
se formó la historia del bebe sucio y un poquito triste.
Las historias de Marcela giran entorno a la adaptación y la rebelión a las normas
familiares. Se da cuenta que su ambiente familiar no es como el de los demás niños
pues ella tiene dos pares de padres y que cuando ella quiere jugar, estos no le
prestan atención porque están en su mundo del trabajo y vestidos muy
elegantemente, y no quieren ensuciarse bajando a la alfombra para jugar con ella.
Cuando reacciona como la niña que es, los padres no la quieren así y le hablan de la
forma educada que debe comportarse, si se comporta de forma díscola y rebelde
tampoco la quieren así, así que inhibe su comportamiento agresivo con los padres
pero se desquita con el personal que la cuida en casa o en el colegio y en la terapia
conmigo, con los padres su rabia y reclamo lo muestra en el descontrol anal.
Sus relatos se caracterizan por la soledad, la tristeza, la suciedad y el
sometimiento, si bien proyectado en las otras figuras está también su demanda
hacia el objeto que no la mira, no le escuchan sus temores nocturnos, no la quieren.
Su fijación por los temas del “hacer caca” por personas adultas se refleja en la
serie de cuentos y chistes asociados al tema, muchos de estos dibujos una vez
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realizados los destruye. Algunos que se salvaron de la destrucción es el dibujo del
trasero de un hombre que evacua sentado en el retrete; otro trasero aparece
dibujado en un hombre arrodillado que muestra su trasero y otro que se siente bien
lanzándole una lata de refresco, mientras el hombre arrodillado le dice a una
hormiguita, te atrapé. Otro, es un chiste del “chino que tenía un perro llamado curro
y entonces decía: los pelos del culo me están molestando” y dibuja las nalgas de un
hombre llenas de pelo, que muestra sus genitales. El mismo contenido se dibuja en
una serie de escenas donde los genitales masculinos quedan visibles, o son
escenificados por una niña que tiene atrapado unos presos en el culo y que cuando
se les escapan tiene unos policías que los buscan y los vuelve a apresar en el ano.
Estos dibujos que exacerban la curiosidad por la zona genital y anal del padre, me
hizo pensar si no existía alguna seducción de parte de un adulto hacia ella. A la par,
se contraponían a estos dibujos los vampiros que chupan la sangre, arañas monas
que se agarran de la montaña rusa para no caer al vacío. Como si las tendencias
edípicas exacerbadas por la curiosidad voyeurista se mezclaran con tendencias
voraces de apego al objeto, donde su sentido del si mismo pudiera sufrir un revés al
perder a los objetos amados y necesitara retenerlos en el ano, apresados para no
perderlos y castigarlos por abandonarla y a la vez para mantener una cierta
seguridad de self.
Estos dibujos de Marcela muestran un desarrollo psicosexual polimorfo con
inclinación sádico-perversa, pues coexisten en ella las necesidades de apego voraz,
con sus tendencias desafiantes y maltratadoras hacia el objeto y la fijación fálica a
los genitales masculinos, donde el pene esconde en su interior un objeto perverso.
La connotación sádica- perversa hacia los objetos que controla se observan en
figuras fálicas, visualizadas en un pez grande (vientre- pene) que tiene por dentro un
objeto perverso oral, (gusano que fuma y saca la lengua). La recreación en las
heridas de la boca de una niña, me hizo pensar por un momento que Marcela había
sido seducida por un adulto y que esa podría ser la posible dificultad para establecer
un juego con hilación, pues sus relatos siempre estaban cortados o envueltos en un
misterio, si yo preguntaba sobre lo faltante, ella no sabía, y yo no quería entrar a
insistir con preguntas que podrían asemejarse a una seducción sádica, así que
muchas figuras que asemejaban a gusanos que fuman, que sacan la lengua y
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esconden sus ojos tras unas gafas, donde los ojos tenían una connotación perversa
quedaron sin mayor elaboración para este momento del trabajo terapéutico.
Conclusión
Esta hipótesis del discurso de las heces en estos tres niños nos muestra que
cada uno se sirve de sus productos fecales de una determinada manera en su
relación con el ambiente y sus objetos internos. Las heces y su no control pone al
descubierto el conflicto social-edípico con los padres, no aceptando la ley de
prohibición del placer autoerótico cuando éste no tiene su compensación, es decir
que la renuncia a éste placer implica obtener de forma desplazada el amor del
objeto.
La castración para Marcela, Marcelo y Mauro significa diferentes, por ejemplo
para Marcela implica asumir la pérdida de los placeres narcisistas a cambio de nada,
pues no se siente amada o reconocida por los padres y el rebelarse ante esta la ley
del esfínter le produce placer vengativo hacia sus objetos. Marcelo no es visto como
niño sino como una cosa/mojón=falo fecal que cubre las demandas de una madre
hacia un padre de quien fantasea inclinaciones homosexuales y para Mauro es la
exclusión del placer oral que supone se dan los padres en la escena primaria y su
negativa a renunciar a sus deseos oral-edípicos llenándolos de caca y temiendo que
sus objetos se venguen por ello.
La función del yo que regula el esfínter para mantener la salud, se ha tomado
para significar un conflicto que expresa la dificultad del self para renunciar a objetos
y mociones instintuales que le producen placer. Esta dificultad para duelar y aceptar
la castración, los lleva a perturbar la función evacuadora. El acumular los objetos
fecales en el ano es una forma activa de controlar la separación, de no realizar el
desprendimiento narcisista y el afecto concomitante. El discurso fecal pareciera
atentar contra el narcisismo de los padres, contra la escena primaria, y contra la
invasión del yo corporal que hace la madre, manifestando un reclamo a la ley
parental que regula el deseo de padres e hijos.
De la historia clínica de estos tres niños resaltaré que los tres se caracterizan por
ser niños que les gusta el colegio, tienen facilidad para el aprendizaje formal. Los
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dos niños varones coinciden en edad, tienen cuatro años y están asistiendo a preescolar, y la niña tiene 7 años y está cursando primer grado. Por la naturaleza del
síntoma, he de acotar que los tres niños tienen un desarrollo neurológico adecuado.
Los tres llaman la atención por el lenguaje adulto que utilizan y la dulzura inicial en el
encuentro analítico, sin embargo, esta actitud no se corresponde con su resistencia
a la ley del control del esfínter anal. Esta manifestación de rebeldía a las normas
sociales establecidas, muestra la primera disonancia entre lo belleza física que
poseen y las heces como producto desechable identificatorio. Entre la aparente
dulzura y la agresividad subyacente, entre la aparente madurez escolar y la
inmadurez emocional se esconde el dilema. Como si estas fueran expresiones de
dos tendencias frente a la castración, negación y aceptación del orden simbólico.
Los padres de los tres niños reaccionan inconsistentemente a este “hacerse caca”
de sus hijos, van de la gama de la rabia, expresada físicamente y verbalmente, a la
indiferencia. Los padres de Marcela, no muestran diferencias de género en su
reacción sino más bien reaccionan de forma intelectualizada e indiferente,
mostrándole a Marcela las desventajas que significa para ella el rechazo de sus
amigos o dejándole ver que ese es su problema y que lo resuelva, como si el
síntoma fuera una mercancía que se puede comerciar. De modo diferente ocurre
con los padres de los varones, donde la reacción de cada familia es llamativamente
invertida, quiero decir con esto que la madre de Mauro es sobreprotectora, muestra
una actitud pasiva y complaciente
y oculta su agresividad hacia el síntoma de
Mauro pues proyecta su rabia en el padre y el abuelo que quieren castigarlo
físicamente por el daño hecho, a la vez la madre de Mauro obtiene una ganancia de
placer colateral en el síntoma del hijo pues descarga la agresividad que tiene ella
hacia el maltrato de su pareja. Este comportamiento es inverso en las reacciones de
los padres de Marcelo, aquí es la madre quien se muestra rabiosa en su hablar y su
manejo con Marcelo, lo castiga introduciéndole enemas por el ano cuando éste
seresiste a darle=evacuar las heces por dos días seguidos, y el padre es permisivo,
dejando que ocurra la situación y amorosamente le dice a Marcelo que ponga más
atención a su deseo de hacer caca para que alcance a llegar al retrete, calma a la
madre en su irritabilidad, más la madre desvaloriza lo que le dice el padre y le
reclama que eso es porque él trabaja mucho y no se ocupa de sus hijos.
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Los tres niños mantienen la atención de ambos padres desde la falta, sin
embargo Marcela consigue de manera efectiva el avergonzar socialmente a los
padres, pues siempre se le van cayendo las peloticas de masa fecal en la sala
cuando tienen invitados o están presentes las nuevas parejas de ambos padres.
Marcela, más que los varones, coloca socialmente a los padres en una situación
embarazosa, como si esta fuera la forma que encontró para denunciar a los padres
ante lo social, como diciendo que no son lo que parecen, castrándolos públicamente.
La apariencia de perfección que tanto los padres se esfuerzan por mantener hacia lo
externo y el cuerpo sexuado habla sobre la verdad oculta de la relación edípica. Su
comportamiento es un modo de ejercer la castración en los padres, mostrándose
desde lo inaceptable, lo sexual-anal, desde el no seguimiento de los ideales
parentales.
En general, los tres niños pareciera que fueran un trozo de lo ominoso de los
padres, aquello que tanto los padres se esfuerzan por alejar de la conciencia y de su
vida de relación. Es así, que estos niños les imponen a los padres el ser mirados, el
que se ocupen de lo que representa lo más detestable de la condición humana y que
se esfuerzan por rechazar.
Hoy en día de observa, tanto en estos niños que se podría decir que son
neuróticos, como en otros niños asíntomáticos que asisten al preescolar, que el
complejo de Edipo no se resigna así tan claramente como lo menciona Freud (1905),
al decir que ocurre una especie de latencia de lo edípico, sino que este complejo de
Edipo se mantiene presente, existen vestigios de éste más o menos intensos a lo
largo de todo el desarrollo del infante y a veces perturba el proceso de aprendizaje.
En estos niños la socialización de cierta forma está comprometida, pues ocurre
una escisión de la vida normativa social , “del deber ser” y de la vida emocional,
ligada a los placeres parciales “. Los tres infantes siguen fijados a ciertos placeres
parciales, como si la ambivalencia hacia el objeto
se hubiera mantenido, la
excitación estuviera presente de forma paralela a la aparición de la ternura, y las
expresiones agresivo destructivas continúan haciendo estragos, si bien de forma
sintomática.
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BRAGA, Marli Claudete
- DO ASSIMBOLICO AO SIMBOLICO…
Premio niños y adolescentes 2004
DO ASSIMBÓLICO AO SIMBÓLICO:
A FORMAÇÃO DA MENTE EM UMA CRIANÇA COM ESTADOS AUTÍSTICOS.
Marli Claudete Braga
Sociedade Brasileira de Psicanálise do Río de Janeiro
Instituto de Psicanálise da Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo
Neste trabalho, quero compartilhar minha experiência analítica com Rafael,
um menino com estados autísticos, que acompanho desde antes dos dois anos de
idade. Procurarei examinar as vicissitudes de sua evolução de uma condição
assimbólica para um funcionamento simbólico.
1- Apresentação de Rafael e de sua família:
Rafael estava com 1 a. e 11 m. quando o conheci. Ao escrever este relato tinha 3
anos. Era filho único, nascido após 6 anos de casamento de seus pais. No nosso
primeiro encontro, apresentava atraso significativo em seu desenvolvimento mental,
era considerado autista, e estava em vias de ser medicado. Recebendo Rafael, fiz
inicialmente uma avaliação emocional detalhada, incluindo a história familiar
pormenorizada. Antes de iniciar sua análise, preferi fazer um trabalho com seus pais,
bastante intenso. Atendi-os durante 4 meses seguidos, na frequência de 5 vezes
semanais, buscando aproximá-los da mente do filho e das suas próprias angústias
frente às questões que vão surgindo com as dificuldades de Rafael. Este trabalho
permanece até o presente, pois nos encontramos de 15 em 15 dias. Também por
várias vêzes conversamos sobre a possibilidade deles, pais, serem atendidos em
análise, até agora sem sucesso. No contato com os pais e em observações do filho,
percebi que as emoções não eram reconhecidas, resultando isto na impossibilidade
de um contato vivo entre eles. A sensação que tive, foi como se eles estivessem
representando papéis, sem terem consciência disto. Fui me dando conta de ser esta a
característica básica do funcionamento deles: priorizarem os aspectos práticos da
relação, sem condições de contato com o emocionall. A relação corria pelo fatual, pelo
sensorial, sem as representações do emocional, não sendo possível o salto do
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- DO ASSIMBOLICO AO SIMBOLICO…
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sensorial para o simbólico. Sempre que possível, passavam suas tarefas maternas e
paternas para outros, inúmeros atendenrtes e babás; a mãe chegou a propor
propunha que as professoras da escola se responsabilizassem pelo treinamento
esfíncteriano dele. As primeiras demandas de atendimento para Rafael não partiram
dos pais, pois eles nada percebiam de diferente com o filho. Em torno da idade de um
ano, tias paternas tomaram a iniciativa, sem consultar os pais, de levá-lo para
avaliação.
Porém, estes pais passaram a buscar forças dentro deles para acompanharem,
embora de forma bastante penosa, as necessidades que foram se apresentando, no
trabalho analítico, príncipalmente a da aproximação com o mental.
2- As atribulações do desenvolvimento simbólico de Rafael:
Rafael, aos 2 anos encontrava se nos primórdios do desenvolvimento simbólico,
sem ter ainda adquirido as representações mentais de seus objetos afetivos e de seu
próprio corpo; aderia a objetos físicos, com manobras, movimentos repetitivos e rituais
de qualidade autística. Chamava a atenção aspectos da não separação dele de sua
mãe, numa relação que me lembrou o que foi nomeado de fusão simbiótica por
Margaret Malher (1950) ou de identificação adesiva por Donald Meltzer e Esther Bick
(1975). Rafael se “enrolava” no corpo e na mão da mãe, ficando dela indiscriminado.
Só conseguia dormir embalado na rede, enfiado no corpo da mãe ou da babá, como
um caracol em sua concha. A mãe se transformava em sua sustentação, em seu
esqueleto. Ele não possuía noção de seu corpo, principalmente da cintura para baixo
e, geralmente, quando de pé, soltava-se, desabando no chão, sendo a mãe que o
mantinha ereto. Muitas vezes bastava o toque da mão dela em qualquer parte de seu
corpo, para que ele se desmanchasse, num verdadeiro desmantelamento. Esther Bick
(1968), aponta uma das razões para este processo acontecer com o bebê: “ansiedade
catastrófica em bebês cujas mães de alguma forma eram incapazes de contê-los.
Quando eles ficavam ansiosos, suas mães também ficavam ansiosas e aí a criança
ficava então mais ansiosa e a espiral de ansiedade aumentava, levando o bebê a um
estado desintegrado, um estado de agitação e a uma espécie de estado de
desorganização”. Bick chamou a atenção para a necessidade do bebê de ser muito
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contido; em termos físicos, isto significa ser tomado nos braços, aconchegado, para,
com isso, desenvolver um sentimento de segurança; em termos psíquicos isto
significa respostas adequadas da mãe para as angústias do bebê. Como uma pele
psíquica que o protegeria, de não viver um estado de se sentir solto no espaço. Na
falta desta função, a criança adere ao objeto para dar continuidade a si mesma,
fazendo a contenção do ego no objeto; donde então aderir à mãe seria como se não
houvesse acontecido a discriminação pele/pele. Isto levaria a dificuldades em seus
processos de identificação, não se utilizando de introjeção, não aprendendo com as
experiências, mas apenas através da imitação, espelhando-se nos outros o tempo
todo e copiando-os. Com Rafael, podemos supor que foi este o rumo que as coisas
tomaram. E, sendo assim, esteve frente a vivências internas de perigos e ameaças,
que, na seqüência, levaram-no a se refugiar em uma “concha autística”, como descrito
por Frances Tustin (1972).
Creio ser difícil determinar qual tenha sido a contribuição da condição emocional
da mãe e a das características constitucionais do próprio Rafael, na ocorrência das
falhas importantes acontecidas na relação mãe-bebê. O que fica evidenciado pelas
descrições dos pais foi a ocorrência de uma retirada autística de Rafael, sem
nenhuma história ou sinal de doença física, o que sugere fortemente estarmos frente a
uma causa predominantemente psicogênica. Retomemos aqui minha impressão de
que os pais não pareciam poder conectar as necessidades psíquicas do filho de forma
razoável e de que pareciam estar voltadas apenas às suas necessidades físicas.
Mélega (1990) dá uma descrição que me pareceu muito apropriada para o quadro
apresentado por Rafael: “Um relacionamento mãe-bebê insatisfatório para a
disposição da criança, em que a sensualidade e possessividade induzem a uma forte
tendência à fusão com o objeto materno, teria levado a um fracasso da função
continente do objeto externo (mãe) e consequentemente a um fracasso do conceito de
um self-continente“. Anne Alvarez também nos aponta para a necessidade da criança
de manter juntas as partes do self. Quando esta vive a sensação da perda da mãe,
num momento em que ainda precisa muito dela, antes da instalação do objeto interno
dentro de si, a repercussão poderá ser a de como se fosse perder partes dela mesma.
Uma imagem poderosa para representar esta condição, nos é oferecida por Esther
Bick (Meltzer 1975), ao nos falar de sua observação com pacientes que referiam
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imagens de um saco de batata que se rompia, com as batatas se esparramando.
Quando a criança não pode ter a segurança de que, ela contará com a presença da
mãe na hora em que precisar, passará a não sentir confiança. Isto não permitirá que
ela, aos poucos, comece a organizar o sentido de realidade, não caminhando, assim,
para a formação do objeto interno, da organização intra-psíquica, predecessora da
formação de símbolos. A resultante será a presença das equações simbólicas, estágio
intermediário entre a ausência da representação mental e seu surgimento.
Com Rafael, no inicio não foi possível identificar um vínculo familiar forte, estreito
e necessário, com a presença de uma mãe continente das ansiedades do filho e de
um pai continente desta mãe; ele, devido a suas questões emocionais, não oferecia
uma sustentação emocional à mãe, assim como ela não o fazia para o filho. A
sustentação era apenas material, se detinha nas necessidades físicas. Assim Rafael
ficava impossibilitado cada vez mais de ir despertando seu interesse pela mãe e de
ampliá-lo, posteriormente, para outros relacionamentos e para o mundo ao seu redor.
Nas falhas de desenvolvimento simbólico de Rafael, aparece o acentuar de
características já presentes nos pais.
A mãe ia introduzindo, de forma muito fraca e anêmica, as condutas que traziam
desenvolvimento: Já o pai, com a idéia de que as funções de cuidados emocionais
pertenciam à mãe ou à babá, quando muito dizia "oi" a seu filho. De um tempo em
diante, o próprio pai, segundo seu relato, como não via retorno por parte do filho,
resolveu abandonar mesmo essa pequena manifestação. Não eram a Rafael dadas
chances de elaborar, juntamente com eles, as experiências que vivia: o brincar não
era como um sonhar, mas apenas uma atividade motora.
Com a seqüência do trabalho fui tendo a impressão de que a contribuição das
condições próprias a Rafael para suas dificuldades era pequena, frente as
características dos pais. No início, fiquei com a impressão que ele tivesse muito baixa
tolerância à frustração, mas à medida em que fui acompanhando-o, foi possível
afastar este elemento para explicar o atrazo em seu funcionamento mental: foi me
parecendo ter ele suficientes recursos internos para lidar com as situações básicas da
vida.
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Ele parece ter se saído bem no seu desenvolvimento psico-emocional até os seis
meses de idade, quando falhas começaram a se apresentar. Formei a hipótese de
que aproximadamente aos sete meses de idade Rafael passou por um momento
crítico, que resultou em uma parada e regressão em seu desenvolvimento emocional.
Sabemos que este período da vida representa um momento muito significativo do
desenvolvimento mental, de um voltar-se mais decididamente para o mundo externo e
de adquirir maior autonomia, com a criança já tendo possibilidade de manejar os
conceitos mentais fundamentais, com um eu incipiente mas já discriminado do casal
parental, e tolerante à exclusão deste. Em termos da teoria kleiniana, seria a
aquisição da posição depressiva e, com ela, a possibilidade da formação simbólica.
Trabalho com a hipótese de que Rafael não encontrou um ambiente com reverie.
A predominância era de não encontros entre mãe e filho, entre pai e filho e entre o
casal. Lembremos Bion: o bebê no início de sua vida, não tem condições por sí
mesmo para elaborar sensações e emoções, tendo que depender das capacidades da
mãe para tal; caso a mãe não disponha dessa condição interna, o bebê não terá como
desenvolvê-la e ficará desprovido dessa função ficando o contato com a realidade
crucialmente atingido. Com Rafael, não só foram ignorados os aspectos emocionais
(ausência de reverie), como é também possível considerar-se a presença de
manifestações de hostilidade às suas necessidades emocionais ou seja hostilidade ao
mental, um anti-reverie. Dou um exemplo: Num dos relatos os pais descreviam que
queriam que ele ligasse e desligasse o interruptor de luz e forçaram-so a fazer Isto
inúmeras vezes, sem qualquer outra finalidade a não ser pelo contentamento de o
estimularem. Vejo isto como resultado da angústia dos pais frente à percepção
inconsciente de que algo não ia bem com Rafael, percepção que era conscientemente
negada. Ainda outro dado trazido por eles, foi o de o terem colocado frente à
televisão, desde os primeiros meses de vida ficando Rafael fixado nas imagens por
horas a fio.
Há algumas situações do ambiente que foram apontadas pelos pais que também
merecem registros. Até os tres meses de idade de Rafael, a mãe ficava inteiramente
disponível a ele; após esta data ela começou a trabalhar novamente. Com 7 meses,
iniciou com somatizações com distúrbios intestinais e crises de asma que
desaparecerem após iniciar o trabalho psicanalítico. Em torno dos 6 meses começa a
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se perceber o retroceder em seu desenvolvimento emocional, com sintomas de
desconectar-se do ambiente, num estado de entranhamento, começando a não mais
olhar as pessoas nos olhos e não mais atender quando chamado. Nas filmagens feita
pelos pais, observa-se claramente o momento em que Rafael não atende mais a voz
do pai, passando a ignorá-lo, assim como também a outras pessoas em torno. Já
quando começou a andar, pisava em cima dos objetos, como se eles não existissem.
A sensação que me ficou ao assistir esta foi a de vê-lo involuir rápidamente. Foi
inevitável associar com Donald Meltzer (1975), que ao falar da condição de
reconstrução de sequências no desenvolvimento a partir de um quadro de autismo,
propõe a seguinte imagem: “(...)fotografia cinematográfica da abertura das flores,
onde seriam tomadas fotos com intervalos de poucos segundos, onde é possível
delinear um processo e um crescimento que não é visível para o olho nu(...).” Uso
este modelo com Rafael, mas ao inverso: ilustrando sua regressão.
Acredito terem sido “manobras protetoras” (Tustin, 1981), que ele buscou, como
recurso para dar conta de condições que provávelmente eram muito angustiantes e
ameaçadoras, centradas na ausência de contatos e de resposta emocional às suas
necessidades. O neurologista que o atendeu pela primeira vez (aproximadamente na
idade de 1 ano), e diagnosticou autismo, orientou os pais quanto à necessidade de ser
ele muito estimulado. Com isto, os pais entraram em um funcionamento maníaco,
falando num tom de voz muito alto, estridente, barulhento, numa verborragia
inintelegível para o filho, que resultava em estonteá-lo. E o efeito possivelmente era
oposto ao buscado, pois Rafael colocava em ação mais defesas, como a dos
desligamentos, lembrando-me a imagem dos disjuntores que caem pela sobrecarga
da corrente elétrica e assim cortam a energia. Isto ficou muito evidente em Rafael, no
contato comigo: se eu falasse num tom de voz além do que suportava, ou quando a
mãe, na minha presença, fazia barulho falando alto ou em demasia, imediatamente
“desligava”, não fazendo mais contato conosco.
Aos dois anos de idade Rafael ainda não falava; emitia apenas poucos sons.
Tinham sido criados, entre ele e os pais, vários códigos, onde o filho não necessitava
comunicar as necessidades e tudo era atendido antecipadamente, sem qualquer
chance de frustração. Tinha, durante as vinte e quatro horas do dia, uma babá só para
atendê-lo. Foi necessário trabalhar com os pais no sentido deles deixarem de se
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antecipar em situações que Rafael podia resolver por conta própria pois sempre
haviam pessoas ao seu redor fazendo o que ele necessitava, antes mesmo que ele
tomasse iniciativa. Rafael puxava insistentemente as mangas das roupas das
pessoas, sem falar o que queria, ou, então, não cumpria ordens que possivelmente
entendia. Ainda: ele era uma criança em quem nunca haviam aparecido crises de
birra, pois não chegava necessitar lutar pelo que queria ou de experimentar
frustrações. Isto desembocou num grande problema, o da indiscriminação entre o
princípio de realidade e o do prazer, facilitando o fortalecimento da onipotência do
desejo: bastava querer para acontecer.
Aos 3 anos de idade, após quase um ano de atendimento psicanalítico, Rafael ja
tinha um vocabulário bastante amplo, fazendo frases longas; porém, seu falar era
como o de um bebê: a voz
fraquinha e, muitas vezes, de difícil entendimento.
Lembremos que a palavra falada, representando verbalmente o objeto ausente, pode
ser a bússola que nos indicará o começo de uma verdadeira formação de símbolos.
Sobre isto Teresa R. L. Haudenschild (1996) comenta: “No meu entender esta “fala”
materna adviria de uma “escuta” materna e seria antes de tudo expressiva e manifesta
de modo material (através de comunicações sensíveis, táteis por exemplo), dinâmico
(onde essas comunicações táteis, sonoras, sinestésicas tem um ritmo) e visual
(através de comunicações fisionômicas da mãe vistas pela criança). Esta modalidade
de “fala” corresponderia a modalidades do imaginar, do “sonhar” da mãe, modalidades
estudadas por Bachelard (1942,1947,1970) como originárias do “sonhar” humano. Ele
diz que mesmo as imagens literárias mais sofisticadas, se não preenchidas das
expências originárias de sensações materiais primeiras seriam pobres...” Acredito
serem estes os aspectos a serem previlegiados, daí a importância de uma abordagem
dupla: análise pessoal de Rafael e a busca de favorecer os pais a usarem de suas
condições potenciais para lidarem com as turbulências que advém das emoções
vivenciadas com o filho, para que funcionem com mais harmonia e tolerância às
frustrações e às dores mentais que inevitavelmente acontecerão. Creio que é este o
caminho para Rafael poder ter condições de chegar a simbolizar suas experiências,
para, conseqüentemente, desenvolver pensamentos. Para tal necessitará usar a mãe,
o pai e a mim como analista, para colocar em nós os estados iniciais de sua mente,
principalmente aqueles de grandes angústias, através da comunicação extra-verbal.
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E, por outro lado, poder assim introjetar as funções mentais destes objetos
continentes e criar em si a mesma condição.
A forma mais comum de olharmos o pensamento é a de uma transformação das
experiências, de seus aspectos emocionais e sensoriais em representações
simbólicas, que, por sua vez, são usadas na produção de pensamentos oníricos e na
atividade lúdica, onde a mãe não vai disciplinando mas sim transformando as
situações em brincadeiras. É necessária a criatividade: o objeto sonhante (Braga e
Braga 1998) faz a passagem para o nível metafórico, essencial ao pensamento
simbólico. Com isto, volto a enfatizar esse tipo de relação de dependência da
capacidade da mãe, de "sonhar" (com sua capacidade de reverie) as experiências
emocionais do bebê, o que o capacita também a "sonhar" e a "pensar". O "sonhar",
sendo o primeiro passo para o pensar, torna-se a base para a transformação de
processos introjetivos em linguagem e em processos de abstrações e generalizações
que levam os processos de pensamento para o exame do mundo exterior. A criança
necessita emprestar “formas oníricas” da mãe, como se fossem recipientes que
pudessem ser preenchidos com seus significados próprios. Quando o objeto sonhante
existe internalizado e é capaz de "sonhar" a vivência do mundo interior, o destino
destes pensamentos embrionários já formados é o de serem elaborados e assim
poderem ser tolerados, não sendo fatos concretos, atuados ou somatizados.
3- Algumas referências psicanalíticas sobre o desenvolvimento simbólico:
Vendo o desenvolvimento mental como paralelo e dependente do funcionamento
do sistema nervoso central, Freud introduziu a compreensão de que nossa mente é
primariamente inconsciente e gerada no embate entre forças biológicas (pulsões,
esquema filogenético do complexo de Édipo) e psicológicas (as experiências
perceptivas e emocionais). Melanie Klein, expandiu em muito esta compreensão e nos
alertou para a importância da mãe real externa, de sua presença e da maneira como
ela lida com as emoções próprias à relação com o bebê, fatores estes que pesarão na
criação do objeto interno, com predomínio de aspectos bons ou maus.**
“A cada passo, as ansiedades persecutórias e depressivas podem ser reduzidas ou, segundo o
caso, aumentadas pela atitude da mãe; e a medida em que as figuras prestáveis ou persecutórias
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A partir de Melanie Klein, ficou acentuado como cada um de nós cria um mundo
psíquico singular, dependente das relações objetais. Também o psiquismo passou a
ter a sua formação examinada em seus primórdios: se em Freud a mente incipiente
era a mente da criança de tres a cinco anos em seus desenvolvimentos pulsionais e
cognitivos, com Melanie Klein "mente" é a mente do bebê, no primeiro ano de vida,
em seus desenvolvimentos emocionais. E mais: se em Freud, o desenvolvimento da
mente seguia uma linha pré-determinada, como a criação do mundo em sete dias,
uma coisa por dia, em Melanie Klein a mente forma-se à partir de uma condição para
a qual o caos dos antigos gregos seria um melhor modelo.
Estudando as idéias de Freud e de Melanie Klein, fica-nos uma visão de ser a
mente um desenvolvimento natural à espécie humana. Já em Bion, a idéia é de que
aprendemos a pensar e, com isto, adquirimos a possibilidade de crescimento mental.
Ampliando as contribuições de Melanie Klein, de que as ligações primeiras do ser
humano centram-se na relação com o seio, Bion desenvolveu a idéia de reverie
materno como função essencial ao desenvolvimento da vida mental, como a condição
de “sonhar” a experiência emocional do bebê. A ausência do reverie, a nãocompreensão da vivência emocional do bebê, o não-reverie (Mélega, 2001), é o que
identifico na relação mãe-pai-Rafael. Minha observação é de que não podiam
desempenhar esta condição. Diz Haudenschild (1996), ”Acredito que sem a introjeção
da capacidade “sonhante” da mãe, uma criança nunca chegaria a brincar e muito
menos a falar uma fala com sentido emocional.”
Desta maneira a criança pode projetar as ansiedades que experimenta dentro da
mãe, que então as devolve sob forma de representações. A mãe vive os
acontecimentos e dá forma a eles, à partir da sua capacidade sonhante. É a mente
dela em ação, que cria o significado simbólico a partir do sentido extraído da
experiência emocional que partilham. A atividade de pensar tem, nesse processo, sua
base fundamental. Bion (1962) desenvolveu um modelo da mente em que biológico e
psicológico são integrados por uma misteriosa função (“a função alfa atua sobre as
prevalecem no inconsciente infantil é fortemente influenciada por suas experiências reais,
primeiramente com a mãe, mas também dentro em breve, com o pai e outros membros da família”.
Sobre a Observação do Comportamento dos Bebês. In: Os progressos da Psicanalise (1952). Esta
mesma posição pode ser encontrada no ultimo parágrafo deste mesmo artigo e ver também em:
“Algumas Conclusões Teóricas Sobre a Vida Emocional do Bebê” e Uma Contribuição à
Psicogênese Dos Estados Maníacos-Depressivos (1934), In Contribuições da Psicanálise.
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impressões sensoriais e sobre as experiências emocionais”), adquirida pela criança à
partir da introjeção desta mesma função existente na mãe. Na opinião de Bion
(diferente da que Freud expôs como desenvolvimento da libido), a mente não se
desenvolve como algo pré-determinado, mas sim cria-se à partir (1) da existência de
pré-concepções inatas de si mesmo ("self"), dos objetos iniciais e das relações ("seio"
“pênis” e "Édipo"); (2) da tolerância à ausência do objeto concreto; e (3) da introjeção
da capacidade sonhante (reverie) da mãe. É com Meltzer que vamos encontrar a
singularização deste objeto pensante, embora possamos entrevê-lo assinalado em
descrições anteriores de outros autores do grupo kleiniano (Money-Kyrle, por
exemplo). Meltzer (1992) explicita que as misteriosas funções descritas por Bion na
gênese dos símbolos, não são desempenhadas pelo nosso "self" (ego+objetos
internos), mas por um objeto introjetado em nosso mundo interno, o "seio pensante"
ou "superego pensante", dependendo do nível de abstração em que o conceito é
abordado. Retoma o conceito de Freud de superego como identificação e introjeção
da "instância parental", não só para interdição ou crítica, mas ampliando-o também
para a gênese de condições para o surgimento de pensamentos novos.
Acompanhando Bion, Meltzer (1985) afirma que o pensar é algo que deve ser
aprendido e ensinado. Diz-nos que a função materna não é só a de cuidar das
necessidades fisicas do bebê, assim como tão pouco se restringe a atender aquelas
emoções que mantém-se dentro do limite tolerável de ansiedades que este pode
sentir. A mãe tem que pensar pelo bebê, para ajudá-lo a pensar acerca de si mesmo,
isto é, tem que atender aquelas experiências emocionais, ainda não elaboradas pelo
bebê. Uma expressão usada por Meltzer (1989) sintetiza, em nível de concretificação,
toda a questão que aqui consideramos: "assim como o bebê mama o seio, mama a
mente da mãe". Há toda uma atitude ávida do bebê pelas manifestações mentais dela.
Isto inclui um ponto fundamental, extensívo para o mental: havendo leite disponível, o
bebê só é capaz de aproveitá-lo por ter um aparelho digestivo capaz de metabolizá-lo.
Ou seja, o bebê só pode se aproveitar do reverie materno se tiver tido a condição
prévia de introjetá-lo (identificação introjetiva e não identificação adesiva, Meltzer,
1975). A existência de um casal funcionando como fonte da criatividade do indivíduo
assinala esta etapa prévia no desenvolvimento. Isto abre-nos a tarefa de observar
como a reconstituição desta função essencial da mente pode acontecer em uma
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análise e se, de fato, acontece. Nesta linha de pensamento, lembremos a afirmação
de Money-Kyrle (1968) em "Desenvolvimento Cognitivo”: se uma criança de seis
meses ainda não desenvolveu o conceito dos pais em coito (sob formas primitivas de
representação), esta criança terá sérias dificuldades futuras em uso do pensamento e
na vida sexual, "pelo menos sem a ajuda de uma análise prolongada”.
Esta observação (de Money-Kyrle) nos introduz o problema que estudo com
Rafael: o não desenvolvimento simbólico, ou em termo da teoria do pensar de Bion
(1962), a falha no desenvolvimento das pré-concepções inatas.
4- A experiência analítica com Rafael: o primeiro e o segundo encontros:
Fevereiro de 1999.
Idade: 1 ano e 11 meses.
Ao encontrá-lo na sala de espera, ele não pareceu fazer contato com minha
pessoa, que lhe era estranha, nem visual e nem com o som da minha voz. Convidei-o
para entrar, estendi-lhe minha mão e toquei a dele; nesse momento Rafael se
esparramou no chão, como se ele se desmanchasse. A mãe levantou-o e o trouxe
para a sala de atendimento. Nesta sala, dirigiu-se para a mesinha onde estavam os
brinquedos e passou a empurrá-la para frente e para trás, repetindo algumas vezes
este movimento. A impressão era a de que ignorava a presença da mãe e a minha.
Num determinado momento, deu a sensação de que iria se conectar comigo, fazendo
a devolução de um sorriso ou de uma fala, pois, duas ou três vezes olhou-me; mas
logo desviava o olhar, como que abortando a possibilidade de um encontro. Após
parar de empurrar a mesa, pegou um livro de bichinhos e jogou-o no chão, sem
demonstrar qualquer interesse. Sua atenção maior, durante alguns segundos, foi os
carrinhos, os quais virava de ponta cabeça e movimentava as rodinhas; fez leve
tentativa de empurrá-los pela sala, mas desistiu em seguida. Quando andava pela
sala, fazia-o como alguém atordoado, jogando tudo para o chão, esbarrando nos
objetos. Pisava e tropeçava nos brinquedos, como se eles não existissem. Se esta
ação fazia com que ele caísse no chão e batesse a perna ou outra parte de seu corpo,
minha impressão era a de que não se sentia atingido; como se a perna não lhe
pertencesse. Pegou uma colher de plástico e bateu com ela nos móveis, sem dar a
impressão de se vincular ao som; era mais um ato automático. Depois colocou-a na
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boca e, sem propósito, quebrou-a. Não senti a mínima reação dele, seja de susto ou
de admiração, continuando com o cabo quebrado na boca.
Em torno dos vinte minutos da avaliação, ele foi para a porta e tentou
insistentemente abri-la, sem sucesso. Nesta altura, a mãe já tinha saído da sala,
ocasião em que ele nada expressou. Eu abri a porta e ele dirigiu-se para a sala de
espera, onde estava a mãe. Ao encontrá-la, começou um choramingo que logo
cessou. A mãe tomou-o no colo e voltaram ambos para a sala de atendimento,
sentando-se ela no lugar que lhe era destinado. Rafael bocejava e andava para lá e
para cá. A mãe, parecendo-me mais ansiosa para que ele produzisse algo mais
organizado, perguntou-lhe algumas coisas sobre os brinquedos. Em resposta, ele
resmungou coisas ininteligíveis. Em seguida foi até o aquecedor de parede, passou a
ligar e desligar a chave, olhando em seguida para à mãe. Ela dizia “não”, e ele foi até
ela, como se fosse agradá-la, mas apertou-lhe a garganta e o nariz. Ela brincou: "Ai!
ai! ai!". A camiseta de Rafael, tanto a gola na altura do pescoço, quanto as mangas,
estavam encharcadas de tanto chupá-las. Em alguns momentos ele substituía a roupa
pela mão, que colocava toda na boca.
Finalizei o contato após quarenta minutos e solicitei nova entrevista.
Segunda sessão de avaliação, realizada quatro dias após a primeira:
Nesse segundo contato, quando o convidei para entrar, deixou a mãe na sala de
espera com certa relutância, e veio comigo. Após um período muito curto, quis sair e
começou a chorar. Voltou para a sala de espera e logo a mãe retornou junto com ele
para a sala de atendimento. Percebi que Rafael caía bastante, tropeçando por tudo,
seja nos pés das cadeiras e das mesas, seja nos brinquedos que ia jogando no chão.
Pisava em cima dos brinquedos que estavam no chão, como se não existissem. De
início, distraiu-se um pouco com a mãe. Ela tirou o tênis dele, dizendo para ele que o
tênis incomodava. (Creio que essa dedução dela foi devida ao fato dele tentar abrir e
fechar o velcro do tênis, o que fez por alguns momentos). Sem tênis ele começou a
mexer na meia, puxando-a e empurrando-a como se quisesse tirá-la. Pegou alguns
brinquedos, diferentes dos do primeiro atendimento, por exemplo, a bola, mas apenas
fez um leve ensaio de jogá-la, sem sucesso ou insistência Senti a mãe muito aflita,
insistindo para que ele brincasse, produzisse algo e com isso o atropelava, falando
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muito alto. Ele tossia bastante. Percebi leves olhares e sorrisos, havia uma certa
comunicação, mas a primazia era da dispersão. Tentou sair da sala mas não
conseguiu abrir a porta e começou a choramingar. Pegou os carrinhos, desviando
rapidamente a atenção, e tentou fazer algumas brincadeiras, batendo o carro pequeno
com o grande. A mãe insistia e dizia para ele olhar o carro, mas ele dispersava-se
totalmente. Foi algumas vezes ao aquecedor, a mãe logo dizia "vou ficar triste", mas
Rafael não parecia tomar mais conhecimento ou ligar-se nela. Mordia a blusa e ia
ficando todo babado. Quase para o final da hora, foi até a mãe, que estava com o livro
de bichinhos nas mãos, e comentava para ele: “... faça como em casa, sente para ver
com a mamãe, fale como faz a vaca, o cavalo...” Rafael apenas resmungava. Num
momento, a mãe tentou forçá-lo a acompanhar a estória: contava-a num linguajar que
talvez apenas uma criança de cinco anos poderia entender. À medida que tudo isso ia
acontecendo, ele ia se desligando cada vez mais. Achei-o um pouco mais conectado
neste contato. Podia me olhar em alguns momentos, quando eu falava com ele,
apesar de só me atender depois de eu repetir algumas vezes a solicitação. E quando
ele o fazia, era como que em câmera lenta. Em duas ou tres situações, conectou em
algo, solicitado ou perguntado pela mãe, como no caso de retirar o tênis. Ou na minha
pessoa, quando num determinado momento me olhou e bateu palmas para a mãe.
5-
Alguns
pontos
significativos
sobre
desenvolvimento
simbólico,
acessíveis na seqüência do trabalho com Rafael:
Analisarei vinhetas clínicas, do trabalho analítico com Rafael, expandindo idéias
sobre o processo de simbolização e a evolução das sessões, principalmente de
momentos de mudanças, nos oito primeiros meses da análise.
Rafael vem sendo atendido, em 4 sessões semanais desde maio de 1999 (2 anos
e 2 meses de idade).
1- DO IGNORAR O OBJETO AO ESTABELECIMENTO DO CONTATO VISUAL.
Data: 27/5/1999.
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Idade: 2 anos e 2 meses.
Em análise: 20 dias.
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“ Rafael estava aguardando na sala de espera. Ao encontrá-lo, falei: “oi, Rafael...”
Ele estava agitado, pegando as revistinhas, amassando-as e rasgando-as. A mãe me
pareceu movida por ansiedade, entrando logo entre nós dois, não deixando muito
espaço para nos virarmos com o que ali poderia acontecer: “Olha a Claudi, filho”,
“atenda a Claudi”, “vá com a Claudi”(...) Ele me olhava, e tornava a me olhar, mas
sem decidir-se a me acompanhar. Convidei-o para entrar, ele mostrou leve relutância,
mas em seguida me deu a mão. Durante a sessão, observei algumas vezes ele
bisbilhotando com os olhos o que tinha nas mesas, e, mais tarde, com as mãos.
Depois, examinou os carrinhos, o boneco “Rafael”, detendo-se principalmente no
rosto, pondo o dedo nos olhos, nariz e ouvidos(...). Também foi verificar detidamente o
que tinha dentro da caixa”.
Esta vinheta é do primeiro mês de trabalho analítico, onde percebo movimentos
de Rafael para chegar próximo de mim, assim como também de iniciar o uso do olhar,
como forma de contato, o que anteriormente era praticamente inexistente. Entra mais
facilmente na sala de análise e consegue ficar mais tempo comigo. Quando chego na
sala de espera para buscá-lo, algumas vezes já mostra dar-se conta da minha
presença. Quando vou fazendo alguma dramatização, já fixa mais o olhar em mim ou
nos personagens. No contato com Rafael, o que basicamente impacta é seu
comportamento desorganizado. O que parece movê-lo é uma busca contínua de
sensações físicas. Não encontro manifestações que sugiram ter ele já formado
representações da nossa relação, que possa usar. Parece apenas seguir impulsos.
Um aspecto que me trouxe a idéia de alguma mudança, foi a presença de olhares
seus com uma qualidade investigativa. Se ele me olha (e não apenas me trata como
uma extensão de seu corpo, no que seria uma manifestação típica de autismo) é
porque está sendo possível para ele aceitar que há uma distância, uma separação
entre nós. Portanto ele começa a manifestar o reconhecimento da existência de um
espaço: ele e eu não estamos colados. Isto aparece também em seus movimentos de
curiosidade no exame dos orifícios, na face dos bonecos e na caixa. O que sugere
uma tentativa de organizar o conhecimento de um espaço, implicando na existência
de um dentro e de um fora. Passou a aceitar ser olhado nos olhos e também olhar nos
meus olhos. Percebo Rafael utilizando de forma tolerável o que lhe é oferecido, sem
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ansiedades intensas ou uma grande desorganização. O campo da experiência
emocional parece começar a delinear-se para ele.
2.
SURGEM MANIFESTAÇÕES DE REGISTROS DE NOSSO CONTATO
.
Data: 2-6-1999.
Idade: 2 anos e 3 meses.
Em análise: 1 mês.
“...Durante a sessão mordia o dedo e punha a camiseta na boca, chegando a
encharcá-la(...). Pegava os brinquedos e os colocava entre as pernas, depois sentava
em cima deles, como se estivesse chocando-os.(...) Nesta sessão, ele começou a
usar de vocalização, repetindo algumas palavras que eu dizia. Tinha um princípio de
lembranças das nossas brincadeiras, mostrando ter internalizado algumas coisas
acontecidas alí entre nós, começando assim a compartilhar. Observei uma facilidade
um pouco maior em sua movimentação entre a sala de espera e a de atendimento,
isto é, entre a mãe e mim”. Rafael tenta elaborar os problemas trazidos pela
descoberta da existência de espaços e, portanto, da oposição entre dentro e fora. Se
há dentro e fora, há orifícios de passagem (boca, ânus, portas...). Sua investigação
sugere que ainda não discrimina a existência de um sentido para a entrada e de outro
para saída. Cada orifício parece comportar ambas as funções, como uma porta, mas
não como a boca e o ânus, que têm funções específicas. Aparece uma ausência de
distância, como se não pudesse separar uma da outra. Outro processo que
lentamente se inicia é o de dar alguma coesão ao self. Tenta colocar os objetos para
dentro dele, numa incorporação oral e anal. Isto também me sugeriu estar querendo
colocar-me para dentro dele e assim foi que trabalhei este momento.
3-TOLERÂNCIA À SEPARAÇÃO.
Data: 16-6-1999.
Idade: 2 anos e 3 meses.
Em análise: 1 mês e meio.
"Tinham já passado mais ou menos dez minutos da sessão, Rafael deixou os
brinquedos, abriu as portas que iam dar até onde estava a mãe e correu para lá. Eu
escutei a mãe tentando impedi-lo de mexer no cinzeiro e nas revistas, que ele tentava
rasgar e atirar no chão. Enquanto isso, na sala de análise, eu iniciei uma encenação
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do que percebia estar se passando entre Rafael e a mãe, usando para isso os
bonecos
"mãe" e "Rafael". A personagem "mãe" vai falando alto e braba para
“Rafael”, que vai respondendo. Por exemplo, Rafael: "Quero jogar tudo no chão, quero
brigar com mamãe". Mãe: "Não, Rafael, não. Não pode". Rafael: "Mas eu quero, quero
jogar". Ao ouvir-me, Rafael correu de volta para a sala de atendimento e vibrava muito
com o que via e ouvia. Mas, após um tempo, voltou para a mãe. Eu retomei a
dramatização e ele veio de volta. Essa cena se repetiu, creio que mais ou menos dez
vezes. Logo suas idas até a sala de espera, já não eram para ficar com a mãe e sim
para poder voltar em seguida à sala de atendimento para assistir à dramatização, com
a qual ele vibrava. Olhava-me muito, prestava muita atenção no que eu dizia, e se
divertia. As falas do "teatro" iam mudando, repetindo o que a mãe dizia na sala de
espera, só que a cada vez o tom que eu ia usando era mais enfático e firme, que nada
tinha a ver com o jeito da mãe, que fala com voz monocórdica e sem qualquer
firmeza. Eu repetia dizendo: "Quero brigar com mamãe", "vou fazer outra vez", "estou
brabo com mamãe", etc... Nas últimas vezes fiquei surpresa, pois Rafael pegava os
personagens e os representava brigando, imitando-me. Fazia como se ele estivesse
brabo, ele e a mãe brigando e sua voz (que geralmente é sem modulação, como a da
mãe), ficava exaltada, chegando até a dar gritinhos".
Examinando esta sessão, destaco que eu não interpretei a relação analítica,
oferecendo-lhe algum significado simbólico, mas fui buscando dar condições a Rafael
de exercitar seus recursos para tentar desenvolver a capacidade de criar símbolos
próprios. Isto traz um importante problema para discussão no atendimento de crianças
que ainda não desenvolveram a condição simbólica. Espero que os comentários que
se seguem, ofereçam elementos para esta discussão. Nessa vinheta aparece Rafael
indo até a sala onde estava a mãe. Com ela a relação era na base da descarga de
impulsos. Voltando para a sala de sessões, atraído pela minha atividade de
representação simbólica, encontrava os fatos sensoriais ganhando significados na
interação entre nós. Identifico-o como caminho para começar o pensar, abrindo um
continente para as coisas mentais. A analista busca um agente de representações
simbólicas, onde pode ser observada a dupla analítica operando, visualizando um
modelo do objeto sonhante (Braga e Braga, 1998). Com este será possível vir a
vivenciar o surgimento da mente, quando "ver" e "ouvir" darão lugar a "enxergar" e
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"escutar", com o salto para a significação acontecendo. A aquisição de significados
para as experiências, realizaria a função do objeto sonhante.
Alguns
aspectos
importantes
nesse
encontro
ficam
bem
marcados.
Primeiramente, o despertar do visual, que estava latente, e que associo a esta mesma
qualidade sensorial dos pensamentos oníricos. Em segundo lugar, também os fatos
sensoriais vão ganhando significação. Rafael passa a viver um brincar amoroso que
acontece entre nós dois, contendo vários níveis de comunicação (pré-verbal, verbal,
emocional, intuitivo), utilizando vários canais (visão, audição, tato, identificação
projetiva), em um contexto de experiência emocional. Inclui até a criação de
significados simbólicos. É a origem desta atividade onírica que privilegiamos neste
momento, tradução dos esforços das duas mentes envolvidas em representar o vivido,
com a sinceridade possível. Envolve a criação de significados, o próprio selo da
condição humana. Pensamos estar aqui no cerne da formulação de Freud (1923)
“onde era id que seja ego”, ou na compreensão de M. Klein (1930) da dependência da
elaboração da situação edípica para que a atividade de formação de símbolos se
desenvolva; ou, ainda, na presença da função-alfa ( Bion, 1962).
A necessidade de Rafael é viver experiências com alguém que "sonhasse" o que
acontece no momento em que acontecesse, e que o nomeasse. Para isto precisaria
estar acessível, na relação lúdica entre mãe e filho, a possibilidade da reverie
materna, como fator no desenvolvimento do aparelho para pensar. Ela ter a
possibilidade de ser um "objeto sonhante" pela compreensão de que, no
desenvolvimento de pensamentos, é possível identificar um estágio de representação
pictórica anterior à representação verbal. Ou seja, a atividade "sonhante" tem maior
proximidade ao que pode ser captado pelo indivíduo em suas produções
inconscientes. Assim, entendemos o por que, como em Bion, "pensamos porque
sonhamos" e não que "sonhamos porque pensamos", como em Freud. Neste sentido,
o contato de Rafael, com a mãe e comigo, é contrastante. Creio que por questões
próprias da mãe, ela vive um estado emocional em que não pode "sonhar", no
momento em que acontece a experiência e, assim, não a explora. Não há a possível
intuição da mãe acontecendo sobre o estado emocional que precede a manifestação
acessível aos sentidos; ela não explora a metaforização da experiência como base
para a criação, a gênese de significados: a mãe trata os acontecimentos apenas como
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concretos, não privilegia a vivência emocional que os
acompanha. A mãe não
consegue se antecipar à ação dele, como se ela não pudesse ter noção destes seus
movimentos proto-mentais. Assim, deixa-o atuar. Então ele joga as coisas no chão e
rasga as revistas. A mãe só repete "não", mas não se coloca numa condição de
arranjar maneiras ou brincadeiras para que ela possa usar outros recursos, lidando
com os impulsos de seu filho. A intuição da mãe deveria acontecer, portanto, sobre o
estado emocional que precede a manifestação acessível aos sentidos. Comigo,
Rafael observava atento a minha iniciativa de criar brincadeiras, atividade que deveria
pertencer originalmente à mente materna. No caso, uma brincadeira que envolve a
elaboração da separação, usando sua capacidade recém adquirida de poder dela
afastar-se. A situação seria a de buscar favorecer o caminho para Rafael poder
começar a pensar, abrindo assim um continente para as representações mentais. Um
acontecimento que favorece a simbolização é a brincadeira, que, de início, é imitativa.
Esta brincadeira, intermediária entre o concreto e o mundo de fantasia, começa a
existir para Rafael. Quando possível para mim, tento proporcionar-lhe uma
participação sonhante, não só contendo a experiência emocional proposta, mas
aproximando significados, sinalizando para Rafael a condição potencial de viver os
fatos em nível mental.
4-UM MUNDO INTERNO SE ESBOÇANDO.
Data: 10-8-1999.
Idade: 2 anos e 5 meses. Em análise: 3 meses.
“Rafael vem alegremente para o contato comigo. Ou seja, através da percepção
do lugar em que está, já sabe que vai me encontrar. Tem já uma representação
acerca de mim e do ambiente analítico. Mãe e filho chegaram um minuto antes de eu
abrir a porta e escuto a mãe falando com Rafael. Antes de eu abrir a porta, ele tenta
forçar o trinco várias vezes para entrar. Quando abro, ele está sorrindo e entra
diretamente para a sala de atendimento. Corre para o caminhão de madeira que tem
na carroceria personagens (“analista”, “mãe”, “pai” e “empregada”) e durante um
tempo faz como se dirigisse o caminhão. Em seguida, tira todos os personagens de
dentro. Eu comento, no inicio: "Rafael está alegre com a Claudi”; e, depois, “agora
saiam todos daí da Claudi". Volta a colocar um ou outro personagem em cima do
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caminhão, às vezes só “Rafael”, ou só o “pai”. Eu vou dizendo: "Agora venha só o
Rafael, vamos passear” e depois “Papai vai passear". Ele vai imitando as brincadeiras
que eu vou fazendo e vai se envolvendo bastante. Os personagens “cachorro” e
“passarinhos”, assim como também os “colegas da escola”, vão todos para o assento
da cadeira e ele vai nomeando-os pelos respectivos nomes e dizendo que "todos
agora vão dormir porque é noite". Numa outra passagem comenta sobre o cachorro,
chamando-o pelo nome e dizendo "ele não pode morder(...)".
Neste periodo, já é raro que ele vá até a sala de espera em que está a mãe; pode
deixá-la e, espontaneamente, voltar para onde eu estou. Rafael já se utiliza da
representação de personagens para expressar suas emoções e fantasias, e assim
aproximar-se de suas experiências internas, o que oferece a possibilidade de
podermos iniciar um contato mais íntimo com seu desenvolvimento simbólico.
Podemos examinar mais de perto a situação e questionarmos em qual nível Rafael
está usando as representações que faz; se é bastante primitivo, apenas descarga de
estímulos, ou se é o início da elaboração dos pensamentos. Minha avaliação é que
ele está iniciando a produção de pensamentos oníricos, que tomam forma em
representações pictóricas na relação analítica. Dá idéia de que ele e a analista podem
já entrar juntos por essas criações imaginativas, onde há um contato com a vida de
fantasia. Ele já consegue, em muitos momentos, formar par com a analista. Rafael
começa a desenvolver suas condições de simbolização pela identificação, isto é,
assimilando o outro. Se olhamos pelo vértice kleiniano, estaríamos frente à
identificação introjetiva. Se não houverem condições para a identificação introjetiva,
pela ausência de continentes internalizados, não haverá o desenvolvimento de
pensamentos. Aqui voltamos à importância da idéia de Bion do reverie, a capacidade
da mãe e da analista em "sonhar" a experiência emocional que acontece, de serem
continentes para a identificação projetiva que acontece simultaneamente com a
identificação introjetiva. A função da análise com Rafael, neste momento, pode ser
resumida à de criar condições para que introjete este “objeto sonhante”, o que lhe
permitirá, posteriormente, dar sentido próprio à sua experiência emocional, ter
capacidade de continência para poder dar sentido às suas emoções e relações,
expressando simbolicamente as representações a partir de espaços mentais
singulares, o dele e o meu.
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5-A CONQUISTA DO CORPO E A CRIAÇÃO DE UMA MENTE.
Data: 17-8-1999.
Idade: 2 anos e 5 meses. Em análise: 3 meses e meio.
“Ao chegar, sacudiu várias vezes o trinco da porta para entrar, pois esta ainda
estava fechada. Quando eu a abri, Rafael entrou e foi direto para a caixa. Pegou o
personagem “mãe” e tirou a saia dela, deixando-a nua. Após, pegou o caminhão e foi
para o divã brincar. Fez isto por pouco tempo, enquanto vocalizava “Claudi...
Claudi...”, o que já pronunciava com bastante clareza. Eu percebia que crescia o
contato emocional dele comigo. Foi até a mesinha e começou a arrastá-la para lá e
para cá, enquanto me olhava para ver a minha expressão. Em seguida, procurou
minha cadeira e ficou alguns minutos cantarolando e passando a mão no sustentáculo
do seu espaldar, que lembra muito uma coluna vertebral. A minha impressão é de que
este passar a mão na coluna do espaldar da cadeira envolvia um processo de
curiosidade e de reconhecimento do objeto - e não um ritual ou atividade repetitiva.
Isto me fez pensar no espaldar como a coluna da cadeira, que é como a própria
coluna dele, que tem ficado mais firme, ocupando sua função de deixar o corpo ereto
e não esparramado e se “desmanchando”, como acontecia ao encostar no corpo da
mãe, largando-o para ser sustenteado como se ele não tivesse um eixo”.
Rafael não era uma criança com os automatismos típicos dos estados autistas,
também não era habitual o esfregar-se nos objetos e nas pessoas ou colocar as
coisas na boca. O chupar a camiseta, presente na sessão de avaliação, durou poucas
semanas e a mão na boca apenas poucos dias, no início da análise. Nesta linha de
reconhecimento identifico o passar a mão no eixo do espaldar da cadeira como uma
atividade voltada ao conhecimento e à elaboração da experiência de ter ele mesmo
uma estrutura interna que o sustenta. Embora a experiência aconteça com o corpo,
penso ser precursora do reconhecimento de igual condição no campo mental, a de ter
uma “coluna” que sustente sua “cabeça”. A “coluna” necessária para que
sustentarmos nossa vida mental é a elaboração da situação edípica. É provável que
estejamos aqui às voltas com a elaboração da entrada em cena do pai, com seus
significados de um terceiro na relação, associado à curiosidade pela penetração e ao
instinto epistemofílico. Se assim é, estamos às voltas com manifestações da
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sexualidade associadas à busca de realizar as facetas da pré-concepção edípica,
momento muito significativo tanto para o desenvolvimento emocional como para o
cognitivo. O pênis é o órgão da união do casal, assim como a coluna da cadeira unia o
espaldar com o assento. Em termos de desenvolvimento mental, estaria em cena a
capacidade investigativa, o entrar no objeto. Até aqui, suas expressões eram
essencialmente de experiências de uma dupla mãe-bebê, com momentos de muito
pouca discriminação de um e de outro. Aqui já encontramos um campo mais
complexo em que ele já não é só o participante mas também o observador do que
acontece entre nós.
6- A LUTA PARA DOMINAR O DENTRO / FORA.
Data: 24-8-1999.
Idade: 2 anos e 5 meses.
Em análise: 3 meses e meio.
“Na sessão, algumas vezes começa a jogar os brinquedos no chão e
imediatamente me olha para ver a minha reação. Dramatiza bastante com o boneco
“Rafael”. Leva o caminhão para o divã com o boneco dentro e empurra-o para lá e
para cá, vocalizando “taí”, “taí”, que entendo como “está aí”. Também coloca-o e tira-o
do caminhão. Quando retirava o boneco do caminhão, Rafael batia com os pés no
chão, como se o boneco andasse ou dançasse. Dá-me a impressão de que ao falar
tanto se dirige ao boneco como a mim, pois freqüentemente me olha enquanto fala. A
brincadeira tem continuidade, diferentemente de antes, em que rapidamente jogava os
brinquedos no chão. O boneco é personagem de uma brincadeira mais complexa; aA
vocalização também, embora a maioria dos sons fiquem-me ininteligíveis, embora
claramente sejam tentativas de me comunicar algo. Ao final destas sessões não tem
se dirigido para a sala de espera mas sim para outra, que é de atendimento de
adultos, onde a porta fica fechada. (...) Vai até o vaso sanitário e tenta colocar a mão
na água de dentro, mas sempre muito atento à minha reação.”
Os pais contaram-me que nesta semana iniciaram com Rafael o controle dos
esfíncteres. Treinar o domínio dos esfíncteres, é chamar a atenção para o dentro e
para o fora, assim como para passar a ser agente nesses dois mundos. Como sujeito,
apropria-se de seu próprio corpo: tem barriga, percebe que existe um dentro e um
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fora, que seu cocô vai embora, e que, então, separa-se dele; e que o ânus é uma
passagem de saída. Assim vai desenvolvendo as noções de “dentro” e de “entrada”,
assim como de “fora” e de “saída”, inicialmente através das partes do corpo (boca,
barriga, ânus) e, por analogia, com o mundo mental e sua discriminação do mundo
externo (representações são diferentes das coisas). Isto se associou, na vida familiar,
ao passar da condição de estar no quarto dos pais para a de ter o seu próprio quarto;
este passa a ser um ponto importante de referência, ficando mais claro o que é “seu”
espaço, “sua” cama, “seus” brinquedos e, por outro lado, o que é “dos pais” ou “da
analista”. Está atento às “minhas” reações e curioso com os “meus” espaços que são
vedados a ele. Parte importante nesse processo é o respeito a “seu” ritmo.
Significativamente, esta descoberta aconteceu simultaneamente com Rafael e com os
pais. Nessa ocasião os pais puderam chegar um pouco mais perto de suas próprias
experiências emocionais, com relação à forma de lidarem com seus próprios
funcionamentos psíquicos: começaram a entender as conseqüências de estimulações
excessivas, tanto ao filho como com eles mesmos.
7 - FANTASIAS DA CENA EDÍPICA.
Data: 14 e 21 -9-1999.
Idade: 2 anos e 6 meses.
Em análise: 4 meses e meio
Sessão de 14-9-1999. “Ao abrir a porta da sala de espera para receber Rafael,
ele vem de imediato para junto de mim, sorrindo. No trajeto até a sala de atendimento,
tenta conversar, como quem quer comunicar algo, mas de uma forma ininteligível.
Aponto para ele a satisfação de me encontrar e o querer me falar de suas coisas. Vai
até a sua caixa e pega alguns personagens, entre eles “Claudi” e “babá”, e faz
dramatizações falando de forma clara o meu nome e o dela. Pega, a seguir, a figura
“pai” e constrói o casal, colocando-o em cima do boneco “babá”. (...) Põe o casal na
cadeira que eu uso e que é giratória e os faz rodar e rodar, cada vez mais fortemente,
sempre me olhando. Em seguida Rafael começa a brincadeira de esfregar a mão no
espaldar da cadeira (que lembra a coluna vertebral devido às ondulações). Eu passo a
mão na coluna de Rafael e vou dizendo que ele já pode me olhar bem nos olhos, que
eu estou ali com ele, que ele está mais crescido e mais forte. (Eu estava pensando na
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posição ereta, a firmeza que já é possível para ele, neste momento). (...) Apanha outro
boneco de pano e coloca os pés deste na sua boca. Eu digo: “Pés são para andar e
dançar”, vou brincando e fazendo estes movimentos em outro boneco. De imediato
ele cantarola a música “roda cotia”, que consigo identificar pela melodia. Insiste para
que eu continue a brincadeira e passa a fazê-la com seus pés, e aponta para eles
para que eu os veja. Falo que quer fazer comigo a “roda cotia” até cairmos um em
cima do outro, e ficarmos bem juntinhos. (...) Quando aviso do final da hora, utilizando
uma musiquinha que criei para anunciar o momento de guardar os brinquedos, seu
envolvimento comigo e com o que fazíamos era tão intenso, que necessitou um tempo
maior para aceitar e lidar com nossa separação. Verbalizei a ele estes aspectos”
Sessão de 21-9-99. “(...) Não joga no chão todos os brinquedos, como fazia em
muitas sessões. (... ) Inicia brincando com carrinhos e ficando muito tempo com eles.
Também pega os cachorros, fazendo como se estivessem brabos, repetindo
brincadeiras que fizemos em sessões anteriores. Eu o acompanho, imitando-o e
falando de brabeza: passa a ficar bastante interessado. Fez algumas vezes os
personagens “homem” e “mulher” dançarem sozinhos, ou um com o outro,
entrelaçados, cantando “roda cotia”. Eu me refiro a nós dois como casal. (...) Coloca a
cabeça da boneca “Claudi” algumas vezes na boca e eu lhe digo que me quer por
toda dentro dele. (...) “
Sinto que estas atividades já não são atos isolados, mas verdadeiras brincadeiras.
Se já há um espaço mental incipiente e se dentro / fora já são noções em aquisição,
Rafael começa a dispor da base necessária para a continência e elaboração, em nível
mental, das experiências emocionais e das pré-concepções fundamentais. Em termos
da visão de Meltzer sobre a dimensionalidade no desenvolvimento da mente, Rafael
está iniciando um funcionamento tridimensional, em que a identificação deixa de ser
adesiva (contato de superfícies, imitação) e alcança a condição introjetiva e projetiva,
já com um mundo mental, com os objetos e sua dinâmica na vida de relação. Há
agora condições para começar a usar simbolicamente esta relação com os objetos
(inclusive a analista interiorizada) e a atividade do brincar aparece como um caminho
para elaborar as ansiedades próprias à vida de fantasia e a seus conflitos. E o que
surge são as fantasias edípicas, com sua qualidade de inclusão / exclusão no casal.
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Ora Rafael é um dos membros do casal (formando-o com a mãe ou com o pai), ora
Rafael assiste à relação entre ambos. Detalhando mais: nesse momento entram muito
claramente as fantasias do casal parental, as devidas parcerias, “papai e mamãe”, “eu
e mamãe”, “eu e papai”, “papai e babá”, “ele e a analista”, “o cavalo e a vaca”. Todos
os casais vão dormir juntos, colocando-os um sobre o outro, em relação sexual,
deixando de fora seus filhotes. Com a entrada em cena do casal papai–mamãe,
Rafael está às voltas com a curiosidade e a elaboração da cena primária. Há um
conhecimento em expansão, tanto sobre seu corpo como sobre sua vida mental. Mas
não há clareza suficiente ainda, seja de sua posição sexual, seja de seu órgão sexual
e Rafael examina tanto as possibilidades de Ter órgãos para penetrar como de tê-los
para ser penetrado. Paralelamente, há movimentos de integrar outras funções
corporais (estar ereto por si mesmo, funções esfincterianas) e mentais (curiosidade,
agressividade). Todos estes aspectos ficam explicitados em jogos em que me inclui:
somos um par atuante, um casal sexual.
8- ELABORAÇÕES DA SITUAÇÃO EDÍPICA.
Data: 26-10-1999.
Idade: 2 anos e 7 meses e meio.
Em análise: 5 meses e meio.
“Ao me encontrar, sorri e vem rapidamente para junto de mim. Corre em seguida
para a sala de atendimento, indo direto para sua caixa. Começa a sessão apanhando
da caixa os personagens “pai”, “mãe”, “babá”, e mais um carrinho e o livrinho dos
animais. Vai falando bastante, tentando se comunicar comigo. Eu aponto isto para ele
e ele vem para junto de mim, olha-me parecendo querer examinar no fundo dos meus
olhos. Digo-lhe que fica alegre de estar alí comigo, e quer ver ele bem lá dentro da
Claudi (...)Pega o livrinho dos bichinhos, aponta um dos animais, me mostrando
(coloca muito próximo dos meus olhos), fazendo o som característico do animal. Sua
voz é fraca, como a de um bebê. Eu brinco com ele, fazendo os mesmos sons e
cantando a música do “boi” conhecida por ele.” Ele me acompanha com muito
interesse. Repara muito mais em mim e tenta conversar comigo. Pega a “babá”
encosta-a e esfrega-a no rosto, como se fosse um agrado, acompanhado de um beijo.
Muda para o personagem “pai” e leva os dois, “pai” e “babá”, para o divã, colocando
um sobre o outro. Sobe em cima do divã e alcança o interruptor, ligando-o e
desligando-o algumas vezes, enquanto observa a lâmpada. Digo-lhe: Rafael quer ser
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homem como papai, chegar bem perto da Claudi, agradar Claudi, como papai agrada
mamãe. (...) Volta até a caixa e pega a boneca “Claudi” e coloca-a dentro do copo e,
usando uma colher, faz que me come, olhando-me várias vezes. Digo que me quer
por dentro dele. (...) No final da sessão, começa a examinar sua mão e seus dedos,
passando, em seguida, a sua mão sobre a minha mão. Falo do que é do Rafael do
que é da Claudi, e que tanto podemos ficar longe como pertinho”. “Homem” e
“mulher”, “pai” e “mãe”, já têm características sexualizadas. Também nossa relação
ganha esta dimensão. “
O contato é francamente amoroso, mas Rafael oscila na maneira de incorporarme: ora é regressivamente oral, ora evolutivamente genital. “Seio” e ‘pênis” são
conceitos ainda pouco diferenciados. Há manifestações diretas de sedução, de
iniciativas de tratar-me como “sua” parceira, experimentando a posição masculina.
Mas se o dominante é a experiência dele e da analista formarem o casal sexual, qual
o destino das outras facetas da configuração edípica? Há sinais de que também fica
presente a condição de perceber-se de fora do casal e de que é ele quem comanda
as parcerias que existem. Quanto à dimensão de hostilidade (fantasias castratórias)
esta ainda não apareceu no horizonte. O pai é ainda um parceiro sexual e ainda muito
pouco um rival.
9- A QUEBRA DO SISTEMA ONIPOTENTE E A POSSIBILIDADE DE TER
PENSAMENTOS PRÓPRIOS.
“Esta sessão transcorre muito diferentemente das outras. Ele está tranqüilo, não
retira tudo da caixa como tem feito ultimamente, apenas brinca. Pega o livro de
bichinhos e o traz para mim, chega muito perto, encostando seu corpo no meu. Bate
muitas vezes o dedo em cima das figuras. Como eu não falo nada e continuo
aguardando, ele pega meu dedo e o bate-o em cima do animal. Eu continuo em
silêncio observando e ele então diz, colocando o dedo na vaquinha: “mamãe dá late”.
(...) Vai até ao banheiro e verifica a água do vaso; ao ver a pia, solta gritinhos de
excitação. Bisbilhota o banheiro e também o que é meu, como as gavetas da
escrivaninha, que estão vazias. Falo de sua curiosidade pelas coisas que eu tenho
dentro de mim e que estão escondidas dele. Logo após ele começa a manusear, por
duas ou três vezes, o genital; porém é como se não tivesse ainda muita clareza para
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discriminar estas diferentes sensações em seu órgão genital. Disse-lhe que ele tem
muitas coisas dentro dele e que sente coisas no pipi dele. (...) Brinca com o caminhão,
com o “pai” dando-me a idéia da continuidade do que tínhamos conversado sobre pipi.
(...). Falo que está contente, um menino-homem forte que tem pipi. Para o final da
hora senta-se ao meu lado, por uns cinco minutos, com o livrinho. Vocalizando,
aponta para os bichinhos, sinto-o alí como querendo dividir, partilhar comigo suas
descobertas. (...) Vai até a caixa, pega o bezerrinho e a mamãe vaca colocando o
filhote na teta da vaca e faz como se ela o alimente. Repete as palavras “mamãe dá
late”. O que me ocorre neste momento, e verbalizo, é de que ele quer meu leite para
ficar forte e ficar forte como papai”.
Percebi que, em muitos momentos, sou impulsionada a antecipar-me a Rafael,
não lhe dando chances para que se organize e formule sua experiência de acordo
com suas possibilidades. Creio que este fenômeno vem acontecendo com todos os
que o rodeiam e nos coloca em contato com a força da identificação projetiva,
enquanto forma precursora do desenvolvimento de pensamentos. Cria-se um sistema
onipotente: o desejo que tem é realizado pelo outro. Percebi também que a
compreensão que ele tem é excelente, embora, pelo fato de não verbalizá-la, dar a
idéia de não saber das coisas. Nesta sessão, ficou-me claro a percepção da
necessidade de aguardá-lo, pois agora ele já dispunha de recursos para tolerar a
frustração da espera. Sua curiosidade sexual é bastante grande e ativa. Então
bisbilhota tudo. É a condição necessária à busca de conhecimento. A curiosidade vem
ligada à sexualidade e à voracidade e, por conseqüência, aparece como muito grande
e difícil de satisfazer. O objeto imediato é meu corpo (o corpo da mãe) e seu
instrumento de investigação é o pênis. A função da mente de penetrar e de tomar
posse do objeto, ao formar sua representação, já está bem delineada. Então, a
indiscriminação em que descobri-me é o que me leva a “funcionar” como a mente
dele, fazendo o que ele deseja. A vontade de conhecer vai se juntar a um continente,
a uma mulher, a uma analista que deverá ser propícia para ajudá-lo a desenvolver a
capacidade de penetração, mas sem que se perca as noções de individualidade e de
que os pensamentos que estão se apresentando são dele. A forma amorosa com que
estas questões se apresentam na relação de par que formamos, sinaliza tanto para
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possibilidades favoráveis de evolução mental de Rafael, no sentido de identificar que
tem seus próprios pensamentos e sua vida mental pessoal, quanto para um risco de
encantamento e um convite para uma fusão onipotente, como assinalado em minha
percepção de estar agindo, em certos momentos, como uma extensão dele.
CONCLUSõES: Este estudo foi uma tentativa de avaliar a trajetória que Rafael
vem trilhando no caminho que vai de um funcionamento assimbólico para outro, o
simbólico, ou seja, o percurso do desenvolvimento de sua potencialidade para pensar.
A questão essencial, para tanto, é a da incorporação, no funcionamento psíquico, de
um objeto interno com a capacidade de reverie, que, na mente, tem a função de "criar"
o mental a partir da geração de pensamentos oníricos, pela transformação e integração
das experiências emocionais e sensoriais com as estruturas proto-mentais pré-existentes.
A experiência com Rafael trouxe-me novas evidências de que parte crucial deste
desenvolvimento é adquirido pela internalização da capacidade de reverie, cuja
decorrência é a formação de um “objeto sonhante” no mundo interno da criança. Os
sinais de uma germinação do mental, surgem como parte de uma longa luta, na qual à
tendência a conservar e a desenvolver os pensamentos emergentes, em direção a um
funcionamento simbólico, vão se contrapor movimentos para encerrá-los nos limites
da repetição da experiência sensorial, ou seja do assimbólico. Pensar é uma
conquista do indivíduo e não o desdobrar de uma função geneticamente determinada.
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EL IMPACTO DE LA VIOLENCIA SOCIAL SOBRE LA ESTRUCTURACIÓN
PSÍQUICA. DESDE LA EXPERIENCIA INTRAUTERINA HACIA
LA VINCULACIÓN MADRE - HIJO
Irene Dukes Cohen - APCH
Me estremezco a veces un instante y tiemblo,
Perdido, yerro, y en pánico enloquezco:
Oigo tu voz venir de todas partes,
Como un ciego por un niño atormentado padezco.
Pero tú amagaste el rostro.
No me detuviste,
Sangre de paloma tus lágrimas oscurece,
Atrapado en lo oscuro, sollozando a lo lejos,
Donde memoria o sentido o comprensión se desvanece.
de Llanto, de Natan Alterman
RESUMEN
Basándose en el supuesto que el paciente re-crea aspectos de su
funcionamiento mental en la relación transferencia/ contratransferencia, y que es en
ese espacio potencial donde se puede acceder creativamente a una comprensión y
elaboración de los conflictos. Es que la autora da cuenta detallada de un proceso
terapéutico donde ese espacio se pierde por momentos, produciéndose supensiones
de las transacciones transferenciales, y de cómo se trabajó para construirlo con
límites más nítidos y con mayor continuidad en la mente. Lo anterior se explicita a
través de las vicisitudes propias de un proceso analítico con un niño de siete años
de edad, que presenta un trastorno de personalidad limítrofe con estados donde
predomina un funcionamiento psicótico y defensas autistas. Se muestra como
evoluciona hacia un funcionamiento mental acorde a los logros esperables del
proceso de separación-individuación (M.Mahler).
A través de material clínico se ilustra como la experiencia traumática (de guerra)
de la madre durante el embarazo del paciente, y por ende la experiencia intrauterina
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estresante del paciente, influyó en la configuración de su estructuración psíquica.
Donde ciertos comportamientos como el encapsulamiento autista, son comprendidos
como un fenómeno patológico defensivo de su vida fetal. Se señala además, que
esta actividad defensiva cumple un sentido de refugio psíquico contra experiencias
de aniquilamiento.
En base a este caso clínico y a diversas investigaciones en el ámbito de las
neurociencias que dan cuenta de registros de experiencias en el feto durante la vida
intrauterina, es que en este trabajo se plantea la necesidad de considerar como un
continuo la experiencia intrauterina y la temprana infancia.
Se finaliza con una discusión teórica relativa al impacto que puede tener en el
feto y en el vínculo madre-hijo un contexto de realidad social de gran violencia. Se
explicita el entrecruzamiento entre violencia social, experiencia intrauterina, función
de reverie y transmisión inconsciente transgeneracional.
Palabras claves: contratransferencia, encapsulamiento autista, proceso de
separación – individuación, espacio potencial,
psiquismo fetal,
identificación
radioactiva.
I. INTRODUCCIÓN
Quisiera invitarlos a transitar por la vida de una niño de alrededor de 7 años de
edad, a quien llamaré Kevin. Mi primera imagen de él al verlo, fue la de un niño
sentado en un extremo de la sala de espera, iluminado por la luz tenue del atardecer
que entraba por la ventana, y que le otorgaba a su cara un aspecto mortecino. Su
piel grisasea, sus huesos inmóviles y unos ojos que no expresaban ni miedo, ni odio,
ni desdén, ni indiferencia; unos ojos que se veían vacíos y que generaban una
atmósfera de algo derruido. Lo invito a entrar, y él sin mirarme obedece como un
autómata, sus movimientos son lentos, su cara permanece impávida; mientras que
una extraña e intensa sensación helada recorre todo mi cuerpo. Les propongo que
me acompañen a la sala de juegos y que nos encaminemos juntos por un sendero
que nos conduce por la historia de Kevin mediatizada por la relación vincular, y
enmarcada en el proceso terapéutico. La tarea de seleccionar y sintetizar parte del
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material de las sesiones, así como de los antecedentes de la historia, no ha sido
fácil. Al tratar de recordar y reproducir las expresiones y gestos, las palabras y los
silencios, los movimientos y lo inerte (lo muerto) - que inundaba cada sesión- me ha
ido resultando evidente la insuficiencia del lenguaje. El uso de la palabra como
símbolo no alcanza a definir, y es por esto que en esta comunicación utilizo
metáforas, poesía y recurro al lenguaje de imágenes; principalmente, cuando intento
transcribir el clima emocional, la transferencia y la contratransferencia.
Al primer periodo del proceso terapéutico lo he denominado: “El Castillo –
Cárcel”, y representa un intento de mostrar lo que fue el funcionamiento
estereotipado y rígido de Kevin durante el tratamiento. Es a través de un breve relato
de lo que transcurría durante las sesiones, que ilustraré la expresión de una reacción
autista – específicamente, una reacción de encapsulamiento -, como una maniobra
defensiva. Y de cómo a través de ella Kevin evitaba la realidad “no/si mismo”, donde
esta desconexión parcial surgía como algo necesario, para evitar el dolor mental .
Para ese entonces Kevin contaba con tan solo 6 años y 7 meses de edad. Era una
persona herida. Era un niño que estaba encerrado dentro de su cuerpo, con la piel
pegada a los huesos; era evidente que dicho cuerpo le resultaba extraño, tan ajeno
y tan conocido a la vez. Era un muchacho bonito, pero su postura le hacía verse
frágil e inseguro. Parecía sensible, pero cuyas energías y cuya mente se perdían en
una batalla desconocida para mí y para él en ese entonces.
Luego expondré un segundo período al que he denominado “Desierto Florido”.
Este alude metafóricamente a la experiencia de nacimiento psicológico vivida en el
proceso terapéutico. Entendiendo este nacimiento en términos de lo que Margaret
Mahler denomina Proceso de Separación – Individuación, con lo cual se avanza
hacia el logro de la identidad individual, y de la constancia de objeto libidinal y del yo.
Finalmente se realiza una discusión teórica que surge del caso, y que da cuenta de
cómo el tratamiento fue vivenciado contratransferencialmente como un proceso de
gestación.
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II.- HISTORIA CLÍNICA EVOLUTIVA
Tanto los antecedentes entregados por los padres como las observaciones
escolares concuerdan en que Kevin se caracterizaba por ser un niño socialmente
inhibido, apático, aislado, y poco comunicativo. No mostraba interés frente a lo
académico, parecía distraído y muchas veces daba la impresión de no escuchar.
Además, presentaba serias dificultades para expresarse. Era descrito como un niño
tenso, ansioso y temeroso. En el colegio no salía a recreo, y en la casa no aceptaba
estar solo en una habitación (aunque hubieran personas en piezas contiguas).
Dormía con la hermana, puesto que temía hacerlo solo, a pesar de estar con ella, se
quejaba de sentir un miedo que no lograba especificar. Se mostraba fóbico frente a
todo lo que volaba o caía, también frente a algunos animales domésticos. En cuanto
a la alimentación, esta era extremadamente selectiva, restringiéndose cada vez mas
su repertorio de posibles comidas. No accedía a comer nada de lo que se entregaba
como almuerzo o colación en el colegio, tampoco probaba ni tocaba vegetales,
mostraba una actitud evitativa como temiéndole a la comida. Durante el transcurso
del día, mostraba bruscos cambios de ánimo, la madre se quejaba de tener que
hacer muchos esfuerzos para mantenerlo contento, y aún así todo resultaba
infructuoso.
En términos generales el motivo de consulta, guardaba relación con una
dificultad generalizada en Kevin para llevar una vida cotidiana tanto en su entorno
familiar, como en la escuela. Presentaba serias dificultades para relacionarse con los
demás, para transitar por el mundo, para adaptarse a él y a sí mismo. Su vida
estaba caracterizada por una lucha incesante, en medio de una angustia
indescriptible, por preservar su frágil ser. De su historia, destaca el ser el tercer hijo
de un matrimonio de extranjeros, cuya lengua materna no era el español. Cuando
Kevin tenía poco mas de un año de edad la familia emigra a Chile, produciéndose
junto con un cambio de país un cambio de idioma; sin embargo, durante todo su
desarrollo él fue expuesto a bilinguismo.
De los antecedentes del desarrollo, destaca que su madre tuvo un embarazo
muy difícil, y vivido con mucha angustia. Este transcurre en un periodo en que el
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país donde vivían estaba en guerra, y en donde innumerables veces del día y de la
noche sonaban las sirenas que avisaban a los habitantes que debían dirigirse a los
refugios subterráneos, puesto que existía el peligro de que fueran objeto de
bombardeos enemigos y de ataques con armas químicas. Es así, como estos padres
tomaban a sus dos niños, que en ese entonces tenían 7 y 4 años de edad, se ponían
sus máscaras antigas y se dirigían al refugio subterráneo, permanecían allí hasta
que les avisaban que el peligro había pasado. Esta madre embarazada de Kevin en
ese entonces, se refiere a esta experiencia del siguiente modo: “fue el periodo mas
duro que me haya tocado vivir, sentí un miedo profundo, sentí pánico..... había algo
de irrealidad... a veces me sentía como muerta en vida”. Al poco tiempo, y en medio
de este clima de pan-tensión nace Kevin de un parto normal, siendo un bebe de
término que pesó 4 Kg. y midió 52 cm. Presentó reflujo, dificultades para dormir y
era alérgico. Tomó pecho durante 9 meses, el destete fue fácil. La locomoción fue
normal. El control de esfínteres fue difícil, tanto diurno como nocturno, Kevin temía
sentarse en el orinal y rehusaba hacer en él sus necesidades hasta pasados los tres
años; entonces los padres optaron por ponerle pañales cada vez que el niño lo
requiriera. Presentó un retraso leve en el lenguaje, iniciándose éste paulatinamente
a contar del año y medio. La escolaridad fue complicada, presentaba intensas
angustia de separación en el jardín infantil, dificultades durante la hora de la
alimentación, y problemas de adaptación al grupo de pares. Un antecedente que
reviste particular importancia es que cuando Kevin tenía un año de edad, la madre
viajó fuera del país, ausentándose por un periodo de un mes. Al preguntarle a la
madre acerca de cómo vivió Kevin esta separación, ella responde aludiendo al
momento del reencuentro: “...era como si con su mirada de desconcierto él me
dijera sorprendido ¿y todavía existes?”. Tras esta separación no se observó ningún
retraso significativo en su desarrollo, salvo en el área del lenguaje donde su
desarrollo parecía haberse enlentecido. Con posterioridad, a los 2 años 10 meses, el
paciente sufre un accidente y pierde tres piezas dentales; tras lo cual debe
someterse a diversas operaciones de la boca. Esto trae como consecuencia
inmediata, dificultades en la alimentación y un mutismo total que se prolonga por un
mes. De los antecedentes neuropsiquiátricos destaca una tía de Kevin que
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presentaría un Trastorno grave de la personalidad.
III.- PROCESO PSICODIAGNÓSTICO
Los resultados de la evaluación diagnóstica condujeron a plantear tentativamente
que Kevin presentaba un trastorno de personalidad limítrofe con funcionamiento
psicótico, defensas autistas, altos montos de ansiedad difusa y polisintomatología.
De su historia figuraban situaciones traumáticas, lo cual permitió vislumbrar un mejor
pronóstico, al pensar que el cuadro clínico no estaba tan determinado
constitucionalmente. Mostraba cierto grado de desorganización del pensamiento, lo
que a su vez interfería en la función del lenguaje, específicamente presentaba un
Trastorno del lenguaje mixto severo, cuyo desarrollo era francamente disarmónico.
Se perdía la función semántica y simbólica, y utilizaba erróneamente los pronombres
personales. La construcción de frases era pobre y defectuosa, evidenciando un
marcado déficit en la utilización de la sintaxis. Se lo evaluó en ambos idiomas, lo que
permitió comprender que esta dificultad parecía responder en parte a factores
ambientales relativos al cambio de idioma, pero principalmente dicha alteración
guardaba relación con variables de inmadurez, y con elementos defensivos. Esta
dificultad en el lenguaje repercutía en su vida cotidiana trayendo complicaciones a
nivel relacional, y como tal el vínculo terapéutico estuvo marcado por lo mismo. Esto,
sin lugar a dudas, vino a complicar aun más el proceso terapéutico, puesto que
muchas veces el contenido de lo que Kevin decía me resultaba incomprensible.
Desde un punto de vista cognitivo Kevin presentaba Trastornos en el aprendizaje, a
pesar de que parecía contar un buen potencial intelectual. Consideré poco oportuno
realizar una evaluación intelectual dado que los resultados hubieran sido
desfavorables tomando en cuenta su estado psicológico al momento de consultar. El
examen neurológico era normal, salvo que presentaba cierta dificultad en la
inhibición del impulso motor. La contratransferencia era intensa; con sentimientos
de caos, de derrumbe, de horror, de sorpresa, incertidumbre y desconcierto. E
incluso en diversos momentos sentía una imposibilidad para pensar.
El análisis de los resultados de la evaluación diagnóstica, me llevó a comprender
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como en cierta medida sus síntomas representaban un grito primitivo de socorro,
que yo interpreté como una comunicación simbólica de su necesidad de tratamiento.
Desde un principio sentí que Kevin necesitaba mas seguridad, permanencia,
continuidad y experiencia de mutualidad, que contenidos interpretativos. Entonces
propuse iniciar una terapia de orientación psicoanalítica de tiempo indefinido, con
una frecuencia de tres veces por semana. Paralelamente, se le indicó tratamiento
fonoaudiológico y farmacológico (Meleril y Fluoxetina).
IV.- PROCESO PSICOTERAPEÚTICO
El proceso de terapia fue difícil para mí, muchas veces me sentí navegando sin
sextante, sin carta náutica y carente de todo instrumento de orientación;
desconociendo en que latitud y longitud me encontraba. Pensé en mas de alguna
oportunidad abandonar el navío y encaminarme hacia tierra firme, pero a poco andar
desistía y continuaba en mi labor, tratando de mantenerme a flote sobre aguas que
por
momentos
me
parecieron
peligrosas
e
inciertas,
angustiosas
y
desestructurantes. Cuando a la longitud y latitud se le fue adicionando la profundidad
del mar, y entonces pasábamos de lo bidimensional a lo tridimensional, el
tratamiento fue entrando en un periodo de aguas mas transparentes que podían ser
atravesadas con más esperanza.
1.- Primer Periodo del Tratamiento: “Castillo – Cárcel”
Durante largo tiempo Kevin asistió a las sesiones en forma regular y en ellas
repetía una y otra vez la misma rutina: entraba a la consulta, no me miraba ni a mí ni
a su caja de juegos, se colocaba siempre en el mismo rincón y construía lo que
denominé su “castillo - cárcel”♦. Esto consistía en que él se cubría con cojines por
todos lados y se metía en el interior. Permanecía allí durante toda la sesión, sin
movimiento, sin acusar recibo a mis innumerables interpretaciones y “sin dar señales
de vida”. La sesión avanzaba con interminable lentitud, de cuando en cuando yo
♦
Hoy probablemente lo llamaría “útero – bunker”, pero para ese entonces, el tratamiento estaba aún
en sus inicios, y mi comprensión de lo que significaba esta conducta estaba en penumbras.
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miraba el reloj con una combinación de fatiga y desaliento, y descubría que el tiempo
no transcurría y entonces yo quedaba sumida en una especie de desesperanza.
Pienso
que
mediante
identificaciones
proyectivas
me
hacía
vivenciar
contratransferencialmente el tiempo depresivo, y ésto era difícil de sobrellevar. Al
mismo tiempo, me sentía invalidada y anulada en mi función de terapeuta, mi
confianza decaía al tiempo que Kevin parecía ignorar todos mis intentos de
aproximación, y se mostraba refractario a todo acercamiento. Tenía la sensación de
estar detenidos, y no vislumbraba cómo íbamos a acercarnos a una relación que
produjera crecimiento.
Carezco de palabras para completar los detalles sensoriales que configuraban
esa imagen corpórea que entraba a la consulta. Era un cuerpo que por momentos se
me figuraba como esculpido sobre piedra. La boca se convertía en un agujero negro.
Los ojos se le veían muertos. Sus oídos, hoyos sobre los cuales caían mis palabras,
y donde caía yo también presa de una negrura insondable. Caía, me recuperaba, y
seguía adelante. Fue una época en que nos encontrábamos en tinieblas y entre
sombras; y en donde aún no descubríamos que la luz sucede a las tinieblas. Kevin
cayó en un profundo silencio, mis recuerdos de ese periodo de la terapia se me
representan en tonos grises; tanto Kevin como yo no podíamos absorber los colores
vívidos que la vida nos ponía por delante, y fue así como los tonos mas oscuros
cubrieron todo esa época. Era como si se estuviese hundiendo en el silencio y nada
ni nadie lo pudiera salvar. Había caído en un secreto espacio sin tiempo, “como una
ciudad subterránea”, en la cual parecía querer quedarse. Funcionábamos sin medios
de comunicación perceptibles, pero pareciera que el hecho de estar físicamente
juntos trasmutaba al menos en parte el terror. A medida que transcurría la terapia iba
ocurriendo “algo indescriptible”, que me llevaba sólo algunas veces a descifrar un
segmento de la trama en la que él estaba “envuelto”. Y entonces se producía lo que
denominé: “momentos mágicos de comunicación vital”. Era como si entrara un haz
de luz y por fracción de segundos Kevin daba señales de vida. Estos pequeños
momentos se fueron sucediendo en el tiempo cada vez con mas frecuencia.
Contratransferencialmente me hacia sentir como los primeros anuncios de existencia
y de vida que un hijo le otorga a su madre in útero. En mi mente, se me repetía la
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imagen, de mi si mismo fusionado con el de él en una experiencia intrauterina,
donde sus movimientos eran los precursores de un potencial nacimiento que
anunciaba la inminente separación - individuación en el útero - consulta.
Evolutivamente, primero fueron pequeños movimientos corporales, luego comenzó a
emitir algunos sonidos guturales, como gruñidos (que más asemejaban a los rugidos
de un animal primitivo que a los sonidos emitidos por un niño). Después vinieron las
palabras, y así, poco a poco fue abriéndose camino, sacando los cojines que lo
cubrían y mostrando su rostro. Se iba acercando a una relación más diádica,
buscando mayor contacto, y aproximándose a otra forma de comunicación. Estos
pequeños “momentos mágicos de comunicación” empezaron a suceder cuando se
pudo deshacer el manto de oscuridad que se interponía, y entonces se generó un
determinado clima emocional que ayudó a gatillar el despertar de Kevin. En donde
con mi mente y con mi propio dolor, pude darle mente, pensamiento y significado a
sus silencios desgarradores. Entonces le hablaba de cómo el “castillo-cárcel” le
permitía negar la diferenciación con el mundo exterior no-si mismo, y de este modo
continuar viviendo en función de sus propias sensaciones corporales. Y de cómo le
servía para protegerse de una angustia indescriptible, vivida como un derrumbe,
como una catástrofe, como un “terror sin nombre”. Le hablé de cómo el “castillo –
cárcel” era un encierro hermético, un “refugio subterráneo” que lo dejaba preso en
su aislamiento y que lo despojaba del calor de lo viviente; pero que al mismo tiempo
le proveía la protección de los bombardeos enemigos que se sucedían afuera. Y
como de este modo, le era posible contrarrestar sentimientos de desprotección y de
desesperanza, sentimientos de aniquilación y en último término le permitía la
sobrevivencia. Una sobrevivencia aislada como una vida potencial, como una semilla
en medio de la nada que resiste a lo devastado por la guerra. Le hablé de cómo el
“castillo – cárcel”
-así como la sintomatología de su vida cotidiana-
eran una
trampa, de la cual sentía que no podía escapar. Era un cautiverio que lo condenaba
y liberaba al mismo tiempo; lo despojaba de vida, pero le permitía vivir. O como
decía Winnicott, era una forma a través de la cual podía defender su “seguir-siendo”
(1958). También le hable de como el “castillo-cárcel” era una retirada a la fortaleza
sensual de su cuerpo vivido como un templo o reinado. En donde dicho reinado
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contenía en su esencia un sentido de omnipotencia, que le generaba la ilusión de
poder absoluto; como el de un rey todopoderoso capaz de controlarlo todo.
Desde un punto de vista teórico probablemente este comportamiento en la sala
de juego tiene muchísimas lecturas, no obstante, pienso que los planteamientos de
Frances Tustin en Estados Autísticos en los Niños (1981), representa un marco de
referencia sobre el cual comprender lo que allí estaba ocurriendo. Es así como fui
descubriendo como Kevin construía su propia envoltura con objetos del mundo
exterior (cojines), usándolos como si éstos fuesen parte de su propio cuerpo. Donde
los cojines eran experimentados como una continuación sensual de su cuerpo, y en
donde esta reacción de encapsulamiento le permitía bloquear la conciencia del
mundo, del no/sí mismo. Siguiendo las ideas de Meltzer (1977), y siendo rigurosa
con el uso del lenguaje, para Kevin – en este momento de la terapia- esta actividad
probablemente no correspondería a meterse
“dentro” del objeto, puesto que su
aproximación al mundo sería bidimensional. Entonces, esta conducta equivaldría a
estar cubierto y protegido del extraño “no-yo”. Proveyéndole así de una superficie
contra la cual poder apoyarse, y de la cual poder obtener una serie de sensaciones.
Entonces, estaríamos hablando mas bien de una reacción evasiva, a través de la
cual se intentaría evitar la conciencia de que el mundo exterior no forma parte del
propio cuerpo, y por lo tanto no queda bajo su control.
2.- Segundo Período de Tratamiento: “Desierto Florido”
A continuación haré una trascripción sintética de una de las tantas sesiones que
considero características de este periodo, puesto que ejemplifica los fenómenos que
tuvieron lugar en el cuarto de juego. Y luego compartiré ciertas ideas que
representan mi forma de comprender lo que allí estaba sucediendo.
MATERIAL CLÍNICO:
Kevin entraba a la consulta miraba suspicazmente a su alrededor, no me
saludaba, y procedía a cerrar la puerta. A continuación se sacaba la ropa, hasta
quedar completamente desnudo. Entonces yo intentaba comunicarle alguna
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interpretación relacionada con lo que a mi entender estaba sucediendo. Pero
bastaba que yo abriera la boca para pronunciar algo, para que él me ordenara que
me callara. Daba la impresión de no escuchar mis palabras. Como si éstas fueran
experimentadas como una perturbación sonora, frente a la cual él reaccionaba
desenfrenadamente. Kevin no me escuchaba, interrumpía mis palabras, reaccionaba
con cólera. Dicha reacción le hacía tensar violentamente su musculatura. Exaltado
me gritaba e insultaba, diciéndome: “te callas, eres una tonta...no te quiero.... te
callas o te vas para afuera.... tu eres una mala”, me tapaba con cojines y adoptando
una posición cada vez más déspota, me gritaba: “eres una estúpida... no me mires”,
luego con voz amenazante me decía “rompo la caja... te voy a reventar... ”. Le digo
“pienso que hoy estas muy asustado de mi, y me sientes muy peligrosa”. A
continuación toma la caja de pañuelos de papel y la vacía, luego se envuelve en la
colchoneta y me grita “te vas a quedar sola”, le digo “pienso que necesitas que yo
entienda como es sentirse solo y desamparado” Al poco rato sale de la colchoneta y
me empuja sin que yo haya alcanzado a anticipar su conducta; me sorprende.
Escupe varias veces y grita “te voy a sacar a ti también la ropa”, pienso en la
desnudez como expresión de indefensión, y su amenaza como una identificación
proyectiva en este sentido, pero no le digo nada. Desordena todo, da vuelta su caja
de juego, desparrama su contenido, y empieza a patear los juguetes. Entonces me
paro y lo sostengo con fuerza, siento como poco a poco su cuerpo deja de luchar
mientras le digo “Voy a sostener tu enojo, y así podrás sentirte menos
desparramado”. Se produce un cambió de ánimo significativo en él, se enlentece, y
se lo ve agotado, exhausto y nuevamente su mirada se torna vacía.
Empieza a recorrer lentamente la sala tocando con sus dedos la pared (lo repite
varias veces), luego se sienta a mis pies y empieza a tocar mis medias;
permanecemos así, sin que medie palabra. Transcurrido un tiempo le digo algunas
palabras, tras lo cual Kevin toma una hoja y dibuja con lápiz grafito muchas rayas y
dos círculos que asemejan a agujeros, además hay tres figuras que son como
cohetes, y un animal prehistórico en retirada (Dibujo Nº1 que a mi parecer prefigura
la guerra). Da vuelta la hoja y por el reverso dibuja el contorno de su mano y sobre
la misma un círculo pintado de negro, y otra figura que podría ser como un animal
prehistórico con una gran boca abierta (Dibujo Nº2 con lo cual pareciera ilustra lo
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parcial y primitivo, pero en dos trazos, mejor delimitados, como un esbozo de algo
que anuncia un proceso de separación y elaboración menos caótico). Lo estimulo a
que me hable sobre sus dibujos, pero él rápidamente se para se dirige hacia el
rincón, se mete en el “castillo – cárcel”, se cubre con los cojines y se coloca en
posición fetal.
Permanece allí inmóvil hasta que le aviso que falta poco para que termine la
sesión, entonces él sale de su cautiverio, se viste y se va “tranquilamente”, o mejor
dicho se va “neuróticamente”.
Experiencia contratransferencial
La aparición sucesiva de los “momentos de comunicación vital” trajo consigo el
despertar de Kevin, y me condujo a sentir que había una vida latente que transcurría
en medio de una inconmensurable aridez. Me hacía sentir cuan viajero que se
encamina hacia el Norte de Chile y puede ver cada 5 o 10 años el milagro del
Desierto Florido. Como mágicamente de lo desértico y árido, de aquello
aparentemente muerto surge el despertar de distintas manifestaciones de vida. El
“Desierto-Florido” por el cual los invito a transitar, alude a la ebullición de aquello
subterráneo, primitivo y espinoso. Pablo Neruda en “Estravagario” describe con una
maestría y belleza inigualable la vivencia contratransferencial que me evocaba ese
momento del proceso terapéutico. El poema dice así:
“Inmóvil, con secreta vida
como una ciudad subterránea
para que resbalen los días
como gotas inabarcables:
nada se gasta ni se muere
hasta nuestra resurrección,
hasta regresar con los pasos
de la primavera enterrada,
de lo que yacía perdido,
inacabablemente inmóvil
y que ahora sube desde no ser
a ser una rama florida.”
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El “Desierto Florido” representa una metáfora que habla de la vida contenida
entre las grietas desérticas y de su posibilidad potencial de re-nacer, florecer,
germinar y finalmente dar frutos. Entendiendo este re-nacer en términos de
nacimiento psicológico de Margaret Mahler, vale decir, “como un proceso de
separación – individuación, en donde se establece un sentimiento de separación
respecto de un mundo de realidad, y de una relación con él; particularmente con
respecto a las experiencias del propio cuerpo y al principal representante del mundo
tal cual el infante lo experimenta, el objeto primario de amor”. (Mahler, pp.13, 1977).
Es así como poco a poco nos aproximamos a “transformar en terreno de juego el
peor de los desiertos” (Leiris, en Winnicott, 1996).
Análisis del Material Clínico:
Recapitulando en relación al proceso global de terapia, ahora debemos
desprendernos transitoriamente de aquello que caracterizaba al periodo anterior,
vale decir, de un funcionamiento rígido, desvinculado, estereotipado, ritualizado y
carente de palabra. Un estado que lo dejaba en una situación de minusvalía. Para
pasar a un modo de funcionar distinto, donde en un primer momento todo se
transforma en descarga pulsional, luego la acción continente lo liga con la depresión
insoportable, con la carencia, con la ausencia, para luego emerger defensas
autistas.
Esta otra forma de ser en sesión, puede comprenderse como una regresión a un
estado muy primitivo. Da paso a un ser que surge con un desenfreno de pánico
como el provocado por una estampida asustada. Da paso a un ser que asemeja a un
animal “des-bocado”, o más bien haciendo alusión al accidente, podríamos decir
que asemeja a un ser “des- dentado”, da paso a un ser que habitaba en un mundo
plagado de estímulos y al que trataba de hacer frente con sentimientos de
omnipotencia incontrolada y de excitación maníaca. Un ser con verdaderos estados
de excitación motriz, con ataques y explosiones de cólera. Un ser que entra en
contacto con el mundo desde una hipersensibilidad angustiosa. Un ser sin barreras,
sin límites, sin auto-control. Un ser sin vestimenta y sin caparazón, un ser en carne
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viva. Pienso que sus reacciones descontroladas eran su forma de expresar el miedo
terrorífico que le despertaban fantasías de desintegración. Las cuales quedan
reflejadas en la imagen de los objetos de su caja dispersos, diseminados y medio
destruidos, esparcidos en el suelo. Impulsado por la desesperación Kevin vaciaba,
tiraba, escupía, y pateaba los objetos de su caja. Y hacía lo mismo con los objetos
de su propia mente, con lo cual quedaba imbuido de sentimientos que lo dejaban
infinitamente disperso, como si sus propias funciones mentales hubiesen quedado
desparramadas, fragmentadas, atacadas y medio destruidas.
Tras un intento fallido de autocontenerse, vale decir de contar con una
experiencia interna de sentirse entero, sostenido y
delimitado, se produce un
desborde de sí mismo, como un vaciarse, donde no figura contención ni límites
capaz de darle un sentido de unidad. Este desborde parece ser la confirmación de
que sus intentos desesperados por escapar y controlar las violentas amenazas de
deshacerse o de hacerse pedazos habían fracasado.
Aunque habitualmente evito cualquier contacto físico, pienso que en ese
momento de la terapia Kevin necesitaba “ser sostenido”, tanto metafórica como
concretamente. Mientras lo contenía y le decía algunas palabras, pude observar
como su rostro cambiaba, como ya no era el mismo. Lo contraído y duro de su
expresión cedía, para dar cabida a una cara derruida, gastada y desesperanzada.
Pudiera ser que mis palabras o más bien el tono de mi voz o el tacto de mi piel,
fueron la confirmación de que su crueldad y sadismo no había sobrepasado los
límites de mi – su integridad. Entonces tocar la pared – piel o el tejido de mis
medias podía ser una forma de corroborar que el daño no era irreparable y que el
objeto atacado conservaba sus paredes (útero - Irene – caja de juego - sala de
juego). Y de este modo podía sentirse entero y reponerse de aquellos sentimientos
que le evocaban el entrar en contacto con un ser desintegrado y con una madre rota
dentro de sí. Durante el tratamiento cada vez fue haciéndose más evidente el hecho
de que yo no formaba parte de su cuerpo, y como esta experiencia lo conectaba con
la vivencia histórica de haber perdido una parte todopoderosa de su propio cuerpo.
Pienso que era como si me experimentara como a un rival al cual se le atribuía la
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autoría de la pérdida y entonces a través de sus precarias maniobras psíquicas,
Kevin intentaba escapar de la angustia evocada por la transferencia. Frente a la más
mínima frustración daba la impresión de quedar bajo la influencia de fantasías
terroríficas, cuya intensidad perturbaban su capacidad de comunicación, y entonces
surgía una disociación rudimentaria en la cual el intentaba expulsar el pecho
contaminado y a la vez surgía tenuemente el deseo de retener el pecho bueno. No
obstante, esta experiencia parecía estar acompañada de tanta rabia y furia, que
quedaba imposibilitado el reconocimiento de la otra mitad de la disociación; vale
decir, de cualquier concepto de objeto interno bueno. El camino a seguir era la
negación maniaca omnipotente, acompañada por la proyección de la rabia y la
desesperación. Para finalmente intentar neutralizar este terror recurriendo a formas
“atrincheradas” de protección. Es así como en algún momento de la sesión Kevin
regresa al “castillo-cárcel”, con lo cual parece sentirse protegido de las fantasías
terroríficas y del pánico que le evoca el ir desarrollando mayor sentido de su
separación corporal respecto del objeto-madre. No obstante, este era un recurso que
utilizaba cada vez menos, su uso era cada vez más transitorio y más plástico. A
pesar de volver al “castillo – cárcel” resulta interesante observar como éste fue
cambiando de forma y pudo ser usado de una manera que estaba mas conectado
con lo vital. Había dejado de representar una huida hacia un estado próximo a la
desmentalización, para convertirse en un espacio tridimensional donde podían
quedar contenidas ansiedades depresivas. En un principio el castillo – cárcel le
permitía evadir las experiencias de un modo tan primitivo que casi no entraba en el
dominio de la mente. Pero con posterioridad, como queda expresado en esta sesión,
Kevin intenta controlar la intromisión de fantasías persecutorias y de este modo se
produce una disociación activa a través de ataques sádicos, tras lo cual el
pensamiento sí entra en juego. Y de este modo, la emergencia de la disociación
abre el camino de transición hacia la tridimensionalidad.
Tras el fracaso defensivo su omnipotencia decaía, su triunfo sobre mi se
desvanecía y él quedaba abatido. Resultaba desolador verlo así, verlo tan frágil. Era
como sentir que aunque estaba pudiendo desarrollarse, de igual modo persistían
nuevas amenazas a que regresaran las sensaciones de pérdidas, lo que
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inevitablemente lo hacía retroceder hacia situaciones tempranas. Al quedar en este
estado, el dolor psíquico se plasmaba en su rostro, y nuevamente debo recurrir a
quienes poseen el talento de decir con palabras aquello que se siente con el alma.
Mario Benedetti (1980) en su poema “Nocturno” interpreta mi forma de experimentar
el desamparo de Kevin cuando regresa finalmente al “castillo-cárcel”. Esta vez,
desde un estado en el cual quedan contenidas ansiedades depresivas – y muertas.
“Estoy solo como una estatua destruida,
como un muelle sin olas, como una simple cosa
que no tuviera el hábito de la respiración
ni el deber del descanso ni otras muertes en cierne,
solo en la anegada cuenca del desamparo
junto a ausencias que nunca retroceden.”
V.
RESUMEN DE LA EVOLUCIÓN POSTERIOR
En la vida diaria Kevin se volvió más flexible, más sociable y más espontáneo;
poco a poco fueron desapareciendo los síntomas fóbicos y el lenguaje mejoró
considerablemente. Disminuyó también la intensidad de sus ataques provocativos y
al mismo tiempo ya no necesitó retraerse del mundo en forma tan rígida, ni aislarse
de los demás.
En las sesiones comenzó a usar los juguetes y sus juegos se volvieron cada vez
más plásticos y móviles, incluso por momentos eran humorísticos; era la expresión
de un mayor desarrollo de su capacidad de simbolización.
Aunque de cuando en cuando regresaba a su funcionamiento inicial, éste era
cada vez más transitorio. En este ir y venir constante, se superponían ambas formas
de funcionar (la parte psicótica y la organización neurótica). Con el tiempo y con
“algo mas”, Kevin fue integrando cada vez más una en la otra, y la fisura entre
ambas fue disminuyendo paulatinamente. El proceso se encaminaba hacia la
búsqueda de integración donde la primera quedara contenida en la última, y en
donde simultáneamente la capacidad del yo para tolerar y resistir el dolor del
reconocimiento, se fortaleciera.
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Trabajando sobre sus terrores básicos por medio de la transferencia y
resguardados en el encuadre terapéutico, es que Kevin lentamente y dolorosamente
pudo ir enfrentando la angustia contenida, y fueron haciéndose posibles
integraciones básicas que le permitieron ir creando un espacio de diferenciación.
Pienso que principalmente la experiencia de contención dada por el encuadre y por
la transferencia ayudó a mitigar esta manera poderosa y rígida de sentir. Por otra
parte, la especial capacidad de Kevin para traer a sesión de manera vívida aspectos
significativo, fue un factor esencial para el tratamiento; en un principio lo hizo a
través de comunicaciones corporales, las que luego alternó con comunicaciones
gráficas, lúdicas y verbales.
Han pasado casi cuatro años desde que Kevin terminó su tratamiento. Hace
poco tiempo tuve oportunidad de encontrarme casualmente con su madre, quien me
informó sobre lo perdurable de los cambios acontecidos y me habló acerca del
relativo bienestar psicológico de Kevin; esto sin duda fue una grata noticia. Sin
embargo, su transitar por la adolescencia sigue representando un área de
preocupación para mí.
A continuación presentare material clínico que ilustra y
complementa lo que he tratado de exponer en relación a la evolución del
tratamiento de Kevin.
MATERIAL CLINICO
Sesión de Jueves (un año y medio aproximadamente previo al término del
tratamiento).
K: Entra a la sala y se rasca violentamente el pie durante un rato, hasta que hace
sangrar levemente una herida al romper su costra.
T:
Tal vez desearías que yo fuera como una cremita que aliviara rápidamente
tus dolores.
K: Deja de rascarse, toma cuidadosamente la caja de pañuelos de papel y
empieza a colocar cada papel sobre la colchoneta uno al lado del otro dejando
espacios intermedios, hasta vaciar la caja (A mi me parecen lápidas o tumbas).
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T: Me muestras tus distintas partes, partes que te irritan hasta sangrar, partes
sufrientes y también tus sentimientos de vacío.
K: Se me desapareció yo. (Se me pierde su mirada).
Contratransferencialmente yo quedo impactada, perpleja y profundamente
deprimida, sin ninguna posibilidad de pensar que hacer con lo que acabo de recibir.
(Concretamente siento que desaparece mi función de pensamiento).
K: Continúa con la mirada extraviada al tiempo que recorre con sus dedos el
borde de la colchoneta repitiéndolo varias veces.
Intempestivamente se activa, mira desafiante y rompe la caja vacía de pañuelos
y se mete en la boca los pedazos rotos.
T: Mi pensamiento continúa paralizado. Pero en una acción más bien refleja lo
sostengo e introduzco con cierta firmeza mi mano en su boca y saco el contenido de
cartón y plástico. El se coloca en posición fetal.
T: Quedo violentada. Me repongo parcialmente y le digo: Cuando tu dices “se me
desapareció yo”, necesitabas que te ayudara a juntar tus pedacitos para sentirte
completo. Al no encontrarme taponeaste tus hoyos y tus sentimientos de vacío con
cartón.
(Tengo la impresión de que no me escucha, me traspasa su mirada y lo siento
habitando en un lugar muy lejano). Transcurren unos minutos en donde los dos
permanecemos en silencio.
K: Se incorpora con cierta tranquilidad toma una hoja y hace unas rayas con
lápiz grafito.
T:
¿Qué dibujaste?
K: Nubes. Agrega otras rayas y exclama con cierta excitación: ¡¡¡Peligro!!!.
T:
Pareciera que hay cosas que sientes como muy peligrosas de tomar acá
entre los dos, cosas que están altas todavía y que te angustian y te asustan.
K: Dibuja un rectángulo
T: ¿Qué es eso Kevin?
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K: Una herida y mira mi curita
T: Juntos hemos curado tantos dolores, dolores de antes y de ahora. Dolores
que no han cicatrizado totalmente y a veces vuelven a sangrar.
K: recorta con sus dedos el rectángulo que representa su herida y su curación e
intenta infructuosamente varias veces adherirlo a la pared.
T: Después de un rato de intentos fallidos de pegar el papel en la pared le digo:
“Los dos podemos guardar esas heridas cicatrizadas en nuestras mentes”.
K: Desiste de sus intentos de pegarlo en la pared y lo deja sobre su caja de
juego. Me mira, se arrepiente, lo toma y me lo entrega diciéndome: esto es tuyo.
T: Ciento una comunicación profunda, lo miro y tomo su papel en silencio. Al
cabo de un rato le digo: “quisieras que yo me quedara con tus heridas y las cuidara
hasta que no sangren mas”.
K: Vuelve a la mesa y dibuja un laberinto, escribe con letras desordenadas
LABERINTO, lo recorta con sus dedos y va a la misma pared e intenta pegarlo sin
conseguirlo.
T: Hemos recorrido juntos tantos laberintos de tu mente, tantos huecos
enredados, difíciles, en los que a veces te sentías perdido, confundido, y adolorido.
K: Se observa un cambio brusco en su estado anímico, se exalta mientras me
grita: ¡¡¡¡No laberinto. Un pantano, fosos!!!!
T: Me aclaras que hemos recorrido hoyos oscuros, pegajosos y peligrosos.
Parece que mirar y recordar eso te causa terror. Tal vez temas quedarte atrapado y
pegado ahí para siempre.
K: Toma un puñado de Crayones y se los mete a la boca.
I:
Con
voz
cansina
le
digo:
nuevamente
te
sentiste
aterrorizado
y
desesperanzado de que juntos podamos explorar esos fosos pantanosos. Parece
que lo que te enoja tanto es que yo insista en eso de que “recorramos juntos”, como
si yo no pudiera entender que lo que tu quieres es que yo me quede con todo lo que
a ti te asusta y te duele.
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K: Se enfurece, me mira con odio, escupe los Crayones y se va al “castillo –
cárcel”, no se mueve hasta que finaliza la sesión.
VI. DISCUSIÓN
Mi propósito de esta comunicación ha sido mostrar aspectos del camino
recorrido durante el proceso psicoterapéutico de Kevin, y graficar a través de
extractos de sesión como ésta nos conduce finalmente a la posibilidad de que el
juego forme parte del proceso terapeútico (entendiendo esto como uno de los
objetivos de la psicoterapia). Tanto en el inicio del tratamiento como con
posterioridad en el transcurso de la misma, hubo momentos en los cuales se
manifestaron bruscas perturbaciones del juego, llegando en algunas ocasiones a
producirse una suspensión de las transacciones transferenciales. Winnicott señala:
“La psicoterapia se da en la superposición de dos zonas de juego: la del paciente y
la del terapeuta. Está relacionada con dos personas que juegan juntas. El corolario
de ello es que cuando el juego no es posible, la labor del terapeuta se orienta a
llevar al paciente, de un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible
hacerlo” (pp. 61, 1996). Es acerca de cómo ese espacio potencial necesario para
que el juego tenga cabida (como una experiencia creadora) estaba alterado en
Kevin. En él este era un espacio frágil y vulnerable, un espacio que por momentos
se perdía, y sobre el cual había que trabajar para construirlo con límites más nítidos
y con mayor continuidad en la mente. Este trabajo fue arduo y como queda
ejemplificado en las sesiones, se hizo necesario por momentos recurrir a acciones
de contención física en desmedro de la interpretación. Lo primero que trajo Kevin a
sesión fueron sus defensas autistas, esto generó en un principio mucha confusión en
mi y muchas preguntas en torno al diagnóstico y pronóstico, las que solo después de
un tiempo se fueron dilucidando. Me intranquilizaba pensar que se trataba de un
autismo secundario, y esta idea no me abandonaba.
A medida que transcurría la terapia fui comprendiendo que Kevin presentaba una
fragilidad de la organización del yo, la que se manifestaba a través de estados
fluctuantes a varios niveles de progresión y regresión. Durante una misma sesión él
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podía funcionar dentro de los límites del proceso secundario, mientras la presión no
venciera su capacidad yoica de controlar la invasión de fantasías arcaicas, las
cuales lo llevaban a regresionar hacia niveles primitivos de funcionamiento psíquico.
Muchas veces, éstos niveles primitivos se manifestaron a través de la primacía del
proceso primario, y de la presencia de desorganización de la conducta y del
pensamiento. Se activaban expresiones defensivas de tipo autista, defensas
maniacas, obsesivas y fóbicas, identificaciones proyectivas y proyecciones masivas.
Innumerables veces me pregunté qué era lo que había dificultado el normal
desarrollo de los procesos madurativos en Kevin, y por qué recurría a este tipo de
maniobras
defensivas. En mi búsqueda de respuesta, lo primero que resultaba
evidente de ser considerado eran los factores psicógenos. Dentro de los mismos
figuran nítidamente dos eventos traumáticos ligados a experiencias de separación,
las cuales posiblemente influyeron en su psicopatología. Me refiero a la separación
geográfica de la madre al año de edad, y al accidente que conllevó la vivencia de
perdida corporal cuando él tenia 2 años y 10 meses. Pienso que estas experiencias
afectaron la estructuración de su aparato mental y contribuyeron en parte a
desarrollar un funcionamiento psíquico perturbado. Probablemente la pérdida de las
piezas dentales producto del accidente sufrido, vino a reactivar experiencias
traumáticas ligadas a separaciones tempranas. Aberastury (1991) nos permite
valorar y comprender el mundo de significaciones que condensa una pieza dentaria.
Ella plantea que el significado del diente y su función inicial es la de provocar la
ruptura del vínculo con el pecho, y que por lo tanto, esta experiencia resume toda la
historia de desprendimiento del vinculo inicial postnatal con el mundo.
El impacto de estas experiencias traumáticas en el desarrollo de Kevin parece
ser relevante, sin embargo no me resultan del todo convincentes para explicar la
especificidad y gravedad del caso. Entonces me pregunté desde donde debía partir
en la búsqueda de respuestas; fue así como me encaminé hacia el enigmático tema
del “psiquismo fetal”, donde la interrogante central era: ¿qué huellas y qué impacto
habrá tenido en la estructuración psíquica de Kevin, en su madre y en el vínculo
madre-hijo la violencia social a la cual ambos estuvieron expuestos?. Pienso que
este es un caso que nos conduce a considerar como un continuo la experiencia
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intrauterina y extrauterina. Si bien es cierto, la biología privilegia el cuidado del feto
por sobre el de la madre, es difícil creer que Kevin haya permanecido inmutable
frente a la experiencia real de guerra que estaba viviendo junto a su madre.
Situación violenta, intrusiva, de mucha ansiedad y de mucho “ruido”. Esto me hace
pensar que algo de esa experiencia que deja a una madre sobrepasada se haya
filtrado hacia Kevin. Nos encontraríamos entonces con una madre insuficientemente
buena para cautelar las ansiedades persecutorias debido al clima emocional en el
que vivían. Postulo que la experiencia traumática de la madre durante el embarazo,
así como la experiencia intrauterina estresante de Kevin, influyó en la gestación de
un cierto tipo de organización defensiva, y al mismo tiempo perturbó la vinculación
madre – hijo.
Diversos autores psicoanalíticos se han aproximado al tema del psiquismo fetal.
Freud (1926) plantó que hay mucho mayor continuidad entre la vida intrauterina y la
mas temprana infancia. Autores más contemporáneos como Bion también enfatiza la
importancia de “nuestro pasado desconocido”.
Por su parte M. Klein sostuvo que los niños nacen con un temperamento y que la
vida mental existe ya al nacer. M. Klein en 1957 sugirió que el estado prenatal puede
no ser siempre uno « impermeable » como uno usualmente se lo imagina y que
existirían experiencias desagradables que prefigurarían y pavimentarían el terreno
de las “malas”experiencias posteriores, luego agrega “si bien el estado prenatal
implica sin duda un sentimiento de unidad y seguridad que este estado no sea
perturbado dependerá de la condición psicológica y física de la madre y
posiblemente de ciertos factores fetales aun inexplorados” ( Klein, 1957,pp.184).
Con los avances de las Neurociencias, estas inquietudes antaño inexploradas, hoy
han tomado un rumbo menos incierto. Hasta hace algún tiempo se consideraba el
espacio intrauterino como un lugar aislado y silencioso, completamente protegido del
mundo exterior por las paredes abdominales y uterinas. Esta imagen del feto como
un ser totalmente pasivo, viviendo en un estado tipo nirvánico ha sido radicalmente
modificada, principalmente gracias a investigaciones de la vida prenatal utilizando
técnicas de ultrasonido. Dichos estudios ponen de manifiesto la sofisticación de los
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aparatos perceptivo-motor del feto, así como la gran complejidad de su aparato
mental. Se ha corroborado que distintas estimulaciones, tales como sonidos y otras
influencias ambientales son registradas directamente por el feto. También se ha
confirmado la influencia de las emociones maternas en el desarrollo del feto (esto
sucedería a través de los cambios de la presión arterial, o por sustancias tales como
catecolaminas que atraviesan la barrera de la placenta) (Piontelli, 1987). Por su
parte Ployé (1973 en Pruzzo, 2000) plantea que se configurarían registros o huellas
de experiencias en el feto durante su vida intrauterina, y que ésto incidiría en el
posterior desarrollo de cada sujeto. Otros estudios realizados por J. Aray sostienen
que el feto es capaz de desarrollar mecanismos protectores para ajustarse a las
condiciones estresantes. (en Pruzzo, 2000). En esta misma línea de investigación
Alessandra Piontelli realiza un importante aporte al plantear que ciertas formaciones
patológicas y defensivas se empezarían a desarrollar durante la vida intrauterina,
como resultado de un trauma uterino. La autora refiere que ciertos comportamientos
como el encapsulamiento autístico no es un sentimiento normal en la vida fetal
ordinaria, sino que puede representar, incluso en esa etapa tan temprana de la vida,
un fenómeno patológico defensivo (Piontelli, 1992). Me parece justificado a la luz de
la historia de Kevin y de su material de sesión proponer una relación de esta índole,
vale decir entre el registro de experiencias intrauterina y de posibles huellas que con
posterioridad influyeron en su desarrollo. La manifestación conductual “castillo –
cárcel” me hizo pensar muchas veces en una “regresión fetal”. Creo que representa
una acertada metáfora de lo que pudo haber sido -en mi mente, en la de su madre, y
por qué no en “aquello” rudimentario de Kevin- su experiencia intrauterina en
refugios
subterráneos.
Sus
dibujos,
su
hipersensibilidad
angustiosa,
mis
evocaciones contratransferenciales y muchos otros aspectos que se expresaron en
el trabajo clínico permiten ser comprendidos con mayor completud si se integra lo
intrauterino y la experiencia de violencia social al trabajo analítico. De este modo se
conjuga el peso que tiene la experiencia del mundo (intrauterino) con la naturaleza
fantaseada de la realidad psíquica del infante. Dando por resultado una influencia
reciproca entre contexto de realidad, fantasía, y su impacto en la modulación del
self.
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Por otra parte, el mutismo que emergió como consecuencia de una situación
violenta que atentó contra su cuerpo
-despertando
ansiedades tempranas- fue
comprendido como una expresión simbólica de lo ausente. Este síntoma habla por
medio del silencio, y pone de manifiesto la importancia que tiene lo irrepresentable.
Comprendo esta ausencia como una manifestación de una falla en la función de
simbolización, donde lo violento y lo siniestro, la proximidad de la muerte, la
amenaza de destrucción corporal, el terror, etc. – propio del contexto de violencia
social- era irrepresentable e impensable, probablemente tanto para la madre como
para el hijo en gestación (aunque de maneras distintas). En base a este contexto
social de violencia me pregunto: ¿qué mente puede representar sirenas
amenazantes, carreras desesperadas, ataques de armas químicas, bombas
cayendo sobre sus ciudades, huidas de muertes, máscaras antigases, fragilidad,
vulnerabilidad, terror y espera, ........espera que anticipa una catástrofe inminente?,
¿Cuánto tiempo y qué mas debe pasar para que una madre pueda elaborar
experiencias de guerra tan violenta como para cautelar a sus hijos de la transmisión
inconsciente transgeneracional?.
Por su parte, Gampel desarrolla el concepto de “identificación radioactiva” para
referirse a “una representación metafórica y conceptual de la penetración de
aspectos terribles, violentos y destructivos de la realidad externa ante los cuales el
individuo se encuentra indefenso. Esta identificación radioactiva esta compuesta por
restos irrepresentables, huellas de las influencias radioactivas de la violencia social
enclavados en el individuo”. La autora plantea que “las personas internalizan
remanentes radioactivos de los que no son concientes, y a veces se identifican con
sus
aspectos
deshumanizantes.
Ocasionalmente,
el
individuo
actúa
esas
identificaciones alienadas, o las mismas son actuadas por sus hijos mediante el
proceso de transmisión transgeneracional” (Gampel, 1992).
Distintos esquemas referenciales han intentado abordar los trastornos de la
simbolización, aspecto central en Kevin. Siguiendo la conceptualización de Bion
podría pensarse que aparentemente la función-alfa pareciera fallar, dando como
resultado elementos indistinguibles de la cosa de sí – misma (elementos-beta) y que
solo se prestan para ser proyectados fuera del aparato mental a través de lo innerte,
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a través de sus impulsos y descargas pulsionales, sin obtener representaciones de
los objetos ni de los fenómenos.
Me parece que el contexto de violencia social al que ambos estaban expuestos
ponía a prueba permanentemente la función de simbolización. Kevin sumido en el
“castillo – carcel” expresa como este encerramiento no permite la entrada de la
esfera simbólica y por consiguiente –en ese estado- la posibilidad de acceder a una
experiencia de ser en el mundo queda debilitada. Sin embargo, poco a poco fue
produciéndose
un
intercambio
de
reciprocidad
donde
pudo
alcanzar
representaciones de lo mortuorio y terrorífico contenido en el “utero – bunker”. Por
otra parte, el sadismo escenificado en el vínculo terapútico pudiera ser una
proyección masiva de esos aspectos deshumanizantes cuya intensidad y violencia
eran difíciles de contener. Pero cuyas representaciones gráficas y lúdicas ponían lo
siniestro en el ámbito del pensamiento y de la simbolización.
Progresivamente durante el tratamiento fui comprendiendo que tenía que
contener en mi mente estos dos estados simultáneamente, y participar de este
movimiento perpetuo entre la clausura y la violencia, en donde el encierro era un
intento de bloquear el acceso a cualquier representación (ya sea del mundo interno
como fantasía, o del mundo externo como percepción), vale decir, donde la
simbolización queda abolida. Mientras que en el otro extremo hay una intrusión
masiva del mundo violento, persecutorio, terrorífico y mortuorio, donde lo único que
cabe es la sobrevivencia, y por lo tanto la capacidad de simbolización también se ve
afectada. Pienso que el contener estas dos formas de funcionar simultáneamente clausura y violencia- sintetizan lo que pudo haber sido la díada madre - hijo en
tiempos de guerra.
Quisiera concluir este trabajo invitando a reflexionar acerca del impacto que
tienen hoy en día nuestros contextos de realidad social –algunos más violentos que
otros- sobre el psiquismo de futuras generaciones.
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Vol. 7 Año 2006 Página 121
DUKES COHEN, Irene
-EL IMPACTO DE LA VIOLENCIA SOCIAL SOBRE LA…
PREMIO SIGMUND FREUD 2004
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YOLANDA GAMPEL Cap. 32 El rol de la violencia social en la realidad psíquica
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EN CONTRA DE LA PULSIÓN DE MUERTE:
A CIENTO CINCUENTA AÑOS DE UN COMIENZO
Gustavo Mario Jarast - APA
Resumen
Luego de más de cien años de descubrimiento y ejercicio del psicoanálisis, es
perentorio seguir estando atentos y profundizar la investigación psicoanalítica de los
cuadros clínicos que proponen nuevos desafíos al tratamiento.
Las traumatofilias, las adicciones, las somatosis, y todos aquellos trastornos que
se excluyan de la tramitación simbólica, deben ser objeto urgente de mayor atención
por nuestra parte, para poder contar con los mejores recursos teórico técnicos que
nos permitan abordarlos eficazmente.
El presente trabajo es una aproximación al tema, en el que me propongo tratar
algunos conceptos fundamentales de la metapsicología freudiana, especialmente la
pugna entre Eros y Tánatos.
En aquellos casos, que exigen mayor atención por su compromiso clínico,
requieren de conceptualizaciones originales, pero apoyadas en la riqueza de las que
ya contamos.
En última instancia, el proceso analítico –al servicio de Eros- incita las
potencialidades vitales del individuo, para alertarlo de los caminos por los que
seductoramente puede llevarlo la pulsión de muerte.
Sigmund Freud, de quién estamos conmemorando el sesquicentenario de su
nacimiento, abrió un sendero –aún muy joven- para enfrentar la búsqueda de las
causas de aquellos destinos marcados por diferentes tipos de dolor.
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Para ello fundó una ciencia, un camino de investigación pronto a ser confrontado
por fuerzas que resistían los intentos de esclarecimiento de las razones de ese
padecer. En ese marco, guiado por su propia pasión, transformó su labor de
neurólogo por la de descubridor. Habilitó un espacio posible de atención a quienes
comenzaron a ver migrar así su sufrimiento del cuerpo, del alma, o de su vivir a un
territorio en el cual este se transformaba en palabras, en relatos, en un discurrir
atentamente escuchado por alguien que buscaba interrogantes en el mismo. Este
nuevo espacio se fue complejizando y enriqueciendo, dando cabida a una apertura
inédita a la necesidad humana de expresarse.
El desarrollo del psicoanálisis durante su primer siglo de existencia no ha cesado
de responder al deseo de seguir abriendo caminos de conocimiento, intentando
desanudar las trampas en las que caemos los seres humanos, desde nosotros
mismos, la cultura, o los otros. La experiencia descubierta por Freud a partir de este
particular apertura al otro, y a ese otro que descubrió en sí mismo, lo llevaron a crear
una particular metodología de investigación cada vez más precisa y sofisticada.
También una teoría que posibilitara un sustento argumentativo para comprender
como se entretejen las pasiones –pulsiones- en el devenir de cada sujeto, y como se
plasman en su afectividad, conducta y motivaciones. Esas pulsiones nacen de un
vínculo, de la relación con un otro, originalmente ‘fuente de todas las motivaciones
morales’ (Freud, 1950 (1895)) y que se hace presente a partir de la relación con un
otro actual, en una relación de transferencia. A través de la activación de las
diferentes historias en la historia de un individuo, surgirá mediante el tratamiento
psicoanalítico la posibilidad de que esa persona ‘sea otra’ (Freud, 1916-17), sea
alguien más conectado con y descubridor de su subjetividad.
Distintas corrientes teóricas surcaron estos años el panorama del conocimiento
de las diversas plasmaciones que puede adquirir cada subjetividad, así como de los
diferentes modos en los que puede quedar confundido, alienado o finalmente
enajenado un individuo del contacto con su verdadero ser.
Es sólo con el desarrollo de una profunda capacidad empática – conquistada o
desarrollada a través de la experiencia del análisis personal, la experiencia clínica,
las supervisiones y el aprendizaje teórico, todos fruto de la formación analítica-, que
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es posible arribar a nuevos descubrimientos y horizontes de investigación
psicoanalíticos.
De las neurosis de transferencia a las patologías de la pérdida de
subjetividad
Los orígenes del psicoanálisis se debieron al hallazgo de un saber oculto,
cifrado, un texto, un relato a develar o reconstruir, surgido de los matices discursivos
que expresaba un paciente, generalmente un histérico, al médico.
Freud halló riqueza simbólica en ese texto, en el cual aún el síntoma en el
cuerpo hallaba una significatividad totalmente separada de los fundamentos de una
lesión orgánica. También la mera sugestionabilidad transferencial solo facilitaba la
aparición de los relatos, no los descifraba.
Ese saber se diferenció de los hechos descriptos: el paciente dejó de ser creíble
en su literalidad, ya que las palabras eran cargadas con una impronta personal que
teñía todo el discurso. Había algo más, diferente y fundamental que aludía
secretamente a las verdades más encubiertas por aquél, que expresaban sus
auténticos deseos. Debían ser encontrados e interpretados.
Así el creador del psicoanálisis fue arribando a la Traumdeutung, ofreciéndonos
una de las principales herramientas de indagación con la que los psicoanalistas
venimos trabajando para aliviar el padecer de nuestros pacientes.
En aquella época fundacional descubrió asimismo otras entidades que no
alcanzaban ese status discursivo, simbólico, y que aludían a un origen corporal de
otro tipo de sufrimiento: las neurosis actuales. Estas, la neurosis de angustia, la
neurastenia y la hipocondría, entonces de zócalo orgánico, también formaban la
médula de los desarrollos sofisticados de las psiconeurosis y de las neurosis
narcisistas (Freud, 1895, 1914). Con estas últimas comenzaba otra fértil
investigación de otro tipo de desenlaces complejos, el de las psicosis y el de las
perversiones, pero que aún por caminos defensivos muy diferentes reconocían la
posibilidad de descifre simbólico (Freud, 1940).
Su estructura podía alternar con las plasmaciones psiconeuróticas, como otras
corrientes psíquicas (Freud, 1918), organizaciones diferentes pero a la vez afines a
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aquellas.
Este
relevamiento
diagnóstico
resolvió
ausencias
teóricas
para
comprender el enigma clínico. Como es bien conocido a fines de la segunda década
del siglo pasado, la presión producida por el reconocimiento de entidades que
desbordaban la posibilidad de comprensión por la metapsicología establecida, le dio
nuevo impulso a la investigación.
Con la introducción del concepto de pulsión de muerte, se complejizaron los
dilemas pendientes en la teoría pulsional. Freud se aproxima al entendimiento de las
vidas afectadas por neurosis traumáticas, neurosis de destino, así como al extraño
fenómeno de los sueños traumáticos (Freud, 1920).
El dualismo pulsional se dirime ahora entre las pulsiones de vida y Tánatos.
Ambos entran en complejas relaciones, en intrincación siempre relativa, con el
requerimiento constante a Eros para neutralizar a la primaria pulsión de muerte.
En
última
instancia
todos
los
desenlaces
anímicos,
las
resoluciones
identificatorias, las de los centrales complejos de Edipo y de castración, son ahora
abordados desde la perspectiva de los destinos de esta pulsión. Sus avatares,
sobretodo cuando logra liberarse de los acosos de las pulsiones sexuales, causarán
la degradación de los fenómenos vitales, en búsqueda de aniquilación de la vida
misma. Y cuando Eros desfallece son canónicos los caminos que sigue. Una de las
presas privilegiadas que cobra es la subjetividad del individuo: la persona cede la
responsabilidad por sus deseos, afectos y juicios respecto a aquello con lo cual
podría entrar en conflicto, y así silenciosamente la pulsión de muerte va tomando el
comando del psiquismo. El yo sin saberlo se va desligando de su capacidad para
preservar una energía libidinal de reserva, y por este camino puede llegar hasta a
dar de baja su propia vida (Freud, 1923).
Aún hacia el fin de su obra Freud fue transitando por distintos desarrollos en los
que fue afinando la teoría, acorde a los nuevos hallazgos clínicos. El masoquismo
inmanente, la patología somática, las neurosis traumáticas, los suicidios, respondían
a trastornos en la composición de la intrincación pulsional, en la que diversos
componentes de Eros van siendo desinvertidos por la labor de la pulsión de muerte
(Freud, 1925b, Green, 1993).
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Desde el Proyecto sostuvo una diferencia entre los conceptos de conciencia y
percepción, atribuyendo a la primera la cualidad de fenómeno y de ser el aspecto
subjetivo del proceso, deslindando a la percepción como un sistema que capta
frecuencias objetivas (Freud, 1950 (1895), 1925a). La conciencia capta la cualidad,
aquella primera expresión que emerge de los procesos puramente cuantitativos, o
sea sin sujeto que los pueda captar. Es de suponer que ésta requiere de condiciones
ambientales y endógenas, pulsionales, que la favorezcan y preserven, dado que los
excesos cuantitativos desbordan la posibilidad de subsistencia de la conciencia
(Freud, 1920, 1923), el primer emergente cualitativo. Esto puede ocurrir en el caso
del dolor, al que Freud compara con una hemorragia interna. Es un paso más que
los otros afectos en los que sólo hay descarga y percepción de la misma, además
del tono (Freud, 1926). El dolor a su vez es una seudopulsión ya que el estímulo no
proviene de las tensiones químicas de las fuentes pulsionales (Freud, 1915b).
En esa suerte de hemorragia interna se produce un drenaje de la energía de
reserva necesaria para el cumplimiento de los procesos vitales. Vuelve así a
privilegiarse el principio de inercia por sobre el regulador de constancia, supuesto en
condiciones de homeostasis (Freud, 1950 (1895), 1924).
En estas circunstancias el individuo queda expuesto a un grado máximo de
inermidad biológica y psíquica para poder procesar las exigencias pulsionales
(Freud, 1926). A diferencia de la angustia entonces, afecto que permite una
descarga acotada, el dolor conlleva magnitudes elevadas de investidura que se
sustraen así a su utilización para el trabajo psíquico (Freud, 1950 (1895), 1926). La
angustia automática, masiva, también posee una cualidad arrasadora para el
psiquismo y tampoco permite el trabajo psíquico (Freud ,1916-17, 1926). El sujeto
angustiado, cualquiera que sea la trama conflictiva que padece, está en condiciones
de encarar ese afecto y de intentar algún tipo de tramitación posible así como de ser
afectado e indagar sus causas.
La persona en estado de dolor –no de vivencia de dolor, estado que según Freud
conlleva otras magnitudes que permiten la preservación de la vivencia y una
respuesta acorde a fines- queda arrasada ‘como por un rayo’, padece una situación
traumática (Freud, 1950 (1895)).
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Solo a modo restitutivo podrá ser controlado precariamente el dolor por una
neurosis traumática, u otros padeceres –adicciones, enfermedades somáticas,
pasajes al acto-, pero el individuo queda en estado de desvalimiento como para
intentar un camino resolutivo de las exigencias de la pulsión o del estímulo exógeno.
Ese dolor queda sin sujeto que lo confronte y pueda procesarlo, arrinconándolo a
una tramitación puramente económica de magnitudes pulsionales y/o exógenas.
Este dolor es además inherente a la condición humana, ya que el largo recorrido de
la constitución anímica es un rodeo que comienza desde el origen de la vida, y que
requiere de condiciones ambientales que alteren la ‘hemorragia masiva’ que
conllevaría el dolor causado por las carencias producidas por fallas severas de los
objetos primarios.
Desde un principio la pulsión –conservadora- tiende a volver a un estado
anterior, el primero, inanimado. Solo la complejización de las pulsiones sexuales,
impulsa el rodeo de la vida y la construcción psíquica que perturba esa caída
energética (Freud, 1920). Pero eso solo se logra por la presencia parental, empática,
convocada y convocante que permite el ‘auxilio ajeno…fuente primordial de todos
los motivos morales’ (Freud, 1950 (1895)), fuente trófica cuyas fallas y aciertos van
condicionando no sólo las resoluciones posibles de las exigencias biológicas y
emocionales del niño, sino las de la construcción de la identidad y de su psiquismo.
Cien años de soledad, confrontados con las pulsiones de vida
El psicoanálisis sigue siendo hasta el presente, el único método terapéutico que
se ocupa de la subjetividad del paciente, y de las raíces profundas de su sufrimiento.
Por otra parte, comenzando por la labor de Freud y siguiendo por la de las sucesivas
generaciones de analistas, es el único que sigue elaborando teorías que buscan
abordar eficazmente las condiciones de ese padecer.
Seguramente uno de los autores que más sutilmente contribuyó a ese
conocimiento fue Donald Winnicott.
Las cualidades del objeto, su vitalidad, vivacidad, presencia, adaptación activa a
las necesidades del niño, la continuidad del ambiente emocional, su libertad,
capacidad de juego, creatividad, ‘realidad’ personal, experiencia, confianza,
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intimidad, aceptación, tolerancia, amor, madurez, serán relevantes factores a la hora
de que el niño pueda subjetivarse y sustentar la tendencia originaria a salir de lo
inerte ( Winnicott, 1971). Para Winnicott entonces es imprescindible que exista esa
presencia que habilite una creatividad primaria sin la cual el niño permanecería
desubjetivado y en estado de zozobra personal.
Dice Winnicott que la madre debe ser capaz de efectuar la contribución que
significa un pecho que es, no que hace, para que el bebe también pueda ser
(Winnicott, ibid). De lo contrario su identidad inicial queda mutilada.
Dice Freud que para desarrollar el estado narcisista primordial, son
imprescindibles la presencia de los padres que satisfagan las necesidades amorosas
y de autoconservación (Freud, 1915a).
Pero hasta aquí de este modo sólo se llegaría a un estado que no
necesariamente alcanzaría a generar la subjetividad del niño.
Para que ello sea posible la madre debe ser capaz de responder reiterada y
adecuadamente al impulso espontáneo del niño, única experiencia que garantiza un
sentimiento de realidad, y la capacidad de creación genuina (Winnicott, ibid). La
misma creación del ‘objeto de la madre’, es fruto de la reiteración de las experiencias
de satisfacción en el niño con un adulto que provee a los requerimientos amorosos y
de la autoconservación (Freud, 1926).
Esta experiencia permite que el niño se perciba a sí mismo, en lugar de tener
que ocuparse del otro (Winnicott, ibid).
Percibirse a sí mismo es percibir sensaciones y sentimientos propios, que así
logran acceder a la conciencia mediante el enlace –no con la percepción- sino con la
‘apercepción’ materna (ibid), con su reverie, es decir con ‘aquel estado anímico que
está abierto a la recepción de cualquier ‘objeto’ del objeto amado’ (Bion, 1963).
También es una identificación (primaria), pues es ‘la más temprana exteriorización
de una ligazón afectiva con otra persona’ (Freud, 1921). La adecuación de este
vínculo emocional primario, garantiza el funcionamiento y vigencia de la conciencia,
habilitada por investiduras del inconciente sobre la superficie perceptual, solo
posibles si este sistema se sostiene en la presencia del reverie materno (Bion, ibid).
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Esta misma función permite el desarrollo de una barrera de protección
antiestímulo en esta primera fase crítica del niño, que rebaja la magnitud de las
excitaciones advinientes, como para que pueda recibir estímulos internos y/o
externos, que puedan ser sentidos en la conciencia. Puesto que un exceso de éstos,
que supere el umbral de la conciencia, la elimina (Freud, 1920; Bion ibid). Lo mismo
que un déficit de estímulos, de modo que así se altera el acontecer psíquico pues
queda anulada la conciencia, y así el sujeto mismo.
Si no hay un sujeto que pueda sentir su dolor o interrogarse por su angustia,
queda el camino abierto para que éste resuelva sus exigencias pulsionales o los
avatares de la excitación provocada por el estímulo exterior, por caminos espurios,
que se desarrollan como vías alternativas y a modo restitutivo (Green, ibid). Es la
vía en que se cristalizan las caracteropatías, las adicciones o las enfermedades
psicosomáticas.
Se pierde la posibilidad de tramitación pulsional acorde a fines pues no hay quien
responda a ese imperativo vital. El individuo queda entonces inerme ante exigencias
improcesables y expuesto a los avatares de la pulsión. La estructura pulsional
desconectada de la vida emocional, de los afectos, deja liberada a la silenciosa
pulsión de muerte que gana terreno psíquico por el camino de la descomplejización
de las estructuras mentales.
El trastorno generado puede desbordar también la posibilidad de ligadura
libidinal masoquista, y puede llegar a alterar la autoconservación, perturbando en
este caso el principio de constancia que es relevado por el de inercia (Freud, 1940).
La sexualidad puede llegar entonces a laborar al servicio de Tánatos, ya que se ha
perdido el acopio narcisista que en la desligadura se ha resexualizado y así queda
habilitado para la descarga (Freud, 1923).
La perturbación original del desarrollo de la conciencia trastorna la investidura
erógena de las zonas periféricas y así las metas sexuales requeridas por la acción
específica pues ha fallado el estímulo objetal primario que permitiera el progreso en
la transformación de la libido narcisista (Freud, 1950 (1895) ,1905).
La sexualidad queda inhibida en su función ligadora y complejizante.
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Al suprimirse la incitación pulsional que deja de exigir trabajo al psiquismo, se
suprime la vida anímica misma, que pasa a regirse por criterios operatorios, con
pérdida de deseos, afectos, pensamientos y recuerdos.
El panorama desolador de estos trastornos supresores de la vitalidad, solo
puede revertirse terapéuticamente con la fuerte presencia emocional de otro que a
través del vínculo transferencial, intente recuperar el espacio anímico perdido y
degradado. A través de esa presencia viva que ofrezca su atención, el paciente
puede recuperar o desarrollar la propia, y simultáneamente la conciencia y el registro
de los afectos. Se busca así el desarrollo de tensiones que puedan ser pensadas –
en lugar de procesadas orgánicamente-, que se generen rodeos que alejen ese
rápido retorno a lo inerte, como pretende la pulsión de muerte (Freud, 1920; Green,
ibid).
El pensamiento, sufragado por libido desexualizada y sublimada persevera ‘en el
propósito principal de Eros, el de unir y ligar’ (Freud, 1920,1923).
Busca así perturbar el camino a la pura descarga pulsional o a la descarga
indiscriminada o engañosa. Este es el camino en los trastornos donde no se
mantiene un sujeto que pueda elaborar un conflicto, o registrar un afecto que le
genere interrogantes. La pulsión no habrá logrado allí una transformación al servicio
de los fines de Eros y así el yo mismo, perdiendo su cualidad subjetiva queda
expuesto a los avatares de la pulsión de destrucción.
Es posible conjeturar que en lugar de aquel objeto que hubiera permitido el
desarrollo emocional a través la investidura amorosa, lo que ha ocurrido es una
introyección de un objeto sin esas cualidades y sin generación suficiente de un
espacio transicional. Este espacio es aquel en el cual se pueden manifestar las
expresiones sublimadas y creativas del yo (Winnicott, ibid).
La investidura amorosa del niño por parte de otro, es imprescindible para el
desarrollo tanto del yo como de la subjetividad.
Esta perspectiva tan clara en autores potfreudianos no está excluida en la obra
de Freud, aunque a veces parece diluirse en la necesidad de fundar y desarrollar la
metapsicología. De hecho el mismo psicoanálisis, la terapia psicoanalítica, la
herencia mayor que recibimos no es más que la expresión práctica de esta
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concepción. No es posible psicoanalizarse sin otro real. El propio autoanálisis de
Freud solo fue factible a través de la profunda incidencia que su entorno había
tenido en él, particularmente la presencia de su padre y lo que desencadenó su
pérdida. Por otra parte es notable que
las referencias originales y los nuevos
aportes concretados en la década del treinta –el sentimiento oceánico, la sexualidad
femenina, la escisión del yo, entre otros- acontecieran luego de la desaparición de
su madre, con quien mantenía un vínculo fuertemente ambivalente ( Lehmann,
1983).
Es posible que el estudio de las etapas tempranas del psiquismo, así como el de
la función materna, que reconocen su origen en Ferenczi pero cuya riqueza
metapsicológica está implícita en Freud-, haya experimentado también esa raíz en la
elaboración personal (Ferenczi, 1932; Green, ibid).
De cualquier modo estas referencias están asociadas a la generación de
condiciones como para que la vivencia, el afecto, el pensamiento, sean posibles y la
pulsión encuentre un destino que no sea aquel comandado por Tánatos. La pulsión
de vida busca ligaduras y la creación de una energía de reserva. Esta reserva
proviene ‘del acopio libidinal narcisista y… (es) por ende, Eros desexualizado’
(Freud, 1923). Se agrega a cualquier pulsión diferenciada y eleva la investidura total
del sistema. Es una importante operación del yo en su relación con Eros en el
propósito de constitución de un yo apto para realizar las tareas de la vida (Freud,
1940).
El yo es el ‘portador del reservorio’ para solventar las demandas de la acción
específica (Freud, 1950 (1895)). Sin ese reservorio no se almacena la energía
suficiente para realizar esa acción, y el individuo sin lograr contener y transformar las
exigencias pulsionales, queda expuesto a la pura descarga y a la muerte ( Freud,
1923; Green, ibid) ). Pero solo es posible salir de ésta ‘por el auxilio ajeno de un
individuo experimentado (que) advierte el estado del niño y posibilita el
entendimiento’ (Freud, 1950 (1895)).
Solo así puede salir del mecanismo inválido de la alteración interna y construir el
de la acción específica, satisfactoria de necesidades y sexualidad, y ‘consumar sin
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más en el interior de su cuerpo la operación requerida para cancelar el estímulo
endógeno’ (Freud, 1950 (1895)).
Esta es la vivencia de satisfacción. Entonces a ésta solo se llega mediante la
advertencia del adulto, es decir su vitalidad, lucidez, empatía y atención.
Es él quien desencadena –o no- el despertar del niño.
Las cualidades de esos primeros objetos son claves para establecer el tipo de
psiquismo que se desarrollará en el niño, para el crecimiento de su yo y de su
subjetividad. La limitación de ésta podrá permitir un funcionamiento yoico y singular
satisfactorio en muchos aspectos, pero más ligado a la sobreadaptación o a un
exceso de realismo, y a diferentes trastornos anímicos, que pueden ser
asintomáticos o caracteropatizados. Lo más notorio será la falla identificatoria, la
carencia de ideal por no haberse establecido adecuadamente ‘la más temprana
exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona’ (Freud, 1921).
La pulsión exige ligadura, viscosidad, y objeto, por lo que el apego se puede
conformar, y facilitar la investidura libidinal yoica, pero sin la construcción de ideales
que hubieran requerido para constituirse de aquella ligazón afectiva, propiciatoria y
precursora de la formación de ideal.
El niño así deprivado quedará fuertemente apegado a los objetos como último
intento de contener el desborde pulsional no procesado ni procesable. Ese apego
será manifiesto o encubierto en expresiones esquizoides o fóbicas, y saldrá a la luz
solamente cuando haya alguna situación que perturbe el equilibrio defensivo
conseguido. Las manifestaciones seguirán entonces un curso orgánico o conductual,
pero no podrán ser tramitadas simbólicamente por carencia de un preconciente
verbal, ya que no existieron las condiciones para que éste se desarrollara en
relación a la subjetividad del niño o luego del adulto. El preconciente queda
disociado de la expresión emocional virtual de la persona. Este solo podrá advenir
por el acceso terapéutico adecuado que contemple las razones de ese vacío, y
genere un marco técnico que haga asequible ese abordaje. Ese encuadre entonces
estará alojado fundamentalmente en un terapeuta que haya asimilado una formación
psicoanalítica lo suficientemente amplia como para comprender los trastornos no
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sintomáticos, silenciosos, no simbolizados que presentarán estos pacientes.
La
labor que exigen requiere de un analista que ofrezca su aparato psíquico como
continente, con función de ensoñación (reverie) para inferir los trastornos ‘no
soñados’, no simbolizados (Bion, ibid). Por otra parte el psiquismo’psiconeurótico’,
de los sueños, de los síntomas podrá ser un terreno fértil de indagación clínica, pero
no necesariamente permitirá el acceso a los sectores escindidos de la mente,
aunque a veces funcionen como ‘zonas de descanso’ en la ardua tarea terapéutica.
Un riesgo es que esta sea omitida y no se desencadene un proceso terapéutico que
permita incluir a esos sectores silenciados en los que se encuentra lo esencial de la
persona, su subjetividad virtual. En ese caso el peligro de que toda persona sea
arrastrada por los efectos producidos por el trauma son mayores.
Freud describe las condiciones por las cuales ese sector queda escindido, y bajo
las cuales podría arrastrar a todo el yo a un funcionamiento comandado por el
trauma (Freud, 1939).
En efecto, las fijaciones al trauma generan fenómenos compulsivos por su gran
intensidad psíquica: ‘No son influidos, o no lo bastante, por la realidad exterior; no
hacen caso de esta ni de su subrogación psíquica, de suerte que fácilmente entran
en contradicción activa con ambas. Son por así decir, un Estado dentro del Estado,
un partido inaccesible, inviable para el trabajo conjunto, pero que puede llegar a
vencer al otro, llamado normal, y constreñirlo a su servicio (…). Asaz a menudo
termina en una total devastación del yo y en su despedazamiento, o en su
avasallamiento, por el sector escindido, gobernado por el trauma’ (Freud, ibid). De
ahí la seriedad que revisten estas presentaciones clínicas, pues la labor de la fijación
suele
ser
silenciosa,
y
generalmente
dependerá
más
de
la
percepción
contratransferencial del analista de estas situaciones ‘sabidas no pensadas’ (Bollas,
1987), que de su manifestación clínica explícita.
Más allá del principio del placer
Se podría hablar de una clínica de las presentaciones más allá del principio del
placer. Es decir, de los casos en los que no observamos una ganancia o beneficio
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en el trastorno que sufren, o que la consulta está asociada a algún síntoma
neurótico, perverso o psicótico, pero en el que debemos implementar una mirada
‘binocular’ (Bion, 1970) para advertir la presencia de una escisión en el yo. Esa
presencia será egosintónica, no se producirá señal en el yo que le permita
angustiarse por ella. Más bien suele tratarse de personalidades fuertemente
apegadas a la realidad, y en muchos casos con logros sociales significativos. No
parecen percatarse de su involucramiento en muchas de las escenas que relatan.
Suelen
presentan trastornos en su sexualidad, del tipo de una inversión en la
misma, promiscuidad, vínculos incestuosos o hasta un ascetismo sexual. Es
frecuente la presencia de mecanismos prerepresivos, trastorno hacia lo contrario y
vuelta contra la propia persona, acompañados de transitivismo. Este último es
consecuencia de la escisión del yo, que lleva a exteriorizar al sujeto de ese yo en la
otra persona.
Esto significa que el yo no está guiado por la actividad de sus pulsiones, sino que
es compelido a actuar por otro-sujeto del cual es objeto. Es la lógica de la fase de la
organización narcisista del yo (Freud, 1915a).
Todo este desenlace es producto de la desarticulación del yo coherente a partir
de la imposibilidad de ligadura de la pulsión de muerte.
La situación traumática impidió ese proceso de integración, por lo cual las
diferentes pulsiones no lograron su neutralización. La fijación al trauma, que implica
una lucha contra él y la compulsión a repetirlo, agota la libido pulsional (Freud,
1939,1940). El yo queda inerme para reaccionar y sólo puede percibir la violencia de
un proceso interior, exteriorizado en el cuerpo o en la conducta, que no puede
controlar ni acceder a enfrentar.
No es posible entablar un conflicto pues el yo ha perdido contacto con su
subjetividad y puede llegar a conducirse como si no estuviera verdaderamente
despierto. Esta situación responde a su vez a una falla en la identificación primaria.
El yo, que no ha logrado asir un encuentro con otro primordial, no logra alcanzar la
posición sujeto y queda en la de objeto del yo, por lo que la primera posición siempre
se hallará sustentada en otro (Freud, 1921).
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La vida de estas personas entonces trasegará alrededor de proyectos ajenos, o
sino muy frecuentemente sin ningún proyecto genuino.
Este resultado además no finalizará allí, ya que la autónoma pulsión de muerte,
acelerará su camino de retorno a lo inerte, buscando la descarga de una libido que
se desexualiza por pérdida de sublimaciones, funcionando así Eros al servicio de
aquella. El paciente no dispondrá de conciencia de este elemento central de su
acontecer vital, su ritmo de funcionamiento, los efectos sobre su cuerpo, ni el
fundamento del porque de las acciones que realiza, pero que canónicamente
contendrán los elementos de un andar descomplejizante.
Sin una mirada clínica que componga los fenómenos manifiestos con la
inteligencia explicativa de una metapsicología que articule los avatares de Tánatos
en su pugna interpulsional, no será eficaz el abordaje terapéutico de estos
pacientes.
La seducción de las manifestaciones, fuertemente coloreadas por una sexualidad
que debió haber sido sublimada –para sostener una reserva libidinal que preserve la
vida-, recurrentemente puede encandilar al analista confundiéndola con Eros (Freud,
1920,1923). Pero el comando de los acontecimientos sigue respondiendo a los
efectos del trauma, demorados pero eficientes en impedir una intrincación vital, que
pudiera conducir a la persona ‘a desviarse más y más respecto de su camino vital
originario, y dar unos rodeos más y más complicados, antes de alcanzar la meta de
la muerte’ (Freud, 1920).
Pero estos rodeos solo se hubieran alcanzado por los decisivos ‘influjos
externos’ que hubieran implicado la consumación de ese encuentro originario.
No se produjo el aporte amoroso parental que hubiera desencadenado el
procesamiento libidinal y simbólico que permitiera la ligadura fundamental erótica. El
resultado es una herida en el narcisismo inmarcesible, solo cicatrizable en u proceso
psicoanalítico, ya que de otra manera las vicisitudes vitales no pueden dejar de estar
signadas por la compulsión repetitiva que impone el trauma. Impone también al
objeto. El objeto generador de esta situación es imposible de abandonar, pues por
su condición privadora produce una adhesividad en el vínculo que impide su
desasimiento.
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No permite el trabajo anímico pues esa misma carencia en la experiencia ha
impedido
la
creación
de
huellas
mnémicas.
Ha
resistido
así
la
labor
representacional, pues el objeto ha mantenido su presencial real en el psiquismo del
paciente, con toda su investidura incestuosa, y por esta razón no puede ser
resignado ni sustituido, y mantiene su vigencia original, por lo que toda su vida
anímica queda condicionada por ese vínculo, solo débilmente encubierto en
relaciones que tiñen una diferencia que apenas existe.
Este fenómeno se debe a que estas relaciones reciben la misma investidura
libidinal narcisista que solo ha experimentado un ligero desplazamiento.
De modo que se puede desarrollar todo tipo de expresiones laborales,
intelectuales o artísticas, que responden a diversas posibilidades sublimatorias y de
investidura, con la sola condición de que no comprometan la fijeza de aquella
relación.
Cualquier amenaza a ésta debe ser rápidamente conjurada, pues de lo contrario
el surgimiento de angustia puede ser masivo, o en su defecto ser controlado por el
cortejo de expresiones no simbólicas, como en las adicciones, traumatofilias, o
desórdenes psicosomáticos.
Estas fijaciones contradicen la posibilidad de estructuración de un aparato
psíquico al servicio de Eros. Si ello hubiera sido posible, la excitación pulsional se
hubiera ligado en huellas mnémicas cada vez más sofisticadas, generando estratos
psíquicos cada vez más complejos, que hubieran implicado a su vez una tramitación
pulsional progresivamente menos costosa para lo anímico.
En la carta 52, Freud se refiere a esta estratificación, que implica un
reordenamiento por retranscripción de las percepciones devenidas huellas
mnémicas va experimentando transformaciones, traducciones de material psíquico.
Las transcripciones ‘constituyen la operación psíquica de épocas sucesivas de la
vida’. La imposibilidad de trascripción tiene consecuencias: ‘la excitación es
tramitada según leyes psicológicas que valían para el período psíquico anterior, y
por los caminos de que entonces se disponía’ (Freud, 1895 (1992-99)). Esta
situación genera una defensa patológica, que implica el riesgo de un displacer
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sentido como actual y experimentado como nuevo, ya que no se construyeron
engramas que le dieran a la vivencia su ubicación temporal y espacial. En la misma
carta alude al ataque de vértigo y al espasmo de llanto como asociados al otro, ‘pero
las más de las veces con aquel otro prehistórico inolvidable a quien ninguno
posterior iguala ya’. Este otro entonces no solo puede ser el fundador de la
posibilidad de construcción del psiquismo, sino también el responsable de que la
historia del sujeto no se desencadene.
De ser así nos encontramos en el terreno de una fijación del yo.
Ante un nuevo empuje pulsional, que no halla respuesta en el objeto como para
producir una vivencia que pueda ser asimilada anímicamente, el desarrollo psíquico
queda inhibido en una fase anterior a la de la vigencia de ese empuje. Este será
aprehendido según las leyes de esa etapa anterior con el consiguiente costo para la
persona.
El funcionamiento yoico quedará degradado, y los excesos pulsionales
desbordarán en expresiones como las ya mencionadas. Todo el funcionamiento
psíquico estará centrado fundamentalmente en contener el riesgo emocional que
produce la pulsión no domeñada mediante el mecanismo de contrainvestidura
(Freud, 1917). En estas condiciones el procesamiento pulsional se desagrega, se
pierde la hegemonía de la genitalidad, y la función sexual queda supeditada a la
pulsión de muerte, y a un dique contra ésta, que es el desenlace masoquista.
La organización genital puede ser alcanzada, pero quedará debilitada en los
sectores del desarrollo que permanecieron fijados a objetos y metas pregenitales.
Esto se debe a que a raíz de un trauma ‘uno de los componentes de la función
sexual se habría anticipado a los otros en el desarrollo, se habría vuelto autónomo
de manera prematura, fijándose luego y sustrayéndose por esta vía a ulteriores
procesos evolutivos’ (Freud, 1919). De manera que toda la economía pulsional
queda supeditada al control – y a la vez a la vigencia- de dicho trauma, actuando a
modo de contrainvestidura del mismo (Freud, 1926).
Si
no
existiera
energía
erógena
suficiente
como
para
plasmar
la
contrainvestidura, el cuadro resultante puede ser mucho más serio, pues las
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expresiones del trauma serían mucho más explicitas y letales.
A diferencia de estos desenlaces, en las psiconeurosis las fijaciones libidinales
han logrado ser ligadas por representaciones, aunque la erogeneidad en su conjunto
quede afectada y eventualmente comandada por una pulsión pregenital. El proceso
represivo logra en estos casos generar sustituciones de la representación reprimida
y fantasías que las representan, con un costo para el psiquismo pero de una
gravedad mucho menor y dependiente fundamentalmente del nivel de regresión
pulsional (Freud, 1915b).
Freud describe ‘una éxtasis de necesidad que no puede hallar satisfacción y un
dolor que no cesa’, como condicionantes de una situación traumática en la que el yo
queda desvalido frente a los peligros externo e interno (Freud, 1926).
Esta situación que en estas condiciones no sería contenible por el despliegue
libidinal de una contrainvestidura, podría ser causante de un trastorno en la pulsión
de autoconservación, propio de ‘las personas que al fin perpetran suicidio’. Sería el
caso de quienes han sobrellevado ‘vastas desmezclas de pulsión a consecuencia de
las cuales se han liberado cantidades hipertróficas de destrucción vuelta hacia
adentro’ (Freud, 1940).
Detrás de esta situación se encuentra una neurosis traumática que degradó la
eficacia de una barrera antiestímulo suficiente. Sea porque la sideró, sea porque
arruinó la energía de reserva del individuo que la solventaba.
En efecto, ‘la tarea de protegerse contra los estímulos es casi más importante
que la de recibirlos’ y para ello el individuo posee una reserva energética cuyo afán
es preservar formas de transformación de energía para evitar el ‘influjo nivelador y
por lo tanto destructivo de las energías hipergrandes que laboran afuera’ (Freud,
1920). De esta manera quedan transgredidos el principio regulador del placer y
también el de constancia, perdiéndose la tensión pulsional requerida para solventar
los fenómenos vitales.
Al estar alterada la pulsión de autoconservación se pierde la posibilidad de
asegurarse el camino peculiar de ese individuo hacia la muerte, pues el objeto ha
actuado como invasor y ha impuesto su propio criterio en la dinámica pulsional. El yo
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no es capaz de defenderse y alcanza ‘su meta vital por el camino más corto (por
cortocircuito)’ (Freud, 1920).
Nos encontramos entonces ante una legalidad que no queda limitada a la
persona, sino que el otro llega a imponerle la propia, con el consiguiente
desmantelamiento de las capacidades tróficas del individuo, quien se entrega a la
inercia, a un drenaje vital, a un dejarse morir (Freud, 1923).
Eros busca oponerse a este camino, creando tensiones mediante la formación
de ‘unidades cada vez más grandes y su conservación por ligazones’.
La íntegra energía disponible de Eros ‘sirve ara neutralizar las inclinaciones de
destrucción simultáneamente presentes’.
Por otra parte la ‘acción conjugada y contraria de las dos pulsiones básicas
produce todas la variedad de las manifestaciones de la vida’ en la medida que Eros
disponga de su acopio libidinal para llevar a cabo la tarea.
De otro modo, puede ocurrir que el agotamiento libidinal o su fijación ‘de una
manera desventajosa’ terminen con la vida ya que ‘el individuo muere a raíz de sus
conflictos internos’ (ya que solo la especie se extingue en la inadecuada lucha contra
el mundo exterior) (Freud, 1920).
Pulsión de muerte y ensoñación (reverie)
La proyección no es un mecanismo defensivo, aunque también pueda operar a
tal efecto. Su función primordial ‘es la configuración de nuestro mundo exterior’.
A través de ella ‘percepciones internas de procesos de sentimiento y de
pensamiento son proyectadas hacia fuera’ ya que la atención originariamente está
dirigida a los estímulos provenientes del mundo exterior (Freud, 1912-13).
Este debe ser por tanto adecuado y empático, ya que esa primera atención del
niño absolutamente permeable y dependiente del objeto, comenzará a construir el
psiquismo y así los andariveles para el tránsito pulsional.
Los afectos y las percepciones que plasmarán la primera identidad serán
resultantes de ese encuentro y conformarán un primer rasgo identificatorio.
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Estos procesos preceden y condicionan el destino del posterior surgimiento del
lenguaje cogitativo. Es por eso que las ‘tempranísimas impresiones, recibidas en una
época en que el niño era apenas capaz de lenguaje, exteriorizan en algún momento
efectos de carácter compulsivo sin que se tenga de ellas un recuerdo conciente’
(Freud, 1939).
El poder receptivo y cualificante materno será decisivo para la posibilidad
ligadora e integrativa del niño. Sus limitaciones por el contrario mantendrán un
sector escindido del yo de una fuerza proporcional sea a esa limitación, sea a su vez
a una proyección patológica materna. La capacidad materna dependerá de su
posibilidad de registrar lo nuevo que significa ese niño, además de poder
reconocerlo como propio, como representante de sus anhelos.
Demás está decir que esa capacidad trasciende una referencia a un vínculo
biológico o de género condicionante.
En la medida en que ese poder ligador está disponible para el niño, la pulsión de
muerte podrá ser neutralizada y utilizada en la construcción del psiquismo, así como
en el desarrollo de la pulsión de destrucción hacia fuera, a través del uso de la
musculatura (Freud, 1924).
La constitución del sentimiento, y del sentimiento de sí en particular, parece
depender de este proceso. El narcisismo primario, el estado narcisista primordial
dependerá de la integridad del cuidado del individuo en el período en que se
encuentra desvalido ‘y durante el cual sus urgentes necesidades le fueron
satisfechas por aporte desde afuera’ (Freud, 1915a).
En un comienzo en el individuo, rige el principio de inercia que busca
desprenderse de toda energía circulante en su interior, sea de origen interno
(pulsional) o externo (Freud, 1950 (1895)). Este principio solo accederá al posterior
regulador de constancia, en la medida en que el aporte exterior, de incitación
afectiva, de ternura, de investimiento libidinal materno, le vaya permitiendo crear la
energía de reserva necesaria para la producción de acciones específicas que lo
habiliten para el desarrollo de las pulsiones de autoconservación y sexuales,
llegándose por este camino a la hegemonía del principio del placer, que estará en
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consonancia con la preservación del individuo.
Las fallas severas en la contribución materna mantendrán las lógicas expulsivas
del principio de inercia, con grados de dolor que podrían llegar a no ser perceptibles
ni sentidos. Pero no por ello menos eficaces ya que ‘los procesos excitatorios, a
menudo los más fuertes y duraderos son los dejados por un proceso que nunca llegó
a la conciencia’ (Freud, 1920).
Y la conciencia original a su vez, surgirá en el encuentro entre el niño y el reverie
materno, con sus aportes y privaciones, de lo cual decantará el sentimiento de sí del
primero (Bion, 1963, 1970). Efectivamente el dolor puede producir muy violentos
efectos de descarga que ‘se cumplen por vía de reflejo, vale decir, sin la mediación
del aparato anímico’ (Freud, 1920).
Lo cual resulta en que las situaciones traumáticas más serias serán aquellas
menos registradas por la conciencia y de este modo más proclives a sostener
situaciones traumáticas reiteradas en el tiempo.
Este modo de funcionamiento psíquico, deja a la persona expuesta a la pulsión
de muerte, ya que lo más importante de su vida anímica transcurre por fuera de su
atención y de ese modo no lo puede tramitar. Salvo que en un tratamiento
psicoanalítico se implemente la ensoñación del analista que permita reconstruir ese
modo de accionar degradante para la vida mental y la preservación de la persona.
En estos casos se ha quebrado un sentimiento de continuidad existencial en el niño
y la vivencia que puede llegar a intuir es la de aniquilamiento. La madre primero, o el
analista luego, deben estar suficientemente sensibilizados como para ponerse en el
lugar del niño o del paciente, y comprender sus necesidades, único modo de que
éste ‘comience a existir, a tener experiencia’ (Winnicott, 1958).
E. Bick (1968), F. Tustin (1981) y D. Meltzer (1975), son autores que se han
ocupado ampliamente de estos padecimientos. Bick propone la noción de piel
psíquica, cuya función es unir las partes del self naciente, dependiendo inicialmente
de la introyección de un objeto externo, experimentado como capaz de llenar esa
función. Este objeto está compuesto por experiencias de continua interacción entre
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una madre capaz de contener física y emocionalmente el cuerpo del niño como
órgano sensual y sensorial.
Su ausencia generaría una vivencia de aniquilación y desintegración.
Tustin por otra parte se ocupó largamente de estados autistas en niños y
también en adultos, como formas defensivas de sensación, erigidos para intentar
evitar la repetición de incontenibles sentimientos de experiencia no mentalizable. Por
su parte Meltzer se refiere a los pacientes que parecieran tener solo superficies, dos
dimensiones, en quienes las palabras los atraviesan, y solo parecen producirles una
suerte de perturbación musical. Les falta un objeto interno que los pueda contener,
por lo que los interrogantes contratransferenciales que provocan están ligados a las
formas de contener al paciente y promover el desarrollo de ese objeto fallido.
Antes que ellos, Melanie Klein (1946) destacó la importancia de la introyección
de un ‘objeto bueno’ para poder tolerar la angustia. Este proceso introyectivo estará
condicionado por los montos de envidia del niño hacia el pecho materno, cuyas
vicisitudes condicionarán los procesos madurativos.
Pero son los autores postkleinianos quienes realmente han hecho hincapié en la
hegemonía de las características del objeto ofrecido como determinante de la
condición en la que el niño podrá lidiar con la expresión de sus pulsiones, y a partir
de allí generar experiencias tróficas o quedar expuesto a situaciones traumáticas
patógenas de diversa gravedad. Las descripciones de las vivencias referidas a
situaciones carenciales extremas, como las de terror sin nombre (Bion, 1967), o caer
para siempre, no tener relación con el cuerpo, no tener orientación, o ser
despedazado (Winnicott, 1965), o miedo a la disolución (Tustin, 1981), son
elocuentes. Así como las descripciones de las resoluciones defensivas espurias,
diferentes formas restitutivas como ‘curación’ de las fallas fundamentales: sean
estados autistas, una ‘segunda piel’ (Bick, 1986), o el cortejo de trastornos fruto de
una
falla
en
la
simbolización
(vgr.
adicciones,
traumatofilias,
trastornos
psicosomáticos), resultado inevitable de estos padecimientos, que requerirán de una
particular tarea por parte del psicoanalista. En un proceso psicoanalítico actuarán
como poderosas resistencias a la transferencia, al riesgo de volver a exponerse a la
vivencia traumática.
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H. Racker (1960) describió lucidamente la necesidad de lograr empalizar a través
de la contratransferencia con un sujeto virtual en el paciente, como modo de poder
acceder terapéuticamente a estados en los que lo único que puede aparecer como
manifiesto es la presencia de un objeto invasor transferencial que puede llegar a
arrastrar al analista a identificaciones complementarias con éste. En ese caso el
paciente volvería a quedar relegado de la atención de sus carencias. Será necesaria
esa identificación concordante con ese sujeto virtual, no quedar atrapado en la
marea compulsiva que puede presionar al analista, como para estar en condiciones
de auxiliarlo.
Es aquí donde la tarea del analista será fundamental para constituir la situación
traumática, muda hasta ese momento, como para hacerla comprensible e
historizable. Este trabajo define al análisis como proceso contrario a la pulsión de
muerte (Baranger, Baranger, Mom, 1987).
De manera que nos encontramos en estos casos con personas que presentan un
padecimiento que se encuentra disociado de la posibilidad de un abordaje
‘tradicional’, de una cura tipo.
Estarán en juego las palabras, pero también fuertemente los afectos, las
conductas, los modos, la receptividad del analista, y el tipo de palabras que utilice, y
el tipo de intervenciones que despliegue, más que en un paciente psiconeurótico.
Desde hace muchas décadas y tal vez desde la creación misma del
psicoanálisis, su fundamento fue investigar e interrogar profundamente las razones
de diversas formas del padecer humano, y generar campos de estudio que permitan
comprender los medios para aliviarlo.
Los nuevos desafíos con que nos enfrenta ese padecer, sumado al auge
resistencial de la época implementando nuevas desmentidas sobre las causas de los
trastornos así como sobre las vías de solución, parecen estimularnos más en
nuestra convicción psicoanalítica, y en nuestra tarea.
El sufrimiento con el que contactamos a diario en nuestros consultorios no nos
permite el sopor, y nuestra deuda con el creador del psicoanálisis nos alienta
también a emularlo en la inclaudicable búsqueda de recursos que expandan nuestro
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horizonte científico y favorezcan a nuestros pacientes.
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Vol. 7 Año 2006 Página 146
NAZARE ROCHA, Nelson J.
– O ENACTMENT COMO INSTRUMENTO DE COMPREENSÃO…
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O ENACTMENT COMO INSTRUMENTO DE COMPREENSÃO
DE UM PROCESSO PSICANALÍTICO
Nelson José Nazaré Rocha - SBPSP
O resumo
Após
dois
anos
de
trabalho
analítico
com
um
adolescente borderline, um fato criado pelo paciente permitiu ao
autor identificar um enactment acontecendo na situação
analítica.
Em seguida à apresentação dos elementos clínicos, o
autor identifica o referido fato como o catalisador do
reconhecimento do enactment, discutindo o conceito e sua
aplicação naquela experiência clínica.
O autor discute ainda a validade do conceito de
enactment para a compreensão e para o trabalho com os
fenômenos clínicos, em suas diferenças relacionadas aos
conceitos de acting out e identificação / contra-identificação
projetivas. Conclui ressaltando a utilidade do conceito para o
esclarecimento de uma situação clínica e afirmando que
enactment parece-se mais a uma descrição fenomenológica do
que a um conceito metapsicológico.
O conceito
O conceito de enactment tem sido muito usado ultimamente na literatura
psicanalítica. A palavra não tem correspondente em Português, como vários dos
conceitos psicanalíticos. Seria algo como colocar em cena, encenar, mas não só.
Pressupõe sim, uma espécie de encenação, mas é algo além disso. No meu modo
de entender, concordando com muitos dos autores, difere do conceito de ‘acting’ e
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Vol. 7 Año 2006 Página 147
NAZARE ROCHA, Nelson J.
– O ENACTMENT COMO INSTRUMENTO DE COMPREENSÃO…
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‘acting out’ na medida em que pressupõe uma encenação, uma atuação – também
no sentido teatral, não só no sentido de acting out (ou in1), quer seja, ação no lugar
de palavras – em que tanto o paciente quanto o analista tomam parte.
A despeito de ser relativamente novo, já é muito discutido por vários autores.
Alguns rejeitam a proliferação de conceitos, postulam que já existe uma infinidade
de conceitos novos na nossa ciência e que conceitos já existentes dariam conta de
tratar daquilo a que o novo conceito se propõe. Outros defendem o uso do termo,
exatamente por permitir salientar a grande diferença com o conceito de acting out,
mormente pela conotação negativa que este último adquiriu com o uso. Penso
também que a grande validade do conceito de enactment é distinguí-lo do conceito
de acting out, por ressaltar seu aspecto comunicativo. Não que o conceito de acting
out não tenha sido usado também nesse sentido. Foi, mas, concordando com muitos
autores (entre os quais destaco: Roughton, 1993; Boesky, 1998; e, Thomä &
Kächele, 1989), o conceito ficou impregnado de conotação pejorativa, designando
atos impróprios produzidos pelo paciente, às vezes até com características
delinqüenciais e, ademais é usado até para descrever comportamentos do paciente,
que fazendo parte de sua própria psicopatologia, nada têm a ver com a situação
analítica em si.
Contudo, o maior diferencial do conceito de enactment é seu o aspecto interrelacional: é a concepção de um fenômeno que ocorre envolvendo a díade pacienteanalista, levando, entre outras coisas, à compreensão da contratransferência como
uma criação conjunta do paciente e do analista, como diz Gabbard (1995).
Não vou aqui, neste espaço, tecer considerações conceituais sobre o tema, para
tanto, recomendo o artigo de Cassorla (2001), onde são levantados vários
postulados a favor e contra o conceito. Apenas salientarei um ou outro aspecto
dessa discussão.
Começo por definir como vou utilizar este termo, uma vez que não há uma
definição universal. Algumas tentativas de tradução já foram feitas. Alguns autores já
1
Sobre esta discussão, remeto o leitor ao capítulo “In Versus Out: A Spurious Distinction” do
inteligente artigo de Dale Boesky (1998), no qual o autor aponta para o ofuscamento que essa
discussão traz para a distinção metapsicológica entre intrapsíquico e ação, concluindo: “Muitas
discussões sobre dentro versus fora confundem geografia com metapsicologia.”(p.49)
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usaram “posta em cena”, ou, “colocar em cena”, por exemplo. Prefiro, como outros,
utilizar o termo em Inglês, como já fazemos com tantos outros termos estrangeiros
de difícil ou impossível tradução (insight, acting, rêverie, etc.) Entendo por enactment
um fenômeno clínico, que pode ocorrer na inter-relação entre paciente e analista,
iniciado por qualquer dos partícipes, mas necessariamente envolvendo uma espécie
de encenação inconsciente dos dois – do contrário será uma atuação – na qual
ambos
representam
papéis
inconscientemente
inter-relacionados
e
inter-
determinados.
Considerando ainda a falta de expressão equivalente em nossa língua, cito uma
idéia apresentada por McLaughlin (Panel, 1992) na abertura de um dos famosos
Painéis sobre o tema, promovidos pela American Psychoanalytical Association. Este,
o de 1989, do qual McLaughlin era o coordenador: “Na fala comum e na definição do
dicionário, a palavra ‘enactment’ sugere uma ação, cujo propósito, força e intenção
são elevados à alta intensidade. Essa intensidade dá concretude e realidade ao
impacto que causa na outra pessoa, implícita no campo da ação. É, portanto, um ato
cuja intenção é persuadir ou forçar o outro a uma ação recíproca. A mensagem é
expressa em palavras, silêncios, atitudes e particularmente em comunicações nãoverbais.” (p.827) (tradução livre)
E assim, partindo desta idéia emprestada, saliento o que considero fundamental
na descrição, ainda que fenomenológica, desse conceito: uma ação que tem tal
característica de força e intenção que, encontrando no receptor condições que
impeçam este último de processar conscientemente os efeitos dessa ação,
determina como resposta uma outra ação, com características semelhantes e, desta
forma, o processo se desenrola, com maior ou menor magnitude.
O enactment, em seu aspecto comunicativo, costuma veicular atualizações na
transferência (Roughton, 1993), traumas, repetições, processos mentais muito
primitivos e desta forma acontece uma espécie de formação de compromisso da
dupla (Boesky In Panel, 1992), no qual, ao mesmo tempo elementos são revelados
enquanto outros são escondidos. Isto também já evidencia seu aspecto resistencial,
o que não deixa de ser também uma comunicação. De qualquer forma, a função que
será cumprida dependerá do uso que o analista puder fazer do fenômeno. Quando
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um enactment é percebido pelo analista, a análise obterá o que de mais precioso um
enactment pode oferecer: compreensão dos mecanismos da dupla, dos mecanismos
mentais do paciente e os do analista, o que implicará no desenvolvimento do
processo. Quando, ou enquanto não é percebido, cumpre com sua função
resistencial, ou, na melhor das hipóteses, segue-se colhendo o que de bom uma
formação de compromisso pode oferecer numa situação dessas.
Jacobs (2001) faz uma interessante distinção entre o que ele classifica como
enactments “abertos” e “encobertos” (“overt” e “covert” enactments). Afirma que os
abertos, os mais evidentes exatamente por esta característica, são logo percebidos
pelo analista e tornam-se óbvios e abundantes materiais para análise. Por sua vez,
os que ele classificou como encobertos, aqueles mais sutis, não são tão facilmente
perceptíveis e podem passar assim por um período de tempo bastante longo,
carregando o risco de produzirem outras conseqüências para o processo analítico.2
Este tipo de enactment, “... condutores primordiais de comunicação entre analista e
paciente” (Jacobs, 2001, p.8), carregam mensagens que têm um maior impacto no
processo. Também postula este autor que, por estarem na raiz de um impasse que
se estabeleceu na dupla, eles têm o potencial de veicular conflitos entrelaçados
entre paciente e analista, que assim podem ser compreendidos e a análise
retomada.
Apresentarei a seguir material clínico, com o intuito de ilustrar e embasar
clinicamente a discussão de um conceito que, como a própria psicanálise, nasceu da
clínica. Como a situação, que nessa vivência defini como enactment, é bastante
intensa e complexa do ponto de vista da experiência emocional, me vejo forçado a
uma descrição do desenvolvimento da história clínica do meu trabalho de análise
com um adolescente, desde o início. Justifico assim o extenso material clínico que
se segue.
2
Penso que podemos postular que os primeiros funcionam num registro de Pré-consciente e os
últimos num registro de Inconsciente.
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O contato com os pais
Recebi para a entrevista um casal que desejava tratamento para seu “filho”,
Adriano, de quinze anos. O que de imediato chamou minha atenção é o que está
contido nas aspas de “filho”: Marcos era namorado de Raquel, mãe de Adriano e fez
questão de estar presente na entrevista, uma vez que o casal planejava morar junto,
reunindo os quatro filhos (dois de cada).
Apresentaram Adriano como um menino extremamente destrutivo, que quebrava
tudo o que tocava, brinquedos, aparelhos eletrônicos, principalmente coisas dos
outros. “Um menino que não tem responsabilidade. É preciso ficar em cima para que
ele estude e cumpra suas obrigações. Mente muito, sobre o que faz e sobre o que
não faz.” Acrescentaram que ele apresenta enurese e encoprese (“faz xixi na cama
quase todas as noites e muitas vezes faz cocô na calça”), o que dificulta em muito a
socialização de Adriano: fica difícil para ele sair de casa, ir à casa de amigos, etc.,
fazendo com que ele se retraia mais ainda.
Ao mesmo tempo em que apresentavam esses “problemas” de Adriano, Raquel
ia relatando a história de seu filho, parecendo-me uma tentativa de justificar, do
ponto
de
vista
do
menino,
suas
queixas.
Nesses
momentos,
Marcos
respeitosamente escutava, mostrando compaixão por Adriano.
Eis a história de Adriano, conforme ouvi nesta entrevista (complementando um
dado ou outro com informações que recebi em ocasiões posteriores):
Adriano é o segundo filho do casamento de Raquel com um homem bem mais
velho que ela. Era o segundo casamento dele, do primeiro ele tinha duas filhas.
Tiveram o primeiro filho, Max, três anos mais velho que Adriano. Quando Adriano
nasceu a relação do casal já não era boa. Apresentou o ex-marido como um homem
muito agressivo, mal-humorado, e “cheio de manias”. Antes de Adriano completar
dois anos o casal separou-se, ficando os meninos com a mãe. Por conta de “uns
problemas” (ela tinha de trabalhar para sustentar-se e aos filhos), a mãe viu-se
impedida de continuar com os filhos e, com pouco menos de cinco anos, Adriano e o
irmão passaram a viver com o pai. A mãe chegou a ser impedida de entrar na casa
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para visitar os filhos e quando o fazia, seus encontros eram no portão. Vez ou outra
eles tinham permissão para passar um final de semana juntos. Quando Adriano
estava com nove anos o pai teve um câncer. A progressão da doença foi muito
rápida, culminando com sua morte em menos de um ano, pouco antes de Adriano
completar dez anos. Nos últimos três meses de sua doença, Raquel voltou para a
casa do ex-marido para cuidar dele e das crianças. “Ele morreu nos meus braços...”,
disse-me ela.
Adriano reagiu muito mal à morte do pai. Raquel contou que tentava dizer ao
menino sobre o estado do pai, com o intuito de prepará-lo para a iminente morte,
mas “ele negava a doença do pai, fazia de conta que não entendia o que estava se
passando. A morte foi um grande choque para ele”.
Seis meses após a morte do pai, a meia-irmã mais velha de Adriano morreu
subitamente. Era com essa irmã que Adriano era mais apegado. Sua morte deixou-o
mais abalado ainda.Conta ainda que desde a morte do ex-marido os filhos vivem
com ela.
Marcos me contou que separou-se recentemente da mulher e que alugou um
apartamento no mesmo condomínio onde Raquel mora com os filhos. Contou que o
plano deles era “juntar a família”, numa casa onde caibam todos: os dois da Raquel
e seus dois. Para isso estavam tentando resolver algumas questões e os problemas
do Adriano preocupavam muito o casal no que dizia respeito a este objetivo:
achavam que Adriano fazia essas coisas “de caso pensado”, “para chamar a
atenção”, que com este objetivo, ele mexia nas coisas dos outros e as estragava;
que ele fazia cocô na calça de preguiça de ir ao banheiro, assim como o xixi na
cama durante a noite; que ele “não tem limites”, etc. E acrescentou: “– Mas você vai
gostar dele, o Adriano é um menino extremamente simpático e agradável, ele
conversa muito, é inteligente e espirituoso!” Por causa disso, na visão de Marcos,
ele acabava sendo mimado e protegido: “Para qualquer coisa errada que ele faça,
ele tem sempre uma história bem estruturada, justificada nos mínimos detalhes para
explicar. Daí fica difícil ele levar a bronca ou as conseqüências que muitas vezes
seriam necessárias.”
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Perguntei sobre essas conseqüências e eles me disseram que tinham tomado
algumas atitudes mais duras com ele, citando como exemplo o fato de ele estar
sendo obrigado a lavar suas cuecas quando as sujava e a colocar a roupa de cama
na máquina de lavar e a limpar o colchão sempre que acordava molhado, o que
acontecia
quase
toda
manhã.
Marcos
disse
que
o
estabelecimento
de
conseqüências para as atitudes de Adriano havia sido algo com o qual ele vinha
insistindo com Raquel, que segundo ele, tendia a ser “muito mole” com o filho.
Raquel reconheceu isso, bem como os resultados positivos decorrentes da mudança
de sua atitude.
Expliquei a eles minha forma de trabalhar com adolescentes: eu precisava
conhecer Adriano, encontrar-me com ele algumas vezes para poder responder a
eles se poderia fazer alguma coisa por ele e como. Que daria esta resposta numa
entrevista, na qual provavelmente Adriano estaria presente.
Durante esta entrevista tive a sensação de que eles tentavam me passar a
imagem de um psicopata que “faz tudo de caso pensado”, que não tem limites, um
mentiroso contumaz que, falsamente simpático, conta histórias mirabolantes para
enganar todo mundo e que eu tinha de me precaver com relação a isso para não ser
enganado também. Penso que fiquei precavido, mas desde esta entrevista esta
imagem não me convenceu, e até hoje não sei explicar suficientemente o porquê.
Talvez seja a sensação de que o tempo todo eles julgaram o filho para mim,
apresentaram todas as suas conclusões, como uma forma de eximirem-se de
qualquer responsabilidade presente ou histórica.
O contato com Adriano
De fato, Adriano mostrou ser muito simpático e agradável. Meio constrangido no
início, foi logo ficando mais à vontade e me contando coisas de sua vida passada e
presente.
Falou muito do pai, da sua morte e da morte da meia-irmã. Falou que não sabia
o que acontecia com ele que acabava dando essas “mancadas”, referindo-se às
coisas que quebrava ou pegava dos outros. Achava que era meio “desajeitado” e,
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quando percebia, já tinha quebrado alguma coisa. Contou que por isso, ele não
podia usar nenhum aparelho do irmão, nem aparelho de som, nem computador.
Tinham cada um seus próprios aparelhos, os dele mais antigos ou com menos
recursos eram “as sobras do Max. Ele ganha computador novo e eu fico com o
velho! O som dele quebra, ele ganha um novo e eu fico como que ele já
escangalhou!”
Sobre a enurese também não conseguia explicação. No começo ficou muito
encabulado ao tocar no assunto. Disse que já havia tentado de tudo, desde ficar
sem beber água a partir do fim da tarde, até colocar despertador durante a
madrugada para ir ao banheiro, mas nada adiantava. “Mas eu já tô acostumado, de
manhã já tiro a roupa da cama, passo no tanque e coloco na máquina. Pego um
pano com um negócio que tira o cheiro e limpo o colchão, que é forrado com um
plástico bem grosso.”
Sobre a encoprese, disse que acontecia de vez em quando, e também não
conseguia entender direito. Achava que “sentia vontade de fazer cocô”, mas que era
só vontade, às vezes nem isso sentia e, quando percebia, já tinha feito uma
quantidade na cueca. Queixou-se de que desde algum tempo, sua mãe e o Marcos
vinham dizendo que ele fazia de propósito, que ele seria capaz de controlar se
quisesse, mas isso não era verdade. “Se eu conseguisse você acha que eu ia querer
ficar lavando cueca cheia de merda? É! Porque agora eles me obrigam a lavar!”
Falou bastante da avó materna, de quem gostava muito. Contou-me que seu avô
era piloto de avião e que morrera num acidente aéreo antes de sua mãe nascer.
Falou também de um tio, irmão mais velho da mãe, e de um casal de primos. O
menino era quase da sua idade e ele gostava muito de brincar com esse primo.
Ocasionalmente ia à casa dele ou ele à casa de Adriano, mas de qualquer maneira
sempre se encontravam na casa da avó. É pródigo nos detalhes sobre as histórias
familiares.
Nesses primeiros contatos que tive com Adriano ficava procurando onde estava
a psicopatia apontada pelos pais e não conseguia achá-la. Apesar da alegria de
Adriano – ele mostrou sempre um refinado senso de humor, fazendo graça de tudo,
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construindo piadinhas, principalmente com trocadilhos e jogos de palavras – ele
transpirava tristeza. Uma tristeza muito profunda, que ele parecia disfarçar com sua
vivacidade e muita graça. Muito inteligente, versado em vários assuntos, tentava
passar-me a impressão de alguém livre e bem relacionado. Nunca me convenceu.
Tinha sempre muito clara a impressão de que por trás daquela imagem de
conversador residia alguém absolutamente solitário e arredio a contatos.
A hipótese clínica que ia se formando em minha mente era a de alguém muito
regredido, alguém que ainda tinha buracos na pele (Bick, 1968), carecendo de
formação e fortalecimento de funções de esfíncter (Bick, 1968 e Meltzer, 1975). A
agressividade-sujeira vazava por esses buracos sem esfíncter, sem que ele pudesse
se dar conta disso.
Com essas idéias em mente e considerando a boa relação que se estabeleceu
entre nós, propus análise a Adriano. Expliquei-lhe a forma como trabalhava: o sigilo
profissional era garantia para ele, eu falaria com seus pais quando eles
necessitassem, sempre com o conhecimento dele e com a possibilidade dele
participar da conversa. Nada que dissesse respeito a ele seria falado por mim sem o
conhecimento e consentimento dele. Ele aceitou e conversamos sobre a entrevista
que teria com seus pais, da qual ele participaria e na qual eu apresentaria a eles
esta proposta de trabalho.
Marcamos a entrevista, eles vieram, os três. Foi um momento que me
impressionou muito. O que eu via era uma sessão de acusação e defesa, um grupo
de ataque-fuga (Bion, 1961). Raquel e Marcos acusando Adriano e ele se
defendendo dessas acusações. Falavam das mentiras, da falta de responsabilidade
com a escola e com o que não lhe pertencia. Adriano argumentava e contraargumentava defendendo-se, sempre colocando outrem ou alguma situação como
causadores ou responsáveis pelo acontecido, até que não mais agüentou e mostrou
raiva, erguendo rispidamente a voz e depois fechando-se, “de bico”.
Na sessão seguinte disse que “nunca mais” queria participar dessas conversas;
que tinha se sentido muito mal, que ele não suportava “terapia familiar”; que eles
tinham se aproveitado da presença de um psicólogo para fazer o que fizeram, que
em casa o tom da conversa era sempre outro.
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A nossa história
Começamos assim o nosso trabalho. Além das queixas sobre a “pegação de pé”
em casa, Adriano falava muito do pai como uma criatura idealizada, que trabalhava
muito, era bravo e duro, mas dava atenção para os filhos o tempo todo, os levava
para viajar, etc. “Se ele não tivesse morrido...”
Falava de uma forma muito vitimada da maneira como foi feita a partilha dos
bens do pai, descrevendo detalhes de perdas e injustiças sofridas por ele e pelo
irmão. Penso que esse movimento de vitimação, aliado ao impacto que sua história
de abandonos teve sobre mim e às cenas que vi de acusações a ele (bem como às
que pude inferir), me fizeram entrar no mesmo diapasão da dinâmica familiar –
grupo de ataque-e-fuga (Bion, 1961) – ora colocando-me como defensor de Adriano,
ora tentando fazer o papel do que dá o limite, ora duvidando de Adriano, ora
desculpando Adriano, ora culpando Adriano, ora vigiando Adriano, ora sendo vigiado
por ele.
Relatarei
algumas
passagens
que
acredito
serem
relevantes
para
a
compreensão da evolução de nossa dinâmica.
Por volta do sexto mês de análise Adriano disse numa das sessões, em tom
queixoso: “– Minha mãe agora leva tudo pra casa do Marcos. Tudo que tem de bom
na casa tá indo pra lá... Ontem ela levou um jogo de copos, o melhor que tinha em
casa. Eu reclamei e ela falou que o Marcos não tem e a gente não usa mesmo!
Gozado, né?” Nessa sessão pudemos trabalhar com alguns aspectos relacionados à
falta sentida por Adriano de um objeto continente. Lembro-me de ter sido uma
sessão muito produtiva, mas, apesar dessa produtividade, ficou em mim um
sentimento de censura à mãe de Adriano: “Será que Adriano vai passar por mais um
episódio de abandono?!”
Pouco tempo depois os pais3solicitaram uma entrevista. A despeito da minha
insistência, Adriano cumpriu a palavra recusando-se a estar presente, dizendo que
3
Vou chamá-los assim, uma vez que Adriano sempre referiu-se a eles desta forma.
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confiava em mim e que, ademais, “...você me disse que vai me contar tudo o que
eles falarem! Por que eu vou vir? Pra agüentar encheção de saco?”
Nessa entrevista eles falaram de alguns progressos de Adriano: ele estava mais
dócil, menos agressivo na relação com eles e com o irmão. Por outro lado, os
problemas escolares haviam aumentado e o que eles consideravam pior, era a
“sujeira, a porquice do Adriano”, seu quarto era a maior bagunça e ela, a mãe, tinha
de obrigá-lo a arrumar e limpar toda hora. Conta ainda que, por causa disso, ela tem
às vezes passado a noite na casa do Marcos. Nesta conversa eles acabaram
indicando que apesar de manterem o objetivo de reunir todos os filhos numa casa,
era intenção deles morarem por um tempo na casa do Marcos, só o casal, e que a
escolha do apartamento ocorreu em função desta intenção. Apesar de estarem em
outra casa, eles estariam ao lado dos meninos. Eles tinham medo de que, naquele
momento, a lida com os problemas de Adriano interferisse na relação do casal, no
início de vida em comum. Assim ela estava, aos poucos, mudando-se para a casa
do namorado. “Mas é devagar. Passo uma noite ou outra lá. Apesar da gente se
conhecer há muito tempo, nunca moramos juntos e precisamos ter alguma
privacidade. E de mais a mais, o apartamento do Marcos é no prédio ao lado, dentro
do mesmo condomínio, ainda que eu esteja morando lá eu posso estar a toda hora
com os meninos.”
Minhas suspeitas se confirmaram. E eu não conseguia me conformar com essa
idéia, com o fato do Adriano sofrer mais este abandono concreto. Ressalto que
naquela época eu não me dava conta deste meu sentimento de indignação, nem da
minha reprovação. Como descreverei adiante, foi só mais tarde que pude me dar
conta destes meus movimentos internos. Nesta mesma entrevista apontei para o
casal o quanto a questão de abandono era complicada para o Adriano e o quanto
ele precisava de continência e contenção.
Com o tempo Adriano foi trazendo associações relacionadas ao Marcos num
outro tom; não mais como alguém que “só pega no pé”, mas como uma figura de
identificação, alguém que tem o que ser admirado. Marcos é piloto amador de aviões
e tinha dois aviões. Nos finais de semana ele costumava voar e levar a família junto.
Adriano sempre vinha contando desses passeios e dos aviões, sua mecânica,
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manutenção e operação, etc. Passou a dizer que gostaria muito de ser piloto
também, que o Marcos disse que “dava a maior força”. Como estava terminando a
oitava série, resolveu que iria cursar o Colégio Técnico de Mecânica e que depois se
especializaria em mecânica de aeronaves para poder ganhar dinheiro e fazer o
curso de pilotagem. Inscreveu-se para a seleção no Colégio Técnico mais
conceituado da cidade e um dos mais disputados da região.
Um dia chegou contando que havia ido a um jantar com sua avó e, em um
sorteio, ganhara uma viagem de uma semana para Porto Seguro, com direito a um
acompanhante. Entre os dois únicos amigos que tinha (fato que não admitia na
época), escolheu o Fred para acompanhá-lo e marcou a tal viagem para a semana
anterior ao exame de seleção. A decisão de ir viajar, e com um amigo, surpreendeu
a todos, inclusive a si mesmo, em virtude de sua enurese, que sempre foi o grande
impedimento para dormir fora de casa. Conversamos muito sobre esta decisão e
sobre o quanto ele estava podendo enfrentar situações outrora nem imaginadas.
Viajou, voltou contando que tinha aproveitado muito, que não havia urinado na
cama nenhuma noite e nunca contou muitos detalhes desta viagem, a não ser sobre
o vôo de ida e o de volta. Assim que chegou, prestou o exame para o Colégio
Técnico e surpreendeu-se, e, a todos, mais uma vez, quando da divulgação de seu
nome como um dos primeiros classificados na lista de aprovados naquele colégio.
Ficou radiante, não se cansava de fazer planos, de imaginar o quanto iria ganhar
de salário como Técnico em Mecânica, na empresa que iria trabalhar, etc.
Contrapunha essas idealizações com a constatação dos fatos: o quanto teria que
“ralar” para cursar o tal colégio com aulas em período integral, com muitas
disciplinas e muito trabalho. Estávamos terminando o ano e completando nosso
primeiro ano de análise.
Logo no começo do ano seguinte, assim que começaram as aulas, seus pais
solicitaram outra entrevista “urgente”. Mais uma vez Adriano não quis participar.
Vieram para dizer que no primeiro dia de aula, no novo colégio, a mãe foi chamada
pela orientadora educacional, porque o Adriano tinha furado uma porta da escola.
Dentro da sala em que ele estava havia uma porta no fundo que dava para uma sala
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contígua. “– Com a ponta de um compasso ele abriu um rombo nessa porta! No
primeiro dia de aula! Veja o cartão de visitas que ele entrega para a orientadora!”,
disse-me a inconformada mãe. Contou-me ainda que explicou à orientadora que
Adriano estava em tratamento e que havia dado a ela meu nome e telefone, caso ela
precisasse de “algum esclarecimento” e, com o mesmo objetivo, me deu o nome e o
telefone da orientadora.
Fazendo analogia com o cartão de visitas, apontei o quanto Adriano tinha dentro
de si buracos e vazios e que poderíamos entender sua atitude deste ponto de vista:
de fato Adriano estava apresentando seu cartão de visitas. Senti que esses
apontamentos não fizeram grande sentido para o casal. Eles continuavam insistindo
na agressividade e principalmente na inadequação do filho.
Falaram-me ainda sobre os progressos de Adriano, sua viagem, a surpresa de
todos com o ingresso na escola e de como estavam decepcionados com essa
atitude dele em relação à escola. Raquel falou sobre sua preocupação com os
sobrinhos, filhos do irmão que moravam com sua ex-cunhada, (pessoa que ela não
aprova), contando-me que “– Temos sérias desconfianças que o menino está se
envolvendo com drogas, e temos certeza de que as companhias dele não são
recomendáveis...” Adriano já havia comentado que a mãe não estava mais
permitindo que ele fosse à casa do primo, ou eles se encontravam na casa da avó
ou os primos iam à sua casa; Raquel só confirmou esta história.
Eles saíram e eu fiquei com essa história na cabeça: “Por que Adriano fez isso?
Será que é para já chegar como um incômodo? Num ambiente novo, no qual ele
poderia conquistar pessoas, já chegou destruindo? Ele gosta tanto do primo, será
que o rapaz está mesmo envolvido com drogas? É tão difícil para ele fazer
amizades...”
Na sessão seguinte contei a Adriano sobre a entrevista e ele foi ajudando com
perguntas, mostrando-se interessado em saber o que havia sido conversado. Com
ares de arrependido contou-me sobre o episódio do furo na porta, dizendo não saber
por que havia feito aquilo. Disse-me: “– Tinha um furo e eu fiquei cutucando e
quando eu vi já tinha aberto um puta rombo na porta! Também, a porta é velha,
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madeira podre! Mas daí eu tapei o furo com um compensado que tinha lá, achei que
ninguém ia notar, mas a vaca da orientadora viu e deu todo esse rolo!”
Conversamos sobre sua impulsividade, sobre isso que ele dizia acontecer sem que
ele percebesse, tentando abordar a forma agressiva e intrusiva com a qual ele se
apresentara a um ambiente novo. Somente depois pude me dar conta de que eu me
limitara a interpretar a violência e a impulsividade de Adriano, “esquecendo-me” do
outro vértice de compreensão, rechaçado pelos pais.
Nas sessões seguintes foram aparecendo oportunidades que nos permitiram
começar a conversar sobre sua tendência de produzir situações, que acabavam
fazendo com que as pessoas –principalmente seus pais – se voltassem contra ele. A
partir deste ponto Adriano foi alcançando muitos insights, pudemos aprofundar a
análise de sua impulsividade e de sua destrutividade. Adriano me contou que a mãe
tinha mudado para o apartamento do Marcos, “... mas toda hora ela tá lá em casa
enchendo o saco: — ‘Seu quarto tá um chiqueiro, Adriano! Arrume isso agora!’
(imitando a mãe)”. Falamos muitas vezes sobre essa nova situação de abandono, do
quanto ele sentia que para ele só sobravam as “porcarias” e as “encheções de saco”
e da raiva que isso produzia.
Aos poucos o relacionamento de Adriano com seus pais foi melhorando, ele ia se
aproximando cada vez mais de Marcos, que passava a sentir como uma pessoa
com quem podia contar, apesar de ser muito exigente e crítico.
Poucos meses depois recebi novamente um pedido de Raquel para um
encontro. Marcamos, o casal veio para me contar uma “mentira muito séria” de
Adriano: ele disse para o Marcos que um professor havia mandado comprar um
paquímetro4, que deveria ser de modelo e marca específicos. Marcos estranhou
porque o aparelho determinado era demasiadamente caro para uma escola de
segundo grau, mas mesmo assim comprou. Alguns dias depois, em uma reunião
que tiveram na escola, Marcos questionou o fato e o professor afirmou que jamais
havia sequer solicitado a compra de qualquer paquímetro, muito menos obrigado a
compra de um tão caro e preciso. Marcos ficou indignado e com muita raiva porque
4
“Instrumento de precisão para medição de espessuras, diâmetros e pequenas distâncias.” (Ferreira,
1999)
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sentia que Adriano havia feito aquilo como uma forma de ataque a ele (ataque
consciente), como uma forma de “sacanagem” através do dinheiro. Raquel
discordava,
ela
achava
que
era
algo
que
Adriano
fazia
sem
pensar,
inconscientemente, com o objetivo de ter algo que o valorizasse perante aos
colegas. Contaram-me ainda que haviam conversado com o Adriano sobre essas
coisas e que como “castigo”, Marcos havia recolhido o aparelho de Adriano e que
iria guardá-lo para quando, e se, Adriano precisasse. Reclamaram muito das
mentiras de Adriano, das histórias que ele inventa para justificar o que faz e o que
deixa de fazer.
Na sessão seguinte Adriano me disse que queria muito o tal paquímetro, mas
sabia que se dissesse isso seus pais não concordariam em comprar, por isso disse
que a escola tinha obrigado a compra. Pedi a ele que me falasse sobre o aparelho e
ele me deu uma aula sobre paquímetros, descrevendo função, precisão, os vários
tipos, etc. Disse-me que aquele era muito bonito e preciso, que lhe daria condições
de medir peças com grande precisão, ao mesmo tempo em que admitia que não
teria a menor necessidade concreta de tais medidas, acrescentando: “– Quando
cheguei com aquele paquímetro no Colégio os caras babaram! Todo mundo
arregalou o olho para o meu paquímetro!”. Esta situação nos permitiu conversar
sobre algumas de suas exigências internas de precisão, que ele claramente
projetava nos objetos externos; sobre a questão da inveja, da admiração e da sua
autovalorização.
E assim fomos trabalhando, mais alguns meses, Adriano fazendo conquistas na
análise e conseqüentemente fora dela. Até que um dia novamente os pais
solicitaram outra entrevista e vieram para contar que o Adriano estava indo muito
mal na escola, corria o risco de ficar em dependência em uma disciplina e, por isso,
haviam decidido contratar um professor particular para ajudá-lo. Mas, como
entendiam que Adriano deveria ter de assumir as conseqüências de seus atos e na
medida do possível pagar sozinho por eles, determinaram que ele não teria carona
para a aula particular, ele iria de ônibus para a casa do professor. Principalmente
Marcos deixou muito clara a certeza de que Adriano fazia esse tipo de coisas como
um ataque a eles. “Porque o Adriano é assim mesmo, Bruno, ele não estuda, precisa
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de um professor particular e aí é mais uma obrigação que os outros têm de cumprir:
levar o Adrianinho para mais um lugar... Já tem que levar na escola, pegar na escola
e trazer aqui, pegar aqui! Agora mais uma tarefa para a mãe ou para a avó! Tenha
dó!”.
Na sessão seguinte Adriano chegou muito bravo, reclamando muito do fato de
ter de fazer aula particular ainda mais tendo que ir de ônibus. Contou mil histórias
sobre o professor da tal disciplina, que o persegue, que “tirou nota” dele, etc.
Conversamos sobre essa situação, em que para mim a projeção era evidente, mas
me lembro claramente de meu desconforto por ter de ficar atento às minhas palavras
para que Adriano não me ouvisse como ao Marcos, dando bronca ou duvidando
dele.
Fomos conversando sobre esses assuntos. Adriano me contava que às vezes
faltava
às
aulas
particulares.
Eu
ficava
apreensivo,
tentava
trabalhar
psicanaliticamente com aquela informação, mas me percebia apreensivo tanto em
relação à minha atitude com ele, permanecendo atento para que ele não me ouvisse
como crítico, como quanto às conseqüências que poderiam advir para Adriano caso
seus pais descobrissem. Minhas apreensões se justificaram (de parte delas só fui
me dar conta muito depois): um dia Adriano chegou com a notícia de que sua mãe
havia descoberto que ele faltava às aulas particulares quando foi buscá-lo na casa
do professor e ele não estava lá e que, por causa disso, eles queriam uma entrevista
comigo. Dessa vez Adriano me pediu para “dar uma força” para ele na conversa com
seus pais no sentido de minorar o castigo que certamente teria. Conversamos a
respeito disso, disse a ele que não poderia interferir nas coisas que acontecem fora
do meu consultório e mais uma vez o convidei para participar da reunião; como de
todas as outras vezes ele se recusou peremptoriamente.
Adriano faltou à sessão anterior à reunião com seus pais, que seria na manhã
seguinte. Neste dia, logo cedo me chamou a atenção no jornal da cidade a notícia
sobre o assassinato de um homem que havia sido vítima de assalto. Ao ler a notícia
reconheci o nome do tio de Adriano. Fiquei muito impactado pela notícia em si e
bastante preocupado com Adriano. O casal não compareceu à entrevista e eu
imaginava o motivo. Após o horário deles, saí do consultório para tratar de assuntos
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pessoais. Raquel, conforme me explicou, ligou no meu consultório e como não me
encontrou, procurou o telefone de minha casa no catálogo e lá deram o número do
meu celular. Foi numa ligação para o meu celular que Raquel me contou esta
história, dizendo que em função dos fatos que haviam acontecido, precisavam muito
conversar comigo. Marcamos novo horário.
Raquel contou-me sobre o assassinato do irmão. Contendo o choro, disse que
não queria falar muito sobre o assunto a não ser sobre sua preocupação com os
ecos que isso teria em Adriano. Contaram-me que Adriano havia ficado muito triste,
muito deprimido e que havia pedido para faltar à sessão do dia anterior e eles
concordaram. “Decidimos respeitar”, disse-me Marcos. Disseram-me ainda que
haviam solicitado aquela entrevista para falar das mentiras do filho em relação às
suas faltas às aulas particulares e passaram a tratar do assunto, falando da raiva
que as mentiras e “sacanagens” de Adriano despertava neles, juntamente com a
preocupação deles com um problema de caráter do filho. Lembro-me de ter ficado
muito chocado com a recusa de Raquel em lidar com a própria dor e com a
conseqüente impossibilidade de acolher a dor do filho, valendo-se, mais uma vez, de
julgamentos e críticas sobre o comportamento de Adriano.
Quando Adriano veio nas sessões seguintes falou um pouco da morte do tio,
disse que no dia não quis vir porque estava muito abalado e não queria ficar falando
do assunto. Falou muito sobre os primos, que com a morte do pai ficavam mais
desamparados ainda e de sua disposição em ajudar o primo a sair do caminho das
drogas. Para mim era muito claro o movimento de idealização que ele fazia de si,
como o salvador do primo, talvez tentando ocupar o lugar do pai perdido (do primo e
dele, projetado no primo). Eu pensava muito também que aquele era mais um
trauma na sua vida, nos traumas cumulativos (Khan, 1963).
Por causa dessa situação com o primo e das questões escolares (Adriano
acabou sendo reprovado naquela disciplina), os pais de Adriano voltaram ao meu
consultório para mais três entrevistas em quatro meses.
Pouco tempo depois aconteceu o fato que considero central para o que me
proponho discutir nesse artigo.
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O fato
Adriano e eu trabalhávamos juntos há pouco mais de dois anos. Num dia comum
até então, se é que existem dias comuns no trabalho psicanalítico, fui até a sala de
espera para recebê-lo e me deparei com um rapaz que o acompanhava e que me
disse:
“– Bruno, boa noite! Eu sou o Max, irmão do Adriano. Vim hoje com ele
porque aconteceu uma coisa que você precisa saber e talvez o Adriano não tenha
coragem de contar. Então eu peço a você que me deixe entrar para contar isso e
depois eu saio e vocês conversam”.
Fiquei aturdido com esta inusitada solicitação. Tentando encontrar algum norte
olhei para Adriano, que estava com uma expressão muito embaraçada, e perguntei:
“– O que você acha disso, Adriano?”
Adriano meneou a cabeça afirmativamente, alternando seu olhar desconcertado
para mim e para o irmão.
“– Você quer que o Max entre junto conosco, Adriano?”, indignado, insisti.
“– Fui eu que pedi para ele vir”, respondeu-me.
“– Então vamos”, disse eu, vencido, mas não convencido.
Quando entramos na minha sala, Max ia se sentando na poltrona que Adriano
costumava usar. Sem pensar indiquei-lhe outra poltrona dizendo:
“– Sente-se aqui, esse é o lugar do Adriano”.
Max então me contou, com expressão grave e voz embargada:
“– Minha mãe foi para os Estados Unidos com o Marcos. O Adriano foi dormir
na casa do Fred, amigo dele. Estava lá um priminho do Fred de cinco anos. A
mãe do Fred saiu com a irmã, mãe do menininho e daí, enquanto o Fred estava
tomando banho o Adriano abaixou as calças do menino e enfiou o dedo no ânus
dele, dizendo que iam fazer igual papai e mamãe faziam. O molequinho contou
para a mãe e a mãe do Fred veio na hora trazer o Adriano de volta em casa e me
contou o que tinha acontecido dando o maior escândalo. Eu falei para o Adriano
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que conversasse isso com você, mas ele falou que não sabia se ia ter coragem
de te contar essas coisas. Eu não sabia o que fazer, minha mãe não está aí... Daí
eu propus para o Adriano que eu viesse te contar, assim pelo menos eu teria
certeza de que você ficaria sabendo... Ele topou, achou melhor assim. Eu só
combinei com ele que eu não contaria nada para a minha mãe por telefone,
quando eles chegarem a gente conversa. É isso!” Fez menção de levantar-se.
Perguntei a Adriano: “– Tem alguma coisa que você queira conversar enquanto o
Max está aqui?”
Fez que não com a cabeça dizendo muito baixinho, quase chorando: “– Só que
fui eu que pedi para ele vir te contar isso”.
Max levantou-se, dirigiu-se ao irmão e muito afetivamente disse: “– Espero você
lá fora, Adriano”. Agradeceu-me e saiu da sala.
Eu estava mais aturdido ainda. Meus sentimentos completamente confusos.
Entre outros sentimentos, sentia compaixão e raiva ao mesmo tempo. “Por que
Adriano foi fazer isso?”; “Por que esse moleque que se acha pai do Adriano tinha de
invadir o espaço analítico?”; “Por que eu deixei?”; “... mas eu nunca notei nada de
perverso no Adriano, o que será isso que ele fez?”; “Como o Marcos e a Raquel vão
reagir a isso quando souberem? Vão esfolar o Adriano!...”; “Coitado do Max! É
praticamente um menino ainda e tendo que segurar esse rojão!”; “Puxa vida, a mãe
do Fred conhece o Adriano desde pequeno, além disso, é a médica dele! Será que
ela não poderia ter sido mais continente com ele? E com o Max? Afinal, ela os
conhece desde criancinhas e está sabendo que a mãe deles não está no país!...”; “E
por que essa mulher tem de largar tanto os filhos assim também?” Enfim, minha
mente estava num redemoinho de perguntas e de sentimentos.
Ao mesmo tempo eu sentia que tinha de oferecer alguma segurança para
aqueles dois rapazes-meninos que estavam ali perdidos, na minha frente. Enquanto
me levantava para abrir a porta para Max sair, disse a ele: “– Acho que foi bom você
não ter contado para a sua mãe por telefone. É melhor que eles fiquem sabendo
quando chegarem. Se enquanto isso você precisar de alguma coisa, eu estou à sua
disposição.” Foi o máximo de reasseguramento e de continência que consegui
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oferecer ao Max, além da minha escuta. Sem ter consciência disso, estava me
sentindo na obrigação de tomar conta dos dois, de dar suporte e continência a eles;
eu era quem estava “me achando” pai deles, do Max também, não só do Adriano!
Os desdobramentos do fato
Naquela sessão e na seguinte conversamos sobre o ocorrido. Adriano, muito
constrangido, dizia não entender o que havia se passado, porque havia feito aquilo.
Dizia não sentir nenhum tipo de atração sexual por aquele garoto em especial, nem
por qualquer outro. “... Tava lá de bobeira, o Fred foi tomar banho, o molequinho
tava ali, não sei o que me deu, eu pensei: ‘Vou sacanear esse moleque!’ e falei para
ele: ‘— Vem cá! Vamos fazer o que o papai faz com a mamãe?’ E aí, quando vi, o
menino reclamou de dor aí eu parei e falei para ele não contar para ninguém. Mas
assim que a mãe chegou ele contou...’
De imediato consegui apontar para Adriano novamente sua tendência de fazer
as situações se voltarem contra ele e, como conseqüência, afastar as pessoas que
eram importantes para ele. Fred e Welder eram os únicos amigos de Adriano, eles
formavam um trio e era claro para Adriano que ele havia perdido esses dois amigos,
além da mãe de Fred, pessoa muito marcante na vida dele. Conversamos sobre
essas perdas e sobre a certeza que Adriano tinha de que tanto um amigo quanto
outro não o aceitariam mais. Falamos também sobre o medo e o constrangimento
que ele sentia para enfrentar os pais, quando chegassem da viagem.
Nessas duas sessões eu procurei, mas não detectei nada que pudesse indicar
perversão em Adriano, não consegui perceber o ocorrido desta forma, mas sim
como mais uma atuação agressiva de Adriano.
No outro dia, dois dias após o fato, recebi uma chamada em meu celular. Era
Max que dizia precisar falar muito comigo. Disse não haver agüentado segurar
sozinho aquela situação e que havia ligado para a mãe. A mãe deu o número do
meu celular e pediu a ele que me ligasse para que eu marcasse um horário para ela
me ligar. Pedi seu telefone e liguei para ela. Raquel estava muito aflita pela notícia e
pela distância. Aos prantos me perguntava se o filho era um “homossexual
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pervertido” e “pedófilo”. Tentei acalmá-la em relação a essas angústias, dizendo a
ela que não era esse o diagnóstico, que o sentido da atitude de Adriano havia sido o
mesmo de outras tantas vezes, ou seja, mostrar sua capacidade destrutiva e
autodestrutiva. Conversamos longamente, entre outras coisas, ela falava que teriam
que pensar em algum castigo para Adriano, que precisaríamos falar sobre isso, etc.
Pedi a ela que não tomassem nenhuma atitude contra Adriano antes de
conversarmos. Teríamos uma entrevista assim que chegassem.
Chegaram dois ou três dias depois, vieram para a entrevista e trouxeram Max.
Raquel disse que Max estava muito assustado com tudo e que queria entender o
que estava acontecendo com o irmão. Tentei mostrar que o ocorrido não
caracterizava Adriano como homossexual ou pervertido, que aquilo fazia parte da
dinâmica que estávamos trabalhando, disse: — “Essa atitude veicula um ataque
inconsciente de Adriano, que produziu esse efeito todo, mobilizando-nos todos desta
maneira. Na verdade Adriano enfiou o dedo nos nossos ânus.”
Eu estava também bastante assustado com tudo. Não me dava conta disso, só
de uma grande preocupação; com todos, com Adriano, com seus pais, com Max.
Percebia em mim a necessidade de defender Adriano e de aplacar a angústia de
seus pais.
Nos dias seguintes seus pais voltaram mais duas vezes ao meu consultório.
O insight
Uns dias depois recebi através minha secretária eletrônica, o pedido de uma
colega, a analista de Max e num recado subseqüente, o mesmo pedido de outra
colega, a terapeuta do casal, para que conversássemos sobre o ocorrido. Na hora
fiquei muito incomodado. Meu primeiro sentimento foi de que devia a elas uma
explicação. Depois pensei: “Explicação de que? Devo por quê? De quem é essa
análise?” Neste momento tive o insight e pude vislumbrar o que vinha ocorrendo
naquela relação analítica e a palavra que ressoava em minha mente era
promiscuidade. No dicionário encontrei esta definição de promíscuo: “[Do lat.
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promiscuu.] Adj. Agregado sem ordem nem distinção; misturado, confuso, indistinto”
(Ferreira, 1999). Meus pensamentos concentravam-se nesta definição. De fato era
isso o que vinha acontecendo, havia perdido minha intimidade com Adriano. Veiome à cabeça (peço licença pela crueza, mas sinto que tenho que expressar
pontualmente como me veio): “Foi no meu cu que ele enfiou o dedo! E não para me
foder, mas para me mostrar isso!” Esse “isso” era exatamente o que eu chamei de
promiscuidade, a perda de nossa intimidade, a minha identificação ora com seus
pais, ora com ele, fazendo com que eu me desculpasse por ele ou permanecesse
em uma posição crítica, censora, ou preocupada em relação a ele. Ficou evidente
também que não me senti na posição do que é usado como objeto de um perverso.
Minha primeira atitude foi fechar-me com Adriano. Não tive mais nenhum contato
com seus pais. Não respondi às colegas; já me desculpei com elas, hoje agradeçolhes, por escrito!
A compreensão
Aos poucos fui tentando metabolizar as informações que podia colher de minhas
reflexões e leituras. Pude ver que deveria existir um conjunto de identificações e
contra-identificações projetivas cruzadas (Cassorla, 1997) entre Adriano, seus pais e
eu. Pensava em enactment, assunto que busquei para tentar melhor compreender.
Pouco tempo depois procurei supervisão e essas reflexões e outras muitas
puderam ser aprofundadas. Como conseqüência imediata da limpeza do campo
analítico (Baranger, Baranger, e MOM, 1982), Adriano e eu pudemos resgatar nossa
intimidade, tão necessária à dupla. A evidência concreta disso foi o pedido de
Adriano para aumentarmos o número de sessões, “Três tá muito pouco!” Ele pôde
trazer assuntos muito importantes e de difícil abordagem, como suas angústias em
relação ao seu corpo e à sua sexualidade; a sua dificuldade de relacionar-se com as
pessoas, e, principalmente, a sua solidão.
Minha compreensão sobre ele foi crescendo. Fui, por exemplo, estudando e
compreendendo mais as questões do paciente borderline (Kernberg, 1984; Woiler,
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2001); fui compreendendo melhor a configuração de sua personalidade, de sua
analidade defensiva (Freud, 1908; Shengold, 1985); pude aprofundar as relações
entre o que era observado e analisado com sua história de vida; pude ampliar a
compreensão da dinâmica familiar e suas implicações na vida de Adriano; etc.
Poderia me estender sobre qualquer um desses temas ou outros ainda (este é um
dos riscos de apresentar material clínico tão vasto), mas vou me ater a discutir aquilo
a que me propus neste artigo: os processos que determinaram a forma como se
estabeleceu o contato entre Adriano e eu na sua análise e que me levaram à
compreensão do que vinha acontecendo.
A Discussão
Poderíamos considerar como enactment, o episódio que eu relatei sob o título “O
fato”. Não creio que esta asserção esteja de todo errada, todavia ela não expressa a
real extensão do que penso, uma vez que nosso enactment iniciou-se muito tempo
antes; o referido fato foi o precursor, ou, melhor dizendo, o catalisador do insight
sobre o longo enactment crônico que estava acontecendo.
As pressões externas, vindas dos pais de Adriano, são inegáveis, bem como as
contingências de estar atendendo um adolescente, com a história e as
características de personalidade de Adriano. Mas o que dizer da minha, vamos dizer
assim, falta de cuidado com o setting? Em função do que já descrevi, fui me
colocando numa situação, que de uma forma ou outra, permitiu aquilo que depois se
revelou para mim como uma falta de intimidade com Adriano. Não creio que isso
tenha ocorrido somente devido às pressões e contingências externas, nem somente
às internas (evidente também, que há que se considerar meus pontos cegos e o que
já descrevi como identificações projetivas cruzadas). Penso que algo, na minha
relação com Adriano mobilizou isso tudo.
Não consigo precisar o instante zero, ou seja, quando, como ou quem deu início
ao enactment. O certo é que, desde cedo, flancos foram abertos que permitiram a
entrada do mundo externo em minha relação com Adriano, inclusive das citadas
pressões feitas pelos pais. E essa não é minha prática ordinária com nenhum outro
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paciente, adolescente ou não, borderline ou não. Pude pensar, a posteriori5,
aspectos mentais de Adriano que provavelmente me colocaram nessa situação,
fazendo com que repetíssemos na relação analítica situações muito primitivamente
vividas por ele.
Adriano nunca teve um espaço seu, próprio. Ainda pequeno os pais se
separaram, ele ficou “na casa da mãe”, depois foi para a “casa do pai”, depois
ficaram um tempo sem casa, a mãe morando com eles na “casa do pai”, onde
também todos entravam (suas meias-irmãs, sobrinhos, etc.). Quando finalmente eles
estavam morando os três numa casa, a mãe já estava saindo e indo para outro
lugar. Ele dorme na sua casa e faz as refeições na “casa do Marcos” (é assim que
Adriano se refere a essas casas). Mesmo assim, seu quarto é vigiado e vasculhado
o tempo todo pela mãe, irmão e empregada, todos em busca de sujeiras
escamoteadas e de desvios no padrão de organização preconizado por outrem.
Partindo de informações que me foram fornecidas pela mãe, podemos ainda
conjecturar sobre tempos mais primitivos: devia haver uma falta de espaço para
Adriano desde o útero materno e no início de sua vida, quando o casal já vivia às
turras; isso me permitiu levantar como uma hipótese muito provável, que essa
gravidez foi a derradeira e desesperada tentativa de salvar um relacionamento.
Penso que, de alguma forma, Adriano me colocou no papel – que eu assumi –
de ser o porteiro que permite a entrada dos pais para dizer que tudo está direitinho
no seu (nosso) quarto-análise. Do ponto de vista da comunicação, ele expressava
no nosso enactment, concomitantemente a outros, o desejo de que eu repetisse a
atitude do pai, que não permitia a entrada da mãe na casa, fazendo-a permanecer
no portão. Contudo, seguindo essa linha de pensamento, temos que considerar
também a angústia que essa atualização na transferência traria: se assim eu
procedesse, correria o risco de me estragar, de adoecer e ter de tê-la junto a nós,
para nos cuidar. Eu, por minha vez, permanecia firme: por um lado não impedia a
5
Compreender a posteriori é uma das contingências lógicas do enactment, uma vez que ele é
definido como um fenômeno que acontece fora do campo da consciência do analista, só depois que
ele é desvendado é que o material por ele veiculado pode ser compreendido e utilizado no processo
analítico.
Sobre o uso do conceito de posteridade – “a posteriori”, traduzido no Francês por “après-coup” e
assim consagrado por Lacan – remeto aos comentários feitos por Laplanche e Pontalis (1975).
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entrada da mãe, mas por outro não repetia o papel do irmão e da empregada, não
contava para os pais o que estava em desordem ou sujo.6
Estarmos neste enactment garantia que esses e outros assuntos não pudessem
ser percebidos, vistos e analisados. Como descrevi anteriormente, meus
sentimentos eram de compaixão, raiva, culpa, etc., todos misturados. Essa mistura
fazia com que, de um lado, eu me ocupasse em atender as demandas dos pais,
tentando corrigir Adriano. De outro lado, me sentia no dever de convencer seus pais
de que Adriano não era uma pessoa de má índole, que ele não fazia as coisas “por
sacanagem”,
como
dizia
Marcos.
De
qualquer
maneira,
eu
estava
contratransferencialmente desempenhando um papel muito parecido com o
daqueles com quem Adriano estava habituado a relacionar-se, ora vigiando, ora
corrigindo, ora admirando, e assim por diante. Aliás, no começo deste trabalho, ao
contar a história de Adriano, relatei os sentimentos produzidos em mim pelo
movimento de vitimação de Adriano. Ainda é impossível para mim, precisar que seja
esse o “momento zero” do enactment, mas com certeza, isso que chamei de
vitimação, aliado aos outros aspectos descritos, fazem parte deste fenômeno clínico.
Assim como também faz parte meu sentimento de indignação – do qual não podia
me dar conta – em relação aos constantes abandonos sofridos por Adriano.
E assim poderia continuar recapitulando o relato que fiz de minha história com
Adriano e apontando várias situações nas quais a presença deste enactment se faz
notar. Foi só a partir de um fato clínico de muita intensidade em si e nas
conseqüências por ele produzidas, que eu pude ter o insight sobre o enactment.
Entre essas conseqüências estão, evidentemente, os insights e análise de meus
pontos cegos vinculados ao que vinha ocorrendo na relação com Adriano, os quais
pude trabalhar em minha análise pessoal. Ressalto isso para evidenciar, uma vez
mais, a inter-relação inconsciente entre paciente e analista, implícita no fenômeno
clínico que estou discutindo.
Junto com a compreensão das minhas dificuldades contratransferenciais, pude
entender alguns dos processos mentais de Adriano veiculados através do
6
Este pode ser um exemplo dos ganhos advindos de uma formação de compromisso, conforme
disse acima.
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enactment. De pronto, por exemplo, fui capaz de perceber e analisar com ele uma
das funções de seus atos impulsivos, das coisas que ele fazia sem que percebesse
estar fazendo (“... quando vi, já fiz...”). O “fazer para chamar a atenção”, conforme
diziam seus pais, foi compreendido com outro sentido. Efetivamente, dentro da
análise, o fato serviu para – teve a função de – chamar minha atenção para o que
vinha acontecendo em nossa relação analítica. Adriano, elevando a falta de
intimidade, a promiscuidade, ao nível de um grande cutucão, pôde reclamar o
espaço próprio que não estava tendo comigo, e, com isso, chamar minha atenção,
despertando-me para o que vinha ocorrendo.
A conclusão
Antes de concluir quero ressaltar que, a despeito das controvérsias, o conceito
de enactment me foi muito útil nas conjecturas, análise e compreensão de um
processo analítico. Porém, deixo aqui uma dúvida: em outras duas ocasiões (Bruno,
1999, 2001) examinei a inter-relação paciente-analista. Na primeira, foquei a interrelação de identificações projetivas e contra-identificações projetivas; na segunda,
estudei as organizações defensivas do paciente e do analista produzindo um
impasse no processo analítico. Minha pergunta é: poderia ter examinado de uma
outra forma aquelas situações clínicas através deste conceito de enactment? Se a
resposta for afirmativa – o que implica ainda que toda a presente análise poderia ter
sido feita tendo como base os conceitos de identificação e contra-identificação
projetivas – necessário se faz pensar mais profundamente a metapsicologia do
conceito. Penso que o que de melhor está contido na idéia de enactment, é a rede
de identificações e contra-identificações projetivas, que produz uma encenação
inconsciente, da qual analista e analisando participam igualmente. Parece-me
evidente que a idéia de enactment traz um seu bojo uma descrição fenomenológica,
não um conceito metapsicológico. Concordando com Friedman e Naterson (1999),
que afirmam que os enactments são “apenas uma outra maneira de descrever o
processo analítico” (p. 226) e concluem seu artigo afirmando: “TransferênciaContratransferência é essencialmente um sinônimo para o fenômeno do enactment”
(p. 246).
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Concluo este trabalho, retornando à clínica e citando a letra de uma música, que
Adriano pôde trazer para uma sessão, após a já mencionada limpeza do campo
analítico. Este “pôde” está sublinhado para marcar uma transformação: conforme já
descrevi, nos primeiros tempos de nossa análise as sessões eram quase sempre
alegres. Adriano sempre fazia graça com as situações, me falava de coisas
interessantes e diferentes de um modo leve e animado. Este modo de apresentar
sempre foi dissonante com a sensação de profunda tristeza e solidão que eu
percebia nele e com a certeza que eu tinha de que eram aspectos que não poderiam
ser evidenciados por ele.
Esta é a música:
“Under the bridge
“Embaixo da ponte
Sometimes I feel
Às vezes eu sinto
Like I don't have a partner
Que eu não tenho um parceiro
Sometimes I feel
Às vezes eu sinto
Like my only friend
Que meu único amigo
Is the city I live in
É a cidade em que moro
The city of angels
A cidade dos anjos
Lonely as I am
Solitária como eu
Together we cry
Nós choramos juntos
I drive on her streets
Eu dirijo em suas ruas
'Cause she's my companion
Porque ela é minha companheira
I walk through her hills
Ando pelas suas colinas
'Cause she knows who I am
Porque ela sabe quem eu sou
She sees my good deeds
Ela reconhece meus bons feitos
And she kisses me windy
E ela me beija com seu vento
I never worry
Eu agora nunca me preocupo
Now that is a lie
Mas isso é mentira
I don't ever want to feel
Eu nunca mais quero sentir
Like I did that day
Como eu me senti naquele dia
Take me to the place I love
Leve-me para o lugar que amo
Take me all the way
Leve-me até o fim
It's hard to believe
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DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 173
NAZARE ROCHA, Nelson J.
– O ENACTMENT COMO INSTRUMENTO DE COMPREENSÃO…
Premio Niños y Adolescentes 2006
That there's nobody out there
É difícil acreditar
It's hard to believe
Que não há ninguém lá fora
That I'm all alone
É difícil acreditar
At least I have her love
Que eu estou completamente só
The city she loves me
Pelo menos eu tenho o amor dela
Lonely as I am
A cidade, ela me ama
Together we cry
Solitária como eu
Nós choramos juntos
I don't ever want to feel
Eu nunca mais quero sentir
Like I did that day
Take me to the place I love
Como eu me senti naquele dia
Take me all that way
Leve-me para o lugar que amo
Leve-me por todo aquele caminho
Under the bridge downtown
Is where I drew some blood
Debaixo da ponte no centro
Under the bridge downtown
É onde eu tirei sangue
I could not get enough
Debaixo da ponte no centro
Under the bridge downtown
Eu não consegui ter tudo
Forgot about my love
Debaixo da ponte no centro
Under the bridge downtown
Esqueci do meu amor
I gave my life away”
Debaixo da ponte no centro
Eu entreguei minha vida”
(Kiedis, Balzary, Smith, Frusciante, 1992)
(Tradução livre)
A partir dessa música, fomos capazes de compreender, de forma mais profunda,
seu sentimento de solidão e abandono. Através de material deste tipo, construímos
uma profícua “parceria” que descobriu e percorreu diversos novos “caminhos” e
“ruas” em lugares e “cidades” até então desconhecidos. Assim, Adriano conseguiu
sair “debaixo da ponte” em que se encontrava. Pôde encontrar no analista um
“parceiro”, uma pessoa com a qual pudesse contar, sem mais ter necessidade de
personificar coisas e situações que servissem de continentes – sempre insuficientes
– para suas angústias. Pude ser o analista-amigo-parceiro que reconhece seus
“bons feitos” e que, através disso o ajudou a encontrar novos companheiros e a sair
das sombras para a luz. Assim como um dia, Adriano apontou o caminho para que
nossa análise também saísse das sombras para a luz.
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NAZARE ROCHA, Nelson J.
– O ENACTMENT COMO INSTRUMENTO DE COMPREENSÃO…
Premio Niños y Adolescentes 2006
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PORT RODRIGUEZ, Ana Marlise y ot.
– O CANDIDATO E A INSTITUIÇÃO PSICANALÍTICA
Premio Sigmund Freud 2006
O CANDIDATO E A INSTITUIÇÃO PSICANALÍTICA
UM QUARTO EIXO NA FORMAÇÃO ANALÍTICA?
Ana Marlise Port Rodrigues, Leia Maria Silva Klöchner,
Rosalda Itrubide Puiatti, Silvia Brandão Skowronsky
Diretoria da Associação de Candidatos de SBPdePA
RESUMO
A partir da experiência como Candidatas em formação analítica e como Diretoria
da Associação de Candidatos da Sociedade Brasileira de Psicanálise de Porto
Alegre (RS–Brasil), as autoras fazem uma reflexão sobre a importância das
vivências do Candidato com a Instituição para o desenvolvimento de sua identidade
de analista. Nessa abordagem, a Instituição aparece como um quarto eixo de
fundamental importância, que se soma ao clássico tripé da formação analítica:
análise didática, seminários teóricos e supervisões clínicas. O trabalho desenvolvese em duas partes: revisão bibliográfica e análise do material obtido diretamente
junto aos Candidatos de sua Instituição, a respeito de seu sentimento de
pertencimento, das vicissitudes da idealização e da desidealização e do uso de sua
Instituição como espaço potencial e de continência de ansiedades relativas à
construção de uma nova identidade e à sensação de não lugar. As Sociedades
Psicanalíticas podem funcionar dentro dos pressupostos básicos: dependência,
ataque e fuga e acasalamento. Um quarto pressuposto básico também é descrito:
inclusão/exclusão. Descrevem-se possíveis funcionamentos do grupo de candidatos
nesses pressupostos, que conspiram contra a constituição de uma Associação de
Candidatos como grupo de trabalho. São discutidos os resultados do questionário
(respondidos por 28% de 46 candidatos) no que diz respeito a desidealização;
entusiasmo
pela
psicanálise;
denominação
do
candidato;
sentimento
de
pertencimento; dificuldades de colocar-se no lugar de aprendiz de um novo ofício, na
busca da construção da identidade de analista; questões relativas à passividade e
infantilização x responsabilidade autoral e outras. O trabalho surge de uma
inquietação a partir da pouca participação dos candidatos na vida institucional de
sua Associação e de uma busca de entender melhor essa realidade. Ao final,
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PORT RODRIGUEZ, Ana Marlise y ot.
– O CANDIDATO E A INSTITUIÇÃO PSICANALÍTICA
Premio Sigmund Freud 2006
considerando-se a importância da Institituição como um quarto eixo na formação
analítica, sugere-se a criação de um espaço nos seminários para o estudo teórico
desse tema e assim sensibilizar mais os candidatos para essa questão tão
fundamental.
Palavras-chave
Instituição psicanalítica. Formação analítica. Associação de Candidatos.
Candidato. Identidade analítica. Pertencimento.
I – INTRODUÇÃO
A partir da experiência como Candidatas em formação analítica e como Diretoria da
Associação de Candidatos da Sociedade Brasileira de Psicanálise de Porto Alegre (RS–
Brasil), as autoras fazem uma reflexão sobre a importância das vivências do Candidato
com a Instituição para o desenvolvimento de sua identidade de analista. Nessa
abordagem, a Instituição aparece como um quarto eixo de fundamental importância,
que se soma ao clássico tripé da formação analítica: análise didática, seminários
teóricos e supervisões clínicas (EITINGON, 1925).
O trabalho desenvolve-se em duas partes: revisão bibliográfica e análise do material
obtido diretamente junto aos Candidatos de sua Instituição (questionário estruturado,
em anexo), a respeito de seu sentimento de pertencimento, das vicissitudes da
idealização e da desidealização e do uso de sua Instituição como espaço potencial
(WINNICOTT, 1971) e de continência de ansiedades (BION, 1962a, 1962b).
As autoras alinham-se com o pensamento de Sara Zac de Filc (1999, p.197),
quando afirma que: “Nossa estrutura de tripé assenta-se, em verdade, sobre quatro
pilares, já que devemos incluir a Instituição que, por sua vez, está imersa no meio sóciopolítico-econômico-cultural e cruzada por transferências, idealizações, resistências e
contratransferências que dão conta da presença do inconsciente e seus efeitos. Esses
efeitos, são, justamente, o elemento básico de nossa ciência e ainda que tenham que
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PORT RODRIGUEZ, Ana Marlise y ot.
– O CANDIDATO E A INSTITUIÇÃO PSICANALÍTICA
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ser reconhecidos, não podem constituir-se na justificativa do excesso e nem do
descuido”.
Em vários trabalhos verificam-se preocupações em relação à constituição da
identidade de analista pelo candidato e à sua postura ativa ou passiva em relação à
própria formação. A organização das Sociedades de Psicanálise e seus Institutos
facilitaria ou dificultaria o desenvolvimento da autonomia de pensamento e a criatividade
científica do candidato. Também as resistências a partir dos próprios candidatos em
assumir responsabilidades em relação ao percurso de sua formação analítica e a não
participação na vida institucional de sua Sociedade, além do clássico tripé, criam
lacunas em sua identidade analítica.
As Sociedades Psicanalíticas podem funcionar dentro dos pressupostos básicos
(BION, 1961): dependência, ataque e fuga e acasalamento. Um quarto pressuposto
básico é descrito por Sandler (2001): inclusão/exclusão.
Pensamos que o desenvolvimento da liberdade de pensamento e criatividade do
candidato é mais favorecido quanto mais o grupo onde ele se insere funcionar como
grupo de trabalho. A regressão implicada na transferência deve encontrar espaço de
elaboração para que não venha a dar o tom predominante nas relações institucionais.
Tradicionalmente, as Associações de Candidatos têm por função representar os
candidatos junto ao Instituto ou a outras Associações, como porta-voz de suas
reivindicações. A esse papel político acrescentamos o de criação e manutenção de um
espaço privilegiado de continência onde as suas vivências emocionais possam ser
elaboradas através do pensar juntos.
Como Diretoria de uma Associação de Candidatos, inquieta-nos a pouca
participação dos mesmos na vida de sua Associação, e é na busca de entender melhor
essa realidade que surge este trabalho.
II – UM POUCO DE HISTÓRIA
Roma, 1969, Congresso da IPA – Um grupo de Candidatos, descontentes com o
autoritarismo de seus Institutos, planeja uma demonstração de sua insatisfação durante
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o congresso. A ameaça de tal confronto mobiliza os analistas didatas a considerar a
possibilidade de os candidatos terem a sua representação (IPSO, 2006).
Viena, 1971, Conferência sobre Formação Analítica – Leo Rangell, então presidente
da IPA, solicitou uma reunião com os candidatos para a discussão do tema. O comitê
dos mesmos foi liderado por dois estudantes, um da Inglaterra e outro dos Estados
Unidos. O encontro entre o grupo de analistas e o grupo de candidatos foi marcado por
hostilidade e ressentimento. Os analistas consideraram os encontros dos candidatos
como subversivos, e os estes expressaram seu descontentamento pela longa tradição
de serem excluídos dos assuntos relativos à sua formação. Mas, ao fim, os debates
foram frutíferos, pois abriram uma via de discussão que até então não havia e
possibilitaram a expressão das necessidades dos candidatos (IPSO, 2006).
Londres, 1973 – A IPSO (International Psychoanalytical Studies Organization)
passa a existir, sendo que, em 1975, no Congresso da IPA, em Londres, foi oficialmente
fundada. Passados 33 anos de seu início, desfruta atualmente de uma relação
colaborativa e produtiva com a IPA (IPSO, 2006).
São Paulo, 1970 – Foi fundada a primeira Associação de Candidatos do Brasil e da
América Latina. Sua fundação foi ao encontro dos anseios de mudanças e a
necessidade de compartilhar as angústias próprias da formação. Apesar das oposições,
o movimento de candidatos pôde contar com a simpatia e o apoio efetivo de alguns
analistas (CABRAL, 2006). Desde então, novas Associações de Candidatos foram
formadas no Brasil e na América Latina.
A Sociedade Brasileira de Psicanálise de Porto Alegre começou como Grupo de
Estudos Psicanalíticos, em 1990, tornando-se Grupo de Estudos oficial da IPA em
1993, Sociedade Provisória em 1997 e Sociedade componente da IPA em 2001. Sua
Associação de Candidatos foi fundada em 1997 pela primeira turma de alunos e
encontra-se em sua quinta Diretoria.
Observa-se que, além da função política de representação, a Associação de
Candidatos é referida como tendo função de criar um espaço para compartilhar as
angústias próprias da formação. Acrescentaríamos a essa função de continência a
função de colaborar na elaboração dessas angústias, através de suas reuniões e
discussões (onde os recursos do processo secundário do pensamento podem ser
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ampliados através de novas vias de representabilidade); na interlocução com o Instituto
(onde assume sua condição de grupo de trabalho e de responsabilidade autoral pela
evolução de sua formação analítica); na construção da identidade analítica (onde se
constrói na intersecção do nível íntimo e privado de sua análise pessoal e de sua
prática clínica com o nível público e grupal das vivências institucionais); e como uma
das guardiãs do pensamento livre e criativo dentro da Instituição Psicanalítica (pois
cada candidato que entra tem o potencial de movimentar com o estabelecido e de
contribuir com sua história e experiência).
III – REVISÃO TEÓRICA E ALGUNS DESENVOLVIMENTOS
A Instituição e suas Funções. Viñar (1996) destaca que a psicanálise atual
avançou para o reconhecimento da importância da função de subjetividade do outro
(individual ou grupal) na gênese e estruturação da rede intrapsíquica de cada pessoa.
Assim, o grupo analítico, institucionalizado ou não, funciona como caixa de ressonância
que amplifica a já complicada fronteira entre a realidade ordinária e a cena
transferencial. Considera que os candidatos, com ou sem inocência, põem em cena os
conflitos e contradições que humanamente atravessam a cena grupal da instituição
onde fazem sua formação.
A cultura permanece como um objeto inconsciente e pré-consciente em nosso
aparelho psíquico e age como uma referência interna para o analista tanto no seu
consultório, quanto em seu grupo (AMBROSIANO, 2005).
A “novela profissional” do analista é referida como o conjunto de vicissitudes
emocionais com o grupo e que marcaram sua trajetória profissional, bem como o matiz
emocional de sua relação com a instituição e com as teorias. Nessa “novela” entram os
caminhos de identificação e desidentificação, suas necessidades de pertencer ou estar
separado, sentimentos de ter um lugar no grupo ou estar excluído. Sentir-se conectado
a uma comunidade de colegas é descrito como importante função do grupo, onde o
analista pode dividir e compartilhar a tensão terapêutica e cognitiva dos tratamentos
analíticos. As dissociações atrapalhariam os recursos de rêverie do analista inclusive na
sala de análise. Podem ser criadas “famílias analíticas” através de um investimento em
determinadas teorias, com exclusão de outros autores. A participação silenciosa e a
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subordinação mimética ao analista ou ao seu grupo teórico são vistas como atendendo
necessidades de pertencer e sentir-se seguro, sacrificando o pensamento livre. A
influência recíproca entre seus membros e a submissão potencializariam um superego
coletivo que leva a um conformismo e rejeita qualquer tentativa de individualização. O
ambiente grupal (profissional e institucional) do analista é complexo e nele se incluem
também questões de transmissão generacional. É destacado o papel de interlocução do
grupo na elaboração de lutos, na ressignificação das identificações e da dolorosa
experiência (edípica) da separação e emancipação (AMBROSIANO, 2005).
Bion (1992) entende o narcisismo e o social-ismo como sendo dois pólos de todos
os instintos e estando em permanente conflito.
Elliott Jaques (1955) defende a idéia de que as instituições são constituídas e
usadas como dispositivos para reforçar os mecanismos de defesa contra as ansiedades
primitivas depressivas e paranoides.
A instituição analítica e os Institutos de formação têm muitas características de
grupo primário, onde os afetos e lealdades têm tanto ou até mais força do que as
representações discriminadas (VIÑAR, 1996).
Petrucci (2004), quando fala dos aspectos formais (clássico tripé) e informais da
formação analítica, situa a informalidade do tripé como o aspecto mais complexo e
importante do percurso. A informalidade diz respeito à relação subjetiva e criativa que
percorre
os
três
elementos
dinamicamente
articulados,
sendo
as
trocas
predominantemente subjetivas, passíveis de compreensão psicanalítica e consideradas
mais importantes que a formalidade necessária. Destaca como a instituição pode
tornar-se objeto de graves dissociações da análise pessoal e, em vez de funcionar
como organização que permita a dissolução dessas dissociações, incrementá-las.
“Difícil a conquista do dar-se conta de que a instituição é um objeto total e não uma
‘figura combinada familiar’ – um só bloco indiferenciado e desumanizado por nossa
parte psicótica da personalidade, continente muitas vezes saturado de identificações
projetivas de figuras originais que impedem o desenvolvimento” (CYPEL, 1998, p.355).
Uma sociedade constituída por analistas mais independentes e individualizados tem
chances maiores de se manter coesa, por respeito à diferença (CYPEL, 1998).
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No processo de formação analítica, a Instituição, além do papel de estrutura de
poder, deveria ser continente do processo (ZAC DE FILC, 1999).
Pertencer à IPA nos confere um marco de pertencimento e de características
universais de formação (ZAC DE FILC, 1999).
Idealização/Desidealização. Mesmo considerando que a idealização inicial do
candidato em relação aos analistas é parte do processo identificatório, pode tornar-se
uma defesa contra profundas angústias persecutórias, de desamparo e de confusão.
Podem haver desvios do processo de idealização, levando à idealização excessiva.
Os analistas e a Instituição teriam de funcionar como fiadores de um processo normal
de idealização (CALICH et al., 1995).
Se o processo de desidealização dos analistas que participaram de nossa formação
e das teorias evolui favoravelmente, ocorre a transformação do objeto idealizado em
seus aspectos mais reais e com aceitação de suas limitações. Mas pode ocorrer uma
desilusão e até o abandono da carreira analítica (GOLDSTEIN, N., 2002a).
Narcisismo. O narcisismo do analista que emprega formas arcaicas de defesa
(negação, cisão, identificação projetiva) constitui grave impedimento para o progresso
do sujeito (candidato) (FINNEL, 1985; GOLDSTEIN, R., 1990).
O principal obstáculo à identidade do sujeito-analista é o narcisismo patológico,
individual ou expresso no grupo, tanto no par analítico quanto no grupo analítico
(MACHADO, 1995). O mesmo é visto como o que mais persiste após a análise do
analista e que prontamente retorna após sua alta. Com isso há um prejuízo na
percepção de qual é “a sua parte” nos problemas em questão e recomeça a projeção a
serviço do narcisismo (CASEMENT, 2005).
Infantilização. A análise de formação reaviva a fantasmática da origem, da filiação
e da posição na fratria; junto a um discurso consciente e racional de ideologia científica,
temos níveis pré ou inconscientes onde, entre a família do passado e a família analítica,
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ativam-se dramas e conflitos, pactos ou alianças, traições, pertencimentos e exclusões
onde todos têm algum papel (VIÑAR, 1996).
Muitos candidatos sentem-se infantilizados pela maneira que os professores,
supervisores e analistas os tratam durante a formação. É estranho que, seja qual for o
currículo e a experiência do candidato, isso é raramente considerado como algo que
enriquece o grupo, sendo, em geral, considerado irrelevante para o seu treinamento
analítico. Assim, falha a criação de um ambiente de aprendizado de maior mutualidade
(CASEMENT, 2005).
Por outro lado, acreditamos que podemos ter também outro problema: o candidato
que não consegue colocar-se na experiência de aprendiz, porque sente que não
consegue adotar o novo desta condição: a posição de aprendiz do ofício psicanalítico.
Isso, entre outras coisas, pode esvaziar sua participação na Associação de Candidatos
e na Sociedade, pois não se considera candidato e, assim, não colabora com seus
pares.
Constitui um grande desafio para o candidato que ingressa no Instituto, que vem
com sua bagagem teórico-clínica, sustentar as ansiedades relativas a uma nova
condição na qual permanece com uma identidade em esboço. As dificuldades inerentes
a essa condição peculiar podem levar, por um lado, ao desestímulo ou mesmo à
desistência e, por outro lado, a uma precipitação em reivindicar para si mesmo uma
condição que ainda não possui, apoiando-se em sua identidade prévia, anulando a
experiência de construir uma nova identidade e uma nova filiação.
Nessa situação, o tempo e o espaço não são aproveitados para uma autêntica
formação científica, criativa e para um amadurecimento pessoal, não levando ao
sentimento de pertencimento, uma vez que o processo de maturação da identidade não
ocorreu.
Pensamos que uma formação que se dá dessa maneira, provavelmente, levará a
um afastamento da instituição com perdas para ambos.
Criatividade, Pensamento Livre. Kernberg (1996) refere-se a trinta maneiras de
destruir a criatividade dos candidatos através de pressões que inibem sua autonomia e
criatividade.
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O fechamento do espaço para pensar e o desenvolvimento de uma rigidez
institucional são vistos como capa protetora narcísica que defende o grupo do medo a
idéias novas. Com isso a atividade e a criatividade científicas, como endereçamento
autêntico da atividade libidinal, ficam muito prejudicadas (ROSA, 1999).
A instituição pode propiciar um “superego institucional” maduro e sadio ou arcaico e
perseguidor (castrador). Pode haver um desprezo pelo vigor libidinal dos candidatos (a
juventude) com risco de castração de sua potência criadora (ROSA, 1999).
O risco de os candidatos serem clones de seus didatas, perdendo sua existência
própria e sua criatividade, é apontado como um problema também ligado às “Escolas
de Psicanálise” de cada país e se relaciona com a cultura na qual o candidato está
imerso (BARROS, 2000).
A liberdade de pensamento é considerada o cerne da condição criativa e seria
favorecida no contexto institucional através da relação com os pares, levando a novas
representações psíquicas e à evolução da condição de rêverie pessoal e profissional. A
elaboração de conflitos oriundos da intersecção da área de realidade individual
(questões narcísicas) com a área de realidade grupal é vista como elemento básico na
formação do analista. Estamos na área do grupo-instituição, continente da tradição, do
repetidamente conhecido, mas também reduto potencial da rebeldia, do novo e da
criação (CYPEL, 1998).
A formação analítica é descrita como a evolução do “sujeito” (candidato), evolução
que compreende os vários insights que o candidato pode adquirir de sua própria
análise, a compreensão de sua situação como psicanalista com seus pacientes e seu
desenvolvimento científico no convívio com os mestres da psicanálise, em especial,
Freud (GOLDSTEIN, R., 1990).
A importante tarefa de uma formação é a de conduzir o sujeito para a emancipação
e não para a adaptação (ROCHA, 2000). São apontados riscos da transferência
passional nas instituições de psicanálise (MENEZES, 1989); o “desejo de alienar” o
outro, vindo a partir dos próprios analistas e levando a uma imobilização narcísica,
defensiva, pela possessão de um saber idealizado onde predomina o gozo partilhado
do saber e do poder, são vistos como aspectos da pulsão de morte (AULAGNIER,
1979).
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Alguns Trabalhos de Candidatos. Um grupo de egressos do Instituto de Santiago
(Chile – 1985) faz uma reflexão sobre o caminho até então percorrido. Trazem a
sensação de que o caminho fora doloroso e difícil, com períodos de crise e outros de
maior integração. Acham que foram muito passivos e dependentes da autoridade do
professor/supervisor, funcionando não como grupo de trabalho (Bion), mas com o
suposto básico de dependência ou luta e fuga. Surgiam angústias persecutórias de
serem incapazes como analistas ou de que seriam desligados da formação. Angústias
claustrofóbicas com o paciente, sentimentos de solidão e incapacidade frente ao
paciente também foram referidos. Com a reativação dos objetos arcaicos internos a
partir da regressão da análise, houve uma tendência a projetar os objetos maus em
supervisores e docentes. Consideram que essa constelação de angústias atrapalhou
sua participação ativa no processo de aprendizagem. Após o quarto ano, sentiram uma
mudança em seu estado mental, liberando-se de sentimentos persecutórios e ficando
mais confiantes em si mesmos e mais ativos (BRUZZONE et al., 1985).
Outro nível de angústia diz respeito à situação do candidato ao entrar em formação,
quando fica exposto a uma série de teorias e tem de evoluir até situar-se no que seria o
shibbolet da psicanálise, isto é, situar os critérios básicos que diferenciam nossa ciência
(ANTUNES et al., 1998); quando tem de lidar com a condição de ser candidato a um
desejo: o desejo de ser analista. Cabe ao próprio candidato um novo ato psíquico em
que persiste na defesa desse afeto, buscando ser sempre um analista em formação
(HELLER; ANTUNES, 1999).
A possível presença da perversão da ideologia dentro da instituição psicanalítica é
compreendida como mecanismo de defesa socialmente compartilhado e sustentado
para manter a coesão grupal, colocando em risco a autonomia de seus integrantes e os
princípios de subjetivação norteadores da própria psicanálise (SOROKA, 2001).
Quando ocorre a impossibilidade de estabelecer distinções mais claras entre uma
instituição educacional e uma constelação familiar (pela regressão analítica), estaremos
frente a uma precária preservação da estrutura organizacional orientada às tarefas a
que se propõe realizar (SOROKA, 2001).
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O risco de a análise do candidato estar calcada numa transferência idealizante,
onde o que é estimulado é a identificação com a pessoa do analista e não com a função
analítica, aponta para uma preocupação com a condução das análises didáticas
(NIQUET et al., 1998).
“Ao candidato é atribuída uma mobilidade importante dentro da Instituição. Mas o
que observamos é a existência de um medo, de uma infantilização e de uma inibição de
expor-se” (WAISBICH et al., 2005, p.60). Considerando a existência da transferência e
de sua interferência no espaço institucional, e já que não é possível escapar de seus
efeitos, é melhor conhecê-los e conversar sobre os enredamentos que ocorrem
(WAISBICH et al., 2005).
Responsabilidade Autoral – Grupo de Trabalho. Leal (2001) sugere que um foco
de pioneirismo na atualidade se relaciona com a recuperação da responsabilidade
autoral (dos componentes-agentes da instituição) na expansão da psicanálise e que
isso depende da compreensão e transformação das instituições psicanalíticas. Chama
de “romance institucional” às ocorrências e fenômenos especificamente engendrados
pelas relações grupais-instituicionais e que, muitas vezes, leva a graves crises. A
interpenetração da experiência interna e privativa (relação analítica) e da experiência
institucional-pública (imersão na instituição formadora) é inevitável e, a menos que seja
contínua e sistematicamente observada e elaborada, pode trazer angústia e
dificuldades consideráveis tanto por um lado, quanto por outro.
O silêncio, a omissão defensiva, o desinteresse ou a incapacidade de refletir sobre
a turbulência institucional por meio do uso do próprio saber psicanalítico são entendidos
como um sintoma, uma espécie de epistemofobia frente ao objeto grupal-institucional
(LEAL, 2001).
“Diversos autores da atualidade creditam parte importante do desprestígio da
psicanálise à baixa qualidade dos analistas formados nos últimos anos. E a qualidade
sofrível dos analistas estaria relacionada, fundamentalmente, à análise insuficiente que
receberam. As análises de má qualidade podem não decorrer, somente, de analistas
despreparados, mas de resíduos e representações inconscientes deles e de seus
analisandos que, splitados e projetados no espaço institucional, permanecem ali
depositados, não tendo chance de serem elaborados” (LEAL, 2001, p.965).
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Para Leal (2001, p.967), “a presença de romances familiares recalcados pode estar
na origem do sentimento de não pertencimento ou exclusão freqüentemente
observados à nossa volta (ou em nós próprios). Esta versão da fantasia nos interessa
especialmente, uma vez que a instituição (psicanalítica) pode ser buscada como abrigo
e lugar de acolhimento para o nosso anseio de pertencer. Este anseio vincula-se
intimamente a um outro: o anseio pelo pertencimento genealógico e geracional”.
Recomenda a incorporação da reflexão psicanalítica permanente sobre a vida cotidiana
da instituição, encontros para trabalhar em torno das discordâncias teóricas-clínicas que
oportunizem a elaboração de lutos e de ansiedades depressivas e paranoides que
surgem diante de mudanças institucionais e que previnam a desagregação do corpo
social e a paralisia da produção científica criativa.
Sandler (2001) observa a existência de um quarto “pressuposto básico”, obstáculo à
formação de um grupo de trabalho, além dos três descritos por Bion. Chama-o de
“Alucinose de Exclusão/Pertinência”, que seria uma tendência de seres em grupo
alucinarem que pertencem ao grupo ou que estão excluídos dele. A origem psíquica
parece ter duas bases: uma mais primitiva, ligada aos processos de clivagem (splitting),
e outra mais madura, baseada em fantasias edipianas de exclusão.
Relembrando os “pressupostos” de Bion (1961), temos: (a) ataque-fuga (luta-fuga) –
ocorre quando o grupo se fragmenta na mútua destruição entre seus membros; (b)
pareamento (acasalamento) – quando a fragmentação se dá em torno de parelhas; (c)
grupo messeânico (dependência) – dá-se quando o grupo se aglutina em torno de um
líder.
Estes três pressupostos impedem a consecução de grupos de trabalho e ameaçam
a evolução favorável de qualquer agrupamento humano. No que diz respeito ao
agrupamento “Associação de Candidatos”, o primeiro grande desafio é torná-lo um
grupo que exista e esteja vivo. Para garantir uma existência vitalizada, é preciso uma
diretoria integrada, pois o próprio grupo de diretoria pode ser tomado por identificações
projetivas importantes e desconfianças, que impedem o seu trabalho e podem levar à
sua dissolução (grupo de ataque-fuga). Mas ter uma diretoria integrada não basta, a
mesma necessitaria ser constituída já como resultado da integração possível entre o
grupo amplo de candidatos. O funcionamento de pareamento poderia ser observado
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quando candidatos de um mesmo analista didata ou de mesmas linhas teóricas formam
grupos dentro do grupo, mantendo distância uns dos outros e não buscando uma
integração no plano científico e no plano associativo através de uma diretoria composta
por representantes de vários grupos. Esses funcionamentos reforçam a sensação de
exclusão x pertinência, podendo aumentar as dissociações.
O grupo messeânico se apresenta quando a passividade, a dependência e o nãoenvolvimento dos candidatos criam a expectativa de que uma diretoria de Associação
de Candidatos, ou do Instituto ou da Sociedade resolva todos os problemas da
formação ou outros. Predominaria aqui a infantilização já destacada anteriormente.
É impossível a qualquer grupo estar completamente imune aos estados mentais
descritos acima, mas o funcionamento mental “grupo de trabalho” seria aquele mais
preservado do poder de fragmentação e imobilidade dos pressupostos ataque-fuga,
pareamento, messeânico e exclusão x pertinência. Assim como o setting analítico
necessita constantemente ser protegido da conspiração inconsciente do paciente e do
analista, a partir de suas resistências à análise, a Associação de Candidatos e a
Instituição Psicanalítica têm um papel de proteção da formação analítica, a qual
também sofre os efeitos das resistências dos próprios candidatos e analistas a uma
maior integração e expansão da pensabilidade e à experiência de mutualidade (em
oposição ao narcisismo).
O Quarto Eixo. Petrucci (2004) destaca a instituição analítica e as vicissitudes das
relações entre seus componentes como o quarto elemento que permeia tanto a
formação dos candidatos, quanto o relacionamento subjetivo e informal entre os seus
membros (desde a hostilidade franca até a busca de entendimento e integração entre
diferentes idéias).
Colocamo-nos de acordo com a visão de participação institucional como um quarto
eixo em nossa formação analítica. A evolução do percurso de nos tornarmos analistas
permeia o nível privado de nossa formação, bem como o lugar onde estamos inseridas.
Dentro da discussão de outros eixos na formação analítica, além do clássico tripé,
Néstor Goldstein (2002b) considera as supervisões coletivas nos Institutos quase como
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o quarto eixo pelo seu aporte clínico, teórico e grupal, com o que compartilhamos.
IV – RESULTADOS DO QUESTIONÁRIO E DISCUSSÃO
Foram computados os questionários recebidos até 19/06/2006, num total de 13. O
Instituto da SBPdePA conta com 50 candidatos. Excluindo as autoras, temos 46
candidatos: 16 em seminários (35%) e 30 egressos (65%). Responderam ao
questionário 13 candidatos (28%); desses 13, 5 (38%) em seminário e 8 (62%)
egressos de seminários. De 46 candidatos, cerca de 31% dos que estão em seminários
responderam ao questionário, e cerca de 27% dos egressos também responderam.
Portanto, aproximadamente 1/3 dos candidatos de cada categoria respondeu ao
questionário.
Além da entrega em mãos aos candidatos em seminário e via correio aos egressos,
foi realizado contato telefônico solicitando o preenchimento e entrega do questionário na
secretaria da Sociedade. O alto índice de não-respostas (72%) nos faz pensar que para
a maioria dos candidatos (em seminário e egressos) as solicitações da Associação de
Candidatos não são suficientemente motivadoras para incentivar a participação. Temos
de considerar o fato de que a Associação esteve desativada por mais de um ano, sem
diretoria e sem reuniões por falta de candidatos interessados.
A baixa motivação para participar das atividades propostas pela Associação de
Candidatos pode estar relacionada com os fatores discutidos no presente trabalho,
como a sensação de não-lugar e a não-identificação com a condição de candidatos.
Parece-nos que o reconhecimento do papel e da importância da Associação de
Candidatos é algo ainda incipiente nesse grupo.
1ª questão – Você está no Instituto da SBPdePA há: Responderam ao
questionário 8 candidatos egressos de seminários, 2 que estão há 4 anos, 2 que estão
há 3 anos e um que está há 1 ano, perfazendo então um total de 13 (5 em seminários e
8 egressos). Quanto à pergunta sobre conclusão de seminários e supervisões, a
maioria desses egressos concluiu há mais de 2 anos os seminários e o primeiro caso
clínico.
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2ª questão – Reside em: De nossa amostra, 10 (77%) residem em Porto Alegre e
3 (23%) noutra cidade. A busca de formação analítica a partir de cidades onde a
mesma não existe é fenômeno observado em todas as capitais que oferecem a
formação. Isso nos sinaliza para a expansão da oferta de tratamentos analíticos no
interior ou em outros centros. A motivação para responder ao questionário, que reflete o
desejo de participar, não sofreu efeito da distância da moradia dos candidatos.
3ª questão – Você se sente pertencendo: Questionados sobre sua sensação de
pertencimento, em regime de escolha múltipla, temos os seguintes resultados: Instituto
da SBPdePA – 85%; SBPdePA – 85%; Associação de Candidatos da SBPdePA – 69%;
IPA – 69%; IPSO – 31%; OCAL – 23%; ABC – 23%; outra Instituição – 8%. O resultado
de 85% de sensação de pertencimento ao Instituto e à SBPdePA aponta para o fato de
que existem candidatos que não se sentem, já de início, pertecendo ao local onde
fazem sua formação. Esse dado, mesmo isolado, deve ser considerado importante. A
simples existência de candidatos que não se sentem pertencendo ao lugar que
escolheram para fazer sua formação já levanta preocupação. Podemos concluir que a
simples entrada na Instituição, quando o candidato começa os seus seminários, não
garante o sentimento de pertencer. Esse terá de ser construído a partir do envolvimento
de ambas as partes. Mas, mesmo assim, a sensação de pertencimento foi maior do que
em relação à Associação de Candidatos e à IPA. O fato de a IPSO ter tido um índice
maior do que a OCAL e a ABC nos parece relacionado com a divulgação sobre a IPSO
feita pela Associação de Candidatos da SBPdePA a partir do último congresso da IPA
(Rio de Janeiro, julho de 2005). Foi aprovado em assembléia geral o pagamento da
anuidade da IPSO vinculado à mensalidade da Associação dos Candidatos. O
pagamento da ABC (Associação Brasileira de Candidatos) já vinha vinculado à
mensalidade há muitos anos e o pagamento da OCAL ainda não foi deliberado. Sabese que, em geral, os candidatos também têm vínculos com outras Instituições, e
esperávamos um índice maior de sensação de pertencimento a elas, o que não se
verificou nesse pequeno grupo. Isso aponta para um espaço em aberto para a atual
Instituição Psicanalítica ocupar um lugar junto ao candidato.
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4ª questão – Você acha que a denominação “Candidato” deve ser
modificada? Na questão sobre os sentimentos e sugestões sobre a denominação
“candidato”, as respostas foram muito esclarecedoras. Solicitados a opinar sobre a
permanência ou modificação dessa nomeação, 54% responderam “Sim”, 28%
responderam “Não” e 8% não responderam. Mais da metade da amostra, portanto, foi
favorável à modificação dessa denominação. Quanto ao “por quê” desse desejo, as
respostas mostraram que há uma associação entre a palavra “candidato” e um “nãolugar”, um “estar fora” ou um “lugar em branco”. Essas respostas, de alto valor
qualitativo, são sugestivas dos sentimentos de pelo menos uma parte dos candidatos.
Os nomes sugeridos como opção a esse foram, predominantemente, “Analista em
Formação” ou “Psicanalista em Formação”. Também surgiram, em menor proporção, as
opções “Psicanalista Aspirante”, “Membro Transitório” e “Membro em Formação”. Essas
denominações sugerem que há um anseio de ser considerado “Membro” ou
“Psicanalista”, palavras que sugerem um grau maior de pertencimento. Ao mesmo
tempo, há o reconhecimento de uma identidade em formação, que torna necessário
lidar com o transitório e com a aspiração de ser psicanalista. A questão da formação da
identidade foi muito relevante nas opiniões colhidas. Os colegas consideraram, com
freqüência, o nome escolhido para sua condição como muito importante para a
aquisição da identidade de psicanalista. Acreditamos que o desejo de ser nomeado já
como Membro ou Psicanalista poderia estar relacionado com o desejo de ter esse
esboço identificatório mais delineado e, assim, aliviar a ansiedade de estar em um
processo incompleto de construção de identidade, no qual permanecerá imerso por
vários anos. Uma outra forma de lidar com essas angústias pode ser percorrer o trajeto
das exigências institucionais formais de maneira burocrática, com a maior rapidez
possível, com o objetivo de ter o título de Membro e assim liberar-se da permanência
em um espaço vivido como um não-lugar.
5ª questão – Você participa de alguma atividade institucional na SBPdePA,
além dos seminários? Com o intuito de avaliar, pelo menos quantitativamente, a
participação dos colegas candidatos nas atividades institucionais, obtivemos uma
percentagem equilibrada entre “sim” (54%) e “não” (46%). As respostas afirmativas dão
conta do envolvimento dos candidatos com atividades relacionadas com a formação e
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com a Instituição em si. Assim, mais ou menos a metade dos colegas estava envolvida
com atividades nas quais buscavam crescimento pessoal e aprendizado de conteúdos
psicanalíticos (grupos de estudo, núcleos de atividades específicas, etc.), e a outra
metade participava de atividades ligadas ao funcionamento da Instituição (jornal,
revista, etc.), embora seja inegável que essas atividades também promovam
aprendizado e crescimento pessoal. Por outro lado, pensamos que essa participação
demonstra que há uma importante busca de inclusão, pelo menos de uma parte dos
candidatos. Aqueles que não participavam ofereceram respostas que diziam respeito a
questões conjunturais de suas vidas e não a problemas com a Instituição.
6ª questão – Como classifica a participação dos Candidatos nas atividades
institucionais (excetuando seminários) para o desenvolvimento de sua identidade
profissional? Todos os candidatos consideraram a participação dos candidatos nas
atividades institucionais importante (69%) e fundamental (31%) para a formação de sua
identidade profissional. Porém, temos de considerar que esse resultado foi obtido a
partir dos 13 candidatos que responderam ao questionário, fato que já demonstra a
importância conferida por esse grupo à participação institucional.
7ª questão – Mencione pontos que julgue positivos ou negativos em ter uma
Associação de Candidatos na SBPdePA. Quanto aos pontos positivos e negativos
em ter uma Associação de Candidatos, foram listados: Positivos – A maioria destacou o
papel político da Associação de Candidatos (união entre profissionais, conquistas,
representatividade, força dos questionamentos, reivindicações, intercâmbio entre
candidatos e Instituto). Também aparece o papel de continência de ansiedades comuns
e a importância de ser um lugar de trocar e ter novas idéias (o que seria próprio de um
grupo de trabalho e de um aumento da pensabilidade). A existência de uma Associação
é percebida como algo que ajuda a ter um lugar próprio e reconhecido em seu valor
frente ao Instituto e à Sociedade. O desejo de ter um lugar se expressou nas respostas
a esta questão, assim como naquelas relativas à denominação da condição de
candidatos (questão 4). Negativos: – Foi referido o risco de a Associação de Candidatos
ficar lidando isoladamente das questões relativas aos candidatos e a não-
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participação ativa dos mesmos em sua Associação. Essa resposta confirmou uma
sensação presente na própria diretoria, pois, apesar de as decisões serem todas
tomadas em Assembléias Gerais nos dias de seminários e com isso garantindo, no
mínimo, a participação dos candidatos em seminários, a sensação de isolamento e
distanciamento por vezes se apresenta e precisa ser constantemente vigiada.
8ª questão – Você considera que a formação analítica preencheu suas
expectativas; 9ª questão – Sente-se decepcionado com: Indagados sobre se a
formação analítica preencheu as expectativas, a resposta de 38% indicou “plenamente”
e 62% indicou “parcialmente”. Não existiram respostas de decepção com o conteúdo
dos seminários, e algumas respostas qualitativas indicaram uma insatisfação com a
coordenação de alguns seminários (38%). Muitos solicitaram que a coordenação dos
seminários esteja a cargo de analistas didatas ou de pessoas com reconhecido saber
do assunto. Houve resposta de insatisfação quanto à supervisão (7,7%) e quanto à
análise didática (7,7%), com referência à burocratização da análise, indicando um baixo
índice de insatisfação. As respostas qualitativas revelam o anseio de um espaço para
conversar sobre o processo de formação, iniciativa que o Instituto da SBPdePA já
contempla atualmente. Esse movimento de oferecer um espaço para diálogo foi
elogiado em respostas qualitativas, identificando a importância deste canal aberto entre
os candidatos e a Diretoria do Instituto.
10ª questão – Considera importante a atividade de supervisão coletiva?
Quanto à importância da supervisão coletiva, 100% da amostra respondeu “sim”. Foram
alinhadas justificativas para esta resposta, nas quais se destacaram a relação com os
pares, a oportunidade de vivência institucional, a possibilidade de dividir inquietações e
as vantagens da exposição da prática clínica para o aprendizado. Esse resultado
aponta para a grande importância que os candidatos atribuem a estar entre colegas
discutindo material clínico e supervisionados por um analista de grande experiência.
Afora as questões envolvidas de aprendizado, esse espaço contempla o compartilhar
dúvidas e angústias em relação aos pacientes e ao trabalho clínico e colaborar na
construção da identidade do analista.
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11ª questão – O que motiva (ou não) a participar das atividades científicas na
SBPdePA?; 12ª questão – Sugestões: Quanto ao que motiva (ou não) a participar
das atividades científicas e sugestões, há um interesse em conviver mais na instituição,
um desejo de integração, uma busca de conhecimento através das trocas de
experiências, uma busca de espaço para conter angústias e dúvidas resultantes do
trabalho junto aos pacientes. Novamente se reiterou, como em questões anteriores, um
desejo de discussão de casos clínicos, principalmente com analistas didatas e com
pessoas altamente preparadas. Essas trocas são referidas como formas de sair do
isolamento dos consultórios, de estimular a busca da construção da identidade analítica
e de solidificar o compromisso que representa ser psicanalista.
13ª questão – Especifique o seu grau de entusiasmo pela psicanálise, em
escala de 1 a 10: No item que avalia o grau de entusiasmo pela psicanálise, 93%
respondeu que aumentou depois do início da formação, e um índice de 7% mencionou
que diminuiu o entusiasmo. Assim, observamos que a experiência institucional com a
formação incrementou o entusiasmo em relação à Psicanálise, o que dá um retorno
positivo para o Instituto e para a Sociedade.
14ª questão – Por que escolheu a formação da IPA? A escolha pela formação na
IPA aparece justificada por ser oficial e por suas características de qualidade,
seriedade, honestidade e responsabilidade. O reconhecimento internacional também é
destacado. A identificação com Freud aparece como um dado importante na escolha
pela IPA.
15ª questão – Considerando que o acompanhamento ideal da Instituição em
relação ao seu desenvolvimento seja oferecer um clima de liberdade, sem que
você se sinta desacompanhado, nem infantilizado, você se sente: Nessa questão,
tivemos, predominantemente: bem acompanhado – 39%; pouco acompanhado – 39%;
não infantilizado – 30%; pouco infantilizado – 23%; muito infantilizado – 7%; não
acompanhado – 0%. Observa-se uma predominância de sentir-se “não infantilizado”
(30%) ou “pouco infantilizado” (23%); também houve predominância do estado “bem
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acompanhado” (39%) e “pouco acompanhado” (39%). A condição de “muito
infantilizado” (7%) e de “não acompanhado” (0%) apareceu como mínima e não
existente, respectivamente. Voltamos a destacar que esse índice positivo é encontrado
no grupo que respondeu ao questionário. Não temos como avaliar como se situa a
grande maioria que não respondeu.
16ª questão – Espaço livre para comentários: No espaço livre, as opiniões
expressaram as seguintes idéias: 1) Foi valorizado o trabalho da Associação de
Candidatos e a iniciativa de envolver os candidatos (em seminários e egressos) com a
Instituição. A evasão dos egressos é considerada preocupante e sugere-se pensar em
formas de aproximá-los. 2) Foi sugerido acompanhamento mais ativo em relação dos
coordenadores em relação a candidatos que não falam em seminários ou os que
parecem só interessados no título de analista. Existe já um espaço constituído para
receber o candidato por sua livre e espontânea vontade junto à Diretoria do Instituto. 3)
Também foi destacada a idéia de que a opinião dos candidatos possa ser mais levada
em conta em assuntos que dizem respeito à sua formação. A condição de aceitar
passivamente o que é determinado pela Diretoria do Instituto não agrada aos
candidatos. 4) Foi salientada a importância da existência de um espaço dentro da
Instituição para discussão de problemas relativos à análise didática. 5) O
comprometimento dos candidatos com outras Instituições é referido como fator possível
na pouca participação nas atividades locais. Quanto a este item, não é o que se
observa na presente amostra, mas como não temos como avaliar a maioria que não
respondeu, não é impossível que tal hipótese tenha relevância em relação aos que não
responderam.
Observa-se o desejo de que houvesse uma maior participação por parte dos
candidatos, especialmente os egressos, um maior espaço do candidato junto ao
Instituto e um olhar atento e ativo dos coordenadores de seminários em relação ao
candidato que parece alheio aos conteúdos e ao grupo.
V – COMENTÁRIOS FINAIS
Apesar do alto índice de não-respostas ao questionário (72%), as respostas
enviadas (28%) nos possibilitaram refletir sobre uma série de questões que nos dizem
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respeito enquanto candidatos. Esse instrumento permitiu uma maior aproximação com
os elementos subjetivos e informais (PETRUCCI, 2004) que circulam entre os
candidatos e suas Instituições. Esses elementos, ao não serem reconhecidos e ao não
encontrarem um lugar apropriado para sua elaboração, podem tornar-se fonte de
desentendimentos e de desinvestimento libidinal na formação, colocando em risco a
construção dessa identidade tão delicada e que necessita de tanto cuidado.
Nessa amostra a desidealização, que aparece no território das decepções, não
parece ameaçar o entusiasmo pela psicanálise, que foi aumentando durante a
formação para a grande maioria.
A identificação com Freud e com a formação analítica da IPA aparece como eixo
norteador do tipo de instituição procurada ou do tipo de profissional procurado para
análise pessoal. Portanto, pertencer à IPA confere um marco de pertencimento e de
características universais de formação (ZAC DE FILC, 1999) para esta amostra.
Foram referidas também outras expectativas em relação à Instituição Psicanalítica
como continente do processo de formação, não levando a uma infantilização e
passividade do candidato, apesar de aspectos da transferência oriundos da relação
com a família primária e com o analista invadirem o campo institucional. O perigo maior
se constitui se esses elementos não são reconhecidos e permanecem dissociados e
projetados, sem possibilidade de elaboração na análise pessoal.
As questões relativas às condições de aprendiz de um novo ofício; de ser continente
de ansiedades relativas à busca de uma nova identidade que deverá ser construída e
conquistada no decorrer de vários anos e ainda assim sempre necessitará ser
reafirmada; a angústia do não-lugar até encontrar o lugar; os riscos de não se constituir
um grupo de trabalho em qualquer atividade proposta; e a necessidade de se sentir
acompanhado também apareceram como de grande importância.
A participação nas atividades institucionais vai ao encontro do aprimoramento
científico e da busca de inclusão e é descrita como importante e fundamental para a
formação da identidade profissional.
Atingir uma maior condição de responsabilidade autoral (LEAL, 2001) é uma meta
que toda Associação de Candidatos deveria ter em mente, apesar das sabidas
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dificuldades de envolver seus candidatos nos assuntos de sua formação e de sua
Instituição.
A supervisão coletiva é uma atividade apontada como fundamental, o que vai ao
encontro das observações de Néstor Goldstein (2002b) ao considerá-la quase como um
quarto eixo na formação.
Ter um horário disponível semanalmente para o uso do candidato junto à Diretoria
do Instituto foi uma iniciativa da mesma valorizada pelos candidatos.
A partir desse trabalho, onde a Instituição aparece como um quarto eixo de
fundamental importância na construção da identidade analítica do candidato, sugerimos
a criação de um espaço nos seminários (talvez já no 1º ano) para que os candidatos
sejam sensibilizados quanto à importância dessa questão através de um dia de
seminários dedicado a esse tema. Ou seja, sugerimos que essa questão seja incluída
como tema teórico de estudo e discussão em seminário.
Queremos, por fim, agradecer aos colegas que responderam ao questionário e,
assim, possibilitaram que questões tão relevantes se tornassem um pouco mais claras.
Agradecemos também à Diretoria do Instituto de Psicanálise da SBPdePA e à
Diretoria da SBPdePA pelo acolhimento de nossas idéias, pelo espaço ofertado e pelo
estímulo ao desenvolvimento de um pensamento livre.
REFERÊNCIAS
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REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 199
PORT RODRIGUEZ, Ana Marlise y ot.
– O CANDIDATO E A INSTITUIÇÃO PSICANALÍTICA
Premio Sigmund Freud 2006
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Revista da Sociedade Brasileira de Psicanálise de Porto Alegre, v.1, n.1, p.191208, 1999.
ANEXO
1. Você está no Instituto da SBPdePA há:
( ) 1 ano
( ) 2 anos
( ) 3 anos
( ) 4 anos
( ) mais de 4
anos
( ) egresso de seminários (há ... anos)
( ) já concluiu seminários e supervisões (há ...
anos)
2. Reside em:
( ) Porto Alegre
( ) outra cidade
3. Você se sente pertencendo (escolha simples ou múltipla):
( ) à Associação de Candidatos do Instituto da SBPdePA
( ) ao Instituto da SBPdePA
( ) à SBPdePA
( ) à IPA
( ) à IPSO
( ) à OCAL ( ) à ABC
( ) a outra Instituição ( ) a nenhum dos itens anteriores
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DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 200
PORT RODRIGUEZ, Ana Marlise y ot.
– O CANDIDATO E A INSTITUIÇÃO PSICANALÍTICA
Premio Sigmund Freud 2006
4. Você acha que a denominação “Candidato” deve ser modificada?
( ) Sim
( ) Não
Se SIM, qual denominação sugere e por quê:
......................................
5. Você participa de alguma atividade institucional na SBPdePA, além dos seminários?
( ) Sim Qual? ..................... ( ) Não Por quê? ........................
6. Como classifica a participação dos Candidatos nas atividades institucionais (excetuando
seminários) para o desenvolvimento de sua identidade profissional?
( ) fundamental
( ) importante
( ) indiferente
( ) desnecessária
7. Mencione pontos que julgue positivos ou negativos em ter uma Associação de
Candidatos na SBPdePA.
Positivos: .......................... Negativos: ...................................
8. Você considera que a formação analítica preencheu suas expectativas:
( ) plenamente
( ) parcialmente
( ) não preencheu
9. Sente-se decepcionado com:
( ) conteúdo dos seminários teóricos
( ) supervisão
( ) análise didática
( ) coordenação de seminários
( ) outros
10. Considera importante a atividade de supervisão coletiva?
( ) Sim Por quê? ......................... ( ) Não Por quê?.............................
11. O que motiva (ou não) a participar das atividades científicas na SBPdePA?
..........................
12. Sugestões:
...............................................................................................................................
13. Especifique o seu grau de entusiasmo pela psicanálise, em escala de 1 a 10:
Antes de iniciar a formação:
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Neste momento de sua trajetória:
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
14. Por que escolheu a formação da IPA?
....................................................................................
15. Considerando que o acompanhamento ideal da Instituição em relação ao seu
desenvolvimento seja oferecer um clima de liberdade, sem que você se sinta
desacompanhado, nem infantilizado, você se sente:
( ) muito infantilizado
( ) pouco infantilizado
( ) não infantilizado
( ) bem acompanhado
( ) pouco acompanhado
( ) não acompanhado
16. Espaço livre para comentários:
................................................................................................
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Premio Comunidad y Cultura 2006
ABORDAJE PSICOANALÍTICO DEL SÍNDROME DE DOWN
Y OTRAS DEFICIENCIAS MENTALES
Relato de una experiencia terapéutica comunitaria para
pacientes con debilidad mental y sus familias
Domingo Boari y Olga Pon de Boari - SAP
Resumen
En este trabajo queremos relatar una experiencia de labor comunitaria que
estamos realizando en un Centro Psicoanalítico dedicado al estudio, a la formación
de profesionales y a la asistencia psicoterapéutica. El programa comenzó hace más
de un año y se lleva a cabo en beneficio de un grupo de familias, uno de cuyos
miembros padece de alguna forma de “debilidad mental”. Se trata de jóvenes con
retardos de diverso grado y de distintos orígenes (síndrome de Down, lesiones
neurológicas y otras causas no especificadas), que concurren a una escuela
Municipal de Formación Especial.
Frente a un desafío nuevo, nos propusimos la tarea terapéutica como una
experiencia piloto, por lo que nos pareció necesario llevar un registro detallado como
base para una investigación off-line. Constituimos, entonces, un equipo coordinado
por los autores de este relato y del que participan, además, otros nueve
profesionales, siete de los cuales son jóvenes que están comenzando su formación
profesional post-universitaria.
El abordaje que estamos implementando constituye una combinación de
psicoterapia individual y psicoanálisis multifamiliar. En el trabajo se exponen los
argumentos teóricos y técnicos que justifican este modo de trabajo: nos basamos
fundamentalmente en la teoría de las interdependencias recíprocas, propuesta por
García Badaracco para la comprensión de los vínculos familiares en la psicosis. Nos
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BOARI, D.; PON de BOARI, O.
– ABORDAJE PSICOANALÍTICO DEL SÍNDROME DE DOWN
Premio Comunidad y Cultura 2006
apoyamos, también, en lo expuesto por Maud Mannoni con relación al tratamiento
de personas que sufren retardo mental.
Sobre la base de estas ideas, nos propusimos trabajar con la siguiente hipótesis:
es dable imaginar tramas familiares específicas que favorecen la fijación de distintas
formas de oligofrenia, dando lugar a una dependencia infantil permanente, mayor a
la estrictamente necesaria.
Como la intención es relatar una experiencia, describimos con algún detalle la
forma de trabajo. Incluimos, además, dos viñetas clínicas, con el interés de transmitir
vivencialmente cómo se realizan las tareas y mostrar, en parte, los primeros cambios
que se pueden observar. A modo de evaluación externa, se relatan también
comentarios del personal de la escuela sobre los progresos observados en los
jóvenes que reciben nuestra asistencia.
Por último, tuvimos necesidad de consignar el “beneficio secundario” que ha
surgido de esta experiencia: nuestra labor docente, orientada a la formación de
egresados universitarios, se vio facilitada, enriquecida y potenciada con el uso del
psicoanálisis multifamiliar que permite observar en vivo y en directo, cómo trabajan
profesionales de mayor experiencia. La recompensa de este beneficio indirecto
constituye un motivo más de satisfacción y retroalimenta nuestro entusiasmo.
1. Introducción
Cuando Freud pensaba en el psicoanálisis como psicoterapia, restringía su
indicación a las neurosis. Era muy prudente y, probablemente para no generar falsas
expectativas, aconsejaba no atender a pacientes “que no posean un cierto nivel
cultural” (Freud, 1905a, pág. 1011).
Cien años después, los desarrollos terapéuticos se extendieron, como es bien
sabido, a los niños, a los psicóticos y a todas las áreas en las que es dable hablar de
“déficit” en el más amplio sentido de la palabra.
En este trabajo queremos relatar una experiencia de labor comunitaria que
estamos realizando desde hace más de un año en beneficio de un grupo de familias,
uno de cuyos miembros padece de alguna forma de “debilidad mental”. Se trata de
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retardos de diverso grado y de distintos orígenes: síndrome de Down, lesiones
neurológicas y otras causas no especificadas.
Para contextuar el cómo y el porqué de este servicio a la comunidad
necesitamos hacer un poco de historia.
2. Respondiendo a una necesidad de la comunidad
En junio de 2004, con un grupo de colegas, inauguramos una pequeña
institución psicoanalítica con el propósito de estudiar e intercambiar científicamente,
y de formar jóvenes profesionales que pudieran comenzar su
práctica como
psicoterapeutas brindando asistencia a través de consultorios externos.
En este contexto, la Lic. A. D., una colega que comenzó a formar parte del grupo,
nos pidió una y otra vez que atendiéramos en psicoterapia individual a alumnos de
su escuela. Se trata de una Escuela Municipal de Formación Laboral que recibe
alumnos con distinto grado de deficiencia mental y procura integrarlos en la sociedad
a través de algún oficio y/o empleo. Constituye una especie de colegio secundario
especial, ya que inscribe alumnos desde los 16 hasta los 29 años. Toda la población
escolar —algo más de cien alumnos— padece diversas deficiencias mentales de
distinto grado: aproximadamente la mitad de los alumnos sufren síndrome de Down,
y la mitad restante, otras formas de retardo mental, calificadas —de acuerdo con
criterios disímiles— como congénitas, tóxicas, neurológicas, emocionales, etc.
Frente a esta demanda genuina tomamos el compromiso de que se atendieran
en nuestro Centro dos pacientes con síndrome de Down con el propósito explícito de
hacer una experiencia piloto. Las terapeutas serían dos de nuestras alumnas del
Instituto de Postgrado.
Deseosa de brindar más ayuda, la Lic. A. D. sugirió primero —e insistió
después— en que hiciéramos reuniones con los padres de estos y otros alumnos, ya
que por su experiencia como psicóloga dentro del colegio, se le hacía evidente la
relación de los temores, inseguridades y conflictos de los padres con las limitaciones
de los alumnos.
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Otra circunstancia vino a sumarse para que fuera posible responder a esta
necesidad de la comunidad. Desde hacía casi dos años habíamos comenzado a
participar —con el “benévolo escepticismo” que pedía Freud (1916-17, pág. 2274) a
sus pacientes— de las sesiones de psicoanálisis multifamiliar coordinadas por el Dr.
Jorge García Badaracco en la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Nos sorprendimos por los beneficios que brindaba este nuevo desarrollo del
psicoanálisis y continuamos concurriendo, sobre todo, porque sentíamos que nos
hacía bien para nuestra vida y para la tarea clínica. No era nuestra intención
coordinar grupos semejantes, pero participábamos con entusiasmo de los ateneos
que seguían a cada sesión multifamiliar y de otras reuniones de estudio, y habíamos
comenzado
a
familiarizarnos
con
la
bibliografía
de
García
Badaracco.1
Paulatinamente pudimos aprehender la mayor parte de los elementos esenciales de
la teoría y la técnica del psicoanálisis multifamiliar. La demanda de la comunidad nos
obligó a dejar de lado nuestros temores e inseguridades para aplicar una técnica
nueva.
Se habían dado así una serie de coincidencias inesperadas: por un lado, se nos
solicitaba una tarea que no encontraba respuesta en otros ámbitos, y por otro,
disponíamos de un recurso teórico y técnico que unos años atrás desconocíamos.
Contábamos, además, con el ámbito físico e institucional y con un grupo de
colaboradores dispuestos a acompañarnos en la experiencia.
Fue así como nos vimos embarcados, con pleno compromiso, en la tarea de
brindar asistencia individual a pacientes con distintos grados de debilidad mental y a
realizar sesiones de psicoanálisis multifamiliar con las familias de estos pacientes y
con otras familias, aun cuando sus hijos no fueran atendidos en forma individual.
Para nosotros se trata de una experiencia verdaderamente transformadora.
3. Las hipótesis de trabajo y su fundamento teórico
1
Véanse, por ejemplo, García Badaracco (1990, 2000, 2005). Por gentileza de colegas, tuvimos
oportunidad de acceder a una serie de sus artículos, conferencias y clases no editados. Véase
también Mitre (1996).
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Si bien es cierto que la demanda nos impulsó a ocuparnos de algo que no estaba
en nuestros planes, también es verdad que no es posible trabajar si no existe alguna
hipótesis que haga pensar que el trabajo puede llegar a ser fructífero.
La atención individual de pacientes con síndrome de Down se justificaba
recurriendo a la siguiente idea: los oligofrénicos y débiles mentales, que suelen
caracterizarse por su sensibilidad y que son capaces de gozar y sufrir por sus
sentimientos, deben ser capaces también de recurrir a diversas defensas para
ocultarse a sí mismos sentimientos penosos como los celos, el enojo, el temor o la
tristeza. Consecuentemente, debería ser posible para ellos, como para cualquier ser
humano, hacer conscientes estos sentimientos y alcanzar los beneficios que, según
demostró el psicoanálisis, se obtienen por el camino de recuperar las vivencias que
uno se oculta a sí mismo.
Más allá de la opinión de Freud, ya citada, sobre el nivel cultural adecuado para
emprender una terapia analítica, preferimos basarnos en la idea —también
freudiana— de que lo que verdaderamente produce cambios es la movilización de
las fuerzas afectivas.
Las experiencias relatadas por M. Mannoni (1964, 1967) y sus conceptos sobre
las posibilidades terapéuticas de los niños retardados o débiles mentales nos
resultaron orientadores. Si bien ella estudió la particular relación de la madre con su
hijo “retardado”, su enfoque terapéutico se realizaba sobre todo a través del
tratamiento individual del niño. En gran medida fue ella la que demostró que estos
niños son tratables terapéuticamente.2
La hipótesis que utilizamos para trabajar con las familias aplicando la técnica del
psicoanálisis multifamiliar requiere una explicación un poco más amplia.
En primer lugar, si elegimos utilizar esa técnica es porque consideramos válida la
teoría que la sustenta.3 García Badaracco, al ocuparse de la psicosis tanto en el
2
La característica del presente trabajo —relato de una experiencia de un servicio comunitario— nos
impide desarrollar ampliamente la bibliografía que hoy se puede hallar sobre el tema.
3
Lo que sigue a continuación sintetiza un modo de pensar expresado en el conjunto de la bibliografía
citada en la nota 1.
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– ABORDAJE PSICOANALÍTICO DEL SÍNDROME DE DOWN
Premio Comunidad y Cultura 2006
ámbito hospitalario como en el privado, desarrolló lo que él denomina psicoanálisis
multifamiliar. Se trata de una concepción nueva, profundamente arraigada en el
pensamiento psicoanalítico freudiano, en la que confluyen, lo mismo que en Freud,
el propósito terapéutico y el de investigación. Esta aplicación surgió como necesidad
a partir de las conocidas limitaciones del psicoanálisis para el tratamiento de la
psicosis.
El concepto básico de García Badaracco, el que de alguna manera amalgama el
conjunto de ideas de este enfoque teórico y técnico, es su concepto de
interdependencias recíprocas.
El mundo de lo humano es un mundo de intercambio e interlocución; basta con
observarlo un poco para apreciar el grado de interdependencias recíprocas en el que
todos y cada uno nos constituimos como personas. García Badaracco diferencia
básicamente dos tipos de interdependencias: las interdependencias tróficas, que
promueven crecimiento, y las interdependencias enloquecedoras o enfermantes.
Naturalmente, el ámbito de las interdependencias más significativas es el de la
familia. Se entiende por “familia”, sin querer establecer una definición precisa, el
grupo de convivencia donde las relaciones —más o menos estrechas, cotidianas,
íntimas, etc. — tienen “familiaridad”. Es en ese ámbito, el de las interdependencias
familiares, donde se van constituyendo las identificaciones que configuran la
identidad. Lo vivido en interdependencias creativas va quedando dentro de cada uno
como experiencia que contribuye al desarrollo, al enriquecimiento del yo. El conjunto
de capacidades, efectivas o potenciales, constituye los recursos yoicos genuinos. Al
contrario, las experiencias vividas en interdependencias recíprocas patógenas,
traumáticas, se conservan como vivencias con poder enfermante y constituyen las
identificaciones enfermas que conforman la locura.
Como se ve, no es que las interdependencias en sí sean algo negativo. Lo
negativo radica en la fijeza y la exclusividad de esas interdependencias, que de ese
modo se convierten en vínculos perversos, enloquecedores, psicotizantes, que
impiden el desarrollo de recursos genuinos y generan relaciones fijas que tratan de
oponerse
a
la
interdependencias
creación
recíprocas
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de
nuevos
son
vínculos.
círculos
En
otras
viciosos
que
palabras,
generan
estas
mayor
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dependencia. Para estos casos García Badaracco describe un objeto específico,
notoriamente visible en las situaciones más típicas, al que denominó objeto
enloquecedor.
De acuerdo con esta manera de ver las cosas, la enfermedad mental es, en gran
medida, la consecuencia de estas presencias enfermantes y enloquecedoras que
impiden el desarrollo de recursos yoicos genuinos para enfrentar la vida y que,
desde este punto de vista, obstaculizan el despliegue del sí mismo verdadero y
condicionan una discapacidad relativa.
La locura es, entonces, una creación colectiva, creación en la que participan
tanto el objeto enloquecedor como el loco mismo. Naturalmente, si estos vínculos se
crean y se mantienen (habitualmente a lo largo de toda la vida), es porque a través
de ellos se intenta evitar una serie de vivencias penosísimas: el desamparo, la
desprotección, la inseguridad, la inermidad… Así, el loco es el producto de la
creación de una trama de relaciones en las que él mismo está atrapado.
Inversamente, recuperar la salud mental es el resultado de destejer las tramas
patógenas para permitir el pleno desarrollo de recursos yoicos genuinos. Es decir
que, dentro de una red de interdependencias más saludable y trófica, el enfermo
mental encuentra las condiciones para desarrollar su virtualidad sana.
Nuestra hipótesis de trabajo consistió en extender los conceptos de García
Badaracco
sobre
las
interdependencias
patógenas
en
la
psicosis
a
las
interdependencias en la debilidad mental.
Si la psicosis se describe como un trastorno del pensamiento que aleja al
enfermo de la realidad, la oligofrenia puede describirse como un déficit de
pensamiento que limita o dificulta el trato con la realidad. En ambos casos sucede
que el enfermo depende en diversos grados de terceros, generalmente sus
familiares. En el caso de las distintas formas de oligofrenia, la dependencia surge
debido a la necesidad de que alguien supla la distancia entre “lo poco” que conoce
y/o puede el débil mental y lo necesario para enfrentar la vida satisfactoriamente.
Así, la oligofrenia —y cuanto más grave, más evidente es esto— constituye un
motivo de dependencia mayor que la habitual. La cuestión sobre la que nos interesó
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poner el acento es en qué medida esa dependencia es estrictamente necesaria y en
qué medida podría ser evitada.
Sobre la base de estas ideas, nos propusimos trabajar con la siguiente hipótesis:
es dable imaginar tramas familiares específicas que favorecen la fijación de distintas
formas de oligofrenia, dando lugar a una dependencia infantil permanente, mayor a
la estrictamente necesaria.
De ser así, la oligofrenia misma, más allá de las causas fehacientemente
comprobables (como las genéticas), puede ser favorecida y mantenida por una
trama de interdependencias recíprocas patógenas a las que, en este caso,
deberíamos llamar interdependencias “oligofrenizantes” o “atontantes”.
Consecuentemente, sería factible “destejer” esas tramas de interdependencias
“oligofrenizantes”, para permitir el máximo desarrollo posible de las potencialidades
latentes.
Con este fin, sin discutir cuál es el “piso” —es decir, cuántas son las limitaciones
de las que se parte, dadas las bases orgánicas de muchas oligofrenias—, preferimos
trabajar con la idea de que es posible favorecer el desarrollo del potencial intelectual
y afectivo, sin presuponer de antemano un “techo” limitante. En otras palabras,
pensamos que poner el acento en las carencias o déficits del paciente es un enfoque
restrictivo desde su origen. En cambio, tomar como punto de partida la idea de
promover la virtualidad sana es —según lo enseña García Badaracco— de por sí
terapéutico.
4. Breve descripción de la técnica
En congruencia con su modo de comprender la psicosis, García Badaracco
considera que el mejor modo de desarmar, deshacer, destejer las urdimbres, las
tramas patógenas enloquecedoras, se da en el contexto de lo que él llamó
“psicoanálisis multifamiliar”.
Se trata de grupos amplios de psicoterapia en los que participan el enfermo y su
familia, con un encuadre amplio y laxo (si consideramos los criterios a los que
estamos acostumbrados). Es posible que la familia concurra parcialmente, incluso
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uno solo de sus integrantes. Puede suceder también que el mismo enfermo se
niegue a concurrir y, sin embargo, cuando observa los cambios que se producen en
el resto de los integrantes de la familia, y a medida que se va desarmando la trama
que los mantenía prisioneros, termina acercándose y generando nuevos estímulos
para nuevos cambios.
La manera más habitual de trabajar es realizar una reunión semanal; el número
de pacientes puede ser bastante numeroso. Si bien no es imprescindible, es muy
aconsejable que además del coordinador haya otros terapeutas o coterapeutas. Esto
favorece que transferencias muy intensas, como las que se dan en los casos graves,
se distribuyan entre los diversos participantes; así se facilita la tarea al evitar
contraidentificaciones masivas que la imposibilitarían.
Son muchos los principios técnicos que se subrayan y que son los que han
contribuido al éxito de esta psicoterapia psicoanalítica. Señalemos, por ejemplo, el
respeto en la escucha, la legitimación del síntoma como modo de expresar algo de
otra manera indecible, la búsqueda de la autenticidad —favorecida por la presencia
del grupo, que detecta falsedades y dobleces—, la importancia de comprender las
vivencias evitando toda forma de intelectualización, una nueva manera de mirar al
paciente enfocando sobre todo su virtualidad sana, etc. Pero lo que nos importa en
esta ocasión es destacar que en esta teoría del enfermar y de la cura, la cura
sucede por añadidura, cuando se deshace la trama enfermante que mantiene
ligados a sus integrantes en interdependencias patológicas cerradas.
Podría consignarse un extenso listado de los motivos que permiten que estas
reuniones de grupos numerosos contribuyan a hacer conscientes y a destejer las
tramas psicotizantes. A modo de ejemplo:
• la presencia de otras personas con problemas semejantes y diferentes,
más graves y menos graves, que escenifican espontáneamente sus
interdependencias patógenas;
• la posibilidad de observar desde afuera tramas enloquecedoras en las
que es dable apreciar, total o parcialmente reflejadas, las interdependencias
propias;
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BOARI, D.; PON de BOARI, O.
– ABORDAJE PSICOANALÍTICO DEL SÍNDROME DE DOWN
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• la posibilidad de que el coordinador u otro participante pueda
interponerse
como
tercero
cuando
se
escenifican
díadas
de
interdependencias selladas simbióticamente,
• poder ver en los demás la increíble resistencia que uno a veces opone
a cambios beneficiosos;
• la observación, en otros grupos familiares, de cambios que parecían
imposibles y la esperanza que de allí surge.
Por estos y otros motivos, o más bien, por el dispositivo entero de la técnica
multifamiliar, se logra un pensamiento ampliado o, en otras palabras, se hace
posible pensar juntos lo que es imposible pensar solo.
Si bien se puede empezar concurriendo a las reuniones descriptas, lo más
conveniente es que psicoterapia psicoanalítica individual y psicoanálisis multifamiliar
se complementen. Una y otro se enriquecen mutuamente y es en estos casos donde
se observan los mejores resultados. Cuando el terapeuta de la psicoterapia
individual concurre a las sesiones multifamiliares de las que participa su paciente
con su familia, si el manejo técnico es adecuado, los beneficios se potencian.
5. El equipo y la forma de trabajo
Considerando la seriedad de la demanda y después de evaluar nuestras
posibilidades, nos propusimos emprender la tarea, como ya dijimos, con entusiasmo
y con temores. Tuvimos la ventaja de que desde el comienzo un grupo de colegas
voluntarios aceptó acompañarnos. El equipo se conformó rápidamente: los autores
de este trabajo asumimos la responsabilidad de coordinar las sesiones de
psicoanálisis multifamiliar y de dirigir la investigación que, desde el primer momento,
nos propusimos realizar. Por su parte, la Lic. A. D. se encargó de promover y
organizar las reuniones, invitando una por una a las familias y de coordinar todo
desde el punto de vista operativo.
Desde el comienzo se nos unieron dos colegas de experiencia y cuatro
terapeutas jóvenes que cursaban el primer año de formación de postgrado de
nuestro Centro de Estudio y Asistencia. Durante los primeros meses nos acompañó
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también un amigo, miembro de una Fundación dedicada al psicoanálisis multifamiliar
y con una importante experiencia en diferentes grupos que aplican esta técnica. Casi
un año después, en marzo de 2006, se incluyeron tres nuevos terapeutas jóvenes
que, con el nuevo ciclo lectivo, comenzaban su formación post-universitaria.4
En la actualidad se atienden con miembros del equipo, en psicoterapia individual,
ocho pacientes: siete jóvenes con distintas formas de déficit madurativo y una madre
de un niño diagnosticado como ADD. El trabajo que se realiza en las psicoterapias
psicoanalíticas individuales, siempre a razón de dos sesiones semanales, es
supervisado por uno de nosotros, sea en forma individual o en reuniones grupales.
Las sesiones de psicoanálisis multifamiliar se llevan a cabo cada quince días, y
no ha sido necesario realizar interrupciones durante el receso escolar, ya que
nuestra tarea no depende del ciclo lectivo de la escuela de donde provienen la
mayor parte de los jóvenes y sus familias. Además, como la frecuencia quincenal es
apenas suficiente, al menos durante este primer verano pudimos organizarnos para
no suspender reuniones por las fiestas o las vacaciones.
A las sesiones multifamiliares concurren unas diez “familias”.5 Algunas de ellas lo
hacen con regularidad y otras con intermitencias. Algunas asisten siempre con todos
los integrantes; en otras, a veces asisten todos y otras veces sólo alguno de ellos.
Este esquema, aparentemente poco organizado e irregular, no implica una ruptura
del encuadre del psicoanálisis multifamiliar tal cual lo hemos aprendido. Implica una
forma de autorregulación según la capacidad elaborativa o la intensidad de las
resistencias. Sin embargo, el proceso en sí no se ve afectado por la cantidad de
asistentes, y —tal como lo enseña García Badaracco— es fácilmente observable
que los efectos “repican” aun en los familiares que no pudieron o no quisieron asistir.
4
Dada la necesidad de mantener el anonimato, no podemos incluir por ahora los nombres de quienes
nos acompañan. Por el mismo motivo, en los casos necesarios, sólo indicamos las iniciales.
5
Se sobrentiende que cuando decimos “familia” estamos hablando del grupo que antes describimos.
Así, llamamos “familia” al grupo constituido por una madre y su hija que viven solas desde hace
mucho tiempo, como también a una joven con un retraso madurativo moderado, que si bien convive
con los padres (quienes concurrieron en raras ocasiones), viene sola o acompañada por su novio, de
características similares a ella.
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Las distintas modalidades de asistencia son importantes y valoradas. El grupo de
familias más permanente es algo así como la columna vertebral que sostiene y le da
continuidad al proceso. A su vez, los que asisten con intermitencias suelen ser los
que más ven los cambios que se produjeron durante su ausencia en los integrantes
del grupo, cambios que no habían sido notados por los que asisten con continuidad.
Contar lo que ocurre en una sesión multifamiliar es tanto o más difícil que
transmitir lo que ocurre en una sesión psicoanalítica. Tal vez, más adelante, cuando
relatemos fragmentos de ejemplos clínicos, logremos transmitir algo del clima
emocional y los procesos elaborativos que se alcanzan en distintos momentos.
Realizamos la coordinación en conjunto, y para tener una visión completa del
grupo en la ronda que se forma, nos sentamos enfrente, de modo de ver a todos y
comunicarnos fácilmente entre nosotros. Los otros miembros del equipo observan
con atención y registran lo que va sucediendo. Por lo general participan muy poco
verbalmente, en parte porque prefieren una actitud de atenta observación, y en parte
porque la técnica misma propende a que se evite el exceso de intervenciones de los
terapeutas, ya que la elección del hilo conductor es función de la coordinación. En
nuestro grupo, las intervenciones de los restantes miembros del equipo suelen ser
puntuales, brevísimas y agudas.
Nos reunimos sábado por medio, por la tarde. En un clima distendido y familiar,
emprendemos una larga jornada de trabajo que comienza a las 13:30 y finaliza
alrededor de las 21:30 horas.
Dedicamos las dos primeras horas a las supervisiones individuales y/o en grupo.
Continuamos luego con la tarea de estudio e investigación, hasta un poco antes de
las 17:30, que es la hora en que comienza la sesión con las familias. Las sesiones
suelen durar casi tres horas, porque la demanda es muy intensa. Cuando termina la
sesión, se realiza espontáneamente un intervalo que resulta muy provechoso: ese
momento, mientras los concurrentes se despiden, es la ocasión de los diálogos
personales de los miembros del equipo con los pacientes y de los pacientes entre sí.
Este momento informal es sumamente importante, porque las transferencias
continúan operando con toda su intensidad o más. Posteriormente, a lo largo de una
hora, los miembros del equipo realizamos un ateneo clínico en el que comentamos
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distintos aspectos de lo ocurrido en la sesión. Solemos destinar un tiempo a
comentarios y debate sobre la técnica y un tiempo a la discusión de los diversos
“casos”.
La función que cumple cada uno de los miembros del equipo, quienes registran y
toman nota de todo lo que sucede, es muy importante. Estas observaciones, como el
informe de lo registrado en las sesiones individuales, conforman el archivo, o
material en bruto, de la investigación clínica off-line que estamos realizando.
Todas estas tareas son llevadas a cabo ad honorem. Hasta el momento no se
han recibido contribuciones públicas ni privadas. Algunas familias aportan
aproximadamente el equivalente a tres dólares cada vez que concurren, con lo que
se reúne una pequeña suma para los gastos operativos. Los terapeutas individuales
cobran un honorario mínimo, institucional, de entre 3 y 5 dólares la sesión.
6. Algunos ejemplos
A. Santiago: la primera sorpresa
Santiago es uno de los dos primeros pacientes con los que comenzamos esta
experiencia. Se trata de un joven de 18 años con síndrome de Down. Concurrió a la
entrevista de admisión con su madre y saludó al entrevistador con un gesto
sumamente agresivo. Frente a la naturalidad con la que reaccionó el terapeuta,
Santiago cambió la hostilidad por una actitud de acercamiento con exceso de
confianza.
Se le asignó como terapeuta a la Lic. N. S., una de las dos psicólogas que
estaban dispuestas a realizar la experiencia. Se trata de una joven profesional que,
recibida poco tiempo antes, había comenzado la formación de postgrado en nuestro
Centro. Se convino que Santiago concurriría dos veces por semana a su
psicoterapia individual. Uno de nosotros supervisaría semanalmente el material.
En la misma semana en que la madre concurrió a una primera entrevista con la
terapeuta, comenzaron las reuniones de psicoanálisis multifamiliar, a la que
asistieron, entre otros, María y Wenceslao, padres de Santiago.
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Las primeras sesiones del tratamiento individual de Santiago fueron difíciles.
Parecía que no iba a ser posible sostener un encuadre que hiciera viable la terapia.
Recordamos que en la segunda de las supervisiones nos preguntábamos: ¿Tendrá
sentido prestarle este tipo de asistencia? ¿El encuadre y las interpretaciones
ejercerán algún efecto? ¿Es posible con estos pacientes lograr algún progreso de
los que se describen clásicamente, como “controlar impulsos”, “desarrollar la
capacidad yoica”, “hacer conscientes los sentimientos penosos”?
Tal vez —decíamos— estas son las preguntas que todo psicoanalista se ha
hecho frente a todo tipo de pacientes. Pero a nosotros nos urgían con una fuerza
muy particular. Las experiencias relatadas por M. Mannoni (1964, 1967) nos daban
alguna esperanza.
Sucedía que Santiago ponía constantemente en aprietos a su terapeuta: se
mostraba enojado, poco colaborador, y con tendencias a pasar a la acción que
parecían poco controlables, sobre todo cuando se trataba de sus impulsos eróticos,
referidos directamente a la persona de la terapeuta.
Quería que fuera su novia, darle besos y abrazos, y reaccionaba con mucho
enojo frente a los límites, por más que estos fueran impuestos sin agresión y con
explicaciones “coherentes”: “Bueno, eso lo podés hacer, pero no acá conmigo: lo
podrás hacer con tu novia, ella también tiene que querer”, etc. etc.
Santiago reaccionaba con mucho enojo y agresiones groseras. La terapeuta,
pese a su escasa experiencia, apoyada por los compañeros de formación y sus
docentes, por el supervisor y los coordinadores del dispositivo del psicoanálisis
multifamiliar,
pudo
transitar
estos
primeros
pasos
llenos
de
dificultades.
Transcribimos textualmente las notas que tomó la Lic. N. S. de uno de los momentos
más significativos del proceso.
Octava sesión. 03/06/05. Fragmento
Santiago: (Señala las cartas)
Terapeuta: Bueno. ¿Querés jugar con las cartas?
S.: Dale.
(Mientras estoy mezclando se tira un gas tras otro con un gesto
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pícaro).
T.: No, Santiago, así no podemos trabajar. A mí no me gusta que te tires
gases cuando estoy yo. Cuando uno tiene ganas de tirarse gases lo tiene que
hacer en la intimidad.
S: No.
(Se para y viene a abrazarme).
T.: No, Santiago, cada uno tiene su lugar, este es el mío y allá es el tuyo.
S.: No. (Eructa a propósito groseramente).
T.: Bueno, me parece que hoy de esta manera no podemos seguir
trabajando. Por hoy terminamos aquí.
S.: No, no me voy.
T.: Sí, nos vemos el martes. Espero que podamos trabajar.
(Sale enojado del consultorio).
S.: Besos a Eva, a vos no.
T.: Está bien, pero Eva es tu novia y yo no. Yo soy tu psicóloga y estoy
acá para ayudarte a sentirte mejor.
Vivencias contratransferenciales
Sentí que a Santiago le costó que le pusiera un límite al contacto corporal.
Que lo enojó mucho que le pusiera un límite a su conducta.
Yo me sentí segura con lo que hacía y con la actitud que tomé.
Novena Sesión. 07/06/05
Suena el timbre. Atiendo y responde Santiago. Me sorprende, ya que
es la primera vez que responde él cuando pregunto quién es. Al abrirle la
puerta entra inmediatamente, muy contento, no se detiene en la sala
(como lo hacía en sesiones anteriores) y va directo hacia el consultorio.
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Santiago: ¿Jugamos?...
(Siguen las notas de sesión y al final la terapeuta consigna:)
Vivencias contratransferenciales
Me sorprendí desde el sonido del timbre. Creí que sería una sesión difícil,
ya que la semana pasada estaba muy enojado, pero me descolocó su actitud
adulta, colaboradora hacia el trabajo. Supo guardar su lugar y tolerar mis
negativas al contacto físico.
Hasta aquí el relato de la terapeuta. Unos veinte días después, el 25/06/05, tuvo
lugar la quinta sesión de psicoanálisis mmultifamiliar. Es la primera a la que asiste
Santiago. Permanece atento durante toda la sesión, que dura casi tres horas. El
padre comparte con todos su contento porque Santiago ha participado tranquilo de
la reunión. Lo hace indirectamente, en la suposición de que Santiago no comprende
que se está hablando de él. Sin embargo, Santiago había mostrado hasta qué punto
es capaz de comprender. Lo sucedido durante esa sesión nos dejó francamente
sorprendidos.
Santiago buscó activamente sentarse al lado del coordinador, justamente la
misma persona a quien le había hecho un gesto tan hostil en los primeros momentos
de la entrevista de admisión.
A modo de contexto, digamos que en las sesiones de psicoanálisis multifamiliar,
tal como se desarrollan en este grupo, hay momentos durante los que se permite la
participación en forma laxa, espontánea, sin necesidad de otorgar la palabra a cada
participante. Pero en esta sesión llegó un momento en que el coordinador
“restableció el encuadre”, indicando que era necesario esperar que él otorgara la
palabra para intervenir. Pese a eso, seguían ocurriendo algunas intervenciones
espontáneas. Santiago, sentado al lado del coordinador, observaba todo en silencio,
pero en las dos o tres ocasiones en que Wenceslao, el padre de Santiago, intervino
sin “autorización” del coordinador, Santiago lo increpó con autoridad, pidiéndole que
no hablara porque no era su turno. Escuchaba atentamente a Wenceslao, en
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cambio, cuando a su tiempo se le otorgaba la palabra.
Todas las dudas y cuestionamientos que nos habían surgido en aquella segunda
supervisión parecían haber encontrado respuesta. Mucho antes de lo que nos
imaginábamos, se veían efectos promisorios. La capacidad de Santiago para tolerar
los límites era mucho mayor de la que suponíamos. Si hasta ese momento no los
había aceptado no era por su deficiencia —orgánica, inmodificable—; era porque en
el contexto familiar se le permitía todo y mientras trataban de aliviarle la frustración o
el dolor que implica aceptar un “no”, se lo condenaba a no desarrollar la más
elemental función yoica, la función de inhibir las descargas.
La trama familiar que contextúa esta falta de límites se comprende mejor si
tenemos en cuenta la enorme sensibilidad de Wenceslao: varias veces pudimos ver,
escenificado, el motivo que le impedía cumplir su función paterna. Cada vez que en
las sesiones multifamiliares algún relato, hecho o clima afectivo podía provocar
tristeza en su hijo o en los demás jóvenes con deficiencias, Wenceslao se
desesperaba; quería evitar el dolor a toda costa y hasta llegaba a enojarse con el
equipo acusándonos de provocar un sufrimiento innecesario y cruel. Mientras tanto
María, en actitud silenciosa, participaba de la impotencia en la que todos quedaban
entrampados. Justamente esta era la trampa que daba origen al síntoma que había
motivado la consulta y lo sostenía.6
B. Estela: Un recurso para ser reconocida como persona
Estela, de 15 años, padece síndrome de Down. Fue la primera paciente que
recibimos cuando esta experiencia estaba en sus comienzos. La madre concurrió
sola a la entrevista de admisión y su buena disposición nos estimuló. Se le asignó
como terapeuta a la Lic. C. B. Lo que relatamos a continuación ha sido tomado de
los informes (de las sesiones y las supervisiones) registrados por la terapeuta.
6
Como queda consignado, esto ocurrió muy al comienzo del tratamiento. Lamentablemente unos
meses después los padres de Santiago dejaron de concurrir a las sesiones de psicoanálisis
multifamiliar debido a una seria enfermedad de María. Santiago tampoco pudo continuar con el
tratamiento, ya que todavía no podía viajar solo hasta el consultorio.
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En esta oportunidad nos vamos a restringir a un aspecto parcial de la
elaboración que está realizando Estela en el proceso de desarrollar todo lo posible
sus potencialidades yoicas.
En las entrevistas iniciales, la madre informa que el control de esfínteres fue
alrededor de los dos años y medio, “aunque a veces —agrega— hoy en día por ahí
se olvida de ir al baño y se hace encima. Hace poco, llegando al colegio, en la
puerta, se hizo caca encima y se indispuso. A veces le pasan esas cosas…”.
Según supimos después, esta falta de control no sucedía de una manera
azarosa. En una de las primeras sesiones, el episodio de incontinencia se produjo
justo en la puerta del edificio del consultorio, cuando Estela discutía con su madre y
se resistía a ingresar. Frente a la insistencia tenaz de la madre, Estela se hizo caca
encima, por lo que no quedó más remedio que volver a su casa.
Desde una perspectiva que no tiene en cuenta las interdependencias recíprocas,
este síntoma podría ser descripto como un comportamiento bizarro, pasible de ser
atribuido a la patología genética de la joven. Así es como prefería comprenderlo la
madre, según las palabras que consignamos anteriormente.
Otra manera de entenderlo sería atribuirlo al capricho, a la tozudez obstinada o a
la terquedad rígida, y pensar luego que estos rasgos de carácter, dado que son
frecuentes, deben atribuirse a la condición de Down.
Muy poco tiempo después este síntoma remitió, y entendemos que ello se debió
a un cambio no sólo en Estela sino en la trama familiar que lo originaba y sostenía.
Varias cosas contribuyeron a que Estela se sintiera diferente y no necesitara más
este modo de expresarse. En primer lugar, el enorme respeto con el que se sentía
escuchada por su terapeuta, quien demostraba verdadero interés por comprender lo
que decía, pese a sus dificultades en el habla. Cuando se sintió escuchada,
comenzó a hablar mejor.
Por otro lado, en una sesión multifamiliar sucedió una escena que puso en
evidencia una situación sin duda muy dolorosa para Estela, que la dejaba congelada
en un lugar de inexistencia subjetiva. Era un momento distendido y la madre
comenzó a contar una anécdota cuya protagonista era Estela. Esta, que se
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encontraba distraída, como aletargada, al sentir que se hablaba de ella se puso
tensa. Esta escena, visible para todos, indujo al coordinador a decirle a la madre que
le preguntara a Estela si quería que continuara con la anécdota. La hija contestó
resueltamente que no. Sin embargo, la madre siguió con el relato sin inmutarse,
como si Estela no hubiera hablado. Esta actitud sorprendió mucho al grupo entero,
que, naturalmente, intervino para detener la narración. La madre intentó seguir,
argumentando que “total ella a todo dice que no”. En ese momento fue firmemente
interrumpida por el coordinador, quien le señaló la conveniencia de respetar el deseo
de su hija. Le explicó que cuando Estela decía que no a todo, no era un capricho;
era una manera de intentar demostrar que ella era ella misma, diferente a los
demás, y que tenía derecho a manifestar su propia opinión… Sabemos que decir
“no” es una forma de autoafirmación por la que pasan todos los niños que
evolucionan bien…
Fue un momento privilegiado. Al recordar esta escena, se nos hace presente,
una vez más, el conmovedor cambio en la postura, el gesto y la sonrisa de Estela
como respuesta a nuestras intervenciones. El momento fue privilegiado también
porque pudimos notar cómo la madre se dio cuenta, vivencialmente, del trato que le
dispensaba a su hija. Su sentimiento, una mezcla de vergüenza y culpa, fue un claro
indicio de su intención de evitar en lo posible su conducta avasallante e irrespetuosa.
Más aún, como un “repique”, otros integrantes también se sintieron “tocados” y
comprendieron de un nuevo modo por qué sus hijos decían “no”. Se aliviaron al
darse cuenta de que sus hijos no eran obstinados o tercos de una manera “tonta”,
por su condición de débiles mentales. Pudieron entrever, con otra mirada, el sentido
de diferentes conductas de sus hijos cuando defendían sus espacios, objetos o
pertenencias. Por primera vez valoraron esas actitudes como formas de recortarse
en el mundo, de ser ellos mismos y obtener algo de reconocimiento y respeto hacia
su subjetividad.
Naturalmente, los padres mostraron esta comprensión narrando recuerdos y
vivencias propias en la que sus hijos defendían con firmeza incoercible algo de sí
mismos.
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Pensamos que esta comprensión —que, como dijimos, se dio en un momento
privilegiado— no va a implicar seguramente un cambio definitivo en las
interdependencias familiares. A nuestro entender, tienen el valor de haberlo podido
ver y vivenciar, en cierto modo de haber realizado un insight. El proceso completo
necesitará la reiteración, una y otra vez, de este tipo de experiencias.
Después de contar estos ejemplos, nos queda una doble impresión: por un lado,
creemos que logramos transmitir algo de las vivencias, de los climas emocionales,
de las elaboraciones y de los cambios que se pueden ir logrando con este modo de
trabajo. Por otro, tenemos la sensación de que lo que transmitimos es una parte
demasiado pequeña y que no logramos comunicar la intensidad del proceso y la
riqueza de la experiencia en su conjunto.
7. Estímulos y evaluación externa
En abril de 2005, cuando decidimos poner en marcha esta experiencia (la
primera reunión se realizó el 30 de abril), lo hicimos con una expectativa prudente.
Sabíamos que nos embarcábamos en una tarea difícil y con un enfoque novedoso.
Nos propusimos, además, llevar un registro lo más completo posible, a fin de tener
elementos para realizar con el tiempo una evaluación confiable.
Cuatro meses después, en la sesión multifamiliar del 10 de septiembre, nos
acompañó un psiquiatra y psicoanalista didacta,7 una de las personas que más
conocimiento y experiencia tiene en la teoría y la aplicación del psicoanálisis
multifamiliar. Participó de la sesión con su calificada observación y condujo luego el
ateneo, dejándonos sus comentarios.
Afirmó que le parecía muy importante lo que estábamos haciendo. “Los cambios
—dijo— entusiasman, y sería importante ver si, a la larga, habrá cambios hasta en lo
intelectual. Esto podría darse si el progreso intelectual de estos jóvenes está trabado
por factores emocionales más allá de los genéticos. Si se viera esto, podría
destrabarse lo emocional y así se mejoraría el desarrollo”.
7
Evitamos, por el momento, consignar su nombre para evitar cualquier circunstancia que pueda
infringir las normas del anonimato.
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Y agregó: “Si así fuera, si se comprobaran avances intelectuales y emocionales,
se podría comenzar a trabajar con chicos de edad más temprana, para que el daño
no sea irreversible”. Adhirió a la idea de que no conviene pensar en que hay un
“techo” o límite de desarrollo que no se puede sobrepasar. “Sería bueno demostrar
que si uno toma estas cosas muy tempranamente ese límite sí se puede pasar”.
Sobre la base del ejemplo de una paciente, justamente Estela, nos dijo:
“Ustedes, los que forman este equipo de trabajo, son privilegiados por poder
describir el factor patógeno de la mirada. Estela viene mirada de una forma por los
padres y después es mirada aquí de otra manera. Esto genera que los padres
puedan empezar a mirarla distinto. Así una virtualidad sana estaba tapada por otra
más enferma y la nueva mirada le permite ahora expresarse mejor”.
Por último, nos sugirió registrar este proceso a lo largo del tiempo para poder
“verlo”, ya que seguramente “los progresos que van a darse serán más
sorprendentes de lo que ustedes mismos imaginan”.
A partir de esta última sugerencia, para tener una apreciación externa y de algún
modo más objetiva, nos pareció útil pedirle a la Lic. A. D. que llevara un registro de
los comentarios formales o informales del personal de la escuela a la que concurren
nuestros pacientes. De tanto en tanto ella ya nos había transmitido verbalmente
algunos de esos comentarios.
Siete meses después, cerca de la finalización del año escolar (noviembre de
2005), recibimos un informe realizado por distintos miembros de la comunidad
escolar, con múltiples opiniones y apreciaciones referidas a los cambios observados
en todos los jóvenes que concurren a la multifamiliar.
De los apuntes de la Lic. A. D. extraemos:
• Con relación a Santiago:
Un auxiliar de cocina que sirve diariamente la comida a los jóvenes
comenta:
Santiago está re-tranquilo, antes se metía en la cocina y pedía
comida a los gritos y sacaba pan de todas las mesas servidas, ahora
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espera sentado en su mesa charlando con sus compañeros hasta que
yo le sirvo el plato…
• Con relación a Estela:
Un auxiliar de puerta de entrada y salida dice:
Estela forma fila tranquila y canta el saludo a la bandera sin tirarse
al piso ni una sola vez, como hacia antes.
Comentarios de docentes:
Estela participa de las clases de música, canta y toca instrumentos
de percusión, disfruta de la clase, antes se aislaba…
Estela no se esconde más en ningún rincón de la escuela, la
encuentro sentada en la mesa correspondiente hablando con sus
amigas.
Hasta la primera mitad del año, Estela no tenía ausencias a clase.
Cuando no tenía ganas de venir, la madre la traía igual, al rato se hacía
caca encima y llamábamos a la mamá por teléfono para que la retirase.
Ahora no se hace más encima y falta cada vez que por algún motivo no
tiene ganas de venir a la escuela.
La vicedirectora manifiesta:
Los alumnos que van a la multifamiliar están aprendiendo mejor,
están más maduros, más responsables, y participan en casi todas las
actividades, hay que insistir con los que todavía no concurren…
8. Epílogo
Después de más de un año de trabajo, los resultados que pudimos observar
aumentaron nuestro entusiasmo y nuestra confianza en la herramienta que estamos
utilizando. Este modo de trabajo posibilita atender a un grupo amplio en un tema
particularmente difícil, como es la debilidad mental de un miembro de la familia. Las
hipótesis parecen confirmarse y los resultados, aunque todavía no podamos decir
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que están consolidados, dan la impresión de ser más rápidos que los que se
obtendrían mediante la psicoterapia individual solamente.
También es verdad que se abren nuevos interrogantes. En lo que hemos
relatado, no nos ha sido posible transmitir las dificultades por las que tuvimos que
pasar en algunos momentos de sesiones multifamiliares sumamente intensas y
complejas. Nos vimos sorprendidos, por ejemplo, por un tema, recurrente y central
en algunos casos: el de la violencia familiar. Si bien no era el motivo original de la
consulta, por momentos pasaba a ocupar el primer plano, incluso en el material de
las sesiones de psicoterapia individual. Este y otros temas —desencuentro e
insatisfacción dentro del matrimonio, drogadicción, discriminación, etc. — serán, sin
duda, material para futuros trabajos.
Pero no queremos terminar este escrito sin destacar un “beneficio secundario”,
que surgió de toda esta tarea: nuestra labor docente, orientada a la formación en
psicoterapia psicoanalítica de egresados universitarios, se vio facilitada, enriquecida
y potenciada con el uso del psicoanálisis multifamiliar, que evidenció ser un modo
particularmente eficaz para la enseñanza del psicoanálisis.
Como es sabido, las sesiones de psicoterapia psicoanalítica individual no
permiten, de ningún modo, la presencia de un tercero; y otros recursos, como la
cámara de Gesell, son desaconsejados por el setting analítico.
La participación de los jóvenes en formación de las sesiones de psicoanálisis
multifamiliar ofrece una posibilidad, casi única, de ver trabajar en vivo y en directo a
psicoanalistas más experimentados. En este sentido, cada sesión se parece al taller
de un artesano, donde quien quiere aprender puede ver a sus “maestros”. Tiene la
ventaja, además, de que en el ateneo posterior los “maestros” mismos pueden
repasar lo actuado y explicar por qué hicieron lo que hicieron, evaluar si tal o cual
intervención fue un acierto o un error, y conjeturar sobre lo que hubiera sido mejor o
peor en distintos momentos.
La recompensa de este beneficio adicional, indirecto, constituye un motivo más
de satisfacción y retroalimenta nuestro entusiasmo.
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BIBLIOGRAFIA
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Biblioteca Nueva (9 vols.), Madrid, 1972.
FREUD, Sigmund (1916-17), Lecciones introductorias al psicoanálisis, Tomo VI,
Obras completas, Biblioteca Nueva (9 vols.), Madrid, 1972.
GARCÍA BADARACCO, Jorge (1990), Comunidad terapéutica de estructura
multifamiliar, Tecnipublicaciones, Madrid.
GARCÍA BADARACCO, Jorge (2000), Psicoanálisis multifamiliar, Paidós, Buenos
Aires.
GARCÍA BADARACCO, Jorge (2005), Demonios de la mente. Biografía de una
esquizofrenia, Eudeba, Buenos Aires.
MANNONI, Maud (1964), El niño retardado y su madre, Paidós, Buenos Aires, 1990.
MANNONI, Maud (1967), El niño, su “enfermedad” y los otros, Nueva Visión, Buenos
Aires, 1987.
MITRE, María Elisa (1998), Las voces de la locura, Emecé, Buenos Aires
REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 225
ALTMANN de LITVAN, Marina
- LA OBSERVACION DE BEBES
LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS:
UN CAMPO DE PREGUNTAS Y DESAFÍOS
PARA EL PSICOANÁLISIS CONTEMPORÁNEO
Lic. Marina Altmann De Litvan1
Introducción.
Intentaré abordar el tema sintetizando diferentes perspectivas: la de analista en
el campo clínico, la de investigadora en el área de observación de lactantes, y la de
docente del Instituto de Psicoanálisis. Para desarrollarlo me basaré en: una revisión
bibliográfica, mi propia experiencia, e información proveniente de un cuestionario
realizado a analistas de distintos institutos latinoamericanos entre los meses de
octubre y diciembre de 2004.2
Durante muchos años, la investigación y la actividad analítica fueron formaciones
y caminos paralelos. Con el tiempo y en algunas instancias de trabajo, tanto en
pacientes de análisis como en mi experiencia docente, surgieron en mi mente zonas
de cruce y de enriquecimiento mutuo, que intentaré plantear a lo largo de este
trabajo.
La observación científica es investigación en sentido amplio, lo cual implica que
la labor empírica de los científicos siempre presupone implícitamente un marco
teórico constituido por todas aquellas teorías ya aceptadas por la comunidad
científica y que en el momento de la investigación se consideran fuera de la
discusión. El conocimiento se infiere a partir de datos perceptuales. En ciencia, los
datos de la base empírica metodológica son inferidos a partir de la base empírica
1
Miembro titular de la APU
José Ma. Montero 3096
[email protected]
2
Quisiera agradecer la colaboración de Maren Ulriksen de Viñar, Gloria Mieres de Pizzolanti y Víctor
Guerra que tuvieron la gentileza de responder algunas preguntas sobre este tema; Selika
Mendilaharsu y Ricardo Bernardi quienes leyeron el trabajo y me realizaron interesantes comentarios
y aportes.
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epistemológica”. (Klimovsky, G., 1997, p. 42 a 44). La observación en el campo
analítico tiene un sentido totalmente distinto. Escuchamos y oímos, sentimos, con
todo nuestro ser involucrado en la relación con el paciente.
El bebé reconstruido
Revisión bibliográfica
Gran parte de las teorías psicoanalíticas (Freud, Klein, Winnicott, Bion, Marty
entre otras) se basan en la reconstrucción del vínculo madre-bebé. Veremos
sucintamente qué lugar le han dado a la observación de bebés los autores
mencionados, para lo cual nos referiremos a las ideas que mayor influencia han
ejercido sobre la formación de mi pensamiento acerca de este tema.
Sigmund Freud (1895) alude al recién nacido en su indefensión, que
necesita de otro para satisfacer sus necesidades (sed, hambre) y poner fin a la
tensión interna, dando lugar a la acción específica que lo podrá investir
narcisísticamente. La madre influye decisivamente en la estructuración del
psiquismo del recién nacido, apareciendo como objeto de las pulsiones de autoconservación, como madre nutricia y como objeto de las pulsiones sexuales
estimuladoras de la libido.3
Su observación del juego de un niño de 18 meses (“niño del carretel,” Freud,
1920) está enmarcada en su investigación acerca de la compulsión a la repetición,
destacando la tendencia a revivir una y otra vez algo penoso. La reiteración de la
penosa separación materna que se observa en este infante, supondría una
búsqueda de ligadura psíquica, implicaría un esfuerzo de dominio del estímulo.
Compulsión de repetición y satisfacción pulsional placentera se entramarían en
íntima comunidad. (Freud, S. Más allá del principio del placer. 1920, pp. 14-17, 2930). Las observaciones de Freud giran alrededor de sus preocupaciones teóricas de
ese momento en especial su nuevo hallazgo, la pulsión de muerte.
3
Altmann, M., (1998) “Juegos de amor y magia entre la madre y su bebé. La canción de cuna” UNICEF- Instituto
Interamericano del Niño- Ministerio de Salud Pública, p. 30.
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La escuela de Melanie Klein tiene como postulado fundamental la relación
del objeto. Lo que se expresa / recolecta en la transferencia, es la relación temprana
con los objetos primarios.
La observación de bebés está naturalmente enraizada con el pensamiento
kleiniano. Melanie Klein observa a infantes en momentos de juego e interpreta que el
juego permite calmar las distintas ansiedades y emociones desde épocas muy
tempranas. Para comprender al bebé –anota Klein- necesitamos no sólo mayor
conocimiento, sino también plena empatía con él, basada en el estrecho contacto
entre nuestro inconsciente y el suyo.
Ya en el quinto o sexto mes muchos bebés reaccionan con placer cuando uno
se esconde y aparece sorpresivamente… Parece que la repetición de estas
experiencias es un factor importante para ayudar al niño a que supere sus
sentimientos de pérdida y aflicción. (Klein, M., pág. 226).
Es a partir de la observación de uno de sus hijos (Fritz, de 5 años de edad) y
del juego de los niños en el ámbito clínico, que Klein creó la técnica de juego en el
análisis de niños, equiparando las asociaciones verbales del adulto al juego del niño.
Otro aporte muy importante del pensamiento kleiniano a la técnica, es la
interpretación del juego y las posibilidades de esta interpretación de modificar las
fantasías de manera tal que se expresen simbólicamente bajo otra forma. Esto
habría de aplicarse más tardíamente a la teoría de la interpretación.
La vida mental del bebé kleiniano es construida a lo largo de líneas de
fantasías primitivas, instintivas, que se expresan de manera corporal, no verbal, y a
través de mecanismos primitivos de identificación proyectiva. A su elaboración
teórica, Klein suma las observaciones que cita de Merell Middlemore (1942) (Klein,
M. ob.cit. p. 211 a 213) y su propia observación de bebés (ob.cit. pp. 226 y 227). A
este respecto resulta de especial interés su descripción de la época y
particularidades del proceso del destete, vinculada a ansiedades y defensas que
luego reaparecerían en situaciones posteriores de pérdida o separaciones. (Klein,
ob.cit., pp. 220 a 224).
Una vez en posesión de la técnica de juego, Melanie Klein pudo hacer en
unos pocos meses los tres grandes descubrimientos con los que se apoyará hasta el
fin, el edificio del psicoanálisis kleiniano: 1) la existencia de un Edipo precoz hacia el
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fin del primer año de vida; 2) la existencia de una forma arcaica de superyo en esa
misma época, y 3) la posibilidad y realidad cotidiana de la transferencia en el análisis
de los niños muy pequeños. (Petot, J.M., pág 14).
A pesar del valor que Melanie Klein le atribuye a la reconstrucción del bebé
que se realiza en el campo transferencial, deja muchos caminos abiertos para la
observación:
“La vida mental del niño muy pequeño es aún un misterio para la mayoría de
los adultos. Yo me aventuro a sugerir que una observación más atenta de los
bebés, estimulada por el mejor conocimiento de los procesos mentales
tempranos provenientes del psicoanálisis de niños pequeños llevará en el
futuro a un mayor insight en la vida emocional del bebé.” (Klein, M., ob.cit. p.
230).
La importancia que le da el pensamiento kleiniano a las ansiedades y
emociones del bebé en sus distintas configuraciones relacionales - paranoide
y depresiva- ubica su pensamiento como un antecedente de los desarrollos e
investigaciones actuales sobre regulación afectiva (Fonagy, Gergeley, Target)
y demuestra su vigencia.
(Fonagy, P., et al. 2002, Affect Regulation,
Mentalization and the Development of the Self).
La observación descriptiva, que fue confirmadora de hipótesis en los aportes
de S. Freud y M. Klein, se contrasta con el otro tipo de observación que plantea W.
Bion en donde –para el analista- el hecho psicoanalítico no se realiza sólo a través
de los órganos de los sentidos sino a través de su intuición, la cual se basa en una
experiencia que no tiene un trasfondo sensorial. Consiste en la capacidad de captarsobre todo- los estados emocionales que forman parte de la función psicoanalítica
de la personalidad, capacidad que está muy vinculada al estilo del analista, su modo
particular de observación y sus posiciones teóricas.
La diferencia estriba en el
mayor grado de selección consciente y preconsciente de lo que el analista percibe
en el otro y en sí mismo y en la búsqueda de sentido que implica ya un primer nivel
de abstracción y de conceptualización. (Bion, W. Atención e Interpretación, 1966, p.
29-30).
Bion abordará la función materna a través del concepto de “reverie”, el cual
constituye no sólo la contención de sentimientos del bebé, sino también la
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metabolización (función alfa) de las ansiedades y emociones del niño. La madre
debe pensar en “cómo piensa el niño” para ayudarlo a “pensar sobre sí mismo”. La
madre, con su “reverie” ordena el caos de sentimientos y emociones del niño, y se
los devuelve re-ordenados (Bion, 1962. Aprendiendo de la experiencia, p.58).
Winnicott plantea que el psicoanálisis tiene mucho que aprender de aquellos
que se dedican a la observación directa de las madres en compañía de sus
criaturas, de los niños pequeños en el medio ambiente en que viven. No obstante,
dice, la observación directa es incapaz de construir por sí misma una psicología de
la primera infancia. (Winnicott, 1979). Cooperando juntos de modo constante, los
analistas y los observadores directos tal vez puedan poner en correlación lo que es
profundo y se observa durante el análisis con lo que es precoz dentro del desarrollo
infantil. (p.135)
Winnicott otorga a la observación en el psicoanálisis un lugar central para
descartar todas aquellas hipótesis demasiado especulativas (pp. 112-114).
Esto
contrasta con algo que también dirá (p. 62) acerca de que la posibilidad de lograr
una visión clara de lo que acontece en la infancia depende menos de la observación
directa de las criaturas que del estudio de la transferencia en el marco analítico.
Será en este último contexto que podremos reconstruir la dinámica de la
dependencia infantil así como del cuidado materno que satisface dicha dependencia.
Winnicott (1958) plantea que no hay tal cosa como un bebé, refiriéndose a
que, lo que existe, es un bebé con su madre. Distingue entre la función “madreambiente” y “madre-objeto” de la pulsión o instinto, postulando que en la primera el
bebé es parte de una relación y que necesita de una “madre suficientemente buena”
en el inicio de su proceso de desarrollo. En una primera fase de unidad madre-bebé
(“dependencia absoluta”), la madre es quien constituye el medio ambiente
posibilitador, para lo cual necesita apoyo (el padre, abuela materna, la familia y el
medio ambiente social más inmediato). Las primeras interacciones se dan en el
marco de la denominada “preocupación maternal primaria”, comprendida durante las
últimas semanas del embarazo y las siguientes al parto, agrupando sus funciones
en: sostén (holding), manipulación (handling), y presentación del objeto. La madre se
instala y opera como presencia real sosteniendo, manipulando y presentando los
objetos. El allegamiento yoico de la madre al presentar objetos en el momento en
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que el niño necesita encontrarlos, propicia el funcionamiento mental creativo del
bebé.
Winnicott describe el papel de la madre como espejo, desde la perspectiva del
desarrollo emocional del bebé. El primer espejo es el rostro de la madre; lo que el
infante ve cuando mira el rostro de la madre, es a sí mismo.
Mencionamos anteriormente diferentes teorías psicoanalíticas que se basan
en la reconstrucción del vínculo madre-bebé Entonces, ¿cuál es el lugar de la
observación de infantes y de qué manera se introduce en el campo psicoanalítico?
Winnicott sugiere que cuando el infante mira a su madre, que a su vez lo
está mirando, se ve a sí mismo en la cara de ella. Tomando como punto de
partida el insight de Winnicott, los aportes posteriores de Gergeley y Watson
basados en resultados de observaciones de diseños experimentales, dejan
implícita la naturaleza estructural compleja de la forma en que el rostro de la
madre se relaciona con el del bebé. (Fonagy, P., et al., Affect Regulation,
Mentalization, and the Development of the self. Ver “The social biofeedback
theory affect mirroring” 1996).
El niño aprende acerca del contenido dispositivo de las expresiones
emocionales a través de la observación de las consecuencias en el
comportamiento de expresiones afectivas de los otros. La exhibición por parte de
los padres de un afecto reflejo, expresa un estado emocional cuya categoría es
reconocible para el infante, pero, ¿cómo sabe el bebé que esa expresión refiere a su
propio estado y no al de su madre/padre? ¿Cómo sabe el infante que el estado
expresado por la exhibición de emociones externas que parece estar controlando, le
pertenece a él y no a sus padres que son los que, después de todo, lo están
expresando?
La conducta facial y verbal de los padres cuando refleja la de su bebé, nunca
se da en el mismo tiempo, espacio e intensidad sensorial. Esta diferencia es crucial,
ya que el bebé es extremadamente sensible para distinguir entre niveles perfectos y
niveles altos pero no perfectos de contingencia respuesta-estímulo y usa esta
información
muy
tempranamente
para
categorizar
los
estímulos
como
pertenecientes al self o pertenecientes a un objeto social.
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La inclinación instintiva de los padres a exagerar la conducta afectivoreflectiva del infante durante las interacciones de regulación de las emociones tiene
tres consecuencias significativas para el desarrollo. El infante detectará y agrupará
en categorías los indicios de estados internos que indican sus propios estados
emotivos, establecerá representaciones secundarias asociadas a sus estados
afectivos primarios que le proveerán significados cognitivos para atribuir estados
emocionales a su self, adquiriendo un código de comunicación generalizado de
expresiones “marcadas” que tienen las funciones de representación del enganche
referencial, anclaje y suspensión de las consecuencias reales.
Las funciones del desarrollo que se promueve en el espejamiento de los
afectos
de
los
padres
son
la
sensibilización,
la
construcción
de
Representaciones, la regulación de estados emocionales y la comunicación y
mentalización.
¿Qué aportan estos descubrimientos al psicoanálisis? Desde mi experiencia
clínica observo que estos descubrimientos aportan a la técnica de interpretación.
Hay un estilo de interpretación que tiene que ver con la maximización y la
contingencia de los afectos que el analista tiene que incluir en sus intervenciones,
dramatizarlos, expresarlos. Esto no sólo es relevante en las intervenciones
psicoterapéuticas madre/padre-bebé sino también con algunos pacientes adultos
con grandes inhibiciones en sus afectos y fallas en su mundo representacional. Por
ejemplo una paciente adulta de análisis que acude a la consulta en medio de la
decisión de separarse de su esposo, llora constantemente en la sesión, y dice no
saber por qué lo hace, que no es por esta pérdida. La analista tenía que descubrir
cada vez a qué respondían esos llantos, cuando aparecía una asociación con un
relato concreto, se lo repetía, lo maximizaba, lo exageraba dramáticamente, a veces
con ironía, le mostraba como ella no podía hacerse cargo de lo que la analista podía
sentir por ella, le devolvía como en un espejo, pero no en un reflejo exacto, esos
afectos que ella no podía contener de sí misma.
En los últimos treinta años, hemos asistido a la acumulación de un gran
volumen de evidencia compilada en el área de psicología evolutiva, que ha
cambiado radicalmente nuestra conceptualización acerca del estado inicial del
infante. Mientras que hace no mucho tiempo el punto de vista común era que al
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principio de su vida el infante era un organismo pasivo, indiferenciado y difuso,
rodeado de una barrera de estímulos (e.g. Mahler et al, 1975), hoy día es
generalmente aceptado que el infante está equipado desde el principio con
capacidades de aprendizaje, perceptuales y representacionales notablemente ricas,
y específicamente adaptado a la estructura física y social de su entorno. (Bower,
1982, Emde, 1988; Gergely, 1992; Meltzoff, 1990; Stern, 1985).
Bowlby (1968) se centró en las experiencias del infante y el niño con
respecto a la separación, la pérdida, la pena y el duelo. Estudió y observó la
conexión temprana del infante con su cuidadora y reconoció la desorganización que
se origina cuando esta unión se rompe incluso temporalmente, reconociendo la
necesidad del infante de mantener la proximidad con su cuidador. En estas
ocasiones el niño es ayudado por la presencia segura y aseguradora de su
cuidadora.
El sistema de apego es una ligazón afectiva que funciona en todos los
humanos. Bowlby (1969, 1973,1980) la describe como un tipo especial de relación
social, paradigmática entre el infante y su cuidador que involucra los vínculos
afectivos. Bowlby basa su teoría en que existe un lazo de apego primario desde el
nacimiento que no depende de una pulsión oral o necesidad de alimentación. Su
función evolutiva es la de protección.
En el contexto de la teoría del apego el énfasis en el rol determinante de las
experiencias tempranas es expresado en la asunción que los estilos de apego
establecidos tempranamente en la vida son relativamente estables durante toda la
vida. (Eagle, M., from “The Developmental Perspectives of Attachment in
Psychoanalytical Theories. Ed. Susan Goldberg et al. 1995).
Para la teoría del apego la búsqueda de la seguridad está por encima de
todas las demás motivaciones psicológicas y el vínculo de apego es el punto de
arranque de la supervivencia. (Holmes, J. 2001).
En Latinoamérica, Miguel Hoffmann y colaboradores (1998) reconocen el rol
activo del infante, atribuyéndole intencionalidad a sus actos. Hoffmann investigó
(Argentina, 1981) la situación de alimentación, por considerarla una ventana ideal
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para observar las iniciativas y su influencia en la construcción de las relaciones
tempranas. Sus mayores descubrimientos fueron que los infantes se pueden
comportar de maneras que no han sido descritas por las teorías psicoanalíticas del
desarrollo y que en la interacción madre-bebé hay luchas de poder: dominio y
agresión y tempranas formas de reacción a esas formas de violencia y dominio, que
acompañan determinado tipo de patología (sobreadaptación, con comportamientos
psicosomáticos, patologías de falso self, etc.).
Estos hallazgos de Hoffmann concuerdan con trabajos (Altmann et al 1993,
“Algunas particularidades del funcionamiento mental en un caso de asma de
lactante”) que hemos realizado en psicopatología del desarrollo desde la perspectiva
de Pierre Marty. Asimismo hubo numerosos trabajos que surgieron de la enorme
influencia del pensamiento francés de la escuela psicosomática de Pierre Marty, con
Leon Kreissler y Rosine Debray y Serge Lebovici.
Marty (1985, 1992), Kreissler (1985) y Debray (1987) han investigado los
procesos de organización, desorganización y reorganización psicosomática que
ocurren en el marco de la relación madre-bebé, el modo en que la madre e hijo
regulan los montos de estímulos pulsionales que circulan entre ambos. Los diversos
acontecimientos y situaciones que se suceden en lo cotidiano entre la madre y el
bebé producen impresiones en el mundo afectivo.
Cada sujeto irá construyendo a través de las diferentes excitaciones una
organización progresiva y peculiar de representaciones, a través de experiencias de
placer y dolor. Se desencadenarán entonces excitaciones que serán tramitadas para
algunos a través de comportamientos motores sensoriales ligados o no al trabajo
mental; para otros, en cambio, se descargarán directamente a través de los aparatos
somáticos. Esta construcción, pues, dependerá del grado en que la madre pueda
acompañar afectivamente a su hijo (con exceso, carencia o insuficiencia de
excitaciones), de la constitución de la familia (si la misma es numerosa, la madre
difícilmente pueda ejercer adecuadamente su función), o que existan insuficiencias
congénitas o accidentales tanto de la madre o del bebé que dificultan o impidan el
despliegue de las funciones sensorio-motoras del niño, es decir, el funcionamiento
perceptivo, base de las representaciones.
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Más aún, el punto de vista bio-social predominante acerca del desarrollo
emocional, sostiene que la madre y el infante forman un sistema afectivo de
comunicación desde el comienzo de la vida (Brazelton et al., 1974; Beebe et al.,
1992; Bowlby, 1969; Hobson, 1993; Sander, 1977; Stern, 1977, 1985; Trevarthen,
1979; Tronick, 1989) en el cual la madre juega un rol interactivo vital en modular los
estados afectivos del infante.
Mientras los bebés en su primera infancia tienen
algunas formas rudimentarias de auto-regulación afectiva (como evadirse de los
estímulos excesivos, o chuparse el pulgar) (Demos, 1986; Malatesta et al., 1989),
existe acuerdo en que la calidad de las interacciones maternales ejerce una fuerte
influencia reguladora sobre los cambios en los estados afectivos en el bebé. (Field,
1994; Malatesta & Izard, 1984; Tronick et al., 1982; Tronick, 1989.) Las madres son
generalmente muy eficientes en leer las emociones que sus bebés muestran, y las
madres sensibles tienden a sintonizar sus propias respuestas afectivas para modular
los estados emocionales de sus hijos (Malatesta et al., 1989; Tronick, 1989).
Robert Emde ha sido uno de los científicos que más ha acercado la
investigación del desarrollo temprano, particularmente del afecto, al psicoanálisis y
las aproximaciones psicoterapéuticas.- “Emde, R., 1980 B, 1980 C, 1988 A, 1988 B,
1990; Emde & Robinson 2000. Ver Fonagy & Target, Psychoanalytic Theories …p
328.
Hay toda una línea de conocimiento acerca de la madre y su bebé, que se
despliega en el trabajo psicoterapéutico. En ese sentido tenemos diferentes
experiencias: Serge Lebovici (1983, 1988), Francisco Palacio Espasa, Mercedes
Garbarino, Marina Altmann, etc.
Aportes Latinoamericanos.
En Latinoamérica hay una vasta experiencia en observación siguiendo el
método de Esther Bick, (ej. Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de San Pablo,
Brasil) es decir, en la observación directa en el desarrollo del infante en su casa,
pero dentro del marco de la formación institucional.- Si bien estos desarrollos están
pensados específicamente para la formación analítica, quedaría por preguntarnos si
también podrían ser generadores de hipótesis y preguntas, en la medida en que se
realizan observaciones semanales.
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La observación de infantes fue introducida en el plan de estudios del Instituto
de Psicoanálisis de Londres en 1960 como parte del curso para los alumnos de
primer año. Pienso que esto reviste importancia por muchas razones, siendo quizá la
principal la ayuda que proporcionará a los estudiantes en concebir vívidamente la
experiencia infantil de sus pacientes niños. También mejorará el entendimiento por
parte de los estudiantes, de las conductas no verbales de los infantes. .....La
importancia de la observación de la pareja madre-bebé. “Notes on infant observation
in
Psycho-Analitic
Training.”
Esther
Bick.
Internacional
Journal
of
Psychoanlisis.1964, vol. 45 pp. 558-566.
Alicia Dourado de Elizondo y Virginia Ungar (Dourado de Elizondo, Alicia;
Ungar, Virginia. Permanencias y cambios en el método de observación de bebés de
Esther Bick. Trabajo presentado en congreso FEPAL, setiembre 2002, Montevideo)
consideran que los seminarios clínicos de discusión de observación de lactantes son
un antecedente pre-clínico importante para la formación de los futuros analistas ya
que “circulan emociones de alto grado y que se suscitan interesantes fenómenos
grupales, tales como la identificación con el bebé, o con la madre, o con otro
personaje de la escena”,
que se vinculan con el concepto de aprender de la
experiencia, desarrollado por W. Bion.
En Méjico, vienen trabajando sobre observación de bebés Noemí Reyes de
Polanco y Esperanza Plá entre otros. En Brasil, numerosos psicoanalistas han
realizado investigaciones sobre el tema; mencionaremos a Marisa Méllega (1997),
Izelinda G. de Barros (1996), Nara Amalia Caron (2000), Joaquín Couto Rosa (2000)
y Joana Wilhelm (2000).
En el Río de la Plata, el trabajo original “Ritmos y Sincronías en la relación
temprana madre-hijo”, Bernardi, R, Scholnick, F, Díaz Roselló, J, fue publicado en la
Revista Uruguaya de Psicoanálisis número 61, 1982, Montevideo. Hay también un
trabajo pionero que comenzó en 1984 con el grupo de estudio del Centro Latino
Americano de Perinatología (CLAP) , de Díaz Roselló
fundamentalmente
et al., que trata
la observación y descripción de los parámetros interactivos
comunes a todas las madres, sin tomar en cuenta la historia personal de éstas.- Se
trató de un trabajo interdisciplinario, realizado por un pediatra-neonatólogo, tres
psicólogos con entrenamiento en trabajos médicos, un psiquiatra y un psicoanalista.-
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Se publicó en el libro “La madre y su bebé, primeras interacciones”, Ed. Rocaviva,
Montevideo, 1989.
La línea de pensamiento vinculada con ritmos y sincronías en el vínculo
madre-bebé, la desarrolla Altmann, M. et. al. (1989) a punto de partida de los
procesos psicoterapéuticos breves en bebés que padecían asma de lactante.- Este
proceso concluye con la publicación de un primer trabajo, “El Valor de la Canción de
Cuna: Entre la organización psicosomática de la madre y la del bebé”. Altmann, M.
et al, UNICEF, Montevideo 1998.
En Uruguay, Mercedes Freire de Garbarino es un referente en estos temas,
con extensa experiencia psicoanalítica y numerosas publicaciones. El encare
desarrollado por Mercedes Freire de Garbarino et al (1992), desde una
conceptualización psicoanalítica, parte de lo que denominó “estructura interaccional
temprana”, unidad psicobiológica conformada por tres elementos: la imagen interna
que la madre tiene de su bebé, el encuentro trófico de ritmos y sincronías, así como
la semantización y decodificación que hace la madre dando sentidos, semantizando
los gestos que realiza su bebé. Se jerarquiza narcisizar a la madre y ubicarla en tal
categoría.
También hay grupos que siguen trabajando con la orientación de Bertrand
Cramer (1998). Este autor ha abordado la modificación de la interacción en función
de las terapias madre-bebé. Tomando como base los conflictos de la historia de la
madre, trabaja sobre la imagen que ella crea de su niño, teñida de sus conflictos.
Aportes de la tecnología a la observación de bebés.
Como a muchos de los investigadores, teóricos y analistas antes
mencionados, los avances tecnológicos y la posibilidad de videofilmar nos permite a
los analistas tener un primer encuentro de trabajo clínico y un segundo momento de
trabajo de investigación. Nos han dado la posibilidad de nuevas formas de
observación: reiteración, detención, unidades de tiempo de observación impensadas
en los momentos del descubrimiento del psicoanálisis. A esto se le agrega más
recientemente la posibilidad del uso sistemático de las videograbaciones en forma
conjunta con programas de computación que permiten analizar en milésimas de
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segundo las interacciones diádicas. Es como si tuviéramos contacto con distintos
mundos superpuestos que estudian la mente, los afectos, pero con metodologías y
procedimientos totalmente diferentes.
En el ámbito clínico el analista observa y es parte constituyente de ese
proceso que está siendo observado; la utilización de filmaciones en cambio,
nos plantea el tema de la inclusión de un tercero que observa.
La relación madre-bebé es un mismo objeto de estudio que está siendo
sometido a diferentes métodos de investigación, a distintos procesos de
indagación
que,
por
supuesto,
apuntarían
a
distintos
tipos
de
descubrimientos. Cada metodología implica un recorte de observación, implica
definir desde dónde hacemos el recorte para observar.
La observación microanalítica.
Utilizar estos recursos de la tecnología actual nos permite explorar una serie
de movimientos, afectos, expresiones, acciones, etc. que se dan en las interacciones
y que de otro modo permanecen ocultos.4 Este tipo de metodología de observación,
amplifica y complementa nuestra observación analítica, que parte de premisas
metodológicas diferentes. Con estas posibilidades técnicas, las investigaciones
microanalíticas de observación de bebés, han podido mostrarnos la enorme
complejidad y variabilidad de los afectos, lo que introduce nuevas preguntas al
discurso psicoanalítico.
Nuestra caja de resonancia emocional como analistas la constituyen los ejes
transferencia-contratransferencia; en la investigación microanalítica y a través de
estos métodos de observación e investigación se amplifica la posibilidad de percibir
esos registros emocionales.
4
Me estoy refiriendo a los métodos de observación desarrollados por Daniel Stern y Edward Tronick
entre otros
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El bebé reconstruido con el aporte de la observación sistemática
Situación clínica: vicisitudes en una adopción
Liza, tiene cuarenta años, recientemente ha llegado al Uruguay. Casada
desde hace más de una década, hace años que intenta infructuosamente –en
distintos lugares del mundo- variados tratamientos para quedar embarazada. Hace
dos años la pareja adoptó una niña recién nacida, y a los pocos meses le avisan que
un hermanito de su hija adoptiva también iba a ser dado en adopción, por lo que de
inmediato ambos padres adoptantes aceptaron adoptar al nuevo niño. En este
contexto solicita análisis.
El conflicto, el trabajo psíquico que es inherente al proceso de una adopción
se va realizando en la apropiación que “día a día” los padres van realizando en el
vínculo y en la relación con su hijo. Es importante mostrarle a la madre lo que ella le
da a su hijo pero también lo que el hijo toma de ella, y esto se va viendo a través de
la función “reverie” (continente-contenido) y de los distintos mecanismos de
identificación proyectiva, que se perciben claramente en las sesiones. La práctica
de la observación microanalítica, es un gran apoyo pues facilita de manera indirecta
la posibilidad de adecuar modos interpretativos.
¿Por qué? Porque en este caso, por ejemplo, tomo mi experiencia de
observación de lactantes y la incluyo en mi trabajo como analista.
El siguiente
ejemplo hace referencia a un tratamiento con el encuadre de psicoterapia analítica.
Liza refiere:
“Cuando terminamos el tema de los tratamientos para quedar embarazada y
comenzamos a hablar los temas de la adopción, era un compromiso muy
serio. La más reacia al tema de la adopción era yo. Queríamos armar una
familia. Yo lo quería a él como el padre de mis hijos y el me quería a mí como
la madre de sus hijos. Es una doble elección. Tan doble como la de llegar a
adoptar a un hijo. Si hay algo que sucede cuando uno adopta un hijo, es que
no es un accidente, ni por un descuido, sino que es un hijo sumamente
deseado. Se relaciona con las cosas mas básicas del ser humano, su instinto
de procreación, de perpetuarse, de la sangre, cosas atávicas, como los
animales, los instintos de la vida, entonces cuando eso no está, es como la
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muerte, y convive todos los días de su vida, se enfrenta a la finitud mucho
más, como que uno no puede tener hijos, y termina ahí? ...el tema de la
infertilidad tiene mucho de muerte, de negación de la vida”.
Relata que Diego, su hijo menor -de 11 meses- ha cambiado su carácter; en
estos días se ha vuelto muy protestón (como su hermana de dos años). La madre no
lo reconoce, le parece extraño, raro, gritón, y comenta que le compró sus primeros
zapatitos, que se dedicó mucho tiempo a buscar cuáles eran los más convenientes,
y hace un largo relato donde cuenta lugares donde va a buscar distintas calidades
de zapatitos que tengan flexibilidad, y suavidad en su textura para el pie de Diego.
Fue un largo relato de búsquedas que se encuentran con el desconcierto del
rechazo y los gritos de Diego y su negación a abandonar sus pies libres. La compra
y la selección de lo zapatitos inundó la sesión.
Relata que antes Diego estaba siempre con sus piecitos al aire libre y que se
ha puesto muy rebelde. Ella no entiende qué esta pasando, ha estado comentando
con todo el mundo la compra de los zapatitos.
Analista: -Y a Diego, ¿qué le ha dicho Ud?
Paciente: y nada…
Analista: ¡¡A todos, menos a Diego!!
Lo que la madre no se había dado cuenta es que los zapatitos eran
representantes del cuerpo del niño, del inicio de una nueva etapa en su
socialización, de la posibilidad del ejercicio de una nueva función como lo era el
caminar.5 Ella había ignorado por completo todo lo que estaba en juego en ese
momento para Diego. Es decir, había ignorado a la persona de su hijo, el significado
simbólico de lo que representa el caminar, lo que representa el caminar como línea
de separación, como otra etapa de la autonomía,
como posibilidad de tomar
distancia en relación a la madre, y su entrelazamiento con otras funciones.
Apropiárselo era comenzar a hacer todo ese trabajo de reconocimiento mutuo entre
las necesidades de Diego que pasaban por el “día a día”.
5
Robert Emde (1997) plantea que los períodos de transición en el desarrollo son etapas de
vulnerabilidad hasta tanto los sistemas se vuelven a organizar.- Aparecen también conductas de
rechazo a las prohibiciones maternas descriptas- entre otros aspectos- por Brinden, Emde, Campos y
Appelbaum (1995).
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Habitualmente las madres que adoptan idealizan mucho la marca de origen
que implica el mito del nacer del vientre de la madre. Las otras marcas, que se van
estableciendo en la vida cotidiana, son también maneras de apropiarse, de ir
marcando, que muchas veces aparecen borradas o desdibujadas.
Técnicamente me pareció muy importante introducir un modo de trabajo y una
intervención que en mi caso tenía que ver con la experiencia de investigación
microanalítica de infantes, donde se va percibiendo cómo se van dando esos
encuentros, momento a momento en el “día a día”con sus distintas reacciones y
efectos.
De pronto me vi sorprendida porque ciertos aprendizajes realizados en
investigaciones que incluyeron observaciones microanalíticas de bebés, me habían
surgido espontáneamente en el momento de tener que interpretar situaciones en
que esta madre relata sus dificultades en apropiarse de sus hijos. Me refiero
especialmente a los mecanismos en los que la madre puede ir descubriendo a la
“persona” que hay en su bebé. Y ese encuentro se da momento a momento en el
“día a día”, en lo cotidiano. Me sorprende como este ejemplo –incluso- contradice lo
que Green plantea a Stern de la falta de subjetividad de los tempranos. Diego –a
través de sus berrinches- marcaba su presencia persona, pero su madre no era
capaz de reconocerlo como tal.
Este fue un momento clínico en el que tomé conciencia de cuánto este tipo de
trabajo de observación me había aportado a la técnica de la interpretación. No
interpreté a Diego solamente como objeto de la fantasía materna sino como el niño
real de la madre, como persona, en su momento de desarrollo, a pesar de que mi
paciente era su mamá.
La experiencia de observación de lactantes da instrumentos de trabajo de
interacción, trabajo vincular, de “mutual adjustment” (Tronick 2002). Como analista,
es como si hubiera tenido que cruzarme –además de con los zapatitos y el
repiqueteo que produjeron en mi escucha- con el escenario cotidiano que representa
el trabajo de la observación de bebés. Este escenario se desenvuelve alrededor de
distintos momentos clave del desarrollo, de angustias o momentos clave de la
alimentación o del dormir, que requieren flexibilidad en la función analítica.- Tronick
E.Z. et al. (1998) Infant Mental Health Journal, 19, 290-299.
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La polémica actual
A propósito de entender e interpretar “el psicoanálisis” y de qué se ocupa un
psicoanalista, para Andrée Green la noción de psicoanálisis tiene que ver con un
modelo basado en los conflictos inconscientes, con los sueños, y fundamentalmente
con los conflictos intrapsíquicos. Para otros pensadores, entre ellos Daniel Stern, el
psicoanálisis y la propia construcción del psiquismo se establecen desde la noción
de intersubjetividad.
Para
Green,
el
inconsciente
y
el
psicoanálisis
están
desplegados
fundamentalmente a través del lenguaje, aunque también reconoce un lugar a los
aspectos prosódicos y semióticos de la comunicación.- Stern -en cambio- insiste en
los aspectos pre-verbales y no-verbales de la interacción entre la madre y el bebé, y
ha investigado y estudiado ese lenguaje.
Los primeros artículos sobre estas posiciones contrapuestas, comenzaron a
publicarse en 1997, y el tema continúa vigente, siendo objeto de análisis y discusión
en foros nacionales e internacionales, y de polémicas manifiestas o latentes en los
distintos institutos.
Las diferencias locales tienen relación con la hegemonía del pensamiento
francés o anglosajón en los diferentes países. André Green y Daniel Stern son
líderes de corrientes de pensamiento en la actualidad, en sus respectivas
orientaciones.
La polémica refleja, además de diferentes personalidades, al menos dos
diferentes “culturas” y formas de entender e interpretar “el psicoanálisis” y qué es un
psicoanalista hoy día, cuando está confrontado a cómo evaluar y usar la
investigación empírica, y no sólo la que procede de lo que se podría llamar
observación sistemática y científica de bebés.
Green, A, & Stern, D. (2000)
Introducción de R. Steiner, pág. 3).
Green, en tanto psicoanalista clínico y teórico, está estrechamente
comprometido con la tradición cultural francesa de entender el psicoanálisis y
parcialmente influenciado por Lacan, aunque también abierto a otras influencias
como Klein, Bion, Rosenfeld, y especialmente Winnicott.
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Stern –más ligado al pensamiento anglosajón- es un investigador interesado
en el psicoanálisis, que se ha ocupado principalmente de los temas de la relación
madre-bebé.- Está fundamentalmente vinculado a todo lo que tiene que ver con las
hipótesis que se generan en el psicoanálisis del desarrollo; intenta hacer un estudio
sistemático de la relación madre-bebé. Insiste en que su objetivo es más ser un
generador de hipótesis, que un verificador de las mismas. Sus desarrollos han sido
tomados por algunos psicoanalistas en el contexto clínico. (Seligman. S. (1999), pp.
129-159.
Stern representa junto con las investigaciones de Robert Emde y Peter
Fonagy entre otros, a aquellos que piensan que el psicoanálisis necesita de estos
estudios empíricos sobre el desarrollo, para mantenerse en el futuro en su diálogo
científico con otras disciplinas. Sostiene que la observación de infantes es relevante
para el psicoanálisis en forma indirecta. No puede probar o desaprobar un principio
clínico o teórico, pero es fundamental para acumular conocimiento de relevancia
indirecta.
Green plantea el concepto temporal de resignificación y el privilegio del
lenguaje como expresión del inconsciente. Stern, por el contrario -y a mi parecer- se
ubica a sí mismo como investigador de hipótesis que surgen, algunas del campo
psicoanalítico y otras del campo de la relación madre/padre-bebé, y las traslada al
diseño experimental. Observa, amplifica, imita, incluye, elementos de otras
disciplinas. Utiliza modelos de la música, de la danza, y recursos tecnológicos
variados, como las filmaciones y grabaciones.
Esto lo hace para –por ejemplo-
entender de qué modo se dan los procesos pre-verbales y no–verbales de
interacción entre la madre y su bebé. En el caso de la música por ejemplo, nos
enfrentamos a un lenguaje que no necesita palabras para ser comunicado.
Stern toma la noción de tiempo presente, el bebé es pre-verbal y pre
simbólico. Plantea lo que –a mi modo de ver- supone un desafío: recurriendo a otras
disciplinas, y diseñando modelos de investigación que transcurren fuera de la sesión
psicoanalítica, aporta
indirectamente hipótesis e información que enriquecen el
conocimiento del desarrollo y estructuración de la mente en contacto con otra mente
(madre/padre-bebé).
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Parecería que Green -fuertemente comprometido con la tradición cultural
francesa de entender el psicoanálisis- estuviera saliendo en defensa del terreno y el
espacio psicoanalíticos, porque para él el campo y el contexto de los
descubrimientos psicoanalíticos sólo surgen en el marco de la sesión.
Desde el punto de vista de Stern, la razón por la que ciertas investigaciones
observacionales de infantes tienen algunos problemas es que las preguntas que se
hacen (como qué está experimentando el bebé) pueden no tener un método
satisfactorio para responderse completamente. (Green A. & Stern. D., p. 79)
Green enfatiza la especificidad y valor de la interpretación en psicoanálisis,
mientras que Stern está viendo cuáles son las hipótesis posibles para el
psicoanálisis desde una perspectiva del desarrollo. Green teme que todo esto
destruya la especificidad del psicoanálisis y que los métodos de Stern lleven a una
excesiva simplificación.
En mi opinión, lo que marca una diferencia es que los trabajos de Daniel Stern
son puente de desarrollos interdisciplinarios, investigaciones que permiten dialogar
de manera más acotada con la psicología académica, con la neurociencia, con los
estudios estadísticos, etc.
La polémica Green-Stern se da en el campo de las ideas, pero
trataremos de ver cómo se inscribe la observación empírica de infantes en la
clínica psicoanalítica, tomando el ejemplo anterior. Al referirnos al escenario
que ocupaban los zapatitos para esa madre y su hijo, nos estamos refiriendo a
un escenario consciente, real. Allí apelamos a que la madre hiciera uso de sus
recursos preconscientes-conscientes en el handling de su hijo, pero también a
que se detuviera en cómo se iban dando esos intercambios momento a
momento entre ella y su hijo de 11 meses: sus pedidos, sus respuestas y
detenerse a descubrir qué le dice-responde su hijo mediante sus expresiones
faciales, sus vocalizaciones, o su tono muscular.
Es entonces posible reconstruir en la sesión de análisis, abrir en ella este
momento a momento de una relación madre-bebé y observar cómo es capaz de
producir transformaciones en la relación. En la mente del analista, los zapatitos de
Diego, en vez de continuar el proceso asociativo regresivo abrieron un repiquetear,
un escenario virtual-real en donde Diego y su mamá interactuaban en el presente.
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La analista trae entonces la experiencia de observación de interacción madrebebé a la sesión y se articulan estas observaciones con el material analítico. En la
sesión analítica nos encontramos con la madre que ama-odia a sus hijos.
En nuestro ejemplo, la paciente nos decía refiriéndose a su conflictuada
maternidad que mientras fue Liza C. (su nombre de soltera) tuvo cuatro abortos y
como Sra. de M (su nombre de casada) nunca pudo quedar embarazada:
“Hablaba con una amiga, yo tenía la certeza de que Dios me iba a
castigar…Para mi era muy importante con quién yo quería tener un hijo, y en
el fondo yo tengo un hijo de cualquiera! Mis hijos son los hijos de alguien que
yo nunca hubiera elegido! Yo, ¡¡¡tan selectiva!!!”.
En este ejemplo concreto la investigación sistemática en el interior del
campo analítico nos da la posibilidad de introducir en algunos momentos del
análisis, una modalidad interpretativa que toma en cuenta elementos de una
realidad compartida (la paciente no podía tener hijos) y que su hijo se hallaba
en una circunstancia concreta y clave de su desarrollo, ignorada por ella.
En el marco del Río de la Plata ha habido una fuerte impronta de
desarrollos intersubjetivos que van desde la teoría del vínculo (Pichon Rivière)
a los desarrollos intersubjetivos de Janine Puget e Isidoro Berenstein, que
aparecen
como
ampliaciones
de
la
óptica
psicoanalítica
tradicional.
(Berenstein & Puget, 1997).
Según una encuesta realizada en el segundo semestre de 2004, en la que se
contó con respuestas de Brasil, Argentina, Chile, Venezuela, Méjico y Uruguay, la
observación de lactantes integra la formación psicoanalítica en algunos institutos de
Argentina, Brasil y Méjico.
En Chile y Uruguay se ha desarrollado hace más de 20 años la actividad de
observación de lactantes fuera del instituto pero se ha discontinuado -en el caso
concreto de Uruguay- por la influencia del pensamiento francés.
Estas actividades, en la mayoría de los casos, responden al modelo teórico de
Esther Bick con inclusión de autores neo-kleinianos. Resulta una excepción el caso
de Sao Paulo que no sólo incluye autores latinoamericanos, sino que responde a la
orientación de Bion.
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Dentro de Latinoamérica, Méjico tiene un perfil en que se advierte claramente
la influencia del pensamiento estadounidense y anglosajón, que contrasta con lo que
se hace en otros países.
Conclusiones
En América Latina el psicoanálisis se caracteriza por su permeabilidad a la
influencia de pensadores de diversas procedencias y escuelas, que penetran y
coexisten en las distintas zonas con tendencias diferentes.
En la observación de bebés, el método aplicado con más frecuencia en los
institutos psicoanalíticos es el de Esther Bick. No obstante, se ha desarrollado
además una variedad de modalidades de observación y tratamiento psicoterapéutico
madre-bebé, que han circulado generalmente por fuera de las instituciones oficiales,
y que también han sido llevados adelante por psicoanalistas.
La metodología de Esther Bick fue específicamente pensada para la
formación analítica; se sugiere para las etapas previas a la formación, de manera de
permitir al candidato entrar en contacto con sus vínculos más originarios.
En la medida en que el método de Esther Bick potencia el trabajo con la
mente del analista en la receptividad, la tolerancia y en revivir la relación con los
objetos primarios, colabora en la integración de algunos aspectos de la formación
como la abstinencia, la contención, el setting que son elementos constitutivos de la
función analítica.
La internalización de la función analítica se realiza a través de diferentes
experiencias con nuestras mentes, nuestros cuerpos, y otros analistas en diferentes
funciones: análisis personal, seminarios, supervisión. La institución, con sus
múltiples transferencias, y la presencia de diferentes generaciones, conforma el
espacio en el cual se lleva a cabo la transmisión psicoanalítica.
Hay algunos analistas (Borensztejn, C., Finzi, J., La observación de Bebés y
la Formación del Psicoanalista, poster para el Congreso Internacional de
Psicoanálisis, Niza, 2001) que han propuesto la observación de bebés con este
método como el cuarto pilar de la formación analítica, complementando a los tres
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clásicos del trípode de Eitingon: análisis personal, supervisiones y seminarios
teóricos. Apuntan a que ayudaría a esculpir la identidad analítica.
Como mencioné anteriormente, pienso que la inclusión de metodologías
sistemáticas y microanalíticas de observación de bebés enriquecerían al quehacer
de los analistas. Mi intención es dejar planteados algunos de los puntos en que creo
que se da este enriquecimiento, puntos que deberán ser objeto de trabajos y
discusiones posteriores con otros colegas.
La observación microanalítica de bebés constituye una metodología de
investigación que puede aportarnos valiosos resultados, generadores de nuevas
hipótesis para la teoría psicoanalítica.6 Al mismo tiempo realiza un aporte a la
técnica de la interpretación, ya que opera permitiendo al analista profundizar de
manera más precisa en el modo y el estilo interpretativo en lo que tiene que ver con
el match y el mis-match entre el analista y su paciente.
El estado de la mente del psicoanalista operando en la sesión, es
completamente diferente del estado de la mente del investigador abocado a su
tarea, tanto en lo que tiene que ver con la escucha, con la atención flotante, con los
procesos asociativos y con la porosidad necesaria entre los procesos inconscientes
y conscientes.
La investigación microanalítica descentra el lugar de la narrativa. Permite
tomar contacto con esas configuraciones, esas unidades de relación que se
establecen entre la madre y el bebe, esas unidades de relación no verbal y que
tienen sentido, y que están tan lejos de la palabra.
Por otro lado, el estado de disponibilidad mental del investigador es muy otro:
requiere atención focalizada, predominio de procesos lógicos de pensamiento y
capacidad de planificación y estrategia. En ambos procesos está presente la
6
En la investigación realizada (Altmann, M., Gril, S., et al. Niza, 2001, “The Relationship between the
verbal exchange of mother and analyst and non-verbal interaction of mother and baby”), donde se
compararon las relaciones entre los sistemas verbales y los no verbales en los tratamientos
psicoterapéuticos psicoanalíticos de diez díadas madre-bebés de entre 3 y 18 meses, no se
encontraron correlaciones lineales entre ambos sistemas (verbal y no verbal). Esto produjo gran
impacto en mí, ya que fueron resultados totalmente inesperados. Los procesos que se daban en la
narrativa eran independientes de los procesos que se establecían mediante los indicadores no
verbales (miradas, tacto, proximidad, etc.). Es decir, que hay una dinámica propia de los procesos no
verbales que no necesariamente se transforman en verbales y simbólicos. Estos hallazgos se
corresponden con otras investigaciones, como las de Wilma Bucci, (Psicoanálisis & Cognitive
Science, 1997), que nosotros desconocíamos hasta entonces.
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emoción y la sorpresa del descubrimiento, pero en ambos, tanto un tratamiento
metodológicamente erróneo de los datos, como un mundo de fantasía desvinculado
de la realidad, pueden resultar engañosos.
¿Por qué razones digo que la observación sistemática y microanalítica de
bebés aporta al Psicoanálisis?
Aporta a la teoría psicoanalítica porque –por un lado- abre nuevas
dimensiones a la complejidad del tema de los afectos y su importancia en la
construcción del self.
La observación nos permite visualizar los significados no verbales de las
experiencias en la vida psíquica, las estructuras de pre-reflexión.- Ese conocimiento
procedimental no necesariamente genera acontecimientos psíquicos, pero los
influencia de forma fundamental. (Perry et al, 1995, Schore, 1995). Son los ritmos,
tonalidades y movimientos organizados que van armando como una danza, una
coreografía de esta relación, y vemos como estos patrones son registrados a niveles
no hablados, cómo se siente uno en relación con el otro.
El concepto de conocimiento procedimental se refiere a formas de “saber en
la acción” que tienen relativamente poco que ver con el lenguaje y la reflexión y que,
en verdad, pueden ser perturbadas si nosotros pensamos mucho acerca de ellas“inconsciente pre-reflexivo”. Stolorow (1994).
Lo que se llega a captar en la observación de infantes es que estos
organizadores básicos que se observan en la relación influencian toda la vida
psíquica, en especial en relación a los personajes significativos. Stern (1995), Veeve
& Lachmann (1988), Emde (1983), Seligman (1996).
Si tuviera que tornar una mirada que tomara en cuenta el pensamiento
psicoanalítico más tradicional, probablemente estaría mucho más atenta a la
narrativa de la madre, al lenguaje, al peso de las distintas representaciones
maternas sobre el hijo, y el conflicto entre distintas representaciones y qué lugar del
deseo de la madre ocupa el hijo. Estaría trabajando desde otro lugar. Entiendo que
son miradas que se complementan, no se excluyen.
Esta línea de pensamiento se acerca mucho a los desarrollos del
pensamiento kleiniano, en donde se enfatizan desde muy temprano las relaciones
objetales, ansiedades y emociones desde elementos no simbolizados por la palabra.
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También podríamos entender que la función “reverie” de la madre- en Bioncumpliría una función reguladora, desde la perspectiva de la investigación
intersubjetiva en infantes.
En la observación de infantes orientada intersubjetivamente se ve la relación
infante-padres como un sistema bi-personal de influencia y de regulación mutua. El
infante y sus padres están continuamente observándose, influenciándose y
determinando cada uno de ellos la conducta y el significado del otro.
Estas consideraciones tienen importancia para la técnica.- porque el concebir
de esta manera la relación con el otro implica un cierto reconocimiento de la
inseparabilidad entre la transferencia y la contratransferencia.
La respuesta que demos a la pregunta de si incluir o no la observación de
lactantes en la formación analítica, está muy conectada con el tipo de analista que
las sociedades quieran formar, y sobre este punto aparecen diferentes posturas.
Si se quiere formar analistas que puedan articularse cómodamente con los
problemas concretos, las temáticas del desarrollo, las ciencias de la salud, la
neurociencia, entonces seguramente va a ser necesario incluir
la observación de
lactantes en forma sistemática.
La observación de lactantes le permite al analista, al atravesar su proceso de
formación, tomar contacto con vínculos muy primarios, que van a actuar como
disparadores de afectos internos del propio candidato.
En la medida en que esto acontece simultáneamente a
un proceso de
análisis, en donde hay todo un trabajo de desarmado, de deconstrucción,
esto
seguramente acercará al candidato a los contenidos inconscientes de su psiquismo.
Por el contrario, si se piensa el psicoanálisis como una disciplina en sí misma, que
no necesita de la articulación con las otras disciplinas, no aparecería tal necesidad.
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CHAIT TRACHTENBERG, Ana R.
- ÉDIPO: CONFIGURAÇÃO E COMPLEXO
ÉDIPO: CONFIGURAÇÃO E COMPLEXO: UM ADOLESCENTE
NO DESFILADEIRO*
Ana Rosa Chait Trachtenberg**
“Em si, a dor não tem nenhum valor nem
significado. Ela está ali, feita de carne ou de
pedra [...]. A dor só existe sobre uma base de
amor.”
J. D. Nasio
Pretendo, nesta comunicação, contar uma história: a de Édipo e Laio. Um
filho e um pai como tantos outros. Seu início é o Édipo freudiano, neurótico, que
rapidamente se encontra com a sua faceta narcísica, para logo, então, cruzar-se
com Laio – paradigma do pai narcisista – no desfiladeiro. Desses encontros, ou
desencontros, nasce o futuro de uma relação.
Penso, em sintonia com Nasio (1997), que experimentar a dor psíquica é um
privilégio daqueles que possuem uma viva muralha/barreira de dor feita de carne,
que protege o sujeito de outra muralha, a de pedra, a do narcisismo, que tenta, sem
êxito, espantar a loucura e a morte.
Entendo que o Complexo de Édipo, enquanto complexo nuclear das
neuroses, é um paradigma de sexualidade, dor, renúncias e vida. Em oposição, ao
nos aproximarmos das fronteiras do narcisismo, encontramos a dor não tocada, a
vida e a sexualidade evitadas, destituídas, esvaziadas em seus eternos esconderijos
nas muralhas feitas de pedra.
Existem vários momentos dolorosos no ciclo vital do ser humano, e eu
gostaria de destacar dois deles: o da hospitalidade, que requer a penetração da
presença do outro, o que impõe dores e renúncias, tal como ocorre, por exemplo,
com o nascimento de um filho. Noutro momento do ciclo vital, está, justamente, a dor
de deixar partir. Partição, partida do filho que fora acolhido prevê, porém, vida
compartida, diferenciada, definida, mas, curiosamente, continuada. Outra vez,
*
Trabalho apresentado na IV Jornada Interna da SBPdePA, novembro de 2003.
Médica Psicanalista. Membro Titular em função didática da SBPdePA. Membro Associado da ApdeBA
(Asociacion Psicoanalitica de Buenos Aires).
**
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renúncias e dores.
O Complexo de Édipo tem um lugar no tempo tanto sincrônico quanto
diacrônico, pois a sua relação com a temporalidade está dada não só pela
sexualidade infantil, com a diferença entre os sexos, mas também pela diferença
entre gerações. É na dupla diferença do Complexo de Édipo (GREEN, 1993, 1996),
a diferença de sexos e de gerações, que reside o seu alcance estrutural e histórico
para a organização do desejo humano.
Conforme Green, as hipóteses de C. Lévi-Strauss sobre a proibição do
incesto, como norma e fundamento para a diferença entre natureza e cultura,
tiveram enorme influência nos desenvolvimentos psicanalíticos pós-freudianos,
especialmente quando Lacan propõe uma interpretação do Complexo de Édipo que
relaciona o desejo, a satisfação natural da sexualidade incestuosa, com a lei,
através da proibição paterna. A importância da proibição do incesto reside em
estabelecer um sistema de relações de parentesco como relações de relações; a
reprodução biológica se encontra, portanto, regulada pela proibição do incesto.
O grande desafio do ser humano, também colocado no enigma da Esfinge e
especialmente ativo ao longo do processo adolescente, é o de descobrir como o filho
do rei pode também tornar-se rei como o pai, ocupar seu lugar sem se chocar com
ele ou afastá-lo. Com o fluxo das gerações, a sucessão dos estágios que marcam a
humanidade, e que estão ligados à temporalidade e à imperfeição, reis e filhos de
reis podem conviver lado a lado com uma ordem social harmoniosa.
Como é do conhecimento de todos nós, o mito de Édipo, universalizado por
Sófocles (1970) e utilizado magistralmente por Freud (1892-1899), enfatiza o
aspecto do desejo erótico do filho por sua mãe, bem como o desejo parricida do
mesmo para com o rival, seu pai. Essa clássica descrição corresponde ao Complexo
de Édipo positivo, cujos desdobramentos, observados desde a perspectiva
intrapsíquica, nos são já bastante familiares. Para esse filho, que é incestuoso e
parricida, há um pai castrador, que ameaça simbolicamente com a castração, e
também um pai proibidor, que instala a lei, impedindo a consecução do incesto.
Esse filho, ao utilizar a repressão como eficaz defesa de autopreservação, está se
deixando atravessar pela dolorosa experiência da renúncia de seu objeto erótico.
Assim procedendo, o sujeito tolera postergar até a idade adulta as satisfações
buscadas, quando então entram em ação os objetos substitutos, que o são graças
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aos vários deslocamentos que sofrem ao longo da vida. Essa artimanha, bem como
o reconhecimento da diferença de gerações, que torna a exogamia possível, está
perpassada por um pai que se faz edípico ao proibir uma mulher específica. Assim,
edípico, permite ao filho a concepção de um projeto exogâmico próprio para seu
futuro. Essa novela neurótica possibilita um desfecho favorável, no qual existem pelo
menos dois espaços psíquicos discriminados, havendo lugar para dois homens e
duas mulheres.
Jean-Pierre Vernant (2000) desenhou algo diferente para o mito de Édipo,
dizendo que seu destino excepcional, bem como a façanha que lhe concedeu a
vitória sobre a Esfinge, o colocaram acima dos outros cidadãos, além da condição
humana – semelhante ou igual a um deus – e o parricídio e o incesto que
consagraram seu acesso ao poder também provocaram a sua rejeição para aquém
da vida civilizada e o excluíram da comunidade dos homens. Os dois crimes que ele
cometeu, sem saber nem querer, o tornaram: (a) ele mesmo – o adulto firme sobre
seus dois pés; (b) semelhante a seu pai – ajudado por uma bengala, velho de três
pés cujo lugar ele assumiu ao lado de Jocasta; e também (c) semelhante a seus
filhos pequenos - ainda andando de quatro, e dos quais ele era tanto irmão quanto
pai. Seu erro inexpiável foi misturar em si mesmo três gerações, que deviam seguirse sem jamais se confundir nem se superpor no seio de uma linhagem familiar.
Vernant acrescenta que o monstro de quem falava a Esfinge era também
Édipo, que tem dois, três e quatro pés, ao misturar num único sujeito o curso regular
das estações da existência humana.
Essa vertente, que evidencia a importância da diferença de gerações no seio
do Complexo de Édipo e que é desrespeitada por seu clássico protagonista, se
inscreve, com clareza, na linha dos transtornos do narcisismo. Tal faceta está
marcada não somente pela impossibilidade de reconhecimento do outro, como
também pela grandiosidade de suas posições. Vernant nos mostra um Édipo
diferente da visão que dele temos como vítima do destino, que a profecia denuncia
como vítima de seus desejos parricidas. Este outro Édipo é o protagonista do que
denomino Parricídio Mudo, que representa a face narcisista do Complexo de
Édipo e nos aproxima da idéia na qual quero penetrar no momento, que é a da
configuração edípica.
Robert Graves (1998), outro importante estudioso da Mitologia, oferece um
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aspecto novo, complementar, do mito de Édipo, chamando a nossa atenção para a
cena do encontro de Édipo e Laio num estreito desfiladeiro. O primeiro tentava
escapar da predição do oráculo, que fazia dele um futuro parricida, fugindo de
Corinto, onde moravam seus pais adotivos. Édipo desconhecia a verdade da
adoção, bem como a história da tentativa de filicídio praticada por Laio quando do
seu nascimento. A ótica de Graves, que salienta o encontro de ambos, pai e filho,
desconhecedores dessa relação, num desfiladeiro, onde só há passagem para um,
nos permite seguir Haydée Faimberg (1996, 2000) no que ela chamou
Configuração Edípica. O centro da reflexão sobre a configuração edípica parte da
mentira, do não-dito, e vai na direção do problema que desejo salientar, o do
filicídio/parricídio. Vale destacar que Laio tinha uma decisão filicida antes do
nascimento de Édipo; para ele, o sentido de ter um filho era um sentido filicida. Esse
seria um severo e extremado transtorno da hospitalidade, ao qual nos referimos
inicialmente, já que esse filho, Édipo, é recebido por seu pai com e para a morte.
Para entendermos essa idéia, é necessário, antes de mais nada, incluir a
intersubjetividade, já que a perspectiva intrapsíquica, suficiente para a compreensão
dos fenômenos ligados ao Complexo de Édipo, neste caso os desejos parricidas de
Édipo, deixa de sê-lo se quisermos estender o conceito para além das relações e
desejos dos filhos para com seus pais. Na ótica intersubjetiva interessa estudar não
só essa relação fantasiosa, mas também a relação de pais para filhos, lembrando
sempre que a mesma é assimétrica desde o começo da vida da criança, graças ao
seu desamparo. Além disso, importa de que forma um sujeito mostra-se capaz de se
deixar penetrar pela presença do outro (hospitalidade), e penetrá-lo também com a
sua subjetividade, permitindo e propiciando diferenças, bordas, transformações e
contato com a dor.
Na abordagem da configuração edípica é essencial entender os mecanismos
de regulação narcisista na relação do pai narcisista com seu filho: não existem dois
espaços psíquicos separados; a dor da diferença se vê eliminada pelo
funcionamento de apropriação e intrusão, bem como pela eliminação dos bordos de
subjetividade entre os indivíduos. Assim, ao tentarmos visualizar o encontro de
Édipo e Laio num estreito desfiladeiro onde só havia passagem para um, duas
situações se apresentam: nenhum deles se reconheceu como diferente ao outro,
jovem um deles e ancião o outro. Édipo não considerou a diferença geracional
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existente entre ambos, pois a sua história estava regida pela mentira da adoção e
pela tentativa de filicídio, bem como pela grandiosidade de seu parricídio mudo, a
face narcísica de seu Complexo de Édipo. Laio, em ação complementar,
narcisicamente, repete a tentativa de filicídio do passado. Ambos lutam para obter a
passagem pelo desfiladeiro, metáfora do poder e do domínio de um espaço psíquico
único, que domina a lógica do narcisismo, a lógica do ou/ou.
Laio, paradigma do pai narcisista, considera que existe um único objeto de
amor e de ódio, e esse modo de funcionamento conduz a uma solução narcisista da
rivalidade edípica: um deve viver e o outro, morrer; é a lógica do filicídio/parricídio.
Esse é um desfecho que não contempla uma proibição, mas sim a morte.
Aqui, não há lugar para dois homens e duas mulheres, ao contrário da saída
exogâmica, postergada, que a dolorosa passagem pelo canal, desfiladeiro do
Complexo de Édipo, impõe. O que ocorre na configuração edípica, narcísica, é que,
tal como no desfiladeiro, só há lugar para um homem e uma mulher. Um deles
morre, física ou psiquicamente, enquanto a mulher do desejo erótico é
invariavelmente a mesma. Não há deslocamentos para outras escolhas objetais, não
há futuro, aqui vale somente o presente.
Essa seqüência, que é compatível com a dor de pedra, a da muralha de
pedra, uma vez que o progenitor realiza uma apropriação indevida da carne e da
alma de seu filho, tornando-o portador de uma angústia impensável, a de não ter
sido querido como filho vivo.
A. Green (1996) sustenta que a vida psíquica do sujeito se organizará ao
redor de pelo menos dois paradigmas. Ele os chama de angústia vermelha e
angústia branca. A primeira se relaciona ao Complexo de Édipo, enquanto a
segunda está vinculada às idéias de configuração edípica. Angústia vermelha seria
o conjunto de angústias ligadas à “pequena coisa que se desprende do corpo”
(pênis, fezes), todas ligadas à castração, por se relacionarem com uma ferida
corporal associada a um ato sanguinário, uma mutilação.
A angústia branca, ao contrário, relacionada às perdas de objetos, do peito,
bem como às ameaças de abandono, não está revestida de um caráter sanguinário,
apesar de poder ser um produto da destrutividade. A angústia branca compõe a
série branca, descrita por Green, e está constituída pela alucinação negativa, pela
psicose branca e pelo luto branco. Trata-se de fenômenos ligados à clínica do vazio
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ou do negativo e são resultantes de um desinvestimento massivo, radical, que deixa
marcas no inconsciente sob forma de “buracos psíquicos”.
Como uma forma de exemplificar, entre muitas possíveis, vamos nos valer
das belas observações que fazem os cronistas do cotidiano, quando nos dão a
impressão de uma cena de filme que fica congelada, lenta, em que parece que tudo
parou, onde nada se transforma. Vemos filhos que vivem ad eternum na casa
paterna, muitas vezes sem trabalhar, outras vezes com o sustento de uma pensão
de um pai falecido, sem aparentes preocupações ou inquietações; dão a impressão
de que o tempo lá não passou, nem passará, e temos a nítida visão de que, naquela
família, a transmissão e a continuidade ali se interrompem. O elo criativo entre as
gerações, a continuidade através das mesmas, que produz o “alívio da mortalidade”,
não podemos aqui encontrar. Nesses casos, a mortalidade, a sexualidade, a dor e a
diferença são violentamente desmentidas: não há movimento, não há dor, não há
novas gerações. A pretendida imortalidade está ali, na cena congelada daquelas
duas gerações, com suas histórias colapsadas, coladas umas às outras. Tudo está
preenchido e se esgota em apenas duas gerações; por antecipação, mata-se a
terceira, a dos filhos dos filhos. Observa-se, assim, uma forma bastante particular de
filicídio. Não se trata do filicídio praticado por Laio, atuado, mas sim de um filicídio
mudo, com inibição da exogamia, dos projetos, da construção de um espaço
psíquico diferenciado e vivo. Rompe-se a cadeia ou o elo criativo entre as gerações,
e esse filicídio mudo, que traz o mito e a configuração edípica para o nosso
cotidiano, mostra uma resolução narcisista e pretensamente não-dolorosa das
diferenças entre sujeitos, sexos e gerações.
Quem sabe, no seio dessa muralha feita de pedra, ainda vigora a esperança
de que algum dia se rasgue nela uma janela, e se o Chico Buarque nos ajudar,
possamos ver Carolina e depois a Banda, passando, em seus versos, convocando
para a vida:
“Eu bem que mostrei a ela
O tempo passou na janela
Só Carolina não viu”
mas, depois,
“Estava à toa na vida
O meu amor me chamou
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Pra ver a banda passar
Cantando coisas de amor
A minha gente sofrida esqueceu-se da dor
Pra ver banda passar cantando coisas de amor”.
COMPLEXO DE ÉDIPO
CONFIGURAÇÃO EDÍPICA
1. Neurose
1. Narcisismo – patologias do vazio
2. Angústia de castração
2. Angústia de morte
3. Defesa: repressão
3. Defesa: desmentida
4. Pai castrador, proibidor, edípico
4. Pai filicida, narcisista
5. Filho tolera dor da renúncia do objeto
incestuoso
5. Filho angústia impensável de não ter
sido querido como filho vivo
6. Lei - respeito à proibição do incesto
6. Transgressão à proibição do incesto
7. Fantasias parricidas (série vermelha)
7. Parricídio mudo – filicídio mudo (série
branca)
8. Diferença gerações, espaço psíquico
próprio no filho
8. Gerações indiferenciadas,
narcísicas, telescopagem
9. Desfecho
da
rivalidade
edípica:
identificação, saída exogâmica (2
homens e 2 mulheres)
9. Desfecho da rivalidade edípica: morte,
saída endogâmica
10. Desfiladeiro: há lugar para um e depois
o outro (e/e); 2 mulheres diferentes
10. Desfiladeiro: só há lugar para um, o outro
deve morrer (ou/ou); 1 mesma mulher
relações
Referências
FAIMBERG, H. (1996). El mito de Édipo revisitado. In: KAËS, R.; FAIMBERG, H.;
HENRIQUEZ, M.; BARANES, J.-J. Transmisión de la vida psíquica entre
generaciones. Buenos Aires: Amorrortu.
FAIMBERG, H. Entrevista. Psicanálise, Revista da Sociedade Brasileira de
Psicanálise de Porto Alegre, v. 2, n. 1, p. 225-248, 2000.
FREUD, S. (1892-1899). Fragmentos de la correspondencia con Fliess. In:______.
Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu, 1982.
FREUD, S. (1913). Totem y tabu. In:______. Obras completas. Buenos Aires:
Amorrortu, 1982.
GRAVES, R. (1998). Los mitos griegos 2. Buenos Aires: Alianza Editorial.
GREEN, A. (1993). Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires:
Amorrortu.
GREEN, A. (1996). El complejo de castración. Buenos Aires: Paidós.
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Vol. 7 Año 2006 Página 259
CHAIT TRACHTENBERG, Ana R.
- ÉDIPO: CONFIGURAÇÃO E COMPLEXO
NASIO, J.D.(1997). O livro da dor e do amor. Rio de Janeiro: Zahar.
SÓFOCLES (1970). A trilogia tebana: Édipo Rei, Édipo em Colono, Antígona. Rio
de Janeiro: Zahar.
TRACHTENBERG, A.R.C. Das histórias vazias à herança intergeracional (Leteo e
Mnemosyne). Revista Brasileira de Psicoterapia, v. 4, n.3, 2002.
TRACHTENBERG, A.R.C. et. al. Revisitando Sófocles: a trilogia tebana sob a lente
transgeracional. Revista Brasileira de Psicanálise, v. 35, n. 1, 2001.
VERNANT, J.-P. (2000). O universo, os deuses, os homens. São Paulo:
Companhia das Letras.
Sinopse
O trabalho busca traçar uma diferença entre o conceito clássico, freudiano, de
Complexo de Édipo e o conceito de configuração edípica. Este último se relaciona
com os transtornos narcísicos (série branca de A. Green), com as patologias do
vazio, e deve ser entendido sob a ótica da intersubjetividade. A autora apresenta um
quadro sinóptico das principais idéias do texto.
Summary
This paper brings a differentiation between the freudianian concept of Oedipus
Complex and the Oedipus configuration. The latest one is related to narcissistic
disorders (white serial described by André Green), to emptiness, and has to be seen
under intersubjectivity studies. The author presents a table with the main ideas of this
paper
Sinopsis
El trabajo busca establecer uma diferenciación en el clásico concepto
freudiano de Complejo de Edipo y el concepto de configuración edipica. El último
está relacionado a los trastornos narcísicos (serie blanca de A. Green), a las
patologías del vazio, y debe ser entendido bajo la optica de la intersubjetividad. La
autora presenta un cuadro sinóptico con las ideas principales del texto.
Palavras-chave
Narcisismo; complexo Édipo; Configuração Edípica; Adolescência; Parricídio;
Filicídio; Incesto.
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CHAIT TRACHTENBERG, Ana R.
- ÉDIPO: CONFIGURAÇÃO E COMPLEXO
Key-words
Narcissism; Oedipus complex; Edipie Configuration; Adolescence; Parricide;
Filicide; Incest.
Palabras-llave
Narcisismo;
Complejo
Edipico;
Configuración
edípica;
Adolescencia;
Parricidio; Filicidio; Incesto.
Ana Rosa Chait Trachtenberg
Rua Florencio Ygarthua, 391/404
90430-010 Porto Alegre-RS Brasil
Fone/fax: (55 51) 3330 6453
E-mail: [email protected]
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CHUSTER, Arnaldo
- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
AS ORIGENS DO INCONSCIENTE 1
- Janelas da Mente Arnaldo Chuster 2
“Mesmo nos sonhos mais bem interpretados, somos muitas vezes obrigados a
deixar um lugar na obscuridade, pois notamos, durante a interpretação, que ele
suscita um novelo de pensamentos do sonho que não se deixa desenredar e que
não acrescenta outra contribuição ao conteúdo do sonho. Esse é o umbigo do
sonho, o lugar onde repousa sobre o desconhecido”.
(A Interpretação dos Sonhos, S.Freud, 1900)
“Eu não suponho que exista alguma chance de saber, digamos assim, o que o
feto pensa, mas – prosseguindo com minha ficção científica – eu sugiro que não
existe razão alguma para dizer que ele não sente. Penso que é muito útil considerar
que alguns estágios de medo, de intenso medo, são mais facilmente visualizados ou
imaginados se neles pensarmos como medos talâmicos, ou como algum tipo de
manifestação glandular tal como algo que tem a ver com as supra-renais, ou com o
que mais tarde transforma-se em estruturas genitais. Podemos olhar para isto como
quisermos, digamos como traços de memória, mas esses mesmos traços de
memória podem também ser considerados como o futuro que se antecipa lançando
sua sombra”.
(Sobre uma citação de Freud, W.R.Bion, 1976)
1-Introdução
1
- Trabalho apresentado na 10a Conferência Anual sobre Estados Mentais Primitivos, Los Angeles,
Califórnia, 14-15 de maio de 2005, com o título The Origins of the Unconscious: Wind “O” ws of the
mind.
Um primeiro esboço deste trabalho foi apresentado no encontro Bion in Vashon, Seattle,
Washington, 8-9 fevereiro de 2005. Gostaria de expressar minha gratidão aos colegas Jane Van
Buren, Jim Gooch, John Stone, Katina Kostoulas, Kirby Ogden, Marianne Robinson, Maxine
Anderson and Shirley Gooch por sua generosa escuta e sugestões valiosas.
2
- Membro Efetivo e Didata da Associação Psicanalítica do Estado do Rio de Janeiro (Rio-4).
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CHUSTER, Arnaldo
- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
Este trabalho tem como ponto de partida uma questão sobre a metodologia
psicanalítica na investigação das origens dos estados mentais primitivos.
Constatamos que desde Freud sempre se investigou prioritariamente as origens
dos conteúdos que estão NO inconsciente, mas muito pouco, ou até mesmo nada
sobre as origens do inconsciente em si mesmo, e que seria o estado mais
primitivo de todos.
Laplanche e Pontalis (1967,1983), referindo-se às origens do inconsciente,
mencionam que os dois mecanismos originários descritos por Freud
- o
recalcamento originário e as protofantasias - não estão relacionados por ele entre
si. Sugerem que ambos desempenham o mesmo papel, mas a sugestão não
avança, e não esclarece se é um ou outro que ocorre primariamente, ou se são
simultâneos. De qualquer forma, não há um estudo sobre a origem do
recalcamento primário e nem sobre as protofantasias, que vá mais além da teoria
filogenética. Pode-se ainda considerar que se as protofantasias são por definição
o núcleo do inconsciente, embora não o do recalcamento, já se trata da existência
corrente do inconsciente.
Além disso, atualmente, o inconsciente, talvez por ser parte intrínseca do
conceito de modernidade (Chuster, A e cols., 1998,1999), é em geral aceito como
um fato dado, sem dúvidas ou indagações sobre suas origens. Tal posição, do
ponto de vista epistemológico, em nada se diferencia do teólogo que se aproxima
da questão da existência de Deus. Mas, como supomos que a psicanálise está
numa área científica, as indagações não podem cessar: como, quando, onde e
por que o inconsciente se originou? E sendo o inconsciente para o psicanalista,
sobretudo uma noção que brota da experiência do tratamento analítico, quais as
implicações práticas desses questionamentos?
II- À luz das idéias de Bion
Bion, seguindo a tradição freudiana, reconhece que uma das descobertas
fundamentais da psicanálise é a existência de estados arcaicos da mente,
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CHUSTER, Arnaldo
- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
pensamentos e idéias arcaicas, padrões primitivos de comportamento3. Todavia, em
Bion, vamos encontrar uma surpreendente investigação sobre esses estados
mentais e seus traços remanescentes.
Uma síntese dessa abertura de pensamento pode ser encontrada no artigo
Cesura (1977) inspirado por uma citação de Freud, em Inibição, Sintoma e Angustia
(1926): “Ha´muito mais continuidade entre a vida intrauterina e a primeira infância
do que a impressionante cesura do nascimento nos permite acreditar”.
No desenrolar do trabalho, Bion indaga a veracidade dessa afirmação e
pergunta: “devemos considerar que o feto pensa, sente, enxerga e ouve? Se for
assim, quão primitivos podem ser esses pensamentos, sentimentos ou idéias?”
Mais adiante ele diz: “Eu posso imaginar que existem idéias que não tem força
de expressão por estarem enterradas no futuro que ainda não aconteceu, ou
enterradas no passado remoto de tal forma que dificilmente podemos dizer que
pertencem ao que chamamos de pensamento”.
Deste modo, Bion postula que existem estados mentais que podem passar
totalmente despercebidos porque não fazem parte nem do que chamamos de
inconsciente, e nem do que chamamos de consciente. Eles são provenientes de um
terceiro domínio mental, anterior aos demais estados e, o mais próximo de uma
designação que consegue chegar, é estado mental inacessível.
De imediato, tal distinção pode causar perplexidade, e mesmo confusão, até que
possamos entender que Bion, referindo-se aos mais primitivos estados mentais da
vida humana, implicitamente propõe, que o inconsciente vai muito além do que tem
sido descrito sob a égide do termo “inconsciente freudiano”. Em outras palavras, o
assim chamado inconsciente freudiano, com todas suas características, é apenas
parte de algo mais amplo, uma espécie de totalidade de origem, que Bion também
chamou de “O”, quando investigava as transformações (1965) dentro do campo
analítico. É esse fundo do ser, ou talvez esse sem fundo do ser por detrás de toda
existência humana, que faz com que o inconsciente esteja sempre sendo criado e
3
“Estes elementos arcaicos têm conseqüências nos dias de hoje, suponhamos, por exemplo, que os
remanescentes da fossa branquial desenvolveram-se como um tumor de fossa branquial. Deste modo, podem
existir certos elementos arcaicos detectáveis em nossas personalidades ou mentes, que são de fato
sobreviventes e que são capazes de proliferar de forma benéfica, mas também de forma cancerosa, uma forma
patológica. Esta é a única razão que torna interessante atender um paciente hoje e amanhã e no futuro caso ele
ou ela aceite ser observados de novo”. (Taming Wild Thoughts, ed. Francesca Bion, Karnac, London, 1997)
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CHUSTER, Arnaldo
- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
em expansão, enquanto simultaneamente tem um movimento conservador, de
repetição de formas.
O presente trabalho pretende discutir algumas idéias sobre a utilidade de uma
teoria de complementação desses dois movimentos, repetição e expansão,
traduzidos, respectivamente, pela relação entre as origens das coisas que estão no
inconsciente e as origens do inconsciente em si mesmo. Para fazê-lo, vou recorrer a
uma linguagem mítica, uma espécie de ficção científica, seguindo a mesma
metodologia de Freud em Totem e Tabu4 (1913). Notar-se-á que seguindo o modelo
de Freud recorro a diversas teorias científicas atuais para descrever o modelo
espectral, não linear, descritivo e indeterminista que provém do conceito de objeto
psicanalítico5 (1962) em Bion.
Este tipo de recurso é recomendável pois permite desenvolver uma linguagem
que não é diretamente psicanalítica (como a de um mito ou uma ficção6), para que
as interpretações derivadas não fiquem saturadas por observações que só
confirmem precocemente a teoria psicanalítica utilizada. Tal confirmação é em algum
ponto inevitável, e como disse Bion, cria um argumento circular7, que podemos
comparar a uma espécie de foco que estabelece o campo da investigação. Após
isso, tudo depende do diâmetro do foco, quanto mais estreito ou saturado, menos
psicanalítico no sentido da capacidade imaginativa, a capacidade que, como postulo
adiante, é a ponte entre a intuição analítica e a Language of Achievement (Bion,
1970)- a linguagem psicanalítica por excelência8.
Outro vértice deste recurso é produzir o que Bion chamou de pré-concepção
analítica, que é o veículo da função analítica da personalidade - a função que decide
4
-Neste texto, Freud utilizou-se de uma metodologia que emprega um mito antropológico que descreve o estado
mental na pré-história humana. A intenção de Freud não era fazer antropologia, mas produzir em linguagem
antropológica, uma função teórica sobre a horda como precursora da família, descrevendo a existência de um
estado mental primitivo produtor de objetos do inconsciente (nada além de seu modelo psicanalítico). Ao mesmo
tempo, Freud deu raízes filogenéticas ao complexo de Édipo, cruzando-o com as descrições das vicissitudes da
ontogênese.
5
-O conceito surgiu em Learning from Experience, cap.22 (1962), através da fórmula: {ψ(ξ) (±Υ) (Μ)},
significando: pré-concepção ψ(ξ) procura uma realização no espectro de desenvolvimento narcisismo ⇔ socialismo (±Υ) para criar uma concepção sob os auspícios da inerente complexidade de um organismo biológico (M).
6
-As qualidades oníricas deste tipo de linguagem, como se enfatizará ao longo deste trabalho, atendem melhor
à imaginação do analista, que se pode permitir, como ocorre com um escritor, ir descrevendo seus personagens,
passo a passo, vivendo a surpresa de suas falas e sentimentos, enquanto a trama se desenvolve.
7
- Na realidade, um argumento tipicamente freudiano, pois se no início o foco se assemelha ao de um
arqueólogo investigando origens, quando se supõe ter nelas chegado, todo o problema é recolocado de forma
mítica, reconstruindo em direção à questão inicial, que sendo refeita não se esgota com respostas.
8
- Derivada do que Bion chamou “ato de fé” (1970), que seria o estado mental científico da análise, ou seja, o
estado mental sem desejo, sem memória e sem necessidade de compreensão.
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Vol. 7 Año 2006 Página 265
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os fatos que promovem a transição do “conhecendo sobre” para o “tornar-se O”. Do
lado do analista, essa função seleciona fatos que produzem transformações
psicanalíticas: a experiência emocional que pode levar a uma interpretação capaz de
promover uma transformação em “O” ou o processo de “como se tornar o que se é”.
Denomino essas transformações de interpretações criativas (vide nota de rodapé 9).
No sentido geral, os dois vértices acima descritos significam que quanto mais
saturada por uma teoria formal é a observação, menor é a capacidade imaginativa
do analista, e menos possibilidades tem de trabalhar com a idéia de expansão do
inconsciente, ficando mais sujeito ao trabalho com a repetição de formas. Isto
implica em resultados clínicos diferentes e formas distintas de interpretação (vide
nota de rodapé 9).
A pré-concepção analítica pode também ser considerada como um instrumental
que além de aumentar as possibilidades de fornecer interpretações criativas, diminui
as possibilidades de fornecer interpretações saturadas de memória ⇔ desejo,
embora no processo analítico, estas sejam em algum momento inevitáveis, pois
fazem parte da instabilidade e da irregularidade do desenvolvimento analítico e, da
vulnerabilidade do analista perante uma série de fatores externos e internos9.
Particularmente
memória/desejo que
destaco
aqui
as
interpretações
mais
saturadas
de
se situam significativamente num extremo oposto ao que
9
- No meu trabalho, “Interpretações analíticas e princípios ético-estéticos de observação”,(44 O IPAC,
julho de 2005), abordei a questão da vulnerabilidade do analista através do espectro memória ⇔desejo
relacionando-o com formas de interpretação correspondentes às transformações descritas por Bion
(1965). São elas: 1) “interpretações explicativas”, que vão desde uma informação sobre a realidade
factual da análise, até uma interpretação que é apenas conhecer “sobre” a mente do analisando (que
correspondem às transformações em K); 2) “interpretações rotineiras” (um termo proveniente de
Meltzer (1973), e que entendo como interpretações calcadas na memória do analista, basicamente
voltadas para explicar o presente através do passado). Os exemplos são as interpretações freudianas
clássicas. Por mais necessárias que sejam, elas sempre tem alguma inevitável perda de significação
para o analisando - e coincidem com o que Bion (1965) chamou de transformações em moção rígida;
3) “interpretações doutrinárias ou sedutoras”, que correspondem às transformações projetivas descritas
por Bion (1965), com acentuada perda de significação para o analisando,tais como as clássicas
interpretações kleinianas saturadas de significados, que impedem o analisando de pensar e, também
as interpretações mutativas de Strachey (De acordo com Meltzer (2004): a interpretação mutativa é
uma noção grandiosa com furor curandi: o analista tem uma crença de que diz a coisa certa e que
suas palavras vão entrar na cabeça do analisando efetuando uma mudança de pensamento. Essa
intenção, seria equivalente a uma lavagem cerebral e tem valor de propaganda, portanto, a denomino
de doutrinária). E finalmente, no extremo das possibilidades interpretativas, descrevo as
“interpretações mirabolantes” (que são interpretações calcadas totalmente no desejo do analista, com
perda total de significação para o analisando, e que podem chegar a ser megalomaníacas, coincidindo
com que Bion (1965) chamou de transformações em alucinose).
As interpretações criativas,
relacionadas com as transformações em O emergem da tolerância dos princípios ético-estéticos de
observação: incerteza da observação, incompletude das interpretações, infinitude do campo,
negatividade na atenção, singularidade dos indivíduos envolvidos, indecidibilidade de pontos da
relação, e complexidade do objeto psicanalítico.
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chamo de interpretações criativas, que tem, como já foi dito, a significação da
Language of Achievement (1970) e estão relacionadas com o aumento de
possibilidades de produzir uma transformação em O.
Há pacientes, sobre os quais falarei mais adiante, cuja problemática produz no
analista uma forte tendência para esses tipos extremos de interpretação carregados
de memória e desejo (de certa forma mais desejo do que memória), afastando-o da
intuição analítica e da interpretação criativa.
III – Um vértice complementar sobre a capacidade imaginativa no trabalho
analítico
Em meu trabalho: Uma breve investigação sobre a diferença entre fantasia e
imaginação à luz das idéias de Bion (2005)10 procurei mostrar que o analista perde
sua capacidade para as interpretações criativas se não estiver sintonizado com os
ritmos produzidos pelo que chamo de imaginação radical. Cheguei a esta hipótese
investigando os problemas decorrentes de não se levar em conta o diferencial entre
fantasia e imaginação, pois, como já foi dito, é a imaginação que estabelece o
vínculo entre a intuição e a Language of Achievement. Se permanecermos apenas
sob a influência da fantasia, a intuição fará vínculos com linguagens comuns e até
com linguagens científicas e teóricas, mas não com a linguagem psicanalítica.
Utilizando o diferencial é possível perceber, e levar em conta, que existe uma área
da mente humana que cria algo que não é uma imagem ou uma fotografia da
realidade11. São essas criações que reencontramos constantemente na clínica, tanto
quando analisamos os sonhos, ou quando ouvimos um paciente que traz uma
imagem do mundo que é própria, totalmente singular, e que nos faz deparar com
algo que não estava lá antes. Portanto, há um momento, pelo qual a relação
analítica transita, em que se pode dizer que o inconsciente foi criado e, o que havia
antes se expandiu. Neste trânsito originário é onde podemos considerar a
10
- “A brief survey on the difference between fantasy and imagination”. Trabalho apresentado ao Instituto de
Psicanálise de Massachusetts (MIP), Boston, Fevereiro, 2005,
11
- A crença de que pode haver tal coisa provém de antigos conceitos de aprendizado e sobre a natureza dos
traços de memória. Um traço de memória não é a impressão de algum tipo de realidade externa, como se fosse
a sua imagem na realidade interna, mas uma modificação de possibilidades funcionais que ocorre na estrutura
mental segundo um processo de aprender da experiência. ( Imbasciati, A. 2001)
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experiência mais primitiva de todas, captando os ritmos da imaginação radical, assim
como sua quebra. Foi para tentar descrevê-la, que criei uma ficção que denominei:
As Origens do Inconsciente – as janelas da mente.
O termo imaginação radical é tomado de empréstimo da obra filosófica de
Cornelius Castoriadis (1997), e com pequenas modificações de ordem prática, tento
descrever o elemento originário da intuição, procurando diferenciá-lo da noção
kleiniana de identificação projetiva (fantasia inconsciente), que surge posteriormente
(pois entendo que o conceito kleiniano já implica na existência de um inconsciente).
Portanto, a imaginação radical, como origem, representa o núcleo da préconcepção, originando as primeiras realizações no mundo da mente embrionária,
ainda fechada ao sentido, antes da distinção de qualquer objeto. Mas como isso
acontece? e devemos chamar de “concepções” o produto final dessas realizações?
E como formular a produção desta “mente embrionária” que se mantém mesmo após
o nascimento?
A imaginação radical12, em seu primeiro habitat, é naturalmente ativada pelos
ritmos cinestésicos e acústicos
13
, tais como o ritmo do coração da mãe, o ritmo do
coração do bebê, o ritmo do peristaltismo intestinal, o fluxo da bexiga, o balanço do
fluido amniótico, todos eles expressando a rotina diária da mãe, e com isto a
sociedade em volta – as possibilidades imaginativas são infinitas. Entretanto, o que
ressalto são os efeitos destes ritmos e oscilações neste mundo pré-subjetivo: eles
provocam uma espécie de explosão que abre espaço, e cria um tipo de forma como
um “cilindro”14 ou um tipo de “janela” cujas molduras são feitas de tempo. Tempo
que começa a organizar uma previsão do mundo do que está por vir. Neste sentido,
o modelo psicanalítico de Bion é prospectivo e temporal: a mente do feto se
desenvolve, se expande na “previsão” de lidar com certas situações que aparecerão
no meio gasoso, mas de certo modo já chegaram, como uma memória do futuro. A
12
- A primeira dificuldade para trabalhar com este conceito está na palavra “imaginação” em si mesma, que é
comumente relacionada a imagens. Esta é a imaginação elaborada. Estou me referindo a imagens que não
são visuais. Elas são essencialmente auditivas e cinestésicas.
13
- Existem objetos (ou experiências) que são olfativas auditivas, cinéticas, que são, no meio
intrauterino muito mais importantes que os objeto visuais (ou experiências).
14
- Tais “cilindros” ou “janelas psíquicas” também constituem as molduras dos níveis do espectro de
realização das pré-concepções, o espectro narcisismo⇔social-ismo: crer ⇒ pensar⇒ aprender da
experiência⇒ criar.
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janela (pré-concepção) é um preparativo para relacionar-se com as situações futuras
(e pode se desenvolver adequadamente ou pode se transformar em patologias). É
sempre originária a experiência de expansão, e relaciona-se com o domínio da
imaginação. Não se trata ainda de repetição, que é do âmbito da fantasia.
Note-se que uma teoria sobre um estado mental inacessível deve permitir que
todas questões inerentes à criação de significados durante o trabalho psicanalítico
possam ser aplicadas e ampliadas. Uso a idéia de radical (a raiz de todos os
conceitos) porque a criação se faz ex nihilo. Não cria imagens no sentido visual,
mas formas puras, não saturadas, que podem se transformar em todo tipo de
imagens (como por exemplo, uma imagem acústica, que aciona a imaginação
produtora precedente a uma interpretação criativa).
Em seguida, descreverei a ficção científica e após levantarei algumas questões
que podem estar relacionadas com as vicissitudes das origens do inconsciente,
através de algumas situações clínicas, embora, como todos sabemos, não é simples
colocar tais experiências em relatos.
IV – As origens do inconsciente: janelas da mente
Houve um momento na evolução das espécies (entre 4 a 2.5 milhões de anos
atrás) em que um tipo de primata, 120 cm de altura, habitante das savanas africanas
(provavelmente o Australopithecus), desenvolveu uma refinada capacidade de
observar seus predadores. Esta habilidade produziu desenvolvimentos importantes
em seu sistema nervoso central (ou vice-versa15). Ao mesmo tempo, desenvolveu
uma habilidade para usar as cordas vocais, que tinham se estendido muito mais do
que as das outras espécies, pois estava caminhando nas duas patas traseiras (era
mais fácil e mais rápido para carregar bebês e coisas) e esticando o pescoço para
olhar a distância e manter uma melhor vigilância sobre os predadores (uma espécie
de tigre que dele se alimentava e um tipo de elefante que o esmagava). Além disso,
suas cordas vocais tornaram-se capazes de produzir sons variados e diferenciados
(uma espécie de pré-concepção da linguagem humana) que podiam causar medo e
15
- A incerteza sobre as origens está sempre presente. Para observar nestas áreas é preciso levar em conta o
princípio ético-estético de indecidibilidade (Chuster, 2002,2004).
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paralisar os predadores. Esta linguagem também serviu como modelo para jogar
coisas (pedras e galhos de árvore que mais tarde se transformaram em lanças e
flechas feitas de ossos) que podiam ferir, causar dor, e eventualmente matar os
predadores. Também não demorou muito para que descobrissem o potencial de
gritar em grupo, o que potencializou a capacidade de ataque e defesa. Entretanto,
essa combinação de habilidades produziu mudanças catastróficas na espécie.
Inicialmente, estas habilidades recentemente desenvolvidas fizeram-no sentir a
presença de um predador terrível, invisível e constante: uma enorme tensão
causada pela observação de sinais vindos da intimidade entre biosistemas
separados entre si por milhões de anos na escala da evolução, tal como é a
distância entre a origem do sistema nervoso periférico e o aparecimento de um
sistema nervoso central desenvolvido (uma diferença em torno de 550 milhões de
anos).
Em virtude desta enorme tensão (que atualmente se denomina de angústia
persecutória), os sistemas se aproximaram do caos e, como acontece neste tipo de
evento, o sistema quase caótico autopoieticamente16 produziu uma solução: o
espaço, que era naturalmente linear, bidimensional e concreto, presente em todas
as espécies vivas desde o início da evolução, dobrou-se, na tentativa de reorganizar
a relação entre os sistemas, mas este resultado produziu novo caos, com o
aparecimento de experiências de tempo, mais experiências de espaço interno e
externo, além de experiências maciças de perda de individualidade. Essa
complexidade gradualmente tornou-se o que hoje em dia é denominado de
pensamentos e espaço mental.
Com
o
aumento
destas
experiências
persecutórias
e
assustadoras
(pensamentos), a tensão pela perda da individualidade (percepção da dependência
e da solidão), que pode ser definida como constitutiva, tornou-se tão poderosa que o
espaço dobrado alcançou novamente um ponto próximo ao caos e, mais uma vez,
autopoieticamente, produziu mais uma solução, desta vez uma força de desconexão
que passou a trabalhar simultaneamente com a força que mantém o sistema
funcionante.
16
- Zeleny, Milan (org.) Autopoiesis: A Theory of Living Organization, North Holland, New York, 1981
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Por causa do conflito entre as duas forças, plenamente descritas por Freud como
pulsões de vida e de morte, a erosão biológica e a procriação, até então seguindo
ciclos naturais como no resto dos animais, adquiriram uma autonomia que aboliu
quase todos instintos animais passando então a ocorrer em virtude de experiências
temporo-espaciais (triangulares). Além disso, sempre que a complexidade alcança
um limite de tensão específico, a espécie torna-se capaz de voluntariamente e
violentamente autodisconectar-se e a outros membros.
De modo a manter o equilíbrio entre as forças opostas, o espaço dobrado foi
forçado a trocar objetos entre os meios externo e interno. Isto produziu uma função
equivalente a uma função digestiva, base de uma linguagem rudimentar que até hoje
está evoluindo. Todavia, em virtude de uma parte que ainda estava confundindo o
externo com o interno, o que significava uma fonte extra de tensão disruptiva, o
sistema novamente aproximou-se do caos,
e a nova solução foi fechar-se
completamente sobre si mesmo, adquirindo uma forma cilíndrica defensiva. Assim a
função digestiva passou também a executar uma função de fechamento do sistema,
tal como se fosse uma função de costura.
Se essa primeira função é bem sucedida (Bion chamou-a de função alfa) ela cria
uma espécie de rede, a barreira de contato, claramente separando o mundo externo
do interno, mas se ela falha cria uma espécie de trama composta por furos
irregulares (que ele chamou de tela beta), que traz de volta a confusão prévia entre
mundo externo e interno.
Numa visão geral, objetos digeridos e não digeridos compõem os dois elementos
básicos da linguagem do sistema, ou de acordo com Bion: os elementos alfa e
beta17. Através destes dois elementos hipotéticos a forma cilíndrica pode criar outros
elementos e crescer em direção negativa ou positiva, considerando-se como positiva
a tendência social, uma vez que essa foi a forma eficaz que protegeu a espécie.
Na parte externa do cilindro, a função digestiva pode ser denominada de função
alfa do Self (Meltzer,1977), trabalhando para trazer para dentro do sistema símbolos
do grupo e da cultura (símbolos adquiridos). Dentro do cilindro temos a função alfa
17
-As comunicações entre os mamíferos terrestres ocorrem através de padrões relacionados principalmente às
regras e vicissitudes do vínculo. Trata-se de uma comunicação icônico-analógica composta por meios
cinestésicos tais como os movimentos do corpo, as tensões musculares e as mudanças na face e nos sons da
respiração. Nos seres humanos esta linguagem (elementos beta) é ainda muito forte e sensível. Podemos
colocá-la na parte externa da dobradura, enquanto na parte interna temos a recém adquirida linguagem digital
composta de elementos alfa .
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dos objetos internos, que transforma os símbolos adquiridos em símbolos
autônomos (peculiares a cada indivíduo).
V- Breve discussão do mito em busca de uma aplicação clínica
Até um determinado momento da evolução humana a linguagem dos primatas,
cujas representações são definidas de uma forma fixa e repetitiva pelos instintos,
predominou totalmente nas comunicações.
O Sistema Nervoso Central até então um servo dos demais sistemas (e,
portanto, das representações fixas), trabalhava como no restante dos mamíferos de
forma funcional. Isto é, a representação sexual pré-humana estava ligada à
reprodução, através de um ciclo sexual, o cio. Fora dele, o pré-humano vivia em
hordas, com seus indivíduos de certo modo ignorando-se uns aos outros, exceto
quando se tratava de buscar alimento.
Mas houve um momento em que vivências caóticas na associação complexa dos
biosistemas, causadas pelo ganho rápido e intenso de autonomia do Sistema
Nervoso Central, fizeram com que as representações humanas não fossem mais
fixas e nem predeterminadas pela função reprodutora. O Sistema Nervoso Central
deixou de ser um servo para ser o amo dos sistemas e, além do mais, criou algo que
é do ponto de vista dos animais, uma aberração, que se chama mente humana, e
que produziu um outro tipo de linguagem (são os sonhos, os idiomas, os sistemas
dedutivos científicos, os cálculos matemáticos, as instituições sociais, as leis, a
ética). Portanto, uma outra forma de funcionamento, que não tem nada a ver com a
função reprodutora, passou a reger a espécie humana. Trata-se de uma
desfuncionalização muito perturbadora, fonte permanente de turbulência emocional
e proveniente da existência de algo que Bion nomeou de pré-concepção, e cuja
teoria18 é fundamental para o entendimento de diversas questões levantadas neste
18
- Alguns autores, entre eles eu mesmo (1989,1996), chegaram a identificar a pré-concepção inata com o que
Freud chamou de protofantasias (Urphantasien). Não partilho mais dessa comparação teórica. Penso que a préconcepção possui um novo sentido, e como elemento nuclear do objeto psicanalítico (Bion,1962), introduz na
compreensão analítica uma mudança de paradigma, cuja dimensão científica correspondente é a teoria da
complexidade (Waldrop,1992). À medida que fui apreendendo melhor o conceito, minha concepção de processo
analítico foi se modificando. Se antes já me distanciava do modelo médico e da aplicação do conceito de cura,
ficou claro que não se pode fornecer análise a alguém como se fosse um remédio, a ser tomado por tempo
determinado, ou prescrito de tantas em tantas horas até que os sintomas desapareçam. Considero que a
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trabalho. Postulo que ela estabeleceu a diferença entre o psiquismo humano e o
animal, e como elemento mental mais arcaico, possui manifestações que já se
fazem presentes no meio intrauterino. A partir da pré-concepção o ser humano
tornou-se irreversivelmente um ser mental em toda sua extensão.
Existem diversas situações clínicas que podem nos colocar diante da existência
latente ou manifesta de vivências caóticas, onde é útil não partir da idéia do que
chamamos de inconsciente, nem mesmo o que chamamos de consciente, mas partir
da idéia de inacessível, para que alguma janela nova de compreensão possa
ocorrer. Penso aqui naqueles pacientes que sofrem de confusões diversas, tais
como os mencionados por Bion (1962), que por não poderem sonhar, não podem
dormir e nem estar acordados, isto é, nos quais há uma confusão entre estar
acordado e dormindo.
Um equivalente desse quadro é encontrado naqueles pacientes em que o
contato com a realidade se apresenta muito penoso, sobretudo, quando a mesma é
o próprio estado mental (Bion,1970). São pacientes que não toleram a dor e a
frustração, e confundem-nas de uma forma muito específica; eles sentem a dor mas
não a sofrem e, por isto, não podem ser ajudados a descobri-la. Conseqüentemente,
falham em “sofrer” prazer e isso lhes nega o necessário encorajamento para receber
ajuda de alguém ou de si mesmo. Eles agem como se uma ação devesse preceder
uma outra ação, num movimento mental que vai deixando de lado quase todos os
elementos que produzem o pensar. Ficam numa espécie de estado mental muito
penoso, vivendo com um mínimo possível de pensamentos e sentimentos.
Bion também menciona certos indivíduos que após tentarem fazer de tudo para
se livrar de certos estados mentais arcaicos e intoleráveis, mais tarde em suas vidas
sentem o reaparecimento destas experiências de uma forma muito violenta: “existem
certos desenvolvimentos prematuros e precoces que são excessivamente precoces
e prematuros para serem toleráveis. Portanto, o feto, o id, faz o melhor que pode
para cortar tal conexão. Num estágio posterior da vida o indivíduo pode se
autodesconectar” (1976).
psicanálise está dentro das pessoas, como uma função psíquica fundamental, em estado potencial, variável de
indivíduo para indivíduo – isto é, algumas possuem mais do que outras- e essas diferenças de mobilidade podem
ser captadas na prática. Em outras palavras, a psicanálise é uma sensibilidade específica para descobrir os
significados da vida em geral, que o assim chamado processo analítico visa a trazer à tona e desenvolver, caso
encontre as Mínimas Condições Necessárias de realização.
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Adicionarei aqui também os pacientes que apresentam uma situação somatopsicótica (ou psicossomática), isto é, em que uma parte do corpo, ou um sistema, ou
o próprio funcionamento mental é identificado como predador e, por isto, atacado de
diversas formas. Podemos incluir nessas descrições as doenças exclusivamente
humanas, tais como os quadros de autismo, as doenças autoimunes, diversas
situações de vulnerabilidade imunológica, doenças precocemente desenvolvidas, e
até mesmo as situações como a eclampsia. As possibilidades de encontrarmos tais
situações na clínica, e que não se enquadram nestes quadros mais evidentes, são
muito mais freqüentes do que estamos habituados a nos dar conta. Relacioná-las a
um inconsciente que ainda não se formou, a um inacessível, pode trazer uma nova
compreensão e mais liberdade de interpretação.
Indicações da existência desses problemas podem aparecer em pacientes que
confundem (algumas vezes grosseiramente e outras vezes sutilmente) realizações e
valores tais como: inteligência com esperteza, culpa com responsabilidade, erro com
estrago, falha com prejuízo, crítica com depreciação, perda de juventude com
envelhecimento, sinceridade com sociabilidade, intimidade com falta de privacidade,
amizade com relacionamento social, paixão amorosa com amor apaixonado,
pensamentos com pensar, inveja com ciúmes, voracidade com eficácia, resolver
problemas com controlar situações etc. Estas confusões muitas vezes tem
conseqüências devastadoras no sistema social do indivíduo, levando-os a graves
distorções da ética e do relacionamento humano. No sentido geral, estão
relacionadas com más-ações e más-decisões.
Com muita freqüência, esses pacientes trazem situações em que nos vemos
subitamente envolvidos por uma espécie de névoa estranha e densa que obscurece
o nosso campo de observação, nossa percepção se torna restrita a alguns objetos
vagos, enquanto outros parecem não ter conexão alguma entre si, produzindo
sensações de mal estar, ou sonolência, ou inutilidade do trabalho executado. Muitas
vezes surgem imagens perturbadoras, emoções relacionadas a fatos aparentemente
estranhos àquele momento, ou fatos relacionados a emoções primitivas, cenas
incômodas, indisposição postural. John Milton, escritor e poeta, denominou isto de
“oedipical gloom” (melancolia edípica)19.
Estamos lidando aqui com uma situação
19
-Predomínio de uma clausura trágica sem a saída para a linguagem onde o luto pelos objetos fica evidenciado
e pode ser trabalhado.
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em que cada questão dobra-se sobre si mesma: O que está acontecendo com o
paciente? É o mesmo que acontece com o analista?
Penso aqui num paciente que sonhou no fim de semana que estava numa
sessão de análise, observando que ambos, analista e analisando (ele próprio),
dormiam profundamente. Ele então acorda, olha no relógio, constata que são 5 da
manhã, e diz ao analista, em tom de censura, que ele já não devia estar ali há muito
tempo. Mas como o analista está dormindo, não escuta sua queixa, daí apenas o
acorda para avisá-lo que o horário terminou.
Após contar o sonho, a única coisa que o paciente diz é que achou muito curioso
(com certa ironia) o fato que ambos estivessem dormindo na sessão, e não disse
mais nada. Seguiu-se um silêncio e uma sensação de tédio e repetição foi captada
pelo analista.
Aqui temos um paciente que sonha que está na sessão de análise, e ao mesmo
tempo pode dormir e estar acordado, pode também calcular e sonhar, ou que sonha
calculando e que calcula sonhando, mas quando conta o sonho na efetiva sessão de
análise, não faz associações, o que até parece calculado para explicar ao analista
que seus sonhos não são analisáveis. Entretanto, pude observá-lo durante o relato
do sonho desenhar no ar, com o dedo indicador, o número cinco ao contrário dentro
de um círculo, e colocou como que um ponto final. Isso desencadeou no analista
uma série de conjecturas racionais e imaginativas, a começar de que Freud mostrou
serem os números nos sonhos em princípio analisáveis. Também não é prudente
aceitar que aquilo é apenas um sonho, como se fosse algo que não aconteceu. Pelo
contrário, é mais apropriado considerar que é de fato aquilo que está acontecendo
no momento.
Voltando ao paciente, poderia parecer que ele estava tendo uma sessão
prolongada, que se estendia no fim de semana: o ritmo não se quebrava. Havia um
atraso que poderia atender ao que aparentemente poderia ser um desejo de não se
separar do analista. Um analista dormindo nada pode interpretar, além de não poder
interromper a sessão. Mas, por outro lado, na sessão em curso o paciente ao nada
associar pode ter voltado a “dormir” sem ter sido acordado. De algum outro modo,
distinto do habitual, ele não tinha se separado do analista ao ficar no que podemos
chamar de estado de igualdade sensorial: ambos dormiam. Restava algo ligado à
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- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
linguagem do número 5, que ditava a condição do despertar (onde manifestamente o
paciente não age de acordo com que intencionava fazer de início: uma de suas
atitudes repetitivas). Aqui as junções das conjecturas imaginativas e conjecturas
racionais do analista recolhem do mito particular do analisando uma indagação:
estaria o número ligado ao fato de ser filho único de uma mulher que abortou 5
vezes antes que pudesse dar à luz ao paciente, após muitas complicações? (essa
mãe esteve por 35 dias em coma durante o 6O e o 7O mês de gestação, em virtude
do rompimento de um aneurisma cerebral). Transferência de uma função materna
falha? Alguma falha do analista contribui para isto? Ou o analista torna-se sempre
falho quando dele se separa? Mas de certa forma, o analisando sabe tudo isso,
assim repetir interpretações com esse conteúdo seria apenas dar a elas uma feição
rotineira, ou, talvez, doutrinária.
Procuro salientar neste trabalho, que como em qualquer outro momento da
análise, os pensamentos do sonho, aos quais chegamos no curso de uma
interpretação, dependem muito mais da imaginação criadora do analista, o que faz
com que obrigatoriamente as interpretações fiquem sem um fechamento definitivo
(seguem um princípio ético-estético de incompletude
20
) uma vez que provém de
todos o lado das redes intrincadas de nosso mundo de pensamentos – a maior parte
deles não conseguimos descrever nos relatos clínicos. Sobre esse emaranhado
inacessível Freud (1900) disse em complementação a sua citação sobre o umbigo
do sonho (pg.2): “Do local mais denso desse emaranhado, eleva-se então o desejo
do sonho, como um cogumelo de seu micélio”.
Penso que essa citação alude ao estado mental mais primitivo, quase caótico,
que é de onde uma interpretação emerge e que pode eventualmente desvendar o
conteúdo do sonho. Aqui também é onde nos vemos numa encruzilhada entre uma
interpretação que pode estar de algum modo saturada de memória/desejo,
traduzindo uma repetição, ou dar uma interpretação criativa que possa revelar uma
expansão mental e do vínculo analítico. É nessa última opção que a compreensão
do estado mental mais primitivo, as origens do inconsciente, talvez possa ajudar, ao
20
- Os princípios ético-estéticos de observação (Chuster e cols., 1999, 2003, 2005)
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permitir pensar que há algo “inacessível” presente, e que pode ativar uma préconcepção psicanalítica21.
Este paciente, que veio para a análise vivendo situações conflitivas graves por
conta do uso de drogas, até onde me foi possível perceber, em muitas outras
ocasiões procurou uma concordância sensorial com as interpretações. Ele parece
escutá-las, pois faz um gesto afirmativo com a cabeça. Todavia, após algum tempo,
percebo que ele internamente rejeita as partes que o incomodam e silenciosamente
as substitui por outras sabidamente falsas - a sua lógica, particularmente impecável,
torna-se então o veículo de uma premissa falsa para chegar a um significado
moralista (transformação em alucinose - Bion, 1965). Como resultado, ele coloca o
analista numa função moral que o mesmo obviamente não está autorizado a
exercer, desqualificando silenciosamente a análise e qualquer interpretação.
Tais desacordos, por serem silenciosos, e outras vezes por virem através de
uma concordância que não é de fato uma comunicação de significados, mas uma
espécie de propaganda enganosa, podem ser mantidas indefinidamente, e a
“análise” vai “caminhando”, com ambos participantes, “dormindo no ponto”, sempre
passando do momento de falar sobre o que está ocorrendo no presente da sessão.
Isso equivale a permanecer numa área saturada de memória e desejo, que cria um
vínculo destinado a não falar sobre o presente da sessão. Em outros momentos,
talvez equivale a ficar num estado em que não se está nem “acordado” e nem
“dormindo”.
Este paciente, em estados muito primitivos de sua vida, isto é, no “inacessível
antes de nascer” e, certamente, quando era um bebê, sentiu de várias formas a
presença de uma mãe ora completamente ausente, ora esgotada e deprimida, e
desenvolveu uma “janela” de ressentimentos que mais tarde na vida o tornaram
incapaz de perdoar as falhas dos seres humanos; o que também causou uma falta
de interesse genuíno por si e pelos outros. Em última instância, essa incapacidade
para diferenciar na paisagem humana uma falha de um prejuízo irreparável, levou-o
a construir um mundo confuso regido pelo aniquilamento moral da preocupação com
21
- A atividade imaginativa do analista, ativada pela pré-concepção, e que é mostrada ao analisando
pela interpretação, ou por uma construção, ou indagação, é uma forma de partilhar sentimentos e
pensamentos antecipatórios, mais a sua junção com a prudência na ação, e que Bion (1979)
descreve como os três princípios de vida, em substituição aos dois princípios freudianos, prazer
versus realidade, de funcionamento mental.
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a verdade e com a ética, o que significa estar sacrificando sua capacidade de
usufruir a vida em prol de um estado torporoso e, conseqüentemente, a análise:
minha interpretação do sonho.
Nesse material, tentei ilustrar um aspecto do material clínico em que se poderia
pensar numa complementação interpretativa entre aspectos repetitivos do paciente e
um aspecto do inconsciente que pode ser chamado de “inacessível”. Trata-se de
abordar, o que Freud na sua citação chamou de “micélio do cogumelo”, a rede
próxima ao caos, anterior a qualquer significado. Mas o que vem a ser mais
especificamente este “micélio”?
Podemos considerar que o “cogumelo” é um momento de integração dos
vínculos amor, ódio e sede de conhecimento (experiência emocional) que até então
estavam dissociados e espalhados sobre uma rede caótica, num estado de profunda
incerteza. É o doloroso estado de incerteza que produz tantas defesas,
principalmente as que se valem dos vínculos antiemoção (-K, -L, -H). Estas
experiências se situam num “antes” da palavra, portanto é necessário poder
imaginar,
e
conceber
esteticamente
alguma
forma
de
interpretação
do
desenvolvimento, que adote uma ética que coloque em primeiro plano o respeito ao
humano e à vida em geral. O que denomino de princípios ético-estéticos colaboram
nesta tarefa (vide nota de rodapé no 8).
Outra paciente iniciou a sessão dizendo, num misto de tristeza e ansiedade, que
felizes eram os animais porque lhes era muito fácil engravidar, e permaneceu em
silêncio sem nada dizer. Ela vinha se ocupando nas sessões de como se sentia
infeliz por estar tendo uma série de dificuldades para engravidar. Os tratamentos
médicos que vinha realizando falhavam sucessivamente e, obviamente, qualquer
interpretação que recebia na análise. Por que repetia o que pode ser uma
dificuldade para receber ajuda? Do ponto de vista teórico (ou nem tanto), onde é que
aquilo que chamamos de pré-concepção
está encontrando uma realização
inadequada que conduz apenas a um vazio infértil?
Eu poderia ter proposto investigar seus dolorosos sentimentos de incerteza com
relação ao tratamento analítico (uma interpretação rotineira), mas ao invés disso
pensei que seria útil colocar uma janela que se pode chamar de pré-concepção
edípica em busca da realização como “sede de conhecimento”, pois aquilo que se
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imagina, aquilo que se representa, seja no plano consciente ou inconsciente, não é
determinado por uma funcionalidade biológica. Mesmo que isso possa coincidir de
tempos em tempos, nos humanos a vida sexual é inteiramente determinada por
fantasias inconscientes. Por isto perguntei à paciente: quantos atos sexuais cujo
objetivo é a reprodução alguém pode ter no curso da vida? Também perguntei a mim
mesmo: Qual é a profundidade do problema de reprodução? Em que medida um
casal envolvido com problemas de fertilidade encontra-se na mesma posição dos
religiosos fundamentalistas que acreditam que devem ter relações sexuais apenas
para fins de reprodução?
Eu mencionei a analogia entre o casal vivendo um problema de infertilidade (que
poderia ser também representado pelo casal Laio e Jocasta) e os religiosos
fundamentalistas, mas posso também imaginar que o problema deste casal guarda
analogia com as religiões primitivas, politeístas e totêmicas, cujos rituais eram
movidos pelo culto aos deuses da fertilidade. São todos movidos por um tipo de
paixão. Qual a funcionalidade dessa paixão ou de qualquer outra experimentada
pelo ser humano? Em que extensão o ato sexual, quando é apenas uma espécie de
submissão ao totem, perde sua beleza, e é atacado e temido como se fosse um
predador? Podemos chamar isto de inveja – uma espécie de necessidade de inibir
os bons objetos produtores de crescimento (Bion, 1970)? Ou uma necessidade de
interferir com a capacidade dos bons objetos para a experiência estética, e deste
modo na relação com a verdade (Meltzer, 1999)? De que modo a inveja constitui a
moldura de certas janelas pelas quais o mundo é visto como um mundo de
predadores22?
Certas questões feitas ao paciente no processo analítico necessariamente não
têm resposta e nem podemos esperar pela resposta. Tampouco aumentam seu
conhecimento sobre si mesmo. Assim, não se trata de entrar numa espécie de
Oráculo, seguindo a propaganda “conheça-te a ti mesmo” indicada no portal, e dali
sair com o conhecimento do destino. Muita coisa, e talvez a maior parte do processo
analítico, desenrola-se pelo tipo de experiência emocional, além das palavras, que
certas questões, funcionando como interpretações, ou construções, despertam no
analisando. Em muitos momentos, é o “ritmo” dos sentimentos por trás das
interpretações que permitem o desenrolar da relação analítica (assim como em
22
- Chuster, A. Trachtenberg, R. (2004) Inveja. Trabalho apresentado no Encontro Bion 2004, São Paulo.
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- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
qualquer relação humana). A manutenção do ritmo é, portanto, essencial à análise.
O conhecimento pode não aumentar no sentido intelectual, mas o espaço mental
sim, graças ao movimento de estados mentais e o preenchimento das “molduras
das janelas da mente” com novas realizações.
Essas janelas formadas na mente embrionária, ainda vazias de paisagem,
quando entram em contato com a mãe que reaparece logo após o nascimento,
disponibilizando os seios, ganham a paisagem triádica: o recém-nascido, o seio, a
mãe. O seio fica na encruzilhada, na zona de entrecruzamento da relação do
bebê com a mãe: é a pré-concepção do seio realizando-se enquanto realiza-se a
pré-concepção edípica. Mas podemos sempre supor que algo antecedeu a esta
encruzilhada; uma outra encruzilhada se formava, e não há como imaginar que
ela não se dá de algum modo com violência, pois há sempre uma realidade
social,
exterior,
independente,
transformável
e
partilhável,
rompendo
o
fechamento de qualquer pré-objeto ou de qualquer objeto posterior, permitindo
fazer a citação de Freud em sentido inverso: Há muito mais continuidade entre a
realidade social e vida intrauterina do que o impressionante isolamento do feto no
útero nos permite imaginar. Assim, muitas questões funcionam como essa
espécie de “invasão social” neste mundo fechado para o sentido, oferecendo uma
espécie de horizonte de eventos não conhecidos e paisagens não preenchidas:
um espectro de outras possibilidades pode ser experimentado.
Uma paciente inicia a sessão, relatando aterrorizada uma atitude descontrolada
que tomou – mas, contraditoriamente julgando-a positiva, pois obteve resultados em
relação ao filho adolescente, de quem muitas vezes se queixava, de forma
mecânica, por causa da forma displicente de cuidar das coisas. Interpretações que
podem ser chamadas de “rotineiras”, tentaram em sessões prévias, colocá-la em
contato com sua parte adolescente e displicente, que não estava sendo sincera na
sessão sobre seu sofrimento. Entretanto, tais interpretações em nada modificaram o
estado depressivo que a trouxe para a análise, pois ela dizia que não sofria, pois
onde achava que devia manifestar irritação havia um “vazio”. Essa paciente, que
rotineiramente confunde cuidar de alguém com sacrificar-se, e confunde controlar
problemas com resolvê-los, perdeu os pais em um acidente aéreo, quando tinha dois
meses de idade. Foi criada pelos avós idosos.
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Não só como analistas, mas como pessoas comuns, podemos ter algum
conhecimento de que verdadeiros pais e mães poderiam se irritar com filhos
adolescentes e emitir uma opinião- mesmo que eles não gostem nem um pouco.
Existe um vínculo importante entre as gerações formado por sentimentos e opiniões.
O confronto entre elas é inclusive essencial para a aquisição de identidade.
Ela descreve que o filho se assustou muito com o tipo de raiva que lhe
demonstrou. O marido que estava chegando em casa também ficou muito
assustado. Ambos ficaram lívidos e acuados. Embora falando da presença de um
objeto aterrorizado, a paciente prosseguiu no seu ritmo monocórdio habitual
associando sua raiva com a tentativa fracassada para deixar de fumar (algumas
sessões atrás quando o assunto estava em evidência perguntei-lhe se fumar poderia
ser considerado como a parte displicente no cuidar de sua vida, ou talvez, uma
espécie de símbolo de um marido que a tratava mal e sufocava - outra de suas
queixas). Na presente sessão me pareceu que ela oscilou de superficial para
eufórica e parecia estar se sentindo fortalecida com o ódio que dizia nunca ter
experimentado (que poderia ser chamado de mortal). Eu posso todavia sempre ir
mais além e imaginar o quão mais primitivo esse ódio pode ser. Há quatro milhões
de anos atrás, os pré-humanos, ou melhor, as pré-concepções de humanos, se
organizaram em grupo para se defender
dos predadores. Eles tinham uma
disposição circular que ficava praticamente estável e se repetia durante os pernoites
nas savanas. Na periferia ficavam os defensores do grupo, em estado mental pronto
para lutar ou dar sinais para uma fuga em massa; os sentimentos adequados para
esse círculo externo são o ódio, o medo e o alerta (iniciativa). No círculo mais interno
ficavam os bebês, as mães que cuidavam deles, os inabilitados por velhice e
ferimentos, as grávidas, as crianças pequenas. Seu estado mental era de
dependência total dos demais, pois sua ação girava em torno de alimentação e
cuidados. Entre os dois círculos ficavam os casais copulando. Um macho do círculo
externo vinha buscar uma fêmea no interno para copular, geralmente de forma
despótica, ameaçando as crianças que protestavam por ficar sem os cuidados da
mãe, ou atacando algum jovem macho que desejava emergir do círculo interno para
o intermediário.
Através de conjecturas imaginativas posso localizar a parte masculina da
paciente nesse círculo externo, emergindo como defensora e protetora de seu grupo
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familiar, mas para isto tomando contato com a ferocidade de seu ódio e com sua
estupidez (assim ela definiu a situação), com a qual “educou” o filho dependente e
se fez “respeitar” pelo marido. Ela, uma pessoa sofisticada e culta, sempre muito
passiva e afável, deparava-se com a existência de um estado muito primitivo em
expansão, um mundo até então inacessível e violento, que estava ainda por tornarse inconsciente. Como disse Bion no final de Making the best of a bad job (1979):
Esta Guerra ainda não terminou.
REFERÊNCIAS
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(1960) A Theory of Thinking In Second Thoughts, London,
Heinemann, 1967,p.110-119.
2) _________ (1962) Learning from Experience, London, Heinemann.
3) __________ (1963) Elements of Psychoanalysis, London, Heinemann.
4) ___________(1965) Transformations: Change from Learning to Growth,
London, Heinemann.
5) ___________(1970) Attention and Interpretation, London, Tavistock.
6) ___________(1971) Two papers: The Grid and Caesura, Imago, Rio de
Janeiro.
7) ___________(1973) Bion’s Brazilian Lectures, Imago, Rio de Janeiro.
8) ___________(1987) Clinical Seminars and Four Papers, Abington, Fleetwood
Press.
9) ___________(1992) Cogitations, Karnac Books, London.
10) ___________(1997) Taming Wild Thoughts, Karnac Books, London.
11) Castoriadis, C. (1997) As Encruzilhadas do labirinto, Paz e Terra, Rio de
Janeiro.
12) Chuster, A (1989) Um Resgate da Originalidade, Degrau, Rio de Janeiro.
13) _________ (1996) Diálogos Psicanalíticos sobre W.R.Bion, Tipo e Grafia, Rio
de Janeiro.
14) _________ (1998) Bion cria de fato uma nova psicanálise? Revista da SPPA,
vol V. -3.
15) __________ (1999) W.R.Bion - Novas Leituras, vol.I, Co. de Freud, Rio de
Janeiro.
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Vol. 7 Año 2006 Página 282
CHUSTER, Arnaldo
- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
16) __________ (2002) An Oedipal Grid, paper presented at the International
Conference on the work of W.R.Bion, Los Angeles, California.
17) ___________(2003) W.R.Bion-Novas Leituras, vol.II, Co. de Freud, Rio de
Janeiro.
18) ___________(2004) Os princípios ético-estéticos de observação, trabalho
apresentado na Conferência Internacional sobre al Obra de Bion em São
Paulo, São Paulo.
19) ___________(2005) A brief survey in the difference between fantasy and
imagination in the light of Bion’s ideas- paper presented to Minnesota Institute
of Psychoanalysis, Feb. 2005.
20) ___________(2005) Interpretações analíticas e princípios ético-estéticos de
observação, trabalho apresentado no 44o Congresso da Associação
Psicanalítica Internacional, Rio de janeiro, Julho 2005.
21) Freud, S. (1900) A Interpretação dos Sonhos, ESOPC, Imago ed. 1969.
22) _______ (1926) Interview to The Press, George Viereck, New York Times.
23) Green, A. (1991) O Complexo de Castração, Imago, Rio de Janeiro.
24) Imbasciati, A (2001) The Unconscious as symbolopoiesis, Psychoanalytic
Review, 88(6) December
25) Laplanche e Pontalis (1983) Vocabulário da Psicanálise, Martins Fontes, São
Paulo/Lisboa.
26) Meltzer, D.(1997) Meltzer in São Paulo, casa do psicólogo, São Paulo.
27) _________(1997) Sincerity and other works-collected papers of Donald
Meltzer-Karnac Ed.
28) __________(2004) A relação da psicanálise com as ciências e áreas afins,
Revist. SPPA, dez 2004
29) Rocha Barros, E .M (2000) Affect and pictographic image: the constitution on
meaning in mental life International journal Psycho anal, 81:1087-1098
30) Waldrop, M. (1992) Complexity, New York, Simon and Schuster.
Resumo:
O trabalho é um ensaio sobre a metodologia analítica na investigação de
estados mentais primitivos, principalmente à luz das idéias de Freud e W.R. Bion.
O ponto de partida é a investigação da diferença entre as origens das coisas
que estão no inconsciente e as origens do inconsciente em si mesmo, através da
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- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
tentativa de compreensão dos movimentos psíquicos respectivos, descritos como de
expansão e repetição. Ressalta-se
a questão de um estado mental inacessível
relacionado ao primeiro movimento, e sua implicação em uma mudança de
paradigma na compreensão psicanalítica, pois propõe um inconsciente que vai além
do inconsciente freudiano.
Utilizando a mesma metodologia de Freud em Totem e Tabu, o autor cria uma
ficção onde coloca as principais idéias que considera relevantes ao tema.
O objeto psicanalítico, o campo das funções psíquicas, a pré-concepção
edípica, são elementos teóricos articulados pela linguagem da ficção, que contribui
para manter a perspectiva do pensar no inacessível em primeiro plano.
O autor ilustra as idéias com trechos de relatos clínicos, e discute o uso de
sua metodologia, que agrega também questões relativas à diferença do uso da
fantasia e da imaginação, ressaltando a imaginação criativa, sua origem no que
denomina de imaginação radical, e as relações que tem a idéia de expansão do
inconsciente, com a intuição analítica e os diversos ritmos interpretativos do trabalho
analítico.
Summary:
This is an essay about the psychoanalytical methodology of investigation of
primitive mental states, mainly in the light of Freud and W.R. Bion’s ideas.
The starting point is an investigation of the difference between the origins of
things that are in the unconscious and the origins of the unconscious itself, through
an attempt to understand their characteristic movements, described as of expansion
and repetition. The question emphasizes an inaccessible state of mind related to the
first movement, and its implication in a change of paradigm in the psychoanalytical
understanding, for it proposes an unconscious that goes beyond the Freudian
unconscious.
Using the same methodology as Freud in Totem and Taboo, the author
creates a fiction in which are placed the principal ideas considered relevant.
The psychoanalytical object, the field of psychic functions and the oedipical
preconception, are elements articulated by the language of the fiction that contributes
to maintaining the theoretical perspective of the inaccessible on the first plane.
The author illustrates the ideas with parts of clinical reports and discusses the
use of this methodology, which aggregates questions relative to the difference of the
use of fantasy and the use of imagination, emphasizing creative imagination, its
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Vol. 7 Año 2006 Página 284
CHUSTER, Arnaldo
- AS ORIGENS DO INCONSCIENTE
origin in what dominates radical imagination, and the relation that it has to the idea of
expansion of the unconscious, with analytical intuition and the diverse interpretative
rhythms of analytical work.
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VASSIMON de FIGUEIREDO, Silvana
- CONFIGURAÇÕES DE PRISÃO E DE LIBERDADE.
CONFIGURAÇÕES DE PRISÃO E DE LIBERDADE.
CONSIDERAÇÕES TÉCNICAS COM ADOLESCENTES
Silvana Vassimon De Figueiredo1
“Estou quase convencido de que nunca estou desperto. Não sei se não sonho quando vivo,
se não vivo quando sonho, ou se o sonho e a vida não são em mim coisas mistas,
interseccionadas, de que meu ser consciente se forme por interpenetração”
Fernando Pessoa – Livro do Desassossego
Em Defesa De Uma Certa Psicanálise: Uma Provocação
Pensei em aproximar pensamentos e leituras, reflexões e observações clínicas
que, embora partindo de pressupostos diferentes, têm estado presentes como
formas possíveis de se trabalhar em Psicanálise. A diferença assusta, mas é
saudável. Privilegiar um vértice teórico e técnico de trabalho significa a suficiente
presença de um eixo interno para nortear, sem saturar, o trabalho clínico, ditado por
afinidades de observação e pensamento psicanalíticos, em possíveis trânsitos com
outros olhares, quando necessário.
A vigência da liberdade interior no exercício da função psicanalítica pressupõe a
elaboração do medo e da onipotência, permitindo o convívio com a possibilidade da
escolha madura, fruto da percepção consciente dos caminhos disponíveis e
principalmente, dos caminhos possíveis.
A atitude técnica que me orienta na clínica, que me permite compreender e
acolher Laura, Rafaela e Maria Eduarda, tornar seus sofrimentos mais suportáveis,
nasce da confiança adquirida através da observação dos desdobramentos de cada
dupla e do desenvolvimento de uma condição à principio para formar uma dupla.
1
Membro Associado da SBPSP e Membro Efetivo da SBPRP
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VASSIMON de FIGUEIREDO, Silvana
- CONFIGURAÇÕES DE PRISÃO E DE LIBERDADE.
Não se confunda liberdade de pensamento e escolhas com indefinições teóricas
e técnicas, fruto de uma deficiente condição para exercer funções psicológicas junto
a nossos pacientes, que possam ser exercidas dentro de parâmetros psicanalíticos.
A “obra aberta” (Eco, 2000) não prescinde de um enquadre: uma tela, uma moldura.
Assim, procuro mostrar como tanto a abordagem teórica dos fenômenos
psicossomáticos, como a abordagem das “modernas” adicções convergem para um
mesmo momento do desenvolvimento mental: o estado primeiro de nãorepresentação, estatuto do narcisismo primário, onde vigora a indiferenciação do
objeto e as prerrogativas para o seu estabelecimento como tal. As adicções e
somatizações surgem como recursos com “função tampão”, de forma a permitir
sobrevivência psíquica. Soluções de “remendos”, precária e grosseiramente cerzidas
na construção de um continente. A linha teórica que fundamenta a minha clínica de
pacientes jovens, com patologias narcísicas importantes, mas não psicóticos, tem
encontrado seu instrumento terapêutico mais efetivo nas contribuições de Bion.
Um passeio pela aproximação freudiana dos estados mentais iniciais de não
representação, culminando com a evolução técnica possível à partir do estudo do
Narcisismo, de 1914, ajudam a situar a minha argumentação sobre o uso de um
enfoque relacional no trabalho clínico.
Além do aparelhamento técnico interpretativo, a experiência com estes casos
aponta para a condição particular do analista de “estar com”, apto a exercer
companhia e hospitalidade para a experiência não vivida de seus pacientes,
oferecendo-se como objeto de treino para a construção de uma “configuração de
liberdade”, que, partindo da própria condição interna do analista, contamine o
contato com seu paciente, permitindo a experiência de um novo modelo de mente e
de relação.
Sobre A Adolescência
A experiência clínica com adolescentes tem me permitido observar um tipo de
comportamento psíquico que chamou atenção por se repetir com insistência, embora
assumindo diferentes “roupagens” em cada um deles.
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- CONFIGURAÇÕES DE PRISÃO E DE LIBERDADE.
Considero que estas atitudes psíquicas centralizam a problemática destes
jovens, instaurando um procedimento externo, físico e/ou social, motivador de
grande sofrimento. Conseqüência de mecanismos muito primitivos destinados a
evitar sofrimentos precoces, acabam por significar, por sua vez, “soluções” em si
causadoras de intensos sofrimentos também: o tiro sai pela culatra.
Refiro-me a situações psíquicas que irei restringir aos adolescentes, embora
estes aspectos estejam presentes em qualquer faixa etária: transtornos alimentares
(obesidade, anorexia), adicções a elementos químicos (drogas, álcool, cigarro) e ao
sexo ( ou talvez, como eu preferiria chamar neste caso, “erotização2 das relações”).
Restrinjo-me aos jovens por duas razões: trata-se de um número significativo de
pacientes da minha clínica, o que me permite maior segurança na observação dos
fatos. Em segundo lugar, a adolescência, como sabemos, tornou-se um trecho do
desenvolvimento humano cujas características definidoras tornaram-se melhor
conhecidas e estudadas, com um inquestionável aflorar de impulsos libidinais e
destrutivos, revisitados com força de realização e trazendo violentas inquietações.
Somando-se aos fatores intrínsecos a esta etapa da vida humana - fatores
subjetivos que mobilizarão novas organizações no trato das questões emocionais
(Édipo) -, estão presentes uma ampla gama de fatores sociais que, fruto da
descoberta do potencial econômico que os jovens significam, vêm explorá-lo de
forma ostensiva, alongando o traçado da adolescência, enquanto a vida societária
se vê às voltas com as exigências de acomodação da nova ordem de rotatividade
dos lugares produtivos que a longa juventude e o prolongamento da vida madura
instaura. O jovem é, significativamente, por sua posição de proximidade com as
precariedades da vida infantil, e sua vizinhança com as exigências da vida adulta,
um retrato bastante preciso dos movimentos e agruras psíquicas a que o homem
pós-moderno está sujeito.
O Nascimento Da “Linguagem Do Afeto”
No capítulo 5 de “Aprender com a Experiência”, Bion (1962) vai descrever as
primeiras situações de contato do ser humano recém-nascido. Estes primeiros
2
Não se trata de uma atividade sexual compulsiva, mas antes uma tentativa de erotizar as relações
com um contato físico, de forma a “forçar” um significado para elas. Joyce McDougall refere-se à
“sexualidade adictiva” como um tipo de relação sexual na qual o investimento é no ato em si e não
no parceiro.
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- CONFIGURAÇÕES DE PRISÃO E DE LIBERDADE.
contatos entre a mãe e o bebê que mama são situações proporcionadoras não só do
conforto do alimento que sacia a fome, mas também do conforto psíquico, que
estabelece a linguagem do afeto.
Perturbações no estabelecimento deste vínculo, à partir de experiências de
intensos e insuportáveis sentimentos de amor e ódio, vão estimular no bebê e/ou na
mãe tentativas de evasão do sofrimento causado por estas sensações, pondo em
risco o êxito desta primeira vinculação e, consequentemente, de todo o
desenvolvimento psíquico do bebê.
Nestes primeiros momentos de contato, se ocorre a experiência destas violentas
e insuportáveis sensações, a criança pode lançar mão de uma negação e ruptura
das emoções acopladas à satisfação da fome, de forma a não vivenciar os
sentimentos de inveja e seus movimentos de destrutividade, livrando-se desta forma
de sentir culpa por eles. O primeiro movimento seria então o de recusa do alimento.
No entanto, se a fome o impele a buscar novamente o alimento, surge a alternativa
“curativa” ( em termos de permitir a sobrevivência) de banir o aspecto afetivo do
contato, ficando apenas com a satisfação da fome física. Os aspectos de
acolhimento e compreensão contidos no encontro não podem ser experimentados
pelo
bebê,
privando-o
assim
de
qualidades
fundamentais
para
o
pleno
estabelecimento dos bons sentimentos, necessários para a estruturação de uma
identidade com uma integridade razoável. Isto é, para o pleno estabelecimento de
um objeto interno bom, protetor contra angústias persecutórias ameaçadoras de
desmantelamento e contra o desamparo fatal. Há uma ruptura entre a experiência
de conforto físico e conforto psíquico. Fica um “buraco”, um espaço psíquico vazio
daquilo que primordialmente teria oferecido os conteúdos necessários para o
desenvolvimento de noções de “mesmidade”, à partir da discriminação eu-outro,
como uma maternagem
introjetada capaz de suscitar cuidados próprios e
consideração com o outro.
A busca daquilo que irá preencher este vazio interior passa a ser uma tarefa
incessante para a pessoa, em uma desesperadora missão de (re)encontrar a
experiência (ou o objeto) que possibilitará o retorno a uma situação plena perdida.
No entanto, encontrar este objeto também é extremamente temido, uma vez que
trará acoplado a si os terroríficos e banidos sentimentos primitivos de ódio e
destruição.
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- CONFIGURAÇÕES DE PRISÃO E DE LIBERDADE.
A “cicatriz” destes episódios iniciais, denúncia de uma cisão precariamente
cerzida, é observada na vida de pessoas que desenvolvem uma necessidade
constante de bens materiais, roupas, utensílios eletrônicos, e toda uma gama de
adicções que incluem a atividade sexual, ou mesmo o trabalho, ou o isolamento,
como formas de obter tamponagem3 (Bleger,1988) denunciando os vácuos da
experiência do conforto e acolhimento psíquicos que não puderam ocorrer: vazios
autísticos, semelhantes à “buracos negros” na estruturação mental. Penso em
situações objetivas ou subjetivas que se estabelecem como objeto-tampão.
Tentativas infrutíferas que deságuam no círculo vicioso da necessidade interminável
de repor coisa após coisa, impotentes na missão de oferecer os necessários
sentimentos de força e integração interior como recursos para suportar experiências
internas de extrema violência.
Principalmente nos jovens estas soluções se apresentam com disposição de
êxito, afastando-os dos caminhos reais frustrantes que levam à pensabilidade como
forma de lidar com as frustrações da vida. A busca de análise, principalmente
quando surge do próprio jovem, vem significar importante alternativa de redirecionamento no estabelecimento dos objetos internos e no trânsito afetivo entre
eles, oferecendo a oportunidade de desenhar uma nova organização psíquica.
Como forma de ilustrar estas idéias, vou usar alguns trechos de atendimento de três
jovens em análise: Laura, Rafaela e Maria Eduarda.
O CORPO COMO PRIMEIRO CONTINENTE
Na elucidação de fenômenos psicossomáticos, Joyce McDougall vai descrever
situações psíquicas cuja origem remontam a episódios experienciais da dupla mãebebê e que se aproximam dos estudos de Bion sobre o início da vida mental. No
caso das psicossomatizações, (que surgem como manifestações simultâneas aos
processos adictivos nos casos aqui observados), McDougall defende que surgem
como o único recurso possível para expressar o que ainda é impensável; ou antes,
os fenômenos que ficaram, durante o desenvolvimento do indivíduo, sem obter uma
representação psíquica que oferecesse sequer a alternativa do uso de determinados
mecanismos defensivos, como a repressão e a negação, para “dar conta” deles em
3
Inspiro-me aqui no conceito de “função buffer” usado por Bleger em Simbiose e Ambigüidade: o
corpo usado como mecanismo homeostático para que o equilíbrio mental não se altere.
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um nível mental. Só resta assim lançar mão do que foi o primeiro meio eficiente de
expressão
dos
conflitos
e
vicissitudes
sentidos
como
inadequados
e/ou
insuportáveis: o corpo será o palco do que não tem nome.
Em “Teatros do Corpo”, McDougall (1989) vai dizer com clareza que o ser
humano em primeiro lugar tenta curar a si próprio. Vai assim na mesma direção de
Bion para compreender estes fenômenos típicos da vida moderna: tentativas iniciais
de evasão vão significar as cicatrizes mentais (a “patologia” de cada um), que
permanecerão como denúncias das primeiras e remotas manobras para escapar ao
sofrimento mental. Bion descreve os primeiros contatos do bebê com a mãe como
fornecedores a um só tempo do alimento psíquico e físico; McDougall vai dizer que
a emoção é psicossomática.
Sobre As “Interpretações”
Vou restringir o campo de comentários às adolescentes que serão observadas,
enquanto busco juntar aquilo que entendo como abordagem ampla e livre pensar
para as situações clínicas vividas. Levo em conta os mundos possíveis sempre
como pano de fundo para as intermináveis maneiras de olhar cada uma das jovens,
em cada dado momento, sem perder de vista os parâmetros psicanalíticos.
Estou considerando que, seja através de um distúrbio alimentar, - como é o caso
de Laura -, ou afetivo - como o de Maria Eduarda -, seja através de uma atuação
adictiva, como ocorre com Rafaela, estamos diante de estruturas ou funcionamentos
mentais que sugerem a vivência inicial de turbulência ameaçadora ( de cunho
psicótico) no estabelecimento das rudimentares, porém básicas, aquisições do
interjogo projetivo/introjetivo, junto a um objeto suficientemente continente para
ajudar a criar os alicerces de uma mente capaz de razoável
abandono do
narcisismo, sem o quê o estabelecimento do simbólico fica prejudicado ou impedido.
No contato com estas pacientes observo que se estabelece, logo de início, a
necessidade de redimensionar o uso de interpretações. O uso da interpretação
clássica não encontra “recipiente” interno para abrigá-la e permitir reflexão e
conhecimento (insight). A interpretação necessita de um “lugar” interior para acolhêla. As modulações de aproximação e afastamento afetivos vão surgindo como
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amostras, por vezes sutis, por vezes violentas, do tipo de comunicação que vai
poder se estabelecer. Comunicação que remonta, antes, ao desafio da criação de
um espaço psíquico possível, onde possam caber as indizíveis experiências iniciais,
de forma a contribuir na construção de um continente interno do paciente: um
aparelho para pensar e sentir. E onde possam caber também as obrigatórias
transformações na mente de ambos: analisando e analista.
O paciente narcísico ressente-se do conhecimento que o outro possa ter sobre
ele. Estas pacientes comportam-se de forma a me mostrar, continuamente, as
medidas de aproximação que são suportáveis, sem que a fragilidade do mundo
interno fique insuportavelmente visível, o que nos colocaria de novo frente às
angústias psicóticas que foram
dramaticamente evitadas inicialmente e que
mobilizaram a criação de verdadeiras muralhas anti-aproximação.
Freud, ao referir-se aos mecanismos defensivos que vão se edificando no trato
da dor psíquica, examina aqueles que permitem, de alguma forma, uma
representação psíquica, imediatamente descartada, como ocorre no Recalque
(Verdrangung), mas também descreve alguns mecanismos radicais para a evitação
da dor, como o repúdio do psiquismo ( Verwerfung ), manifestação psicótica que não
deixa rastros inconscientes sequer e que, portanto, não podem ser resgatados e
conscientizados.
A construção de uma representação interna da mãe implica um contato que se
faça em duas direções: por um lado a mãe precisa ter um mundo interno que lhe
permita fundir-se narcisicamente com seu bebê em alguns momentos, mas também
precisa desejar que o bebê a dispense em outros, de forma a atender a diferentes
aspectos de sua vida. Ou seja, exige que a mãe seja “suficientemente boa”, mas
também “suficientemente má”.
Quando o bebê torna-se o objeto único de gratificação narcísica e libidinal da
mãe, não vai encontrar nela as atitudes que favorecem a individuação
Consequentemente, não desenvolve condições de manter uma ligação libidinal
interna com a mãe, na sua ausência. As adicções destinam-se a reduzir o sofrimento
mental substituindo o papel da mãe. Aparecem ligadas às somatizações muitas
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vezes, visto terem origens similares: ambas funcionam como recursos présimbólicos para lidar com a dor mental e as angústias de desmantelamento.
O discurso surge como ponte entre a perda e o simbólico; tem a função de
ligação pulsional. Deve trazer no seu bojo a história do afeto que o confeccionou, o
que confere “peso às palavras”. Na desafetação (McDougall, 1996), o discurso
torna-se destituído de sentido. Assim como na dispersão do afeto (McDougall,
1996), o impacto da experiência emocional é pulverizado através da ação. No caso
destas jovens “é preciso buscar sentido no que não tem sentido”. A desconstrução
do objeto
patológico passa pelo desafio da construção do vínculo mesmo, da
ligação em sua primeira função.
A violência de experiências iniciais de amor e ódio intensos do bebê pode não
encontrar um arcabouço constitucional que, aliado a uma mãe suficientemente boa,
lhe forneça subsídios para suportá-los. Uma conseqüência possível é a ruptura entre
ganhos psíquicos e físicos do contato. Na vigência do conceito de conteúdocontinente, as personalidades adictivas, assim como as somatizantes, desenvolvem
uma
espécie
de
projeto
de
continente,
ou
um
continente
intermitente,
suficientemente treinado para lidar com alguns aspectos da vida, mas precário para
constituir um vigoroso meio para sentir e pensar.
Há uma confluência de fatores no âmago destes fenômenos ditos “pósmodernos”: trata-se de modelos de personalidade que nascem no mais profundo
início do desenvolvimento mental, sob as vicissitudes da instalação do eu-outro.
Questões que nos remetem ao “desconhecido perdido”, ao lugar do inominável, à
nascente de nossa saúde e doença.
MATERIAL CLÍNICO
Laura: o violino e o violão
Com 14 anos, olhos tristes e ternos, Laura chega trazendo sua dificuldade em
conviver com seu corpo. Uma dificuldade que se exprime mais em uma crítica
severa sobre “as futilidades” de suas amigas, do que através de uma consciente
percepção de sua obesidade. A enurese noturna é motivo de vergonha e
retraimento.
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Laura desenvolveu um pseudo-interesse pelo mundo interno. Digo “pseudo” por
que percebo que seu interesse nos valores morais, sentimentos e idéias são
principalmente recursos de um sistema defensivo que lhe possibilita passar à
margem de suas reais questões emocionais. Ou seja, Laura descreve e defende
uma configuração de valores internos considerada “superior”, louvável para os
padrões de sua idade, mas que, na verdade, não é experienciada. Como alguém
que lê um discurso escrito por outro, Laura diz:
-
Não gosto disso. As meninas nas festas ficam só comentando: “você
viu, a fulana tá com a saia da M. Officer. Eu experimentei, é super cara!” Chega
fim de semana, o programa é ir ao shopping, ficar vendo roupa, uma querendo
comprar mais que a outra. Não sabem fazer nada diferente. Aí eu digo, vamos
ver o jogo no sábado? O Beto Munhoz vai estar lá. Aí elas ficam com um olho
deste tamanho: “você conhece ele?”. Conheço, ele tá sempre jogando com meu
primo. Por isso eu gosto mais de conversar com os meninos. As meninas são
muito bobinhas. Não querem saber se você está bem, estão sempre insatisfeitas,
os pais só brigam, estão sempre deprimidas... Aí eu chego, já vou conversando,
rindo, alegrando tudo...
Sentindo-se excluída deste mundinho superficial, Laura cria uma dinâmica onde
a “crítica” funciona como manobra para evitar o confronto com sua real situação
psíquica. Criou artifícios valiosos para driblar o contato com suas frustrações: os
jogos de polo, as visitas à fazenda dos avós, o contato com o mundo da natureza –
bichos e plantações – tão desconhecido para as meninas “da cidade, que só querem
saber de baladas e de beijar”. Laura apresenta-se como a amiga simpática; sempre
disponível, exerce o papel de “Santo Antônio” entre os amigos, aproximando os
pares para um beijo. É sempre a ponte, nunca o objetivo. Observa a excitação dos
encontros, o porre das amigas das quais ela cuida, observa o jogo da vida adulta se
insinuando e angustia-se por ver-se como o treinador.
Laura tem três irmãos. O primeiro, dois anos mais velho, é idealizado: faz tudo
certo. Esportista, vai bem na escola, é magro, tem uma namorada. Para ela foi o
filho desejado. Os dois outros, seis anos mais novos, são gêmeos: engraçados e
lindos. Quanto a Laura, sente-se esquecida, sem contar com um espaço para ela
dentro da mente dos pais. Sua mãe é descrita como “jovem e magrinha”. O pai,
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afetuoso e acolhedor, é sentido como frágil e distante: passa vários dias fora de
casa, à trabalho, e bebe demais.
Enquanto seu círculo familiar, o mundo do campo e do jogo, e sua simpática
disponibilidade são usados como forma de inserção no grupo de amigos, a comida
expressa as tentativas de preenchimento dos espaços vazios de acolhimento e
segurança. Laura não sabe o que é fome, nunca sentiu a sensação do vazio da
fome. Na impossibilidade de diferenciar a sensação, o que lhe falta de fato, Laura
come. Comendo desmesuradamente, anuncia-se, projeta-se violentamente no
mundo dos pais. Sentindo que não é vista como pessoa, obriga-os a verem-na
fisicamente, fazendo crescer seu corpo. Vai cavar espaço concreto junto deles.
Porque esta é a referência que lhe ficou dos primeiros tratos com o vazio e a
necessidade, uma vez que o aspecto afetivo foi banido e negado. Mas Laura precisa
dar um nome e uma identificação que torne suportável o que sente hoje, quando se
vê excluída do aconchego da mãe, quando se sente esquecida diante dos elogios
para o irmão, quando sente-se desamparada, “um E.T.” Sem poder refletir, diz para
si mesma: “é fome”. Joyce McDougall vai falar deste fenômeno como “dispersão”:
incapaz de contato com a emoção o paciente vai agir.
Penso que as experiências iniciais de Laura foram essenciais na organização
estrutural de sua mente. Talvez um bebê que tenha tido uma mãe-criança,
precariamente nutrida de funções de maternagem para amparar as angústias e a
voracidade de seu bebê. A busca de uma analista própria parece ser o primeiro
movimento de Laura na tentativa de fazer discriminações. Durante algum tempo, ela
e a mãe frequentaram o mesmo terapeuta.
Percebi que inicialmente as tentativas de relacionar algumas queixas com suas
angústias e frustrações eram geralmente insatisfatórias, pois Laura, como que
usando um discurso em código, entristecia-se visivelmente, e retornava ao torneio
de polo, descrevendo jogadas e regras. Apesar de sentir o irmão como adversário,
idealizá-lo e torcer por ele foi, também aqui, a maneira de “encher” o espaço,
evitando a experiência de ódio e rivalidade.
Havia uma questão ligada aos orifícios e que poderia ser abordada do ponto de
vista da sexualidade feminina e sua vicissitudes. Observei que poderia investir em
um trabalho que privilegiasse os episódios de fantasias inconscientes primitivas com
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relação ao corpo materno; situações de inundação (sadismo uretral) e canibalismo
(sadismo oral). Mas as investidas em um trabalho que levasse em conta uma dupla
já estabelecida, capaz de troca, portanto de fala e escuta, eram inevitavelmente
abortadas: caiam no vazio. Minhas interpretações, por mais que me parecessem
adequadas, deixavam-me geralmente com uma sensação de que havia algo aquém.
Uma sensação de que havia um “antes” a ser vivido.
Gostaria de apontar aquilo que me levou a considerar a necessidade de um
trabalho técnico que levasse em conta a precária condição de mente de Laura de
possibilitar a formação de uma dupla aparelhada para escrever, no nível do
simbólico, uma história diferente.
Estar ao lado de Laura, com uma disponibilidade real para compreender e tolerar
suas impossibilidades de percepção e pensamento, de contatos com seu mundo
mental de forma produtiva, são essenciais para que ela possa, antes de qualquer
coisa, criar esperança e confiança na sua capacidade de ligar-se e de despertar
interesse genuíno por ela. Este seria o “antes” a ser atingido. Uma construção que,
proporcionadora das experiências primordiais afetivas, construísse a ponte interna
para o nível do simbólico, de forma a construir um “albergue” interno para as
comunicações de percepções que eram minhas, que transitam no campo relacional,
mas que deveriam também ser de Laura de forma consciente. É preciso que o
paciente desenvolva “hospitalidade” (Assis, 2003 ) interna para albergar as
terroríficas experiências primitivas que não foram significadas. Na minha experiência
com Laura percebi que deveria ser, naquele momento, uma auxiliar de construção.
Após alguma intervenção minha, diante de um momento que me parecia mais
reflexivo, em que eu fazia articulações possíveis entre a percepção da privação
emocional e o excesso de comida, convidando-a a olhar para o seu mundo interno,
Laura me respondia com silêncio. Um silêncio abismal. “Não sei como falar disso. Se
tivesse as palavras...” Em outros momentos, falava sem parar. Uma interpretação
mais saturada me permitia apontar seu temor de que eu, como ela, não suportasse
nenhum pouquinho de fome, nenhum vazio, sem ficar cheia de ódio, criando nela a
necessidade de me “encher de comida/palavra” para me deixar sempre satisfeita.
Estas colocações tinham, tampouco, qualquer resposta. Observo que em seguida se
recolhe, deixando-me com a sensação de tê-la jogado novamente no território do
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não-reconhecimento, do desamparo.
Laura fala bastante durante esta sessão. Parece-me fragilizada e vulnerável. A
mãe lhe havia trazido roupas novas. Eram de uma loja para gordinhos. Estava triste
e culpava a mãe pelo seu mal-estar. Senti espaço para conversar sobre os seus
sentimentos por trás de tantas palavras. Laura parecia me ouvir. Vai embora e fico
em dúvida se este é o melhor caminho. Como proporcionar a experiência
transformadora que ajude Laura a se desenvolver? Falta à sessão seguinte.
No nosso próximo encontro, conta que não pôde vir porque teve muita dor de
cabeça. Ficara fechada em um quarto escuro ( a muralha anti-violência). Agora
estava melhor. Começa então a contar um episódio que, à princípio, me deixa muito
desanimada. Penso que condições existirão realmente no psiquismo de Laura e na
nossa dupla, para avançar rumo a algumas transformações internas no âmbito do
desenvolvimento do sentir e pensar, substituindo o atuar e alucinar. Aos poucos, a
narrativa
de
Laura
revela-se
para
mim
cheia
de
elementos
simbólicos
comunicadores de sua apreensão do que vivia comigo. Surge aqui a narrativa como
recurso imprescindível para a construção de algum contato psíquico.
Laura havia viajado para torcer para o irmão em um jogo no final de semana.
Encontrara uma atriz famosa. “Simpática, mas não entendia nada do jogo”. Seu
irmão cai durante a partida e precisa de atendimento médico. Após descrever o
lance, Laura completa:
- Ele estava indo bem no cavalo, que ele conhece faz tempo, é o cavalo dele,
eles estão acostumados um com o outro. Acontece que, de repente, meu irmão
puxou a rédea toda para o lado, para o cavalo virar rápido, e acontece que o cavalo
não virou. O cavalo continuou no outro rumo. Conclusão: caiu do cavalo!
Foi assim que me senti com a ausência de Laura: alguém que cai do cavalo. O
que eu tentara alcançar de uma dimensão mais profunda na mente de Laura havia
sido vivido por ela como um terrível desencontro. Abandonada na sua (nossa)
insipiente tentativa de encontrar um objeto confiável, recolhe-se no claustrum/quarto
escuro com sua dor. Eu viro então a analista-atriz “simpática, mas que não entendeu
o jogo...”
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A compreensão desta história deste vértice permite recolocar-me psiquicamente
junto a Laura. Ao seu lado, não em frente a ela. Posso falar-lhe da experiência que
vivemos e de como ela havia encontrado uma maneira para me comunicar o que se
passava. Se havia voltado para me dizer isto, então algo ficara esperançoso dentro
dela. Como o irmão que estava se recuperando, não fora nada tão grave. Laura
concorda com a cabeça enquanto me olha com tristeza. Laura não usa o divã; o
olhar é fundamental no terreno da sensorialidade.
Em seguida, muda de expressão e diz:
“Eu escrevi uma história. É. Bom, eu gosto sabe, às vezes eu escrevo umas
coisas que eu penso”. E animada: “É assim...”
E Laura vai, com entusiasmo, descrevendo sua história. Através dela introduz no
nosso contato suas fantasias, que em forma de devaneio, expressam suas dores,
carências, desejos.
“É a história de uma moça, sabe? Sou eu, né. Ela é assim, como eu mesmo. E
ela tem um namorado. Mas ele nem liga prá ela. Ela vai com a família passar férias
na Austrália. Lá ela conhece um moço, mas não dá bola prá ele. Ele é apresentado
a ela, é um príncipe da Inglaterra, mas ela não fica impressionada, trata ele normal.
Aí ele fica interessado nela, porque: como ela nem deu moral? Ele não está
acostumado...”
É um belo conto de fadas moderno que Laura vai descrevendo... Conta que a
moça volta ao Brasil, recusando o pedido de namoro do príncipe. Ao final, após verse mimada e disputada pelos dois pretendentes, casa-se com o namorado, que
gosta dela como ela é.
Quando há a compreensão de que o vínculo ainda muito tênue de Laura com
aquilo que represento se rompe, e posso fazer um movimento psíquico que permite
um resgate de elos afetivos de consideração e acolhimento verdadeiros que
sobreviveram ao desastre do desencontro, então Laura reencontra a condição para
retomar o exercício de uma função para a confecção do sonho, que sai do papel e
pode ser compartilhado.
O trajeto da viagem que vai me fornecendo elementos significativos para
compreender o que a postura clínica re-dimensionada pôde oferecer para os
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desenvolvimentos internos de Laura. A consideração do material não como uma
avalanche evacuatória, de entretenimento defensivo e corrosivo de função da
analista apenas, mas como um prenúncio de confecção da condição de sonhar, no
conceito de sonho enquanto pré-condição do pensar vai marcar o fundamento de
uma técnica que evolve para a criação de uma auto-imagem mais realista de Laura.
No primeiro caso, a interpretação iria objetivar a angústia que mobiliza no paciente a
atitude defensiva de controle do analista, projetivamente pré-enchido com seus
objetos persecutórios e idealizados que precisam ser atacados, neutralizados ou
satisfeitos. No segundo caso o olhar recai sobre a necessidade de primeiramente se
oferecer um Outro ( um novo ambiente psíquico), como objeto de projeção, que
acompanhe o percurso de des-colamento do bebê/adolescente, e que seja vigoroso
o suficiente para estimular esperança de sobrevivência autônoma, e delicado o
suficiente para respeitar fragilidades e recuos.
Laura vai encontrando no violino o seu jogo. Sentindo-se talvez acompanhada
internamente por uma figura acolhedora do seu mundo infantil, prenúncio de
introjeção de objeto bom, vai desenvolver no terreno da música uma melodia
própria. Sua condição para a continência se expressa nesta época através da
contenção urinária e da gula. Procura um médico que a auxilia com uma dieta para
emagrecer.
Nesta época, inicia aulas de violão. Os contornos físicos do violão, menos
raquíticos, sugerem uma aproximação mais realista de Laura de seus possíveis
contornos internos e externos. A troca dos elementos simbólicos do seu discurso
sugere uma transformação no terreno das aquisições de gênero: do trote agressivo
dos cavalos e das tacadas violentas do polo (o universo masculino), Laura migra
para o universo da música, da delicadeza das mãos que tocam as cordas, evocando
um universo feminino.
Antes de completar um ano de análise Laura entusiasma-se com seus novos
contornos: 12 quilos mais magra, sente-se liberada para expressar suas investidas
no campo dos desejos. A continência mental revelada também na continência
urinária lhe oferece segurança para viagens antes evitadas, permitindo a formação
de uma fantasia de autorização para penetrar o mundo adulto. Novo trato vai
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paulatinamente se fazendo em relação aos orifícios e protuberâncias: a introjeção do
objeto torna-se possível porque Laura parece encontrar na analista um outro não
competitivo e castrador (mãe magrinha), mas a analista companheira, que não se
sente ameaçada pelos ataques invejosos e destrutivos que Laura expressa com sua
obesidade e incontinência. Um novo modelo de vínculo vai-se apresentando para
Laura que responde com o início de uma construção de “filtragem”: a possibilidade
de escolher o que deseja que entre e/ou saia de si (a comida, o xixi, o som do
violino). Penso aqui em uma construção de barreira de contato.
Com a aproximação das férias de final de ano, Laura se organiza para um
afastamento, preparando-se para levar em um “freezer” os nutrientes em dose
adequada para suportar a separação da analista. Despede-se para as férias com
esperança de estar suficientemente nutrida para enfrentar o período. Seu regresso
dá continuidade ao trabalho de análise, enquanto segue com sua dieta e
descobertas.
B) Maria Eduarda (Dada): A orquídea míope
Maria Eduarda tem 17 anos. Magrinha, longos cabelos escuros, é a caçula de 4
irmãos: duas mulheres e dois homens. Inteligente, raciocínio agudo e sensibilidade
extrema, Dada segue a sugestão do padrinho, que vê nela grande potencial interno,
e procura análise. Dada quer cursar medicina, assim como seus dois irmãos. Noto
de início seu interesse pelo mundo interno e a compreensão de seu dinamismo.
Apesar disto, parece não compreender a possibilidade de um mundo interno
inconsciente, sobre o qual ela não tenha domínio. Refugia-se no isolamento de uma
bolha racional, onde ensaia planos e reações às mais variadas situações. Neste
mundo de ficção, onde tudo está previsto. Dada se sente segura. Isolada em uma
bolha, vê o mundo dentro e fora de si, através de uma película: “Sabe que quando
eu era criança, tinha aqueles filminhos de contos de fadas que a gente via. Sabe o
que eu nunca entendi? Eu nunca entendi a Rapunzel. Porque ela sofria de ficar
sozinha? Porque ela tinha que ser salva? Salva de quê?”
Com constrangimento conta de suas dificuldades de relacionamento, de como se
percebe isolada de tudo. Relata seus “defeitos” físicos com sentimentos entre a
culpa e a complacência: sofre de um problema congênito que se manifesta por uma
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frouxidão do tônus muscular. Seu contato com os objetos é tênue. Vamos
descobrindo como teme suas emoções e principalmente, como teme não encontrar
alternativas para viver. À medida que trabalhamos, Dada se aproxima da percepção
de como construíra sua “toca” interna e sofre ao perceber que sua tentativa de
evitar a dor e o desconhecido têm lhe custado a renúncia à vida, de fato. Isto
porque, com uma condição interna muito especial, Dada sofria cada vez mais a
percepção de que, ao evitar as emoções e sentimentos, imaginava que evitava as
frustrações e dores, mas às custas de um preço muito alto: “passar a vida em
branco4”.
Inicialmente mostrou-se relutante. Não acreditava que pudesse falar, ou como
vimos logo, não acreditava que pudesse ser ouvida verdadeiramente. Surpreendese, aliviada, ao descobrir que não se expressava, não por que estava vazia por
dentro, mas por acreditar que ninguém de fato se interessava em ouvi-la. Ouvi-la
além de seus conhecimentos, de sua segurança e de sua “pré-maturidade” era ouvir
Dada em
sua solidão e desamparo. Relata episódios em que, sozinha em seu
quarto, conversava, durante muitos anos da infância e até recentemente, com uma
amiga imaginária, que se tornou conhecida de todos na família.
A atitude de compreensão deste estatuto de funcionamento interno de Dada
permite-me uma postura que vai de encontro antes às suas precariedades e
afastamentos, respeitando esta dinâmica, mais do que buscando apontá-las.
Sentindo-se compreendida e acolhida em suas vacâncias, Dada vai se interessando
em sair do casulo, indo ao meu encontro, permitindo devagar uma aproximação de
mentes.
Embora desconfiada, pois que o pavor básico que a orienta é a angústia da
separação (da dor e ódio mobilizados), vai aos poucos experimentando sentimentos
de confiança em mim e portanto, de esperança. Confiança construída através da
experiência viva de uma situação de análise onde posso me oferecer para Dada
como uma figura não persecutória, ou não identificada com seus aspectos
superegóicos destrutivos de insipientes funções egóicas.
4
“Quem já passou por esta vida e não viveu, pode ser mais mas sabe menos do que eu
Porque a vida só se dá prá quem se deu, prá quem amou, prá quem chorou, prá quem sofreu...”
Como Dizia o Poeta - Vinicius de Moraes e Toquinho
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Seis meses após o início da análise, Dada conta uma situação vivida que
permite uma grande riqueza de associações e emoções. Seu irmão, médico,
convida-a para assistir a um parto, durante uma passagem rotineira pelo hospital.
Dada, vacilante, mas curiosa, aceita: “A mulher ia fazer uma cesárea. Pus a
roupinha e quando voltei já tinham começado a cortar. Aí me deu uma batedeira e
pensei: não sei se vou agüentar. O médico começou a tirar o bebê, só que o bebê
não saia. Ele puxava, puxava, aparecia a cabecinha dele e depois sumia. Aí o
médico mudou de posição. Pediu o fórceps. Nossa! Vai usar isto? Mas aí não usou,
ele puxou e veio tudo, saiu a cabecinha e o resto foi fácil. O nenê parecia que tava
morto, assim, roxinho. Daí o pediatra levou, ele não chorou logo, mas daí a pouco
chorou. E eu fiquei lá”.
Dada, com um modelo tão preciso, me relata sua experiência emocional de
análise, enquanto conta das transformações perigosas que vive, de abertura de
casulos. A descoberta de um bebê que afinal, não está morto, lhe dá muito conforto
e esperança. Permite que me conte uma vivência traumática muito precoce. Sua
mãe quase não sobreviveu ao seu parto. Dada não nascia. A quarta filha e
sabidamente, a última, não se desgarrava da mãe, e nem esta a expulsava. Após
um parto difícil a mãe sofre uma hemorragia intensa que não cessa, trazendo risco
de vida. Dada é
marcada assim por um parto que, à princípio não favorece a
separação, e após seu nascimento, ejeta-a forçadamente a uma distância concreta
da mãe. A anorexia afetiva de Dada foi sua “casamata”: suponho que a inexistência
de uma experiência inicial de maternagem confiável, que não arranca ou
desampara, lhe fornece as diretrizes para uma sobrevivência onde supõe que, se
não houver ligação, não haverá separação.
Sem fórceps, sem violência. Viver com Dada a possibilidade de um outro tipo de
vínculo e, ao mesmo tempo, ajudá-la a compreender a experiência de uma violência
para a vida. Que abre caminho. Se não houver nenhuma violência, nenhuma força,
também não nasce bebê. O bebê morre.
Seus desenvolvimentos internos vão se traduzindo de forma poética, paralelos à
construção de uma maternagem confiável: Dada pede à mãe que a leve para
comprar uma flor. Não pode ser qualquer flor, ela quer uma orquídea. E tem que ser
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nova. Sem flores ainda, prá ela poder cuidar e ver florir. Não poderia ser outra flor. A
orquídea parece, mas não é um parasita; ela precisa do “hospedeiro” apenas para
melhor se fixar, buscar luz e ar. Embora delicada, é uma flor bastante resistente. Os
momento seguintes refletem suas tentativas de conviver com a constância dos
cuidados, a proteção e o alimento da planta. Mas principalmente com o aprendizado
da espera. “Ela cresce tão devagar. Nem tem sinal de flor ainda”.
Alguns meses depois Dada ganha uma cachorrinha e convence os pais a ficar
com ela. Arruma uma casinha-berço prá ela no seu quarto: “Já tem cachorro em
casa, mas esta é só minha. Só eu vou cuidar dela, porque eu quero ser especial prá
ela. É melhor do que a flor, ela me olha, vem ao meu encontro, se comunica comigo,
brinca. Ela me reconhece no meio de todo mundo”.
A macroscopia das sessões permite uma compreensão de um campo relacional
que se transforma e expande na análise e fora dela. O irmão de Dada entra na
faculdade e vai morar em outra cidade. A dor da separação do irmão mais próximo
encontra já uma condição interna de abrigo. Na reedição de um parto que lhe
arranca o objeto querido, Dada pode contar com seus ensaios de experiência
emocional. Como em um treino delicado de aproximação da vida emocional, Dada
buscou o contato com a flor e a cachorrinha, e agora também nela desabrochava
uma condição para sofrer e amar. Penso em uma gestação como um tempo de
preparo. Ao preparar o corpo da mãe, dá-lhe tempo de preparar seu coração.
Dada se encoraja para a vida. Sair, dançar, e até beijar. Algo que vai-se
instalando devagar, do tipo: “pode ser bom, enquanto dure” . O transitório e mutável
entram em cena, alterando a qualidade da adjetivação. É possível estar junto, sem
grudar. É possível o movimento, o trânsito: ir, vir, mudar, errar. A assustadora
percepção da dimensão superlativa com que experimenta suas emoções de amor e
ódio permite-lhe conhecer sobre sua “tática de flacidez”: nos músculos e na mente, a
indiferença e o descaso configuram a “frouxidão” de suas ligações; deixa o paquera
para a rival, porque lutar por ele tem o sentido fantástico de “acabar com ela”. A
violência gradativamente assimilada vai encontrando um aparelho mental mais
capacitado para administrá-la, conferindo um tônus físico e psíquico que se instala
mais eficazmente, gerando angústia. Cerca de um ano após o início da análise
Dada aprende a dirigir, vai ao oftalmologista e ...surpresa! Descobre que é míope.
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Fica aliviada por poder perceber que realmente não enxergava bem, “não era manha
de criança” e que suas dores de cabeça não eram carência: “sempre achei que o
jeito que eu via era o normal. Agora está tudo mais claro! É impressionante!”.
Rafaela: Sexo, Mentiras e Videotape
Um desassossego impertinente permeava o ar ao redor de Rafaela. O olhar
desassossegado, o corpo desassossegado, a voz itinerante parecia travar um duelo
consigo mesma. Meio sem jeito, sem graça, meio sem rumo me chegou esta moça
de 16 anos. A voz dela chama a atenção pois parecia esganiçada entre uma briga e
um lamento. Lembro-me de imediato de uma cena que antecedeu minha ida para o
consultório. Ao me dirigir para o carro, percebo uma pombinha, pouco além de
recém nascida, que caíra do ninho com a chuva. Perambulava desnorteada, para a
direita e para a esquerda, sem saber que rumo tomar. Queria bater as asas, tentava,
queria subir, mas suas asas só ensaiavam movimentos inúteis. Observei-a por um
tempo e entrei no carro, de olho nela. Com o barulho do motor ligado seu desespero
pareceu aumentar. Debateu-se, virou, perambulou. O que ela buscava foi perdido. O
que precisava era o ninho acolhedor que não conseguia alcançar. Tomei-a nas
mãos e fiz um ninhozinho substituto para ela.
Rafaela conta sua dor. Havia vivido uma experiência nas férias de verão com um
rapaz amigo e tinha “perdido a virgindade”. Este acontecimento parece ter
funcionado como a “gota d’água que faz transbordar o copo”. Pareceu-me aquela
pombinha. Não sabia se assumia ares de ousadia, arrogância e crítica contra
preconceitos, ou se aceitava a dor de uma experiência que deixara marcas
profundas no seu psiquismo e que a fazia chorar e dormir. “Faz 1 ano que eu só
choro”. Assim começou nossa conversa.
Rafaela odeia a cidade em que vive. Odeia as pessoas, o colégio, tudo. Fala de
sua cidade da infância como seu paraíso perdido, e culpa os pais e seus desatinos
por lhe imporem uma mudança tão dolorosa. Aos poucos vai descrevendo para mim
os artifícios defensivos que tem lançado mão para evitar o confronto com suas
dores. Rafaela relata uma ligação peculiar com seus pais de forma
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surpreendentemente clara. O terror permeia sua consciência. Seu pai sempre fora
visto por ela como um homem. “Um homem mesmo”, ela diz. “Não um pai”. O
desespero pontua sua história de uma “fantasia” da infância: quando criança, deitouse um dia na cama, logo pela manhã, com seu pai. Conta que insinuou-se,
aproximando seu corpo do dele, sentindo seu pênis. Assustada, questiona-se:
“aconteceu mesmo ou eu que imaginei?” Seu corpo se movimenta no divã, eleva os
quadris enquanto a mão passeia por baixo do cós da calça, de cintura muito baixa, a
blusa curta mostra a barriga e Rafaela se insinua para mim.
O peso da conhecida teoria da sedução infantil descrita por Freud, incluindo sua
descoberta posterior do aspecto fantástico dela, colocado de forma tão clara por
Rafaela. O meu primeiro movimento interno, ao ouvir sua história, foi fazer um
reconhecimento do que ela me apresentava em nível teórico. Uma compreensão
desta “fantasia” ( e aqui não me refiro à fantasia inconsciente de Klein) me
possibilitaria uma elaboração e posterior interpretação. Este é o “turning point” a que
quero me referir. O referencial teórico possibilita uma compreensão que deve ser
minha, mas é a compreensão da precariedade daquela menina para reconhecer e
enfrentar sua violência emocional o eixo que me conduz. Assim, posso amparar seu
desespero e seu ódio diante do que desconhece de si, diante do que não domina,
diante do que lhe destroi: mais do que saber sobre os seus motivos, entendo que
Rafaela precisa adquirir-se como pessoa. E mais: como “boa pessoa”. Capaz de
amar e se deixar amar.
Em suas primeiras sessões, Rafaela tinha um tom jocoso nos seus comentários:
“E se eu mentir prá você? E se eu inventar tudo? Eu posso inventar um monte de
coisas, você não vai saber” Pareceu-me constrangida ao contar que há algum tempo
escuta uma voz. É uma voz de mulher que lhe diz coisas terríveis. Desafiadora, ia
rasgando lencinhos de papel enquanto relatava detalhes dos acontecimentos dos
quais participava com seu grupo, sob o império de ataques destrutivos a si e a
qualquer coisa no seu caminho. Revelava-me assim a instalação de um estado prédelinquencial. Gabar-se de xingar, maltratar e humilhar os serviçais de sua casa e às
vezes o pai, era uma atitude comum. Pareciam-me sempre remendos desesperados
para estancar o ódio de sua própria condição de terror.
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Conta que quer “fazer cinema”. Em vários momentos se (me) pergunta: “será
que esta sou eu mesma? Às vezes acho que estou só representando. Como em
um filme. Eu sei que tem horas que eu dramatizo. E sou boa nisso”. Como o seu
quarto, repleto de colagens nas paredes, Rafaela parecia querer juntar imagens,
figuras e palavras, numa busca de enredo significativo para fazer o seu filme: dar
representação simbólica, significado e utilidade para suas experiências.
Rafaela tentava mobilizar-me no jogo perverso de caça e caçador. Dividia-se
entre preocupações sociais e a defesa do imenso dinheiro que gastava com o
cabelo, “porque tenho”. Entre arrogante e indefesa mostrava-se por inteiro. A minha
conversa foi na direção da “pombinha que caiu do ninho”. Respondia às perguntas
de Rafaela com sinceridade e afeto e convidava-a a refletir sobre suas colocações:
algo como quem diz, “estou aqui, mas não é para massacrá-la mais, violentá-la
mais, é prá fazer companhia...” Encontrar quem pudesse compreender e ajudá-la a
conter o extremo desespero que sentia, massacrada já por uma violenta explosão
interior que a ameaçava de morte e loucura; era isto que entendia que Rafaela
buscava.
Aos pouco deixa o tom de deboche. Começa a contar suas experiências de
festas com bebedeira, lança perfume, ecstasy, cigarro, meninos, vômitos e corridas
de carro com motoristas bêbados, na volta prá casa. Sentindo-se sem inscrição na
mente dos pais, vai criar situações de risco e de tragédia, como que mostrando ao
mundo que “pais ruins a fizeram”. Sua condenação é a deles.
No período de férias Rafaela se ausenta por um mês. Viaja com parentes e volta
trazendo um presente: uma pequena latinha vermelha que me entrega. Em cima
estava escrito: MAMUSHKA. Quando abro, vejo um chocolate com um formato que
me sugere ao mesmo tempo um par de seios e um bumbum de bebê. Penso nas
violentas explosões de Rafaela, seus estouros e ataques. Quando tiro porém o
chocolate da latinha, era na verdade um coração visto de cima.
“Foi muito boa a viagem. Nem acreditei, não briguei com o meu avô, com
ninguém, apesar da minha tia ser uma pentelha, mas eu fiquei na minha, eles até
elogiaram para os meus pais.”
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Rafaela vai refazendo suas relações. Aos poucos, recoloca os pais internamente:
“eles nem são tão ruins”. Refaz seu vínculo com sua cidade e seus amigos: começa
a fazer discriminações de sentimentos seus e dos amigos, o que lhe permite se
proteger: “não quero ir à boate, não tenho certeza de que vou conter minha fúria
assassina”, e ri baixinho. Ao desenvolver continência para suas “feras”, pode aceitarse com naturalidade no que tem de bom e de destrutivo. Repensa sua escolha
profissional: “nem precisa ser em outra cidade, eu gosto daqui na verdade, mas tem
que ser uma escolha minha, minha mãe já fez as dela”. No início do novo ano
dedica-se aos estudos. Aos poucos enfrenta o contato doloroso com suas verdades:
“não minto mais, talvez uma mentirinha bem justificada, mas estou aprendendo que
é bem melhor ser o que eu sou”. A exploração de suas experiências, reais ou não,
com seu pai, ganha expressão também através de insistentes desconfortos
abdominais que sente durante dias, intercalados com dores de cabeça. “Não sei até
onde posso ir neste assunto. Tenho sempre muito medo e vergonha”. Ao mesmo
tempo, Rafaela vai se delineando com coragem diante do que discrimina como
confusões mãe-filha: “Não quero mais que minha mãe venha me contar das coisas
dela e do meu pai. Ela reclama dele, fala mal. Falei prá ela: mãe, ele é meu pai!
Você vá conversar com seu analista. Eu não posso te ajudar nisto”.
Considerações Sobre Técnica
Ambas as abordagens, clássica e contemporânea, objetivam dar conta de
fenômenos
primitivos,
que
antecedem
os
desdobramentos
neuróticos
do
desenvolvimento mental. No caso dos adolescentes, um estado mental particular vai
demandar um recurso técnico bastante específico para trazer algum êxito ao
trabalho. Refiro-me aqui a situações psíquicas nas quais predomina o narcisismo e
suas conseqüentes dificuldades de discriminação eu/outro, o que vai acarretar
transtornos na estruturação da mente, não só em seu dinamismo funcional. O
trabalho com jovens mostra a adolescência como um momento de predomínio de
uma “camada de envoltura” bastante frágil, que permite a eclosão destes “buracos”
ou “esgarçamentos” mentais, que encontram nas vicissitudes deste momento de
transformação um terreno fértil para eclodirem. O paciente adolescente fica então
sobremaneira vulnerável, pela própria turbulência do seu status psíquico, a fazer uso
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dos mecanismos que sua estrutura psíquica permite e que, como já mencionei,
reportam às “tamponagens” por adicções de vários tipos e por manifestações
somáticas. Há uma suposta pré-maturidade que permite o desenvolvimento de
vários aspectos e funções da vida mental destes pacientes, mas que sobrevivem
simultâneos à manutenção de um estado primitivo e indiferenciado de mente, daí um
continente intermitente.
As situações às quais me referi como ilustração ofereceram-me a oportunidade
de compreensão de um fenômeno técnico que necessita ser abordado. O trabalho
com pacientes narcísicos (e os adolescentes estão mergulhados no caldo narcísico
cultural) vai exigir um “approach” diferenciado. Não apenas uma “adaptação para a
fase”, mas um re-posicionamento interno diante do significado da aplicação de cada
linha teórica. Independentemente de se tratar de um fenômeno somático ou adictivo,
como aparece em cada adolescente descrita, vamos desembocar em um mesmo
ponto teórico: fenômenos primitivos que situam-se no âmbito das psicoses, embora
não sejam pacientes psicóticos. Na minha experiência com estas jovens, é apenas
quando posso adotar um referencial que me permita uma compreensão do que o
jovem vive do ponto de vista de uma mente insipiente, sem referencial de dupla,
portanto no terreno da não-representação, que se torna possível uma aproximação e
construção de algum tipo de vínculo. Este vai, durante algum tempo, servir de
“estofo” para a construção de um continente interno.
Se do ponto de vista do enfoque teórico, tanto a psicanálise “clássica” no estudo
dos fenômenos psicossomáticos, como autores contemporâneos no estudo do
desenvolvimento do pensamento, vão transitar no terreno das neuroses narcísicas e
psicoses, remetendo-nos aos mais primordiais fenômenos da vida mental e suas
formas de expressão, no que se refere à abordagem destes pacientes na clínica é a
teoria de Bion que irá fazer a diferença. O enfoque técnico fornecido pela teoria que
se seguiu ao Narcisismo dispôs os instrumentos para a criação de um ambiente
interno nestes pacientes que possibilitasse o desdobramento da análise, com
evidentes expressões de desenvolvimento relacional.
É à partir do estudo do Narcisismo, que desemboca na segunda tópica do
psiquismo em 1923, estabelecendo a dualidade Instinto de Vida/Instinto de Morte,
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que vamos encontrar as bases para a compreensão mais abrangente de dados
observados na clínica e que passarão a dispor então de novas referências
terapêuticas para o seu tratamento. A Psicanálise se abre para o estudo do negativo
em todas as suas formas. O método psicanalítico ganha abrangência e
profundidade, abrindo espaço para o estudo dos fenômenos psicóticos. A técnica
freudiana, sustentada pelo estudo das pulsões e do reprimido, vai demandar novos
desenvolvimentos no sentido de
“dar conta” de patologias da formação e
funcionamento mental.
Os
elementos
que
haviam
sido
desenvolvidos
por
Freud
para
lidar
terapeuticamente com as patologias psíquicas partem de uma teoria construída no
bojo das neuroses ( pulsões, conflito, repressão, sintomas), ou seja, pressupõe
uma libido objetal já instalada. Portanto no âmbito do narcisismo secundário. A
pesquisa dos distúrbios narcísicos vai basear-se nos fenômenos do narcisismo
primário5, antes da constituição do objeto, onde predomina o elemento afetivo, préverbal, visto que não houve a instauração da ideação.
O uso
dos recursos interpretativos dispostos pela Psicanálise da neurose nem
sempre atinge sua função terapêutica quando se trata de pacientes com
características predominantemente narcísicas. Se na neurose já há um aparelho
mental, nestes casos as relações objetais não se constituíram ainda, de forma que
se faz necessário atentar para estes distúrbios de estruturação psíquica no sentido
de re-fazer as iniciais transações emocionais constitutivas de um aparato interno
capaz de abrigar alteridade. Algumas vezes, a análise vai se estabelecer de forma a
proporcionar meios de “sair do brejo em que o paciente está afundando”
(Sapienza,1991), com a colaboração do analista, para então poder viver uma
relação a dois que abrigue conhecimento e transformação agregadora. Isto implica o
perigoso trabalho do analista de reconhecer e desativar algumas áreas da mente
que albergam núcleos explosivos, capazes de, à partir de propostas de vivências
psicóticas- via identificação projetiva-, “detonar” o analista, o paciente e a análise.
Configurações De Prisão
“Drogas são substitutos empregados por aqueles que não podem esperar”. Bion,
ao afirmar isto, coloca a questão da intolerância à frustração. Esta característica,
5
Refiro-me a narcisismo primário enquanto estado a-dualista. (Petot, J M., 1988).
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unida a outros predicados particulares de cada indivíduo (a maternagem
externa/interna, suas pré-concepções, sua configuração edípica real e fantasmática)
vai determinar a construção de um ambiente mental com predomínio de um acervo
menor ou maior de coesão ou refração: receptividade e vínculo de troca (oralidade
estimulante), ou grandiosidade e violência ( analidade ritualística6).
Considero que nestes pacientes enfocados a estruturação mental se faz de
forma a permitir que episódios primitivos continuem significando as falhas, ou
vacâncias, da vida mental primitiva. Figuram como “nós” ou núcleos convergentes
de aspectos indiscriminados iniciais, que não puderam contar com os fenômenos
identificatórios primitivos proporcionadores de bem-sucedidas vivências de manejo
da persecutoriedade, e nos quais, portanto, as cargas emocionais adquirem
dimensões grandiosas em seus aspectos de violência e onipotência. Estas
vacâncias serão preenchidas ou tamponadas com eventos compulsivos ou aditivos.
A violência emocional vai determinar uma configuração de prisão. A pessoa fica
aprisionada em uma estrutura de sobrevivência narcísica, que, no caso das
psicossomatizações vai tornar-se forma de expressão exata do não representável;
e/ou vai buscar nas adicções uma tamponagem para o acidente esquizofrênico. O
paciente vive em um abismo que o impede de comunicação até mesmo com seus
afetos: no entanto, a prisão é também sua salvaguarda, ali está protegido e pode
sobreviver.
A adolescência presta-se, por suas peculiaridades, ao uso dos recursos únicos
de sobrevivência experimentados muito precocemente como confiáveis: recursos
significativos de um momento da vida mental que se arrasta como um apêndice que
nem pode ser extirpado, nem assimilado. A vacância estimula voracidade,
substitutos e prematuridade. Tentativas mágicas de recuperação de um objeto que
permita restabelecer um estado sem desejo, sem conflito e sem dor.
Entendo que nestes estágios iniciais podemos falar em construção de estruturas
mentais à partir de reservas de pré-concepção (Altimari,2003). Soma-se à
intensidade das experiências emocionais primitivas, uma função destrutiva de um
pretenso superego, que ataca e destroi as tentativas identificatórias necessárias
6
Refiro-me aqui a ritualístico no sentido colocado por Bion em Cogitações, pag. 306: “...aspecto da
magia relacionado ao controle do mundo espiritual”.Aqui, analidade ritualística estaria ligada a
fenômenos repetitivos de explosão ou contenção de violência anal, configurando estagnação e morte.
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para a construção do ego, estabelecendo um círculo vicioso de tentativa, fracasso e
algum êxito.
A cada episódio que estes adolescentes precisam enfrentar, surge como
referência de si mesmo um self esburacado e esgarçado ( por onde vaza o xixi de
Laura e avança a língua de Rafaela), e a necessidade rápida de acionar o velho
mas eficiente sistema anti: anti- percepção, anti- pensamento, anti- realidade.
A configuração de prisão pode com facilidade inundar o analista e engolfá-lo,
quando não discrimina estes episódios. Nestas situações, o analista é sempre
convidado a entrar em uma associação de assassinatos precoces. O convite vem
enquanto uma tentativa de colocar o analista no lugar do ideal do ego: convite para
penetrar a grandiosidade, a sabedoria, assumindo o lugar daquele que fornece o
conteúdo, o que implica o risco de uma situação parasitária: uma vez esgotado o
fomento idealizatório, o analista “cai em perdição”. O analista pode não ser capaz de
perceber que a colaboração deverá vir de uma atitude para puxar o bebê/paciente
de sua própria “rede” destrutiva.
Configurações De Liberdade
Coloca-se a questão: demolir a grandiosidade ou fazer parte dela?
Na característica ausência de trânsito da situação psicótica instalada, a teoria
não dá conta de configurações mentais onde prevalecem as muralhas psicóticas.
É aqui que reside o senso do analista para conseguir trânsito (afetivo) entre
posições que não sejam nem de conluio narcísico, onde vigora a adesão ao paciente
e seus artifícios, mas que também não seja de aceitação de um lugar superegóico
de onde rezará o certo e o bom, caracaterizadamente persecutório e portanto
passível de mobilizar as defesas primitivas ainda com mais força. Isto significa
interpretar a dor da fragilidade no tempo certo, e a necessidade do tampão narcísico:
a comida, as drogas, o isolamento.
A análise permite a construção de boas (no sentido de vivas) experiências com o
objeto. Ou a sua recuperação, através da transferência, mesmo quando nenhum
traço dela tenha ficado para o paciente. Vai possibilitar o registro de experiências de
hospitalidade (Assis, 2003) no seio de uma turbulência esquizoparanóide, desde que
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haja, no analista, disponibilidade para penetrar nós de indiferenciação junto com seu
paciente. A atenção vigilante do analista será guia precioso na avaliação dos sinais
de resposta do seu paciente, indicativos dos movimentos mentais que o
acompanharão nos seus ensaios de percepção e enfrentamento de configuração de
prisão.
Para a técnica das novas patologias narcísicas, mais do que um analista
facilitador, trata-se de encontrar um analista provedor. A mente do analista presente
não só como modelo de transformação de elementos beta em elementos alfa, mas
antes como provedora de um modelo de continente: parceria para a construção de
um aparelho mental.
De um lado há a questão da teoria da técnica que necessita ser tratada à partir
dos desenvolvimentos da clínica e da teoria em si. A observação das sinalizações
dos pacientes sobre a maneira como vivem sua relação com o analista e como
ouvem suas colocações permite colocar que o olhar sobre o que não é dito passa a
ser também essencial. Estamos diante de situações clínicas atuais onde
predominam as angústias psicóticas, onde as soluções adictivas e somatizações
significam respostas a meio caminho entre as indiferenciações esquizóides iniciais e
o compromisso neurótico, embora não se trate de pacientes psicóticos. A noção de
estados psicóticos e não-psicóticos da mente é marco e referência na abordagem do
analista.
Os estudos contemporâneos, no sentido de elaborar um referencial técnico que
considera a metapsicologia do narcisismo, parecem-me extremamente bem vindos.
Fornecem-nos aparelhamento para o trabalho com pacientes narcísicos, instalando
de forma viva na relação conceitos como identificação projetiva, contratransferência,
estados psicóticos e não psicóticos da mente e campo relacional.
Para Laura a comida em excesso funcionava como prisão de segurança máxima:
uma tamponagem a preencher o vazio do não vivido como experiência emocional.
Assim como a bebida e a promiscuidade de Rafaela. Assim como Dada em sua
torre, onde nada havia para salvar. A continuidade do trabalho e o desenvolvimento
de cada uma delas necessita a consideração com os enriquecimentos das teoria
psicanalítica sobre as psicoses, e os desenvolvimentos no estudo da técnica.
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Configurations of Prison and Freedom. Technical considerations with teenagers
The theoretical approaches both of psychosomatic symptoms and ‘modern
addictions’ converge to the same moment of mental development: the first state of
non-representation, statement of the primary narcissism where the self/object
indifferentiation prevails. Addiction and somatization appear as resources with a
tampon function, as to enable psychic survival - ‘patch’ solutions, precariously and
roughly sewn in the construction of a continent. The clinic of non-psychotic young
patients with important narcissistic disorders has found an important therapeutic tool
in Bion’s contributions. The experience with some adolescents yields arguments on
the use of a relational focus in the clinical work: it points to the particular condition of
the analyst to exercise hospitality for the unlived experiences of his patients,
supplying a new model of mind and relation.
Keywords: tampon function, tamponage, intermittent continent
Los abordajes teóricos tanto de los fenómenos psicosomáticos, como de las
"modernas" adicciones convergen para un mismo momento del desarrollo mental: el
estado primero de no-representación, estatuto del narcisismo primario, donde vigora
la indiferenciación self/objeto. Las adicciones y somatizaciones surgen como
recursos con "función tampón", de forma a permitir sobrevivencia psíquica.
Soluciones de "remiendos", precaria y groseramente zurcidas en la construcción de
un continente. La clínica de pacientes jóvenes, con patologías narcísicas
importantes, pero no psicóticos, ha encontrado instrumento terapéutico importante
en las contribuciones de Bion. La experiencia con algunos adolescentes fornece
argumentación sobre el
uso de un enfoque relacional en el trabajo clínico: apunta para la condición
particular del analista de ejercer hospitalidad para la experiencia no vivida de sus
pacientes, ofreciendo un nuevo modelo de mente y de relación.
Palabras Clave:
Función tampón Tamponaje
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Continente Intermitente
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DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 315
VASSIMON de FIGUEIREDO, Silvana
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Silvana Vassimon de Figueiredo
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GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
PSICOANÁLISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALÍTICAS
SOBRE DIFERENCIAS DE GRADO Y DE CUALIDAD
Vicente A.Galli
RESUMEN
LAs prácticas que realizan los psicoanalistas se pueden representar por un
abanico, centrado en su extremo bisagra en las formulaciones
fundamentales del psicoanálisis y que en la zona de arco desplegado tiene
un
vértice
psicoanalítico
y
otro
psicoterapéutico.
Utilizando
consideraciones sobre trabajo del clínico, encuadre interno y el
psicoanalista como instrumento de sus prácticas, enmarcadas en las de
campo psicoanalítico, el autor postula gradientes que van escalonando el
recorrido entre los vértices, hasta un momento en que la diferencia es de
cualidad. Lo que marca esa diferencia y se convierte en referente
privilegiado es lo abarcado por la formulación sobre el psicoanalista como
instrumento de sus prácticas. Que implica que el psicoanalista se utiliza
como resonador, pudiendo producir figuraciones para el paciente, a partir
de vivencias personales transformadas en lenguaje coloquial adecuado al
interlocutor, que también generan transformaciones en su propio mundo
interno.
En el vértice psicoterapéutico, predomina la aplicación de conocimientos y
experiencias previamente adquiridos, sin nuevos enigmas que tensionen
búsquedas inéditas.
ABSTRACT
The practice developed by psychoanalysts can be represented as an open
fan: the hinge being centered on the main formulations of the
psychoanalysis,
and
the
displayed
arch
with
two
vertexes:
the
psychoanalytic vertex and the psychotherapeutic one. The writer takes
different considerations from the clinical work, the internal setting and the
psychoanalyst, as instrument of his/her own practices within the frame of
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Vol. 7 Año 2006 Página 317
GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
the psychoanalytic field, and states gradients that shape the way between
the vertexes until the moment the difference is only a quality difference.
What traces this difference and becomes a privileged referent is what is
encompassed by the formulation of the psychoanalyst as instrument of
his/her own practice. This means that the psychoanalyst is used as
resonator, with capacity to produce figurative representations for the
patient, related to the patient’s personal experiences. They are then
translated into suitable colloquial language for the patient, who in turn
transforms his/her own internal world. The application of knowledge and
experiences previously acquired are predominant in the psychotherapeutic
vertex, without new enigmas that might bring tension in new searches.
En la Sociedad Argentina de Psicoanálisis, durante el primer semestre del
año 2004, miembros, candidatos y colegas de otras instituciones presentamos
ponencias y discutimos sobre psicoanálisis y psicoterapias psicoanalíticas. Ya a
cierta distancia de los apasionamientos de esos meses, ensayo subrayar algunas
problemáticas que considero de relevancia fundamental, tomando posición en
puntos polémicos. Es mi aporte al debate sobre el alcance de las permanencias y
modificaciones que se están operando en las prácticas de los psicoanalistas, en las
que se juegan asuntos de valores y criterios de verdad. Por lo tanto, con
repercusiones en una amplia gama de categorías, que van desde las más
conceptuales hasta las de más totalizadoras resonancias identitarias. Lo que las
ubica en las cuestiones de valores y verdad que competen simultáneamente a
convicciones personales y a políticas institucionales. Ante la inmensidad de factores
en juego y posibilidades de desarrollos sobre ellos, opto por recorrer un camino que
intenta ser un atajo: seleccionar algunas cuestiones fundamentales, plantearlas
como grandes temas escuetamente descriptos en el texto, a veces ampliados en
notas complementarias, para ir enhebrando en secuencia estratégica los
fundamentos de lo que propongo como reflexión central.
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GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
1. Cualidad psicoanalítica e instrumento
Coincidiendo con muchos colegas, considero que nunca podemos estar seguros
de lograr que un tratamiento propuesto como psicoanalítico sea predominantemente
tal en la realidad de su desarrollo. Aun los que son encarados con las condiciones
de dispositivo y de método más acordes con las consideradas canónicas, no
garantizan la producción y el sostenimiento de la cualidad psicoanalítica de lo que
allí se procesa.
Lograr que las interacciones psicoterapéuticas tengan espesor psicoanalítico es
algo
notablemente
propiciado
cuando
las
condiciones
del
encuadre
son
implementaciones técnicas congruentes con las conceptualizaciones que sustentan
las concepciones del existir humano, en cuanto vigencia de lo inconsciente
trabajando permanentemente en todos los niveles del psiquismo. Que en la
condición particular del tratamiento psicoanalítico, es artificio de encuentro humano
que abre un espacio en el que se originan y movilizan producciones del
inconsciente, disponiéndose de tiempos y continuidades suficientes para su
despliegue y elaboración. Las que a su vez exigen tener teorías del enfermar y de la
cura, permanentemente puestas a prueba.
Pero
disponer
de
condiciones
facilitadoras
no
garantiza
cualidad
psicoanalítica permanente ni segura, puesto que ella es escurridiza por definición, al
laborar con resistencias, clivajes y alienaciones múltiples [13,22].
El quehacer del clínico psicoanalítico es un trabajo particular [24], al estilo de
los trabajos del sueño, del chiste y del duelo. [Nota A]. Encontrándose con los
múltiples y heteróclitos “materiales” que se producen y se pueden percibir, el
psicoanalista va desarrollando tareas que tienen que ver con los objetivos del
tratamiento, modulando ansiedades e identificaciones, facilitando diálogos que
buscan entender interpretando, construyendo verosímiles, percibiendo y conteniendo
desmesuras, buscando sentidos, historiando, laborando para levantar represiones y
amenguar clivajes, buscando mostrar y entender repeticiones para que dejen de
hacerlo,
ampliando
los
espacios
de
responsabilidad
y
la
capacidad
de
incertidumbres fértiles en relación con lo conflictivo. En compromiso militante y
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GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
simultáneo con la vitalidad del proyecto identificatorio y la ética de la abstinencia en
cuanto es el proyecto del otro y no el de lo que el terapeuta crea que ese otro
debería ser o hacer.
Tareas que se enumeran con facilidad y son complejas de desarrollar en cada
campo de trabajo, por múltiples razones, entre las que destaco una de las centrales:
aunque el trabajo del clínico tiene como destinatario al paciente, el terapeuta lo
procesa tomándose a él mismo como instrumento para su tarea [1, 4, 6, 7, 8, 24, 25,
27, 28], lo que lo constituye en parte sustancial del proceso. Siendo la mente del
analista el instrumento, no hay saberes que pueda aplicar, sino compromiso
personal en las maneras del uso e integración de los conocimientos, las
identificaciones, los aprendizajes, los sentimientos, los afectos y la propia historia
personal en las grandes historias epocales por las que han transcurrido los avatares
de sus circunstancias y sus estilos de conexiones con ellas. En los que están
presentes los recorridos realizados en su formación como analista y los contextos
institucionales y sociopolíticos que haya habitado y esté habitando, con sus propios
recortes, preferencias y escotomas.
Lo mencionado en el párrafo anterior, se hace disponible con los estilos
personales de la actualización transferencial que se produce desde cada analizando
[9,29], con los rasgos de las particularidades contratransferenciales que se dan en el
psicoanalista [30] y con las posibilidades de percibir y tomar como materiales la
multiplicidad de despliegues y efectos que producen los encuentros entre personas,
en este caso, encuentros regulados por las condiciones del método. Es en lo que se
sustenta y despliega el campo analítico, con todo lo que son, aportan y logran poner
en juego los integrantes relacionados en la tarea. De lo que se deriva que el
psicoanalista aun haciendo su apuesta completa, no logra necesariamente
respuestas acordes con las expectativas. Porque no encuentra el estilo adecuado
para la interlocución en ese campo en particular y/o porque el otro no armoniza en la
apuesta.
2. Campo psicoanalítico
Se discute mucho sobre la validez y/o necesidad de discriminar los polos más
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- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
psicoanalíticos de los más exclusivamente psicoterapéuticos entre las prácticas que
realizamos los psicoanalistas. Para algunos es una discusión hueca, porque
consideran que todo lo que hace un psicoanalista es psicoanálisis. Por lo anotado en
el punto uno, yo me ubico entre los que entienden que los momentos psicoanalíticos
y la predominancia de sus presencias en los procesos terapéuticos son hallazgos,
que se logran poniendo y sosteniendo en la tarea las condiciones adecuadas para
que aparezcan. Como en cualquier producción humana que implique rasgos de
creación, es necesario trabajar mucho para que ellos nos encuentren. Las
condiciones son imprescindibles, pero no garantizan por sí solas el entramado
complejo de interacciones, producción de develamientos y aparición de perspectivas
originales y o creativas, en donde la sucesión de momentos psicoanalíticos en el
espesor de la continuidad y regularidad del trabajo generan proceso psicoanalítico.
Dando por aceptadas y discutidos los fundamentos teóricos de las
especificaciones técnicas del método psicoanalítico, estoy acentuando la mirada
sobre los aportes personales del terapeuta al campo de trabajo. Entendiendo por tal
al que en nuestro medio se denomina campo psicoanalítico [Nota B] [3, 4, 5, 6,
10,24,27], lugar privilegiado de despliegue y observación de lo que acaece en la
relación entre paciente y psicoanalista, con generación de repeticiones y producción
de transformaciones. Entre las que se encuentran desde placeres nuevos en la tarea
de conocer [1], aun lo desagradable, hasta angustias propias del proceso en
evolución. También fenómenos inéditos como algunas ansiedades específicas del
proceso, determinados tipos de regresiones y las particulares temporalidades que se
pueden encontrar. Todo ello sustentado en la configuración funcional básica
determinada por el contrato y sus actualizaciones, tanto como en los espacios y las
circunstancias en las que se desarrolla la tarea [7].
3. Encuadre interno
Sabemos, y en general aceptamos, que ningún psicoanalista hace solamente
intervenciones psicoanalíticas en sus interacciones con los pacientes. Hay
momentos preparatorios para ulteriores integraciones en otros niveles de
complejidad;
hay
intervenciones
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de
acompañamiento,
de
contención,
de
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GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
estimulación del diálogo y búsqueda de asociaciones, de reflexiones, de
confrontaciones. Las hay también de apoyo, de sostén.
En el campo se van integrando todas ellas, dando soporte y articulándose con
la producción de las tareas interpretativas y de construcción [1,3,4,9,20,27] que son
las propiamente específicas del método, las que van modulando movimientos y
transformaciones en el campo psicoanalítico y en cada uno de sus integrantes. Que
interpretaciones y construcciones sean las específicas del método no significa decir
que son los únicos instrumentos que hacen a lo terapéutico, pero sí son las que
permiten darle voces y figuración hablada a lo que acaece en el espesor de la
relación de trabajo —el campo— y a casi todo lo que atañe a la vida del paciente.
La llamada formación psicoanalítica es, fundamentalmente, el desarrollo de
las experiencias necesarias y la incorporación, reiteradamente perelaborados, de los
conocimientos, con sus historias y discusiones, para poder disponerse como
instrumento para el ejercicio del psicoanálisis. Lo que es imposible conseguir de una
vez para siempre, ya que es actitud y modo de trabajo psíquico que debe ser
permanentemente reinventado y transformado para subsistir siendo lo mismo y
siendo distinto. Es el encuadre interno del psicoanalista lo que no puede modificarse,
lo absolutamente invariante de las apuestas que el psicoanalista hace en los
encuadres manifiestos (contrato, condiciones de tiempo, espacio, frecuencia, etc.),
que pueden variar por diversas razones. El encuadre interno es básicamente la
actitud que ubica al analista en la díada comunicacional que integra la búsqueda de
la asociación libre con la atención flotante, y depende de la integración que el
psicoanalista haya realizado de todo el psicoanálisis [4,5]. Depende en forma parcial
de los factores exteriores y visibles del encuadre formal —aunque este forma parte
importantísima de las condiciones facilitadoras para utilizarlo—, dependiendo su
evaluación de los procesos de pensar del analista. Los que se van trasformando en
el devenir de su vida por la acumulación de experiencias, algunas pasibles de ser
reflexionadas y otras inconscientes, ambas derivadas del “trabajo del clínico”.
Encuadre interno no remite linealmente a los aprendizajes de técnicas,
aunque las implementaciones técnicas fundamentadas sean parte de las
herramientas, así como los llamados Escritos Técnicos de Freud [13 a 20, 23] no
son listas de procedimientos sino el desarrollo de sólidas articulaciones
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GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
conceptuales entre las teorizaciones psicoanalíticas y las conceptualizaciones sobre
los mecanismos de la cura, que son inseparables del artificio técnico. Matriz
freudiana continuada en las evoluciones posteriores de los conocimientos
psicoanalíticos y la orientación de los intereses de investigación hacia el
funcionamiento de la mente de todos los integrantes del campo.
Puede ser útil recordar las referencias de Freud a otras técnicas. Cuando se
refiere a las técnicas del chiste [11,19] y a las del poeta (creador literario) [12], para
superar las barreras de la censura y dar figuración de manera placentera a las
fantasías que los hombres ocultan. A esos recursos, atemperadores del sufrimiento
de develar lo oculto mediante la producción de placer, los denomina Ars poética.
Para los analistas, extendiendo esas consideraciones, Freud se define por el Ars
interpretativa [17]. Que como todo arte es habilidad ligada a técnicas sostenidas en
teorías. Considera que ese arte está en el manejo de la transferencia. Hoy le
agregamos también el de la contratransferencia y de la integración de todos los
ingredientes que se modulan en el campo dinámico.
4. Contextos de trabajo, diferencias de grado, diferencias cualitativas
Los lugares de prácticas para los psicoanalistas formados o en formación son
innumerables y no necesariamente congruentes entre sí [28].
Existen las diversas prácticas hospitalarias públicas, o en Centros
Comunitarios de Salud, o en institutos asistenciales universitarios o de sociedades
civiles sin fines de lucro, por ejemplo los equipos de Salud Mental de los organismos
defensores de derechos humanos.
Están las que se realizan en el amplio espectro de escenarios organizados y
sostenidos por las agencias empresariales del mercado de la salud: los sistemas
prepagos de asistencia, las mutuales, las obras sociales. Derivados de ellos,
algunos equipos asistenciales de nuestras sociedades psicoanalíticas, que
organizan asistencias diversas, en los consultorios privados, con honorarios
reducidos, similares a los que pagan los sistemas de prepagos. Que tiene como
objetivos brindar atención jerarquizada a personas que la necesitan, y disponer de
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GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
experiencias clínicas para investigaciones y prácticas de psicoanálisis supervisados
para los Candidatos.
Hace unos años, esta enumeración habría comenzado por la que realizamos
en los consultorios privados. Ahora parece oportuno comenzarla por la descripción
de los lugares donde las condiciones de trabajo, los tiempos y frecuencia de los
tratamientos, la regulación de honorarios y las formas de su efectivización, son
variables que no dependen de la libertad de decisión de terapeutas y pacientes. Son
las “condiciones del mercado” con las que se puede hacer alianzas, someterse
acríticamente, utilizarlas probando bordes y elasticidades, o suponer que no se tiene
nada que ver con ello.
En los consultorios privados es donde podemos hacer nuestra tarea con
mayor capacidad para proponer y decidir condiciones de encuadres.
a)
Conducir tratamientos psicoanalíticos con metodología clásica.
b)
Llevar a cabo tratamientos con variaciones técnicas fundamentadas,
puntuales o permanentes.
c)
Elegir hacer psicoterapias, cuando lo aconsejen las características del
paciente en relación con las del terapeuta, o por factores externos derivados de
demandas específicas, o por tiempos y/o financiación.
No obstante, esos ámbitos privados tampoco quedan fuera de las repercusiones
del mercado de salud y de los valores culturales que aparecen con acentuaciones
epocales. En rigor, nunca quedaron exentos de esas repercusiones. Solamente que
antes creíamos ser más independientes para decidir y plantear.
En esos contextos de trabajo, los psicoanalistas ofrecemos proyectos
terapéuticos y caminos posibles para realizarlos. Para diferenciar entre procesos
psicoanalíticos y psicoterapias [26], no alcanza con saber cuál fue el propósito inicial
y las condiciones del encuadre. Insisto en que aunque las condiciones más
canónicas del método aparezcan como más confiables para lograr el objetivo, no lo
garantiza. Muchos tratamientos encarados como psicoterapias tienen espesor
psicoanalítico. El “encuadre interno” en alianza con el paciente curioso y
comprometido hace a la diferencia.
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Vol. 7 Año 2006 Página 324
GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
Las consideraciones sobre cualidad psicoanalítica, encuadre interno y
psicoanalista como instrumento, cruzadas con las consideraciones sobre campo
psicoanalítico pueden resultar puntos de referencia útiles para intentar definir lo que
vamos logrando en lo que creemos estar haciendo. Con la posibilidad de esbozar
diferencias
de
grado
entre
vértices
más
psicoanalíticos
y
vértices
más
exclusivamente psicoterapéuticos.
Si juego con ellos, aplicándolos a reflexionar sobre mi propia experiencia,
encuentro que:
a)
Cuando hay más clima de campo analítico, estoy más ocupado con él
que con las particularidades de las vicisitudes sintomales y de materiales más
centrados con exclusividad en lo que aporta el paciente, que es lo que me
encuentro haciendo cuando me encuentro más cercano al polo psicoterapéutico.
En la misma línea, cuando más campo psicoanalítico hay, menos focalizaciones,
más campo dinámico y menos problemas de acontecimientos demandantes de
soluciones operativas inmediatas.
b)
En relación con los diagnósticos, hay mucha mayor movilidad si
predomina el campo dinámico psicoanalítico. Las personas implicadas van
movilizando recursos, generando transformaciones, resolviendo baluartes. Los
diagnósticos ya no son focalizados en el paciente y sus rasgos predominantes,
de estructura y de estilo comunicacional. Por lo que resultan más aleatorios y
cambiantes, al ser sobre lo producido por los dos, cada uno en sus tareas. En el
vértice más psicoterapéutico, los diagnósticos están menos asentados en la
situación psicoanalítica, por lo que son más generalizadores, aunque lo
centremos en la persona que atendemos y su historia. De allí surgen
recomendaciones tácticas generales, que pueden tener la riqueza de acerbos de
experiencias clínicas acrisolados durante mucho tiempo y generaciones, pero
que aíslan al observador de sus propias resonancias en cada situación particular
en lo que necesariamente se busca más cercano al preconciente y a la demanda
manifiesta del paciente.
c)
En la zona del vértice psicoterapéutico, aunque haya interpretaciones y
construcciones sobre la historia infantil, la mayor ocupación se centra en lo
actual y urgente. Aunque haya abstinencia valorativa, necesariamente hay
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GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
menos que en los psicoanálisis así como es menor el trabajo con la
transferencia, y la contratransferencia es tomada más globalmente, sin utilización
de los matices más sutiles.
Más cercano al vértice psicoanalítico, la historia infantil y las
reiteraciones
de
lo
traumático
se
habitan
en
clima
transferencial-
contratransferencial que las actualiza, facilitando regresiones y nuevos
despliegues. Desde allí, los caminos que van tomando lo que aparecía en las
demandas iniciales son múltiples e inesperados, con muchas más variaciones
que las que se dan en zonas más cercanas al vértice psicoterapéutico.
d)
Todas estas diferencias de grado se pueden dar en mezclas variables y
cambiantes. Aunque hay procesos, o épocas de algunos de ellos, en los que la
diferencia es de cualidad. Creo que ese cambio de dimensión se puede explicar
buscando en el criterio del psicoanalista como instrumento de sus prácticas.
Postulo que hay proceso psicoanalítico, en el sentido del que
transcurre en el espesor del campo psicoanalítico, cuando el terapeuta se está
utilizando como resonador y puede producir figuraciones para el paciente, a
partir de vivencias personales transformadas en lenguaje coloquial adecuado al
interlocutor [1,2,25,27]. Lo está haciendo para el otro, pero sus propias
transformaciones también son efecto de esa manera de trabajar, aunque sea
muy asimétrica la proporción de lo que se transforma en uno y en otro.
De no ser así, el registro subjetivo predominante es el de estar aplicando
conocimientos, más que produciéndolos. Lo que tiene matices confortables, pero
también resistenciales. Alivia, permite recomponerse, pero también puede llevar a la
rutina y a la burocratización.
5. Referente diferencial
En el desarrollo del punto 4.d estoy asentando el eje central de esta reflexión;
eje que tiene arborizaciones.
El psicoanalista es instrumento de sus prácticas en la medida en que puede
usarse en el campo psicoanalítico desplegando lo artesanal–creativo-emocional
propio, cimentado en experiencias anteriores y en conocimientos conceptuales
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- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
decantados. Es desde ahí que se dan las conexiones empáticas y creativas con las
otras personas, dentro del método y el encuadre elegido, en pos de los objetivos del
psicoanálisis utilizados de manera acorde con cada campo que se desarrolla, con
las distintas temporalidades que se ponen en juego y hay que poder reconocer; lo
que, a su vez, va variando en las distintas épocas del proceso. Aunque haya muchas
diferencias de estilos personales y modos de figuración de lo que significan los
valores psicoanalíticos, supongo que la formulación “el psicoanalista como
instrumento de sus prácticas” es el vector que puede convertirse en el referente
diferencial sobre la mayor o menor predominancia psicoanalítica que se logra en los
procesos terapéuticos.
Cuando el registro subjetivo es el de aplicar conocimientos, al estilo de la
reiteración de temas musicales ya conocidos, se estaría en el polo más
psicoterapéutico. Aunque se lo haga con virtuosismo, al no haber reinvención del
método, descubrimientos y nuevos enigmas que tensionan búsquedas, el terapeuta
está en vértice psicoterapéutico.
Una derivación secuencial con esta postulación, coincide con la de muchos
colegas que piensan que hacer psicoterapias es más difícil que hacer psicoanálisis,
y que intentar aprenderlas y enseñarlas como atajos técnicos adaptados a las
exigencias de las demandas sociales y resistenciales, es intensificar el peligro de la
banalización del psicoanálisis y de sus búsquedas fundamentales de lo inconsciente
y sus modos de procesamientos en ese particular coloquio humano desarrollado con
las condiciones del método.[5,28]
NOTAS
NOTA A. TRABAJO DEL CLÍNICO
En 1963 denominé “Trabajo del Clínico” [24] a la particular actividad que
realiza el terapeuta en la situación psicoanalítica. Ese trabajo se origina en la actitud,
estructuralmente configuradora del encuadre, que Freud llamó atención flotante y
que es tan necesaria como la propuesta de la Regla Fundamental para el
analizando.
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- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
La atención flotante no es hallazgo espontáneo o intuitivo. Es un producto que
sólo posible de obtener si se ha ido ganando confianza en experiencias anteriores
de hallazgos obtenidos gracias a la elaboración inconsciente, en la vívida marca
dejada por rendimientos intelectuales muy complejos realizados sin intervención de
la conciencia, y en la resultante comprobada muchas veces de las estructuras
fantasmáticas organizadas con instrumental del proceso secundario que se han
hecho inconcientes y retornan transformadas en la expresión verbal posible.
Atención flotante, condición imprescindible para que se desarrolle lo que llamé
trabajo del clínico, por cercanía con los conceptos de trabajo del sueño, trabajo del
chiste y trabajo del duelo.* [11,12,19] Todos vinculadas al trabajo del aparato
psíquico y de destinos de la pulsión: rendimientos específicos del aparato psíquico
que implican operaciones intrasistémicas y productos compartibles de esas
operaciones. En el caso del trabajo del clínico, operaciones matrizadas y reguladas
por las estipulaciones del método, los objetivos de su aplicación y las
particularidades de sus actores en las condiciones histórico-sociales en las que se
desarrolla. Las que a su vez se sustentan en las experiencias de vida procesadas en
el psicoanálisis personal, en el conocimiento teórico y la capacidad de teorizar, en
las prácticas de discusión clínica y de supervisiones. Con todo lo que ellas implican
de complejas transformaciones en el psiquismo de los psicoanalistas.
NOTA B. CAMPO PSICOANALÍTICO
En el área del Río de la Plata, desde las postulaciones y enseñanzas de
Racker y E. Pichon Rivière [6,8,10] fueron varios los psicoanalistas que reflexionaron
sobre modalidades de la situación analítica, considerándola bipersonal, implicando a
ambos participantes, jerarquizando la importancia de la contratransferencia y del
analista como observador participante. En ese clima de ideas, a principios de la
década de los sesenta, Madeleine y Willy Baranger generan el concepto de “campo
psicoanalítico” [3], relacionado con ideas de Merleau-Ponty y de la teoría de la
Gestalt. En un espacio y tiempo de coincidencia, las interacciones entre los
integrantes de la situación constituyen un conjunto de relaciones dinámicas,
interdeterminantes entre sí de manera compleja, generando cantidad de fenómenos
que sustentan la estructuración, movimientos y paralizaciones del campo dinámico.
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- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
Partiendo de la “configuración funcional básica” contenida en el compromiso y
el contrato inicial, el campo tiene algunas características particulares.
Una es la ambigüedad esencial de la situación analítica, que permite trabajar
con los acontecimientos en el campo de modo tal que son lo que parecen al mismo
tiempo son otra u otras cosas. La temporalidad es simultáneamente presente,
pasado y futuro, en interacción dialéctica. Los cuerpos de ambos participantes son
dos, pero ambiguamente, ya que simultáneamente son muchos más, buscando
participar en la relación, que por método es sólo de comunicación verbal, sin
contacto.
Otra, fundamental, es que lo que estructura dinámicamente el campo
bipersonal de la situación analítica es esencialmente una fantasía inconsciente,
creada entre ambos miembros de la pareja terapéutica. “Es algo que se crea entre
ambos, dentro de la unidad que constituyen en el momento de la sesión, algo
radicalmente distinto de lo que son separadamente cada uno de ellos” [3]. Por lo
tanto una fantasía bipersonal, con identificaciones proyectivas e introyectivas
cruzadas, tanto como con contraidentificaciones, que actúan con sus límites,
funciones y características distintas en el analizando y el analista. Ese es el objeto
de las interpretaciones.
Por último, dinámica y curso del tratamiento, en donde las características del
analizando se expresan condicionadas por las características del analista y sus
estilos de utilización de la técnica. Distinto va a ser un tratamiento guiado por un
analista que supone que el proceso debe seguir un curso determinado por la
estructura psicopatológica del paciente y desde lo superficial a lo más profundo, que
por un analista que considere imposible atribuir al tratamiento y los procesos
interpretativos un desarrollo sistemático, que pueda compararse con desandar el
camino teórico de la construcción en las teorías del enfermar y del desarrollo del
psiquismo.
Con esos fundamentos, desarrollaron la observación del proceso en términos
situacionales, en los que importa la movilidad o cristalización del campo. Lo que
corresponde en términos teóricos a la integración y al clivaje considerados en el
sujeto individual. Aparece allí el concepto de “baluarte”, zona idealizada de la vida
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- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
personal que el analizando no quiere poner en juego en el tratamiento y que en
general es refugio de poderosas fantasías de omnipotencia. Las que desde el lado
del analista son también lugar de coincidencias de resistencias e identificaciones con
la omnipotencia encapsulada del analizando.
Los procesos interpretativos tendrían como función movilizar el campo,
comprendiendo puntos de urgencia para lograr esa permeabilización, lo que genera
nuevas estructuras en el campo, con nuevos puntos de urgencia que deberán ser
interpretados, con los procesos proyectivos e introyectivos implicados. Lo que se da
por la generación de momentos de “insight”, entendido como bipersonal e integrador
de las fantasías transferenciales y contratransferenciales acerca del trabajo analítico.
En 1979, W. Baranger hizo una revisión de ese trabajo [6,10], delimitando
conceptos valederos pero que ya no consideraba generalizables a toda la situación
analítica y a la evolución del proceso. Lo que marcó para los conceptos de
identificación
y
contraidentificación
proyectiva
y
de
transferencia
y
contratransferencia. También incluyó, siguiendo ideas lacanianas, la perspectiva de
dos sujetos divididos interactuando en el campo, prefiriéndola a la de dos cuerpos
utilizada en el trabajo de 1961-1962.
En 1992, M. Baranger [4,10], retoma la idea de la fantasía básica del campo
enraizada en el inconsciente de cada uno de los participantes, dedicándose a
estudiar “por un esfuerzo de abstracción” lo que pasa en la mente del analista entre
la escucha y la interpretación. Esfuerzo, porque el proceso interno del analista se
inscribe desde el principio en una situación intersubjetiva, aunque ésta sea
estructuralmente asimétrica.
La interpretación psicoanalítica, se ubica en el contexto determinado por las
demandas del paciente, las expectativas del analista y el contrato que define la
tarea.
El campo se estructura en niveles: el marco funcional del análisis, el diálogo
analítico y la estructura dinámica inconsciente que subyace a ese diálogo. Que van
originando el proceso, escribiendo la historia de la relación, con sus continuidades,
sus “puntos de inflexión” y los nuevos desfiladeros posibles. Para lo que es
importante atender a “los puntos de urgencia” y a las maneras en que el analista va
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DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 330
GALLI, Vicente A.
- PSICOANALISIS-PSICOTERAPIAS PSICOANALITICAS
construyendo sus posibilidades de “escucha analítica” y para trabajo de
interpretación. Con ellas va abriendo la comprensión de un aspecto del campo y
relanzando la dinámica del proceso, el seguir el hilo de la fantasía básica del campo,
levantando obstáculos y permitiendo reconstrucciones dentro del paciente.
Bibliografía
1. AULAGNIER, P.- [1976] “El trabajo de la interpretación”, en Cuerpo, historia,
interpretación. Luis Horstein y otros. Paidós, Buenos Aires, 1991.
2. ——[1979-1980] “Del lenguaje pictórico al lenguaje del intérprete”, en Un
Intérprete en busca de sentido, Siglo XXI Editores, México, 1994.
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campo dinámico” en Revista Uruguaya de Psicoanálisis, T IV, Nº 1, 1961-62, y
en Problemas del Campo Psicoanalítico, Kargieman, Buenos Aires, 1969.
4. BARANGER, M. [1992] “La mente del analista: de la escucha a la interpretación”,
en Revista de Psicoanálisis, Tomo XLIX, Nº 2, Buenos Aires.
5. ——, [2003] “Comentario sobre el trabajo ‘A favor de la enseñanza de la
Psicoterapia en los Institutos Psicoanalíticos’ de Cecilio Paniagua”, en Revista de
Psicoanálisis, Tomo LX, Nº 2, Buenos Aires.
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Uruguaya de Psicoanálisis, 59.
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Psicoanálisis, Tomo XXIV, Nº 2, Buenos Aires.
8. —— [1967] “Enrique Pichon Rivière. Su aporte a la psiquiatría y al psicoanálisis”,
en Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina. Vol. XIII, Nº 4, Buenos
Aires.
9. —— [1972] “Comentarios y contribuciones a J. Zac, ‘Como se originan las
interpretaciones en el analista’, en Revista de Psicoanálisis. Vol. XXIX, Nº 2,
Buenos Aires.
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10.
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perspectivas del Enfoque de W. y M. Baranger” en Volviendo a pensar con Willy
y Madeleine Baranger. Compilador Luis Kanciper, Lumen, Buenos Aires.
11.
FREUD, S. [1905] “El chiste y su relación con lo inconsciente”. A.E., VIII.
12. ——[1908] “El creador literario y el fantaseo”, A.E., IX.
13. ——[1911] “El uso de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis”, A.E.,
XII.
14. ——[1912] “Sobre la dinámica de la transferencia”, A.E., XII.
15. ——[1912] “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, A.E., XII.
16. ——[1913] “Sobre la iniciación del tratamiento”, A.E., XII.
17. ——[1914] “Recordar, repetir y reelaborar”, A.E., XII.
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19. ——[1927] “El humor”, A.E., XXI.
20. ——[1937] “Construcciones en el análisis”, A.E., XXIII.
22. ——[1938] “La escisión del yo en el proceso defensivo”, A.E., XXIII.
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24. GALLI, V. [1985]: “Sobre el trabajo del clínico”, en Psicoanálisis Hoy. Nº 2,
Caracas.
25.
——[1994] “Sobre sufrimientos psicóticos psicoanalistas trabajando”, en Zona
Erógena, Nº 21, Buenos Aires.
26. ——[1998] “Psicoanálisis y psicoterapia”, en Psicoanálisis, APdeBA, Vol. XX, 1,
Buenos Aires.
27. ——[1999]
“Interpretación”,
en
Revista
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la
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Argentina
de
Psicoanálisis, Nº 2, Buenos Aires.
28.
GARCÍA, J. [2003] “Los psicoanalistas y sus prácticas”, en Revista de
Psicoanálisis, Tomo LX, Nº 2, Buenos Aires.
29.
LIBERMAN, D. [1970] Lingüística, interacción comunicativa y proceso
psicoanalítico. Galerna, Buenos Aires.
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GALLI, Vicente A.
30.
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RACKER, H. [1960] Estudios sobre técnica psicoanalítica, Paidós, Buenos
Aires.
REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 333
GODOY BARRIO, Tomás
- EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA
EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA *
Tomás Godoy Barrio. **
“En sí mismo, el psicoanálisis no es ni religioso ni
opuesto a la religión, sino un instrumento imparcial que puede
servir tanto al clero como
a los laicos, cuando sólo es usado
para liberar a la gente que sufre”
Sigmund Freud (1909)***
La obra de Sigmund Freud (1856-1939) nos transmite el origen y fundamentos
de las teorías y técnicas del psicoanálisis, además su aplicación como instrumento
de estudio a diversos temas, entre ellos, la antropología y la sociología. Sobre estos
escritos seguiré las ideas que van desde el complejo de Edipo al origen de las
religiones, a las que agregaré algunos comentarios propios. Por razones de tiempo
tendré que dejar de lado muchos conceptos importantes contenidos en esta parte de
la obra freudiana.
Freud, basándose en sus experiencias clínicas y en conocimiento de la teoría
sobre los afectos que aparece en la obra de Charles Darwin (1809-82), que dice:
“recuerdos de sucesos arcaicos en la evolución del hombre, que en su momento
tuvieron un fin, ahora se evocan por la vía hereditaria”, perfiló el concepto de
herencia arcaica, el cual define: “cada individuo sufre en su desarrollo, en forma
abreviada, una repetición de los mas importantes acontecimientos de los procesos
experimentados por la raza humana en los comienzos de la humanidad” (Freud
1913).
Estos hallazgos lo llevaron a elaborar una teoría sobre la prehistoria en su libro
“Tótem y tabú” (1913), en él nos expresa su convicción de que la primera forma de la
sociedad fue la integración de pequeños grupos que llamó hordas primitivas.
Gobernadas cada una por un macho dominante (padre y jefe) despótico y único
poseedor sexual de todas las mujeres integrantes del grupo, sin distingo de
consanguinidad y, al cual se hallaban sometidos los otros machos, en su mayoría
hijos del dominante, bajo la amenaza de castración o muerte. Estos hijos
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GODOY BARRIO, Tomás
- EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA
sometidos abrigaban hacia el padre sentimientos ambivalentes como admiración y
miedo, que en el fondo eran amor y odio.
En la evolución de estos grupos primitivos, muy parecidos en su dinámica social
a los que continúan formando en la actualidad otros mamíferos, llegaba el momento
en que por el declinar físico del padre o por la superioridad adquirida por el
desarrollo y la unión de los hijos, lo asesinaban y se lo comían. El canibalismo, para
la época era una variante natural de la nutrición y expresión de la subsistencia del
mas apto, pero en este caso, el de devorar al padre, tiene además otros significados
psicológicos como el de la identificación, ser como él por vía de la incorporación,
apoderándose así de su fuerza y astucia para imponerse a los otros machos y,
defenderse de la fantaseada venganza del padre.
El
parricidio
descrito
ocurrió
infinidad
de
veces
en
la
prehistoria
y
progresivamente el hecho de haber satisfecho los impulsos hostiles, padecer los
correspondientes sentimientos persecutorios de retaliación, además de las
consecuencias de las sangrientas luchas entre los hermanos por la supremacía,
aunados a los impulsos de admiración y cariño que también existían hacia el padre,
fueron desarrollando en el salvaje un sentimiento de culpa por el homicidio
paterno, lo que llevó a los hijos a repararlo dándole mayor poder que en vida al
deidificarlo indirectamente en un animal totémico, progenitor y protector del grupo.
La vida de este animal totem y posteriormente la del padre, era tabú, intocable,
sagrada, excepto el día del banquete totémico en que se revivía simbólica e
inconscientemente el parricidio de los antepasados. Así el tótem fue el primer
sustituto del padre que luego dio paso a los espíritus de los antepasados y a Dios
en sus dos versiones: la politeísta, en donde aparecen dioses padres y diosas
madres, antropomórficos o con figuras que combinan la humana y la animal, esto
último es expresión de la evolución del animal tótem, primitivo sustituto del padre. La
otra versión es la monoteísta, siempre masculino, el Padre, que recupera o no la
figura humana. Dice Freud en 1939: “esta vuelta de la madre al padre es un triunfo
de la espiritualidad sobre la sensualidad”, es una forma de apartarse de la hembra
conflictiva
Paralelamente al desarrollo de este sentimiento religioso, los hijos para
salvaguardarse la vida recíprocamente instauraron un segundo tabú fundamental,
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- EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA
referente a la prohibición de poseer sexualmente las mujeres pertenecientes al
padre, es decir las sometidas al mismo tótem, lo que determinó la prohibición del
incesto y el mandato de la exogamia, además de la prohibición del fratricidio,
que a lo largo del tiempo se extendió al “no matar”, así la horda paterna evolucionó
al clan fraterno, en donde existieron lapsos ginecocráticos, para luego retornar al
mandato del padre o de los padres de la tribu, mas evolucionados que los de la
horda.
Todo lo expuesto anteriormente, según Freud, se repite inconscientemente en el
hombre actual, originando sentimientos ambivalentes (amor y odio) e incestuosos
hacia los padres, así como los correspondientes sentimientos de culpa que
configuran el complejo de Edipo en el varón y en la hembra. Este complejo
desempeña un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y cuando
su evolución no ha sido la adecuada determina trastornos psicopatológicos.
Volviendo sobre el desarrollo del sentimiento religioso, Freud lo considera muy
relacionado con la evolución del sentimiento de omnipotencia, presente, tanto en
las formas que ha tenido el hombre de explicarse al mundo que lo rodea a lo largo
del tiempo, como en la evolución de la libido, energía del instinto sexual, en el
individuo, Al respecto Freud en 1913, describe tres etapas: Etapa animista, en ella
el hombre cree en la omnipotencia de sus ideas, de lo que piensa, imagina y siente.
Esta omnipotencia es total en pueblos primitivos o de baja cultura y se lleva a la
acción a través de la magia, a la vez parte de la omnipotencia es cedida a los
espíritus que animan todas las cosas: animales, vegetales, accidentes geográficos o
fenómenos metereológicos y proyectando sobre ellos sus tendencias amorosas y
destructivas (espíritus del bien y del mal), pretendiendo influir sobre ellos a través del
ensalmo (brujería), esto va abriendo el camino hacia la religión. Esta etapa animista
de la humanidad corresponde en el individuo, a la fase inicial del desarrollo libidinal
del niño, caracterizada por el autoerotismo o narcisismo, en donde la libido esta
orientada hacia el sujeto. En ella, como en el hombre primitivo, las angustias
originadas por los sentimientos de desamparo y dependencia determinan como
defensa mental la omnipotencia de los sentimientos e ideas.
La etapa religiosa es la siguiente, en esta etapa el hombre, apocado por las
necesidades y desgracias individuales, unidas a los desastres naturales y sociales,
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GODOY BARRIO, Tomás
- EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA
cede la omnipotencia a los dioses, creadores y amos de todo, aunque sin renunciar
totalmente a ella, ya que continúa reservándose el derecho de influir sobre aquellos
con la oración y la liturgia. En el desarrollo del niño dicha etapa corresponde a la
etapa edípica donde la libido esta focalizada hacia los padres y, en virtud de las
experiencias frustrantes que va viviendo, hacia ellos también es proyectada la
omnipotencia. Así padres y dioses son omnipotentes, exentos de frustraciones, en
disfrute de todos los placeres y fuentes de protección y bienestar o de castigo.
Luego la realidad externa se impone y hace que la omnipotencia quede como
exclusividad de los dioses y que ellos sustituyan a los padres en muchas fantasías y
relaciones intrapsíquicas.
Por último, la etapa científica, en ella el hombre ha reconocido su pequeñez,
renuncia a la omnipotencia y desarrolla su capacidad de investigar. En el desarrollo
libidinal esta etapa equivale a la más avanzada que alcanza el individuo, la etapa
genital, en donde ha hecho una elección de objeto sexual, exterior y ajeno al núcleo
familiar y hacia el esta dirigida la libido.
Es evidente que estas etapas de la historia de la humanidad y de la psicología
profunda del individuo, nunca han sido superadas de un todo, elementos de ellas
siempre están más o menos presentes en la dinámica psíquica y social del ser
humano.
Como transición entre el animismo y lo religioso encontramos a los mitos, las
vidas de los dioses, de ellos Freud en 1921, nos dice: “nacen de la situación edípica
constatada en la horda”, apareciendo en diversas culturas con diferentes tramas y
personajes, pero con el mismo trasfondo que habla del contenido del inconsciente
humano. Por ejemplo, vemos en la mitología griega como el padre primitivo,
representado en Urano primero y en Cronos después, es despótico y anula a los
hijos, Urano arroja al Tártaro (infierno) a los hijos que tiene con Gea, Cronos a
medida que nacen va tragando a los hijos que tiene con Rea. Estos míticos filicidios
son impulsados por el temor del padre a perder el poder y posesión de la madre, ella
en estos mitos es la instigadora y cómplice del crimen que lleva a cabo el más
pequeño de los hijos que ha logrado salvar, Gea da una guadaña a Cronos, el hijo,
con la cual castra y destrona a Urano. Rea oculta a Zeus en Creta y éste mas tarde
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Vol. 7 Año 2006 Página 337
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- EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA
destrona a Cronos, su padre, repitiéndose la historia en las generaciones divinas,
igual que en las humanas (compulsión a la repetición).
El filicidio del infante que amenaza el poder, en el caso de Jesús de Nazareth fue
desplazado al intento fallido de Herodes y se cumplió en la adultez a manos de los
fariseos.
La tendencia del hijo a ocupar el lugar del padre se ve claramente en los mitos
de Adonis y Attis, divinidades juveniles que gozan de los favores de diosas madres y
realizan el incesto desafiando al padre. El sentimiento de culpa y la necesidad de
castigo se manifiestan también en los mitos y los jóvenes amantes incestuosos
tienen corta vida, en el caso de Adonis, muerto por un jabalí (símbolo paterno) o
terminan castrados o autocastrados como fue el destino de Attis ante la exigencia
incestuosa de su madre.
Todos estos contenidos mitológicos quedan condensados en Edipo Rey,
tragedia escrita por Sófocles (495 – 406 A.C.) y tomada por Freud, como expresión y
modelo del complejo de Edipo imperante en el inconsciente humano. En esta trama,
el parricidio y el incesto materno se realizan sin consciencia de lo que se desea y
hace, la castración esta simbolizada en la autoceguera que se infringe Edipo, luego
de la revelación, lo inconsciente se hizo consciente y la culpa no pudo ser elaborada.
Freud afirmaba que el mito cristiano del pecado original de los hombres es un
pecado contra Dios Padre, que de acuerdo con la ley del Talión, mandato divino en
el pasaje bíblico Levítico 24, natural en la mente humana e imperante en la
antigüedad, es de pensar que fue un asesinato, ya que según dicha ley, el asesinato
solo puede ser redimido con el asesinato. Esto hace que sea la doctrina cristiana la
que confiesa más claramente la culpabilidad de la humanidad, la cual emana del
crimen original, ya que solo con el sacrificio del Hijo se obtiene expiación suficiente.
La reconciliación con el padre es mas sólida cuando simultáneamente a este
sacrificio se renuncia a la mujer, como sucedió en la evolución de la horda primitiva,
esta renuncia aparece representada en el celibato religioso.
Freud hace notar la paradoja de que con el mismo sacrificio expiatorio que
ofrece el Hijo al Padre obtiene su máximo triunfo, ya que se convierte en Dios e
inaugura una religión que reemplaza a la primera, la religión judía es la del Padre y
la religión cristiana es la del Hijo. Como evidencia de esa sustitución, se reactualiza
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Vol. 7 Año 2006 Página 338
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- EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA
el antiguo banquete totémico de la horda primitiva en la comunión, en la que los
hermanos comen la carne y la sangre de Jesús, identificándose con él.
En este punto quiero resaltar el pasaje bíblico, génesis 3, de donde deriva el
pecado original en la teología cristiana, creada en gran parte por Pablo tiempo
después de la muerte de Jesús, en este pasaje, Adán, el hijo, desobedece el
mandato de Yahvé, Dios Padre, al comer del árbol del saber, instigado por Eva, lo
que nos recuerda a Gea y Rea en la mitología griega, ellos querían ser como El,
alcanzando la sabiduría por vía de la incorporación-identificación como en la horda
primitiva, ambos fueron castigados, entre otras maldiciones, con la muerte al ser
expulsados del Paraíso, impidiendo así que comieran del árbol de la inmortalidad,
prerrogativa exclusiva del severísimo y filicida Padre. En este mito judeo cristiano,
tomando en consideración la antes citada opinión de Freud, sobre la ley del Talión,
el parricidio es ocultado por la desobediencia filial, pero no deja de revelar la
conflictiva relación del padre y el
hijo
que se repite desde los orígenes de la
humanidad y es negada una vez mas con la versión bíblica (Deuteronomio 34) de la
muerte natural de Moisés, en presencia de Yahvé. Exhaustivas investigaciones de
Freud y otros, publicadas en 1939, revelan que fue asesinado por gente del pueblo
judío en la lucha por el poder. Otras conclusiones de estas investigaciones fueron
que Moisés era un influyente egipcio monoteísta, caído en desgracia por un vuelco
faraónico hacia el politeísmo, que escogió al pueblo judío, convirtiéndose en su líder
político religioso y figura paterna dominante. Los cristianos inicialmente niegan el
parricidio como pecado original y luego lo aceptan en la crucifixión del Redentor, los
judíos lo niegan totalmente.
Luego del diluvio universal, la torre de Babel, la alianza (circuncisión) y la
destrucción de Sodoma y Gomorra, quiero hacer notar en génesis 22 como la
conflictiva paterno filial se atenúa, cuando Yahvé exige a Abrahán el holocausto de
su hijo Isaac y luego lo detiene a cambio del sacrificio de un cordero, por considerar
que Abrahán fue temeroso y obediente. Este pasaje bíblico reafirma la alianza del
Padre Dios y el hijo, pueblo judío y establece el mandato que prohíbe el sacrificio
humano, esto fue acatado hace miles de años por las religiones que derivaron de la
Biblia, no así por otras, como la azteca y la inca, donde continuaron estos sacrificios
de niños y adolescentes hasta años después de la llegada de Colón. Una evolución
semejante a la de Yahvé, a lo largo del génesis ocurre en el superyo, inicialmente
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Vol. 7 Año 2006 Página 339
GODOY BARRIO, Tomás
- EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA
severo y sádico frente al yo y sus vicisitudes con el ello y la realidad externa, va
tornándose flexible y benigno si el desarrollo del aparato psíquico es sano.
A lo antes expuesto Freud agrega, en 1921: “así como la religión totémica, los
dioses paternales y maternales y los mitos nacen de la situación edípica vivida en la
horda primitiva, todas las religiones son intentos de solucionar el mismo problema,
intento que varía según el grado de civilización alcanzado por las generaciones, pero
todos son reacciones originadas por el parricidio que desde entonces atormenta a
los hombres.”. Esta afirmación freudiana, me hace pensar que las versiones
evangélicas del embarazo virginal de María intenta negar el conflicto edípico en
Jesús y aliviarlo en sus seguidores, porque si María, madre es virgen y José, padre
es casto ¿cuál es el problema?, ¡mamá es mía! También llama la atención que las
mismas versiones evangélicas no le reconocen compañera sexual a Jesús, tal como
es frecuentemente el destino de las personas que de forma inconsciente creen
haber interferido, paralizado la actividad sexual de los padres.
A las necesidades del ser humano de crear religiones como una forma de
resolver
sus
conflictos
edipicos,
en
1927,
Freud
agrega
un
factor
complementario: “El desvalimiento del género humano frente a los numerosos
peligros que tiene que afrontar: del mundo externo, de su propio interior y de las
relaciones de los hombres entre sí”. Esto lo reafirmó, en otras palabras, en 1932: “El
origen de la religión reside en la necesidad de protección del niño inerme y deriva
sus contenidos de los deseos y necesidades de la época infantil”, siempre presentes
en el adulto.
Si bien es cierto que Freud, no creyente, llegó a la conclusión de que la religión
era un delirio de masas, una evasión de la realidad por la adopción de la fe en un
padre celestial, que promete la felicidad en el cielo a quienes renuncian a los
instintos terrenales, también es cierto que la aceptaba como una verdad
psicológica que tiene que ver con conflictos inconscientes reales y presentes en
todo individuo, verdad que debe ser respetada y será el mismo individuo quien
prescinda de ella en la medida en que resuelva dichos conflictos.
Por último, Freud, en 1927, expresó una ilusión, un deseo, una esperanza:
¿Podrá la humanidad encontrar alguna vez la manera de soportar las dificultades de
la vida sin tener que recurrir a los consuelos de la religión?
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DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 340
GODOY BARRIO, Tomás
- EDIPO Y RELIGION EN LA OBRA FREUDIANA
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•
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Vol. XVIII
•
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•
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psicoanálisis. Conferencia 35. En torno de una
cosmovisión.Vol. XXII.
•
- Grimal, P
1939. Moisés y la religión monoteísta. Vol. XXIII
Mitologías del Mediterráneo al Ganges. Edit.
Planeta 1963
-Jones, E
Vida y Obra de Sigmund Freud. Ediciones Hormes.
1976
•
Tomo II, Pág. 372, carta a Oskar Pfister, febrero 9,
1909
-Mandolini, R
Historia General del Psicoanálisis. Edit. Ciordia. Buenos
Aires 1974.
- Straubinger, J
REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
La Sagrada Biblia. Edit. Barsa. 1980
Vol. 7 Año 2006 Página 341
HERNANDEZ, Max
- LOS CACHORROS / PICHULA CUELLAR…
LOS CACHORROS / PICHULA CUELLAR1
Y LA CUESTIÓN DE LA CASTRACIÓN2
MAX HERNÁNDEZ∗
"Los cachorros y la castración”3. Los organizadores del coloquio han puesto
sobre esta mesa una cuestión capital de la teoría psicoanalítica. Situarse en la
escena de la lectura exige seguir el sesgo impreso por la escritura: la literalidad del
texto podría mostrar lo que el relato vela. Es una faena que requiere ceñirse a la
letra. El asunto en "cuestión"4 toca un tema filoso, tajante, incisivo Las respuestas
precoces o los alegatos preparados no convienen si se trata de estar atento a las
sutiles huellas que la escritura ha ido dejando en el camino.
"Todavía llevaban pantalón corto, aún no fumábamos, entre todos los deportes
preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas...". Una desacostumbrada
sintaxis define desde las primeras líneas dos voces distintas que se relevan y dan
lugar a una doble perspectiva: la de un yo observador y la de un nosotros
participante. Dos voces distintas pronuncian dos palabras cuya polisemia ha de
resonar en el texto: "corto" y "correr". El sujeto plural informa al lector que el nuevo,
"más chiquito todavía que Rojas apareció una mañana de la mano de su papá". Un
padre entre los Hermanos del colegio y cinco amigos, cuatro con apodos cariñosos,
uno con el apellido: el nombre propio de Cuéllar no aparecerá en toda la novela.
En la cancha de fútbol, Judas encerrado en su jaula, con el rabo parado, "se
volvía loco... guau guau guau" y mostraba sus colmillos. Cuéllar "sacaba su puñalito
y chas chas lo soñaba y lo deslonjaba y enterrabaaaaaauuuu ... uuuuuuaaauuuu..."
∗
Miembro Honorario, Analista Titular con función didáctica de la Sociedad Peruana de
Psicoanálisis.
1
Vargas Llosa, M. (1967), Los cachorros! Pichula Cuéllar. Barcelona, Lumen. No se hará
alusión a las fotografías de Xavier Miserachs
2
Basado en una ponencia presentada en la Jornada Psicoanálisis y Literatura, PUCP, junio
2004.
3
Título de la Mesa Redonda.
Es decir, se ha de someter este "punto o materia dudosos o discutibles" respecto al que
existe "oposición de términos lógicos o de razones... que exigen detenido estudio para
resolver con acierto" a la "pregunta que se hace o propone para averiguar la verdad de una
cosa controvirtiéndola", a estar por lo que consta en el DRAE.
4
REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 342
HERNANDEZ, Max
- LOS CACHORROS / PICHULA CUELLAR…
imitando a Tarzán con un eco de ladridos, o tal vez un anticipo de ares de dolor.
"[S]iempre primero hasta el accidente", "chanconcito". Cumplía con sus obligaciones
-su padre era un "fregado"-, era buena gente. Llegó a ser un buen futbolista. Algo
creído, "[se] sobaba las uñas y se las lustraba" y se copiaba todas las de los "craks"
del fútbol5 . Cuéllar se demoraba y se duchaba siempre. Se diría que le -¿o les?gustaba exhibirse: "Los seleccionados nos "Vestíamos para ir a sus casas y
almorzar".
De súbito, Judas aparece en la puerta de los camarines. Los ladridos irrumpen
en la narración cuando "guau guau" se duchaban. Un episodio ominoso: miedo,
chillidos, convulsiones, ladridos y el llanto de Cuéllar; un "montón de tiempo": dos
minutos, cinco "más, mucho más". Los Hermanos lo llevan cargado, "calato",
sangrando, "el baño entero era purita sangre". La cancha de fútbol y los camarines
del Champagnat6 han adquirido un cariz siniestro, un toque de extrañeza se infiltra
en el relato7. Algo siniestro desborda lo simbolizable, sacude las convenciones del
realismo y transmite una sensación de vulnerabilidad. La sangrienta escena produce
-un instante de inquietante fascinación.
Luego del "accident ", el silencio, las oraciones, el rosario del viernes y la misa
del domingo. El lunes, la visita a la "Clínica Americana"8. Allí la mamá vestida de
blanco y la tía estaban en "un cuartito lindo". "[V]imos que no tenía nada en la cara ni
en las manos", pero hay una alusión al Águila Enmascarada que "chas chas" le
pegaría a Judas. Las señoras salen a fumar, los amigos preguntan acerca del lugar
de la mordida: "hermanito... ¿había dolido?, ¿dónde?, "¿en la pichulita?, sí,
coloradito y se rió y nos reímos...". Mejor no decir nada, es un secreto. La operación
duró dos horas. "... ¡[C]uántas vacaciones!". Cuéllar no pudo jugar ese semestre: el
equipo todo quedó debilitado. Así termina la primera parte.
La sección del relato da lugar para una interpolación. Una de las "teorías
5
La referencia a Toto Terry, "la saeta rubia", ídolo futbolístico peruano de los años 50, ancla
el tema en las costumbres de la época.
6
Colegio religioso del distrito de Miraflores, uno de los varios "lugares comunes" de cierta
Lima de la época que aparecen en el relato
7
Freud, S. (1919) "Lo ominoso". Obras Completas. Bs. As., Amorrortu.
8
Otra referencia precisa que reubica el relato en una realidad concreta.
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sexuales infantiles" descritas por Freud en 19089 atribuye un pene a todo ser
humano. La explicación de la diferencia de los sexos requiere, por ende, la inclusión
de la castración. Juanito, el infantil sujeto del historial clínico de Freud10 basa su
angustiada pregunta en la percepción de la realidad anatómica de su pene11 y
desplaza la amenaza paterna a un animal: el caballo. Pero en estas primeras
referencia el complejo de castración ocupa un lugar accidental -no esencial, casual,
contingente. En los trabajos de esos años la fantasía de castración asume diversas
apariencias: ceguera, decapitación, extracción de dientes, sífilis, intervenciones
quirúrgicas, incluso la locura12. Hasta 1915, la castración no tiene alcance universal
en la formulación freudiana. Tan es así que Laplanche designa, irónicam nte la
teoría que se elabora a partir de ese análisis "la teoría de Hans y Sigmund"13.
En la segunda parte del relato, después del accidente, Cuéllar regresa al colegio
más deportista que nunca. Los estudios ya no le importaban. No sabía "nada de
quebrados" pero le "pusieron dieciséis" -un número entero. Este intento de negación
del daño con el triste consuelo de una ganancia secundaria se hace más evidente a
renglón seguido: "lástima que Judas no nos mordiera a nosotros". No era por lástima
que los Hermanos "lo sobaban", era por "miedo a su viejo". La figura del padre se
yergue amenazante ante todos los integrantes del plantel puestos en la posición de
los hermanos de la horda primitiva.
Cuéllar sigue siendo el primero: "el primero de los cinco en tener patines".
Conejitos blancos sustituyen a Judas en su jaula. Pero el secreto no se puede
mantener. Gumucio' -apellido que rima con prepucio- le pone el apodo "Pichulita".
Esa palabra, que nombra aquello que falta, queda allí "pegad[a] ... como una
estampilla". El niño llora al escuchar el vocablo infantil que ahora lo designa como
castrado. El rumor se fue extendiendo por los barrios de Miraflores, hasta los propios
amigos lo usaban. Cuéllar ya no llora, se pone matón, se trompea: "Pichulita no
9
Freud, S. (1908) "Sobre las teorías sexuales infantiles". Obras Completas. Buenos Aires,
Amorrortu.
10
Freud, S. (1909) Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Obras Completas. Buenos
Aires, Amorrortu.
11
¿Se podría traducir el wiwimacher al que hace alusión Juanito por "pichulita"?
12
Freud, S. (1910) Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci; (1912) "Contributions to the
psychology of Love". Obras Completas. Buenos Aires, Amorrortu.
13
Laplanche designa, irónicamente la teoría que se elabora a partir de ese análisis "la teoría
de Hans y Sigmund". (1988[1980]) Problemáticas 11. Buenos Aires, Amorrortu; (2001 /19921998]) Entre seducción e inspiración: el hombre. Buenos Aires, Amorrortu.
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¡Pichulaza ja ja!". Pronto adoptó el alias: "Pichula Cuéllar a tus órdenes.
"[Y]a se interesaban por las chicas". Los cinco corrían a las cinco en punto. El
momento del despertar erótico es señalado por una alusión elegíaca: la referencia a
las fatídicas "cinco en punto de la tarde" es inevitable. Alcanzaban justito "la salida
de las chicas de "La Reparación". Cuatro de ellos, Lalo, Choto, Mañuco y Chingolo
se aproximan -¿a las chicas o a la posibilidad de reparación?-. A veces iban "hasta
la Avenida Arequipa" -¿tan lejana?a ver a las colegialas de uniformes blancos,
vestidas como la madre de Cuéllar, del Villa María. También a espiar a las del Santa
Úrsula -la santa de las once mil vírgenes- y a las del Sagrado Corazón.
Las primeras fiestas mixtas. Los tímidos tanteos. Los ensayos de baile entre los
cinco en la casa del "Señor Cuéllar" en el "dos ocho cinco" -que no quepa duda de la
ubicación precisa del lugar- de Mariscal Castilla -una calle que ostenta el nombre del
soldado de la ley de las lecciones de historia del Perú. Pronto los primeros
cigarrillos, los pantalones largos, los discos, el trago previo a la fiesta y la voz de
Pichulita: "Seco y volteado... así glu glu, como hombres, como yo". La visita de
Pérez Prado da ocasión a Cuéllar –en esta circunstancia no es Pichulita-, que ha
echado un "cuerpazo" y está hecho un Tarzán, para que, atravesando la multitud,
demuestre en una estrategia fálico-narcisista de héroe adolescente lo aventado que
es: toca el saco del músico y le grita "¡Rey del Mambo!".
En la tercera parte del relato, Cuéllar ya no es el primero. Es Lalo, radiante,
risueño, "sobrado como un pavo real", el primero en tener enamorada. El interés del
grupo, y sus preguntas cómplices contrastan con el nerviosismo de Cuéllar quien
"parece un cura" confesor. Los tragos le caen mal y vomita frente a la Asistencia
Pública -entre paréntesis, el lugar adonde van los accidentados. Manchado con su
propio vómito vocifera: "Lalo traidor... mal amigo" entra a su casa pateando la puerta.
Desde entonces empieza a "hacer locuras para llamar la atención": sustos a los
transeúntes, perros muertos, vidrios rotos -y se podría añadir toda clase de mata
perradas- para sacar cachita a Lalo y desahogar el odio que siente hacia Chabuca,
la chica que le quitó al amigo.
Choto y Mañuco le caen a dos chicas con nombre y apellido. Cuéllar/ Pichulita
pregunta con "la voz enferma de pica, envidia y malhumor" qué es lo que hacen con
ellas. El discurso directo subraya la desfachatez: "¿un plan cito firme, muchachos?".
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Habla "como si las enamoradas fueran cholitas de plan". En el marco de esta lectura
interesa menos señalar la presencia de los prejuicios de clase que la tendencia a la
devaluación del objeto erótico14. En quinto de media Chingolo le cayó a la China
Saldívar. Cuéllar se entristecía y tomaba más y más, pero hasta un punto. Tal vez
para no ponerse a llorar, o para aguantarse las ganas, o para que no le diera la
pataleta.
Las cuatro parejas conspiran para que Cuéllar -quien ya tenía un convertible con
"escape abierto"- le cayera a una muchacha. Pero él "ponía cara de forajido... de
cafiche, a lo mejor de vicioso". "Sobrado avejentado" -la palabra recuerda al Cuéllar
"aventado" y parece invitar a un juego de palabras con aventajado. Las enamoradas
le decían que no le gustaban "las chicas decentes... sólo las cholas, las medio pelo,
las bandidas15. Entonces tartamudeaba -el texto escrito repite las letras que cortan
las palabras- pero también aceleraba más el carro y "corría" las olas cada vez más
grandes "metiendo apenas la cabeza, un brazo tieso" -frase que calza dentro de un
contexto sexual-. Pero, "¿[p]or qué no tenía enamorada?". Ellos se miraban de reojo
sin saber de cierto si ellas sabían. Lalo "se cortaba la cabeza que sí". Ellos y ellas
conviven con un saber intolerable que se quiere eludir y reaparece.
Cuéllar "agua la fiesta" de Pusy con una "sarta de cuetes". Se presenta borracho
en la misa de Gallo sin importarle "un pito", más bien quisiera "un revólver". La
sustitución del pito sin importancia por un revólver indica el intento de negar el
trauma a través de una relación cada vez más agresiva con su mundo. En los
Carnavales lanza proyectiles hediondos, apunta los chisguetes de éter a los ojos de
las chicas para dejarlas "ciegas" y hostiga a las parejas en la pista de baile. Las
alusiones uretrales -aguar la fiesta- y anales -cuetes y proyectiles hediondos- bien
podrían servir para ilustrar los señalamientos de Freud sobre las transformaciones
del erotismo anal16. Lo, que dijeran las "rajonas" -¿chismosas o grandes rajas?- lo
tenía sin cuidado. A las "pituquitas se las pasaba... por aquí". El deíctico de lugar no
señala explícitamente por donde, apunta a un vacío. Para evitar el "ridículo;' de
ponerse smoking decide no ir a la fiesta de promoción. La proyección de la
14
15
Freud, S. “Una tendencia... Obra Completas. Bs. As., Amorrortu.
Ibid
16
Freud, S. (1917) "Sobre las transposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal".
Obras Completas. Buenos Aires, Amorrortu.
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minusvalía en el atuendo le impide celebrar el fin de la etapa escolar.
En la cuarta sección, cuatro de los cinco amigos han salido del Colegio y
estudian o trabajan. De Cuéllar sólo se registra que "dejó de hacer locuras" a partir
de la llegada de Teresita Arrarte a Miraflores. "[E]mpezó a ponerse corbata y saco
[a] peinarse con montaña a lo Elvis Presley". Volvió a soplarse y a sobarse las uñas,
a ser sociable, a ir a misa, al Parque, al Club, al cine. Aferrando el taco del billar
confía a los amigos que piensa operarse. Los puntos preceden a la operación:
"Marcó sus puntos, lo iban a operar". El tiempo de la espera queda abolido. La
respuesta del doctor de Nueva York es negativa. Quedaban otros lugares del mundo
desarrollado: Alemania, París, Londres, Roma, a los que" a lo mejor" se podría
acudir.
Quiere borrar su mala fama: es puntual, correcto, pulcro y educado. Se interesa
en las grandes preguntas de la religión, la historia, la filosofía. Entraría a la Católica.
Pero Teresita, Lalo dixit, "lo tenía como un perro". Ante el asedio de los amigos,
Tere, quien "sabía las de Quico y Caco" indaga mostrando las piernas por la
"palabrota fea" con que nombran a Cuéllar. Mañuco le pide tratar el asunto "a calzón
quitado". El texto se enmaraña: que nunca le decía nada, ay, ay "¡una mariposa!",
disfuerzos y zalamerías, pobre mariposa, "la mataron", la enterrará "en su jardín en
un huequito", pero "no estaba muerta la bandida ¡se voló!" y "el cuello, las orejitas,
nunca...", "cuidado, te vas a manchar", "hoyito en los cachetes", toda apachurrada",
"ves, ves cómo le gustaba", "¿le daba bola?", "¿o era otro bichito?". "Pero porqué
tenía ese apodo tan feo".
Cabe otra interpolación. A partir de la década de los veinte, el complejo de
castración va a ocupar un lugar fundamental en la teoría de la estructuración
psíquica y de la regulación de la sexualidad17. La castración no concierne al pene,
órgano real, sino al falo, objeto imaginario. O mejor, a la representación de la
amenaza de su desaparición puesto que la teoría alude a la falta simbólica de un
objeto imaginario. El falo yergue su presencia sobre un desconocimiento, el del
genital femenino. Al ser concebido como aquello que oculta una ausencia, se instala
sobre una paradoja. El falo, pues, es inseparable de la noción de falta, es decir, de la
17
Freud, S. (1923) "La organización genital infantil". Obras Completas. Buenos Aires,
Amorrortu.
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supuesta falta que muestra el genital femenino, es decir, la inaceptable falta del
pene en la mujer.
Con el "calzón quitado", una mujer que sabe las de Quico y Caco es amenazante
por partida doble. Trepados en el poderoso Ford cometen una infracción. Se libran
de responder ante la ley con una "libra" al "cachaco" que les pidió el brevete. Unidos
en torno a Cuéllar, los amigos no se atreven a hablarle. Las cervezas, los boleros, el
futbolín, los piscos, los bares de la playa -ámbitos y atmósferas en los que el afecto
entre hombres se puede expresar sin temor- les permiten hacerla. "Le caería... y
Choto tiraría plan y Mañuco le agarraría la mano y Chingolo la besaría y Lalo la
paletearía su poquito": al pie de la letra se trata de una propuesta colectiva. Pero,
"¿y después?". "Acabará borrachín, forajido, locumbeta". Cachito - masculino de
cachita-, un muchacho de San Isidro, le cayó a Teresita. Para ellos fue "una
perrada", ellas sostienen en coro que "la perrada se la hizo él", que "la tuvo
perdiendo el tiempo", que "era un tímido", "un maricón".
Una serie de observaciones clínicas exigen una radical elaboración teórica que
lleva a inscribir la castración en un circuito de interacciones, correspondencias,
sustituciones, intercambios y permutas que ocurren de modo sucesivo, coincidente o
simultáneo. Una constelación en la que destacan la organización fálica, el complejo
de Edipo, la latencia y la formación del Superyó otorga sentido a la amenaza de
castración a la vez que la aleja de algún hecho concreto18. Discernir en esos textos
cuáles
son
sus
efectos
reclama
una
lectura
que
tome
en
cuenta
la
sobredeterminación, la circularidad y la simultaneidad de los procesos que los
producen.
En la parte quinta del relato "Pichula Cuéllar volvió a las andadas". Lalo,
Chingolo y Choto cuentan que corrió los olones de Semana Santa "como diciéndole
a Tere fíjate a lo que me atrevo y Cachito a nada". En un alarde de exhibicionismo
fálico, ataviado con una ropa de baño Jantzen amarilla y anteojos de sol, Cuéllar se
quita la toalla que llevaba al cuello y se mete al mar. "[L]o adivinamos meter la
cabeza... poner el cuerpo duro" en la ola inmensa otra vez las frases remiten a un
contexto sexual-. Apareció en la orilla "quietecito... forrado de yuyos". Los "había
18
Freud, S. Ibíd.; (1924) "El sepultamiento del complejo de Edipo"; (1925) "Algunas
consecuencias psíquicas de las diferencias anatómicas entre" los sexos". Obras Completas.
Buenos Aires, Amorrortu.
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tenido con la lengua afuera". De ahí en adelante, los cabarets de mala muerte y el
empeño de sus posesiones de valor simbólico. Amanecía a veces con un ojo negro y
"se junta -así en la inmediatez del presente- con rosquetes, cafichos y pichicateros".
Las reuniones de los sábados, el Hipódromo, el Estadio y el póquer continuaban. En
un chifa de la calle Capón, Cuéllar cuenta un chiste: cuando se cortaba al afeitarse
el huevón, de Mella -la palabra subraya el sentido- se capaba.
Cuéllar -hay que asumir que los cinco, pues eran coetáneos- había cumplido los
veintiún años. Tenía el Nash del viejo. Después de comer, los bulines, las cervezas,
las bailes y luego, Nanette19. Cuéllar conversaba con la regenta del prostíbulo.
Dejaba "que ellos escogieran su polilla" -una mariposa, pero nocturna. Uno de esos
sábados lo vieron en el auto "acurrucado contra el volante" temblando, llorando,
suspirando, sollozando. Había estado pensando porqué los hombres ofendían tanto
a Dios, y compadeciéndose de los pobres, los ciegos, los mendigos, los canillitas,
los cholitos lustrabotas. Para sacado de la pena los amigos le piden que ponga "el
fierro a fondo", así podrán alcanzar el show de una mulata cubana, Ana la Caimana la alusión a las fauces dentadas ya es ineludible.
La sexta parte cuenta que Lalo se casó y que Mañuco y Chingolo se graduaron.
Cuéllar había tenido varios accidentes. El Volvo andaba abollado, despintado, con
las lunas rajadas -"cicatrices" ostentadas como blasones. De noche "timbeaba" y de
día vagabundeaba con "pandillas de criaturas" vestido a lo James Dean -entre
paréntesis, el rebelde sin causa-. Salvo Choto, "[decíamos] [y]a está... era fatal:
maricón". Se hizo corredor de autos, como antes de olas. Tuvo "su primer accidente
grave" -como si el relato hubiese dejado muy lejos el primero- haciendo el paso de la
muerte con las manos amarradas y los ojos vendados. También chocó contra un taxi
con los amigos a bordo. Murió al chocar en "las traicioneras curvas" de Pasamayo.
Ellos eran ya "hombres hechos y derechos" con hijos en buenos colegios, casitas de
playa, "canas, barriguitas y ciertas arruguitas".
"Para estimar exactamente la importancia de la castración -escribe Freudenecesario atender al hecho de su emergencia en la fase de la primacía del falo"20. Es
a partir de "la premisa universal del pene" que lo fálico se instala como referente
primordial. Dado el desconocimiento del genital femenino, dicha primacía se
19
20
El alias de la "mami" (regenta) de un prostíbulo de Lima.
Freud, S, Ibíd. No obstante, Freud no da una definición nominal del falo.
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configura a imagen y semejanza de una realidad anatómica que desconoce su
función. La castración señala lo que su falta puede representar subjetivamente y es
determinante para la estructuración del psiquismo del sujeto. En la década del 50, el
falo -término inconcebible sin la referencia a la castración- es caracterizado por
Lacan como objeto imaginario con el que se busca obturar una falta no obturable por
el objeto. En un segundo momento lo distinguirá como significante21
El autor de Los cachorros... escribió, veintisiete años más tarde22, acerca de un
suceso protagonizado por Lorena, una joven hispánica que procedió "a decapitar
sexualmente a su marido". Tal referencia a una acción realizada "sin metáforas de
ninguna especie y de la manera más cruda" acaso permitiría circunscribir de manera
más precisa aquello que Cuéllar perdió en los espacios de indeterminación de la
novela. "Humillada y ofendida... empuñó [un cuchillo]… levantó las sábanas y de un
diestro tajo carnicero, desembarazó a su esposo del santo y seña de su virilidad".
Luego de huir "arrojó por la ventanilla del automóvil… el cuchillo de cocina y lo que
había sido el pene de John Wayne Bobbit".
El artículo periodístico continúa glosando el informe de una facultativa convocada
por la defensa. Resulta que "el adminículo que Lorena cortó no era en absoluto lo
que parecía, es decir, una protuberancia cilíndrica hecha de carne, venas y restos de
esperma". Era "un coeficiente abstracto, una estructura simbólica..." Lorena había
cercenado "un icono emblemático del horror doméstico, de la sujeción servil, de las
palizas que Lorena recibió, de los insultos que martirizaron sus oídos, de los
innobles jadeos que se abatían sobre ella en las noches alcohólicas de su marido".
En suma, lo dicho algunas líneas antes: "el santo y seña de su virilidad".
Los Cachorros! Pichula Cuellar: el título registra la dualidad plural / singular. En
el desarrollo polifónico de la novela las voces de Pichula Cuellar, de los Cachorros y
del narrador se entrelazan y dispersan una y otra vez. Ya desde las primeras líneas
el observador usa la tercera persona y el coro la primera, ambas del plural. La
palabra "corto" y "correr" -que solo cobran sentido a posteriori- permiten que corte y
21
Lacan, J. (1970 [19561) Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires, Nueva Visión;
(1957) "La significación del falo" en Écrits. París, Seuil. Frente a la radicalización lacaniana,
Laplanche señala que la universalidad del complejo de castración es planteada como un a
priori "en nombre de un viraje metafísico" que desexualiza el conjunto. Así la castración
pasa a ser el significante de la finitud humana, que cada quien debe asumir (Laplanche, J.
(2001 [1992-19981) Entre seducción e inspiración: el hombre. Buenos Aires, Amorrortu).
22
Vargas Llosa, M. (1994) "El pene o la vida" en Los desafíos a la libertad, Peisa, Lima.
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cortar se introduzcan en un lugar en donde "correr olas" preludia correr autos, ir
corriendo, correrse de, y en el que se entromete correrse la... El particular
tratamiento del juego entre la semántica y la sintaxis ha hecho posible tal encuentro
subrepticio.
Ahora bien, aquello que Cuéllar perdió en el sangriento episodio sigue eludiendo
los empeños del lector. No se sabe de manera explícita si Judas despojó a Pichulita
(y/o a los Cachorros) de "una protuberancia cilíndrica hecha de carne, venas y restos
de esperma" o del "santo y seña de su virilidad". Al cerrar el libro queda en pie
menos una afirmación que una interrogante. ¿Quaestio facti o quaestio juris? Si, por
un lado, el título y el relato tensan la relación entre amenaza y deseo, por otro, al
dejar lo ocurrido en suspenso y optar por registrar la oscilación falo/castración,
castración/falo, el texto acentúa algo más. Pone en relieve las dificultades -no solo
teóricas-que tales nociones significan.
¿Testimonio de las formas que asumía la irrupción de la sexualidad y de los
caminos que ésta recorría por entonces en un segmento emblemático de la
geografía social de Lima? ¿Parábola de la sexualidad infantil y adolescente enfrentándose a los engranajes dentados del poder eclesial y social? ¿Admonición
acerca de la inexorable condena al fracaso promulgada por quienes controlan el
acceso a un mundo adverso a las ambiciones juveniles? Es posible. Este ejercicio
de lectura se ha circunscrito a otra cuestión. Por ello, aun a sabiendas de que ser fiel
a la letra es cosa imposible, ha insistido en ceñirse a ella, en rastrear las huellas de
lo escrito, en transitar los senderos seguidos por el relato. Así ha recorrido los
mismos escabrosos parajes que atraviesa la investigación de los procesos
inconscientes cuando se topa con una zona problemática de la realidad psíquica a la
que es difícil aproximarse y de la que es imposible escapar.
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Vol. 7 Año 2006 Página 351
HERRMANN, Fabio
- AS TRÊS FACES DE EROS
AS TRÊS FACES DE EROS:
ENSAIO SOBRE O AMOR CONTRÁRIO
Fabio Herrmann*
Eros contra Tânatos?
Pode-se dizer [da psicanálise] o que Lévi-Strauss
dizia da etnologia: ela dissolve o homem
Michel Foucault (1966, p. 390)
Há teorias que são como dunas no deserto. Brotam na areia sem fim do senso
comum, onde vagamos todos os inexperientes, esta que não guarda trilhas nem
registra pegadas e, justamente por oferecer todos os caminhos, é intransponível, tal
como o oceano, tal como o conhecimento, formas irmãs do ilimitado. Ao ilimitado e
intransponível os gregos chamavam ápeiros, como ápeiros diziam também do
inexperiente, do desconhecedor. Explica-se: para o inexperiente, toda extensão é
infinita. Por isso, juntamos um montinho de pó, erguemos uma referência rasa, e
esta vai congregando fatos e idéias porque lá está e leva um nome, como a duna
que cresce só porque existe. Algumas são idéias próximas, outras vêm sopradas de
áreas distantes; algumas são relevantes, outras sem importância para o tema;
naturais alguns fatos, outros inventados ou artificiais, artificialidade que aceitamos,
porém, com a maior naturalidade. Servem de referência os conceitos desse modo
construídos pelo vento, de referência teórica e de rumo prático para o aprendiz de
caminhante psicanalítico, popularizam-se, ganham prestígio topográfico, por assim
dizer, pois durante um tempo acreditamos, nós aprendizes, que sejam sólidas
montanhas rochosas, mesmo que não cessem de mudar lentamente de posição.
Porque, no fim das contas, estão feitas as teorias da mesma areia do senso comum,
soprada pelo mesmo vento das opiniões. Os fatos que a elas correspondem mudam
com o passar dos anos, muda a sexualidade, muda a psique do real; as noções
mudam também, mas não para o mesmo lado: a teoria sexual migra da cama para o
*
Psicanalista da Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo. Professor da Pontifícia
Universidade de São Paulo.
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Vol. 7 Año 2006 Página 352
HERRMANN, Fabio
- AS TRÊS FACES DE EROS
berço, cada vez mais primitiva, o pecado da cama para a mesa, a teoria do
psiquismo abandona o real e isola-se cada vez mais dentro do indivíduo, como
aparelho psíquico, até que noção e fato se desencontram. No entanto, como as
dunas, tais teorias apenas desaparecem como resultado da erosão eólica, quando
muda, por sua vez, o sopro das opiniões. Quantas coisas certas caíram em desuso,
pelas quais jurávamos em nossas reuniões científicas, a certeza de que a
melancolia vem da apatia da mãe morta, ou a histeria, da rivalidade da mãe viva.
Quem hoje apostaria nisso ainda?
Quando a psicanálise trouxe Eros à baila, há coisa de um século, só elevou
em duna sua noção, pois que o fato vinha do Gênese, a prática, de todo dia, as
idéias, de toda a literatura, o nome, do mito, e os sentidos, de Hesíodo, seguido dos
órficos, mas igualmente de outra meia dúzia de versões. Mesmo o fato erótico muda
muito segundo a época, o lugar, os costumes, em particular os maus costumes —
como diria a inesquecível Titi de A relíquia, de Eça de Queirós: a relaxação. Nós
analistas, contudo, tratamos a noção de erotismo como se ora fosse o Jaraguá, que
onde está sempre lá esteve, ora um sambaqui, resíduo acumulado de vidas
passadas. É bom repetir, portanto. Os fatos mudam para um lado, os conceitos
mudam para outro, ficam porém certos equívocos.
O surpreendente é que seja o conjunto desses equívocos conceituais aquilo
que se costuma transmitir a título de fundamento da teoria psicanalítica, quando esta
contém tanta coisa interessante. Ou talvez não tão surpreendente, uma vez que os
equívocos nascem precisamente do esquematismo, da reificação e da intuição, os
três pilares do senso comum psicanalítico. Esquemas servem para catalogar
conceitos; a reificação, para falar de conceitos como se fossem fatos, propriedades
concretas do espírito. Quanto à intuição, é notório que qualquer conceito que eu
possa intuir direto da minha experiência provavelmente está equivocado, se crermos
em Poincaré: “A ciência começa onde termina o bom senso”.
Um dos equívocos do erotismo psicanalítico, nosso tema, parece haver se
originado numa das eruditas metáforas do mais insuspeito dos analistas, nada
menos que nosso mestre Freud. A oposição Eros versus Tânatos fixou-se no
espírito dos seguidores como o mais fácil dos instrumentos teóricos. Cada um de
nós a repete, assim mesmo em grego, como se fosse descoberta de sua intuição
pessoal da experiência analítica. Que há de mais intuitivo, esquemático e concreto
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HERRMANN, Fabio
- AS TRÊS FACES DE EROS
que a oposição entre vida e morte? Haverá algo mais atraente para o pensamento
psicanalítico que um belo mito, mais propício a juntar idéias e fatos sob um mesmo
nome? Não há.
Tal par de opostos, Freud foi encontrá-lo, como lembra em Análise terminável
e interminável, em certo Empédocles de Agrigento, um daqueles jônios que queriam
saber do que eram feitas as coisas: se de água, se de fogo, se de átomos ou
movimento etc. Até aí, tudo bem. Empédocles, o místico médico siciliano engolido
pelo Etna, acreditava nos quatro elementos; à força que os unia chamava de
Philótes (sob cuja ação o universo se tornava esférico e compacto, como imaginara
Parmênides), à de repulsão, de Neikos (responsável por uma tensão caótica que
lembraria talvez o universo de Heráclito), teoria esta bem freudiana aliás, a do
médico órfico, cuja reprodução no âmbito do psiquismo atribui Freud a uma
presumível criptomnésia, mãe dos plágios que não o são. Acontece, porém, que o
protótipo Eros versus Tânatos nem sequer nos mitos se sustenta. O deus de
coração de ferro e tripas de bronze é vencido no braço por Hércules (na Alceste de
Eurípides), é duplamente tapeado por Sísifo, mas não se registram lutas com Eros,
nem teria razão, se o desejo sensual turva o juízo de homens e deuses,
precipitando-os na hybris das batalhas.
O que se esconde nessa pequena confusão? Antes de tudo, a mistura teórica
de vida, amor e sexualidade sob um mesmo nome, Eros, para a qual as pessoas
não atentam, quando estão ainda tentando engolir o indigesto instinto de morte.
Onde se juntam três elementos díspares, é justo suspeitar da manifestação de
algum efeito ideológico. A ideologia correspondente não poderia ser mais singela,
quase a do mocinho e bandido: do lado positivo, vida, amor, desejo sexual; do lado
negativo, morte, destrutividade, sadismo. A psicanálise, que surgiu para denunciar
esse tipo de aliança fácil, viu seus praticantes sucumbirem àquilo mesmo que
denunciaram, renovando o maniqueísmo dos princípios, Eros versus Tânatos, que
neste caso inaugura a putativa cientificidade de um preconceito dos mais comuns,
as forças do bem contra as forças do mal. Para sermos precisos: foi necessário que
os analistas juntassem erradamente vida, amor e erotismo para depois descobrirem
— Eureka! — que na prática só coincidem nalgumas encíclicas papais e no lema do
Boston Medical Group: “Sexo é vida”.
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Vol. 7 Año 2006 Página 354
HERRMANN, Fabio
- AS TRÊS FACES DE EROS
Os desencontros interiores dos três Eros podem ser rastreados com facilidade
na literatura. Para não ir à óbvia tradição que, do Arbiter elegantiarum, o Petrônio do
Satiricon, se estende aos libertinos, Sade à frente, basta acompanhar o olho arguto
de Proust. Trata-se da passagem de No caminho de Swann, em que avalia o
sadismo da filha de Vinteuil, que faz amor no sofá com sua companheira lésbica, ao
lado do retrato do músico havia pouco falecido. Como num ritual, deliberam cuspir
no retrato. O julgamento do autor é tão severo quanto inesperado e exatíssimo.
“Uma sádica como ela é um artista do mal… [tais sádicos são] tão naturalmente
virtuosos que até o prazer sensual lhes parece uma coisa má, um privilégio dos
maus”1 A excitação vem aqui ainda do amor, mas do amor contrário, que só se
aceita exprimir às avessas, rompendo o nó do triplo sentido de Eros.
Para tomar um segundo exemplo ainda mais taxativo, pode ser útil uma vista
de olhos no recém-publicado volume das Cartas de amor de Fernando Pessoa
(2001). O mais transcendentemente discreto de nossos poetas — nossos, desta
língua que somos — arrulha na linguagem erótica mais pueril: “Bébézinho do
Nininho-ninho” — datada de 31 de maio de 1920 —, carta que termina com “Jinhos,
jinhos e mais jinhos”. Será possível que no fundo do autor do Além Deus se esconda
um romântico infantil? Claro que não é possível. Ophelinha, a destinatária, queixa-se
alguma vez das visitas do engenheiro naval, que de quando em quando comparece
em lugar do Nininho — “Detesto esse Álvaro de Campos…”. Não é de estranhar que
o deteste, pois, quando Fernando vem como Álvaro de Campos, diz “coisas sem
nexo, destrambelhadas” (p. 38), age inopinadamente e, sobretudo, diz (ou escreve)
muito mal do amigo. “Pela minha parte, e como íntimo e sincero amigo que sou do
meliante (…) aconselho V. Ex.ª a pegar a (sua) imagem mental e deitar na pia, por
ser materialmente impossível dar esse justo Destino à entidade fingidamente
humana…” (25/9/1929). A má opinião que manifesta Álvaro de Campos sobre
Fernando Pessoa não é sem precedentes. Com efeito, já em 1915, assim começa
seu poemeto “A Fernando Pessoa”: “Depois de doze minutos/ Do seu drama “O
Marinheiro”,/ Em que os mais ágeis e astutos/ Se sentem com sono e brutos,/ E de
sentido nem cheiro…”. Essa voz cáustica, que parece obcecada em meter o autor
de ponta-cabeça num balde (ou, pior, na Boca do Inferno, em Cascais, local de
suicídio recente), dá a entender que Fernando não passa de um simulacro de gente
1
Na tradução de Mário Quintana.
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— ponto de vista defensável quando sustentado por um heterônimo, para quem
todos devem ser simulacros como ele próprio o é —, mas, por outro lado, sugere
fortemente que o Fernando das cartas e dos arroubos apaixonados, que ora implora
um olhar, ora empurra Ophélia para um vão de escada e arranca-lhe “um beijo
enorme, enorme”, de supetão, ora chama-lhe “ácido sulfúrico” ou atribui-lhe
“calcinhas cor de rosa (como as usam todas as bébés)”, ou lhe promete “amanhã
passo pela tua casa… creio que me reconhecerás; mas é possível que passe
disfarçado de vendedor de cautelas, ou de mão de vaca, ou de carroça por
consertar”, não seja também lá muito autêntico, personagem menor até que
heterônimo, um ortônimo parcial, ou melhor, um homônimo expressamente criado
para namorar. Levando ao paroxismo a pieguice epistolar, qualificada por MourãoFerreira, nas Cartas de amor, de “obsessiva puerilidade”, mas conservando os
paradoxos — afinal, nem sempre a voz cáustica é atribuída a Álvaro de Campos —,
Fernando Pessoa já prepara por antecipação os versos com que o engenheiro
naval, em 1935, brindaria o deslize sentimental perpetrado por aquele preposto
desviante da consciência crítica do poeta: “As cartas de amor, se há amor, têm de
ser ridículas”.2
Em suma, Pessoa, como Proust, em momento algum se deixa enganar pela
unidade imaginária de vida, amor e estímulo sensual, reunidos arbitrariamente sob a
rubrica do bem e do belo, mas cuida de preservar sua consciência da disparidade,
ainda que no engenheiro naval. Freud tampouco, quero crer, em que pese seu mote
predileto sobre os divinos poderes de Eros.3
2
Não fica clara a presença de Eros nesse homônimo feito para o namoro, supondo que o fosse. Fazendo incidir,
sobre Fernando e Ophélia, o conhecido Eros e Psique — em que o infante lida por despertar certa princesa
adormecida, só para descobrir, quando o consegue: “E vê que ele mesmo era / A Princesa que dormia” —,
teríamos talvez uma pista sobre as metamorfoses erótico-narcisistas do poeta enamorado.
3
O que mais se repete em Freud é a identidade entre os impulsos sexuais e o “Eros dos poetas”
(como se exprime em Mais além do princípio do prazer, p. 50). Uma boa dezena de reiterações da
identidade entre erotismo, amor e vida, precisamente na obra daquele que melhor evidenciou suas
dissonâncias, talvez afirme menos a certeza que a insistência em convencer-se. É incontestável,
todavia, a influência do Eros criador da vida de Hesíodo e do orfismo, via Empédocles, dos poetas e
sobretudo do divino Platão sobre o Freud dos anos 20 — o epíteto clássico “divino Platão” aparece no
prefácio de 1920 à quarta edição dos Três ensaios. A questão para Freud é de manter o equilíbrio
entre ciência e mito, e, no mito, entre o esotérico, órfico, e o político, olímpico, equilíbrio que ele não
vê no apressado Jung. Mas, já que a ciência (a fisiologia) não tem nada a dizer quanto ao modo pelo
qual se dá a domesticação (Die Bändigung) do instinto de morte pela libido (O problema econômico
do masoquismo, p. 164), é ao mito do ser dividido, proposto por Aristófanes em O banquete, que
Freud recorre (no Mais além…), passando ao largo de sua potencial comicidade, sem no entanto
desconhecer com certeza que mitos podem explicar tudo. Dificilmente desconheceria também que o
antídoto específico para a sedução teórica de um mito é o recurso a diversos mitos ou a diversas
versões dele; caso contrário, de objeto de estudo passa a crença e depois a aplicação.
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Que Eros deve optar entre significar vida, amor ou estímulo sensual fica hoje
muito mais patente que outrora, quando períodos de paz ainda se intercalavam entre
as
guerras,
permitindo
diferenciá-las,
e
o
mundo
ainda
não
sofria
de
superpopulação. É verdade que, segundo os antigos, os deuses teriam tramado a
guerra de Tróia para aliviar Géia, a Terra, do peso excessivo da humanidade. Mas
aqueles foram tempos mais ingênuos, quando se cria que uns poucos milhões de
pessoas já pesavam demais. Hoje, somos bilhões, e Géia não encontra quem lhe
escute a reclamação, nem mesmo em Quioto, enquanto se desenvolve a presente
guerra populacional. Para tal acúmulo, está visto, receitaria Zeus uma pugna de
outro porte, como aquela presentemente em curso: o surdo desenrolar da guerra de
dominação planetária, cujos sintomas metaforizam ponto por ponto a catástrofe
nuclear, a guerra que não houve (Herrmann, 2003). O equilíbrio bipolar do terror
atômico dos anos 60 a 80 deu lugar ao terror hegemônico, ou seja, ao atentado
global, que se reproduz pontualmente nos pequenos atentados particulares,
engendrando o regime político que, já se vão quase 25 anos, em 1981, antecipava
nossa teoria sob o nome de regime do atentado (Herrmann, 2001, 2003).
Um de tais sintomas representativos da aniquilação suspensa parece ser a
erotização da morte, que transforma aos poucos nosso mundo numa UTI global
constantemente na vitrina da mídia. Passo a passo, a agonia de João Paulo II foi
irradiada, fotografada, filmada, televisionada, com sua explícita participação, diga-se
de passagem, exibição que supera à do pop star em The show must go on, lançando
um pope star a ser canonizado antes que saia de pauta: Santo subito, pediam os
cartazes da praça de São Pedro. Não que o espetáculo da morte carecesse de valor
erótico
noutros
tempos.
Execuções
cruéis,
como
a
do
pobre
Damiens,
minuciosamente descrita por Foucault, ou a de Fou-Tchou-Li, cortado em
pedacinhos nas fotos que ilustram Les larmes d’Éros, de G. Bataille, foram sempre
sucesso de público e, a julgar pelo valor e o deleite dos autores citados, também de
crítica. Há, porém, uma diferença. Aqueles eram espetáculos eróticos da crueldade
da extinção, estes, o do papa ou o da Sra. Schiavo, que agitou os Estados Unidos
há pouco, da crueldade da conservação. Dá-se que o adiamento do fim do mundo
erotizou a figura humana conservada em quase-morte, esta que nos representa, que
somos nós, agônicos sobreviventes da guerra que não houve, metaforizada pelo
regime do atentado. Não é pois de estranhar que a eutanásia se haja convertido
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recentemente em moda cinematográfica. Pelo menos quatro filmes tematizam a
morte em vida, ou melhor, a vida em morte. As invasões bárbaras, Menina de ouro,
Mar adentro falam de eutanásia; acima deles, realmente diagnóstico da erotização
de Tânatos é Fale com ela, de Almodóvar.
Quem poderia deixar de reconhecer na paixão pela vida em morte ecos
transferenciais do velho Dr. Strangelove? A megalomania fálica da cena final, o
caubói a cavalo na bomba, representa o delírio emblemático, dominar o mundo, com
seu corolário inevitável, o fim do mundo. A sucessão das tentativas de conquista
universal — nazista, soviética, norte-americana — soube infundir seu erotismo
agônico no íntimo da humanidade. O homem deixa de buscar remédio para a
doença imperial e, como no subtítulo de Dr. Strangelove,4 aprende a amá-la. Diante
do exposto, não estaria um pouco fora do mundo uma psicanálise que sustentasse a
coincidência de vida, amor e erotismo em Eros?
Eros final
Homo sum (...)5
Revendo alguns contos não incluídos em A Infância de Adão (Herrmann, 2002)
e relacionados ao tema, encontrei o seguinte — lúgubre ou premonitoriamente
gravado num arquivo de computador, cujas “propriedades de arquivo” precisam:
quarta-feira, 5 de setembro de 2001, 16h59m11s. Vale dizer, menos de uma semana
antes do começo deste novo fim do mundo, tão finamente retratado na alegoria Um
filme falado de Manoel de Oliveira, cuja ironia pretende explicar à Comunidade
Européia no que dá embarcar numa (nave) de (um capitão) americano; ou,
respeitando a polidez do filme, quem sabe quisesse apenas advertir sobre as
conseqüências dos maus modos: seja um imperceptível deslize no manejo da colher
de sopa, seja o mais comum de se falar inglês à mesa, calando a polifonia da
história.
4
O título original deste filme de 1964, dirigido por Stanley Kubrick, é Dr. Strangelove or how I learned
to stop worrying and love the bomb. No Brasil, o filme recebeu o nome de Dr. Fantástico.
5
Na íntegra, reza o lema de Terêncio: “Sou homem; nada do humano considero alheio” (Homo sum; nihil
humani a me alienum puto).
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O gênero ficção científica trata manifestamente de máquinas futuristas,
monstros e viagens galácticas. Contudo, seu real valor, quando o tem, é o de situar
o homem num ambiente estranho e despojado das complexidades da civilização
corrente, pondo em evidência alguma dimensão essencial. Raramente é capaz de
produzir grandes obras, constituindo antes uma espécie de fabulário crítico
moderno, que recorre ao espaço da fantasia para descascar a essência, de seus
acidentes circunstanciais. Por essa razão, presta-se a veículo excelente para a
interpretação psicanalítica do mundo, tanto quanto a ficção arqueológica a que
recorriam os primeiros psicanalistas e, ainda melhor, sem o risco de ser tomado por
fato aquilo que apresenta. A teoria psicanalítica é mesmo difícil de entender em
suspensão de crença — quem não cria, crê, diz o ditado. O melhor antídoto que
conheço para a crença teórica é a ficção. Por isso a cultivo com fins precisos, como
exemplo de teorias em statu nascendi, antes de tudo. Este, como meus outros
contos, fábulas, parábolas ou metáforas, presta-se, o conjunto, de exemplo de
teorias, em que não é preciso acreditar, porque quase não existem ainda, contanto
que se dê o mesmo tratamento àquelas tradicionais. Destarte, o livro A Infância de
Adão é um compêndio prototeórico em miniatura e a presente história, uma
prototeoria sobre o erotismo.
Encontra-se com freqüência na ficção científica o cenário seguinte.
Desapareceram ou quase desapareceram os homens; no entanto, as máquinas de
guerra que inventaram continuam a cumprir a tarefa destinada. De alguma forma
conseguem reabastecer-se de material e de energia essenciais à sua manutenção:
energia solar, atômica ou vulcânica, sondas de minério autônomas etc. A rede de
computadores, entregue a si mesma, inova incessantemente os modelos de armas,
fiéis à ética da espécie construtora. Os escassos sobreviventes desses mundos
conflagrados são tomados de horror pela imagem que os espelha, talvez ainda mais
que de terror pela extinção inevitável. Dezenas de contos, filmes e episódios de
seriados desenvolveram tal gênero de situação hipotética, sempre evitando, porém,
levá-la à sua lógica conclusão.
Imaginemos, portanto, um desses mundos, quem sabe o nosso. Um homem —
chamemos-lhe Eros, para nos mantermos no terreno atemporal da fábula, com sua
identidade genérica, atributos usuais da ficção científica — rebela-se contra o estado
de coisas em que vive, como todos nós às vezes nos rebelamos contra o nosso.
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Estará sentado à sombra de uma árvore desfolhada, espectro calcinado de planta,
no topo de uma pequena colina, meditando sobre o absurdo da guerra que vitimou o
mundo conhecido, o qual, retrospectivamente, descobre que amava. Cada grão de
terra é ele mesmo, faz parte de seu ser adâmico, de sua raiz no húmus. Um grupo
de sobreviventes esqueléticos, ao pé da colina, cuida da última mirrada plantação,
um milharal de poucos metros quadrados, que entrevemos nós também com os
olhos da saudade antecipada. Qualquer sinal de vida, uma plantação de verdade,
quintal ou alqueire, atrairia um bombardeio, ou coisa ainda pior. Há que morrer,
certo, mas tão devagar quanto possível.
De longe, chega um estranho. Seu rosto trai a mesma fome de todos, a
mesma desesperança. A poeira cobre-lhe os andrajos, manca, um dos pés
esgarçado por explosão recente, ainda sangrando. Aproxima-se do grupo e suplica
que lhe dêem de comer. Os outros miram-no desconfiados. Depois, cedem ao
pedido, por compaixão ou por costume atávico, entregando-lhe meia côdea de pão.
Ele se põe a falar, roendo o pão seco. De longe, Eros não consegue escutá-lo, mas
supõe que narre suas desventuras, talvez a destruição de seu bando errante,
prevenindo os colegas de infortúnio sobre alguma nova e monstruosa forma de
ataque que as máquinas encontraram para dar cabo dos últimos homens. Sentado
num toco, o estranho fala sem parar, enquanto afugenta com um ramo de capim as
moscas varejeiras que lhe sugam as gotas de sangue.
Devagar, despertada a curiosidade, as pessoas reúnem-se ao seu redor,
ficando só uma menina magricela a regar os pés de milho.
Eros imagina se o seu não seria o grupo final de sobreviventes. Não pode
estar certo, ninguém pode estar certo de nada desde que se extinguiram os meios
de comunicação, e o mundo, que era insano, enlouqueceu. Das casas caiadas de
branco que antes cobriam a encosta do morro fronteiro só restam escombros
espalhados ao léu. Havia uma escola e uma capela junto ao riacho, ele recorda
vagamente. O tempo parece tão esgarçado e manco quanto a perna do estranho.
Eros esforça-se, mas em verdade quase não se consegue lembrar nem mesmo de
sua família. Sobra-lhe a imagem de uma mulher sorridente e de crianças à mesa,
numa tarde ensolarada. Seriam suas? Ele voltava do trabalho no campo, ou era
apenas por diversão que cuidava das plantas, sendo outra sua profissão? Que
moscas teriam sugado as gotas de sangue do tempo? Os últimos dias ou meses era
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tudo o que recordava, além da solidão e da fúria cinzenta que não queria aquietar-se
em seu peito, de uma rebeldia sem rumo, dó dos homens, das mulheres, dó de si,
desvairada paixão pela forma humana em extinção. Enfim, talvez melhor não ser —
sendo a morte lenta tudo o que restava da vida, a depurar o homem de seus
acidentes, da atração pela maciez da pele e pela geometria dos corpos, revelando
na morte a essência do amor absoluto.
Acabando de regar o extremo da horta, a menina desceu ao regato para lavar
as mãos. O estranho acena a seus amigos para que se aproximassem, tira algo do
bolso da calça, um pequeno objeto, redondo como um relógio, e mostra-lhes.
Curioso, o grupo acerca-se para ver de perto.
Então, explodiu! Uma fulguração, um estampido seco e pedaços de gente
atirados a esmo, sangue no ar, ossos no milharal, grito algum, que tempo não houve
para tanto.
— Máquinas malditas! — urra Eros, já correndo ladeira abaixo. Todos mortos
como sempre. Só a menina, protegida pelo barranco, gemia caída, quase
desacordada. Eros atira-se a ela, abraça-a forte e protetor, procura consolá-la. Ela o
fita estupidamente, balbucia qualquer coisa. Ele sussurra que tudo está bem, que o
perigo passou. Que loucura, pensa. Uma bomba minúscula, que cabe no bolso qual
um relógio, e todos mortos, como sempre, como todo o sempre, igual rotina pelos
séculos dos séculos. E o estranho, saberia o que levava? Seria um artifício das
máquinas de guerra, talvez a indução de um estado hipnótico, uma indução que o
forçara a portar a arma da própria destruição? Ou pior, pensou, não seria ele
mesmo, o estranho, um artefato bélico, alguma espécie de robô biônico, capaz de
sangrar, mas não de sentir? Parecia-lhe já haver escutado algo sobre homensmáquina assassinos, indistinguíveis dos homens de verdade, feitos às pressas de
metal e carne. Lágrimas corriam-lhe pelo rosto encardido, um amor desesperado
pulsava em seu coração. Tomou a menina nos braços, como quem recolhe a jóia
única, a companheira, promessa de vida que carregou colina acima até chegar à
sombra da sua árvore sem folhas.
— Se somos isto que inventamos, melhor não ser — ele diz para si mesmo
entre dentes. Senta-se, pousa a cabeça da menina ao colo, embala-a, curva-se
sobre ela, beija-a. Pobre criança, irmã nesta raça que se vale até da compaixão para
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nos aproximar da bomba. E de uma bomba tão pequena, do tamanho de um relógio.
Que, aliás, pensando bem, parecia exatamente isto: um relógio comum. Há quanto
tempo não se via um relógio… Não admirava que os outros houvessem se
aproximado para ver a raridade, para saber a hora, mesmo sem saber a que dia ou
ano pertencesse, remendo pregado nos buracos do tempo. Uma bomba metida num
relógio. Que obra-prima de miniaturização!
Porém, se não fosse o relógio que havia explodido e sim o portador? Tão mais
prático, tão maquínico. Por que não pensara nisso antes?
Eros arregala os olhos, compreendendo tudo. As máquinas reinventaram o
homem, para o fim que acreditavam haver sido sempre o dele: para matar os
semelhantes, destruindo a si mesmo no processo!
É isso que somos, minha pequena, somos nós as máquinas de guerra.
Em seu peito ruge a fúria rubra, inflama-se o amor indignado. E Eros explode,
pulverizando a última sobrevivente do nosso mundo.
E daí?
Constiterit pedibus dic ubi Christophorus?6
Quando às vezes me perguntam como terminar um texto em que se quer dizer
algo, mas teme-se que se entenda outra coisa, aconselho sempre a declará-lo
explicitamente. Vou pôr em prática meu conselho.
Nada mais fácil que concluir da leitura deste artigo, com escândalo puritano,
que o autor é um degenerado defensor da perversão, um caluniador de Eros, do
amor sublime e dos homens em geral. Nem tanto. Passa-se apenas que a
psicanálise corrente se encaminhou tanto ao primitivo, às suposições sobre a origem
6
Christophorus Christum, sed Christus sustulit orbem: Constiterit pedibus dic ubi Christophorus?, que se traduz
assim: “Cristóvão carrega Cristo, mas Cristo carrega o mundo: diga-me, onde pisa Cristóvão?”, velha adivinha
citada por Freud em Psicologia de grupo e análise do ego, p. 89.
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do psiquismo, que se esqueceu de que cada forma e cada estágio da vida anímica
possuem sua própria superfície e sua própria profundidade. Isso nos tem levado a
adocicar o erotismo, fazendo-o politicamente correto, mas quase nada erótico. Se é
por isso, diga-se o que se disser da psicanálise, o fato é que, podendo escolher,
ainda nos entusiasma mais a identificação com o brilho no nariz (no
Fetichismo(Freud, 1927) do que com a beleza do rosto materno, o escalpelo
psicológico de Proust, que o amor genital de Erikson e as personagens de Fernando
Pessoa que desembarcam na vida sem escalas, que os estigmas do self por
vicissitudes neonatais.
Acredito haver mostrado neste pequeno ensaio que o analista empenhado em
defender a sinonímia de erotismo com amor e vida, mesmo que se sinta do lado do
bem, no fundo está endossando uma ideologia mortífera. Hoje, o problema da
perversão mudou de sinal. Se há cem anos parecia que a diversidade era perversa e
a unidade sã, atualmente, havendo admitido que uma perversão do real, uma versão
restritiva, habita o íntimo de nossa civilização, a idéia mesma de organização
unificadora que se contrapõe à de dispersão e fragmentação deixou, no mínimo, de
opor com clareza normal e patológico. É fato que somos instados sem parar pela
mídia ao politicamente correto, e ainda mais para nela sermos publicados, mas
convém não esquecer que politicamente correto é tão-só a denominação hipócrita
da hipocrisia. Nesse sentido, a discussão sobre a eutanásia é paradigmática. O
problema da eutanásia existe e é sério, diz respeito essencialmente à saúde pública,
aos dilemas da tecnologia e aos impasses da sociedade de massa, assuntos que
não cabe agora discutir. Transportá-lo para a sutileza bizantina do paradoxo ético
duração versus existência — é absoluto o valor da vida ou deve-se levar em conta a
dignidade do indivíduo? — já é uma manobra diversionista. O forte apelo do tema,
todavia, aponta para outro lado, para a erotização da morte que acompanha, como
corolário, a erotização da guerra absoluta. Dialeticamente, a totalização negativa
acompanha a positiva: a moda dos dinossauros ou das baleias, moda simpática e
inofensiva, equilibra-se com a moda da eutanásia e do atentado; seu termo comum:
a fuga da história — fuga para outro lado qualquer do espectro da extinção, o animal
extinto, a natureza em vias de extinção, a agonia pessoal e a social. Quem opta pela
identificação do erotismo com o milagre da vida e o puro amor já se está engajando
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a revelia, a contragosto, a pesar seu, no maniqueísmo do projeto Bush para o fim do
mundo.
A análise da psique do real despe a estratégia colaboracionista das suas
racionalizações. Os homens sabem que vêm sofrendo um processo global de
conquista e colonização. E reagem com sincera indignação contra os projetos
imperiais já convenientemente derrotados. Ficam livres assim para aliar-se ao que
interessa, mantendo, junto com o interesse, a boa consciência. Serão imunes os
analistas ao colaboracionismo em sua política científica? Nem tanto: o caminho fácil
para as filiais consiste em mimetizar a matriz.
Contudo, na psicanálise, o caminho fácil conduz inexoravelmente a impasses
da prática. Para aquele que não é autor de seu próprio expediente, toda distância é
infinita, toda experiência é indizível, todo corredor, um labirinto. Ápeiros, designando
ao mesmo tempo infinito e desconhecedor, recupera das entranhas etimológicas da
língua a equivalência entre falta (ou recusa) de conhecimento e atribuição de
infinitude, indizibilidade, primitivismo etc. E tem mais. Póros, o Expediente — aquilo
que falta ao ápeiros —, tanto significa caminho como meio para atingir um fim (odós,
méthodos).
A teoria psicanalítica parece haver sucumbido ao fascínio que uma figuração
poderosa regularmente exerce sobre o pensamento, em especial a atração
gravitacional de um mito. Em princípio, não precisaríamos de mitos para pensar. No
entanto, se queremos usar algum, convém conhecer raiz e ramos, língua e cultura,
além daqueles mitos aparentados. Do contrário, tudo se passa como se o analista
acreditasse no mito, em vez de contentar-se em estudá-lo. Mitos são um modo de
dizer e de pensar, são amostras da psique do real: transpõem seu tempo histórico
ao mítico, como o demonstra Vernant, e animam o mundo com figurações da alma.
O Eros dos poetas, a figura que se popularizou, condensa sexo, amor e vida,
concentra tudo de bom e mais a infusão de vida no inorgânico. É-nos simpático,
como o foi para Freud. Vá lá, o psicanalista que Freud inventou não é por natureza
puramente olímpico ou puramente órfico, sendo provável que sua estirpe proceda
daquele Apolo Lóxias, o deus curador de fala oblíqua, patrono dos oráculos e dos
mal-entendidos. Porém, se nos fascina tanto pensar por meio de figuras míticas,
fiquemos não com um, mas com três Eros, todos abonados e legítimos, cada qual
presidindo a uma das dimensões que se mesclaram e confundiram.
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O grande Eros, o primeiro deus, também conhecido como “Phánes, o que se
manifesta” ao infundir vida no inanimado, vem de Hesíodo, pela tradição órfica,
escorre pelo labirinto dos esoterismos, desce aos meandros profundos da religião
(veja-se a caritas de Paulo, na epístola aos coríntios, também citada por Freud),
sobe às nuvens da poesia romântica, precipita-se e deságua na foz do amplo
instinto de vida freudiano, na idéia de complexificação do orgânico. No que concerne
ao amor propriamente dito, talvez seja oportuno o analista recordar que o próprio
Platão registra no banquete, ao lado do discurso de Aristófanes, o de Sócrates, que
transmite o ensinamento de Diotima, segundo o qual Eros é precisamente filho do
Expediente (Poros) com a Pobreza (Penía). Esse Eros menos triunfal, contraditório,
que aspira ao belo por não sê-lo, representa o amor real, aquele com que o erotismo
pode legitimamente relacionar-se; amores diferentes, parciais, revestidos pelo
erotismo que lhes cabe. Já o erotismo contemporâneo remete-nos a outra versão do
mito, que faz de Eros filho de Afrodite, deusa do amor, com Ares, deus da guerra.
Daí que este último ofereça o modelo excelente de uma erótica psicanalítica, o amor
dos opostos, o amor contrário, ao qual chamavam os gregos Ânteros. As três faces
de Eros admitem gradientes de sentido comum, operam entre elas várias dialéticas,
mas nunca se integram completamente em nosso espaço cubista.
Carlos Drummond de Andrade assim resume uma das dialéticas fundamentais de
Ânteros:
Os amantes se amam cruelmente
e com se amarem tanto não se vêem.
Um se beija no outro, refletido.
Dois amantes que são? Dois inimigos.
(Carlos Drummond de Andrade, “Destruição”),
Ou nas palavras de Camões, até mais simples:
Pois tão contrário a si é o mesmo amor.
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DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 365
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Resumo
REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 366
HERRMANN, Fabio
- AS TRÊS FACES DE EROS
Este ensaio procura desfazer uma confusão ideológica que vem de longa data: a
que, sob o nome de Eros, reúne e identifica erotismo com amor e vida. São revistas
algumas das razões de tal aglomerado teórico e as condições históricas que hoje o
tornam não apenas impreciso, mas nocivo. Em particular, discute o poder
aglutinador das figuras metafóricas, as míticas acima das demais, para sugerir que
se adotem pelo menos três versões distintas do mito de Eros, já que dificilmente os
analistas poderiam abrir mão de alguma referência mitológica. A demonstração tem
como centro uma parábola, de autoria própria, que situa a natureza do erotismo
agônico de nossa época.
Palavras-chave
Erotismo. Literatura. Mito. Sexualidade contemporânea. Teoria dos Campos.
Summary
Three faces of Eros: essay on the contrary love
In this paper the author tries to clear up an ideological misunderstanding which lasts
for many years: under the nomination of Eros, love and life are put together and
identified to eroticism. Some of the reasons to such theoretical confusion are
reviewed, as well as some historic conditions that turn it not only imprecise, but also
dreadful. Particularly the paper discusses the conceptual melting power of
metaphoric figures, mythic in special, in order to suggest the adoption of (among
others) three different versions of the Eros myth, since the analysts are so attached
to some kind of mythological reference. The idea of such proposition has as its
central point a tale (by the author) that points out the nature of our day’s agonic
eroticism.
Key words
Eroticism.
Literature.
REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
Myth.
Contemporary
sexuality.
Multiple
fields
theory.
Vol. 7 Año 2006 Página 367
KAHTALIAN, Alexandre
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO E TRAUMA
Alexandre Kahtalian
Resumo: a partir do trabalho com um adolescente o
autor descreve os principais aspectos da dificuldade
em lidar com pacientes que apresentem o seqüestro
da representação utilizando principalmente a via somática
em situações de trauma. São discutidos novos
aportes teóricos e a possibilidade de investigação do
Self fragilizado pelo viés da Intersubjetividade.
Unitermos: trauma – representação – intersubjetividade
Self – empatia – psicossomática - reconstrução
“ A simbolização contempla a si mesma a imortalidade
de um sonho de pedra”. O’ Malley.
Estava eu sentado diante de meu paciente de 15 anos que jazia deitado com
headphones ligados ouvindo música rap ou funk, cujo som eu podia escutar. Era
uma situação inusual, esquisita em princípio. Eu obrigado a assistir e a não emitir
qualquer palavra. Viera assim desde a primeira sessão, já entrava na sala de
consulta com os fones de ouvidos ligados, deitava-se e assim permanecia até o final
da hora analítica. Às vezes dormia, abaixando o som até que a hora passasse,
quando tinha que o acordar. Vinha religiosamente duas vezes por semana, trazido
pela mãe, que me informou posteriormente que J fazia questão de ir à consulta, não
só gostava como até lhe cobrava suas vindas. Eu ficava angustiado e impotente,
aguardando que aquela situação fosse se dissolver com o tempo ou que algo
acontecesse para me dar um jeito de chegar até J. O que de fato ocorreu pois eu
notei que ele ora aumentava o volume do aparelho de som ora baixava o mesmo.
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DE PSICOANALISIS
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KAHTALIAN, Alexandre
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
Fiz um experimento prévio, fora do consultório coloquei um equipamento
semelhante, liguei o som, pedi que alguém falasse comigo em tom normal. Dava
para escutar, o que achei ótimo, conforme o volume. Assim ficava aguardando na
sessão e quando o som baixava ou era mantido baixo eu podia falar, já sabendo que
os sons de minhas palavras chegariam até ele. Ficamos nesta situação por 20
meses até que logo após um período de férias escolares J não mais compareceu ao
consultório. Durante todo o tempo agendado J não emitiu nenhuma frase e só
atendeu as demandas de entrar e sair devidas a sua consulta. Silêncio e ruído
sonoro era o que me provia.
J fora trazido por sua mãe, médica e viúva, que trabalhava em rede hospitalar do
estado e que me pareceu pouco afetiva e distante porém preocupada com o estado
funcional de seu filho. As queixas que trazia eram as que J não ia mais ao colégio,
ficava trancafiado em seu quarto, segundo ela em frente ao computador. Não saía,
não ia à praia nem praticava esportes. As professoras do colégio reclamavam do
desinteresse pelos estudos e pelas faltas freqüentes. Não ia bem no colégio e corria
o risco de perder o ano letivo. Tinha poucos amigos, um primo mais próximo que
freqüentava e eventualmente ia à casa dos avós maternos nos finais de semana. J
era portador de Psoriase, localizada nos membros e no tórax e estava em
tratamento dermatológico. Sua mãe soubera que eu tinha produzido um trabalho
psicossomático em hospital universitário sobre esta doença desconhecida, onde
durante 10 anos tinha colecionado uma porção de casos que demonstravam estar a
angustia de separação presente no início, nas pioras, nas reinternações e recidivas
do curso da doença e mesmo um fator desencadeante na gênese desta patologia
cutânea (Kahtalian, A & Rosa, A.R. L, 2001)
J veio à entrevista inicial acompanhado de sua mãe, mostrou-se afável, chegou a
sorrir, respondeu algumas perguntas e concordou comigo no desejo de tratar-se.
Sua mãe me contou que a Psoriase tinha se instalado em criança logo após a morte
do pai de J quando este tinha 3 anos de idade. Seu pai era médico e J era muito
agarrado a ele. Quando seu pai chegava do trabalho era muito festejado, havia
muitas brincadeiras, muito apego cutâneo. Sua mãe, entretanto, não me revelou a
causa da morte do pai de J, que só fui, a saber, posteriormente, por telefone, que
tinha se suicidado.
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KAHTALIAN, Alexandre
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
O que eu dizia nas sessões, quando possível, era tudo o que eu sentia em
termos de Contratransferência a que J me submetia e que estariam relacionadas a
perda paterna e a minha limitação na comunicação para com ele em termos
transferenciais.
Eu
sentia
raiva,
impotência,
angustia,
tédio,
castração,
agressividade, sonolência, desprezo, mágoa e que eu interpretava em fusão
empática com a situação de abandono e desamparo, que J. supostamente teria
sentido. Eu, eu mesmo, comigo mesmo no lugar mudo de meu paciente.
Estava eu diante do tema desta mesa: um duplo seqüestro e um trauma. No
corpo de J a separação do pai vivida em Psoriase e em mim toda a gama de
possibilidades que o seqüestro da representação paterna causou e estava causando
em J até aquela data pelo luto não realizado. Eu, por minha vez, não abdiquei da
minha representação de analista, embora tivesse vivido uma solidão angustiosa até
o momento que descobri como me comunicar com J.
Trauma Somático E Mental
Quero abordar aqui o conceito de representação mental como uma imagem que
é construída para significar o percebido e que gravada mnemicamente, deixa um
rastro no qual podemos captar determinados objetos ou processos internalizados.
Quando
elas
imagens
são
demasiado
perturbadoras
vão
se
expressar
sintomaticamente e vão contar uma história que o encontro analítico pode revelar
um trauma sofrido. A força destas imagens e os eventos que a determinaram podem
se traduzir em palavras
ou discursos delirantes, mas inescapavelmente em dor
psíquica a ser resolvida pelo Self vulnerável.
A intensidade do trauma ou seja, em linguagem econômica, a potência
quantitativa da energia produzida pelo evento guarda relação com a capacidade do
Self de suportar a dor psíquica. É relevante salientar que os fatores ambientais e da
relação cuidador x criança exercem um papel fundamental no desenrolar da
capacidade de lidar com a dor percebida ou assinalada, o que indica maior ou menor
coesão da estrutura defensiva do paciente. Cuidadores responsivos e ambiente
acolhedor, conseguem amenizar e criar condições de superação do trauma. A
resposta ao trauma é entretanto individual, exclusiva e pertinente ao mundo
subjetivo do paciente. Uma situação de perda ou de ruína econômica pode traduzir-
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KAHTALIAN, Alexandre
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
se em diferentes maneiras do sentir e lidar com a dor psíquica do desamparo. O
mesmo ocorre em situações contingenciais como guerras, catástrofes, violência,
tortura, estupro, terrorismo, genocídios e quando coletivas chamadas de trauma
maciço, já descritas na década de 1990 (Laub, D. & Auerhahn, N.C. ,1993 ; Ulriken
de Viñar, M. ,1997) possibilitando também o seqüestro ou mesmo a não
representação do trauma.
Devo acentuar também que no território mental nada é possível existir sem se
levar em consideração o processo de representação psíquica ou as conseqüências
dos descaminhos que levam a sua impossibilidade de se instituir como tal. Green
tem trabalhado esta questão naquilo que designou como trabalho do Negativo
vinculado a pulsão (Green, A.,1989, 1993) A abordagem do corpo , utilizando o viés
do seqüestro
como veículo deste processo mental desencadeado pelo trauma,
coloca em relevo o sentimento de segurança necessário para que o processo de
capacitação psíquica
suporte os traumas inevitáveis da realidade. Winnicott em
1953 (Winnicott, D.W.,1953) descreveu o processo de ilusão e de desilusão como
fatores necessários para a manutenção deste sentimento e que nunca é
completamente adquirido, ou seja, um certo grau de negação e ilusão persistem
para que o ser humano funcione adequadamente. Mais recentemente Stolorow
(Stolorow, Atwood & Orange, 2002) assinala que no traumatizado instala-se uma
barreira que o faz se sentir estranho no mundo. O mundo já não é mais previsível, a
vida emocional fica interrompida transitoriamente, perde-se a familiaridade com os
objetos que transitam no tempo e no espaço (perdas e lutos) ou de forma mais
contundente (mutilações, doenças crônicas). Falta, esgarçamento ou buraco no
tecido psíquico.
A CONCRETIZAÇÃO DA EXPERIÊNCIA AFETIVA
Considerando o trabalho de Krystal (Krystal, H., 1977) os estados afetivos são
primariamente experimentados pela criança como estados sensório-motores que
progridem até a verbalização articulada quando são simbòlicamente codificadas,
levando a cristalização de distintos sentimentos, pelo processo da dessomatização.
Para que isto aconteça é necessário um contexto intersubjetivo. Tal processo será
mais diferenciado e mental quanto maior for a capacidade do cuidador em integrar
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KAHTALIAN, Alexandre
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
diferentes acontecimentos vivenciais na relação estabelecida. Caso contrário, os
estados afetivos serão vivenciados como estados corporais de diversos matizes.
Situações de desamparo, desordens narcísicas da mãe, indiferença afetiva irão
propiciar a dispersão e a não integração dos afetos na criança.Já Winnicott,
anteriormente (Winnicott, 1945,1962) descrevera a importância do handling
(manusear) e holding (abraçar) para as interações dos estados afetivos dos bebês
no 1º ano de vida, como necessários para esta integração.
O que podemos apreciar nesta visão que privilegio, é que processos naturais de
desenvolvimento podem não ter se completado, diferentemente da proposta clássica
da regressão, conforme estatuída na literatura mais clássica Nesta outra
perspectiva, a proposta é a da restauração do sentimento de Self danificado. Algo a
comprometer o analista com tal proposta J. M. Dougall (Mc. Dougall, J, 1983 )
enfatiza a necessidade que os pacientes tem de vivenciaram na análise o processo
de simbolização que não ocorreu para que o processo analítico tenha êxito e
prossiga..
A Questão Da Representação Na Relação Mente X Corpo
Tomando a idéia de seqüestro da representação no contexto intersubjetivo
poderemos ter 3 possibilidades em relação ao corpo: Hipocondria, Doença
Psicossomática, Histeria. Todas elas com disponibilidade para o Trauma.
Na Hipocondria o paciente delira sobre o corpo ou parte do corpo numa tentativa
de restituir, muitas vezes por dramatizações com seus médicos a ameaça de
desintegração de seu Self fragilizado. Os estados hipocondríacos carregam
fantasias cheias de ansiedade de que suas partes corporais estão se deteriorando.
Os órgãos corporais podem-se dizer, são em si mesmos representantes simbólicos
deste desastre global inalcançável pela mente do paciente, que procura a clínica
médica em busca de recursos para obter algum grau de coesão e entendimento no
plano corporal do que não consegue representar para si mesmo. Há dificuldade na
subjetivação; estes pacientes procuram clínicos e cirurgiões para atuações
intervencionistas. O terapeuta mais das vezes é convidado a ser o parceiro contra o
inimigo órgão corporal do paciente. Estamos no território do splitting e do repúdio.
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KAHTALIAN, Alexandre
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
Nos estados Psicossomáticos a falha nos afetos que não encontram respostas
na passagem dos estados corporais para sentimentos nomeados e validados pelo
ambiente e pelo cuidador e em função de suas demandas, a evolução tomará o
caminho da aquisição da Alexitimia (Sifneos, P.E.,1973) seqüestrando a capacidade
de simbolização. A conseqüência alexitímica produzirá o “pensamento operatório”, já
amplamente descrito pela escola francesa (Marty, P. & Muzan, M, 1983)
Os processos de splitting são os predominantes, é grande a dificuldade em
conectar o relato destes pacientes com as situações intersubjetivas que os geraram,
assim como nomear e integrar
o possível
sentimento envolvido que tenha
acarretado. Crises psicossomáticas ou doenças psicossomáticas vão depender da
intensidade e das repetições estruturais que possam cristalizar tais acontecimentos
oriundos do traumatismo da falha da sintonia precoce.
Outra eventualidade envolvendo a questão representacional, são aquelas que se
constituem em processos simbolizáveis que encontram o corpo como o território
adequado para a ocultação. São os processos conversíveis, histéricos em que a
representação é ocultada pelo recalcamento e que convida o analista ao
deciframento,
contando
uma
história
incluindo-o
transferencialmente.
Com
freqüência o seqüestro representacional pode ocorrer na vertente do simbolizável,
por deficiência ou por solução aparente do conflito.
Embora representação e simbolização possam estar conectadas, elas ao meu
ver, não devem ser confundidas. A representação é mais movediça, fluida, circula
nos processos mentais, produzindo efeitos na sua concretização somática. Um
ataque de Asma ou uma Hemicrania podem se instalar se o paciente viver em
pensamento ou em observação uma cena amorosa que lhe desperte raiva
aprisionada por um sentimento de rejeição, desamparo ou ciúmes. Ou esta mesma
representação de falta, de exclusão na cena amorosa pode dar origem à cegueira
histérica ou mesmo à algum tipo de paralisia.
A questão da representação porém é mais complexa na sua formulação atual,
porque traz a situação do papel designado ao objeto no processo representacional.
Ele pode estar presente ou ausente e em ambas condições produz um trabalho na
mente, nos diversos níveis em que pode se apresentar. O importante é assinalar se
intrusivo ou faltante a vivência subjetiva impregna a relação, vazia de articulação
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KAHTALIAN, Alexandre
significativa no
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
processo evolutivo. Entre outros, Green fala do trabalho do
Negativo, Botella traz a contribuição da figurabilidade como possibilidade elucidativa
dos transtornos representacionais, contribuições que adicionam mais possibilidade
ao entendimento da diferença entre signo e símbolo trazidos pela escola Kleiniana
(Segal, H., 1957) ). Penso que tais aproximações teóricas estão trazendo para a
comunidade analítica a necessidade de um olhar mais atento sobre a observação
clínica, iniciada nos anos 40 por Fairbairn, que teorizava em cima da sua experiência
com seus pacientes, formulando revisões a respeito da obra freudiana em muito dos
seus conceitos teóricos (Fairbairn, W.R.D.,1952). Tal perspectiva tem sido apontada
na obra de H. Kohut
que inicia um percurso e uma exploração do campo do
Narcisismo, trazendo conceitos que ainda hoje são novidades e que tem sido ainda
pouco divulgados nos institutos de ensino.
Podemos dizer que Kohut traz três grandes contribuições para o avanço da
ciência psicanalítica: o conceito de selfobjeto, as transferências selfobjetais, o
método da Empatia como exploração do campo psicanalítico. Não vou me estender
na apreciação destes conceitos, dado a natureza deste trabalho, porém assinalar
que o conceito de selfobjeto (cuidadores que provêem as necessidades funcionais
específicas psicológicas para o desenvolvimento do Self ) fazendo parte do Self,
introduz a empatia como método de exploração do mundo subjetivo do paciente
(Kohut, H., 1990). A Empatia é um método de observação, de colheita de dados, de
significação intrapsíquica. É um método mais plausível de investigar as dificuldades
ou impossibilidades de determinados pacientes fazerem representações. O processo
empático tem um universo de pesquisa que está sendo construído a partir de seu
seguidores, particularmente pela vertente ligada à Intersubjetividade da International
Association for Psychoanalytic Self Psychology. Assim a extensão na qual a pessoa
chega a experimentar os afetos (sentimentos) como mente, isto é, mais que um
corpo, depende da presença de um contexto intersubjetivo, que evite o
descarrilamento do processo transformacional, já descrito acima por Krystal. Por sua
vez, Atwood, Stolorow, Orange (1997) tem produzido inúmeros trabalhos sobre o
desenvolvimento
primitivo
da
função
erótica
na
experiência
do
sujeito,
impossibilitando a articulação dos aspectos pré-simbólicos em coesão necessária e
integradora. Diferenciar, nomear, sintonizar aspectos dolorosos e prazerosos da
experiência afetiva da criança ajuda a percepção de que o mundo pode ser confiável
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Vol. 7 Año 2006 Página 374
KAHTALIAN, Alexandre
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
e no processo de representação do seio como primeiro objeto. E
que suas
necessidades e desejos poderão ser preenchidas.
Duplo Registro E Dissociação
Como assinalado anteriormente, tomando o conceito de Self como o organizador
da experiência de si mesmo, ele está no centro do registro do acontecido em toda a
nossa existência. Registra o que mentalmente e somaticamente nos atinge, embora
a percepção deles possa ter aspectos e representações diferenciadas em função
das
fases
de
desenvolvimento
e
dos
processos
envolvidos.
Estudos
neurofisiológicos demonstram o vice - versa da dupla inserção no registro mental e
não serão abordados aqui neste trabalho. O duplo registro mente x corpo tem
aspectos filosóficos e metapsicológicos que, a meu ver, consigna uma divisão
resultante do pensamento cartesiano que impregnou a ciência desde o século XIX.
Em Medicina Geral e em Hospitais Psiquiátricos a divisão mente x corpo ainda está
muito presente na prática assistencial e pode induzir condutas terapêuticas
iatrogênicas. Do ponto de vista médico, psicossomático e fenomenológico, já não se
aceita
atualmente que esta divisão seja reconhecida, embora ainda não seja
totalmente tolerada. Tais aspectos
indicam fortemente como o Mito da Mente
Isolada (o que ocorre na mente é produto exclusivo do intrapsíquico) persiste no
pensamento atual embora haja tentativas integradoras em várias correntes atuais
da Psicanálise (Stolorow, Brandchaf & Atwood, 1997, 1992) e outras, ligadas a
fenomenologia.
O caso de J é esclarecedor: um registro traumático se reproduzindo duplamente
no terreno somático e no relacional, em face de perda de um selfobjeto necessitado
para suprir o desenvolvimento emocional em gestação. Não posso afirmar, mas
posso inferir que, muito precocemente, J tenha tido mais ausência de cuidador no
início de sua vida. A dupla face do trauma: angustia de separação vivenciada no
processo de desenvolvimento emocional anterior aos 3 anos de idade e na relação
de objeto em curso. Suporte e Relação juntos a contar a mesma história.
Infelizmente só procurou auxílio psicológico por ir mal nos estudos colegiais e por
uma informação de uma colega de sua mãe.
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KAHTALIAN, Alexandre
- SEQÜESTRO DA REPRESENTAÇÃO
Quero também referir que existem várias formas pelas quais a desconexão
mente x corpo por falhas na sintonia afetiva precoce é produzida pelo trauma da
separação e demandaria um aprofundamento desta temática muito mais complexa.
Algumas Considerações
O testemunho atual dos que praticam a clínica psicanalítica é a de que o trauma
está cada vez mais presente no cotidiano dos nossos pacientes, trazendo aspectos
sintomatológicos que estão a exigir um olhar e um estudo mais freqüente sobre o
psiquismo primitivo. É grande a demanda de casos de Perversão, Desordens
Narcísicas, Psicossomatoses, Adições, Transtornos Alimentares, Stress Pós
Traumático.
O 44º Congresso Internacional de Psicanálise (IPA), realizado no Rio de Janeiro
evidenciou transnacionalmente a atualidade e a freqüência do trauma sob as mais
variadas apresentações que, penso, permanecerá exuberante nos próximos anos.
A comunidade psicanalítica vive um momento singular pela presença da
velocidade dos eventos sócio-políticos e de uma sociedade voltada para o
Espetáculo, a Performance, o Mercado. Mudanças com a queda dos valores
filosóficos ligados ao Iluminismo e Utopias desintegraram-se na ultima década do
século XX. A presença de um mundo digital a ordenar novas formas de
relacionamento. A violência dos desentendimentos raciais, familiares, sociais criando
uma cultura da indiferença afetiva com o outro e o simulacro existencial.
Mais que nunca o paciente atual procura ser reconstruído ou mais precisamente,
ter o sentimento de ser e pede ajuda, quando pede, que o auxiliemos nesta travessia
do Trauma.
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Alexandre Kahtalian
R. Jardim Botânico , 700/520
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REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 378
LEVIN, Raúl E.
- EL CÍRCULO DE LA NIÑEZ…
EL CÍRCULO DE LA NIÑEZ Y LA FRAGATA MISILÍSTICA
Dr. Raúl E. Levín
La abeja encerrada en la resina
No es de la tierra que provenimos, al menos que lo entendamos como poética
bíblica. Freud fue implacable: de lo inorgánico. Es un abismo inescrutable, no admite
representación o reliquia, tampoco bóvedas con frescos. Y el niño, como eslabón
entre esa nada sumergida nada y el todo actual en tanto sujetos, subsumidos en el
eje del narcisismo a cuyo alrededor orbita el otro. Pero esa nada puede tener un
fondo de saco en la ilusión de una vida fetal que sorprende con la potencia de
intermediar entre la nada y el todo. Ahí puede remitirse la subjetividad cuando el
cuerpo la pone al borde.
Acabo de estar con un niño de cinco años que está convencido de que las mujeres
son mejores. La cosa es que ellas producen niños –él mismo fue producido- y se
perpetúan y los perpetúan más allá del problema que desgañita al psicoanalista
relacionado a los orígenes. Pero de qué origen me hablan diría –es un decir- este
chico, si su problema es que nació con una comunicación interauricular, la que
estalla en su patología mortal apenas se corta su relación de vasos comunicantes
maternos. Entonces volvamos a ese estado de ser una mujer: son mejores.
Producen niños y se extienden en ellos. Invencibles y eternas, no tendrían ninguna
exclamación angustiosa ante la castración. Sus padres tienen temores acerca de
una aterradora homosexualidad en la no tan incipiente adolescencia. Sin embargo el
problema no es la elección sexual, sino la filosofía esencial, primaria, acerca de
cómo sostener la eternidad. No me impresionan tanto los juegos en que sucesivos
autitos pasan por un orificio por el que nacen “los bebés”, por el que vuelven a nacer
sucesivamente cuando el orificio (una maderita con forma de arco que puede ser
túnel) es desplazado sucesivamente hacia delante, de tal manera que los niños
renacen del nacimiento, vivos en el mundo y en el vientre. Fue para mí más
elocuente su teoría de eternizar su permanencia en el tiempo, cuando a continuación
de su alegato acerca del privilegio de la mujer como cadena sostenida por un ideal
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de eternidad, trazó con lápiz una suerte de óvalo (“vas a ver que es un huevo”), y
luego de dibujar una abeja en papel glacé, la recortó, y la pegó dentro de los
círculos del dibujo, cubriéndola con todo el contenido del frasco de pegamento, de
tal manera que horas después tenía ante mí (como dicen los escribanos cuando
legitiman un documento) un ser que perduraría a lo largo de millones de años, como
esos bichos o semillas que han quedado atrapados en el ámbar de los árboles y que
después de millones de años podemos apreciar en museos o en ilustraciones de
publicaciones sobre la conservación de los primeros indicios de vida del universo.
La fragata
Varias dimensiones de la fragata misilística (además de las de la fragata misma)
boyando en los corredores del edificio del consultorio. La obvia, surge de dividir su
costo, en sus variables según equipamiento destructivo, por el de niñosobrevivencia. Es aterrador el resultado, su alcance inaudito. También inescrutable,
porque la ecuación humana que otorga inexistencia al que no es el otro de sí mismo,
no identificaría sino alusión, no cuantificable. Es del orden de lo político. Pasa por el
que ejerce la cría de fragatas para lanzarlas a la vida de sus propios ideales. Lo
humano del poder se encarna solo en sí mismo. La niñez no alcanzada por la
consideración política no es más que el precedente de ese habitante cuyo apronte
no es mucho más que el de mover una imagen en la TV. Como todo cachorro puede
ser enternecedor. Puede propiciar alguna búsqueda de sensibilidad en quien no
tolere estar en esa franja de sinuoso vacío que circula entre el poder político y la
nada. Bienintencionados hay dirigiendo su coyuntura hacia la inequidad humana.
Pero también desvíos hacia aventuras de alcance similar: conmovedor el esfuerzo y
la pasión que convoca un ballenato varado en alguna playa patagónica o
australiana. Tan inútil como suponer ayuda al humano descuidado, desprendida de
simples cálculos numéricos. Pero más inherente a la niñez, es el lugar imposible de
detención eterna del niño que fue abeja incluida en la resina de un infinito del que
nadie se rescata. El enigma de la muerte anticipa el terror obturado acerca del de
dónde (no) venimos. La historia calza justo a medida para taponarlo, contribuyendo
a ese tejido –red de salvataje- que llamamos identidad. Pero interroguen a un
corazón con una tetralogía, a un teratoma o a una corteza cerebral mórbida por un
accidente en el parto. Qué más se sabrá sobre el genoma, o aún sobre hormonas o
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virus a los que la historia no puede reclamar preguntas. Lo anterior desarbola la
genealogía, hace de lo efímero sólo eso, lo efímero. Para eso la niñez es testimonio
irreconciliable con el poder político, que supone un ideal sin fisuras, acosado por una
potencia positiva que desconoce los abismos. Que puede proponer el terror del otro
para desquitarse del propio. La fragata misilística es lo opuesto al niño: se sabe su
qué, avanzará para colonizar hasta qué, fue armada en el astillero de la inteligencia
humana y va a durar hasta que la renueve. El niño como intersección misteriosa es
un paquete innecesario a la política. Es más: su condición la ignora. La niñez tiene
más poder que la política, porque encarna la falta de respuesta a los interrogantes
sobre la condición humana. Pero la política por definición debe eliminar el poder que
desafía el suyo. Y lo trágico es la siguiente paradoja: el poder de la niñez es
soportado por el más frágil de los humanos: el niño.
El círculo no es geométrico
Pero el niño no será blanco del proyectil. Su posición es sacralizada porque no
enuncia. Es el asignado por la incertidumbre esencial, en ese lugar entre la nada y el
sujeto. No se puede matar sin saber lo que se mata; cualquier cazador profesional
puede extenderse sobre esto. La fragata va a succionar la niñez, la destruirá en su
enigma. No serán los misiles sino los presupuestos, las políticas económicas y
colonizadoras, los descuidos, las miradas al costado.
El niño argumento de este exquisito ámbito que propicia un psicoanálisis, remite a
otros. Mi trabajo está en eso, en ese “fenómeno altamente refinado del siglo XX” al
que refiere Winnicott1. Pero desde mi consultorio, veo tanto a la fragata como a otros
niños. Ellos son mis referentes tanto como mi paciente de cinco años. Para incluirlos
en su inconmensurabilidad, no tengo otro recurso que reducir su presentación a lo
contrario: un deliberado reduccionismo, que presente al lector un canon condensado
al límite de lo posible, en representación de todos los niños que no podrían ser
abarcados en ningún texto. Lo enuncio:
Fotografías de chicos de El Impenetrable chaqueño, a veces ofrecidas
en suplementos dominicales de los diarios, instalados en aneurismas desolados de
un camino recto. Sus miradas se construyen tímidamente ante las cámaras; en otro
plano madres desvaídas, perdidas en un terror que no conocen adherido a la letra
1
Winnicott, D. W.: Realidad y juego. Granica Editor. Buenos Aires. Pág. 65
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del informe del cronista: desnutrición, tuberculosis, chagas, leishmaniasis. Perros
merodean alrededor de charcos y rascan sus lomos en los parantes que soportan
los trapos cóncavos que techan sus viviendas.
Esmirriado y tenaz, un niño salteño avanza por una calle de Cafayate
cargando sobre sus hombros un atado de leña que lo sobrepasa en peso. Cada
tanto claudica y lo deja caer. Pero a su lado, la madre sostiene con su mirada el
peso, como también la calle y su derivación hacia el desierto. Esta madre es el hijo
que la levanta, renueva el paso, unge la vida entre ellos.
Otro pasa ostentando orgulloso el Nintendo recién comprado por el
pasillo del shopping de Buenos Aires: el trueque es ancestral, ahora bajo la forma de
un plástico y la firma que su abuelo dejó en el ticket, a cambio de la sonrisa del
vendedor y el juguete que el nieto puede sostener sin declinar. Este niño –no lo
sabe- puede ser la sombra del destino de los otros. Años después trazará en la
computadora las líneas de la proa o será panelista en la discusión acerca del
blindaje de la fragata.
Luego el niño que me visita en el consultorio: concentrado en su
encierro intemporal, activo militante de la detención eterna, aunque bajo la mirada
que intenta inscribirlo en lo efímero, la época y la filiación. Esta mirada no solo le cae
de los padres, sino también de su psicoanalista.
El niño que va a morir de hambre o enfermedad ha dejado de ser un niño. Aquel al
que se le ha negado sostener el peso del fardo de la cultura para llevar sobre sí el
que dará calor a la mirada materna también, porque tener asignado un papel social
en su sobrevivencia, hunde su niñez en un punto que no admite la interrogación. Y
el niño tecnológico, el que prematuramente tiene su fragata de bolsillo, ya está
presupuestado: si no va a ser político, seguramente será un brazo de la política.
por último, quiero aludir –es el emblema exacerbado de lo que traigo- a
la conocida fotografía del niño emaciado próximo a morir en el horizonte africano, en
tanto un buitre acecha pacientemente el desenlace. El dramaturgo y psicoanalista
Jorge Palant, en su obra Réquiem, transcribe la incesante agonía del fotógrafo, ya
muerto por su propia mano, la misma que ante la tragedia sólo atinó a disparar la
cámara. La muerte de ese niño y el suicidio del fotógrafo, deben ser abrochados
para que todo esto valga.
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Digresión
No se trata de un prejuicio. Para que así fuera el otro tiene que ser un semejante
sobre el que se inscribe la diferencia: color, talla, anomalía, religión, sexo...El niño no
es otro, es yo –pero qué. Para sufrir el prejuicio del otro no hace falta ser quemado
en la hoguera. Basta esa mirada que no te ve, que se retrae a la vez que mira. En el
des-mirado cruje o se desmonta la sujeción de su propia subjetividad. El otro atento,
hasta cordial, cuya mirada vacía te desconoce no se altera por decálogos o
instrucciones de UNICEF.
A diferencia del objeto del prejuicio, el niño es mirado, demasiado mirado. Ternura
u odio dan en el centro de la interrogación sobre el ser. Es la concentración de
nuestro narcisismo en su dimensión de lo ajeno. En tanto su proximidad al origen,
toda cría (no solo humana) además provoca una cariñosa curiosidad no exenta de
horror. Es el nosotros en su insoportable desconocimiento. Por eso los
psicoanalistas (“de niños”) apelamos a “construirlo” o a “observarlo”. Aunque no
alcanza. Pero los otros psicoanalistas (los “de adultos”) ven al “de niños” como a un
“conocido extraño”. Como al mismo niño. No comprenden (con razón) “cómo
hacemos”. Insisten en asignarnos poderes mágicos, una dotación, un toque que nos
da el alcance de responder ante la oferta de desconocimiento que nos atañe. Y esto
podría aplicar a una habilitación extendida a otros campos de la clínica en que los
interrogantes quedan sueltos, como es el de la psicosis.
El psicoanalista de niños accede a un saber ilimitado y temible: “hace niños”. Es
más, si sabe de niños, la única solución a su talento es que es un niño. Solo un niño
sabe lo que es un niño. Y ahí queda. Cuando fundamos el Departamento de “Niños y
Adolescentes” en APdeBA, hubo que hacer un esfuerzo intelectual para darle su
verdadera denominación: de “Niñez y Adolescencia”. Sin embargo, a pesar de su
inscripción, se lo sigue llamando “de Niños”. Pero los que “hacemos” niños no somos
niños. Entonces, ¿cuál es nuestro saber?
Para los demás, y para nosotros mismos, somos portadores del interrogante sobre
la niñez. Y es razonable en los que creen en nuestro saber, también sutiles
desconfianzas, postergaciones o proscripciones. No es posible destituir las
resistencias que promueve el psicoanálisis de niños entre los propios analistas,
proveniente del terror cuando no queda otra que asomarse al desconocimiento.
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En el Servicio de Psicopatología del Lanús, los consultorios de niños estaban al
final de todo. Recorrer el pasillo hasta el fondo hasta encontrar los últimos, pared de
por medio con la mítica otra mitad en espejo del edificio de los Consultorios
Externos, en los que se ubicaba la morgue del hospital. Mauricio Goldenberg, el Jefe
del Servicio, andaba a veces por ahí y no sabía qué hacer conmigo. Yo era su
subordinado, pero ocupaba un lugar de su territorio en el que no podía incluirse. Yo
“sabía niños”, y eso lo dejaba afuera.
Pero qué intervención o respuesta ante ellos, mientras rebotan sus juguetes contra
la medianera que separa de la morgue, tan próximos al abismo que los antecede y
aún los signa, emitiendo a la vez señales en código carcelario a los que habitan el
albergue del otro abismo.
El saber del niño
El saber del niño es un saber del niño, y ahí queda. Solamente el niño sabe lo que
es un niño –él. Entonces cuando hay un psicoanalista de niños declarado, no hay
otra que suponerlo niño. Salvo que se lo considere en su tolerancia al
desconocimiento. Porque convengamos: no es un niño, pero tampoco un poseso, ni
un iluminado, ni un beneficiario de epifanías psicoanalíticas. Es alguien que nada en
el misterio, tolerando la destitución de la metapsicología freudiana, soportado por
salvavidas que le fueron arrojados a modo de teoría por vislumbres de algunas
psicoanalistas consideradas pioneras. Parece que las mujeres saben. Pero qué.
Algo que funciona. A la manera de la maternidad y la crianza. Pero el bebé no habla
de lo que le ocurre. Su saber es un saber actual, ahistórico, instruido por la biología
hasta que de ella despiertan las primeras redes entre percepciones.
De tal manera hay un saber del niño comprendido en lo inefable, en lo indecible. Y
otro saber sobre el niño, del que puede decirse es decible, verosímil, plausible, pero
otro. Melanie Klein escribe sobre el niño que ve. Y lo hace muy bien. Basta leer el
Capítulo 6 del Psicoanálisis del Niños2. En él se ve su capacidad de observación,
aún no empañada por el imperativo a teorizar. Debemos además ofrecerle un
reconocimiento sorprendente: es una mala escritora, no hace literatura. Es el
testimonio incoercible de quien no puede dejar de ver. Es un ver despojado,
2
Klein, M.: El psicoanálisis de niños. Paidós. Buenos Aires.1972)
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asociativo, audaz. Fue su necesidad de honrar divergencias lo que luego la obliga a
constituir una superestructura metapsicológica que la pertreche en sus polémicas
con Anna Freud. No hace una cultura del hablar “desde” el niño como en el
magnífico relato de Clarice Lispector3. Pero es inevitable que de las coordenadas
despojadas de su teoría se hayan completados mapas imaginarios de algunos
seguidores. Hubo psicoanalistas mujeres que trastabillaron en ese borde entre lo
indecible y las teorías. Cómo sumirse en una teoría psicoanalítica del niño y a la vez
en esa concentración de su narcisismo que es su bebé. El saber perdido del niño es
el no saber sobre él. Niño perdido huyendo a su propia aventura hasta que lo
inscribe la Ley –a la manera de Pinocho-, o sabio sumido en su implicidad, tan
elevado como inalcanzable, como la representación del “bebé inteligente”4 o “bebé
sabio” (según otra traducción)5 de la clínica ferencziana.
Desde la cobertura de ámbar
Mi paciente de cinco años sigue en su análisis. Desde su posición de que “las
mujeres son mejores”, no por su sexuación sino por su don de resistir la
temporalidad, disfruta como verdadero altruista en ofrendar sus dibujos a sus
familiares y a mí mismo. En una liturgia en la que la generosidad es el sustento, con
un gesto ecuménico cede su fórmula a quienes lo aman. Por ahora no hay otra cosa
que convicción. Sin embargo algo empieza a fallar. A veces hay vergüenza y
reticencia. Cuando juega con los muñequitos Playmobil –enorme desafío a
diferenciar masculino y femenino- comienza a no contarme el guión de las historias
que despliega. O rápidamente se desdice luego de elegir un papel glacé rosa para
vestir al Príncipe. Dura instancia para el analista, porque este niño podría ser amado
en su increíble extensión mágica hacia la infinitud. Pero dolorosamente, la sola
palabra del psicoanalista que le habla -no interesa la palabra “interpretación”provoca fisuras en su cobertura laminada y transparente. No queda otra. Pero el
analista, resquebrajando con palabras esa cobertura de resina, le dice lo único
posible: estas palabras te matan para que puedas vivir. Debe ser muy duro porque le
3
Lispector, Cl.: “Niño dibujado a pluma”. En Cuentos reunidos. Alfaguara. Madrid. 2002.También en
Revelación de un mundo. Adriana Hidalgo editora. Buenos Aires. 2005. Págs. 185-188.
4
Ferenczi, S.: Teoría y técnica del psicoanálisis. Paidós. Buenos Aires. 1967. Pág. 287
5
Porge, E.: La transferencia a la cantonade. En Litoral 10. Editorial de la torre abolida. Córdoba.1992.
Pág. 71
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estoy diciendo: ahora también nos odiaremos. Pero me he obligado a reconocer algo
de mí en él. Las palabras me han penetrado, yo mismo he sido reiterado a su través
en mi conmensurabilidad, posiblemente mi odio es porque no pude sostener en él un
saber acerca de la muerte.
Un comentario naval
Las he visto en algún informativo, posiblemente de la CNN. Son como un blindaje
que flota, sin aberturas, no sabés por donde sale el proyectil, si hay una cubierta es
para que pueda posarse el helicóptero que apoyará la eficiencia de su carga
destructiva. No se ven marineros, solo destellos del sol sobre su estructura
hermética. Seguramente lo más próximo a lo reconocible como artefacto de este
mundo es que sube y baja como cualquier otro barco con el movimiento del mar.
Suponemos en su interior sujetos, aislados de todo contacto sensorial con el otro,
aún cuando sea llamado “enemigo”, “objetivo” u otros. Sí: queremos suponer que
hay sujetos tras ese blindaje de la subjetividad. Alguna película lo demostrará, o se
lo demostrará a estos tripulantes el reencuentro con sus hijos cuando por fin tocan
tierra después de su misión. Queremos creer que es así. En realidad lo sabemos.
Estas herramientas de la guerra son tan inefables, que un juguete no podría
admitirlas. Imaginen una fragata misilística Playmobil: dónde ponemos a los
marineros y al Capitán. En su exterior no hay cubiertas. La interioridad es
inescrutable. El alcance de su destrucción rebasa lo imaginable. No tiene
representabilidad.
Si bien parece el opuesto del sutil despliegue emocional que se establece entre mi
paciente y yo, la fragata misilística tiene un flanco de mayor vulnerabilidad. Ha sido
creada por el hombre, quien la puede captar hasta en su más recóndito chip.
Mientras que el niño de cinco sigue desembarcando en el consultorio interrogantes y
más interrogantes. Queremos creer, ya lo dijimos antes, que entre los tripulantes de
esta nave aún resista alguno que aunque fuera a posteriori sea provisto de alguna
incomodidad a su condición subjetiva.
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Sesiones
Está jugando a uno de sus acostumbrados juegos. Ha vestido hábilmente sus
muñequitos Playmobil con trajes de papel glacé de diferentes colores. Son príncipes
y princesas, e hijitos. En cuanto inicio un comentario acerca de su juego, comienza a
gritar: “¡No me hables mientras juego!”. A la vez me pega en el brazo, para luego
agregar en tono conciliador: “¿Viste que fuerza que tengo?”. Sí que tiene fuerza para
defender su posición.
A la sesión siguiente llega llorando en brazos de su madre. A manera de
explicación, ella me dice: “venía durmiendo en el auto”.
Lo lleva hasta el consultorio, y no tiene inconveniente en quedarse, aunque se tira
aparatosamente en el piso para seguir llorando.
He aprendido que si un chico llora, uno puede esperar, acompañando. No está mal
llorar. Los analistas de niños solemos temer al llanto. Parece que se nos planteara
sin eufemismos la pregunta angustiosa que suele atravesarnos: ¿le hemos infligido
algún daño?
Varios minutos y tengo la impresión que de su llanto pueden escucharse algunas
inflexiones que lo semejan a gruñidos.
Ensayo una pregunta: “¿Estás con rabia?”. Asiente con la cabeza. Creo que le
reitero la pregunta y ahora obtengo una respuesta semejante, aunque más nítida.
Me permito completar la pregunta, pero en un tono más próximo a una afirmación:
“Estás con rabia porque te saco de tu mamá”.
Repito estas palabras, llora un poco más, de pronto interrumpe su llanto, y me
pregunta: “¿Cómo se escribe la palabra odio?”.
Se dirige hacia su mesa, toma el papel y un marcador. Quiere que yo le deletree la
mencionada palabra.
Esto ya ha ocurrido con otras, especialmente escribiendo los nombres de las
personas de su familia para quienes hizo dibujos dedicados.
En vez de dictarle letra por letra, se la hago un poco más difícil, repitiendo la
palabra “odio” muy lentamente como para que él deduzca por el sonido la secuencia
de las letras que la constituyen. Protesta un poco -“vos no me ayudas”- pero
entiende perfectamente.
Una vez escrita la palabra, con el mismo procedimiento la vuelve a escribir.
Luego me pregunta cómo se escribe “Raúl”, y de la misma forma queda inscripta
en el papel debajo de la palabra “odio” duplicada más arriba.
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Quizás a falta de una noción gramatical de la escritura de las partículas de enlace
entre ellas, “odio a Raúl”, “odio para Raúl” (u otras), sustituye las preposiciones que
no sabe incorporar, con una flecha que parte de las palabras “odio” y concluye en
“Raúl”.
Luego remarca este fresco de nuestra transferencia, con redondeles del mismo
color en los ángulos y extremos de las letras de las palabras que dan cuenta del
cuadro de situación que se ha establecido entre nosotros.
No dejamos de notar que concluye con una R suelta, algo descolgada, por fuera
del trayecto del odio. R de Raúl pero también letra sobresaliente de su nombre, que
sostiene quizás el inicio de las palabras que de ahora en más transitarán nuestras
sesiones psicoanalíticas.
El niño es menguado
El niño no es blanco del proyectil: encarna el interrogante que no puede ser
aniquilado. De la magnífica trascripción de llanto-gruñido a palabra escrita de mi
paciente, queda un resto inefable al que llamaremos infancia. Será cosa
inalcanzable para siempre pese a las astucias de la también llamada “inteligencia”,
que apelará a inevitables estrategias para apre(he)nderla, colonizarla. El
extrañamiento ante eso nuestro-en-nosotros, infancia perdida para siempre,
sumergida nosotros mismos, se localiza en un campo inverso al enemigo de la
fragata. Es acecho a nuestro ser, y a la vez su fundamento: nunca será trofeo de
vencedor.
Por eso el niño, en tanto representante icónico y subjetivo de nuestra infancia
presente y perdida, no puede ser arrasado salvo por quien se constituya en
victimario de sí mismo. Queda mal matar niños, aún en la atrocidad de la guerra. No
se trata de una norma ética. Es que matarlos es una desdicha del soldado, que debe
saber qué mata. No es político matar niños, aunque ocurra. Las imágenes no
pueden ser transferidas a la política, y si trascienden, serán deplorables para todos
los bandos. El niño interroga el poder, lo desarma. Es muy difícil tratar desde lo
político ese no sé quien es, pero es yo.
Pero en tanto interroga el poder, lo ignora. Su poder sobre el poder establecido es
un desafío desconcertante que no puede quedar ahí. Algún sinuoso escarmiento, ya
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que no el ataque directo, se establece para deponer la condición de ese que no es
amigo ni enemigo y destituye la validación del poder.
Entonces: si al niño no se le va a disparar el proyectil, habrá que emprender un
modelo alternativo para deponerlo. Así el niño será menguado. La política le ofrecerá
carencias: educativas, sanitarias, alimenticias. No lo dejará ser en su esplendor
sabio y a la vez inerme. Se mirará hacia otro lado. El cinismo de esta operación
humana rescatará y expondrá conmovida los efectos de su trampa. Ya lo dije antes:
las escenas en que se trasciende los derivados de estas políticas, emocionan aún a
quienes las propician.
Epílogo inconcluso
La fragata misilística es poderosa, pero no tanto como la infancia y el sujeto que de
ella se constituye.
Con mi paciente de cinco años pudimos establecer nuestro odio recíproco. Pero
éste fue constitutivo, y no sólo para él. Yo intervine sobre su infancia pero le hice
saber: “lo admito, esto ocurrió entre nosotros, y es también letra”. Nos entendemos.
A pesar de nuestras pequeñas batallas -y quizás a esto hay que llamarlo amorresignó su posición de un saber más allá de todo para aceptar una palabra que nos
pone al uno al tanto del otro. Ahora nos vamos a odiar, pero la cultura quizás no solo
dé lugar a la renuncia y el malestar, sino también al amor y la sobrevivencia.
Mientras tanto la fragata navega y se pavonea. En su vida útil puede no matar a
nadie, pero la capacidad de amedrantamiento es igualmente letal. La asimetría
derivada de su poder de fuego es su legítima marca de suficiencia.
Pero en sí misma, es menos que el paso gigantesco que diera mi paciente desde
la pura emocionalidad de infancia a la enunciación y escritura de la palabra.
La fragata (a diferencia de la estructura del sujeto) podrá ser desguasada,
desarmada en todas sus piezas, para volverse a armar. Los ingenieros navales la
conocen al dedillo. Cada bulón, circuito o movimiento de sus tripulantes puede ser
ubicado en pantallas de computadoras alineadas a lo largo de higiénicos salones,
seguramente mucho más provistos que cualquiera de las salas de los hospitales que
hemos conocido. El ingeniero que sí sabe todo de su fragata, ubica en la pantalla el
perno fallido que provocó una vibración que nadie percibió.
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- EL CÍRCULO DE LA NIÑEZ…
En tanto con mi pequeño paciente comenzamos a compartir el saber sobre nuestra
ignorancia. Nos suponemos en un acuerdo de respeto de lo mejor que hemos
convenido: la vida nos da mucho, pero no nos devuelve todo. Por ejemplo, la
infancia.
DESCRIPTORES: NIÑEZ; SOCIEDAD; PSICOANÁLISIS DE NIÑOS; POLÍTICA;
ODIO.
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LÔBO SOLLBERGER, Â. y ot.
- O ANALISTA DIDATA COMO ADMINISTRADOR
O ANALISTA DIDATA COMO ADMINISTRADOR 1
PSIC. ÂNGELA MARIA LÔBO SOLLBERGER2
PSIC. MARIA FERNANDA MARQUES SOARES3
Toda Sociedade Psicanalítica ou Grupo de Estudos tem, dentre seus principais
objetivos, a difusão e a transmissão da Psicanálise. Freud, ao fundar sua instituição
em 1910, acreditava que as instituições internacionais, regionais ou locais eram
importantes para a difusão e proteção de suas idéias. A Associação Psicanalítica
Internacional hoje está presente em mais de 50 países, congregando cerca de
11.000 membros. Estamos organizados também em federações nas Américas e na
Europa. No Brasil, as Sociedades e Grupos de Estudos estão representados na
Associação Brasileira de Psicanálise — ABP.
O tema sobre o qual discorremos refere-se à função administrativa que, durante
muito tempo, parece ter ficado relegada a uma atividade menor, dentre as muitas
desempenhadas pelos analistas.
A formação de novos psicanalistas da IPA se dá especificamente pelos Institutos
de Psicanálise das Sociedades e Grupos de Estudos. Quase todos os Institutos
empregam o modelo tripartido de Eitingon. Muito se tem escrito e debatido
principalmente sobre a análise de formação e a supervisão psicanalítica, bem pouco
sobre o ensino teórico e, parece-nos que são raras as menções à função do
administrador.
Para definirmos nosso campo, comecemos nossas reflexões por sua definição.
O Dicionário Aurélio (1986) dá à palavra "administração" algumas acepções: gestão
1
Trabalho apresentado em 1 de outubro de 2003, na mesa O Didata como Administrador e o
Candidato como parte do Instituto, no XVI Pré-Congresso Didático Brasileiro, "O Didata e o
Candidato: múltiplas responsabilidades face à formação e à instituição". Nesta época nossa
instituição ainda era GESP-MS – Grupo de Estudos Psicanalíticos de Mato Grosso do Sul, atual
SPMS - Sociedade Psicanalítica de Mato Grosso do Sul (Provisória)
2
Membro Efetivo da SPMS e da SPRJ, Analista Didata do IP da SPMS e Diretora do IP da SPMS.
3
Membro Efetivo da SPMS, Analista Didata do IP da SPMS e Membro da Comissão Coordenadora
do IP da SPMS.
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LÔBO SOLLBERGER, Â. y ot.
- O ANALISTA DIDATA COMO ADMINISTRADOR
de negócios públicos ou particulares; governo, regência; conjunto de princípios,
normas e funções que tem por fim ordenar os fatores de produção e controlar a sua
produtividade e eficiência, para se obter determinado resultado. Neste mesmo
dicionário, "administrador" é a pessoa encarregada de uma administração. Portanto,
falemos do analista didata como administrador dentro do Instituto, administrador de
nosso "negócio" de formar novos analistas.
O que especifica a psicanálise e os psicanalistas quando observamos suas
organizações? Qual o objetivo das relações entre pessoas de uma comunidade
psicanalítica e desta com outros grupos sociais?
Pareceu-nos necessário buscarmos algumas respostas para essas indagações
ou pelo menos uma orientação na sociologia. Vamos nos referir ao trabalho de
Michael Rustin (1991) publicado no livro A boa sociedade e o mundo interno. O autor
situa o trabalho psicanalítico em relação aos tipos de estrutura social e explora as
características incomuns das organizações psicanalíticas.
Michael Rustin (1991), citando George Simmel (sociólogo alemão), chama-nos a
atenção para uma contradição das sociedades modernas, aquela entre o
desenvolvimento da individualidade (conseguido por meio de processos de
diferenciação e de complexidade social cada vez maior) e as pressões divisionistas
e alienantes da estrutura social sobre o indivíduo. Rustin considera que podemos
compreender a psicanálise como uma forma de interação social característica dessa
extrema diferenciação e complexidade. Na psicanálise, busca-se uma forma pura de
investigação do self, pelo relacionamento muito peculiar e com grande intimidade
com o outro, no qual a vivência de apenas um dos participantes (analisando) se
apresenta diretamente para discussão e investigação; é um tipo de relacionamento
que só pode ser entendido pela experiência, e não pode ser substituto de outros
tipos de relações.
As relações psicanalíticas se estabelecem por um contrato explícito, são
limitadas a um enquadramento de tempo, espaço e restrição de comportamento. A
psicanálise representa um grau extremo de diferenciação social, e seu conteúdo
altamente pessoal fica dentro de uma situação que se parece surpreendentemente
impessoal,
contratual
e
de
responsabilidade
limitada.
A
necessidade
de
institucionalização, perseguida de modo tão ambivalente por Freud, surge do desejo
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de dar estabilidade e possibilidade de reprodução à prática psicanalítica, que se
caracteriza por uma dupla intersubjetiva.
Nas organizações psicanalíticas os objetivos desejados de previsibilidade e de
originalidade são algo contraditórios e, na história da psicanálise, podemos observar
pressões exercidas na direção de uma organização instrumental racional e regrada,
e reivindicações de sentimento pessoal de intuição e originalidade criativa.
A interpenetração das esferas pessoais e públicas da vida analítica parece um
fenômeno inevitável pelas próprias características dos modelos de formação e
prática analítica. Rustin destaca que o fato dos candidatos ingressarem na profissão
por meio da análise e supervisão com analistas graduados geralmente provoca a
junção da aquisição da capacidade profissional com o compromisso de fidelidade
com estes mesmos futuros colegas. Os analistas menos graduados terão, assim,
certo grau de dependência dessas pessoas mais graduadas, fato comum em muitos
campos profissionais, mas é diferente entre os psicanalistas pela própria intensidade
especial da natureza do trabalho analítico.
Simmel (em Rustin, 1991), ao analisar o surgimento de diferentes tipos de
organização, fala-nos sobre um tipo de organização social que implica a
manutenção do segredo para o seu desenvolvimento. Esta nos parece ser uma
análise interessante para as instituições psicanalíticas.
Os psicanalistas são participantes privilegiados dos segredos, da imaginação e
da vida íntima e pessoal de seus analisandos. Como lidar com a exposição de si
mesmo, do mundo interno dos outros junto com a preservação, proteção, reserva e
discrição diante do material de si mesmo e dos pacientes, em diferentes situações,
constitui-se uma das difíceis tarefas do psicanalista.
Para Michael Rustin, é uma aquisição notável da comunidade de psicanalistas
conseguir controlar essas informações de modo que sejam usadas quando
necessárias, sem destruir o sigilo e os limites da análise. Isto se adquire tanto pela
necessidade dos procedimentos técnicos estritos quanto por um forte senso de
adequação internalizado. Conter o conhecimento não é uma prática que permite
apenas que não transborde para fora das relações analíticas específicas. É a
essência da função analítica e requer um estado mental muito diferente no analista.
É um trabalho solitário e auto-reflexivo, em uma relação assimétrica. O analista
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mantém muita coisa em segredo, ainda que prescreva ao analisando não manter
nada em segredo. Portanto, a prática de conter o conhecimento, no sentido
sociológico descrito por Rustin, é uma condição de limite essencial do trabalho
analítico, que, por suas exigências técnicas, faz surgir a 'cultura de sigilo'.
A caracterização da sociedade secreta de Simmel chama a atenção para a
natureza do conhecimento comum “dos de dentro”, colocado à disposição “dos de
fora” só de maneira restrita. Neste tipo de organização, o processo de sociabilização
é intenso e a iniciação só ocorre depois de uma seleção: os candidatos são
submetidos a um contínuo julgamento que, por muitas vezes, confunde julgamento
pessoal com julgamento de capacidades específicas, como seria o caso na maioria
das
profissões.
Embora
seus
candidatos
sejam
selecionados
mais
pela
potencialidade e pelo desempenho, as “linhas de descendência” são simbolicamente
estabelecidas e permanecem marcadores importantes de status.
Ao participar de discussões diversas, ao lermos artigos publicados em nossas
revistas, ficamos com a impressão de que a essência da psicanálise precisa ser
nutrida nestas condições especiais de admissão cuidadosa, socialização profissional
prolongada e talvez contínua, com formas extremamente sutis e complexas de
controle de qualidade ou de avaliação. No entanto, sabemos que estes mecanismos
sociais possuem tendências inerentes ao conservadorismo e à estase. A abertura da
análise a uma variedade de experiências profissionais e sociais fornece estímulo
intelectual e fertilização à psicanálise. O problema, como nos diz Rustin, está em
combinar essas duas formas de atividade analítica: a devotada à manutenção do
padrão e do trabalho analítico fundamental, e aquela que busca ampliar seu escopo
e influência social.
Introduziremos neste trabalho a idéia do papel do administrador do IP como
aquele que promove o setting institucional para a formação psicanalítica ocorrer, um
setting para todos os envolvidos no processo.
Não se trata de uma idéia no todo original, na medida em que, já em 1959,
Ekstein e Wallerstein mencionaram a necessidade de incluirmos no processo de
formação mais um elemento — o papel do administrador. Em nossa concepção, o
papel do administrador é imprescindível como aquele que fornece a ambiência e as
condições básicas para a formação psicanalítica.
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Para Marlene Araujo e colegas (2001), "o instituto recria uma espécie de setting
analítico, desde a sua estrutura física até o espaço mental que proporciona aos
professores e alunos", tornando-se um espaço para ansiedades e fantasias. Para
nós, sua função vai e deve ir muito além de recriar este setting peculiar.
Achar o ponto ótimo nesta administração é que é difícil. Tentemos esboçar
algumas das funções exercidas por este administrador como provedor deste setting
educacional ótimo, reunindo algumas idéias da abordagem sociológica de Rustin
com aquelas de alguns de nossos colegas.
O primeiro aspecto característico da psicanálise é a sua especificidade. Trabalha
com e no limiar do real e da fantasia.
A própria natureza do objeto psicanalítico inscreve a psicanálise em um campo
distinto, muito específico e particular, necessariamente contendo ambigüidades,
opostos coexistentes e incertezas.
Portanto, o primeiro problema enfrentado pelo administrador é diferenciar este
papel daqueles outros também complicados e às vezes ambíguos, desempenhados
em outras situações — como administrador ele não exerce a função de analista do
grupo ou de parte do grupo, não é supervisor e nem professor, apesar de atuar
nestes papéis na maioria das vezes e até simultaneamente. Porém, continua sendo
e precisa ser psicanalista, em sua identidade intrínseca, continuamente adquirida e
reformulada.
Haverá momentos em que navegará em águas turbulentas de Cila e Caríbides.
Haverá situações em que necessitará conter e decodificar o que a instituição está
vivendo para depois intervir. Para proceder desta forma, precisa manter e empregar
o mesmo pensamento investigativo e curioso do psicanalista — a mudança está no
que ele vai fazer com este conhecimento que adquire pela experiência na situação.
Porque a sua função, agora, consiste em propiciar as condições objetivas ótimas
para que a formação psicanalítica se desenvolva.
É lugar comum o papel de depositário de restos transferenciais que atribuímos à
instituição, que pode ser vista como "reservatório de resistências ou de conteúdos
irrepresentáveis" (Leal, 2001). A instituição psicanalítica "contém o que poderia de
outra forma se tornar as ansiedades catastróficas de cada um dos seus membros e
nos protege contra a nossa precariedade, quando confrontados com o universo
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mental" (Giovannetti em Wallerstein, 1993). A análise dos aspectos narcísicos
depositados na instituição pode promover uma identidade mais bem diferenciada do
analista, que deve ser capaz de "viver na inquietude das incertezas" (Machado,
2001). Mas não cabe ao administrador analisar estes aspectos. Sua função se
restringe a contê-las e limitar as suas ações àquelas que podem ser solucionadas
por medidas administrativas e objetivas.
As relações analíticas são peculiares e diferenciadas
daquelas das demais relações interpessoais. E na instituição?
Qual é o enquadre? Quais são as regras básicas?
Ao fornecermos um setting institucional previsível, corremos o risco de
burocratizar o processo e impedir que a criatividade e a liberdade se desenvolvam.
De uma maneira geral, as Instituições tendem a serem definidas como
democráticas
quando
seu
modelo
de
formação
se
baseia
em
mínimas
regulamentações e se omite explicitamente qualquer tipo de avaliação de qualidade.
São consideradas autoritárias quando apresentam regulamentos definidos e critérios
de avaliação que se preocupam com a qualidade dos analistas que estão em
formação.
Logo, parece-nos pertinente perguntarmos com Elias Mallet da Rocha Barros
(2001):
1) Como criar uma Instituição que possa [elaborar] uma regulamentação
que apenas fixe normas para salvaguardar o processo formativo, mantendo,
ao mesmo tempo, a liberdade de pensamento [?] e 2) como evitar os efeitos
deletérios do autoritarismo e da doutrinação, aspectos inimigos do
pensamento criativo e, ao mesmo tempo, manter uma alta qualidade da
educação psicanalítica [?]" (Barros, 2001, p.255).
Conforme constatação de tantos outros autores (entre eles ver Wallerstein,
1993), apresenta-se, aqui, um dos grandes dilemas para o analista administrador em
um instituto de formação psicanalítica. Lembrando Kernberg (1996), há a dificuldade
de se estabelecer normas e, concomitantemente, promover a criatividade, e não
somente dos candidatos como também de todos os envolvidos e, acrescentamos,
promover também a liberdade de pensamento, o respeito e a ousadia pela verdade,
evitando, assim, o autoritarismo ou, de modo inverso, uma atitude laissez-faire.
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Como bem diz Rustin (1991), seguido de diversos psicanalistas, o problema das
“tensões entre o criativo e o regrado, o privado e o público, o trabalho da díade
analítica e a estrutura institucional em que é contida, é que parece impossível de
resolver totalmente a favor de qualquer dos pólos, tentadores como são os apelos
competitivos de institucionalização e de liberdade individual”.
A nossa institucionalização é necessária para nos
reconhecermos e nos mantermos em nossa identidade de
psicanalistas.
Enquanto líder, o administrador tem a função de manter os limites estabelecidos
pela instituição e a psicanálise como um todo, procurando propor mudanças quando
necessárias. Ele pode impedir ou promover os objetivos estabelecidos pela
instituição e para a formação psicanalítica. O problema, então, é conseguir transitar
entre o individual e o coletivo, sem perder a noção de singularidade, de sigilo e do
que é particular, de coletividade, de coesão grupal, conseguida pela manutenção
das regras uniformes e compartilhadas, quando possíveis. A noção de grupo não
pode abafar, impedir as manifestações individuais, e nem os aspectos coletivos
devem sobrepor o que é individual.
Rustin (1991) retrata a presença do sistema hierárquico das instituições
psicanalíticas e a tendência à fidelidade mantida entre a geração mais nova e a dos
mais experientes, promovendo o aparecimento e florescimento de sistemas de
castas, ou de "séqüito", conforme Gabbard & Lester (1996). Na mesma linha de
pensamento,
encontramos
também
Zimmermann,
quando
afirma
sobre
a
importância da manutenção do bom relacionamento entre as gerações. Bollas (2003)
frisa o aspecto sectário nas instituições psicanalíticas e acusa como um dos
causadores
da
crise
atual
da
psicanálise
a
existência
de
"oligarquias
antidemocráticas de analistas formadores que decretam continuamente os dogmas"
a serem seguidos. No entanto, estes conflitos humanos são inevitáveis. Zusman
(1988) nos diz sobre a "inescapável luta de poder" dentro dos grupos.
Sabemos dos problemas institucionais e os cismas advindos do abuso de poder
dos analistas, da tentativa de prevalecer seus pontos de vista sobre os demais, de
rivalidades decorrentes de idéias novas ou discordantes (Bergmann, 1993; Eisold,
1994; Gabbard & Lester, 1996; Kernberg, 1996; King & Steiner (org.), 1998; Kirsner,
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2000 e s/d; Leal, 2001; Soroka, 2001; Wallerstein, 1993). Entretanto, Bianchedi
(2001) nos fala que, além de seus aspectos destrutivos, há o fator estruturante da
autoridade do Establishment.
Acrescentamos a dificuldade inerente da aquisição da identidade psicanalítica e,
diríamos, "individuada", quando lembramos ainda da tendência de agirmos de
acordo com Procusto, nivelando os desempenhos pela maioria ou pelo padrão
mediano e em conformidade com os nossos próprios parâmetros (Adams-Silvan &
Silvan, 2001; Goldstein em Wallerstein, 1993; Innes-Smith, 1997; Robles, 1997;
Sollberger e Soares, 2003).
Diversos autores levantam a hipótese de que o problema fundamental na
formação e na preservação de uma identidade psicanalítica é a elaboração dos
aspectos narcísicos (Eizirik, 2003; Romanovski em Machado, 1995), reproduzindo
na instituição o romance familiar de cada um de nós, formando um "romance
institucional" (Leal, 2001, p.962).
A participação mais efetiva dos candidatos na instituição poderia promover a
diminuição do poder dos dirigentes e a conseqüente infantilização e formação de
séqüitos. Entretanto, a participação excessiva e imprópria dos candidatos poderia
solapar o seu tratamento analítico (Araujo e outros, 2001; Wallerstein, 1993),
dificultando a manutenção das fronteiras necessárias para que a análise transcorra.
O sigilo e a exposição do self são elementos distintivos da
psicanálise.
Se na análise pessoal, como paciente, deve haver a maior exposição possível de
si mesmo, enquanto analista, o sigilo se faz imperioso, acompanhado da falta da
exposição de si. Nas trocas científicas, na vida institucional, nos contatos com a
comunidade externa, há necessidade de se manter uma dose ótima de revelação.
Mas a contenção de informações poderia levar, em certas situações, a conluios,
a relações perversas. Haveria, então, a necessidade de se manter a capacidade
reflexiva para discriminar o que seria um segredo. Porém, em todas as situações, o
que permanece é a necessidade de manter a abertura para novas situações e
idéias, uma atitude investigativa constante, uma marca do psicanalista.
Por conseguinte, uma outra função do administrador, neste limiar entre a
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fronteira do particular, do privado com o público, é a de manter a reserva, a discrição
e o sigilo necessários para a manutenção do respeito pela verdade. Neste ponto,
encontramos mais uma das funções do administrador, a de transmitir e preservar a
ética psicanalítica.
Ressaltamos a natureza científica da instituição
psicanalítica.
Uma característica importante do administrador é a de ter uma atitude
investigativa constante, e é sua função promover os objetivos científicos da
instituição.
Vale ressaltar a dificuldade de considerar que não há uma única verdade, que
esta verdade não é completa. "A renúncia da onipotência" (Robles, 1997) é condição
para o exercício da investigação psicanalítica.
As sociedades analíticas evoluem desde as características de horda
primitiva, no sentido de um crescente amadurecimento científico, à medida que a
idealização cede lugar à progressiva liberdade de pensamento de seus membros
(Soroka, 2001, p.1076).
"A transmissão do conhecimento psicanalítico não pode ser senão relativa,
crítica, conjetural e controversa" (Green em Wallerstein, 1993, p.174). De acordo
com André Green, a dificuldade é a de transmitir a forma de pensar e o desejo de
pensar como analista: "a tarefa do analista é pensar o impensável".
A instituição psicanalítica é uma sociedade secreta.
Esta marca característica confere, muitas vezes, a impressão de estarmos diante
de uma formação (Kernberg em Szeczödi, 1999) que segue os padrões de uma
relação entre mestre-aprendiz.
Balint (em Chirban, 2000) ressalta os rituais primitivos existentes nos institutos
psicanalíticos:
Sabemos que o objetivo geral de todos os ritos de iniciação é o de forçar o
candidato a se identificar com o seu iniciador, introjetar o iniciador e seus ideais,
e construir a partir destas identificações um forte superego que o influenciará por
toda a sua vida... Contrário ao seu objetivo consciente, nosso próprio
comportamento bem como o trabalho dos sistemas de formação têm várias
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características que levam, necessariamente, a um enfraquecimento destas
funções egóicas e à formação e fortalecimento de um tipo especial de superego.
Outro sinal que lembraria a sociedade secreta é uma formação psicanalítica
seguindo os moldes de uma religião (Kernberg em Szeczödi, 1999), que promove a
idealização e a doutrinação (André Lussier em Wallerstein, 1993).
Kirsner (2000) observa contundentemente:
A maior parte dos institutos psicanalíticos se constitui em associações nãolivres de psicanalistas, onde o espírito de investigação foi substituído pela
vinculação da verdade recebida e a consagração daqueles que supostamente
possuem o conhecimento.
Se seguirmos a noção de campo proposta pelos Baranger e Mom (1993), uma
segunda tomada do panorama geral nos revela a necessidade do administrador
promover espaços de estudos e trocas de experiências, discussões sobre temas
relacionados à formação psicanalítica em geral, além da educação continuada
daqueles que exercem as funções didáticas. Outra possível função seria a de zelar
pela possibilidade da sociedade conter as diversas linhas de pensamento
psicanalítico, já prevista pela promoção da liberdade de pensamento.
Voltando à nossa proposição inicial, consideramos que o Instituto Psicanalítico é
aquele que promove o setting institucional para todos os implicados na formação
psicanalítica. O administrador exerce uma função fundamental e estruturante.
Se apenas recriasse a situação analítica na instituição estaria instaurando uma
relação perversa, reproduzindo uma relação que só ocorre e deve ocorrer entre
analista e analisando.
Na instituição, o que podemos recriar, reproduzir, reciclar e
expandir é o produto desta relação íntima, tão peculiar, que
transita entre passado, presente e futuro, entre real e
imaginário.
A função do administrador enquanto psicanalista é a de propiciar condições para
que os envolvidos na formação psicanalítica possam traduzir para novas esferas,
cada vez maiores, o que é criado na relação analítica. O administrador necessita
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incentivar situações e atividades que procurem traduzir o que é particular, privado,
sigiloso, para uma linguagem científica, à qual todos possam ter acesso.
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- O ANALISTA DIDATA COMO ADMINISTRADOR
Ângela Maria Lôbo Sollberger
Rua Jeribá 325, sala 25 – Chácara Cachoeira
79040-120 Campo Grande – MS – Brasil
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Maria Fernanda Marques Soares
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Campo Grande – MS – Brasil
Fone: 55 67 3326 6806
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- SOBRE A EDUCAÇÃO PSICANALÍTICA
SOBRE A EDUCAÇÃO PSICANALÍTICA: A SUPERVISÃO 1
Ângela Maria Lôbo Sollberger2
Maria Fernanda Marques Soares3
Ao escrevermos este trabalho, tivemos como objetivo levantar alguns
questionamentos para os quais nós mesmas não temos as respostas. São pontos
que refletem a ambigüidade do tema, mas nos impelem à reflexão e à discussão dos
intricados meandros da formação psicanalítica. Portanto, longe de termos respostas
às questões antigas e sempre presentes, somos um grupo com dúvidas e
incertezas, e que a possibilidade de debate e troca de experiências possam nos
oferecer novas possibilidades.
O GESP-MS é um grupo novo que teve sua aceitação pela IPA, no Congresso
Internacional de Barcelona (em 1997) e que também teve a honra de participar da
construção da FEPAL, na condição de membro fundador.
Os primeiros psicanalistas formados em Campo Grande, capital do estado de
Mato Grosso do Sul, centro-oeste do Brasil, distante de São Paulo cerca de 1000 km
e 1500 km do Rio de Janeiro, apenas para citar dois grandes centros financeiros e
culturais do país, foram formados em 1995, pelo Núcleo Psicanalítico de Mato
Grosso do Sul, patrocinado pela SPRJ. Um grupo de jovens pioneiros, médicos e
psicólogos, com grande esforço e investimento trouxe a psicanálise para o interior
de um país de dimensões continentais (Sollberger et al, 1995).
Como todo grupo psicanalítico, em constante formação e transformação,
passamos por vicissitudes que marcaram nossa trajetória e determinaram nossas
escolhas. E é sobre algumas destas experiências por nós vividas que pretendemos
abordar, sobre os problemas relacionados à formação psicanalítica, adotando como
eixo a supervisão psicanalítica.
1
Segunda versão do trabalho apresentado no VI Encontro Latino-Americano de Institutos realizado
em Santiago, nos dias 5 e 6 de setembro de 2003.
Agradecemos à nossa colega Psic. Gleda Martins de Araújo suas contribuições ao trabalho.
2
Membro Efetivo da SPMS e da SPRJ, Analista Didata do IP da SPMS e Diretora do IP da SPMS.
3
Membro Efetivo da SPMS, Analista Didata do IP da SPMS e Membro da Comissão Coordenadora
do IP da SPMS.
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- SOBRE A EDUCAÇÃO PSICANALÍTICA
Com a passagem a Grupo de Estudos, “esponsorado” então, desde 1997, por
um comitê designado pela IPA, o GESP-MS contava com uma turma em formação
(em seu segundo ano e composta por doze candidatos), quatro membros efetivos e
didatas, e quinze membros associados. A maioria dos seminários era coordenada
por analistas de outras sociedades, convidados especialmente para este fim, e as
análises didáticas e as supervisões ficavam a cargo dos didatas locais.
No ano seguinte, dois analistas didatas afastaram-se da formação dos
candidatos, o que levou o Sponsoring Committee a autorizar um grupo de analistas
(membros associados há três anos, que trabalhavam para nossa clínica de
atendimento psicanalítico) a exercer a função de supervisores ad hoc e também a
dirigir, com a ajuda das duas analistas didatas remanescentes, a recém-criada e
denominada Comissão de Ensino. A implantação do Instituto de Psicanálise do
GESP-MS é contada em um trabalho intitulado A Construção de um Instituto de
Ensino, apresentado no IV Encontro Latino-Americano de Institutos de Psicanálise,
em maio de 2000, em Caracas.
O grupo de supervisores ad hoc, composto por seis analistas, criado na
contingência da prematuridade de seus membros, organiza um grupo de estudos
sobre supervisão que passa a estudar, com reuniões semanais de quatro horas de
duração, uma extensa bibliografia sobre supervisão. Procurávamos entender como
diversos autores conceituavam a supervisão e as teorias sobre a técnica
supervisória. Paralelo a este estudo teórico, mantínhamos um espaço para
discussão das experiências de supervisão realizadas pelos membros do grupo com
alguns candidatos do Instituto. Semestralmente, nos reuníamos com os membros do
Sponsoring Committee do GESP-MS para um trabalho de supervisão coletiva da
supervisão psicanalítica.
Tivemos também a oportunidade de contarmos com o apoio de analistas
visitantes e de um analista do programa de intercâmbio patrocinado pela FEPAL,
com quem pudemos ter uma supervisão coletiva das supervisões, particularmente
de duas supervisões com um mesmo candidato (conduzindo análises diferentes) e
dois supervisores diferentes, sendo muito útil a intensa discussão que surgiu após a
apresentação dos casos supervisórios supervisionados, sobre a avaliação dos
candidatos para a própria condução da supervisão bem como o papel da supervisão
na avaliação do candidato.
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Além disso, na Clínica de Atendimento Psicanalítico da Instituição, criamos uma
comissão de supervisores, onde os membros interessados no futuro exercício da
função didática supervisória realizavam supervisões coletivas de primeiras
entrevistas para os candidatos que recebiam pacientes pela clínica. Propôs-se ainda
a função de professor assistente para acompanhar os coordenadores de seminário
em sua tarefa.
A partir desta experiência, pensamos em instituir no IP uma formação para
supervisores, como uma etapa de desenvolvimento da função didática plena. Os
analistas interessados nas funções didáticas ingressariam no grupo de estudos de
supervisão e cumpririam uma determinada programação de estudos sobre o
processo supervisório, com uma revisão crítica do material sobre o tema, além da
possibilidade da discussão de trabalhos de supervisão desenvolvidos pelos
participantes.
A base era a criação de um programa de progressão de membros no Instituto de
Psicanálise. Partíamos de um questionamento da aparente assunção tradicional e
tácita que pressupõe que todo analista didata tem habilidades para supervisionar e
coordenar seminários.
Propúnhamos que o analista, membro efetivo do GESP-MS, iniciaria sua
formação didática como professor assistente (docente em treinamento), depois
passaria a coordenar seminários como professor titular, supervisionaria casos de
pacientes atendidos pela clínica da instituição e, paralelamente, participaria do grupo
de estudos de supervisão. Num período de 5 anos, tempo estipulado pelo IP,
poderia encaminhar sua solicitação para passagem a analista didata com funções
plenas, com a apresentação de um trabalho apreciado por uma comissão designada
para este fim.
Tínhamos o conhecimento, na época, que tal experiência de formação ocorria
em apenas um Instituto ligado à IPA, na Suécia. Em um encontro de Centros de
Assistência e Difusão da Psicanálise, patrocinado pela IPA, e realizado em
Montevidéu, em 1999, fomos informados que alguns Institutos da América do Sul
tinham discutido o tema e proposto a realização da experiência, mas sem sucesso
(Relatório Oficial do GESP-MS, 2000). Soubemos que o Instituto de Psicanálise da
Associação Psicanalítica Mexicana oferecia um “curso de preparação” para analistas
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didatas que abordava três áreas da formação psicanalítica: a psicanálise didática, a
supervisão psicanalítica e o ensino teórico psicanalítico.
Portanto, nossas referências eram poucas; tínhamos que experimentar, apesar
das críticas que recebíamos, inclusive por parte de membros de nossa instituição,
mas contávamos com forte apoio do Sponsoring Committee da IPA. David Sachs,
em 1997, discutindo sobre os desafios da formação nos diz:
Grupos novos que pelas contingências se vêm obrigados a desenvolver
métodos ou estratégias incomuns de formação, desenvolvidos sob condições
de grande adversidade podem ajudar os psicanalistas a descobrir novas
formas de transmissão de conhecimento psicanalítico. As estruturas de
qualquer organização são uma adaptação às condições da época de sua
formação, um conceito que é uma verdade para as formas e procedimentos
educacionais psicanalíticos, como é para o papel que as experiências infantis
arcaicas têm para o adulto.
Gostaríamos ainda de lembrar que os candidatos da IPSO, durante o VI PréCongresso Didático em 1993, em Amsterdã, levantaram o problema do treinamento
de supervisores, que já tinha sido tratado por Lebovici (1970) e por Leon Grinberg
(1975) e que fez David Sachs, na Plenária de Abertura deste mesmo Congresso,
proferir as seguintes palavras: "... é digno de nota que não se exija dos novos
analistas didatas nenhum treinamento para dar supervisão e nem o estudo da
literatura existente”.
Sabíamos que estávamos entrando em difícil terreno, de polêmicas em muitos
Institutos, trabalhos instigantes de importantes psicanalistas e de discussão na
FEPAL e na IPA.
Queríamos então saber como poderíamos traçar um perfil do supervisor dos
institutos filiados à IPA no Brasil. Como era sua formação? Seria possível identificar
um esquema conceitual referencial utilizado pelos supervisores na compreensão e
no manejo da supervisão? A filiação regional a um Instituto propiciaria algumas
características distintas no trabalho supervisório? Ou a escola de pensamento
psicanalítico adotada pelo supervisor seria a variante principal que determinaria sua
práxis? E mais, haveria um método ou estilo de supervisão privilegiado em nossos
Institutos?
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A partir destes questionamentos, realizamos uma pesquisa sobre O perfil do
supervisor oficial nas organizações componentes da IPA no Brasil, apresentada sob
a forma de pôster, no XXIII Congresso Latino-Americano de Psicanálise, promovido
pela FEPAL, em Gramado, em 2000, e no XLII Congresso Internacional promovido
pela IPA, em Nice, em 2001 (Codorniz et al, 2001).
Para a pesquisa, elaboramos um questionário que foi enviado para os 446
membros efetivos filiados à ABP. Constatamos que 259 membros exerciam a função
de supervisor, dos quais recebemos 74 questionários válidos (28%).
Os resultados preliminares obtidos nos permitiram afirmar que o enquadre da
supervisão é claramente influenciado pela instituição psicanalítica, por seus
regulamentos internos, enquanto para os demais aspectos do processo supervisório
transparece a existência dos diferentes referenciais teóricos dos supervisores.
Ainda que a supervisão seja o principal instrumento de avaliação da competência
analítica dos candidatos, percebemos que os critérios empregados pelos
supervisores são predominantemente pessoais, embora declarem concordar, em
sua grande maioria, com os critérios de avaliação elaborados por seus Institutos de
Ensino, sendo que estes são basicamente formais.
A idéia expressa de que para ser supervisor basta ser analista didata, não
havendo necessidade de um treinamento oferecido pela instituição, contrapõe-se à
revelação de uma necessidade de discussão sobre as experiências e de um apoio
institucional para exercer a função de supervisão.
Levantamos, no trabalho de 2001, a hipótese de que essas contradições podem
refletir as dificuldades inerentes à própria supervisão psicanalítica quanto à
delimitação de seu objeto e de seus objetivos, permitindo-nos supor que a teoria da
técnica da supervisão psicanalítica parece requerer um maior espaço nas nossas
instituições de ensino para o estudo e pesquisa de suas peculiaridades.
Embora a psicanálise tenha uma teoria da técnica própria, a sua transmissão
através da supervisão não possui um estudo sistemático de como se ensina e se
aprende a mesma (Canestri, 1965), privilegiando o modelo mestre-aprendiz (DeBell,
1963; Mehler, 1999; Franco Filho, 1999) que vem de seus primórdios.
A atitude educativa do supervisor parece despertar reações que denunciam um
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conflito entre os papéis pedagógicos e terapêuticos, que é descrito na literatura
psicanalítica desde Ferenczi e Eitingon (1937), um enfatizando o tratamento e, o
outro, a experiência de ensino (Arlow, 1963; Jacobs et al, 1995; Windholz, 1970; ver
também Widlöcher, 1982).
A analogia entre a situação de supervisão e a do tratamento analítico é um lugar
comum na literatura (Haesler, 1993; Lebovici, 1970; Solnit, 1970; Windholz, 1970).
Esta comparação parece ecoar um marco referencial usado pelos autores e também
uma maneira de enfocar a forma ambígua com que se reveste a supervisão,
enquanto campo de extensão dos fenômenos transferenciais e contratransferenciais
dos participantes implicados em sua experiência (Fedida, 2002; Israel, 1992; Luber,
1991).
Podemos agora entrar na discussão de uma questão das mais polêmicas que
envolve não só a supervisão, mas também os demais aspectos do tripé da formação
psicanalítica: a avaliação. Para nos atermos ao tema do trabalho, desenvolveremos
algumas idéias sobre a avaliação na supervisão.
E, sob este prisma, perguntaríamos: o que estaria por trás da prática da maioria
dos supervisores do Brasil (Codorniz et al, 2001) e da FEPAL (Garbarino, 2003) de
não fornecerem relatórios ou avaliações sobre os candidatos?
Em recente estudo realizado pelo Laboratório de Investigação da Associação
Psicanalítica Uruguaia, sob coordenação de Alejandro Garbarino, para o Comitê de
Educação da IPA e para a FEPAL, os autores apresentaram um informe preliminar
sobre alguns dos procedimentos adotados nos institutos de formação das
sociedades e grupos de estudos da FEPAL. Utilizou-se um “Questionário sobre os
aspectos objetivos dos sistemas de educação psicanalítica”, elaborado pela Dra
Mary Target, e que também foi aplicado nas sociedades da Federação Européia de
Psicanálise. O questionário foi enviado por e-mail a todas as sociedades e grupos
de estudos da FEPAL (26), das quais 70% responderam (18).
Dentre os objetivos específicos do estudo há questões desde o procedimento de
seleção de candidatos, quantidade de candidatos por instituto, duração da formação,
análise pessoal e de formação, supervisão, programas de curso teórico, métodos de
avaliação de candidatos até os requisitos estabelecidos para a graduação. Para as
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nossas reflexões, destacaremos dois aspectos estudados: a investigação da prática
dos institutos de formação no que se refere à supervisão psicanalítica; e o
conhecimento dos métodos utilizados para a avaliação dos candidatos bem como os
requisitos estabelecidos para a graduação.
Nos comentários sobre a investigação os autores concluem que se encontrou
uma homogeneidade nas respostas sobre: a análise “pessoal e de formação” quanto
à freqüência requerida ao candidato de 4 vezes por semana (78% dos casos), no
requerimento de análise antes e durante os seminários e concorrente à supervisão;
na não participação do instituto na eleição do analista para o candidato (89%) e no
não-acompanhamento do progresso, dos resultados ou da satisfação com as
análises pessoais.
Em 83% dos institutos são exigidos dois casos supervisionados que o candidato
escolhe livremente. Sobre a duração em horas das supervisões não se pode extrair
resultados já que a pergunta foi respondida de forma imprecisa. Os candidatos
elegem livremente seus supervisores e não há formação específica para ser
supervisor; em 95% dos institutos o supervisor deve ser um analista "de formação";
78% dos institutos informam que há requisitos para ser supervisor, mas quando
perguntados sobre tais requisitos aparecem contradições com a pergunta anterior e
que poderia se explicar pelas distintas definições de didata e analistas de formação.
Para 8 institutos o supervisor deve ser “didata” e para 6, “analista com formação
docente”.
A forma como os candidatos obtêm informação sobre seu trabalho clínico
supervisionado é através do supervisor (50%) e/ou do instituto (50%). Quando a
informação não é satisfatória, os “critérios de rejeição” não são explicitados.
A questão relacionada à informação que os candidatos dariam sobre suas
experiências supervisórias nos diz que 50% dos candidatos não informam e 38% o
fazem. Sendo que quando se pergunta sobre como se dá a informação, 11 institutos
não responderam, 4 institutos responderam que ela ocorre através de uma
“avaliação semestral”; e quanto a o que aconteceria se esta informação não fosse
satisfatória, obteve-se a resposta de 9 institutos para a ''troca de supervisor''. A
observação dos avaliadores para esta questão considerou que a pergunta
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apresentou problemas para sua compreensão e não se pode chegar a resultados
confiáveis a partir dos dados obtidos.
Encontramos aqui, novamente, um ponto conflitivo no que se refere à
transmissão do trabalho analítico do candidato.
Como pudemos observar, o estudo não investiga como estas informações são
realizadas. Os supervisores apresentariam algum relatório? Quais os critérios de
aceitação ou rejeição do trabalho clínico? O que se avalia na supervisão? Por que
não se pode determinar o tempo médio da duração das supervisões?
Não seriam estes procedimentos resultado e evidência da dificuldade de
estabelecermos os limites da supervisão entre uma atividade de ensino e de
tratamento? Será que com a abolição dos relatórios dos analistas da análise de seus
candidatos não estaríamos também abolindo na prática a possibilidade do
supervisor de avaliar a competência analítica de seu supervisionando?
Embora, em termos de conhecimento, ou gnose, como diria Robert Michels, seja
fácil defendermos a idéia de que a supervisão não é tratamento (Frijling-Schreuder
et al, 1981; Tuckett, 2003; Widlöcher, 1982; Windholz, 1970), por que, então, na
prática, não fornecemos relatórios de avaliação do trabalho de nossos candidatos?
O que impediria nossos supervisores de avaliarem por escrito nossos candidatos?
Será que a falta de uma avaliação escrita do supervisor não suprime exatamente
uma diferença fundamental existente entre o analista pessoal e o supervisor, que é a
possibilidade de orientar, julgar e avaliar o candidato?
Neste percurso do processo supervisório, que mais parece estarmos trafegando
em águas revoltas de Cila e Caríbdis,4 que formas teremos de avaliarmos os nossos
candidatos, empregando recursos que contenham tanto os aspectos objetivos e
subjetivos necessários para a aquisição da identidade de analista?
E se o supervisor não avalia, quem avalia os nossos candidatos? A avaliação
seria feita, então, somente pelos seminários teóricos, portanto, pelos docentes? A
avaliação seria, assim, principalmente a avaliação dos conhecimentos adquiridos?
4
Cila é um rochedo no Estreito de Messina, nas costas da Itália. Caríbdis consiste em um
redemoinho no mesmo estreito. A expressão "estar entre Cila e Caríbdis" significa estar em uma
situação perigosa entre duas alternativas, e que nenhuma delas pode ser superada sem que encontre
e provavelmente caia vítima da outra.
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Se não é possível avaliar a prática dos nossos candidatos, a avaliação seria feita
basicamente na seleção? Que critérios fundamentariam esta seleção?
A investigação da APU ainda nos oferece surpreendente informação: os
institutos não estabelecem critérios para a graduação do candidato, só 3 sociedades
especificaram dizendo: “capacitação do inconsciente”, “conhecimento teóricoclínicos integrados” e “critérios sobre o trabalho apresentado”.
A delicadeza da situação nos faz perceber a necessidade de estabelecermos
uma melhor delimitação, mesmo que difícil, de até que ponto a supervisão
envolveria a transmissão de uma arte, de uma ciência e de uma religião (Kernberg,
1986). Por outro lado, a situação não impediria observarmos a premência da procura
de uma definição mais objetiva dos critérios mínimos e comuns para avaliarmos a
formação psicanalítica (Target, 2001; Tuckett, 2002). Tal urgência nos é imposta
pela tão comentada crise que a psicanálise enfrenta quando se defronta com as
características e anseios da comunidade na qual se insere. Precisamos de
profissionais que dialoguem com a comunidade, que interajam com ela e
modifiquem-na se necessário, mas também precisamos manter e aperfeiçoar nossas
identidades enquanto analistas. Como fazer tudo isto sem nos descaracterizarmos
perante nós mesmos?
Cláudio Eizirik nos lembra que a aquisição da identidade analítica é um
processo pessoal e diferente para cada pessoa, mas o instituto deveria
promover uma estrutura básica, e não ser apenas um agente facilitador, que
pode às vezes ser sentido como expressão de um superego institucional
corruptível ou sedutor.
Continuando neste percurso tortuoso entre Cila e Caríbdis, o qual exige tanta
atenção e cautela, esta situação não exigiria também um aumento da perícia de
nossos supervisores? E como poderemos levar a cabo o aprimoramento dos
analistas que desejam ser supervisores, sem nos comprimirmos dentro de um molde
pré-estabelecido por uma filosofia procustiana (Adams-Silvan e Silvan, 2001)?
Concebendo a supervisão com todos os seus paradoxos, e lembrando Freud
(1925) quando nos observa que, ao lado de governar, as outras duas profissões
impossíveis seriam a de educar e a de analisar, é natural que surjam ansiedades e
resistências diante de sua prática.
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Será, então, que as nossas instituições não poderiam nos fornecer um abrigo
para compartilharmos e elaborarmos os conflitos próprios do exercício das funções
didáticas? Eizirik, em suas reflexões sobre a formação psicanalítica, nos propõe o
funcionamento do instituto como um setting indispensável que pode contribuir para o
efetivo exercício da atividade didática de seus membros. E continua:
Sentir-se parte de um grupo de pares em que predomina a busca da
qualidade reforça as convicções de cada um e sua fé na psicanálise como
método. Poder compartilhar ansiedades e dúvidas, estudar em conjunto e sentirse livre para expressar inquietações e propostas são elementos que estimulam o
crescimento. Todos esses aspectos tornam-se ainda mais necessários em
períodos sociais e econômicos difíceis, que ameaçam as instituições e desafiam
nossa capacidade de manter a coesão e a identidade como analistas e como
membros de uma sociedade psicanalítica.
Mas, voltemos um pouco à nossa história que nos demandou tantos
questionamentos.
O grupo de estudos de supervisão do IP de GESP-MS sofreu fortes resistências
por parte da instituição, e suas discussões, antes acolhedoras e frutíferas, foram se
esvaziando. Provavelmente o grupo mantinha o germe fecundo de questionamentos
que parecem ficar enquistados em nossas Instituições, principalmente em nossos
institutos, quando sobrevém uma crise institucional.
Quando assumimos o novo Conselho Diretor do GESP-MS, em dezembro de
2002, e, conseqüentemente, a direção do IP, resgatamos, inclusive como proposta
eleitoral, o re-investimento nas discussões que envolvem a chamada função didática
dentro do IP. Ampliamos a proposta e formamos o Grupo de Estudos de Temas
Didáticos e Pesquisa que se pretende permanente, com um foco de trabalho nas
questões da educação psicanalítica como um todo: análise didática, supervisão,
seminários teóricos e clínicos, incluindo ainda a questão da pesquisa no IP e o
aspecto da administração da instituição psicanalítica, temas que foram discutidos no
Congresso Brasileiro de Recife, em outubro de 2003.
Durante a formação psicanalítica aprendemos pela experiência como analisar, e
temos a supervisão que nos auxilia a pensarmos e elaborarmos além de nossas
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análises
pessoais;
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aprendemos
pela
experiência
como
dar
seminários
e
supervisionar, mas não temos lugar para discutirmos, estudarmos e elaborarmos
além de nossas próprias experiências nos seminários e nas supervisões. A nossa
formação pressupõe formar analistas, mas não professores e supervisores.
Para finalizar deixamos a pergunta: como promover e estimular a educação
psicanalítica continuada dos responsáveis pela formação dos novos psicanalistas
sem levar a "formatações" indesejáveis? Afinal, como bem disse Robert Michels, em
Santiago (1999), ao discorrer sobre a função e a filosofia do analista didata:
a psicanálise é uma práxis, não uma gnose, uma forma de fazer algo em vez de
meramente um sistema de idéias; e práxis — habilidade ou arte, seja ela
carpintaria, cirurgia, canto ou psicanálise — é geralmente aprendida pelo
fornecimento de um modelo, pela supervisão didática e a presença de um mentor
pessoal.
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Ângela Maria Lôbo Sollberger
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MEURER, José L.
- CRIME E VIOLÊNCIA
CRIME E VIOLÊNCIA: ASPECTOS CLÍNICOS*
José Luiz Meurer**
I. À maneira de introdução a estas considerações psicanalíticas sobre violência e
crime, vale a pena lembrar trechos das cartas entre Albert Einstein e Sigmund Freud
em 1932. Einstein escreveu a Freud apresentando uma indagação: como explicar
que, nas guerras, uma minoria de pessoas, ávidas de lucros com a venda de armas,
e líderes sedentos de mais poder político, encontra condições de dominar uma
maioria da população, manipular a opinião pública e mobilizar os sentimentos do
povo no sentido de incitar à guerra entre nações, que sempre trazem tantos
sofrimentos, mortes e perdas materiais. E ele mesmo, Einstein, propõe uma
explicação: “Somente uma resposta é possível. Porque o homem tem dentro de si
um prazer no ódio e na destruição. Em tempos normais, essa paixão existe em
estado latente, e emerge somente em circunstâncias anormais; mas é uma tarefa
relativamente fácil colocá-la em movimento e incitá-la a que tenha a força de uma
psicose coletiva”. Menciona também os “instintos agressivos” dos homens como
força que mobiliza os conflitos internacionais e sociais em todos os tempos.
Em resposta à carta vinda de Einstein, escreve Freud sobre a dualidade
instintual que ele acredita existir no homem: instinto de vida, representado por Eros,
que busca preservar, unir, no sentido descrito já por Platão, e que abrange a
sexualidade; e o instinto destrutivo ou agressivo, que busca destruir, separar, matar.
Numa polaridade semelhante à que existe na Física no que concerne à atração e
repulsão da matéria, assim na vida humana amor e ódio geralmente agem num
estado de fusão ou amálgama, uma complexa composição de forças basicamente
antagônicas que assim influencia os sentimentos, as motivações, idéias e ações dos
homens. No processo civilizatório, diz Freud, é necessário que o homem encontre
condições de ver atendida pelo menos uma parte de suas necessidades de amor,
segurança, conforto material, e que possa, pela repressão adequada, pela
“domesticação” de seus instintos e pela sublimação, canalizar suas demais energias
**
Psicanalista, Membro Efetivo da Sociedade Brasileira de Psicanálise do Rio de Janeiro; Membro
Titular e Analista Didata da Sociedade Psicanalítica de Pelotas, RS.
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agressivas e sexuais para o processo construtivo pacífico da sua individualidade e
da coletividade, e assim contribuir para o aumento e usufruto dos bens culturais,
através das instituições sociais, da arte e da ciência.
Como se pode ver, dois dos homens mais influentes do século XX abordaram,
com seriedade e preocupação, este tema numa época em que já eram visíveis os
sinais inquietantes de outra iminente conflagração entre nações, após os horrores da
1ª guerra Mundial. E realmente, poucos anos depois, materializaram-se esses
temores quando se desencadeou de novo a ainda pior “psicose coletiva” da 2ª
Guerra Mundial.
II. Na clínica psicanalítica podemos observar, com certa freqüência, o
aparecimento de fantasias, desejos e atos de violência e destrutividade, em nossos
pacientes e nas pessoas com quem convivem. Condutas violentas, potencialmente
autodestrutivas ou mesmo atos criminosos, de maior ou menor magnitude,
tendências à delinqüência, crimes em estado potencial, isto é, atos criminosos
potenciais mantidos sob controle interno por precários mecanismos de contenção
intrapsíquica, às vezes se exteriorizam em condutas destrutivas ou autodestrutivas.
Não é raro observarmos que a presença de desejos e fantasias homicidas de
natureza edípica contra objetos primordiais e representantes de objetos significativos
condiciona o desencadeamento de atos destrutivos potencialmente suicidas, ou
concorre para o surgimento de sintomas psicossomáticos ou mesmo emergências
clínicas catastróficas. O desencadeamento, por exemplo, de uma doença letal, de
uma intercorrência capaz de pôr em risco a vida, um infarto do miocárdio, ou um
acidente vascular cerebral, esses são alguns dos quadros que vemos, com certa
freqüência, como expressão de uma forma de autoagressão, provavelmente ligada a
eventos nas relações interpessoais capazes de suscitar desejos e fantasias
homicidas e suicidas.
Em tais situações, nos perguntamos como ajudar o paciente a entender e
manejar seus impulsos destrutivos de maneira que possa colocá-los a serviço de
Eros, da vida própria e da preservação de seus objetos. Essa é uma tarefa de
grande complexidade e responsabilidade. E não podemos ignorar que o manejo de
tais situações na clínica, com o paciente individual, tem repercussões futuras no
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paciente e também no meio social em que vive.
A atenta observação da transferência no tratamento analítico é certamente o
recurso privilegiado de percepção, por parte do analista, das manifestações de
impulsos tanáticos e eróticos do paciente. A transferência, e a contratransferência
possivelmente, essa é a área em que se pode perceber e aquilatar a intensidade de
impulsos e fantasias de caráter violento e delinqüente. Para melhor entender,
interpretar e manejar tais situações na sessão de análise, convém que nos auxiliem
as idéias de Freud, Klein e outros autores que escreveram sobre esse lado obscuro
da mente humana.
III. Sigmund Freud, após ter estudado o caso Schreber (Freud, 1911) e ter
escrito sobre a questão do narcisismo (Freud, 1914) nos deu uma noção mais clara
do funcionamento e importância do ego, sua constituição através dos processos de
identificação, nas neuroses e nas psicoses; examinou a questão da melancolia, a
importância primordial da relação com o objeto internalizado. A partir do trabalho
“Além do Princípio do Prazer” (Freud, 1920) expõe suas idéias sobre a dualidade
instintual, constituída por instinto de vida (Eros, libido) e instinto de morte; este,
capaz de agir internamente no indivíduo, ou voltado para o exterior, contra os
objetos, sob a forma de destrutividade, por exemplo, nas relações interpessoais, e
ainda sob forma de masoquismo moral, o superego sádico tiranizando o ego culpado
e masoquista. Na formulação teórica nova, o conflito se estabelecia entre instâncias
psíquicas, id, ego e superego. Em diversos trabalhos, Freud enfatizou a importância
do conflito edípico na gênese da neurose e do sentimento de culpa, que tantas
repercussões têm na clínica. Em “Criminosos por sentimento de culpa” (Freud,
1916), mostra que há um bom número de criminosos nos quais se verifica que a
culpa antecede ao crime: premido pelo sentimento de culpa e ameaça interior
inconsciente, por parte do superego, o indivíduo comete o crime para ser apanhado
pela autoridade policial, a instância repressora externa, e assim ser punido pela lei
dos homens, que afinal lhe parece menos dura psicologicamente do que a lei de
talião que vigora no inconsciente.
Essas idéias de Freud são expostas com maior amplitude quando escreve sobre
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“Dostoievski e o Parricídio” (Freud, 1928). Nesse trabalho, procura lançar luzes
sobre o escritor Dostoievski e sua obra. Na vida pessoal deste grande escritor, e em
sua obra, em seus personagens atormentados, sombrios, portadores de sentimento
de culpa, ressentimentos e humilhações, propensos ao crime ou à violência,
Dostoievski nos dá uma visão principalmente da força dos sentimentos e impulsos
violentos ligados ao complexo de Édipo, à culpa pelos desejos parricidas e
incestuosos. Também no trabalho “O Mal-Estar na Civilização” (Freud, 1930) Freud
mostra a importância do sentimento de insatisfação do homem civilizado diante das
frustrações da vida instintual impostas pelas exigências das normas morais e
culturais; mostra como o homem, em sua revolta contra a lei e a autoridade, se
revela propenso à transgressão da lei, pelo menos inconscientemente, o que
exacerba sua culpa diante de fantasias e desejos moralmente condenáveis
inconscientes. Em “Moisés e o Monoteísmo” (Freud, 1937), ressalta a importância
fundamental, na vida psicológica e na gênese das instituições sociais, dos impulsos
criminosos. Considera, de novo, o complexo de Édipo, com seus componentes
incestuosos e parricidas, a situação primordial, a origem dos sentimentos de culpa
inconsciente e das normas morais. A contenção da violência e da destrutividade
externas, socialmente, se segue da internalização da instância repressora gerando o
aparecimento do superego, com certo grau de coerção sobre o ego e adoecimento
neurótico potencial.
Desde a mais remota antigüidade, as narrativas sobre os feitos dos homens
sempre incluíram histórias de violência e crimes, atos de heroísmo, vilanias e
crueldades, grandes conquistas e morticínios. Os mesmos temas sempre atraíram o
interesse dos homens em todas as épocas, porque têm a ver com a essência do ser
humano. “Dificilmente se pode atribuir ao acaso o fato de que três das obras-primas
da literatura de todos os tempos – Édipo Rei, de Sófocles, Hamlet, de Shakespeare,
e Os Irmãos Karamazov, de Dostoievski – viessem a tratar do mesmo assunto,
parricídio. Em todas as três, além disso, é posto às claras o motivo do crime, a
rivalidade sexual por uma mulher” (Freud, 1928).
IV. Outras importantes contribuições para entendermos a questão da violência e
da criminalidade, ou tendência criminal, nos vêm de autores que escreveram sobre a
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gênese e a dinâmica inconscientes de casos em tratamento, tais como vistos na
prática psicanalítica e também na vida de relações interpessoais.
Melanie Klein (1927) certamente nos auxilia em muito com seu trabalho
“Tendências Criminais em Crianças Normais”. Afirma que a análise de crianças
consideradas normais, entre três e seis anos de idade, evidencia uma luta entre a
parte cultivada (em processo de adaptação à vida cultural e às normas sociais) da
personalidade e a parte primitiva (vida instintual, impulsos intensos agressivos e
sexuais). Sob a ação do desenvolvimento edípico e experimentando principalmente
impulsos sádico-orais e sádico-anais em relação à mãe e ao pai, a criança em
análise, em seu brincar, nos seus sonhos e pesadelos, devaneios e fantasias,
evidencia fortes desejos e tendência à prática de atos destrutivos, violentos, cruéis,
vingativos, criminosos. Tais manifestações podem representar atos de canibalismo e
incesto, homicídio e atos de crueldade; acompanham-se de intensas ansiedades,
culpa, sentimentos de perseguição, atos de autopunição. Mecanismos de defesa
como tentativas de reparação onipotente maníaca, splitting, negação, cisão são
mobilizados e têm importantes conseqüências na estruturação da vida mental e no
contato com a realidade ambiente. E em seu trabalho de 1928, “Fases iniciais do
Complexo de Édipo, novamente Klein aborda estas questões e mostra que as
vicissitudes da vida instintual da criança, suas identificações com objetos
persecutórios, cruéis e ameaçadores têm conseqüências marcantes na vida psíquica
e na conduta da criança (M. Klein, 1934). Tais idéias são tornadas mais claras e
completas quando Melanie Klein (1945) escreve “O Complexo de Édipo à luz das
ansiedades primitivas”. Suas idéias sobre a questão da identificação projetiva são
fundamentais para se entender a gênese e motivação de atos de violência e crimes,
por exemplo, a identificação projetiva de aspectos do self intolerável: estes são
projetados em outrem, que então é maltratado, seviciado ou eventualmente
eliminado.
Nessa linha de idéias, Meneghini (1962), estudando casos de criminosos
submetidos a exames psiquiátrico-forenses, mostrou a presença, nesses indivíduos,
de um conflito mental insuportável, a emergência de angústia depressiva e
persecutória por uma perda ou ameaça de perda, regressão à posição esquizoparanóide, sobrevindo a atuação homicida como mecanismo de externalização de
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ansiedades psicóticas que o ego não tem condições de manejar.
V. Ainda numa linha de entendimento semelhante, convém mencionar os
estudos de outros autores, como Hebert Rosenfeld e Rosine J. Perelberg, que
destacam aspectos da patologia narcísica e sua conexão com estados mentais
primitivos, capazes de dar origem a atuações criminosas e violentas. Rosenfeld
(1971), em “Uma abordagem clínica da teoria psicanalítica dos instintos de vida e de
morte: uma investigação dos aspectos agressivos do narcisismo”, considera que em
certos casos há uma fusão patológica dos impulsos libidinais e de impulsos
agressivos que gera uma intensificação dos impulsos destrutivos. As frustrações
inevitáveis na relação, predominantemente narcísica, com os objetos incrementam a
hostilidade e a agressividade contra os mesmos; também ocorre uma idealização
narcísica dos aspectos onipotentes destrutivos do self. Na relação analítica, essa
parte do paciente não suporta, por exemplo, a frustração e a dependência em
relação ao analista, e o narcisismo destrutivo se mantém numa organização
defensiva que age como uma “gang” ou máfia, resistente ao tratamento, a qual tem
por objetivo manter a idealização de si mesmo e a onipotência, inclusive mediante
acting-outs violentos.
Rosine J. Perelberg (2004), em seu trabalho “Narcissistic Configurations:
violence and its absence in treatment”, também destaca a importância da patologia
do narcisismo na conduta potencialmente ou efetivamente violenta e criminosa, bem
como as razões de sua aparente ausência no tratamento. Pacientes com essa
patologia podem ter tido, em etapas iniciais da vida, experiências de severa privação
emocional e ambientes de negligência, abandono, separação, desespero. Tentativas
de, subseqüentemente, agredir esses objetos, exteriorizando-os na realidade
externa, podem materializar-se em atos de delinqüência, roubos, assassinatos ou
tentativas de homicídio. Pacientes com essas vivências no início da vida podem
manifestar na transferência esses impulsos agressivos, despertando no analista uma
sensação de intenso temor de sofrer agressão física a qualquer momento; ou o
paciente pode mostrar uma ausência de aspectos violentos no seu self, ao mesmo
tempo que se mostra isolado, distante, defendendo-se de um contato afetivo com o
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MEURER, José L.
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objeto, o isolamento afetivo servindo como defesa contra impulsos tanáticos
emergentes.
Autores que recentemente escreveram sobre estados mentais de pacientes com
grande dificuldade de representação mental de certas experiências emocionais
irrepresentáveis, envolvendo violências e acontecimentos traumáticos, igualmente
nos ajudam a compreender essas questões. Em tais casos, compreende-se que
certos conteúdos mentais, que não alcançaram elaboração suficiente no aparelho
mental podem derivar para a ação direta sobre o mundo externo, muito
freqüentemente em atos impulsivos, violentos e destrutivos, paradoxais e
aparentemente inexplicáveis. Nesses casos, também se verifica, como nos mostrou
Freud, que em situações dessa natureza o indivíduo regride, passando do princípio
da realidade para o princípio do prazer: do ponto de vista da economia psíquica,
funciona então a tendência a fugir da dor psíquica e a buscar o alívio através da
ação violenta sobre o mundo externo.
Referências Bibliográficas
Freud, S (1911) Psycho-Analytic Notes on an Autobiographical Account of a Case of
Paranoia ( Dementia Paranoides ). SE 12.
_______ (1914) On Narcissism: an Introduction. SE 14.
_______ (1916) Some Character Types met with in psycho-analytic work. SE 14.
_______ (1920) Beyond the Pleasure Principle. SE 18.
_______ (1928) Dostoevski and Parricide. SE 21.
_______ (1930) Civilization and its Discontents. SE 21.
_______ (1933) Why War? SE 22.
_______ (1937) Moses and Monotheism: Three Essays. SE 23.
Klein, M (1927) Criminal Tendencies in Normal Children. In The Writings of Melanie
Klein, vol. I, The Hogarth Press, 1975.
_______ (1928) Early Stages of the Oedipus Conflict. In The Writings of Melanie
Klein, vol. I, The Hogarth Press, 1975.
________ (1934) On Criminality. In The Writings of Melanie Klein. The Hogarth
Press, 1975.
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MEURER, José L.
- CRIME E VIOLÊNCIA
________ (1945) The Oedipus Complex in the light of early auxieties. In The Writings
of Melanie Klein, The Hogarth Press, 1975.
Meneghini, LC (1962) “Atuação homicida como defesa contra ansiedades
psicóticas”. Psiquiatria, vol.2. Porto Alegre.
Perelberg RJ (2004) Narcissistic Configurations: violence and its absence in
treatment. Int. J. Psychoanal 85: 1065-79.
Rosenfeld, HA (1971) A clinical approach to the psychoanalytic theory of life and
death instincts: an investigation into the aggressive aspects of narcissism.
Int. J. Psychoanal, 52, 169-178.
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QUILELLI CORRÊA, Celmy
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TRAUMA
Celmy. de A.A. Quilelli Corrêa1‫٭‬
“En el oprobio extremo,
un solo ser humano es toda la humanidad,
a la vez único e distinto representante y portavoz de todos.”
Viñar2
Produzir um artigo sobre Trauma a ser publicado ao lado de autores como Vinãr,
Herzog, Bokanowski, e Harthe, cada um dos quais um universo em sua
singularidade, é de grande responsabilidade. A matéria nuclear que originou meu
texto era a de uma aula inaugural para o Instituto da SBPRJ, neste ano, que tinha
como objetivo tornar claro para aquele público, a teoria do trauma na obra de Freud.
Conforme me aproximei dos textos-conferência para o Congresso, selecionados
para este número da RBP, verifiquei, no entanto, que além da firme sustentação
conceitual exposta, tais artigos eram marcados por uma articulação com a clínica, e
principalmente pelo rastreamento do conceito de trauma, na obra de Freud com um
interesse e fidedignidade que não se encontrava muito em outras décadas. Sempre
foi comum, e acho que todos nos lembramos de algumas outras décadas e
congressos, o uso de conceitos freudianos que podiam até abrir a revisão
bibliográfica exposta nos artigos, mas sempre era seguido de um mas onde se
apresentavam as revisões ou desenvolvimentos pensados por outras escolas.
Citava-se Freud para depois argumentar com idéias que pretendiam ultrapassá-lo.
Sabemos o quanto esta revisão apressada empobreceu o texto freudiano que foi
frequentemente lido através do viés das escolas que o seguiram, constrangendo a
visão global dos conceitos e, até mesmo, deturpando-os. Discute-se bastante
atualmente o quanto a tradução inglesa pode ter interferido na compreensão mais
ampla de alguns termos que foram significativamente alterados: Trieb–pulsão1
* O núcleo deste artigo foi originalmente concebido para a aula inaugural do Instituto da SBPRJ, em
01/03/2005 e, em sua forma atual, é dedicado aos membros e candidatos da SBPRJ.
‫٭‬
Membro efetivo da SBPRJ.
2
Viñar, M. (2005)- Especificidad de la tortura como trauma – (publicado neste número). p.3
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QUILELLI CORRÊA, Celmy
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instinto, tríade já bastante discutida; agieren – acting out- atuação- enactementencenação, mais recentemente em foco. Em relação especifica ao conceito de
trauma, sabemos o quanto o termo nachträglich (a posteriori), traduzido como ação
diferida, ou postergada, limitou-o, passando a ser usado de forma restrita, alterando
também a noção de tempo do Inc. como discutiremos adiante.
É até possível que as escolas que sucederam ao pensamento freudiano não se
tenham detido na questão do trauma propriamente dito: outros termos foram usados
e muito se escreveu sobre a frustração (capacidade / incapacidade de tolerá-la) sem
conectá-la com a noção de trauma. Durante vários anos esta foi secundarizada em
sua importância, uma vez que era compreendida a partir das primeiras elaborações
de Freud, em que a ação traumática era advinda de um fator externo.
Possivelmente, o paradigma científico que regia a compreensão de que os
acontecimentos poderiam ser descritos na categoria de externos ao observador,
sem uma implicação de sua subjetivação, tenha reduzido a descrição da etiologia do
trauma. Quanto à etiologia sexual, a leitura que se fazia era de que tinha sido
abandonada por Freud e substituída pela noção de fantasia, como se estes fatores
fossem mutuamente excludentes. O pensamento psicanalítico permaneceu por
muito tempo aprisionado a este modelo, apesar de revisto e contestado tanto pela
chamada escola francesa (Lacan e seus primeiros discípulos), como posteriormente
pelo movimento lacaniano propriamente dito. A produção psicanalítica da maioria
dos autores pertencentes à IPA permanecia ao largo desta discussão. Como
resultado, o conceito de trauma, além de diminuído em sua importância, foi-se
também desfigurando.
A escolha deste tema para o XL Congresso Internacional tem possivelmente
raízes nos acontecimentos violentos de natureza política dos 11 de setembro (9/11).
O chamado nine-one-one (911), recurso de salvação aprendido por qualquer
criancinha da civilização norte-americana, que foi mordazmente usado pelos
terroristas naquele acontecimento justamente em seu sentido oposto, convocou-nos
a pensar o grande abalo pelo qual passou a comunidade humana. A necessidade de
compreender o fato de uma forma mais ampla instigou os psicanalistas a se
debruçarem sobre a expressão da violência em suas variedades política, social e
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econômica, muito além da costumeira apreciação psíquica. Dessa forma, temas
como a tortura, exclusão social, religiosa e racial em nosso cotidiano, explicitados ou
não na clínica contemporânea, puderam ser expostos em extensão e profundidade.
Marcelo Viñar (2005) aproximando a semelhança de algumas características
específicas da experiência traumática daquelas outras decorrentes da tortura
proveniente de uma ideologia de natureza política, alerta-nos que: “Reduzi-la a uma
categoria comum de trauma é conceitualmente errôneo, além de ser eticamente
condenável. A criação das figuras da vitimologia e da reparação econômica das
vítimas trocando a dívida simbólica por uma transação mercantil, é uma atitude que
a empobrece e corrompe” 3. Através deste texto Viñar não minimiza a questão do
trauma por ação política e social, mas convoca-nos a precisar o conceito
metapsicologicamente tal como encontrado em Freud e Ferenczi.
Precisão metapsicológica é também o que encontramos em Bokanowski (2005),
que sugere uma diferença entre traumatismo, situação traumática e trauma.
Ancorado também em Freud e Ferenczi, além de ressaltar os dois significados,
positivo e negativo, que nos levariam a considerar os aspectos estruturantes ou não
do trauma, relaciona as três definições às três teorias do trauma presentes na obra
de Freud. Muito interessante é a correlação que faz entre a noção de trauma e as
identificações primárias e/ou pré objetais como depreende da leitura de “Moisés e o
monoteísmo” (Freud, 1937), afirmando que tal conceito é fundamental para a
compreensão das chamadas patologias contemporâneas, onde o que encontramos
na clínica é a falha na estrutura das subjetivações.
Outro motivo que me ocorre para a escolha da questão do trauma para tema
deste Congresso Internacional é a de que a comunidade psicanalítica tenha
resolvido comemorar o centenário da obra que foi uma grande ferida na concepção
sobre a inocência da infância humana. Falo dos “Três ensaios sobre a Sexualidade”,
cujo segundo deles, “A sexualidade infantil”, provocou uma reação que se poderia
dizer traumática para a cultura da época, incluindo o público científico. Como diz
Strachey, “dificilmente se poderia imaginar a verdadeira natureza do impacto que
causaram quando foram pela primeira vez publicados!”
4
A longa gestação da obra,
já que desde 1896 Freud estava considerando que seu próximo livro seria sobre a
3
4
Viñar, M. (2005) – op. cit.p.15
Freud, S. – (1905)- Três ensaios sobre a teoria da sexualidade. ESB. Rio: Imago. vol. 7, p. 124.
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sexualidade, teve no próprio autor, ”burguês convencional”, um opositor ao “Freud
cientista que lutava para formular e organizar os dados de conhecimento que
recolhia de sua experiência clínica” (Gay, 1989).
5
Quando publicado, era “um
livrinho de oitenta e poucas páginas, pouco mais que um folheto, tão densamente
compactado e explosivo, como uma granada de mão” 6. Além de estudarmos o
trauma, em suas expressões de natureza social e política, ou como disrupção da
natureza, fenômenos que poderíamos escolher como ilustração didática
7
,
comemoramos em 2005 o centenário dos “Três ensaios sobre a sexualidade”, obra
que foi, em si mesma, uma efração no sistema burguês de pensar o homem.
Minha intenção ao alinhavar as idéias originais de Freud sobre o tema, é de que
possamos dispor dos elementos fundamentais do conceito, para cotejá-los com as
novas escolas e com a chamada nova clínica. Antes, no entanto, gostaria de chamar
a atenção para o fato sempre muito apontado pelos estudiosos, de que o fator
econômico é preponderante para que se compreenda a noção de trauma.
“Aplicamo-lo a uma experiência que, em curto período de tempo, aporta à mente um
acréscimo de estímulo excessivamente poderoso para ser manejado ou elaborado
de maneira normal, e isto só pode resultar em perturbações permanentes da forma
em que essa energia opera” 8. Tenho notado que quando se fala de fator econômico,
intensidade, excessos, geralmente se perde a noção de que a antinomia prazerdesprazer significa em temos emocionais, para Freud, dor psíquica, sofrimento.
Lembrando o significado etimológico da palavra trauma, que em grego significa
ferido, quando falamos de trauma, excesso de intensidades, queremos significar
uma ferida com ruptura, efração. Portanto, ao dizer do excesso de intensidades que
não pode ser suportado pelo Eu, dizemos da angustia, o afeto (affekt) sem nome. E
todos sabemos o quanto a angustia dói psiquicamente: no peito, na garganta,
impedindo de falar e, às vezes, até de chorar. Considero necessário este reparo, no
momento, em que estamos tentando precisar os elementos metapsicológicos que
são, em si mesmos, uma elaboração dos achados clínicos.
5
Gay, P. - (1988) – Freud: uma vida para o nosso tempo. São Paulo: Companhia das Letras.1989.
p. 148
6
Gay,P. op. cit. p.146 7
Este texto foi originalmente concebido para a aula inaugural do Instituo da SBPRJ, em 01/03/2005,
acompanhado da projeção de imagens dos 11 de setembro e da tsumani
8
Freud, S. –(1916-1917) Conferências introdutórias sobre Psicanálise. ESB Rio: Imago. vol.
XVI.325
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Quando se encontrou com o sofrimento humano, principalmente nas mulheres,
semiparalisadas,
emudecidas,
meio
cegas,
sentindo
cheiros
diferentes
e
perturbadores, entregues a rituais aparentemente estapafúrdios, Freud escutou
estes assim chamados sintomas, descobrindo toda uma história clinica contida
nestes fenômenos. Compreendeu que a solução singular encontrada por cada um
daqueles seres humanos tinha a finalidade de simbolizar, dar um sentido a eventos
dolorosos, traumáticos, que teriam sido insuportáveis num determinado momento
em que a mente não teria recursos para compreender aquilo que estava vivendo.
Formulando sua primeira teoria sobre a causa das neuroses, Freud pensou que,
num primeiro tempo, teria havido uma cena em que o fator disruptivo viria de fora,
seria real (um adulto sedutor, uma criança mais velha). A criança, por sua
imaturidade, não alcançaria o sentido daquele ato, mas a experiência deixaria
marcas. A não ab-reação desta experiência, no entanto, ficaria no psiquismo como
um “corpo estranho”, comparado a um Estado dentro de um Estado9 . Nas primeiras
formulações, Freud considerava traumático um acontecimento pessoal e datável da
história do indivíduo. O fator surpresa, a violência do impacto, mas também o estado
psíquico do sujeito, nomeado inicialmente estado hipnoide, constituía-se como
elementos a determinar a eficácia patogênica do acontecimento. Mais tarde, 191617, postulou que as séries complementares modulariam a possibilidade do efeito
traumático, a própria predisposição constitucional compreendendo dois fatores
complementares, exógeno e endógeno. Cito Pontalis: “não há o que escolher, do
ponto de vista etiológico, entre o fator endógeno representado pela fixação e os
fatores exógenos, representados pela frustração10; variam em razão inversa... Por
outro lado a fixação pode também se dividir em dois fatores complementares:
constituição hereditária e vivência infantil”
11
. Devemos aos autores franceses das
décadas de 60-70, em seu mergulho profundo e crítico da obra de Freud, a
recuperação destes elementos que tornam obsoleta a concepção de trauma como
derivada de uma ação externa sobre o aparelho psíquico.
É também devido a estes mesmos autores (Lacan, Pontalis, Laplanche, Green,
entre outros) o resgate de um outro elemento em que a tradução inglesa da obra
9
10
Freud, S. (1937) - Moisés e o monoteísmo. ESB Rio: Imago. vol.XXIII
Laplanche, J., Pontalis, J. -B – (1979) – Vocabulário de Psicanálise – Lisboa: Moraes Editores. 5 ªedição.
p.264. Outro nome usado por Freud, para traumatismo
11
Laplanche, J., Pontalis, J. -B – (1979) – Vocabulário de Psicanálise – Lisboa: Moraes Editores. 5ªedição.
p.618
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freudiana turvou a apreensão de sua complexidade. Refiro-me à noção de
posterioridade,
a
posteriori,
nachträglich,
après-coup
que
aponta
para
a
complexidade da noção de temporalidade e causalidade psíquicas na psicanálise.
Indica-nos que “não há um determinismo linear que considere a ação do passado
sobre o presente”
12
. Isto quer dizer que emoções, acontecimentos, impressões são
ulteriormente remodelados em função de experiências novas. O próprio Freud, já em
1896, numa carta a Fliess, diz que os traços mnésicos sofrem de tempos em tempos
uma reorganização, uma reinscrição. “Mas não é a vivência em geral que é
remodelada posteriormente, mas aquilo que não pode ter sentido, não pode ser
significado na época do acontecimento original”13. Atualmente trabalhando a
transmissão dos fantasmas transgeracionais (Herzog,2005), analisando os conflitos
inconscientes de sua paciente de 9 anos traumatizada pelo contacto cru com o Inc.
de sua mãe, repara: “aquilo que não é metabolizável é material fecundo para a
transmissão e para a a re-encenação”.
Pontalis observa que a tradução de ação diferida (deferred action - Strachey) não
é adequada porque induz a compreensão errônea de que a posterioridade poderia
ser uma ação retardada, levando-se em conta somente o fator econômico, podendo
desta forma ser confundida com o conceito de abreação. No entanto, a concepção
de Freud é muito mais complexa, porque devido à maturidade orgânica e sexual do
sujeito, os pontos de contacto da nova experiência com a primeira, passam a ter
nova tradução. O reparo sobre este conceito merece destaque, uma vez que até
nossos dias influi na teorização que norteia a escuta clínica. H.Faimberg14 e I. Sodré
(2005)15 dialogam a partir de seus respectivos referenciais, situados em cada
margem do Canal da Mancha, com muita finura e alguma ironia, apresentando suas
controvérsias que, em última instância, se referem à noção de temporalidade e a
forma de trabalhar no campo transferencial. Embora mereça referência a distinção
conceitual apresentada nos dois trabalhos escapa à nossa intenção no momento.
Resumindo, os elementos para configurarem um trauma são um acontecimento
original; um intervalo, que pode ser pensado como latência, e no ser humano este é
12
op.cit – p.442
Freud, S. - (1896) - Carta 52 ESB Rio: Imago. vol. I;p.254
14
Faimberg, H– Après-coup. Int. J.Psychoanal 2005;86:1-6
15
Sodré, I. – “As I was walking down the stair, I saw a concept which wasn’t there”.
Int.j.Psychoanal 2005; 86: 7-10
13
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um período em que se instala a amnésia infantil sobre as primeiras experiências; um
acontecimento posterior que proporciona uma nova inscrição, com novo significado.
Os acontecimentos, tomados em seu referencial externo, são importantes ainda,
uma vez que o bebê humano é um ser em relação, mas o que constitui o trauma são
os enlaces mnêmicos que vão despertar a excitação de origem endógena.
Um paciente veio me procurar depois de uma operação de câncer de estômago,
muito bem sucedida. Erradicado o tumor, teve que voltar ao hospital depois de 15
dias, com uma complicação, nomeada coleção. Pergunta-me, durante a entrevista,
se sei do que se trata; respondo que sim. Relata-me que houve dúvidas sobre o
método para resolver o problema: o cirurgião teria optado pela endoscopia, por ser
menos invasiva, mas havia a possibilidade de ser feita uma outra cirurgia para
colocação
de
um
dreno.
Conversando
comigo
um
mês
depois
destes
acontecimentos, conta que tem que fazer uma tomografia para ser precisado o local
pontual para radioterapia. Está terrivelmente assustado “pelo medo de ser
encontrada outra coleção” e ter que ser drenado. Na mesma cadeia associativa fala
da perda do pai aos 14 anos e da primeira mulher, “grande amor de sua vida”, há 16
anos. Para mim, fica claro que o medo que sente, para além do medo real de um
novo achado do tumor, é o de precisar drenar, abrindo de forma cortante, os lutos
anteriores. Este é o terror no momento em que vai fazer a tomografia e/ou a terapia
que pretende iniciar. O encontro com a dor de suas perdas anteriores fermenta
internamente, infectando-o, ameaçando sua organização egóica. O exemplo ilustra
de que forma o trauma recente, o câncer, o corte cirúrgico em seu corpo, depois de
uma latência de 40 anos após a morte do pai, e/ou de 16 anos após a morte da
primeira mulher, pode ser reinscrito e colocá-lo em choque.
O recente acontecimento dos 11 de setembro em Nova York, que tanto chocou o
mundo, fazendo-nos acreditar, por algumas horas, que o fim de todos estaria
próximo, foi flagrado por transeuntes que naquele momento registraram mas não
compreenderam o sentido do choque do avião na primeira torre. Nem nós,
espectadores, a quem as imagens foram transmitidas quase instantaneamente,
pudemos significá-lo. Mais parecia um choque casual, de um aeroplano desgarrado.
Já com a aproximação do segundo avião, e o respectivo impacto, alguma outra
coisa se formou em nosso entendimento, acrescido dos comentários de que outros
aviões estavam em rota de colisão com outros alvos importantes. As telas
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apresentavam imagens em tempo real das duas torres em chamas, acompanhadas
do relato televisivo, mas mesmo assim houve um tempo de latência entre o choque
dos aviões, e o desabamento. Naquele tempo, “de espanto e desorganização”,
comum às situações traumáticas (Viñar, 2005), as imagens do fogo no interior dos
prédios e a visão de alguns corpos que se precipitavam daquela caldeira em chamas
pareciam remontar-nos a uma expectativa angustiosa de algo sem representação.
As imagens do desabamento colocavam-nos naquela franja de credulidadeincredulidade que nos paralisa ao experimentar o trauma. Seria o fim de todos nós?
O relato feito pelos pacientes dos sentimentos despertados pelo acontecimento,
considerando-se obviamente aqueles que conseguiram fazê-lo, remontou-os a
experiências traumáticas invariavelmente.
Outras guerras (será que podemos dizê-las menos cruéis que as atuais?)
também tiveram impacto sobre o pensamento psicanalítico. Foi no Simpósio sobre
as neuroses de guerra, concebidas como neuroses traumáticas16, que se iniciou a
virada no conceito de trauma. O patogênico não era mais o sexual, embora não se
pudesse descartá-lo totalmente. A causa agora seria o terror e o perigo de morte
como ameaça para o Eu, provindo do exterior. O desprazer, leia-se a angustia,
passa a corresponder a um aumento de quantidade de tensão interna, desconforto.
A questão que se formula então é sobre o motivo pelo qual o individuo repete o
desprazer: o brincar, os sonhos traumáticos, os sintomas, a repetição no tratamento
analítico são os enigmas. A partir de 1920, a noção de trauma aparece “como
testemunha dos limites do campo representativo” 17(Ana Lila, 1996) O trauma aponta
para a ferida no sistema representativo na fronteira do analisável, como um fracasso
na ligação.
Lembro-me do sonho de um paciente em que ele chegava até uma parede, um
muro muito escuro, assustava-se e acordava em angustia. Um verdadeiro pesadelo.
O momento transferencial era muito denso e hostil. Minha lembrança é de não
termos conseguido trabalhar o sonho, a não ser com tentativas de interpretações
simbólicas (muro que se erguia, escuridão etc.), que eu percebia não satisfazer ao
paciente e a mim, também. No dia seguinte o paciente relatou um sangramento que
iniciou um quadro de doença de etiologia auto-imune. Sempre pensei neste
16
17
Freud, S. –(1919). Sobre a psicanálise das neuroses de guerra. ESB Rio: Imago. vol.XVII.
Lejarraga, A.L. (1996)- O Trauma e seus Destinos. Rio: Editora Revinter, p. 2
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momento clínico como um exemplo de ferida na membrana psíquica de proteção,
incapaz de ser simbolizada, ou contida, na relação transferencial. Mas esta efração
no Real, e infelizmente suas conseqüências para a vida do paciente e para o próprio
processo analítico, impediu que o simbólico daquela repetição pudesse ter sido
apreendido.
No desenvolvimento do pensamento freudiano, que segue ao lado das
mudanças nas teorias da pulsão e também da angústia, o traumatismo passa a ter
que ver com a aporia econômica ou as contradições internas insolúveis para o
aparelho psíquico (Bokanowski, 2005). O modelo anterior foi deixado de lado dando
lugar à noção de que o traumatismo estaria ligado a uma deficiência no escudo
protetor, concebido primeiramente segundo o modelo biológico. Freud recorreu ao
modelo da vesícula que teria uma membrana protetora contra os estímulos. Este
mecanismo, chamado de dispositivo de para-excitação, agiria como uma membrana
endurecida impedindo que as energias do mundo exterior se propagassem, ou
garantindo que uma mínima parte fosse expelida. Utiliza este modelo para pensar as
relações humanas onde aquela função seria exercida pela mãe, nos primeiros
tempos de constituição subjetiva. Na segunda tópica, ou também, na segunda teoria
da angustia, intimamente relacionadas com a segunda compreensão sobre o
trauma, pode-se notar que os termos usados para expressar estes fenômenos de
intensidade afetiva, são sempre: inundações, rompimento de barreiras, magnitudes
incontroláveis de afeto, para falar do desamparo inicial. A tsunani – fenômeno
natural que se dá a partir de um choque de placas tectônicas que geram uma
desorganização energética incontrolável produzindo um maremoto de proporções
devastadoras, pode servir-nos como uma configuração imagética de um fenômeno
psíquico, um estado afetivo, sobre o qual não se tem a mínima possibilidade de
controle e que representaria este estado sem representação.
A recente catástrofe nas costas asiáticas assoladas pela “grande onda”
provocou, além da consternação geral pela tragédia daquelas populações, algumas
rememorações de pesadelos com maremotos, fossem em sessões de análise, ou
comentários sociais e, até mesmo, em crônicas jornalísticas.
Isto faz-nos lembrar Ferenczi, um dos autores que mais ilustrou a teoria do
trauma com a clinica do cotidiano, em sua concepção sobre a linguagem da ternura
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e da paixão, além do efeito traumático do desmentido. Dele, no entanto, o que
vamos ressaltar no momento é Thalassa, intuição sobre a teoria da genitalidade em
sua correlação com a filogenia. A regressão talássica, criativa especulação, tão
admirada por Freud, foi compreendida como um desejo de imersão no corpo
materno, ao mesmo tempo em que terror de viver esta regressão filogenética. Esta
especulação poderia aproximar-nos genérica e resumidamente da compreensão dos
pesadelos com grandes ondas, que não sei se são universais, mas pelo menos
muito, muito comuns, tanto em mulheres como em homens. Estes sonhos de
angustia que tanto assustam as pessoas e se repetem por anos a fio, costumam
resolver-se em análise, mas podem retornar em situações de fragilidade.
Curiosamente, o que Ferenczi postula é que a mãe é símbolo do oceano e não o
contrário. Voltar ao ventre materno, ou tentar penetrar o corpo da mulher e ali
depositar seus genes, seria a re-encenação da reprodução, do mesmo modo que
acontecia quando nosso ambiente era Thalassa - o grande oceano. Tais pesadelos
podem simbolizar, portanto, numa linha ferencziana, o conflito entre o desejo de
retorno ao ventre materno protetor, assim como o terror de ser engolido pelo objeto
primordial.
Revendo as imagens daquelas praias, onde as pessoas perplexas, quase
paralisadas, não puderam pensar sobre a experiência que estavam vivendo,
poderíamos pensar numa solução de compromisso entre a reação natural de fuga e
o desejo arquetípico de voltar à grande Mãe. Ao que sabemos, só os elefantes e
uma garotinha inglesa muito sabida, puderam reconhecer o chamado do velho mar.
As imagens do fenômeno natural nos são muito proveitosas para pensar o
desamparo de um bebê humano quando se destaca do objeto primordial. Sair do
corpo materno, tendo que trocar o meio aquoso pelo aéreo, tendo que respirar por si
próprio, depois de um esforço muscular em que despende um grande montante de
calorias durante o trabalho de parto, em que sua própria tonicidade lhe é estranha,
exposto a temperaturas e sensações adversas ao sistema em que estava imerso,
tudo isto inunda o bebê de pura angústia, mergulhando-o num estado de total
impotência, fazendo-o dependente de seu objeto primeiro para sobrevivência. A
criança descobre pela experiência traumática, se pudermos usar este termo, o
conteúdo da experiência terrorífica: a perda da mãe, a perda do objeto. A etiologia
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econômica dos sintomas patogênicos parece ser finalmente deslocada de sua
primazia, na obra de Freud, pela teoria da dependência do objeto, a partir do
profundo sentimento de desamparo. Em 192618, descreve claramente de que forma
o bebê depende deste objeto para minorar seu terror paralisante, que caracteriza o
sentimento universal de desamparo. O significado da perda de objeto como um
determinante da angústia passa a ser muito valorizado para Freud, que continua: “ é
a ausência da mãe que agora constitui o perigo, e logo que surge esse perigo a
criança dá o sinal de ansiedade, antes que a temida situação econômica se
estabeleça”19... “A ansiedade, por conseguinte, é, por um lado, uma expectativa de
20
um trauma e, por outro, uma repetição dele em forma atenuada”.
Tais citações
têm a finalidade de configurar a terceira teoria do trauma em Freud, que mais tarde,
vai acrescentar que os eventos traumáticos são preponderantes na primeira infância:
...“chamamos de trauma aquelas impressões cedo experimentadas e mais tarde
esquecidas, a que concedemos tão grande importância na etiologia das neuroses”
21
assim como diz: “existem casos que se distinguem como traumáticos porque seus
efeitos remontam inequivocamente a uma ou mais impressões poderosas nestas
épocas primitivas, impressões que escaparam de serem lidadas normalmente”22 e
“torna-se absurdo dizer que se está exercendo Psicanálise, quando se exclui do
exame e da consideração precisamente estes períodos primitivos”23.
Parece-me bastante interessante que até o final de sua obra, como vimos, Freud
tenha continuado a pensar a noção de trauma, ligando-o cada vez mais às feridas
narcísicas. E, note-se, que tais observações são inseridas num texto que a
comunidade psicanalítica sempre tratou até poucos anos como uma especulação
histórica. O Moisés sempre se incluiu nos assim chamados trabalhos sobre a
Cultura,
embora
metapsicológica.
alguns
autores
tenham
privilegiado
sua
dimensão
24
Apresentar uma vinheta clínica pode parecer insignificante dada a magnitude dos
18
Freud, S. –(1926). Inibição, sintoma e angústia. ESB Rio: Imago. vol. XX; p. 162
Idem p. 161
20
Idem p. 191
21
Freud, S. (1937) - Moisés e o monoteísmo. ESB Rio: Imago. vol.XXIII p.91.
22
Idem, p.91
23
Idem, p.91
24
Winnicott, D. W. (1969) - O Uso de um Objeto no Contexto de Moisés e o Monoteísmo. In
Explorações psicanalíticas, ed.Winnicott, C. Shepherd, R., Davis, M.org. Porto Alegre: Artes Médicas
Sul, 1994.p.187.
19
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problemas com que temos que nos defrontar ao refletir sobre trauma. Mas, como diz
Viñar (2005), “frente a massificação da barbárie e ao uso mediático do horror como
espetáculo, convém resgatar o caráter central da intimidade. É mister poder
preservar a singularidade do padecimento e seus antídotos, identificar-se também
com cada um que sucumbe ou se defenda”. 25
Considero, pois, que o material clínico que exponho a seguir, possa contribuir
como um esboço de per laboração de um trauma. Também, a leitura dos trabalhos
de Bokanowsky, Harthe, e Herzog, numa exposição sincera e despojada de suas
dúvidas e sentimentos transferenciais presentes no campo analítico, permitiu-me
pensar que novos tempos existem no movimento analítico. Tempos de reflexão
verdadeira, tempos de imersão nos trabalhos fundantes de nossa doutrina, tempos
em que o método pode ser entrevisto na exposição da clínica, sem o engessamento
de táticas laboratoriais que comprovem a clínica. Decidi-me, portanto, a incluí-lo.
O material é oriundo de um processo analítico de oito anos, em que nos últimos
meses foi diminuída a freqüência gradativamente. A paciente ainda hesitava em
marcar o término, e não convivia bem com a idéia de que o fim pudesse ser fixado
por mim, dizendo não suportar a idéia de ser deixada. Muitas tentativas de
correlacionar tal sentimento à sua história à pessoal foram ensaiadas sem que
parecessem ter efeito, além de um assentimento racional. Devo esclarecer que seu
processo analítico iniciou-se na infância, aos nove anos de idade, tendo continuado
por mais duas etapas. Comigo realizou-se seu quarto encontro analítico. Toda uma
vida, de pouco mais de quatro décadas, em análise!
Em mais uma das tentativas, tínhamos combinado que sua última sessão de
análise seria no dia de seu aniversário. Não tendo comparecido, após alguns dias
telefonei-lhe algumas vezes, mas sem sucesso, rendi-me à frustração, conclusiva na
época, de que tal análise não seria bem finalizada. Durante alguns meses refleti
sobre o fato, lamentando e pesquisando comigo mesma o que considerava um certo
fracasso. Até que, passado algum tempo, uns bons seis meses, recebo um
telefonema da paciente marcando uma sessão.
Ao chegar, muito animada, procede como se tivéssemos nos separado ontem,
fala da saudade, e eu lhe digo que talvez hoje seja o dia de seu aniversário. Ri um
25
Viñar, M. (2005)- Especificidad de la tortura como trauma – (publicado neste número).
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pouco sem jeito, desculpa-se, sem que seus argumentos pareçam muito
consistentes. Há um ar de frivolidade no seu falar, que me relembra seus piores
momentos de superficialização do vínculo. Diz-me, no entanto, que veio para me
contar de sua nova relação amorosa: descreve-a como um encontro muito
apaixonado, surpreendente, depois de muitos anos e tentativas frustradas.
Conforme vai relatando, reparo que está mais calma, falando tranquilamente.
Mostra-me os retratos de sua viagem, apresenta-me o namorado através das fotos e
de comentários em que parece muito envolvida emocionalmente. Foi nesta viagem
que encontrou seu novo par e comenta com muita seriedade que não sabia que
poderia se apaixonar outra vez. Viera aqui para contar porque sabia que seria
importante para nós, e que tinha a percepção de que a recuperação de sua
capacidade de amar tinha que ver com todo o seu processo analítico.
Conversamos algum tempo sobre suas impressões, numa teia aparentemente
sem sentido, até que faz um comentário a respeito da cultura e erudição de seu
namorado, fato completamente novo em suas escolhas que não primavam pela
complexidade. Diz que isto lhe lembrava tanto a cultura e erudição de seu pai como
do irmão mais velho. Acrescenta que outra novidade nesta viagem foi sua
disposição e possibilidade de ir sozinha e, desta vez, para uma cidade
completamente desconhecida, achando marcante esta diferença por ter sido sempre
tão temerosa. Comento que parece que o encontro não foi apenas na realidade, mas
que a possibilidade de encontrar-se internamente com a figura de seu pai através
daqueles momentos culturais parece tê-la feito sentir-se mais segura num lugar tão
desconhecido. Agora podia estar segura em qualquer lugar do mundo, em qualquer
época. Emocionada, diz que tudo isto parece ser muito verdadeiro, acrescentando
um tanto sonhadora: ...”e foi um blind-date!” (Eu escuto o significante em sua
consonância com blindage que poderia indicar uma dissolução da blindagem em
relação às fantasias edípicas).
Num outro clima diz que agora sabe que se pode ultrapassar o trauma. Contame então, que antes de chegar a esta grande cidade onde encontrou o namorado
tinha ido esquiar com os filhos, atividade que sempre gostara muito. No entanto,
desde o trauma (sic!), em que quebrara sua perna, nunca mais tinha esquiado.
Dessa vez, arriscou-se novamente, tendo solicitado um professor que deveria ser
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“um americano bonzinho”. Alguém que lhe desse a mão, calmamente. Dirigiu-se ao
professor apresentado, explicando-lhe sua situação de uns quatro anos de recesso
sem esquiar. “Subi de mão dada, com a mão suada e, aos pouquinhos fui
recuperando meu desempenho, e minha calma. Ao fim da temporada, já podia
experimentar os desafios das pistas de maior dificuldade. e entendi a que tinha
superado o trauma, aquele medo horrível que me roubara o prazer de esquiar.
(Note-se que, até então, ela se referia ao trauma como tendo sido o da fratura em
seu joelho).
Ouvindo-a, lembrava-me da época em que após umas férias, chegara com o
joelho imobilizado e de muletas, ao consultório. Rememoramos aquele tempo, em
que pela primeira vez durante todos aqueles anos, pudera vê-la tranqüila, de óculos,
lendo alguns textos de estudo, sem falar compulsivamente ao telefone. Fora um
tempo em que a partir da imobilização e o efeito de aparente tranquilização que
tivera sobre ela, pudemos trabalhar sua necessidade de contenção e envelopamento
de seu ser, permitindo-lhe uma outra possibilidade de convivência com sua falha, ou
fratura. Tempos em que os recursos ortopédicos (botas, muletas) sustentaram um
sentido simbólico para sua des-estrutura. Enquanto reconstruíamos aqueles nossos
tempos, fui-me apercebendo da extensão e profundidade que seu relato abrangia.
Parece mesmo ter ultrapassado o trauma por que o interessante é que me contou
primeiramente o encontro amoroso pleno de significações, para só depois ter-me
detalhado os slalons e volteios pelos quais sabe que chegou lá.
Responde com vivacidade que não posso fazer idéia do que lhe ocorria
enquanto esquiava. “Este menino (o professor) está aqui como se fosse meu pai e
eu poderia até namorá-lo, mas isto seria um tanto fantasioso, porque as condições
de realidade (idade, situação econômica, etc.) não configurariam uma possibilidade.
Sabia, no entanto, que ele estava ali na condição e lugar simbólico de meu pai”.
Foi tocante poder restaurar com ela aqueles momentos de sua vida, em que de
mãos dadas com seu pai se sentia tão protegida quando iam para a praia, imagens
tão opostas em clima e cores (et pour cause...) ao quadro de paisagens de neve
onde revivera aqueles acontecimentos.
A situação traumática mais recente fora apenas a reedição da fratura de sua
infância – a perda do pai aos sete anos. Repassar em análise aquele momento teria
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possibilitado a restauração de uma pessoa confiante. Ultrapassando a situação
traumática, recuperando sua capacidade de viver esquiando, em seu sentido
simbólico, apoiada na figura de alguém que representava seu pai, pode finalmente
continuar sua viagem e redescobrir sua capacidade de amar e confiar. O importante
era o resgate de sua capacidade de depender, de entregar-se sem medo.
A sessão termina com a entrega de uma fotografia como presente, escolhida das
muitas que me trouxera, onde está muito natural e bonita, coisa que lhe digo.
Relaciono o presente a tudo aquilo que me trouxera hoje, um trabalho vivo,
transformando hoje no dia se seu aniversário. Aliás, quem é que disse que não foi
ontem que saira daqui, prometendo voltar no dia de seu aniversário? Só agora...
Este não é o espaço para a discussão de um caso clínico onde muitas questões
teriam que ser desdobradas, mas podemos minimamente relacionar a dificuldade da
finalização do processo recorrendo a uma observação de Herzog sobre a
transferência de pacientes traumatizados. No campo transferencial, a dor da
experiência afetiva é de tal ordem que paradoxalmente coexistem o sentimento de
que a única possibilidade de se livrar da situação intolerável é continuar a análise,
ao mesmo tempo em que o contacto com o analista torna-se insuportável. “Este
paradoxo requer extremo cuidado de parte dos dois participantes e se não olhado
com extrema cautela pode predispor a problemáticos e mesmo insustentáveis
reencenações” 26. Pergunto-me tal como Herzog: Fui um objeto traumático, diante do
qual teria sido impossível uma finalização mais elaborada?
Ou seria o caso de refletirmos com Freud sobre esta nostalgia de que tanto
padecemos: ...“sempre que estão insatisfeitos com seu ambiente atual – e isto
acontece quase sempre – (os homens) se voltam para o passado e esperam ser
agora capazes de demonstrar a verdade do imperecível sonho de uma Idade do
Ouro. Provavelmente ainda se encontram sob o encantamento de sua infância, que
lhes é apresentada por sua memória não imparcial, como uma época de ininterrupta
felicidade” 27. Existe um fim canônico ou esbarramos sempre no rochedo?
26
Herzog, J. (2005) –Los Degradados, out, down, dead, transmitted and Inflicted Trauma as
encountered in the analysis of a 6 year old girl. (publicado neste número. p.14 (tradução minha)
27
Freud, S. (1937) - Moisés e o monoteísmo. ESB Rio: Imago. vol.XXIII p.89.
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DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 439
QUILELLI CORRÊA, Celmy
- TRAUMA
BIBLIOGRAFIA:
Bokanowski, T. (2005) - Variations on the Concept of Traumatism: Traumatism,
Traumatic, Trauma. (publicado neste número da RBP)
Faimberg, H. (2005) - Après-coup. Int. J.Psychoanal 2005;86:1-6
Ferenczi, S. (1924) – Thalassa, ensaio sobre a teoria da genitalidade. In Obras
Completas, vol. III. São Paulo: Martins Fontes. 1993.
Freud, S. – (1896) - Carta 52 ESB Rio: Imago.
- (1905) - Três ensaios sobre a teoria da sexualidade. ESB . Rio: Imago.
- (1916-1917) Conferências introdutórias sobre Psicanálise. ESB Rio: Imago.
- (1919). Sobre a psicanálise das neuroses de guerra. ESB Rio: Imago
- (1920) Além do Princípio do Prazer ESB Rio: Imago
- (1926). Inibição, sintoma e angústia. ESB Rio: Imago
- (1937) - Moisés e o monoteísmo. ESB Rio: Imago.
Gay, P. - (1988) – Freud: uma vida para o nosso tempo. São Paulo: Companhia das
Letras. 1989
Hartke, R. (2005) – A Situação Traumática Básica na Relação Analítica. (publicado neste
número da RBP
Herzog, J. (2005) –Los Degradados, out, down, dead, transmitted and Inflicted Trauma
as encountered in the analysis of a 6 year old girl. (publicado neste número da RBP.
Lejarraga, A.L. (1996)- O Trauma e seus Destinos. Rio: Editora Revinter,
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Vol. 7 Año 2006 Página 440
SINOPOLI, María E.
- LOS PSICOANALISTAS Y SUS PRÁCTICAS ACTUALES
LOS PSICOANALISTAS Y SUS PRÁCTICAS ACTUALES.
VIGENCIAS Y DESAFÍOS
Dra. María Elena Sinópoli
Asociación de Psicoanálisis de Rosario
“Un hombre vive no sólo su vida personal, sino también, consciente o
inconscientemente, la vida de su época y de sus contemporáneos”.
Thomas Mann. La montaña mágica
Hablar, tal cual se me pidió, desde un determinado autor, más aún si se trata de
Freud, me induce a hacer algunas aclaraciones. Manifiesto mi interés hacia la obra
freudiana tratando de evitar que su lugar de fundador me lleve hacia una adhesión
acrítica que traicione sus propios postulados. Creo útil hacer jugar las diferentes
líneas teóricas siempre que no se caiga en un esquematismo. Por eso incluiré
aportes de otros autores con quienes me he enriquecido y a los que puedo hacer
interactuar con la teoría freudiana. Citaré algunos fragmentos de los textos de Freud
sabiendo que esta selección será desde un lugar particular y parcial hacia una obra
tan amplia, compleja y por ello mismo, también, contradictoria.
Actualidad de Freud y vigencia de lo central de su teoría:
-
Entiendo que toda práctica “actual” lleva o debería llevar la marca de quien
diseñó una teoría acerca de la constitución de la psiquis y su método
correspondiente de exploración. El carácter universal de su descubrimiento
encuentra en la comprensión del fenómeno de la transferencia la posibilidad de
distinguir lo singular de cada individuo, aun dentro de una misma identidad
psicopatológica. Las reglas básicas de la asociación libre y su contrapartida, la
atención flotante completan las condiciones dadas para la emergencia y el
reconocimiento de los indicadores del inconsciente. Todo esto ejercido dentro de un
marco de abstinencia que no equivale a eludir el compromiso que requiere esta
tarea sino, por el contrario, al respeto por la libertad del analizado, conscientes del
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SINOPOLI, María E.
- LOS PSICOANALISTAS Y SUS PRÁCTICAS ACTUALES
riesgo alienante de la sugestión.
¿Por qué la necesidad de reiterar estos conceptos tan conocidos por todos?
Posiblemente sea producto de que cada vez que intentamos implementar el
método para conocer el inconsciente, renovamos la lucha contra la
tendencia
opuesta presente dentro de nuestra misma estructura.
En cuanto al modo de actualizar siempre la lectura de Freud, entiendo que
debemos atender no solo a sus conceptos fundamentales sino también los
interrogantes de los que partió y el recorrido que siguió desde ellos para arribar a
sus conclusiones. Así como también aquellas preguntas que no pudo plantearse,
aquellas que quedaron pendientes o abiertas renovando el gusto por el riesgo y la
aventura presentes en todo proceso de descubrimiento.
Volver a leer a Freud, actualizar su espíritu libre, puede impulsarnos hacia
delante, hacia un futuro exento de reaseguramientos en lo ya instituido u oficializado.
Claro que, reafirmar la vigencia y actualidad de su obra no excluye la tarea de
revisarla con el fin de distinguir, más allá de los conceptos fundamentales de su
teoría, las marcas ideológicas propias de su época. No solo para descartar lo que no
es esencial sino también hacerle lugar a los aportes que la enriquezcan en la
actualidad.
Qué ocurre cuando el método no es totalmente aplicable:
-
En ocasiones los psicoanalistas nos vemos diciendo, a veces casi
excusándonos, otras fundamentándolo, los corrimientos de estos principios a los que
nos vemos exigidos desde diversas experiencias clínicas.
Está claro que el per vía di levare corresponde a la acción de la interpretación
cuando de lo que se trata tiene que ver con lo reprimido. La aplicación del método de
la libre asociación y la instauración de la situación analítica son correspondientes
con la existencia del inconsciente como instancia reprimida, en un aparato marcado
por el conflicto.
Hace tiempo que se busca conceptualizar, cada vez con más precisión, nuevas
formas de presentación de ciertos pacientes, a quienes vagamente se denominó, en
un momento, como “severamente perturbados”. Patologías fronterizas, de acción,
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- LOS PSICOANALISTAS Y SUS PRÁCTICAS ACTUALES
“edipos deshilachados” con fuerte compromiso somático según Merlé-Beral, todas
situaciones que de una u otra manera llevan a tener que crear previamente las
condiciones para que se instale la situación analítica sin dejar de lado aspectos
centrales tales como el reconocer la transferencia y abstenerse de intervenir con
valoraciones o intromisiones educativas. Son momentos de re-simbolización y no de
des-represión como dice Horstein.
Entiendo que la internalización del método debería funcionar, más que nunca,
como una representación-meta y guiarnos siempre hacia la instalación o
reinstalación del mismo apenas lo vemos posible.
También es cierto que la neurosis puede presentarse como “una perturbación
severa” en donde el levantamiento de la represión sea producto de un arduo trabajo,
el mismo trabajo que significa sostenerse en la función analítica. Por eso estamos
expuestos al riesgo de tomarnos “licencias”no solo porque lo imponga la condición
del paciente sino como coartada de nuestras propias resistencias.
Pienso que otro riesgo es cuando se parte de considerar variaciones del método
como pertinentes a cierto sector de la psicopatología pero luego progresivamente se
va haciendo extensivo a todo el conjunto de la clínica.
He hablado de método y no de técnica. Sigo a Freud cuando le dijo a su
paciente, Smiley Blanton: “No creo que uno pueda proporcionar los métodos
técnicos a través de artículos. Debe hacerse mediante una enseñanza personal. Por
supuesto, los principiantes probablemente necesitan algo para empezar. Pero si
siguen las orientaciones en forma conciente, pronto se encontrarán con problemas.
Entonces, deben aprender a desarrollar su propia técnica” (Marzo 6, 1930)
Pienso que más conocimiento teórico-clínico con menos estandarizaciones de la
técnica, introducen un mayor compromiso personal en esa propia búsqueda, mayor
posibilidad de creación, menor repetición con más elaboración para beneficio de la
singularidad de ese analista con ese paciente.
Psicoanálisis y su relación con la sociedad:
- En “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica” (1910) Freud se
refirió a la reacción que podía esperarse de la sociedad con relación a la práctica del
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psicoanálisis: “La sociedad no se apresurará a concedernos autoridad, no puede
menos que ofrecernos resistencia, pues nuestra conducta es crítica hacia ella; le
demostramos que contribuye en mucho a la causación de la neurosis…” “La
sociedad no puede responder con solicitud simpática al intransigente desnudamiento
de sus prejuicios e insuficiencias; puesto que destruimos ilusiones, se nos
reprocha poner en peligro los ideales”. Puede ser que en este momento la
sociedad tenga ideales más alejados de la ética propuesta por el psicoanálisis. Pero,
paradójicamente, me parece que las leyes del mercado que la rigen de forma tan
hegemónica, no necesitan contrariar tan activamente aquello que no entra dentro de
sus intereses, simplemente lo “dejan caer” o se lo neutraliza a través de una suerte
de “asimilación- digestión”. Mayor perjuicio que la oposición manifiesta, aunque la
haya, es el precio de una “integración”, que conlleve la modificación de la
concepción misma del psicoanálisis. Lograr inclusiones en estructuras que no son
solidarias a sus principios puede llevar a
concesiones desvirtuadoras de los
mismos.
¿Cómo esperar que esta sociedad tan alienante comparta la concepción de una
terapia cuyo fin lejos está de tener que ver con la adaptación, ni con el éxito que ella
propone, ni con la concepción de la felicidad que promociona, sino que su sentido de
la curación corresponde, nada más ni nada menos, que con el conocimiento del
inconsciente? Que no trata de “devolver” al paciente a un estado preexistente, ni de
orientarlo hacia un ideal preestablecido ni a un modelo de normalidad previa que
deba perseguirse? Y no es que el problema terapéutico no nos deba interesar, pero
sí debemos renunciar a imponer nuestro criterio de “normalidad” y aceptar que los
objetivos del paciente difieran de los del analista.
No propongo un aislamiento defensivo bajo una excusa soberbia. Por el
contrario, aspiro una posición de confrontación pensante contra toda banalización
del dolor social, frente al acostumbramiento a la violencia cotidiana, a la superación
de la anestesia ante el “espectáculo” de la guerra, a la posibilidad de reacción frente
a la denigración cotidiana de la condición humana, en contra de la idealización del
egoísmo y la pérdida del valor de la solidaridad, al aislamiento ilusorio de la
autosuficiencia, a la indiferencia frente a la destrucción de las propias condiciones de
sobreviva en este planeta…y podría seguramente hacer mucho más larga esta lista.
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Valoro enormemente las posibilidades de ejercer fuera de los límites de nuestros
consultorios con el compromiso que deviene del encuentro entre las condiciones
sociales y las condiciones intrínsecas a la práctica del psicoanálisis. Conozco
psicoanalistas que se han logrado abrir un espacio en instituciones públicas
encontrando un lugar posible en las fronteras de las prácticas ya establecidas. El
reconocimiento de los límites tanto internos como externos les ha permitido saber las
posibilidades de acción y de invención o creación. Pero para esto requirieron que la
institución los deje hacer renunciando ésta a imponer criterios, ni tiempo, ni
pronósticos, ni evoluciones correspondientes a las concepciones psiquiátricopsicológicas que imperan en las mismas. (J.A.Manino)
Es que el psicoanalista que trabaja en la comunidad debe forjar la herramienta
que le permita ejercer una resistencia a la deshumanización y operar en cada
malestar
evitando
las
generalizaciones
que
“medicalizan”
las
prácticas
desubjetivantes. Frente a las situaciones de violencia social hay quienes consideran
la tarea grupal en sus diferentes formas, como el recurso más apropiado para
devolver a las personas la subjetividad jaqueada. Claro que no solo es necesario
estar atentos para detectar lo que induce en el paciente a llevar una vida
negativizada y paralizada sino también aquello que puede llevar a los analistas a
pensar que no hay nada que hacer. (Elina Aguiar)
En la Presentación Autobiográfica (1925) Freud refiriéndose al momento en que
dicta las Cinco conferencias (1910) en Estados Unidos dice que le “pareció la
realización de un increíble sueño diurno. El psicoanálisis ya no era, pues, un
producto delirante; se había convertido en un fragmento de la realidad.” Pero en el
mismo texto en relación al desarrollo alcanzado en dicho país expresa: “Por
desgracia, también lo han diluido mucho. Numerosos abusos, que nada tienen que
ver con él, se cubren con su nombre, y se carece de oportunidades para obtener una
formación básica en su técnica y su teoría”. Cuánto se parece a la difusión en la
actualidad de cierta jerga a través de la cual toda clínica, sea lo que fuere, es
llamada psicoanalítica.
Siempre es un desafío no caer en la tentación de pasar “del deseo de conocer al
de ser reconocidos, de explorador al de promotor” según expresa Piera Aulagnier
Freud, a pesar de su fuerte anhelo de ser reconocido, no hizo concesiones con la
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sociedad para que su descubrimiento sea mejor aceptado. Las críticas mientras que
vinieran de los prejuicios de la época, no le hicieron modificar sus principios. Explicó,
ejerció la docencia, intentó demostrar a través de la clínica. Solo estableció cambios
cuantas veces el método y a través de él, le mostraron la necesidad.
Posibilidades ante lo nuevo:
- Frente a los nuevos desafíos que se nos presentan creo que podemos invocar
ideas que se encuentran justamente en Las resistencias contra el psicoanálisis(S. Freud- 1925):
“En la empresa científica no debería haber espacio para el horror a lo nuevo. Por
su carácter eternamente incompleto e insuficiente, la ciencia está condenada a
confiar para su salud en nuevos descubrimientos y concepciones. A fin de no sufrir
fáciles desengaños, hará bien en abroquelarse en el escepticismo y no aceptar nada
nuevo que no haya resistido un riguroso examen. No obstante, en ocasiones este
escepticismo exhibe dos caracteres insospechados. Se pone rígido frente a lo nuevo
que llega, en tanto tiene por sacrosanto a lo ya consabido y creído, contentándose
con desestimar aquello, aun antes de someterlo a indagación”
Freud dejó más de una vez expresadas sus expectativas de ampliar el campo de
influencias del psicoanálisis y sugirió líneas para futuros desarrollos.
Aunque el síntoma es un producto indudablemente derivado de un conflicto
intrapsíquico puede también tener modos de manifestación en el terreno
intersubjetivo.
Claro que aún visto así, difiere del interés puesto en aquello que se genera como
producto del encuentro entre dos sujetos.
En un trabajo anterior, jugando con los términos usados por Freud en
Construcciones, me referí a “Tu parte, mi parte o entre ambas partes” para aludir a
este “espacio” del que se ocupan, en la actualidad, tanto las teorías del vinculo o de
la llamada intersubjetividad en sus diferentes concepciones.
El énfasis pulsional destacado por Freud en la constitución del psiquismo no le
impidió que tuviera en cuenta los factores sociales y culturales. La identificación
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estructurante del Edipo y la constitución del superyo incluye desde los padres a la
sociedad. Pero los logros intrapsíquicos obtenidos en el desarrollo pueden verse
“desarmados” bajo ciertas condiciones como las derivadas de la inclusión del
individuo en una masa. En el texto correspondiente dice Freud que rara vez puede el
individuo prescindir de los vínculos con los otros y que en la vida anímica el otro
cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como
enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es
simultáneamente psicología social. Esto y otros conceptos lo excluyen de una idea
de autonomía absoluta como meta final del desarrollo que algunos autores le
cuestionan. Es cierto que se valió más que nada de lo que iba descubriendo en el
campo de la neurosis para explicarse ciertos productos de la cultura. No avanzó en
la misma proporción, entiendo yo, en una dirección contraria.
“El sujeto se constituye en relación con otros y en el dominio de sus pulsiones.
Buscar la articulación entre ambos factores- dice Kaës- es pensar, para superarlo, el
falso y recurrente problema de la oposición del individuo y del grupo. Debemos
pensar al individuo como inseparable de la intersubjetividad, de sus exigencias de
trabajo psíquico, de sus coacciones y de sus límites.”
Diversas transmisiones:
- Hay quien considera que en la actualidad existe una imposibilidad de la
transmisión entre generaciones debido a la crisis de autoridad del pasado sobre el
presente.
La
consecuencia
derivaría
en
una
falla
en
la
continuidad
e
incomunicabilidad entre las mismas.
Necesito citar nuevamente a Kaës cuando dice que “Siempre en un momento
crítico de la historia es cuando emergen e insisten la cuestión de la transmisión y la
necesidad de darse una representación de ella: en el momento en que, entre
generaciones, se instaura la incertidumbre sobre los vínculos, los valores, los
saberes por transmitir, sobre los destinatarios de la herencia”.
Particularmente desde hace un tiempo, me siento muy interesada en el tema de
la transmisión intergeneracional y transgeneracional. En especial aquellos casos en
donde ha habido un trauma migratorio. Pero creo que alguna razón referida a mi
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- LOS PSICOANALISTAS Y SUS PRÁCTICAS ACTUALES
propio ciclo vital me lleva a introducir este tema en este trabajo.
¿Qué transmitiremos a las futuras generaciones?
¿Cómo transmitiremos el legado de Freud?
Un lugar indiscutible e indiscutido e histórico, una lectura lineal y dogmática en
donde no se lo piense y solo se lo repita o una lectura viva y actual de las
posibilidades siempre activas de su método?
Encontré hace un tiempo la expresión el “malestar en el psicoanálisis” o ¿es el
malestar en los psicoanalistas?
Nos cuesta sostener esta profesión imposible o ¿será un malestar de las
Instituciones o en las Instituciones?
La práctica del psicoanálisis desde sus comienzos fue difícil. Freud no nos
prometió otra cosa.
Nuestra subjetividad está expuesta y comprometida a los
mismos factores de perturbación que nuestros pacientes. Entonces, ¿trasmitiremos
el malestar o podremos encontrar, como dice Piera Aulagnier, las fuentes de placer
que no entorpezcan nuestro proyecto?
¿Cómo afrontar el desafío de convertir en fuente de placer un conocimiento
contra el cual se ha construido todo un aparato defensivo?
Ejerciendo el derecho de goce sobre la propia actividad de pensar ya que el
derecho de pensar lo que otro no piensa es una condición necesaria para el
funcionamiento del yo. La neurosis, concluye, no solo priva de poder gozar
sexualmente sino de poder pensar sin trabas.
Creo que estos encuentros nos invitan a ejercitar este derecho, y en una
sociedad en la cual el derecho se ve tan vapuleado, no nos neguemos las parcelas
de las que podemos apropiarnos.
Bibliografía:
1-Aguiar, Elina: “El grupo y los procesos de humanización”- Jornadas de
Psicoanálisis y la comunidad. AdePRO- Rosario-2006
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2-Aulagnier, Piera: “El trabajo de interpretación. La función del placer en el trabajo
analítico” en “Piera Aulagnier: de lo originario al proyecto identificatorio”. (Horstein y
otros)- Paidos- Psicología profunda –BsAs 1991
………………….
“Un intérprete en busca de sentido” Siglo Veintiuno editores-
México 1994
3- Blanton, Smiley: “Diario de mi análisis con Freud” Biblioteca de la Esfinge-BsAs
1974
4-Bleichmar, Silvia: “Sostener los paradigmas desprendiéndose del lastre. Una
propuesta respecto al futuro del psicoanálisis”. Aperturas psicoanalíticas- Año 2000Nº 6
5- Freud, Sigmund (1910): “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica”
Amorrortu Editores- Tomo XI
……………………. (1921) “Psicología de las masas y análisis del yo”
Amorrortu Editores-Tomo XVIII
……………………. (1925) “Las resistencias contra el psicoanálisis”
Amorrortu Editores-Tomo XIX
……………………. (1926) “¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?
6- Glocer Fiorini, Leticia (compiladora) “El otro en la trama intersubjetiva”- APA
Editorial, BsAs. 2004
7- Horstein, Luis (compilador) Proyecto terapéutico (De Piera Aulagnier al
psicoanálisis actual) Paidos- Psicología Profunda. BsAs 2004.
8- Kaës, René: Introducción: el sujeto de la herencia.
Introducción al
concepto de la transmisión psíquica en el
pensamiento de Freud en “Transmisión de la vida psíquica entre generaciones” R.
Käes-H Faimberg-M. Enriquez- J.J. Baranes. Amorrortu Editores, BsAs. 1996
9- Manino, Juan Alberto: “Lazo social, una encrucijada entre el psicoanálisis y la
institución de salud mental”. Trabajo realizado en Cartel de Espacio Psicoanalítico.
Rosario, Junio de 2003
10- Merle-Béral, Anne-Marie: El cuerpo de la cura. Paidos - Psicología ProfundaBsAs 1995
11- Sinópoli, María Elena: “Más allá de la interpretación de los sueños. (De la
interpretación a la construcción) en”El trabajo psicoanalítico- Antes y después de la
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Vol. 7 Año 2006 Página 449
SINOPOLI, María E.
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interpretación- Trabajos libres. Tomo II- XXII Simposium y Congreso interno.
APdeBA. 2000
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- SUBJETIVIDAD, REALIDAD PSÍQUICA
SUBJETIVIDAD, REALIDAD PSÍQUICA Y CONTRATRANSFERENCIA
Amalia Socci de Gómez (Buenos Aires)
Cristina Rosas de Salas (Buenos Aires)
“No debemos considerarnos simples historiadores de las pasadas
grandezas del psicoanálisis. Todavía no estamos muertos y no es
necesario malgastar el tiempo asistiendo a nuestros propios
funerales. No me parece interesante celebrar constantemente las
exequias del psicoanálisis. También es grato asistir a uno de sus
muchos renacimientos.”
Wilfred Bion, San Pablo, 1978.
Hace 20 años se realizaba en Buenos Aires el XV Congreso Latinoamericano de
Psicoanálisis. En el país salíamos con dolor y esperanza de una etapa signada por
la violencia y la muerte para entrar a la democracia.
En ese congreso uno de los temas oficiales fue “Corrientes actuantes en el
pensamiento psicoanalítico de América Latina”. El trabajo de W. Baranger y J. Mom
(1984) fue el elegido para representar a nuestra institución, la APA. Es interesante
releer lo analizado entonces en los grupos de discusión y encontrar que hay
cuestiones que mantienen plena vigencia y que necesitan ser nuevamente
revisadas. Ejemplo de esto son los debates acerca del significado de “corrientes
actuantes”, ya sea en el sentido del efecto inevitable de la transmisión del
psicoanálisis o de resistencia u obstáculo para la escucha. También los referidos a
las consecuencias de la presencia de posibles “escuelas oficiales” en el ámbito
institucional así como a la necesidad de rescatar los aportes de autores
latinoamericanos.
Como país de inmigrantes, también en psicoanálisis, el tema de la identidad
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SOCCI de GOMEZ, A. y Ot.
- SUBJETIVIDAD, REALIDAD PSÍQUICA
siempre está presente a pesar de que es reconocido que nuestra institución y
muchos de sus miembros han sido (y siguen siendo) los referentes para la difusión
del psicoanálisis en Latinoamérica.
Ya entonces se vislumbraba también la inquietud por el futuro del psicoanálisis.
Decían Baranger y Mom (1984):
En el nivel institucional, como en el individual, podríamos caracterizar dos
actitudes extremas: por un lado, la de los profetas y de los guardianes de las
Tablas; por otro lado, la de los expansionistas indiscriminados [...] ¿Y ustedes?,
nos preguntarán. No somos fanáticos. Somos expansionistas circunspectos [...]
Expansión sin dilución y con precisión.
Si bien el riesgo de la repetición aparece en el horizonte, de lo que se trata es de
sostener un trabajo de permanente reelaboración que permita mantener vivo el
psicoanálisis, la “expansión sin dilución”.
Por otra parte, exponer y poner a debatir hoy nuestras ideas acerca de temas
centrales del psicoanálisis quizá sea la mejor manera de poder analizar las
peculiaridades y problemáticas del mismo en esta región del mundo.
Resulta difícil imaginar que el psicoanálisis, los psicoanalistas, sus teorías y su
praxis hayan quedado al margen de los avatares institucionales, sociales, culturales,
económicos o políticos ocurridos en nuestros países. Esto hace que nos interese el
tema de la subjetividad del analista, que es lo que trataremos de desarrollar.
Dentro de este marco general y focalizando sobre uno de los ejes propuestos,
nos resulta interesante reflexionar sobre el entramado que resulta de las relaciones
intrapsíquicas e intersubjetivas y que es posible establecer al analizar nuestra
contratransferencia, y a partir de allí pensar una metapsicología de la misma.
Motiva nuestra elección la presencia en la bibliografía psicoanalítica actual la
apelación a la subjetividad del analista y su contratransferencia en la práctica
psicoanalítica que intenta dar respuestas a lo que está más allá de las neurosis.
Nos ubicamos entre los psicoanalistas que piensan que no se trata sólo del
análisis de la subjetividad sino también de pensar al psicoanálisis como productor de
subjetividad.
Dejaremos de lado la realidad fáctica y, a los fines de este escrito, nos
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SOCCI de GOMEZ, A. y Ot.
- SUBJETIVIDAD, REALIDAD PSÍQUICA
abocaremos a lo que se pone en juego en la mente del analista desde su realidad
psíquica y su subjetividad al enfrentarse con los fenómenos de contratransferencia.
Consideramos que éstos algunas veces preceden a los transferenciales y otras
veces son provocados por ellos.
Cuando estamos con el analizando, escuchamos y observamos los hechos
fácticos, asimismo escuchamos y pensamos hechos psíquicos. A este escuchar y
pensar agregamos el sentir lo que nos enfrenta a las cuestiones de su
discriminación-indiscriminación (Green, 1999).
Las dualidades teoría/práctica y sujeto/objeto toman en consideración la realidad
inherente al hecho fáctico y su repercusión en el psiquismo de ambos integrantes.
Es decir, en psicoanálisis es imposible separar, como en otras ciencias, el
observador de lo observado.
Una particular situación socioeconómica desencadenada en nuestro país en
diciembre de 2001 nos ha permitido reflexionar y hacer elaboraciones clínicoteóricas sobre las fantasías, los pensamientos y sentimientos movilizados por las
mociones pulsionales desencadenadas por la realidad fáctica vivida en ese período
común a todos los argentinos. No era una situación de guerra pero el sentimiento de
inermidad y de desamparo aparecía con distintas magnitudes según pacientes y
analistas. Se producía la saturación del campo analítico por la realidad externa y en
ocasiones la desorganización del encuadre.
Nuestra hipótesis es que es importante discriminar subjetividad y realidad
psíquica en el uso de la contratransferencia en tanto algunos aspectos de la
subjetividad están disponibles conscientemente mientras que la realidad psíquica es
interna, inconsciente. “[...] la que en el psiquismo del sujeto presenta una coherencia
y una resistencia comparables a las
de la realidad material; se trata
fundamentalmente del deseo inconsciente y de los fantasmas con él relacionados”
(Laplanche y Pontalis, 1971).
Freud, en “Introducción del psicoanálisis” (pág. 347), dice: “La realidad psíquica
desempeña el papel dominante en los neuróticos”, a lo que agregaríamos que
“también lo hace en el mundo psíquico y, sin duda, en el mundo sin más”, por lo que
es posible hablar, además del principio de placer y del de realidad, de un “principio
de realidad psíquica” (Le Guen, 1998).
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SOCCI de GOMEZ, A. y Ot.
- SUBJETIVIDAD, REALIDAD PSÍQUICA
Winnicott observó que en el mundo objetal interno del bebé se produce una
complejización importante que implica la discriminación de la subjetividad y la
objetividad.
Sabemos del logro evolutivo y estructural que implica reconocer al otro como
sujeto separado. En esta subjetivización están presentes las representaciones y los
afectos.
No hay subjetividad sin estos componentes. Su estructuración es la que permite
una genuina relación con el otro sin temor a la intrusión o la indiscriminación.
Cuando la realidad psíquica y la realidad externa ya no tienen que escindirse,
podemos decir que hay un estado de “mentalización”, es posible mantener el “como
si”, el “aparentar”, el “hacer de cuenta”.
La capacidad de simbolizar no significa necesariamente poder establecer
y
experimentar
la
realidad
psíquica
adecuadamente,
es
decir,
tener
capacidad de “mentalizar”, integrar la apariencia y la realidad.
La presencia materna y paterna, el entorno y los otros, así como la imagen y la
palabra son los que permiten organizar cuerpo, afectos y pensamiento como una
estructura que constituye la subjetividad.
En esta subjetividad creemos que está incluida la realidad psíquica, pero no toda
la subjetividad está hecha de realidad psíquica, ya que a ella también pertenece la
llamada “conciencia de sí”. Así, la subjetividad aparece como una creación que
permite al mismo tiempo acercarse al otro reconociéndolo y reconociéndose como
diferente.
Desde la metapsicología esto supone discriminar una realidad psíquica,
inconsciente, que hace a la subjetividad, pero además contemplar los juicio del yo,
sus creencias y convicciones y los ideales sostenidos por el ideal del yo que son
parámetros del superyó en tanto verdaderos representantes intrapsíquicos de la
realidad exterior.
Por ejemplo, nos preguntamos: las ideas religiosas, políticas o psicoanalíticas,
¿no inciden en la subjetividad de los protagonistas? ¿Siempre son suficientemente
analizadas? ¿Por qué no pensar que pueden ser un campo propicio para la colusión
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- SUBJETIVIDAD, REALIDAD PSÍQUICA
resistencial analista-analizando o para que se establezca un pacto de desmentidas?
No es cuestión de borrar con lo que se dice lo que se siente, y con lo que se
siente borrar lo que pensamos.
Problemas del campo analítico: subjetividad y contratransferencia
Intentaremos circunscribir nuestra propia realidad en el quehacer psicoanalítico a
la situación analítica enmarcada por el encuadre, durante el proceso y en el campo
dinámico establecido por los integrantes. Así, nos encontramos con la dificultosa
tarea de pensar una metapsicología de la contratransferencia.
Si bien teoría y práctica están consustancializadas, cuando pensamos en
metapsicología y clínica es necesario marcar diferencias para entender nuestro
abordaje del “objeto analítico”. Esto hace a nuestra “formación” como analistas y
nuestros esquemas referenciales.
¿Qué entendemos al decir “objeto analítico”? ¿Cuál tópica estamos utilizando?
De lo que se trata es si podemos coincidir en que el objeto del psicoanálisis es el
psiquismo y su funcionamiento. Ahora bien, ¿es esto suficiente? ¿Por qué partir de
la presunción que siempre hay contenido psíquico y dar por supuesto que el
paciente va a traer material asociativo?
El tema del “objeto del psicoanálisis y de la función objetalizante” (Green, 1996)
nos enfrenta a lo que se puede crear en el campo analítico sin que haya contenido
psíquico representacional en el paciente. Así, la investigación de formas más
radicales de inconcientizacion que la represión ha pasado a ocupar un lugar
destacado en importantes autores en la actualidad.
En estos casos el uso de la contratransferencia permitiría ir del sentir al pensar
pasando por la figurabilidad y de allí al decir, puesta en palabras que no siempre se
efectiviza ya que en ocasiones se prioriza el silencio del analista.
Como propone Pontalis la contratransferencia aparece cuando somos tocados a
muerte. Dice: “El tocado a muerte indica la muerte de la realidad psíquica [...] y es
ahí, con este encuentro de la muerte de la realidad psíquica, donde hay influencia de
la contratransferencia” (Pontalis, 1978). Es decir, cuando nos encontramos con
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- SUBJETIVIDAD, REALIDAD PSÍQUICA
aquello del orden de lo irrepresentable o de lo irrepresentado. En esa instancia se
produciría la apelación a la subjetividad del analista.
Por ejemplo, sabemos que las sensaciones corporales despertadas por el
discurso del paciente, despiertan representaciones figuradas semejantes a las que
podría tener el paciente y también reconocemos lo cuidadosos que debemos ser en
el uso de estas figuraciones como material para la interpretación.
Punto dilemático que nos enfrenta con: ¿corremos los riesgos del uso de la
subjetividad o dejamos estos casos para otros abordajes terapéuticos?
Proponemos un breve ejercicio clínico.
Una analista, al escuchar a su paciente hablar de su madre agresiva y distante, y
observar cómo reaccionaba a todo lo que sintiera como cercanía de la analista, se
encuentra recordando “qué lindo era estar en la cama con mi mamá y poner mis
piececitos fríos entre sus muslos tibios mientras me leía cuentos” y pensaba “qué
bien le hubiera hecho a María (su paciente) un poco de todo eso, qué madres tan
distintas tuvimos”.
¿Cómo procesar esto? Haciendo conjeturas podríamos pensar que una
posibilidad es que estas ideas se “actúen” con conductas de maternaje. Otra,
interpretar considerando las vivencias que surgieron diciendo, por ejemplo: “A usted,
María, le gustaría poder aceptar la proximidad tibia de mis palabras y disfrutarlas sin
tener temor y desconfianza. Ese temor que surge frente a algo desconocido pero ya
no tan desconocido porque está aquí entre nosotras cuando nos hablamos y
escuchamos”. Es decir, tratar de poner palabras al acto, a la angustia de separación
y/o intrusión.
Ahora pensemos que la analista hubiera tenido una madre parecida a la madre
de su paciente (desde la realidad fáctica o desde la construcción interna del objeto),
pero que las experiencias de distancia, frialdad y agresión hubiesen sido
adecuadamente elaboradas en su propio análisis, en el campo transferencialcontratransferencial. En este caso es “lo vivido pero analizado” lo que haría posible
evitar las actuaciones permitiendo, en cambio, el “uso” de sus vivencias
contratransferenciales.
El ejemplo muestra una concepción de la contratransferencia más amplia que
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- SUBJETIVIDAD, REALIDAD PSÍQUICA
considerar sólo las proyecciones del paciente. Se trata de observar cómo influyen
los avatares de la vida personal del analista y la importancia de su análisis personal.
Masud Khan plantea que la función interpretativa es posterior al establecimiento
de un vivenciar, y para Bion (1962) este vivenciar del analista en la sesión es un
momento de descubrimiento.
Es como tomar contacto con lo psíquico considerando a la conciencia como
órgano sensorial de la cualidad psíquica (Freud, 1900).
Más cercanos en el tiempo Botella y Botella (1997) se han ocupado de investigar
lo que denominan “regrediencia” para referirse a la regresión formal del pensamiento
en el analista. Si bien reconocen que fue Bion quien abrió esta línea de investigación
marcan sus diferencias. Dicen:
En lugar de “disciplina” y “vigilancia”, preconizamos el abandono por parte del
analista de las representaciones-fin, como lo sugiere Freud, y la aceptación, más
allá de la atención flotante, de un estado singular de pasividad del yo, de
relajación, de apertura de las mallas de la red de investiduras. Así pues, se trata
del borramiento de aquello que constituye el yo, de la regresión formal del
psiquismo (Botella y Botella, 1997).
Parece evidente que estos planteos teóricos y técnicos se enmarcan en una
ampliación del campo del psicoanálisis al considerar el inconsciente, sus efectos y
productos (sueños, lapsus, síntomas, etc.), y también al ello abordado desde sus
expresiones pulsionales así como su parte “organizada”: el yo y sus alteraciones.
El domeñamiento pulsional como meta del análisis estuvo siempre presente en la
obra freudiana, pero cabe destacarse que ha cobrado toda su vigencia a partir del
estudio de los pacientes en los límites de la analizabilidad. Simbolización o acto es
sin duda una alternativa muy considerada en la clínica de hoy. Freud, en Esquema
del psicoanálisis (1940, pág. 74), dice:
El ello siente con una acuidad extraordinaria ciertas modificaciones en su
interior, particularmente las variaciones de tensión de las pulsiones, variaciones
que se vuelven concientes a través de las impresiones de la serie placerdisplacer. [...] Una cosa está clara: las autopercepciones-impresiones
REVISTA LATINOAMERICANA
DE PSICOANALISIS
Vol. 7 Año 2006 Página 457
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cenestésicas e impresiones de placer-displacer rigen despóticamente el curso de
los fenómenos en el interior del ello.
Así el psicoanálisis ha dejado de tener como meta sólo el análisis de lo
representacional. La ventaja de pensar en términos de proceso es que esto implica
el estudio del movimiento psíquico en sí, independientemente de los contenidos de
su representación.
La conceptualización de cómo lo estrictamente cuantitativo (sin representación)
se cualifica, se convierte en un problema importante a punto de partida de la
percepción tanto externa como endopsíquica.
Si las cantidades se cualifican, es decir que son pasibles de significación, han
logrado su propósito, pues si permanecen como pura cantidad se está en el terreno
del trauma, de lo irrepresentado o de la energía no ligada. La cualificación permite
que hablemos de producción de subjetividad.
En lo que respecta a la contratransferencia esto es de suma importancia en
tanto, ¿dónde y cómo es posible que nuestras percepciones del paciente y sus
contenidos psíquicos pasen a constituirse en contenidos cualificados que uniéndose
a los contenidos cualificados o no del paciente puedan crear un nuevo contenido
psíquico?
El campo analítico es pensado también como productor de subjetividad.
Si pensamos en el funcionamiento psíquico como una simultaneidad de procesos
perceptivos, representacionales y de sentido diferentes, quizá podremos explicar
qué pasa cuando pensamos a la contratransferencia como algo más que como
producto de las proyecciones del paciente.
La memoria endoperceptiva del analista, es decir, recuerdos que se evocan, se
articula con sentimientos de extrañeza (memoria sin recuerdos), percepción de los
mensajes del paciente, manifiestos y latentes, los avatares de su vida personal, su
formación como analista, y todo este magma constituye la contratransferencia que
puede ser figurada o producir figurabilidad.
Ahora bien, si dos subjetividades están en juego (la del analista y la del
analizando), dos realidades psíquicas también, y ambas se expresarán en el
fenómeno transferencia-contratransferencia; y en la fantasía común de ambas, en el
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campo dinámico que se genera y que va más allá de ese fenómeno. Nos referimos
al concepto de campo dinámico y la fantasía de campo resultante del mismo.
Concepto desarrollado por Willy y Madeleine Baranger y muy conocido y utilizado en
nuestro medio y, en general, en América Latina.
La ventaja de poder pensar las cosas en términos de campo reside en que la
dinámica de la situación analítica se encuentra inevitablemente con muchos
tropiezos que no se deben a la resistencia del paciente o a la del analista, sino
que manifiestan la existencia de una patología específica de esta estructura
(Baranger, 1992).
En dicho campo se produce una articulación entre las dos subjetividades, por lo
cual estaremos atentos a la emergencia de “baluartes”,que para constituirse
sabemos que requieren la necesaria participación de analista y analizando.
Esto no implica dejar de considerar los objetivos que incluyen posiciones,
intenciones y compromisos de analista y analizando, que no son los mismos ni
superponibles. Sin embargo, esta separación no implica heterogeneidad ya que es la
identidad y cierto consenso lo que permite que uno analice al otro.
La subjetividad del analista
En nuestro interés por discriminar subjetividad y realidad psíquica se hace
necesario plantear